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Psicoanalisis actual: Tercera tópica, vulnerabilidad y contexto social
Rubén Zukerfeld
Resumen: Se presenta una revisión metapsicológica del aparato psíquico freudiano que 
incluye la noción de escisión con valor fundante y estructural. De este modo se plantea la 
existencia de una tercera tópica que implica la coexistencia universal de dos modos de 
funcionamiento psíquico: uno que consiste en procesos de complejidad creciente ordenados 
por la represión y el Ideal del yo, y otro que implica mecanismos de carga y descarga de lo 
nunca representado, asociados a la presencia constante de un yo Ideal. Así es que esta 
revisión sostiene la eficacia de un Inc. escindido paralelo a la de un Inc. reprimido que adquiere
importancia para la comprensión de las patologías que se han considerado en las fronteras del 
psicoanalisis. Se plantea también un modelo teórico-clínico que posiciona al psicoanálisis 
actual en el campo interdisciplinario donde se jerarquiza el concepto de vulnerabilidad: esta 
dependería del predominio de un modo de funcionamiento psíquico en el marco de un contexto 
social donde se destaca la noción de red vincular. Esta puede significar distintos niveles de 
percepción subjetiva de apoyo y/o stress. Finalmente se presenta una viñeta clínica que 
ejemplifica los problemas del psicoanalisis actual en su relación con otras prácticas. 
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Introducción 
 El psicoanálisis actual se encuentra frente a desafíos clínicos y teóricos que estimulan, 
desde hace décadas, a realizar una revisión crítica de su encuadre, un replanteo de las 
características de su campo y una revaloración adecuada de la conformación de sus fronteras. 
Existen así, a mi entender, tres grandes áreas problemáticas que incluyen los aspectos 
mencionados y que conviene que sean exploradas: 1) la de las revisiones metapsicológicas y 
su relación con otras perspectivas teóricas; 2) la de la integración con otras prácticas 
vinculadas con la cura y los problemas metodológicos que ello implica; 3) la del contexto socio-
cultural y su valor teórico-clínico en la comprensión del funcionamiento psíquico y en la 
construcción de la subjetividad. 
 El propósito de este trabajo es, entonces, presentar en el orden citado una serie de 
observaciones e ideas teóricas que intentan una toma de posición en relación con el encuadre 
y campo analítico en una de sus fronteras más cruciales constituida por la llamada 
psicosomática. 
Revisión metapsicológica : el inconsciente escindido y la Tercera Tópica 
 Laplanche y Pontalis definen como “tópico” el punto de vista que supone una 
diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de características o 
funciones diferentes y dispuestas en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlo
metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible dar una representación 
espacial figurada. Es así que si alguna noción teórica se presenta como tópica alude a 
funciones que se representan en el espacio. Alcanza su máximo desarrollo en el esquema 
integrado y abierto de 1933, modelo freudiano final que incluye todas las categorías 
conceptuales básicas de la metapsicología y que ha sido estudiado y revisado en diversas 
oportunidades. Quisiera a propósito de las revisiones enfatizar tres hechos: 
a) Son los datos clínicos provenientes del estudio de los sueños y de las psiconeurosis los que
originan las tópicas. Su modificación y el pasaje de la primera (1900) a la segunda (1923) 
depende de esos observables. Por otra parte estos modelos ya constituidos y desarrollados se 
universalizan y adquieren un valor heurístico considerable. 
b) En la clínica psicoanalítica actual se observa una extensa psicopatología que es 
básicamente de teorización postfreudiana. Parte de ella se la considera en las fronteras del 
psicoanalisis y su abordaje es a veces visto como sus extensiones. ¿Qué muestra esta 
caracterización? Que el centro del psicoanálisis desde el punto de vista psicopatológico y 
metapsicológico es la tópica de 1933 y para algunas corrientes la tópica de 1900. Pero la 
enorme incidencia de estas patologías - las más habituales del fin del siglo XX - generó 
desarrollos teóricos y abordajes técnicos diversos y contradictorios, muchos de los cuales han 
sido señalados como transgresiones y desviaciones. 
c) Existen en la obra freudiana numerosos avances teóricos, observaciones clínicas y aportes 
técnicos entre la presentación de las tópicas primera y segunda y con posterioridad a esta 
última, que no tuvieron una integración coherente en los modelos. Ejemplo de ello son los 
conceptos de doble elección objetal y la dinámica del Ideal que Freud presenta en Introducción
al Narcisismo, los fenómenos vinculados con el doble y lo siniestro y fundamentalmente la 
noción de escisión del yo. Esta noción desarrollada en un trabajo inconcluso de 1938 y en el 
Compendio de Psicoanálisis, es diferente de otras spaltung freudianas y postfreudianas. Es 
habitual asignar esta categoría cierta laxitud teórica desde el clivaje kleiniano hasta la 
separación mente - cuerpo o la explicación de las personalidades múltiples. Pero siguiendo 
cuidadosamente el texto freudiano y las revisiones de otros autores quedan claras las 
siguientes características: a) es intrasistémica, b) no transaccional, c) asociada a la 
desmentida, d) permite la coexistencia de dos actitudes contradictorias. Es decir que el yo del 
niño - como señala Green - admite dos juicios contradictorios al mismo tiempo. Esta operación 
es distinta de la represión y convive con ella, pero de acuerdo con este autor: “[…] En la 
represión, la relación del yo como representante de la realidad y las demandas pulsionales 
como representantes del placer es vertical.[...]En la escisión esta relación es horizontal. La 
razón del yo y la razón de la demandas pulsionales coexisten en el mismo espacio psíquico” (la
cursiva es mía).
 Es sabido que Freud explica el fetichismo y la psicosis empleando este concepto 
íntimamente ligado al de la desmentida. Laplanche señala en el artículo correspondiente que 
“[ …] ha sido recogida por pocos psicoanalistas y que su mérito estriba en subrayar un 
fenómeno típico, aún cuando no aporte una solución teórica plenamente satisfactoria”. 
 Obsérvese que el aparato psíquico “final” que Freud describe en 1933, no da cuenta del 
fetichismo presentado en 1927. El concepto de escisión del yo que lo caracteriza no tiene 
cabida en el modelo de 1933. ¿Cómo se podrían representar tópicamente las dos corrientes de
la vida psíquica que “subsisten paralelas”?. Ya en 1924 había explicado la neurosis y la 
psicosis con el modelo de la segunda tópica, donde la realidad externa es un instancia del 
conflicto y había señalado que en estas situaciones “[ …] el yo podría evitar un desenlace 
perjudicial […] disociándose en algún caso”. O sea que mucho antes de la presentación formal 
del concepto de escisión ya estaba planteado un problema clínico para cuya resolución el 
modelo del yo , superyó y ello no era suficiente, pero que tampoco se modifica cuando vuelve a
presentarlo en las Nuevas lecciones de Psicoanálisis de 1933 . Se trata entonces de un 
paralelismo con dinámica pero sin tópica. Es decir existe un funcionamiento psíquico escindido 
que coexiste con otro reprimido del que la conciencia periódicamente se anoticia. Esto plantea 
la existencia de un Inconsciente escindido que es lo que le daría dimensión tópica más clásica 
a la afirmación de Green sobre la relación “horizontal” entre el campo de la conciencia y el 
inconsciente, y sobre la coexistencia de “la razón del yo y la de las demandas pulsionales” 
porque existe otra estructura Incc. que no ha sido reprimida. 
 Esta otra estructura Incc no incluye un sistema Precc. ni una censura y por lo tanto no 
existen en ella representaciones de palabras sino solo huellas mnémicas activables y más o 
menos facilitadas, correlativas a las magnitudes de excitaciónnunca ligadas. 
 Desde el trabajo de Freud en 1938, considero entonces importante tener en cuenta lo 
siguiente: 
a) La escisión no es una defensa del yo que se pone en funcionamiento en ciertas 
circunstancias. Es un hecho fundante del aparato psíquico que implica considerar el 
fetichismo no como patología sino como una condición del ser humano. Es decir la escisión es
lo que permite que coexistan procedimientos defensivos contra la realidad (desmentida) 
y otros contra la pulsión del ello (represión). 
b) Cada acto psíquico como producto final incluye algo que se reprime y algo que se 
desmiente, tanto en la percepción como en el recuerdo. Implica algo que se habla y algo que se
actúa, algo del orden narrativo y algo inefable. 
c) El aparato psíquico tendría dos modos de funcionamiento inevitablemente coexistentes sin 
relación transaccional y con una doble dinámica : “vertical” característica de la lógica de la 
represión y “horizontal” propia de la escisión , que entendemos como tercera tópica. Ella 
consiste en la modificación del esquema último de 1933 (véase la figura 1)
 FIGURA 1. TERCERA TÓPICA 
 Obsérvese en la figura que se ha incorporado una Spaltung longitudinal, perpendicular a 
la barra represiva, que sería la graficación del concepto freudiano de escisión de 1938 y se ha 
mantenido la organización descrita en 1923 y en 1933 como un modo de funcionamiento junto 
a otra organización que representa el Inc. escindido en el que queda una parte variable del yo 
que consideramos yo ideal. El primer modo corresponde a una estructura edípica conflictiva 
(EEC) universal y común a todo sujeto hablante que constituye por la existencia de la 
represión la condición de posibilidad del pensamiento, las fantasías, los sueños, los síntomas 
psiconeuróticos, los actos fallidos y las transferencias. Es decir que se trata de un conjunto de 
transformaciones progresivas y regresivas de alta complejidad donde existe inestabilidad e 
instancias en conflicto. 
 El otro modo de funcionamiento, que es el del inconsciente escindido, lo pensamos como 
el de una estructura narcisista nirvánica (ENN) universal y común a todo sujeto vivo. Esta 
estructura conviene que sea entendida en distintos niveles: 
a) como la de todos los mecanismos pulsionales no ligados que implican carga y descarga en 
el funcionamiento habitual del sujeto. Estos mecanismos son homeostáticos en el sentido de 
mantener un equilibrio perfecto y silencioso que solo da señales cuando se altera. En 
condiciones normales estas alteraciones percibidas son investidas y semantizadas gracias al 
funcionamiento de la EEC en especial las que comprenden a funciones biológicas que 
demandan comportamientos para regularse (ej: alimentación). 
b) como la dinámica pura del narcisismo tanático y en términos generales como el campo de lo
negativo o lo nunca representado. Esta noción conecta íntimamente entre sí a la desmentida 
radical y la noción de acto en el sentido de descarga nirvánica . Es por eso que es la sede de 
un yo Ideal eterno y coexistente con la instancia Ideal del yo - Super -yo construida en la EEC a
partir de los vínculos intersubjetivos.
Campo Analítico e Interdisciplinas: Integraciones e integridad 
 El psicoanálisis actual se encuentra a mi entender en una encrucijada que ya ha suscitado
numerosos debates teóricos: ¿se trata de una teoría que funda un método de exploración del 
inconsciente, cuyos oficiantes poseedores de cierta habilidad hermenéutica, sostienen 
recursivamente su práctica en la fidelidad al mismo método? ¿O se trata de una teoría que 
intenta dar cuenta de la subjetividad y sus manifestaciones, en especial de aquellas que 
implican sufrimiento y demandan alivio?. 
 La respuesta afirmativa a la primera pregunta no necesita de integración o interdisciplina 
alguna. Es suficiente con la exégesis y la transmisión prolija de los postulados. Pero la 
respuesta afirmativa a la segunda pregunta exige una apertura riesgosa - y a mi modo de ver 
enriquecedora - hacia los paradigmas científicos actuales, es decir una integración con otras 
disciplinas que se ocupan de la cura. Y aquí es importante una aclaración: si por otras 
disciplinas se entiende por ejemplo la semiótica, distintas corrientes filosóficas y artísticas o la
literatura, es sabido que desde sus orígenes el psicoanálisis, ha sido interdisciplinario. El punto 
crítico es si existe esa posibilidad con otras psicologías, con las llamadas neurociencias y con 
la medicina en general, es decir con las “competidoras” en la vasta oferta terapéutica. Por otra 
parte si se comparte el planteo anterior, se incrementa la necesidad de contrastación, de 
rigurosidad e inteligibilidad de los términos teóricos, dado que ellos deben ser intercambiables y
puestos a prueba. Esta integración exporta nociones pero también las importa y aquí es donde 
a veces surge el rechazo por la sensación de pérdida de la integridad del psicoanálisis (o 
mejor dicho, de los psicoanalistas). ¿Qué sucede si ante el intenso sufrimiento el psicoanalista, 
por ejemplo, medica? ¿O cómo se comparan los resultados del proceso analítico con los de 
otros procedimientos? Es fácil comprender que la ampliación del campo analítico, las 
modificaciones del encuadre y la expansión de sus fronteras han generado ciertas crisis de 
identidad en la integridad de la práctica analítica. Pero ese es justamente el desafío : 
integración sin pérdida de la integridad. Un buen ejemplo de ello es el amplio campo de la 
llamada psicosomática que es donde más en evidencia se ponen estos problemas dado que el 
cuerpo teórico del psicoanálisis se ve afectado por la manifestación del cuerpo biológico. Es así
que la noción de integración ha sido siempre un indicador evolutivo incluido en el concepto de 
salud mental. “Integrar” tanto en el sentido de “ unir, conectar, juntar” como en el de “ser parte 
de” o “pertenecer a” se ha constituido en el objeto de muchos enfoques terapéuticos que parten
de suponer que existiría una separación psique - soma en la base de las manifestaciones 
patológicas. Desde este punto de vista, la idea de integrar la mente con el cuerpo adquiere una 
relevancia fundamental que proviene de remotas épocas de la medicina y de la filosofía. 
En la clínica psicoanalítica estas nociones se encuentran a veces sobreentendidas, de modo 
tal que cualquier manifestación somática indicaría una desintegración de algo que convendría 
reconectar, pero creo que rigurosamente no existe ninguna necesidad de integrar psique y 
soma porque en realidad toda manifestación es siempre psicosomática. 
 Lo que sí existe como parte del funcionamiento psíquico humano es una imperiosa 
necesidad de mantener la integridad, es decir la posibilidad yoica de: 
a) reconocer la propia materialidad corporal y, por ende, las necesidades y limitaciones. 
b) reconocerse como distinto del otro en el campo intersubjetivo y sujeto de una cultura.
 Se comprenderá entonces que el concepto de integración es distinto del de integridad. La 
primera noción parte de la base de juntar lo supuestamente separado: esto es comprensible 
cuando por ejemplo el paciente no conecta que el temor a un objeto es un desplazamiento de 
su hostilidad o en los mecanismos proyectivos y también en manifestaciones corporales 
funcionales. Todas estas integraciones (conexiones) son posibles en la medida que el yo no 
sienta amenazada su integridad. Como ésta es condición de existencia y está sostenida en la 
escisión constitutiva de acuerdo con el modelo de la tercera tópica, las respuestas yoicas 
tenderán a mantener separado aquello que –de conectarse- se convertiría en traumático. Por 
todo ello, creo que en lugar de utilizar el concepto de integración convendría pensar en un 
sujeto que intenta preservar su integridad siendo parte de un campo familiar- social- ambiental 
donde un observador puede artificialmente describir subcampos de integración recíprocos y 
solidarios. Estanoción espacial puede ser entendida dinámicamente como distintas 
producciones (psíquicas, comportamentales, y somáticas) conectadas entre sí por diferentes 
mecanismos. 
 En la figura 2 los presentamos teniendo en cuenta lo que describimos como tercera tópica 
en relación con nociones de otras corrientes del pensamiento científico (psicoanalíticas y no 
psicoanalíticas). Así presentamos un subcampo llamado “ aparato psíquico” con su doble 
división (escisión – represión), otro denominado “comportamiento”, un tercero llamado “soma” y
uno intermedio constituido por pensamiento, afectos y creencias. 
 Las interrelaciones que conectan los distintos subcampos son continuas y van a 
determinar distintas producciones dentro de ellos, de acuerdo con las características de los 
estímulos y la condición previa del sujeto. 
 Es importante destacar lo que denominamos transformaciones, entre las que se 
encuentran las productoras de los pensamientos, las creencias y los afectos (1), que son 
derivaciones de la tramitación pulsional de la EEC, producciones simbólicas y transaccionales 
que intentan reunir lo separado por la censura. Dentro del psiquismo producirán los síntomas 
psiconeuróticos, como por ejemplo el síntoma conversivo (2), en donde el cuerpo ocupa el 
lugar de una representación sustitutiva enlazada metafóricamente. En tercer lugar, otra 
modalidad de conexión que analizaremos, es la que representa a las descargas(3) que se dan 
como forma de derivación normal coexistente con lo pulsional tramitado, o también frente a 
situaciones traumáticas cuando son excesivas y el aparato psíquico desarrolla un 
funcionamiento predominantemente narcisista nirvánico. Cuando estas descargas no son 
excesivas pasan inadvertidas, y a medida que aumenta su montante se van percibiendo como 
señales corporales y generadoras de comportamiento sin mediatización fantasmática. En 
condiciones excesivas, se manifiestan como actos síntoma en el sentido de Mc Dougall , tanto 
en el subcampo del comportamiento como a través de alteraciones transitorias o permanentes 
en el subcampo del soma. (vectores 3). Esta concepción conecta entre sí dos campos 
psicopatológicos actuales - el de la psicosomática y el de las adicciones - con el problema de la
falta de tramitación pulsional, pero dentro de una perspectiva donde tanto la eclosión somática 
como la descarga en un objeto adictivo adquieren una mayor universalidad: se trataría de 
posibilidades de respuesta del aparato psíquico a determinadas magnitudes traumáticas donde 
es imposible complejizar transformando el “ruido” en información. 
FIGURA 2. INTERRELACIONES Y SUBCAMPOS 
 A partir del primer nivel de transformaciones (pensamientos creencias y afectos) se 
desarrolla otro nivel de producciones: los comportamientos (4) que pueden tener distintos 
niveles de adaptación. Este concepto de adaptación cuyo origen darwiniano es evidente, 
conviene que sea definido psicoanalíticamente con precisión para diferenciarlo de la vieja y 
tramposa sinonimia de “conformismo social”, que fue intensamente cuestionado por la 
antipsiquiatría y por distintas corrientes dentro del psicoanálisis. 
 Entendemos entonces por adaptación la capacidad del aparato psíquico para tener en 
cuenta: a) la existencia de una realidad ajena al propio funcionamiento mental, ya sea corporal 
y/o intersubjetivo; b) la posibilidad de realizar acciones para transformar en algún sentido 
aquellas realidades. 
 Se puede observar entonces, como esta noción tiene que ver con la salud mental y cómo, 
en general, la idea de adaptación es propia de la neurosis y psicosis e implica distintos niveles 
de fracaso en a) ó en b). Adaptación significa un aparato con actividad fantasmática, 
investiduras y desinvestiduras, conflictos, duelos y también síntomas, pero con posibilidad de 
transformación aloplástica. 
 Distinta es la noción de sobreadaptación de Liberman y colaboradores, a la que definen 
como una “adecuación exagerada” y “adicción a la realidad externa en detrimento de la realidad
psíquica”. Es conocida su vinculación con la patología somática y con las llamadas 
“normopatías”, en las que aparece asociada a la ausencia de sufrimiento psíquico. 
 Por último lo que llamamos “paradaptación” se trata del resultado del inestable de un 
aparato psíquico que por determinadas ó excesos traumáticos tiende a la descarga desafiando 
a la realidad externa y/o creando neorrealidades. Es importante precisar dos cuestiones: el 
desafío conlleva manipulación, dependencia del objeto, y la constitución de neorrealidades no 
llega a conformar un delirio aunque exista déficit en el juicio de realidad. Es como se verá el 
estilo adaptativo propio del campo de las adicciones, los estados fronterizos, las “locuras 
privadas”,etc. , donde predominan la desmentida y la confusión a expensas de un modo de 
funcionamiento ENN comandado predominantemente por el yo Ideal. 
 En síntesis, de acuerdo con el modelo de la tercer tópica, las variaciones adaptativas de 
una sujeto atravesado por las demandas de su cuerpo y del campo intersubjetivo pueden ser 
cuatro: adaptarse (transformar activamente), desadaptarse (síntomas), sobreadaptarse 
(adecuarse formalmente) y paradaptarse (desafiar confusamente). Así es que la adaptación 
excluye al acto , y la sobre y paradaptación excluyen la acción. Este planteo tiene un corolario: 
mientras el funcionamiento mental esté destinado a adecuarse formalmente o a desafiar 
confusamente la realidad, no existirá transformación, es decir no habrá creatividad. 
 Es importante destacar que las creencias y formas de pensar y sentir influyen en el 
funcionamiento corporal (vector 5) y que desde el campo del comportamiento se desarrollan 
interrelaciones que repercuten sobre lo familiar – social y sobre el propio funcionamiento 
psíquico. Además es conocido, como el comportamiento (hábitos) influye en el soma (vector 6),
aspecto sobre el que se apoya toda la medicina moderna en sus programas de prevención y 
recuperación de las enfermedades crónicas y como este subcampo puede verse afectado 
directamente por factores ambientales (vector 7). 
 Las acciones propias de la adaptación y los actos asociados a la para o sobreadaptación 
tienen consecuencias que son recursivas a las que conviene prestarle atención dentro del 
encuadre analítico y cuya diferenciación es crucial en la cura. 
La noción de Vulnerabilidad 
 Desde los orígenes del psicoanálisis existió siempre un profundo interés en determinar la 
importancia de los factores emocionales en el desencadenamiento o exacerbación de las 
enfermedades orgánicas y en las consecuencias psicológicas de las mismas. El término 
“psicosomática” da cuenta de aquel interés y existe hoy en día un bagaje de conceptos y 
categorías propias de ese campo. Esta es una de las áreas interdisciplinarias que más han 
motivado replanteos en el campo analítico. Es sabido que desde la noción freudiana de 
neurosis actuales hasta las descripciones y teorizaciones de los pioneros del psicoanálisis en la
Argentina, las alteraciones somáticas fueron un campo complejo y atrayente que ha dado lugar 
a la formulación de distintos términos teóricos. Uno de ellos es el de vulnerabilidad que 
adquiere – a mi modo de ver – la importancia que en otras épocas tuvo la noción de 
especificidad. Asumir una postura teórica , una actitud clínica y una posición ética frente al 
paciente considerado “vulnerable” es un tema de gran relevancia, un verdadero desafío del 
psicoanálisis actual. 
 En condiciones ambientales para el desarrollo de una vida digna, entendemos como 
“vulnerabilidad somática” al resultado del predominio de una forma de funcionamiento psíquico
que consideramos propio de la ENN y que implica en el nivel metapsicológico: 
a) una insuficiente organización representacional 
b) una carencia de recursos mentales 
c) una tendencia a la descarga
 Y en el nivelclínico: 
a) una dificultad en el enfrentamiento de las situaciones estresantes 
b) una baja tolerancia al desamparo o a pérdidas significativas 
c) una significativa presencia de cogniciones y comportamientos de riesgo.
 El término “vulnerabilidad” quedó en principio asociado a la noción evolutiva de “puntos de
fijación”, éstos, a su vez, de acuerdo a ideas como las de Marty, funcionan como un palier 
frenador de la eventual desorganización somática. De acuerdo a esta concepción cuando se 
produce una situación traumática se altera el principio de programación donde lo primero que 
se pierde es lo último que se adquirió. El mecanismo de desorganización puede ser regresivo o
progresivo, es regresivo cuando puede ser detenido por los sistemas funcionales ó puntos de 
fijación, verdaderos reservorios de energía con producción sintomática reversible. En la 
desorganización progresiva no hay detención psíquica y se produce la caída o el derrumbe 
somático. 
 Mc Dougall considera que la presencia de alexitimia sería el punto de partida de la 
vulnerabilidad somática, en un psiquismo que solo cuenta con palabras escindidas , 
representaciones de cosa sin valencia afectiva. La evocación de “estos registros psíquicos 
primitivos “ se realiza con riesgo de descarga corporal . La dificultad en la elaboración de las 
situaciones de sufrimiento implica un incremento de la vulnerabilidad somática y es un intento 
de defensa frente al dolor psíquico. Todo síntoma – en este sentido – es un intento de 
autocuración. Weisman en un estudio con pacientes neoplásicos entiende que la vulnerabilidad
es una insuficiente capacidad de “afrontamiento” y una distorsión cognitivo – emocional 
asociada a actitudes poco esperanzadas de recobrar la salud , así como también a la falta de 
apoyo social. Otros autores desarrollan una definición relacional de la vulnerabilidad (Kaplan, 
1976) : consideran que la insuficiencia de recursos es condición necesaria pero no suficiente 
para desarrollar vulnerabilidad psíquica ó somática . Se requiere además que el hecho sufrido 
haga referencia a algo que realmente le importe al sujeto , que se trate de un vínculo 
significativo. Dentro de este modelo de comprensión es muy importante el papel que juega el 
grado de compromiso que el sujeto tiene con una determinada situación; cuanto mayor sea el 
compromiso mayor será su percepción de stress psicológico y su vulnerabilidad en relación con
el mismo. 
Fronteras del psicoanálisis y contexto sociocultural: la Red Vincular. 
 En El Malestar en la Cultura, Freud señala tres fuentes de sufrimiento humano: el propio 
cuerpo, el mundo exterior y las relaciones con otros seres humanos. Obsérvese que en estas 
formas en las que se presenta la realidad externa al aparato psíquico se ponen en juego dos 
tipos de problemas: 
a) en las tres fuentes citadas se imbrican fenómenos del orden de la naturaleza con otros del 
orden de la cultura. 
b) su subjetivación se da de distintas maneras según la cualidad y la magnitud de los 
fenómenos. Su eficacia traumática es variable y de acuerdo con Freud sería inversa a la 
posibilidad de significación. En otros términos, ciertas vicisitudes de aquellas fuentes se 
procesarían de acuerdo con el principio de placer- realidad y otras más allá del principio de 
placer. Estudiar la fuente “relaciones con otros seres humanos” produce abundantes 
consideraciones clínicas y teóricas sobre los modos de enfermar en determinados contextos 
macro y microculturales . Así es que teorías que estudian los vínculos inter y transubjetivos y la 
categoría misma de “familia disfuncional” dan cuenta del interés que tiene este campo. 
Asimismo el desarrollo de sistemas grupales y comunitarios para tratar crisis vitales y 
enfermedades crónicas, permite inferir la jerarquía que ha adquirido el concepto de red vincular
(RV) en cualquier abordaje terapéutico : toda la actual crisis de los modelos de solidaridad 
social y su conexión con el incremento de determinadas patologías expresa claramente esta 
concepción . Entendemos como RV a la presencia e interiorización de relaciones significativas 
que se traducen en una percepción subjetiva de sostén y/o de stress de magnitudes variables. 
El concepto de sostén incluye tener tanto a quien recurrir como en quién pensar para sentirse 
reconfortado, apoyado o motivado ; el concepto de stress incluye tanto los vínculos hostiles, 
exigentes ó confusos como la sensación de no tener a quién recurrir. Esta variable incluye las 
relaciones que establece el sujeto en su ámbito familiar pasando por todos los distintos niveles 
de pertenencia intermedios, (barriales, laborales , etc) hasta su pertenencia a determinada 
clase social. Esta definición intenta jerarquizar la importancia del intercambio generador de 
apoyo ó perturbación y la existencia de una trama intersubjetiva que ofrece también distintos 
modelos de identificación. Las características de la RV -más “sostenedora” o más “estresante”- 
las consideramos de gran importancia para: a) la regulación de la autoestima y de la identidad ,
b) la elaboración de duelos, c) la constitución de valores y proyectos vitales, d) el 
afrontamiento de situaciones traumáticas (sucesos externos, enfermedades orgánicas, etc.).En 
este sentido una RV crónicamente estresante quedaría asociada a un funcionamiento 
preconciente que tiende a ser repetitivo en su afán por ligar las magnitudes traumáticas, y su 
expresión predominante estaría caracterizada por distorsiones cognitivas con un fuerte 
sentimiento de desesperanza y ansiedad difusa. Obsérvese que estas son manifestaciones que
incluimos en la definición de vulnerabilidad y que son sostenidamente impermeables a las 
interpretaciones que intenten develar algún contenido reprimido, independientemente de que –
de acuerdo al modelo de la tercera tópica- coexistan con soluciones neuróticas. Es también 
importante distinguir percepción de apoyo de existencia de red social. Existen ciertas 
condiciones básicas generales del contexto cuya ausencia será es estresante (falta de libertad,
de justicia, de trabajo, de parámetros éticos, de solidaridad) y en general toda aquella situación 
que medida desde el ideal del Yo se evalúe como deficitaria. Todo psicoanalista actual que 
trabaja dentro de las llamadas configuraciones vinculares conoce de estos problemas y alcanza
a valorar en su actividad clínica el poder patógeno o reparador que tienen las distintas 
relaciones interpersonales.
VIÑETA CLÍNICA 
 A. es una paciente de 50 años, viuda, ama de casa, obesa y diabética, que consulta por 
un estado depresivo desarrollado con posterioridad al fallecimiento de su marido de 70 años de
un infarto cardíaco hace dos años. Tiene un único hijo de 29 años, odontólogo, casado hace 
tres años. Ella abandona los estudios de odontología cuando se casa a los 20 años con uno de 
los profesores de la carrera veinte años mayor. En la entrevista señala: “fui muy feliz los 
primeros años de mi matrimonio hasta que Eduardito (el hijo) empezó el colegio. Allí mi marido 
comenzó a reclamarme que no me ocupaba de él: quería que estuviera todo el día ayudándolo 
en el consultorio. Era muy celoso”. A. manifiesta también que su médico le había explicado que
su diabetes (recién declarada para el momento de la consulta) iba a mejorar si ella bajaba de 
peso. A. había sido delgada hasta los 25 años; luego empieza a engordar hasta que a los 35 
años tiene un sobrepeso de más de 30 kilos que conserva. La primera etapa de su tratamiento 
analítico está dominada por quejas difusas sobre su soledad, su incapacidad para hacer cosas 
y en especial sobre su hijo que la visita poco. Por ese entonces relata un sueño donde aparece 
ella con su marido en el consultorio odontológico pero “lo extraño era que yo era la paciente”. 
Asocia que se siente culpable de no haber acompañado y hecho feliz a su marido. Una 
intervención del analista señalándole que pudo ser al revés, provoca primero un fuerte rechazo 
de A.,pero luego recuerda las dificultades sexuales de su esposo y una situación donde ella 
había fantaseado con tener relaciones en el consultorio. A partir de aquí por un lado mejora el 
estado de ánimo de la paciente y sus relatos son más variados pero paralelamente describe 
episodios de comer mucho por lo que aumenta mucho más de peso. Se despliega su 
insatisfacción y sus fantasías sexuales que permanentemente critica porque “es imposible 
conocer un hombre”. Reaparecen las quejas en relación con este tema y el análisis en su tercer
año vuelve a estancarse. A. estimulada por su médico clínico le plantea al analista que su 
forma de comer es “emocional” y por qué el análisis no le resuelve el problema. Por ese 
entonces unos amigos le hacen conocer un grupo de autoayuda para obesos al que A. después
de mucha oposición concurre. Al cabo de 7 meses ha bajado más de 25 kilos y conoce un 
hombre con el que forma una pareja. Poco tiempo después con una compañera del grupo inicia
un emprendimiento laboral. Relata en una sesión “a veces pienso que en la vida hay que ser 
paciente porque al final las cosas que uno quiere se consiguen.” 
Comentarios 
 Esta reseña ilustra –a mi modo de ver- algunas de las cuestiones desarrolladas en este 
trabajo. A. Ha tenido dos pérdidas en menos de un año, la muerte del cónyuge- padre y la ida 
de su único hijo . Despliega en el campo transferencial funcionamientos neuróticos y no 
neuróticos: puede observarse por un lado cómo la relación ambivalente con su marido demora 
la elaboración del duelo y cómo por otro existe una vida empobrecida por el aislamiento y cierta
vulnerabilidad somática. El trabajo con un material privilegiado como el sueño (con su 
componente de transferencia erótica) permite elaborar el duelo pero recién cuando se 
constituye una red vincular (el grupo) apoyada por el analista en actitud integradora, A. realiza 
acciones transformadoras y creativas que mejoran su calidad de vida. Aquí es donde se 
plantean dos problemas: a) ¿ Hubiera solamente el análisis posibilitado los cambios de A.? Mi 
impresión es que no. El dispositivo grupal que se estructura por semejanza , desarrolla un 
modelo de recuperación y confronta con realidades desmentidas, ofrece mayores 
oportunidades de cambio y reparación. En realidad estas redes vinculares ponen a trabajar a A.
en un más allá del consultorio, lugar por donde la paciente sentía que circulaba toda su vida. b) 
¿Hay algún otro dispositivo que no sea el analítico que pueda permitir la resolución satisfactoria
de la ambivalencia con el cónyuge muerto? También aquí pienso que no. La tarea analítica 
permite integrar sentimientos agresivos y disminuir la culpa y esto se da por lo general como un
logro propio del particular campo transferencial desarrollado entre analista y paciente. Además 
es allí donde el material onírico alcanza su mayor valor comunicacional de un estado psíquco. 
Conclusiones 
 El psicoanálisis actual excede por necesidad y por desarrollo interno el encuadre de la 
relación individual propio del tratamiento de las psiconeurosis de transferencia. Y es importante 
señalar que el término “actual” puede en ese sentido referenciarse a casi 40 años atrás. El 
problema no es - a mi modo de ver - cómo extender las nociones de inconsciente, transferencia
y sexualidad infantil a campos multipersonales o al problema de la enfermedad orgánica. 
Tampoco pienso que crear categorías ad hoc para darle cabida dentro del encuadre analítico a 
determinadas manifestaciones extiendan rigurosamente su campo. Creo –en términos 
generales- que modificar el encuadre consiste en revisar la teoría que es en definitiva lo que se 
ha hecho en los grandes avances de la escuela inglesa, americana y francesa. Por eso es 
necesario reformular el aparato psíquico y de allí la manera de pensar al sujeto, el encuadre y 
el método analítico. En ese sentido el modelo de la tercera tópica implica lo siguiente: a) 
extensión de la noción de Inconsciente al postular la existencia y eficacia de un inconsciente 
escindido b) coexistencia e implicación de funcionamientos propios de dos estructuras distintas 
y universales. Se comprenderá que desde esta revisión metapsicológica el encuadre analítico 
se amplía del mismo modo que su campo: éste ahora incluye a un sujeto en un contexto 
sociofamiliar que procura mantener su integridad y a la vez desarrollar su potencial creativo. 
Sus manifestaciones no son solo síntomas (neuróticos) sino formas de pensar, creencias, 
comportamientos de distinto nivel, síntomas físicos y también acciones transformadoras de la 
realidad. Todas ellas incluidas en el campo analítico pero también pasibles de ser estudiadas y 
enfocadas con una perspectiva interdisciplinaria. En este sentido hemos destacado un 
articulador teórico - clínico dado por la noción de vulnerabilidad porque expresa el predominio 
de una forma de funcionamiento psíquico en cuya comprensión la teoría psicoanalítica tiene 
mucho que decir. Si, por otra parte, se revisan cuidadosamente los seis componentes de su 
definición se percibirá cómo es posible integrar recursos terapéuticos para mejorar esta 
condición. Por eso pienso que las fronteras del psicoanálisis actual están en expansión y a 
través de ellas es posible exportar e importar teoría y clínica. Así es que nociones como la de 
red de sostén vincular se ofrecen para el enriquecimiento compartido del psicoanálisis y de 
otras disciplinas. Si su inclusión es fluida dentro de los indicadores de la cura, la psicoterapia 
psicoanalítica ofrecerá gran ayuda a muchos sufrientes de distintos padecimientos. Por otra 
parte una teoría psicoanalítica abierta a la problemática social brindará perspectivas 
interesantes a otras disciplinas de la salud. A pesar de las dificultades epistemológicas que ello 
entraña, pienso que es posible hacer converger sobre un mismo objeto de estudio los 
conocimientos que provienen del campo singular transferencial con los que se producen en el 
campo de la salud y de las ciencias sociales. Para ello es bueno que los psicoanalistas que 
aspiran a mantener vivo el legado freudiano, mantengan un alerta crítico sobre sus propias 
concepciones y una actitud humilde y abierta hacia otros desarrollos científicos.- 
	Psicoanalisis actual: Tercera tópica, vulnerabilidad y contexto social
	Rubén Zukerfeld

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