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155 DE LAS ACTITUDES A LAS REPRESENTACIONES SOCIALES. RELECTURAS Y REFLEXIONES Horacio Luis Paulín La elección de este tema radica en la intención de comunicar un conjunto de lecturas, discusiones e interrogantes compartidos por mi grupo de referencia teórico y de trabajo sobre la utilización de la teoría de las representaciones sociales en el marco de experiencias de investigación y de intervención psicosocial. Lecturas, discusiones e interrogantes surgidos en un comienzo a la hora de incorporar en la formación universitaria de psicólogos las conceptualizaciones de dicha teoría; luego a partir de desarrollos personales en la investigación tratando de estudiar las representaciones del adolescente y de la disciplina escolar en la educación. A diez años de nuestras primeras lecturas sobre este concepto creí necesario aprovechar la ocasión de una ponencia para un concurso docente como un ejercicio de repaso y de nueva lectura que permitiera resituar nuestras posiciones teórico-metodológicas a la vez que invitar a la reflexión sobre el uso de esta teoría y sus relaciones con las conceptualizaciones de grupo, vida cotidiana e institución que junto con las de representaciones sociales han sido y son los núcleos conceptuales centrales de la selección de contenidos de los programas, en sus distintas versiones, de la cátedra de Psicología Social en la que me desempeño. A la vez, es necesario para pensar en la formación actual de psicólogos volver a discutir como incorporamos esta teoría en el marco de la enseñanza universitaria si queremos darle cabida dentro de un enfoque psicosocial de la psicología que no deje de lado el estudio de los procesos de construcción intersubjetiva de la realidad social. Actitudes y representaciones sociales. Diferentes conceptualizaciones, distintas preocupaciones. Presentar a la teoría de representaciones sociales con relación a otro constructo teórico como el de la actitud radica en el convencimiento Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Allport, G. W. Attitudes, Nueva York, Fisbhein Ed.,1967. 1ªEd. 1935. Notas para una Psicología Social 156 de que la primera surge, desde su autor original en Psicología Social Serge Moscovici, con la pretensión de formular una construcción teórica que tratara de superar las limitaciones de la segunda. Ambas conceptualizaciones comparten el hecho de estar envueltas en una polisemia importante que ha oscurecido la precisión de sus aportes y que ha originado un uso demasiado extendido en las posibilidades de sus explicaciones sobre los fenómenos de construcción subjetiva de la realidad social. La actitud como concepto data de 1918, a partir del texto “El campesino polaco en América y en Europa” de Thomas y Zananieck, recibe cerca de 35 definiciones hacia 1931 y más de 60 en los años ’60. Su mayor desarrollo se da entre los años ’30 y ’50 y se nota un claro declive en las investigaciones sobre el tema a partir de los años ’70, retomándose en la actualidad desde la Psicología Sociocognitiva como concepto antecesor de nuevos estudios sobre la atención, memoria, percepción, esquema cognitivo y prototipos mentales. Para Allport la actitud se definía como: “Estado nervioso y de preparación, organizado a partir de la experiencia, ejerciendo una influencia directriz o dinámica sobre las respuestas del individuo ante todos los objetos o situaciones con los que se ve confrontado.” o “Estructura interna de procesamiento de la información sobre el medio ambiente.” Actitud, entonces, se conceptualiza como una disposición interna del individuo respecto del objeto, se reserva a un estado particularmente estable de una situación a otra, es adquirida y tiene que ver con todo lo que evoca el sujeto. En este último punto hay diferencias, para unos autores la actitud se reserva sólo a al valor positivo-negativo, favorable- desfavorable que el individuo le atribuye a un objeto. Para otros implica afectos, juicios, acciones, tendencias de acción. Otros autores más recientes como Breckler proponen una definición más amplia de actitud, compuesta por tres elementos: Un componente afectivo: sentimientos favorables- desfavorables. Un componente cognitivo: juicios, creencias, conocimiento e información. Un componente conativo: tendencia a la acción En el esquema que sigue se trató de representar gráficamente a la actitud como la respuesta evaluativa afectiva que produce un sujeto Breckler, S.J. Empirical validations of affect, behavior and cognition as distinct component of attitude. Journal of Personality and Soc. Psychology 47 (6). 1984. 157 frente al estímulo “social” que proporciona un objeto, en donde se observa la utilización de un modelo de explicación psicológica de tipo conductista imperante en su contexto de producción teórico. Se puede definir a la actitud como organización psicológica de orientación negativa o positiva ante un objeto. Su carácter definitorio es el de la estructuración evaluativa de un conjunto de respuestas y tiene dos funciones: de regulación, selección de las manifestaciones u orientaciones de las conductas y dinamizante o motivacional, mediante la carga afectiva que se le supone. Como supuestos de base del contexto de producción teórico y histórico social de las actitudes podemos distinguir. Es una conceptualización totalmente individual diferen- ciándose claramente de la representación social que se ubica como concepto intermediario para dar cuenta de un conocimiento de la vida cotidiana socialmente construido. Se realizó un gran avance en los estudios metodológicos y de construcción de instrumentos para la investigación experimental sin un desarrollo teórico paralelo. En la tradición de la investigación de actitudes se construyeron las escalas como instrumentos donde a partir de un conjunto de respuestas situadas en un continuun los sujetos elegían posiciones en dichas escalas lo cual daba Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Estímulo Contexto Grupal y social SUJETO como individual ACTITUD OBJETO Respuesta evaluativa afectiva (verbal) Predicción de la conducta como tendencia en la interacción social. Notas para una Psicología Social 158 cuenta del grado de rechazo o aceptación del fenómeno. Había componentes colectivos compartidos por un grupo acerca de un objeto social (normativos, estéticos, políticos, etc.) difiriendo los sujetos en su posicionamiento evaluativo de dicho objeto. Este posicionamiento evaluativo distintivo era el indicador de una actitud (y en muchos casos se tomó la respuesta como actitud misma). Por los tipos de problemas sociales que estudiaba esta área de investigaciones (el racismo, la afiliación política religiosa, las posiciones frente a la guerra, los comportamientos del consumidor) se observa una clara premura por dar predicciones de los comportamientos de los sujetos de acuerdo con sus actitudes (siempre individuales aunque se reconocía cierto carácter compartido) para poder ejercer algún tipo de regulación institucional y política sobre ellos. Maritza Montero en un artículo reciente plantea: “El hecho de que la conducta social así predicha no coincidiera con la realidad y que solo hubiese perfecto acuerdo entre actitud y conducta cuando la medición se hacía después de que la segunda se hubiese expresado no impidió la reproducción casi mecánica de miles de estudios basados en tal presunción, aunque obviamente sí molestó a algunos espíritus inquisitivos que ya desde los años setenta comenzaron a sentirse incómodos con la imprecisión del concepto, con su impredictibilidad y con la simplicidad de la relación entre el mismo y la conducta social.” Las representaciones sociales tienen un antecedente en Durkheim como representaciones colectivas (1895) y es retomada en 1961 como representaciones sociales por Serge Moscovici en el texto “El psicoanálisis, su imagen y su público.” Se recupera a partir de los años ’80, sobre todo en Europa y particularmente en Francia, y desde fines de los ’80 en Latinoamérica y en España. A partir dela revisión de los principales autores de esta teoría podemos sintetizar sus principales postulados: Las representaciones sociales se refieren a estructuras categoriales de conocimiento, que se utilizan socialmente en la comunicación y que se integran con formas de acción social. “En tanto que fenómenos, las representaciones sociales se presentan bajo formas variadas, más o menos complejas. Imágenes que condensan un conjunto de Montero, M. “Indefinición y contradic- ciones de algunos concep- tos básicos en la Psicología Social”, en Construcción y crítica de la psicología so- cial, 1994, Ed. Anthropos, Barcelona. 159 significados, sistemas de referencias que nos permiten interpretar lo que nos sucede e incluso, dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y los individuos con quienes tenemos algo que ver; teorías que permiten establecer hechos sobre ellos. En otros términos se trata de un CONOCIMIENTO PRACTICO, al dar sentido, dentro de un incesante movimiento social, a acontecimientos y actos que terminan por sernos habituales, este conocimiento forja las evidencias de nuestra realidad consensual, participa en la construcción social de nuestra realidad.” Al convertirse, entonces, en modalidades de pensamiento práctico se orientan hacia la comunicación, comprensión y dominio del entorno social. Actualmente se considera que los estudios de las representaciones sociales se basan en tres dimensiones analíticas: • Información/opinión: suma de conocimientos sobre un objeto social, ya sea en términos cuantitativos o cualitativos. Por información se entiende el conjunto de los conocimientos que el grupo posee sobre un objeto social. • Organización: del contenido de la representación en torno a un núcleo figurativo. También se define como campo de representación que designa a la imagen, modelo que subyace al objeto de representación. • Actitud: considerada como una dimensión evaluativa positiva o negativa hacia un objeto de representación. Orientación global con relación al mismo en la vida cotidiana. Se entiende como dimensión afectiva que expresa la orientación evaluativa y actitudinal, positiva o negativa hacia el objeto representado, lo cual imprime a las representaciones sociales un carácter dinamizador y orientador de las conductas. Estas tres dimensiones son un intento de Moscovici de avanzar en la definición teórica de una representación social que permita el abordaje metodológico de los fenómenos que este concepto plantea explicar y describir. Son dimensiones operativas para orientar la Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Jodelet, D. “Las representaciones so- ciales, fenómeno, concep- to y teoría”, en Psicología Social Volumen II, 1986, Ed. Paidós, Buenos Aires. Señalamiento realizado por Francisco Elejabarrieta en “Las representaciones sociales”, en Psicología So- cial , Francisco Morales Ed., España, 1993. Notas para una Psicología Social 160 investigación empírica y no deben tomarse como una modelización teórica de su estructura; es una alternativa operativa para el análisis que se ha confundido en muchas investigaciones con un análisis de la estructura representacional. Los fenómenos representacionales se estudian a través de sus contenidos captados en diferentes soportes: lenguaje, discursos, documentos, prácticas. A partir de aquí se plantean dos orientaciones complementarias en el estudio de las representaciones: • El contenido abordado como campo estructurado: aspectos constituyentes de las representaciones (conjunto de informaciones, opiniones, imágenes, creencias) • El contenido abordado como nodo estructurante: los principios que rigen su coherencia, (organizadores socioculturales, modelos normativos o esquemas cognitivos). En el estudio de las representaciones sociales se distinguen dos procesos, la objetivación y el anclaje. El primero consiste en la operación formadora de imagen, es una operación estructurante y da cuenta de lo social en la representación. Moscovici diría: “Objetivizar es reabsorber un exceso de significados materializándolos.” Analizando la representación de objetos complejos, por ejemplo, la teoría psicoanalítica, o los desarrollos sobre representación de género o sobre el niño y el adolescente, el proceso de objetivización puede implicar varias fases: 1) La selección y descontextualización de sus elementos, que es una fase de construcción selectiva. 2) La formación de un “núcleo figurativo”, una fase de esquematización estructurante que organiza espacialmente como imagen mental ciertos componentes del objeto representado. 3) Una cierta “naturalización” de estos componentes esquema- tizados dotándolos de realidad, es decir de existencia concreta. Este proceso de objetivación implica por ejemplo que esta esquematización sirve a fines de comunicación social ya que se Moscovici, S. “El psicoanálisis, su imagen y su público”. Ed. Huemul, 1976, Buenos Aires. 161 entiende que las representaciones, como conocimiento social, sirven a fines e intereses de determinados grupos. Además, se relaciona con la posición social ocupada y las competencias socioculturales de partida de los miembros del grupo en estudio. “Si se pasa de la sociedad general a grupos y situaciones socialmente definidos, el modelo de construcción o de reconstrucción de la realidad permite comprender la génesis de los contenidos representativos. La intervención de lo social como determinación interna de las operaciones de construcción de la representación puede especificarse derivando los procesos cognitivos movilizados por las condiciones normativas o de vital interés para la colectividad o el individuo.” En el anclaje, pasamos de pensar en la constitución formal de un pensamiento a la integración de éste en sistemas de pensamiento preexistentes. Este segundo proceso se descompone en modalidades como: la asignación de sentido al objeto representado, la utilización de la representación como marco e instrumento de interpretación social y su integración en un sistema de recepción con la correspondiente conversión de elementos de este último con relación al objeto representado. En el proceso de anclaje se construyen redes de significados alrededor del objeto representado que dependerá y se relacionará con el sistema de valores y pautas culturales de un grupo. Por ello es que Jodelet habla de un “enraizamiento” de la representación en la vida social de los grupos. Luego, cada “núcleo figurativo” se convierte en una “guía de lectura”, es decir, se instrumentaliza este saber para comprender la realidad. La articulación entre objetivización y anclaje nos habla de una relación dialéctica entre la “cristalización de una representación en torno a un núcleo figurativo”, y de un “sistema de interpretación de la realidad y de orientación de los comportamientos.” En el siguiente esquema, reelaborado a partir de Denise Jodelet , se trata de graficar a los componentes de la representación social y sus relaciones con los sujetos y su entramado sociocultural. Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Jodelet, D. Op. Cit. Jodelet, D. Op. Cit. Jodelet, D. “Representaciones sociales: un área en expansión.”, en Sida: Imagen y prevención, de Páez, San Juan, Romo y Vergara, (1991) Ed. Funda- mentos, Madrid. Notas para una Psicología Social 162 Algunas reflexiones teóricas y metodológicas para resituar al concepto. Maritza Montero esclarece que, a pesar de presentarse las representaciones sociales como un concepto superador de las actitudes, comparte con éstas un esquema analítico básico tripartito: las dimensiones cognitiva, afectivo-evaluativa y la conativa: “Nuevamente nos encontramos ante una noción de carácter heurístico que ha fundamentado, y lo sigue haciendo, numerosas investigaciones, sobre todo de carácter Inserción y Posición social Pertenencia grupal Contexto histórico-ideológico Sujeto como sujeto psíquico y social Representación Social FORMA DE SABER PRACTICO Objetos humanosy sociales (sexualidad, trabajo, sujetos y grupos determinados, etc. ) CONSTRUCCION EXPRESION SIMBOLIZACION INTERPRETACION ¿ Orientación en la práctica? - Dim. de Información. - Dim. Evaluativo afectiva (actitud). - Dim. Organizativa (ppios organizad) . MODELIZACION en soportes materiales, comportamentales y linguísticos Funciones y eficacia de las RS 163 Segundo Apartado: “Nudos conceptuales y desenlaces” Christlieb, P. “Psicología Social, Inter- subjetividad y Psicología Colectiva”, en Construc- ción y crítica de la psicolo- gía social, Maritza Montero Coord. 1994. Ed. Anthropos, Barcelona. Montero, Maritza. Op. Cit. descriptivo. Y una vez más encontramos el esquema tripartito referido a cognición, evaluación o afecto y conación; si bien con este concepto se quiere superar por una parte el carácter estático implícita o explícitamente adjudicado a los conceptos anteriormente analizados(opinión, actitud, prejuicio y estereotipo), así como afirmar el carácter activo del sujeto, el aspecto creativo de la función cognoscitiva, destacando su valor como concepto en el cual se unen lo psicológico y lo social.” Si bien compartimos las críticas de Maritza Montero acerca de cierta circularidad en las (in) definiciones de la teoría de las representaciones sociales, creemos que la incorporación de este concepto aún hoy es válida para elaborar un esquema conceptual de base en Psicología Social desde el cual investigar e intervenir. Como señala Pablo Christlieb , Moscovici y sus seguidores se habían percatado de que la interacción y los constructos actitud, opinión y prejuicio, como objetos centrales de la psicología social norteamericana funcionaban como conceptos vacíos y en su intento de dotarlos de contenido lo llevan a incorporar el problema del conocimiento y de la realidad comunicativa en el ámbito de una psicología social diferente. Resituar a las representaciones sociales como concepto dentro de un enfoque psicosocial tendría que ver, para nosotros, con poder vigilar epistemológicamente su uso antes que desecharlo. “Cabe añadir que la psicología social en general ha excluido de su campo al análisis de la vida afectiva debido a que considera a lo lingüístico como la realidad completa; por caso pertinente, Moscovici considera ineludible empatar toda imagen con una palabra, y viceversa, es decir, que toda imagen, para ser objeto de la psicología social, ha de ir acompañada de una palabra/enunciado que la designe, de suerte que aparece siempre como conocimiento cotidiano, con ello la psicología social se ‘cognoscitiviza’ se hace en las propias palabras de Moscovici, una psicología social del conocimiento”. Reconsiderar, entonces, a la representación social como un concepto intermediario de cierto nivel de abstracción menor que el de constructos tales como ideología, mitos, o imaginarios sociales y Christlieb, P. Op. Cit. Tomando al concepto de imaginario social desde la definición que hace Corne- lius Castoriadis (1983) La ins- titución imaginaria de la so- ciedad. Tusquets, Barcelona. Notas para una Psicología Social 164 que trata desde sus desarrollos en la investigación aportar a la comprensión de los procesos de recreación y reproducción del conocimiento social en espacios acotados de la cotidineidad de los sujetos y de los grupos en instituciones. Pero entendemos que las representaciones sociales, en tanto descripción de contenidos del pensamiento cotidiano sobre la salud, sobre los jóvenes, sobre el sida, por ejemplo, son expresiones que deben remitirse, también, a los sistemas de estructuración social de los sujetos de mayor grado de condicionamiento desde el cual encuentran su sentido. Esta es una precaución teórica importante para nosotros porque sino se corre el riesgo de repetir en la práctica de la investigación psicosocial algo parecido a lo que sucedió con las actitudes: generar un conjunto de indagaciones tomando como referencia teórica sólo a las representaciones sociales creyendo que los contenidos de representación hallados “explican” el comportamiento de los sujetos y que “cambiando” las representaciones “cambiamos” la acción social. Es necesario, entonces, recordar que los sujetos y los grupos que portan y hacer circular representaciones están situados en coordenadas culturales y sociales, en tanto disponen de determinados capitales de orden simbólico, económico y cultural que circulan en el espacio social. La posesión histórica de determinados volumen y estructura de capitales, desde Bourdieu , les asigna posiciones sociales a los sujetos y a los grupos, que si bien no son estáticas son punto de partida para su desenvolvimiento en su mundo cotidiano. Si no se realizan esfuerzos teóricos de articulación con las condiciones concretas de existencia de la vida social de los sujetos, en tanto construcción jerárquica de su vida cotidiana, y también, si no se remite a las trayectorias subjetivas (incorporando no solo aspectos cognitivos sino también los aspectos afectivos) que portan esos contenidos de representación sobre determinados objetos sociales de su entorno, se valora excesivamente el uso de esta conceptualización para comprender los cambios y reproducciones de las condiciones de vida materiales y simbólicas de los sujetos y sus posibilidades de protagonismo. Bourdieu, P. “Espacio social y capital simbólico” en Cosas di- chas, Gedisa, Buenos Aires.
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