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Resumen de Desarrollo 2 - DIB FINAL

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Universidad del Salvador
Facultad de Psicología y Psicopedagogía
PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO II
CATEDRA: DIB
AÑO: 2º
ALDERETE ALEXIS
Autor: Sigmund Freud (1905)
La sexualidad infantil
Forma parte de la opinión popular acerca de la pulsión sexual la afirmación de que ella falta en la infancia 
y sólo despierta en el período de la vida llamado pubertad.
Amnesia Infantil: Es un fenómeno psíquico, una amnesia que la mayoría de los seres humanos (¡no en 
todos!) cubre los primeros años de su infancia, hasta el sexto o el octavo año de vida. Se nos informa que 
en esos años, de los que después no conservamos en la memoria sino unos pedazos incomprensibles, 
reaccionábamos con vivacidad frente a las impresiones, sabíamos exteriorizar dolor y alegría de una 
manera humana, mostrábamos amor, celos. Y una vez adultos, nada de eso sabemos por nosotros mismos.
Esas mismas impresiones que hemos olvidado dejaron, no obstante, las más profundas huellas en nuestra 
vida anímica y pasaron a ser determinantes para todo nuestro desarrollo posterior. Una amnesia semejante 
a la que observamos en los neuróticos respecto de vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un 
mero apartamiento de la conciencia (Represión).
Sin amnesia infantil, podríamos decir, no habría amnesia histérica. En mi opinión, pues, la amnesia 
infantil, que convierte la infancia de cada individuo en un tiempo anterior, por así decir prehistórico, y le 
oculta los comienzos de su propia vida sexual, es la culpable de que no se haya otorgado valor al período 
infantil en el desarrollo de la vida sexual.
El período de latencia sexual de la infancia y sus rupturas
Parece seguro que el neonato trae consigo gérmenes de mociones sexuales que siguen desarrollándose 
durante cierto lapso, pero después sufren una progresiva sofocación; esta, a su vez, puede ser quebrada por
oleadas regulares de avance del desarrollo sexual o suspendida por peculiaridades individuales.
Las Inhibiciones Sexuales: Durante este período de latencia total o meramente parcial se edifican los 
poderes anímicos que más tarde se presentarán como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual y 
angostarán su curso a la manera de unos diques (el asco, el sentimiento de vergüenza, los reclamos ideales 
en lo estético y en lo moral). Pero en realidad este desarrollo es de condicionamiento orgánico, fijado 
hereditariamente, y llegado el caso puede producirse sin ninguna ayuda de la educación.
Formación Reactiva y Sublimación: Probablemente a expensas de las mociones sexuales infantiles 
mismas, cuyo aflujo no ha cesado, pues, pero cuya energía- en su totalidad o en su mayor parte- es 
desviada del uso sexual y aplicada a otros fines. Esa desviación de las fuerzas pulsionales sexuales de sus 
metas, y su orientación hacia metas nuevas (un proceso que merece el nombre de sublimación), se 
adquieren poderosos componentes para todos los logros culturales. Situaríamos su comienzo en el período 
de latencia sexual de la infancia. Por eso suscitan fuerzan anímicas contrarias (mociones reactivas) que 
construyen, para la eficaz sofocación de ese displacer, los mencionados diques psíquicos: asco, vergüenza 
moral.
Ruptura del Período de Latencia: Ese empleo de la sexualidad infantil constituye un ideal pedagógico 
del cual el desarrollo del individuo se aparta casi siempre en algunos puntos, y a menudo en medida 
considerable. De tiempo en tiempo irrumpe un bosque de exteriorización sexual que se ha sustraído a la 
sublimación, o cierta práctica sexual se conserva durante todo el período de latencia hasta el estallido 
reforzado dela pulsión sexual en la pubertad.
Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil
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ALDERETE ALEXIS
El chupeteo: Es un modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles el chupeteo (el mamar con 
fruición). El chupeteo, que aparece ya en el lactante y puede conservarse hasta la madurez o persistir toda 
la vida, consiste en un contacto de succión con la boca (los labios), repetido rítmicamente, que no tiene 
por fin la nutrición. Una parte de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance aun 
del dedo gordo del pie, son tomados como objeto sobre el cual se ejecuta la acción de mamar. La acción 
de mamar con fruición cautiva por entero la atención y lleva al adormecimiento o incluso a una reacción 
motriz en una suerte de orgasmo. No es raro que se combine con el frotamiento de ciertos lugares 
sensibles del cuerpo, el pecho, los genitales externos. Por esta vía, muchos niños pasan del chupeteo a la 
masturbación.
Autoerotismo: El hecho de que la pulsión no está dirigida a otra persona; se satisface en el cuerpo propio,
es autoerótica, para decirlo con una feliz designación. Un ejemplo claro sería la masturbación.
La acción del niño chupeteador se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado, y ahora recordado. 
Así, en el caso más simple, la satisfacción se obtiene mamando rítmicamente un sector de la piel o de 
mucosa. Diríamos que los labios del niño se comportaron como una zona erógena, y la estimulación por 
el cálido aflujo de leche fue la causa de la sensación placentera. El quehacer sexual se apuntala primero en
una de las funciones que sirven a la conservación de la vida, y sólo más tarde se independiza de ella. La 
necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento, un 
divorcio que se vuelva inevitable cuando aparecen los dientes y la alimentación ya no se cumple más 
exclusivamente mamando, sino también masticando. Prefiere una parte de su propia piel porque le resulta 
más cómodo, porque así se independiza del mundo exterior al que no puede aún dominar, y porque de esa 
manera se procura, por así decir, una segunda zona erógena, si bien de menor valor. El menor valor de este
segundo lugar lo llevará más tarde a buscar en otra persona la parte correspondiente, los labios. No todos 
los niños chupetean. Cabe suponer que llegan a hacerlo aquellos en quienes está constitucionalmente 
reforzado el valor erógeno de la zona de los labios.
Tres caracteres esenciales de una exteriorización sexual infantil: En el chupeteo o el mamar con fruición
1) Nace Apuntalándose en una de las funciones corporales importantes para la vida.
2) Todavía no conoce un objeto sexual, es Autorerótica.
3) Su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona Erógena.
La meta sexual de la sexualidad infantil
Caracteres de las zonas erógenas: Es un sector de piel o de mucosa en el que estimulaciones de cierta 
clase provocan una sensación placentera de determinada cualidad. El carácter rítmico no puede menos que
desempeñar un papel: se impone la analogía con las cosquillas.
La propiedad erógena se puede adherir prominentemente a ciertas partes del cuerpo. Existen zonas 
erógenas predestinadas, como lo muestra el chupeteo; pero este mismo ejemplo nos enseña también que 
cualquier otro sector de piel o de mucosa puede prestar los servicios de una zona erógena, para lo cual es 
forzoso que conlleva una cierta aptitud.
El niño chupeteador busca por su cuerpo y escoge algún sector para mamárselo con fruición; después, por 
acostumbramiento, este pasa a ser el preferido. Cuando por casualidad tropieza con uno de los sectores 
predestinados (pezones, genitales), desde luego será este el predilecto. Cualquier otro sector del cuerpo 
puede ser dotado de la excitabilidad de los genitales y elevarse a la condición de zona erógena. Las zonas 
erógenas e histerógenas exhiben los mismos caracteres.
Meta Sexual Infantil: La meta sexual de la pulsión infantil consiste en producir la satisfacción mediante 
la estimulación apropiada de la zona erógena que, de un modo u otro, se ha escogido. Esta satisfacción 
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tiene que haberse vivenciado antes. La necesidad de repetir la satisfacción se trasluce por dos cosas: un 
peculiar sentimiento de tensión, que posee más bien el carácter del displacer, y una sensación de estímulo 
o de picazón condicionada centralmente y proyectadaa la zona erógena periférica. Por eso la meta 
sexual puede formularse también así procuraría sustituir la sensación de estímulo proyectada sobre la zona
erógena, por aquel estímulo externo que la cancela al provocar la sensación de la satisfacción.
Sólo parece un poco sorprendente que, para cancelarse, un estímulo requiera de un segundo estímulo 
aplicado al mismo lugar.
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias
Activación de la Zona Anal: La zona anal, a semejanza de la zona de los labios, es apta por su posición 
para proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad. Los trastornos intestinales tan frecuentes en la 
infancia se ocupan de que no falten excitaciones intensas en esta zona.
Los niños que sacan partido de la estimulabilidad erógena de la zona anal se delatan por el hecho de que 
retienen las heces hasta que la acumulación de estas provoca fuertes contracciones musculares y, al pasar 
por el ano, pueden ejercer un poderoso estímulo sobre la mucosa. Producirse sensaciones voluptuosas 
junto a las dolorosas. Sólo procura que no se le escape la ganancia colateral de placer que puede conseguir
con la defecación. Lo trata como a una parte de su propio cuerpo; representa el primero “regalo” por 
medio del cual el pequeño ser puede expresar su obediencia hacia el medio circundante exteriorizándolo, y
su desafío, rehusándolo. A partir de este significado de “regalo”, más tarde cobra el “hijo”, el cual, según 
una de las teorías sexuales infantiles, se adquiere por la comida y es dado a luz por el intestino.
Activación de las Zonas Genitales: Entre las zonas erógenas del cuerpo infantil se encuentra una que no 
desempeña, por cierto, el papel principal ni puede ser la portadora de las mociones sexuales más antiguas, 
pero que está destinada a grandes cosas en el futuro. La acción que elimina el estímulo y desencadena la 
satisfacción consiste en un contacto de frotación con la mano o en una presión, ejercida por la mano o 
apretando los músculos.
Tres fases en la masturbación infantil: 
1) La primera corresponde al período de lactancia.
2) La segunda al breve florecimiento de la práctica sexual hacia el cuarto año de vida.
3) La tercerea responde al onanismo de la pubertad, el único que suele tenerse en cuenta.
Por su situación anatómica, es inevitable que la sensación placentera que estas partes del cuerpo son 
capaces de proporcionar se haga notar al niño ya en su período de lactancia, despertándole una necesidad 
de repetirla.
La Segunda Fase de la Masturbación Infantil: El onanismo del lactante parece desaparecer tras breve 
lapso; no obstante, su prosecución ininterrumpida hasta la pubertad pude constituir ya la primera gran 
desviación respecto del desarrollo a que se aspira para el ser humano en la cultura.
Hallamos que este período sexual se ha olvidado, y se han desplazado los recuerdos conscientes que lo 
atestiguan; ya dije que yo vincularía también la amnesia infantil normal con esta activación sexual infantil.
Disposición Perversa Polimorfa: Es instructivo que bajo la influencia de la seducción el niño pueda 
convertirse en un perverso polimorfo, siendo descaminado a practicar todas las trasgresiones posibles. 
Tales trasgresiones tropiezan con escasas resistencias porque, según sea la edad del niño, están en 
formación los diques anímicos contra los excesos sexuales: la vergüenza, el asco y la moral.
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Pulsiones Parciales: La influencia de la seducción no ayuda a descubrir la condición inicial de la pulsión 
sexual, sino que confunde nuestra intelección de ella, en la medida en que aporta prematuramente al niño 
el objeto sexual, del cual la pulsión sexual infantil no muestra al comienzo necesidad alguna. Las 
pulsiones del placer de ver y de exhibir, y de la crueldad. Aparecen con cierta independencia respecto de 
las zonas erógenas, y sólo más tarde entran en estrechas relaciones con la vida genital. El niño pequeño 
carece de vergüenza, y en ciertos años tempranos muestra una inequívoca complacencia en desnudar su 
cuerpo poniendo particular énfasis en sus genitales. Bajo la influencia de la seducción, la perversión de 
ver puede alcanzar gran importancia para la vida sexual del niño.
La investigación sexual infantil
La Pulsión de Saber: A la par que la vida sexual del niño alcanza su primer florecimiento, entre los tres y
los cinco años, se inicia en él también aquella actividad que se adscribe a la pulsión de saber o de 
investigar.
Su acción corresponde, por una parte, a una manera sublimada del apoderamiento, y, por la otra, trabaja 
con la energía de la pulsión de ver. Empero, sus vínculos con la vida sexual tienen particular importancia, 
pues por los psicoanálisis hemos averiguado que la pulsión de saber de los niños recae, en forma 
insospechadamente precoz y con inesperada intensidad, sobre los problemas sexuales, y aun quizás es 
despertada por estos.
Complejo de Castración y Envidia del Pene: Las formaciones sustitutivas de este pene perdido de la 
mujer cumplen un importante papel en la confrontación de múltiples perversiones. 
El supuesto de que todos los seres humanos poseen idéntico genital (masculino) es la primera de las 
asombrosas teorías sexuales infantiles, grávidas de consecuencias. En cuanto a la niñita, no incurre en 
tales rechazos cuando ve los genitales del varón con su conformación diversa. Al punto está dispuesta a 
reconocerla, y es presa de la envidia del pene, que culmina en el deseo de ser un varón, deseo tan 
importante luego.
Fases de desarrollo de la organización sexual
Los siguientes caracteres de la vida sexual infantil: 
1) Es esencialmente autoerótica (su objeto se encuentra en el cuerpo propio) y sus pulsiones parciales 
singulares aspiran a conseguir placer cada una por su cuenta, enteramente desconectadas entre sí. 
2) El punto de llegada del desarrollo lo constituye la vida sexual del adulto llamada normal; en ella, la
consecución de placer se ha puesto al servicio de la función de reproducción, y las pulsiones 
parciales, bajo el primado de una única zona erógena.
Organizaciones Pregenitales: Son las organizaciones de la vida sexual en que las zonas genitales todavía
no han alcanzado su papel hegemónico. Ahora bien, con el auxilio del psicoanálisis podemos estudiar las 
inhibiciones y perturbaciones de este curso de desarrollo.
1) Oral: La primera organización sexual pregenital o si se prefiere, canibalica. La actividad sexual 
no se ha separado todavía de la nutrición, ni se han diferenciado opuestos dentro de ella. El objeto 
de una actividad es también el de la otra; la meta sexual consiste en la incorporación del objeto, el
paradigma de lo que más tarde, en calidad de identificación, desempeñará un papel psíquico tan 
importante.
2) Sádico-Anal: Una segunda fase pregenital es la de la organización, aquí ya se ha desplegado la 
división en opuesto, que atraviesa la vida sexual; empero, no se los puede llamar todavía 
masculino y femenino, sino que es preciso decir activo y pasivo. La actividad es producida por la 
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pulsión de apoderamiento a través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de meta sexual 
pasiva se constituye ante todo la mucosa erógena del intestino; empero, los objetos de estas dos 
aspiraciones no coinciden.
Ambivalencia: Esta forma de la organización sexual puede conservarse a lo largo de toda la vida y atraer 
permanentemente hacia sí una buena parte de la práctica sexual. El predominio del sadismo, y de la zona 
anal en el papel de cloaca, le imprimen un sesgo notablemente arcaico. Además, posee este otro carácter: 
los pares de opuesto pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual, estado de cosas que
se designa con el feliz término introducido por Bleuler: ambivalencia
Los dos tiempos de la elección de objeto: La elección de objeto se realiza en dos tiempos, en dos 
oleadas: 
1) La primera se inicia entre los dos y los cinco años, y el período de latencia la detiene o la hace 
retroceder, se caracteriza por la naturalezainfantil de sus metas sexuales. 
2) La segunda sobreviene con la pubertad y determina la conformación definitiva de la vida sexual.
Los resultados de la elección infantil de objeto se prolongan hasta una época tardía; o bien se los conserva 
tal cual, o bien experimentan una renovación en la época de la pubertad. Pero demuestran ser inaplicables, 
y ello a consecuencia del desarrollo de la represión, que se sitúa entre ambas fases. La elección de objeto 
de la época de la pubertad tiene que renunciar a los objetos infantiles y empezar de nuevo como corriente 
sensual. La no confluencia de las dos corrientes tiene como efecto hartas veces que no pueda alcanzarse 
uno de los ideales de la vida sexual, la unificación de todos los anhelos en un objeto.
Fuentes de la sexualidad infantil
La excitación sexual nace: 
1) Como calco de una satisfacción vivenciada a raíz de otros procesos orgánicos.
2) Por una apropiada estimulación periférica de zonas erógenas. 
3) Como expresión de algunas “pulsiones” cuyo origen todavía no comprendemos bien (p. ej., la 
pulsión de ver y la pulsión a la crueldad). Ahora bien, la investigación psicoanalítica que desde un 
periodo posterior se remonta hasta la infancia, y la observación contemporánea del niño mismo.
Adolescencia: Una lectura psicoanalítica
Autor: Enrique G. Millán
Aproximaciones al concepto de latencia
En ese momento cuando comienzas las historias de amor distanciadas de la escena edípica, así como la 
posibilidad del acceso al coito. La exogamia, las distintas vicisitudes de la salida del Edipo, la 
estabilización de la vida sexual y de las elecciones objetales, la puesto en juego de la condición erótica en 
su doble remisión “glance” y “glanze” a la escena sexual y la escena edípica. La insistencia de Lacan en la
relación entre fantasma y acto sexual (según la cual el segundo no podría sostenerse sin el primero) da 
cuenta de muchos de los fenómenos clínicos de la adolescencia, desde los primeros episodios hebefrénicos
hasta la constitución de síntomas neuróticos.
Toda esa problemática puberal irrumpe en alguna escena ¿Por qué tiene miedo el poeta? ¿Qué sucedería si
la historia se interrumpiese? ¿Cuál es la posición subjetiva previa a la pubertad?
“Latencia” a la escena que se encontraba el sujeto en el momento en que irrumpe la pubertad, y agrego 
que es a esa escena a la que retorna en las escansiones de su vida amorosa o sexual. Siempre dispuesta a 
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retornar. Puede dejar de ser pensada como momento evolutivo y pasar a ser vista como memento 
estructural
Breve recorrido fenomenológico. Es la ingeniería, estaba jugando con un meccano cuando se inició su 
vida sexual. Retoma, con alivio, aquella actividad cuando las damas dejan de ocupar (lo digo en el sentido 
del “besetz” freudiano) su atención. Vuelve a ocuparse en sus cablecitos con la misma seriedad infantil 
con que antes se dedicaba al meccano, sólo que ahora como ingeniero, y de importantes empresas, 
sublimación mediante.
La interrupción no es una circunstancia excepcional o particular dentro de un funcionamiento más o 
menos general, sino un elemento constitutivo del concepto de latencia.
Conducta sexual infantil: 
1) El recién nacido trae consigo impulsos sexuales en germen. 
2) Tras un cierto desarrollo, esos impulsos van sucumbiendo a una represión progresiva. 
3) Esa represión puede interrumpirse a causa de avances regulares del desarrollo sexual o detenida 
por particularidades individuales. Caracteriza al proceso como oscilante. 
Tres subtítulos para entender el proceso de latencia:
 “Obstáculos Sexuales”: Señala que en el período de latencia, que puede ser total o parcial, se 
constituyen los poderes anímicos que más tarde se oponen al instinto sexual y lo canalizan, determinando 
su curso, a la manera de un dique. El desarrollo se encuentra orgánicamente condicionado y fijado por la 
herencia y que puede producirse sin auxilio alguno de parte de la educación. Para Freud, no haría falta que
la educación produjera aquellos diques. Pero uno podría pensar, inversamente, que escasas oscilaciones 
son las que les permiten a los educadores decir su palabra.
“Reacciones y Sublimación”: Con qué elementos se forman esos diques, de suma importancia para la 
cultura y para el ulterior desarrollo moral del individuo. La primera tesis dice que los diques no podrían 
constituirse si no es a costa de los impulsos sexuales infantiles, que no han dejado de afluir durante el 
período de latencia, en todo o en parte de la utilización sexual, y orientada hacia otros fines, mecanismo al 
que denomina “sublimación” y al que le reconoce un papel destacado en toda función cultural. No duda en
colocar el origen de la sublimación en el periodo de latencia. Esta circunstancia hace que surjan fuerzas 
psíquicas contrarias que terminarán por erigir los diques psíquicos ya mencionados, a fin de suprimir 
aquellas sensaciones displacenteras. Son la repugnancia, el pudor y la moral.
“Interrupciones del período de latencia”: La formación de los poderes morales de defensa se producen 
a costa de la sexualidad.
En “La metamorfosis de la pubertad”, Freud le atribuye una importancia muy grande en la pubertad, a la 
cuestión de lo real del cuerpo, esto es, a la cuestión de la maduración orgánica y la consiguiente 
posibilidad de acceder al coito. Los impulsos genitales suponen una comprensión anticipada de lo que está
en juego en una relación sexual. Entre la insuficiencia y la anticipación oscila un sujeto cuyas vicisitudes 
no pueden ser captadas sino desde la lógica propia el tiempo para comprender: una premisa que, 
anticipada en el instante de reciprocidad, y que instala las condiciones que hacen necesario el acto. 
Tres términos: “Edipo”, “latencia” y “pubertad”.
La salida del Edipo se produce por: 
1) Sustitución de carga de objeto 
2) Por identificación 
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3) Por sublimación, quedando un resto de libido que va a dar paso a la ternura.
Hay un tiempo de espera, una escansión que en Freud constituye la latencia. La latencia es pensada como 
un período que, aunque anticipatorio, lleva a la pubertad, y este paso se produciría más o menos 
exitosamente, pero en todo caso de manera definitiva.
Si la pubertad remite directamente al Edipo sin mediación latente, la actividad sexual se torna imposible, y
deriva hacia la inhibición en el caso de la neurosis, en tanto que si la latencia no cierra en un acto –para el 
caso, un acto sexual-, el sujeto queda suspendido en un tiempo de vacilación en el que los objetos edípicos
vuelven a ser catectizados. Pero como, al mismo tiempo, los cierres no se producen de manera definitiva, 
lo fallido del momento de concluir hace que el sujeto retorne al tiempo latente de comprender, por el que 
deberá pasar una y otra vez, produciendo cada paso sus efectos.
Esa tensión entre sujeto y objeto propio de la sublimación indica que ése es el único de los destinos 
posibles de semejante situación. De no soportar la distancia o la separación del objeto, el sujeto podría 
precipitarse en el pasaje al acto. Otro de los destinos posibles es el acto sexual, el cual permite que la 
pulsión curse su circuito. Pero si ese destino no puede concretarse y el pasaje al acto, aunque fantaseado, 
no se lleva a cabo, la única posibilidad que resta es la sublimación, posibilidad establecida en la latencia.
Ternura como Resto de la Libido: El amor y la amistad son asexuados, es en la latencia cuando se 
consolida la maqueta de la relación con el semejante. Se trata de soportar una relación con el otro que, sin 
colocar al cuerpo en situación de intercambio sexual, le permita a la pulsión hacer su apuesta. Esto 
confiere a las relaciones amistosas una tensión objetal de características similares a las de la sublimación.
El periodo de latencia
Autor: Gela Rosenthal
“La latencia sexual no puede provocar una completa intención social de la vida sexual, salvo en las 
organizaciones culturales que han inscripto en sus programas una represión de lasexualidad infantil”
Introducción
Enfatizará la importancia de la represión como mecanismo de defensa por excelencia en este periodo y la 
diferenciación de lo que se considera represión útil (Funcional) de una represión patológica. También los 
vínculos interpersonales. Agregando los psicodinamismos propios de este periodo.
El concepto de latencia
El periodo que se extiende desde la declinación de la sexualidad infantil hasta los comienzos de la
pubertad; y que marca una detención de la evolución de la sexualidad.
Se origina, según Freud, en la declinación del complejo de Edipo y se corresponde con un incremento de 
la angustia de castración, resolviéndose con la concomitante identificación con los padres, la instauración 
del Superyó y el desarrollo gradual de la sublimación y la simbolización.
Se caracteriza por: 
1) Una disminución de las actividades sexuales.
2) Desgenitalización de las relaciones objetales y de los sentimientos (predomina la ternura sobre los 
deseos genitales).
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3) Aparecen sensaciones de pudor y aspiraciones morales y estéticas. Las pautas sociales y culturales 
conjugan su acción con la del Superyó, reforzando la latencia sexual.
La primera mención, aparece en una carta de Freud a Fliess. 
En 1905 Freud, describe el período de latencia señalando que en su transcurso “se construyen las fuerzas 
mentales que más tarde impedirán el curso del instinto sexual y que semejantes a diques, restringirán su 
curso (aversión, sentimientos de vergüenza y demanda de ideales estéticos y morales). Estos diques que 
son tan importantes para el crecimiento del individuo civilizado emergen a costa de sus impulsos sexuales 
infantiles cuya energía es disociada totalmente o en gran parte, de su uso sexual hacia otros fines a través 
del proceso de sublimación (aprendizaje).
El término “latente” etimológicamente significa “oculto”.
Freud desarrollo una hipótesis con la que trató de vincular la ontogenia con la filogenia. 
El periodo glacial redujo al ser humano al mínimo vital para sobrevivir. En el niño latente se encuentra 
subyacente la conflictiva edipica, y su Yo debe alcanzar un alto desarrollo para lograr un adecuado para 
lograr un adecuado equilibrio entre las exigencias de sus impulsos, el Superyó y el mundo externo.
El papel de la cultura es enfatizado también por Lágache, como determinante de la disminución del 
incremento pulsional. Y se hace el pasaje al período de latencia, que representa una dilación de las 
pulsiones sexuales directas, que reaparecen en la pubertad.
Anna Freud coincide con las características señaladas por S. Freud para el período de latencia y describe 
su significado para el desarrollo del Yo. Este asume la superioridad dirigiendo las acciones del niño. El yo
establece el principio de realidad y efectúa la primera adaptación real a las exigencias del mundo 
externo.
Algunas funciones yoicas ya están desarrolladas y diferenciadas antes de la latencia:
1) El control instintivo.
2) La prueba de la realidad.
3) La capacidad de síntesis. 
Estas funciones son prerrequisitos para el advenimiento de la latencia. 
Para Meltzer. El autor considera que la represión sola no es suficiente para mantener el equilibrio de las 
fuerzas opuestas, y que debe ser reforzada por diversos artificios, siendo los más importantes los 
mecanismos obsesivos.
Psicodinamismos de la latencia
Como consecuencia de la declinación del complejo de Edipo, se produce en el niño una estructuración del 
aparato psíquico, entre cuyas instancias tiende a consolidarse en vínculo específico. Lágache los vínculos 
inter e intrasistemicos.
1) Superyó propiamente dicho: Le corresponde la función de autoelevación, de autoobservación. 
Se atemperan las exigencias y los castigos provenientes del Superyo Temprano a favor de una 
identificación con los aspectos más benignos de los imagos parentales, se transforman entonces en 
valores ideales que comienza a regir la actividad del sujeto. Este Superyó de la latencia implica la 
noción de la diferencia de sexos (pene no pene) y la consiguiente amenaza de castración.
2) Ideal del Yo: A este pertenecen los aspectos de protección, y sobre todo los valores que orientan 
la actividad del Yo
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3) Ello: Concebido como una estructura disposicional, surgirán las distintas tendencias a la 
manifestación en conductas, tendencias que son inconscientes y que pueden quedar coartadas en su
desarrollo. La organización de estructuras de complejidad creciente (Eros) y las tendencias a la 
desorganización y la vuelta a lo inanimado (Tánatos). Los distintos impulsos parciales (oral, anal, 
fálico-uretral) se expresan en cada uno de estos sectores en conflicto, circunstancia que se observa 
en la latencia a través del desarrollo de disposiciones personales en áreas relacionadas con el 
aprendizaje.
El par Superyo-ideal del Yo es el regulador de los sentimientos de autoestima. “Precario equilibrio” que se
va consolidando paulatinamente. 
El Superyó de la latencia contiene un mandato distinto al de los períodos previos, porque implica un 
reconocimiento del Self como totalidad, y no en términos parciales (oral, anal)
Pasemos ahora al análisis del Yo como estructura, área en la cual se dan las mayores modificaciones en el 
curso de la latencia. En efecto, el establecimiento de los controles obsesivos determina un fortalecimiento 
en la capacidad para discriminar.
La regulación de la propia ansiedad se vuelve relativamente más fácil por el enriquecimiento de las 
capacidades yoicas para enfrentarla, y por la existencia de un mayor repertorio de respuestas disponibles 
para afrontar las distintas circunstancias.
Los controles obsesivos implican también:
1) En los mecanismos adaptativos: El establecimiento de la capacidad para una actividad motriz 
cada vez más refinada, circunstancia que se pone de manifiesto, por ejemplo, en las posibilidades 
de escritura. Estas actividades le permitirán protegerse de fantasías masturbatorias e incestuosas al
mismo tiempo que le ofrecen gratificaciones libidinales y agresivas. Además el incremento de la 
capacidad para hacer pruebas de realidad con lo cual el aprendizaje por la experiencia tiene 
mayores posibilidades.
2) En la percepción: Los controles permiten la clasificación de los signos según ciertas cualidades, 
así como su diferenciación según rasgos divergentes. Tal circunstancia es lo que posibilita el 
desarrollo de la lectura.
La importancia de los mecanismos obsesivos en este período se detecta también a través de la frecuencia 
con que los latentes realizan juegos donde existen secretos y escondites, como equivalente del refugio en 
la parte “de atrás”, es decir aquello que queda oculto por el propio cuerpo a la mirada, del otro, tal como 
ocurre con la región anal. El coleccionar también es una manifestación equivalente. Implica mantener 
guardados, controlados, ciertos tesoros.
Estas estructuras (Superyó, Ello, Yo) se encuentran íntimamente interrelacionadas. Esto determina la 
existencia de dinamismos interestructurales. Las relaciones entre el Superyó y el yo. 
En este período los sistemas de normas y valores, propios del ideal del yo, adquieren una cierta 
consolidación. Estas normas y valores pueden ser experimentados también por el Yo como exigencias 
excesivas y, por lo tanto, la autoestima queda disminuida.
A partir de estos períodos comienzan a hacerse más notables los conflictos con respecto a la autoestima en
la medida en que, una vez internalizado el Ideal del Yo posterior al complejo de Edipo tardío, surgen 
distintos mecanismo yoicos para regular su reacción con esta instancia. Cuando las defensas obsesivas, 
características de este período, no alcanzan para este proceso de regulación de la autoestima, el Yo puede 
recurrir a mecanismos maniacos y, en último extremo, a las conductas psicopáticas, con una inversión 
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sistemática de la situación en la cual el latente hace víctima a otro de aquellas situaciones en las queél fue 
objeto del sadismo de otros, con lo cual, según sus fantasías, realiza solo un acto de justicia.
Una defensa habitual en la latencia es la Proyección, de la culpa con lo cual el niño se identifica con el 
Superyó criticando al Yo externalizado en otras personas.
Un mecanismo de defensa obsesivo yoico, en relación con el Superyó y con el Ello, es la Formación 
Reactiva: Descripto como la defensa maniaca del sistema obsesivo, como una inversión con respecto a 
los impulsos que realmente se desean manifestar.
Represión 
La represión es el mecanismo por el cual el Yo trata de remitir o de mantener en el inconsciente las 
representaciones (pensamiento, imágenes, recuerdos) ligadas a una pulsión, que en general está constituida
por un Aspecto Representacional y otro Afectivo. Freud agrega que el aspecto afectivo de la pulsión 
motiva la represión y el aspecto representacional es el que la sufre. Recordemos que el motivo y la 
intención de la represión era evitar el displacer. El destino del montante de afecto de la represión es mucho
más importante que la idea, circunstancia decisiva para nuestra concepción del acto represivo. “la 
represión es un proceso que recae sobre representantes y se desarrolla en la frontera entre los esquemas 
Inc y Cc (Prec.).
El período de latencia coincide con la etapa de escolaridad y aprendizaje. Es un mecanismo relacionado 
con las condiciones y la habilidad para contener el impulso a la realización inmediata del deseo.
La represión es el mecanismo característico de la latencia y parecería determinar la amnesia infantil
de los años previos a la declinación del complejo de Edipo.
Una cosa es que predominen mecanismos de represión y otra muy distinta es que la represión sea exitosa. 
Una represión exitosa implica no la imposibilidad de las manifestaciones de la instintividad. La 
instintividad sigue estando vigente, puesto que la represión no opera sobre el impulso sino sobre su 
representante. 
Se produce un proceso de Simbolización: Es el pasaje del objeto originario del deseo al objeto sustitutivo,
es precisamente la base de la llamada represión exitosa o evolutiva en la latencia porque busca evitar 
realizar el acto sexual propiamente dicho. Es la clave de la simbolización que permite al niño repetir una y
mil veces la fantasía del deseo al mismo tiempo que lo aleja y protege de la realización incestuosa con el 
objeto original y sin tener que renunciar a la realización simbólica de estos deseos con los objetos 
sustitutivos. Reaviva todo el desarrollo de la personalidad y cuando más rico es el desarrollo, más 
formulas tiene el niño para realizar, en la fantasía diurna, sus deseos, angustias y defensas. Se basa en el 
complejo de Edipo y los medios que utiliza están relacionados con todas las fases de la libido y las zonas 
erógenas.
La simbolización permite la ejercitación de todas las capacidades (intelectual, motora, emocional, 
etcétera.)
La Angustia Latente de los Latentes: El temor a que se mezclen y contaminen ambos mundos. Los 
mecanismos obsesivos vienen en auxilio de este proceso de disociación y represión, reforzándolos. La 
elaboración integradora de esta disociación forma parte de la lucha del latente, que culmina en la 
adolescencia, en la cual se debería lograr la integración definitiva del mundo tierno y afectuoso, con el 
mundo temible de la sexualidad, propia del período de latencia.
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ALDERETE ALEXIS
Debe haber una contención adecuada por parte de los padres y el ambiente, otorgándoles una una 
permisividad respecto de la curiosidad, las respuesta reales a preguntas, etcétera, se convierten en motor 
del impulso epistemofílico (Necesidad de saber o conocimiento).
La aparente desaparición del deseo incestuoso se debe a que este deseo está actuando simbólicamente a 
través de las actividades en todo nivel que se desarrollan, incrementan, multiplican, al tiempo que surgen 
otras nuevas en esta época. El periodo de latencia y la llamada represión son denominaciones para una 
etapa en la cual el Yo adquiere y desarrolla habilidades y funciones, especialmente la sublimación, la 
simbolización y al enriquecimiento del lenguaje.
El motor de la latencia es el interjuego entre la represión y aquellos mecanismos correspondientes a los 
periodos previos.
Frente a los adultos, la vida impulsiva queda enmascarada, pero no ocurre lo mismo con las 
manifestaciones instintivas frente a los grupos de pares.
Como característica general de este período, en términos de estructuras psíquicas, es compartido por:
1) El Superyó, que adquiere nuevas cualidades y,
2) El Yo, cuyo desarrollo es creciente, especialmente por la utilización instrumental de la represión. 
Determina la atenuación delos representantes directos de los impulsos correspondientes al Ello, que una 
demora en las realizaciones impulsivas directas, en beneficio del aprendizaje y la maduración personal.
Conflictos respecto a la masturbación
Para Freud, en la latencia existe una lucha contra el instinto, contra sus aspectos sádicos y pregenitales. 
Sucesos más temidos por el niño durante este periodo de latencia. Para A. Freud, en este período la 
identificación comienza a tomar el lugar del amor objetal, circunstancia que se refleja también en la 
relación con objetos extremos.
Los sueños diurnos continentes de las fantasías masturbatorias, son ocultados a los adultos, frente a los 
cuales predomina la desconfianza y la reserva como modalidades para mantener un control omnipotente 
sobre los objetos y evitar la estimulación erótica y la frustración.
Los latentes satisfacen con actitud servil las expectativas de los padres, conducta que resulta de una 
defensa contra la dependencia y un intento de inversión de la situación.
No siempre la masturbación tiene el mismo significado. Quizás pueda aceptarse que en términos generales
tiene un contenido defensivo, de carácter maníaco para no reconocer la diferencia de sexos. La pérdida de 
las fantasías de bisexualidad, la necesidad de una persona del sexo complementario para la realización 
genital.
En ciertos casos la masturbación puede ser el objeto con que cuenta el niño para restablecer el sentimiento 
de identidad frente a fantasías de desrealización, de fin de mundo, de despersonalización.
En otros niños la masturbación puede ser equiparada a la respiración de un acto culposo, en cuyo caso 
surgen fantasías de auto reproche. 
Motor de la entrada en la latencia
En nuestra cultura podemos tomar diferentes factores que pasamos a estudiar, para el ingreso en la 
latencia.
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ALDERETE ALEXIS
1) Ansiedad de Castración: Uno de los factores fundamentales para el ingreso en la latencia, que 
constituye en realidad un universal, es la fuerza de la ansiedad de castración. Ante la percepción de
la existencia de personas sin pene (aunque todavía ello no sea equiparado a la existencia positiva 
de vagina), experimenta una agudización de sus ansiedades castratorias. Y sufre un refuerzo de los 
mecanismos represivos.
2) Inmadurez Biológica: La equiparación entre el esquema corporal del niño y el de los adultos, 
incluso el de aquel que es el objeto de su deseo (la madre en el varón)
3) Evolución del Yo: Lleva al niño a entregarse a nuevos intereses, entre ellos el de experimentar su 
propio crecimiento.
4) Renuncia por Amor y Desesperanza: Uno de ellos está ligado con la inmadurez biológica. Se 
produce un progresivo sentimiento de desesperanza por la incapacidad real del niño para afrontar 
las experiencias genitales con una persona con otra envergadura corpórea. Discriminación 
progresiva entre sentimientos de ternura y de excitación, se unen a los sentimientos amorosos hacia
el progenitor del propio sexo, sentimientos en los cuales no sólo intervienen tendencias 
homosexuales, sino una real actitud de agradecimiento por su protección y cuidado. Este 
sentimiento de gratitud constituye otra de las motivaciones de la renuncia a la lucha erótica propia 
del conflicto edípico tardío.
La institución escolar da una oferta sistemáticade grupos de convivencia entre pares, en un plano en el 
que se oscila entre la competencia por lograr el aplauso de los adultos y la solidaridad con los iguales.
Los Grupos de Pares: Se manifiestan como una contrapartida del vínculo con los adultos, sean estos 
padres biológicos o los sustitutos, o bien representantes de la institución educativa. Se caracterizan por la 
búsqueda de una cierta lealtad, el establecimiento de un nuevo tipo de identidad, basado ya no en la 
extracción familiar sino en la inserción en un grupo de personas de la misma edad, con un conjunto de 
normas y mitos diferentes de los adultos. Genera lentamente sus propios cánones de comportamiento. Van
desplegando con mayor o menor fluidez su repertorio de conductas y enriqueciendo su identidad al 
insertarse en contextos humanos cualitativamente distintos, por lo tanto, diferentes sistemas de valores e 
ideales. Otorgan un nivel de socialización distinto del de la familia y diferente inclusive del de la escuela.
Relaciones interpersonales
Freud conceptualizó la noción de la triple servidumbre del Yo, incluyo el vínculo con la realidad exterior.
Tres tipos de relación del latente con los demás.
1) Los padres y sustitutos diversos: Predominan en el latente las defensas frente a los impulsos, 
puesto que es sobre estas personas sobre las cuales recaen las cargas libidinosas de carácter 
incestuoso directo o débilmente sustitutivo. Las defensas consisten sobre todo en identificaciones 
con las figuras de los padres, como Superyó o Ideal del Yo. El ocultamiento es una característica 
en esta área.
2) La Escuela: Un área en la cual los maestros tienen un papel transaccional. La escuela suministra 
formación en el plano de los conocimientos y de los ideales sociales que configuran, para el 
latente, al mismo tiempo un atractivo y, un nuevo campo de lucha. Los conocimientos pueden ser 
usados, cuando predominan las defensas obsesivas funcionales.
3) Grupo de Pares: Constituye otra de las fuentes que permite consolidar la estructura del aparato 
psíquico.
Según el autor, los niños latentes (repitamos de 7 u 8 años hasta los 12) muestran una mayor 
concentración individual, cuando el sujeto trabaja para sí mismo, y colaboración efectiva cuando hay una 
vida común. Estos dos aspectos son, según el autor, complementarios, y provienen de las mismas causas. 
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ALDERETE ALEXIS
A partir de los 7 años el niño puede efectuar operaciones de descentración por lo cual no confunde ya su 
propio punto de vista con el de los demás sino que por el contrario logra coordinarlos. Esto implica una 
comprensión con respecto a los puntos de vista de los otros, una búsqueda de justificaciones del propio o 
de prueba respecto de las afirmaciones realizadas. Los juegos reglamentados adquieren real importancia e 
incluyen, una jurisprudencia que requiere su aplicación. Aun sin conocer las reglas de determinado juego 
en su totalidad, las unifican entre los distintos participantes y se controlan entre sí para mantener la 
igualdad frente a una única ley.
Se da una moral de cooperación en la autonomía personal por oposición con la heteronomía característica 
de los pequeños, relativa a la moral de los adultos.
En la latencia surge un nuevo sentimiento moral, en función de la cooperación entre niños y de la forma 
de la vida social que se desprende de ella. Los sentimientos morales que emergen tienen características 
distintas, e incluyen la honestidad entre los jugadores excluyendo la trampa puesto que viola el acuerdo 
establecido entre individuos que se aprecian, la camaradería, etcétera. En esta línea podemos hablar de que
se configura un Superyó grupal. La mentira entre amigos es considerada mucho más grave que la 
mentira con respecto a los mayores. El sentimiento de justicia comienza a ser muy fuerte entre los pares 
e incluso modifica las relaciones con respecto al mundo de los adultos. En los pequeños, antes de la 
latencia, la obediencia prevalece por encima de la justicia, puesto que lo justo es equiparado a lo impuesto 
por los mayores. En cambio, en los latentes el sentimiento de igualdad y de justicia distributiva entre pares
tiene mucho vigor. La amoral del niño, pues, alcanza un mayor grado de autonomía, tal como lo hemos 
señalado al aludir a que la internalización del Superyó implica la relativa independencia de los padres 
reales en la latencia.
Técnica en el análisis de latentes
El latente a diferencia del niño pequeño, tiende a favorecer la inclusión de normas precisas. La ruptura de 
estas normas por parte del terapeuta puede provocar diversas perturbaciones en el curso del análisis. El 
latente experimenta la ruptura de la norma con una gran sensibilidad. Es habitual en los latentes la 
necesidad de controlar al terapeuta para ver si éste lo engaña, lo roba, le oculta algo.
Exigen que el terapeuta respete las normas en el juego, pero no vacilan en variarlas ellos mismos cuando 
se sienten perdidos en un juego de competencia.
Los latentes suelen hacer un manejo muy peculiar del tiempo. Realizan una distribución del tiempo sin 
relación con el material que traen a la sesión calculando sus posibilidades de realización a través de un 
juego. Por otro lado, son ellos también quienes suelen marcar el cierre de una sesión dando por terminada 
su exposición. Esta utilización que el latente hace del tiempo tiene que ver con el establecimiento de los 
fuertes controles obsesivos, que les impiden dejar una tarea abierta, indefinida, ya que esto le produce 
ansiedades por la pérdida del manejo del material.
Con respecto al espacio, tiene importancia el tabú del contacto. En efecto, en la sesión tratan de evitar el 
contacto corporal con el terapeuta. Procuran además establecer un aislamiento espacial entre los padres y 
el analista.
En cuanto al espacio en el cual transcurre la sesión propiamente dicha, el latente suele usarlo de manera 
mucho más reducida. 
El latente procura que se le suministren normas con respecto a la utilización del material que está a su 
disposición, a diferencia de lo que ocurre en el temprano, quien lo utiliza mucho más según los propios 
impulsos.
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El juego de roles, tal como lo señalo Meltzer, es característico de este período.
Los latentes suelen hacer esfuerzos por captar cuáles son los deseos del terapeuta para tratar de lograr la 
gratificación o bien de desafiarlos y esperar la sanción. Cuando ésta no llega se desconciertan.
Utilizan la técnica del aburrimiento o desinterés para tratar de dormir o “latentar” a quien intenta 
introducirse detrás de su fachada tranquila o aburrida.
La monotonía aparente del juego tiene el valor de una puesta de distancia por parte del latente para evitar 
o regular el contacto con el analista y con sus propios contenidos emocionales.
La estrategia que despliega el latente durante el proceso analítico obedece a su necesidad de observar, 
espiar, controlar la conducta de los adultos (el analista) para de acuerdo con ello saber cómo proceder y 
evitar así el peligro de castración.
El material clínico del se expresa a través de distintos medios de comunicación, como ser la verbalización,
los dibujos y los juegos.
Estructuración psíquica y subjetivación del niño de escolaridad primaria
Autor: Rodolfo Urribarri
Planteando la latencia
Ha sido definido más por la negativa –lo que deja de ocurrir-, que por la positiva- lo que surge y 
complejiza. La desaparición de las conductas sexuales manifiestas, particularmente la masturbación, la 
masiva utilización de defensas, la disminución de la emergencia de lo inconsciente en sus expresiones y 
conductas, la suspensión del desarrollo de la sexualidad, la desexualización, el contrainvestmiento, la 
represión, las formaciones reactivas, la virtualización del deseo, y es usual caracterizar al aparato psíquico 
como centrado en el control represivo de los retoños pulsionales, en vez de los cambios que se dan en la 
organización y el funcionamiento del aparato tanto como de las conductas y las relacionessociales que 
establece.
Mera postergación temporal o “justificada” en función del período siguiente, a lo sumo como preparatoria,
cuyo logro es un ambiguo “fortalecimiento del Yo”.
Tratar de desentrañar las causas que lo generan. Es cierto que se instala a partir dela disolución o 
naufragio del complejo de Edipo, al igual que es clave para las vicisitudes de la adolescencia, pero esto es 
insuficiente para definirlo.
Junto a lo que se destruye o coarta está lo que se construye y posibilita; junto a lo que obliga al 
renunciamiento, lo que ofrece y construye nuevos placeres y destinos; a lo que aliena y ajeniza se 
contrapone lo que se domina y autonomiza, expresado en actividades, aprendizajes, expansiones, 
relaciones, complejizaciones diversas, etc.
C. David (1961) “la adquisición de posibilidades, de operaciones nuevas, tanto somáticas, como psíquicas,
tanto de memoria y pragmáticas, como afectivas, imaginarias e intelectuales (particularmente a través del 
dominio del lenguaje y los efectos de la inserción escolar y social), todo esto representa difíciles 
integraciones y una importante movilización energética, al mismo tiempo que una complejización 
dinámica y tópica donde será quizás artificial pretender aislarlo del destino libidinal.
Desde esta perspectiva, estimo inapropiada la denominación de la latencia como período.
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ALDERETE ALEXIS
Utiliza la palabra etapa en el sentido de realización parcial de un desarrollo mayor que culmina en un fin, 
para él, sin duda, el complejo de Edipo. Recién marco un hito trascendental y diferencial en la 
estructuración del aparato psíquico como consecuencia del naufragio (o sepultamiento) del complejo de 
Edipo con la organización del Superyó.
Utiliza sólo para la latencia el vocablo período, que remite a un lapso acotado por un comienzo y un fin. 
Esta noción de período la centra más en lo temporal, no tanto en las modificaciones del niño en cuanto a 
su estructuración psíquica y conductas concomitantes. La generalización posibilita tener noción de lo 
posible o esperable en cada niño, si las condiciones (individuales, familiares y sociales) no le son 
adversas. En la clínica, se trataría de evaluar si el proceso subjetivo y de estructura psíquica progresa o 
está obstaculizado, y así ir descorriendo el velo que oculta los procesamientos psíquicos que se movilizan.
Lo que importa son las profundas modificaciones en el aparato psíquico y en la vida de relación con pares 
y lo institucional que se gestan en la latencia.
Trabajo Psíquico de Latencia: En el sentido del esfuerzo para la organización, diferenciación, 
complejización y ampliación del aparato psíquico; y también en cuanto a la exigencia de tramitar la 
pulsión en nuevo ordenamiento dinámico y estructural.
El trabajo de latencia básicamente se da en dos planos (si bien interconectados): 
1) En el plano intrasubjetivo se complejiza y amplía el aparato psíquico en sus aspectos tópico, 
dinámico y económico (metapsicológicos). 
2) En el plano intersubjetivo se re-trabaja la problemática edípica y fraterna, y se amplían las 
relaciones con pares y adultos. El trabajo de la latencia tiene diferencias y similitudes con otros 
trabajos psíquicos.
Acerca de la teoría
S. Freud. (1925) luego del “florecimiento temprano de la sexualidad, las aspiraciones hasta entonces vivas
caen bajo la represión y sobreviene el período de latencia, que se extiende hasta la pubertad” y agrega, en 
una nota al pie de 1935, “El período de Latencia es un fenómeno fisiológico. Empero, sólo puede provocar
una interrupción completa de la vida sexual en aquellas organizaciones culturales que han incluido en su 
programa una sofocación (represión) de la sexualidad infantil. No es este el caso de la mayoría de los 
pueblos primitivos”
Delineó la latencia tanto como resultante de las defensas puestas en juego por el Yo (luego de la 
resolución edípica) y culturalmente incitadas como –en otros momentos- promovidos por la herencia y la 
disminución fisiológica de los impulsos. 
La fisiología y la endocrinología modernas no dan cuenta de un fenómeno de esta índole.
Inquietudes, inseguridades, desequilibrios y angustias que asaltan al niño, especialmente por la pujanza 
pulsional que jaquea el precario equilibrio de su aparato psíquico en la búsqueda de descarga.
Lo característico es la concurrencia de diversos mecanismos al fin sublimatorio.
Por su configuración dinámica, su reorganización operativa, y el balance intersistémico, determinados por 
el intenso y sutil trabajo de la latencia. Es este actuar de diversos mecanismos defensivos a los fines 
sublimatorios caracterizado por la represión, la formación reactiva, la sublimación, etcétera, que existen 
desde antes. Es así que mecanismos como la formación reactiva, el aislamiento y la desafectivización, 
orientados al servicio de la sublimación, favorecen el desarrollo y la ampliación yoica, al igual que la 
simbolización, la autoestima y la inserción social. De forma similar, podríamos explicar los diversos 
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ALDERETE ALEXIS
aprendizajes característicos de este período que implican diversas tendencias, defensas y capacidades que 
concurren subordinadas a un fin socialmente aceptado y, a la vez promovido y esperado por la sociedad.
Latencia Temprana y Tardía
Dos momentos diferentes, ubicado aproximadamente en los 8 años el cambio entre lo que se ha dado en 
llamar Primera Latencia o Latencia Temprana, y la otra Segunda Latencia o Latencia Tardía:
1) La primera se caracteriza por la fragilidad del equilibrio intersistémico, con la consecuente 
emergencia de angustia frente a lo impulsivo. La lucha inicial que emprende el Yo está ligada a 
controlar lo pulsional y, en particular, a limitar la descarga, inicialmente, mediante el freno 
represivo; recurre a otros mecanismos, como la formación reactiva, que también requiere del 
mantenimiento de una contracatexis que limitan al Yo; su persistencia tendería a dificultar su 
desarrollo. La amnesia infantil que se instala a partir del desenlace del Edipo produce en el niño un
efecto de perplejidad, extrañamiento con él mismo, puesto que lo inconscientizado deja para el Yo 
consciente la sensación de vacío de contenidos y nexos, que siente tanto como desubicación y 
pérdida de referencias respecto de sí, como un desajuste interno con sensaciones de incomodidad, 
angustia y vagas señales de peligro. Esta puede afectar la conducta del niño, aparejando 
retraimiento y reclamos diversos. Es notable la ambivalencia frente a los mandatos del Superyó, 
que se traducen en una oscilación entre acatamiento (con vivencias de sumisión) y rebeldía (con 
sentimientos de culpa). El latente temprano tiene escasa tolerancia, tanto para su crítica como para 
la crítica externa que. El desafío para el niño es cómo lograr no agotarse en el recurrente círculo 
vicioso de embate pulsional – sofocamiento defensivo-, falta de descarga, inestabilidad, etcétera. 
Sólo si logra abrir vías sublimatorias que posibiliten redirigir lo pulsional, favorecer la descarga a 
través de otras metas aceptables, no necesita desgastarse en la defensa y el Yo buscará armonizar 
con los mandatos del Superyó y los requerimientos socioculturales. Poder posponer se 
transforma en una meta anhelada, ya que sólo mediante la renuncia a la acción directa que 
evite la descarga inmediata puede armonizar con el Superyó. Esta capacidad en principio, al 
control de la motricidad, el poder “quedarse quieto” (también requerido por padres, maestros, 
vecinos, instructores, etc.) es el punto de partida para, a través de la acción conjunta defensiva, 
acceder al aprendizaje por la vía sublimatoria. Implica una parcial vuelta hacia adentro del niño, 
que lo torna más reflexivo, incrementándose paulatinamente el diálogo interiorizado y el fantasear,
se nota la creciente ampliación de lo verbal. Este logro psíquico está basado en la interiorización 
de una figura aseguradora y permisiva que posibilita un acompañamiento de esa reflexividad y se 
liga con la capacidadpara estar a solas. La escritura se asienta en las nuevas capacidades 
intelectuales propias de la edad y en la maduración neurobiológica. La inhibición de la meta 
pulsional, la operancia del aislamiento y la desafectivización posibilitan la atención, la 
concentración y la inserción escolar. La escuela; como agente de la sociedad, refuerza el mandato 
represivo al tiempo que prescribe ciertas actividades y propone algunas vías de descarga 
alternativas.
2) Las graduales posibilidades que la maduración brinda, las nuevas capacidades intelectuales, las 
facilitaciones del entorno social y la instrumentación provechosa de estos elementos que pueda 
lograr el Yo, le posibilitan una ampliación de recursos y, junto a la relativa estabilización del 
equilibrio intersistémico y a la afirmación de la sublimación en la organización de la descarga 
pulsional, inauguran la latencia tardía. Una mayor fluidez, autonomía, continuidad y equilibrio de 
la conducta, un menor sufrimiento consciente del temor al desborde y del surgimiento de angustia, 
así como una progresiva operancia del principio de la realidad en la determinación de la conducta. 
Se incrementa el fantasear, aparee con nitidez el ensueño diurno, se amplía el distanciamiento de 
los padres y lo familiar y adquiere mayor importancia el grupo de pares. 
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ALDERETE ALEXIS
Puede observarse un cambio respecto de la fantasía, así como el contenido manifiesto de los sueños. En la 
temprana latencia, aparecen los monstruos amorfos y fantasmas; mientras que en la tardía toman formas 
humanas, tratándose de brujas, magos, hipnotizadores, ladrones, incendiarios, y es más frecuente la 
presencia de otras figuras que se les oponen, como investigadores, policías, médicos.
Pasaje a la Pubertad
Pubertad, para referir a los cambios corporales. Adolescencia, para aludir al proceso psicológico que la 
pubertad promueve.
Cambios Corporales: Son graduales, algunas veces lentos, otras más bruscos o intensos, y el correlato 
psicológico también. Las primeras manifestaciones conductuales observables suelen ser la emergencia de 
inquietud y desasosiego sin causa manifiesta, con incremento de la motricidad, descargas bruscas y 
pérdida de la concentración. En el aula, se produce una “inversión” de lo observado a comienzos de la 
escolaridad. Que se ve alterado por el movimiento (sea en el banco por el aula), la distracción, las charlas 
paralelas, los comentarios fuera de tema, el incumplimiento, etcétera. Se altera claramente el 
comportamiento observable (por ejemplo, se hace manifiesto el interés por los cambios corporales, las 
sensaciones sensuales y las inquietudes genitales). 
El aparato psíquico se ve desequilibrado en el interjuego de las instancias, logrado en la latencia debido al 
incremento pulsional, lo que requiere cambios de las otras instancias y de su acomodación con los 
requerimientos sociales que serán parte del procesamiento de la adolescencia. Se produce un salto 
cualitativo debido a la genitalización creciente que cambia el panorama psíquico, donde son cruciales los 
logros de la latencia, en tanto posibilitan un procesamiento psíquico más armónico frente a la ruptura 
puberal y a la genitalización, que inauguran el proceso adolescente.
De lo observable a lo inferido en lo intrasubjetivo
Expresión gráfica
La expresión a través del dibujo va adquiriendo complejidad, riqueza y organización a medida que avanza 
el procesamiento psíquico de la latencia, como una clara diferenciación para cada sexo. Se ve cómo se 
completa la figura humana y se define la diferenciación sexual, la que está estrechamente ligada con la 
ejercitación más o menos lograda de la actividad motriz y de juego corporal.
También se amplían los recursos utilizados: lápices, crayones, marcadores, témperas, etc., a veces por 
separado, otras utilizando varios elementos, y otras combinándolos con objetos que pegan (papel glasé, 
plastilina, hilo, etc.) formando collages.
Es frecuente que dibujen lugares conocidos (la calle donde viven, el campo o club que frecuentan, el barco
en el que pasean, etc.) “encubren” la fantasmatica conflictiva; como por ejemplo un niño que dibujaba la 
cuadra siguiente a su casa, donde lo significativo era que, en medio de las casas y negocios, se destacaba 
un aserradero y carpintería que representaba la conflictiva en torno a la escena primaria.
Se observa el pasaje del dibujo de algún elemento de interés (un auto, o una novia), a la representación de 
una escena tipo foto (por ejemplo, una mujer pintándose o un arquero de fútbol atajando) y a escenas con 
acción en pocas secuencias (por ejemplo, un match de box), hasta a veces la realización de una historieta 
con argumento en numerosas secuencias gráficas, con parlamentos incluidos.
Un dibujo típico de esta organización del aparato psíquico es aquel en donde la hoja está dividida y una 
situación o escena se desarrolla y otra abajo, mundo aéreo, visible y mundo subterráneo, submarino, 
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ALDERETE ALEXIS
oculto, espacializando en la hoja la diferencia entre lo manifiesto-consciente y lo latente-inconsciente. 
También expresan todas las dimensiones del espacio: arriba, abajo, izquierda, derecha y diagonal.
La línea demarcatoria persiste, pero la parte inferior (lo inconscientizado) está vacía, porque, 
desencadenado por un episodio externo (ciclón), se produce una irrupción desorganizante en lo consciente 
La frecuente y llamativa aparición de un barco hundido, o un barco hundiéndose, a veces otros objetos en 
el fondo, que representan el “irse a pique” o “hundimiento” del complejo de Edipo, así como lo 
“olvidado” por la amnesia infantil. Cómo el mismo objeto varía de una niña a un varón, en las 
características del mástil, la presencia del asta (glande), de diferentes tamaños (como los testículos) en el 
varón, así como de contexto general del dibujo.
Es más frecuente en las niñas la gráfica de espacios cerrados, en los varones espacios abiertos y acciones; 
así como en cuanto a los elementos secundarios (adornos, complementos, etc.), que en los dibujos de niñas
son en general más organizados, coloridos, con detalles y aditamentos secundarios y en los de los varones 
más centrados en el hecho, la acción que representan, con escasos o nulos aditamentos, aunque detallistas 
en el objeto principal.
Actividad motriz y juego
El juego tiende a perder la clara simbología de la conflictiva inconsciente previa a la latencia. 
El clásico juego de roles revela la organización psíquica más compleja alcanzada.
Se incluyen las letras, lo números y las novedades aprendidas en la escuela como juguetes que utiliza en 
sus ratos de ocio, ejercitando sus adquisiciones, aunque es frecuente su utilización con fines defensivos 
para evitar el despliegue de la fantasía vivenciada como una amenaza de descontrol.
Tanto la actividad motriz como el juego varían entre la latencia temprana y la tardía. Al comienzo, se nota 
que el movimiento es expresión de alegría gozosa y placentera. Predomina la actividad motriz gruesa, 
particularmente la de las piernas, como correr, patear la pelota, patinar, saltar y trepar, donde gravita más 
la fortaleza que la habilidad; ejercitándose de una manera rítmica y normativa que revela el avance del 
control yoico en la descarga. El realizar equilibrios y balancearse, pareciera escenificar en el espacio, 
mediante lo corporal, ese riesgoso y precario equilibrio intrapsíquico que el niño se empeña en dominar y 
estabilizar
Desde los ocho años en más, combina lo armónico con lo plástico, el desplazamiento y el ingenio (por 
ejemplo, gambetear en el fútbol o eludir en el básquetbol); predominando la habilidad más que la 
fortaleza, y la secuencia para la obtención de un logro sobre la repetitividad.
Idealizan y toman como modelo a los adultos “de acción”, tales como figuras destacas del deporte, adultos
que realizan tareas de riesgo, e incluso personajes violentos.
El típico juego de “las escondidas”, escenifica el funcionamiento psíquico propio de la latencia. Losjugadores están encubiertos, disimulados, escondidos, acechando el momento para emerger, o sea latentes.
Uno de ellos busca descubrirlos y evitar, en una función homóloga a la del Superyó, que el resto, retoños 
pulsionales, alcance su meta, mientras que los otros buscan caminos alternativos y ardides, esperando el 
relajamiento (distracción) o distanciamiento el que vigila (censura) para escapar y “liberarse”.
En la medida en que se asienta la utilización de la sublimación, se incrementan la capacidad simbólica, las 
mediaciones preconscientes y se logra posponer la acción, el juego se complejiza y mediatiza, se proponen
estrategias, se combinan habilidades con el azar, se colabora con otros para un fin común. El “quedarse 
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ALDERETE ALEXIS
quieto le permite realizar juegos de salón y, cuando logra (7 u 8 años) la descentración (Piaget), las reglas 
y normas adquieren real importancia y se desarrolla un sentido de la justicia y la equidad diferente.
Se puede pensar el juego no sólo como equivalente masturbatorio y descarga energética, sino como 
ligazones complejas y sutiles mediaciones y articulaciones en diversos niveles del aparato, con múltiples 
objetos y novedosas situaciones que posibilitan las actividades lúdicas, y su realización revierte sobre el 
Yo asentándolo, enriqueciéndolo, “como una relación nutricia que procura al yo el sentimiento de una 
mayor plenitud”
Se produce un movimiento desde el uso de los juguetes (para el despliegue de la fantasía) hacia la práctica
de juegos, actividades regladas y compartidas, que escenifican el camino exogámico, las alternativas 
frente a la vida, en la sociedad (azar, cooperación, competencia, etc.) en anudamiento con la problemática 
singular del sujeto (traumas, fijaciones, resolución edípica, complejo fraterno, etc.). El trabajo de la 
latencia actuó proponiendo un uso del cuerpo en el que se eludiera el componente erótico manifiesto en su
manipulación o en el contacto con otros cuerpos.
Preferencias para cada sexo
Las niñas tienden a utilizar la bicicleta de una forma en que lo placentero está ligado a lo armónico, 
cadencioso y al desplazamiento, mientras que en los varones está más centrada en la velocidad, habilidad 
y el arrojo. El varón tiende (no es taxativo) a una utilización del músculo más ligado con el vigor, la 
fortaleza y la resistencia, mientras que la niña tiende a una utilización de su cuerpo en bloque, más ligado 
a la coordinación, al ritmo y a lo estético del movimiento. Al varón no le interesa tanto la forma, el modo 
o el atuendo, como efectividad, los récords, la descarga de fuerza y la competitividad, lo que parece estar 
regido por diferencias en la manera de conceptualizar y utilizar placenteramente el cuerpo para 
cada sexo, como así también en el uso del espacio.
En los varones, el usar la pelota para dirigirse a ubicarla en una cesta, arco o meta, sorteando las 
dificultades que le plantea el adversario, es un juego frecuente que persiste desde la remota antigüedad, 
siendo evidentes los contenidos genitales subyacentes, así como la importancia de la competitividad y el 
triunfo sobre el rival, al punto que el juego carece de sentido y placer si no se tiene a quién vencer.
En las niñas, el juego con el elástico o saltar la soga aparece sin connotaciones significativas, más allá de 
lo motriz, para el observador. Pero en el segundo, si imaginamos la sucesión de posiciones de la soga al 
desplazarse, veremos que desarrolla una cavidad virtual en la cual queda incluida la niña, así como una 
ocasional compañera que entra y sale de ella (generalmente al ritmo de cánticos-palabras). Algo similar 
ocurre con el juego del elástico, ya que éste, al desplazarse de las posiciones inferiores (tobillos) de las que
lo sostienen, hasta las más altas (caderas), también describe una cavidad virtual de la que entra y sale la 
participante cumpliendo con los rituales establecidos (sea de forma; verbalización, velocidad o una 
combinación). Es una representación especializada de la vagina y el útero, así como de su funcionalidad, 
como pude inferir en la clínica, al igual que otros colegas.
En relación con el coito; por ejemplo, la tendencia de varones hacia la carpintería, donde predomina el 
interés por descargar en el serruchar y clavar, dos acciones que en el lenguaje común utilizan los mayores 
para aludir al coito. De manera similar, el jugar de las niñas al cocinar y servir la comida, actividades 
ligadas al “misterioso” interior femenino y a la gestación, recordemos que los adultos se refieren a veces al
genital femenino como “la cocina” o la “cacerola” y al embarazo como “se le llenó de humo la cocina”.
Entonces, de manera simbólica y desplazada, “explora y prueba” sus genitales, mediante un juego 
manifiestamente ingenuo que le permite eludir las prohibiciones superyoicas y el control de los adultos. 
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En los varones se observan actividades que están más ligadas con la penetración, la fuerza, la
competitividad y el mayor desplazamiento en el espacio, mientras que en las niñas lo están con la
receptividad, o rítmico-armónico y los espacios más reducidos o cerrados. 
Estas diferencias en las configuraciones lúdicas y de movimiento más frecuentes para cada sexo parecen 
representar la funcionalidad de los genitales y corresponder con una elaboración y ejercitación 
preparatoria del rol sexual a desempeñar, como una activa tarea de diferenciación sexual encubierta.
Se infiere que, al no promover la prosecución del acto, el niño debe buscar una canalización de la descarga
en forma sublimada y el medio privilegiado son las actividades motrices y juegos de los que hablara 
anteriormente, con sensaciones placenteras y claro simbolismo sexual. 
Pero que en el latente también se manifiesta un aspecto progresivo, que promueve la diferenciación 
sexual, su exploración desplazada en el juego y la encubierta preparación para el futuro rol genital.
A partir de la difusión de las computadoras y de los juegos electrónicos, la invasión en el mundo “real” de 
lo “virtual” ha producido cambios en los hábitos de la gente, en especial de niños y jóvenes.
Ventajas.
 La incentivación de respuestas rápidas a determinados estímulos y/o resolución de situaciones.
 La estimulación perceptual y de ejecución motriz fina.
 La captación de diferencias, alternativas, posibilidades y límites.
 El incentivo para la decisión apropiada.
 La posibilidad de jugar solo o con compañeros en red.
 Habría que agregar la considerable posibilidad de buscar y tomar conocimiento de infinidad de 
temas históricos, científicos, artísticos, etc., que ofrece Internet.
Desventajas.
 Limitaciones en el contacto personal y afectivo con otros.
 Dificultades en la discriminación entre lo “virtual” y lo “real externo”.
 Incremento de la omnipotencia.
 Baja tolerancia a la frustración.
 Exceso de competitividad con déficit de cooperaividad.
 Exageración de lo individual en desmedro de los grupos/social.
 Dificultades en la aceptación y complimiento de las normas y reglas institucionales-sociales.
 Problemática ética y de valores entre los juegos virtuales y la actividad cotidiana.
 Limitación de lo corporal y afectivo con exageración de lo ideativo.
Riesgos por incremento de las desventajas.
 Aislamiento 
 Desafectivización
 Desajuste conductual, relacional, ético-normativo con el mundo social fuera de la PC.
 Disarmonía cuerpo, deseo, afecto, pensamiento, acción.
 Adicción.
Desarrollo intelectual y del pensamiento
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La actividad de pensamiento en sus orígenes se vincula, para S. Freud, con la pulsión de saber, que 
promueve el investigar y luego intenta explicar lo observado y fantaseado, como las teorías sexuales 
infantiles. S. Freud (1905 a) postula “la pulsión de saber no puede computarse entre los componentes 
pulsionales elementales ni subordinarse de manera exclusiva a la sexualidad. Agrega: “su acción 
corresponde, por una parte, a una manera sublimada del apoderamiento, y, por laotra, trabaja con la 
energía de la pulsión de ver”
Se produce una modificación de lo escoptofílico por el apoderamiento (aprehender, captar) que conduce a 
los epistemofílico. El placer derivado del ver, unido a la representación del objeto, produce un efecto de 
apoderamiento y dominación. Surge la posibilidad de “manipular” representaciones, en lugar de la 
manipulación del objeto y, posteriormente, la búsqueda de ideas que implican relaciones causales y 
explicativas entre las representaciones, que da cuenta y organizan los hechos de su realidad (tanto externa 
como interna).
Esta actividad se inicia tempranamente en torno al enigma “¿De dónde vienen los niños?” y al 
procesamiento subjetivo de los fantasmas originarios. Como consecuencia de la representación secundaria,
se instala una separación entre lo reprimido y el pensamiento que se diferencia, complejiza y acrecienta.
Se instalan dos órdenes de causalidades cuya alianza es la que asegura la movilidad, la posibilidad de la 
búsqueda de verdad y de eventualmente modificar las causas y sus efectos. Este doble principio de 
causalidad es:
1) Causalidad del deseo: Subjetivo, orden causal que funda y organiza las posiciones defensivas a 
las que el sujeto recurrirá. Es la causalidad que el sujeto privilegia en la puesta en sentido de su 
vivenciar afectivo, de su realidad psíquica, en su búsqueda deseante.
2) Causalidad conforme a un orden causal y temporal: Compartido por el conjunto cultural al que 
pertenece el sujeto y que éste privilegiará en su puesta en sentido de la realidad externa, en su 
búsqueda de conocimiento.
En los inicios de la latencia, paulatinamente, el niño experimenta esa prima de placer en la actividad 
intelectual a través de la descarga mediatizada y la ligazón de energía representacional. Se produce un 
alivio en el balance económico y, en el nivel narcisístico, por el placer experimentado en la actividad 
sublimatoria lograda.
S. Freud delinea al pensamiento como freno de la acción y su descarga, así como ensayo de acción en el 
psiquismo, intermediación del pensamiento en la selección de la respuesta que utiliza pequeñas cantidades
descarga y que fue “dotado de propiedades que posibilitaron al aparato anímico soportar la tensión de 
estímulo elevada durante el aplazamiento de la descarga”.
A. Green (1190) dice al respecto: “Sólo la ausencia del objeto puede servir de estímulo a la imaginación y 
al pensamiento; con otras palabras: a la creatividad y a la vitalidad psíquicas. Acuden a mi memoria en 
este punto los conceptos de la capacidad de estar solo en presencia de la madre de Winnicott y de la 
capacidad negativa de Bion”
El antiguo interés por el cuerpo y su funcionamiento se desplaza hacia los objetos y sus mecanismos de 
acción y/o el mundo, los fenómenos naturales y sus leyes. Caracterizan este período no sólo el cambio del 
objeto a conocer, sino también, por la operancia de los mecanismos obsesivos y la presión cultural (en 
especial a través de las instituciones educativas), una organización sistemática que promueve los 
rudimentos del accionar científico. Pasa de la acción y lo concreto a la utilización del pensamiento y el 
lenguaje como herramientas para investigar este objeto más abstracto.
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La anterior preocupación por las diferencias de sexo se modifican con la latencia; apoyada en el camino 
exogámico, se dirige hacia las diferencias en términos de habilidades y capacidades (tanto físicas como 
intelectuales), a las diferencias étnicas, sociales, grupales, nacionales, etcétera.
A comienzos de este período se instala el pensamiento operatorio concreto (Piaget) y se tiende a esta 
modalidad comparativa y actitud cuestionadora científica en búsqueda de explicaciones (que ejemplificara
anteriormente).
Ensueño diurno
También se observa la emergencia de la velada gratificación a través del ensueño diurno, o de los relatos 
de revistas, programas televisivos o libros de aventuras, en los que puede disfrutar de sus fantasías en 
forma desplazada y con la preeminencia temporaria del principio del placer, que lo transporta a “otro 
mundo”.
Vemos así surgir la novela familiar, particularmente estructurada desde lo edípico, derivada de las 
frustraciones de la vida infantil, es especial de las diversas ocasiones en que fue o se sintió relegado o 
excluido y de la comparación con otros padres y familias. Ella condensa deseos de represalia y venganza 
por el lugar que le toca en la vida familiar y los desengaños vivenciados. Hacia finales de la latencia 
adquirirá una tonalidad más claramente sexualizada.
Actúa como una fantasía que produce cierto alivio y secreto resarcimiento de las situaciones vividas como
injurias narcisistas, enriquece lo imaginativo, amplía lo secreto y funciona al estilo de una posta que 
permite cierta recuperación para continuar, que suele declinar promediando la adolescencia.
S. Freud (1909) toma la novela familiar como un tipo de sueño diurno, los cuales “sirven al cumplimiento 
de deseo, a la rectificación de la vida, y conocen dos metas principales: La Erótica y La Ambición” Es 
fácil reconocer por la calle al que va inmerso en su sueño diurno: ser sonríe de manera repentina, como 
ausente; conversa consigo mismo o apresura su andar hasta correr casi, con lo cual marca el punto 
culminante de la situación ensoñada”, donde no le otorga cualidad patológica.
Este último tipo de ensoñaciones, de clara expresión consciente, se instala durante la latencia, “inocuas” 
desde la perspectiva psicopatológica; a veces son recurrentes y perdura quizás toda la vida.
En el Sueño Diurno: Cumplimiento de deseo, satisfacción del impulso, se lo encara como equivalente 
masturbatorio, y desde esta perspectiva podemos a la vez plantearlo como defensa frente a la ejecución del
acto masturbatorio. Se remite en esta explicación a: 
1) La permanencia y continuidad de la pujanza pulsional.
2) La consecuente necesidad de un esfuerzo destinado a evitar el acto directo de descarga.
3) El hecho de que este esfuerzo puede encauzarse como sofocación, desalojo (igual a represión), en 
cuyo caso no se registra la ensoñación, que se torna inconsciente (potencialmente patógena), 
requiere la persistencia de contracatexia, camino que tiende al empobrecimiento energético y a la 
inhibición del niño.
4) Se posibilita entonces un cierto cumplimento que atiende lo señalado, sorteando el riesgo de vivir 
sin limitaciones y/o peligros como. Mediante un esfuerzo del aparato (trabajo) converge en la 
ensoñación que si bien originariamente ligada a la masturbación, es algo diferente. Decir que es 
equivalente masturbatorio tiende a clausurar, a excluir otros sentidos, efecto de saturación que a la 
vez conlleva un cierto matiz valorativo-moralizante que la descalifica, perdiéndose la noción de 
esfuerzo y trabajo psíquico que se pone en juego y de la nueva formación que implica un cambio 
cualitativo respecto de su origen y forma, que amplía y consolida el procesamiento psíquico y la 
tramitación pulsional por la vía de la sublimación.
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Implica encubrimiento, o sea que operan las censuras, por ende diferenciación de los sistemas 
Inconsciente / Preconsciente-Consciente, utilización de pequeñas cantidades de carga, ligazón de 
representaciones, limitación del desplazamiento, simbolización, etcétera.
La Ambición: No la desarrolla y tiende a subsumirla en la anterior, señalándola como encubrimiento de 
lo erótico. Cuando resalta en la ensoñación lo ambicioso, implica en general que el sujeto ocupa un lugar 
central, prominente, enaltecido a través de sus acciones salvadoras, eficientes, arriesgadas, abnegadas. Se 
muestra ante sí astuto, inteligente, hábil, fuerte aun en las debilidades o frente a sus limitaciones, que 
supera inhibiciones o franquea límites donde otros no se animan, aparece “grande” y “poderoso”. Esta 
colocación como personaje central, con tales características y atributos, resarcido de las injurias infligidas 
básicamente en su entorno familiar

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