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La educación sexual en el trabajo con docentes

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LA EDUCACIÓN SEXUAL EN EL TRABAJO CON DOCENTES
¿Qué nos dicen? ¿Qué les decimos?
Carlos Iñón
Lic. en Psicología, Psicólogo Social, Director de Psicodrama, Especialista Superior en 
Educación Sexual.
carlos_inon@yahoo.com.ar
Como uno va mirando hacia delante, 
no percibe que va dejando hacia atrás una huella, 
y que luego otros pueden seguirla. 
(Emi Ballinou, Psicóloga Social)
Desde muy pequeño he tenido contacto con docentes. Pensará Ud. lector que esta no es
una frase original como para empezar un escrito. Sin embargo, permítame aclararle que 
mi madre era egresada de una Escuela Normal y creo que también era profesora de 
piano. Luego fui al Jardín de Infantes, precozmente ingresé a la primaria, tuve maestras 
amantísimas y también directivos que pegaban cachetazos con anuencia e indicación 
paterna. Soy de la época en que uno podía escuchar, a los nueve o diez años, que el 
padre o la madre le decía a la directora: “Si tiene que pegarle un cachetazo, adelante”. 
Aclaro que esta referencia corresponde a una escuela privada, por el año 1965.
“Para dar un buen sopapo hacen falta los 5 dedos de la mano. Para dar una buena 
explicación se necesitan 2 dedos de frente. ¡Explique! El cariño de su hijo puede 
aumentar 3 dígitos”. (Sendra, dibujante, Programa Nacional por los Derechos del 
Niño desde la Educación)
En fin, que no éramos sujetos de derecho, como la infancia de ahora. Ni siquiera 
sabíamos que teníamos derechos. Mi contacto con docentes siguió en la Secundaria, en 
la Educación No Formal, en la Universidad. Incluso descubrí mi vocación docente 
dando clases de informática y psicología social. Tengo un gran respeto por la tarea 
docente y por quienes la ejercen. Secretamente intuyo que mi gusto y placer por la 
docencia es porque la considero una poderosa herramienta de cambio, “del cambio 
social planificado” como diría mi modelo de maestro, el Dr. Enrique Pichon Rivière.
No hay dudas que la escolaridad deja marcas, deja huellas en cada integrante de la 
comunidad educativa. Esto mismo debe buscar el educador sexual en la fugacidad de su 
intervención. Instalar cierto tipo de escucha, cierta calidad de reflexión diferente a lo
previo, es dejar en la institución capacidad instalada, la cual perdura una vez que nos 
retiramos con la satisfacción del deber cumplido. Si algo de lo dicho un/a docente puede
implementarlo en su tarea cotidiana, indica que alguna de las semillas sembradas 
germinó y dio sus frutos. En este sentido, somos “palabradores”, y también 
“inseminadores” dos términos que se prestan a múltiples significados.
A modo de ejemplo, con la Lic. Rita Giardino estuvimos reunidos con docentes de una 
escuela primaria. Nuestro mensaje es que siempre hay que escuchar lo que el educando 
pregunta, sin contestar de más, pero tampoco de menos. Y lo grafico con un chiste: “Un
padre envía a su hija a un colegio religioso. El primer día la niña regresa a su casa y le 
pregunta qué es pene. El padre, un tanto sorprendido, le da una larga explicación al 
respecto, y finalmente le pregunta a la hija dónde escuchó esa palabra. La hija le 
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contesta: porque hoy la monjita nos dijo que no hay que pecar, para que el alma no 
pene”.
Y entonces reafirmamos: siempre hay que preguntar qué es lo que el niño o niña quiere 
decir o preguntar.
Meses después, las Lic. Lilian Fischer y Marta Cerrutti, representando al Consejo de los
Derechos, regresan a la escuela para trabajar con docentes. Una maestra, que había 
participado de la reunión anterior, les contó que un nene de cuarto grado insistía con que
el quería “coger”. Recordando nuestras palabras, se puso a preguntar qué quería decir, a
qué se refería con el término y con dos o tres reuniones trabajando con el grupo, la 
cuestión se resolvió. Creo que esto es dejar cultura de la reflexión y el diálogo en la 
Escuela.
La educación sexual no debe estar a cargo de “especialistas”, los mismos docentes, 
preceptores, tutores, equipos directivos, en contacto directo con niñas, niños y 
adolescentes deben ser los encargados de informar y reflexionar los contenidos 
transversales. Claro que esto exige un gran esfuerzo de capacitación que puede llevar 
diez o más años. Esto recién empieza, pero enhorabuena que empiece.
Recorriendo escuelas y colegios públicos primarios y secundarios podemos comprobar 
que no hay un “docente promedio” ni tampoco un estereotipo del docente. Hallamos 
todos los matices, de un extremo a otro. 
Adhiero al decir de Paulo Freire, pedagogo brasileño, cuando afirma que “el genérico 
masculino es ideológico”. Nobleza obliga, voy a escribir en femenino, por respeto a la 
mayoría: las hay entusiastas y desanimadas, con ganas de empezar y transitar la carrera 
y con ganas de jubilarse. Instrumentadas y poco capacitadas; con buena predisposición a
la educación sexual y aterradas; las que escuchan a los alumnos y las que el narcisismo 
les juega una mala pasada. También, quienes disfrutan con su tarea (Eros) y las que se 
conectan más con el sufrimiento (Tánatos). 
Contrarios a toda estigmatización, tampoco podemos estigmatizar al/la docente, la 
escuela, el barrio, el distrito. Así como el educador sexual debe tener trabajados sus 
propios prejuicios sexuales, así también debería trabajar sus prejuicios con respecto a 
las y los docentes.
La opinión que las/los docentes tienen de sus alumnos también recorren un amplio 
espectro: desde quienes dicen que los adolescentes vienen al colegio a dormir, hasta 
quienes opinan que esta es la mejor generación: piden que el docente dé clases y no sólo
les hagan copiar del pizarrón. Las expectativas de algunos profesores de Educación 
Media, es que por lo menos sus alumnos sepan leer y escribir. Esto marca el deterioro 
de nuestra educación. Según estadísticas de un Colegio Normal de CABA, 50% de los 
ingresantes a Primer Año tienen problemas de lectura, escritura o ambos.
Aunque cueste admitirlo, en las instituciones todavía hay mitos del tipo “de eso no se 
habla”. Una docente, trabajando los contenidos de la Ley de Educación Sexual Integral,
hizo el siguiente comentario: “¿Cómo voy a hablar de educación sexual con mis 
alumnos si ni siquiera puedo hablarlo con mi marido?”. Y esto nos remite a un tema 
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fundamental en el Enseñaje (proceso de enseñanza-aprendizaje) que es la motivación. 
No todos tenemos, en cuestiones de educación sexual, la misma motivación.
Y es que estos temas nos remiten a lo personal, a la ideología, a la propia educación y a 
los propios valores, no son “simples contenidos”, nos afectan directa y personalmente. 
Y a partir de la sanción de las leyes de Educación Sexual Nacional y de la Ciudad, 
nadie en el sistema educativo puede decir a mí no me corresponde.
¿QUÉ NOS DICEN LAS Y LOS DOCENTES?
 La realidad escolar y extra escolar es muy agobiante, y a veces se enferman 
por estas razones
 Algunos padres los desautorizan y presionan, que no los ven como 
trabajadores con derecho a reclamo
 No se sienten avaladas por sus superiores, hay relaciones de mutua 
desconfianza. Sienten abandono y orfandad
 Hay alumnos que no reconocen ninguna autoridad escolar
 A partir de los talleres, se toleran mejor las diferencias, hay más 
comunicación y menos pasaje al acto en cuanto a insultos o violencia
 Necesitan espacios de reflexión y de capacitación
 Algunas tutoras se muestran preocupadas porque las adolescentes están 
perdiendo su feminidad, esto en realidad indica que son activas, toman la 
iniciativa, no se dejan avasallar por la cultura patriarcal
¿QUÉ LES DECIMOS A LAS Y LOS DOCENTES?
 Pensar que no se puede hacer nada nos deja en la impotencia. Pensar que 
podemos resolver todo nos pone del lado de al omnipotencia. Estas dos “vías” 
nos llevan a la “estación” enfermedad (física y/o mental). Entre ambos 
extremos, está la potencia: lo que sí se puede hacer dentro de las limitaciones 
propias y del contexto 
 En este mismo sentido, que hay un círculo de influencia de cada persona, que 
puede ser ampliado al máximo posible; sin embargo,rodeando este círculo habrá
otro mayor: el círculo de preocupación, que me afecta, pero no puedo cambiar. 
La sabiduría consistirá, entonces, en reconocer el propio límite, generalmente 
difuso, y por lo tanto angustiante
 El grupo es una potente herramienta para el aprendizaje, la convivencia y la 
resolución de conflictos. La heterogeneidad debe ser utilizada a favor y no en 
contra de la incorporación de conocimientos, en un marco democrático y de 
inclusión de la diversidad
 La institución debe educar en valores y en ciudadanía; y debe plantear 
alternativas diferentes al contexto social en lo que hace a la resolución de 
conflictos
 Los educandos también aprenden de nuestras actitudes, no sólo de lo que 
decimos. Hagamos un esfuerzo de coherencia entre lo que decimos y lo que 
hacemos. A modo de ejemplo, no fumar en Sala de Maestros o Profesores. Así 
enseñaremos que la ley nos ampara y nos somete a su cumplimiento a todos 
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por igual, y que la imprescindible asimetría de roles no es utilizada en 
beneficio propio, porque eso es corrupción
 Devolvemos desde una mirada institucional, preguntando como “extranjeros”, 
como terceridad necesaria entre docentes y alumnos
 Debe haber placer en la tarea, si lo perdimos, y no podemos recuperarlo, sería 
mejor ir pensando en dedicarnos a otra cosa.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Lograr un buen vínculo con docentes, directoras y directores, tutoras y tutores, 
preceptoras y preceptores, regentes, rectoras y rectores es de suma importancia para la 
tarea formativa (no meramente informativa) a realizar.
Para esta construcción de un vínculo de intercambio será necesario superar prejuicios, 
establecer empatía, comunicar claramente superando malos entendidos. Muchos 
problemas que aparecen identificados en alumnas y alumnos son producto de los 
desentendimientos entre los adultos que forman la comunidad educativa.
Algunas/os alumna/os y algunos docentes parecen mutuamente decepcionados: los 
alumnas/os no tienen las/os docentes que les gustaría, y, lamentablemente, viceversa. 
Debemos aclarar este malentendido fundamental para el aprendizaje. Lo mismo suele 
ocurrir entre la institución y las familias. La consigna es: “Se trabaja con lo que hay”, 
nos gustaría que la realidad fuera distinta, pero sólo partiendo de aceptar la realidad que 
tenemos, es que podremos modificarla. 
Entiendo que la brújula que marque el norte de nuestros esfuerzos, debe ser la 
formación de una generación consciente de sus derechos, con valores éticos, 
democráticos y solidarios, y que puedan ejercer una sexualidad placentera, segura y 
responsable.
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