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serie management en 2 Minutos Actualiza rápidamente tus competencias profesionales básicas. Tanto si buscas un curso intensivo como si solo pretendes repasar brevemente tus conocimientos, la SERIE MANAGEMENT EN 20 MINUTOS te ayudará a encontrar justo lo que necesitas, es decir, un conocimiento fundamental para profesionales ambiciosos o futuros ejecutivos. Cada uno de los libros es una breve y práctica introducción que te permitirá repasar una amplia variedad de temas indispensables para la gestión de negocios, y que, además, te ofrece los consejos (sencillos, útiles y fáciles de aplicar) de los académicos más prestigiosos. Títulos de la colección: Cómo crear un plan de negocio Cómo gestionar tu tiempo Cómo dirigir reuniones de trabajo Finanzas básicas Cómo ser más productivo Cómo mantener una conversación difícil Cómo gestionar la relación con tu superior Cómo realizar presentaciones Cómo colaborar virtualmente Management Tips Cómo liderar equipos virtuales Cómo dirigir reuniones virtuales serie management en 2 Minutos Management Tips Los mejores consejos inspirados por las mentes más brillantes Reverté Management (REM) Barcelona · México Harvard Business Review Press Boston, Massachusetts Management Tips Copyright 2011 Harvard Business School Publishing Corporation All rights reserved. © Editorial Reverté, S. A., 2022 Loreto 13-15, Local B. 08029 Barcelona – España revertemanagement@reverte.com Edición en papel ISBN: 978-84-17963-50-7 Edición ebook ISBN: 978-84-291-9698-6 (ePub) ISBN: 978-84-291-9699-3 (PDF) Editores: Ariela Rodríguez / Ramón Reverté Coordinación editorial y maquetación: Patricia Reverté Traducción: Genís Monrabà Bueno Revisión de textos: Mª del Carmen García Fernández Digitalización: Reverté-Aguilar La reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, queda rigurosamente prohibida, salvo excepción prevista en la ley. Asimismo queda prohibida la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público, la comunicación pública y la transformación de cualquier parte de esta publicación sin la previa autorización de los titulares de la propiedad intelectual y de la Editorial. # 76 Introducción Management Tips (que se podría traducir como Consejos de gestión) es una recopilación de recomendaciones para la gestión empresarial y el liderazgo. Obtenidos a partir de las entradas del blog de la Harvard Business Review y otros materiales, estos consejos breves y prácticos te ayudarán a autogestionarte, y a gestionar a tu equipo y a tu empresa. Consulta las fuentes al final del libro para conocer las entradas del blog a partir de las cuales se han adaptado estos tips, y visita hbr.org para obtener más recomendaciones y consultar otros contenidos. Contenido Introducción La autogestión La gestión de tu equipo La gestión de tu empresa Fuentes Serie Inteligencia Emocional Guías Harvard Business Review La autogestión Comienza el día con esta sencilla práctica Después de tantos meses de pandemia, resulta difícil mantener una actitud positiva que estimule la motivación y la creatividad. Y en cuanto se pierde el optimismo, la fatiga aflora con rapidez. ¿Cómo puedes potenciar ese optimismo en tu día a día? El siguiente ejercicio te ayudará a hacerlo. No necesitas dedicarle más de dos minutos. Cada mañana, cuando te levantes, completa estas tres frases ―por escrito, en voz alta o incluso en tu cabeza― antes de encender el ordenador o de irte a trabajar: Hoy me centraré en _____. Hoy daré las gracias por _____. Hoy me quitaré de encima _____. Intenta concretar lo más posible. Por ejemplo, si todos los días dices que das las gracias «por la familia que tengo», el ejercicio no te servirá de mucho. Piénsalo, pasamos despiertos unos mil minutos al día; con que inviertas solo dos en que tu cerebro sea más optimista, mejorarás la calidad de los novecientos noventa y ocho restantes. Cuatro estrategias para incrementar tu eficacia Tal vez las veinticuatro horas del día te parezcan insuficientes para todo lo que tienes que hacer, y ni todos los trucos de productividad del mundo cambiarán esa percepción. Bien, pues aquí te ofrecemos cuatro estrategias infalibles que te ayudarán a aprovechar al máximo el tiempo. En primer lugar, organiza tus reuniones por bloques. Es complicado mantener el ritmo en el trabajo cuando sabes que te pueden interrumpir a cada momento. En cambio, si concentras tus reuniones en un momento determinado del día, el resto del tiempo podrás trabajar sin interrupciones. En segundo lugar, aprende atajos de teclado que reduzcan tu dependencia del ratón. Esto puede parecer una tontería, pero con el tiempo supone un gran ahorro de tiempo. En tercer lugar, modifica tu entorno para reducir hábitos nocivos. Por ejemplo, si pierdes tiempo porque te distraes con el teléfono, déjalo en otra habitación; si el correo electrónico entorpece tu trabajo, desactiva las notificaciones. Por último, lee en voz alta el resultado de tu trabajo. Te dediques a lo que te dediques, seguro que escribes al menos un correo electrónico al día, y escucharte pronunciando esas palabras acelerará y hará más claro tu proceso de escritura. El arte de hacer un buen seguimiento A todo el mundo le ha pasado: mandas un correo para convocar una reunión, compartir información o lo que sea… y no recibes respuesta. Sí, es frustrante, pero no por ello deberías concluir que pasan de ti. La gente está muy ocupada tratando de gestionar su tiempo. Así que aquí tienes un consejo para lograr más atención: Empieza tu mensaje con un asunto que despierte el interés del receptor. Evita, pues, expresiones genéricas como «Seguimiento» o «Consulta», que no solo son ambiguas, sino que pueden hacer que la persona destinataria se sienta mal por haber tardado en responder (y eso retrasará aún más su respuesta). Utiliza algo más específico, como «Próximos pasos del proyecto X» o «Pregunta sobre la solicitud de empleo». Presta atención al tono que empleas. Numerosos estudios han demostrado que los correos electrónicos redactados con un tono ligero y moderadamente positivo tienen un índice de respuesta entre un 10 y un 15 % superior que los neutros. Así que procura mostrar amabilidad y educación. Por último, intenta que tu petición sea concisa y específica, y da a tu interlocutor una salida fácil. Esto evitará enfrentamientos personales y os ayudará a preservar una buena relación. Pero si sigues todos estos pasos y, aun así, no obtienes respuesta, quizá no valga la pena insistir y tengas que cortar por lo sano. Rompe el círculo vicioso de la autocrítica Es fácil pensar que la autocrítica te ayudará a obtener mejores resultados. Pero si no le pones límites puede causar el efecto contrario: cargarse tu concentración, tu rendimiento y tu buen humor. Así que, a la hora de evaluar tu trabajo, intenta adoptar un enfoque más realista siguiendo estas tres estrategias: Evita generalizar. Resiste la tentación de centrarte en un solo acontecimiento negativo y analiza tu desempeño global. Piensa en la típica curva de normalidad con forma de campana de Gauss: habrá días en que estarás por debajo de la media, pero eso es normal. Piensa en lo que puede salir bien. Para no centrarte en lo negativo. Emplea la siguiente fórmula: Qué pasaría si… Por ejemplo, ¿qué pasaría si esta idea no es tan estúpida y contribuye a que el proyecto avance? ¿Qué pasaría si esta propuesta supone un revulsivo para nuestra forma de trabajar en equipo? ¿Qué pasaría si al director le encanta mi presentación? Pon límites a tus reacciones emocionales. Deja transcurrir entre treinta y cincuenta minutos (es lo que suelen tardar en disiparse sentimientos como la vergüenza) y permítete experimentar y procesar de forma plena tus emociones. Pasado ese tiempo, toma una decisión consciente sobre cómo ignorar esos sentimientos y seguir adelante. Diseña una nueva forma de liderazgo Ahora es el momento perfecto paraaclarar y redefinir tu concepción del liderazgo. Para ello necesitarás ser consciente de tus valores y analizar tus objetivos a largo plazo. Empieza identificando cuatro o cinco momentos clave de tu vida; los que definen quién eres ahora. Explica en qué medida cada uno de ellos ha modificado tus valores. Luego, pon por escrito tu visión del liderazgo: una imagen atractiva de un futuro posible para ti. Describe qué tipo de líder quieres ser y qué pretendes aportar en este sentido de aquí a, por ejemplo, cinco años. ¿Qué estarás haciendo entonces y qué esperas haber obtenido en ese plazo? Imagina que tienes lo que quieres Tu mente puede ser tu mejor herramienta, pero, como sabe muy bien cualquiera que se haya dejado arrastrar por el miedo, la frustración o las preocupaciones, también puede ser tu peor enemigo. Tanto si te preocupa no gozar del respeto de tus colegas como si temes que un cliente no te llame porque se ha ido a la competencia, darle demasiadas vueltas al tema solo empeorará las cosas. En vez de eso, imagina que tienes lo que quieres: actúa como si tus colegas te tuvieran el máximo respeto o créete que ese cliente es fiel a tu empresa. Tal vez no se ajuste a la realidad, pero tampoco lo hacen tus preocupaciones al respecto. Así que lo más conveniente es dejar de inquietarse y actuar con confianza; es la mejor manera de conseguir lo que deseas. Toma el control La autonomía, la seguridad y actuar con sentido se asocian a bajos niveles de estrés. De modo que, si necesitas aumentar tu motivación, emprende un nuevo proyecto que mejore tus condiciones laborales, a tu equipo o tu entorno de trabajo. Aunque no goces de la misma libertad que quien trabaja por cuenta propia, siempre habrá formas de planificar cómo reclamar el control de tareas o proyectos. Eso incrementará tu satisfacción laboral y, al mismo tiempo, te permitirá cumplir nuevos objetivos y mejorar tu currículo. Asume la responsabilidad de tu crecimiento personal y profesional Desarrollar tu carrera profesional depende sobre todo de ti. Sea cual sea tu situación, recurre a los siguientes tips para mantenerte «en forma»: Reúnete con dos antiguos colegas una vez al mes e intercambiad opiniones sobre la situación y las tendencias del sector. Aprende algo nuevo cada trimestre. Si tu labor cotidiana no te plantea suficientes retos, búscalos por tu cuenta: haz un voluntariado en una ONG, asiste a una conferencia o apúntate a un curso. Evalúa tu rendimiento. Reflexiona sobre tu desarrollo y tu nivel de productividad, sea o no mediante un proceso formal. Intenta valorar con honestidad tus puntos fuertes y débiles, y plantéate en qué deberías centrarte el próximo año. Fomenta tu deseo de aprender No dejes que el ego frene tu aprendizaje. Los líderes con más éxito tienen una actitud abierta a la novedad porque saben que, por bien que hagan las cosas, siempre es posible aprender algo más. Si has alcanzado un nivel experto en un campo concreto, busca otros en los que reinvertir esos conocimientos. Y cuando te enfrentes a un reto ―incluso a alguno recurrente― adopta siempre una actitud abierta al aprendizaje: cuestiona tus decisiones y halla nuevas formas de resolver los problemas. Trabaja tus puntos débiles Cuando algo se te da bien, es muy fácil confiar en tu talento. Por ejemplo, si juegas al tenis y tienes un gran golpe de derecha, es probable que organices tu juego para aprovechar esa cualidad al máximo. Sin embargo, convertir tus debilidades en fortalezas te dará una enorme ventaja competitiva y hará de ti un líder más eficaz. Así que céntrate en mejorar tus puntos débiles. Para ello, piensa en tu última evaluación de rendimiento o pregunta a tus colegas qué necesitas para tener éxito en tu trabajo. Tenlo claro, no hay mejor forma de impresionar a los demás que sacar un revés demoledor cuando todo el mundo espera tu golpe de derecha. Renuncia a la necesidad constante de demostrar quién eres Uno de los peores hábitos de un líder es justificar su comportamiento con la típica frase: «¡Es que yo soy así!». Deja de aferrarte a esos hábitos nocivos que crees que forman parte de tu esencia. En lugar de insistir en que no eres capaz de cambiarlos, fíjate en cómo obstaculizan el éxito de los demás. Y nunca los llames «rasgos de carácter», sino aspectos a mejorar. Te sorprenderá lo fácil que resulta cambiar un hábito si te ayuda a alcanzar el éxito. Acepta las críticas constructivas Las críticas, si son constructivas, resultan esenciales para la creatividad, la innovación y la resolución de problemas. Y, puesto que un buen líder necesita esas tres cualidades, no solo debe aceptar tales críticas, es que ha de buscarlas de forma activa. De modo que no te conformes con una opinión general: solicita a tu equipo, a tus clientes y colegas que cuestionen tus ideas y enfoques. Las críticas son útiles para poner a prueba tus ideas y también para que personas y equipos asuman sus responsabilidades. Practica la escucha activa Durante años, los expertos en liderazgo han animado al personal directivo a mejorar su habilidad para escuchar; y esta no se basa en hacer que tus interlocutores se sientan respetados, sino en asegurarte de que también tú les entiendes bien. A continuación, te ofrecemos algunos consejos en este sentido: Piensa. Implícate en la conversación yendo un paso por delante, anticipándote a lo que escuchas. Intenta adivinar las conclusiones de la otra persona, no te limites a captar el contenido del mensaje. Revisa. De vez en cuando, repasa con brevedad y resume mentalmente los aspectos principales de la charla. Escucha. Observa el lenguaje no verbal de la persona con la que hablas; te ayudará a entender lo que está diciendo. Porque a veces lo que no se dice es tan crucial como lo que sí. Organiza reuniones periódicas… contigo Cuando te aventuras en nuevos y desconocidos territorios (es decir, proyectos), ¿cómo puedes mantener tu nivel de rendimiento y dar lo mejor de ti? Bien, lo mejor es que reserves un rato a la semana para evaluarte. Da igual cuántas sean tus ocupaciones, esto no es un capricho, sino algo crucial. Por tanto, dedica como mínimo una hora a la semana a reflexionar sobre los acontecimientos recientes que consideres importantes (conflictos, fracasos, oportunidades que has aprovechado, comportamientos de los demás o comentarios de tus colegas). Piensa, en cada caso, cómo has actuado, qué ha ido bien, qué no ha funcionado y qué puedes hacer para mejorar. Y nunca faltes a esta cita contigo. Tu éxito depende de ella. Gestiona tu energía Como las empresas exigen cada vez más a su personal, los trabajadores con poco tiempo deben hacer malabarismos para seguir el ritmo. No puedes hacer que el día sea más largo, pero sí dar con la manera de recuperar energía. Recurre a estos cuatro tips para mantener tu rendimiento y evitar la fatiga: Haz descansos con frecuencia. Levántate de la mesa cada hora y media o dos horas. Aprovecha para estirar las piernas, caminar o tomar algo. Da las gracias. Tener una actitud positiva incrementa los niveles de energía, así que expresa con frecuencia tu agradecimiento a los demás. Limita las interrupciones. Aborda las tareas que requieren más concentración lejos del móvil y el correo electrónico. Reserva un tiempo para atender y responder mensajes. Haz lo que te gusta. Averigua cuáles son tus puntos fuertes y qué te gusta hacer. Y procura dedicar tiempo suficiente a las tareas que te agradan y evitar, en la medida de lo posible, las que te agotan. Reduce tu dependencia de la tecnología ¿Cuántas veces has oído eso de «qué hacíamos cuando no teníamos teléfonos móviles»? Una de las posibles respuestas es: nos fiábamos de nuestra memoria. Diversos estudios han demostrado que ejercitar la memoria mejora las habilidades sociales y la creatividad. Sin embargo, a causa de la creciente dependencia tecnológica del ser humano, poca gente es capaz ya de recordar los números de teléfono de su agenda o sus citas pendientes. Así que intenta memorizar los teléfonosintroduciendo los números a mano. Esto no solo te ayudará a ejercitar la mente de forma saludable, sino que quizá te salve cuando tu móvil no esté operativo. Visualiza las grandes ideas de forma sencilla No dependas de tu memoria o del móvil para almacenar y sacar partido a las mejores ideas; mejor pon en práctica los métodos de la vieja escuela: lleva siempre contigo algunas tarjetas, y cuando oigas una buena idea, anótala. El hecho de que las tarjetas sean algo material te obliga a pensar en ellas, y el acto de apuntar las ideas contribuye a que las proceses y recuerdes. Además, llevar tarjetas en blanco en el bolsillo es un buen recordatorio de que siempre has de estar buscando nuevas ideas y, sobre todo, de que debes escuchar más. Desconecta para incrementar tu creatividad La investigación ha demostrado que es más probable que un cerebro ocioso dé con una buena idea. Muchas veces se cree que hace falta más concentración en el trabajo, pero es lo contrario, así que tómate descansos para que tu mente pueda divagar; son fundamentales para mantener la creatividad y la apertura a nuevas ideas. Puedes, por ejemplo, desconectar un ratito en medio de un día ajetreado o hacer una pausa creativa más larga, de una semana, un mes o un año sabático. Con independencia de la duración del receso, asegúrate de darle a tu mente el espacio necesario para pensar a largo plazo y a gran escala. Toma buenas decisiones Tanto si crees en la toma de decisiones rápida como en una deliberación más profunda y marcada por la cautela, prueba estos tres consejos; te ayudarán a sacar mejores conclusiones y a no caer en ciertas trampas al tomar decisiones: Acude a las personas indicadas para cada decisión. La toma de decisiones es el proceso de convertir la información en resultados. Para decidir siempre lo mejor, optimízalo recabando las opiniones y puntos de vista de las personas de tu mayor confianza y que conozcan mejor ese ámbito. Elige tu método de decisión. Durante la toma de decisiones a menudo surgen diferencias. Para evitarlo, procura no actuar de forma ambigua con los demás y comparte los pasos que vas a seguir para tomar la decisión. Busca la diversidad de opiniones. Que todo el mundo opine lo mismo es peligroso; necesitas juicios discordantes. Así que escucha los puntos de vista minoritarios o designa en tu entorno a un «abogado del diablo». Escuchar a la otra parte te permitirá contar con una respuesta más completa. Confía en tu habilidad para tomar decisiones Sí, el conocimiento es poder, pero demasiada información también puede arrebatártelo. En el proceso de resolución de problemas, muchos líderes recaban gran cantidad de información para analizarla en profundidad y así dar con las respuestas correctas. No obstante, esta estrategia puede desembocar en un colapso o en una respuesta bien documentada, pero carente de lógica. A menudo, las mejores respuestas son conjeturas razonables, basadas en experiencias pasadas en las que se incluye alguna nueva. Así que no deposites toda tu confianza en los datos y cree también en tu capacidad de decisión. Y recuerda que, antes de actuar, siempre has de contrastar las posibles respuestas con lo que te dicte tu instinto. Busca tiempo extra Las crisis y los eventos extraordinarios nos obligan muchas veces a sacar tiempo extra para dedicarlo a ciertas tareas importantes, mientras que a diario tendrás muchas horas ocupadas con reuniones e interrupciones. No esperes hasta la próxima emergencia; te ofrecemos dos maneras de aprovechar mejor el tiempo: Analiza tu agenda. Revisa el último mes. De las que tuviste, ¿qué reuniones fueron realmente útiles para avanzar en un proyecto? Luego examina el mes próximo y cancela las que puedas sin que repercuta en tu trabajo. Pidefeedback. La mayor parte del tiempo que se pierde es invisible a nuestros ojos. Pregunta a tu equipo o a tus colegas qué tareas podrías hacer con menos frecuencia o directamente rechazar. Aprende a gestionar tus tareas con rapidez ¿Te esfuerzas por ser buen líder, pero sientes que no tienes tiempo para hacerlo bien? No caigas en la trampa de pensar que el liderazgo es un compromiso adicional a tu trabajo; lo que cuenta es cómo ejerces tu liderazgo, no cuánto tiempo inviertes en ello. Aquí tienes tres formas de maximizar tu gestión con la mínima inversión de tiempo: Convierte los tiempos muertos en momentos de aprendizaje. Busca breves espacios en tu jornada laboral para intercambiar opiniones con otras personas. Por ejemplo, al salir de una reunión, dedica dos minutos a dar o recibir feedback sobre la presentación que se haya hecho. Acércate a visitar a tus colegas o subordinados. Una vez al día, levántate y ve a la mesa de alguien con quien no hayas hablado últimamente. Tómate un par de minutos para preguntarle en qué está trabajando. Contacta con dos personas cada día. Envía un correo electrónico a dos personas con las que te hayas reunido ese día y da o pide feedback. Si son conscientes de que te preocupas por su desarrollo profesional mantendrán un buen compromiso con su labor. Incrementa tu productividad Vivimos en un mundo exigente y a la vez repleto de distracciones. A veces, mantener un buen nivel de productividad puede parecer imposible. Nosotros te presentamos tres maneras de hacer tu trabajo sin quemarte en el intento: Lleva una lista de tareas pendientes que incluya todo lo que quieres o necesitas hacer. El mero hecho de apuntarlas libera espacio mental y te permitirá concentrarte en lo que tengas entre manos. Resuelve las tareas más importantes en primer lugar. Antes de marcharte del trabajo por la tarde, decide qué tarea necesitas terminar al día siguiente. Hazla por la mañana, nada más llegar, cuando tienes más energía y aún no han aparecido las primeras distracciones. Reserva tiempo para las tareas menos urgentes. Es muy fácil que lo urgente te atrape y ya no puedas dedicarte a nada más. Así que guarda ciertos huecos en tu agenda para hacer cosas que, de otro modo, nunca abordarías, como escribir, pensar de forma creativa o forjar nuevas relaciones. Mantén al día tu lista de tareas pendientes La autodisciplina no es una empresa fácil. Sigue estas tres recomendaciones para cumplir todas tus tareas y ser cada vez más eficiente: Comprométete a resolver tres tareas antes de que acabe la mañana. Las estadísticas muestran que los equipos deportivos que van por delante en el marcador en el descanso tienen más probabilidades de ganar el partido. Así que disfruta de tu almuerzo sabiendo que has terminado al menos tres tareas por la mañana. Organiza bien tu ritmo de trabajo. Divide los proyectos en segmentos asequibles. Aborda las partes más largas al principio y asegúrate de que sean cada vez más breves. Esto ha de ser así porque, si dejas las más extensas para el final, te quedarás sin energía antes de que termine la jornada. Aborda las tareas similares a la vez. A la mente humana se le da bien la repetición, así que genera una inercia abordando proyectos parecidos al mismo tiempo. Prioriza la importancia sobre la cantidad La investigación en este ámbito ha mostrado que la multitarea suele dar lugar a resultados mediocres. Si prestas muy poca atención a muchas cosas, acabarás no haciendo ninguna bien. Pero la solución tampoco es centrar toda tu atención en una sola tarea; así sería complicado sacar adelante todo el trabajo. De modo que identifica lo más relevante y focalízate en ello. Si priorizas la importancia frente a la cantidad y prestas toda tu atención a las tareas que de verdad son cruciales, aumentará la calidad de tu trabajo. Y ¿qué puedes hacer con las tareas que no son clave? Pues apuntarlas en una lista para abordarlas más adelante; si, pasado un tiempo, no figuran ya en la lista de tareas principales, plantéate si de verdad son necesarias. Cumple los objetivos a corto plazo Los esfuerzos para mejorar suelen evaluarse en función de los objetivos a largo plazo. Sin embargo, los éxitos a corto plazo también son básicos para avanzar hacia esos otrosmás generales. Aquí tienes tres maneras de ampliar tus horizontes profesionales que puedes poner en práctica de inmediato: Saca partido a tus puntos fuertes. Haz lo que sabes hacer. Es decir, al principio de tu carrera profesional tiene sentido que pruebes un poco de todo e intentes compensar tus debilidades. Pero, a partir de cierto momento, es mejor centrarse en las fortalezas. Consolida tu «marca». Haz otras actividades al margen del trabajo para promover la imagen que quieras transmitir. Por ejemplo, si se te da bien la gestión de proyectos, participa en la asociación de madres y padres del colegio de tus hijos. Gana experiencia e intercambia opiniones en otros ámbitos para luego aplicar esas capacidades en el trabajo. Genera el contexto adecuado para el éxito. Rodéate de gente que te permita hacer bien tu trabajo. Las personas necesitamos reconocer los valores y objetivos comunes antes de compartir lo que sabemos. Así que invierte parte de tu tiempo en ese tipo de relaciones. No pretendas controlarlo todo Los líderes que supervisan en exceso a los demás hacen un flaco favor a su empresa, a su equipo y a su propio liderazgo. Es más, el resultado suele ser que se frena el crecimiento de la empresa. Si quieres que tu compañía prospere, una de las decisiones más inteligentes que puedes tomar es ceder parte del control. Para ello: Delega ciertas decisiones. Si tomas tú todas las decisiones solo lograrás poner piedras en el camino de tu empresa. Distribúyelas entre tus subordinados todo lo posible. Acepta los errores ajenos. Compartir responsabilidades implica que las cosas no siempre saldrán según lo previsto. Lo mejor que puedes hacer es preparar a los miembros de tu equipo para evitar errores transmitiéndoles unas expectativas claras y proporcionándoles las herramientas necesarias para hacer bien su trabajo. Cuenta con buenos apoyos. Para ceder el control, necesitas tener a tu alrededor a gente de confianza, de modo que invierte todo lo posible en la formación de las personas más capacitadas de tu equipo. Evita supervisar de forma constante tu trabajo No controlar todo el tiempo a los demás es una cosa, pero lograr hacerlo con tu propio trabajo puede ser más difícil aún. Te proponemos, pues, tres acciones para evitar este mal hábito: Presta atención a los resultados. No te centres en los detalles antes de hacerte una idea del panorama general. Más bien concéntrate en los objetivos a largo plazo. No dudes de ti. Cambiar de opinión cada dos por tres puede ser un gran inconveniente para tu trabajo y el de los demás. Intenta obtener una imagen global del proyecto antes de decidir qué camino tomar. Supervisa tu trabajo cuando sea necesario. Todos los proyectos requieren que se dedique un tiempo a pulir los detalles. Cuando sea el momento, entonces sí, actúa de forma puntillosa. Cómo evitar la fatiga Agotarse en el trabajo es muy frecuente. Este estado, que se caracteriza por el cansancio, la apatía y la escasa eficiencia, surge cuando hay sobrecarga de información, repetición de tareas o falta de periodos de descanso. Una buena estrategia para prevenir la fatiga es aprovechar mejor los recursos que tienes a mano. Por ejemplo, delega ciertas responsabilidades en los miembros de tu equipo que quieran aprender nuevas habilidades, o resiste el impulso de abordar las tareas urgentes pero sin importancia, o de responder los correos electrónicos en cuanto lleguen (mejor reservar un par de momentos al día para eso y para hacer llamadas). Gestiona el estrés afrontándolo Nos han hablado un millón de veces de los efectos nocivos del estrés. Pero ¿cómo puedes manejarlo si no desaparece su causa? Bien, el secreto es averiguar cuál es tu respuesta habitual al estrés: si lo incrementa tu productividad, es decir, hace que te pongas a limpiar tu casa o que te reúnas más a menudo con tu equipo, entonces tienes suerte, porque en la mayoría de los casos la respuesta al estrés es negativa. Algunas de las reacciones más comunes son incrementar el nivel de supervisión, hacer sugerencias inapropiadas o dudar de las propias decisiones. Si ves que te comportas así, tómate un descanso. Fijarte en tu comportamiento puede ayudarte a reaccionar antes de que los efectos del estrés sean más perniciosos. Diviértete en el trabajo No hace falta que salgas temprano de la oficina para dejar de trabajar; basta con que te libres de la sensación de que estás trabajando. Haz de tu actividad profesional un espacio de diversión siguiendo estas indicaciones: Rodéate de gente con la que lo pases bien trabajando. Es cierto que no siempre vas a tener la oportunidad de elegir a tus colegas, pero cuando la tengas escoge proyectos que te permitan colaborar con personas de confianza, a las que respetas y con las que te gusta estar. Trabaja en proyectos que te hagan disfrutar. De nuevo, no siempre dispondrás de esa libertad, pero si la tienes busca proyectos que te interesen y apasionen. Si no te motiva ninguno de los que tienes ahora mismo entre manos, toma la iniciativa de proponer uno nuevo que te interese y puedas liderar. Tómate breves descansos Todo el mundo necesita descansar de vez en cuando. Sin embargo, en el entorno laboral hacer un alto en el camino no es siempre lo más beneficioso para la empresa (ni para tu cuenta corriente). En cualquier caso, halla la forma de encajar pequeños respiros en tu labor cotidiana para recuperar energías. Estas tres cosas se pueden hacer en menos de una hora: Ejercicio. Saca tiempo para ello por las mañanas, antes de ir a trabajar, o a la hora de comer. Apagar el móvil. Aunque solo sea una hora, desconectar el teléfono mientras das un paseo o cenas con un amigo te dará un momento de «tranquilidad» que te hará regresar con más facilidad a la concentración cuando vuelvas a encenderlo. Hacer un crucigrama. Numerosos estudios han demostrado que los pasatiempos y juegos de ingenio agudizan la mente. Así que practícalos, por ejemplo, mientras comes; esto supondrá un breve descanso mental. No permitas que tus puntos fuertes se vuelvan debilidades Muchas de las cualidades que te han ayudado a llegar donde estás pueden también suponer un freno en tu carrera. Ten en cuenta estas tres cualidades, que son un arma de doble filo: Persistencia. La voluntad de perseverar pese a los obstáculos ha dado lugar a grandes innovaciones y al éxito de muchas empresas. No obstante, puede trocarse en terquedad. Así que defiende tus ideas solo cuando sepas que son correctas y cuentes con evidencias que las corroboren, pero cede si hay señales de que debes tomar otro rumbo. Control. Por supuesto, las etapas iniciales de una empresa requieren que sus responsables se involucren en todas las actividades del día a día. Pero, a medida que la empresa crece, esta atención a los detalles ―casi, podríamos decir, maniática― puede ser contraproducente. Así que, llegado el momento, no dudes en delegar ciertas tareas o ceder el control. Lealtad. Los vínculos más estrechos se forjan cuando la gente trabaja junta día tras día, y es verdad que las relaciones leales pueden dar grandes resultados. No obstante, hay que saber cuándo esa lealtad está nublando tu juicio a la hora de evaluar las virtudes y defectos de los demás. Cambia tu forma de comportarte Desarrollar tus habilidades de liderazgo no es tarea fácil: cambiar hábitos es duro, requiere tiempo y genera frustración. Aunque si logras superar los siguientes cinco obstáculos, que suelen ser los más comunes, tendrás el camino despejado: Asume la responsabilidad del cambio. Si no crees que puedes hacerlo, no lo harás. Confía en tu habilidad para cambiar y asume la responsabilidad antes de empezar. Sé paciente. Los resultados positivos y duraderos no surgen de inmediato, lo habitual es que tarden el doble de lo que la mayoría piensa. Acepta que habrá dificultades. Los cambios reales exigen esfuerzo. Así que prepárate para afrontar desafíos imprevistos. Evita las distracciones. Cuenta con que siempre aparecerá alguna tarea más importante que debasatender. Pero tu desarrollo profesional ha de ser tu prioridad, así que procura que las distracciones no te desvíen del rumbo a seguir. Mantén el ritmo. No cantes victoria nada más empezar. Los cambios duraderos requieren de un esfuerzo prolongado. Cultiva la proactividad Diversas investigaciones han demostrado que la memoria ayuda a gestionar mejor el futuro. Y, en el mundo de los negocios, la habilidad para anticipar y manejar demandas venideras es una ventaja. Una mente proactiva usa la experiencia pasada para hacer analogías con el entorno actual. Por eso, te ayudará a entender dónde estás y a visualizar las oportunidades futuras. Todo el mundo nace con un cerebro proactivo, pero estos tres consejos te servirán para mejorar su rendimiento: Dale mucho trabajo. Genera una rica reserva de información de la que puedas sacar partido. Expón a tu cerebro a experiencias y situaciones diversas. Aprovecha las experiencias ajenas. Descubre todo lo que puedas sobre ellas hablando e interactuando con la gente, o leyendo biografías. Permite a tu mente divagar. Disponer de tiempo libre le dará a tu cerebro la oportunidad de recuperar y recombinar experiencias pasadas, de modo que puedas anticipar el futuro. Reserva tiempo para revisar tus decisiones Preguntarte si has tomado la decisión correcta puede ser útil para saber si vas por buen camino. Pero si lo haces en el momento equivocado, es posible que renuncies a compromisos clave. No te cuestiones cuando te sientas más vulnerable, mejor recapacita solo si tienes el estado de ánimo adecuado. Por ejemplo, no pongas en duda tu iniciativa de hablar más durante las reuniones al entrar en la sala; hazlo cuando lleves diez minutos de reunión y ya hayas visto cómo marcha la cosa. Por tanto, fijar un momento para revisar tus decisiones te ayudará a cuestionar una sola vez tus actos, en lugar de estar todo el día dándoles vueltas. Confía en ti, pero no te obceques Una de las claves para tomar buenas decisiones es la autoconfianza. Procura actuar siempre de acuerdo con tus convicciones, porque si dudas de ti al tomar una decisión la confianza en tu liderazgo puede verse afectada. Mostrar firmeza al dar tu opinión es un signo de seguridad y proporciona también una guía a los demás. No obstante, evita aferrarte demasiado a tus decisiones y actúa con humildad: asume que quizá te equivocas. Cuando eso ocurra, no olvides tener buena disposición para cambiar de opinión y corregir el rumbo. Recupérate de los errores Aunque la mayoría de la gente sabe que cometer errores es inevitable, a nadie le gusta. Lo bueno es que ni siquiera los grandes errores tienen por qué llevar al fracaso profesional si se gestionan bien. Así que, la próxima vez que cometas un error, sigue estos tres pasos para recuperarte con elegancia: Asume el error. Tratar de ocultarlo o restarle importancia puede ser nefasto para tu carrera. Actúa, pues, con sinceridad y transparencia, y asume la responsabilidad sin ponerte a la defensiva. Haz los cambios pertinentes. Cada error es una oportunidad para aprender. En estos casos, explica a tu jefe y al resto de partes implicadas lo que harás distinto la próxima vez. No dejes de intentarlo ni permitas que tus errores te impidan asumir riesgos. Una vez que el error haya quedado atrás, céntrate en el futuro. Identifica tus cualidades Todo el mundo posee alguna habilidad especial, algo que le puede hacer marcar la diferencia. Tal vez lleves años perfeccionándola o, simplemente, te salga de forma natural. A continuación, te presentamos tres posibles maneras de identificar esa cualidad: Observa tu forma de actuar. Es posible que hagas eso que se te da tan bien por instinto, es decir, sin darte cuenta. Así que pregúntate en qué momentos experimentas mayor satisfacción y motivación. Busca puntos de unión. Tal vez no poseas un único talento, sino una combinación de múltiples cualidades. Escucha las alabanzas. Tus colegas, tu superior e incluso tu pareja suelen ser un buen espejo para tus puntos fuertes. No rechaces los cumplidos, aprovéchalos para descubrir tus cualidades. Conviértete en líder de opinión Hoy en día todo el mundo tiene una marca personal. Pero para avanzar necesitas ir más allá de ser que «alguien que sabe cómo funciona el negocio». Descríbete como una persona con una perspectiva única, que es respetada dentro y fuera de la empresa. Las siguientes son tres posibles formas de hacerlo: Crea un perfil virtual. Internet es un lugar perfecto para mostrar tus conocimientos. Escribe comentarios en algunos blogs y conecta con otros usuarios para crear una red. Busca reconocimiento. Localiza los premios más relevantes de tu sector y no temas presentarte a esas convocatorias o convencer a tus colegas para que lo hagan por ti. Presume de currículum. Tus logros y contactos no siempre están bajo tu control, pero si tienes un título de una buena universidad o cuentas con la recomendación de una persona importante, no lo ocultes. La credibilidad que obtengas gracias a ello es muy valiosa. Céntrate en tus habilidades distintivas A la hora de venderse en el «mercado del talento», centrarse en los requisitos mínimos para cualquier puesto se queda corto; mucha gente los cumple. Pero tal vez tengas una habilidad especial, algo que haces de forma casi inconsciente y que quizá te ayude a destacar. Pregunta a tus colegas o amistades qué cualidades o capacidades puedes estar pasando por alto, y concéntrate en ellas. Compártelas con las empresas a las que quieras incorporarte, o con tu jefe, si está considerando concederte un aumento. Las empresas no solo quieren a gente ligeramente mejor que el resto, sino, sobre todo, a quien tenga habilidades especiales y distintivas. Rompe tus barreras mentales Si tu objetivo es llegar a un puesto de mayor responsabilidad en la empresa, es probable que te enfrentes a ciertas barreras organizativas; sobre todo si eres mujer. No obstante, tus propias barreras mentales pueden tener un efecto parecido. Para conseguir lo que quieres has de pedirlo y, en algunos casos, presionar a tus superiores. Nunca des por sentado que te van a tratar de forma justa; define qué quieres y expón tus demandas. Los prejuicios en el mundo de la empresa existen, pero no dejes que tus temores te hagan perder lo que mereces. Véndete de la mejor manera ¿Los rumores de despido se extienden cada vez más por tu empresa? Si es así, dar a conocer el valor que le aportas resulta fundamental. Pero venderse es un arte complejo, porque si exageras o lo enfocas de manera incorrecta puede parecer que actúas con fanfarronería. Así que véndete bien, describiendo el trabajo que haces y relacionándolo con los objetivos de la empresa. Por ejemplo: «He invertido mucho esfuerzo en esta nueva base de datos de clientes, y es muy gratificante saber que permitirá una mayor fidelización de nuestra clientela»; o bien: «He trabajado muy duro para preparar la presentación del proyecto porque quiero que lo empecemos con buen pie». Perfecciona tu discurso Una historia personal de treinta segundos no solo es útil para quienes buscan trabajo. Ser capaz de hablar de ti y describir tus cualidades te puede ayudar a forjar relaciones de confianza. A continuación, te ofrecemos tres recomendaciones para perfeccionar tu propio relato: Céntrate en lo más relevante, no en lo más reciente. Tu última experiencia profesional no tiene por qué ser lo primero que comentes. Piensa en el perfil de tus oyentes y, en función de ello, háblales sobre las habilidades o experiencias que consideres más destacables. Pon el foco en tus habilidades. No necesitas tener una gran experiencia en marketing para que se te dé muy bien trabajar en ese campo. Expón siempre tus principales cualidades y explica de qué modo tu experiencia puede aplicarse a la situación concreta a la que te enfrentas. Conecta los puntos principales de tu discurso. Es decir, no hagas un resumen, mejor elabora un relato coherente. Conecta tus experiencias más relevantes y explica cómo te han ayudadoa llegar donde estás. Construye una marca de liderazgo Una «marca de liderazgo» sirve para explicar cómo es tu forma de liderar y qué se puede esperar de ti. Resumir tu marca en un discurso es útil y esclarecedor. Para ello, en primer lugar responde a estas dos preguntas: ¿Qué quiero que sepan de mí? ¿Qué resultados pretendo obtener en los próximos meses? Luego añade ambas respuestas al siguiente discurso: «Quiero que me conozcan por ______ para poder alcanzar______». Una vez elaborado tu discurso, contrástalo con tus colegas: pregúntales si cumples sus expectativas y si ven tu marca de liderazgo de la misma manera que tú. Pide un aumento de sueldo Solicitar un aumento puede ser de lo más incómodo. Por tanto, te presentamos tres consejos para que tu propuesta no parezca arrogante y tengas más posibilidades de éxito: Elige el momento adecuado. Es mejor negociar tu aumento cuando tu reputación esté en lo más alto: si tu equipo acaba de obtener buenos resultados o al finalizar un proyecto clave. Y evita hacerlo cuando sepas que a tu superior le preocupan otros asuntos. Diseña un plan. Ten clara la cifra que deseas. Sé realista y prepara un discurso para apoyar tu propuesta. Con este fin, usa datos objetivos y haz referencia a éxitos recientes. Evita la ambigüedad y transmite positividad. Céntrate en lo positivo de tu trabajo y evita sacar a relucir otros aspectos durante la reunión. Explica con claridad qué quieres sin que parezca un ultimátum. Gestiona bien la ansiedad derivada de un ascenso Que te asciendan puede resultar tan gratificante como estresante. Y es que tras las felicitaciones llega el momento de enfrentarse a nuevas expectativas. A continuación, te damos tres tips muy útiles para hacer frente a la ansiedad que la mayoría de la gente experimenta al incorporarse a un nuevo puesto: Busca apoyos. Encuentra a alguien que pueda ser tu aliado, mentor o coach y que te oriente en el trabajo durante los primeros meses. Pídele a esa persona que sea honesta contigo y que te dé feedback positivo. Diseña un plan. Define qué quieres lograr en los primeros meses. Sé realista y establece prioridades claras para luego poder hacer los ajustes pertinentes. Sé consciente de tus límites. Un puesto nuevo implica nuevas responsabilidades. Actúa siempre con honestidad e identifica lo que queda fuera de tu control. Conviértete en líder del futuro ¿Qué cualidades y responsabilidades definirán a los líderes del futuro? ¿Qué habilidades y conocimientos necesitas adquirir para convertirte en uno de ellos? Una adecuada gestión de los cambios. A medida que el mercado y la tecnología cambian y avanzan, las empresas y sus estrategias también deben modificarse y adaptarse. Así pues, los líderes del futuro tendrán que ser expertos en la gestión del cambio. Un conocimiento profundo de los mercados emergentes. Los líderes del mañana deberán identificar y aprovechar las nuevas posibilidades a medida que los mercados emergentes se sitúen en el centro de la economía mundial. Capacidad para inspirar y motivar. En un futuro marcado por el cambio constante, la habilidad para inspirar y motivar a los demás con el objetivo de trabajar juntos y alcanzar metas comunes será fundamental. Y es que sin unas directrices adecuadas las iniciativas de cambio tienen pocas posibilidades de éxito. Habilidad para liderar una gestión flexible. Los líderes tendrán que crear empresas flexibles, que potencien la eficiencia sin sacrificar la calidad. La gestión de tu equipo Cómo convencer a los líderes que quieren la vuelta a la oficina de la necesidad del trabajo remoto A medida que las empresas recuperan la actividad presencial tras los meses más duros de la pandemia, gran parte del personal directivo se halla atrapado entre esa fracción de la plantilla que quiere seguir trabajando desde casa y muchos altos cargos que pretenden que todo el mundo regrese a la oficina. ¿Cómo se puede gestionar esta tensión? En primer lugar, descubre qué preocupa a la directiva de tu empresa. ¿Temen quizá que la gente no se tome en serio el trabajo? ¿Que no se esfuercen lo suficiente? Una vez sepas qué se oculta tras su postura, busca cómo gestionar esas preocupaciones. Demuéstrales que el trabajo remoto es beneficioso para la empresa, no solo para su personal. Por ejemplo, puedes hacer hincapié en su valor para retener a gente muy cualificada que, en caso contrario, se iría. También puedes señalar que da la posibilidad de aprovechar una fuente de talento mayor. Y consultar al departamento de recursos humanos si disponen de datos que apoyen esta modalidad de trabajo en remoto. Por otro lado, esfuérzate en demostrar que tu equipo está comprometido con los objetivos de la empresa, con independencia del lugar donde trabajen. Por ejemplo, puedes invitar a algunos altos cargos a ciertas reuniones telemáticas entre trabajadores presenciales y remotos, para que comprueben que todo el mundo asume el mismo nivel de compromiso y participan en idéntica medida, estén donde estén. En cualquier caso, si la dirección de la empresa está presionando al personal para que vuelvan a la oficina, y tú crees que un cierto equilibrio podría dar mejor resultado, pon en marcha estas estrategias para defender tu postura. Cómo dar feedback a distancia Retroalimentar al equipo es una de las responsabilidades más difíciles de la gestión, y si se trabaja en remoto, todavía más. ¿Cómo puedes adaptar tu forma de dar feedback para que sea adecuada al personal que trabaja remotamente? Aquí tienes algunos tips: Primero, conoce el punto de vista de tu equipo. Es necesario que entiendas la percepción que tienen sobre su rendimiento antes de expresar la tuya. Antes de hacer una crítica, aprecia algún aspecto de su trabajo. Es probable que su receptividad a tus comentarios sea mayor si saben que los valoras. Expresa tus intenciones de forma positiva. Algo tan sencillo como «estoy de tu lado» puede ser de gran ayuda. Aclara y contrasta. «Me refiero a esto y no a aquello». Pide a tus subordinados que expongan sus propias conclusiones. Hoy en día todo el mundo está sometido a un intenso estrés por culpa de la pandemia. De modo que, si actúas con tacto a la hora de dar feedback, fomentarás que los miembros de tu equipo se centren en el contenido del mensaje, incluso si la comunicación se produce en remoto. ¿Quieres que tu equipo rinda a un alto nivel? Fomenta las relaciones sociales Cualquier líder que se precie de serlo quiere dar con la fórmula para diseñar un equipo de alto rendimiento. No obstante, un factor que se suele tener poco en cuenta es la importancia de las relaciones sociales. Si quieres optimizar la productividad de tu equipo, te ofrecemos distintas estrategias que han probado su eficacia en el fomento de las relaciones personales en equipos de trabajo: Busca espacios para crear vínculos que no tengan que ver con el trabajo. Los mejores equipos no lo son porque trabajen todo el tiempo. De hecho, hablar de otros asuntos ―deportes, libros o familia― ayuda a descubrir intereses compartidos y hará que los miembros de tu equipo se relacionen de una forma más auténtica. De este modo, los lazos de amistad se fortalecerán, lo cual va a repercutir, sin duda, en la mejora del trabajo en equipo. Construye una cultura del reconocimiento. Este es muchas veces un factor motivador más potente que cualquier incentivo monetario. Además, reconocer el trabajo bien hecho no siempre debe seguir una estructura jerárquica; normaliza en tu entorno las muestras de aprecio por el trabajo de los demás. Prioriza la autenticidad. Es básico crear un ambiente en el que la gente se sienta cómoda expresando con franqueza las emociones positivas y negativas, y sintiendo que pueden hacer cumplidos y bromas a sus colegas. Aprende a dirigir tu negocio con cierto grado de incertidumbre La incertidumbre es inevitable. En un cargo de gestión has de tener disposición para dirigir a tu equipo en tiempos difíciles, y para ello es necesario que tú también adoptes la mentalidadadecuada. Los siguientes seis consejos te ayudarán a cambiar tu perspectiva: Acepta la incomodidad de no saber. Intenta cambiar tu necesidad de saberlo todo por la valoración del aprendizaje. Asume que no hace falta que tengas todas las respuestas. Distingue las cuestiones «complicadas» de las «complejas», puesto que requieren soluciones diferentes. Huye del perfeccionismo y céntrate en avanzar. Acepta que los errores se van a producir y reconoce tu capacidad para corregir el rumbo cuando sea necesario. Resiste la tentación de simplificar y sacar conclusiones rápidas. Adopta un enfoque disciplinado para comprender tanto la complejidad de la situación como tus propios prejuicios. Pide asesoramiento. Relaciónate con tus colegas, pues siempre podrás aprovechar sus experiencias y perspectivas. Mira más allá. Si adoptas una perspectiva más amplia al afrontar un problema, es posible que detectes elementos que, de otro modo, habrías pasado por alto. Lidera haciendo preguntas, no dando respuestas La mayoría de los líderes suelen centrarse demasiado en disponer de todas las respuestas, en lugar de en formular las preguntas adecuadas. Pero, pese a lo que creas, expresar vulnerabilidad y pedir ayuda o consejo puede ser un signo de fortaleza y confianza, y no de debilidad. Piénsalo: hacer las preguntas adecuadas es una muestra de confianza, y te ayudará a lograr que los demás confíen en ti. Por ejemplo, en lugar de exponer a tu equipo una nueva oportunidad, diles: «¿Veis alguna oportunidad para cambiar las cosas y aportar más valor?». Una pregunta tan simple puede potenciar la colaboración y la creatividad hasta niveles insospechados. Además, si normalizas el hecho de hacer preguntas, fomentarás una cultura del aprendizaje que permitirá a tu equipo seguir innovando y resolviendo los retos con eficacia. Haz una prueba esta misma semana: plantea a tu equipo una pregunta abierta de amplio alcance y comprueba si obtienes, gracias a ella, nuevas y apasionantes ideas. Conviértete en un líder que inspire Para ser líder necesitas energía, autoridad, visión de futuro y una habilidad natural para la estrategia. Pero todos estos rasgos no harán que tus trabajadores quieran sacar lo mejor de sí y se comprometan contigo. Así que te presentamos a continuación las cuatro cualidades necesarias para conquistar el corazón, la mente y el espíritu de tu gente: Humanidad. Nadie quiere trabajar con alguien perfecto. Al contrario, lo mejor es que generes un ambiente de colaboración y solidaridad mostrando tus debilidades. Intuición. Para ser más eficaz, has de saber lo que ocurre antes de que te lo cuenten. Recaba toda la información posible fijándote en el lenguaje corporal o incluso en las miradas que se cruzan los miembros de tu equipo; esto te ayudará a detectar mensajes subyacentes. Empatía. Cuida a tus trabajadores y no aceptes otra cosa que no sea su bienestar. Autenticidad. Demuestra que eres una persona auténtica haciendo gala de tus cualidades distintivas ante la gente que te rodea. Lidera con creatividad Las habilidades que eran clave para los líderes de antaño no funcionan ya en este mundo de cambios repentinos y evolución constante. En realidad, en los años venideros solo destacarán quienes sean capaces de liderar equipos con creatividad, visión de futuro y empatía. En este caso te presentamos cinco recursos que puedes utilizar para actuar de forma creativa como líder: En lugar de ordenar, guía hacia el éxito a tu equipo y a tu empresa. No controles a la gente que trabaja para ti, ayúdala a mejorar. Los conocimientos, la experiencia y las soluciones suelen estar ahí; solo hay que ayudar a los demás a encontrarlos. Fomenta el respeto predicando con el ejemplo, en lugar de exigirlo. Gestiona de forma adecuada tanto los éxitos como los fracasos. Muéstrate humilde en el triunfo y, siempre que sea posible, ofrece al resto la oportunidad de brillar. Lidera con confianza La confianza es el ingrediente indispensable para un buen liderazgo. Por desgracia, a veces es más fácil darte cuenta de tus debilidades que identificar tus puntos fuertes. De modo que formúlate estas dos preguntas para afianzar tu autoconfianza: ¿Qué tareas haces bien? Elabora una lista con tus fortalezas. No se trata de incluir los éxitos que figuran en tu currículo, sino de detectar los aspectos de tu personalidad que los han hecho posibles. Y plantéate lo siguiente: en el futuro, ¿cómo pueden ayudarte tus fortalezas a tener éxito? ¿Por qué los demás deberían seguirte? Recuerda las situaciones en las que has liderado un equipo para afrontar un reto especialmente complicado. ¿Por qué confiaron en tu capacidad para sacar el proyecto adelante y no dudaron de tu liderazgo? Domina los principios básicos Existen innumerables opciones y métodos para ser un buen líder, pero nunca hay que olvidar los principios básicos. Estas son las cinco reglas para dominar los fundamentos del liderazgo: Visualiza el futuro. Expón a tu equipo hacia dónde os dirigís y asegúrate de que todo el mundo lo entienda. Saca el trabajo adelante. Una vez sepas tu objetivo, céntrate en cumplirlo. Y, de nuevo, asegúrate de que el resto sepa qué tiene que hacer. Fomenta el talento. Aprovecha al máximo las cualidades de tu personal; fomenta la motivación y el compromiso para que den lo mejor de sí. Preocúpate por el talento emergente. Descubre y forma a los talentos que necesitarás en el futuro. Invierte en ti. No siempre vas a ejercer un liderazgo perfecto. Busca la manera de potenciar tus habilidades para ser mejor. Busca la sencillez Cada generación de líderes cree afrontar nuevos retos que requieren diferentes modelos de liderazgo. Pero una labor de gestión eficaz no implica dominar métodos misteriosos y complejos; se trata más bien de buscar la sencillez y confiar en las ideas de toda la vida, esas tan obvias y que han sido puestas a prueba un millón de veces. Lo que antes caracterizaba a un buen líder sigue haciéndolo en la actualidad: se trata de ser competente, de experimentar empatía y de ser benevolente. Así que, antes de sustituir este viejo modelo por la última moda de la gestión, presta atención a eso que ofrecen los nuevos métodos: verás que muchas veces son los mismos conceptos con otra etiqueta. Evita los malos hábitos de muchos jefes Ser jefe es duro, sobre todo cuando necesitas salvar ciertas distancias con las personas a las que diriges. Reconocer esas diferencias puede ayudarte a gestionarlas mejor. Y aquí te ofrecemos algunos tips para conseguirlo. Trabaja en la reducción de los siguientes hábitos: Autoengaño. No es algo exclusivo de los jefes; la mayoría de las personas se cree más capaz de lo que es en realidad. De modo que sé consciente de que quizá te autoengañas, y halla la manera de obtener información correcta sobre tus habilidades. Negligencia. Quienes están una posición de poder siempre reciben las críticas más severas desde abajo. Pero ese nivel de atención no suele ser recíproco. Así que cuando alcances un puesto de responsabilidad no olvides mantener la curiosidad y el compromiso con tus subordinados. Aislamiento. Nadie quiere dar malas noticias a su jefe y, por eso, muchas veces quienes ostentan estos cargos desconocen lo que pasa a su alrededor. Para evitarlo, genera una cultura empresarial en la que no se castigue al mensajero, sino que se valore que todo el mundo comparta la información que posee. No te encasilles en tu liderazgo En el salvaje mundo de los negocios, ¿han de actuar los líderes con tenacidad, eficacia o empatía, capacidad de análisis, carisma o dotes de comunicación? La respuesta es simple: sí, con todos esos rasgos. De manera que, en lugar de encasillarte en un determinado tipo de liderazgo, explora los matices que requiere un entorno empresarial tan complejo y cambiante como el actual. Sus líderes deben transmitir, con confianza, mensajes difíciles, pero también han de ser sensibles para comunicarlos. Y no olvides que la mayoría de los rasgos de un buen líder no implican elegir blancoo negro; son aspectos complementarios, todos ellos útiles para una gestión eficaz. Da a tu gente lo que necesita Los líderes tradicionales conciben la relación jefe/subordinado como una transacción, es decir, dar dinero a cambio de trabajo. Pero otro tipo de líderes, los transformacionales, saben que sus trabajadores necesitan mucho más que eso. A continuación te presentamos cuatro recursos intangibles que tu equipo puede necesitar: Amor. Tal vez suene muy naíf, pero el amor, en este caso, consiste simplemente en prestar atención a las necesidades de los demás. Así que demuestra a tu equipo que cuidas de él y de su desarrollo. Crecimiento. Nadie quiere quedarse donde está para toda la vida. Lo adecuado en este caso es que construyas una cultura organizacional que permita a tu gente crecer y evolucionar. Contribución. Para tener un sentimiento de autorrealización, los individuos deben saber que contribuyen al conjunto. De modo que reconoce siempre sus méritos y el trabajo bien hecho. Un propósito. La gente busca sentido a su trabajo. Puedes ayudar a tu equipo a obtenerlo transmitiéndoles que su labor está orientada a un objetivo mayor. Mejora el rendimiento de tu equipo Con independencia del entorno en que trabajes, mejorar el rendimiento de tu equipo puede suponer todo un reto. Es importante, pues, que inviertas el tiempo y los recursos necesarios para alcanzar el éxito: Recuerda a tu equipo que el trabajo no es lo más importante. Libera presión animándoles a divertirse en su tiempo libre y recordándoles que el trabajo no lo es todo. Invierte tiempo en tu equipo. Presta atención a todos sus miembros, no solo a los de mayor talento. La tendencia natural es centrarse en los mejores, pero el verdadero éxito depende de que todo el mundo haga bien su trabajo. Persevera. Cuando algo no salga como estaba previsto, asume el error y sigue adelante con el trabajo. Céntrate en los éxitos del equipo. Y celebra los logros conjuntos más que los individuales. Apoya a tu gente Las innumerables distracciones que surgen en el entorno laboral, así como los riesgos y los contratiempos, suelen impedir que las personas hagan bien su trabajo. Y los buenos jefes se enorgullecen de proteger a su equipo de esta clase de amenazas. Te presentamos tres estrategias que te ayudarán a poner el foco en lo que de verdad importa: Sé puntual. Uno de los mayores obstáculos en el trabajo son las pérdidas de tiempo; por ejemplo, esos ratos muertos que tu equipo pasa esperándote en la sala de reuniones. Piénsalo bien; ser jefe no te da carta blanca para frenar la productividad de tu equipo. Elimina distracciones. Fija un periodo para que los miembros de tu equipo piensen y trabajen sin distracciones; no esperes que respondan siempre de inmediato a tus mensajes. Deja que piensen por su cuenta. No evites los conflictos, permite a los miembros de tu equipo decir lo que piensan y expresar desacuerdos que puedan resultar productivos y creativos (incluso si van en contra de tu opinión). Saca lo mejor de tu equipo Los buenos líderes no confían solo en su inteligencia para alcanzar el éxito, sino que la utilizan para que los demás destaquen. Aquí tienes tres propuestas para lograr que tus subordinados desarrollen todo su potencial: Busca ideas en todas partes. No asumas que sabes de dónde vienen todas las nuevas ideas e implica al resto en cada proyecto, no solo por su currículo, sino también por su capacidad para colaborar y aportar. Fomenta la amplitud de miras. Crea un entorno de trabajo seguro donde la gente sepa que puede y debe pensar, actuar y hablar por sí misma. Muéstrate tolerante con los errores para que nadie tenga miedo a asumir riesgos. Plantéales retos para que mejoren. Ofréceles la oportunidad de trabajar su creatividad e incrementar su rendimiento. Transmite la idea de que todo el mundo, incluyéndote a ti, posee cierto margen de mejora. Levanta el ánimo de tu equipo Numerosos estudios han demostrado el poder del contacto físico en todo tipo de animales, desde los chimpancés hasta los humanos. Una simple palmadita en la espalda o un breve toque en el hombro pueden expresar apoyo y transmitir la confianza necesaria para que cualquiera empiece a asumir riesgos y mejore su capacidad de toma de decisiones. Así que la próxima vez que quieras apoyar a algún colega lo mejor es transmitírselo con un leve contacto, que puede ser más potente que las palabras. De todos modos, usa el contacto con moderación y no pierdas el tiempo en menudencias; la mayoría de las veces, una palmadita en la espalda será suficiente. Da margen para el fracaso Una buena gestión se sitúa en un punto intermedio entre el control absoluto y la despreocupación; y tu trabajo consiste en hallar ese equilibrio. Cuando ves que alguien de tu equipo va a cometer un error, seguro que sientes la necesidad de intervenir. Pero el aprendizaje no es solo teoría, así que mejor no lo hagas; déjales cometer errores y enséñales qué hacer para no repetirlos. Es obvio que siempre deberás evaluar los riesgos y las consecuencias de cada error. Por ejemplo, si un miembro de tu equipo está a punto de presentar un mal informe a la dirección general, no dudes en intervenir. Pero cuando los riesgos sean menores puedes permitirte el lujo de asumir ciertos errores. Comete uno o dos errores Muy poca gente se siente cómoda al equivocarse en el trabajo. La mayoría teme perder el respeto de sus superiores y colegas, y ver manchada su reputación. Pero reconozcamos que muchas veces los errores son los mejores maestros. Y es que tu equipo nunca aprenderá nada nuevo si solo hace lo que sabe hacer. Por tanto, fomenta la cultura del error; ayúdales a aceptar sus meteduras de pata y a compartir lo que han aprendido de ello. Por supuesto, en ciertos momentos una equivocación puede conllevar un coste demasiado alto. Pero siempre que exista cierto margen, pide a los miembros de tu equipo que aborden los problemas no como expertos, sino como aprendices. Defiende a tu equipo Cuando llegan tiempos difíciles la gente se siente más vulnerable, y su seguridad y confianza pueden esfumarse con facilidad. Esos son los momentos perfectos para defender más que nunca a tu equipo. Y es que, si los cuidas, les proporcionarás un gran alivio emocional y material. No des por sentado que saben que te preocupan; exprésalo, diles que les cubres las espaldas. Y, puesto que los hechos siempre dicen más que las palabras, aprovecha cualquier oportunidad para demostrarles tu apoyo inquebrantable, y evita generar situaciones en las que parezca que cada cual va a lo suyo. Evita el pensamiento unilateral Es cierto que tu gente quiere que tengas iniciativa. Pero para tomar decisiones inteligentes necesitas información. Y, si eres como la mayoría de los líderes, lo más probable es que la obtengas de quienes gozan de tu confianza. No obstante, eso puedo llevarte a escuchar solo ideas similares a las tuyas. ¿Y cuál es el resultado? El pensamiento unilateral: todo el mundo piensa igual. Este tipo de pensamiento es magnífico para un equipo de fútbol, pero en entornos profesionales puede limitar enormemente el potencial de un grupo de trabajadores. Para evitar este inconveniente, asegúrate de que todo el mundo tiene libertad para expresar opiniones e ideas contrarias al pensamiento predominante. No temas abandonar los caminos que has recorrido ya un millón de veces e indaga en enfoques alternativos, de pensadores inconformistas y de gente a la que no conoces tan bien. Acepta las tensiones que genera la diversidad La diversidad es valiosa para cualquier empresa: la multiplicidad de ideas, métodos y competencias constituye una ventaja para el trabajo en equipo y la resolución de problemas. Sin embargo, estas diferencias también pueden causar tensión y estrés. No intentes minimizar esa tensión; al revés, utilízala como motor para incrementar la productividad y la creatividad. Fomenta la comprensión entre colegas y evita los prejuicios. Genera un entorno en el que todo el mundo se sientavalorado por sus habilidades, y destaca las ventajas que aporta la diversidad. Por último, reconoce y recompensa los éxitos derivados de ella. Si aceptas esa tensión en vez de intentar mitigarla, tu equipo producirá, sin duda, resultados más creativos. Construye una cultura basada en la confianza El liderazgo no debería ser un ejercicio solitario; cualquier líder necesita rodearse de gente que estimule sus ideas, señale sus carencias y no tema decir la verdad. Así que para ejercer de forma correcta tu labor debes asegurarte de recibir todas las opiniones y la información disponible. Busca las verdades incómodas y actúa con honestidad. Potenciar una política de puertas abiertas es un primer paso, pero has de ir más allá: genera un ambiente de confianza y libertad, y demuestra a tu equipo que premias la franqueza y que cuanto más te incomoden, mejor. Resuelve los conflictos Trabajar en equipo puede llegar a ser frustrante, sobre todo cuando un conflicto en apariencia sencillo acaba por volverse personal o genera alguna disputa. La próxima vez que los miembros de tu equipo empiecen a lanzarse pullas, sigue estos tres pasos para frenar la pelea y reconducir las cosas: Toma medidas cuanto antes. Piensa que un simple desacuerdo puede desembocar en una situación desagradable en cuestión de segundos si las emociones están a flor de piel. Recuerda las normas. Trata de buscar un punto de convergencia que ambos bandos puedan aceptar o hayan aceptado antes. Recurre a las reglas del equipo para manejar la situación y ayuda a las partes a situarse en terreno común. Intenta llegar a un acuerdo. Para ello, las partes en conflicto deben sentarse a la misma mesa. Una vez que cada cual haya mostrado sus cartas, ayúdales a dar con una solución aceptable para todo el mundo. Rechaza las propuestas que no generen consenso y apoya las que cuenten con el visto bueno general. Incentiva a quienes se estén acomodando Los trabajadores con escasa iniciativa o capacidad de reacción pueden generarte cierta frustración, sobre todo en entornos donde adaptarse y reaccionar con rapidez sea imprescindible. De todas formas, no des por sentado que su actitud es una forma de obstaculizar el progreso o los cambios; lo más seguro es que tengan muy buenas razones para actuar de un modo tan conservador. La próxima vez que esperes algo de un miembro de tu equipo, habla con él o ella; coméntale que estás bajo presión y que valoras su capacidad de reacción. Pídele que actúe con celeridad. Es posible que su manera de pensar, especialmente racional, le obligue a comportarse con cautela. Por eso, si le haces consciente de su responsabilidad actuará con más rapidez. Impulsa un cambio real Lograr que la gente modifique su comportamiento puede parecer una tarea imposible. Incluso cuando el cambio es claramente a mejor, a la mayoría le resulta difícil aceptar las novedades. Aquí tienes tres formas de abordar el cambio que te pueden facilitar esa labor: Céntrate en la alegría, no en el temor. El miedo tiene fama de ser un potente motivador, pero en realidad más bien nos bloquea. Así que, si lo que quieres es implantar nuevas conductas, céntrate en las emociones positivas y en el buen ambiente que lograrás con ellas. Forma un buen grupo. A las personas les gusta casi más sentir que forman parte de un equipo que destacar por sus singularidades. Eso sí, procura que la mayoría del grupo respete los cambios que hayas introducido. Aprovecha el tirón. En este caso nos puede servir de ejemplo la historia de un banco que logró que sus clientes modificaran sus hábitos de ahorro redondeando el coste de sus compras con la tarjeta de débito y guardando el dinero extra en una cuenta de ahorro. Intenta, eso sí, que las nuevas conductas que pretendes implantar sean sencillas de asumir y se integren bien en las costumbres de todos. Evalúa los comportamientos, no solo los resultados Cuando las personas más brillantes logran grandes resultados seguro que sientes la tentación de darles una palmadita en la espalda y pedirles que continúen así. No obstante, tu trabajo también consiste en entender qué conductas han propiciado esos resultados y asegurarte de que se ajustan a los valores de la empresa. A continuación, te ofrecemos dos formas de hacerlo: Evalúa por separado el comportamiento y los resultados. Esto ha de ser así porque combinando ambos valores es posible que pases por alto alguna mala conducta si los resultados son buenos. En cambio, analizándolos por separado podrás evaluar de forma justa el comportamiento sin que los resultados empañen tu opinión. Usa el feedback 360º. Es uno de los mejores métodos para evaluar los comportamientos y su influencia en los demás. Utiliza los resultados para establecer objetivos de comportamiento individuales, como «tratar al equipo con respeto». Da un mejor feedback Este aspecto es crucial para tu desarrollo profesional. ¿Entonces por qué resulta tan difícil darlo y recibirlo? Las siguientes tres indicaciones te ayudarán, sin duda, a proporcionar a tu equipo un feedback más constructivo: Céntrate en los objetivos empresariales. Explica lo que necesita la compañía (desarrollar el talento de su personal, incrementar las ventas, mejorar los servicios) y presenta tu opinión como una forma de alcanzar esos fines. Ofrece feedback con frecuencia. Si lo reservas para las ocasiones especiales, pocas veces se recibirá con entusiasmo. En cambio, si retroalimentas a tu equipo con regularidad, adquirirás el hábito de expresar tu opinión y tus subordinados se acostumbrarán a recibirla sin rencores. Actúa con la mayor concreción posible. Es decir, identifica la conducta específica que la otra persona debe modificar y exprésate con claridad; usa ejemplos que le ayuden a entenderte. No te limites a comunicar, explícate bien Los buenos comunicadores saben que para persuadir a su público han de tirar de energía y entusiasmo. Y si son grandes comunicadores también saben que deben explicar el porqué de tanto entusiasmo. De modo que la próxima vez que compartas alguna información de importancia, asegúrate de contagiar tu entusiasmo, pero no olvides explicar lo que está en juego y cuál es el objetivo. Es decir, expón la cuestión, iniciativa o problema, y deja claro qué no forma parte de ello. Utiliza metáforas solo si son útiles, y da detalles que respalden tus afirmaciones. Luego define qué quieres que hagan los demás y fija unas prioridades claras. Y no confundas dando demasiados datos; resérvalos para los documentos escritos. Domina el arte de la asertividad Los líderes demasiado asertivos pueden considerarse controladores y dominantes, pero si demuestran lo contrario, excesivo comedimiento, tal vez pierdan la confianza de su equipo. Los buenos jefes saben hallar el equilibrio entre una cosa y otra. Es decir, prepárate para usar ambos enfoques según la situación: tal vez un miembro de tu equipo necesita que le aprietes las tuercas para cumplir un objetivo especialmente difícil; o quizá debas dar un paso atrás para que actúe con autonomía. En cualquier caso, sé flexible; utiliza tu inteligencia emocional para saber cuándo tomar protagonismo y cuándo es mejor quedarte en un segundo plano. Fomenta las mentorías Animar tanto a la gente joven como a la veterana a compartir ideas, conocimiento y consejos tiene todo el sentido del mundo. Pero en la tradicional estructura jerárquica de la enseñanza, donde formadores y alumnos cuentan con un papel establecido, esto no funciona tan bien como en las relaciones más orgánicas. Pon de tu parte y ayuda a todo el mundo a comunicarse de forma adecuada empezando por lo principal, es decir, lo que pueda aportar una de las personas al proyecto u objetivo de la otra. Esto hará que la relación inicial sea más cómoda y eficaz. Más adelante, si hay química, puede evolucionar hacia el establecimiento de un debate más amplio sobre los objetivos profesionales y las aspiraciones personales. Empodera a los miembros de tu equipo Los buenos líderes animan a sus subordinadosa tomar decisiones, compartir información y asumir riesgos. Te ofrecemos a continuación tres ideas para que cada persona de tu equipo acepte la responsabilidad que le corresponde. Dales autonomía y asigna responsabilidades. Permite que quienes ya han demostrado su valía asuman nuevas responsabilidades, y lleven a cabo sus tareas y gestionen los recursos con independencia. Pon el foco en el desarrollo. Genera un entorno donde la gente tenga la oportunidad de desarrollar sus habilidades y sea recompensada por ello. No pongas en duda las ideas ajenas si no es necesario. En caso contrario, minarás su confianza y no se atreverán a exponer sus opiniones en lo sucesivo. Céntrate en las fortalezas de tus trabajadores La mayor parte de los métodos de evaluación del rendimiento fijan una imagen ideal de profesional y luego señalan las diferencias de cada individuo respecto a ese ideal. A tales diferencias se las suele denominar «áreas de desarrollo», y se anima a la gente a esforzarse por trabajarlas. No obstante, mejorar los puntos débiles requiere de una enorme cantidad de energía. Así que, en lugar de eso, lo mejor es que animes a los miembros de tu equipo a potenciar sus puntos fuertes, a hacer sobre todo lo que se les da bien. Y, más importante aún, acepta sus debilidades: si alguien no se maneja bien con las hojas de cálculo, encárgaselo a otra persona; y si es imprescindible que haga esa parte del trabajo, ayúdale a mejorar lo suficiente como para que no suponga un obstáculo para sus puntos fuertes. Revela el talento Encontrar talento fuera de la empresa para incorporarlo a ella no siempre es factible; aunque tampoco es indispensable. Si prestas atención y haces las preguntas adecuadas, hallarás miles de cualidades ocultas dentro de tu propio equipo: Transforma un cumplido en una entrevista. Cuando felicites a alguien por una tarea bien hecha, pregúntale cómo la hizo. Al comprender mejor el proceso tal vez descubras un talento que tenía escondido. Pregunta a los miembros del equipo por qué prefieren ciertas tareas o proyectos. Los intereses pueden ser una señal de los talentos ocultos de una persona. Así, alguien quizá disfrute de un proyecto porque trata de un tema que le gusta o porque gracias a él tiene la oportunidad de mostrar sus habilidades. Indaga sobre sus deseos y sobre qué harían si empezaran de nuevo su carrera profesional. Los sueños de la gente suelen decir mucho sobre aspectos que no comparten con otras personas. Utiliza el aprendizaje práctico Una de tus principales tareas en un puesto directivo es sin duda contribuir al desarrollo de las capacidades de liderazgo de tus subordinados. Y, en este sentido, el aprendizaje práctico siempre es de gran ayuda, porque trabaja con problemas empresariales reales y se puede aplicar lo aprendido a nuevos retos. Funciona de la siguiente manera: Asígnale a alguien un proyecto clave, cuyo fracaso tenga consecuencias importantes. Proporciónalefeedback relevante para esa persona y su contexto de aprendizaje. Pregúntale acerca de su experiencia con el proyecto y repasad juntos sus resultados y la forma que ha tenido de obtenerlos. Sacad conclusiones sobre las implicaciones de esos resultados para la empresa. Ayuda a esa persona a aplicar lo aprendido en otros proyectos. Cuanto más grande sea el reto y más cosas estén en juego, más se esforzarán los miembros de tu equipo en aprender. Gestiona de un modo adecuado a tus trabajadores más brillantes Los individuos que más pueden aportar a tu empresa no tienen por qué ser quienes posean mejor currículo o más títulos académicos. Además, quizá sean personas con un carácter no demasiado fácil. Te presentamos tres estrategias que puedes emplear para guiar a los miembros con mayor potencial de tu equipo: Explícales en qué consiste tu trabajo y convéncelas para que te apoyen. Nunca impongas tu opinión. La gente más brillante no se toma las palabras de su jefe al pie de la letra; necesitan entender por qué hacen las cosas. Recurre a tu experiencia, no a tu posición jerárquica. Si son inteligentes no se dejarán impresionar por títulos o cargos. Pide lo que necesites, pero no les digas cómo resolverlo. Las personas brillantes disfrutan averiguando cómo hacer las cosas y casi siempre asumen los retos. Apoya e impulsa a tus mejores trabajadores Con demasiada frecuencia, el personal directivo entorpece o desanima sin querer a sus subordinados más brillantes. Este comportamiento es contraproducente, aunque no sea malintencionado: a veces no sabes cómo motivar a alguien que posee un talento excepcional. Si tienes la suerte de contar en tu equipo con personas que pueden rendir a muy alto nivel, pon en práctica estos tres métodos y sacarás el máximo partido a sus capacidades: Apriétales un poco las tuercas. Exige más a tus mejores trabajadores. Descubre qué habilidades poseen y qué necesitan aprender, y diseña las tareas que les asignes en función de ello. Déjales brillar. No ocultes a tus «estrellas», al revés, muéstralas como en un escaparate para que los demás sepan de lo que son capaces. Si esas personas brillan, tú también brillarás. No les cortes las alas. La gente excepcional necesita espacio para crecer. Siempre que tenga sentido para su desarrollo, permíteles seguir su propio camino. Da feedback a los trabajadores más brillantes No des por sentado que el mejor miembro de tu equipo sabe que lo es. Aprovecha estos tres tips para ofrecerle la información que necesita y merece: Identifica sus áreas de desarrollo. Quizá no sean muchas y tengas que esforzarte para detectarlas y organizarlas, pero siempre debes mostrarle el camino adecuado para mejorar. Muestra tu agradecimiento. No dar las gracias es un error bastante común. La gente brillante necesita comentarios positivos y elogios tanto como el resto. Ofrece feedback con frecuencia. No esperes a las reuniones de evaluación. Los trabajadores que rinden a un nivel muy alto necesitan saber qué mejorar, y tu trabajo es comunicárselo con regularidad. Concédeles el tiempo y el espacio adecuados A lo largo de los últimos treinta años, la Fundación MacArthur ha concedido «becas para el talento» con el fin de contribuir a la búsqueda de nuevas ideas. Sin casi restricciones económicas ni obligaciones para sus beneficiarios, estas becas son una especie de voto de confianza para que alcancen todo su potencial y gocen del tiempo que necesiten. Del mismo modo, cuando quieras que algún talento de tu equipo genere una buena idea, concédele una beca. No hace falta que inviertas dinero; simplemente, dale a todo el mundo tiempo libre para reflexionar. Esto no solo dará lugar a nuevas ideas; además demostrará que valoras la creatividad y tienes una buena disposición a invertir tiempo y recursos en cultivarla. No te olvides de la gestión La diferencia entre liderar y gestionar es un tema en permanente debate. El liderazgo suele constituir la parte glamurosa de un trabajo ―la influencia y la inspiración―, mientras que la gestión se relaciona más bien con poner en práctica las nuevas ideas y manejar el día a día de las tareas. Por desgracia, los líderes que se centran sobre todo en generar grandes ideas suelen olvidarse de ponerlas en práctica, con lo cual se desentienden de la gestión de la empresa. Evita por todos los medios ser este tipo de líder: toma decisiones y desarrolla estrategias teniendo en cuenta las limitaciones de la realidad; e involúcrate en la gestión de los proyectos. Por supuesto, es mucho más fácil proponer ideas y que otros las lleven a cabo, pero también hay que remangarse a veces para que los propósitos se hagan realidad. Inspira a tu equipo Una de tus principales responsabilidades es inspirar a los miembros de tu equipo, es decir, motivarles para que hagan mejor su trabajo, asuman cambios y superen obstáculos. Y, dependiendo de tus habilidades comunicativas, tu capacidad para inspirar será a su vez mejor o peor. Para incrementar tales habilidades comunicativas, pon en marcha un plan de acción que suponga
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