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Cárdenas Garay - Biología aristotélica y animal humano

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YUSTINNE CÁRDENAS GARAY 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA 
Y EL ANIMAL HUMANO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
Facultad de Filosofía 
Bogotá, 28 de febrero de 2022 
 
 
 
 
 
 
 
LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA 
Y EL ANIMAL HUMANO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Trabajo de Grado presentado por Yustinne Cárdenas Garay, bajo la dirección 
del Profesor Diego Antonio Pineda Rivera, 
como requisito parcial para optar al título de Magistra en Filosofía 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 
Facultad de Filosofía 
Bogotá, 28 de febrero de 2022 
 
 
 
 
 
 
Bogotá, Febrero 28 de 2022 
 
 
 
Doctor 
LUIS FERNANDO CARDONA S. 
Decano Facultad de Filosofía 
Pontificia Universidad Javeriana 
Ciudad 
 
 
Estimado Fernando: 
Reciba un cordial saludo. 
Por intermedio suyo, me permito presentar ante la Facultad el trabajo de grado de la 
estudiante de la Maestría en Filosofía YUSTINNE CÁRDENAS GARAY titulado “La 
biología aristotélica y el animal humano”, presentado por ella como requisito para 
obtener el título de Magister en Filosofía. 
En dicho trabajo, Yustinne, después de presentar la obra biológica de Aristóteles, se 
pregunta por el lugar que corresponde al animal humano en la “escala de la naturaleza” 
aristotélica, qué lo distingue sustantivamente de otros animales y en qué consiste 
propiamente su trascendencia, examen que va haciendo a partir de una juiciosa lectura 
de las obras biológicas de Aristóteles, así como de algunos pasajes del De Anima, la 
Ética nicomaquea y la Política. 
Considero que el trabajo mencionado cumple con los requisitos establecidos en el 
reglamento de trabajo de grado de la Maestría y, al darle mi aprobación, solicito que se 
nombre un lector para él; y, si este lo aprobara, se proceda a su defensa pública. 
Cordialmente 
 
 
 
DIEGO ANTONIO PINEDA R. 
Profesor Titular Facultad de Filosofía 
Pontificia Universidad Javeriana 
 
 
 
TABLA DE CONTENIDO 
 
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 7 
 
I. UNA PRESENTACIÓN DE LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA ............................. 10 
I.1. Origen y actualidad de la obra biológica de Aristóteles ....................................... 10 
I.2. Los escritos biológicos de Aristóteles .................................................................. 14 
I.3. Las herramientas de investigación utilizadas por Aristóteles en sus estudios 
biológicos .................................................................................................................... 19 
a.) Observación directa ...................................................................................................... 22 
b.) Disección anatómica ..................................................................................................... 25 
c.) “Ciencia ciudadana” ..................................................................................................... 26 
d.) Comparación y analogía ............................................................................................... 27 
e.) Comprensión causal y finalista ...................................................................................... 29 
 
II. EL LUGAR DEL HOMBRE EN LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA ....................... 37 
II.1. El valor del estudio de los animales, y del animal humano en particular ........... 37 
II.2. Los prejuicios culturales de la descripción aristotélica ....................................... 45 
II.3. El lugar del hombre en la “escala de la naturaleza” aristotélica.......................... 54 
 
III. EL ANIMAL HUMANO COMO SER TRASCENDENTE ................................. 62 
III.1. Los rasgos biológicos característicos del animal humano ................................. 63 
III.2. El logos como factor diferenciador del hombre con respecto a otros animales . 67 
a.) Distinciones entre los vivientes en virtud del principio vital propio ............................. 68 
b.) Repercusiones prácticas de la presencia de logos en el animal humano ...................... 73 
III.3. La trascendencia humana desde una perspectiva aristotélica ............................ 79 
 
 
 
CONCLUSIÓN ............................................................................................. 84 
 
REFERENCIAS ............................................................................................ 87 
 
 
 
 
 
ABREVIATURAS 
IA = Investigación sobre los animales 
PA = Partes de los animales 
RA = Reproducción de los animales 
MA = Movimiento de los animales 
LA = Locomoción de los animales 
DA = Acerca del alma 
PN = Parva naturalia 
Pol = Política 
EN = Ética nicomaquea 
EE = Ética eudemia 
MM = La gran moral 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
Aristóteles ostenta el mérito de ser el primer gran biólogo de quien se tiene registro: 
sus investigaciones biológicas abarcan la mayor parte de sus escritos, siendo un tema 
de interés no de una temporada, sino de toda su vida. La ciencia de la vida que elabora 
hace gala tanto de vastedad y extensión, como de detalle y atención; constituyendo 
además, no sólo una gran enciclopedia que recolecta información, sino que está guiada 
por una inquietud analítica, relativa a la explicación de lo que observa, a las causas que 
en últimas subyacen a la vida y sus diversas manifestaciones. No obstante, el 
Aristóteles biólogo y zoólogo es el menos conocido para muchos, entre los cuales, 
confesamos, nos contábamos también nosotros. De allí que sea imperativo 
aproximarse, en una mirada de conjunto, al quehacer del Filósofo en el campo de la 
ciencia de la vida: ¿qué testimonios tenemos de este quehacer? ¿Qué método o 
instrumentos le pudieron servir para el mismo? ¿Qué lugar tenía una indagación 
biológica en su contexto cultural? ¿Las conclusiones que obtiene siguen conservando 
vigencia en nuestros días, o han perdido toda actualidad? Cuestiones que, junto a otras 
más, nos ocupan en el capítulo I de esta investigación. 
Ya bien situados en las obras zoológicas y biológicas del Estagirita, se descubre 
que, desde este enfoque, dedica un espacio correspondiente, como de ordinario a todo 
viviente, al animal humano: espacio que más bien puede aparecer breve en 
comparación con el que dedica a otros animales. Como Aristóteles alude en sus obras 
a más de quinientos animales, y como la pregunta por el hombre es objeto de nuestro 
particular interés, rastreamos lo que en estos tratados compete al viviente humano: ¿qué 
comprensión del ser humano se desprende de lo planteado en estos tratados? ¿Qué 
semejanzas y diferencias identifica Aristóteles entre el animal humano y otros 
vivientes? Desde este abordaje biológico, ¿se observa en el comportamiento y/o ser del 
 
 
hombre algo así como una dimensión de trascendencia? De esta manera, en el segundo 
capítulo de nuestro estudio pasamos a ocuparnos de la ubicación del animal humano 
en la comprensión de la vida del Estagirita y, siempre a partir de las obras biológicas, 
examinamos en el capítulo tercero si se puede reconocer en el ser humano algún 
movimiento, en el seno de sí mismo, tocante a aspectos que exceden el mero interés 
por la autoconservación y la supervivencia. 
Al tratarse de una descripción de la naturaleza y aspectos característicos del 
animal humano desde la observación biológica, desde constataciones accesibles a 
cualquiera que quiera confrontarlas y observar por su cuenta, esta investigación abre la 
posibilidad de tender puentes para la discusión en torno a los diversos modos de 
comprender al hombre en el mundo contemporáneo. Verbigracia, ante un 
antropocentrismo radical en el cual el hombre se presenta a sí mismo como “amo de la 
creación”, se opone hoy un reclamo de equiparación del hombre a los demás vivientes, 
que llega inclusive a la anulaciónde cualquier relevancia, particularidad o valor del ser 
humano. Estas y otras posturas vigentes en nuestra sociedad, pueden encontrar un 
interesante punto de contraste examinando sus postulados a la luz de la propuesta 
aristotélica sobre el animal humano. 
La investigación aquí adelantada reviste un interés adicional para los estudios 
en torno al pensamiento aristotélico: no son de fácil acceso trabajos que examinen la 
comprensión antropológica aristotélica enmarcada en su ciencia de la vida, ni la 
relación entre esta comprensión y la noción de trascendencia. Así, esta investigación 
puede contribuir a ampliar el espectro académico, ahondando en lo que, desde una 
perspectiva aristotélica, puede ser la dimensión divina del animal humano. Por último, 
al encontrarnos en una universidad pontificia, esta investigación puede repercutir en 
discusiones muy actuales como las que están vigentes a partir de la encíclica Laudato 
Si, y en las empresas ecológicas presentes en nuestro contexto distrital, nacional e 
internacional y eclesial. 
Nuestro estudio se desarrolla mediante la investigación bibliográfica de los 
principales textos biológicos de Aristóteles, a saber: Investigación sobre los animales, 
Partes de los animales y Reproducción de los animales. Además de estas, hay otras 
obras de menor extensión (Parva Naturalia, Locomoción de los animales, Marcha de 
los animales), y alusiones al tema que se encuentran en obras no exclusivamente 
biológicas, como Acerca del alma, la Política y la Ética nicomaquea. Hemos trabajado 
principalmente con las versiones de la editorial Gredos, señalando en los casos en que 
 
 
haya ocurrido, el uso de otras versiones de los textos. A partir de estas fuentes, mediante 
el rastreo, sistematización, contraste e interpretación de los planteamientos del autor 
sobre el tema específico del animal humano, nos proponemos lograr, tanto conocer su 
pensamiento en la materia, como confrontar la relevancia del mismo para nuestro 
contexto actual. De este modo, la presente investigación reviste un carácter exegético-
hermenéutico, comprendiendo tareas como la aclaración de posibles semánticas o 
comprensiones de algún término o pasaje; la contextualización de los mismos dentro 
de la obra del autor o dentro de la discusión contemporánea; el examen de las 
posibilidades de interpretación en relación con otras lecturas del mismo autor en otros 
lugares, así como en relación con aportes del conocimiento posteriores. 
Naturalmente, desarrollaremos nuestro análisis confrontando los comentarios 
de los principales estudiosos de la materia, tales como G. Lloyd, D. Ross, M. Vegetti, 
A. Marcos, entre otros. Como herramienta pedagógica, presentamos en algunos 
momentos de nuestro estudio, unos esquemas sencillos que presten el servicio de reunir 
los elementos esenciales de planteamientos que pueden ser extensos y/o intricados. A 
los esquemas demasiado menores o rudimentarios, no otorgamos ningún rótulo o 
epígrafe en particular. 
 
 
 
 
I 
UNA PRESENTACIÓN DE LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA 
Quizá la faceta menos conocida del pensador de Estagira sea aquella como biólogo: lo 
cual no deja de llamar la atención, toda vez que su ciencia de la vida ocupa una porción 
no menor de toda la suma de sus escritos, y desarrolla planteamientos clave que se 
articulan en otras áreas del saber. En el copioso material tocante a este tema, el Filósofo 
exhibe una asombrosa atención a cada viviente estudiado, sorprendiendo a todo aquel 
que lo lee, por la vastedad de informaciones, lo detallado de las mismas, y las 
explicaciones lógicas que elabora entre ellas. De manera que en este capítulo inicial 
nos aproximamos a la labor de Aristóteles en cuanto estudioso de la vida, para 
considerar, en primer lugar, el origen, ubicación biográfica, envergadura e impacto de 
su interés por los vivientes; en segundo lugar, las obras donde recoge los resultados de 
su labor biológica, fuentes absolutas de nuestra investigación; y en tercer lugar, la 
cuestión que puede resultar más inquietante para la mentalidad actual, 
mayoritariamente cientificista: el modo, o más bien los modos, las herramientas 
escogidas por el Filósofo para explorar el fenómeno de la vida. 
 
I.1. Origen y actualidad de la obra biológica de Aristóteles 
El conjunto de investigaciones sobre la vida habría ocupado todo lo largo de la vida de 
Aristóteles: desde un interés germinal en la infancia, a raíz del oficio médico familiar, 
pasando por los debates en la Academia sobre la taxonomía zoológica, hasta sus 
últimos años de vida. Sus observaciones biológicas las habría desarrollado en 
11 
 
lugares de Macedonia, Asia Menor y Tracia: Asos, el Egeo oriental, Lesbos, y en ella 
la Laguna de Pyrrha, de la cual provendrían la mayor parte de referencias geográficas 
de sus tratados. Hay acuerdo entre los especialistas al situar como período de especial 
dedicación a la observación zoológica y biológica la década que empieza con su salida 
de la Academia y se inauguran “los años de sus viajes, entre 347 y 335” (Barnes, 1999, 
pág. 35). 
En ese contexto, Aristóteles habría sistematizado en su corpus biológico 
descripciones de cerca de 500 especies animales -sin mencionar los estudios botánicos 
que muy presumiblemente realizó, pero que se habrían perdido o, en el mejor de los 
casos, se habrían transmitido a través del trabajo de Teofrasto, su discípulo1-. García 
Gual sitúa el número de vivientes mencionados en unos 580, de los cuales “hay 75 
mamíferos, 204 aves, 22 anfibios y reptiles, 7 cefalópodos, 18 crustáceos, 83 insectos 
y 39 ostracodermos y zoófitos” (1992, p. 29). De allí que ostente el mérito de ser el 
primer gran biólogo de quien se tiene registro. 
La extensión de la investigación biológica aristotélica equivaldría a más de un 
quinto del total del corpus aristotélico, según algunos autores como G. Lloyd; otros 
establecen una proporción de una tercera parte de toda la producción del Estagirita -así 
Jiménez & Alonso, o Vegetti-. En todo caso, los especialistas coinciden en admitir que 
la “estatura del Aristóteles biólogo no es menor a la del Aristóteles lógico, ético, 
metafísico” (Vegetti, 2004). Tan es así que, como observa Gilson, quienes hoy en día 
saben tanta biología y zoología como Aristóteles, son los encargados de impartir a nivel 
universitario los cursos de introducción a estas ramas de la ciencia natural (cf. 1980, p. 
23). Todo lo anterior lleva a Ross a llamar al Filósofo “el más grande de los biólogos 
antiguos”, haciendo eco del juicio de Darwin: “Linneo y Cuvier han sido mis dioses, 
aunque de maneras muy diferentes; pero no eran sino escolares con respecto al viejo 
Aristóteles” (cf. Ross, 1981, p.137). 
Entre numerosos y muy significativos aciertos, y algunos errores -inocuos la 
mayoría, lúcidos muchos, infelizmente trascendentes otros pocos, pero siempre lógicos 
todos-, las obras biológicas aristotélicas inauguran disciplinas y metodologías -por 
 
 
1 La introducción a la Historia Plantarum de Teofrasto, traducida y comentada por Díaz-Regañón 
(1988), recoge bien esta discusión. 
12 
 
ejemplo la anatomía comparada2, o la misma explicación adaptativa-finalista de los 
vivientes3-; discuten con planteamientos ya existentes en la época, varias veces 
corregidos con éxito por el Filósofo, que otras veces adhiere a errores culturales -como 
el valor axiológico del espacio, las teorías sobre la acción refrigerante del cerebro y su 
relación con el corazón, o la inferioridad de la hembra frente al macho-. No obstante, 
el valor de las aportaciones que mantuvieron vigencia hasta bien entrada la 
modernidad, e incluso aún hoy bajo nuestros cánones actuales, es enorme, como 
recogen Jiménez y Alonso (2000, pp.16-17): 
a pesar de errores y falsas conclusiones, debidos en muchos casos a prejuicios y 
a creencias tradicionales no sometidas a crítica, algunos de sus planteamientos 
siguen vigentesincluso después de Linneo. Y ciertas observaciones de 
Aristóteles fueron olvidadas durante siglos y redescubiertas por la ciencia 
moderna. Así, permanece su división entre sanguíneos y no sanguíneos, que 
corresponde a nuestros vertebrados e invertebrados; la inclusión de los cetáceos 
entre los mamíferos; la distinción entre peces óseos y cartilaginosos; la división 
de los invertebrados en crustáceos, cefalópodos, gasterópodos y bivalvos, e 
insectos; el reconocimiento del carácter animal, y no vegetal, de formas 
inferiores marinas; o su idea de la continuidad entre materia no viviente y 
materia viviente, y entre los animales y el hombre. Por otro lado, aunque la teoría 
de la evolución por adaptación debería esperar a Lamarck y Darwin, ya en 
Aristóteles se da uno de los presupuestos de la adaptación: la correlación directa 
entre estructura anatómica y funcionalidad fisiológica, si bien falta el concepto 
de variación de los organismos vivos, eje central en el evolucionismo. A lo largo 
de su obra encontramos sugestivas indicaciones para el concepto de adaptación. 
En sentido opuesto, algunas de las teorías erróneas que logra identificar y 
rechazar, por ejemplo, en uno de sus tratados principales (Reproducción de los 
animales), relativas a los temas de procreación y herencia, son: “la preformación, la 
pangénesis, la teoría seminal encéfalo-mielógena o la teoría derecha-izquierda para la 
 
 
2 Aun sin ser la intención ni interés de Aristóteles, según veremos más adelante en la presente 
investigación, las herramientas y recursos auxiliares que incorpora inauguran, por añadidura, nuevos 
campos del saber. Así ocurre, a juicio de Romero Reverón, con la morfología comparada: cf. Aristóteles: 
Pionero en el Estudio de la Anatomía Comparada, Int. J. Morphol., 33(1):333-336, 2015. 
3 Ester Sánchez, traductora y comentadora de Reproducción de los animales, anota: “Con todo el 
derecho, Aristóteles puede ser considerado como el fundador de las ciencias biológicas: zoología, 
anatomía, botánica ... Y el escrito que nos ocupa constituye el primer tratado sistemático de embriología. 
Algunos problemas que plantea Aristóteles en esta obra son todavía hoy cuestiones cruciales que están 
sin resolver. Otros temas han sido causa de debate durante siglos, y han dado origen a escuelas 
diferentes” (1994, p. 8). 
13 
 
distinción del sexo” (Marcos, 1996, pág. 26). Advertir que incluso el mismo Darwin 
aprobó la teoría de la pangénesis, puede ayudarnos a hacernos una buena idea de la 
envergadura de la indagación biológica del fundador del Liceo. 
Para concluir esta ponderación de la envergadura de la ciencia de la vida 
aristotélica, debemos mencionar un par de categorías auxiliares que el Estagirita 
incorporó para el estudio de los vivientes, y que han permanecido sustancialmente 
actuales para las ciencias naturales. En primer lugar, encontramos la fundamental 
división de los animales entre sanguíneos y no sanguíneos, que equivale a nuestra 
actual división vertebrados-invertebrados. Aristóteles elabora asimismo las 
distinciones según los modos de reproducción de los vivientes: vivíparos, ovíparos, 
ovovivíparos, larvíperos. Se encuentran en su obra igualmente las diferenciaciones 
según “modos de vida” (IA 487a 15ss): carnívoros, granívoros, herbívoros. Estas 
categorías, que ahora solo cabía enunciar, junto a otras propias de la investigación 
zoológica del Filósofo, serán desarrolladas de manera más amplia y esquemática en el 
capítulo segundo, donde nos permitirán una germinal ubicación del animal humano. 
Finalmente, en cuanto a la articulación temática del corpus biológico con la 
globalidad del pensamiento aristotélico, los especialistas coinciden en advertir que la 
biología mantiene relaciones de continuo intercambio con las grandes áreas tratadas 
por el Filósofo, tales como la metafísica, la física, la cosmología, la filosofía práctica 
(ética y política), e incluso la retórica y la poética. Verbigracia, tenemos que es en el 
ser viviente donde se encuentra la expresión por antonomasia de sustancia, concepto 
tan central al pensamiento metafísico aristotélico; por lo cual resulta de gran relevancia 
el abordaje de la obra biológica para una mejor comprensión de los planteamientos 
metafísicos. O también, siguiendo en esto a Marcos (cf. 2010, p. 63), el uso ubicuo de 
la metáfora y la comparación en la biología aristotélica, como recursos explicativos 
complementarios a la definición y deducción, enlaza con sus trabajos en Analíticos, 
Retórica y Poética, los cuales se ilustran con la aplicación en biología. Del mismo 
modo, las reflexiones de un tratado como Movimiento de los animales (MA) resulta 
clave para una buena comprensión de la voluntariedad e involuntariedad de la acción, 
tema tratado en los primeros libros de la Ética Nicomaquea. Por último, las conocidas 
14 
 
nociones de género y especie, usadas para la lógica y la definición, provienen de la 
misma biología aristotélica4. 
 El recorrido que hemos realizado nos permite concluir que las investigaciones 
zoológicas aristotélicas fueron de primordial importancia para toda la ciencia natural: 
como tendremos oportunidad de ahondar en el capítulo siguiente, la apuesta del 
Estagirita por estudiar con método y rigurosidad los diversos vivientes significó la 
inauguración misma del saber biológico. De gran envergadura han sido varios de sus 
planteamientos morfológicos, fisiológicos y etológicos, llegando a permanecer actuales 
hasta nuestros días. Su investigación, como es natural, no estuvo exenta de errores, 
máxime cuando se trataba de la primera gran “expedición” en un nuevo campo del 
saber. 
Procedemos a continuación a presentar los tratados en los cuales se encuentra 
contenido el trabajo de investigación biológica aristotélica. Acto seguido, en la tercera 
y última sección de este capítulo, nos adentramos en la cuestión de las herramientas de 
investigación y métodos de análisis utilizados por Aristóteles en su ciencia de la vida: 
materia de alto interés por incidir en la ponderación de la validez o invalidez de los 
planteamientos aristotélicos, razón por la cual será abordada con detenimiento y 
amplitud. 
 
I.2. Los escritos biológicos de Aristóteles 
La ciencia de la vida aristotélica se articula en un total de siete obras, de las cuales tres 
son tratados mayores, tres tratados menores, y una es una obra que no aborda solo 
contenidos biológicos, sino que viene a ser temáticamente mixta. Los grandes tratados 
son: Investigación sobre los animales (IA), Reproducción de los animales (RA) y 
Partes de los animales (PA). Los tres tratados menores son: Sobre la Locomoción de 
 
 
4 Es la tesis O.A. Ghirardi: “dos nociones surgieron de esta sistemática aristotélica: las de género y 
especie. Resaltan mucho más por no haber sido empañadas todavía con otras subdivisiones como las de 
familia, orden o clase. De ahí a la universalización de las mismas no hay más que un paso y esta síntesis 
grandiosa rebalsa, por ende, el campo biológico para proyectarse sobre la lógica y la metafísica. La 
lógica debe a la biología las nociones de género y especie que se han entronizado con éxito en el 
silogismo y en la definición. Es imposible construir silogismos o definir si no tenemos presente la 
subalternación de los conceptos y las mencionadas nociones de género y especie” (p. 100). 
15 
 
los animales (LA), Movimiento de los animales (MA) y el compendio de Pequeños 
estudios naturales (PN)5; tratados que, bien sea por su temática, bien por su datación, 
suelen aparecer vinculados a Partes de los animales o a Acerca del Alma (DA). En este 
último podemos encontrar una “teoría general de la vida” (Marcos, 1996, pág. 26); 
pero, como adelantábamos, es un tratado que no se ocupa solo de problemas biológicos, 
sino también de temáticas de carácter psicológico y gnoseológico, por lo cual reviste 
un puente interesante del pensamientoaristotélico. Conviene ahora realizar una breve 
indicación sobre cada una de las obras de que nos ocuparemos. 
 Investigación sobre los animales (Περι τά ζωα ΄ιστοριαι, Historia Animalium) 
es el tratado biológico más extenso y el que presenta más datos, adquiriendo así un aire 
más descriptivo que todos los demás escritos. El título remite a “historia” en el sentido 
griego del término: “indagación sobre hechos concretos con vistas a la obtención de 
verdades generales” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 27) -de allí que se traduzca por 
investigación-. Conviene ante todo tener presente que es un tratado sobre las 
diferencias, y no sobre las especies animales en particular, como tendremos ocasión de 
ampliar al tratar de la anatomía y fisiología comparadas. Como en todas las tres obras 
mayores, su autenticidad se encuentra bien establecida, y se discute la autoría solo de 
algunas secciones, dándose por hecho que el libro X sería una adición posterior al autor. 
 La siguiente obra por orden de composición es Partes de los animales (Περί 
ζώων μοριων, De Partibus Animalium). Varios estudiosos consideran que su libro I 
puede hacer las veces de una introducción general a toda la ciencia de la vida 
aristotélica. Es en este tratado donde aparece la célebre apología de la ciencia natural, 
como tendremos ocasión de ver posteriormente. Lo mismo que ocurre con IA, Partes 
de los animales puede parecer en primer momento algo diferente de la intención de su 
autor: no pretende ser un trabajo de anatomía comparada, un elenco o taxonomía de 
morfologías, sino que indaga por la “explicación causal de las partes de los animales y 
sus funciones” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 29), de modo hay una mayor 
orientación hacia la etiología (cf. García Gual, 1992, p. 18) en los cuatro libros que 
 
 
5 Los escritos breves comprendidos en Parva Naturalia son: Sobre la sensación y lo sensible, Sobre la 
memoria y el recuerdo, Sobre el sueño y la vigilia, Sobre los sueños, Sobre la adivinación por los sueños, 
Sobre la vida larga y breve, Sobre la vida y la muerte, Sobre la juventud y vejez y Sobre la respiración. 
 
16 
 
componen esta obra. El mismo Aristóteles expone la articulación del libro en su 
biología y el propósito que lo orienta: 
De qué partes y de cuántas está constituido cada ser vivo ha quedado más 
claramente expuesto en la Investigación sobre los animales; pero por qué causas 
cada una tiene su característica propia hay que estudiarlo ahora, tomando por 
separado cada una de las partes citadas en la Investigación (PA II 6464a 1). 
 Por último, Reproducción de los animales (Περί ζώων γενήσεως, De 
Generatione Animalium) coinciden la gran mayoría de especialistas en considerarla la 
más tardía de las tres obras. En este tratado la preocupación empírica, así como el 
espacio dedicado a la explicación causal material y eficiente, tiene mayor acentuación 
respecto de las obras anteriores. Para García (1992), Reproducción de los animales es 
también la obra más madura del corpus biológico, y el lugar donde Aristóteles “más 
tiende a una discusión de los problemas, con un talante más abierto” (p.18). En esta 
obra se encuentran tanto algunas de las refutaciones más agudas y logradas del Filósofo 
sobre errores de planteamientos precedentes (sobre el desarrollo embrionario), como 
uno de los errores más infelizmente trascendentes (sobre la desigualdad entre hembra 
y macho). Es de común acuerdo entre los estudiosos que el problema de la generación 
revistió un especial interés para Aristóteles. Estimamos que es acorde con el 
característico interés de su pensamiento por las causas primeras y/o últimas: en la 
generación yace el origen más primigenio que se pueda hallar de los vivientes, de modo 
que sería lugar privilegiado para indagar por sus causas y constitución. 
 La primera obra que abre los tratados menores es Sobre la locomoción de los 
animales (Περὶ πορείας ζῴων, De Incessu Animalium). Recordando que la noción 
aristotélica de movimiento (kinesis) no se limita al desplazamiento espacial, sino que 
comprende también fenómenos como la generación y la corrupción, el cambio 
cuantitativo y el cambio cualitativo, tenemos que este tratado se ocupa del movimiento 
local, de allí el título de locomoción. Examina entonces, en esta obra, los distintos 
modos de traslación de diversos vivientes, buscando, como es característico a su interés 
investigativo, la causa de tales diferencias. La autenticidad del tratado es admitida sin 
discusión, el cual mantiene el estilo característico del corpus aristotélico: las “frases 
son, como en el resto del Corpus, cortas y concisas, tanto que, a veces, la comprensión 
y traducción del texto resulta difícil” (Jiménez & Almudena, 2000, pág. 252). 
 Sobre el movimiento de los animales (Περὶ ζῴων κινήσεως, De Motu 
Animalium), en contraste, ha sido de cuestionada autoría, dadas las aparentes alusiones 
17 
 
al texto De spiritu, escrito tras la muerte del Filósofo. Empero, son numerosos autores 
como Farquharson, Louis, Torraca o Nussbaum muestran cómo tales alusiones se 
corresponden perfectamente con pasajes genuinos del corpus aristotelicum. El objeto 
de estudio del tratado es el movimiento de los animales y sus causas, entendiendo por 
kínesis “cualquier tipo de alteración, crecimiento o desplazamiento sufrido o llevado a 
cabo por el animal” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 50). Se desarrollan en esta 
reflexión conceptos como el motor que permite el movimiento, la sensibilidad y el 
deseo que mueven a la acción, la representación mental asimismo implicada, si bien no 
autoconsciente -solo se daría así en el animal humano-, la imaginación y la fantasía, 
entre otros. A juicio de Marcos (2010), esta obra constituiría la primera del campo hoy 
llamado teoría de la acción. 
 La última de las obras menores, que a su vez recoge varios pequeños tratados, 
es Parva Naturalia, o Pequeños estudios naturales. En sintonía con el estilo del corpus 
biológico, se combinan en cada uno de los temas la aproximación técnica y descriptiva, 
con el análisis filosófico de las diversas causas. Para los efectos de nuestra 
investigación, resulta especialmente relevante el libro segundo, Sobre la memoria y el 
recuerdo, dado que aparece la interesante distinción entre recuerdo y reminiscencia, 
que implica singularmente al animal humano. 
 Finalmente, cabe mencionar la articulación que aporta Acerca del Alma a la 
ciencia de la vida aristotélica respecto a las otras áreas de trabajo del Lector. Es 
interesante lo que observa Ross (1981, p. 137): si IA es la gran recolección de datos, 
que luego son elaborados por los demás tratados del corpus biológico, la materia de los 
seres vivos sería estudiada en PA y LA; “su forma esencial” en DA, y “sus propiedades 
derivadas” en PN, MA y RA. Si bien Acerca del Alma es un tratado complejo y de 
temas que desbordan el abordaje biológico como lo entendemos hoy día, se hace 
fundamental para nuestra investigación, sobre todo el libro III, por cuanto es 
precisamente el alma lo que diferencia un ser vivo de uno inerte, y la “sede” por decirlo 
así, de las funciones peculiares de los distintos tipos de vivientes. Lo mismo cabe decir 
de los tratados ético-políticos, que en la acostumbrada visión de conjunto aristotélica, 
aportan algunos conceptos clave para la comprensión del viviente humano en 
particular. 
 Esbozado así el carácter de cada uno de los tratados de la ciencia de la vida 
aristotélica, vale anotar que la datación exacta de la cronología de su composición no 
es posible, dado el “método de trabajo en espiral”, como aciertan en denominarlo 
18 
 
Jiménez y Alonso (2000, p.20): según este método, se podían re-elaborar secciones o 
planteamientos ya puestos por escrito, en ulteriores revisiones o usos de los textos. Se 
trata de un muy interesante rasgo de carácter del Estagirita, que denota una permanente 
actitud discente yhumilde, pues se reconoce la necesidad de corregir las propias 
elaboraciones, la imperfección del propio saber, y la libertad interior para continuar 
renovándose y aprendiendo. La dificultad que plantea tal modo de trabajo para una 
datación cronológica es así descrita por los autores delante citados: 
Es muy difícil establecer el orden cronológico de la composición y redacción 
definitivas, pues responde al procedimiento en «espiral» típico del trabajo 
filosófico y científico de Aristóteles, que vuelve muchas veces sobre el mismo 
problema, desde puntos de vista diversos y cada vez más complejos, añadiendo 
partes nuevas, eliminando las viejas o dejando coexistir ambas. Y, además, 
realizando constantes citas y referencias cruzadas entre los distintos tratados. Es 
muy posible que los libros… contengan materiales de diversas épocas y 
añadidos varios que no fueron unificados en la redacción definitiva, lo que 
explicaría determinadas divergencias de doctrina, así como repeticiones o 
contradicciones (2000, pág. 20). 
 Afortunadamente no es indispensable contar con la datación exacta, puesto que 
el intercambio de referencias entre los textos crea un tejido didáctico que facilita la 
comprensión del estudio de los distintos aspectos de la ciencia de la vida como un 
todo6. Finalizamos presentando una línea de tiempo de trabajo, que permite hacernos a 
una idea general de la fecha de elaboración de los tratados biológicos aristotélicos, 
teniendo siempre presente que las obras del Estagirita habrían estado expuestas a 
permanentes reelaboraciones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 En efecto, también Sánchez (1994) alude a esta característica del corpus biológico, que fue “concebido 
por su autor como un bloque unitario, lo que se confirma por las mutuas referencias en los distintos 
tratados” (p.11). 
19 
 
 
 347 - 340 335 - 330 Segundo período ateniense: 334 - 3227 
 Investigación8 Partes9 Del Alma Reproducción 
 Locomoción10 Parva Naturalia Movimiento 
 
Esquema 1. Línea de tiempo de trabajo de las obras biológicas aristotélicas. 
 
I.3. Las herramientas de investigación utilizadas por Aristóteles en 
sus estudios biológicos 
Habiéndonos formado una idea suficiente de la envergadura de la ciencia de la 
vida aristotélica, nos adentramos en una cuestión de capital importancia, por ser un 
factor sustancial para la valoración de la obra biológica del Estagirita. En general, se 
puede decir que Aristóteles se valió de al menos cinco herramientas de investigación 
y/o estrategias metodológicas para estudiar a los vivientes, como expondremos a 
continuación. 
 
 
7 Pertenecen “a esta etapa las redacciones definitivas de los Parva naturalia y de Acerca del alma, el 
Movimiento de los animales, la Reproducción de los animales y el libro 1 de las Partes” (Sánchez, 1994, 
pág. 17). Un poco más adelante, la autora añade: el “acuerdo es casi unánime en ver en la Reproducción 
de los animales una de las obras más tardías de Aristóteles, sin descartar, por supuesto, que algunas de 
sus partes puedan datar de su estancia en Assos y Lesbos” (pág. 19). 
8 Existe “consenso notable para atribuir la redacción de la Investigación sobre los animales a una etapa 
media de la biografía de Aristóteles, a esa época en que, abandonada la Academia, se encontraba en 
Lesbos y la costa de Asia Menor, antes de su segunda estancia en Atenas. Tricot sitúa su composición 
en los años 343-340, Peck en 345-343, Düring en 343-342, Louis en 347-343, Lloyd en 347-335, y 
Vegetti en 347-343” (García Gual, 1992, pág. 20). 
9 “El De partibus animalium fue compuesto probablemente entre el 335 y el 330, esto es en los años de 
la fundación del Liceo y de la elaboración de los libros centrales de la Metafísica (Z -Θ). El primer libro 
de la obra, que contiene el análisis teórico de los conceptos de causa, de finalismo, de sustancia/especie, 
amén de la crítica a la dicotomía platónica, está en contacto estrecho con la temática ontológico-
epistemológica de la Metafísica” (Vegetti, 2004, págs.188-189). 
10 Se “puede afirmar que fue escrito cuando Aristóteles preparaba el tratado Partes de los animales por 
las referencias que hay en este último tratado. También utiliza datos recogidos cuando preparaba 
Investigación sobre los animales, lo que lleva a Louis a colocar la redacción de la obra entre el 334 y el 
330. Preus también opina que es anterior a las Partes de los animales, porque tiene referencias a la 
Investigación sobre los animales, pero no a Partes de los animales, que, en cambio, tiene referencias a 
los dos tratados citados” (Jiménez y Almudena, 2000, pág. 253). 
20 
 
Antes de abordarlos vale la pena despejar una cuestión transversal a los métodos 
empíricos que habría utilizado el Filósofo, como son la observación directa de los 
animales, y dentro de ella la disección anatómica. Para algunos11, el Lector habría 
recabado su ingente cantidad de datos a través de la sola lectura y de informaciones 
recibidas e incorporadas acríticamente. Verbigracia, aludiendo a un episodio tan 
célebre como el del experimento de observación del embrión de pollo, sostiene Vara 
(1990) que no habría sido desarrollado por Aristóteles, sino que este simplemente lo 
habría transcrito a partir del tratado hipocrático Sobre la naturaleza del niño. Empero, 
como observa Alfredo Marcos, 
que las observaciones mencionadas se realizasen con antelación no demuestra 
que el propio Aristóteles no las repitiera. De hecho, todo parece indicar que el 
autor hipocrático no realizó la observación del desarrollo del polluelo, sino que 
meramente sugirió́ un ingenioso sistema para llevarla a cabo, sistema que, esta 
vez sí, fue efectivamente seguido por Aristóteles (2019, p.6). 
En contraste, la mayor parte de la literatura secundaria12 se decanta por una 
valoración más matizada, según la cual, si bien es evidente que Aristóteles habría leído 
cuanta fuente escrita haya encontrado relativa a sus intereses biológicos, es igualmente 
cierto que con bastante regularidad encontramos pasajes donde polemiza con opiniones 
o sentencias de amplia aceptación. Además, como recoge Marcos a partir de lo 
observado por Lloyd, otros aspectos insoslayables que testimonian la inmersión de 
primera mano del Filósofo son: 
[el] reconocimiento frecuente de la necesidad de más observaciones para dirimir 
un tema, [las] dudas expresadas sobre informes que recibe, [el] rechazo de 
alguno de ellos como claramente falso, [el] rechazo en algunos aspectos de 
prejuicios de la época y [la] refutación de algunas teorías mediante 
observaciones (Marcos, 2019, pág. 7). 
Por confrontar un par de ejemplos de lo anterior, véase cómo en PA 640b 27- 
641a 15, el Filósofo rebate la posición de Demócrito y de los filósofos naturalistas de 
 
 
11 Como Vara Donado (1990) y Lewes (1864). 
12 Así Mosterín (1984), Lloyd (1987), Harré (1986), Bourgey (1932), Manquat (1955), Gual (1992), 
Reale (1985), Ross (1981), Vegetti (2004), entre otros. En este punto estamos en deuda con la 
recopilación realizada por Marcos (2019), en su artículo Sobre las bases empíricas de biología de 
Aristóteles, pues si bien no son todos los que presentamos, sí recoge en su estudio varios de los autores 
que reseñamos en este punto. 
21 
 
la misma línea, según la cual la naturaleza material sería primordial al aspecto formal. 
O en RA 763b I, 25 - 765b 6, donde al indagar por el momento en que se produciría la 
diferenciación sexual, presenta las diversas opiniones que hay al respecto, y pasa a 
demostrar la incorrección y fallas de varios de sus elementos. Contrastando las 
opiniones de Empédocles y Demócrito, señala: “al menos en este punto tendría más 
razón Demócrito, que busca cuál es la diferencia de esta formación concreta e intenta 
explicarla; si lo hace bien o no, es otra cuestión” (RA 764a 20s). Trascalificar de 
absurdo alguno de los elementos planteados, podemos apreciar un grueso pasaje de 
talante crítico en su tratamiento de la teoría izquierda/derecha: 
El mismo argumento que empleamos contra Empédocles y contra Demócrito 
también se puede usar contra los que dicen que el macho viene de la parte 
derecha y la hembra de la izquierda (..) Estos cometen el mismo error limitando 
la cuestión a la derecha y la izquierda, cuando ven que la hembra y el macho se 
diferencian también en todos los órganos: ¿por qué causa el órgano del útero 
tiene que estar en los seres que vengan de la parte izquierda y no en los de la 
derecha? Entonces, si viniera uno (de la izquierda) sin este órgano, será hembra, 
aunque no tenga útero y pudiera darse el caso de un macho con útero (RA 765a 
2 - 765b 6). 
Habiendo mostrado las consecuencias absurdas que se seguirían del 
planteamiento que cuestiona, continúa con la inclusión de datos empíricos relativos a 
la cuestión, obtenidos a partir de observación y disección anatómica: 
Además, como ya se ha dicho también antes, se ha visto tanto una hembra en el 
lado derecho del útero como un macho en el izquierdo y ambos en el mismo 
lado, y esto no solo una vez sino muchas, o el macho en la parte derecha y la 
hembra en la izquierda; y no menos veces se forman ambos en la derecha. 
Algunos están convencidos de una idea parecida a esta y dicen que los que 
copulan con el testículo derecho o el izquierdo atado, producen o machos o 
hembras respectivamente: así opinaba también Leófanes. Algunos afirman que 
les ocurre esto mismo a los animales con un testículo cortado. No tienen razón, 
sino que a partir de conjeturas se imaginan lo que ocurriría, y prejuzgan que es 
así antes de ver que ocurre de esa manera. Además, no saben que estas partes de 
los animales no aportan nada en lo que respecta a la generación de machos o 
hembras. Una prueba de esto es que muchos animales son ellos mismos hembras 
y machos y engendran unas veces hembras y otras machos, aunque no tienen 
testículos, como los animales ápodos, por ejemplo, la familia de los peces y la 
de las serpientes (RA 765a16). 
Consideramos que ha sido suficientemente ejemplificado el punto. 
Adicionalmente, en la sección b.) Disección anatómica de este apartado, referimos 
22 
 
varios lugares donde, a criterio de distintos especialistas, y también a nuestro juicio, 
puede atestiguarse una clara inmersión práctica de Aristóteles en sus observaciones. 
No se olviden, además, las regulares referencias que el Filósofo hace a sus dibujos 
anatómicos, desafortunadamente perdidos, pero que serían imposibles sin contacto 
directo con las criaturas estudiadas. 
En conclusión, resulta evidente la mejor fundamentación y mayor solidez de la 
posición matizada que la de aquella escéptica con la práctica empírica del Estagirita. 
De nuestra propia experiencia de lectura de los tratados biológicos se desprende una 
patente constatación de la observación directa de Aristóteles: la ingente, variada y 
cuidadosa información que recoge no pudo ser extraída por la sola lectura de textos 
precedentes. Habiendo examinado este cuestionamiento transversal a las herramientas 
de investigación de que se valió Aristóteles para su ciencia de la vida, procedemos a 
exponerlas una por una. 
a.) Observación directa 
La primera herramienta es, sin duda, la observación directa. Con mucha 
probabilidad, su inmersión en el quehacer médico, en virtud de la pertenencia tanto 
materna como paterna a las familias asclepíades13 (cf. Reale, 1985, p.13), le acercó al 
mundo de la investigación empírica, de la observación, y le legó el aprecio por la 
fisiología, la morfología, la anatomía y la constitución de los vivientes en general. Es 
diciente la conclusión que esgrime cuando, finalizando el estudio de la reproducción 
de las abejas, y reconociendo la limitación del saber obtenido, establece: “los hechos 
no son suficientemente conocidos, y si alguna vez se conocieran, entonces habrá que 
fiarse más de los sentidos que de los argumentos; de estos, si demuestran que 
concuerdan con los datos aparentes” (RA 760b 30-32). A juicio de Ross, se trata de 
una “firme fe científica en la supremacía de la observación” (1981, pág. 149). 
 
 
13 Como expone la Encyclopaedia Herder, asclepíade es el “nombre que se daba a los sacerdotes de 
Asclepio (Esculapio, para los romanos), personaje mitológico que se consideraba instruido en la 
medicina por el centauro Quirón. Por extensión, también se daba este nombre a los formados en las 
escuelas médicas de estos sacerdotes, es decir, a todos los que practicaban la medicina […] A diferencia 
de los estudiosos de otras ciencias, los asclepíades o médicos fueron casi los únicos que practicaron un 
método científico empírico en Grecia.” 
23 
 
Su aplicación a la observación es uno de los aspectos más encomiables de su 
biología y, aún más, de todo su empeño sapiencial y vivencial: las notas que ha legado 
al respecto no solo capturan la atención del intelecto, que experimenta vivo asombro al 
reparar en la limitación de medios de su época, simultánea al detalle de sus 
descripciones; sino también del afecto, por las descripciones llenas de ternura y 
fascinación presentes aquí y allí en el corpus biológico. Considérese la extensión 
contenida en una afirmación como la siguiente: “ningún animal de los que poseen 
dientes en forma de sierra tiene colmillos ni cuernos” (IA 501a 20). O bien, tratando 
de los mamíferos y sus sentidos, llegando al topo declara: 
 este género no tiene vista, pues no tiene ojos visibles; pero, si se levanta la piel 
espesa que se extiende desde la cabeza por la región externa de los ojos, se 
encuentran interiormente los ojos atrofiados, pero provistos absolutamente de 
las mismas partes que los ojos verdaderos. Pues tienen el iris y la parte interna 
del iris, la llamada pupila, y el elemento graso que las rodea; sin embargo, todas 
estas partes del topo son más pequeñas que en los ojos que están al descubierto. 
Pero no hay ningún signo exterior de la existencia de estos órganos a causa del 
grosor de la piel, como si en el momento de la formación del animal se hubiera 
producido una paralización en su desarrollo natural (IA 533a 5ss). 
Los ejemplos de este tipo son numerosísimos y los mismos se articulan 
continuamente en cada uno de los tratados biológicos. Ahora bien, el interés, por 
supuesto, no se limita a los rasgos externos, sino que del mismo modo los internos son 
examinados con esmero y minuciosidad. Verbigracia, al estudiar las vísceras, y allí los 
riñones, explica que el “de la derecha está situado más arriba que el de la izquierda en 
todos los animales que tienen riñones. Es igualmente menos adiposo que el izquierdo 
y es más seco” (IA 497a). O al constatar que el corazón es el primer órgano que se 
forma en el embrión (cf. RA 1, 735a 2; IA 521a10). Al examinar la epiglotis, señala: 
La tráquea, al estar situada, como hemos dicho, en la parte delantera, sufre 
molestias a causa del alimento, pero la naturaleza ha ideado para eso la epiglotis. 
Esta parte no la poseen todos los vivíparos, sino solo los que tienen pulmones y 
piel cubierta de pelo, y no tienen escamas ni plumas. En estos, en lugar de la 
epiglotis, es la faringe la que se contrae y se dilata del mismo modo que en los 
otros la epiglotis baja o se repliega: se repliega para la entrada y salida del aire, 
se cierra mientras entra el alimento, para que nada se deslice por la tráquea. Pero, 
si se comete un error durante tal movimiento y se respira mientras se ingiere el 
alimento, se producen tos y ahogos, como se ha dicho (PA 664b 20ss). 
24 
 
Solo resta dar alguna ilustración del carácter sensible y expresivo que impregna 
variadas descripciones. Ocupándose de la etología de las aves, reseña que las palomas 
se besan previamente al acople, sin lo cual la hembra “no se dejaría montar” (IA 560b 
26ss).“Además, en el momento de la puesta de la hembra, es maravilloso constatar el 
cuidado que el macho tiene de la hembra y lo nervioso que se pone” (IA 612b 35). 
Conmovedor es el caso del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), que “ama a sus crías, 
encuentra fácilmente su comida y la trae a sus pequeños; es bondadoso y cría no 
solamente sus polluelos, sino también los del águila; en efecto, cuando esta los echa 
del nido, los recoge y nutre” (IA 619b 34, 24). Es bien conocida entre los estudiosos la 
entrañable descripción sobre la inteligencia y ternura de los delfines: 
En lo que se refiere a los animales marinos, se citan una multitud de hechos que 
demuestran la dulzura y familiaridad de los delfines, y en particular sus 
manifestaciones de amor y de pasión por sus hijos (estos ocurrieron en los 
alrededores de Tarento, Caria y otros lugares). Por otro lado, se cuenta que cerca 
de Caria, habiendo sido herido y capturado un delfín, una multitud de delfines 
entró en grupo en el puerto donde se quedaron hasta que el pescador soltó al 
delfín herido; entonces todos de nuevo se marcharon con él. Los delfines 
pequeños siempre van acompañados de algunos de los grandes para asegurar su 
protección. Se vio un día a un grupo de delfines, grandes y pequeños, seguidos 
a poca distancia de otros dos que nadando sostenían, cuando se hundía, a un 
delfín pequeño muerto; ellos lo levantaban con su dorso, como llenos de 
compasión, para impedir que fuera presa de algún animal voraz (IA 631a 7ss)14. 
Nos hemos permitido presentar con cierta amplitud pasajes que pueden ilustrar 
bien no solo la agudeza de observación de los vivientes, sino también el estilo y modo 
de exposición de la ciencia de la vida aristotélica. Habiendo ganado así algo más de 
familiaridad con la biología del Filósofo, continuamos con la presentación de una 
segunda herramienta de investigación empleada por nuestro autor: la disección 
anatómica. 
 
 
14 Memorable es también el comportamiento del siluro, que antes de abandonar la hueva se expone a ser 
cazado por defenderla (HA IX 621a 21). Otras observaciones de esta índole se refieren, por ejemplo, al 
horror atestiguado en camellos y caballos al ser engañados para montar a sus propias madres (cf. IA IX 
47, 631a 1-7); o a la pulcritud de la abeja, el animal más limpio de todos (cf. IA IX 626a 25). 
25 
 
b.) Disección anatómica 
El recurso habitual que Aristóteles habría hecho de esta práctica sería, en 
últimas, la clave determinante del éxito de su biología y de su total preponderancia 
hasta por lo menos los umbrales del siglo XVIII (cf. Vegetti, 2004, págs. 174, 198). Es 
Galeno quien nos trae la noticia de que las familias asclepíades hacían aprender a sus 
hijos la disección, siendo probable que Aristóteles hubiese ayudado a su padre incluso 
en procedimientos quirúrgicos (cf. Ross, 1981, pág. 8). 
Además de las constantes relaciones de partes internas, Pallí destaca el pasaje 
de IA 510a 22s, que examina la anatomía de los conductos testiculares, como una 
muestra especialmente clara de la práctica de la disección por parte del Estagirita. Por 
su parte, Harré (1986) destaca en la misma línea la sección de la descripción del 
desarrollo del embrión de pollo (IA 561a 3 - 562a 20); mientras que Marcos (2019) 
señala IA 565b 15 que, tratando de la gestación de los selacios, parece hacer “vivir en 
directo una de aquellas sesiones de disección” (pág.5). 
Por nuestra parte, adicionalmente a estos y otros pasajes, nos permitimos 
recordar un fragmento de Reproducción de los animales especialmente explícito al 
respecto: “muchas veces se forman gemelos macho y hembra al mismo tiempo en la 
misma parte del útero, y esto lo hemos observado suficientemente por nuestras 
disecciones en todos los vivíparos, tanto en los terrestres como en los peces” (RA 764a 
33s). Precisamente, Sánchez (1994), comentando este mismo tratado, indica que 
Aristóteles realiza “numerosas referencias a sus trabajos de disección como prueba para 
refutar o sostener determinadas teorías” (p.13). En contraste, pero con igual certeza, 
resulta seguro el hecho de que no realizó disecciones de cuerpos humanos, cosa lejana 
a la época, como se evidencia al confrontar un pasaje de su propia mano: 
Las partes visibles… son ellas principalmente las que han recibido nombre y 
nos son conocidas por la costumbre de verlas. Lo contrario sucede con las partes 
internas. En efecto, las de los hombres son las más ignoradas, de suerte que hay 
que estudiarlas por referencia a las partes de los otros animales cuya naturaleza 
es semejante a la de los humanos (IA 494b 16 20-24). 
En suma, se encuentra bien establecido el empleo que habría hecho Aristóteles 
de la disección como herramienta privilegiada de observación directa. Esta, a juicio de 
Vegetti (2004), fue un recurso “ignorado por los predecesores, y habría constituido en 
cambio el eje vertebrador del saber zoológico de Aristóteles” (p.178). 
26 
 
c.) “Ciencia ciudadana” 
Este título expresa el uso que hiciera Aristóteles de informaciones de expertos 
en los diversos tipos de animales. Todos los especialistas en la biología aristotélica 
coinciden en afirmar que los datos sobre las cerca de quinientas especies que el 
Estagirita comenta en sus obras, no habrían sido “posibles sin la información oral de 
criadores, pescadores o cazadores tanto en lo relativo a su morfología, como a su 
comportamiento (migración, hibernación, costumbres sexuales...)” (Jiménez y Alonso, 
2000, p.12). Para algunos, como Sánchez (1994), se trataría simplemente de “personas 
más o menos competentes”, a los que añade apicultores y pastores15; mientras que para 
otros, se trataría de verdaderos expertos en la materia: 
el éxito de la empresa de Aristóteles derivaba en buena parte de su decisión -
signo de una extraordinaria apertura intelectual- de salir del campo de los 
saberes “altos” y escritos, para interpelar directamente a los más directos 
depositarios de aquellos conocimientos, por muy humilde que pudiera ser su 
condición social y cultural: los criadores, los pescadores, los cazadores, los 
matarifes (Vegetti, 2004, pág. 175). 
Para M. Vegetti, incluso sería el esquema de entrevista la herramienta principal 
de información presente en Investigación sobre los animales. A nuestro juicio, 
siguiendo la misma línea de reflexión, es muy interesante considerar cómo estos 
conocedores pudieron ser genuina fuente de conocimiento, toda vez que estaban en 
contacto directo con los vivientes, y ello por extendidos períodos de tiempo. La falta 
de sistematicidad de su saber -falencia a la que respondería el Estagirita-, no obsta para 
valorar cuanto puede tener de válido y verdadero su acervo biológico. Como bien 
subraya Vegetti, a sabiendas de la condición sencilla de estos informadores, el Filósofo 
reconoce el mérito y utilidad de su experiencia, y se vale de ellos como colaboradores; 
con lo cual se constituiría una original “ciencia ciudadana” o “investigación 
participativa”. 
Siguiendo a Marcos (2019) en esta reflexión sobre la investigación 
participativa, hay que advertir que las observaciones etológicas del corpus biológico 
aristotélico son aún más sorprendentes que las anatómicas, por las dificultades 
 
 
15 La traductora de Reproducción de los animales relaciona algunos pasajes donde se puede encontrar 
este procedimiento: pescadores (720b34, 756a32), apicultores (760a2), pastores (767a9). Cf. pág. 45. 
27 
 
adicionales que conlleva estudiar no al animal inerte, sino al animal en su 
comportamiento in vivo. Además, la ingente cantidad de descripciones recogidas 
desborda la posibilidad de cualquier observador de hacerse cargo por sí solo. Lo cual 
implica que “una institución del más alto nivel científico, como fue el Liceo, 
posiblemente la más prestigiosa del momento, admitía y buscaba la colaboración 
popular” (pág. 10). Es probable, pues, que, fungiendo como cabezade la investigación, 
el Filósofo no desarrollara en exclusiva las entrevistas a los testigos populares, sino que 
las encomendará también a sus discípulos del Liceo, para luego sistematizarlas en el 
conjunto de la obra. Comentando la datación de la edad de los delfines (cf. IA 566b 20-
27), el profesor Marcos advierte: 
Quizá́ no se ha reparado suficientemente en las implicaciones de este texto. 
Significa que los pescadores griegos de la época de Aristóteles –asesorados tal 
vez por los científicos del Liceo- atrapaban delfines entre sus redes, marcaban 
con algún signo reconocible a las crías, las devolvían al mar, y después, al cabo 
de más de veinte años, cuando algún ejemplar ya adulto volvía a caer en las 
redes de algún pescador, este era capaz de reconocer la marca y de datarla. Si no 
me equivoco todo ello implica una sistematicidad y una continuidad 
sorprendentes. Y toda esta información, de un modo u otro, acabó siendo 
reportada a Aristóteles. Investigación participativa o ciencia ciudadana 
(Bonney, Cooper y Ballard, 2016) es quizá́ el término que mejor cuadra a este 
tipo de método observacional (p.10). 
Tal metodología del Liceo resulta realmente interesante aún a los cánones 
actuales, tanto pedagógicos como filosóficos; en efecto, en ambos ámbitos se han 
explorado metodologías que integran la participación popular. Consideramos que unas 
apropiadas herramientas críticas y metodológicas, permiten el acercamiento entre saber 
filosófico y experiencia popular; cercanía que, más que opcional, es un imperativo del 
mismo amor por la sabiduría. 
d.) Comparación y analogía 
Como se puede colegir, esta herramienta metodológica va muy aneja a las ya 
expuestas de tipo empírico y observacional. Empero, el matiz que nos permite resaltar, 
crucial por demás para la comprensión de la ciencia de la vida aristotélica, es que su 
biología se estructura por diferencias, por comparación de las diversas manifestaciones 
de una misma característica en los vivientes, y no por una intención taxonómica 
rigurosa. Esta es precisamente la amplia refutación que presenta, el Filósofo, el 
28 
 
Fundador del Liceo, de la dicotomía platónica en el libro I de Partes de los animales, 
donde, tras examinar sus inconvenientes, sentencia: 
hay que dividir según las características esenciales y no según las diferencias 
accidentales propias, como si se dividiesen figuras geométricas porque unas 
tienen los ángulos iguales a dos rectos, y otras a más, pues es un accidente del 
triángulo el tener los ángulos iguales a dos rectos (PA 643a 27). 
En últimas, practicar la dicotomía “es, por un lado, imposible, por otro, vano” 
(PA 644b 20). De allí que, si se quiere seguir el tratamiento de uno de los animales 
estudiados por el Filósofo, hay que recorrer todo el tratado, pues se encuentran 
diseminados los datos y conclusiones respectivas, según se trate tal o cual grupo de 
órganos, tal o cual tipo de comportamientos. El objetivo de la ciencia de la vida 
aristotélica son las diferencias, de modo que “se trata de la ceguera o de la condición 
de vivíparo, no del topo. Se trata de cuatro estómagos, de cuernos o de tal tipo de 
dientes, no de la vaca” (Marcos, 1996, pág. 23). Si no se tiene en cuenta este criterio, 
sus obras biológicas pueden llegar a parecer una maraña de descripciones 
desarticuladas y caóticas; pero, entendidas como tratados de las diferencias, se 
comprende su objetivo: “reunir, distinguir y describir las diferencias que requieren 
explicación, así como investigar su dominio de aplicación, es decir, si son propias de 
alguno de los grandes géneros o específicas de un grupo menor”, como señala A. 
Marcos (1996, p.23). Precisamente en esta operación de cotejo es que se inserta el 
recurso a la analogía: 
Se ha dicho ya antes que muchos elementos son comunes a muchos animales, 
unos de forma directa, por ejemplo, las patas, las alas, las escamas y otras 
características del mismo tipo que estas, y otros por analogía. Entiendo por 
analogía que unos animales tienen pulmón, pero otros no lo tienen, sino otro 
órgano en lugar del pulmón que tienen los primeros; también unos tienen sangre, 
otros algo análogo que tiene la misma función que la sangre entre los animales 
sanguíneos. Pero el hablar por separado de cada especie particular ya dijimos 
antes que llevará a repetir lo mismo cada vez que hablemos de todas las 
características, pues las mismas características se dan en muchos seres. Por 
tanto, que esto quede definido así (PA 645b 4-14). 
Tal es la función y el significado de la analogía en la biología aristotélica. 
Sírvannos otro par de ejemplos para terminar de ilustrar: el hueso de los mamíferos y 
de otros animales, es análogo a la espina de los peces, la jibia de la sepia o la pluma del 
calamar; son análogas “la uña y la pezuña, la mano y la garra, la pluma y la escama 
29 
 
(pues lo que la pluma es al pájaro, lo es la escama para el pez)”16 (IA 486b5 20). Como 
colofón a este ejercicio aristotélico de analogía y comparación, en el que muchos sitúan 
el origen de la fisiología, anatomía y etología comparativas, García (1992), colige los 
múltiples elementos que venimos exponiendo sucesivamente: 
Aristóteles quiere demostrar que en la naturaleza domina el orden y la 
regularidad, y trata de definir esa ordenación. Recurre fundamentalmente a la 
idea de la analogía entre los seres vivos y sus órganos. La anatomía comparada 
se perfila así como uno de los ejes fundamentales de su análisis. Desde los 
comienzos mismos de la Investigación, si bien ese enfoque cobra mayor énfasis 
en Sobre las partes [PA], y, con carácter más monográfico, en Sobre la marcha 
[IA] y Sobre el movimiento [MA], y en Sobre la generación [GA], que es su 
obra zoológica más madura, y donde más tiende a una discusión de los 
problemas, con un talante más abierto. De la descripción se pasa a una 
clasificación y a un esbozo de sistema. Pero no se avanza a una taxonomía 
completa ni universal. Aristóteles no pretende anticipar la concepción 
sistemática de Linneo (pág.18). 
El “esbozo de sistema”, y la comprensión de orden y regularidad en los 
vivientes, nos aboca a la última herramienta investigativa de la ciencia de la vida 
aristotélica, de carácter menos empírico y más analítico y deductivo, a saber: el análisis 
causal y finalista. 
e.) Comprensión causal y finalista 
Prosiguiendo el orden de exposición que venimos recorriendo, puede 
surgir el siguiente interrogante: ¿cómo un estudio con tan amplias bases 
empíricas puede derivar en análisis y planteamientos de corte metafísico, como 
pueden ser la lectura teleológica y el análisis causal? En Aristóteles y otros 
animales, Alfredo Marcos lo explica así: 
Tras coleccionar las diferencias, habrá́ que mostrar sus agrupaciones, las 
constelaciones en que se arraciman (cuatro estómagos, cuernos, carencia de 
ciertos dientes y alimentación herbívora, por ejemplo). Con esta segunda 
operación, quedamos a un paso de la explicación causal (teleológica), pues las 
 
 
16 Otras analogías, que avanzan hacia una relación más metafórica son, por ejemplo, la calvicie en los 
varones, análoga a la caída de las hojas; o el modo como la distribución del alimento para el correcto 
funcionamiento del organismo es análoga a la administración de una casa (cf. GA 783b 10-25 y 744b 
16-25). 
30 
 
diferencias morfológicas, fisiológicas o etológicas, se encuentran agrupadas en 
relación con la forma de vida del animal y con vistas a su buena funcionalidad. 
Adaptación, llamamos hoy a este fenómeno (Marcos, 1996, p.23)17. 
De modo que, si la clasificación no era el objetivo de la indagación del 
Estagirita, sino mero procedimiento instrumental al servicio de la comparación, 
tampoco esta será el propósito último de su ciencia de la vida, sino que lo será la 
explicación causal de las diferencias. De este modo, siguiendo a Bartolomé & Marcos 
(2010), podríamos ilustrar laproporción de interés del Filósofo de la siguiente manera: 
 
Clasificar < Definir < EXPLICAR 
[Definición como instrumento flexible al servicio de la explicación] 
 
Oleksowicz (2018) indica que la explicación causal es propiamente el recurso 
que le permite a Aristóteles realizar el paso entre dos niveles: del nivel de la 
observación de datos y regularidades empíricas, o nivel del qué (hoti), al nivel de la 
teoría científica (cf. PA 646a8-11) o del porqué (dioti). Estos dos niveles configuran lo 
que para Aristóteles es “la infraestructura necesaria de toda ciencia” (Vegetti, 2004, 
pág. 180). De modo esquemático: 
 
 1° recoger los fenómenos (hoti) ὅτι → hechos > Qué 
 2° buscar sus causas (dioti) διότι → explicación causal > Por qué 
 
Véase cómo los cinco procedimientos metodológicos de la biología aristotélica, 
que venimos individuando, responden a esta infraestructura. Ahora bien, los principios 
que emergen en el segundo nivel no son añadidos, productos de la creatividad del 
investigador, sino derivaciones de los hechos mismos, de los propios entes: “si el 
campo fenoménico es adecuadamente investigado, revela con claridad aquellos 
«principios propios» en base a los cuales puede ser interpretado” (Vegetti, p.180). 
Consideremos un ejemplo concreto: examinando la cuestión de las “guerras” entre los 
animales (IA 608b 20 - 610a 35), como ocurre entre el águila y la serpiente, o entre el 
lobo y el asno, al examinar el comportamiento animal y sus factores ambientales, se 
descubre que 
 
 
17 Las cursivas son nuestras. 
31 
 
los animales están en guerra unos contra otros cuando ocupan los mismos 
lugares y cuando sus medios de subsistencia proceden del mismo sitio. En 
efecto, si la comida es escasa, incluso los animales de la misma especie 
combaten entre sí, puesto que también las focas se pelean, dicen los expertos, 
cuando están en un mismo lugar, macho contra macho y hembra contra hembra, 
hasta que uno mata al otro o es expulsado por el otro. También sus crías hacen 
lo mismo. Por otro lado, todos los animales sin excepción pelean con los 
carnívoros y estos con todos los demás, pues se alimentan de animales (IA 608b 
22-27). 
Tras formular esta explicación causal, pasa el Filósofo a exponer las relaciones 
entre al menos una veintena de vivientes -tanto alados como terrestres y acuáticos-, 
llegando, a partir de la observación de los hechos, a evidenciar que “las relaciones de 
amistad y las luchas entre los animales citados vienen determinadas por la comida y 
por el género de vida” (IA 610a 35). Es patente cómo para el Estagirita la “meta no es 
sólo descubrir los hechos (cómo son las cosas), sino revelar sus causas (cómo y por qué 
son así), y en particular revelar las causas finales y el hecho de que no hay azar en la 
naturaleza” (Lloyd, 2008, pág. 66). 
G. Lloyd pone así de relieve el interés último de la ciencia de la vida aristotélica: 
las causas finales, la orientación intrínseca de cada viviente, herramienta definitiva para 
la comprensión de sus particulares modos de ser. Sin entrar en todo el vasto campo 
teórico a que da lugar, trataremos de presentar de modo directo y conciso el 
planteamiento teleológico de la biología aristotélica. Para ello consideraremos un par 
de pasajes de Partes de los animales, obra en la cual se desarrolla más este principio, 
así como los comentarios de E. Gilson al respecto. Con su usual uso de la analogía, el 
Estagirita expresa: 
los filósofos naturalistas exponen la génesis y las causas de la forma externa: se 
produjeron a causa de ciertas fuerzas. Pero igual que el carpintero hablaría del 
hacha o del taladro, lo mismo dirá el naturalista del aire o la tierra, con la 
salvedad de que el carpintero habla mejor, pues no le bastará decir lo siguiente, 
que al golpear su herramienta se produjo una cavidad o una superficie plana, 
sino por qué dio tal golpe y para qué, explicará la causa por la que su producto 
tomará tal forma o, en otra ocasión, tal otra (PA 641a 7-14)18. 
Es decir: más que el aspecto material mismo (“la forma externa”, la “cavidad” 
o la “superficie plana”) lo relevante para comprender verdaderamente un determinado 
 
 
18 El énfasis es nuestro. 
32 
 
ser es la finalidad (“por qué… tal golpe”, “para qué… tal forma”): con qué sentido 
existe tal o cual estructura, característica, función. Se ve cómo la teleología se torna en 
“instrumento de indagación muy potente en el campo biológico que hace posible 
vislumbrar la relación del organismo con sus funciones” (Oleksowicz, 2018). Hablar 
de función remite a finalidad, a orientación, al para qué de los órganos internos y 
externos; al propósito de la morfología, fisiología y etología de los vivientes. El 
siguiente pasaje, concerniente al examen de los cuernos, trasluce bien este aspecto: 
si los cuernos estuvieran en cualquier otra parte del cuerpo supondrían un peso, 
sin tener ninguna utilidad, y serían un estorbo para muchas funciones, también 
sucedería igual si estuviesen sobre los hombros. Es preciso, pues, no solo 
considerar desde qué punto se lanzarían los golpes más fuertes, sino también 
desde qué punto llegarían más lejos. De modo que, puesto que no tienen manos, 
que sobre las patas sería imposible, de estar en las rodillas impedirían la flexión, 
es necesario tenerlos sobre la cabeza, como efectivamente los tienen. Y al 
tiempo, además, resulta que así obstaculizan lo menos posible los otros 
movimientos del cuerpo (PA 663b20-24). 
 Lo que el Filósofo entiende por orientación teleológica, o primacía de la causa 
final, puede parecernos extraño: la lectura de un proyecto inteligente en la entraña de 
la naturaleza. Empero, cuando traemos a colación el concepto de adaptación, mucho 
más cercano a nosotros, la extrañeza llega a desvanecerse. La teleología está ligada, 
como hemos podido constatar en los distintos pasajes citados, a la idea de función: cada 
órgano (nivel morfológico), cada actividad (nivel fisiológico) y cada comportamiento 
(nivel etológico), tienen una función, un propósito, una finalidad, un sentido. La 
semántica del mismo vocablo griego organon, tiene este significado: instrumento, 
herramienta. Hoy compartimos, luego, esta misma comprensión con el Estagirita: la 
vistosidad de ciertos especímenes tiene una función, por ejemplo en miras a la 
reproducción; la anatomía de la lengua y cráneo del pájaro carpintero son como son en 
función de su ejercicio “martillador”; el animal humano es bípedo y ha liberado las 
manos en función de la adaptación que le permite, de la utilidad que gana con ello; y 
en todos los casos, las adaptaciones se dan con vistas a, o en función de, el mejor 
desarrollo del propio ser. 
 La siguiente cita de Gilson constata lo que hemos desarrollado, e introduce la 
presencia de otras causas, además de la final, en el análisis biológico aristotélico: 
Todo aquello cuya estructura es homogénea puede ser explicado por la causa 
motriz [eficiente], que Aristóteles llama a menudo «el punto de origen del 
33 
 
movimiento». Por su lado, las partes heterogéneas requieren, para su 
explicación, otro género de causa, la que hoy llamamos «causa final», y que 
Aristóteles llama, simplemente, el fin (telos), el «con miras a» (to ou eneka), el 
«para qué» (dia ti). Nunca emplea expresiones abstractas como «causa final», y 
menos aún «finalidad». Habla de objetos reales y de elementos de esos objetos, 
tan reales como los primeros (1980, pág. 26). 
 Es interesante el subrayado sobre la terminología usada por Aristóteles, ya que 
permite reparar en el arraigo realista de su análisis, como se sabe, tan característico 
frente al idealismo platónico. El telos, el principio de disposición de las partes, “el 
acabamiento del para qué de todo ser vivo”, el skopos que identifica el Estagirita “no 
se sale del orden físico, que es el de la naturaleza (physis)”19 20 (Gilson, 1980, pág. 49).La teleología consiste en un acto, y no en una abstracción ajena a la naturaleza del 
viviente: vemos la finalidad, vemos a los seres constituirse según cierto orden y plan; 
las operaciones de la naturaleza dan testimonio de la finalidad, de la tendencia a un 
bien. Ahora bien, en la cita aparece la mención de la causa motriz, que junto a la causa 
material, la causa formal y la causa final, constituyen el conjunto de las célebres cuatro 
causas aristotélicas. ¿Cómo son aplicadas a la ciencia de la vida? 
 De la última ya hemos hablado, y es en verdad la que adquiere papel 
determinante en la biología aristotélica -tanto así que hay características, tanto 
anatómicas como comportamentales, que solo se explican a partir de la función o telos 
a que se ordenan-. De las causas restantes bastará con una concisa pero ajustada 
mención. La misma elaboración de los tratados biológicos daría cuenta de las mismas: 
el análisis de la causa material, se daría en la indagación anatómica, contenida 
fundamentalmente en Partes de los animales; la causa eficiente sería estudiada con 
especial atención en la generación o Reproducción de los animales; la causa formal, se 
daría en la articulación de las partes de los vivientes, la cual no se condensa en un solo 
tratado, sino que aparece transversalmente en todos ellos, pero pueden considerarse de 
 
 
19 De allí que Gilson pueda concluir: “los finalistas no piensan ‘a su gusto’, sino impelidos por la 
evidencia de los hechos” (p.50). En este texto el francés es especialmente dedicado con el tratamiento 
de la discusión teleología - mecanicismo, las cuales, concluye, pertenecen a la filosofía de la biología, a 
la sabiduría de la ciencia de la naturaleza; es decir, no son in strictu sensu nociones científicas, sino 
filosóficas. 
20 En el mismo sentido, señalan Bartolomé y Marcos (2010) que son los seres vivos, tangibilísimos, 
concretísimos, los exponentes por antonomasia de la sustancia (ousia). Es esta una muestra de cómo las 
investigaciones biológicas y metafísicas aristotélicas se realimentan mutuamente. 
34 
 
todos modos con mayor atención en los tratados de movimiento y locomoción, o en los 
Parva Naturalia. Esta misma nota de trasversalidad se da para la causa final; con todo 
puede hallarse un especial tratamiento en el tratado Acerca del alma. 
 Por último, es pertinente considerar las propuestas de explicación anteriores al 
telos aristotélico, en aras de un mejor dimensionamiento de la importancia de esta 
propuesta. Contrario a la creencia popular moderna -y post-moderna-, el mecanicismo 
no es posterior “al antiguo finalismo” sino anterior, e incluso el mismo Aristóteles ya 
habría considerado superado este tipo de explicación: 
El proceso de formación se produce, pues, para la existencia, pero no la 
existencia para el proceso. Por eso Empédocles no tenía razón al decir que 
muchas características se dan en los animales por haberse producido durante el 
proceso de formación, como tener tal tipo de columna vertebral porque al estar 
doblada se ha llegado a fracturar. Desconoce, en primer lugar, que el germen 
constituyente debe existir ya con tal potencialidad; luego, que lo que produce 
existe con anterioridad no solo lógicamente, sino también temporalmente: así el 
hombre engendra un hombre, de modo que, al tener tales características aquél, 
el proceso de formación de este otro se produce de tal manera (PA I 640a 18-
26).21 
 Para Empédocles, sería el estrecho espacio del vientre el que causaría que un 
hueso previamente contenido se fragmentara en los múltiples trozos de los vertebrados. 
Observa Gilson que, en general “las respuestas dadas a este tipo de preguntas por los 
predecesores de Aristóteles eran: el azar, la suerte, «coincidencias accidentales» e 
incluso necesidad; nunca previsión, designio, fin” (Gilson, 1980, pág. 32). Es preciso 
que el ‘futuro término’ (el telos) presida desde el principio la disposición de las partes, 
pues si no, ¿según qué orden se dispondrán? El telos constituye de esta manera una 
explicación mucho más sólida y acorde al efectivo desarrollo de los vivientes. Es un 
principio primero y verdadero en tanto “bajo su luz se hace inteligible todo un orden 
de la naturaleza” (idem, p.49). 
 Hasta aquí el tratamiento de la teleología. Es necesario subrayar que en la 
ciencia de la vida aristotélica la comprensión del telos está correctamente limitada, 
como notan Ross y Vegetti en dos sentidos diferentes: 1.) limitada “a la explicación 
 
 
21 Las cursivas son nuestras. A este respecto cabe recordar cómo Aristóteles acierta en reconocer que el 
desarrollo embrionario se da en modo de epigénesis y no de pangénesis, controversia que no se soslayaría 
sino hasta el el s. XVIII, con la Theoria Generationis de Wolf 1759; y los trabajos de von Baer en 1828 
y 1837 (cf. Lloyd, p.74; Ross, 1981, págs. 140-146). 
35 
 
científica de la estructura de cada ousía individual o forma específica. No existe, ni 
puede existir, alguna finalización [/destinación] de una especie a otra”22 (Vegetti); 2.) 
limitada por la conciencia que tiene el Filósofo “de la existencia de variaciones 
espontaneas cuya explicación debe radicar en causas mecánicas” (Ross, p.150). 
 Podemos hacer síntesis señalando que el telos de la ciencia de la vida 
aristotélica es el de una teleología inmanente, ínsita a cada viviente y encargada de 
orientarle hacia la realización plena de las potencialidades de su ser específico: “el 
desarrollo del individuo tiende a la plena realización de su forma” (Bartolomé & 
Marcos, 2010, pág. 66). De hecho, la perpetuación del tipo o especie constituye para el 
Estagirita “la mayor prueba de la finalidad de la naturaleza” (Ross, 1981). En palabras 
de Bartolomé y Marcos (2010), esta comprensión teleológica no es ni vitalista, ni 
externalista, ni psicologista, ni esencialista, ni “reductible a la causa eficiente. Si se 
busca un calificativo, éste sería el de sustancialista, pues el fin del desarrollo y la acción 
es la propia sustancia” (p. 66). La realización del término del propio ser viene 
estimulada y de cierto modo ratificada, mediante la experiencia de agrado, placer, y en 
el caso del alma intelectiva, también de asombro y estupor: 
La falta de casualidad y la tendencia a un fin se encuentra especialmente en la 
obra de la naturaleza. Y el fin para el cual una cosa ha sido construida, o ha 
llegado a ser, pertenece a lo que es hermoso (Lloyd, 2008, pág. 65) 
 
 
 
≈ 
 
 
Habiendo realizado este itinerario por las herramientas de análisis e 
investigación utilizadas por el Filósofo para su investigación de los vivientes, podemos 
concluir recordando el contexto de tal metodología con las palabras del profesor Mario 
Vegetti en Guida ad Aristotele: 
 
 
22 Este autor se detiene a considerar la que podría ser una contradicción a lo afirmado, en el pasaje de 
Política I, 8, donde pareciese que hay ordenación de unos seres a otros -las plantas a los animales, y los 
animales al hombre-. Comenta Vegetti que el pasaje aparece en una investigación de muy distinto orden 
al de la biología, y que “se trata de una tesis que contraviene los límites y el sentido de la teleología 
biológica” (pp.182-183). 
36 
 
La situación con la que se encontraba de frente podría, en suma, resumirse, 
según Aristóteles, en los siguientes términos: los filósofos habían producido 
teorías sobre la naturaleza, pero con un aparato conceptual insuficiente y con 
una inadecuada observación de los fenómenos; los expertos, los técnicos sí 
habían conducido observaciones, pero su falta de interés cognoscitivo no los 
había podido conducir a elaborar una verdadera comprensión de los fenómenos 
observados (2004, pág. 179). 
 No hay, entonces, saber biológico sin adecuada observación; y la observación 
no puede ser adecuada si no está orientada por un adecuado punto de vista teórico. 
Estas exigencias del saber, junto a la exploración

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