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Introducción

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INTRODUCCION 
 
 
El laboratorio clínico es un subsistema inmerso dentro del sistema de salud 
que juega un papel importante en la medicina, no sólo en el establecimiento del 
diagnóstico, sino también en el pronóstico y la vigilancia del tratamiento. Influye 
también de manera significativa sobre la salud pública y la medicina preventiva 
(Terrés, 2006). 
 Indudablemente que la importancia y el impacto de los laboratorios clínicos 
ha crecido en forma constante, dado el desarrollo científico y tecnológico, 
generando retos que se deben resolver, no sólo desde la perspectiva 
tecnológica y económica, sino desde el punto de vista humano (Sierra, 2006; 
Terrés y col., 2004). 
La calidad técnica del laboratorio clínico tiene un impacto significativo sobre 
la calidad y oportunidad de la atención médica en su conjunto, y por otro lado, 
sobre la calidad y oportunidad en la ejecución de los procesos en el laboratorio. 
De sus resultados derivan múltiples efectos y por lo tanto, costos relacionados 
con la utilización de recursos, entre ellos, medicamentos, material de curación, 
camas hospitalarias, tiempo de personal de la institución, viáticos, 
incapacidades, etc. 
La adopción e implantación de los principios de la buena práctica en el 
laboratorio clínico es equivalente a un funcionamiento eficaz, que garantiza que 
todo el trabajo se realiza de acuerdo a procedimientos y métodos 
cuidadosamente seleccionados (Pérez, 1997; Terrés y González, 1998), 
conformando el eje de su aceptación por los responsables de la atención 
médica y la confianza para el reconocimiento de sus resultados en las unidades 
médicas. 
Dentro de los principios de buena práctica, se encuentra el de desarrollar y 
llevar a cabo un programa de control de calidad que Incluya todos los errores 
que surgen entre la recepción del espécimen y la entrega del informe. 
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El enfoque de los programas de calidad ha evolucionado desde la 
búsqueda de la confiabilidad en los resultados, a través de indicadores de 
precisión y exactitud. Ambos son indicadores de la calidad en las mediciones de 
laboratorio clínico y corresponden a la etapa analítica del proceso de Control de 
Calidad; (Acland y col., 1967; Loria 1988), hasta la de garantizar la utilidad 
clínica de las mediciones de laboratorio clínico. 
Entre 1960-1969, en el IMSS, se efectuaron cursos para la preparación de 
químicos y laboratoristas en procedimientos de control de calidad. Pero fue 
hasta 1982 que se elabora un manual de control de calidad, en el que se 
propone un método estadístico de promedio diario de las mediciones y 
promedio de enfermos, como índice de exactitud relativa de los sistemas de 
medición. Con las limitaciones para la asignación del personal y por lo laborioso 
que resulta, el programa nunca despegó y finalmente se abandonó por una gran 
mayoría de los participantes. En la actualidad, este control de calidad se lleva a 
cabo en contadas unidades médicas del instituto. 
En 1997, en la Primera Reunión del Cuadro Básico de Laboratorios Clínicos 
del IMSS, se reportó que el 20% de los resultados de laboratorio a nivel 
nacional, no tenían una correlación congruente con el diagnóstico que sustenta 
la solicitud. Además, se planteó que existía un 5% de repetición de estudios de 
laboratorio motivado por la falta de confiabilidad y emisión oportuna de 
resultados, lo que conlleva a diagnósticos inciertos, estancias prolongadas en 
los servicios de hospitalización y urgencias, empleo de más medicamentos y 
materiales de curación, inoportunidad en la detección de infecciones, etc. Todo 
ello impacta negativamente la calidad de la atención a los derechohabientes, 
aumenta el costo de la atención, y demerita la imagen de la institución. 
A fin de modificar positivamente lo anterior, el IMSS emprende ese año un 
Programa de Modernización de los Laboratorios Clínicos. Entre sus objetivos se 
encuentran la incorporación de equipos automatizados al 100% de los 
laboratorios y la mejoría de la calidad, oportunidad y confiabilidad de los 
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resultados. Esto no se logra sin la activa participación de los químicos y 
laboratoristas que operan los equipos automatizados (Pérez, 1997). 
Sólo con la evidencia de programas integrales de control de calidad que 
ofrezcan una información completa de precisión y exactitud, es como un 
laboratorio puede aspirar a entablar un diálogo con el clínico. A través de estas 
nuevas actitudes se podrá llenar el objetivo primordial del laboratorio y el 
clínico: ayudar a curar enfermos (Loria, 1982). 
En nuestro medio, el control de calidad se limita sólo al evaluar si el 
resultado control del día está dentro de ciertos límites de aceptación 
establecidos por el fabricante de los controles. 
 En este trabajo se exponen y discuten los resultados de precisión y 
exactitud en mediciones de química sanguínea de los laboratorios clínicos del 
IMSS en Sonora y los factores que se han asociado a imprecisiones e 
inexactitudes encontradas en dichas mediciones. 
La participación y el apoyo de todos los laboratorios del IMSS sonorense 
permitirán instaurar un programa de control de calidad interno/externo y de ser 
necesario, establecer programas correctivos y de seguimiento que mejoren la 
calidad de los resultados.

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