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serie	management	en	2	Minutos
Actualiza	rápidamente	tus	competencias	profesionales	básicas.	Tanto	si	buscas
un	curso	intensivo	como	si	solo	pretendes	repasar	brevemente	tus
conocimientos,	la	SERIE	MANAGEMENT	EN	20	MINUTOS	te	ayudará	a
encontrar	justo	lo	que	necesitas,	es	decir,	un	conocimiento	fundamental	para
profesionales	ambiciosos	o	futuros	ejecutivos.	Cada	uno	de	los	libros	es	una
breve	y	práctica	introducción	que	te	permitirá	repasar	una	amplia	variedad	de
temas	indispensables	para	la	gestión	de	negocios,	y	que,	además,	te	ofrece	los
consejos	(sencillos,	útiles	y	fáciles	de	aplicar)	de	los	académicos	más
prestigiosos.
Títulos	de	la	colección:
Cómo	crear	un	plan	de	negocio
Cómo	gestionar	tu	tiempo
Cómo	dirigir	reuniones	de	trabajo
Finanzas	básicas
Cómo	ser	más	productivo
Cómo	mantener	una	conversación	difícil
Cómo	gestionar	la	relación	con	tu	superior
Cómo	realizar	presentaciones
Cómo	colaborar	virtualmente
Management	Tips
Cómo	liderar	equipos	virtuales
Cómo	dirigir	reuniones	virtuales
serie	management	en	2	Minutos
Management	Tips
Los	mejores	consejos
inspirados	por	las	mentes	más	brillantes
Reverté	Management	(REM)
Barcelona	·	México
Harvard	Business	Review	Press
Boston,	Massachusetts
Management	Tips
Copyright	2011	Harvard	Business	School	Publishing	Corporation
All	rights	reserved.
©	Editorial	Reverté,	S.	A.,	2022
Loreto	13-15,	Local	B.	08029	Barcelona	–	España
revertemanagement@reverte.com
Edición	en	papel
ISBN:	978-84-17963-50-7
Edición	ebook
ISBN:	978-84-291-9698-6	(ePub)
ISBN:	978-84-291-9699-3	(PDF)
Editores:	Ariela	Rodríguez	/	Ramón	Reverté
Coordinación	editorial	y	maquetación:	Patricia	Reverté
Traducción:	Genís	Monrabà	Bueno
Revisión	de	textos:	Mª	del	Carmen	García	Fernández
Digitalización:	Reverté-Aguilar
La	reproducción	total	o	parcial	de	esta	obra,	por	cualquier	medio	o
procedimiento,	comprendidos	la	reprografía	y	el	tratamiento	informático,	queda
rigurosamente	prohibida,	salvo	excepción	prevista	en	la	ley.	Asimismo	queda
prohibida	la	distribución	de	ejemplares	mediante	alquiler	o	préstamo	público,	la
comunicación	pública	y	la	transformación	de	cualquier	parte	de	esta	publicación
sin	la	previa	autorización	de	los	titulares	de	la	propiedad	intelectual	y	de	la
Editorial.
#	76
Introducción
Management	Tips	(que	se	podría	traducir	como	Consejos	de	gestión)	es	una
recopilación	de	recomendaciones	para	la	gestión	empresarial	y	el	liderazgo.
Obtenidos	a	partir	de	las	entradas	del	blog	de	la	Harvard	Business	Review	y
otros	materiales,	estos	consejos	breves	y	prácticos	te	ayudarán	a
autogestionarte,	y	a	gestionar	a	tu	equipo	y	a	tu	empresa.	Consulta	las	fuentes	al
final	del	libro	para	conocer	las	entradas	del	blog	a	partir	de	las	cuales	se	han
adaptado	estos	tips,	y	visita	hbr.org	para	obtener	más	recomendaciones	y
consultar	otros	contenidos.
Contenido
Introducción
La	autogestión
La	gestión	de	tu	equipo
La	gestión	de	tu	empresa
Fuentes
Serie	Inteligencia	Emocional
Guías	Harvard	Business	Review
La	autogestión
Comienza	el	día	con	esta	sencilla	práctica
Después	de	tantos	meses	de	pandemia,	resulta	difícil	mantener	una	actitud
positiva	que	estimule	la	motivación	y	la	creatividad.	Y	en	cuanto	se	pierde	el
optimismo,	la	fatiga	aflora	con	rapidez.	¿Cómo	puedes	potenciar	ese	optimismo
en	tu	día	a	día?	El	siguiente	ejercicio	te	ayudará	a	hacerlo.	No	necesitas	dedicarle
más	de	dos	minutos.	Cada	mañana,	cuando	te	levantes,	completa	estas	tres	frases
―por	escrito,	en	voz	alta	o	incluso	en	tu	cabeza―	antes	de	encender	el
ordenador	o	de	irte	a	trabajar:
Hoy	me	centraré	en	_____.
Hoy	daré	las	gracias	por	_____.
Hoy	me	quitaré	de	encima	_____.
Intenta	concretar	lo	más	posible.	Por	ejemplo,	si	todos	los	días	dices	que	das	las
gracias	«por	la	familia	que	tengo»,	el	ejercicio	no	te	servirá	de	mucho.	Piénsalo,
pasamos	despiertos	unos	mil	minutos	al	día;	con	que	inviertas	solo	dos	en	que	tu
cerebro	sea	más	optimista,	mejorarás	la	calidad	de	los	novecientos	noventa	y
ocho	restantes.
Cuatro	estrategias	para	incrementar	tu	eficacia
Tal	vez	las	veinticuatro	horas	del	día	te	parezcan	insuficientes	para	todo	lo	que
tienes	que	hacer,	y	ni	todos	los	trucos	de	productividad	del	mundo	cambiarán	esa
percepción.	Bien,	pues	aquí	te	ofrecemos	cuatro	estrategias	infalibles	que	te
ayudarán	a	aprovechar	al	máximo	el	tiempo.	En	primer	lugar,	organiza	tus
reuniones	por	bloques.	Es	complicado	mantener	el	ritmo	en	el	trabajo	cuando
sabes	que	te	pueden	interrumpir	a	cada	momento.	En	cambio,	si	concentras	tus
reuniones	en	un	momento	determinado	del	día,	el	resto	del	tiempo	podrás
trabajar	sin	interrupciones.
En	segundo	lugar,	aprende	atajos	de	teclado	que	reduzcan	tu	dependencia	del
ratón.	Esto	puede	parecer	una	tontería,	pero	con	el	tiempo	supone	un	gran	ahorro
de	tiempo.
En	tercer	lugar,	modifica	tu	entorno	para	reducir	hábitos	nocivos.	Por	ejemplo,	si
pierdes	tiempo	porque	te	distraes	con	el	teléfono,	déjalo	en	otra	habitación;	si	el
correo	electrónico	entorpece	tu	trabajo,	desactiva	las	notificaciones.
Por	último,	lee	en	voz	alta	el	resultado	de	tu	trabajo.	Te	dediques	a	lo	que	te
dediques,	seguro	que	escribes	al	menos	un	correo	electrónico	al	día,	y	escucharte
pronunciando	esas	palabras	acelerará	y	hará	más	claro	tu	proceso	de	escritura.
El	arte	de	hacer	un	buen	seguimiento
A	todo	el	mundo	le	ha	pasado:	mandas	un	correo	para	convocar	una
reunión,	compartir	información	o	lo	que	sea…	y	no	recibes	respuesta.	Sí,	es
frustrante,	pero	no	por	ello	deberías	concluir	que	pasan	de	ti.	La	gente	está
muy	ocupada	tratando	de	gestionar	su	tiempo.	Así	que	aquí	tienes	un
consejo	para	lograr	más	atención:
Empieza	tu	mensaje	con	un	asunto	que	despierte	el	interés	del	receptor.	Evita,
pues,	expresiones	genéricas	como	«Seguimiento»	o	«Consulta»,	que	no	solo	son
ambiguas,	sino	que	pueden	hacer	que	la	persona	destinataria	se	sienta	mal	por
haber	tardado	en	responder	(y	eso	retrasará	aún	más	su	respuesta).	Utiliza	algo
más	específico,	como	«Próximos	pasos	del	proyecto	X»	o	«Pregunta	sobre	la
solicitud	de	empleo».
Presta	atención	al	tono	que	empleas.	Numerosos	estudios	han	demostrado	que
los	correos	electrónicos	redactados	con	un	tono	ligero	y	moderadamente	positivo
tienen	un	índice	de	respuesta	entre	un	10	y	un	15	%	superior	que	los	neutros.	Así
que	procura	mostrar	amabilidad	y	educación.	Por	último,	intenta	que	tu	petición
sea	concisa	y	específica,	y	da	a	tu	interlocutor	una	salida	fácil.	Esto	evitará
enfrentamientos	personales	y	os	ayudará	a	preservar	una	buena	relación.	Pero	si
sigues	todos	estos	pasos	y,	aun	así,	no	obtienes	respuesta,	quizá	no	valga	la	pena
insistir	y	tengas	que	cortar	por	lo	sano.
Rompe	el	círculo	vicioso	de	la	autocrítica
Es	fácil	pensar	que	la	autocrítica	te	ayudará	a	obtener	mejores	resultados.	Pero	si
no	le	pones	límites	puede	causar	el	efecto	contrario:	cargarse	tu	concentración,	tu
rendimiento	y	tu	buen	humor.	Así	que,	a	la	hora	de	evaluar	tu	trabajo,	intenta
adoptar	un	enfoque	más	realista	siguiendo	estas	tres	estrategias:
Evita	generalizar.	Resiste	la	tentación	de	centrarte	en	un	solo	acontecimiento
negativo	y	analiza	tu	desempeño	global.	Piensa	en	la	típica	curva	de
normalidad	con	forma	de	campana	de	Gauss:	habrá	días	en	que	estarás	por
debajo	de	la	media,	pero	eso	es	normal.
Piensa	en	lo	que	puede	salir	bien.	Para	no	centrarte	en	lo	negativo.	Emplea	la
siguiente	fórmula:	Qué	pasaría	si…	Por	ejemplo,	¿qué	pasaría	si	esta	idea	no
es	tan	estúpida	y	contribuye	a	que	el	proyecto	avance?	¿Qué	pasaría	si	esta
propuesta	supone	un	revulsivo	para	nuestra	forma	de	trabajar	en	equipo?
¿Qué	pasaría	si	al	director	le	encanta	mi	presentación?
Pon	límites	a	tus	reacciones	emocionales.	Deja	transcurrir	entre	treinta	y
cincuenta	minutos	(es	lo	que	suelen	tardar	en	disiparse	sentimientos	como	la
vergüenza)	y	permítete	experimentar	y	procesar	de	forma	plena	tus	emociones.
Pasado	ese	tiempo,	toma	una	decisión	consciente	sobre	cómo	ignorar	esos
sentimientos	y	seguir	adelante.
Diseña	una	nueva	forma	de	liderazgo
Ahora	es	el	momento	perfecto	paraaclarar	y	redefinir	tu	concepción	del
liderazgo.	Para	ello	necesitarás	ser	consciente	de	tus	valores	y	analizar	tus
objetivos	a	largo	plazo.
Empieza	identificando	cuatro	o	cinco	momentos	clave	de	tu	vida;	los	que
definen	quién	eres	ahora.	Explica	en	qué	medida	cada	uno	de	ellos	ha
modificado	tus	valores.
Luego,	pon	por	escrito	tu	visión	del	liderazgo:	una	imagen	atractiva	de	un	futuro
posible	para	ti.	Describe	qué	tipo	de	líder	quieres	ser	y	qué	pretendes	aportar	en
este	sentido	de	aquí	a,	por	ejemplo,	cinco	años.	¿Qué	estarás	haciendo	entonces
y	qué	esperas	haber	obtenido	en	ese	plazo?
Imagina	que	tienes	lo	que	quieres
Tu	mente	puede	ser	tu	mejor	herramienta,	pero,	como	sabe	muy	bien	cualquiera
que	se	haya	dejado	arrastrar	por	el	miedo,	la	frustración	o	las	preocupaciones,
también	puede	ser	tu	peor	enemigo.	Tanto	si	te	preocupa	no	gozar	del	respeto	de
tus	colegas	como	si	temes	que	un	cliente	no	te	llame	porque	se	ha	ido	a	la
competencia,	darle	demasiadas	vueltas	al	tema	solo	empeorará	las	cosas.	En	vez
de	eso,	imagina	que	tienes	lo	que	quieres:	actúa	como	si	tus	colegas	te	tuvieran
el	máximo	respeto	o	créete	que	ese	cliente	es	fiel	a	tu	empresa.	Tal	vez	no	se
ajuste	a	la	realidad,	pero	tampoco	lo	hacen	tus	preocupaciones	al	respecto.	Así
que	lo	más	conveniente	es	dejar	de	inquietarse	y	actuar	con	confianza;	es	la
mejor	manera	de	conseguir	lo	que	deseas.
Toma	el	control
La	autonomía,	la	seguridad	y	actuar	con	sentido	se	asocian	a	bajos	niveles	de
estrés.	De	modo	que,	si	necesitas	aumentar	tu	motivación,	emprende	un	nuevo
proyecto	que	mejore	tus	condiciones	laborales,	a	tu	equipo	o	tu	entorno	de
trabajo.	Aunque	no	goces	de	la	misma	libertad	que	quien	trabaja	por	cuenta
propia,	siempre	habrá	formas	de	planificar	cómo	reclamar	el	control	de	tareas	o
proyectos.	Eso	incrementará	tu	satisfacción	laboral	y,	al	mismo	tiempo,	te
permitirá	cumplir	nuevos	objetivos	y	mejorar	tu	currículo.
Asume	la	responsabilidad	de	tu	crecimiento	personal
y	profesional
Desarrollar	tu	carrera	profesional	depende	sobre	todo	de	ti.	Sea	cual	sea	tu
situación,	recurre	a	los	siguientes	tips	para	mantenerte	«en	forma»:
Reúnete	con	dos	antiguos	colegas	una	vez	al	mes	e	intercambiad	opiniones
sobre	la	situación	y	las	tendencias	del	sector.
Aprende	algo	nuevo	cada	trimestre.	Si	tu	labor	cotidiana	no	te	plantea
suficientes	retos,	búscalos	por	tu	cuenta:	haz	un	voluntariado	en	una	ONG,
asiste	a	una	conferencia	o	apúntate	a	un	curso.
Evalúa	tu	rendimiento.	Reflexiona	sobre	tu	desarrollo	y	tu	nivel	de
productividad,	sea	o	no	mediante	un	proceso	formal.	Intenta	valorar	con
honestidad	tus	puntos	fuertes	y	débiles,	y	plantéate	en	qué	deberías	centrarte	el
próximo	año.
Fomenta	tu	deseo	de	aprender
No	dejes	que	el	ego	frene	tu	aprendizaje.	Los	líderes	con	más	éxito	tienen	una
actitud	abierta	a	la	novedad	porque	saben	que,	por	bien	que	hagan	las	cosas,
siempre	es	posible	aprender	algo	más.	Si	has	alcanzado	un	nivel	experto	en	un
campo	concreto,	busca	otros	en	los	que	reinvertir	esos	conocimientos.	Y	cuando
te	enfrentes	a	un	reto	―incluso	a	alguno	recurrente―	adopta	siempre	una	actitud
abierta	al	aprendizaje:	cuestiona	tus	decisiones	y	halla	nuevas	formas	de	resolver
los	problemas.
Trabaja	tus	puntos	débiles
Cuando	algo	se	te	da	bien,	es	muy	fácil	confiar	en	tu	talento.	Por	ejemplo,	si
juegas	al	tenis	y	tienes	un	gran	golpe	de	derecha,	es	probable	que	organices	tu
juego	para	aprovechar	esa	cualidad	al	máximo.	Sin	embargo,	convertir	tus
debilidades	en	fortalezas	te	dará	una	enorme	ventaja	competitiva	y	hará	de	ti	un
líder	más	eficaz.	Así	que	céntrate	en	mejorar	tus	puntos	débiles.	Para	ello,	piensa
en	tu	última	evaluación	de	rendimiento	o	pregunta	a	tus	colegas	qué	necesitas
para	tener	éxito	en	tu	trabajo.	Tenlo	claro,	no	hay	mejor	forma	de	impresionar	a
los	demás	que	sacar	un	revés	demoledor	cuando	todo	el	mundo	espera	tu	golpe
de	derecha.
Renuncia	a	la	necesidad	constante	de	demostrar	quién
eres
Uno	de	los	peores	hábitos	de	un	líder	es	justificar	su	comportamiento	con	la
típica	frase:	«¡Es	que	yo	soy	así!».	Deja	de	aferrarte	a	esos	hábitos	nocivos	que
crees	que	forman	parte	de	tu	esencia.	En	lugar	de	insistir	en	que	no	eres	capaz	de
cambiarlos,	fíjate	en	cómo	obstaculizan	el	éxito	de	los	demás.	Y	nunca	los
llames	«rasgos	de	carácter»,	sino	aspectos	a	mejorar.	Te	sorprenderá	lo	fácil	que
resulta	cambiar	un	hábito	si	te	ayuda	a	alcanzar	el	éxito.
Acepta	las	críticas	constructivas
Las	críticas,	si	son	constructivas,	resultan	esenciales	para	la	creatividad,	la
innovación	y	la	resolución	de	problemas.	Y,	puesto	que	un	buen	líder	necesita
esas	tres	cualidades,	no	solo	debe	aceptar	tales	críticas,	es	que	ha	de	buscarlas	de
forma	activa.	De	modo	que	no	te	conformes	con	una	opinión	general:	solicita	a
tu	equipo,	a	tus	clientes	y	colegas	que	cuestionen	tus	ideas	y	enfoques.	Las
críticas	son	útiles	para	poner	a	prueba	tus	ideas	y	también	para	que	personas	y
equipos	asuman	sus	responsabilidades.
Practica	la	escucha	activa
Durante	años,	los	expertos	en	liderazgo	han	animado	al	personal	directivo	a
mejorar	su	habilidad	para	escuchar;	y	esta	no	se	basa	en	hacer	que	tus
interlocutores	se	sientan	respetados,	sino	en	asegurarte	de	que	también	tú	les
entiendes	bien.	A	continuación,	te	ofrecemos	algunos	consejos	en	este	sentido:
Piensa.	Implícate	en	la	conversación	yendo	un	paso	por	delante,	anticipándote
a	lo	que	escuchas.	Intenta	adivinar	las	conclusiones	de	la	otra	persona,	no	te
limites	a	captar	el	contenido	del	mensaje.
Revisa.	De	vez	en	cuando,	repasa	con	brevedad	y	resume	mentalmente	los
aspectos	principales	de	la	charla.
Escucha.	Observa	el	lenguaje	no	verbal	de	la	persona	con	la	que	hablas;	te
ayudará	a	entender	lo	que	está	diciendo.	Porque	a	veces	lo	que	no	se	dice	es
tan	crucial	como	lo	que	sí.
Organiza	reuniones	periódicas…	contigo
Cuando	te	aventuras	en	nuevos	y	desconocidos	territorios	(es	decir,	proyectos),
¿cómo	puedes	mantener	tu	nivel	de	rendimiento	y	dar	lo	mejor	de	ti?	Bien,	lo
mejor	es	que	reserves	un	rato	a	la	semana	para	evaluarte.	Da	igual	cuántas	sean
tus	ocupaciones,	esto	no	es	un	capricho,	sino	algo	crucial.
Por	tanto,	dedica	como	mínimo	una	hora	a	la	semana	a	reflexionar	sobre	los
acontecimientos	recientes	que	consideres	importantes	(conflictos,	fracasos,
oportunidades	que	has	aprovechado,	comportamientos	de	los	demás	o
comentarios	de	tus	colegas).	Piensa,	en	cada	caso,	cómo	has	actuado,	qué	ha	ido
bien,	qué	no	ha	funcionado	y	qué	puedes	hacer	para	mejorar.
Y	nunca	faltes	a	esta	cita	contigo.	Tu	éxito	depende	de	ella.
Gestiona	tu	energía
Como	las	empresas	exigen	cada	vez	más	a	su	personal,	los	trabajadores	con	poco
tiempo	deben	hacer	malabarismos	para	seguir	el	ritmo.	No	puedes	hacer	que	el
día	sea	más	largo,	pero	sí	dar	con	la	manera	de	recuperar	energía.	Recurre	a	estos
cuatro	tips	para	mantener	tu	rendimiento	y	evitar	la	fatiga:
Haz	descansos	con	frecuencia.	Levántate	de	la	mesa	cada	hora	y	media	o	dos
horas.	Aprovecha	para	estirar	las	piernas,	caminar	o	tomar	algo.
Da	las	gracias.	Tener	una	actitud	positiva	incrementa	los	niveles	de	energía,
así	que	expresa	con	frecuencia	tu	agradecimiento	a	los	demás.
Limita	las	interrupciones.	Aborda	las	tareas	que	requieren	más	concentración
lejos	del	móvil	y	el	correo	electrónico.	Reserva	un	tiempo	para	atender	y
responder	mensajes.
Haz	lo	que	te	gusta.	Averigua	cuáles	son	tus	puntos	fuertes	y	qué	te	gusta
hacer.	Y	procura	dedicar	tiempo	suficiente	a	las	tareas	que	te	agradan	y	evitar,
en	la	medida	de	lo	posible,	las	que	te	agotan.
Reduce	tu	dependencia	de	la	tecnología
¿Cuántas	veces	has	oído	eso	de	«qué	hacíamos	cuando	no	teníamos	teléfonos
móviles»?	Una	de	las	posibles	respuestas	es:	nos	fiábamos	de	nuestra	memoria.
Diversos	estudios	han	demostrado	que	ejercitar	la	memoria	mejora	las
habilidades	sociales	y	la	creatividad.	Sin	embargo,	a	causa	de	la	creciente
dependencia	tecnológica	del	ser	humano,	poca	gente	es	capaz	ya	de	recordar	los
números	de	teléfono	de	su	agenda	o	sus	citas	pendientes.	Así	que	intenta
memorizar	los	teléfonosintroduciendo	los	números	a	mano.	Esto	no	solo	te
ayudará	a	ejercitar	la	mente	de	forma	saludable,	sino	que	quizá	te	salve	cuando
tu	móvil	no	esté	operativo.
Visualiza	las	grandes	ideas	de	forma	sencilla
No	dependas	de	tu	memoria	o	del	móvil	para	almacenar	y	sacar	partido	a	las
mejores	ideas;	mejor	pon	en	práctica	los	métodos	de	la	vieja	escuela:	lleva
siempre	contigo	algunas	tarjetas,	y	cuando	oigas	una	buena	idea,	anótala.	El
hecho	de	que	las	tarjetas	sean	algo	material	te	obliga	a	pensar	en	ellas,	y	el	acto
de	apuntar	las	ideas	contribuye	a	que	las	proceses	y	recuerdes.	Además,	llevar
tarjetas	en	blanco	en	el	bolsillo	es	un	buen	recordatorio	de	que	siempre	has	de
estar	buscando	nuevas	ideas	y,	sobre	todo,	de	que	debes	escuchar	más.
Desconecta	para	incrementar	tu	creatividad
La	investigación	ha	demostrado	que	es	más	probable	que	un	cerebro	ocioso	dé
con	una	buena	idea.	Muchas	veces	se	cree	que	hace	falta	más	concentración	en
el	trabajo,	pero	es	lo	contrario,	así	que	tómate	descansos	para	que	tu	mente
pueda	divagar;	son	fundamentales	para	mantener	la	creatividad	y	la	apertura	a
nuevas	ideas.	Puedes,	por	ejemplo,	desconectar	un	ratito	en	medio	de	un	día
ajetreado	o	hacer	una	pausa	creativa	más	larga,	de	una	semana,	un	mes	o	un	año
sabático.	Con	independencia	de	la	duración	del	receso,	asegúrate	de	darle	a	tu
mente	el	espacio	necesario	para	pensar	a	largo	plazo	y	a	gran	escala.
Toma	buenas	decisiones
Tanto	si	crees	en	la	toma	de	decisiones	rápida	como	en	una	deliberación	más
profunda	y	marcada	por	la	cautela,	prueba	estos	tres	consejos;	te	ayudarán	a
sacar	mejores	conclusiones	y	a	no	caer	en	ciertas	trampas	al	tomar	decisiones:
Acude	a	las	personas	indicadas	para	cada	decisión.	La	toma	de	decisiones	es	el
proceso	de	convertir	la	información	en	resultados.	Para	decidir	siempre	lo
mejor,	optimízalo	recabando	las	opiniones	y	puntos	de	vista	de	las	personas	de
tu	mayor	confianza	y	que	conozcan	mejor	ese	ámbito.
Elige	tu	método	de	decisión.	Durante	la	toma	de	decisiones	a	menudo	surgen
diferencias.	Para	evitarlo,	procura	no	actuar	de	forma	ambigua	con	los	demás
y	comparte	los	pasos	que	vas	a	seguir	para	tomar	la	decisión.
Busca	la	diversidad	de	opiniones.	Que	todo	el	mundo	opine	lo	mismo	es
peligroso;	necesitas	juicios	discordantes.	Así	que	escucha	los	puntos	de	vista
minoritarios	o	designa	en	tu	entorno	a	un	«abogado	del	diablo».	Escuchar	a	la
otra	parte	te	permitirá	contar	con	una	respuesta	más	completa.
Confía	en	tu	habilidad	para	tomar	decisiones
Sí,	el	conocimiento	es	poder,	pero	demasiada	información	también	puede
arrebatártelo.	En	el	proceso	de	resolución	de	problemas,	muchos	líderes	recaban
gran	cantidad	de	información	para	analizarla	en	profundidad	y	así	dar	con	las
respuestas	correctas.	No	obstante,	esta	estrategia	puede	desembocar	en	un
colapso	o	en	una	respuesta	bien	documentada,	pero	carente	de	lógica.	A	menudo,
las	mejores	respuestas	son	conjeturas	razonables,	basadas	en	experiencias
pasadas	en	las	que	se	incluye	alguna	nueva.	Así	que	no	deposites	toda	tu
confianza	en	los	datos	y	cree	también	en	tu	capacidad	de	decisión.	Y	recuerda
que,	antes	de	actuar,	siempre	has	de	contrastar	las	posibles	respuestas	con	lo	que
te	dicte	tu	instinto.
Busca	tiempo	extra
Las	crisis	y	los	eventos	extraordinarios	nos	obligan	muchas	veces	a	sacar	tiempo
extra	para	dedicarlo	a	ciertas	tareas	importantes,	mientras	que	a	diario	tendrás
muchas	horas	ocupadas	con	reuniones	e	interrupciones.	No	esperes	hasta	la
próxima	emergencia;	te	ofrecemos	dos	maneras	de	aprovechar	mejor	el	tiempo:
Analiza	tu	agenda.	Revisa	el	último	mes.	De	las	que	tuviste,	¿qué	reuniones
fueron	realmente	útiles	para	avanzar	en	un	proyecto?	Luego	examina	el	mes
próximo	y	cancela	las	que	puedas	sin	que	repercuta	en	tu	trabajo.
Pidefeedback.	La	mayor	parte	del	tiempo	que	se	pierde	es	invisible	a	nuestros
ojos.	Pregunta	a	tu	equipo	o	a	tus	colegas	qué	tareas	podrías	hacer	con	menos
frecuencia	o	directamente	rechazar.
Aprende	a	gestionar	tus	tareas	con	rapidez
¿Te	esfuerzas	por	ser	buen	líder,	pero	sientes	que	no	tienes	tiempo	para	hacerlo
bien?	No	caigas	en	la	trampa	de	pensar	que	el	liderazgo	es	un	compromiso
adicional	a	tu	trabajo;	lo	que	cuenta	es	cómo	ejerces	tu	liderazgo,	no	cuánto
tiempo	inviertes	en	ello.	Aquí	tienes	tres	formas	de	maximizar	tu	gestión	con	la
mínima	inversión	de	tiempo:
Convierte	los	tiempos	muertos	en	momentos	de	aprendizaje.	Busca	breves
espacios	en	tu	jornada	laboral	para	intercambiar	opiniones	con	otras
personas.	Por	ejemplo,	al	salir	de	una	reunión,	dedica	dos	minutos	a	dar	o
recibir	feedback	sobre	la	presentación	que	se	haya	hecho.
Acércate	a	visitar	a	tus	colegas	o	subordinados.	Una	vez	al	día,	levántate	y	ve	a
la	mesa	de	alguien	con	quien	no	hayas	hablado	últimamente.	Tómate	un	par
de	minutos	para	preguntarle	en	qué	está	trabajando.
Contacta	con	dos	personas	cada	día.	Envía	un	correo	electrónico	a	dos
personas	con	las	que	te	hayas	reunido	ese	día	y	da	o	pide	feedback.	Si	son
conscientes	de	que	te	preocupas	por	su	desarrollo	profesional	mantendrán	un
buen	compromiso	con	su	labor.
Incrementa	tu	productividad
Vivimos	en	un	mundo	exigente	y	a	la	vez	repleto	de	distracciones.	A	veces,
mantener	un	buen	nivel	de	productividad	puede	parecer	imposible.	Nosotros	te
presentamos	tres	maneras	de	hacer	tu	trabajo	sin	quemarte	en	el	intento:
Lleva	una	lista	de	tareas	pendientes	que	incluya	todo	lo	que	quieres	o
necesitas	hacer.	El	mero	hecho	de	apuntarlas	libera	espacio	mental	y	te
permitirá	concentrarte	en	lo	que	tengas	entre	manos.
Resuelve	las	tareas	más	importantes	en	primer	lugar.	Antes	de	marcharte	del
trabajo	por	la	tarde,	decide	qué	tarea	necesitas	terminar	al	día	siguiente.	Hazla
por	la	mañana,	nada	más	llegar,	cuando	tienes	más	energía	y	aún	no	han
aparecido	las	primeras	distracciones.
Reserva	tiempo	para	las	tareas	menos	urgentes.	Es	muy	fácil	que	lo	urgente	te
atrape	y	ya	no	puedas	dedicarte	a	nada	más.	Así	que	guarda	ciertos	huecos	en
tu	agenda	para	hacer	cosas	que,	de	otro	modo,	nunca	abordarías,	como
escribir,	pensar	de	forma	creativa	o	forjar	nuevas	relaciones.
Mantén	al	día	tu	lista	de	tareas	pendientes
La	autodisciplina	no	es	una	empresa	fácil.	Sigue	estas	tres	recomendaciones	para
cumplir	todas	tus	tareas	y	ser	cada	vez	más	eficiente:
Comprométete	a	resolver	tres	tareas	antes	de	que	acabe	la	mañana.	Las
estadísticas	muestran	que	los	equipos	deportivos	que	van	por	delante	en	el
marcador	en	el	descanso	tienen	más	probabilidades	de	ganar	el	partido.	Así
que	disfruta	de	tu	almuerzo	sabiendo	que	has	terminado	al	menos	tres	tareas
por	la	mañana.
Organiza	bien	tu	ritmo	de	trabajo.	Divide	los	proyectos	en	segmentos
asequibles.	Aborda	las	partes	más	largas	al	principio	y	asegúrate	de	que	sean
cada	vez	más	breves.	Esto	ha	de	ser	así	porque,	si	dejas	las	más	extensas	para
el	final,	te	quedarás	sin	energía	antes	de	que	termine	la	jornada.
Aborda	las	tareas	similares	a	la	vez.	A	la	mente	humana	se	le	da	bien	la
repetición,	así	que	genera	una	inercia	abordando	proyectos	parecidos	al
mismo	tiempo.
Prioriza	la	importancia	sobre	la	cantidad
La	investigación	en	este	ámbito	ha	mostrado	que	la	multitarea	suele	dar	lugar	a
resultados	mediocres.	Si	prestas	muy	poca	atención	a	muchas	cosas,	acabarás	no
haciendo	ninguna	bien.	Pero	la	solución	tampoco	es	centrar	toda	tu	atención	en
una	sola	tarea;	así	sería	complicado	sacar	adelante	todo	el	trabajo.	De	modo	que
identifica	lo	más	relevante	y	focalízate	en	ello.	Si	priorizas	la	importancia	frente
a	la	cantidad	y	prestas	toda	tu	atención	a	las	tareas	que	de	verdad	son	cruciales,
aumentará	la	calidad	de	tu	trabajo.	Y	¿qué	puedes	hacer	con	las	tareas	que	no	son
clave?	Pues	apuntarlas	en	una	lista	para	abordarlas	más	adelante;	si,	pasado	un
tiempo,	no	figuran	ya	en	la	lista	de	tareas	principales,	plantéate	si	de	verdad	son
necesarias.
Cumple	los	objetivos	a	corto	plazo
Los	esfuerzos	para	mejorar	suelen	evaluarse	en	función	de	los	objetivos	a	largo
plazo.	Sin	embargo,	los	éxitos	a	corto	plazo	también	son	básicos	para	avanzar
hacia	esos	otrosmás	generales.	Aquí	tienes	tres	maneras	de	ampliar	tus
horizontes	profesionales	que	puedes	poner	en	práctica	de	inmediato:
Saca	partido	a	tus	puntos	fuertes.	Haz	lo	que	sabes	hacer.	Es	decir,	al
principio	de	tu	carrera	profesional	tiene	sentido	que	pruebes	un	poco	de	todo	e
intentes	compensar	tus	debilidades.	Pero,	a	partir	de	cierto	momento,	es	mejor
centrarse	en	las	fortalezas.
Consolida	tu	«marca».	Haz	otras	actividades	al	margen	del	trabajo	para
promover	la	imagen	que	quieras	transmitir.	Por	ejemplo,	si	se	te	da	bien	la
gestión	de	proyectos,	participa	en	la	asociación	de	madres	y	padres	del	colegio
de	tus	hijos.	Gana	experiencia	e	intercambia	opiniones	en	otros	ámbitos	para
luego	aplicar	esas	capacidades	en	el	trabajo.
Genera	el	contexto	adecuado	para	el	éxito.	Rodéate	de	gente	que	te	permita
hacer	bien	tu	trabajo.	Las	personas	necesitamos	reconocer	los	valores	y
objetivos	comunes	antes	de	compartir	lo	que	sabemos.	Así	que	invierte	parte	de
tu	tiempo	en	ese	tipo	de	relaciones.
No	pretendas	controlarlo	todo
Los	líderes	que	supervisan	en	exceso	a	los	demás	hacen	un	flaco	favor	a	su
empresa,	a	su	equipo	y	a	su	propio	liderazgo.	Es	más,	el	resultado	suele	ser	que
se	frena	el	crecimiento	de	la	empresa.	Si	quieres	que	tu	compañía	prospere,	una
de	las	decisiones	más	inteligentes	que	puedes	tomar	es	ceder	parte	del	control.
Para	ello:
Delega	ciertas	decisiones.	Si	tomas	tú	todas	las	decisiones	solo	lograrás	poner
piedras	en	el	camino	de	tu	empresa.	Distribúyelas	entre	tus	subordinados	todo
lo	posible.
Acepta	los	errores	ajenos.	Compartir	responsabilidades	implica	que	las	cosas
no	siempre	saldrán	según	lo	previsto.	Lo	mejor	que	puedes	hacer	es	preparar	a
los	miembros	de	tu	equipo	para	evitar	errores	transmitiéndoles	unas
expectativas	claras	y	proporcionándoles	las	herramientas	necesarias	para
hacer	bien	su	trabajo.
Cuenta	con	buenos	apoyos.	Para	ceder	el	control,	necesitas	tener	a	tu
alrededor	a	gente	de	confianza,	de	modo	que	invierte	todo	lo	posible	en	la
formación	de	las	personas	más	capacitadas	de	tu	equipo.
Evita	supervisar	de	forma	constante	tu	trabajo
No	controlar	todo	el	tiempo	a	los	demás	es	una	cosa,	pero	lograr	hacerlo	con	tu
propio	trabajo	puede	ser	más	difícil	aún.	Te	proponemos,	pues,	tres	acciones	para
evitar	este	mal	hábito:
Presta	atención	a	los	resultados.	No	te	centres	en	los	detalles	antes	de	hacerte
una	idea	del	panorama	general.	Más	bien	concéntrate	en	los	objetivos	a	largo
plazo.
No	dudes	de	ti.	Cambiar	de	opinión	cada	dos	por	tres	puede	ser	un	gran
inconveniente	para	tu	trabajo	y	el	de	los	demás.	Intenta	obtener	una	imagen
global	del	proyecto	antes	de	decidir	qué	camino	tomar.
Supervisa	tu	trabajo	cuando	sea	necesario.	Todos	los	proyectos	requieren	que
se	dedique	un	tiempo	a	pulir	los	detalles.	Cuando	sea	el	momento,	entonces	sí,
actúa	de	forma	puntillosa.
Cómo	evitar	la	fatiga
Agotarse	en	el	trabajo	es	muy	frecuente.	Este	estado,	que	se	caracteriza	por	el
cansancio,	la	apatía	y	la	escasa	eficiencia,	surge	cuando	hay	sobrecarga	de
información,	repetición	de	tareas	o	falta	de	periodos	de	descanso.
Una	buena	estrategia	para	prevenir	la	fatiga	es	aprovechar	mejor	los	recursos	que
tienes	a	mano.	Por	ejemplo,	delega	ciertas	responsabilidades	en	los	miembros	de
tu	equipo	que	quieran	aprender	nuevas	habilidades,	o	resiste	el	impulso	de
abordar	las	tareas	urgentes	pero	sin	importancia,	o	de	responder	los	correos
electrónicos	en	cuanto	lleguen	(mejor	reservar	un	par	de	momentos	al	día	para
eso	y	para	hacer	llamadas).
Gestiona	el	estrés	afrontándolo
Nos	han	hablado	un	millón	de	veces	de	los	efectos	nocivos	del	estrés.	Pero
¿cómo	puedes	manejarlo	si	no	desaparece	su	causa?	Bien,	el	secreto	es	averiguar
cuál	es	tu	respuesta	habitual	al	estrés:	si	lo	incrementa	tu	productividad,	es	decir,
hace	que	te	pongas	a	limpiar	tu	casa	o	que	te	reúnas	más	a	menudo	con	tu
equipo,	entonces	tienes	suerte,	porque	en	la	mayoría	de	los	casos	la	respuesta	al
estrés	es	negativa.	Algunas	de	las	reacciones	más	comunes	son	incrementar	el
nivel	de	supervisión,	hacer	sugerencias	inapropiadas	o	dudar	de	las	propias
decisiones.	Si	ves	que	te	comportas	así,	tómate	un	descanso.	Fijarte	en	tu
comportamiento	puede	ayudarte	a	reaccionar	antes	de	que	los	efectos	del	estrés
sean	más	perniciosos.
Diviértete	en	el	trabajo
No	hace	falta	que	salgas	temprano	de	la	oficina	para	dejar	de	trabajar;	basta	con
que	te	libres	de	la	sensación	de	que	estás	trabajando.	Haz	de	tu	actividad
profesional	un	espacio	de	diversión	siguiendo	estas	indicaciones:
Rodéate	de	gente	con	la	que	lo	pases	bien	trabajando.	Es	cierto	que	no	siempre
vas	a	tener	la	oportunidad	de	elegir	a	tus	colegas,	pero	cuando	la	tengas
escoge	proyectos	que	te	permitan	colaborar	con	personas	de	confianza,	a	las
que	respetas	y	con	las	que	te	gusta	estar.
Trabaja	en	proyectos	que	te	hagan	disfrutar.	De	nuevo,	no	siempre	dispondrás
de	esa	libertad,	pero	si	la	tienes	busca	proyectos	que	te	interesen	y	apasionen.
Si	no	te	motiva	ninguno	de	los	que	tienes	ahora	mismo	entre	manos,	toma	la
iniciativa	de	proponer	uno	nuevo	que	te	interese	y	puedas	liderar.
Tómate	breves	descansos
Todo	el	mundo	necesita	descansar	de	vez	en	cuando.	Sin	embargo,	en	el	entorno
laboral	hacer	un	alto	en	el	camino	no	es	siempre	lo	más	beneficioso	para	la
empresa	(ni	para	tu	cuenta	corriente).	En	cualquier	caso,	halla	la	forma	de
encajar	pequeños	respiros	en	tu	labor	cotidiana	para	recuperar	energías.	Estas
tres	cosas	se	pueden	hacer	en	menos	de	una	hora:
Ejercicio.	Saca	tiempo	para	ello	por	las	mañanas,	antes	de	ir	a	trabajar,	o	a	la
hora	de	comer.
Apagar	el	móvil.	Aunque	solo	sea	una	hora,	desconectar	el	teléfono	mientras
das	un	paseo	o	cenas	con	un	amigo	te	dará	un	momento	de	«tranquilidad»	que
te	hará	regresar	con	más	facilidad	a	la	concentración	cuando	vuelvas	a
encenderlo.
Hacer	un	crucigrama.	Numerosos	estudios	han	demostrado	que	los
pasatiempos	y	juegos	de	ingenio	agudizan	la	mente.	Así	que	practícalos,	por
ejemplo,	mientras	comes;	esto	supondrá	un	breve	descanso	mental.
No	permitas	que	tus	puntos	fuertes	se	vuelvan
debilidades
Muchas	de	las	cualidades	que	te	han	ayudado	a	llegar	donde	estás	pueden
también	suponer	un	freno	en	tu	carrera.	Ten	en	cuenta	estas	tres	cualidades,	que
son	un	arma	de	doble	filo:
Persistencia.	La	voluntad	de	perseverar	pese	a	los	obstáculos	ha	dado	lugar	a
grandes	innovaciones	y	al	éxito	de	muchas	empresas.	No	obstante,	puede
trocarse	en	terquedad.	Así	que	defiende	tus	ideas	solo	cuando	sepas	que	son
correctas	y	cuentes	con	evidencias	que	las	corroboren,	pero	cede	si	hay	señales
de	que	debes	tomar	otro	rumbo.
Control.	Por	supuesto,	las	etapas	iniciales	de	una	empresa	requieren	que	sus
responsables	se	involucren	en	todas	las	actividades	del	día	a	día.	Pero,	a
medida	que	la	empresa	crece,	esta	atención	a	los	detalles	―casi,	podríamos
decir,	maniática―	puede	ser	contraproducente.	Así	que,	llegado	el	momento,
no	dudes	en	delegar	ciertas	tareas	o	ceder	el	control.
Lealtad.	Los	vínculos	más	estrechos	se	forjan	cuando	la	gente	trabaja	junta
día	tras	día,	y	es	verdad	que	las	relaciones	leales	pueden	dar	grandes
resultados.	No	obstante,	hay	que	saber	cuándo	esa	lealtad	está	nublando	tu
juicio	a	la	hora	de	evaluar	las	virtudes	y	defectos	de	los	demás.
Cambia	tu	forma	de	comportarte
Desarrollar	tus	habilidades	de	liderazgo	no	es	tarea	fácil:	cambiar	hábitos	es
duro,	requiere	tiempo	y	genera	frustración.	Aunque	si	logras	superar	los
siguientes	cinco	obstáculos,	que	suelen	ser	los	más	comunes,	tendrás	el	camino
despejado:
Asume	la	responsabilidad	del	cambio.	Si	no	crees	que	puedes	hacerlo,	no	lo
harás.	Confía	en	tu	habilidad	para	cambiar	y	asume	la	responsabilidad	antes
de	empezar.
Sé	paciente.	Los	resultados	positivos	y	duraderos	no	surgen	de	inmediato,	lo
habitual	es	que	tarden	el	doble	de	lo	que	la	mayoría	piensa.
Acepta	que	habrá	dificultades.	Los	cambios	reales	exigen	esfuerzo.	Así	que
prepárate	para	afrontar	desafíos	imprevistos.
Evita	las	distracciones.	Cuenta	con	que	siempre	aparecerá	alguna	tarea	más
importante	que	debasatender.	Pero	tu	desarrollo	profesional	ha	de	ser	tu
prioridad,	así	que	procura	que	las	distracciones	no	te	desvíen	del	rumbo	a
seguir.
Mantén	el	ritmo.	No	cantes	victoria	nada	más	empezar.	Los	cambios
duraderos	requieren	de	un	esfuerzo	prolongado.
Cultiva	la	proactividad
Diversas	investigaciones	han	demostrado	que	la	memoria	ayuda	a	gestionar
mejor	el	futuro.	Y,	en	el	mundo	de	los	negocios,	la	habilidad	para	anticipar	y
manejar	demandas	venideras	es	una	ventaja.	Una	mente	proactiva	usa	la
experiencia	pasada	para	hacer	analogías	con	el	entorno	actual.	Por	eso,	te
ayudará	a	entender	dónde	estás	y	a	visualizar	las	oportunidades	futuras.	Todo	el
mundo	nace	con	un	cerebro	proactivo,	pero	estos	tres	consejos	te	servirán	para
mejorar	su	rendimiento:
Dale	mucho	trabajo.	Genera	una	rica	reserva	de	información	de	la	que	puedas
sacar	partido.	Expón	a	tu	cerebro	a	experiencias	y	situaciones	diversas.
Aprovecha	las	experiencias	ajenas.	Descubre	todo	lo	que	puedas	sobre	ellas
hablando	e	interactuando	con	la	gente,	o	leyendo	biografías.
Permite	a	tu	mente	divagar.	Disponer	de	tiempo	libre	le	dará	a	tu	cerebro	la
oportunidad	de	recuperar	y	recombinar	experiencias	pasadas,	de	modo	que
puedas	anticipar	el	futuro.
Reserva	tiempo	para	revisar	tus	decisiones
Preguntarte	si	has	tomado	la	decisión	correcta	puede	ser	útil	para	saber	si	vas	por
buen	camino.	Pero	si	lo	haces	en	el	momento	equivocado,	es	posible	que
renuncies	a	compromisos	clave.	No	te	cuestiones	cuando	te	sientas	más
vulnerable,	mejor	recapacita	solo	si	tienes	el	estado	de	ánimo	adecuado.	Por
ejemplo,	no	pongas	en	duda	tu	iniciativa	de	hablar	más	durante	las	reuniones	al
entrar	en	la	sala;	hazlo	cuando	lleves	diez	minutos	de	reunión	y	ya	hayas	visto
cómo	marcha	la	cosa.	Por	tanto,	fijar	un	momento	para	revisar	tus	decisiones	te
ayudará	a	cuestionar	una	sola	vez	tus	actos,	en	lugar	de	estar	todo	el	día	dándoles
vueltas.
Confía	en	ti,	pero	no	te	obceques
Una	de	las	claves	para	tomar	buenas	decisiones	es	la	autoconfianza.	Procura
actuar	siempre	de	acuerdo	con	tus	convicciones,	porque	si	dudas	de	ti	al	tomar
una	decisión	la	confianza	en	tu	liderazgo	puede	verse	afectada.	Mostrar	firmeza
al	dar	tu	opinión	es	un	signo	de	seguridad	y	proporciona	también	una	guía	a	los
demás.	No	obstante,	evita	aferrarte	demasiado	a	tus	decisiones	y	actúa	con
humildad:	asume	que	quizá	te	equivocas.	Cuando	eso	ocurra,	no	olvides	tener
buena	disposición	para	cambiar	de	opinión	y	corregir	el	rumbo.
Recupérate	de	los	errores
Aunque	la	mayoría	de	la	gente	sabe	que	cometer	errores	es	inevitable,	a	nadie	le
gusta.	Lo	bueno	es	que	ni	siquiera	los	grandes	errores	tienen	por	qué	llevar	al
fracaso	profesional	si	se	gestionan	bien.	Así	que,	la	próxima	vez	que	cometas	un
error,	sigue	estos	tres	pasos	para	recuperarte	con	elegancia:
Asume	el	error.	Tratar	de	ocultarlo	o	restarle	importancia	puede	ser	nefasto
para	tu	carrera.	Actúa,	pues,	con	sinceridad	y	transparencia,	y	asume	la
responsabilidad	sin	ponerte	a	la	defensiva.
Haz	los	cambios	pertinentes.	Cada	error	es	una	oportunidad	para	aprender.
En	estos	casos,	explica	a	tu	jefe	y	al	resto	de	partes	implicadas	lo	que	harás
distinto	la	próxima	vez.
No	dejes	de	intentarlo	ni	permitas	que	tus	errores	te	impidan	asumir	riesgos.
Una	vez	que	el	error	haya	quedado	atrás,	céntrate	en	el	futuro.
Identifica	tus	cualidades
Todo	el	mundo	posee	alguna	habilidad	especial,	algo	que	le	puede	hacer	marcar
la	diferencia.	Tal	vez	lleves	años	perfeccionándola	o,	simplemente,	te	salga	de
forma	natural.	A	continuación,	te	presentamos	tres	posibles	maneras	de
identificar	esa	cualidad:
Observa	tu	forma	de	actuar.	Es	posible	que	hagas	eso	que	se	te	da	tan	bien	por
instinto,	es	decir,	sin	darte	cuenta.	Así	que	pregúntate	en	qué	momentos
experimentas	mayor	satisfacción	y	motivación.
Busca	puntos	de	unión.	Tal	vez	no	poseas	un	único	talento,	sino	una
combinación	de	múltiples	cualidades.
Escucha	las	alabanzas.	Tus	colegas,	tu	superior	e	incluso	tu	pareja	suelen	ser
un	buen	espejo	para	tus	puntos	fuertes.	No	rechaces	los	cumplidos,
aprovéchalos	para	descubrir	tus	cualidades.
Conviértete	en	líder	de	opinión
Hoy	en	día	todo	el	mundo	tiene	una	marca	personal.	Pero	para	avanzar	necesitas
ir	más	allá	de	ser	que	«alguien	que	sabe	cómo	funciona	el	negocio».	Descríbete
como	una	persona	con	una	perspectiva	única,	que	es	respetada	dentro	y	fuera	de
la	empresa.	Las	siguientes	son	tres	posibles	formas	de	hacerlo:
Crea	un	perfil	virtual.	Internet	es	un	lugar	perfecto	para	mostrar	tus
conocimientos.	Escribe	comentarios	en	algunos	blogs	y	conecta	con	otros
usuarios	para	crear	una	red.
Busca	reconocimiento.	Localiza	los	premios	más	relevantes	de	tu	sector	y	no
temas	presentarte	a	esas	convocatorias	o	convencer	a	tus	colegas	para	que	lo
hagan	por	ti.
Presume	de	currículum.	Tus	logros	y	contactos	no	siempre	están	bajo	tu
control,	pero	si	tienes	un	título	de	una	buena	universidad	o	cuentas	con	la
recomendación	de	una	persona	importante,	no	lo	ocultes.	La	credibilidad	que
obtengas	gracias	a	ello	es	muy	valiosa.
Céntrate	en	tus	habilidades	distintivas
A	la	hora	de	venderse	en	el	«mercado	del	talento»,	centrarse	en	los
requisitos	mínimos	para	cualquier	puesto	se	queda	corto;	mucha	gente	los
cumple.	Pero	tal	vez	tengas	una	habilidad	especial,	algo	que	haces	de	forma
casi	inconsciente	y	que	quizá	te	ayude	a	destacar.	Pregunta	a	tus	colegas	o
amistades	qué	cualidades	o	capacidades	puedes	estar	pasando	por	alto,	y
concéntrate	en	ellas.	Compártelas	con	las	empresas	a	las	que	quieras
incorporarte,	o	con	tu	jefe,	si	está	considerando	concederte	un	aumento.	Las
empresas	no	solo	quieren	a	gente	ligeramente	mejor	que	el	resto,	sino,	sobre
todo,	a	quien	tenga	habilidades	especiales	y	distintivas.
Rompe	tus	barreras	mentales
Si	tu	objetivo	es	llegar	a	un	puesto	de	mayor	responsabilidad	en	la	empresa,	es
probable	que	te	enfrentes	a	ciertas	barreras	organizativas;	sobre	todo	si	eres
mujer.	No	obstante,	tus	propias	barreras	mentales	pueden	tener	un	efecto
parecido.	Para	conseguir	lo	que	quieres	has	de	pedirlo	y,	en	algunos	casos,
presionar	a	tus	superiores.	Nunca	des	por	sentado	que	te	van	a	tratar	de	forma
justa;	define	qué	quieres	y	expón	tus	demandas.	Los	prejuicios	en	el	mundo	de	la
empresa	existen,	pero	no	dejes	que	tus	temores	te	hagan	perder	lo	que	mereces.
Véndete	de	la	mejor	manera
¿Los	rumores	de	despido	se	extienden	cada	vez	más	por	tu	empresa?	Si	es	así,
dar	a	conocer	el	valor	que	le	aportas	resulta	fundamental.	Pero	venderse	es	un
arte	complejo,	porque	si	exageras	o	lo	enfocas	de	manera	incorrecta	puede
parecer	que	actúas	con	fanfarronería.
Así	que	véndete	bien,	describiendo	el	trabajo	que	haces	y	relacionándolo	con	los
objetivos	de	la	empresa.	Por	ejemplo:	«He	invertido	mucho	esfuerzo	en	esta
nueva	base	de	datos	de	clientes,	y	es	muy	gratificante	saber	que	permitirá	una
mayor	fidelización	de	nuestra	clientela»;	o	bien:	«He	trabajado	muy	duro	para
preparar	la	presentación	del	proyecto	porque	quiero	que	lo	empecemos	con	buen
pie».
Perfecciona	tu	discurso
Una	historia	personal	de	treinta	segundos	no	solo	es	útil	para	quienes	buscan
trabajo.	Ser	capaz	de	hablar	de	ti	y	describir	tus	cualidades	te	puede	ayudar	a
forjar	relaciones	de	confianza.	A	continuación,	te	ofrecemos	tres
recomendaciones	para	perfeccionar	tu	propio	relato:
Céntrate	en	lo	más	relevante,	no	en	lo	más	reciente.	Tu	última	experiencia
profesional	no	tiene	por	qué	ser	lo	primero	que	comentes.	Piensa	en	el	perfil
de	tus	oyentes	y,	en	función	de	ello,	háblales	sobre	las	habilidades	o
experiencias	que	consideres	más	destacables.
Pon	el	foco	en	tus	habilidades.	No	necesitas	tener	una	gran	experiencia	en
marketing	para	que	se	te	dé	muy	bien	trabajar	en	ese	campo.	Expón	siempre
tus	principales	cualidades	y	explica	de	qué	modo	tu	experiencia	puede
aplicarse	a	la	situación	concreta	a	la	que	te	enfrentas.
Conecta	los	puntos	principales	de	tu	discurso.	Es	decir,	no	hagas	un	resumen,
mejor	elabora	un	relato	coherente.	Conecta	tus	experiencias	más	relevantes	y
explica	cómo	te	han	ayudadoa	llegar	donde	estás.
Construye	una	marca	de	liderazgo
Una	«marca	de	liderazgo»	sirve	para	explicar	cómo	es	tu	forma	de	liderar	y	qué
se	puede	esperar	de	ti.	Resumir	tu	marca	en	un	discurso	es	útil	y	esclarecedor.
Para	ello,	en	primer	lugar	responde	a	estas	dos	preguntas:
¿Qué	quiero	que	sepan	de	mí?
¿Qué	resultados	pretendo	obtener	en	los	próximos	meses?
Luego	añade	ambas	respuestas	al	siguiente	discurso:	«Quiero	que	me	conozcan
por	______	para	poder	alcanzar______».	Una	vez	elaborado	tu	discurso,
contrástalo	con	tus	colegas:	pregúntales	si	cumples	sus	expectativas	y	si	ven	tu
marca	de	liderazgo	de	la	misma	manera	que	tú.
Pide	un	aumento	de	sueldo
Solicitar	un	aumento	puede	ser	de	lo	más	incómodo.	Por	tanto,	te	presentamos
tres	consejos	para	que	tu	propuesta	no	parezca	arrogante	y	tengas	más
posibilidades	de	éxito:
Elige	el	momento	adecuado.	Es	mejor	negociar	tu	aumento	cuando	tu
reputación	esté	en	lo	más	alto:	si	tu	equipo	acaba	de	obtener	buenos
resultados	o	al	finalizar	un	proyecto	clave.	Y	evita	hacerlo	cuando	sepas	que	a
tu	superior	le	preocupan	otros	asuntos.
Diseña	un	plan.	Ten	clara	la	cifra	que	deseas.	Sé	realista	y	prepara	un
discurso	para	apoyar	tu	propuesta.	Con	este	fin,	usa	datos	objetivos	y	haz
referencia	a	éxitos	recientes.
Evita	la	ambigüedad	y	transmite	positividad.	Céntrate	en	lo	positivo	de	tu
trabajo	y	evita	sacar	a	relucir	otros	aspectos	durante	la	reunión.	Explica	con
claridad	qué	quieres	sin	que	parezca	un	ultimátum.
Gestiona	bien	la	ansiedad	derivada	de	un	ascenso
Que	te	asciendan	puede	resultar	tan	gratificante	como	estresante.	Y	es	que	tras
las	felicitaciones	llega	el	momento	de	enfrentarse	a	nuevas	expectativas.	A
continuación,	te	damos	tres	tips	muy	útiles	para	hacer	frente	a	la	ansiedad	que	la
mayoría	de	la	gente	experimenta	al	incorporarse	a	un	nuevo	puesto:
Busca	apoyos.	Encuentra	a	alguien	que	pueda	ser	tu	aliado,	mentor	o	coach	y
que	te	oriente	en	el	trabajo	durante	los	primeros	meses.	Pídele	a	esa	persona
que	sea	honesta	contigo	y	que	te	dé	feedback	positivo.
Diseña	un	plan.	Define	qué	quieres	lograr	en	los	primeros	meses.	Sé	realista	y
establece	prioridades	claras	para	luego	poder	hacer	los	ajustes	pertinentes.
Sé	consciente	de	tus	límites.	Un	puesto	nuevo	implica	nuevas
responsabilidades.	Actúa	siempre	con	honestidad	e	identifica	lo	que	queda
fuera	de	tu	control.
Conviértete	en	líder	del	futuro
¿Qué	cualidades	y	responsabilidades	definirán	a	los	líderes	del	futuro?	¿Qué
habilidades	y	conocimientos	necesitas	adquirir	para	convertirte	en	uno	de	ellos?
Una	adecuada	gestión	de	los	cambios.	A	medida	que	el	mercado	y	la
tecnología	cambian	y	avanzan,	las	empresas	y	sus	estrategias	también	deben
modificarse	y	adaptarse.	Así	pues,	los	líderes	del	futuro	tendrán	que	ser
expertos	en	la	gestión	del	cambio.
Un	conocimiento	profundo	de	los	mercados	emergentes.	Los	líderes	del
mañana	deberán	identificar	y	aprovechar	las	nuevas	posibilidades	a	medida
que	los	mercados	emergentes	se	sitúen	en	el	centro	de	la	economía	mundial.
Capacidad	para	inspirar	y	motivar.	En	un	futuro	marcado	por	el	cambio
constante,	la	habilidad	para	inspirar	y	motivar	a	los	demás	con	el	objetivo	de
trabajar	juntos	y	alcanzar	metas	comunes	será	fundamental.	Y	es	que	sin	unas
directrices	adecuadas	las	iniciativas	de	cambio	tienen	pocas	posibilidades	de
éxito.
Habilidad	para	liderar	una	gestión	flexible.	Los	líderes	tendrán	que	crear
empresas	flexibles,	que	potencien	la	eficiencia	sin	sacrificar	la	calidad.
La	gestión	de	tu	equipo
Cómo	convencer	a	los	líderes	que	quieren	la	vuelta	a
la	oficina	de	la	necesidad	del	trabajo	remoto
A	medida	que	las	empresas	recuperan	la	actividad	presencial	tras	los	meses
más	duros	de	la	pandemia,	gran	parte	del	personal	directivo	se	halla
atrapado	entre	esa	fracción	de	la	plantilla	que	quiere	seguir	trabajando
desde	casa	y	muchos	altos	cargos	que	pretenden	que	todo	el	mundo	regrese
a	la	oficina.	¿Cómo	se	puede	gestionar	esta	tensión?	En	primer	lugar,
descubre	qué	preocupa	a	la	directiva	de	tu	empresa.	¿Temen	quizá	que	la
gente	no	se	tome	en	serio	el	trabajo?	¿Que	no	se	esfuercen	lo	suficiente?
Una	vez	sepas	qué	se	oculta	tras	su	postura,	busca	cómo	gestionar	esas
preocupaciones.	Demuéstrales	que	el	trabajo	remoto	es	beneficioso	para	la
empresa,	no	solo	para	su	personal.	Por	ejemplo,	puedes	hacer	hincapié	en	su
valor	para	retener	a	gente	muy	cualificada	que,	en	caso	contrario,	se	iría.
También	puedes	señalar	que	da	la	posibilidad	de	aprovechar	una	fuente	de
talento	mayor.	Y	consultar	al	departamento	de	recursos	humanos	si
disponen	de	datos	que	apoyen	esta	modalidad	de	trabajo	en	remoto.	Por
otro	lado,	esfuérzate	en	demostrar	que	tu	equipo	está	comprometido	con	los
objetivos	de	la	empresa,	con	independencia	del	lugar	donde	trabajen.	Por
ejemplo,	puedes	invitar	a	algunos	altos	cargos	a	ciertas	reuniones
telemáticas	entre	trabajadores	presenciales	y	remotos,	para	que
comprueben	que	todo	el	mundo	asume	el	mismo	nivel	de	compromiso	y
participan	en	idéntica	medida,	estén	donde	estén.
En	cualquier	caso,	si	la	dirección	de	la	empresa	está	presionando	al	personal	para
que	vuelvan	a	la	oficina,	y	tú	crees	que	un	cierto	equilibrio	podría	dar	mejor
resultado,	pon	en	marcha	estas	estrategias	para	defender	tu	postura.
Cómo	dar	feedback	a	distancia
Retroalimentar	al	equipo	es	una	de	las	responsabilidades	más	difíciles	de	la
gestión,	y	si	se	trabaja	en	remoto,	todavía	más.	¿Cómo	puedes	adaptar	tu	forma
de	dar	feedback	para	que	sea	adecuada	al	personal	que	trabaja	remotamente?
Aquí	tienes	algunos	tips:
Primero,	conoce	el	punto	de	vista	de	tu	equipo.	Es	necesario	que	entiendas	la
percepción	que	tienen	sobre	su	rendimiento	antes	de	expresar	la	tuya.
Antes	de	hacer	una	crítica,	aprecia	algún	aspecto	de	su	trabajo.	Es	probable
que	su	receptividad	a	tus	comentarios	sea	mayor	si	saben	que	los	valoras.
Expresa	tus	intenciones	de	forma	positiva.	Algo	tan	sencillo	como	«estoy	de	tu
lado»	puede	ser	de	gran	ayuda.
Aclara	y	contrasta.	«Me	refiero	a	esto	y	no	a	aquello».
Pide	a	tus	subordinados	que	expongan	sus	propias	conclusiones.
Hoy	en	día	todo	el	mundo	está	sometido	a	un	intenso	estrés	por	culpa	de	la
pandemia.	De	modo	que,	si	actúas	con	tacto	a	la	hora	de	dar	feedback,
fomentarás	que	los	miembros	de	tu	equipo	se	centren	en	el	contenido	del
mensaje,	incluso	si	la	comunicación	se	produce	en	remoto.
¿Quieres	que	tu	equipo	rinda	a	un	alto	nivel?
Fomenta	las	relaciones	sociales
Cualquier	líder	que	se	precie	de	serlo	quiere	dar	con	la	fórmula	para	diseñar	un
equipo	de	alto	rendimiento.	No	obstante,	un	factor	que	se	suele	tener	poco	en
cuenta	es	la	importancia	de	las	relaciones	sociales.	Si	quieres	optimizar	la
productividad	de	tu	equipo,	te	ofrecemos	distintas	estrategias	que	han	probado	su
eficacia	en	el	fomento	de	las	relaciones	personales	en	equipos	de	trabajo:
Busca	espacios	para	crear	vínculos	que	no	tengan	que	ver	con	el	trabajo.	Los
mejores	equipos	no	lo	son	porque	trabajen	todo	el	tiempo.	De	hecho,	hablar	de
otros	asuntos	―deportes,	libros	o	familia―	ayuda	a	descubrir	intereses
compartidos	y	hará	que	los	miembros	de	tu	equipo	se	relacionen	de	una	forma
más	auténtica.	De	este	modo,	los	lazos	de	amistad	se	fortalecerán,	lo	cual	va	a
repercutir,	sin	duda,	en	la	mejora	del	trabajo	en	equipo.
Construye	una	cultura	del	reconocimiento.	Este	es	muchas	veces	un	factor
motivador	más	potente	que	cualquier	incentivo	monetario.	Además,	reconocer
el	trabajo	bien	hecho	no	siempre	debe	seguir	una	estructura	jerárquica;
normaliza	en	tu	entorno	las	muestras	de	aprecio	por	el	trabajo	de	los	demás.
Prioriza	la	autenticidad.	Es	básico	crear	un	ambiente	en	el	que	la	gente	se
sienta	cómoda	expresando	con	franqueza	las	emociones	positivas	y	negativas,
y	sintiendo	que	pueden	hacer	cumplidos	y	bromas	a	sus	colegas.
Aprende	a	dirigir	tu	negocio	con	cierto	grado	de
incertidumbre
La	incertidumbre	es	inevitable.	En	un	cargo	de	gestión	has	de	tener	disposición
para	dirigir	a	tu	equipo	en	tiempos	difíciles,	y	para	ello	es	necesario	que	tú
también	adoptes	la	mentalidadadecuada.	Los	siguientes	seis	consejos	te
ayudarán	a	cambiar	tu	perspectiva:
Acepta	la	incomodidad	de	no	saber.	Intenta	cambiar	tu	necesidad	de	saberlo
todo	por	la	valoración	del	aprendizaje.	Asume	que	no	hace	falta	que	tengas
todas	las	respuestas.
Distingue	las	cuestiones	«complicadas»	de	las	«complejas»,	puesto	que
requieren	soluciones	diferentes.
Huye	del	perfeccionismo	y	céntrate	en	avanzar.	Acepta	que	los	errores	se	van	a
producir	y	reconoce	tu	capacidad	para	corregir	el	rumbo	cuando	sea
necesario.
Resiste	la	tentación	de	simplificar	y	sacar	conclusiones	rápidas.	Adopta	un
enfoque	disciplinado	para	comprender	tanto	la	complejidad	de	la	situación
como	tus	propios	prejuicios.
Pide	asesoramiento.	Relaciónate	con	tus	colegas,	pues	siempre	podrás
aprovechar	sus	experiencias	y	perspectivas.
Mira	más	allá.	Si	adoptas	una	perspectiva	más	amplia	al	afrontar	un
problema,	es	posible	que	detectes	elementos	que,	de	otro	modo,	habrías	pasado
por	alto.
Lidera	haciendo	preguntas,	no	dando	respuestas
La	mayoría	de	los	líderes	suelen	centrarse	demasiado	en	disponer	de	todas	las
respuestas,	en	lugar	de	en	formular	las	preguntas	adecuadas.	Pero,	pese	a	lo	que
creas,	expresar	vulnerabilidad	y	pedir	ayuda	o	consejo	puede	ser	un	signo	de
fortaleza	y	confianza,	y	no	de	debilidad.	Piénsalo:	hacer	las	preguntas	adecuadas
es	una	muestra	de	confianza,	y	te	ayudará	a	lograr	que	los	demás	confíen	en	ti.
Por	ejemplo,	en	lugar	de	exponer	a	tu	equipo	una	nueva	oportunidad,	diles:
«¿Veis	alguna	oportunidad	para	cambiar	las	cosas	y	aportar	más	valor?».	Una
pregunta	tan	simple	puede	potenciar	la	colaboración	y	la	creatividad	hasta
niveles	insospechados.	Además,	si	normalizas	el	hecho	de	hacer	preguntas,
fomentarás	una	cultura	del	aprendizaje	que	permitirá	a	tu	equipo	seguir
innovando	y	resolviendo	los	retos	con	eficacia.	Haz	una	prueba	esta	misma
semana:	plantea	a	tu	equipo	una	pregunta	abierta	de	amplio	alcance	y	comprueba
si	obtienes,	gracias	a	ella,	nuevas	y	apasionantes	ideas.
Conviértete	en	un	líder	que	inspire
Para	ser	líder	necesitas	energía,	autoridad,	visión	de	futuro	y	una	habilidad
natural	para	la	estrategia.	Pero	todos	estos	rasgos	no	harán	que	tus	trabajadores
quieran	sacar	lo	mejor	de	sí	y	se	comprometan	contigo.	Así	que	te	presentamos	a
continuación	las	cuatro	cualidades	necesarias	para	conquistar	el	corazón,	la
mente	y	el	espíritu	de	tu	gente:
Humanidad.	Nadie	quiere	trabajar	con	alguien	perfecto.	Al	contrario,	lo	mejor
es	que	generes	un	ambiente	de	colaboración	y	solidaridad	mostrando	tus
debilidades.
Intuición.	Para	ser	más	eficaz,	has	de	saber	lo	que	ocurre	antes	de	que	te	lo
cuenten.	Recaba	toda	la	información	posible	fijándote	en	el	lenguaje	corporal
o	incluso	en	las	miradas	que	se	cruzan	los	miembros	de	tu	equipo;	esto	te
ayudará	a	detectar	mensajes	subyacentes.
Empatía.	Cuida	a	tus	trabajadores	y	no	aceptes	otra	cosa	que	no	sea	su
bienestar.
Autenticidad.	Demuestra	que	eres	una	persona	auténtica	haciendo	gala	de	tus
cualidades	distintivas	ante	la	gente	que	te	rodea.
Lidera	con	creatividad
Las	habilidades	que	eran	clave	para	los	líderes	de	antaño	no	funcionan	ya	en	este
mundo	de	cambios	repentinos	y	evolución	constante.	En	realidad,	en	los	años
venideros	solo	destacarán	quienes	sean	capaces	de	liderar	equipos	con
creatividad,	visión	de	futuro	y	empatía.	En	este	caso	te	presentamos	cinco
recursos	que	puedes	utilizar	para	actuar	de	forma	creativa	como	líder:	En	lugar
de	ordenar,	guía	hacia	el	éxito	a	tu	equipo	y	a	tu	empresa.
No	controles	a	la	gente	que	trabaja	para	ti,	ayúdala	a	mejorar.
Los	conocimientos,	la	experiencia	y	las	soluciones	suelen	estar	ahí;	solo	hay	que
ayudar	a	los	demás	a	encontrarlos.
Fomenta	el	respeto	predicando	con	el	ejemplo,	en	lugar	de	exigirlo.
Gestiona	de	forma	adecuada	tanto	los	éxitos	como	los	fracasos.
Muéstrate	humilde	en	el	triunfo	y,	siempre	que	sea	posible,	ofrece	al	resto	la
oportunidad	de	brillar.
Lidera	con	confianza
La	confianza	es	el	ingrediente	indispensable	para	un	buen	liderazgo.	Por
desgracia,	a	veces	es	más	fácil	darte	cuenta	de	tus	debilidades	que	identificar	tus
puntos	fuertes.	De	modo	que	formúlate	estas	dos	preguntas	para	afianzar	tu
autoconfianza:
¿Qué	tareas	haces	bien?	Elabora	una	lista	con	tus	fortalezas.	No	se	trata	de
incluir	los	éxitos	que	figuran	en	tu	currículo,	sino	de	detectar	los	aspectos	de
tu	personalidad	que	los	han	hecho	posibles.	Y	plantéate	lo	siguiente:	en	el
futuro,	¿cómo	pueden	ayudarte	tus	fortalezas	a	tener	éxito?
¿Por	qué	los	demás	deberían	seguirte?	Recuerda	las	situaciones	en	las	que	has
liderado	un	equipo	para	afrontar	un	reto	especialmente	complicado.	¿Por	qué
confiaron	en	tu	capacidad	para	sacar	el	proyecto	adelante	y	no	dudaron	de	tu
liderazgo?
Domina	los	principios	básicos
Existen	innumerables	opciones	y	métodos	para	ser	un	buen	líder,	pero	nunca	hay
que	olvidar	los	principios	básicos.	Estas	son	las	cinco	reglas	para	dominar	los
fundamentos	del	liderazgo:
Visualiza	el	futuro.	Expón	a	tu	equipo	hacia	dónde	os	dirigís	y	asegúrate	de
que	todo	el	mundo	lo	entienda.
Saca	el	trabajo	adelante.	Una	vez	sepas	tu	objetivo,	céntrate	en	cumplirlo.	Y,
de	nuevo,	asegúrate	de	que	el	resto	sepa	qué	tiene	que	hacer.
Fomenta	el	talento.	Aprovecha	al	máximo	las	cualidades	de	tu	personal;
fomenta	la	motivación	y	el	compromiso	para	que	den	lo	mejor	de	sí.
Preocúpate	por	el	talento	emergente.	Descubre	y	forma	a	los	talentos	que
necesitarás	en	el	futuro.
Invierte	en	ti.	No	siempre	vas	a	ejercer	un	liderazgo	perfecto.	Busca	la	manera
de	potenciar	tus	habilidades	para	ser	mejor.
Busca	la	sencillez
Cada	generación	de	líderes	cree	afrontar	nuevos	retos	que	requieren	diferentes
modelos	de	liderazgo.	Pero	una	labor	de	gestión	eficaz	no	implica	dominar
métodos	misteriosos	y	complejos;	se	trata	más	bien	de	buscar	la	sencillez	y
confiar	en	las	ideas	de	toda	la	vida,	esas	tan	obvias	y	que	han	sido	puestas	a
prueba	un	millón	de	veces.	Lo	que	antes	caracterizaba	a	un	buen	líder	sigue
haciéndolo	en	la	actualidad:	se	trata	de	ser	competente,	de	experimentar	empatía
y	de	ser	benevolente.	Así	que,	antes	de	sustituir	este	viejo	modelo	por	la	última
moda	de	la	gestión,	presta	atención	a	eso	que	ofrecen	los	nuevos	métodos:	verás
que	muchas	veces	son	los	mismos	conceptos	con	otra	etiqueta.
Evita	los	malos	hábitos	de	muchos	jefes
Ser	jefe	es	duro,	sobre	todo	cuando	necesitas	salvar	ciertas	distancias	con	las
personas	a	las	que	diriges.	Reconocer	esas	diferencias	puede	ayudarte	a
gestionarlas	mejor.	Y	aquí	te	ofrecemos	algunos	tips	para	conseguirlo.	Trabaja	en
la	reducción	de	los	siguientes	hábitos:
Autoengaño.	No	es	algo	exclusivo	de	los	jefes;	la	mayoría	de	las	personas	se
cree	más	capaz	de	lo	que	es	en	realidad.	De	modo	que	sé	consciente	de	que
quizá	te	autoengañas,	y	halla	la	manera	de	obtener	información	correcta	sobre
tus	habilidades.
Negligencia.	Quienes	están	una	posición	de	poder	siempre	reciben	las	críticas
más	severas	desde	abajo.	Pero	ese	nivel	de	atención	no	suele	ser	recíproco.	Así
que	cuando	alcances	un	puesto	de	responsabilidad	no	olvides	mantener	la
curiosidad	y	el	compromiso	con	tus	subordinados.
Aislamiento.	Nadie	quiere	dar	malas	noticias	a	su	jefe	y,	por	eso,	muchas
veces	quienes	ostentan	estos	cargos	desconocen	lo	que	pasa	a	su	alrededor.
Para	evitarlo,	genera	una	cultura	empresarial	en	la	que	no	se	castigue	al
mensajero,	sino	que	se	valore	que	todo	el	mundo	comparta	la	información	que
posee.
No	te	encasilles	en	tu	liderazgo
En	el	salvaje	mundo	de	los	negocios,	¿han	de	actuar	los	líderes	con	tenacidad,
eficacia	o	empatía,	capacidad	de	análisis,	carisma	o	dotes	de	comunicación?	La
respuesta	es	simple:	sí,	con	todos	esos	rasgos.	De	manera	que,	en	lugar	de
encasillarte	en	un	determinado	tipo	de	liderazgo,	explora	los	matices	que
requiere	un	entorno	empresarial	tan	complejo	y	cambiante	como	el	actual.	Sus
líderes	deben	transmitir,	con	confianza,	mensajes	difíciles,	pero	también	han	de
ser	sensibles	para	comunicarlos.	Y	no	olvides	que	la	mayoría	de	los	rasgos	de	un
buen	líder	no	implican	elegir	blancoo	negro;	son	aspectos	complementarios,
todos	ellos	útiles	para	una	gestión	eficaz.
Da	a	tu	gente	lo	que	necesita
Los	líderes	tradicionales	conciben	la	relación	jefe/subordinado	como	una
transacción,	es	decir,	dar	dinero	a	cambio	de	trabajo.	Pero	otro	tipo	de	líderes,
los	transformacionales,	saben	que	sus	trabajadores	necesitan	mucho	más	que	eso.
A	continuación	te	presentamos	cuatro	recursos	intangibles	que	tu	equipo	puede
necesitar:
Amor.	Tal	vez	suene	muy	naíf,	pero	el	amor,	en	este	caso,	consiste	simplemente
en	prestar	atención	a	las	necesidades	de	los	demás.	Así	que	demuestra	a	tu
equipo	que	cuidas	de	él	y	de	su	desarrollo.
Crecimiento.	Nadie	quiere	quedarse	donde	está	para	toda	la	vida.	Lo	adecuado
en	este	caso	es	que	construyas	una	cultura	organizacional	que	permita	a	tu
gente	crecer	y	evolucionar.
Contribución.	Para	tener	un	sentimiento	de	autorrealización,	los	individuos
deben	saber	que	contribuyen	al	conjunto.	De	modo	que	reconoce	siempre	sus
méritos	y	el	trabajo	bien	hecho.
Un	propósito.	La	gente	busca	sentido	a	su	trabajo.	Puedes	ayudar	a	tu	equipo
a	obtenerlo	transmitiéndoles	que	su	labor	está	orientada	a	un	objetivo	mayor.
Mejora	el	rendimiento	de	tu	equipo
Con	independencia	del	entorno	en	que	trabajes,	mejorar	el	rendimiento	de	tu
equipo	puede	suponer	todo	un	reto.	Es	importante,	pues,	que	inviertas	el	tiempo
y	los	recursos	necesarios	para	alcanzar	el	éxito:
Recuerda	a	tu	equipo	que	el	trabajo	no	es	lo	más	importante.	Libera	presión
animándoles	a	divertirse	en	su	tiempo	libre	y	recordándoles	que	el	trabajo	no
lo	es	todo.
Invierte	tiempo	en	tu	equipo.	Presta	atención	a	todos	sus	miembros,	no	solo	a
los	de	mayor	talento.	La	tendencia	natural	es	centrarse	en	los	mejores,	pero	el
verdadero	éxito	depende	de	que	todo	el	mundo	haga	bien	su	trabajo.
Persevera.	Cuando	algo	no	salga	como	estaba	previsto,	asume	el	error	y	sigue
adelante	con	el	trabajo.
Céntrate	en	los	éxitos	del	equipo.	Y	celebra	los	logros	conjuntos	más	que	los
individuales.
Apoya	a	tu	gente
Las	innumerables	distracciones	que	surgen	en	el	entorno	laboral,	así	como	los
riesgos	y	los	contratiempos,	suelen	impedir	que	las	personas	hagan	bien	su
trabajo.	Y	los	buenos	jefes	se	enorgullecen	de	proteger	a	su	equipo	de	esta	clase
de	amenazas.	Te	presentamos	tres	estrategias	que	te	ayudarán	a	poner	el	foco	en
lo	que	de	verdad	importa:
Sé	puntual.	Uno	de	los	mayores	obstáculos	en	el	trabajo	son	las	pérdidas	de
tiempo;	por	ejemplo,	esos	ratos	muertos	que	tu	equipo	pasa	esperándote	en	la
sala	de	reuniones.	Piénsalo	bien;	ser	jefe	no	te	da	carta	blanca	para	frenar	la
productividad	de	tu	equipo.
Elimina	distracciones.	Fija	un	periodo	para	que	los	miembros	de	tu	equipo
piensen	y	trabajen	sin	distracciones;	no	esperes	que	respondan	siempre	de
inmediato	a	tus	mensajes.
Deja	que	piensen	por	su	cuenta.	No	evites	los	conflictos,	permite	a	los
miembros	de	tu	equipo	decir	lo	que	piensan	y	expresar	desacuerdos	que
puedan	resultar	productivos	y	creativos	(incluso	si	van	en	contra	de	tu
opinión).
Saca	lo	mejor	de	tu	equipo
Los	buenos	líderes	no	confían	solo	en	su	inteligencia	para	alcanzar	el	éxito,	sino
que	la	utilizan	para	que	los	demás	destaquen.	Aquí	tienes	tres	propuestas	para
lograr	que	tus	subordinados	desarrollen	todo	su	potencial:
Busca	ideas	en	todas	partes.	No	asumas	que	sabes	de	dónde	vienen	todas	las
nuevas	ideas	e	implica	al	resto	en	cada	proyecto,	no	solo	por	su	currículo,	sino
también	por	su	capacidad	para	colaborar	y	aportar.
Fomenta	la	amplitud	de	miras.	Crea	un	entorno	de	trabajo	seguro	donde	la
gente	sepa	que	puede	y	debe	pensar,	actuar	y	hablar	por	sí	misma.	Muéstrate
tolerante	con	los	errores	para	que	nadie	tenga	miedo	a	asumir	riesgos.
Plantéales	retos	para	que	mejoren.	Ofréceles	la	oportunidad	de	trabajar	su
creatividad	e	incrementar	su	rendimiento.	Transmite	la	idea	de	que	todo	el
mundo,	incluyéndote	a	ti,	posee	cierto	margen	de	mejora.
Levanta	el	ánimo	de	tu	equipo
Numerosos	estudios	han	demostrado	el	poder	del	contacto	físico	en	todo	tipo	de
animales,	desde	los	chimpancés	hasta	los	humanos.	Una	simple	palmadita	en	la
espalda	o	un	breve	toque	en	el	hombro	pueden	expresar	apoyo	y	transmitir	la
confianza	necesaria	para	que	cualquiera	empiece	a	asumir	riesgos	y	mejore	su
capacidad	de	toma	de	decisiones.	Así	que	la	próxima	vez	que	quieras	apoyar	a
algún	colega	lo	mejor	es	transmitírselo	con	un	leve	contacto,	que	puede	ser	más
potente	que	las	palabras.	De	todos	modos,	usa	el	contacto	con	moderación	y	no
pierdas	el	tiempo	en	menudencias;	la	mayoría	de	las	veces,	una	palmadita	en	la
espalda	será	suficiente.
Da	margen	para	el	fracaso
Una	buena	gestión	se	sitúa	en	un	punto	intermedio	entre	el	control	absoluto	y	la
despreocupación;	y	tu	trabajo	consiste	en	hallar	ese	equilibrio.	Cuando	ves	que
alguien	de	tu	equipo	va	a	cometer	un	error,	seguro	que	sientes	la	necesidad	de
intervenir.	Pero	el	aprendizaje	no	es	solo	teoría,	así	que	mejor	no	lo	hagas;
déjales	cometer	errores	y	enséñales	qué	hacer	para	no	repetirlos.	Es	obvio	que
siempre	deberás	evaluar	los	riesgos	y	las	consecuencias	de	cada	error.	Por
ejemplo,	si	un	miembro	de	tu	equipo	está	a	punto	de	presentar	un	mal	informe	a
la	dirección	general,	no	dudes	en	intervenir.	Pero	cuando	los	riesgos	sean
menores	puedes	permitirte	el	lujo	de	asumir	ciertos	errores.
Comete	uno	o	dos	errores
Muy	poca	gente	se	siente	cómoda	al	equivocarse	en	el	trabajo.	La	mayoría	teme
perder	el	respeto	de	sus	superiores	y	colegas,	y	ver	manchada	su	reputación.
Pero	reconozcamos	que	muchas	veces	los	errores	son	los	mejores	maestros.	Y	es
que	tu	equipo	nunca	aprenderá	nada	nuevo	si	solo	hace	lo	que	sabe	hacer.	Por
tanto,	fomenta	la	cultura	del	error;	ayúdales	a	aceptar	sus	meteduras	de	pata	y	a
compartir	lo	que	han	aprendido	de	ello.	Por	supuesto,	en	ciertos	momentos	una
equivocación	puede	conllevar	un	coste	demasiado	alto.	Pero	siempre	que	exista
cierto	margen,	pide	a	los	miembros	de	tu	equipo	que	aborden	los	problemas	no
como	expertos,	sino	como	aprendices.
Defiende	a	tu	equipo
Cuando	llegan	tiempos	difíciles	la	gente	se	siente	más	vulnerable,	y	su	seguridad
y	confianza	pueden	esfumarse	con	facilidad.	Esos	son	los	momentos	perfectos
para	defender	más	que	nunca	a	tu	equipo.	Y	es	que,	si	los	cuidas,	les
proporcionarás	un	gran	alivio	emocional	y	material.	No	des	por	sentado	que
saben	que	te	preocupan;	exprésalo,	diles	que	les	cubres	las	espaldas.	Y,	puesto
que	los	hechos	siempre	dicen	más	que	las	palabras,	aprovecha	cualquier
oportunidad	para	demostrarles	tu	apoyo	inquebrantable,	y	evita	generar
situaciones	en	las	que	parezca	que	cada	cual	va	a	lo	suyo.
Evita	el	pensamiento	unilateral
Es	cierto	que	tu	gente	quiere	que	tengas	iniciativa.	Pero	para	tomar	decisiones
inteligentes	necesitas	información.	Y,	si	eres	como	la	mayoría	de	los	líderes,	lo
más	probable	es	que	la	obtengas	de	quienes	gozan	de	tu	confianza.	No	obstante,
eso	puedo	llevarte	a	escuchar	solo	ideas	similares	a	las	tuyas.	¿Y	cuál	es	el
resultado?	El	pensamiento	unilateral:	todo	el	mundo	piensa	igual.
Este	tipo	de	pensamiento	es	magnífico	para	un	equipo	de	fútbol,	pero	en
entornos	profesionales	puede	limitar	enormemente	el	potencial	de	un	grupo	de
trabajadores.	Para	evitar	este	inconveniente,	asegúrate	de	que	todo	el	mundo
tiene	libertad	para	expresar	opiniones	e	ideas	contrarias	al	pensamiento
predominante.	No	temas	abandonar	los	caminos	que	has	recorrido	ya	un	millón
de	veces	e	indaga	en	enfoques	alternativos,	de	pensadores	inconformistas	y	de
gente	a	la	que	no	conoces	tan	bien.
Acepta	las	tensiones	que	genera	la	diversidad
La	diversidad	es	valiosa	para	cualquier	empresa:	la	multiplicidad	de	ideas,
métodos	y	competencias	constituye	una	ventaja	para	el	trabajo	en	equipo	y	la
resolución	de	problemas.	Sin	embargo,	estas	diferencias	también	pueden	causar
tensión	y	estrés.	No	intentes	minimizar	esa	tensión;	al	revés,	utilízala	como
motor	para	incrementar	la	productividad	y	la	creatividad.	Fomenta	la
comprensión	entre	colegas	y	evita	los	prejuicios.	Genera	un	entorno	en	el	que
todo	el	mundo	se	sientavalorado	por	sus	habilidades,	y	destaca	las	ventajas	que
aporta	la	diversidad.	Por	último,	reconoce	y	recompensa	los	éxitos	derivados	de
ella.	Si	aceptas	esa	tensión	en	vez	de	intentar	mitigarla,	tu	equipo	producirá,	sin
duda,	resultados	más	creativos.
Construye	una	cultura	basada	en	la	confianza
El	liderazgo	no	debería	ser	un	ejercicio	solitario;	cualquier	líder	necesita
rodearse	de	gente	que	estimule	sus	ideas,	señale	sus	carencias	y	no	tema	decir	la
verdad.	Así	que	para	ejercer	de	forma	correcta	tu	labor	debes	asegurarte	de
recibir	todas	las	opiniones	y	la	información	disponible.	Busca	las	verdades
incómodas	y	actúa	con	honestidad.	Potenciar	una	política	de	puertas	abiertas	es
un	primer	paso,	pero	has	de	ir	más	allá:	genera	un	ambiente	de	confianza	y
libertad,	y	demuestra	a	tu	equipo	que	premias	la	franqueza	y	que	cuanto	más	te
incomoden,	mejor.
Resuelve	los	conflictos
Trabajar	en	equipo	puede	llegar	a	ser	frustrante,	sobre	todo	cuando	un	conflicto
en	apariencia	sencillo	acaba	por	volverse	personal	o	genera	alguna	disputa.	La
próxima	vez	que	los	miembros	de	tu	equipo	empiecen	a	lanzarse	pullas,	sigue
estos	tres	pasos	para	frenar	la	pelea	y	reconducir	las	cosas:
Toma	medidas	cuanto	antes.	Piensa	que	un	simple	desacuerdo	puede
desembocar	en	una	situación	desagradable	en	cuestión	de	segundos	si	las
emociones	están	a	flor	de	piel.
Recuerda	las	normas.	Trata	de	buscar	un	punto	de	convergencia	que	ambos
bandos	puedan	aceptar	o	hayan	aceptado	antes.	Recurre	a	las	reglas	del
equipo	para	manejar	la	situación	y	ayuda	a	las	partes	a	situarse	en	terreno
común.
Intenta	llegar	a	un	acuerdo.	Para	ello,	las	partes	en	conflicto	deben	sentarse	a
la	misma	mesa.	Una	vez	que	cada	cual	haya	mostrado	sus	cartas,	ayúdales	a
dar	con	una	solución	aceptable	para	todo	el	mundo.	Rechaza	las	propuestas
que	no	generen	consenso	y	apoya	las	que	cuenten	con	el	visto	bueno	general.
Incentiva	a	quienes	se	estén	acomodando
Los	trabajadores	con	escasa	iniciativa	o	capacidad	de	reacción	pueden	generarte
cierta	frustración,	sobre	todo	en	entornos	donde	adaptarse	y	reaccionar	con
rapidez	sea	imprescindible.	De	todas	formas,	no	des	por	sentado	que	su	actitud
es	una	forma	de	obstaculizar	el	progreso	o	los	cambios;	lo	más	seguro	es	que
tengan	muy	buenas	razones	para	actuar	de	un	modo	tan	conservador.	La	próxima
vez	que	esperes	algo	de	un	miembro	de	tu	equipo,	habla	con	él	o	ella;	coméntale
que	estás	bajo	presión	y	que	valoras	su	capacidad	de	reacción.	Pídele	que	actúe
con	celeridad.	Es	posible	que	su	manera	de	pensar,	especialmente	racional,	le
obligue	a	comportarse	con	cautela.	Por	eso,	si	le	haces	consciente	de	su
responsabilidad	actuará	con	más	rapidez.
Impulsa	un	cambio	real
Lograr	que	la	gente	modifique	su	comportamiento	puede	parecer	una	tarea
imposible.	Incluso	cuando	el	cambio	es	claramente	a	mejor,	a	la	mayoría	le
resulta	difícil	aceptar	las	novedades.	Aquí	tienes	tres	formas	de	abordar	el
cambio	que	te	pueden	facilitar	esa	labor:
Céntrate	en	la	alegría,	no	en	el	temor.	El	miedo	tiene	fama	de	ser	un	potente
motivador,	pero	en	realidad	más	bien	nos	bloquea.	Así	que,	si	lo	que	quieres	es
implantar	nuevas	conductas,	céntrate	en	las	emociones	positivas	y	en	el	buen
ambiente	que	lograrás	con	ellas.
Forma	un	buen	grupo.	A	las	personas	les	gusta	casi	más	sentir	que	forman
parte	de	un	equipo	que	destacar	por	sus	singularidades.	Eso	sí,	procura	que	la
mayoría	del	grupo	respete	los	cambios	que	hayas	introducido.
Aprovecha	el	tirón.	En	este	caso	nos	puede	servir	de	ejemplo	la	historia	de	un
banco	que	logró	que	sus	clientes	modificaran	sus	hábitos	de	ahorro
redondeando	el	coste	de	sus	compras	con	la	tarjeta	de	débito	y	guardando	el
dinero	extra	en	una	cuenta	de	ahorro.	Intenta,	eso	sí,	que	las	nuevas
conductas	que	pretendes	implantar	sean	sencillas	de	asumir	y	se	integren	bien
en	las	costumbres	de	todos.
Evalúa	los	comportamientos,	no	solo	los	resultados
Cuando	las	personas	más	brillantes	logran	grandes	resultados	seguro	que	sientes
la	tentación	de	darles	una	palmadita	en	la	espalda	y	pedirles	que	continúen	así.
No	obstante,	tu	trabajo	también	consiste	en	entender	qué	conductas	han
propiciado	esos	resultados	y	asegurarte	de	que	se	ajustan	a	los	valores	de	la
empresa.	A	continuación,	te	ofrecemos	dos	formas	de	hacerlo:
Evalúa	por	separado	el	comportamiento	y	los	resultados.	Esto	ha	de	ser	así
porque	combinando	ambos	valores	es	posible	que	pases	por	alto	alguna	mala
conducta	si	los	resultados	son	buenos.	En	cambio,	analizándolos	por	separado
podrás	evaluar	de	forma	justa	el	comportamiento	sin	que	los	resultados
empañen	tu	opinión.
Usa	el	feedback	360º.	Es	uno	de	los	mejores	métodos	para	evaluar	los
comportamientos	y	su	influencia	en	los	demás.	Utiliza	los	resultados	para
establecer	objetivos	de	comportamiento	individuales,	como	«tratar	al	equipo
con	respeto».
Da	un	mejor	feedback
Este	aspecto	es	crucial	para	tu	desarrollo	profesional.	¿Entonces	por	qué	resulta
tan	difícil	darlo	y	recibirlo?	Las	siguientes	tres	indicaciones	te	ayudarán,	sin
duda,	a	proporcionar	a	tu	equipo	un	feedback	más	constructivo:
Céntrate	en	los	objetivos	empresariales.	Explica	lo	que	necesita	la	compañía
(desarrollar	el	talento	de	su	personal,	incrementar	las	ventas,	mejorar	los
servicios)	y	presenta	tu	opinión	como	una	forma	de	alcanzar	esos	fines.
Ofrece	feedback	con	frecuencia.	Si	lo	reservas	para	las	ocasiones	especiales,
pocas	veces	se	recibirá	con	entusiasmo.	En	cambio,	si	retroalimentas	a	tu
equipo	con	regularidad,	adquirirás	el	hábito	de	expresar	tu	opinión	y	tus
subordinados	se	acostumbrarán	a	recibirla	sin	rencores.
Actúa	con	la	mayor	concreción	posible.	Es	decir,	identifica	la	conducta
específica	que	la	otra	persona	debe	modificar	y	exprésate	con	claridad;	usa
ejemplos	que	le	ayuden	a	entenderte.
No	te	limites	a	comunicar,	explícate	bien
Los	buenos	comunicadores	saben	que	para	persuadir	a	su	público	han	de	tirar	de
energía	y	entusiasmo.	Y	si	son	grandes	comunicadores	también	saben	que	deben
explicar	el	porqué	de	tanto	entusiasmo.	De	modo	que	la	próxima	vez	que
compartas	alguna	información	de	importancia,	asegúrate	de	contagiar	tu
entusiasmo,	pero	no	olvides	explicar	lo	que	está	en	juego	y	cuál	es	el	objetivo.
Es	decir,	expón	la	cuestión,	iniciativa	o	problema,	y	deja	claro	qué	no	forma
parte	de	ello.	Utiliza	metáforas	solo	si	son	útiles,	y	da	detalles	que	respalden	tus
afirmaciones.	Luego	define	qué	quieres	que	hagan	los	demás	y	fija	unas
prioridades	claras.	Y	no	confundas	dando	demasiados	datos;	resérvalos	para	los
documentos	escritos.
Domina	el	arte	de	la	asertividad
Los	líderes	demasiado	asertivos	pueden	considerarse	controladores	y
dominantes,	pero	si	demuestran	lo	contrario,	excesivo	comedimiento,	tal	vez
pierdan	la	confianza	de	su	equipo.	Los	buenos	jefes	saben	hallar	el	equilibrio
entre	una	cosa	y	otra.	Es	decir,	prepárate	para	usar	ambos	enfoques	según	la
situación:	tal	vez	un	miembro	de	tu	equipo	necesita	que	le	aprietes	las	tuercas
para	cumplir	un	objetivo	especialmente	difícil;	o	quizá	debas	dar	un	paso	atrás
para	que	actúe	con	autonomía.	En	cualquier	caso,	sé	flexible;	utiliza	tu
inteligencia	emocional	para	saber	cuándo	tomar	protagonismo	y	cuándo	es	mejor
quedarte	en	un	segundo	plano.
Fomenta	las	mentorías
Animar	tanto	a	la	gente	joven	como	a	la	veterana	a	compartir	ideas,
conocimiento	y	consejos	tiene	todo	el	sentido	del	mundo.	Pero	en	la	tradicional
estructura	jerárquica	de	la	enseñanza,	donde	formadores	y	alumnos	cuentan	con
un	papel	establecido,	esto	no	funciona	tan	bien	como	en	las	relaciones	más
orgánicas.
Pon	de	tu	parte	y	ayuda	a	todo	el	mundo	a	comunicarse	de	forma	adecuada
empezando	por	lo	principal,	es	decir,	lo	que	pueda	aportar	una	de	las	personas	al
proyecto	u	objetivo	de	la	otra.	Esto	hará	que	la	relación	inicial	sea	más	cómoda	y
eficaz.	Más	adelante,	si	hay	química,	puede	evolucionar	hacia	el	establecimiento
de	un	debate	más	amplio	sobre	los	objetivos	profesionales	y	las	aspiraciones
personales.
Empodera	a	los	miembros	de	tu	equipo
Los	buenos	líderes	animan	a	sus	subordinadosa	tomar	decisiones,	compartir
información	y	asumir	riesgos.	Te	ofrecemos	a	continuación	tres	ideas	para	que
cada	persona	de	tu	equipo	acepte	la	responsabilidad	que	le	corresponde.
Dales	autonomía	y	asigna	responsabilidades.	Permite	que	quienes	ya	han
demostrado	su	valía	asuman	nuevas	responsabilidades,	y	lleven	a	cabo	sus
tareas	y	gestionen	los	recursos	con	independencia.
Pon	el	foco	en	el	desarrollo.	Genera	un	entorno	donde	la	gente	tenga	la
oportunidad	de	desarrollar	sus	habilidades	y	sea	recompensada	por	ello.
No	pongas	en	duda	las	ideas	ajenas	si	no	es	necesario.	En	caso	contrario,
minarás	su	confianza	y	no	se	atreverán	a	exponer	sus	opiniones	en	lo
sucesivo.
Céntrate	en	las	fortalezas	de	tus	trabajadores
La	mayor	parte	de	los	métodos	de	evaluación	del	rendimiento	fijan	una	imagen
ideal	de	profesional	y	luego	señalan	las	diferencias	de	cada	individuo	respecto	a
ese	ideal.	A	tales	diferencias	se	las	suele	denominar	«áreas	de	desarrollo»,	y	se
anima	a	la	gente	a	esforzarse	por	trabajarlas.	No	obstante,	mejorar	los	puntos
débiles	requiere	de	una	enorme	cantidad	de	energía.	Así	que,	en	lugar	de	eso,	lo
mejor	es	que	animes	a	los	miembros	de	tu	equipo	a	potenciar	sus	puntos	fuertes,
a	hacer	sobre	todo	lo	que	se	les	da	bien.	Y,	más	importante	aún,	acepta	sus
debilidades:	si	alguien	no	se	maneja	bien	con	las	hojas	de	cálculo,	encárgaselo	a
otra	persona;	y	si	es	imprescindible	que	haga	esa	parte	del	trabajo,	ayúdale	a
mejorar	lo	suficiente	como	para	que	no	suponga	un	obstáculo	para	sus	puntos
fuertes.
Revela	el	talento
Encontrar	talento	fuera	de	la	empresa	para	incorporarlo	a	ella	no	siempre	es
factible;	aunque	tampoco	es	indispensable.	Si	prestas	atención	y	haces	las
preguntas	adecuadas,	hallarás	miles	de	cualidades	ocultas	dentro	de	tu	propio
equipo:
Transforma	un	cumplido	en	una	entrevista.	Cuando	felicites	a	alguien	por
una	tarea	bien	hecha,	pregúntale	cómo	la	hizo.	Al	comprender	mejor	el
proceso	tal	vez	descubras	un	talento	que	tenía	escondido.
Pregunta	a	los	miembros	del	equipo	por	qué	prefieren	ciertas	tareas	o
proyectos.	Los	intereses	pueden	ser	una	señal	de	los	talentos	ocultos	de	una
persona.	Así,	alguien	quizá	disfrute	de	un	proyecto	porque	trata	de	un	tema
que	le	gusta	o	porque	gracias	a	él	tiene	la	oportunidad	de	mostrar	sus
habilidades.
Indaga	sobre	sus	deseos	y	sobre	qué	harían	si	empezaran	de	nuevo	su	carrera
profesional.	Los	sueños	de	la	gente	suelen	decir	mucho	sobre	aspectos	que	no
comparten	con	otras	personas.
Utiliza	el	aprendizaje	práctico
Una	de	tus	principales	tareas	en	un	puesto	directivo	es	sin	duda	contribuir	al
desarrollo	de	las	capacidades	de	liderazgo	de	tus	subordinados.	Y,	en	este
sentido,	el	aprendizaje	práctico	siempre	es	de	gran	ayuda,	porque	trabaja	con
problemas	empresariales	reales	y	se	puede	aplicar	lo	aprendido	a	nuevos	retos.
Funciona	de	la	siguiente	manera:
Asígnale	a	alguien	un	proyecto	clave,	cuyo	fracaso	tenga	consecuencias
importantes.
Proporciónalefeedback	relevante	para	esa	persona	y	su	contexto	de	aprendizaje.
Pregúntale	acerca	de	su	experiencia	con	el	proyecto	y	repasad	juntos	sus
resultados	y	la	forma	que	ha	tenido	de	obtenerlos.
Sacad	conclusiones	sobre	las	implicaciones	de	esos	resultados	para	la
empresa.
Ayuda	a	esa	persona	a	aplicar	lo	aprendido	en	otros	proyectos.
Cuanto	más	grande	sea	el	reto	y	más	cosas	estén	en	juego,	más	se	esforzarán	los
miembros	de	tu	equipo	en	aprender.
Gestiona	de	un	modo	adecuado	a	tus	trabajadores
más	brillantes
Los	individuos	que	más	pueden	aportar	a	tu	empresa	no	tienen	por	qué	ser
quienes	posean	mejor	currículo	o	más	títulos	académicos.	Además,	quizá	sean
personas	con	un	carácter	no	demasiado	fácil.	Te	presentamos	tres	estrategias	que
puedes	emplear	para	guiar	a	los	miembros	con	mayor	potencial	de	tu	equipo:
Explícales	en	qué	consiste	tu	trabajo	y	convéncelas	para	que	te	apoyen.
Nunca	impongas	tu	opinión.	La	gente	más	brillante	no	se	toma	las	palabras	de
su	jefe	al	pie	de	la	letra;	necesitan	entender	por	qué	hacen	las	cosas.
Recurre	a	tu	experiencia,	no	a	tu	posición	jerárquica.	Si	son	inteligentes	no	se
dejarán	impresionar	por	títulos	o	cargos.
Pide	lo	que	necesites,	pero	no	les	digas	cómo	resolverlo.	Las	personas	brillantes
disfrutan	averiguando	cómo	hacer	las	cosas	y	casi	siempre	asumen	los	retos.
Apoya	e	impulsa	a	tus	mejores	trabajadores
Con	demasiada	frecuencia,	el	personal	directivo	entorpece	o	desanima	sin	querer
a	sus	subordinados	más	brillantes.	Este	comportamiento	es	contraproducente,
aunque	no	sea	malintencionado:	a	veces	no	sabes	cómo	motivar	a	alguien	que
posee	un	talento	excepcional.	Si	tienes	la	suerte	de	contar	en	tu	equipo	con
personas	que	pueden	rendir	a	muy	alto	nivel,	pon	en	práctica	estos	tres	métodos
y	sacarás	el	máximo	partido	a	sus	capacidades:
Apriétales	un	poco	las	tuercas.	Exige	más	a	tus	mejores	trabajadores.
Descubre	qué	habilidades	poseen	y	qué	necesitan	aprender,	y	diseña	las	tareas
que	les	asignes	en	función	de	ello.
Déjales	brillar.	No	ocultes	a	tus	«estrellas»,	al	revés,	muéstralas	como	en	un
escaparate	para	que	los	demás	sepan	de	lo	que	son	capaces.	Si	esas	personas
brillan,	tú	también	brillarás.
No	les	cortes	las	alas.	La	gente	excepcional	necesita	espacio	para	crecer.
Siempre	que	tenga	sentido	para	su	desarrollo,	permíteles	seguir	su	propio
camino.
Da	feedback	a	los	trabajadores	más	brillantes
No	des	por	sentado	que	el	mejor	miembro	de	tu	equipo	sabe	que	lo	es.
Aprovecha	estos	tres	tips	para	ofrecerle	la	información	que	necesita	y	merece:
Identifica	sus	áreas	de	desarrollo.	Quizá	no	sean	muchas	y	tengas	que
esforzarte	para	detectarlas	y	organizarlas,	pero	siempre	debes	mostrarle	el
camino	adecuado	para	mejorar.
Muestra	tu	agradecimiento.	No	dar	las	gracias	es	un	error	bastante	común.	La
gente	brillante	necesita	comentarios	positivos	y	elogios	tanto	como	el	resto.
Ofrece	feedback	con	frecuencia.	No	esperes	a	las	reuniones	de	evaluación.
Los	trabajadores	que	rinden	a	un	nivel	muy	alto	necesitan	saber	qué	mejorar,
y	tu	trabajo	es	comunicárselo	con	regularidad.
Concédeles	el	tiempo	y	el	espacio	adecuados
A	lo	largo	de	los	últimos	treinta	años,	la	Fundación	MacArthur	ha
concedido	«becas	para	el	talento»	con	el	fin	de	contribuir	a	la	búsqueda	de
nuevas	ideas.	Sin	casi	restricciones	económicas	ni	obligaciones	para	sus
beneficiarios,	estas	becas	son	una	especie	de	voto	de	confianza	para	que
alcancen	todo	su	potencial	y	gocen	del	tiempo	que	necesiten.	Del	mismo
modo,	cuando	quieras	que	algún	talento	de	tu	equipo	genere	una	buena
idea,	concédele	una	beca.	No	hace	falta	que	inviertas	dinero;	simplemente,
dale	a	todo	el	mundo	tiempo	libre	para	reflexionar.	Esto	no	solo	dará	lugar
a	nuevas	ideas;	además	demostrará	que	valoras	la	creatividad	y	tienes	una
buena	disposición	a	invertir	tiempo	y	recursos	en	cultivarla.
No	te	olvides	de	la	gestión
La	diferencia	entre	liderar	y	gestionar	es	un	tema	en	permanente	debate.	El
liderazgo	suele	constituir	la	parte	glamurosa	de	un	trabajo	―la	influencia	y	la
inspiración―,	mientras	que	la	gestión	se	relaciona	más	bien	con	poner	en
práctica	las	nuevas	ideas	y	manejar	el	día	a	día	de	las	tareas.	Por	desgracia,	los
líderes	que	se	centran	sobre	todo	en	generar	grandes	ideas	suelen	olvidarse	de
ponerlas	en	práctica,	con	lo	cual	se	desentienden	de	la	gestión	de	la	empresa.
Evita	por	todos	los	medios	ser	este	tipo	de	líder:	toma	decisiones	y	desarrolla
estrategias	teniendo	en	cuenta	las	limitaciones	de	la	realidad;	e	involúcrate	en	la
gestión	de	los	proyectos.	Por	supuesto,	es	mucho	más	fácil	proponer	ideas	y	que
otros	las	lleven	a	cabo,	pero	también	hay	que	remangarse	a	veces	para	que	los
propósitos	se	hagan	realidad.
Inspira	a	tu	equipo
Una	de	tus	principales	responsabilidades	es	inspirar	a	los	miembros	de	tu	equipo,
es	decir,	motivarles	para	que	hagan	mejor	su	trabajo,	asuman	cambios	y	superen
obstáculos.	Y,	dependiendo	de	tus	habilidades	comunicativas,	tu	capacidad	para
inspirar	será	a	su	vez	mejor	o	peor.
Para	incrementar	tales	habilidades	comunicativas,	pon	en	marcha	un	plan	de
acción	que	suponga

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