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YUSTINNE CÁRDENAS GARAY LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA Y EL ANIMAL HUMANO PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía Bogotá, 28 de febrero de 2022 LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA Y EL ANIMAL HUMANO Trabajo de Grado presentado por Yustinne Cárdenas Garay, bajo la dirección del Profesor Diego Antonio Pineda Rivera, como requisito parcial para optar al título de Magistra en Filosofía PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Filosofía Bogotá, 28 de febrero de 2022 Bogotá, Febrero 28 de 2022 Doctor LUIS FERNANDO CARDONA S. Decano Facultad de Filosofía Pontificia Universidad Javeriana Ciudad Estimado Fernando: Reciba un cordial saludo. Por intermedio suyo, me permito presentar ante la Facultad el trabajo de grado de la estudiante de la Maestría en Filosofía YUSTINNE CÁRDENAS GARAY titulado “La biología aristotélica y el animal humano”, presentado por ella como requisito para obtener el título de Magister en Filosofía. En dicho trabajo, Yustinne, después de presentar la obra biológica de Aristóteles, se pregunta por el lugar que corresponde al animal humano en la “escala de la naturaleza” aristotélica, qué lo distingue sustantivamente de otros animales y en qué consiste propiamente su trascendencia, examen que va haciendo a partir de una juiciosa lectura de las obras biológicas de Aristóteles, así como de algunos pasajes del De Anima, la Ética nicomaquea y la Política. Considero que el trabajo mencionado cumple con los requisitos establecidos en el reglamento de trabajo de grado de la Maestría y, al darle mi aprobación, solicito que se nombre un lector para él; y, si este lo aprobara, se proceda a su defensa pública. Cordialmente DIEGO ANTONIO PINEDA R. Profesor Titular Facultad de Filosofía Pontificia Universidad Javeriana TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 7 I. UNA PRESENTACIÓN DE LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA ............................. 10 I.1. Origen y actualidad de la obra biológica de Aristóteles ....................................... 10 I.2. Los escritos biológicos de Aristóteles .................................................................. 14 I.3. Las herramientas de investigación utilizadas por Aristóteles en sus estudios biológicos .................................................................................................................... 19 a.) Observación directa ...................................................................................................... 22 b.) Disección anatómica ..................................................................................................... 25 c.) “Ciencia ciudadana” ..................................................................................................... 26 d.) Comparación y analogía ............................................................................................... 27 e.) Comprensión causal y finalista ...................................................................................... 29 II. EL LUGAR DEL HOMBRE EN LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA ....................... 37 II.1. El valor del estudio de los animales, y del animal humano en particular ........... 37 II.2. Los prejuicios culturales de la descripción aristotélica ....................................... 45 II.3. El lugar del hombre en la “escala de la naturaleza” aristotélica.......................... 54 III. EL ANIMAL HUMANO COMO SER TRASCENDENTE ................................. 62 III.1. Los rasgos biológicos característicos del animal humano ................................. 63 III.2. El logos como factor diferenciador del hombre con respecto a otros animales . 67 a.) Distinciones entre los vivientes en virtud del principio vital propio ............................. 68 b.) Repercusiones prácticas de la presencia de logos en el animal humano ...................... 73 III.3. La trascendencia humana desde una perspectiva aristotélica ............................ 79 CONCLUSIÓN ............................................................................................. 84 REFERENCIAS ............................................................................................ 87 ABREVIATURAS IA = Investigación sobre los animales PA = Partes de los animales RA = Reproducción de los animales MA = Movimiento de los animales LA = Locomoción de los animales DA = Acerca del alma PN = Parva naturalia Pol = Política EN = Ética nicomaquea EE = Ética eudemia MM = La gran moral INTRODUCCIÓN Aristóteles ostenta el mérito de ser el primer gran biólogo de quien se tiene registro: sus investigaciones biológicas abarcan la mayor parte de sus escritos, siendo un tema de interés no de una temporada, sino de toda su vida. La ciencia de la vida que elabora hace gala tanto de vastedad y extensión, como de detalle y atención; constituyendo además, no sólo una gran enciclopedia que recolecta información, sino que está guiada por una inquietud analítica, relativa a la explicación de lo que observa, a las causas que en últimas subyacen a la vida y sus diversas manifestaciones. No obstante, el Aristóteles biólogo y zoólogo es el menos conocido para muchos, entre los cuales, confesamos, nos contábamos también nosotros. De allí que sea imperativo aproximarse, en una mirada de conjunto, al quehacer del Filósofo en el campo de la ciencia de la vida: ¿qué testimonios tenemos de este quehacer? ¿Qué método o instrumentos le pudieron servir para el mismo? ¿Qué lugar tenía una indagación biológica en su contexto cultural? ¿Las conclusiones que obtiene siguen conservando vigencia en nuestros días, o han perdido toda actualidad? Cuestiones que, junto a otras más, nos ocupan en el capítulo I de esta investigación. Ya bien situados en las obras zoológicas y biológicas del Estagirita, se descubre que, desde este enfoque, dedica un espacio correspondiente, como de ordinario a todo viviente, al animal humano: espacio que más bien puede aparecer breve en comparación con el que dedica a otros animales. Como Aristóteles alude en sus obras a más de quinientos animales, y como la pregunta por el hombre es objeto de nuestro particular interés, rastreamos lo que en estos tratados compete al viviente humano: ¿qué comprensión del ser humano se desprende de lo planteado en estos tratados? ¿Qué semejanzas y diferencias identifica Aristóteles entre el animal humano y otros vivientes? Desde este abordaje biológico, ¿se observa en el comportamiento y/o ser del hombre algo así como una dimensión de trascendencia? De esta manera, en el segundo capítulo de nuestro estudio pasamos a ocuparnos de la ubicación del animal humano en la comprensión de la vida del Estagirita y, siempre a partir de las obras biológicas, examinamos en el capítulo tercero si se puede reconocer en el ser humano algún movimiento, en el seno de sí mismo, tocante a aspectos que exceden el mero interés por la autoconservación y la supervivencia. Al tratarse de una descripción de la naturaleza y aspectos característicos del animal humano desde la observación biológica, desde constataciones accesibles a cualquiera que quiera confrontarlas y observar por su cuenta, esta investigación abre la posibilidad de tender puentes para la discusión en torno a los diversos modos de comprender al hombre en el mundo contemporáneo. Verbigracia, ante un antropocentrismo radical en el cual el hombre se presenta a sí mismo como “amo de la creación”, se opone hoy un reclamo de equiparación del hombre a los demás vivientes, que llega inclusive a la anulaciónde cualquier relevancia, particularidad o valor del ser humano. Estas y otras posturas vigentes en nuestra sociedad, pueden encontrar un interesante punto de contraste examinando sus postulados a la luz de la propuesta aristotélica sobre el animal humano. La investigación aquí adelantada reviste un interés adicional para los estudios en torno al pensamiento aristotélico: no son de fácil acceso trabajos que examinen la comprensión antropológica aristotélica enmarcada en su ciencia de la vida, ni la relación entre esta comprensión y la noción de trascendencia. Así, esta investigación puede contribuir a ampliar el espectro académico, ahondando en lo que, desde una perspectiva aristotélica, puede ser la dimensión divina del animal humano. Por último, al encontrarnos en una universidad pontificia, esta investigación puede repercutir en discusiones muy actuales como las que están vigentes a partir de la encíclica Laudato Si, y en las empresas ecológicas presentes en nuestro contexto distrital, nacional e internacional y eclesial. Nuestro estudio se desarrolla mediante la investigación bibliográfica de los principales textos biológicos de Aristóteles, a saber: Investigación sobre los animales, Partes de los animales y Reproducción de los animales. Además de estas, hay otras obras de menor extensión (Parva Naturalia, Locomoción de los animales, Marcha de los animales), y alusiones al tema que se encuentran en obras no exclusivamente biológicas, como Acerca del alma, la Política y la Ética nicomaquea. Hemos trabajado principalmente con las versiones de la editorial Gredos, señalando en los casos en que haya ocurrido, el uso de otras versiones de los textos. A partir de estas fuentes, mediante el rastreo, sistematización, contraste e interpretación de los planteamientos del autor sobre el tema específico del animal humano, nos proponemos lograr, tanto conocer su pensamiento en la materia, como confrontar la relevancia del mismo para nuestro contexto actual. De este modo, la presente investigación reviste un carácter exegético- hermenéutico, comprendiendo tareas como la aclaración de posibles semánticas o comprensiones de algún término o pasaje; la contextualización de los mismos dentro de la obra del autor o dentro de la discusión contemporánea; el examen de las posibilidades de interpretación en relación con otras lecturas del mismo autor en otros lugares, así como en relación con aportes del conocimiento posteriores. Naturalmente, desarrollaremos nuestro análisis confrontando los comentarios de los principales estudiosos de la materia, tales como G. Lloyd, D. Ross, M. Vegetti, A. Marcos, entre otros. Como herramienta pedagógica, presentamos en algunos momentos de nuestro estudio, unos esquemas sencillos que presten el servicio de reunir los elementos esenciales de planteamientos que pueden ser extensos y/o intricados. A los esquemas demasiado menores o rudimentarios, no otorgamos ningún rótulo o epígrafe en particular. I UNA PRESENTACIÓN DE LA BIOLOGÍA ARISTOTÉLICA Quizá la faceta menos conocida del pensador de Estagira sea aquella como biólogo: lo cual no deja de llamar la atención, toda vez que su ciencia de la vida ocupa una porción no menor de toda la suma de sus escritos, y desarrolla planteamientos clave que se articulan en otras áreas del saber. En el copioso material tocante a este tema, el Filósofo exhibe una asombrosa atención a cada viviente estudiado, sorprendiendo a todo aquel que lo lee, por la vastedad de informaciones, lo detallado de las mismas, y las explicaciones lógicas que elabora entre ellas. De manera que en este capítulo inicial nos aproximamos a la labor de Aristóteles en cuanto estudioso de la vida, para considerar, en primer lugar, el origen, ubicación biográfica, envergadura e impacto de su interés por los vivientes; en segundo lugar, las obras donde recoge los resultados de su labor biológica, fuentes absolutas de nuestra investigación; y en tercer lugar, la cuestión que puede resultar más inquietante para la mentalidad actual, mayoritariamente cientificista: el modo, o más bien los modos, las herramientas escogidas por el Filósofo para explorar el fenómeno de la vida. I.1. Origen y actualidad de la obra biológica de Aristóteles El conjunto de investigaciones sobre la vida habría ocupado todo lo largo de la vida de Aristóteles: desde un interés germinal en la infancia, a raíz del oficio médico familiar, pasando por los debates en la Academia sobre la taxonomía zoológica, hasta sus últimos años de vida. Sus observaciones biológicas las habría desarrollado en 11 lugares de Macedonia, Asia Menor y Tracia: Asos, el Egeo oriental, Lesbos, y en ella la Laguna de Pyrrha, de la cual provendrían la mayor parte de referencias geográficas de sus tratados. Hay acuerdo entre los especialistas al situar como período de especial dedicación a la observación zoológica y biológica la década que empieza con su salida de la Academia y se inauguran “los años de sus viajes, entre 347 y 335” (Barnes, 1999, pág. 35). En ese contexto, Aristóteles habría sistematizado en su corpus biológico descripciones de cerca de 500 especies animales -sin mencionar los estudios botánicos que muy presumiblemente realizó, pero que se habrían perdido o, en el mejor de los casos, se habrían transmitido a través del trabajo de Teofrasto, su discípulo1-. García Gual sitúa el número de vivientes mencionados en unos 580, de los cuales “hay 75 mamíferos, 204 aves, 22 anfibios y reptiles, 7 cefalópodos, 18 crustáceos, 83 insectos y 39 ostracodermos y zoófitos” (1992, p. 29). De allí que ostente el mérito de ser el primer gran biólogo de quien se tiene registro. La extensión de la investigación biológica aristotélica equivaldría a más de un quinto del total del corpus aristotélico, según algunos autores como G. Lloyd; otros establecen una proporción de una tercera parte de toda la producción del Estagirita -así Jiménez & Alonso, o Vegetti-. En todo caso, los especialistas coinciden en admitir que la “estatura del Aristóteles biólogo no es menor a la del Aristóteles lógico, ético, metafísico” (Vegetti, 2004). Tan es así que, como observa Gilson, quienes hoy en día saben tanta biología y zoología como Aristóteles, son los encargados de impartir a nivel universitario los cursos de introducción a estas ramas de la ciencia natural (cf. 1980, p. 23). Todo lo anterior lleva a Ross a llamar al Filósofo “el más grande de los biólogos antiguos”, haciendo eco del juicio de Darwin: “Linneo y Cuvier han sido mis dioses, aunque de maneras muy diferentes; pero no eran sino escolares con respecto al viejo Aristóteles” (cf. Ross, 1981, p.137). Entre numerosos y muy significativos aciertos, y algunos errores -inocuos la mayoría, lúcidos muchos, infelizmente trascendentes otros pocos, pero siempre lógicos todos-, las obras biológicas aristotélicas inauguran disciplinas y metodologías -por 1 La introducción a la Historia Plantarum de Teofrasto, traducida y comentada por Díaz-Regañón (1988), recoge bien esta discusión. 12 ejemplo la anatomía comparada2, o la misma explicación adaptativa-finalista de los vivientes3-; discuten con planteamientos ya existentes en la época, varias veces corregidos con éxito por el Filósofo, que otras veces adhiere a errores culturales -como el valor axiológico del espacio, las teorías sobre la acción refrigerante del cerebro y su relación con el corazón, o la inferioridad de la hembra frente al macho-. No obstante, el valor de las aportaciones que mantuvieron vigencia hasta bien entrada la modernidad, e incluso aún hoy bajo nuestros cánones actuales, es enorme, como recogen Jiménez y Alonso (2000, pp.16-17): a pesar de errores y falsas conclusiones, debidos en muchos casos a prejuicios y a creencias tradicionales no sometidas a crítica, algunos de sus planteamientos siguen vigentesincluso después de Linneo. Y ciertas observaciones de Aristóteles fueron olvidadas durante siglos y redescubiertas por la ciencia moderna. Así, permanece su división entre sanguíneos y no sanguíneos, que corresponde a nuestros vertebrados e invertebrados; la inclusión de los cetáceos entre los mamíferos; la distinción entre peces óseos y cartilaginosos; la división de los invertebrados en crustáceos, cefalópodos, gasterópodos y bivalvos, e insectos; el reconocimiento del carácter animal, y no vegetal, de formas inferiores marinas; o su idea de la continuidad entre materia no viviente y materia viviente, y entre los animales y el hombre. Por otro lado, aunque la teoría de la evolución por adaptación debería esperar a Lamarck y Darwin, ya en Aristóteles se da uno de los presupuestos de la adaptación: la correlación directa entre estructura anatómica y funcionalidad fisiológica, si bien falta el concepto de variación de los organismos vivos, eje central en el evolucionismo. A lo largo de su obra encontramos sugestivas indicaciones para el concepto de adaptación. En sentido opuesto, algunas de las teorías erróneas que logra identificar y rechazar, por ejemplo, en uno de sus tratados principales (Reproducción de los animales), relativas a los temas de procreación y herencia, son: “la preformación, la pangénesis, la teoría seminal encéfalo-mielógena o la teoría derecha-izquierda para la 2 Aun sin ser la intención ni interés de Aristóteles, según veremos más adelante en la presente investigación, las herramientas y recursos auxiliares que incorpora inauguran, por añadidura, nuevos campos del saber. Así ocurre, a juicio de Romero Reverón, con la morfología comparada: cf. Aristóteles: Pionero en el Estudio de la Anatomía Comparada, Int. J. Morphol., 33(1):333-336, 2015. 3 Ester Sánchez, traductora y comentadora de Reproducción de los animales, anota: “Con todo el derecho, Aristóteles puede ser considerado como el fundador de las ciencias biológicas: zoología, anatomía, botánica ... Y el escrito que nos ocupa constituye el primer tratado sistemático de embriología. Algunos problemas que plantea Aristóteles en esta obra son todavía hoy cuestiones cruciales que están sin resolver. Otros temas han sido causa de debate durante siglos, y han dado origen a escuelas diferentes” (1994, p. 8). 13 distinción del sexo” (Marcos, 1996, pág. 26). Advertir que incluso el mismo Darwin aprobó la teoría de la pangénesis, puede ayudarnos a hacernos una buena idea de la envergadura de la indagación biológica del fundador del Liceo. Para concluir esta ponderación de la envergadura de la ciencia de la vida aristotélica, debemos mencionar un par de categorías auxiliares que el Estagirita incorporó para el estudio de los vivientes, y que han permanecido sustancialmente actuales para las ciencias naturales. En primer lugar, encontramos la fundamental división de los animales entre sanguíneos y no sanguíneos, que equivale a nuestra actual división vertebrados-invertebrados. Aristóteles elabora asimismo las distinciones según los modos de reproducción de los vivientes: vivíparos, ovíparos, ovovivíparos, larvíperos. Se encuentran en su obra igualmente las diferenciaciones según “modos de vida” (IA 487a 15ss): carnívoros, granívoros, herbívoros. Estas categorías, que ahora solo cabía enunciar, junto a otras propias de la investigación zoológica del Filósofo, serán desarrolladas de manera más amplia y esquemática en el capítulo segundo, donde nos permitirán una germinal ubicación del animal humano. Finalmente, en cuanto a la articulación temática del corpus biológico con la globalidad del pensamiento aristotélico, los especialistas coinciden en advertir que la biología mantiene relaciones de continuo intercambio con las grandes áreas tratadas por el Filósofo, tales como la metafísica, la física, la cosmología, la filosofía práctica (ética y política), e incluso la retórica y la poética. Verbigracia, tenemos que es en el ser viviente donde se encuentra la expresión por antonomasia de sustancia, concepto tan central al pensamiento metafísico aristotélico; por lo cual resulta de gran relevancia el abordaje de la obra biológica para una mejor comprensión de los planteamientos metafísicos. O también, siguiendo en esto a Marcos (cf. 2010, p. 63), el uso ubicuo de la metáfora y la comparación en la biología aristotélica, como recursos explicativos complementarios a la definición y deducción, enlaza con sus trabajos en Analíticos, Retórica y Poética, los cuales se ilustran con la aplicación en biología. Del mismo modo, las reflexiones de un tratado como Movimiento de los animales (MA) resulta clave para una buena comprensión de la voluntariedad e involuntariedad de la acción, tema tratado en los primeros libros de la Ética Nicomaquea. Por último, las conocidas 14 nociones de género y especie, usadas para la lógica y la definición, provienen de la misma biología aristotélica4. El recorrido que hemos realizado nos permite concluir que las investigaciones zoológicas aristotélicas fueron de primordial importancia para toda la ciencia natural: como tendremos oportunidad de ahondar en el capítulo siguiente, la apuesta del Estagirita por estudiar con método y rigurosidad los diversos vivientes significó la inauguración misma del saber biológico. De gran envergadura han sido varios de sus planteamientos morfológicos, fisiológicos y etológicos, llegando a permanecer actuales hasta nuestros días. Su investigación, como es natural, no estuvo exenta de errores, máxime cuando se trataba de la primera gran “expedición” en un nuevo campo del saber. Procedemos a continuación a presentar los tratados en los cuales se encuentra contenido el trabajo de investigación biológica aristotélica. Acto seguido, en la tercera y última sección de este capítulo, nos adentramos en la cuestión de las herramientas de investigación y métodos de análisis utilizados por Aristóteles en su ciencia de la vida: materia de alto interés por incidir en la ponderación de la validez o invalidez de los planteamientos aristotélicos, razón por la cual será abordada con detenimiento y amplitud. I.2. Los escritos biológicos de Aristóteles La ciencia de la vida aristotélica se articula en un total de siete obras, de las cuales tres son tratados mayores, tres tratados menores, y una es una obra que no aborda solo contenidos biológicos, sino que viene a ser temáticamente mixta. Los grandes tratados son: Investigación sobre los animales (IA), Reproducción de los animales (RA) y Partes de los animales (PA). Los tres tratados menores son: Sobre la Locomoción de 4 Es la tesis O.A. Ghirardi: “dos nociones surgieron de esta sistemática aristotélica: las de género y especie. Resaltan mucho más por no haber sido empañadas todavía con otras subdivisiones como las de familia, orden o clase. De ahí a la universalización de las mismas no hay más que un paso y esta síntesis grandiosa rebalsa, por ende, el campo biológico para proyectarse sobre la lógica y la metafísica. La lógica debe a la biología las nociones de género y especie que se han entronizado con éxito en el silogismo y en la definición. Es imposible construir silogismos o definir si no tenemos presente la subalternación de los conceptos y las mencionadas nociones de género y especie” (p. 100). 15 los animales (LA), Movimiento de los animales (MA) y el compendio de Pequeños estudios naturales (PN)5; tratados que, bien sea por su temática, bien por su datación, suelen aparecer vinculados a Partes de los animales o a Acerca del Alma (DA). En este último podemos encontrar una “teoría general de la vida” (Marcos, 1996, pág. 26); pero, como adelantábamos, es un tratado que no se ocupa solo de problemas biológicos, sino también de temáticas de carácter psicológico y gnoseológico, por lo cual reviste un puente interesante del pensamientoaristotélico. Conviene ahora realizar una breve indicación sobre cada una de las obras de que nos ocuparemos. Investigación sobre los animales (Περι τά ζωα ΄ιστοριαι, Historia Animalium) es el tratado biológico más extenso y el que presenta más datos, adquiriendo así un aire más descriptivo que todos los demás escritos. El título remite a “historia” en el sentido griego del término: “indagación sobre hechos concretos con vistas a la obtención de verdades generales” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 27) -de allí que se traduzca por investigación-. Conviene ante todo tener presente que es un tratado sobre las diferencias, y no sobre las especies animales en particular, como tendremos ocasión de ampliar al tratar de la anatomía y fisiología comparadas. Como en todas las tres obras mayores, su autenticidad se encuentra bien establecida, y se discute la autoría solo de algunas secciones, dándose por hecho que el libro X sería una adición posterior al autor. La siguiente obra por orden de composición es Partes de los animales (Περί ζώων μοριων, De Partibus Animalium). Varios estudiosos consideran que su libro I puede hacer las veces de una introducción general a toda la ciencia de la vida aristotélica. Es en este tratado donde aparece la célebre apología de la ciencia natural, como tendremos ocasión de ver posteriormente. Lo mismo que ocurre con IA, Partes de los animales puede parecer en primer momento algo diferente de la intención de su autor: no pretende ser un trabajo de anatomía comparada, un elenco o taxonomía de morfologías, sino que indaga por la “explicación causal de las partes de los animales y sus funciones” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 29), de modo hay una mayor orientación hacia la etiología (cf. García Gual, 1992, p. 18) en los cuatro libros que 5 Los escritos breves comprendidos en Parva Naturalia son: Sobre la sensación y lo sensible, Sobre la memoria y el recuerdo, Sobre el sueño y la vigilia, Sobre los sueños, Sobre la adivinación por los sueños, Sobre la vida larga y breve, Sobre la vida y la muerte, Sobre la juventud y vejez y Sobre la respiración. 16 componen esta obra. El mismo Aristóteles expone la articulación del libro en su biología y el propósito que lo orienta: De qué partes y de cuántas está constituido cada ser vivo ha quedado más claramente expuesto en la Investigación sobre los animales; pero por qué causas cada una tiene su característica propia hay que estudiarlo ahora, tomando por separado cada una de las partes citadas en la Investigación (PA II 6464a 1). Por último, Reproducción de los animales (Περί ζώων γενήσεως, De Generatione Animalium) coinciden la gran mayoría de especialistas en considerarla la más tardía de las tres obras. En este tratado la preocupación empírica, así como el espacio dedicado a la explicación causal material y eficiente, tiene mayor acentuación respecto de las obras anteriores. Para García (1992), Reproducción de los animales es también la obra más madura del corpus biológico, y el lugar donde Aristóteles “más tiende a una discusión de los problemas, con un talante más abierto” (p.18). En esta obra se encuentran tanto algunas de las refutaciones más agudas y logradas del Filósofo sobre errores de planteamientos precedentes (sobre el desarrollo embrionario), como uno de los errores más infelizmente trascendentes (sobre la desigualdad entre hembra y macho). Es de común acuerdo entre los estudiosos que el problema de la generación revistió un especial interés para Aristóteles. Estimamos que es acorde con el característico interés de su pensamiento por las causas primeras y/o últimas: en la generación yace el origen más primigenio que se pueda hallar de los vivientes, de modo que sería lugar privilegiado para indagar por sus causas y constitución. La primera obra que abre los tratados menores es Sobre la locomoción de los animales (Περὶ πορείας ζῴων, De Incessu Animalium). Recordando que la noción aristotélica de movimiento (kinesis) no se limita al desplazamiento espacial, sino que comprende también fenómenos como la generación y la corrupción, el cambio cuantitativo y el cambio cualitativo, tenemos que este tratado se ocupa del movimiento local, de allí el título de locomoción. Examina entonces, en esta obra, los distintos modos de traslación de diversos vivientes, buscando, como es característico a su interés investigativo, la causa de tales diferencias. La autenticidad del tratado es admitida sin discusión, el cual mantiene el estilo característico del corpus aristotélico: las “frases son, como en el resto del Corpus, cortas y concisas, tanto que, a veces, la comprensión y traducción del texto resulta difícil” (Jiménez & Almudena, 2000, pág. 252). Sobre el movimiento de los animales (Περὶ ζῴων κινήσεως, De Motu Animalium), en contraste, ha sido de cuestionada autoría, dadas las aparentes alusiones 17 al texto De spiritu, escrito tras la muerte del Filósofo. Empero, son numerosos autores como Farquharson, Louis, Torraca o Nussbaum muestran cómo tales alusiones se corresponden perfectamente con pasajes genuinos del corpus aristotelicum. El objeto de estudio del tratado es el movimiento de los animales y sus causas, entendiendo por kínesis “cualquier tipo de alteración, crecimiento o desplazamiento sufrido o llevado a cabo por el animal” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 50). Se desarrollan en esta reflexión conceptos como el motor que permite el movimiento, la sensibilidad y el deseo que mueven a la acción, la representación mental asimismo implicada, si bien no autoconsciente -solo se daría así en el animal humano-, la imaginación y la fantasía, entre otros. A juicio de Marcos (2010), esta obra constituiría la primera del campo hoy llamado teoría de la acción. La última de las obras menores, que a su vez recoge varios pequeños tratados, es Parva Naturalia, o Pequeños estudios naturales. En sintonía con el estilo del corpus biológico, se combinan en cada uno de los temas la aproximación técnica y descriptiva, con el análisis filosófico de las diversas causas. Para los efectos de nuestra investigación, resulta especialmente relevante el libro segundo, Sobre la memoria y el recuerdo, dado que aparece la interesante distinción entre recuerdo y reminiscencia, que implica singularmente al animal humano. Finalmente, cabe mencionar la articulación que aporta Acerca del Alma a la ciencia de la vida aristotélica respecto a las otras áreas de trabajo del Lector. Es interesante lo que observa Ross (1981, p. 137): si IA es la gran recolección de datos, que luego son elaborados por los demás tratados del corpus biológico, la materia de los seres vivos sería estudiada en PA y LA; “su forma esencial” en DA, y “sus propiedades derivadas” en PN, MA y RA. Si bien Acerca del Alma es un tratado complejo y de temas que desbordan el abordaje biológico como lo entendemos hoy día, se hace fundamental para nuestra investigación, sobre todo el libro III, por cuanto es precisamente el alma lo que diferencia un ser vivo de uno inerte, y la “sede” por decirlo así, de las funciones peculiares de los distintos tipos de vivientes. Lo mismo cabe decir de los tratados ético-políticos, que en la acostumbrada visión de conjunto aristotélica, aportan algunos conceptos clave para la comprensión del viviente humano en particular. Esbozado así el carácter de cada uno de los tratados de la ciencia de la vida aristotélica, vale anotar que la datación exacta de la cronología de su composición no es posible, dado el “método de trabajo en espiral”, como aciertan en denominarlo 18 Jiménez y Alonso (2000, p.20): según este método, se podían re-elaborar secciones o planteamientos ya puestos por escrito, en ulteriores revisiones o usos de los textos. Se trata de un muy interesante rasgo de carácter del Estagirita, que denota una permanente actitud discente yhumilde, pues se reconoce la necesidad de corregir las propias elaboraciones, la imperfección del propio saber, y la libertad interior para continuar renovándose y aprendiendo. La dificultad que plantea tal modo de trabajo para una datación cronológica es así descrita por los autores delante citados: Es muy difícil establecer el orden cronológico de la composición y redacción definitivas, pues responde al procedimiento en «espiral» típico del trabajo filosófico y científico de Aristóteles, que vuelve muchas veces sobre el mismo problema, desde puntos de vista diversos y cada vez más complejos, añadiendo partes nuevas, eliminando las viejas o dejando coexistir ambas. Y, además, realizando constantes citas y referencias cruzadas entre los distintos tratados. Es muy posible que los libros… contengan materiales de diversas épocas y añadidos varios que no fueron unificados en la redacción definitiva, lo que explicaría determinadas divergencias de doctrina, así como repeticiones o contradicciones (2000, pág. 20). Afortunadamente no es indispensable contar con la datación exacta, puesto que el intercambio de referencias entre los textos crea un tejido didáctico que facilita la comprensión del estudio de los distintos aspectos de la ciencia de la vida como un todo6. Finalizamos presentando una línea de tiempo de trabajo, que permite hacernos a una idea general de la fecha de elaboración de los tratados biológicos aristotélicos, teniendo siempre presente que las obras del Estagirita habrían estado expuestas a permanentes reelaboraciones. 6 En efecto, también Sánchez (1994) alude a esta característica del corpus biológico, que fue “concebido por su autor como un bloque unitario, lo que se confirma por las mutuas referencias en los distintos tratados” (p.11). 19 347 - 340 335 - 330 Segundo período ateniense: 334 - 3227 Investigación8 Partes9 Del Alma Reproducción Locomoción10 Parva Naturalia Movimiento Esquema 1. Línea de tiempo de trabajo de las obras biológicas aristotélicas. I.3. Las herramientas de investigación utilizadas por Aristóteles en sus estudios biológicos Habiéndonos formado una idea suficiente de la envergadura de la ciencia de la vida aristotélica, nos adentramos en una cuestión de capital importancia, por ser un factor sustancial para la valoración de la obra biológica del Estagirita. En general, se puede decir que Aristóteles se valió de al menos cinco herramientas de investigación y/o estrategias metodológicas para estudiar a los vivientes, como expondremos a continuación. 7 Pertenecen “a esta etapa las redacciones definitivas de los Parva naturalia y de Acerca del alma, el Movimiento de los animales, la Reproducción de los animales y el libro 1 de las Partes” (Sánchez, 1994, pág. 17). Un poco más adelante, la autora añade: el “acuerdo es casi unánime en ver en la Reproducción de los animales una de las obras más tardías de Aristóteles, sin descartar, por supuesto, que algunas de sus partes puedan datar de su estancia en Assos y Lesbos” (pág. 19). 8 Existe “consenso notable para atribuir la redacción de la Investigación sobre los animales a una etapa media de la biografía de Aristóteles, a esa época en que, abandonada la Academia, se encontraba en Lesbos y la costa de Asia Menor, antes de su segunda estancia en Atenas. Tricot sitúa su composición en los años 343-340, Peck en 345-343, Düring en 343-342, Louis en 347-343, Lloyd en 347-335, y Vegetti en 347-343” (García Gual, 1992, pág. 20). 9 “El De partibus animalium fue compuesto probablemente entre el 335 y el 330, esto es en los años de la fundación del Liceo y de la elaboración de los libros centrales de la Metafísica (Z -Θ). El primer libro de la obra, que contiene el análisis teórico de los conceptos de causa, de finalismo, de sustancia/especie, amén de la crítica a la dicotomía platónica, está en contacto estrecho con la temática ontológico- epistemológica de la Metafísica” (Vegetti, 2004, págs.188-189). 10 Se “puede afirmar que fue escrito cuando Aristóteles preparaba el tratado Partes de los animales por las referencias que hay en este último tratado. También utiliza datos recogidos cuando preparaba Investigación sobre los animales, lo que lleva a Louis a colocar la redacción de la obra entre el 334 y el 330. Preus también opina que es anterior a las Partes de los animales, porque tiene referencias a la Investigación sobre los animales, pero no a Partes de los animales, que, en cambio, tiene referencias a los dos tratados citados” (Jiménez y Almudena, 2000, pág. 253). 20 Antes de abordarlos vale la pena despejar una cuestión transversal a los métodos empíricos que habría utilizado el Filósofo, como son la observación directa de los animales, y dentro de ella la disección anatómica. Para algunos11, el Lector habría recabado su ingente cantidad de datos a través de la sola lectura y de informaciones recibidas e incorporadas acríticamente. Verbigracia, aludiendo a un episodio tan célebre como el del experimento de observación del embrión de pollo, sostiene Vara (1990) que no habría sido desarrollado por Aristóteles, sino que este simplemente lo habría transcrito a partir del tratado hipocrático Sobre la naturaleza del niño. Empero, como observa Alfredo Marcos, que las observaciones mencionadas se realizasen con antelación no demuestra que el propio Aristóteles no las repitiera. De hecho, todo parece indicar que el autor hipocrático no realizó la observación del desarrollo del polluelo, sino que meramente sugirió́ un ingenioso sistema para llevarla a cabo, sistema que, esta vez sí, fue efectivamente seguido por Aristóteles (2019, p.6). En contraste, la mayor parte de la literatura secundaria12 se decanta por una valoración más matizada, según la cual, si bien es evidente que Aristóteles habría leído cuanta fuente escrita haya encontrado relativa a sus intereses biológicos, es igualmente cierto que con bastante regularidad encontramos pasajes donde polemiza con opiniones o sentencias de amplia aceptación. Además, como recoge Marcos a partir de lo observado por Lloyd, otros aspectos insoslayables que testimonian la inmersión de primera mano del Filósofo son: [el] reconocimiento frecuente de la necesidad de más observaciones para dirimir un tema, [las] dudas expresadas sobre informes que recibe, [el] rechazo de alguno de ellos como claramente falso, [el] rechazo en algunos aspectos de prejuicios de la época y [la] refutación de algunas teorías mediante observaciones (Marcos, 2019, pág. 7). Por confrontar un par de ejemplos de lo anterior, véase cómo en PA 640b 27- 641a 15, el Filósofo rebate la posición de Demócrito y de los filósofos naturalistas de 11 Como Vara Donado (1990) y Lewes (1864). 12 Así Mosterín (1984), Lloyd (1987), Harré (1986), Bourgey (1932), Manquat (1955), Gual (1992), Reale (1985), Ross (1981), Vegetti (2004), entre otros. En este punto estamos en deuda con la recopilación realizada por Marcos (2019), en su artículo Sobre las bases empíricas de biología de Aristóteles, pues si bien no son todos los que presentamos, sí recoge en su estudio varios de los autores que reseñamos en este punto. 21 la misma línea, según la cual la naturaleza material sería primordial al aspecto formal. O en RA 763b I, 25 - 765b 6, donde al indagar por el momento en que se produciría la diferenciación sexual, presenta las diversas opiniones que hay al respecto, y pasa a demostrar la incorrección y fallas de varios de sus elementos. Contrastando las opiniones de Empédocles y Demócrito, señala: “al menos en este punto tendría más razón Demócrito, que busca cuál es la diferencia de esta formación concreta e intenta explicarla; si lo hace bien o no, es otra cuestión” (RA 764a 20s). Trascalificar de absurdo alguno de los elementos planteados, podemos apreciar un grueso pasaje de talante crítico en su tratamiento de la teoría izquierda/derecha: El mismo argumento que empleamos contra Empédocles y contra Demócrito también se puede usar contra los que dicen que el macho viene de la parte derecha y la hembra de la izquierda (..) Estos cometen el mismo error limitando la cuestión a la derecha y la izquierda, cuando ven que la hembra y el macho se diferencian también en todos los órganos: ¿por qué causa el órgano del útero tiene que estar en los seres que vengan de la parte izquierda y no en los de la derecha? Entonces, si viniera uno (de la izquierda) sin este órgano, será hembra, aunque no tenga útero y pudiera darse el caso de un macho con útero (RA 765a 2 - 765b 6). Habiendo mostrado las consecuencias absurdas que se seguirían del planteamiento que cuestiona, continúa con la inclusión de datos empíricos relativos a la cuestión, obtenidos a partir de observación y disección anatómica: Además, como ya se ha dicho también antes, se ha visto tanto una hembra en el lado derecho del útero como un macho en el izquierdo y ambos en el mismo lado, y esto no solo una vez sino muchas, o el macho en la parte derecha y la hembra en la izquierda; y no menos veces se forman ambos en la derecha. Algunos están convencidos de una idea parecida a esta y dicen que los que copulan con el testículo derecho o el izquierdo atado, producen o machos o hembras respectivamente: así opinaba también Leófanes. Algunos afirman que les ocurre esto mismo a los animales con un testículo cortado. No tienen razón, sino que a partir de conjeturas se imaginan lo que ocurriría, y prejuzgan que es así antes de ver que ocurre de esa manera. Además, no saben que estas partes de los animales no aportan nada en lo que respecta a la generación de machos o hembras. Una prueba de esto es que muchos animales son ellos mismos hembras y machos y engendran unas veces hembras y otras machos, aunque no tienen testículos, como los animales ápodos, por ejemplo, la familia de los peces y la de las serpientes (RA 765a16). Consideramos que ha sido suficientemente ejemplificado el punto. Adicionalmente, en la sección b.) Disección anatómica de este apartado, referimos 22 varios lugares donde, a criterio de distintos especialistas, y también a nuestro juicio, puede atestiguarse una clara inmersión práctica de Aristóteles en sus observaciones. No se olviden, además, las regulares referencias que el Filósofo hace a sus dibujos anatómicos, desafortunadamente perdidos, pero que serían imposibles sin contacto directo con las criaturas estudiadas. En conclusión, resulta evidente la mejor fundamentación y mayor solidez de la posición matizada que la de aquella escéptica con la práctica empírica del Estagirita. De nuestra propia experiencia de lectura de los tratados biológicos se desprende una patente constatación de la observación directa de Aristóteles: la ingente, variada y cuidadosa información que recoge no pudo ser extraída por la sola lectura de textos precedentes. Habiendo examinado este cuestionamiento transversal a las herramientas de investigación de que se valió Aristóteles para su ciencia de la vida, procedemos a exponerlas una por una. a.) Observación directa La primera herramienta es, sin duda, la observación directa. Con mucha probabilidad, su inmersión en el quehacer médico, en virtud de la pertenencia tanto materna como paterna a las familias asclepíades13 (cf. Reale, 1985, p.13), le acercó al mundo de la investigación empírica, de la observación, y le legó el aprecio por la fisiología, la morfología, la anatomía y la constitución de los vivientes en general. Es diciente la conclusión que esgrime cuando, finalizando el estudio de la reproducción de las abejas, y reconociendo la limitación del saber obtenido, establece: “los hechos no son suficientemente conocidos, y si alguna vez se conocieran, entonces habrá que fiarse más de los sentidos que de los argumentos; de estos, si demuestran que concuerdan con los datos aparentes” (RA 760b 30-32). A juicio de Ross, se trata de una “firme fe científica en la supremacía de la observación” (1981, pág. 149). 13 Como expone la Encyclopaedia Herder, asclepíade es el “nombre que se daba a los sacerdotes de Asclepio (Esculapio, para los romanos), personaje mitológico que se consideraba instruido en la medicina por el centauro Quirón. Por extensión, también se daba este nombre a los formados en las escuelas médicas de estos sacerdotes, es decir, a todos los que practicaban la medicina […] A diferencia de los estudiosos de otras ciencias, los asclepíades o médicos fueron casi los únicos que practicaron un método científico empírico en Grecia.” 23 Su aplicación a la observación es uno de los aspectos más encomiables de su biología y, aún más, de todo su empeño sapiencial y vivencial: las notas que ha legado al respecto no solo capturan la atención del intelecto, que experimenta vivo asombro al reparar en la limitación de medios de su época, simultánea al detalle de sus descripciones; sino también del afecto, por las descripciones llenas de ternura y fascinación presentes aquí y allí en el corpus biológico. Considérese la extensión contenida en una afirmación como la siguiente: “ningún animal de los que poseen dientes en forma de sierra tiene colmillos ni cuernos” (IA 501a 20). O bien, tratando de los mamíferos y sus sentidos, llegando al topo declara: este género no tiene vista, pues no tiene ojos visibles; pero, si se levanta la piel espesa que se extiende desde la cabeza por la región externa de los ojos, se encuentran interiormente los ojos atrofiados, pero provistos absolutamente de las mismas partes que los ojos verdaderos. Pues tienen el iris y la parte interna del iris, la llamada pupila, y el elemento graso que las rodea; sin embargo, todas estas partes del topo son más pequeñas que en los ojos que están al descubierto. Pero no hay ningún signo exterior de la existencia de estos órganos a causa del grosor de la piel, como si en el momento de la formación del animal se hubiera producido una paralización en su desarrollo natural (IA 533a 5ss). Los ejemplos de este tipo son numerosísimos y los mismos se articulan continuamente en cada uno de los tratados biológicos. Ahora bien, el interés, por supuesto, no se limita a los rasgos externos, sino que del mismo modo los internos son examinados con esmero y minuciosidad. Verbigracia, al estudiar las vísceras, y allí los riñones, explica que el “de la derecha está situado más arriba que el de la izquierda en todos los animales que tienen riñones. Es igualmente menos adiposo que el izquierdo y es más seco” (IA 497a). O al constatar que el corazón es el primer órgano que se forma en el embrión (cf. RA 1, 735a 2; IA 521a10). Al examinar la epiglotis, señala: La tráquea, al estar situada, como hemos dicho, en la parte delantera, sufre molestias a causa del alimento, pero la naturaleza ha ideado para eso la epiglotis. Esta parte no la poseen todos los vivíparos, sino solo los que tienen pulmones y piel cubierta de pelo, y no tienen escamas ni plumas. En estos, en lugar de la epiglotis, es la faringe la que se contrae y se dilata del mismo modo que en los otros la epiglotis baja o se repliega: se repliega para la entrada y salida del aire, se cierra mientras entra el alimento, para que nada se deslice por la tráquea. Pero, si se comete un error durante tal movimiento y se respira mientras se ingiere el alimento, se producen tos y ahogos, como se ha dicho (PA 664b 20ss). 24 Solo resta dar alguna ilustración del carácter sensible y expresivo que impregna variadas descripciones. Ocupándose de la etología de las aves, reseña que las palomas se besan previamente al acople, sin lo cual la hembra “no se dejaría montar” (IA 560b 26ss).“Además, en el momento de la puesta de la hembra, es maravilloso constatar el cuidado que el macho tiene de la hembra y lo nervioso que se pone” (IA 612b 35). Conmovedor es el caso del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), que “ama a sus crías, encuentra fácilmente su comida y la trae a sus pequeños; es bondadoso y cría no solamente sus polluelos, sino también los del águila; en efecto, cuando esta los echa del nido, los recoge y nutre” (IA 619b 34, 24). Es bien conocida entre los estudiosos la entrañable descripción sobre la inteligencia y ternura de los delfines: En lo que se refiere a los animales marinos, se citan una multitud de hechos que demuestran la dulzura y familiaridad de los delfines, y en particular sus manifestaciones de amor y de pasión por sus hijos (estos ocurrieron en los alrededores de Tarento, Caria y otros lugares). Por otro lado, se cuenta que cerca de Caria, habiendo sido herido y capturado un delfín, una multitud de delfines entró en grupo en el puerto donde se quedaron hasta que el pescador soltó al delfín herido; entonces todos de nuevo se marcharon con él. Los delfines pequeños siempre van acompañados de algunos de los grandes para asegurar su protección. Se vio un día a un grupo de delfines, grandes y pequeños, seguidos a poca distancia de otros dos que nadando sostenían, cuando se hundía, a un delfín pequeño muerto; ellos lo levantaban con su dorso, como llenos de compasión, para impedir que fuera presa de algún animal voraz (IA 631a 7ss)14. Nos hemos permitido presentar con cierta amplitud pasajes que pueden ilustrar bien no solo la agudeza de observación de los vivientes, sino también el estilo y modo de exposición de la ciencia de la vida aristotélica. Habiendo ganado así algo más de familiaridad con la biología del Filósofo, continuamos con la presentación de una segunda herramienta de investigación empleada por nuestro autor: la disección anatómica. 14 Memorable es también el comportamiento del siluro, que antes de abandonar la hueva se expone a ser cazado por defenderla (HA IX 621a 21). Otras observaciones de esta índole se refieren, por ejemplo, al horror atestiguado en camellos y caballos al ser engañados para montar a sus propias madres (cf. IA IX 47, 631a 1-7); o a la pulcritud de la abeja, el animal más limpio de todos (cf. IA IX 626a 25). 25 b.) Disección anatómica El recurso habitual que Aristóteles habría hecho de esta práctica sería, en últimas, la clave determinante del éxito de su biología y de su total preponderancia hasta por lo menos los umbrales del siglo XVIII (cf. Vegetti, 2004, págs. 174, 198). Es Galeno quien nos trae la noticia de que las familias asclepíades hacían aprender a sus hijos la disección, siendo probable que Aristóteles hubiese ayudado a su padre incluso en procedimientos quirúrgicos (cf. Ross, 1981, pág. 8). Además de las constantes relaciones de partes internas, Pallí destaca el pasaje de IA 510a 22s, que examina la anatomía de los conductos testiculares, como una muestra especialmente clara de la práctica de la disección por parte del Estagirita. Por su parte, Harré (1986) destaca en la misma línea la sección de la descripción del desarrollo del embrión de pollo (IA 561a 3 - 562a 20); mientras que Marcos (2019) señala IA 565b 15 que, tratando de la gestación de los selacios, parece hacer “vivir en directo una de aquellas sesiones de disección” (pág.5). Por nuestra parte, adicionalmente a estos y otros pasajes, nos permitimos recordar un fragmento de Reproducción de los animales especialmente explícito al respecto: “muchas veces se forman gemelos macho y hembra al mismo tiempo en la misma parte del útero, y esto lo hemos observado suficientemente por nuestras disecciones en todos los vivíparos, tanto en los terrestres como en los peces” (RA 764a 33s). Precisamente, Sánchez (1994), comentando este mismo tratado, indica que Aristóteles realiza “numerosas referencias a sus trabajos de disección como prueba para refutar o sostener determinadas teorías” (p.13). En contraste, pero con igual certeza, resulta seguro el hecho de que no realizó disecciones de cuerpos humanos, cosa lejana a la época, como se evidencia al confrontar un pasaje de su propia mano: Las partes visibles… son ellas principalmente las que han recibido nombre y nos son conocidas por la costumbre de verlas. Lo contrario sucede con las partes internas. En efecto, las de los hombres son las más ignoradas, de suerte que hay que estudiarlas por referencia a las partes de los otros animales cuya naturaleza es semejante a la de los humanos (IA 494b 16 20-24). En suma, se encuentra bien establecido el empleo que habría hecho Aristóteles de la disección como herramienta privilegiada de observación directa. Esta, a juicio de Vegetti (2004), fue un recurso “ignorado por los predecesores, y habría constituido en cambio el eje vertebrador del saber zoológico de Aristóteles” (p.178). 26 c.) “Ciencia ciudadana” Este título expresa el uso que hiciera Aristóteles de informaciones de expertos en los diversos tipos de animales. Todos los especialistas en la biología aristotélica coinciden en afirmar que los datos sobre las cerca de quinientas especies que el Estagirita comenta en sus obras, no habrían sido “posibles sin la información oral de criadores, pescadores o cazadores tanto en lo relativo a su morfología, como a su comportamiento (migración, hibernación, costumbres sexuales...)” (Jiménez y Alonso, 2000, p.12). Para algunos, como Sánchez (1994), se trataría simplemente de “personas más o menos competentes”, a los que añade apicultores y pastores15; mientras que para otros, se trataría de verdaderos expertos en la materia: el éxito de la empresa de Aristóteles derivaba en buena parte de su decisión - signo de una extraordinaria apertura intelectual- de salir del campo de los saberes “altos” y escritos, para interpelar directamente a los más directos depositarios de aquellos conocimientos, por muy humilde que pudiera ser su condición social y cultural: los criadores, los pescadores, los cazadores, los matarifes (Vegetti, 2004, pág. 175). Para M. Vegetti, incluso sería el esquema de entrevista la herramienta principal de información presente en Investigación sobre los animales. A nuestro juicio, siguiendo la misma línea de reflexión, es muy interesante considerar cómo estos conocedores pudieron ser genuina fuente de conocimiento, toda vez que estaban en contacto directo con los vivientes, y ello por extendidos períodos de tiempo. La falta de sistematicidad de su saber -falencia a la que respondería el Estagirita-, no obsta para valorar cuanto puede tener de válido y verdadero su acervo biológico. Como bien subraya Vegetti, a sabiendas de la condición sencilla de estos informadores, el Filósofo reconoce el mérito y utilidad de su experiencia, y se vale de ellos como colaboradores; con lo cual se constituiría una original “ciencia ciudadana” o “investigación participativa”. Siguiendo a Marcos (2019) en esta reflexión sobre la investigación participativa, hay que advertir que las observaciones etológicas del corpus biológico aristotélico son aún más sorprendentes que las anatómicas, por las dificultades 15 La traductora de Reproducción de los animales relaciona algunos pasajes donde se puede encontrar este procedimiento: pescadores (720b34, 756a32), apicultores (760a2), pastores (767a9). Cf. pág. 45. 27 adicionales que conlleva estudiar no al animal inerte, sino al animal en su comportamiento in vivo. Además, la ingente cantidad de descripciones recogidas desborda la posibilidad de cualquier observador de hacerse cargo por sí solo. Lo cual implica que “una institución del más alto nivel científico, como fue el Liceo, posiblemente la más prestigiosa del momento, admitía y buscaba la colaboración popular” (pág. 10). Es probable, pues, que, fungiendo como cabezade la investigación, el Filósofo no desarrollara en exclusiva las entrevistas a los testigos populares, sino que las encomendará también a sus discípulos del Liceo, para luego sistematizarlas en el conjunto de la obra. Comentando la datación de la edad de los delfines (cf. IA 566b 20- 27), el profesor Marcos advierte: Quizá́ no se ha reparado suficientemente en las implicaciones de este texto. Significa que los pescadores griegos de la época de Aristóteles –asesorados tal vez por los científicos del Liceo- atrapaban delfines entre sus redes, marcaban con algún signo reconocible a las crías, las devolvían al mar, y después, al cabo de más de veinte años, cuando algún ejemplar ya adulto volvía a caer en las redes de algún pescador, este era capaz de reconocer la marca y de datarla. Si no me equivoco todo ello implica una sistematicidad y una continuidad sorprendentes. Y toda esta información, de un modo u otro, acabó siendo reportada a Aristóteles. Investigación participativa o ciencia ciudadana (Bonney, Cooper y Ballard, 2016) es quizá́ el término que mejor cuadra a este tipo de método observacional (p.10). Tal metodología del Liceo resulta realmente interesante aún a los cánones actuales, tanto pedagógicos como filosóficos; en efecto, en ambos ámbitos se han explorado metodologías que integran la participación popular. Consideramos que unas apropiadas herramientas críticas y metodológicas, permiten el acercamiento entre saber filosófico y experiencia popular; cercanía que, más que opcional, es un imperativo del mismo amor por la sabiduría. d.) Comparación y analogía Como se puede colegir, esta herramienta metodológica va muy aneja a las ya expuestas de tipo empírico y observacional. Empero, el matiz que nos permite resaltar, crucial por demás para la comprensión de la ciencia de la vida aristotélica, es que su biología se estructura por diferencias, por comparación de las diversas manifestaciones de una misma característica en los vivientes, y no por una intención taxonómica rigurosa. Esta es precisamente la amplia refutación que presenta, el Filósofo, el 28 Fundador del Liceo, de la dicotomía platónica en el libro I de Partes de los animales, donde, tras examinar sus inconvenientes, sentencia: hay que dividir según las características esenciales y no según las diferencias accidentales propias, como si se dividiesen figuras geométricas porque unas tienen los ángulos iguales a dos rectos, y otras a más, pues es un accidente del triángulo el tener los ángulos iguales a dos rectos (PA 643a 27). En últimas, practicar la dicotomía “es, por un lado, imposible, por otro, vano” (PA 644b 20). De allí que, si se quiere seguir el tratamiento de uno de los animales estudiados por el Filósofo, hay que recorrer todo el tratado, pues se encuentran diseminados los datos y conclusiones respectivas, según se trate tal o cual grupo de órganos, tal o cual tipo de comportamientos. El objetivo de la ciencia de la vida aristotélica son las diferencias, de modo que “se trata de la ceguera o de la condición de vivíparo, no del topo. Se trata de cuatro estómagos, de cuernos o de tal tipo de dientes, no de la vaca” (Marcos, 1996, pág. 23). Si no se tiene en cuenta este criterio, sus obras biológicas pueden llegar a parecer una maraña de descripciones desarticuladas y caóticas; pero, entendidas como tratados de las diferencias, se comprende su objetivo: “reunir, distinguir y describir las diferencias que requieren explicación, así como investigar su dominio de aplicación, es decir, si son propias de alguno de los grandes géneros o específicas de un grupo menor”, como señala A. Marcos (1996, p.23). Precisamente en esta operación de cotejo es que se inserta el recurso a la analogía: Se ha dicho ya antes que muchos elementos son comunes a muchos animales, unos de forma directa, por ejemplo, las patas, las alas, las escamas y otras características del mismo tipo que estas, y otros por analogía. Entiendo por analogía que unos animales tienen pulmón, pero otros no lo tienen, sino otro órgano en lugar del pulmón que tienen los primeros; también unos tienen sangre, otros algo análogo que tiene la misma función que la sangre entre los animales sanguíneos. Pero el hablar por separado de cada especie particular ya dijimos antes que llevará a repetir lo mismo cada vez que hablemos de todas las características, pues las mismas características se dan en muchos seres. Por tanto, que esto quede definido así (PA 645b 4-14). Tal es la función y el significado de la analogía en la biología aristotélica. Sírvannos otro par de ejemplos para terminar de ilustrar: el hueso de los mamíferos y de otros animales, es análogo a la espina de los peces, la jibia de la sepia o la pluma del calamar; son análogas “la uña y la pezuña, la mano y la garra, la pluma y la escama 29 (pues lo que la pluma es al pájaro, lo es la escama para el pez)”16 (IA 486b5 20). Como colofón a este ejercicio aristotélico de analogía y comparación, en el que muchos sitúan el origen de la fisiología, anatomía y etología comparativas, García (1992), colige los múltiples elementos que venimos exponiendo sucesivamente: Aristóteles quiere demostrar que en la naturaleza domina el orden y la regularidad, y trata de definir esa ordenación. Recurre fundamentalmente a la idea de la analogía entre los seres vivos y sus órganos. La anatomía comparada se perfila así como uno de los ejes fundamentales de su análisis. Desde los comienzos mismos de la Investigación, si bien ese enfoque cobra mayor énfasis en Sobre las partes [PA], y, con carácter más monográfico, en Sobre la marcha [IA] y Sobre el movimiento [MA], y en Sobre la generación [GA], que es su obra zoológica más madura, y donde más tiende a una discusión de los problemas, con un talante más abierto. De la descripción se pasa a una clasificación y a un esbozo de sistema. Pero no se avanza a una taxonomía completa ni universal. Aristóteles no pretende anticipar la concepción sistemática de Linneo (pág.18). El “esbozo de sistema”, y la comprensión de orden y regularidad en los vivientes, nos aboca a la última herramienta investigativa de la ciencia de la vida aristotélica, de carácter menos empírico y más analítico y deductivo, a saber: el análisis causal y finalista. e.) Comprensión causal y finalista Prosiguiendo el orden de exposición que venimos recorriendo, puede surgir el siguiente interrogante: ¿cómo un estudio con tan amplias bases empíricas puede derivar en análisis y planteamientos de corte metafísico, como pueden ser la lectura teleológica y el análisis causal? En Aristóteles y otros animales, Alfredo Marcos lo explica así: Tras coleccionar las diferencias, habrá́ que mostrar sus agrupaciones, las constelaciones en que se arraciman (cuatro estómagos, cuernos, carencia de ciertos dientes y alimentación herbívora, por ejemplo). Con esta segunda operación, quedamos a un paso de la explicación causal (teleológica), pues las 16 Otras analogías, que avanzan hacia una relación más metafórica son, por ejemplo, la calvicie en los varones, análoga a la caída de las hojas; o el modo como la distribución del alimento para el correcto funcionamiento del organismo es análoga a la administración de una casa (cf. GA 783b 10-25 y 744b 16-25). 30 diferencias morfológicas, fisiológicas o etológicas, se encuentran agrupadas en relación con la forma de vida del animal y con vistas a su buena funcionalidad. Adaptación, llamamos hoy a este fenómeno (Marcos, 1996, p.23)17. De modo que, si la clasificación no era el objetivo de la indagación del Estagirita, sino mero procedimiento instrumental al servicio de la comparación, tampoco esta será el propósito último de su ciencia de la vida, sino que lo será la explicación causal de las diferencias. De este modo, siguiendo a Bartolomé & Marcos (2010), podríamos ilustrar laproporción de interés del Filósofo de la siguiente manera: Clasificar < Definir < EXPLICAR [Definición como instrumento flexible al servicio de la explicación] Oleksowicz (2018) indica que la explicación causal es propiamente el recurso que le permite a Aristóteles realizar el paso entre dos niveles: del nivel de la observación de datos y regularidades empíricas, o nivel del qué (hoti), al nivel de la teoría científica (cf. PA 646a8-11) o del porqué (dioti). Estos dos niveles configuran lo que para Aristóteles es “la infraestructura necesaria de toda ciencia” (Vegetti, 2004, pág. 180). De modo esquemático: 1° recoger los fenómenos (hoti) ὅτι → hechos > Qué 2° buscar sus causas (dioti) διότι → explicación causal > Por qué Véase cómo los cinco procedimientos metodológicos de la biología aristotélica, que venimos individuando, responden a esta infraestructura. Ahora bien, los principios que emergen en el segundo nivel no son añadidos, productos de la creatividad del investigador, sino derivaciones de los hechos mismos, de los propios entes: “si el campo fenoménico es adecuadamente investigado, revela con claridad aquellos «principios propios» en base a los cuales puede ser interpretado” (Vegetti, p.180). Consideremos un ejemplo concreto: examinando la cuestión de las “guerras” entre los animales (IA 608b 20 - 610a 35), como ocurre entre el águila y la serpiente, o entre el lobo y el asno, al examinar el comportamiento animal y sus factores ambientales, se descubre que 17 Las cursivas son nuestras. 31 los animales están en guerra unos contra otros cuando ocupan los mismos lugares y cuando sus medios de subsistencia proceden del mismo sitio. En efecto, si la comida es escasa, incluso los animales de la misma especie combaten entre sí, puesto que también las focas se pelean, dicen los expertos, cuando están en un mismo lugar, macho contra macho y hembra contra hembra, hasta que uno mata al otro o es expulsado por el otro. También sus crías hacen lo mismo. Por otro lado, todos los animales sin excepción pelean con los carnívoros y estos con todos los demás, pues se alimentan de animales (IA 608b 22-27). Tras formular esta explicación causal, pasa el Filósofo a exponer las relaciones entre al menos una veintena de vivientes -tanto alados como terrestres y acuáticos-, llegando, a partir de la observación de los hechos, a evidenciar que “las relaciones de amistad y las luchas entre los animales citados vienen determinadas por la comida y por el género de vida” (IA 610a 35). Es patente cómo para el Estagirita la “meta no es sólo descubrir los hechos (cómo son las cosas), sino revelar sus causas (cómo y por qué son así), y en particular revelar las causas finales y el hecho de que no hay azar en la naturaleza” (Lloyd, 2008, pág. 66). G. Lloyd pone así de relieve el interés último de la ciencia de la vida aristotélica: las causas finales, la orientación intrínseca de cada viviente, herramienta definitiva para la comprensión de sus particulares modos de ser. Sin entrar en todo el vasto campo teórico a que da lugar, trataremos de presentar de modo directo y conciso el planteamiento teleológico de la biología aristotélica. Para ello consideraremos un par de pasajes de Partes de los animales, obra en la cual se desarrolla más este principio, así como los comentarios de E. Gilson al respecto. Con su usual uso de la analogía, el Estagirita expresa: los filósofos naturalistas exponen la génesis y las causas de la forma externa: se produjeron a causa de ciertas fuerzas. Pero igual que el carpintero hablaría del hacha o del taladro, lo mismo dirá el naturalista del aire o la tierra, con la salvedad de que el carpintero habla mejor, pues no le bastará decir lo siguiente, que al golpear su herramienta se produjo una cavidad o una superficie plana, sino por qué dio tal golpe y para qué, explicará la causa por la que su producto tomará tal forma o, en otra ocasión, tal otra (PA 641a 7-14)18. Es decir: más que el aspecto material mismo (“la forma externa”, la “cavidad” o la “superficie plana”) lo relevante para comprender verdaderamente un determinado 18 El énfasis es nuestro. 32 ser es la finalidad (“por qué… tal golpe”, “para qué… tal forma”): con qué sentido existe tal o cual estructura, característica, función. Se ve cómo la teleología se torna en “instrumento de indagación muy potente en el campo biológico que hace posible vislumbrar la relación del organismo con sus funciones” (Oleksowicz, 2018). Hablar de función remite a finalidad, a orientación, al para qué de los órganos internos y externos; al propósito de la morfología, fisiología y etología de los vivientes. El siguiente pasaje, concerniente al examen de los cuernos, trasluce bien este aspecto: si los cuernos estuvieran en cualquier otra parte del cuerpo supondrían un peso, sin tener ninguna utilidad, y serían un estorbo para muchas funciones, también sucedería igual si estuviesen sobre los hombros. Es preciso, pues, no solo considerar desde qué punto se lanzarían los golpes más fuertes, sino también desde qué punto llegarían más lejos. De modo que, puesto que no tienen manos, que sobre las patas sería imposible, de estar en las rodillas impedirían la flexión, es necesario tenerlos sobre la cabeza, como efectivamente los tienen. Y al tiempo, además, resulta que así obstaculizan lo menos posible los otros movimientos del cuerpo (PA 663b20-24). Lo que el Filósofo entiende por orientación teleológica, o primacía de la causa final, puede parecernos extraño: la lectura de un proyecto inteligente en la entraña de la naturaleza. Empero, cuando traemos a colación el concepto de adaptación, mucho más cercano a nosotros, la extrañeza llega a desvanecerse. La teleología está ligada, como hemos podido constatar en los distintos pasajes citados, a la idea de función: cada órgano (nivel morfológico), cada actividad (nivel fisiológico) y cada comportamiento (nivel etológico), tienen una función, un propósito, una finalidad, un sentido. La semántica del mismo vocablo griego organon, tiene este significado: instrumento, herramienta. Hoy compartimos, luego, esta misma comprensión con el Estagirita: la vistosidad de ciertos especímenes tiene una función, por ejemplo en miras a la reproducción; la anatomía de la lengua y cráneo del pájaro carpintero son como son en función de su ejercicio “martillador”; el animal humano es bípedo y ha liberado las manos en función de la adaptación que le permite, de la utilidad que gana con ello; y en todos los casos, las adaptaciones se dan con vistas a, o en función de, el mejor desarrollo del propio ser. La siguiente cita de Gilson constata lo que hemos desarrollado, e introduce la presencia de otras causas, además de la final, en el análisis biológico aristotélico: Todo aquello cuya estructura es homogénea puede ser explicado por la causa motriz [eficiente], que Aristóteles llama a menudo «el punto de origen del 33 movimiento». Por su lado, las partes heterogéneas requieren, para su explicación, otro género de causa, la que hoy llamamos «causa final», y que Aristóteles llama, simplemente, el fin (telos), el «con miras a» (to ou eneka), el «para qué» (dia ti). Nunca emplea expresiones abstractas como «causa final», y menos aún «finalidad». Habla de objetos reales y de elementos de esos objetos, tan reales como los primeros (1980, pág. 26). Es interesante el subrayado sobre la terminología usada por Aristóteles, ya que permite reparar en el arraigo realista de su análisis, como se sabe, tan característico frente al idealismo platónico. El telos, el principio de disposición de las partes, “el acabamiento del para qué de todo ser vivo”, el skopos que identifica el Estagirita “no se sale del orden físico, que es el de la naturaleza (physis)”19 20 (Gilson, 1980, pág. 49).La teleología consiste en un acto, y no en una abstracción ajena a la naturaleza del viviente: vemos la finalidad, vemos a los seres constituirse según cierto orden y plan; las operaciones de la naturaleza dan testimonio de la finalidad, de la tendencia a un bien. Ahora bien, en la cita aparece la mención de la causa motriz, que junto a la causa material, la causa formal y la causa final, constituyen el conjunto de las célebres cuatro causas aristotélicas. ¿Cómo son aplicadas a la ciencia de la vida? De la última ya hemos hablado, y es en verdad la que adquiere papel determinante en la biología aristotélica -tanto así que hay características, tanto anatómicas como comportamentales, que solo se explican a partir de la función o telos a que se ordenan-. De las causas restantes bastará con una concisa pero ajustada mención. La misma elaboración de los tratados biológicos daría cuenta de las mismas: el análisis de la causa material, se daría en la indagación anatómica, contenida fundamentalmente en Partes de los animales; la causa eficiente sería estudiada con especial atención en la generación o Reproducción de los animales; la causa formal, se daría en la articulación de las partes de los vivientes, la cual no se condensa en un solo tratado, sino que aparece transversalmente en todos ellos, pero pueden considerarse de 19 De allí que Gilson pueda concluir: “los finalistas no piensan ‘a su gusto’, sino impelidos por la evidencia de los hechos” (p.50). En este texto el francés es especialmente dedicado con el tratamiento de la discusión teleología - mecanicismo, las cuales, concluye, pertenecen a la filosofía de la biología, a la sabiduría de la ciencia de la naturaleza; es decir, no son in strictu sensu nociones científicas, sino filosóficas. 20 En el mismo sentido, señalan Bartolomé y Marcos (2010) que son los seres vivos, tangibilísimos, concretísimos, los exponentes por antonomasia de la sustancia (ousia). Es esta una muestra de cómo las investigaciones biológicas y metafísicas aristotélicas se realimentan mutuamente. 34 todos modos con mayor atención en los tratados de movimiento y locomoción, o en los Parva Naturalia. Esta misma nota de trasversalidad se da para la causa final; con todo puede hallarse un especial tratamiento en el tratado Acerca del alma. Por último, es pertinente considerar las propuestas de explicación anteriores al telos aristotélico, en aras de un mejor dimensionamiento de la importancia de esta propuesta. Contrario a la creencia popular moderna -y post-moderna-, el mecanicismo no es posterior “al antiguo finalismo” sino anterior, e incluso el mismo Aristóteles ya habría considerado superado este tipo de explicación: El proceso de formación se produce, pues, para la existencia, pero no la existencia para el proceso. Por eso Empédocles no tenía razón al decir que muchas características se dan en los animales por haberse producido durante el proceso de formación, como tener tal tipo de columna vertebral porque al estar doblada se ha llegado a fracturar. Desconoce, en primer lugar, que el germen constituyente debe existir ya con tal potencialidad; luego, que lo que produce existe con anterioridad no solo lógicamente, sino también temporalmente: así el hombre engendra un hombre, de modo que, al tener tales características aquél, el proceso de formación de este otro se produce de tal manera (PA I 640a 18- 26).21 Para Empédocles, sería el estrecho espacio del vientre el que causaría que un hueso previamente contenido se fragmentara en los múltiples trozos de los vertebrados. Observa Gilson que, en general “las respuestas dadas a este tipo de preguntas por los predecesores de Aristóteles eran: el azar, la suerte, «coincidencias accidentales» e incluso necesidad; nunca previsión, designio, fin” (Gilson, 1980, pág. 32). Es preciso que el ‘futuro término’ (el telos) presida desde el principio la disposición de las partes, pues si no, ¿según qué orden se dispondrán? El telos constituye de esta manera una explicación mucho más sólida y acorde al efectivo desarrollo de los vivientes. Es un principio primero y verdadero en tanto “bajo su luz se hace inteligible todo un orden de la naturaleza” (idem, p.49). Hasta aquí el tratamiento de la teleología. Es necesario subrayar que en la ciencia de la vida aristotélica la comprensión del telos está correctamente limitada, como notan Ross y Vegetti en dos sentidos diferentes: 1.) limitada “a la explicación 21 Las cursivas son nuestras. A este respecto cabe recordar cómo Aristóteles acierta en reconocer que el desarrollo embrionario se da en modo de epigénesis y no de pangénesis, controversia que no se soslayaría sino hasta el el s. XVIII, con la Theoria Generationis de Wolf 1759; y los trabajos de von Baer en 1828 y 1837 (cf. Lloyd, p.74; Ross, 1981, págs. 140-146). 35 científica de la estructura de cada ousía individual o forma específica. No existe, ni puede existir, alguna finalización [/destinación] de una especie a otra”22 (Vegetti); 2.) limitada por la conciencia que tiene el Filósofo “de la existencia de variaciones espontaneas cuya explicación debe radicar en causas mecánicas” (Ross, p.150). Podemos hacer síntesis señalando que el telos de la ciencia de la vida aristotélica es el de una teleología inmanente, ínsita a cada viviente y encargada de orientarle hacia la realización plena de las potencialidades de su ser específico: “el desarrollo del individuo tiende a la plena realización de su forma” (Bartolomé & Marcos, 2010, pág. 66). De hecho, la perpetuación del tipo o especie constituye para el Estagirita “la mayor prueba de la finalidad de la naturaleza” (Ross, 1981). En palabras de Bartolomé y Marcos (2010), esta comprensión teleológica no es ni vitalista, ni externalista, ni psicologista, ni esencialista, ni “reductible a la causa eficiente. Si se busca un calificativo, éste sería el de sustancialista, pues el fin del desarrollo y la acción es la propia sustancia” (p. 66). La realización del término del propio ser viene estimulada y de cierto modo ratificada, mediante la experiencia de agrado, placer, y en el caso del alma intelectiva, también de asombro y estupor: La falta de casualidad y la tendencia a un fin se encuentra especialmente en la obra de la naturaleza. Y el fin para el cual una cosa ha sido construida, o ha llegado a ser, pertenece a lo que es hermoso (Lloyd, 2008, pág. 65) ≈ Habiendo realizado este itinerario por las herramientas de análisis e investigación utilizadas por el Filósofo para su investigación de los vivientes, podemos concluir recordando el contexto de tal metodología con las palabras del profesor Mario Vegetti en Guida ad Aristotele: 22 Este autor se detiene a considerar la que podría ser una contradicción a lo afirmado, en el pasaje de Política I, 8, donde pareciese que hay ordenación de unos seres a otros -las plantas a los animales, y los animales al hombre-. Comenta Vegetti que el pasaje aparece en una investigación de muy distinto orden al de la biología, y que “se trata de una tesis que contraviene los límites y el sentido de la teleología biológica” (pp.182-183). 36 La situación con la que se encontraba de frente podría, en suma, resumirse, según Aristóteles, en los siguientes términos: los filósofos habían producido teorías sobre la naturaleza, pero con un aparato conceptual insuficiente y con una inadecuada observación de los fenómenos; los expertos, los técnicos sí habían conducido observaciones, pero su falta de interés cognoscitivo no los había podido conducir a elaborar una verdadera comprensión de los fenómenos observados (2004, pág. 179). No hay, entonces, saber biológico sin adecuada observación; y la observación no puede ser adecuada si no está orientada por un adecuado punto de vista teórico. Estas exigencias del saber, junto a la exploración
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