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ALFALFA 
Recomendaciones para 
su establecimiento en la 
zona centro sur de riego 
INTRODUCCION 
En los últimos años ha existido un interés 
creciente entre los agricultores de la zona 
por establecer praderas de alfalfa, especial-
mente en los predios dedicados al rubro 
lechero, dado Ja alta calidad del forraje 
que proporciona. 
Aun cuando no existe suficiente informa-
ción para la zona, y falta una gran cantidad 
de investigación para afinar la recomenda-
ción de variedades, de métodos de siembra 
y su manejo posterior, se puede detallar 
algunas consideraciones prácticas que se 
han recomendado a algunos agricultores 
con resultados aceptables -en el estableci-
miento y productividad de esta especie. 
El costo de establecimiento de la alfalfa 
es alto en comparación a cualquier otro 
tipo de praderas y, por !o tanto, deben to-
marse las providencias de! caso para tener 
éxito en su establecimiento y persistencia. 
El pr.imer problema que se debe resolver es 
la adecuada elección del suelo. 
ELECCION DEL SUELO 
Hay requisitos básicos que debe cumplir 
el suelo para que tenga aptitud para el cul-
tivo de la alfalfa: 
2 
Patricio Soto O. 
Ingeniero Agrónomo, M.S. ==:....;..~~~'-' 
a) Profundidad, drenaje y textura 
La característica de la planta de alfalfa, 
con un arraígamiento más profundo que e! 
resto de las forrajeras comúnmente usadas 
en los suelos de riego, determina que deba 
elegirse un suelo profundo, es decir, en lo 
posible de más de un metro de profundi-
dad. Es imprescindible la ausencia de capas 
impermeables de tosca que impiden la pe-
netración de !as ra(ces y que, por otra par-
te, dificultan el drenaje interno mantenien-
do el nivel freático en invierno a menos de 
60 cm desde la superficie. 
La mayor profundidad radicular que alcan-
ce la alfalfa, al no tener impedimentos para 
su desarrollo, !e permitirá explorélr un ma~ 
yor volumen de suelo para obtener !os nu-
trientes necesarios para su desarrol !o y 
mantener niveles altos de producción. 
Una napa freática a nivel de !as rai'ces pro-
duce asfixia de éstas, p revocando muerte 
por pudriciones, lo que se traduce en bajo 
rendimiento y debilitamiento de las plantas 
y, por ende, una mayor susceptibilidad a 
enfermedades radiculares y fo! iares. 
Et agua estancada sobre la superficie, debi~ 
do a una lenta penetración en el perfil del 
suelo, común en texturas pesadas {arcillo-
sos o franco arcil lesos), es otra situación 
no deseable para la alfalfa. En este sentido 
IPA O.uilamapu Nº 17, 1983 
son más convenientes aquellos suelos de 
texturas livianas, que no mantienen agua 
estancada sobre la superficie durante el 
pedodo invernal. Estas características se 
encuentran en aquellos suelos de terrazas 
de rlo, con cierta proporción. de arena y 
subsuelo ripioso, y en los suelos de tru-
maos profundos. En suelos de textura 
franco arcillosa, con pendiente suave, que 
permita un escurrí miento superficial del 
agua en forma relativamente rápida, tam-
bién se presentan condiciones adecuadas, 
siempre y cuando reunan otras caracteri's-
ticas deseables para el desarrollo de la al-
falfa. 
La sal ida rápida del agua del perfil de suelo 
se mejora a través de una conveniente red 
de drenes superficiales, los que deben man-
tenerse limpios a través de todo el año para 
que cumplan satisfactoriamente con este 
objetivo. 
b) Acidez del suelo 
La acidez del suelo es otro de los problemas 
básicos para el buen establecimiento y com-
portamiento posterior de una pradera de al-
falfa. Esta se determina mediante un aná-
1 isis de laboratorio que indica el pH del sue--
!o, cuyos valores normales para la zona son 
de! orden de 5,8 a 6,2, es dec.ir, son ligera-
mente ácidos. 
IPA Oui!amapu Nº 17, 1983 
La acidez del suelo no favorece la nodu la-
ción de la ra(z de la alfalfa. La bacteria es-
pedfica (Rhizobium metilo ti}, responsable 
de la fijación del nitrógeno, es muy sensible 
a la acidez del suelo. Por lo tanto, la siem-
bra de alfalfa sin tomar las medidas necesa-
rias para dar un ambiente adecuado a la so-
brevivencia de esta bacteria será un fracaso. 
En general, de acuerdo a antecedentes bi-
bliográficos, en suelos ácidos pueden ocu-
rrir deficiencias de fósforo, calcio y molib-
deno, elementos indispensables para la al-
falfa y el rizobio. Por otra parte, pueden 
presentarse también toxicidades debido a 
un alto contenido de aluminio y mangane~ 
so. El encalado ayuda a disminuir este efec-
to y mejora la disponibilidad de los ele-
mentos necesarios, con lo cual se obtiene 
plantas vigorosas con adecuada nodulación 
que permite fijar una buena cantidad de 
nitrógeno libre del aire. 
Como pauta general deberá descartarse la 
siembra de alfalfa en suelos con un pH 
inferior a 5,6. 
En suelos adecuados Ja producción de alfalfa supera a la 
producción de praderas tradicionales. 
'3 
La cantidad de carbonato de calcio requeri-
da para variar el pH en un suelo trumao en 
0,5 unidades (pH 5,5 a 6,0) es alrededor 
de 8 toneladas/ha, cifra antieconómica y di-
f !cil de aplicar, lo que puede además cau-
sar problemas con la disponibilidad de 
otros nutrientes en el suelo. 
La efectividad del carbonato de calcio de-
pende de la época de aplicación y de la for-
ma de su distribución en el suelo. General-
mente se incorpora con un lapso muy cor-
to a la siembra a través de la rotura o de 
un rastra je. La aplicación anticipada en 
4 a 6 meses a la siembra implica mayor 
tiempo y varias labores posteriores que per-
miten mejorar su distribución en el perfil 
del suelo. 
La investigación en la zona índica que con 
alrededor de 2 ton de carbonato de calcio, 
o fango de cal !ANSA, por hectárea se tie-
ne un efecto adecuado para el estableci-
miento de la alfalfa. 
LOS NUTRIENTES DEL SUELO 
Uno de los elementos que la alfalfa utili-
za en mayor cantidad es el nitrógeno. Sin 
embargo, la obtención de una adecuada 
n odu 1 ación en sus ra (ces aporta suficiente 
nitrógeno para su desarrollo, e íncluso deja 
una cantidad residual substancial para el 
cultivo siguiente. La aplicación de fertil i-
zante nitrogenado disminuye la actividad 
de las bacterias que fijan el nitrógeno, y por 
otra parte puede forzar el desarrollo de 
la planta cuando necesita entrar en latencia, 
con resultados perjudiciales para su com-
portamiento posterior. 
El fósforo es uno de los elementos indis-
pensables para esta especie. Su aplicación 
a la siembra no se puede obviar y es nece-
sario una dosis relativamente alta, puesto 
que su baja movilidad y el alto poder de 
fijación de los suelos de la zona no permi-
ten tener un buen aprovechamiento de este 
fertilizante, salvo en los cuatro primeros 
meses siguientes a la siembra. 
La aplicación de fósforo debe realizarse en 
banda junto a la semilla, en dosis superio-
res a 150 kg de P205/ha; usando como 
4 
fuentes de fertilizantes aquellas .que no 
aporten nitrógeno, es decir, superfosfato 
triple o fosfato normal. 
El potasio, después del nitrógeno, es el 
elemento que más utiliza la alfalfa. Su 
contenido es especialmente alto en plantas 
jóvenes. Por lo tanto, la utilización de la 
alfalfa en un estado de desarrollo más 
temprano que para henificar aumenta los 
requerimientos de este elemento. Si hay 
deficiencia de este elemento, rápidamente 
la pradera se invade de gramíneas y male-
zas. Por otra parte, su carencia ! leva a 
rápida madurez y pérdida de hojas, en 
cambio su existencia en el suelo reduce las 
enfermedádes en la planta. 
La movilidad del potasio en el suelo es ma-
yor que la del fósforo. Por lo tanto, su apli-
cacíón en cobertera determina un adecuado 
aprovechamiento. La cantidad de K dispo-
nible en el suelo puede determinarse con 
un análisis de suelo, práctica que deberra 
adoptarse desde la primera temporada de 
producción. La época de aplicación más 
conveniente es en primavera (septiembre-
octubre), usando para este objetivo sulfa-
to de potasio en dosis de 100-200 kg/ha, 
o lo que determine el análisis qui'mico. 
Existen otros elementos necesarios para laalfalfa, como son el magnesio, azufre, boro 
y molibdeno, cuya disponibilidad no es cr(-
tica en la zona para preocuparnos mayor-
mente de ellos, salvo en casos muy esped-
ficos. 
EPOCA DE SIEMBRA 
En el caso de siembra de alfalfa existen 2 
alternativas para época de siembra: otoño 
(marzo-abril) y primavera (agosto-septiem-
bre). 
La siembra de otoño deberá realizarse de 
preferencia en el mes de marzo con el ob-
jeto de permitir a lo menos 6-8 semanas 
para germinar y crecer antes de que se ha-
gan presente las primeras heladas. En esta 
época es diHcil obtener una humedad ópti-
ma y, por lo tanto, conseguir una adecuada 
compactación de la cama de semilla. El rie-
!PA Quilamapu Nº 17, 1983 
go de presiembra puede mejorar esta condi-
ción. Sin embargo, las altas temperaturas 
y los vientos de la época secan rápidamente 
la superficie del suelo. Por consiguiente, 
muchas semillas se hinchan y al no tener la 
humedad suficiente para germinar puede 
haber una pérdida importante de pobla-
ción. Además, la siembra sobre suelo seco 
demora la germinación perjudicando la no-
du lación de la alfalfa, puesto que las bacte-
rias mueren por sequía antes de la emergen-
cia de las ra(ces. Este problema se solucio-
na a través de la técnica de inoculación 
de la semilla con pe!letizado, cuya explica-
ción se señala en el arti'cu!o "Revestimien-
to e inoculación de semillas de legumino-
sas forrajeras", de esta misma revista. 
El lento crecimiento de la alfalfa como 
plántula en el peri'odo fr(o la hace muy 
susceptible a la competencia que establecen 
las malezas invernales, especialmente graml-
neas. Por otra parte, la excesiva humedad 
de! suelo en esta época hace susceptible a 
las plantas a enfermedades y debilitamien-
to lo que repercute en los rendimientos 
futuros. Por lo anterior, el período de com-
petencia es largo a! no poder hacerse cortes 
hasta la primavera próxima. 
La época de siembra de primavera permite 
condiciones de humedad y compactación 
óptimas para la germinación, además de 
una temperatura adecuada para un rápido 
desarrollo. Si bien es cierto que los proble-
mas de enmalezamiento pueden ser graves 
en esta época, el mayor vigor de las plantas, 
al contar con mayor luminosidad y tempe-
ratura, y la posibilidad de hacer un corte 
rápido disminuyen el efecto de la compe-
tencia. 
Por las razones expuestas se recomienda 
realizar la siembra de alfalfa en esta última 
época. 
PREPARACION DEL SUELO 
Una cama de semilla bien preparada permi-
te obtener un establecimiento vigoroso y 
población uniforme, lo que además implica 
una disminución de los problemas fitosani-
tarios en la alfalfa. 
!PA Qu ilamapu Nº 17, 1983 
La gran incidencia de plagas, enfermedades 
fungosas y nematodos que han aparecido 
últimamente en las praderas de la zona, ha-
cen pensar en la inconveniencia de sembrar 
alfalfa sobre un suelo que ha mantenido 
pradera hasta !a temporada anterior. Si 
fuera estrictamente necesario hacerlo de es-
ta manera seri'a conveniente una prepara-
ción de suelo muy temprano a partir de la 
primavera, con aplicación de herbicida para 
eliminar la vegetación ex ístente y barbecho 
de verano que permita el aireamiento, dis-
minuir la cantidad de malezas, plagas y 
enfermedades. 
Las razones expuestas, además de la conve-
niencia de época de siembra en primavera, 
hacen pensar que la rotación debería in-
cluir un cultivo limpiad'or antes de la siem-
bra de alfalfa (como !a avena). Por otra 
parte, dado su arraigamiento profundiza-
dor, se deber(a usar en una oportunidad 
arado cincel que elimine compactación pro-
ducida en el terreno por reiterado uso de 
implementos a una misma profundidad. 
De acuerdo a lo señalado, se consideran 2 
alternativas convenientes dsi preparación de 
suelo, cuya secuencia se señala a continua-
ción: 
1. Después de trigo 
- Quema de rastrojo en febrero 
- Aplicar carbonato de calcio 
- Romper con arado cihcel 
- Distribuir la semilla de avena al voleo 
- Rastraje con off-set (incorporación de 
!a semilla y carbonato de calcio) 
- Rastra je ! iviano con rastra de clavos 
- Utilizar avena hasta agosto (pastoreo 
o soiling) 
- Romper con arado de vertedera·)\< 
- 2 rastrajes 
- Paso de rau-combi o niveladora 
- Rodillo 
- Siembra de alfalfa 
*Esta aradura puede reemplazarse por aplicación de un 
herbicida de contacto {Paraquat 2 lt de producto/ha más 
un surfactante al 0.4º/o de! total de la mezcla a pulveri-
zar. en 300-400 !t de agua). 
5 
2. Después de Remolacha 
- Pastoreo fuerte del rastrojo de remo-
lacha 
- Ap! icar carbonato de calcio 
- Romper con arado cincel 
- Rastraj.e con off-set 
- Paso de rau-combi o niveladora 
- Rodillo 
- Siembra de alfalfa 
En esta alternativa e! efecto residual de los 
fertilizantes aplicados a la remolacha per-
mite un excelente desarrollo de las plantas, 
lo cual disminuye los posibles problemas de 
enfermedades que puede traer este cultivo 
para !a alfalfa. 
ELECCION DE LA VARIEDAD 
Las variedades de alfalfa usadas han sido in-
troducidas al pa(s desde zonas con caracte-
rísticas climáticas semejantes, y por su re-
sistencia a enfermedades y plagas. Sin em-
bargo, en este último punto no se puede de-
cir que exista alguna variedad probada que 
tanga un comportamiento 6ptimo frente 
a todos los problemas que se presentan en 
invierno y principios de primavera, como 
son algunas enfermedades de las hojas tales 
como: viruela (Pseudopeziza sp.}, polvillo 
(Uromyces sp.), o manchas de la hoja 
(Stemphy!ium sp.). Por otra parte, en 
muestreos de suelo, bajo cultivo de alfalfa 
se han encontrado poblaciones altas de ne-
matodos de la ra!z (Meloidogyne sp.) y de 
hongos causantes de pudriciones radicula-
res. 
La magnitud de los problemas señalados va 
asociada estrechamente a malas prácticas de 
manejo, y en especial a un bajo nivel de nu-
trientes en el suelo y a una mala nodula-
ción. 
Alfalfa 
6 
Al elegir una variedad de alfalfa para lazo-
na conviene tener en cuenta cual es el ob-
objetivo principal de la pradera, y las carac-
ter (sticas de crecimiento de la variedad. Si 
la alfalfa se destina exclusivamente a corte, 
para henificar, se necesita una variedad que 
tenga un crecimiento concentrado en los 
meses de primavera y verano cuando las 
condiciones son óptimas para esta prácti-
ca de conservación. En este caso no intere-
sa e! crecimiento de la pradera para pro-
ducción de forraje en otoño e invierno. Por 
el contrario, es preferible que se manten-
gan en latencia durante este peri'odo no 
produciendo agotamiento de sus reservas 
radiculares, con lo cual puede asegurarse 
una mayor persistencia y menor daño por 
efecto de bajas temperaturas invernales. 
Las variedades recomendadas para este ob-
jetivo son las siguientes: 
- Alta Franconia (seleccionada y en multi-
plicación por INIA}. 
- WL-318 y WL-321 
lPA Qui1amapu Nº 17, 1983 
La elección de una variedad de este tipo pa-
ra la zona se justifica al analizar la Figura 1 
En ella se muestra el agotamiento de las re-
servas en la raíz de la alfalfa después de ser 
sometida a un corte. Los cortes real izados 
en primavera y verano recup,eran rápida-
mente el nivel de reservas radiculares, pues-
to que las condiciones de clima, en especial 
temperatura, son las adecu(1das para que la 
planta se desarrolle y acumule almidón de 
reserva. 
El crecimiento invernal de la planta produ-
cirá una baja en las reservas radiculares, con 
lo cual hay menor resistencia a enfermeda-
des y en consecuencia una disminución de 
persistencia y producción en la alfalfa. 
En la zona también existen situaciones es-
peciales con cllmas locales, adecuados para 
otro tipo de variedades de alfalfa por cuan-
to se dan condiciones de menor incidencia 
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raíces 
lrjA Qullamapu Nº 17, 1983 
de heladas.Estas condi.ciones se presentan 
en terrazas de ríos o sectores rodeados por 
cerros y permiten la mantención de una 
temperatura más adecuada para el desarro-
1 lo de la alfalfa durante un número mayor 
de días que en la generalidad del área. En 
estas cond i e iones hay cierto cree i mi en to in-
vernal y el agricultor puede disminuir el 
período de suplementación sembrando una 
variedad de alfalfa con moderada latencia 
invernal. Para este objetivo se puede recu-
rrir a las siguientes variedades existentes en 
el comercio: California (40-50-60}, WL-
514 y WL-518. 
La duración de un alfalfar en la zona, a ni-
vel de agricultor, es de 4 a 5 temporadas, 
aún cuando existen casos en que se han su-
perado las 5 temporadas de producción. 
Es conveniente recordar nuevamente que la 
persistencia va asociada a las prácticas de 
siembra y manejo señaladas anteriormente. 
10% 
corte ' \ ' ... '\ 
'~ 
Figura 1. Curva de 
crecimiento de 1á 
alfalfa y nivel de 
carbohidratos de 
reservas en sus ral-
ees (º/o) . 
7 
DOSIS DE SEMILLA E INOCULACION 
En un kilo de alfalfa existen entre 400.000 
y 500.000 semillas. Por lo tanto, por cada 
kg de siembra se aplican entre 40 y 50 se-
mil!as/m2. Sin embargo, aproximadamente 
sólo un 30 a 400/o de las semillas aparecen 
como plantas 2 meses después de la siem-
bra y sólo un 50/0 de esta cantidad perma-
nece a partir del segundo año de produc-
ción de la alfalfa. Por lo tanto, por cada kg 
de semilla se obtendrá entre 6 y 10 plantas/ 
m2 a partir del segundo año de producción. 
Estimándose una población óptima de 200 
a 300 p!antas/m2 en el primer año, la dosis 
de semilla debe ser de 18 a 20 kg/ha, cuan-
do la preparación de suelo ha sido adecua-
da. Se considera que una población inferior 
a 40 plantas/m2 no es adecuada para 
mantener un nivel óptimo de producdón, 
aunque existe cierta compensación de un 
mayor número de brotes por planta en 
poblaciones bajas. 
Las razones de esta baja sobrevivencia de !a 
semilla de alfalfa son: a) semilla pequeña, y 
por lo tanto poca reserva de alimento para 
su germinación; b} mal contacto de la semi-
lla con el suelo; e) algunas semillas quedan 
muy profundas; d) la plántula de alfalfa es 
8 
Figura 2. Rastra de sacos acoplada a la 
máauina sembradora. 
débil competidor contra malezas, insectos, 
plagas y enfermedades; e) susceptible a 
muerte por sequía al estado de plántula 
porque no ha desarrollado un buen siste-
ma radicular. 
La inoculación de la semilla, previo a la 
siembra, con la cepa de rizobio específi-
ca para alfalfa, es un requisito indispensa~ 
ble para el éxito de las praderas. Al no 
inocularse se obtendrán plantas débiles, 
de color amarillento, con baja producción 
y alta susceptibilidad a enfermedades. 
METODO DE SIEMBRA 
El método más indicado para siembra de 
alfalfa, es en 1 íneas, para Jo cual la máquina 
apropiada es la cerealera con anexo forraje-
ro. El uso de este método permite la 
ubicación del fert i 1 izan te fosfatado en 
línea, con el consiguiente beneficio para la 
planta de alfalfa. 
Lo importante es regular la profundidad de 
siembra, que en lo posible no debe ser supe 
ríor a 1 cm. La forma de conseguirlo es te-
niendo una adecuada compactación a tra~ 
vés del paso de rodillo compactador como 
término de la preparación de suelo.• 
lPA Ou i!amapu Nº 17, 1083 
Alfalfa 
La semilla puede taparse mediante una ras-
tra de doble saco con una pequeña porción 
de tierra en su interior, amarrados entre sí 
y unidos a una tabla o palo en la parte su-
perior para mantenerlas en forma unifor-
me (Figura 2). 
No debe utilizarse !a siembra cruzada, con 
doble pasada de máquina, por cuanto este 
método diluye el efecto del fertilizante al 
dejar menor concentración en la 1 ínea y 
también encarece la operación al doble. 
CONTROL DE MALEZAS 
Los cultivos previos, además de la prepara-
ción de suelo recomendada, permiten la ob-
tención de una siembra relativamente lim-
pia de malezas. Sin embargo, siempre exis-
te presencia de malezas de hoja ancha, !as 
cuales generalmente desaparecen después 
IPA Quilamapu Nº 17, 1983 
del primer corte dada la rápida recupera-
ción de la alfalfa. El principal problema 
pueden ser las gramíneas perennes como es 
el caso de !as chépicas. En este caso puede 
hacerse un control preventivo de malezas 
de presiembra usando algunos de los herbi-
cidas siguientes: 
- Eptam (3 - 5 lt de producto comercial/ 
ha) 
- Batán (6 lt de producto comercial/ha). 
Estos herbicidas se aplican de presiembra, 
con una dosis de 200-400 lt de agua por 
hectárea, incorporándose con un rastraje. 
Su acción es principalmente sobre el con-
trol de gramíneas y en menor grado sobre 
malezas de hoja ancha. En el país no ex is 
te ningún herbicida adecuado para e! con-
trol de malezas sobre alfalfa establecida. 
9

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