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Alejandro Mendible Zurita
Historiador de la Universidad Central de Venezuela (1974). 
Magíster en Historia en la Universidad de Wisconsin, EE.UU. 
(1979). Doctor en Historia de las Américas de la Universidad 
Católica Andrés Bello (1987). Profesor Titular jubilado de la 
Universidad Central de Venezuela y actual Coordinador de 
la Maestría en Historia de las Américas (UCV). Ha recibido la 
condecoración Orden Gran Cruz del Sur del Gobierno de la 
República Federativa del Brasil (2002), y la Orden José María 
Vargas, UCV, FHE (1997).
Abstract
The historical relationship between the State and the 
Brazilian nation is a unique case in the American continent. 
This relationship begins as a “bureaucratic estate” expression 
of a Portuguese feudalism transplanted to Brazil during the 
first colonial era. In 1808 the Portuguese colonial state was 
established in Brazil and after 1822 with the Independence 
emerged an independent empire whose state formed 
the nation. This situation continued in the Republic until 
the Revolution of 1930 when a popular uprising promotes 
the formation of a new State as a national response 
to the international crisis. Subsequently, the military 
regime of 1964 strengthens the State to the detriment of 
democracy; And in 1985, when civilians regained power and 
democratized the country, they balanced the relationship 
between state and nation. In the 21st century there is a cycle 
of a populist boom: “lulismo”, which collapses by a severe 
crisis of corruption in 2016 that destabilizes the relationship 
between the State and the Nation.
Keywords
State/nation – 1930 revolution - Coup 
d’etat of 1985 - 1985 democratization.
Resumen
La relación histórica entre el Estado y la nación brasileña es 
un caso único en el continente americano. Dicha relación 
se inicia como un “estamento burocrático”, expresión de 
un feudalismo portugués trasplantado al Brasil durante 
la primera época colonial. En 1808 el Estado colonial 
portugués se instaura en Brasil y después de 1822 con la 
Independencia surge un imperio independiente cuyo 
Estado forma la nación. Esta situación continúa en la 
República hasta la Revolución de 1930 cuyo levantamiento 
popular impulsa la formación de un nuevo Estado como 
respuesta nacional a la crisis internacional. Posteriormente, 
el régimen miliar de 1964 fortalece el Estado en detrimento 
de la democracia; y en 1985 cuando los civiles retoman el 
poder y democratizan el país, equilibran la relación entre el 
Estado y la nación. En el siglo XXI se manifiesta un ciclo de 
auge populista: “el lulismo”, el cual colapsa por una severa 
crisis de corrupción en el año 2016 que desestabiliza la 
relación entre el Estado y la Nación.
Palabras clave
Estado/nación – Revolución de 1930 – 
Golpe de 1964 – Democratización 1985. 
El Estado nacional 
brasileño: desde los 
antecedentes de su 
independencia hasta el 
bicentenario en el 2022
Taller de la Historia No. 9 - 2017 |
Recibido: Noviembre de 2016 | Aprobado: Enero de 2017.
The Brazilian National State: from 
the Antecedents of its Independence
to the Bicentennial in 2022
81
Introducción
En Brasil, el 7 de septiembre de 2022, se 
cumplirán 200 años del célebre “Grito de 
Ipiranga” que selló la independencia nacional de 
ese país que ocupa hoy la mitad de Sur América. 
El hecho ocurrió en las placidas márgenes del río 
de ese nombre, cerca de la ciudad de Sao Paulo, 
cuando el príncipe Pedro I, entonces regente de 
Brasil, realizaba el viaje de regreso de supervisar 
provincias de Minas Gerais y San Pablo y se 
dirigía hacia la capital Río de Janeiro. En el punto 
antes señalado recibe la noticia procedente 
de las cortes de Portugal que lo conminan a 
retornar a la metrópoli, donde prácticamente 
podría ser preso. Ante esa situación, opta por 
exclamar: ¡Independencia o Muerte! La forma 
teatral asumida por la independencia del 
Brasil fue diferente a la descolonización de 
los principales países americanos, donde el 
triunfo de una batalla decisiva termina con el 
proceso de confrontación y/o guerras contra la 
metrópoli, como sucedió en los Estados Unidos 
y países hispanoamericanos. En Brasil la idea de 
independencia no fue asumida de inmediato 
en la conciencia nacional de su población y 
continuó siendo manipulada a lo largo del siglo 
XIX por una pequeña élite monárquica que se 
apropia del Estado nacional con el propósito 
de formar un gran imperio en los trópicos 
sudamericanos. Al producirse la independencia, 
Pedro I, de origen portugués, se convierte en 
el primer Emperador, pero continúa siendo 
el heredero del trono de Portugal hasta 1831, 
cuando a la muerte de su padre Joao VI opta 
por abdicar al reino del Brasil en favor de su 
hijo Pedro II, de cinco años de edad, para viajar 
a Lisboa y encargarse del trono de Portugal.1 
Este segundo momento creado por la salida del 
trono de un Pedro portugués y la entrada de 
otro Pedro brasilero nacido en el palacio real de 
Río de Janeiro fue considerada por la población 
como la verdadera independencia. 
Se presentaron otros momentos considerados 
por sus protagonistas como hechos que 
personificaron la verdadera independencia 
de un territorio todavía carente de identidad 
nacional. Entre ellos, casos a nivel regional 
como la Revolución Pernambucana de 1817, 
que manifestó un proyecto republicano 
independiente contra la monarquía colonial 
gobernante en Río de Janeiro. Uno de sus 
promotores, el prócer de la Independencia de la 
Gran Colombia, el pernambucano y brasileño José 
Inácio Abreu e Lima, alcanzó el grado de General 
otorgado por Simón Bolívar. Éste, después que 
regresó a su país en 1830, escribió una historia del 
Brasil en la que califica los eventos de 1817 como 
la “primera revolución que se hiciera en Brasil”. 
Pensaba que de haber triunfado el movimiento 
que compartía simpatías con el resto de las 
causas de Hispanoamérica, eventualmente, 
Pernambuco y su capital el puerto de Recife se 
habrían convertido en el centro de referencia 
republicana para todo el Nordeste del Brasil, 
concretando la división con el Sur monárquico 
gobernado por Río de Janeiro. Posteriormente, 
la creación de la República el 15 de noviembre 
de 1889 fue considerada por sus promotores 
como un evento nacional de independencia 
cuyos antecedentes se remontan a 1870, cuando 
1 Al respecto puede verse Boris Fausto, Brasil de colonia a 
democracia, Madrid, Alianza Editorial, 1995.
82
en el periódico La República de Río de Janeiro se 
pública un manifiesto republicano expresando el 
deseo de algunos brasileños de igualar al Brasil a 
los países de América manifestando: “somos de 
América y queremos ser americanos”.2 
La aceptación del 7 de septiembre de 1822 
como la fecha de la Independencia fue el 
resultado de una elaboración histórica construida 
por una élite que se apodera del nuevo Estado y 
controla una inmensa nación inexistente. Para 
hacerlo actúan las cúpulas regionales integrada 
por los grandes hacendados esclavistas más 
interesados en la creación de una nación unida 
por los intereses del régimen esclavista, que 
la élite de la corte de la capital Río de Janeiro 
detentora de la legalidad del poder monárquico, 
en la persona del príncipe Pedro.3 
En 1821 el país cumplía trece años con un 
Estado colonial portugués internalizado como 
el centro del poder imperial, pero al regresar 
del rey a Portugal se restablece las funciones 
metropolitanas y seguidamente desde Lisboa 
se intenta hacer retrotraer a Brasil a su anterior 
estatus colonial. Esto determina una reacción 
cismática del imperio colonial portugués y la parte 
luso americana se autonomiza restableciendo la 
construcción de la nacionalidad como un legado 
de una élite colonial y creando una unidad político 
administrativa propia. En este proceso resalta la 
creación de un Estado regulador y controlador de 
2 José Ribeiro Junior, “O Brasil monárquico em face das 
republicas americanas”, en Mota, Carlos Guilherme (Org.), Brasil em 
perspectiva, Río de Janeiro, BCDUnião de Editoras, 2001, p. 160.
3 Miriam Dohllnikoff, “Elites regionais e a construção do Estado 
nacional”, en Itsvan Jancso (org), Brasil: formação do Estado e da 
nação, Sao Paulo, Hucitec, 2003.
un país continental en el cual todavía no existía un 
espíritu nacional cohesionado. El nuevo monarca, 
quien representa el poder legal refrendado por la 
Constitución de 1824, tiene el desafío inicial de 
consolidar un centro de poder en un territorio 
tan vasto, de una población de sólo 4.500.000 
habitantes, con regiones distantes en las que 
persisten amplias áreas escasamente pobladas, 
dominadas por hacendados esclavistas, quienes 
tienen el poder real y detentan enormes 
latifundios de características casi autárquicas. 
Por tal motivo, entre ambos sectores se produce 
un entendimiento tácito de conciliación que 
garantiza la aceptación de mantener una 
estabilidad de gobierno con la finalidad de 
mantener la unidad territorial. El autoritarismo 
absolutista fue la ideología dominante durante 
la construcción del Estado, y, aunque se aprobó 
una constitución, Pedro I disolvió el congreso 
para sancionarla por su cuenta dando muestra de 
su espíritu absolutista.4
Desde el Estado, el monarca al frente de una 
élite que contaba con la anuencia de los sectores 
del poder regional asume la tarea de formar la 
nación. Este proceso se ejecuta durante el largo 
reinado de medio siglo del Emperador Pedro II, un 
gobernante formado por el Estado para hacerlo 
de manera correcta y que a su vez consideró a 
Brasil como su gran pasión. Para realizarlo contó 
con la estructura patrimonial heredada de la 
administración colonial portuguesa, a la cual se 
añadió una expansión considerable del centro 
burocrático durante la mitad del siglo XIX. En su 
fecundo reinado, Pedro funda en 1838 el Instituto 
4 Sobre la naturaleza del Estado brasilero consultar Fernando 
Uricochea, The Patrimonial Foundations of the Brazilian Bureaucratic 
State, California, University of California Press, 1980. 
83
Histórico Geográfico Brasilero con la intención 
de contribuir a formar una identidad para el 
país. El organismo con el cual el Emperador se 
identificó de manera plena, se convierte en la 
plataforma de actuación protegida por el Estado 
de la pléyade intelectual más representativa 
de su época, entre ellos el historiador Francisco 
Adolfo Varnhagen (1816-1878), quien crea 
una narrativa que destaca el contraste entre 
la monarquía constitucional brasileña y las 
repúblicas latinoamericanas marcadas por una 
inestabilidad crónica, ausencia de libertad y 
guerras civiles. Con este tren de pensamiento se 
proponía mostrar a Brasil como la única nación 
civilizada de las Américas. También, el Instituto 
en la década de 1880, evaluando la crisis de 
representatividad que enfrentaba el imperio, 
concibe como estrategia la recuperación de la 
magnitud del acta de emancipación y repotencia 
la figura de Pedro I como fundador de Brasil. 
Como parte de la política en 1888, Pedro Américo, 
uno de los artistas protegidos y financiados por 
el Estado, termina el más famoso cuadro sobre la 
Independencia del Brasil, resaltando la figura de 
Pedro I como el padre de la patria5. Este tramado 
de actividades queda cortado el año siguiente 
cuando un golpe de estado, sin apoyo popular, 
derroca la monarquía y establece un nuevo 
régimen político republicano bajo las divisas de 
“Orden y Progreso”, pero finalmente incorporaba 
al Brasil a la marcha de los países americanos.6
Bajo los nuevos términos creados, el Estado 
nacional brasileño toma un tiempo para la 
5 Lilia Moritz Schwarcz y Heloisa Murgel Starling, Brasil: Uma 
Biografía, Brasil, Companhia das Letras, 2015, p. 302.
6 Al respecto ver José Murilo de Carvalho, D. Pedro II, Sao Paulo, 
Companhia das Letras, 2007. 
recomposición de los nuevos símbolos en la 
construcción del imaginario nacional, una 
mitología que como señala George Hegel se 
mueve en la esfera de la fantasía, pero su núcleo 
interior es racional.7 La ideología autoritaria 
del Estado monárquico es suplantada por los 
postulados del positivismo con una visión de 
un orden jerárquico que asume el militarismo 
en su discurso triunfante. Como la República 
no tenía un personaje central, un hombre 
que fuera famoso, ilustre y reconocido por 
sus virtudes y hazañas, que fuera el centro de 
unificación o cohesión nacional de la sociedad 
brasilera, se procede a rescatar el movimiento 
republicano de 1789. Este movimiento, abortado 
por las autoridades coloniales en la ciudad de 
Ouro Preto en Minas Gerais y conocido como 
la “Inconfidencia Minera”, fue influenciado por 
las ideas del iluminismo, por la Independencia 
de los Estados Unidos, y mantenía similitudes 
ideologías a las plateadas por los precursores 
de la independencia de hispanoamericana.8 Los 
complotados mineros pretendían terminar con 
el colonialismo portugués, sustituir la monarquía 
absolutista por la republica liberal, abolir los 
impuestos, terminar con el mercantilismo e 
instaurar el liberalismo económico. La figura 
del militar y político, Joaquim José da Sil 
Xavier, conocido como Tiradendentes, se había 
mantenido en la oscuridad hasta 1889, ya que el 
gobierno de Pedro II lo había mantenido como 
un traidor a la monarquía. Para rescatarlo, el 
primer presidente de la República del Brasil, 
el mariscal Deodoro da Fonseca, lo hace más 
7 Georg Hegel, Introducción a la historia de la filosofía, Madrid, 
Libros Albor, 2000, p.130.
8 Como los planteamientos que Francisco de Miranda sostenía en 
su exilio en Londres.
84
como un héroe religioso que civil. En cuanto a 
la bandera se crea una nueva, que incorpora el 
“orden” y el “progreso” como las nuevas divisas 
nacionales; y en relación al himno se mantiene el 
del imperio como una victoria popular ya que por 
algún tiempo se tocó la marsellesa, e incluso se 
llamó a concurso para elaborar uno nuevo. Pero 
en 1890, en una manifestación militar en la cual 
se tocó la Marsellesa y otras marchas militares, la 
multitud pidió que se tocará el viejo himno, y el 
presidente Deodoro da Fonseca validó el pedido 
que, según algunos relatos, hizo que muchos de 
los presentes lloraron.9 
Los militares tenían una posición autoritaria 
proclive a crear una sociedad vertical organizada 
de arriba hacia abajo, conformando un modelo 
muy diferente al liberalismo compartido por 
los sectores comerciantes y sectores medios de 
la población. En el Congreso Constituyente de 
1890 la facción civil logra imponerse tomando 
el modelo de gobierno de los Estados Unidos 
para imponerlo en la primera Constitución 
republicana de 1891. Pero no será hasta 1902, 
cuando el presidente Campos Sales logra 
articular un pacto políticos de gobernabilidad y 
alternancia de la primera magistratura nacional 
entre los gobernadores de San Pablo y de Minas 
Gerais, que la élite civil desplaza a la militar. El 
citado pacto político, que reconocía los intereses 
económicos de la oligarquía del café de Sao 
Paulo y la ganadera de Minas Grais, se tradujo 
en un periodo de estabilidad que duró hasta 
1930 que ha sido conocido como el de la Vieja 
República del “café con leche”. En este periodo 
9 “Sotaques da proclamação”, en Revista Veja. http://veja.abril.
com.br/especiais/a-republica-e-seus-simbolos/ Consulta realizada el 
15 de noviembre de 2016.
las elites oligárquicas promueven proyectos 
de construcción de una nación democrática 
restringida por los intereses oligárquicos y 
excluyentes de los grandes sectores populares, 
pero siguiendo la tendencia transicional y de 
conciliación creada desde sus orígenes por el 
Estado brasileño. 
Esta situación permite que en 1922 durante 
la administración del presidente Epitácio Pessoa 
(1919-1922), cuando se conmemora el festejo 
del primer Centenario de la Independencia, se 
produzca una importante reflexión nacional 
sobre el pasado nacional con el propósito de que 
los 35 millones de brasileros pudieran uniformar 
la aceptación de una historia oficial. La cuestión 
de losorígenes la plantea el primer presidente 
republicano, el Mariscal Deodoro da Fonseca, 
en la apertura del Congreso Constituyente de 
1890. En los años siguientes se mantiene un 
largo debate donde los miembros del Instituto 
Histórico Geográfico Brasilero ejercen mayor 
presión persuasiva para validar el “Grito de 
Ipiranga” formulado por Pedro I como el 
momento de división de aguas entre lo colonial 
y lo nacional.10 En 1922 se revoca el decreto del 
Gobierno Provisional que expulsó a la Familia 
Imperial Brasileña y se toman las previsiones 
para repatriar los despojos mortales al Brasil. 
De manera simultánea se emprende un plan 
integral de modernización de la ciudad de Río 
de Janeiro y se construye un parque para una 
exposición internacional conmemorativa del 
centenario en la cual se resalta el progreso 
10 Marly Motta, “1922, O Brasil faz 100 anos: a herança portuguesa 
em questão”, en Alda Mourão y Angela De Castro (Coord.), A 
Experiência da Primera República no Brasil e em Portugal, Portugal, 
Coimbra University Press, 2014.
85
alcanzado por el país. Por otra parte, la reflexión 
crítica del pasado en función de un presente 
cargado de contradicciones de todo tipo 
determina en el plano cultural la exposición 
contestataria de la Semana de Arte Moderna en 
el mes de febrero de 1922 en la ciudad de Sao 
Paulo de la pintora Anita Mafati, que genera todo 
un movimiento intelectual de repensar el país, 
como lo manifiesta el Manifiesto Antropológico 
de Oswaldo de Andrade, uno de los principales 
líderes intelectuales del movimiento. También, 
se produce en Río de Janeiro la “Revolta dos 18 do 
Forte” que inicia la insurrección de “tenentismo”, 
una manifestación de pretorianismo militar.11
En 1972 durante la administración del 
General-Presidente Emilio Garratazu Médici, 
representante del régimen militar que había 
tomado el poder mediante un golpe de Estado 
en 1964, conmemora el sesquicentenario 
de la independencia nacional y aprovecha 
para encararlo como un test de popularidad. 
En el gobierno Médici, el país atravesaba lo 
que algunos analistas señalaban como un 
“milagro económico” con crecimiento de 11%; 
los ingresos recibidos le permiten al régimen 
militar emprender proyectos de grandes obras 
de construcciones (la represa de Itaipu, la 
carretera Trasamazonica, el puente Río-Niteroi, 
el metro de la ciudad de Sao Paulo, entre 
otras). Estos cambios eran impulsados por la 
modernización conservadora del autoritarismo 
militar con la aspiración de convertir al Brasil 
en una “Potencia mundial”. Esta orientación del 
11 Este contexto cultural se puede seguir a través de Oswaldo de 
Andrade, Escritos Antropófagos. (Selección, cronología y posfácio 
de Alejandra Laera y Gonzalo Moisés Aguilar), Buenos Aires, 
Ediciones Corregidor, 2001.
crecimiento nacional ocurre a partir del violento 
viraje de 1964, cuando el ejército toma el poder 
para cambiar el desarrollo nacional autónomo 
de tendencia populista, que los golpistas no 
toleraron por considerar se había distorsionado 
hacia el comunismo.12 
Los militares comienzan a redimensionar la 
historia nacional según sus particulares intereses 
corporativos a partir del 21 de abril de 1965. Ese año 
nuevamente reivindican la figura de Tiradentes, 
el símbolo de los antecedentes de la insurrección 
republicana representada por la “Inconfidencia 
Mineira”, declarándolo patrimonio cívico de la 
nación brasilera y su retrato se coloca en toda 
la administración pública. Sin embargo, en 
1972, considerando la situación imperante de 
aislamiento del régimen del resto de América 
Latina por mantener una política exterior proclive 
al primer mundo, combinada a una estrategia 
de convertirse una potencia atómica, en la 
preparación de los festejos de la independencia 
obvian el carácter panamericano republicano 
de la celebración para hacer énfasis en la figura 
del primer Emperador Pedro I. El personaje se 
presenta en los eventos de la conmemoración 
del Sesquicentenario como el fundador de la 
nacionalidad y como tal merecedor del culto cívico 
de la sociedad y de las instituciones brasileras. 
Para hacerlo el gobierno del General Médici 
establece una alianza con Portugal que también 
se encontraba bajo la dictadura militar del 
General Marcelo Caetano para resaltar lo positivo 
de la colonización portuguesa en Sur América y se 
traen los despojos mortales con gran pompa de 
12 Janaina Martins, Cordeiro, A ditadura em tempos de milagre; 
comemoração, orgulhos e consentimento, Río de Janeiro, FGV, 2015.
86
D. Pedro I. Éstos, una vez desembarcados en Río 
de Janeiro, de donde había salido 141 años atrás, 
emprenden un recorrido de varias semanas por 
las principales ciudades del país para finalmente 
ser depositados en el Monumento de Ipiranga en 
la ciudad de Sao Paulo en una base de cripta. 
El propósito del siguiente trabajo es destacar 
cómo la original Independencia del Brasil sintetiza 
la conjunción de fuerzas disimiles regionales, 
nacionales e internacionales que determinan la 
presencia de un Estado actuante como agente 
mediador que mantiene el equilibrio entre el 
desarrollo interno del inmenso país y el mundo. 
En una evaluación de largo alcance histórico, el 
historiador brasileño Raymundo Faoro señala 
que Brasil fue gobernado desde la colonia por 
una comunidad que él denomina de “estamento 
burocrático”, formador del patronato político 
brasileño determinante de su subdesarrollo.13 
Sin embargo, esta situación experimenta una 
alteración determinante a principios del siglo 
XIX, cuando en 1808 la corona portuguesa se 
traslada al Brasil y la toma como la nueva sede del 
Estado colonial portugués, situación que cambia 
trece años después en 1822, cuando el príncipe 
portugués Pedro I, hijo del rey Joao VI, declara 
la independencia. A partir de entonces la nueva 
formación independiente se va enriqueciendo y 
haciendo cada vez más compleja y profunda en la 
captación de la identidad nacional brasileña hasta 
nuestros días, cuando se sigue presentando como 
uno de los Estados nacionales más originales 
de los existentes en el continente americano. 
Teniendo esta visión de referencia desarrollamos 
13 Raymundo Faoro, Os donos do poder: formação do patronato 
político brasileiro, Sao Paulo, Globo, 1996.
tres ideas complementarias: la tipicidad de 
la Independencia del Brasil en el contexto de 
América Latina, los principales momentos 
coyunturales solventados por el Estado nacional 
brasileño a partir de primer centenario de la 
independencia en 1922 y la situación del Brasil en 
el siglo XXI, cuando se prepara a conmemorar su 
Bicentenario después de la superación de la crisis 
del impeachment que separó de la presidencia a 
Dilma Rousseff en 2016, terminando con el ciclo 
populista del lulismo iniciado en 2003. 
La ruptura colonial mediatizada 
La independencia del Brasil contrasta por 
su singularidad y originalidad con procesos 
similares del resto de países de América Latina. 
El inmenso país sudamericano pudo conservar la 
unidad territorial conquistada por el colonizador 
portugués, siguiendo un proceso evolutivo de 
transformación no traumático entre el período 
colonial y el independiente. Asimismo, consiguió 
separarse de Portugal sin romper el orden 
social vigente. El factor histórico vinculante 
lo constituye el largo reinado de 81 años de la 
dinastía de los Braganzas en Brasil, desde 1808 
hasta 1889. Caso único en todo el continente 
americano, donde una dinastía europea se 
traslada a un nuevo ambiente tropical, se adapta 
a las formas sociales existentes y preserva los 
moldes monárquicos del imperio luso-brasileño 
y da inicio a una nueva era. Mediado por estas 
condiciones socio-históricas, la nación brasileña 
se forma de manera diametralmente diferente al 
resto de las naciones hispanoamericanas.14 
14 Newton, Freitas, Los Braganzas, Buenos Aires, Emece Editores, 
S, A, 1945. 
87
La llegada de la corona al Brasil fortalece al 
Estado, y desde ese ente jurídico se va creando 
lanación que hasta ese momento no constituía 
un espacio histórico orgánico sino un agregado 
de regiones dispersas y se inicia un proceso de 
realización colectiva. En Brasil primero se forma 
el Estado que la nación, constituyendo un caso 
atípico bastante diferente al surgimiento de los 
estados nacionales hispanoamericanos cuyo 
resultado fue producto de guerras de liberación 
nacionales. El Estado nacional brasileño aparece 
después de 1822 como un Imperio sudamericano 
y el momento de su fundación no se presenta 
como una ruptura traumática con el pasado 
colonial por cuanto Pedro I (el primer monarca) 
continúa dentro de la dinastía portuguesa de los 
Braganzas. La familia imperial se trasladó a Sur 
América en 1808 huyendo de la invasión militar 
francesa y escoltada por la flota de la marina 
inglesa, llegando al puerto de Bahía el 22 de enero 
de 1808, donde el rey Joao VII emite una carta 
regia declarando la apertura de los puertos al libre 
comercio. La medida no obstante favorecer los 
intereses ingleses, significa para los historiadores 
brasileños el fin del colonialismo económico 
porque al abolir el mercantilismo que le aplicaba 
un cepo al desarrollo económico del país entra 
en una nueva etapa. Posteriormente, en el mes 
de marzo el rey desembarca en Río de Janeiro 
acompañado de su esposa Carlota Joaquina, 
su hijo Pedro y 15.000 miembros de la nobleza 
portuguesa. Trae también el tesoro real, los 
archivos de Estado, la imprenta, 60 mil volúmenes 
de la Biblioteca Real, la gran colección de obras 
de arte. Río de Janeiro fue designada capital del 
Virreinato 1763 cuando se instrumentaron las 
reformas pombalinas aplicadas a todo costo para 
modernizar el imperio portugués por el favorito 
del rey d. José I, Senatiao José de Carvalho e Melo 
(1699-1782) y en 1808 el conde de Arcos era el 
Virrey quien recibió a monarca. El puerto de Río 
de Janeiro desempeñaba una función estratégica 
importante en el desplazamiento del fiel del 
interés colonial portugués desde el norte hacia el 
sur donde se tomaba como punto de referencia en 
el punto de cabotaje hace la apetecida región del 
Río de la Plata. La ciudad, también, fue el puerto 
de salida de las importantes remesas de oro de 
las Minas Gerais, así como el punto principal 
de ingreso de la trata de comercio esclavo 
procedente de África y según el historiador 
brasileño Manuel Oliveira Lima en algunas 
regiones del interior como Bahía y Minas Gerais 
estos eran “más numerosos que la población 
libre”.15 La ciudad de Río de Janeiro escasamente 
tenía una población de 80 mil habitantes; de los 
cuales, por lo menos, 20 mil eran negros esclavos 
y en 1817 pasó a tener 120.000.16 Durante los 
siguientes trece años que D, Joao VI vivió en Río 
de Janeiro y nombra al conde de Linhares para 
gobernar la ciudad que paso a ser cosmopolita al 
recibir las influencias del exterior. 
En ese tiempo la antigua colonia ahora 
metrópoli se trasforma: se instalan en Brasil los 
ministerios de Guerra y de Relaciones Exteriores, 
se crea el Banco de Brasil, el Museo Real, una 
Escuela de Cirugía y Medicina del Hospital 
Militar, el Jardín Botánico la Academia Militar, 
la Imprenta Real. También se funda el primer 
15 Manuel Oliveira Lima, Formación histórica de la nacionalidad 
brasileña, Madrid, Editorial-américa, 1918. p.129.
16 Tautphoeus Castilho Bueno, “A corte portuguesa no Brasil”, 
en Revista do Instituto Histórico Geográfico Brasileiro, Brasil, 
septiembre de 1914, p. 417. 
88
periódico (Gazeta de Río de Janeiro) y circula el 
Correio Brasiliense (1808-1822) de Hipolito José 
da Costa, impreso en Londres como un periódico 
independiente que contenía críticas a la política 
portuguesa. Se construye, además, la Quinta de 
Boa Vista como la vivienda de la familia real, la 
Escuela Real de Ciencias Artes y Oficios, la Escuela 
de Bellas Artes con artistas de la misión francesa 
llegada en 1816, con el arquitecto Grnadjean de 
Motgney, y los pintores Nicoles Antoni Taunay 
y Drebet. La ciudad es visitada por científicos 
y personajes importantes y se convierte en la 
sede diplomática más importante de América. 
Fue escenario de la celebración de los actos 
mortuorios de la reina María, “la loca” (1816) y 
el matrimonio de Pedro con la archiduquesa 
María Leopoldina de Habsburgo (1818), hija del 
Emperador Federico de Austria y la aclamación 
del rey Joao VI el mismo año.17 
El estatus de colonia se elevó a centro 
metropolitano constituyendo un caso único en la 
historia de América durante el siglo XIX. En esta 
misma secuencia la presencia de la corona se 
mimetiza en Brasil, asimilando su nuevo entorno 
socio cultural. Joao VI, como señala Oliveira 
Lima, no fue un guerrero ni tampoco fue mártir; 
se limita a ser un hombre sagaz y bueno en 
proporción para adaptarse a la idiosincrasia de la 
sociedad brasileña. Las grandes contradicciones 
existentes del colonialismo que se habían 
manifestado en diferentes conjuras y revueltas, 
siendo la más importante la Já Joaquim José da 
Silva Xavier, el “Tiradentes” en Minas Gerais en 
1781, proponiendo Independencia y Republica, 
17 Boris Fausto, Historia do Brasil, Sao Paulo, Editora da 
Universidade do Sao Paulo, Fundação do Desenvolvimento da 
Educação, 1995.
quedan contrarrestadas con la presencia del 
rey en Brasil, quien vigoriza el poder colonial. 
La clase criolla brasileña, a diferencia de la 
hispanoamericana forzada a tomar una posición 
de rechazo al poder colonial por las limitaciones 
que le impone, encuentra en el reino luso 
brasileño durante su permanencia en Brasil un 
canal de participación y ascenso social. Por otra 
parte, la corona portuguesa venía en guerra 
contra Francia y la continuó en Sudamérica por 
lo cual en 1809, contando con el apoyo inglés, 
toma la posesión de Cayena francesa, que le 
permite por el norte tener acceso al mar Caribe. 
La apetencia portuguesa por acercarse al Río 
de la Plata era manifiesta desde 1680, cuando 
el gobernador de Río de Janeiro Manuel Lobo 
construye el Fuerte de Sacramento que da 
origen a la ciudad de Colonia frente a Buenos 
Aires, con la intención de establecer un límite 
natural con las posesiones españolas según el 
impreciso Tratado de Tordesilla. Esta aspiración 
se potencia al establecer la corona sede en Río de 
Janeiro en 1808 y se manifiestan dos proyectos 
expansionistas alternos: el primero, impulsado 
por la reina española Carlota Joaquina, una 
absolutista feroz, esposa del rey Joao VII, quien 
aspira hacer valer sus derechos de sucesión de 
su padre el rey español Carlos IV y de la situación 
de hermano menor Fernando VII quien se 
encontraba preso en Bayona, para crear un reino 
con sede en Buenos Aires. El proyecto carlotino 
contó con apoyo parcial del reino portugués y 
encontró respaldo entre sectores criollos que 
veían en su realización una forma de separarse de 
España. Sin embargo, los planes de realización 
son impedidos por la Junta Central de Sevilla que 
los rechaza y por las leyes sálicas del reino español 
89
que no permitía la sucesión femenina. El segundo 
proyecto expansionista es impulsado por la 
corona desde los primeros momentos, cuando en 
1808 Joao envía un ultimátum a Buenos Aires e 
invade la Banda Oriental y después intenta dos 
acciones intervencionistas en la Banda Oriental 
(hoy Uruguay), la primera en 1811 y la segunda 
en 1816 después de la derrota de Artigas. La 
tendencia intervencionista se mantuvo de 
manera permanente con acciones militares y 
enfrentamientos de diferentes grados, siendo la 
más significativa durante la actuación del prócer 
uruguayo José de Artigas, quien de manera 
alternativa se enfrentó contra los españoles, los 
portugueses, los ingleses y los sectores de Buenos 
Aires. Después de la derrota de Napoleón en 1814 
el rey Joao VI decide quedarse en Brasil y en el 
Congreso de Viena de 1815 propone la creación 
del reino de Brasil, Portugal y Algarbe con sede 
en Río de Janeiro. En cuanto al territorio brasileño 
se decide hacer permanente la ocupaciónde la 
Branda Oriental y a tal fin se le convierte en la 
provincia Cisplatina.
Don Joao VI, entre las muchas cosas que trajo a 
Brasil, incluyó una excelente colección de Mapas 
das Cortes que era una verdadera construcción 
cartográfica con clara finalidad diplomática, 
como lo demostró de manera fehaciente el 
negociador portugués Alexander de Gusmao 
en la negociación con España del Tratado de 
Madrid de 1750. En esos mapas se encontraban 
los territorios que abarcaban desde la colonia de 
Sacramento, en las riberas al Río de La Plata hasta 
Santos el puerto cercano a Sao Paulo, y abarcando 
como fondo las regiones de los actuales estados 
de Río Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina, 
quedando como áreas indefinidas con los 
españoles los Siete Pueblos de Uruguay donde se 
habían establecido las misiones de los jesuitas.18 
La expansión de la colonización lusobrasileña 
hacia la región del Río de la Plata se incrementa 
a partir de 1809 cuando desde España se decretó 
que las colonias americanas dejaban de ser tal 
para para convertirse en parte integrante de 
la monarquía. Esto, según John Lynch, motivó 
el surgimiento de la idea de que no se podía 
continuar siendo colonia sin una metrópoli e 
incentivó el comercio interno sudamericano.19 
Don Joao desde Río de Janeiro dio soporte a 
este movimiento de penetración interna, el 
cual incrementó las rutas de animales para el 
intercambio, amplió la guerra “justa” contra los 
indios y apoyó la organización de incursiones 
armadas desde las ciudades de Curitiba y San 
Pablo dirigidas hacia la región del Plata. 
El punto de quiebre del nuevo status-quo 
colonial que involucraba a Brasil como principal 
protagonista de los eventos del Imperio 
portugués desde 1808 se produce en 1820, 
cuando se produce una revolución liberal en la 
ciudad de Porto cuyo principal objetivo era el 
retorno de la corona a su sede natural en Lisboa. 
La independencia se explica por un conjunto 
de factores, tanto externos como internos, 
pero fueron los provenientes del exterior los 
que imprimieron a los acontecimientos un 
rumbo imprevisto por la mayoría de actores 
18 Mario Clemente Ferreira, “O Mapa das Cortes e o Tratado de 
Madrid: a cartografia a serviço da diplomacia”, en Revista Varia 
Historia, vol.23 no.37, Belo Horizonte, Universidade Federal de 
Minas Gerais 2007, pp. 51-69.
19 John Lynch. América Latina, entre colonia y nación. Barcelona, 
Critica, 2001, p. 72.
90
envueltos en una escalada que pasó de la 
defensa de la autonomía brasilera a una idea 
de independencia. En agosto de 1820 estalla en 
Portugal, en la ciudad de Oporto, una revolución 
liberal inspirada en las ideas ilustradas. Los 
revolucionarios procuran enfrentar un momento 
de profunda crisis en la vida portuguesa. Esta 
crisis política se produjo por la ausencia del rey y 
de los órganos de gobierno, acompañada por una 
crisis económica resultante en parte de la libertad 
de comercio de la cual se beneficiaba Brasil y de 
una crisis militar, consecuencia de la presencia 
de oficiales ingleses en los altos puestos del 
ejército y de la inmovilidad en el ascenso de los 
oficiales portugueses en sus promociones. En la 
ausencia de D. Joao, Portugal fue gobernada por 
un consejo de regencia presidido por el Mariscal 
inglés Beresford, quien después de finalizada 
la guerra se convierte en el comandante del 
Ejército Portugués. La revolución portuguesa 
de 1820 tenía aspectos contradictorios para 
los brasileños. Podía ser definida como liberal 
por considerar la monarquía absoluta como 
un régimen atrasado y opresivo y por dar vida 
a órganos de representación, como el caso de 
las Cortes. Al mismo tiempo, al promover los 
intereses de la burguesía lusa e intentar limitar 
la influencia inglesa, pretendía hacer de Brasil 
regresar a su subordinación colonial de Portugal. 
La situación anterior determinó el regreso de 
Joao VI a Portugal presionado por el levantamiento 
de las tropas acantonadas en las ciudades 
de Belén y Bahía apoyando el movimiento 
revolucionario y de las manifestaciones 
populares ocurridas en Río de Janeiro. El rey se 
embarca de regreso en abril de 1821 acompañado 
de 4 mil portugueses y llevando de regreso 
muchos de los bienes que trece años antes había 
traído, entre ellos los cofres reales que dejaban 
a Brasil en dificultades económicas. La sociedad 
se encontraba escindida entre el sector más 
protagónico y dominante integrado por aquellos 
que apoyaban el retorno constituido por una 
“facción portuguesa” formada por los altos mando 
militares, burócratas y comerciantes interesados 
en subordinar a Brasil a la Metrópoli, y otro 
menos estridente que representaba a los sectores 
criollos, el “partido brasileño”, constituido por los 
grandes propietarios rurales, los burócratas y 
miembros del poder judicial nacidos en Brasil, 
que más que un partido constituía una corriente 
de opinión. Las articulaciones políticas se hacen 
en este periodo a través de las lógicas masónicas 
y Pedro I, quien había sido dejado por su padre 
como príncipe regente se convirtió en una figura 
central de la orden en Brasil. El príncipe encargado 
confronta durante 1821 un desafío frontal para su 
estabilidad de gobernante producto de medidas 
tomadas por las Cortes de Portugal, las cuales 
sin la presencia de los delegados brasileños 
acordaron pasar la dependencia de las gobiernos 
provinciales de Río de Janeiro para ser asumida 
por Lisboa, lo que acarreaba la desintegración de 
la unidad brasileña y un regreso a la subordinación 
colonial. Las cortes intentaron, también, revocar 
los acuerdos comerciales con Inglaterra que 
eran del interés tanto de los ingleses como de 
los grandes propietarios rurales brasileños y de 
los consumidores urbanos. Todo ello asumiendo 
una actitud prepotente que al soliviantar las 
fuerzas profundas del nacionalismo brasileño 
llegó a un momento de clímax cuando se intentó 
forzar el regreso de Pedro a Portugal. Esto 
91
coincidía con los esfuerzos del “partido brasileño” 
de conseguir la permanencia del príncipe en 
Brasil, lo cual se da con el solemne “día do fico”, 
ocurrido el 9 de enero de 1822, que señala la 
escogencia de un camino sin retorno. A partir de 
allí se precipita cuando Don Pedro obliga a las 
tropas portuguesas a retirarse de Río de Janeiro 
al negarse a jurarle fidelidad y forma un nuevo 
ministerio compuesto de portugueses pero 
cuya jefatura la hace recaer en un brasilero, José 
Bonifacio de Andrade e Silva. Este es considerado 
como el “Patriarca de la independencia”, 
el más notable agente de la emancipación 
desde el punto de vista individual y desde su 
posición de representante de las aspiraciones 
brasileñas. Estudió y fue profesor destacado 
en la Universidad de Coimbra y participó en la 
lucha de resistencia contra la ocupación francesa 
en Portugal. Regresa a Brasil en 1819 y, después 
de participar por corto tiempo en el gobierno 
provisorio del Estado de Sao Paulo (donde había 
nacido en la ciudad de Santos en 1763), pasa a 
convertirse en el principal consejero de Pedro I, a 
quien apadrina para convertirse en la masonería. 
Desempeña un rol predominante en la formación 
del nacionalismo brasileño, defendiendo un 
gobierno parlamentario, la abolición del tráfico 
africano de esclavos, la creación de escuelas y 
la práctica de la cultura física para la juventud; 
también fue el primer canciller del imperio 
independiente.20 En ese cargo, un mes antes 
del Grito de Ipiranga, envió el Manifiesto del 6 
de agosto de 1822, considerado como el primer 
documento dirigido por Brasil a las naciones 
del mundo explicándole la situación de D, Joao 
20 Joao Alfredo dos Anjos, José Bonifacio, primeiro Chancele do 
Brasil, Brasilia, fundação Alexander de Gusmão, 2008, p.83.
VI como tutelado de las cortes portuguesas y 
anunciando la fundación del Imperio brasileño, 
por cuanto los brasileños no admitirían 
regresar al régimen anterior de sumisión a los 
intereses de Portugal. En esa oportunidad José 
Bonifacio compartela idea de americanidad y de 
mantener la unidad entre las nuevas naciones 
libertadas; se muestra partidario de que el 
espacio lusobrasileño se mantuviese como una 
unidad formando parte de una confederación 
de todos los Estados libres de América, a fin de 
contrabalancear la confederación europea.21 
Este punto lo había mantenido con anterioridad 
cunado el 24 de mayo nombra un cónsul en 
Buenos Aires con el encargo de convenir en una 
alianza entre los países americanos en defensa de 
su libertad e independencia amenazada por las 
“pretensiones de Europa” y autorizando al mismo 
representante a proponer al gobierno de Buenos 
Aires un tratado de alianza ofensiva y defensiva y 
asegurando que “el Brasil grande, rico y poderoso 
sólo procuraba de vecinos prósperos y venturosos 
para comerciar y defenderse con ellos”.22 
Esta aspiración se cumplió logrando el espacio 
colonial lusoamericano mantenerse como una 
unidad independiente a diferencia de lo ocurrido 
con los otros espacios coloniales europeos en 
América. Esto, según Oliveira Lima, fue posible 
por cuanto, “Brasil pudo escapar a la crisis 
prolongada que atravesaron los otros pueblos 
latinoamericanos, gracias a la monarquía, que 
21 En este punto representa la visión brasileña del 
panamericanismo. Este visón se complementa con la doctrina 
Monroe de formulada por los Estados Unidos en 1822 y la de Simón 
Bolívar en el Congreso de Panamá de 1824.
22 Octavio Tarquínio de Sousa, José Bonifacio, Río de Janeiro, 
Livraria José Olympio, 1974, p. 141. El cónsul designado fue 
Manuel António Correia da Câmara.
92
es la autoridad sin la tiranía, la fuerza sin la 
violencia, la moral sin la hipocresía y la libertad 
sin la indisciplina”.23
Este período de la historia brasileña marca 
el rumbo a seguir por el país independiente y su 
conocimiento es determinante para entender 
el Brasil contemporáneo, así como establecer 
las diferencias con el resto de América Latina24. 
Sin embargo, los principales acervos de fuentes 
históricas se encuentran en el Archivo Histórico 
de la Torre de Tombo en Lisboa (el equivalente 
al Archivo de Sevilla), el archivo imperial en la 
ciudad de Petropolis cerca de Río de Janeiro, 
en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro y la 
Biblioteca del Instituto Histórico Geográfico 
Brasileño en la misma ciudad. 
Orden y progreso: la conciliación nacional 
después de 1922 
La revolución de 1930 establece en Brasil 
el choque frontal mediado por la grave crisis 
económica internacional entre el país rural 
agro exportador representado por el latifundio 
semifeudal asociado al imperialismo25 y a los 
intereses volcados hacia el mercado interno y 
los intereses de una “burguesía” en formación en 
alianza con las aspiraciones de las clases medias 
y los movimientos militares, representado 
por los “tenientes”. El desenlace del conflicto 
23 M. Oliveira, “Formación histórica de la nacionalidad brasileña”, 
p.145.
24 Sobre este período fundacional ver Ron Seckinger, The 
Brazilian Monarchy and the South American Republic 1821-1831, 
Baton Rouge, Louisina State University Press, 1984. 
25 El canciller Río Branco entre 1902 y 1912, estimando como la 
exportación del café se orientaba hacia los Estados Unidos, en su 
mayor medida, establece una “alianza tacita” con este país.
dio inicio a un país urbano e industrializado 
como una respuesta nacional a la gran crisis del 
sistema internacional acarreada por la quiebra 
de la bolsa de Nueva York. La hecatombe no 
era previsible a principios de 1929 cuando el 
presidente Washington Luis gobernaba con 
relativa tranquilidad desde Río de Janeiro, 
pero su determinación de tratar de imponer 
como su sucesor en la primera magistratura al 
gobernador del Estado de Sao Paulo, Julio Preste, 
determinó una fuerte fisura entre las elites de 
los grandes Estados, resquebrajando el pacto 
de gobernabilidad acordado desde 1902 entre 
los estados de San pablo y Minas Gerais, que le 
daba estabilidad al periodo de la Vieja República. 
La actitud de Washington Luis impulsó a 
los políticos mineros que representaban la 
oligarquía ganadera a no sentirse obligados 
a apoyar las pretensiones de reposición 
gubernamental de los políticos de la oligarquía 
del café de Sao Paulo y sentirse liberados para 
buscar nuevas alianzas, la cual consiguen con 
los sectores políticos gauchos, de Río Grande do 
Sul. Este Estado había sido marginado del pacto 
gubernamental pero, con el incremento de su 
economía en las primeras décadas del siglo XX 
y con el aumento del comercio internacional 
del sector ganadero, pugnaba por un mejor 
reconocimiento político. A mediado de 1929, 
después de varias conversaciones, se organiza 
una coalición opositora para enfrentarse al 
gobierno de Washington Luis, encabezada por 
Getulio Vargas, como candidato a la presidencia, 
el joven gobernador de Río Grande do Sul y Joao 
Pessoa, para la vicepresidencia, gobernador 
del estado de Paraíba, con lo que se buscaba 
la adhesión de los votantes de la empobrecida 
93
región del nordeste. La nueva propuesta creó la 
Alianza Liberal como el aparato de propaganda 
electoral de las elecciones que recorre el país 
identificándose con las aspiraciones de las clases 
dominantes regionales no asociadas al núcleo 
cafetalero (el principal sostén del Estado) y 
tenía por objetivo sensibilizar la lucha de las 
clases medias. Estos sectores compartían con el 
gobierno que los esquemas de valorización del 
café no se debían mantener sólo en nombre de 
la ortodoxia financiera, pero discordaban con el 
presidente Washington Luis en la situación las 
mejoras de los trabajadores de menos ingresos 
y de las mujeres, que él consideraba era, “una 
cuestión de la policía”. En el mes de octubre de 
1929 estalla la crisis económica internacional 
la cual de inserta de manera dramática en la 
formación de Brasil en momentos en que la 
producción de café para 1930 fue muy alta, en 
contrapartida a lo esperado, empujando una 
crisis imposible de compensar ante la caída de los 
precios con la ampliación del volumen de venta 
y rompiendo toda posibilidad de entendimiento 
entre el sector cafetalero y el gobierno federal.
Después de la Revolución se proyecta la 
conducción de Getulio Vargas al frente de la 
presidencia del Brasil por quince años sucesivos 
hasta 1945. Vargas se convierte en el gran 
articulador del nuevo proceso de cambio nacional, 
cambiando su tradicional modo de inserción 
en el sistema internacional de agro exportador 
a otro con acento en la industrialización. Para 
implementarlo, Vargas rechaza el sistema 
federal imperante durante la Vieja República 
y fortalece la centralización, mediante lo cual, 
reorienta la tradicional ideología autoritaria del 
Estado brasileño, apelando al nacionalismo para 
formar una nueva élite de Estado con acentuado 
acento político. Con gran habilidad realiza una 
manipulación del pasado, apelando a los mitos 
fundacionales nacionales para fortalecer su 
situación política en el presente. Expresa en 
varias oportunidades que no se le permitiría a 
nadie dudar de la grandeza del Brasil; hace uso 
simbólico del himno y de la bandera nacional; 
funda el Museo de la Inconfidencia para honrar 
a Tiradentes como héroe de la República, y a la 
vez el Museo Imperial, Petropolis, para honrar los 
aportes de la monarquía; y emplea las figuras del 
Duque de Caxias, el padre del ejército”, el Barao 
Rio Branco, el canciller de las fronteras nacionales 
y Tiradentes en sus contundentes discursos 
contra el comunismo después de la insurrección 
de 1935.26 
La nueva élite surge de la alianza entre 
sectores sindicales, sectores medios y burguesía 
industrial que forma un nuevo polo de poder que 
se fortalece preferentemente durante el período 
del Estado Novo (1937-1945). Se consolida una 
burocracia de Estado que le permite al país 
aprovechar la confrontación bélica para fortalecer 
su posición en las negociaciones internacionales 
con las potencias involucradas en la contienda 
y que terminan conuna alianza estratégica con 
los Estados Unidos. En este contexto avanza un 
modelo económico sustentador de un desarrollo 
nacional autónomo, que a partir del fin de la 
segunda guerra mundial entra en un período 
democrático dentro del marco de la constitución 
liberal de 1946. 
26 Sobre esta importante coyuntura histórica ver Boris Fausto, A 
Revolução de 1930: historiografía e história. Sao Paulo, Companhia 
das Letras, 1997.
94
El período democrático se inicia con el 
General Dutra, lo sucede después de las 
elecciones de 1950 Getulio Vargas, quien trata 
de reponer el modelo nacionalista aplicado 
durante la guerra, pero en esta oportunidad 
al aplicar tácticas populistas su intento choca 
contra la realidad creada por un contexto muy 
diferente a nivel nacional e internacional. En 
Brasil se forma un fuerte frente conservador 
y en el plano internacional la guerra fría ha 
dado forma a nuevos esquemas de poder; todo 
ello lo conduce a encontrarse aislado y, con 
poco margen de maniobra, opta por el suicidio 
en agosto de 1954. Sigue una década de un 
varguismo sin Vargas con una fuerte carga de 
populismo en la cual sólo el presidente Juselino 
K logra completar su periodo y ejecutar una 
obra de gran aliento histórico con la fundación 
de Brasilia, como la nueva capital. Pocos años 
después, la democracia se interrumpe de 
manera abrupta con el golpe de estado militar 
que derroca al presidente Joao Goulart en 1964.
Desde mediados de la década de 1950 
aumenta de manera significativa la inversión 
extranjera y asciende el capital multinacional 
creando una dinámica interna tendiente a la 
consolidación de un polo de presión interno 
que influye sobre las instituciones establecidas 
representantes del modelo de desarrollo 
económico nacional independiente. De esta 
manera el Estado nacionalista de desarrollo 
creado por el varguismo entra a partir de 1960 en 
un proceso de internalización por la formación 
de un capital multinacional y asociado que 
presiona por un cambio de rumbo del proceso 
de desarrollo nacional. El creciente nuevo sector 
económico internacional en connivencia con 
sectores políticos brasileños presiona por la 
creación de un nuevo Estado que represente 
los sectores de un capitalismo asociado. Se 
produce un agudo proceso de desestabilización 
a partir de la renuncia intempestiva del 
presidente Janio Quadros, en agosto de 1961, 
cuando la nueva dinámica política determina 
que los sectores garantes de la estabilidad del 
varguismo y la base de apoyo político del nuevo 
presidente encargado Joao Goulart, integrado 
por los partidos PTB y el PSD, se debilitan, como 
producto del traslado que el segundo hace del 
centro a la derecha acercándose a la oposición 
conservadora liderado por el UDN. Se produce 
una politización de los sectores empresariales 
ante el agravamiento de la crisis económica, 
compartida por los altos mandos del ejército 
para salvar del caos al país. En medio de esta 
situación se acelera el desgaste del presidente 
Goulart; algunos lo ven como un líder comunista 
que pretendía implantar en Brasil una república 
sindical; otros como un político demagogo que 
por ser un gran estanciero millonario no estaría 
comprometido con la reformas del país que el 
mismo proponía; y también se encontraban los 
que lo consideraban un caudillo autoritario, o 
como débil, incompetente y desesperado en 
ejercicio de sus funciones.27 El 31 de marzo de 
1964 se produce un golpe de estado que derroca 
al presidente Goulart, pone fin al régimen 
democrático e instituye la dictadura en Brasil, 
recogiendo el nuevo contexto que adoptaba la 
guerra fría en América Latina después del triunfo 
de la Revolución cubana y la injerencia del 
comunismo en el Caribe. 
27 Jorge Ferreira, Joao Goulart: uma biografia. Rio de Janeiro, 2011. 
95
Los militares fueron los actores protagónicos 
del evento de 1964 y por 21 años lograron 
canalizar fuerzas heterogéneas, reuniendo 
corrientes políticas conservadoras, liberales y 
nacionalistas en un consenso “anticomunista”, 
el cual impulsó un modelo de “modernización 
conservadora”. En este período el gobierno 
militar brasileño, actuando como el regente del 
Estado, manifestó su ambición de convertirse 
en una potencia mundial y mantuvo una 
política hacia el primer mundo obviando a los 
países latinoamericanos. En el plano interno se 
suprimieron los derechos civiles fundamentales 
mediante actos instituciones llegando durante 
la presidencia del general Artur de Costa e Silva, 
bajo el pretexto de la “seguridad nacional”, 
a decretar el A.I-5 que cerraba el Congreso 
Nacional y suspendía el habeas corpus. Para 
los efectos del presente trabajo destacamos lo 
señalado con anterioridad de la celebración del 
sesquicentenario de la independencia en 1972 
durante el gobierno del general Emilio Garratazu 
Médici identificado con el momento de euforia 
del régimen por el alto crecimiento económico 
del país que llegaba a un PTB de hasta 11%, en 
lo que se consideraba un “milagro económico 
brasileño”. En estas condiciones el gobierno 
militar reedita el mito fundacional del Brasil 
como el “destino manifiesto” luso brasileño en los 
trópicos sudamericanos destinado a convertirse 
en potencia mundial. 
El último reacomodo importante del Estado-
nacional brasileño en el siglo XX se produce una 
vez que la sociedad civil logra la democratización 
en 1985. A partir de la recuperación del gobierno 
por los civiles se crea un nuevo tipo en las 
relaciones civiles militares y de negociación 
para el regreso de los militares a los cuarteles. 
La nueva situación se plasma en la constitución 
de 1988 que en su preámbulo señala: “nosotros, 
representantes del pueblo brasileño, reunidos en 
Asamblea Nacional Constituyente para instituir 
el Estado Democrático, destinado a asegurar el 
ejercicio de los derechos sociales e individuales, 
la libertad, la seguridad, el bienestar, el 
desarrollo, la igualdad y la justicia como valores 
supremos de una sociedad fraterna, pluralista 
y sin preconceptos, fundada en la harmonía 
social y comprometida, en el orden interno e 
internacional, con la solución pacifica de las 
controversias, promulgamos sobre la protección 
de Dios”.28 La lucha nacional por la recuperación 
democrática concientizo a la sociedad brasileña 
valorando el derecho la ciudadanía y que esta 
causa no era solamente nacional sino compartida 
con los otros pueblos del continente. Esto motivo 
el acercamiento con Argentina y el inicio en 1991 
del Acuerdo de Mercosur como un proyecto de 
entendimiento para impulsar el surgimiento de 
una nueva realidad geohistórica sudamericana. 
Siglo XXI: del impeachment al nuevo orden 
y progreso
Durante la primera década del siglo XXI se 
crea un nuevo contexto internacional con efectos 
importantes en el desarrollo geo-histórico de 
América del Sur y en el impulso del protagonismo 
de Brasil en el continente. En primer lugar se 
resiente el paradigma de América Latina, cuando 
el 1 de enero de 1994 entra en vigencia el Tratado 
28 Constitución Federativa del Brasil de 1988 en http://pdba.
georgetown.edu/Constitutions/Brazil/esp88.html Consultado el 20 
de noviembre de 2016.
96
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) 
con la inclusión de México. La nueva posición 
de ese país le resta influencia a su tradicional 
nacionalismo contra el intervencionismo 
norteamericano vigente en la región desde 
la Revolución mexicana de 1910, e impulsa 
a Brasil a llenar un espacio protagónico que 
tradicionalmente evadió. El 11 de septiembre de 
2001, después del impactante ataque terrorista 
a los Estados Unidos, se produce un drástico 
viraje de los objetivos geopolíticos de la potencia 
del Norte orientados hacia el Medio Oriente, 
atacando militarmente a Irak y Paquistán. Esta 
situación dejó al margen a la América del Sur y al 
Brasil como áreas de paz y de no confrontación. 
Por otra parte, en 2008 estalla la crisis económica 
en los Estados Unidos, conocida como la 
“burbuja inmobiliaria”creada por el banco 
Leman Brothers y cuyos efectos se expandieron 
a las economías de Europa y Japón, creando una 
grave crisis del sistema capitalista mundial. Esta 
situación repercute en Brasil de una manera 
diferente a lo que ocurrió en la gran crisis de 1930, 
cuando su economía cafetalera colapsa; en esta 
oportunidad el gobierno brasileño impulsa un 
programa anti-cíclico de expansión económica, 
ampliando el gasto público contando con el alto 
aporte de la inversión de la economía China en su 
ascenso como potencia mundial.
Los cambios internacionales crean una 
coyuntura favorable en Sur América para 
cohesionarse como una región de unidad 
geoeconómica y superar la tradicional 
disgregación existe el pasado siglo entre sus 
diferentes Estados nacionales integrantes. La 
sudamericanización gana viabilidad por cuanto 
se alcanza una nueva realidad democrática 
legitimada por cuanto todos los mandatarios son 
electos en comicios nacionales. Esta situación 
se pone en manifiesto en el 2000 cuando el 
presidente Fernando Henrique Cardoso de Brasil, 
(quien realizaba la hazaña histórica de estabilizar 
la incontrolable economía inflacionaria 
mediante la aplicación del “Plan Real”), para 
festejar los 500 años del descubrimiento de su 
país invita a los 12 presidentes del continente 
a asistir a Brasilia. La cumbre de mandatarios 
termina con la aprobación de convertir el 
continente en un espacio común regido por 
una conducción democrática. La cooperación 
intergubernamental se objetiva en mayor grado 
en los países de Mercosur a partir de 2003, cuando 
Lula toma la presidencia del Brasil y se reúne 
con el presidente argentino Néstor Kirchner y 
acuerdan combatir las políticas neoliberales del 
Acuerdo de Washington. En cuanto a las cumbres 
presidenciales tienen un ciclo virtuoso que por 
primera vez en la historia de la región concretan 
la fundación de UNASUR como una entidad 
supranacional. 
En Brasil, a partir del 2003, se inicia un 
quiebre del centro político estabilizador del país 
alcanzado en 1994 cuando fue electo presidente 
Fernando Henrique Cardoso del Partido Social 
Democrático Brasileño. Esta organización y el 
Partido de los Trabajadores, creados ambos 
después de conquistada la democratización en 
1985, se disputaban el espacio de la izquierda 
ya que cada una de estas dos organizaciones se 
convertía en el segundo turno de las elecciones 
presidenciales en marco de referencia para la 
ubicación de los numerosos partidos brasileños 
97
por ocupar el centro político de derecha o 
izquierda.29 En el 2003 la elección de Luíz Inacio 
Lula da Silva del PT impulsa un viraje del país 
hacia la izquierda con la pretensión de capitalizar 
el clivaje electoral nacional en procura de crear 
un estado de bienestar de gran inclusión social, 
creando el fenómeno del lulismo. El lulismo 
manifestó su voluntad política de refundar el 
Brasil y establecer una ruptura diametral con el 
pasado nacional, contando en buena medida 
con la coyuntura favorable creada en la región 
señalada anteriormente. Además aspiró a que 
el país se convirtiera en el centro geopolítico 
de la nueva tendencia sociopolítica adoptada 
por el Mercosur. Consecuentemente, Lula en su 
discurso inaugural manifiesta que Sudamérica 
sería prioritaria en la política exterior y durante su 
gestión presentaba al Brasil como la locomotora 
de la nueva orientación del continente. 
Lula en sus dos periodos de gobierno entre el 
2003 y 2010 alcanza un alto nivel de aceptación 
nacional. Un estudioso del periodo, el sociólogo 
brasileño André Singer, señala en su libro Os 
sentidos do Lulismo, que a partir de 2003 se produjo 
una innovadora orientación gubernamental 
que le permitió contar con la mudanza de 
la coyuntura económica internacional, de 
adopción de políticas para reducir la pobreza 
y para la activación del mercado interno sin 
confrontar el capital. Esta situación habría 
producido en asociación con la crisis creada por 
el escándalo político – mediático del acto de 
corrupción administrativa llamado “mensalao”, 
lo cual creó un realineamiento electoral que 
se cristalizó para ganar un segundo periodo 
29 En el 2016 en Brasil existen 33 partidos diferentes.
presidencial. El surgimiento de una base lulista 
a su vez proporcionó al presidente Lula mayor 
margen de maniobra posibilitando acelerar una 
implantación del modelo de “diminución de 
la pobreza manutención del orden”.30 De esta 
manera Lula desde la presidencia emprende 
un agresivo plan de recuperación social y logra 
rescatar 35 millones de brasileños de los niveles de 
pobreza, al tiempo que Brasil alcanza la séptima 
posición entre las economías industrializadas.
Lula y el PT montados en una onda de la 
refundación del Brasil pensaron que su presente 
promisor se proyectaría sin mayores alteraciones 
hacia el futuro. Así, en 2009, el presidente 
Lula le encomienda al ministro de Asuntos 
Estratégicos (SAE) Samuel Pinheiro Guimaraes la 
elaboración de un estudio de factibilidad sobre 
las posibilidades de desarrollo de Brasil para 
el 2022 cuando el país arriba a su bicentenario 
de independencia. La aspiración era dibujar 
un país gran potencia mundial dotada de un 
estado de bienestar plasmado en una pirámide 
grandemente abultada en el medio por la 
existencia de una clase media con posibilidades 
de alto nivel de consumo. En el 2010 cuando Lula 
no podía optar a un tercer mandato por imperativo 
de la constitución, empleó su liderazgo personal 
para nominar a Dilma Rousseff como su sucesora 
en la presidencia. La nueva gobernante, la 
primera mujer al frente de la presidencia de la 
república del Brasil, continúa con el impulso 
favorable del modelo creado por Lula, pero no 
contando con el carisma de su protector, por lo 
cual bajó la imagen del país en América Latina, 
30 André Singer, Os sentidos do lulismo. Reforma gradual e 
pacto conservador, Sao Paulo, Companhia das Letras, 2011, p.13. 
La traducción es nuestra.
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aunque continúa el protagonismo internacional 
y en particular en los países del llamado Brics. 
Con Dilma se produce el reconocimiento 
deportivo del país en dos eventos que elevan 
el ego gubernamental, la copa del mundial de 
futbol de 2014 y la selección de la ciudad de Río de 
Janeiro como sede de las olimpiadas mundiales 
en 2016. En la preparación de ambos eventos se 
produce una millonaria inversión para renovar la 
infraestructura deportiva y transporte con el fin 
de organizar los eventos 
Dilma mantenía una alta aceptación 
hasta mediados de 2013 cuando iniciaron los 
primeros señalamientos sobre la situación 
económica y eventuales indicios de corrupción 
administrativa. Las nuevas condiciones del país 
fueron deteriorando la imagen presidencial 
y ante el alza de las tarifas del transporte se 
produjeron protestas generalizadas en varias 
ciudades del país. Sin embargo, en la elecciones 
de 2014 Dilma pudo retener la presidencia por 
muy poco margen, en una cerrada competencia 
contra el candidato opositor del PSDB, Aesio 
Neves, quien la denunció por mantener un 
esquema de corrupción en Petrobras, la primera 
empresa pública nacional. Las cosas empeoraron 
para Dilma a partir del 2015 cuando se hacen 
públicas las denuncias de “pedaladas fiscales” 
consistentes en maquillar las cuentas nacionales 
con la finalidad de mostrar una situación irreal 
de la economía nacional y ganar las elecciones. 
El caso tipificado como estelionato desató 
un encrespamiento del debate político que 
experimenta un escalamiento significativo 
después de la separación del partido PMDB 
del gobierno. Y, a partir del 2 de diciembre de 
2015 el Presidente de la Cámara de Diputados 
Eduardo Cunha (quien posteriormente resulta 
separado del cargo en el mes de septiembre de 
2016 y pasado a prisión por casos de corrupción), 
da inicio al proceso de impeachmente 
incriminando a la presidente Dilma por el “delito 
de responsabilidad”,31 juicio que después de 
seguir todos los tramites e instancias requeridas 
termina el 17de abril de 2016 con la separación 
de Dilma de su cargo. El desenlace del traumático 
proceso es calificado por Dilma y seguidores como 
un “golpe de estado” blanco, y el hecho genera 
gran repercusión en los medios informativos 
nacionales e internacionales. 
El declive político del lulismo fue acompañado 
de la elevación de la crisis y aguda recesión, 
cuestión que no cesó con el desplazamiento de 
Dilma de la presidencia por Michel Termer en su 
sustitución y sigue mermando las aspiraciones de 
Brasil como potencia regional y mundial. La falta 
de legitimidad y la ruptura del consenso político 
nacional le asestaron un duro golpe al proceso 
de crecimiento económico. Esta situación se ve 
estimulada por un fenómeno inédito en la historia 
del Brasil consistente en la automatización y 
fortalecimiento de la justicia por encima de 
los otros poderes públicos, en particular de la 
operación “lava jato” iniciada en marzo de 2014 
contra el caso de corrupción de la compañía estatal 
Petrobras,32 cuya incidencia logró desestabilizar la 
31 Según la Constitución de 1989, en el artículo 56 relacionado 
con la competencia privativa del Senado Federal, se indica como el 
primero: “procesar y juzgar al presidente y al vicepresidente de la 
república en los delitos de responsabilidad” 
32 La acción “lava-jato” tiene implicaciones para gobiernos 
aliados del lulismo en la región. como el chavismo en Venezuela. 
Ver: “América Latina sufre el impacto del Lava-Jato”, El Nacional, 
Caracas, lunes 12 de diciembre de 2016. 
99
clase política nacional y convertirse en el hecho 
noticioso y político más importante del país, 
sirviendo de marco del protagonismo alcanzado 
durante sus actuación los jueces Sergio Moro y 
Rodrigo Janiot.33 La operación contra la corrupción 
alcanzó los más altos niveles de la vida nacional, 
entre ellos a empresarios, políticos de todos 
los partidos, a los presidentes de la Cámaras de 
Diputados y del Senado, e incluso al ex presidente 
Lula. Los analistas políticos de la situación brasileño 
coinciden en señalar que el enfrentamiento 
entre los poderes públicos es la más grave de las 
ocurridas en la historia del país. Esta situación 
abre un compás de espera hasta que se calme 
el encrespado panorama político y la sociedad 
brasileña se pronuncie para crear una nueva 
base de legitimación o pacto político nacional 
que en final de cuentas será el reacomodo del 
Estado nacional que el 7 de septiembre de 2022 
llegará a su bicentenario, mostrando en qué 
medida será su influencia como el país del futuro. 
 
Bibliografía
Fuentes primarias
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Jornal do Brasil
Revista Veja
El Nacional
33 El profesor Moniz Bandeira, en entrevista al periódico Jornal 
de Brasil del 3 de diciembre de 2016, señala que “Moro e Janiot 
atuam com os Estrados Unidos contra o Brasil”. Según Bandeira en 
su actuación desestructuran, paralizan y descapitalizan las empresas 
brasileras, estatales y privadas como Odebrecht que compite en el 
mercado internacional, América del Sur y África. “Moniz Bandeira: 
"Moro e Janot atuam com os Estados Unidos contra o Brasil”, 
Jornal do Brasil, diciembre 3 de 2916.
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