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Resúmenes - Teóricos sobre el archivo

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RESÚMENES
CHARTIER - ESCUCHAR A LOS MUERTOS
"Escuchar a los muertos con los ojos" atiende al rol de lo escrito entre el fin de la Edad Media y el presente. La cátedra está consagrada al estudio de las prácticas de lo escrito: la historia del libro, la historia de los textos, la historia de la cultura escrita: condiciones técnicas legales de su publicación, coyunturas de su producción, geografía de su circulación, oficios y actores involucrados en la producción del libro, mutaciones de las formas materiales, modalidades sucesivas de la legibilidad.
Don McKenzie: el sentido de un texto depende de las formas que lo dan a leer, de los dispositivos propios de la materialidad de lo escrito. Así, por ejemplo, para los objetos impresos: el formato del libro, la construcción de la página, las divisiones del texto, la presencia o no de imágenes, las convenciones tipográficas y la puntuación (sociología de los textos: estudio de sus formas materiales). 
Armando Petrucci: prácticas que producen o movilizan el escrito, para comprensión de las culturas escritas, que se han sucedido en la muy larga duración de la historia occidental. Organizado a partir del desigual dominio de lo escrito y las posibilidades múltiples ofrecidas por la “cultura gráfica”.
Chartier: asociar en un mismo análisis los papeles atribuidos a lo escrito, las formas y los soportes de escritura, las maneras de leer. Es decir, qué lugar ha tenido lo escrito en la producción de saberes, en el intercambio de emociones y sentimientos, en las relaciones que los hombres han mantenido unos con otros, con ellos mismos o con lo sagrado.
Las mutaciones del presente o los desafíos de la textualidad digital
Las mutaciones de nuestro presente modifican todo a la vez: los soportes de la escritura, la técnica de su reproducción y diseminación, y las maneras de leer. 
La invención de la imprenta no ha modificado las estructuras fundamentales del libro, compuesto por pliegos, hojas y páginas reunidos en un mismo objeto. En los primeros siglos de la era cristiana, la forma del libro como códice (lectura silenciosa y visual) se impuso a costa del rollo, pero no estuvo acompañada por una transformación de la técnica de reproducción de los textos (copia manuscrita). 
Al romper el antiguo lazo anudado entre los textos y los objetos, entre los discursos y su materialidad, la revolución digital obliga a una radical revisión de los gestos y las nociones que asociamos con lo escrito. La lectura frente a la pantalla es una lectura discontinua, segmentada, atada al fragmento más que a la totalidad; pérdida de la percepción de la totalidad textual contenida en el objeto escrito, pues la superficie luminosa no deja ver los límites y la coherencia del corpus.
¿Cómo mantener el concepto de propiedad literaria, definido por la identidad perpetuada de las obras, reconocible más allá de cuál fuera la forma de su publicación, en un mundo donde los textos son móviles, maleables, abiertos, y donde cada uno puede encadenar, alojarse sin ser advertido, en sus intersticios"? ¿Cómo reconocer un orden del discurso, de los libros, de lo escrito que asocia autoridad de saber y forma de publicación, cuando las posibilidades técnicas permiten la circulación universal de opiniones y conocimientos, pero también de errores y falsificaciones?
La biblioteca universal se aproxima con la conversión digital de las colecciones, se constituye una biblioteca sin muros donde se podría acceder a todas las obras. Sin embargo, constituye una violencia sobre los textos darlos a leer bajo otras formas. Es necesario proteger, conservar y comprender los objetos escritos que los han transmitido, para impedir la relegación o destrucción de los objetos impresos que han alimentado a lo largo del tiempo los pensamientos (necesidad de archivo). A la admiración ante las promesas de navegaciones entre los archipiélagos de los textos digitales se le ha opuesto la nostalgia por un mundo de lo escrito que ya habríamos perdido. 
La tarea del historiador
Pone como ejemplo la tarea del historiador, que ya no tiene el monopolio sobre las representaciones del pasado. Plantea la proximidad entre historia verídica y ficción verosímil a la hora de volver inteligibles las herencias acumuladas y las discontinuidades fundadoras que nos han hecho lo que somos. Así, marca la importancia de relacionar el estudio de los textos con el de las formas que le confirieron su existencia y con el de las apropiaciones que los invistieron de sentido.
¿Qué es un libro? ESTO IMPORTA
Kant (1796): distinción fundamental entre el libro como objeto material (de su comprador) y el libro como discurso dirigido a un público (propiedad de su autor que sólo puede ser puesta en circulación por sus mandatarios). Constatación de la doble naturaleza del libro: material y discursiva.
Sólo cuando las obras escritas fueron separadas de toda materialidad particular, las composiciones literarias pudieron ser consideradas como bienes inmuebles. De allí, el oxímoron que lleva a caracterizar al texto como "cosa inmaterial'. La separación fundamental entre la identidad esencial de la obra y la pluralidad indefinida de sus estados, entre el texto ideal y trascendente y las formas múltiples de su publicación, atadas a los criterios definidos de la propiedad literaria. Esta última supone que una obra pueda ser reconocida como siempre idéntica a ella misma cualquiera sea el modo de publicación y transmisión. Así se constituye el fundamento de la propiedad imprescriptible pero transmisible de los escritores sobre sus textos. 
¿Qué es un autor? 
En todos los casos, se supone una relación originaria e indestructible entre la obra y su autor. Tal vínculo no es ni universal ni inmediato. Foucault (1969): considera al autor como uno de los dispositivos dedicados a dominar la inquietante proliferación de los discursos. 
Categoría cuya formulación o empleo es, históricamente, muy variable: escritura en colaboración (práctica que contrasta con la lógica de la publicación impresa, que prefiere el anonimato o el nombre único, y con aquella que reúne en una única obra los textos de un mismo escritor). Existen entonces contradicciones o vacilaciones de una genealogía de la “función autor”.
Conflictos asociados al nombre propio, anteriores a la propiedad literaria: las historias pertenecen a todo el mundo, existe una circulación de lugares comunes listos para la reutilización, el delito de plagio no está constituido jurídicamente.
Los principios que rigen el orden de los discursos se presenta de forma diversa según las épocas, con los reglamentos y las convenciones que gobiernan el orden de los libros o el régimen de la publicación de lo escrito. 
Cultura escrita y literatura
Siempre, las magias de la ficción dependen de las normas y de las prácticas de lo escrito que las habitan, se apoderan de ellas y las transmiten.
El “librillo” de Cardenio: “se anota todo aquello que no se quiere fiar a la fragilidad de la memoria y se borra después para que vuelvan a servir las hojas”. 
De la misma manera que olvidar es la condición de la memoria, borrar es la condición de lo escrito. El “librillo de memoria” designa así la fragilidad, deplorable o necesaria, de toda escritura. Lo escrito tiene expectativas de eternidad, pero jamás está protegido contra la pérdida y el olvido.
Producción del texto, inestabilidad del sentido, autoridad de lo escrito - ESTO IMPORTA
Existen tres procesos que son el objeto de cualquier historia de la cultura escrita. 
El primero: pluralidad de intervenciones que implica la publicación de los textos. Los autores no escriben los libros, ni siquiera los suyos. Los libros, manuscritos o impresos, son siempre el resultado de múltiples operaciones que suponen decisiones, técnicas y competencias muy diversas.
S. XV-XVIII: copia en limpio del manuscrito del autor por un escriba profesional, examen de la copia por los censores, elecciones del librero editor respecto al papel, al formato o a la tirada, organización del trabajo de composición e impresión en el taller, preparaciónde la copia entregada a los cajistas, composición del texto, lectura de las pruebas por el corrector, impresión de los ejemplares que no impide nuevas correcciones durante el transcurso de la tirada. Aquí están en juego, pues, no sólo la producción del libro, sino también la del texto mismo en sus formas materiales y gráficas. 
Las formas y las disposiciones del texto impreso no dependían del autor, que delegaba a quien prepara la copia y a quienes componen las páginas las decisiones respecto a la puntuación, los acentos y la ortografía. La historicidad primera de un texto es aquella que proviene de las negociaciones entabladas entre el orden del discurso que gobierna su escritura, su género, su estatus, y las condiciones materiales de su publicación. Hay múltiples alteraciones textuales que impone la técnica de la composición por formas. La copia preparada (llamada "original" como si el manuscrito autógrafo no lo fuera) se veía enseguida transformada o deformada por el trabajo del taller: múltiples distorsiones (letras o sílabas invertidas, palabras olvidadas, líneas salteadas), variaciones en el empleo de los pronombres, concordancias gramaticales o de tiempos. 
Entonces ¿quién es el dueño del sentido? ¿El lector que "mantiene reunidas todas las huellas que constituyen el escrito" (Barthes)? 
El segundo: la inestabilidad o movilidad de la significación. Borges: atribuye a las mutaciones de las maneras de leer las variaciones del sentido de las obras. “La literatura no es agotable por la suficiente y simple razón de que un solo libro no lo es. El libro es un eje de innumerables relaciones. Una literatura difiere de otra menos por el texto que por la manera de ser leída.” Acá entra la noción de apropiación que designa tanto a las categorías intelectuales y estéticas de los diferentes públicos como a los gestos, hábitos, convenciones que regulan sus relaciones con lo escrito.
El tercero: las autoridades que intentan imponer el controlo monopolio sobre lo escrito, cuando el saber leer y escribir fue la promesa de un mejor control de las personas sobre su destino. La crueldad de nuestras sociedades hacia los excluidos de lo escrito recuerda las apuestas éticas y políticas relacionadas con el acceso a la escritura. Hay que interrogarse sobre la autoridad atribuida o denegada a lo escrito y sobre las luchas por la confiscación o divulgación de sus poderes. A diferencia del orden jerárquico del mundo de los impresos, la continuidad de la textualidad digital en la superficie de la pantalla hace menos perceptible la desigual credibilidad de los discursos, y así expone a los lectores menos advertidos a las falsificaciones.
Hay una irreductibilidad en la vivacidad del intercambio oral y la inercia de su transcripción escrita. El deseo de oralidad ha hecho buscar la manera de marcarse en lo escrito, el modo en que las páginas mudas han podido capturar y retener algo de la palabra viva.
El exceso y la pérdida
Contradicción: temor ante la proliferación descontrolada de los escritos y miedo a la pérdida, la falta, el olvido. Tensión: perpetuación de los modos tradicionales de composición literaria y emergencia de la figura del escritor, singular por su genio y único por su creación.
DELEUZE - RIZOMA
El Anti Edipo lo escribimos a dúo. Cada uno de nosotros era varios, en total éramos muchos. Hemos conservado nuestros nombres por rutina. No llegar al punto de ya no decir yo, sino a ese punto en el que ya no tiene ninguna importancia decirlo o no decirlo. Ya no somos nosotros mismos.
Un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes. Cuando se atribuye el libro a un sujeto se está descuidando ese trabajo de las materias y la exterioridad de sus relaciones. En un libro hay líneas de articulación o de segmentaridad, estratos territoriales; pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y destratificación. Todo esto, las líneas y velocidades mesurables, constituyen un agenciamiento, y como tal, un libro es inatribuible.
Un libro es una multiplicidad, un agenciamiento maquínico, cuerpo sin órganos, intensidades puras. Un libro tampoco tiene objeto; en tanto que agenciamiento, sólo está en conexión con otros agenciamientos, con otros cuerpos sin órganos. Nunca hay que preguntar qué quiere decir un libro; en un libro no hay nada que comprender, tan sólo hay que preguntarse con qué funciona, en relación con qué cosa. Un libro sólo existe en el afuera y en el exterior. 
Cuando se escribe, lo único verdaderamente importante es saber con qué otra máquina, la maquina literaria puede ser conectada, y debe serlo para que funcione.
La literatura es un agenciamiento, nada tiene que ver con la ideología. Escribir no tiene nada que ver con significar, sino con deslindar, cartografiar, incluso futuros parajes. 
Un primer libro es el libro-raíz: el libro clásico como bella interioridad orgánica, significante y subjetiva. El libro imita al mundo, la ley del libro es la reflexión, lo uno deviene dos en la fórmula del pensamiento más clásico y más razonable, más caducado, más manoseado. Critica la lingüística de Chomsky. Critica también al psicoanálisis, el estructuralismo y la informática. 
Un segundo libro es el sistema-raicilla o raíz fasciculada: de “raíces múltiples”. La raíz principal ha abortado o se ha destruido en su extremidad; en ella viene a injertarse una multiplicidad inmediata de raíces secundarias que adquieren un gran desarrollo. No rompe verdaderamente con el dualismo. El mundo ha devenido caos, pero el libro continúa siendo una imagen del mundo: caosmos-raicilla en lugar de cosmos-raíz.
Lo múltiple hay que hacerlo, pero no añadiendo constantemente una dimensión superior, sino al contrario, sustrayendo lo único de la multiplicidad a constituir: escribir a n1. Este tipo de sistema podría denominarse rizoma: tallo subterráneo que se distingue de las raíces y de las raicillas.
Un libro es un agenciamiento colectivo de enunciación: no es una estructura, sino una multiplicidad con componentes heterogéneos, que atacan la idea de subjetividad. 
Caracteres generales del rizoma: 
Principios de conexión y heterogeneidad: cualquier punto del rizoma puede ser conectado a cualquier otro y debe serlo. Esto no sucede en el árbol ni en la raíz, que siempre fijan un orden. No hay universalidad del lenguaje, tan sólo hay un cumulo de dialectos, cruces lingüísticos que permiten la heterogeneidad y no la homogeneidad. Se debe buscar como el lenguaje se desparrama y se descentra. Un método del tipo rizoma sólo puede analizar el lenguaje descentrándolo sobre otras dimensiones y otros registros.
Principio de multiplicidad: lo múltiple debe ser tratado efectivamente como sustantivo, como multiplicidad que no tiene sujeto ni objeto. Las multiplicidades son rizomáticas y denuncian las pseudo-multiplicidades arborescentes. Hay que prestar atención a las líneas de fuga, y no donde la secuencia se cierra; no hay unidad. Hay únicamente determinaciones y dimensiones, que no pueden aumentar sin que cambie de naturaleza. Un agenciamiento es precisamente ese aumento de dimensiones en la multiplicidad que cambia de naturaleza a medida que aumenta sus conexiones.
En un rizoma no hay puntos o posiciones, sólo líneas. Las multiplicidades se definen por el afuera: por la línea abstracta, línea de fuga o de desterritorialización según la cual cambian de naturaleza al conectarse con otras.
Principio de ruptura asignificante: frente a los cortes excesivamente significantes que separan las estructuras o atraviesan una. Un rizoma puede ser interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza. Todo rizoma comprende líneas de segmentariedad según las cuales está estratificado, territorializado, organizado, pero también líneas de desterritorialización según las cuales se escapa sin cesar. No existe una sola línea, sino que remiten unas a otras.
El libro no es una imagen del mundo, hace rizoma con el mundo, hay una evolución a-paralela del libro y el mundo, el libroasegura la desterritorialización del mundo, pero el mundo efectúa una re-territorializacion del libro, que a su vez se desterritorializa en sí mismo en el mundo.
Principios de cartografía y calcomanía: un rizoma no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea de eje genético o de estructura profunda. La lógica del árbol es una lógica de calco y de la reproducción. Muy distinto es el rizoma: mapa y no calco. Propone un modelo abierto, orientado hacia una experimentación que actúa sobre lo real, y no un modelo que se reproduce, cerrado por sí mismo. El mapa no reproduce un inconsciente sobre sí mismo, lo construye. El mapa es abierto, capaz de ser conectado en todas sus dimensiones, desmontable, alterable, susceptible de recibir constantemente modificaciones. El rizoma tiene siempre múltiples entradas; en ese sentido, la madriguera es un rizoma. El calco inyecta redundancias y las propaga, sólo reproduce los puntos muertos, los bloqueos o los puntos de estructuralización del rizoma. El rizoma actúa sobre el deseo por impulsos externos y productivos.
Contrariamente al grafismo, al dibujo o a la fotografía, contrariamente a los calcos, el rizoma está relacionado con un mapa que debe ser producido, construido, siempre desmontable, conectable, alterable, modificable, con múltiples entradas y salidas, con sus líneas de fuga. El rizoma es un sistema a-centrado, no jerárquico y no significante.
DERRIDÁ - FAVOR DE INSERTAR
Concepto de archivo: configuración técnica, y política y jurídica.
Archivos del mal: disimulados, destruidos, prohibidos, desviados, reprimidos. Tratamiento masivo y refinado, de manipulaciones privadas o secretas. Nunca se renuncia a apropiarse de un poder sobre el documento, sobre su posesión, su retención o su interpretación. Mas, ¿a quién compete la última instancia de la autoridad sobre la institución del archivo?
Es necesario distinguir al archivo de la experiencia de memoria que lo reduce a un retorno al origen, a lo arqueológico. No es un testimonio, memoria, indicio o prueba. No restituye la experiencia original. Exterioridad de un lugar, puesta en obra topográfica de técnicas de consignación, constitución de una instancia y de un lugar de autoridad; tal sería la condición del archivo.
FOUCAULT: En lugar de palabras que traducen en caracteres visibles pensamientos constituidos antes y en otra parte, en el espesor de las prácticas discursivas se tienen sistemas que instauran los enunciados como acontecimientos (con sus condiciones y su dominio de aparición) y como cosas (comportando su posibilidad y su campo de utilización). Son todos esos sistemas de enunciados (acontecimientos por una parte, y cosas por otra) los que propongo llamar archivo.]]]
Archivo y arqueología: Entre la lengua, que define el sistema de construcción de las frases posibles, y el corpus que recoge pasivamente las palabras pronunciadas, el archivo define una práctica particular (…) es el sistema general de la formación y transformación de los enunciados. Esta actualización jamás acabada, jamás íntegramente adquirida del archivo, forma el horizonte al cual pertenecen la descripción de las formaciones discursivas y la fijación del campo enunciativo. El derecho de las palabras autoriza a dar a todas estas investigaciones el título de arqueología.]]]
Problemática del archivo: su discurso versa sobre el almacenamiento de las impresiones, pero también sobre la censura y la represión, la supresión y la lectura de los registros. No hay archivo sin el espaciamiento instituido de un lugar, de un soporte actual o virtual. El Mal de archivo, el mal radical es aquello que arruina o arrastra: la impaciencia de un deseo de memoria.
MAL DE ARCHIVO
La palabra “archivo”: arkhé es allí donde se ejerce la autoridad, ese lugar desde el cual el orden es dado (principio nomológico, del mandato). Arkhêion: casa, domicilio, dirección donde se guardan las leyes y viven los arcontes: quienes tienen el poder de interpretar las leyes, los que mandaban.
Los arcontes son los guardianes de los documentos oficiales. No sólo aseguran la seguridad física del depósito y del soporte, sino que también se les concede el derecho y la competencia hermenéuticos, el poder de interpretar los archivos. A la jurisdicción de decir la ley que corresponde a estos documentos le hacía falta a la vez un guardián y una localización.
Los archivos tienen lugar en una domiciliación: asignación de residencia. El lugar donde residen de modo permanente, marca el paso institucional de lo privado a lo público[footnoteRef:1]. La topo-nomología es la dimensión arcóntica de la domiciliación: el cruce de lo topológico y de lo nomológico, del lugar y de la ley, del soporte y de la autoridad. [1: Una ciencia del archivo debe incluir la teoría de esa institucionalización, de la ley que comienza a inscribirse en ella, que la autoriza: límites del derecho de las familias o del Estado, entre lo privado y lo público, derechos de propiedad o de acceso, de publicación o de reproducción, de clasificación o de puesta en orden. 
La cuestión de una política del archivo atraviesa el tema de su democratización efectiva, medida en términos de participación y acceso al archivo, a su constitución e interpretación.] 
El poder arcóntico además debe reunir las funciones de unificación, de identificación, de clasificación, que van de la mano con el poder de consignación. La consignación tiende a coordinar un solo corpus en un sistema o una sincronía en la que todos los elementos articulan la unidad de una configuración ideal. El principio arcóntico del archivo es también un principio de consignación, de reunión.
Exergo
Todo archivo es a la vez instituyente y conservador: guarda, pone en reserva haciendo (respetar) la ley. En esto consiste la violencia archivadora.
El archivo es tipográfico, ya que se lo confía a un afuera, a un soporte externo, una puesta en escena de la archivación. La pulsión de muerte, de destrucción, destruye su propio archivo por adelantado; trabaja para destruirlo con la condición de borrar, mas con el fin de borrar sus propias huellas. Empuja al olvido, a la amnesia, a la aniquilación de la memoria.
No hay archivo sin un lugar de consignación, sin una técnica de repetición y sin una cierta exterioridad. Ningún archivo sin afuera. No hay archivo sin consignación en algún lugar exterior que asegure la posibilidad de la memorización, de la repetición, de la reproducción o de la reimpresión. Pero la compulsión a la repetición es indisociable de la pulsión de muerte. Por lo que aquello mismo que permite y condiciona la archivación la expone a la destrucción, introduciendo el olvido. El archivo trabaja siempre y a priori contra sí mismo; la pulsión de muerte tiende así a destruirlo.
El archivo no es solamente el lugar de almacenamiento y conservación de un contenido archivable pasado, sino que su estructura determina asimismo la estructura del contenido archivable: produce tanto como registra el acontecimiento (en archivo y borrador).
Contradicción interna del mal de archivo: la pulsión de conservación, de archivo, se oculta bajo la pulsión de destrucción. No habría deseo de archivo sin la posibilidad de un olvido.
ARCHIVO Y BORRADOR
Iterabilidad de la marca: todo signo puede ser repetido y se expone, al mismo tiempo a ser citado fuera de contexto, de un funcionamiento cortado de su querer decir “original”.
El destinatario del borrador es el geneticista. “Borrador” como sustantivo y como adjetivo. Dos dimensiones a tener en cuenta: la dimensión técnica del soporte, de las modalidades técnicas de inscripción (en plena evolución) y la dimensión jurídica, inseparable de la dimensión técnica. 
Las dimensiones jurídico-políticas definen quién tiene el poder de legitimación, que conciernen al poder de establecimiento y de interpretación del pre-texto o del borrador, y también el poder de la apropiación y la posesión del manuscrito, donde se entrecruzan la cuestión de lo privado y lo público, de la familia y de la apropiación pública.
Para los geneticistasel pretexto es el estado de escritura que precede al establecimiento legal de la publicación, todo aquello que es texto accesible antes del depósito legal, antes de su impresión, antes de la decisión del autor de publicar. Se diferencia del dossier preparatorio, documental, como material bruto. El pre-texto es el resultado de una actividad crítica.
El borrador se relaciona con el archivo, porque para que haya dossier o borrador no establecido de manera crítica es necesario que haya depósito en un lugar de exterioridad. No hay archivo si no hay conservación en un lugar de exterioridad, sobre un soporte. La topografía y la exterioridad son indispensables para que haya archivo. Es un primer predicado.
En el gesto de consignar un espacio exterior ya hay una operación de selección y de interpretación; en el acto de consignación hay, por tanto, ejercicio de un poder. El hecho de que haya un poder de interpretación, de selección, significa que un acto de represión, de exclusión también debe ejercerse. En consecuencia, hay archivo desde los pre-textos más iniciales. 
Debemos desplazar la topología. Dado que ha habido palabras que son iterables se puede dejar una huella en un lugar de exterioridad. No hay archivo sino allí donde una destrucción es todavía posible.
Siempre hay destinatarios, pero no es siempre socialmente determinable. Cierto juego en la destinación: no es el único, no es él solo. En ciertos casos, no el principal. 
Ahí donde el archivo se vuelve irreductible, indispensable, es cuando la verdad, el sentido, se tornan inseparables de acontecimientos de lengua. La cuestión del acontecimiento mismo es irreductible: el concepto de archivo que se liga a la singularidad del acontecimiento, a la singularidad de la inscripción en una lengua nacional que no vale para la ciencia pura. 
Sobre la cuestión de la iterabilidad: es la condición para que haya un archivo, tanto en textos discursivos o lingüísticos como en elementos no discursivos. Es necesario que una repetición le permita devenir objetivo. Desde el principio, ese objeto iterable podía separarse de un contexto de origen y circular, descontextualizarse. 
El genetista cuando reconstituye, analiza, interpreta ese objeto, lo devuelve lo más cerca posible de su origen único, que ha supuesto ser su contexto único. Hay que recontextualizar al máximo, aferrarse lo más cerca posible al origen singular.
No se podrá tocar ese punto de origen no iterable, sino en la medida en que se haya identificado una huella que desde el principio fue iterable. Hay en esto una suerte de contradicción, la condición del trabajo: la exhibición de lo único. Un archivo debe ser a la vez único y significante. Tenemos que vérnosla con la huella del acontecimiento único, pero lo que se capte de único no ha podido inscribirse como tal sino en la medida en que fuera repetible. Lleva su doble en sí mismo.
La firma de la primera inscripción ha sido ya un acto de archivación, incluso antes de que el archivista viniera a recolectar, asignar, establecer. Y en este ejercicio de archivación, hubo un acto de poder, de selección, de violencia. El momento originario de la archivación es una firma de autoridad: autoriza, los que trabajan en esa archivación primera contra-firman (confirmar, autentifican, reconocen y analizan la firma, al tiempo que oponen una contra-fuerza, hacen elecciones).
El proyecto mismo de la firma, ese deseo de dejar una huella es afectado. La propiedad misma de la firma es afectada. Desde que pongo una palabra sobre el papel, hay desposesión. Una desposesión tiene lugar desde que hay iterabilidad.
La estructura del archivo es tal que no podemos protegerla porque es inmediatamente expuesta. Publicamos y tratamos de proteger, pero desde el momento en que está publicado, por iterabilidad se puede reproducir y alterar. Si he elegido esta palabra “iterabilidad” es porque en esa palabra hay repetición, reproducción y alteración.
El problema del archivo es el de qué hay que guardar y quién se le dará acceso a ese material. Todo no puede ser guardado (la capacidad de almacenamiento es finita). El mal de archivo puede significar el sufrimiento ante la imposibilidad de guardarlo todo. Pero más allá de esta finitud, hay en la relación con el archivo un deseo, una pulsión de muerte, un movimiento para borrar, para destruir incluso lo que podemos guardar. Si no fuera por esta destrucción posible del archivo, el deseo posible de destruir, no habría tampoco deseo de guardar.
Un escritor, es sobre todo alguien que escribe un testamento: lo que sea que escriba es, como cosa pública y sobreviviente, de orden testamentario. La estructura del aparato social de la archivación no viene después, para recoger el testamento, marca desde el principio y del interior la naturaleza, la forma y el contenido del testamento. No escribimos el mismo testamento en condiciones de archivo diferentes. Instituciones como la de ustedes no tienen solamente un efecto secundario sobre el después, la recolección, la recepción de la herencia, sino un efecto primario sobre la manera en que las personas escriben y en que la gente organiza su testamento, o lo destruyen. El archivista asume su parte en el origen del contenido archivado.
El deseo de guardar es entonces inseparable del deseo de destruir. Para guardar es necesario exponer a la pérdida, es exponer al olvido. Es lo que llamo “el mal de archivo”: sino hubiera deseo de destructibilidad no habría ni necesidad de archivo ni preocupación por el archivo. Esto es a la vez la amenaza del archivo y la posibilidad del archivo. 
LOS ARCHIVOS EN AMÉRICA LATINA
En relación con los archivos: el caso argentino
Cuando hablamos de los archivos de la represión, una cosa será hacer foco en la masa documental producida por los servicios de inteligencia, que poseen un determinado patrón discursivo (un archivo en los términos que estamos considerando), una mirada que atiende a unas cosas y pasa por alto otras, una forma de guardar memoria de acciones ejecutadas por propios y ajenos que les otorga determinada jerarquía; y otra muy diferente ver los conjuntos documentales reunidos por madres de detenidos/ desaparecidos, donde los recortes y los “recuerdos”, y hasta determinados objetos (como lo fueron los pañales de tela de sus hijes convertidos con el tiempo en pañuelos blancos) van adquiriendo una organización que desordena las jerarquías previamente establecidas. Esos archivos responden y no a la noción foucaultiana de archivo en tanto exceden, por presencia, la ley de producción y transformación de los enunciados. Algo hay ahí que no se deja absorber en el sistema de enunciabiblidad que parecería abarcarlos y no se trata de un elemento en particular (un pañal o una fotografía) sino más bien de las relaciones y jerarquías que se tejen, del modo anacrónico en que van surgiendo.
Proyecto Orbescrito:
• Los archivos latinoamericanos no están salvados ni institucionalizados.
• Es necesario nombrar y localizar, construir un mapa.
• Esto no se puede realizar de manera centralizada