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PAULIN, H De las actitudes a las representaciones sociales Relecturas y reflexiones

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DE LAS ACTITUDES A LAS REPRESENTACIONES SOCIALES.
RELECTURAS Y REFLEXIONES
Horacio Luis Paulín
La elección de este tema radica en la intención de comunicar
un conjunto de lecturas, discusiones e interrogantes compartidos por
mi grupo de referencia teórico y de trabajo sobre la utilización de la
teoría de las representaciones sociales en el marco de experiencias de
investigación y de intervención psicosocial.
Lecturas, discusiones e interrogantes surgidos en un comienzo
a la hora de incorporar en la formación universitaria de psicólogos las
conceptualizaciones de dicha teoría; luego a partir de desarrollos
personales en la investigación tratando de estudiar las representaciones
del adolescente y de la disciplina escolar en la educación.
A diez años de nuestras primeras lecturas sobre este concepto
creí necesario aprovechar la ocasión de una ponencia para un concurso
docente como un ejercicio de repaso y de nueva lectura que permitiera
resituar nuestras posiciones teórico-metodológicas a la vez que invitar
a la reflexión sobre el uso de esta teoría y sus relaciones con las
conceptualizaciones de grupo, vida cotidiana e institución que junto
con las de representaciones sociales han sido y son los núcleos
conceptuales centrales de la selección de contenidos de los programas,
en sus distintas versiones, de la cátedra de Psicología Social en la que
me desempeño.
A la vez, es necesario para pensar en la formación actual de
psicólogos volver a discutir como incorporamos esta teoría en el marco
de la enseñanza universitaria si queremos darle cabida dentro de un
enfoque psicosocial de la psicología que no deje de lado el estudio de
los procesos de construcción intersubjetiva de la realidad social.
Actitudes y representaciones sociales.
Diferentes conceptualizaciones, distintas preocupaciones.
Presentar a la teoría de representaciones sociales con relación a
otro constructo teórico como el de la actitud radica en el convencimiento
Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces”
Allport, G. W.
Attitudes, Nueva York,
Fisbhein Ed.,1967. 1ªEd.
1935.
Notas para una Psicología Social
156
de que la primera surge, desde su autor original en Psicología Social
Serge Moscovici, con la pretensión de formular una construcción teórica
que tratara de superar las limitaciones de la segunda.
Ambas conceptualizaciones comparten el hecho de estar
envueltas en una polisemia importante que ha oscurecido la precisión
de sus aportes y que ha originado un uso demasiado extendido en las
posibilidades de sus explicaciones sobre los fenómenos de construcción
subjetiva de la realidad social.
La actitud como concepto data de 1918, a partir del texto “El
campesino polaco en América y en Europa” de Thomas y Zananieck,
recibe cerca de 35 definiciones hacia 1931 y más de 60 en los años
’60. Su mayor desarrollo se da entre los años ’30 y ’50 y se nota un
claro declive en las investigaciones sobre el tema a partir de los años
’70, retomándose en la actualidad desde la Psicología Sociocognitiva
como concepto antecesor de nuevos estudios sobre la atención,
memoria, percepción, esquema cognitivo y prototipos mentales.
Para Allport la actitud se definía como: “Estado nervioso y de
preparación, organizado a partir de la experiencia, ejerciendo una
influencia directriz o dinámica sobre las respuestas del individuo ante
todos los objetos o situaciones con los que se ve confrontado.” o
“Estructura interna de procesamiento de la información sobre el medio
ambiente.”
Actitud, entonces, se conceptualiza como una disposición interna
del individuo respecto del objeto, se reserva a un estado particularmente
estable de una situación a otra, es adquirida y tiene que ver con todo lo
que evoca el sujeto. En este último punto hay diferencias, para unos
autores la actitud se reserva sólo a al valor positivo-negativo, favorable-
desfavorable que el individuo le atribuye a un objeto. Para otros implica
afectos, juicios, acciones, tendencias de acción.
Otros autores más recientes como Breckler proponen una
definición más amplia de actitud, compuesta por tres elementos:
Un componente afectivo: sentimientos favorables-
desfavorables.
Un componente cognitivo: juicios, creencias, conocimiento
e información.
Un componente conativo: tendencia a la acción
En el esquema que sigue se trató de representar gráficamente a
la actitud como la respuesta evaluativa afectiva que produce un sujeto
Breckler, S.J. 
Empirical validations of
affect, behavior and
cognition as distinct
component of attitude.
Journal of Personality and
Soc. Psychology 47 (6).
1984.
157
frente al estímulo “social” que proporciona un objeto, en donde se
observa la utilización de un modelo de explicación psicológica de
tipo conductista imperante en su contexto de producción teórico.
Se puede definir a la actitud como organización psicológica de
orientación negativa o positiva ante un objeto. Su carácter definitorio
es el de la estructuración evaluativa de un conjunto de respuestas y
tiene dos funciones: de regulación, selección de las manifestaciones u
orientaciones de las conductas y dinamizante o motivacional, mediante
la carga afectiva que se le supone.
Como supuestos de base del contexto de producción teórico y
histórico social de las actitudes podemos distinguir.
Es una conceptualización totalmente individual diferen-
ciándose claramente de la representación social que se ubica
como concepto intermediario para dar cuenta de un
conocimiento de la vida cotidiana socialmente construido.
Se realizó un gran avance en los estudios metodológicos y
de construcción de instrumentos para la investigación
experimental sin un desarrollo teórico paralelo.
En la tradición de la investigación de actitudes se
construyeron las escalas como instrumentos donde a partir
de un conjunto de respuestas situadas en un continuun los
sujetos elegían posiciones en dichas escalas lo cual daba
Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces”
Estímulo
Contexto 
Grupal
y social
SUJETO
como 
individual
ACTITUD OBJETO
Respuesta evaluativa afectiva (verbal)
Predicción de la conducta
como tendencia en la interacción social. 
Notas para una Psicología Social
158
cuenta del grado de rechazo o aceptación del fenómeno.
Había componentes colectivos compartidos por un grupo
acerca de un objeto social (normativos, estéticos, políticos,
etc.) difiriendo los sujetos en su posicionamiento evaluativo
de dicho objeto. Este posicionamiento evaluativo distintivo
era el indicador de una actitud (y en muchos casos se tomó
la respuesta como actitud misma).
Por los tipos de problemas sociales que estudiaba esta área
de investigaciones (el racismo, la afiliación política religiosa,
las posiciones frente a la guerra, los comportamientos del
consumidor) se observa una clara premura por dar
predicciones de los comportamientos de los sujetos de
acuerdo con sus actitudes (siempre individuales aunque se
reconocía cierto carácter compartido) para poder ejercer
algún tipo de regulación institucional y política sobre ellos.
Maritza Montero en un artículo reciente plantea: “El hecho
de que la conducta social así predicha no coincidiera con la realidad y
que solo hubiese perfecto acuerdo entre actitud y conducta cuando la
medición se hacía después de que la segunda se hubiese expresado no
impidió la reproducción casi mecánica de miles de estudios basados
en tal presunción, aunque obviamente sí molestó a algunos espíritus
inquisitivos que ya desde los años setenta comenzaron a sentirse
incómodos con la imprecisión del concepto, con su impredictibilidad
y con la simplicidad de la relación entre el mismo y la conducta social.”
Las representaciones sociales tienen un antecedente en
Durkheim como representaciones colectivas (1895) y es retomada en
1961 como representaciones sociales por Serge Moscovici en el texto
“El psicoanálisis, su imagen y su público.” Se recupera a partir de los
años ’80, sobre todo en Europa y particularmente en Francia, y desde
fines de los ’80 en Latinoamérica y en España.
A partir dela revisión de los principales autores de esta teoría
podemos sintetizar sus principales postulados:
Las representaciones sociales se refieren a estructuras
categoriales de conocimiento, que se utilizan socialmente en
la comunicación y que se integran con formas de acción social.
“En tanto que fenómenos, las representaciones
sociales se presentan bajo formas variadas, más o menos
complejas. Imágenes que condensan un conjunto de
Montero, M.
“Indefinición y contradic-
ciones de algunos concep-
tos básicos en la Psicología
Social”, en Construcción y
crítica de la psicología so-
cial, 1994, Ed. Anthropos,
Barcelona.
159
significados, sistemas de referencias que nos permiten
interpretar lo que nos sucede e incluso, dar un sentido a lo
inesperado; categorías que sirven para clasificar las
circunstancias, los fenómenos y los individuos con quienes
tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer
hechos sobre ellos. En otros términos se trata de un
CONOCIMIENTO PRACTICO, al dar sentido, dentro de un
incesante movimiento social, a acontecimientos y actos que
terminan por sernos habituales, este conocimiento forja las
evidencias de nuestra realidad consensual, participa en la
construcción social de nuestra realidad.”
Al convertirse, entonces, en modalidades de pensamiento
práctico se orientan hacia la comunicación, comprensión y dominio
del entorno social.
Actualmente se considera que los estudios de las
representaciones sociales se basan en tres dimensiones
analíticas:
• Información/opinión: suma de conocimientos sobre un
objeto social, ya sea en términos cuantitativos o
cualitativos. Por información se entiende el conjunto de
los conocimientos que el grupo posee sobre un objeto
social.
• Organización: del contenido de la representación en
torno a un núcleo figurativo. También se define como
campo de representación que designa a la imagen,
modelo que subyace al objeto de representación.
• Actitud: considerada como una dimensión evaluativa
positiva o negativa hacia un objeto de representación.
Orientación global con relación al mismo en la vida
cotidiana. Se entiende como dimensión afectiva que
expresa la orientación evaluativa y actitudinal, positiva
o negativa hacia el objeto representado, lo cual imprime
a las representaciones sociales un carácter dinamizador
y orientador de las conductas.
Estas tres dimensiones son un intento de Moscovici de avanzar
en la definición teórica de una representación social que permita el
abordaje metodológico de los fenómenos que este concepto plantea
explicar y describir. Son dimensiones operativas para orientar la
Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces”
Jodelet, D.
“Las representaciones so-
ciales, fenómeno, concep-
to y teoría”, en Psicología
Social Volumen II, 1986, Ed.
Paidós, Buenos Aires.
Señalamiento realizado
por Francisco Elejabarrieta
en “Las representaciones
sociales”, en Psicología So-
cial , Francisco Morales Ed.,
España, 1993.
Notas para una Psicología Social
160
investigación empírica y no deben tomarse como una modelización
teórica de su estructura; es una alternativa operativa para el análisis
que se ha confundido en muchas investigaciones con un análisis de la
estructura representacional.
 Los fenómenos representacionales se estudian a través de
sus contenidos captados en diferentes soportes: lenguaje,
discursos, documentos, prácticas. A partir de aquí se
plantean dos orientaciones complementarias en el estudio
de las representaciones:
• El contenido abordado como campo estructurado:
aspectos constituyentes de las representaciones (conjunto
de informaciones, opiniones, imágenes, creencias)
• El contenido abordado como nodo estructurante: los
principios que rigen su coherencia, (organizadores
socioculturales, modelos normativos o esquemas
cognitivos).
 En el estudio de las representaciones sociales se distinguen
dos procesos, la objetivación y el anclaje.
El primero consiste en la operación formadora de imagen, es
una operación estructurante y da cuenta de lo social en la
representación. Moscovici diría: “Objetivizar es reabsorber un exceso
de significados materializándolos.”
Analizando la representación de objetos complejos, por ejemplo,
la teoría psicoanalítica, o los desarrollos sobre representación de género
o sobre el niño y el adolescente, el proceso de objetivización puede
implicar varias fases:
1) La selección y descontextualización de sus elementos, que
es una fase de construcción selectiva.
2) La formación de un “núcleo figurativo”, una fase de
esquematización estructurante que organiza espacialmente
como imagen mental ciertos componentes del objeto
representado.
3) Una cierta “naturalización” de estos componentes esquema-
tizados dotándolos de realidad, es decir de existencia
concreta.
Este proceso de objetivación implica por ejemplo que esta
esquematización sirve a fines de comunicación social ya que se
Moscovici, S.
“El psicoanálisis, su imagen
y su público”. Ed. Huemul,
1976, Buenos Aires.
161
entiende que las representaciones, como conocimiento social, sirven
a fines e intereses de determinados grupos. Además, se relaciona con
la posición social ocupada y las competencias socioculturales de partida
de los miembros del grupo en estudio.
“Si se pasa de la sociedad general a grupos y
situaciones socialmente definidos, el modelo de construcción
o de reconstrucción de la realidad permite comprender la
génesis de los contenidos representativos. La intervención
de lo social como determinación interna de las operaciones
de construcción de la representación puede especificarse
derivando los procesos cognitivos movilizados por las
condiciones normativas o de vital interés para la colectividad
o el individuo.”
En el anclaje, pasamos de pensar en la constitución formal de un
pensamiento a la integración de éste en sistemas de pensamiento
preexistentes. Este segundo proceso se descompone en modalidades como:
la asignación de sentido al objeto representado, la utilización de la
representación como marco e instrumento de interpretación social y su
integración en un sistema de recepción con la correspondiente conversión
de elementos de este último con relación al objeto representado.
En el proceso de anclaje se construyen redes de significados
alrededor del objeto representado que dependerá y se relacionará con
el sistema de valores y pautas culturales de un grupo. Por ello es que
Jodelet habla de un “enraizamiento” de la representación en la vida
social de los grupos.
Luego, cada “núcleo figurativo” se convierte en una “guía de
lectura”, es decir, se instrumentaliza este saber para comprender la realidad.
La articulación entre objetivización y anclaje nos habla de una
relación dialéctica entre la “cristalización de una representación en
torno a un núcleo figurativo”, y de un “sistema de interpretación de la
realidad y de orientación de los comportamientos.”
En el siguiente esquema, reelaborado a partir de Denise Jodelet ,
se trata de graficar a los componentes de la representación social y sus
relaciones con los sujetos y su entramado sociocultural.
Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces”
Jodelet, D.
Op. Cit.
Jodelet, D.
Op. Cit.
Jodelet, D.
“Representaciones sociales:
un área en expansión.”, en
Sida: Imagen y prevención,
de Páez, San Juan, Romo y
Vergara, (1991) Ed. Funda-
mentos, Madrid.
Notas para una Psicología Social
162
Algunas reflexiones teóricas y
metodológicas para resituar al concepto.
Maritza Montero esclarece que, a pesar de presentarse las
representaciones sociales como un concepto superador de las actitudes,
comparte con éstas un esquema analítico básico tripartito: las
dimensiones cognitiva, afectivo-evaluativa y la conativa:
“Nuevamente nos encontramos ante una noción de
carácter heurístico que ha fundamentado, y lo sigue
haciendo, numerosas investigaciones, sobre todo de carácter
Inserción y Posición social
Pertenencia grupal
Contexto histórico-ideológico
Sujeto
como sujeto
psíquico y social
Representación Social
FORMA DE SABER
PRACTICO
Objetos humanosy sociales
(sexualidad, trabajo,
sujetos y grupos
determinados, etc. )
CONSTRUCCION
EXPRESION
SIMBOLIZACION
INTERPRETACION
¿ Orientación en la práctica? 
- Dim. de Información.
- Dim. Evaluativo
 afectiva (actitud).
- Dim. Organizativa
 (ppios organizad) .
MODELIZACION
en soportes materiales,
comportamentales y
linguísticos
Funciones y eficacia de las RS
163
Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces”
Christlieb, P.
“Psicología Social, Inter-
subjetividad y Psicología
Colectiva”, en Construc-
ción y crítica de la psicolo-
gía social, Maritza Montero
Coord. 1994. Ed. Anthropos,
Barcelona.
Montero, Maritza.
Op. Cit.
descriptivo. Y una vez más encontramos el esquema tripartito
referido a cognición, evaluación o afecto y conación; si bien
con este concepto se quiere superar por una parte el carácter
estático implícita o explícitamente adjudicado a los
conceptos anteriormente analizados(opinión, actitud,
prejuicio y estereotipo), así como afirmar el carácter activo
del sujeto, el aspecto creativo de la función cognoscitiva,
destacando su valor como concepto en el cual se unen lo
psicológico y lo social.”
Si bien compartimos las críticas de Maritza Montero acerca de
cierta circularidad en las (in) definiciones de la teoría de las
representaciones sociales, creemos que la incorporación de este
concepto aún hoy es válida para elaborar un esquema conceptual de
base en Psicología Social desde el cual investigar e intervenir.
Como señala Pablo Christlieb , Moscovici y sus seguidores se
habían percatado de que la interacción y los constructos actitud, opinión
y prejuicio, como objetos centrales de la psicología social
norteamericana funcionaban como conceptos vacíos y en su intento
de dotarlos de contenido lo llevan a incorporar el problema del
conocimiento y de la realidad comunicativa en el ámbito de una
psicología social diferente.
Resituar a las representaciones sociales como concepto dentro
de un enfoque psicosocial tendría que ver, para nosotros, con poder
vigilar epistemológicamente su uso antes que desecharlo.
“Cabe añadir que la psicología social en general ha
excluido de su campo al análisis de la vida afectiva debido a
que considera a lo lingüístico como la realidad completa;
por caso pertinente, Moscovici considera ineludible empatar
toda imagen con una palabra, y viceversa, es decir, que toda
imagen, para ser objeto de la psicología social, ha de ir
acompañada de una palabra/enunciado que la designe, de
suerte que aparece siempre como conocimiento cotidiano,
con ello la psicología social se ‘cognoscitiviza’ se hace en las
propias palabras de Moscovici, una psicología social del
conocimiento”.
Reconsiderar, entonces, a la representación social como un
concepto intermediario de cierto nivel de abstracción menor que el de
constructos tales como ideología, mitos, o imaginarios sociales y
Christlieb, P.
Op. Cit.
Tomando al concepto de
imaginario social desde la
definición que hace Corne-
lius Castoriadis (1983) La ins-
titución imaginaria de la so-
ciedad. Tusquets, Barcelona.
Notas para una Psicología Social
164
que trata desde sus desarrollos en la investigación aportar a la
comprensión de los procesos de recreación y reproducción del
conocimiento social en espacios acotados de la cotidineidad de los
sujetos y de los grupos en instituciones.
Pero entendemos que las representaciones sociales, en tanto
descripción de contenidos del pensamiento cotidiano sobre la salud,
sobre los jóvenes, sobre el sida, por ejemplo, son expresiones que
deben remitirse, también, a los sistemas de estructuración social de
los sujetos de mayor grado de condicionamiento desde el cual
encuentran su sentido.
Esta es una precaución teórica importante para nosotros porque
sino se corre el riesgo de repetir en la práctica de la investigación
psicosocial algo parecido a lo que sucedió con las actitudes: generar
un conjunto de indagaciones tomando como referencia teórica sólo a
las representaciones sociales creyendo que los contenidos de
representación hallados “explican” el comportamiento de los sujetos
y que “cambiando” las representaciones “cambiamos” la acción social.
Es necesario, entonces, recordar que los sujetos y los grupos
que portan y hacer circular representaciones están situados en
coordenadas culturales y sociales, en tanto disponen de determinados
capitales de orden simbólico, económico y cultural que circulan en el
espacio social. La posesión histórica de determinados volumen y
estructura de capitales, desde Bourdieu , les asigna posiciones sociales
a los sujetos y a los grupos, que si bien no son estáticas son punto de
partida para su desenvolvimiento en su mundo cotidiano.
Si no se realizan esfuerzos teóricos de articulación con las
condiciones concretas de existencia de la vida social de los sujetos, en
tanto construcción jerárquica de su vida cotidiana, y también, si no se
remite a las trayectorias subjetivas (incorporando no solo aspectos
cognitivos sino también los aspectos afectivos) que portan esos contenidos
de representación sobre determinados objetos sociales de su entorno, se
valora excesivamente el uso de esta conceptualización para comprender
los cambios y reproducciones de las condiciones de vida materiales y
simbólicas de los sujetos y sus posibilidades de protagonismo.
Bourdieu, P.
“Espacio social y capital
simbólico” en Cosas di-
chas, Gedisa, Buenos Aires.

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