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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO INSTITUTO DE CIENCIAS BASICAS E INGENIERIAS AREA ACADEMICA DE BIOLOGIA LICENCIATURA EN BIOLOGIA ANÁLISIS DE LOS ESTUDIOS SOBRE PLANTAS ÚTILES EN MÉXICO ENTRE 1870 y 1914 T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE L I C E N C I A D O E N B I O L O G Í A P R E S E N T A : JOSÉ OCTAVIO HERNÁNDEZ DELGADO DIRECTOR: DRA. MARIA DEL CONSUELO CUEVAS CARDONA PACHUCA DE SOTO, HIDALGO 2007 La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia. Charles Robert Darwin (1809-1882) Científico británico. A todos los que estuvieron ahí… A todos los que no… A todos los que me formaron … y a los que me deformaron. Para ellos esto, para ellos yo. A mi madre. A quien le debo todo. A Frida. Quien me ha enseñado que la edad no se lleva en los años ni en las credenciales, se lleva en la manera de enfrentar a esta enorme maquina de injusticias; así, desde abajo. Agradecimientos Agradezco a la Doctora Consuelo Cuevas, Directora de este trabajo, por la enseñanza que me brindo a lo largo de estos años, por mostrarme el sendero hacia el conocimiento de nuestra historia, que aunque parcialmente conocida no deja de ser interesante y motiva a la reflexión. A los miembros del jurado, ya que gracias a ellos este trabajo esta aun más completo y correcto. A todos los que directa o indirectamente participaron en la realización de este estudio. A la Universidad autónoma del Estado de Hidalgo por albergarme desde la preparatoria y por haberme alimentado con conocimiento e ideales. Al lema de esta institución que mucho tiene que ver con este trabajo, el cual fue instaurado como ley en nuestro país desde la época de Benito Juárez y que aun prevalece en muchos de nosotros aunque nos neguemos a reconocerlo. A los compañeros del puño izquierdo, gracias por la empatía en contra del sistema, por estar ahí y levantar la voz cuando nadie más se atrevía a gritar junto conmigo. A todos infinitas gracias. ÍNDICE Resumen …………………………..………………………..……..……………1 Introducción 1. El Contexto de los Estudios Planta-Hombre…………………..………………3 2. Antecedentes………………………...……………………..……..….…………..7 3. Objetivos………..……………………………………………..……...……….....10 4. Método……....…………………………………………………..……...………..11 Capitulo 1. La Sociedad; sus Corrientes y sus Prejuicios 5. La Situación Histórica de México…………………………………….……....14 6. La Nueva Filosofía……………………………………………………..……....15 7. Los Logros del Positivismo.…………………………………..……………….17 8. Los Estudios de Carácter Positivista….……………………..………............18 9. La Justificación del Progreso………………………………..………………...21 10. La Escuela Nacional Preparatoria…………………………..………………...23 Capitulo 2. Estudios sobre el Uso de las Plantas en el Museo Nacional 11. El interés hacia las Culturas Precolombinas…………….…………………..29 12. La Organización del Museo Nacional………………….……………………..32 13. La Naturaleza…………………... ……………………….……………………..36 14. Los Anales del Museo Nacional………………………...…………………….49 Capitulo 3. El Estudio de las Plantas Útiles en la Biomedicina 15. La Academia Nacional de Medicina…………………..…………..…............70 16. El Instituto Medico Nacional………………………….……………..…………76 Discusión...……………………………………………………..…………………..85 Conclusiones..................................................................................................88 Anexo 1………………………………………………………………………………89 Anexo 2………………………………………………………………………………90 Siglas y referencias……………………………………….…….………...……..109 1 Resumen Se hizo el análisis de los estudios científicos que se realizaron en México sobre plantas útiles en el periodo comprendido entre 1870 y 1914. 1870 porque fue el año en que empezó a aparecer la primer revista mexicana dedicada a los estudios de historia natural: La Naturaleza; 1914 debido a que ese año desapareció una de las instituciones de investigación estudiadas: el Instituto Médico Nacional. Las otras agrupaciones revisadas fueron el Museo Nacional, la Sociedad Mexicana de Historia Natural y la Academia Nacional de Medicina. El trabajo fue guiado por el método de la Historia Social de la Ciencia, de manera que, además de tomar en cuenta la generación de conocimientos, se analizaron aspectos sociales de la época. Así, se revisó y analizó la influencia que tuvo en los naturalistas de estas instituciones la corriente filosófica del positivismo y la manera en que influyó en ellos para abordar una disciplina que requiere conocer el modo en que la población utiliza a las plantas. Se encontró que en ese periodo hubo un fuerte interés por el estudio de las plantas medicinales, sin embargo, la filosofía reinante impidió que los investigadores se acercaran más a la comprensión de las comunidades indígenas y campesinas que las utilizaban. Las plantas fueron llevadas a los laboratorios, pero el contexto cultural de su uso fue ignorado. 2 Introducción “Tal vez un hombre puede pescar con el gusano que se comio a un rey, y comerse luego el pez se alimento de aquel gusano” William Shakespeare, Hamblet, acto IV escena II 3 1. El contexto de los estudios planta hombre Un rasgo del pensamiento humano es la generación de ideas para entender la naturaleza. En este proceso general se establece una relación entre el hombre y su objeto de estudio, al que se acerca con medios y objetivos diferentes, lo que lleva a distintas formas de conocimiento. Una de éstas es la relación entre el hombre y las plantas, relación que se estableció muy pronto en la historia de la humanidad, dado que éstas son fuente de numerosos satisfactores: alimenticios, medicinales, rituales, de vestido y construcción.1 Las culturas que predominaron en América y particularmente en México no fueron la excepción con respecto a la cosmovisión arriba mencionada. En efecto, nadie ignora que dos ciencias de la observación, la Historia Natural y la Astronomía, eran cultivadas por los indígenas con gran esmero, habiendo hecho tales progresos en ambas “que cuantos autores se han ocupado del asunto, les prodigan elogios, muy merecidos”2 Una rama de la Historia Natural que fue considerada de suma importancia entre los pueblos precolombinos fue el conocimiento acerca de las plantas, no sólo en cuanto a sus propiedades, sino también en cuanto a su ordenamiento y clasificación. Se sabe que algunas culturas mesoamericanas habían logrado un sistema de clasificación en la que en una palabra podían incluir características propias de la planta, tales como su utilidad; el lugar donde se podía 1 Luna- Morales, 2002, pp. 120,121. 2 del Paso y Troncoso, 1886, pp. 137-139. 4 encontrar; la forma de las hojas, de las flores o de los frutos; o la parte del cuerpo que sanaban. Cuando esto empezó a ser estudiado y comprendido por los colonizadores, causó gran asombro, ya que se dieron cuenta de que la nomenclatura utilizada hablaba de un extenso conocimiento de las plantas y sus cualidades. Este conocimiento se había construido colectivamente a través de generaciones en estrecho contacto con la naturaleza, e incluía sistemas de clasificación, observaciones empíricas del ambiente local y un sistema de manejo de los recursos.3 Tras la conquista de México, algunos frailes y cronistas trataron de rescatar este conocimiento indígena, plasmando en sus escritos el uso que se daba a las plantas, así como las tradiciones y las costumbres que rodeaban este uso. Uno de los personajes que fue enviado por la corona española expresamente para recopilar el conocimiento botánico indígena fue Francisco Hernández, el médico del rey Felipe II. Hernández estudió numerosas plantas y sus indagaciones fueron la base de muchos estudios posteriores,como se verá en este trabajo. Él abordó las características morfológicas de los vegetales, con la finalidad de que pudieran ser identificados posteriormente; el lugar donde habían sido recolectados, a veces mencionando solamente el nombre de la localidad; el uso que se les daba tomando en cuenta la parte utilizada y en ocasiones la manera en que debía ser suministrado, ya sea con fines curativos o para algún otro fin, por ejemplo, su uso en rituales religiosos o en la elaboración de algún material.4 3 Luna- Morales, 2002, p. 122. 4 Sánchez, 1877, pp. 1-2 5 En siglos posteriores, los naturalistas que intentaron indagar en el uso terapéutico de las plantas, tuvieron con frecuencia como punto de referencia los estudios de Hernández. Uno de los principales fines de los naturalistas del siglo XIX, en los que se centra el presente estudio, fue tratar de rescatar el conocimiento de sus antepasados, además de realizar estudios sobre la gran riqueza botánica del territorio. Así, cuando abordaron el estudio de las plantas, además de hacer el análisis químico o la descripción taxonómica, se refirieron a los estudios que sobre éstas había hecho Hernández. Pero, al hacerlo, manifestaban también el orgullo por el conocimiento que habían tenido las culturas prehispánicas. Es decir, los estudios de Hernández eran importantes en sí, pero también lo eran porque mostraban la riqueza cultural del pasado precolombino. En 1896 John Harsbherger acuñó el término “etnobotánica” para referirse a la fusión entre dos ciencias, la etnología y la botánica, y saber el uso que le daban a las plantas las personas “aborígenes” o “primitivas”.5 Dado que México tiene una enorme diversidad cultural y vegetal, en el que el conocimiento de los grupos étnicos acerca de las plantas es profundo, surgen las preguntas: ¿desde cuándo empezaron los estudios acerca de este conocimiento tradicional en nuestro país? ¿Se generaron, en realidad, estudios etnobotánicos hasta finales del siglo XIX, una vez que Harsbherger acuñó el término? Como ya se dijo, en el siglo XVI hubo cronistas que trataron de rescatar el saber indígena, como Fray Bernardino de Sahagún -quien a juicio del historiador Miguel 5 Harshberger, 1895 6 León Portilla fue pionero de la antropología-,6 que mencionó numerosos tipos de plantas en sus escritos, pero ¿qué pasó en los siglos posteriores?, concretamente, ¿qué ocurrió en el siglo XIX? De acuerdo con estudios recientes, desde mediados de este siglo hubo instituciones en las que se realizó investigación científica profesional; concretamente, en 1868 se empezaron a nombrar profesores de historia natural en el Museo Nacional.7 Esta institución estuvo estrechamente ligada a la Sociedad Mexicana de Historia Natural y en ambas agrupaciones hubo científicos que se interesaron profundamente en el estudio de las plantas medicinales. Uno de ellos, Alfonso Herrera, logró que se iniciaran los trabajos que llevarían a la formación de una institución dedicada expresamente al estudio de las plantas útiles, ¿qué trabajos se hicieron en él? Aunque algunos investigadores han estudiado a las instituciones científicas del siglo XIX, como Enrique Beltrán, Francisco Fernández del Castillo, Efrén del Pozo, Luz Fernanda Azuela o Consuelo Cuevas Cardona, ninguno de ellos ha centrado su interés en analizar cuál fue el enfoque con el que los científicos emprendieron el estudio de las plantas útiles. 6 León Portilla, 1999. 7 Saldaña y Cuevas Cardona, 1999, pp.309-332. 7 2. Antecedentes Barrau y Ford, en 1971 y 1978, respectivamente, afirmaron que desde 1890 a los antropólogos les empezó a llamar la atención el uso que distintos grupos étnicos daban a las plantas.8 Algunos autores catalogan estos trabajos en dos principales corrientes: la etnobotánica y la botánica utilitaria o económica. La última se distingue de la primera por su despreocupación hacia el fenómeno cultural.9 En su artículo “Las raíces de la etnobotánica mexicana”, Arturo Gómez Pompa hizo un recorrido por la historia de la etnobotánica en México. Sin embargo, fijó su atención en los estudios realizados en el siglo XVI; sobre el siglo XIX mencionó sólo al Instituto Médico Nacional, al que abordó en trece líneas, y de ahí pasó al siglo XX.10 Luna- Morales, quien también ha abordado este tipo de estudios, lo hizo de una manera integral, incluyendo las diversas formas de ver estos estudios, mencionando que hay bastantes trabajos que dan muestra del conocimiento tradicional que en México se ha tenido desde hace varios siglos y cita a diversos autores que sostienen estas teorías y que se han dado a la tarea de identificar en los diferentes códices el uso que se les daba las plantas, entre ellos menciona a Francisco del Paso y Troncoso, una de las piezas fundamentales del Museo Nacional.11 8 Hilgert, 1998. 9 Barrera, 1983 citado en Hilgert, 1998. 10 Gómez Pompa, 1993, pp.26-37. 11 Luna- Morales, 2002, p. 129 8 Por su parte, Martínez- Alfaro, en su trabajo denominado “El estado actual de las investigaciones etnobotánicas en México”, aparte de mostrar un contexto general del interés de los investigadores con respecto a las plantas y el hombre, menciona que hay muy pocos trabajos acerca de etnobotánica histórica y que hay un gran interés por seguir desentrañando este conocimiento, ya que esto daría una nueva dimensión a la botánica mexicana.12 Poco antes de la primera mitad del siglo XX surgieron algunos análisis de personas interesadas en etnobotánica histórica. Algunos de ellos publicaron sus trabajos en la Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, tal es el caso de H. W. Rickett, a quien cita Enrique Beltrán, el cual trató de las valiosas aportaciones que se realizaron al fomentar las expediciones en el siglo XVIII, entre éstas las de Sessé y Lacastra, además de la de Hernández.13 Otro personaje que se interesó por buscar información acerca de los trabajos referentes al conocimiento tradicional fue Faustino Miranda, quien se refirió a del Paso y Troncoso como uno de los investigadores que pusieron sus ojos en los trabajos de Hernández. Miranda también citó los trabajos botánicos de varios de los investigadores del Museo Nacional y de la Sociedad Mexicana de Historia Natural.14 Manuel Maldonado Koerdel también se atrevió a indagar en los estudios de la botánica del siglo anterior, citando a del Paso y Troncoso, Melchor Ocampo y otros autores 12 Martínez- Alfaro, 1994, pp. 74. 13 Beltrán, 1948. 14 Miranda, 1961. 9 contemporáneos que vieron en materia del uso de las plantas una fuente inagotable de conocimiento.15 El trabajo que aquí se presenta tiene la originalidad de abordar la historia de la ciencia desde una perspectiva institucional, ya no individual, como ocurrió en los trabajos mencionados. 15 Maldonado- Koerdel, 1943. 10 3. Objetivos Objetivo general Analizar los estudios que sobre las plantas útiles realizaron los naturalistas del siglo XIX y principios del XX en diferentes centros de investigación y cuál fue el enfoque de los científicos debido a la corriente filosófica que imperó en dicha época. Objetivos específicos 1. Conocer las distintas perspectivas de los naturalistas. 2. Revisar los artículos que sobre plantas útiles se publicaron en las revistas del Museo Nacional, la Sociedad Mexicana de Historia Natural, la Academia Nacional de Medicina y el Instituto Médico Nacional. 3. Analizar la corriente filosófica que guiaba el quehacer científico. 4. Entender cómo afectó la perspectiva de los naturalistasen torno al estudio del uso de las plantas. 5. Realizar un análisis crítico sobre los aspectos arriba mencionados. 11 4. Método El presente estudio se ha emprendido desde la perspectiva de la Historia Social de las Ciencias, la cual intenta tener una visión general de las condiciones en que sucedieron los hechos, tomando en cuenta las corrientes sociales, filosóficas y políticas en las que se integra el desarrollo científico. El estudio se enfocó en la revisión de las publicaciones del Museo Nacional, la Sociedad Mexicana de Historia Natural, la Academia Nacional de Medicina y el Instituto Médico Nacional, que fueron las instituciones en las que se hicieron estudios de la relación planta-hombre a partir de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Para iniciar el trabajo fue necesario hacer una investigación acerca de quiénes se interesaron en las plantas medicinales y, en general, útiles. Se encontró que hubo un gran interés hacia este aspecto desde la creación del Museo Nacional, la primera institución científica de México. Con base en esto se analizaron en su totalidad los artículos en cuyo título aparecían palabras y frases clave como son: plantas, botánica, medicinal, ritual, uso de plantas, plantas útiles, drogas indígenas y en los que aparecían los nombres de plantas, descartando los que se referían a taxonomía y clasificación. El estudiar al Museo Nacional nos llevó a las otras instituciones, esto debido a que los profesores podían pertenecer también a esas otras o se vinculaban a éstas por su trabajo, lo que permitió dar un seguimiento al tema que se aborda en este trabajo. 12 Las publicaciones revisadas se encuentran en las bibliotecas y hemerotecas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), incluido el Antiguo Colegio de Medicina. Las revistas La Naturaleza y Gaceta Médica de México se encuentran en rollos de microfilm en el archivo de Historia de la Biología, del Centro de Investigaciones Biológicas de la UAEH. 13 Capítulo I La Sociedad; sus Corrientes y sus Prejuicios ¡Triste época la nuestra! Es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio Albert Einstein (1879-1955) Científico estadounidense de origen alemán 14 5. La Situación Histórica de México A mediados del siglo XIX, México luchaba por continuar con su vida independiente. Benito Juárez retomó la presidencia de México cuando en el cerro de Las Campanas, en el Estado de Querétaro, fue ejecutado el emperador Maximiliano de Habsburgo, el 19 de junio de 186716. Con esta hazaña se ponía fin a la lucha armada que México había sostenido desde 1810 para lograr una real independencia de cualquier metrópoli. El triunfo ahora pertenecía al partido liberal; éste era ahora el dueño de la República, sin embargo, a través de medio siglo de luchas, el haber obtenido el poder significaba adquirir un país destrozado, mismo que debía ser restaurado. Además, había que obtener el respeto del pueblo, ya que las luchas fueron confrontaciones entre dos grupos principales, los liberales y los conservadores, lo que es igual a dos polos opuestos que se arrebataban el triunfo mediante el único camino por demás conocido, las armas, y quien tenia más parque y más militantes era quien ganaba17. Se tenía que pensar en un plan mediante el cual ya nadie derrocara al entonces grupo vencedor, ésa era la única manera de no volver a perder el poder. Aun así, la milicia conservadora no era el único enemigo a vencer, también estaba la iglesia, quien intentaba participar activamente en la vida política de México.18 Estos dos poderes se habían consolidado al paso de los años y cada uno poseía grandes privilegios, además de tener bajo su mando a grandes grupos de personas. Sin duda alguna había que quitar de sus manos el poder 16 Diccionario Porrua de Historia Biografía y Geografía de México, 1976. 17 Zea, 1990, p. 62 18 Idem, p. 63 15 obtenido, pero el camino esta vez no podían ser las armas. En esta lucha se habían propuesto, e incluso implantado, modelos de emancipación incluso de otros países, pero ninguno había surtido efecto. 6. La nueva filosofía Para poder lograr el cometido de sostener no sólo a un gobierno, sino también a una sociedad en la cual prevaleciera el orden y el progreso, los nuevos dirigentes del país adoptaron una ideología proveniente de Europa, esta filosofía era el Positivismo, que se adaptaba perfectamente a la situación del país. La corriente positivista no llegó a México como objeto de discusión para los círculos intelectuales, sino como una doctrina nueva a la que había que estudiar para estar al tanto de las expresiones de la cultura. Esta vez la filosofía se tenía que discutir en la plaza pública, y serviría de instrumento utilizado por un grupo social para someter a los demás.19 La magnitud que se podía alcanzar con una filosofía así, si ésta se implementaba a la perfección, significaría que no habría manera de derrocar al nuevo régimen. El 2 de diciembre de 1867, el entonces presidente de la República, don Benito Juárez, expidió la Ley Antonio Martínez de Castro, ley orgánica de instrucción pública en el Distrito Federal que fue preparada por Gabino Barreda y Francisco Díaz Covarrubias.20 Esta ley, que en corto tiempo se difundió por todo el territorio nacional, planteaba que la educación debería tomar un espíritu cientificista y 19 Zea, 1990, p. 28 20 De Gortari, 1980 p. 299 16 positivista.21 Muchas de las escuelas del periodo se establecieron y reorganizaron conforme a ésta y la coordinación dependió del doctor don Gabino Barreda.22 Lo que se buscaba con estas reformas era instruir a la mayor parte de la población para lograr un perfecto equilibrio en la sociedad y conducir de una manera segura a una verdadera igualdad democrática.23 Sus seguidores y postuladores estaban convencidos de que el resultado de educar al pueblo sería la formación de una verdadera sociedad de hombres libres, los cuales serían capaces de llevar a México a una mejor situación en todos los aspectos. Una de las acepciones que Augusto Comte le dio al término positivismo fue el contraste de lo “útil y lo inútil”. El positivismo es útil porque garantiza el conformismo y la sumisión de los proletarios, ya que les hace “darse cuenta de que la dicha real es compatible con cualesquiera condiciones, siempre que sean cumplidas honorablemente y sean racionalmente aceptadas”.24 La universalidad y eternidad de esta filosofía que afirmaban los positivistas mexicanos implicaba establecerla como única y verdadera; cualquier otra filosofía no era sino el producto de conciencias no emancipadas.25 Después de haber estado en Francia y haber conocido a Comte, Gabino Barreda regresó a México trayendo consigo la filosofía comtiana. Fue designado primer 21 Lemoine, 1995 p. 7 22 De Gortari, 1980 p. 299 23 Memoria que el Secretario de Estado y Despacho de Justicia e Instrucción Publica presenta al Congreso de la Unión, 1868, pp. 42-74. 24 De Gortari, 1980 p. 302 25 Ibídem p. 8 17 director de la Escuela Nacional Preparatoria26 y así tomó el lugar del “atlas” en la columna vertebral de la instrucción pública, la cual estaba encargada de formar una nueva cultura: la de la ciencia como guía, como luz para obtener el dominio de la condición humana y mejorarla; sólo así se alcanzaría un progreso para la sociedad.27 El modelo fue impuesto en todas aquellas escuelas de educación preprofesional y que daban continuidad a la educación elemental, como las escuelas científicas y literarias del país en las que se realizaban estudios equivalentes a la preparatoria. El programade Barreda trató de llevarse a todos los centros de estudio que ya existían en este nivel y en los que posteriormente se crearon, con los cuales se alcanzaría la cúspide del orden y el progreso. 7. Los logros del Positivismo. La Escuela Nacional Preparatoria dio sus primeros frutos, mismos que no sólo pertenecían a la escuela, sino a México entero. Gracias a la ejecución de las reformas y al nuevo sistema de gobierno, estos frutos eran sin duda los alumnos, que habían comprendido la importancia de la educación. Una de las pruebas más claras de tales logros fue sin duda la creación de la Sociedad Metodófila ”Gabino Barreda”, que albergaba estudiantes de distintas escuelas, que con el tiempo formarían la nueva oleada de maestros positivistas. El modelo trataría de mostrar que un grupo de hombres dedicados al estudio de distintas especialidades, podían entenderse y unirse por medio de ciertos principios, considerados como fundamentales, por medio de un método de interpretación susceptible de ser 26 Lemoine, 1995 p. 15 27 De Gortari, 1980 p. 310 18 aplicado uniformemente a la solución de diversas cuestiones: el positivismo.28 Esta generación de discípulos de Barreda, comenzaron a analizar problemas reales que abarcaban áreas como la Astronomía, la Física, la Química, la Biología, la Medicina, las Matemáticas y la Sociología.29 8. Los estudios de carácter positivista Para cuando la filosofía rindió frutos, los discípulos de Barreda ya comenzaban a formular trabajos que serían importantes para el progreso y el orden, entre éstos destacan dos de suma importancia, el primero de Miguel S. Macedo, titulado: Ensayo sobre los deberes recíprocos de los superiores y de los inferiores,30 en el cual menciona como característica importante el nivel económico; hace referencia a la diferencia existente desde siempre entre la clase de “los superiores” y la de “los inferiores”, los primeros son los ricos, y los sabios, que no necesariamente tienen que ser dos condiciones que van de la mano y, los segundos, abarcan a los pobres y a los incultos, aunque esta calidad casi siempre está interrelacionada. La posesión de la riqueza, dice Macedo, hace posible que dicha clase ofrezca grandes servicios a la humanidad. Según él, el rico tiene la capacidad de hacer el bien social, lo que lo convierte en un superior social y, por eso, afirmó: “no vacilo en creer que la riqueza constituye o puede constituir, al menos una superioridad moral.”31 Hace mención también a la calidad del pobre. Esta clase procura, antes que nada, su bienestar, el cual es relativo, y para lograrlo tiene que preocuparse en 28 Zea, 1990, pp. 151-152 29 Ibídem, p. 152 30 Ibídem, p. 166 31Ibídem, p. 168 19 trabajar para comer, si no tiene trabajo, no tiene alimentos, entonces la ciencia y la moral quedan fuera de su alcance, por tal motivo no pueden hacer un bien a la humanidad, se encuentra incapacitado por su calidad de pobreza.32 En cuanto a la sabiduría entre las clases sociales, de acuerdo con Macedo, los sabios tienen la obligación de lograr el mayor bien de la humanidad y el deber de los inferiores es respetarlo. Afirmó, igual que Comte: Ninguna sociedad puede subsistir si los inferiores no respetan a los superiores, y nada confirma mejor esta ley que la degradación actual, en la que, por falta de amor, nadie obedece más que la fuerza, aunque el orgullo revolucionario deplore el pretendido servilismo de nuestros antepasados que sabían amar a sus jefes33 El otro trabajo, realizado por Manuel Ramos, publicado en los Anales de la Sociedad Metodófila en 1877, se llamó Estudio de las relaciones entre la sociología y la biología y en éste afirmó que las leyes biológicas deben ser aplicadas también en la sociedad, así, sólo deben sobrevivir los más aptos física e intelectualmente. También afirmó que el Estado no debe sostener instituciones donde se proteja a los débiles.34 Aunque aparentemente estas postulaciones trataban de ser útiles a la sociedad y de servir a México, en realidad justificaban una posición de clase. Como lo afirmó Leopoldo Zea: 32 Zea, 1990, p. 169-170 33 Ibídem, p. 171 34Ibídem, p. 177 20 Había que justificar su afán de riqueza y poder y una de estas justificaciones la ofrecía la ley biológica de la supervivencia del más apto, que considera como más apto al que tiene mayor capacidad de resistencia frente al medio con el que se lucha.35 Este tipo de justificaciones se volvieron para muchos una verdad inmutable. Se llegó a pensar que la misión del Estado era proteger a la clase supuestamente más apta y no la de estimular a clases de calidad biológicamente inferior, la burguesía debería tener todos los derechos: los inadaptados no merecían ni siquiera la limosna pública.36 Algunos científicos justificarían este orden social que se quería establecer.37 Barreda y Parra hicieron una afirmación, propia de ese tiempo: “No se deben admitir teorías, ideas o creencias, por el simple hecho de que nos merezcan simpatía; tan sólo deben admitirse aquellas ideas que resistan la prueba del método científico.”38 De manera que: …nuestra burguesía puede justificarse como clase privilegiada: cubriendo sus actos con una ideología que presume ser científica y demostrable.39 De esta manera se empezaba a fraguar la ideología de una clase que buscaba el bien de los poderosos y consideraba a los pobres como desechos de la sociedad. 35 Zea,1990, p. 178 36 Ibídem, p. 178 37 Ibídem, p. 177 38 Ibídem, p. 162 39 Ibídem, p. 178 21 En el grupo de los pobres se encontraban los indígenas, los cuales salieron a la luz una vez que fueron despojados de sus tierras y trataron de reclamarlas. Muchas de sus tierras de descanso laboral fueron consideradas “ociosas” y de acuerdo con las leyes de Reforma se permitía su desamortización, es decir, su venta al mejor postor. Muchos justificaron este tipo de actos, pues consideraron que su fin era de interés nacional.40 El desprecio hacia los indígenas en realidad no era una situación propia del positivismo. Durante años de conquista y colonización éstos habían sido sobajados. En su Historia Moderna de México Luis González y González afirmó: El Nigromante (Ignacio Ramírez, 1818-1879) y sus contemporáneos veían dos clases de indios: los que vivieron en un pasado remoto y se tienen por fundamento de la patria, y los que viven en el presente y van a la zaga en el progreso de México. Aquéllos son dignos de altares y éstos de lástima.41 9. La justificación del Progreso Tanto su pasado como la instrucción que había formado a los nuevos intelectuales, hacía que éstos vieran a los indígenas como seres inferiores, mismos que estaban incapacitados para sostener sus derechos, ya que no presentaban ni un solo grado de progreso. La lucha que mantenían por rescatar sus tierras significaba una falta de patriotismo, una falta de respeto al orden y, por consecuencia, al progreso, del 40 Zea,1990, p. 198 41 Citado en Cosío Villegas, 1974, p. 120. 22 que estaban en contra. Por todo esto, los indígenas fueron clasificados no como mexicanos, sino como una raza conquistada, ya que cualquier postura que no estuviese de acuerdo con las leyes que dictaba el positivismo era producto de un “atraso mental”, cuya única solución era la violencia, a pesar de que ésta fuera en contra de las bases de su propio pensamiento. Ésa era la única vía por la que los inferiores podían ser tratados, no entendían otra, porque no habían alcanzado el nivel de emancipación de los superiores.42 Para los últimos años del siglo XIX los ojos del mundo se volvíanhacia los países sajones, a los que se veía como más adelantados y modernos. Para estar en iguales circunstancias había que pensar como ellos. La raza latina estaba llena de defectos y éstos llevarían a México a un peligro inminente. La solución se encontraba en el positivismo y su método de enseñanza, ya que en una época positivista sólo era posible sobrevivir siendo positivista, así que había que cambiar los hábitos latinos, se habló de una sajonización.43 En una sociedad en donde existían básicamente tres grupos raciales: indios, criollos y mestizos, los que supuestamente habían promovido el progreso eran los mestizos, identificados como el grupo más apto. Los menos aptos eran los indígenas, sin embargo, si se lograba que los indios comieran más carne y menos chile y si aprendían lo útil y lo práctico, sería posible transformarlos.44 Un positivista, Gustavo Le Bon postuló que la mezcla de razas nunca ha dado como 42 Zea, 1990, p. 294-298. 43 Ibídem, p. 335-336 44 Ibídem, p. 409 23 resultado un progreso, que la sociedad mexicana tiene antecedentes indígenas, los cuales están destinados a perecer por ser incapaces de contribuir con el más débil contingente al progreso de la civilización. Por otro lado, los criollos mantenían que el pueblo mexicano era incapaz de gobernarse a sí mismo, lo que había llevado a que los indígenas se mantuvieran en una especie de servidumbre.45 Todas estas ideas influyeron en el medio científico. Por un lado, Europa era el ejemplo a seguir46, por otro, había que tratar de situar a México entre los países que estaban a la vanguardia. 10. La Escuela Nacional Preparatoria El 3 de febrero de 1868 abrió sus puertas a la juventud estudiantil la Escuela Nacional Preparatoria, en la cual se sentarían las bases de la nueva reforma educativa. Esta noble institución sería la encargada de formar a los nuevos hombres de ciencia, ámbito que se encargaría de emancipar las mentes y lograr el mejoramiento del país. Entre muchos posibles, el antiguo Colegio de San Ildefonso fue el edificio que albergaría el pilar de la educación media superior nacional47, en estas aulas se formaron hombres de conciencia bajo la dirección de Gabino Barreda. Los cursos de la Escuela Nacional Preparatoria fueron llevados en una misma línea, condujeron al estudiante a enfocarse en los temas científicos desde los más generales a los más particulares y cada vez con un mayor grado de dificultad.48 45 Zea, p. 409-411 46 Saldaña, 1986, pp. 58,59 47 Lemoine, 1995 p. 23 48 Trabulse, 1994. 24 Uno de los principales triunfos de La Escuela Nacional Preparatoria fue sin duda la creación de la Asociación Metodófila “Gabino Barreda”, la cual estuvo integrada por discípulos de Barreda. La asociación fue integrada por alumnos de las distintas escuelas: de medicina, de jurisprudencia, de ingeniería y de farmacia, el motivo de crear una asociación así era discutir temas de interés. El reglamento aprobado en 1877, diez años después de la incursión de Barreda en la educación de México, decía así: I. En cada sesión será leída una memoria, cuya cuestión será señalada con un mes de anticipación. II. Los socios elegirán por escrito al que debe tratarla. III. Todos los socios pueden proponer cuestiones. IV. El socio que la formule debe manifestar la idea que se propone. V. Las sesiones serán los domingos, principiaran a las diez de la mañana y durarán dos horas improrrogables. VI. En caso de no haber quien pida la palabra, el presidente puede concederla a cualquier socio. VII. Cada tres meses se sustituirá la disertación científica, con la biografía de alguno de los benefactores de la humanidad. VIII. La sociedad no se opone a que si alguna persona de la concurrencia desea hacer uso de la palabra en alguna cuestión, lo haga en el sentido que guste.49 49 Anales de la Asociación Metodófila, 1877, p. 151 25 Barreda tenía también una función importante en esta sociedad y era la de un maestro, el cual interpretaba desde el punto de vista positivo todas las cuestiones que se planteaban en la asociación y las que no cumplían con los estatutos que el método demandaba eran eliminadas. Los socios que habían sido estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria y que habían recibido de manos de Gabino Barreda una educación puramente positivista creían que eran hombres de mentes ordenadas y capaces de guardar el orden que tanto necesitaba la sociedad mexicana, tenían por ideología llevar al país a un progreso. Las filas de este grupo de personas de mentes emancipadas estaba conformada por Porfirio Parra, Miguel S. Macedo, Luís F. Ruiz y Manuel Flores, como los más importantes y que aportaron a la asociación un mayor número de trabajos.50 Otra sociedad que surgió de la Escuela Nacional Preparatoria fue la Sociedad Científica Antonio Alzate. Establecida por un grupo de jóvenes que estudiaban en esta escuela, fue dividida en tres secciones: ciencias matemáticas, ciencias físicas y ciencias naturales.51 En las páginas de su revista se publicaron artículos cuyos temas fueron tratados con “enfoques teóricos y metodológicos novedosos,” como lo planteó Luz Fernanda Azuela en su estudio acerca de las sociedades científicas del porfiriato.52 De acuerdo con uno de los fundadores, la sociedad surgió cuando, inspirados por las enseñanzas de don Alfonso Herrera, varios alumnos quisieron “emprender para 50 Zea, 1990, pp. 151-154 51 Azuela Bernal, 1996, p. 92. 52 Azuela Bernal, 1996, p. 92. 26 instruirse verdaderamente un estudio de la historia natural más serio y más completo que el necesario para sustentar un lúcido examen.”53 Comunicaron la idea a don Alfonso, quien entonces era director de la Escuela Nacional Preparatoria y él “no sólo la aplaudió, sino quiso convertirse en nuestro seguro guía”. Iniciaron así una serie de excursiones en las que Herrera les enseñó a recolectar plantas con las que formaron láminas de herbario. “Mas lo que comenzó en forma de simples excursiones para perfeccionarnos en una rama de la ciencia –dijo Cicero–, pronto tomó cuerpo y se organizó en Sociedad dedicada al estudio de las ciencias exactas y experimentales y consagrada por indicación de nuestro mentor a la memoria del sabio entre los sabios de nuestra patria, del presbítero Don José Antonio Alzate y Ramírez.”54 La Sociedad se estableció formalmente el 4 de octubre de 1884 con el objetivo de cultivar las ciencias matemáticas, físicas y naturales. Los miembros fundadores fueron Rafael Aguilar y Santillán, Guillermo Beltrán y Puga, Manuel Marroquín y Rivera, Agapito Solórzano y Daniel M. Vélez.55Además, nombraron como socios honorarios a prestigiados naturalistas que les ayudaron a establecerse. Alfonso Herrera puso a su disposición los gabinetes de la Escuela Nacional Preparatoria y “facilitó toda clase de datos para la clasificación de insectos y plantas.”56Jesús Sánchez, quien era director del Museo Nacional, les permitió utilizar la biblioteca y las colecciones de éste; Mariano Bárcena, que dirigía el Observatorio 53 Cicero, 1901, pp. 346. 54 Cicero, 1901, p. 347. 55 Azuela Bernal, 1996, p. 91. 56 Pérez, 1887. 27 Meteorológico, les facilitó un local en este sitio y, posteriormente, Rómulo Ugalde, director de la Escuela Nacional de Ingenieros, les ofreció otra sala más grande para que ahí realizaran sus reuniones y guardaran sus materiales. En 1896 tuvieron que trasladarse al piso alto del Edificio del Volador, tanto porque el número de socios había aumentado, cuanto por la biblioteca de 20 mil volúmenes que ya habían reunido.57 Unos meses después de su fundación,apareció el primer número de sus Memorias con apoyo del Ministerio de Fomento y a partir de 1887 y hasta 1934 esta revista se imprimió en la imprenta del Diario Oficial. 58 57 Azuela, 1996, pp. 93-94. 58 Ibídem, p. 167. 28 Capítulo 2 Estudios sobre el uso de las plantas en el Museo Nacional Para mi solo recorrer los caminos que tienen Corazón, cualquier camino que tenga corazón. Por ahí yo recorro, y la única prueba que Vale es atravesar todo su largo. Y por ahí Yo recorro mirando, mirando, sin aliento. Don Juan Indio Yaqui 29 11. El interés hacia las culturas precolombinas. El Museo Nacional fue una de las instituciones con las que se buscó mostrar que México podía ser también un país moderno, lo que se puede apreciar en el siguiente párrafo: …creado a principio de siglo por el gobierno español y reestablecido pocos años después de la Independencia por el gobierno nacional, ha tenido siempre poca protección de parte de las administraciones de la República lo que ha dado lugar a que, hasta hoy, no haya tenido la importancia que esta clase de establecimientos tiene en Europa. Pero el gobierno actual que a la vez que procura el restablecimiento del orden y la consolidación de la paz, busca el engrandecimiento de la República, se ha propuesto dar al Museo la organización conveniente para que, al paso que sirva a la instrucción y recreo de los habitantes de la capital, pueda dar a los extranjeros que nos visiten una idea ventajosa del estado de cultura que ha alcanzado nuestro país…59 El Museo Nacional era una institución que había comenzado su vida un siglo antes para mostrar al mundo una nueva cara de un México preocupado por la cultura y el conocimiento, sin embargo, se debía trabajar mucho para lograrlo: 59 Memoria que el Secretario de Estado y del Despacho de Justicia e Instrucción Publica presenta al Congreso de la Unión. Citado en Lemoine, 1995, pp. 185- 186. 30 …nuestro museo de antigüedades mexicanas, que debería ser el más rico, es, por desgracia, el más pobre; pudiendo asegurarse que no sólo en los museos públicos de Europa, sino aun en algunos de particulares, se encuentran mayor número de objetos y más preciosos… aun de la escasa colección de antigüedades mexicanas que poseía nuestro museo, faltan algunos objetos preciosos que extrajeron de él los rapaces agentes de la intervención extranjera… de todos los demás objetos se está formando un catálogo minucioso…60 El Museo Nacional comenzó a trabajar como una institución dedicada a la investigación científica profesional a partir de 1868.61 Sin embargo, su historia se remonta años antes, como aparece en el primer número de los Anales del Museo Nacional, en la reseña histórica escrita por Jesús Sánchez, quien señaló a Antonio María de Bucareli, virrey de la Nueva España, como el primer interesado en resguardar los documentos y otras piezas de la arqueología mexicana.62 Estos objetos habían sido recogidos por los llamados cronistas de las indias y por las expediciones hechas por mandato de los reyes de España con la finalidad de reparar el daño causado por los conquistadores y evangelistas, algunos de los cuales habían destruido códices y monumentos por considerarlos obstáculos para abolir la idolatría e inculcar el cristianismo a los pueblos subyugados. Al iniciarse la 60 Memoria que el Secretario de Estado y del Despacho de Justicia e Instrucción Publica presenta al Congreso de la Unión. Citado en Lemoine, 1995, pp. 185- 186. 61 Saldaña y Cuevas Cardona, 1999. 62 Sánchez, 1877, pp. 1-2 31 conquista militar en los pueblos amerindios también comenzó la colonización religiosa (el cristianismo); la cultura recién llegada se enfrentó con la tarea difícil de lograr que una sociedad se adaptara a condiciones que se le imponían. Los nativos de la América se rehusaban a ser representados por imágenes que no eran acordes al resto de sus costumbres. La imposición de la nueva cultura no era aceptada, y los que supuestamente ya se habían convertido en cristianos muchas veces eran sorprendidos adorando a sus antiguos dioses. Para los españoles estas acciones eran símbolo de herejía y pecado, lo cual no era aceptado. Para que la religión cristiana lograra establecerse como única, se inició una carrera en contra de las antiguas creencias de los pueblos nativos, destruyendo todas las escrituras y monumentos que pudiesen evocar una cultura precolombina, principalmente la azteca, que era la que se situaba en el centro del país y que tenía dominio en gran parte del territorio mexicano por lo cual fue donde los conquistadores establecieron el centro de su mando63. La euforia de virreyes, arzobispos y misioneros había pasado y comenzó entonces una época de conciencia, en la cual se asumía la responsabilidad de haber destruido gran parte de la historia, no sólo de México, sino de todo el continente recién conquistado. Para esta nueva tarea de tratar de reconstruir el pasado, se mandaron recoger todos los documentos que pudiesen ilustrar lo que había ocurrido en América, nombrando a personas encargadas de escribir este trabajo, cronistas de las indias.64 63 Sánchez, 1877, pp. 1-2 64 Sánchez, 1877, pp. 1-2 32 Así se comenzó a reunir una gran cantidad de material, formándose una parte del Museo Histórico Indiano, que era resguardado por el archivo del virreinato, el cual tenía una rica colección que había sido confiscada a sus dueños por el gobierno colonial, compuesta de muchos mapas, jeroglíficos en pieles y telas de pita. A las piezas que se encontraban empotradas en muros o las construcciones que no podían recogerse, se les dio un trato especial, éstas fueron analizadas en el sitio donde se encontraban. Una de las razones de la existencia del Museo Nacional era entender qué significaba toda esa información recogida desde tiempos de la conquista, había que conocer esas culturas que habían florecido en México antes de la llegada de los españoles, y en un desesperado afán por arrebatarle al olvido el conocimiento, intentaron rescatar lo poco que había quedado, había que descifrar las colecciones que se habían guardado por años en el museo. Además, había que hacer ciencia para mostrar el progreso, por lo que era necesario sondear y conocer el mundo circundante, la riqueza natural de México. 12. La Organización del Museo Nacional En 1822, en el mes de noviembre, el gobierno nacional estableció en una sala de la Universidad un conservatorio de antigüedades y un gabinete de historia natural. Para noviembre de 1831 fueron reformados ambos establecimientos bajo el nombre de Museo Nacional, a cargo del Ministro de Relaciones, D. Lucas Alamán. En 1865 el gobierno de Maximiliano ordenó que el Museo Nacional se trasladará a un costado del Palacio Nacional, en la calle de la Moneda. Tres años más tarde, 33 cuando Benito Juárez regresó a la presidencia, fue cuando se conformó una institución donde el trabajo científico era pagado y entonces se formó el primer centro de investigación científica profesional que hubo en México.65 La organización abarcó el nombramiento de profesores para las distintas áreas de la historia natural: mineralogía, geología y paleontología, zoología y botánica; así también se establecieron relaciones con personas de algunos estados, los colectores, que en recorridos por la República debían recoger toda clase de objetos de historia natural y antigüedades, “de esta manera el museo ofrecerá al estudio y admiración de naturales y extranjeros, una de las colecciones más ricas y variadas del mundo”66 Ramón Isaac Alcaraz había tomado el puesto de director del museo en1867 y comenzó con los trabajos de éste haciendo un inventario, además de solicitar personal para que colaborara con las tareas. Para marzo de 1868 se había nombrado a Antonio del Castillo como profesor de mineralogía y geología y a Gumesindo Mendoza como profesor de zoología y botánica, ambos con la asignación de un sueldo por su trabajo,67 el cuerpo de profesores se fue incrementando a medida que la institución crecía. Ese mismo año los profesores del Museo Nacional, junto con otros naturalistas, echaron a andar la Sociedad Mexicana de Historia Natural. Lo que caracterizó a 65 Saldaña y Cuevas Cardona, 1999. 66 Lemoine, 1995 pp. 185, 186 67 Cuevas Cardona, 2002 pp. 40-43 34 este grupo de personas fue la actitud nacionalista y el deber que tenían con la sociedad en cuanto al trabajo científico que realizaban, lo que se buscaba era ampliar el conocimiento acerca de la riqueza del país.68 Las metas que se planteó desde un inicio esta corporación fueron claras, entre ellas se encontraba el dar a conocer la historia natural de México y fomentar su estudio, así como el formar una colección de objetos naturales. Lo que se pretendía con esto era mostrar la riqueza natural del país. 69 Como la vida de la sociedad estaba íntimamente ligada al museo y las colaboraciones entre ambas instituciones fueron desde un principio una norma, el museo sería el edificio que albergaría a la sociedad. Al principio, las reuniones de ésta se realizaban en la biblioteca del mismo, no fue sino hasta diciembre de 1876 cuando por decreto les fueron otorgados salones únicos para sus sesiones.70 Como uno de los estatutos que se establecieron al formarse esta sociedad fue el de “publicar”71 se creó una revista especializada en la cual se difundieran los logros alcanzados: La Naturaleza. Esta revista apareció de 1870 a 1914 y se conformó por tres series, la primera con siete tomos, publicados de 1870 a 1887; la segunda con tres, que vieron la luz en 1891, 1897 y 1903 y la tercera con un solo Tomo y cinco fascículos correspondientes a los años de 1910 a 1914.72 68 Azuela Bernal, 1996, pp. 65,66 69 Cuevas Cardona, 2002 pp. 67,68 70 Azuela Bernal, 1996, pp. 67, 68 71 Beltrán, 1968, pp. 119-120, 72 Azuela Bernal, 1996, pp. 69 35 Ramón Isaac Alcaraz fue sustituido como director en 1876 por Gumesindo Mendoza. Al año siguiente fueron creados los Anales del Museo Nacional, periódico por el que mediante artículos se difundían algunos de los avances científicos que se producían en éste, además de tener colaboraciones personales y de otras instituciones. La publicación no tuvo una regularidad. En su primera época, que va de 1877 a 1903, en total salieron siete volúmenes; el segundo volumen tardó cinco años en salir, apareció en 1882. Cuatro años más tarde, en 1886, apareció el tercer volumen y al año siguiente el cuarto; el quinto y sexto volumen vieron la luz en 1900 y un séptimo y último en 1903. En su segunda época, la publicación tuvo cinco volúmenes, el primero coincide en el año con el último de la primera serie; dos años más tarde, en 1905, apareció el segundo volumen y en los siguientes años, hasta 1908, se publicó uno en cada año; esta serie sólo tuvo una duración de cinco años en comparación con la primera que duro veintiséis. Esta segunda serie fue creada con la finalidad de que se regularizara la publicación.73 El interés del director por tener una publicación que informara de los avances científicos surgió porque en el museo se realizaban también estudios de historia y arqueología y no había un espacio para su difusión, aunque ya se habían hecho algunas publicaciones no oficiales donde aparecían litografías de idolitos.74 Como ya se mencionó, los trabajos de botánica, zoología, paleontología, geología y mineralogía eran publicadas en la revista, La Naturaleza, de la Sociedad Mexicana 73 Azuela Bernal, 1996, pp. 45 74 Mendoza, 1877. p. I 36 de Historia Natural, sociedad a la que pertenecían los profesores y con quien el Museo Nacional tenía estrechas relaciones.75 A partir de 1877, los profesores contaron con otro espacio para publicar sus trabajos. La existencia de la nueva revista sirvió también para reforzar la identidad del Museo Nacional como una institución independiente. En el siglo XIX en México se tenían claros los objetivos de la ciencia. Se sabía, además, cómo se realizaba ésta en Europa y afirmaba que para poder competir con los países que estaban a la cabeza en cuanto a ciencia y progreso era necesario hacer un trabajo similar.76 Los científicos de este periodo estaban de acuerdo en que ninguna institución podía trabajar de manera aislada y sin publicaciones, ya que una institución que no da a conocer el trabajo que realiza, prácticamente no está haciendo nada o no sirve de nada. El principio básico de la ciencia es que los resultados de la investigación se den a conocer, que se hagan públicos, además, se deben mostrar las colaboraciones que existen entre quienes están familiarizados con un mismo trabajo o un trabajo similar.77 13. La Naturaleza Uno de los temas de investigación que más llamaron la atención a los miembros de la Sociedad Mexicana de Historia Natural fue el de las propiedades terapéuticas y químicas de las plantas78, su interés posiblemente surgió a partir de estudiar la 75 Cuevas Cardona, 2002, p. 53. 76 Saldaña, 1986, pp. 61, 62 77 Ziman, 1986, pp. 76- 89 78 Cuevas Cardona, 2002 pp. 66, 67 37 obras de Hernández, en las cuales, redactaba con gran claridad cómo los indígenas mexicanos utilizaban las plantas. Otra de sus motivaciones fue el descubrimiento de la compleja nomenclatura de la botánica náhuatl y el saber que los antiguos aztecas habían tenido jardines botánicos, tan grandes que ninguno similar existió en el viejo continente. Ya algunos científicos novohispanos, como José Antonio Alzate, habían hecho ver que la botánica de los pueblos prehispánicos era superior a la de Europa: … los antiguos mexicanos, habían poseído conocimientos botánicos muy apreciables; habían llegado a combinar en su tecnología, tanto elementos artificiales como los del método de Linneo, como elementos naturales…79 España, particularmente, se encontraba tan retrasada al respecto, que el mismo Linneo se lamentó de que aquel país tan culto en muchos aspectos, estuviese en la barbarie en cuanto a la botánica.80 Pero aun Linneo fue criticado por Alzate cuando la expedición de Sessé llegó a la Nueva España e impusó el método linneano para hacer las clasificaciones del jardín botánico. Alzate, entonces, levantó la voz para afirmar que ése era un método artificial y que era mucho mejor el que fue empleado por los aztecas.81 79 Izquierdo, 1955, p. 149. 80 Izquierdo, 1955, p. 121. 81 Moreno de los Arcos, 1989. 38 En el primer volumen de La Naturaleza aparecieron dos artículos referentes a una relación entre las plantas y el hombre; “Discurso sobre el estudio de la botánica extranjera e indígena” y “El copal”82, ambos de Leonardo Oliva, y se refieren al uso que daban los indígenas a las plantas. Oliva se refirió a la clasificación y a la complejidad con que ésta había sido hecha, en la que se tomaba en cuenta desde las partes de los vegetales hasta su uso. Al parecer esta manera de catalogar causaba gran interés en el autor. Sus trabajos se refirieron principalmente a los aztecas, pero también hizo mención de otros grupos étnicos, como los otomíes y los tarascos: …así Xihuitl es yerba, Quahuitl árbol, Cimatl es raíz en general, pero a la que es carnosa la llaman Xicamatl; Xochitl es la flor…83 Más que ser artículos debotánica, o referentes al uso de las plantas, son trabajos históricos que señalan una sistemática vegetal realizada en México desde antes de la conquista. Oliva era corresponsal de la SMHN en Guadalajara. A pesar de que fue farmacéutico de profesión los artículos que escribió para La Naturaleza, nada tienen que ver con las propiedades farmacológicas de las plantas. Sin embargo, escribió un libro sobre el tema: Lecciones de Farmacología y otro sobre Historia de la Medicina en México. Para cuando publicó sus artículos en La Naturaleza, dos años antes de su fallecimiento, era ya una persona de renombre y posiblemente los que continuaron escribiendo sobre el tema en el periódico de la SMHN intentaron 82 Bursera sp. 83 Oliva, 1870, p. 57 39 seguir el trabajo que este personaje había dejado truncado. Varios siguieron su ejemplo y escribieron acerca de las culturas del pasado. En el primer número del siguiente volumen de la revista, aparecido dos años después (1872), fueron publicados dos artículos referentes al estudio de la relación planta- hombre, y en el segundo número aparecieron cuatro trabajos. Los artículos eran más complejos. Uno de ellos, escrito por Alfonso Herrera, fue “El yoyote (medicinal)” 84, en el que se presentó un apartado breve de historia. En éste se trató de los cronistas de las indias, principalmente se hizo referencia al trabajo de Francisco Hernández, el médico de Felipe II, que recibió la encomienda de rescatar el conocimiento de los indígenas con la intención de que México no perdiera su riqueza ancestral, en beneficio de la corona española. También se explicó el significado del nombre, que era “cascabel”, en español. Según Hernández los antiguos mexicanos empleaban el jugo lechoso que contenía este árbol para curar la sordera y la sarna. A las hojas aplicadas tópicamente se le atribuían propiedades analgésicas, principalmente para aliviar el dolor de muelas, así como curar tumores. Los frutos se ocupaban para la curación de úlceras. En la actualidad, dijo Herrera, estos mismos frutos tienen el nombre original de “huesos” o “codos de fraile”, seguramente por la semejanza que el vulgo había encontrado entre su forma y la del codo humano. De acuerdo con Herrera, entre la gente vulgar las semillas gozaban de gran reputación como antihemorroidales, aplicadas tópicamente después de haberlas triturado y mezclado con sebo.85 El trabajo de 84 Thevetia thevetioides (Kunth) Schum. 85 Herrera, 1870, p. 87 40 Herrera consistió en extraer la sustancia activa de la planta. Después fue probada en distintos animales, como palomas, ranas y conejos. Herrera tomó como punto de partida la reseña de Hernández, teniéndola como respaldo hizo someras investigaciones entre la población, sin mencionar si pertenecían a una etnia en particular y después de eso, realizó estudios sobre la o las sustancias de la planta. En ese mismo volumen apareció el artículo “El Yepacihuitl o la yerba del zorrillo”, con la firma de José D. Morales,86 que más que remontarse a los escritos de Hernández buscó saber cuál era el uso que le daban las personas de ese tiempo. Es por eso que citó la colaboración de Leonardo Oliva, en la que mencionaba que los nativos de ciertas comunidades la utilizaban para distintos fines, de acuerdo con la parte de la planta, por ejemplo, la raíz y las semillas las usaban como purgantes. Un hecho interesante es que mencionó que los datos del uso fueron adquiridos mediante preguntas, sin mencionar, por desgracia, a quiénes hizo las encuestas, ni siquiera en qué región. A diferencia del artículo anterior, Morales mostró un estudio realizado con gente contemporánea a él. El tercero de los cuatro artículos del volumen referentes a un uso de las plantas, “La Chirimoya” 87, de Carlos Garza Cortina, es de alguna manera similar al segundo. Garza Cortina realizó un estudio de las regiones donde crece esta planta y llegó a la conclusión de que se trata de una especie de regiones calientes, aunque se cultivaba también en otras zonas de México, por su alto valor utilitario. 86 Croton dioicus Cav. 87 Annona cherimola Mill. 41 Se refirió también a la manera de utilizarla en Brasil, sin mencionar si el trabajo fue producto de un estudio de campo o resultado de otro estudio, aunque la redacción la hizo en tiempo presente. Señaló que sus usos son variados, desde la fabricación de utensilios hasta su uso medicinal, el cual recaía principalmente en las semillas ya que se le atribuían propiedades hemetocatárticas. De la planta son utilizables casi todas sus partes, de manera que describió en detalle cómo utilizar las hojas y para qué fin y puso atento cuidado en las semillas debido a sus propiedades. Después de esta corta reseña al principio del artículo, hizo un resumen de los experimentos que hizo, en un principio en un perro y después en sí mismo para probar los efectos de la planta. Este artículo reúne tres características importantes: la primera es que localiza a la planta en regiones determinadas de México, lo que le da una connotación de geografía botánica; la segunda es la descripción de su uso en otro país, en presente, es decir, señaló el uso que la gente de Brasil daba a la planta en ese momento; y la tercera es el aspecto experimental. Sin embargo, en el escrito no se aborda el uso hecho por algún pueblo particular de México o de Brasil. Para el autor lo importante sólo es saber que es utilizada por alguien y con base en eso buscar las sustancias útiles contenidas en la planta. El último trabajo que apareció en ese volumen de La Naturaleza referente al uso que se le da a una planta en especifico es “El Zoapatle”88 que, seguido del título y entre paréntesis, al igual que en el trabajo de Herrera, dice: Medicinal. Este trabajo, realizado por Federico Altamirano es muy similar al primero, dice así: 88 Montanoa tomentosa Cerv. 42 Según el doctor Hernández, esta planta la usaban los indígenas para curar las enfermedades de las mujeres y la llamaban Chioapactli o Sinhuapastle (que significa medicina de la mujer) y por los españoles planta uterina.89 Lo que continúa en el artículo es la manera de cómo se utilizaba, todo escrito en pasado, desde el modo de prepararla según la finalidad, que bien podía ser utilizada para curar los tumores del vientre, la hidropesía o estimular la menstruación y la orina. Sobre la manera como se administraba, según el fin, podía ser ingerida o aplicada tópicamente.90 El interés por conocer las propiedades de esta planta proviene únicamente del trabajo que realizó Hernández. En 1876 apareció el tercer volumen de la publicación de la SMHN, en el que hubo dos artículos sobre el uso de las plantas. El primero,“La Espinosilla”91, fue escrito por Marcial Oropeza: Los antiguos aztecas, careciendo de jabón tan necesario a la higiene, se veían precisados a buscar diversas plantas que lo sustituyeran y para su aseo personal usaban de la espinosilla, agitándola dentro del agua hasta formar una espuma persistente y con el agua preparada de este modo se lavaban sirviéndose de la misma planta para restregarse. 92 89 Altamirano, 1873, p. 212 90 Altamirano, 1873, p. 212 91 Loeselia mexicana (Lam.) Brand. 92 Oropeza, 1876, p. 3. 43 Lo siguiente se refería a la manera en que las mujeres la utilizaban para el cabello en el tiempo en que se realizo el estudio, además de su uso más común que era el medicinal, un excelente diaforético pues era utilizado para combatir las fiebres.93 El segundo trabajo de este volumen fue escrito por Fernando Altamirano, “El árbol del mamey”94, y sigue la misma tónica que elanterior. Altamirano describió las propiedades de la semilla y habló de los usos que le daban los aztecas señalados por Hernández, uno de ellos era que lo utilizaban para que el pelo conservase su suavidad e impedir que se dividiese por el hongo que en él suele desarrollarse. Altamirano mencionó también el uso que se le daba en el presente y afirmó que había personas que aseguraban que produce efectos maravillosos haciendo brotar el pelo donde ha desaparecido.95 Un tercer trabajo, firmado por Gumesindo Mendoza y Alfonso Herrera, se tituló “El Anacahuite” 96 y presenta tintes similares a los trabajos anteriores, aunque sólo mencionó la semejanza de esta planta con el papirus de los egipcios. En realidad la parte importante del trabajo es evocar la faena de Hernández, de quien aparece una cita que señalaba que servía para escribir en él la historia de los dioses y los héroes, para adornar las piras funerales y para hacer vestidos y cuerdas.97 93 Oropeza, 1876, p. 212 94 Pouteria sapota (Jacq.) H. E. Moore & Stearn 95 Altamirano. 1876, p. 138. 96 Mendoza y Herrera, 1876, pp. 151- 154. El nombre de la planta es Cordia boissieri C. DC. 97 Ibídem, p. 151 44 A diferencia del segundo volumen, en éste aparecieron sólo estos artículos, muy escuetos respecto a los anteriores. Era 1876 y las reformas a la educación ya habían surtido efecto. Habían pasado casi 10 años desde que Barreda tomo la dirección de la Escuela Nacional Preparatoria, para estas fechas el cambio ya estaba hecho, los que ahora estaban encargados del cumplimiento de la ideología instaurada sufrieron una crisis de identidad, “renegaban de su pasado y el porvenir no lo veían claro”98. No todos los socios de la SMHN habían estudiado bajo la tutela de Barreda, pero se empezaba a notar la influencia del positivismo en algunos egresados de la Nacional Preparatoria. En el volumen cuatro se nota un decremento en cuanto a los artículos que hacían alguna referencia del uso de las plantas, ya que en los dos volúmenes anteriores habían aparecido cuatro artículos y en éste sólo se publicaron dos, el primero que corresponde a Joaquín Ibáñez menciona las propiedades curativas de “La tlatlancuaya99 de Matamoros de Izucar”, que es el título del artículo, y señala que posee virtudes febrífugas. El trabajo de Fernando Altamirano, “Leguminosas indígenas medicinales”, fue resultado de su tesis de licenciatura. La cantidad de plantas mencionadas es vasta, sin embargo, apenas se cita quién las utiliza y con qué fin. Se basó principalmente en los escritos de Hernández para guiar su trabajo, por lo que se refirió al uso que le daban los aztecas, más que cualquier otro pueblo o etnia. Para algunas de las 98 Zea, 1990, p. 54. 99 Iresine calea (Ibáñez) Standl. 45 leguminosas únicamente mencionó con qué fin eran utilizadas en ese momento, sin mencionar quiénes las utilizaban. Las descripciones más completas tratan del uso que les daban los aztecas, además de variadas propiedades según la parte de la planta utilizada y menciona en qué momento son ingeridas o aplicadas, además de un tratamiento previo a la planta: …acostumbran tomarlos al fin de la comida y para hacerlos más agradables, los dejan secar algún tiempo en algún lugar ventilado; esta práctica es muy racional, porque así se concentra el jugo azucarado que contienen… En ese párrafo se refiere a la planta conocida por los aztecas y descrita por Hernández como catzotl, la jícama, que correspondía a Dolichos tuberosus, según Altamirano.100 Los tomos 5 y 6 no contienen alguna publicación referente al uso de las plantas. En el volumen 7 vuelven a aparecer dos artículos referentes al tema. El primero lo realiza Ramón, N. Aveleyra: “Situaciones de algunas drogas indígenas”. Aborda siete diferentes tipos de plantas y menciona cuál es el uso que se les daba, ya sea por infusión o aplicadas tópicamente. Caracterizó las propiedades de las sustancias, tomando en cuenta el color, olor y el sabor, además de hacer una prueba con reactivos. Se refirió también al uso que les daban los aztecas entre los cuales se encuentran el de matar ratones y perros a los cuales se les daba mezclada con los alimentos. Otra de sus propiedades es que fungían como 100 Altamirano, 1879, pp. 89- 139. El nombre actual es Pachyrhyzuz erosus (L.) Urb. 46 antihelmínticos. Algunas de las plantas descritas en este estudio fueron: Polypodium filix mas101, Veratrum frigidum102, Smilax sp., Juniperus sabina103, Punica granatum104, Saponaria officinalis 105y Polygala senega.106 El segundo artículo denominado “Estudio acerca del aguacate”107 por B. R. regresa al análisis que hizo Hernández, citándolo como fuente respetable, además de mencionar que esta planta es muy común en la farmacopea indígena de las localidades donde se encuentra este vegetal, y que todas las partes son utilizadas. El autor le atribuye bastantes propiedades curativas y afrodisíacas a ciertas partes del vegetal para concluir con un análisis químico de la cáscara, pulpa y el hueso. En los números de la segunda serie, publicados entre 1891 y 1897, no hubo ningún artículo referente al uso de las plantas. Sin embargo, en el volumen 3, que vio la luz en 1903, aparecieron tres artículos de gran valor, escritos por Manuel Urbina, José Ramírez y Gabriel Alcocer, quienes retomaron la manera como se escribieron los primeros artículos de esta publicación, por lo que este volumen es uno de los más valiosos para este trabajo de tesis. Manuel Urbina en su trabajo titulado “Notas acerca de los Amoles mexicanos”, hizo una mención especial acerca de las plantas y sus propiedades y el reconocimiento que éstas se habían ganado en la comunidad científica mundial. Hizo una invitación para que los mexicanos 101 Dryopteris filix-mas (L.) Schott 102 Veratrum frigidum Schltdl. & Cham. 103 Juniperus sabina L. 104 Punica granatum L. 105 Saponaria officinalis L. 106 Polygala senega L. El artículo es Aveleira,1887, p. 173, 174 107 Persea americana Mill. El artículo: B. R., 1887, p.214 47 indagaran más sobre las plantas del territorio nacional, ya que muchos extranjeros habían investigado sobre el tema. Urbina se basó en la obra de Hernández para realizar su estudio, y mencionó que “los antiguos mexicanos designaban con el nombre de Amolli o Amulli a una sustancia que existe en muchas plantas…”108 sin explicar con certeza qué grupo o etnia lo ocupaba, o de qué manera lo utilizaban. Un aspecto importante era mostrar la importancia de la clasificación y la nomenclatura dada por los aztecas, que en un nombre daban varios datos de la planta, en este caso llevando siempre, ya sea como prefijo o sufijo, la palabra Amolli: Amolxochitl o flor de amole, Amolquilitl o hierba de amole, Quilamolli o Amole comestible y, en ocasiones hasta llegaban a tener el nombre de la localidad a la que pertenecían.109 Urbina hizo la descripción morfológica de la planta, explicó cuál era su hábitat y dio algunas referencias recogidas entre la gente acerca del uso que le daban, sin mencionar quiénes eran ni a qué población pertenecían. El segundo artículo que aparece acerca del uso de las plantas lo escribió José Ramírez, “El Ololiuhqui”110, un texto extenso que trata de los estudios hechos por Hernández y, además, por Ruiz de Alarcón y otros cronistas sobre este alucinógeno. La intención era tratar de proporcionar a la medicina un servicio único y a la vez útil debido a las reacciones que provocaba la ingesta de esta planta “…permitiendo a los fisiologistas estudiar una planta que tiene una acción efectiva sobre determinados centros cerebrales y a los clínicos el estudio de sus efectos108 Urbina, 1903, p. 244 109 Urbina, 1903, p. 245 110 Turbina corymbosa (L.) Raf. 48 curativos…” 111 El trabajo de Ramírez cuenta con una reseña de cómo era utilizada la planta y bajo qué condiciones, afirmando que principalmente era ocupada por los sacerdotes o brujos para entrar en trance y conectarse con demonios, afirmó Ramírez, con la finalidad de obtener alguna respuesta. A pesar de que el rito era bastante atractivo, no era la única función de la planta, pues también sirve como “remedio para los huesos quebrados y desconectados”112, además de que “cura el mal francés y mitiga los dolores nacidos del frío…”113 La intención de Ramírez al escribir este artículo fue clara, manifestó que es una planta cuya utilidad no había sido aprovechada, por lo que reunió información que podía ser útil, mencionando cuáles eran las funciones que desempeñaba la planta. Posiblemente era necesario redactar con detalle cómo era utilizada en los ritos hechos por sacerdotes, para tener un respaldo acerca de los centros cerebrales que atacaba la Ipomoea sidoefolia, sin embargo, no consideró útil saber qué etnia lo utilizaba o si en esos momentos aún era usada por un grupo en particular. El tercer artículo del volumen 3 de la segunda serie, titulado “El Mezquite”114 fue escrito por Gabriel Alcocer. Este artículo trata de la importancia que tiene esta planta para los mexicanos, más desde el punto de vista económico que cultural, pues de ella podrían obtenerse numerosos productos, ya que casi todas sus partes son utilizables, además de que se trata de una especie de amplia distribución, ya que ocupa gran parte del territorio nacional. 111 Ramírez, 1903, p. 361. 112 Ramírez, 1903, p. 362. 113 Ibídem. P. 363 114 Prosopis laevigata (Humb. & Bonpl. ex Willd.) M.C. Johnst. 49 Así terminan los artículos de La Naturaleza referentes al uso dado a las plantas. Es claro que los artículos que aparecieron en los primeros años demostraban un interés por saber si en ese momento se seguían utilizando las plantas de la misma manera y qué pueblos lo hacían, ya sea para tener una referencia o para desmentir lo que se había dicho con anterioridad. Sin embargo, a la mitad de la vida de la SMHN se observa un decaimiento en este interés, en los artículos sólo se habla del uso, sin mencionar quién las utiliza, ni cómo. Lo que interesa es dar a conocer que cierta planta tiene una utilidad, los análisis químicos llevados a cabo posteriormente y el ofrecimiento de alguna sustancia como medicina para algún mal en particular. 14. Los Anales del Museo Nacional En 1877 apareció una segunda revista en la que publicaron los naturalistas del museo: los Anales del Museo Nacional. En el primer número de esta revista aparecieron tres artículos de historia natural, 16 de historia y arqueología y uno de filología. Los de historia natural se enfocaron a la paleontología, zoología y mineralogía, ninguno fue dedicado a la botánica ni a su uso. Como ya se dijo los Anales del Museo Nacional surgieron como una urgencia para dar a conocer los avances del conocimiento en esta institución. El interés por las plantas medicinales era uno de los temas importantes, sin embargo, tuvieron que transcurrir nueve años y dos volúmenes desde que apareció por primera vez la revista para que un artículo referente a la botánica y su uso estuviera plasmado en la publicación. Para 1886 Gumesindo Mendoza había dejado la dirección del museo 50 y ahora se encontraba a cargo de Jesús Sánchez, quien había sido director interino tres años antes debido a una larga enfermedad sufrida por Mendoza. Manuel Urbina ingresó a la lista de profesores del museo como profesor interino de botánica en 1881 y cuatro años más tarde fue nombrado también director interino. Este personaje sería quien más colaborara en cuanto a estudios del uso de las plantas en la publicación del museo. Bajo la dirección de Jesús Sánchez el Museo Nacional tomó una nueva vertiente, al incluir en sus trabajos el estudio del uso de las plantas. El primer artículo surgió en el tercer número, en 1886, y fue Francisco del Paso y Troncoso el primer naturalista que plasmó un extenso trabajo en esta publicación: “La botánica entre los nahuas”, que era parte de un estudio sobre la historia de la medicina en México. En este extenso artículo del Paso y Troncoso mostró una gran admiración hacia los pueblos prehispánicos, debido al alto nivel de conocimientos científicos que poseían de historia natural y astronomía, dos ramas que dependen principalmente de la observación. Su inclinación por el uso de las plantas en los pueblos indígenas lo llevó a realizar su tesis de medicina referente a este tema. Por desgracia nunca terminó este trabajo, pero sus avances fueron suficientes para hacer una importante aportación al tema.115 ….en los tres periodos que puede subdividirse la historia de nuestra medicina, ni el colonial ni el de la independencia a la fecha ofrecen dificultades insuperables…116 115 Diccionario Porrua de Historia Biografía y Geografía de México, 1976. 116 del Paso y Troncoso, 1886, p. 140 51 Sin duda Francisco del Paso y Troncoso fue seducido por la cultura antigua, lo que le dio la facilidad para adentrarse y conocer más del uso de las plantas. Su primer estudio, “La botánica entre los Nahuas” recopila una serie de investigaciones documentales que muestran una visión entera de la naturaleza. Lo primero en lo que se avoca es en la calidad de la clasificación botánica hecha por los aztecas, ya que ésta seguía un parámetro básico y sencillo, es decir la nomenclatura estaba definida por la unión de palabras. Toda hierba llevaba el nombre de su efecto y para qué era apropiada. “A la yerba que sana el dolor de la cabeza llámanla medicina de la cabeza; a la que sana el pecho llámanla del pecho; a la que hace dormir llámanla medicina del sueño, siempre añadiendo yerba, hasta la yerba que es buena para matar los piojos…”117 Del Paso estuvo convencido de que esta clasificación era por demás avanzada, ya que aparte de incluir las propiedades de cada planta también hacía una agrupación natural de las mismas. De esta manera se podía reducir en una palabra todos los elementos característicos importantes de un mismo cuerpo, diferenciando a las plantas alimenticias de las medicinales y haciendo una diferenciación entre las especies de este último grupo. Estos conocimientos eran difundidos a toda la población y, de acuerdo con Del Paso, todas las clases sociales de esa época sabían el nombre y las propiedades de las plantas. Para tener un acervo tan grande, se apoyaban de establecimientos apenas conocidos en ese mismo tiempo en Europa, los conocidos como jardines botánicos, que eran recintos destinados al estudio y clasificación de las plantas, traídas de 117 del Paso y Troncoso, 1886, p. 141. 52 diferentes partes de la región además de servir como muestrarios.118 En este extenso artículo Del Paso mencionó que se había basado en muchos de los escritos de los cronistas de las indias que habían colectado información a la llegada de los españoles, así como en los escritos de Francisco Hernández. Hizo anotaciones al pie de las páginas que mencionaban la población donde se habían encontrado las distintas plantas de los jardines botánicos y los grupos étnicos que las utilizaban. Al parecer, el fin principal del artículo era mostrar el adelanto en la botánica y la medicina tomando en cuenta que teniendo una nomenclatura precisa es fácil acceder a la cura, y que esto no sería posible si no se hubiese tenido el interés de formar una colección en un recinto. Todas aquellas plantas que tenían un uso especial, como ya se dijo, no sólo servían de muestrario, sino que
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