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La relación entre la pobreza y la incidencia de enfermedades parasitarias

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La relación entre la pobreza y la incidencia de enfermedades parasitarias 
La relación entre la pobreza y la incidencia de enfermedades parasitarias es 
estrecha y compleja. La pobreza, entendida como la falta de acceso a recursos 
económicos, educativos y de atención médica, está intrínsecamente relacionada 
con un mayor riesgo de contraer enfermedades parasitarias. A continuación, se 
detallan algunas de las formas en que la pobreza contribuye a la incidencia de 
enfermedades parasitarias: 
Acceso limitado a agua potable y saneamiento: Las comunidades empobrecidas a 
menudo carecen de acceso adecuado a agua potable y saneamiento básico. La 
falta de agua limpia para beber y lavarse las manos, así como la ausencia de 
instalaciones sanitarias adecuadas, aumenta el riesgo de exposición a parásitos 
transmitidos por el agua y por contacto fecal-oral, como Giardia, Cryptosporidium y 
los helmintos intestinales. 
Hacinamiento y condiciones de vida precarias: Las personas que viven en la 
pobreza suelen residir en áreas urbanas densamente pobladas, asentamientos 
informales o zonas rurales con viviendas precarias y condiciones de higiene 
deficientes. Estas condiciones favorecen la transmisión de enfermedades 
parasitarias transmitidas por vectores, como la malaria, la enfermedad del sueño y 
la enfermedad de Chagas, así como la propagación de enfermedades intestinales 
parasitarias. 
Malnutrición y debilidad del sistema inmunológico: La pobreza está asociada con 
la desnutrición y la inseguridad alimentaria, que debilitan el sistema inmunológico 
y aumentan la susceptibilidad a las infecciones parasitarias. Los niños desnutridos 
tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades parasitarias intestinales, como 
la esquistosomiasis y la giardiasis, que pueden causar malabsorción de nutrientes 
y empeorar la malnutrición. 
Limitaciones en el acceso a la atención médica: Las personas empobrecidas a 
menudo enfrentan barreras significativas para acceder a servicios de atención 
médica de calidad, incluyendo la falta de acceso a profesionales de la salud 
capacitados, instalaciones de salud adecuadas y medicamentos esenciales. Esto 
puede dificultar el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno de las 
enfermedades parasitarias, lo que conduce a una mayor prevalencia y gravedad 
de las infecciones. 
Falta de educación sobre salud y prevención: La falta de acceso a la educación y 
la información sobre salud y prevención puede perpetuar la transmisión de 
enfermedades parasitarias en comunidades empobrecidas. La falta de 
conocimiento sobre prácticas de higiene adecuadas, saneamiento ambiental, uso 
de mosquiteros tratados con insecticida y tratamiento preventivo con 
medicamentos antiparasitarios contribuye a una mayor incidencia de 
enfermedades parasitarias. 
En resumen, la pobreza y las enfermedades parasitarias están estrechamente 
interconectadas en un ciclo de retroalimentación negativa. La pobreza aumenta el 
riesgo de contraer enfermedades parasitarias al crear condiciones propicias para 
la transmisión de parásitos y limitar el acceso a recursos y servicios de atención 
médica necesarios para prevenir y controlar estas enfermedades. A su vez, las 
enfermedades parasitarias pueden exacerbar la pobreza al causar discapacidad, 
pérdida de productividad y gastos catastróficos en salud que afectan a las 
personas y comunidades empobrecidas. Por lo tanto, abordar la pobreza es 
fundamental para reducir la incidencia y el impacto de las enfermedades 
parasitarias, al igual que mejorar el acceso a servicios de salud, agua potable, 
saneamiento básico y educación sobre salud en comunidades vulnerables.

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