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Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V EL ADICTO Y SU FAMILIA – Hugo Mayer - Winnicott habla de la tendencia antisocial. Dice que surge a los 6 meses, cuando el niño ya no depende de manera absoluta de la madre, así puede reconocer un cierto déficit de continencia e intercambio afectivo por parte de su entorno, una desposesión. - Pero es posible que al ir saliendo del vínculo de la dependencia extrema con la madre, el niño registre la habilidad y ambivalencia del vínculo parental, retomando una rectificación que calmará sus ansiedades persecutorias y confusionales. Eso es lo que busca el adicto, incluso en su vida adulta, un límite que le de un marco de estabilidad, un piso firme donde estar parado. Suplican un límite protector, una normatividad que contuviera. Como línea demarcatoria entre lo legal y lo prohibido, entre lo social y lo antisocial. - El que infringe la ley, convoca con desesperación al límite que en su oportunidad no le fue impuesto, y que habitualmente cae como sanción social fuertemente represiva. - Rasgos comunes en este tipo de patología: - Uno de los ejes de la incontinencia parental es la fallida función paterna. - Puede deberse esta falla a la falta de presencia física por muerte o abandono. Así la eficacia traumática que tenga este hecho va a depender de la edad que tenga el hijo, la calidad de la relación previa, posibles subrogados, pero sobre todo va a depender del lugar que ocupe el referente paterno en el objeto y discurso maternos. - Así cuanto más pequeño sea ese lugar, y más chico e inmaduro el niño, más narcisistas y ambivalentes son sus relaciones con los objetos. Por lo tanto, tiene menos capacidad para elaborar pérdidas. - En este contexto, la pérdida de la figura paterna suele ser, por lo general, atribuida por el sujeto a sus propios deseos, en virtud de su creencia mágica del pensamiento. - Así, suele ocurrir una identificación narcisista con el padre, y una vuelta contra si de la hostilidad a él destinada, lo cual refuerza su necesidad ICC de castigo. Esta modalidad melancólica puede llevar a delinquir para encontrar un castigo liberador. - El delito y la transgresión tienen que ver con una externalización de la agresión, poniendo a prueba la seguridad del entorno, y reclamando de él un límite seguro. Pero sea de una u otra manera, siempre hay un componente autodestructivo fuerte. - El autor da las siguientes categorías para la figura paterna en estos casos: 1) Relaciones narcisistas expulsivas: a) Alguno de los padres, o ambos, entablan con el hijo un vínculo ambivalente, con un fuerte componente de hostilidad. b) Alguno o ambos lo abandonan o lo ignoran afectivamente (se suele tratar de embarazos no deseados). c) Parejas que viven en una burbuja de amor narcisista, delegando responsabilidades parentales, o que pasan todo el tiempo sin prestar atención al hijo. 2) Relaciones narcisistas retentivas: 1 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V a) Ambos padres, o el más influyente, sobreprotege al hijo. Esta sobreprotección puede ser reactiva a una hostilidad ICC (se lo responsabiliza de la desgracia familiar, o de arruinarle el cuerpo a la madre). b) Lugares invertidos por los que el hijo suele dormir con la madre. c) El hijo es convocado como aliado por uno de los cónyuges para reforzar la exclusión del otro. 3) Padres severamente perturbados (espasmódicos, por neurosis, psicosis o borderline). a) En las fobias y obsesiones, prevalece el miedo al contacto físico y a la expresión de los afectos de contenido sexual agresivo. Mientras que en la histeria ocupa un lugar privilegiado la instrumentación del cuerpo y la erotización de la relación. En uno u otro caso, se puede ser retentivo o expulsivo, pero siempre prevalece una gran dificultad en poner límites amorosos apropiados. b) En las psicopatías (personalidades de acción), hay un modelo de deshonestidad y falta de compromiso afectivo. Mienten, niegan, transgreden normas. Son real o potencialmente violentos. c) En los fronterizos hay inestabilidad y falta de adecuación de sus respuestas a los requerimientos del hijo. Padecen de un déficit en la comunicación empática (si lloran, no saben por qué lo hacen). - Frente a estos hogares incontinentes, expulsivos, retentivos o espasmódicos, el niño, frustrado, suele retraerse en su intimidad. - Las drogas le permiten acariciar la ilusión de atravesar el espejo y fundirse con ese ideal maravilloso, representado por una imagen idealizada de si. - La ley es así desacreditada en la figura de los padres, que fracasan en su función interdictora, y como fuente y modelo de un amor objetal. Así aparece una invitación a la transgresión. - Pero más allá de la necesidad de transgredir, la droga representa el anhelo del encuentro con la droga-madre, que promete un goce ilimitado. - El sujeto sabe, a nivel ICC, que la ley que no se respeta en el nivel familiar en la figura del padre, reaparecerá reforzada a nivel social, en la figura del comisario o del juez, que le proveen límites a la actuación de sus impulsos. (Puede leerse también como una búsqueda de estos padres en lo real: Juez, policía, etc.). - Alianza madre-hijo y caída de la figura paterna - En los tóxico-dependientes, suele haber una alianza madre hijo, mientras que la figura del padre queda relativamente ausente. - Como contrapartida al desdibujamiento paterno (por ausencia, débil o excesivamente rígido), hay una madre sobreprotectora desmedidamente. Quiere decir, incapaz de poner límites, lo que es tan traumático como el abandono, por que no hay una ley que marque lo prohibido, no hay ninguna falta en lo material que haga que el chico aburrido tenga deseos. - Cuando el padre queda excluido y “ausentificado”, se cristaliza esta alianza madre-hijo, que tiene poco o nada en cuenta las prohibiciones de la legalidad cultural. 2 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V - Esta alianza es negativa en tanto es narcisista, perturbadora y pervertidora del grupo familiar. La madre le vuelca todo su amor al hijo, pretendiendo calmarlo y que no le falte nada. Cambia así la dirección de su deseo, y el niño queda en el lugar de hombre. Se completan mutuamente. Así, no le permite percibir su autonomía y singularidad. Se lo inhibe y sabotea. Fue más biológica que psíquicamente. - En la adolescencia: pares idealizados, cómplices y vínculos de trasgresión y comodidad. Así reemplaza: en lugar de ser él mismo el Ideal del yo materno, son sus compañeros devenidos en ese Ideal. Ella quedará como tercero excluido, frente a lo cual tendrá tres opciones: lo denuncia promoviendo una intervención, lo encubre, o niega lo que percibe (como suele hacer el padre). - La droga es para el chico algo parecido a lo que su madre fue para él, y a lo que él fue para ella: la concreción de un ideal con el que se entabla un vínculo de secreta complicidad, que procura un goce autoerótico, otorga una sensación de unidad y de omnipotencia, y se ofrece como refugio a las exigencias del mundo. - Se apela a la droga, entonces, para identificarse con una imagen omnipotente, que al menos por un rato permite negar la dependencia y proyectar afuera la desvalorización. - Los más expuestos son preadolescentes y adolescentes (de 10 a 20 años) que, aburridos, tristes e impotentes frente al desamparo o, lo que es casi lo mismo, a la intrusiva actitud sobreprotectora parental, se unen a grupos transgresores. Este grupo no solo les permite descansar los impulsos eróticos, de rivalidad y envidia que renacen en esta época de sus vidas, sino también sustraerse de las reprimendas, humillaciones y culpabilizaciones familiares y más todavía,pasar de un lugar de indefensos agredidos, al de temibles agresores. - No pueden utilizar el pensamiento para representar un problema y sus posibles soluciones. Nunca lo aprendieron. Tampoco a tolerar afectos dolorosos y compartirlos como una forma de descarga. Ni a pedir y recibir ayuda. - Por esto, ellos se transforman en “a-dictos”, que en latín significa “sin decir”. Es decir, los que no hablan de sus afectos ni de sus conflictos, son esclavos del silencio, y solo saben “actuarlos”, y no teniendo otros recursos deciden anularlos por medio de un acto que les parecerá mágico: el consumo de drogas. - Hasta hace poco, se pensaba que los adictos eran psicópatas. Sin embargo, en la actualidad hay un gran sector que padece esta enfermedad. Se presenta en las personalidades más diversas: histerias, fobias, obsesiones, borderline, etc. - Parece que las defensas tradicionales (represión, desplazamiento, negación) resultan en muchos casos insuficientes, y hay que reforzarlas con algo más fácil de conseguir y que borre la angustia de un plumazo. Pero acá nace otra enfermedad. - Entonces, tenemos 2 enfermedades: - Trastorno básico de la personalidad: que ya padecían - Drogadependencia: con la que ilusoriamente se pretendió eliminarlo. Resulta como un barniz encubridor de aquel. Va a tener una dinámica propia con ciertas defensas comunes al tipo de carácter (mitomanía, negación, proyección, identificación proyectiva, cuestionamiento hacia los otros, etc.). 3 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V - Se diferencia de la neurosis en que el neurótico se defiende del displacer que le produce en su yo, la emergencia de impulsos ICC, mientras que en las adicciones, los mecanismos defensivos se despliegan para amortiguar la angustia que acompaña a las actuaciones de los impulsos, que guiados por el principio del placer reniegan de la realidad y sus leyes. Así se diferencia de la psicosis también, en que en ella no necesitan de recursos químicos para apartarse de la realidad y crear una más acorde con sus anhelos. - Los adictos, como los perversos, despiertan en el neurótico (no adicto) sentimientos de que son degenerados o delincuentes, por que actúan lo que ellos reprimen. - Entonces, la drogodependencia no es una estructura, sino una conducta en tanto enfermedad, que podemos encontrar en neurosis, psicosis o perversión. - Decir “soy adicto” es una evasión a la pregunta por el ser, cubre y elude la cuestión, confirmando una supuesta identidad. - Obviamente que los adictos que mejor pronostico tienen son los que se posicionan neuróticamente respecto de la droga. La vivencian con egodistonía, aunque tengan un vínculo ambivalente con ella. - Para las primeras fases del proceso de recuperación, el psicoanálisis no es un buen método terapéutico. Tienen mejor eficacia las terapias ambulatorias de abordaje múltiple y la internación en una comunidad terapéutica. Esto es debido a que el sujeto no tiene, por ese entonces, conciencia de enfermedad, ni tolerancia a la espera y a la frustración, y por la precariedad simbólica del PRCC para reconocer situaciones conflictivas internas. Además hay una imperiosa necesidad de límites “concretos” para sustraerse de su compulsión autodestructiva y, por último, por carecer de todo compromiso con la verdad y la responsabilidad, imprescindibles para un psicoanálisis. - La droga ocupa, como el síntoma del neurótico, el lugar de un saber que él desconoce, y del que deberá apropiarse, mediante el tratamiento. Pero se diferencia del neurótico en que éste es quien sufre, mientras que en el caso del adicto, los que sufren son los de su entorno (quienes consultan). - Factores de riesgo (o perfil del familiar del adicto): - Hogar incontinente (abandono, extremas exigencias, etc.) - Alianza con el hijo y uno de los padres, con la exclusión del otro (invirtiendo lugares) - Pasaje abrupto de una actitud sobreprotectora a una desprotectora. - Distancia física o afectiva. - Inadecuada alternancia entre frustraciones y gratificaciones. - Comunicación insignificante y ocultamiento de cosas esenciales. - Establecimiento de situaciones de “doble vínculo”. - Duelos no elaborados (el del cuerpo infantil en la adolescencia). - Malos modelos (modelos de dependencia patológica). - El hijo único sobreprotegido y aislado de sus pares. - Rasgos patognomónicos de la flia. de los adictos: - Estilo adictivo familiar: remite al modo en que se encaran los conflictos en la flia de origen. Reaccionan ante las situaciones conflictivas desorganizándose y buscan restablecer el equilibrio apartándose del dolor. Se regresa a una modalidad oral canibalista: por la vía de la incorporación se 4 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V “posee” lo que se desea. No se cuestionan por la angustia, se aplaca comiendo algo rico, bebiendo algo fuerte, tomando tranquilizantes. - Mandato heroico: los padres creen ayudar al hijo empujándolo a que enfrente las dificultades con coraje más que con capacidad. La flia manda a ser un héroe para la salvación de todos, y si no lo es, es un fracaso en tanto cobarde. PSICOANÁLISIS Y NEUROCIENCIAS – Garino - Plasticidad sináptica significa que la experiencia puede inscribirse en la red neuronal. Es decir, un acontecimiento vivido deja una marca. Pero esta huella puede ser modificada, más allá del determinismo genético. - Se puede encontrar el punto de encuentro entre psicoanálisis y neurociencias. - Ya no se trata de una visión estática del sistema nervioso. Existen modificaciones plásticas que permiten librarnos del determinismo genético, haciendo de cada sujeto una singularidad única e irrepetible, más allá de la herencia que puede o no expresarse. - Los fenómenos de plasticidad demuestran que la red neuronal es flexible y abierta al cambio, influida y modificada por el acontecimiento o la experiencia. - Es válida la pregunta por el valor del psicofármaco y a que nivel estaría actuando, más allá de su conocido mecanismo de acción en el cerebro. - En forma sintética, se puede decir que la actividad neuronal puede modificar los circuitos neuronales mediante uno de los siguientes mecanismos: - Al variar la eficacia de la transmisión sináptica - Al favorecer el crecimiento de nuevas conexiones sinápticas. - Al modular las propiedades de excitabilidad de neuronas individuales. - El primer punto es lo que corresponde al concepto de plasticidad neuronal, y es lo que Freud menciona en el “Proyecto…” como “facilitación”: a través de ella introducirá el concepto de “memoria”: constituida por “facilitaciones existentes entre neuronas psi. - Freud, en la carta 52, dice que el material preexistente de huellas mnémicas, experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, en lo que sería una retranscripción. - Los psicólogos escuchamos sujetos (particulares, uno por uno), no neuronas. - Ahora bien, la experiencia deja huellas, pero…dónde las deja? - En la neurona, en los circuitos neuronales. - Escenario fantasmático. - Dice la autora que tal vez ambas respuestas sean verdaderas y validen las intervenciones desde la psicofarmacología o desde el psicoanálisis. UN CHICO GOLPEADO, UN CHICO GOLPEADOR – Nusbaum - La autora establece la necesidad de introducir una distinción entre el odio y la destrucción de sentido. - Es común en la bibliografía destacar el lugar que tiene el odio en la etiología de la psicosis y la perversión, enfatizando el papel destructivo y antivincular de este sentimiento. 5 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V - La autora se diferencia de esta línea y se refiere a la función vinculante que el odio puede tener, diferente de las circunstancias que suponen un “ataque al vínculo”.- Propone no achatarlo, siendo el odio un fenómeno mucho más complejo. - Entre las diferentes generaciones, hay una cadena de significados que circula como transmisión y repetición. Esto es determinante del modo en que se constituye cada individualidad dentro de la trama familiar. Pero a la vez, cada individuo modelará de acuerdo a sus propias circunstancias el paquete identificatorio con que se encuentra. - La autora dice que es importante conservar una diferencia entre el odio, que mantiene una matriz vincular, y el aniquilamiento de la posibilidad de pensar, que da como resultado la destrucción de la realidad interna, sería la catástrofe psicótica. Es decir, no siempre el odio deviene impensable o irrepresentable. - El odio no es un mero fin pulsional, involucra al yo, es decir, se odia desde una identificación. - La autora también diferencia entre no-deseo y odio. El no-deseo es deseo de muerte, deseo de no deseo, y la consecuencia es la desinvestidura del vínculo; el odio es representante pulsional libidinal, pudiéndose conservar el vínculo. - Con el odio, la emocionalidad impregna el vínculo y se dan las condiciones para transformar lo impensable en algo pensable. - Cuando un padre odia a un hijo, se está frente a un material que muestra la importancia del hijo en la economía libidinal de los padres. Se podría pensar que el hijo encarna una imagen de ellos mismos. Por ejemplo, en el caso que da la autora, Pedro, cuando odia a Ignacio, odia a un fantasma que lo representa (así “presentifica” un conflicto pulsional que viene de varias generaciones). Pero en este odio parece haber una clave de la supervivencia del yo. - No se odia gratuitamente, siempre el odio se sustenta en una razón. El odio implica un deseo, a diferencia del no investimiento, que tiene como consecuencia el no acceso a lo humano. LAS DROGAS Y LA CRISIS MODERNA – Hugo Mayer - Medios científicos, actualidad de la sociedad ……. caída de la función paterna, desdibujamiento. - Padre instala la ley, en que señala la fractura entre lo permitido y lo prohibido. Promotor de límites que ordenan protegen y esclarecen. - Desde el latín “pater”, remite a la categoría de la ley y a los orígenes. - Freud habló de las funciones del padre. En una época remota en la que el poder estuvo concentrado en un padre egoísta, autoritario y despiadado que poseía a las mujeres del grupo y esclavizaba a sus hijos. Un día éstos se habían reunido, dándole muerte y devorándolo con la ilusión de incorporar su fuerza y gozar de sus posesiones. - Ingreso a la cultura con la desaparición de un padre narcisista, arbitrario y temible que deja en su lugar un nombre. - Nombre del Padre: más poderoso que el padre mismo. Es una instancia que además de identificar, protege, motiva, ama enseña, y señala un lugar de pertenencia siempre que se respeten las leyes que representa. - La droga viene a ocupar el lugar de los padres faltantes, de la madre en su función sostenedora, que al menos momentáneamente le otorga la sensación 6 Diagnóstico y Tratamiento de Niños y Adolescentes Módulo V de dejar de caer en un abismal vacío, y del padre como organizador cultural de una cultura que concede un lugar de identificación, de pertenencia y de confrontación. - Puede decirse que los jóvenes adictos pecan de idolatría. Adoran un “falso dios” que viene a recuperar el lugar del padre en su ausencia. - Desarrolla una dependencia afectiva como la que tuvo antes con la madre. 7
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