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Los efectos sociales de los media (M.M.C) Mauro Wolf I. Introducción Los años 70 y 80 han marcado un cambio de ruta en el ámbito de los media studies, así como en lo concerniente a las teorías sobre los efectos. La orientación más corriente subrayaba la necesidad de abandonar la idea de que el impacto de los media fuera limitado, manteniendo, por el contrario, la tesis de influencias fuertes y duraderas en el tiempo. Para poner en su contexto el desplazamiento del debate sobre los efectos se tiene que hacer mención de las directrices en las que se ha desarrollado. La primera, está constituida por la aparición en escena de más de un modelo de efectos fuertes, como la espiral del silencio, la teoría del knowledge-gap (los desniveles del conocimiento), o la teoría del cultivo. Con las teorías de la espiral del silencio y del cultivo nos encontramos explícitamente delante del punto de viraje/desvío respecto al “agotamiento” de la tradición de los efectos limitados; estos señalan “el renovado” interés sobre el tema de las influencias, pero también la voluntad de destacarse del pasado sin recuperar ninguna de las aportaciones válidas que la investigación precedente también proporcionaba. La segunda línea directriz, a lo largo de la cual se ha modificado la perspectiva sobre los efectos, está representada por el acercamiento a la investigación mediológica de temáticas procedentes de la teoría sociológica general y de la sociología del conocimiento, o referidas a temas específicos como la socialización o la construcción social de la realidad. No ha sido casual que se hablara de acercamiento y contigüidad más que de integración: se ha tratado, según la opinión del autor, de un simple acercamiento en el sentido de que, por lo menos hasta ahora, los media studies hayan mantenido su característico esquema conceptual y metodológico, limitándose a adaptar su temática específica a un ámbito más general. Se trataba así más de un préstamo terminológico que de un acercamiento disciplinar al que correspondería una verdadera formulación conceptual nueva capaz de desarrollar de manera renovadora los media studies. Antes de pasar al análisis de los modelos individuales es oportuno señalar otro elemento que caracteriza la actual fase de revaluación de la eficacia de los media. Hay dos aspectos que a veces se mezclan y superponen: una orientación se centra sobre todo en las influencias acumulativas de los media. Otra tendencia es la de considerar a los media powerful (poderoso, fuerte) en su capacidad de tener impacto. El rechazo del paradigma de los efectos limitados y la consiguiente revaluación de la fuerza de los media constituyen una característica de los estudios de este período, mientras otra característica diferente se refiere a la tentativa de estudiar los efectos acumulativos (que no es, necesariamente hablar de medias potentes). Producir un cortocircuito entre los dos elementos conlleva a concluir que los media son potentes en la medida en que su eficacia, afirmada a corto plazo, deje espacio a influencias significativas a largo plazo: pero con este tipo de razonamiento se acaba aislando otra vez el papel de los media del complejo conjunto de factores contextuales que entran en juego junto a ellos. El autor hace así una exposición de los modelos según su identificación con el elemento de influencia fuerte o con la acumulación: desde este punto de vista, las direcciones de la investigación sobre la dependencia de los media, sobre la socialización de los media o sobre su construcción de la realidad, son bastante afines ya que se refieren a un proceso acumulativo de efecto, mientras los modelos de la espiral del silencio, del knowledge- gap (los desniveles del conocimiento) y del cultivo acentúan más bien la fuerza del impacto de los media. II. La espiral del silencio El modelo de la espiral del silencio elaborado por Elisabeth Noelle Neumann (ENN) ha tenido mucha resonancia porque ha sido en la “historia oficial” de la investigación mediológica, el principio de la reacción al paradigma de los efectos limitados. 2.1 El poder de los media Los elementos fundamentales del modelo son dos: 1. El asunto de que la televisión ha representado un punto de bifurcación/ramificación fundamental en la manera de conceptualizar los efectos, es decir, la importancia de la TV en la manera de conceptualizar los efectos; 2. Una acepción/significación específica del concepto de opinión pública. Según ENN, la necesidad de abandonar el paradigma de los efectos débiles está vinculada a la introducción de la televisión, de un cambio radical e irreversible en le funcionamiento de los media, porque va más allá de la ley de la percepción selectiva implícita en el modelo de efectos limitados. Respecto al asunto de la percepción selectiva: …durante mucho tiempo, casi hasta el final de los 60, se ha dado soporte al dogma de la ineficacia de los media (…), pero esto sólo porque la regla se había quedado incompleta. Faltaba añadir: cuanto más un medio (…) dificulte la percepción selectiva, mayor será su efecto; esto refuerza cuando es soporte de las actitudes preexistentes; modifica cuando las contradice (…). Reconsideramos el poder de los media en la capacidad de cambiar las actitudes. Esto está conectado, sobre todo con la innovación de la televisión, que hace que la percepción selectiva sea más difícil que en los media impresos (…). Completada así la regla de la percepción selectiva, se colocan dos factores en primer plano: la acumulación resultante de la aparición periódica de los media y la conformidad, es decir, la argumentación unánime respecto a acontecimientos, personas, problemas (…). Conformidad y acumulación se consideran en un conjunto porque su característica común es la de prevenir la percepción selectiva. Según la autora (ENN), la investigación no ha considerado adecuadamente las condiciones necesarias para que el destinatario pueda ejercer su propia selectividad: a) El destinatario tiene que tener una opinión sobre el tema o la persona objeto de la información; b) El medio específico o los media en general tienen que proporcionar una variedad de informaciones y argumentos, como para permitir una elección. La premisa de la “neutralización de la selectividad” es fundamental porque justifica el abandono de la hipótesis de los efectos limitados, inadecuada para el nuevo contexto del sistema de los media configurado por la difusión masiva de la televisión. A este primer elemento (importancia de la televisión en la manera de conceptualizar los efectos) se añade una segunda condición crucial, relativa al concepto específico de opinión pública que menciona la autora. El proceso de formación de la opinión pública es principalmente la interacción entre el control que el individuo ejerce en el ambiente social a su alrededor y los comportamientos del individuo mismo. Según ENN, en lugar de dar por hecha la cohesión en los grupos sociales, se tiene que evidenciar que esta cohesión es el resultado de un trabajo social continuo, de repetidos procesos de ajuste. De esto proviene una concepción “integrante” de opinión pública (que la autora opone a la opinión normativa), en la que el acento se pone en la presión conformista, en el componente de naturaleza social del individuo que lo empuja a evitar el aislamiento. Todos están involucrados, quieran o no, en el proceso de formación de la opinión pública, porque cada uno está amenazado por el aislamiento social si va contra las reglas y procesos de formación. La opinión pública es entonces “la opinión dominante que obliga a la conformidad de actitud y comportamiento, en la medida en que amenaza con el aislamiento al individuo disconforme o con la pérdida de apoyo popular al hombre político” (ENN, 1974). Esta definición destaca el hecho de que“las personas observan su propio ambiente social, que están atentas a la manera de pensar de los que tienen cerca, que son conscientes de las tendencias de cambio en las opiniones; los individuos toman nota de cuáles son las opiniones que ganan terreno convirtiéndose en dominantes”. Este control del contexto social que ENN atribuye a un tipo de “capacidad casi estadística” se conecta con el hecho de que las personas reaccionan ante el ambiente y de que éste está compuesto por otras personas que a su vez reaccionan ante su ambiente, que, a la vez, está compuesto por personas que reaccionan a un ambiente formado por las reacciones de las personas (Schelling, 1978). En una situación parecida a la “externa”, lo que hacen unos influye en lo que hacen otros. “La manera en que unos realizan lo que quieren realizar depende de cómo los otros actúan” (Schelling): “Cada persona es parte del ambiente de otra persona”. En este sistema colectivo de orientación de la acción, la percepción de cómo se distribuye la opinión pública es una parte importante del proceso de formación de la misma opinión pública en una dinámica en espiral, en la que los media desarrollan un papel específico. A veces se pasa por alto o se minimiza este factor de alineación: es probable que, teniendo que decidir dónde ubicarse respecto a un problema de importancia pública, muchas personas no se basen en su propia opinión sino en sus propias lealtades sociales para decidir. La espiral del silencio indica un desplazamiento de opinión nacido del hecho de que un grupo “aparece más fuerte de lo que es en realidad, mientras que los que tienen una opinión distinta aparecen como más débiles de lo que efectivamente son. El resultado es una ilusión óptica o acústica respecto a la situación efectiva de la mayoría”. Respecto a la cuestión de si los media son o no el espejo de la opinión pública, la posición de ENN es que, los media crean la opinión pública en tanto “proporcionan la presión ambiental a la que las personas responden con solicitud, ya sea con el consentimiento o con el silencio”. Los media son una de las fuentes de observación de las que las personas disponen para recoger el desarrollo del clima de opinión. Cada uno de nosotros es casi completamente dependiente de los media. Los media proporcionan la presión ambiental, establecen las coordenadas del amiente social, del clima de opinión en el que los individuos se orientan, ante el que reaccionan alineándose, acentuando o atenuando su disponibilidad a expresarse. Schulz (1987) clasifica el modelo de la espiral del silencio entre las explicaciones ecológicas de la influencia de los media: ellos crean la cultura y el ambiente simbólico y cognoscitivo en el que el individuo vive, constituyendo un recurso que éste usa en las interacciones sociales, para situar o convertir en significativa su propia actuación. Se puede observar que los media intervienen de dos maneras diferentes, en la creación de los desplazamientos de opinión pública: 1. Función de apoyo a los puntos de vista minoritarios: los que tienen un punto de vista considerado o percibido como minoritario, están más dispuestos a expresarse si están apoyados por los media. 2. Función de articulación entre el punto de vista presente en los media y los que adhieren al mismo: la presencia intensa y la expresión de un punto de vista determinado en los media proporciona a los que “se casan” con este punto de vista la ventaja de estar siempre mejor “equipados” en su expresión y defensa de las interacciones sociales. Usando términos y argumentos presentes en los media, las personas amplían la difusión y claridad del punto de vista no sólo reduciendo el riesgo aislamiento social sino también convirtiendo aquellas perspectiva en más repartida y perceptible. 2.2 Validez y limitaciones del modelo/ Cuestionamiento de Wolf al modelo de la espiral del silencio La concesión de un papel importante a los media en la dinámica de cambio social es implícita en el modelo de la espiral del silencio. Para entender este punto conviene referirse al concepto de pluralistic ignorance (la ignorancia pluralista), que indica la situación social en la que cada uno cree ser el único en pensar algo de cierto modo y no expresa su propia opinión por temor a violar el tabú moral o una regla indiscutible, o por miedo de ser impopular. Cuando nadie concuerda con una norma, pero cada uno piensa que todos los demás concuerdan con ella, el resultado final es como si todos concordaran con la norma misma. En realidad, la situación final no puede ser el resultado de un cambio básico en las actitudes o en las creencias, sino el resultado de una percepción mutua de la manera en que se distribuye la opinión pública. En este sentido, los media poseen la “capacidad” de acelerar el cambio social representándolo. Contribuyen a hacerlo posible construyendo las condiciones por las que el cambio mismo se hace visible. Esto no significa que los media sean las únicas causas de mutación (reforma, metamorfosis) o que tal proceso no pueda suceder en un modo desconectado de otros tipos de transformación a niveles sociales diferentes. El punto crucial de la espiral del silencio es, la observación de que los media no se limitan a representar las tendencias de la opinión pública, sino que, al contrario, le confieren concretamente forma y desarrollo. El proceso puede asumir valencias y éxitos muy diferentes, ligados a factores como la conflictividad que se coagula en los temas (si están implicados temas respecto a los cuales no hay temor al aislamiento por parte de las personas, difícilmente se verifica la espiral del silencio = experimentación de temor al aislamiento o la sanción social depende de los temas), la presencia de una dimensión evaluadora y no sólo cognitiva (complementariedad de la dimensión cognitiva y evaluativa). Mientras, por un lado, el modelo de espiral del silencio pone de manifiesto un modo significativo de influencia de los media, por otro lado algunas articulaciones internas necesitan algún comentario. Un problema esencial concierne a la suposición en que se basa el planteamiento de ENN, es decir, la capacidad de la televisión de “echar abajo” la percepción selectiva. La idea de que el “poder” de los media coincide con la neutralización de la selectividad parece ser un elemento más vinculado a la polémica del tiempo y a la reacción al paradigma de los efectos limitados que un dato empíricamente probado y sostenible. Se habla de “trabajo de la recepción” en el que “el receptor realiza un recorte riguroso y continuo, dejando fuera todo lo que no le interesa y lo que pueda amenazarlo, y, seleccionando y conservando todo lo que le resulta gratificante”. En el caso de las news se habla incluso de poor reception (recepción pobre), ya que la investigación sobre el recuerdo de la información televisiva ha mostrado claramente una frecuente ausencia de comprensión y un considerable olvido de los contenidos de los noticieros -relativa neutralización de la selectividad: a) selección en función de lo que es gratificante, b) ausencia de compresión, y c) olvido de contenidos de los noticieros-. El modo en que históricamente se han situado los conceptos de “efecto” y “selectividad” en la sucesión de los distintos modelos de investigación, revela un tipo de interpretación dicotómica (bifurcación en dos ramas), y la interpretación y la postura de ENN son la última confirmación: los efectos de los media son fuertes cuando se neutraliza la selectividad. Parece que el modelo de la espiral del silencio tiene su relevancia en la medida en que describe cómo los media pueden contribuir a posibilitar el cambio social, y ello prescindiendo del énfasis sobre el poder de los media. Otro punto discutible en la formulación de este modelo concierne a la suposiciónde que entre los medios de información exista una consonancia. Todavía se tiene que ver si de verdad el legítimo y posible afirmar que le conjunto de los medios informativos se puede englobar en una unidad consonante. III. Los desniveles de conocimiento (knowledge-gap) Un segundo modelo de investigación sobre los “efectos fuertes” de los media es el del knowledge-gap (o diferencial nivel de conocimientos). Este modelo, formulado por Tichenor-Donohue y Olien en 1970, presenta la particularidad de anticipar la reconversión hacia las teorías de los powerful media a pesar de colocarse parcialmente fuera del debate específico sobre los efectos. El marco de referencia (o contexto) de este modelo está constituido por los estudios sobre la difusión de conocimientos, sobre las campañas informativas y, más en general, por el estudio sobre la difusión de las innovaciones en el ámbito de las políticas sociales, particularmente en los países en vía de desarrollo. 3.1 La desigualdad de los media La difusión a gran escala de las comunicaciones de masas se interpreta generalmente como un indicador de modernización, de desarrollo social y cultural. A la televisión se le atribuye una función de “enlace, en el poner en relación con los componentes de diferentes subgrupos culturales con una exposición común a un universo cultural más amplio, popular, dominante” (Hirsch, 1978). A los media se les reconoce también la capacidad de construir un universo simbólico de referencia común y de añadir y definir una identidad cultural. Los media ofrecen información y al mismo tiempo proporcionan la dimensión normativa de la sociedad haciéndolo con gran flexibilidad en relación a las tensiones sociales (Alexander, 1981). Si los valores de modernización y de saturación de las diferencias, vinculados a la fácil accesibilidad a los media, representan un elemento generalmente evidenciado, el modelo de los knowledge-gap centra la atención en la otra cara de la moneda. Los media reproducen y acentúan desigualdades sociales, son instrumentos del incremento de las diferencias, no de una atenuación de ellas, y hacen surgir nuevas formas de desigualdad y de desarrollo desigual (Gillespie y Robins, 1989). En su formulación original, el modelo knowledge-gap afirma que “en cuanto aumenta la penetración de los media de información en un sistema social, los segmentos de población con el estatus socioeconómico más alto tienen tendencia a adquirir la información más rápidamente que los estratos de nivel socioeconómico más bajo, así que el desnivel de conocimiento entre estos dos segmentos tiende a aumentar en vez de disminuir” (Tichenor y otros, 1970). –Hipótesis- El desarrollo de la investigación empírica basada en esta hipótesis ha dado lugar a una literatura bastante extensa que se ha ido centrando en encontrar otras condiciones contingentes que contribuyan a determinar la entidad y la amplitud de los desniveles de conocimiento. Este trabajo de afirmación de la hipótesis inicial ha llevado a una redefinición del efecto de los knowledge-gap: cuanto más relevancia adquiere el sistema de los media “los segmentos de población motivados a adquirir la información, y/o para los que la información es funcional, tienden a adquirirla a una velocidad mayor que la de segmentos de población que no están motivados o para los que esta información no es funcional, de modo que el desnivel de los conocimientos entre tales segmentos de población tiende a aumentar en lugar de disminuir”. –Consecuencias de la hipótesis central- En los últimos tiempos se están delineando dos desarrollos diferentes de investigación, que se integran en el cuadro general de los knowledge-gap (actualizan el modelo): 1. El primer desarrollo se refiere a la variable de competencia durante el proceso de la información: no sólo está empíricamente probado que ciertos tipos de personas poseen más informaciones que otras, sino que se confirma también que “existen notables diferencias en la capacidad de recordar y comprender la información respecto a segmentos diferentes del público”. 2. El segundo desarrollo está representado por el análisis extensivo y articulado de los modelos concretos de consumo, con particular referencia a los tramos de consumo multimedia. Es evidente, por ejemplo, que la dependencia constante y rutinaria de un medio de comunicación, más que de otro, puede incrementar significativamente la generación de desniveles de conocimiento. La integración en el modelo del knowledge-gap del análisis de la fruición (satisfacción, goce) de multimedia consistente en llegar a la entidad de consumo además de al dato cuantitativo. El cambio que se puede observar entre sus diferentes fases consiste en el hecho de que “las conceptualizaciones han pasado desde una perspectiva centrada en el observador a otra centrada en el consumidor”. Es decir, se produce un cambio de perspectiva: del receptor pasivo y homogéneo (estudio de grados de exposición a los media), al consumidor. Se ha colocado en el centro de la atención el consumo, la actividad concreta de recepción, el uso, la fruición, la utilización y la comprensión de los media. Esto confirma que en este período existe una instancia de “unificación”, relativa por supuesto, de integración entre diversidad de objeto, de punto de partida y de teoría, que está representada por el esfuerzo articulado y variado de estudiar los media desde el lado de los receptores. 3.2 La actualidad del modelo En los últimos tiempos, las nuevas tecnologías actúan como agentes creados y amplificadores de desigualdades. La difusión de la TV, de los ordenadores y de los varios sistemas de videotexto, conlleva efectos sociales característicos, desde el punto de vista de la difusión desigual de los conocimientos, de los nuevos estilos y niveles de alfabetización y de competencia comunicativas. Está claro que el esquema, puesto de relieve por el knowledge-gap, aumenta en actualidad por el desarrollo de tecnologías de la comunicación que evidencian la dinámica de diferenciación social. Algunos autores, sin embargo, evidencian una ruptura en la continuidad entre la manera en que los “viejos” media operaban en esta dirección y la relativa a las nuevas tecnologías. Las diferencias son múltiples: 1. En primer lugar , los efectos sociales de la comunicación de masas generalmente se deben a la variable de la mayor o menor exposición a los media, mientras que los efectos sociales de las nuevas tecnologías de la comunicación corresponden a la transformación de la sociedad en su conjunto. 2. En segundo lugar , los media han tenido un efecto significativo en la toma de conciencia social gracias a una recepción homogénea, mientras el impacto de las nuevas tecnologías se realiza de modo indirecto con una recepción homogénea. 3. En tercer lugar , respecto a los media, el público es el destinatario pasivo mientras la mayor parte de las nuevas tecnologías consiente la interactividad. 4. Para concluir , es probable que las personas en la sociedad de la información estén menos influidas por el contenido de los mensajes que por la manera de usar el sistema comunicativo. Los media producen desniveles de conocimiento entre las clases y los grupos sociales por lo que, al hacer esto, se abren nuevas formas de desigualdad produciendo un impacto que es también reflejo de su probada capacidad de homogeneizar y eliminar toda diferencia. IV. Teoría de la dependencia de los media Mientras en los primeros dos modelos (particularmente en la espiral del silencio) se acentúa el poder de los media más que en la acumulatividad de sus influencias, en la teoría de la dependencia (Ball Rokeach y, De Fleur, 1976) se enfatiza sobre la naturaleza constante y sistemática que marca los efectos más significativos. El asunto base es que, en las formas contemporáneasde sociedad, el ámbito de experiencia vivida directamente por el individuo es limitado respecto a la parte de la realidad social que cada uno de nosotros conoce sólo por medio de la comunicación de masas. Desde Lippmann (1922) –pasando por Lazarsfeld, según el cual en el ámbito de las aptitudes y de las opiniones, los media tienen tendencia a “modelar para nosotros la imagen de un mundo que está más alejado y con el que no tenemos un contacto directo y personal”- este asunto es el perno/pieza de modelos como la agenda setting o la teoría del cultivo y constituye la base de la conciencia de que los media tienen que tener efectos significativos. Partiendo de este presupuesto común, el modelo de Ball Rokeach y De Fleur subraya la naturaleza sistemática de las influencias de los media, en el sentido de que los efectos derivados de la condición de dependencia son estructurales (distributivos, organizados), relacionados con la situación de las relaciones entre las partes que componen el sistema social. En otros términos, puntualizando las relaciones que se instauran entre sistema social y sistema de los media, la teoría de la dependencia quiere individualizar las condiciones que permiten la determinación de las influencias. Este planteamiento consiente así la huida de la dicotomía de un modelo de efectos potentes contrapuesto a uno de los efectos limitados, para enfrentarse a la cuestión de “definir los factores sociales que determinan la amplitud y el tipo de efectos de los media”. 4.1 Tipos de dependencia La amplitud y la intensidad de los efectos de los media (cuestión central para la teoría de la dependencia) dependen del grado de dependencia que los otros componentes del sistema social y los individuos mismos tienen del sistema de los media: a su vez, esta condición es el resultado del entrelazamiento entre variables de tipo estructural, contextual, medial, interpersonal e individual (variables que intervienen en la dependencia). 1. Estructural: relaciones de interdependencia entre e sistema económico, político, cultural y el sistema de los media. 2. Contextual: grados en la percepción del ambiente. 3. Medial: elaboración y definición respecto a la utilidad de los mensajes para los consumidores. 4. Interpersonal: influencia en las expectativas del individuo respecto a los medios. 5. Individual: fines personales a alcanzar. Papel de las significaciones previas a la fruición de los media. Las primeras son relativas a la estructura de las relaciones de interdependencia entre el sistema político, económico, escolar, cultural y el sistema de los media. Los factores contextuales son relativos a las características del ambiente en que actúan los individuos y los grupos sociales. Los factores relativos a los media conciernen al tipo y a la cualidad de la acción del sistema comunicativo en la elaboración de los mensajes para los consumidores; los factores relativos a la red interpersonal indican, en cambio, la manera en la que las relaciones intersubjetivas dan forma a las expectativas que el individuo elabora respecto a los media. En fin, los factores individuales tienen que ver con los fines personales que se pueden alcanzar con el uso de los media. Estos elementos constituyen un conjunto de variables sociológicas y psicológicas que interactúan recíprocamente creando un tipo e intensidad de la dependencia que una persona pueda tener del sistema de los media. Algunas tendencias de investigación recientes tienden a subrayar que los individuos construyen el significado de lo que consumen en los media, en sus sistemas de realidad social. El concepto de dependencia representa la “bisagra” (articulación) que une el análisis de tipo macrosocial con la posibilidad de individualizar varios tipos de influencia a nivel individual. En otros términos, las relaciones de interdependencia entre el sistema comunicativo y los otros sistemas sociales definen los límites estructurales de la acción de los propios media. La perspectiva que se ha delineado así propone un tipo de inversión respecto al recorrido propuesto hasta ahora por los media studies: en lugar de partir de los efectos individuales para después ampliar el análisis a los aspectos macrosociales de la influencia, se intenta definir antes las relaciones de tipo estructural para configurar así el contexto en el que el individuo activa su relación con los media y con sus contenidos. Es decir, mientras los puntos de partida anteriores han subrayado la contraposición entre las dimensiones micro y macro del problema de los efectos, el modelo de la dependencia subraya más bien su complementariedad. Pero esto tiene validez sólo al principio porque el “marco” del modelo de la dependencia (las relaciones entre las variables estructurales, contextuales y del sistema de los media) cede el sitio rápidamente a la articulación de los tipos de dependencia que las personas muestran hacia los media, terminando así con el privilegio del análisis individual (limitación). A este propósito, McLeod y Blumler (1987) hablan de “psicologización” del modelo, en el sentido de que el concepto de la dependencia estructural se hace operativo/activo con mediciones de comportamientos individuales de consumo o actitudes relativas. A pesar de esta limitación, el modelo es interesante porque en lugar de plantear hipótesis con efectos universales, desligados de los contextos sociales, culturales y económicos, mantiene una estrecha conexión entre caracteres del contexto y tipos de dependencia, tolerando individualizar las particularidades “locales”, respecto a las influencias a partir del hecho de que las relaciones entre el sistema de los media y sistema social varían de situación en situación. Los tipos de dependencia que se determinan se estructuran así: 1. Dependencia cognitiva: dividida en comprensión social y comprensión de sí misma. 2. Dependencia en la orientación: dividida en orientación a la acción y orientación a la interacción. 3. Dependencia en la actividad de ocio: a nivel individual y a nivel social. Para explicar la DC es necesario referirse a los media para obtener el conocimiento de la mayor parte de la realidad social. La DC orientada hacia la comprensión social está influida por el modo en que, a nivel estructural, se establecen las relaciones de interdependencia entre sistemas diferentes. Por lo que concierne a la DO, es fácil observar que, para tener una interacción social, los media también son centrales. A la categoría de la DAO se pueden referir las observaciones de Lull sobre los usos sociales del medio televisivo. Lull afirma que la fruición televisiva en el ámbito familiar, cuando se le da como finalidad unos usos relacionales, se puede realizar según cuatro patrones: a) proporciona ayuda a la comunicación; b) sirve a fines de afiliación/alejamiento; c) tiene como finalidad el aprendizaje social; d) es instrumento para mostrar competencia/dominación. Cada uno de los “campos de dependencia” se puede describir según dos claves de lectura: la primera, está centrada en la particularidad de los elementos que configuran la relación entre los contenidos de los media y los destinatarios. La segunda, está centrada en el “peso” que tienen los factores relacionados con el contexto (económico, cultural, interpersonal, etc.) respecto a la relación entre media y consumidores. Para evitar rigideces excesivas, se tiene que tener en cuenta que la relación misma de dependencia (constitutiva de la posibilidad de que los media tengan efecto) contiene unos elementos de flexibilidad, lo que es negociable y contingente en su intensidad. Las finalidades y contenidos del sistema de los media no están bajo el control del individuo. Más bien son el resultado de las relaciones de interdependencia entre el sistema de los media y los otros sistemas sociales. Mientras cada uno de nosotros pueda tener una autonomíaconsiderable a la hora de delinear su propia exposición a los media, estaremos todavía vinculados a actuar dentro de los límites del ambiente medial que (junto con otros factores) determina los límites de la accesibilidad a los propios media. Pero a pesar de que el sujeto pueda modelar las condiciones de exposición, esto no quiere decir que se encuentre inmune a los efectos de los mensajes. Se ha roto el vínculo vicioso de que si se acepta el poder de los media, se neutraliza la selectividad, o de que si se admite que el individuo disfruta selectivamente de los media, se ponga en entredicho la influencia. Parecería posible conectar los resultados de la investigación empírica, que continúa explicitando que la fruición es todo lo contrario a indistinta y homogénea, con la idea de que los media tengan un impacto social significativo. V. Socializaciones “colaterales” Esta área temática y la sucesiva “añaden” a la idea del poder de los media la conciencia de que su influencia se ejerce, sobre todo en el tiempo, acumulativamente. El impacto constante y cotidiano de los media pone de relieve todo el poder que tienen. La reflexión sobre los media como agentes de socialización se puede dividir cronológicamente en dos partes: la primera, está representada por la “teoría del cultivo” de Gerbner (1976); la segunda; por estudios posteriores que han focalizado el papel desarrollado por los media en el proceso de socialización. Los dos desarrollos se diferencian porque el primero destaca más la fuerza de impacto de la comunicación mientras el segundo valora más la acumulación. La postura de la teoría del cultivo de Gerbner, se entiende mejor relacionándola con el trabajo de Surgeon General. Según las conclusiones de aquel esfuerzo de investigación empírica y de sistematización, se puede suponer que, a corto plazo, la visión de imágenes de violencia sea causa de comportamiento agresivo, pero las averiguaciones empíricas no son tan fiables respecto al hecho de que la exposición extensiva a la representación de la violencia conlleve a alguna manifestación a largo plazo de comportamiento agresivo. 5.1 El “cultivo” televisivo La teoría del cultivo atribuye al medio televisivo (en particular a los géneros de ficción) la función de agente de socialización, de constructor de la realidad social. Este modelo, “no refleja lo que cada individuo disfruta de la televisión sino lo que amplias comunidades absorben durante largos períodos de tiempo”. Como pasa en la espiral del silencio, también según Gerbner la TV tiene caracteres particulares que la hacen más persuasiva y “potente “que todos los demás media. Los “grandes” consumidores de la televisión absorben lo que el autor define como “television answers”, es decir, imágenes de la realidad social más congruentes con los contenidos televisivos que con las tendencias reales efectivamente presentes en la sociedad. De esto deriva que los grandes consumidores de televisión y los que la miran poco (diferentes audiencias) perciban el mundo de forma muy diferente. La televisión cultiva así imágenes de la realidad (productora de imágenes de la realidad), produce aculturación y sedimenta/afianzar sistemas de creencia, representaciones mentales y actitudes. Se puede resumir el proceso del cultivo en estas etapas: 1. Los espectadores de ficción televisiva observan un mundo que difiere sustancialmente del mundo real, tanto en lo referente al contenido de los hechos (por ej. Predominancia de violencia y crimen) como en los papeles sociales (grado de presencia de las minorías étnicas, de los roles sexuales, profesionales, de las clases de edad, etc.). 2. Los grandes consumidores de televisión (personas que miran TV como mínimo 4hs diarias y que viven en un mundo predominantemente televisivo) hacen la experiencia de un “desplazamiento de realidad”, es decir, quedan influidos en su percepción de la realidad social por los contenidos televisivos. 3. Las representaciones sociales presentes en el universo de la ficción televisiva no se absorben de modo selectivo. El medio televisivo no cultiva sólo sistemas de creencias sino que produce también actitudes emotivas correspondientes a los sistemas de creencias. Algunos autores han notado que los grandes consumidores de televisión manifiestan una amplia gama de estados emocionales y cognitivos que incluyen una acentuada falta de autoestima y una mayor sensibilidad hacia los problemas racionales. Como se puede ver, la variedad y relevancia de las influencias descritas en el modelo del cultivo son muy significativas y pertinentes respecto al proceso de socialización. El tipo de conocimiento que se concreta o plasma en las “televisión answers” propone un repertorio de imágenes de la realidad que es todo lo contrario. 5.2 Las dificultades del modelo La presencia masiva de la teoría del cultivo (en términos de cantidad de investigación y resonancia pública) ha dado lugar a contestaciones muy críticas y a severos exámenes (generación de conflictividad ante la homogeneización que prevalece en los media). Se han hecho famosos algunos duros debates entre investigadores, y sobre el modelo han existido reservas que evidencian las importantes limitaciones “de alcance”. En primer lugar, las verificaciones de las hipótesis comprobadas en contextos nacionales diferentes de los Estados Unidos no han ofrecido su confirmación; se puede suponer que el proceso de “cultivo” se pueda circunscribir/amoldar/ajustar a un contexto televisivo, social y cultural bien definido y no sea generalizable sin diferenciar. En segundo lugar, el asunto fundamental, implícito en este paradigma, es que “los espectadores aprenden los modelos de contenido, sacan de ellos las inferencias necesarias y después generalizan dicha información en sus percepciones del mundo real”: así se realiza una clase de “borrado” desde el momento de la fruición debido al relieve atribuido al gran consumo de televisión. En otras palabras, a los consumidores se les considera sólo en el aspecto que concierne a la cantidad de tiempo pasada delante de la televisión y no por lo que concierne a las significaciones extraídas del consumo televisivo. Esto conlleva a una simplificación significativa: en el modelo del cultivo parece que no existan otras fuentes de percepción y conocimiento de la realidad social complementarias o incompatibles al consumo televisivo y por lo tanto las “television answers” son dominantes. Las agencias que intervienen en este continuo proceso de socialización parecen poder subordinarse sólo al medio televisivo. El cuadro general de Gerbner aparece así más bien simplificado: un ejemplo específico de este límite está proporcionado por la investigación en las correlaciones entre consumo televisivo y percepción de los aspectos criminales en la vida social. Se ha observado, que mientras la percepción general del grado de criminalidad en una sociedad puede ser relacionada a modelos de uso en los media, las evaluaciones subjetivas del riesgo personal (referidas al propio entorno social, al ambiente más cercano) aparecen menos vinculadas al consumo medial y determinadas primordialmente por la experiencia personal directa del problema. Se aumenta la complejidad de la cuestión y el modelo de Gerbner se vuelve más insatisfactorio añadiendo que, el “ver televisión” no se puede vivir como una actividad unidimensional, de significado equivalente para todos los consumidores. Algunos estudios han evidenciado que el grado de realidad atribuido a contenidos televisivos diferentes influye significativamente en el impacto de los mensajes; por otra parte, la atribución de realidad a los contenidos de los mensajes se diferencia antes de integrarlos en la percepción de la realidad social. En la hipótesis de Gerbner,por el contrario, cada representación televisiva se aplica “íntegra” a la percepción de la realidad social, con un “desplazamiento” que borra la discontinuidad entre “imágenes” de la ficción e imágenes de la realidad. El modelo del cultivo propone una clase de automatismo entre la cantidad de ficción consumida y la absorción de imágenes de realidad: la objeción es que “el conocimiento de datos de consumo está muy lejos de proporcionar una demostración de su efecto específico en el comportamiento, en las actitudes y en la manera de pensar” (Lazarsfeld y Merton). Para fortalecer mejor la correlación, tendrían que entrar no sólo datos cuantitativos sobre el tiempo de fruición sino sobre todo datos sobre la articulación de las “dietas” de consumo entre géneros múltiples (televisivos o no). Otra observación crítica al modelo del cultivo concierne a la interpretación en términos causales del procedimiento metodológico usado. La hipótesis del cultivo considera una variable independiente, la cantidad de fruición/goce televisiva/o y, una variable dependiente, el cultivo de ciertas imágenes de la realidad social o de estados emotivos (el miedo a la agresión, etc.) estableciendo una relación causa/efecto entre las dos variables. Pero es “igualmente razonable explicar la correlación en los términos de una hipótesis inversa, es decir, que los individuos que ya presentan niveles altos de ansiedad disfruten en mayor medida de la televisión”. Frente a esta posible dicotomía es fundamental un conocimiento más articulado y completo del contexto en el que se verifica la fruición de los media para poder resolver el dilema entre efectos y selectividad. 5.3 Otros ámbitos de socialización La teoría del cultivo no agota el tema de la relación entre media y proceso de socialización. Muchos estudios se han ocupado de la socialización política, del aprendizaje de los papeles sexuales, de la socialización según la edad, de la interiorización de los papeles vinculados a las diferencias raciales y, más en general, de cómo los media socializan el comportamiento asocial, y, por reacción, de cómo pueden también socializar el comportamiento sociable.
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