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Probablemente en muchos países y regiones continúa sien-
do válido el señalamiento que hace Calvin B. Schwabe1 en 
su libro “Medicina Veterinaria y Salud Pública” en cuanto 
a que, “durante un largo periodo, los veterinarios han hecho 
aportes a la salud pública, pero es un fenómeno relativamente 
reciente que el veterinario haga carrera en esta disciplina..”... 
y que, no obstante el hecho de que sea especialista en salud 
pública es una relativa “novedad”, no por ello puede afirmar-
se que sean igualmente nuevos los vínculos entre la medicina 
veterinaria y la salud humana”. En el mismo libro, así como 
en números especiales de la Revista Científica Técnica de la 
Oficina Internacional de Epizootias (OIE) –hoy denomina-
da Organización Mundial de Sanidad Animal– dedicados a 
la Salud Pública Veterinaria, hay abundantes e interesantes 
presentaciones sobre los aportes –particularmente desde el 
siglo XVII– de la veterinaria a la salud pública, destacándose 
cómo esta participación y su reconocimiento tuvieron lugar 
mucho antes en Europa que en América. 
En América, la primera vez que se oficializa institucional-
mente el término Salud Pública Veterinaria (SPV) fue hace 
seis décadas, en 1946, cuando se crea una sección en la Ofici-
na de Relaciones Estaduales (Bureau of States Relations) en 
Washington DC2. Al año siguiente se establece en el Centro 
para el Control de Enfermedades, Atlanta, Georgia, la Divi-
sión de Salud Pública Veterinaria. En 1949, la Organización 
Mundial de la Salud crea la Unidad de Salud Pública Veteri-
naria bajo la dirección del Dr. Martín Kaplán, si bien la Or-
ganización Panamericana de la Salud, ya desde 1946, había 
instituido un programa de veterinaria encabezado por el Dr. 
Benjamín Blood.
La revisión de algunas publicaciones sobre el ámbito del 
quehacer de las ciencias veterinarias es coincidente en seña-
lar que, las intervenciones, tanto en salud pública como en 
salud pública veterinaria, (SPV) son multisectoriales y que 
requieren de una acción interdisciplinaria, existiendo even-
tos específicos en los que una determinada profesión puede y 
debe asumir liderazgos dada su particular experticia y com-
petencia. 
salud Pública Veterinaria en el siglo XXI
Dr. Eduardo Álvarez Peralta Médico Veterinario. Epidemiólogo. Consultor Internacional. 
Ex Representante de OPS/OMS. Ex Jefe de Cooperación Técnica INPPAZ/OPS. Santiago, Chile.
Desde un comienzo, las intervenciones de la veterinaria en 
salud pública, entendida esta última como “el esfuerzo orga-
nizado de la sociedad, principalmente a través de sus institu-
ciones de carácter público, para mejorar, promover, proteger 
y restaurar la salud de las poblaciones por medio de actua-
ciones de carácter colectivo”3 se dieron particularmente en 
el cuidado de animales productivos, de transporte y carga; la 
inspección de alimentos de origen animal, carne y leche; el 
control de algunas enfermedades que desde los animales se 
transmitían a los humanos –zoonosis– y; en la eliminación 
de deshechos animales con la finalidad de proteger el medio 
ambiente (saneamiento ambiental).
En 1975, un Comité Mixto FAO/OMS la definió como “un 
componente de las actividades de la salud pública dedica-
do a la aplicación de la capacidad profesional de los vete-
rinarios, sus conocimientos y sus recursos a la protección y 
mejoramiento de la salud de las personas”. Posteriormen-
te, en 1990, en el marco de la Serie de Líneas Guía de la 
Organización Mundial de la Salud, se publica el documento 
“Principios guía para la Planificación, organización y ges-
tión de programas de salud pública veterinaria”4, en la cual 
se identifican diversos tipos de intervención relacionadas 
con producción animal, higiene de alimentos, ambientales, 
investigación biomédica, emergenciales, sociales y el funcio-
namiento de los servicios de salud. 
Una década después (1999), la OMS convocó a un Grupo de 
Estudio para que revisara los aportes de la ciencia veterinaria 
en la salud pública y las proyecciones futuras de la misma, 
teniendo en cuenta el comportamiento de determinadas ma-
crotendencias de índole social, económicas, tecnológicas y 
ambientales. Para los fines del trabajo encomendado, dicho 
grupo definió la SPV como “la suma de todos los aportes al 
bienestar físico, mental y social del ser humano por medio de 
una comprensión y aplicación de la ciencia veterinaria”. El 
Informe respectivo,5 hace una extensa y detallada descripción 
de diversos aportes en los que la SPV, en ocasiones asumiendo 
el liderazgo y en otras integrándose en un ejercicio multidis-
ciplinario, interviene en beneficio de la salud y bienestar de 
la población humana; pone en consideración la importancia 
de tener presente las diferencias de tipo social, económico, 
institucional y cultural que existen entre los diferentes países 
y hacia el interior de los mismos, lo cual se traduce en opor-
tunidades, problemas, necesidades y prioridades, así como 
Correspondencia:
ealvarezperalta@yahoo.com
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 eduardo Álvarez Peralta
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en programas e intervenciones de muy diversa intensidad, 
complejidad técnica, viabilidad y sostenibilidad; e, identifica 
algunos de los principales cambios demográficos, sociales, 
políticos, económicos y ambientales que la SPV debe enfren-
tar en la actualidad y en las próximas décadas, todo lo cual 
implica un análisis permanente, integral y muy participativo 
del contexto en el cual ella debe desenvolverse.
Como una forma de contribuir a la difusión de dicho informe, 
la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura 
y la Alimentación (FAO), conjuntamente con la OMS y la 
OIE, organizaron la “Conferencia Electrónica sobre la Sa-
lud Pública Veterinaria y el Control de las Zoonosis en los 
países en desarrollo” a la cual se registraron unos 700 par-
ticipantes de 80 países6. Un documento especial para dicho 
evento preparado por Waltner-Toews7 de la Universidad de 
Guelphs, sintetiza lo que en su entender constituyen las tres 
grandes áreas en las cuales la SPV se relaciona con la salud 
pública: i.- la producción de alimentos mediante el control de 
enfermedades que afectan la oferta alimenticia y la salud de 
animales empleados como medio de trabajo o transporte; ii.- 
el control de enfermedades zoonóticas que se transmiten ya 
sea directamente o a través de los alimentos; y, iii.- desarro-
llando e implementando nuevas metodología para promover 
una salud pública sostenible basadas en el ecosistema, cultu-
ralmente factibles y económicamente realistas. Las principa-
les conclusiones de dicha conferencia reiteran, una vez más, 
como las necesidades actuales y los futuros desafíos para la 
implementación de programas de SPV efectivos en los paí-
ses desarrollados son totalmente diferentes a las de los países 
en transición y en desarrollo, citándose numerosos ejemplos 
sobre experiencias y prácticas que actualmente están siendo 
aplicadas en los países con menos recursos, como también 
las contribuciones que en esta materia serían un aporte im-
portante de parte de la cooperación internacional.
En el 2003, la Asociación Americana de Escuelas de Me-
dicina Veterinaria de los Estados Unidos, llama la aten-
ción sobre el rol de esa profesión en la Salud Pública y la 
Biodefensa, señalando que dicho país enfrenta amenazas 
biológicas naturales y deliberadas cuyos efectos, en caso 
de concretarse, tendrían consecuencias devastadoras sea 
afectando la salud humana, la salud animal, la inocuidad 
de alimentos, la agricultura y la producción y oferta de ali-
mentos8. En abril de 2005, se introdujo en el Senado de los 
Estados Unidos una propuesta de ley para incrementar la 
presencia de médicos veterinarios que se desempeñan en el 
Sistema Nacional de Salud Pública (Veterinary Workforce 
Expansion Act9), considerando que los veterinarios están 
calificados para intervenir entre otros aspectos en la pre-
vención y control de enfermedadesinfecciosas, asegurar la 
inocuidad y seguridad de la oferta de alimentos, promover 
la salud ambiental, proteger la salud de los animales y ac-
tuar en la detección rápida y la atención de enfermedades 
infecciosas emergentes9.
También, recientemente (2004), en los estatutos de la recien-
temente creada Sociedad Interamericana de Salud Pública 
Veterinaria10 se describe una serie de áreas de actuaciones de 
la SPV.
Con base en lo señalado tanto en las referencias antes citadas 
como en otras11,12,13,14 y las experiencias recogidas por el autor 
en los países de la región, las principales áreas en las cuales 
interviene y participa la SPV en apoyo a la salud y bienestar 
humano son:
 
•	 Prevención, control y eliminación de las zoonosis.
•	 Prevención y control de problemas de salud animal de 
importancia social y económica .
•	 Inocuidad y calidad de los alimentos de origen animal 
(de la granja a la mesa y “viceversa”).
•	 Promoción y apoyo de acciones que favorecen el turis-
mo nacional e internacional así como el comercio e in-
tercambio pecuario dentro y fuera de las fronteras.
•	 Investigación de brotes de enfermedades de origen ali-
mentario.
•	 Investigación, detección temprana, prevención y control 
de enfermedades animales exóticas, zoonosis emergen-
tes y amenazas biológicas. 
•	 Control y protección del ambiente de deshechos anima-
les y del efecto de determinadas prácticas de manejo, 
producción de animales y transformación de productos y 
subproductos de origen animal.
•	 Promoción de la salud y el bienestar de la población hu-
mana.
•	 Producción, desarrollo y promoción del uso apropiado 
de biológicos y reactivos.
•	 Promoción del bienestar de animales domésticos y sil-
vestres
•	 Promoción de la propiedad responsable de animales de 
compañía.
•	 Intervención en desastres naturales o provocados por el 
hombre.
•	 Prevención de peligros laborales o asociados con anima-
les vivos y sus productos.
•	 Desarrollo de modelos biomédicos para investigación en 
salud humana.
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•	 Formación y capacitación del recurso humano que par-
ticipa en salud pública .
•	 Formulación y realización de proyectos de desarrollo lo-
cal y comunitario.
•	 Investigación, promoción y aplicación de desarrollos 
biotecnológicos eficientes y apropiados a las condicio-
nes sociales, económicas y culturales.
•	 Promoción y participación en la formulación e imple-
mentación de iniciativas intersectoriales y de políticas 
públicas que favorezcan la salud y el bienestar humano. 
•	 Hacer operable la colaboración intersectorial e interdis-
ciplinaria entre agricultura y salud pública. 
Esta gran gama de actividades –cuya intensidad y desarrollo 
varía según las características y condiciones específicas de 
cada país, región o territorio– está y seguirá siendo afecta-
da por una gran diversidad de cambios y desafíos, muchos 
de los cuales están expresados en el compromiso adquirido 
por 189 países durante la Asamblea de las Naciones Unidas 
–efectuada en diciembre de 2000 y denominada “Cumbre del 
Milenio”–, conocido como las “Metas de Desarrollo del Mi-
lenio”15. Las mismas comprenden ocho metas, a ser alcanza-
das en el 2015, de las cuales, siete se fortalecen mutuamente 
y están orientadas a reducir la pobreza en todas sus formas 
mientras que la última, se concentra en el establecimiento de 
acuerdos y compromisos entre diversos actores de forma que 
ello pueda dar lugar al logro de las siete primeras.
De otra parte, la compleja y variada gama de actividades y 
relaciones que comprende la SPV está y será sin duda im-
pactada por importantes cambios demográficos, sociales, 
ambientales, políticos y económicos, cuyo comportamiento 
y efecto también difiere de un país y región a otra.
Entre las variables demográficas mas impactantes están el 
aumento de la población mundial y de la esperanza de vida, 
el envejecimiento de la población, la urbanización y las mi-
graciones por diferentes causas.
A poco de finalizar la Segunda Guerra Mundial –época en que 
comienza a emplearse institucionalmente el término SPV– la 
población mundial era un poco menor a los 2.5 billones de 
habitantes, cifra que de mantenerse la actual tasa anual de 
incremento natural –alrededor del 1.2%– se verá casi tripli-
cada en los próximos 15 años. Sin embargo, mas del 95% del 
futuro incremento poblacional tendrá lugar en los países en 
desarrollo, los que en la actualidad aportan 80 millones de 
personas por año a la población mundial, al tiempo que los 
desarrollados solo contribuyen con un millón. Este hecho, 
generado en gran parte por la disminución de la mortalidad 
infantil y el mejoramiento de las condiciones de saneamiento 
básico, significa un incremento natural por segundo de 2.6 
personas (0.04 en los países mas desarrollados y 2.5 en los 
en desarrollo). 
Con respecto a la esperanza de vida al nacer, hoy en día es 
de 67 años – siendo mayor en la mujer (69) que en el hom-
bre (65), alcanzando en los países mas desarrollados los 76 
años y en los menos desarrollados 65 años 16. Otro aspecto 
que es preciso tener en cuenta es de la urbanización. Actual-
mente, prácticamente la mitad de la población mundial vive 
en ciudades (47%), porcentaje que en los países desarrolla-
dos promedia el 76% y en los menos desarrollados el 41%. 
Este proceso de despoblamiento rural, responde a numerosas 
causas, entre otras al fracaso de los modelos de desarrollo 
que han sido incapaces de crear condiciones de empleo en 
las áreas rurales y en la provisión de servicios básicos que 
“retengan” a la población en sus territorios17. Cabe tener pre-
sente la conformación de conglomerados urbanos cada vez 
mayores, en cuya periferia suelen ubicarse las poblaciones de 
menos recursos y cuyos habitantes viven en precarias condi-
ciones, estimándose que para el 2015 habrán a lo menos 26 
ciudades con mas de diez millones (megalópolis) ubicándose, 
todas menos cuatro, en países en desarrollo, siendo también 
cuatro las que estarán en América Latina18,19. Estos cambios 
poblacionales generan – particularmente en los países menos 
desarrollados - una serie de desafíos relacionados con la sa-
lud y el bienestar de sus habitantes habida cuenta las nuevas 
y mayores demandas cuantitativas y cualitativas de agua y 
alimentos sanos, inocuos y nutritivos, la necesidad de esta-
blecer cadenas agroalimentarias en las que cada vez es mayor 
la distancia entre el punto de producción y el consumo, el 
establecimiento de mecanismos de monitoreo y vigilancia de 
las relaciones con animales sinantrópicos agravadas por la 
alta densidad humana y de animales de compañía, la necesi-
dad de ampliar y respetar el medio ambiente y los espacios 
públicos, son todos ellos algunos ejemplos en los cuales a la 
SPV le cabe plena participación. Esto, se refleja claramente 
en el “Estudio sobre la organización y funcionamiento de las 
unidades municipales de medio ambiente a nivel municipal” 
llevado a cabo en la Región Metropolitana de Santiago de 
Chile20.
Asimismo, los sistemas agropecuarios comerciales e indus-
triales dado el uso de prácticas intensivas de producción con-
llevan problemas ambientales muy diferentes a los sistemas 
extensivos y continúan ocasionando una pérdida de la biodi-
versidad y degradación del ecosistema. Ello, en el caso de la 
agricultura, como consecuencia del establecimiento de gran-
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des explotaciones de monocultivos con gran empleo de pro-
ductos agroquímicos, sea para estimular la producción como 
también para controlar las pestes. A lo anterior cabe sumar 
la situación que se genera por causa de la deforestación que 
se lleva a cabo para, por una parte hacer uso agroindustrial 
y energético de los bosques naturales los cuales, la mayoría 
de las veces y particularmente en lospaíses en desarrollo, se 
restituyen a una tasa mucho menor de la que se destruye y, 
por otra, para incorporar nuevas tierras para la explotación 
agrícola y ganadera. Esto, a su vez, da lugar a que quienes 
desarrollan estas labores tengan mayores riesgos de entrar en 
contacto con agentes biológicos desconocidos, dando lugar a 
la aparición de nuevas enfermedades.
Lo mismo sucede en el sector pecuario, donde la producción 
en gran escala de alimentos de origen animal hace un empleo 
intensivo de antibióticos y productos hormonales para esti-
mular y mejorar el crecimiento y la eficiencia en la conver-
sión de alimentos y disminuir el riesgo de enfermedades, lo 
cual tiene efectos colaterales para la salud pública (aparición 
de cepas resistentes de microorganismos a los antibióticos 
por ejemplo), éste también es un tema que cada vez gene-
ra mayor atención en el marco del comercio internacional 
de alimentos, estableciéndose una serie de restricciones que 
son permanentemente evaluadas y ajustadas. De otra parte, 
la contaminación generada por la eliminación inapropiada de 
efluentes procedentes de las explotaciones animales intensi-
vas, así como la causada por los agroquímicos, es un tema 
que, si bien técnicamente es solucionable, la implementación 
de las medidas apropiadas suelen ser no viables para las so-
ciedades mas pobres, las cuales tienen otras prioridades que 
atender no siendo muchas veces una de ellas, el equilibrio y 
la protección del medio ambiente.
De otra parte, innovaciones en el transporte y las telecomu-
nicaciones han y están transformando al mundo en una “al-
dea global” donde los contactos entre “vecindarios pobres 
y ricos” son mucho mas frecuentes como consecuencia del 
proceso denominado “globalización” el cual, según Stiglitz21, 
ha dado lugar a una “integración mas estrecha de los países y 
pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los 
costos de transporte y comunicación y el desmantelamiento 
de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, 
capitales y conocimientos y (en menor grado), de personas 
a través de las fronteras”. Esto, entre otras consecuencias, ha 
conllevado a que cada vez se incrementen mas el comercio, 
los viajes y el turismo.
Con respecto al comercio internacional de productos ali-
mentarios y agrícolas (cultivos, ganado y productos gana-
deros) según la FAO el promedio anual durante el periodo 
2000 – 2002 fue de unos 280.000 millones de dólares. Según 
la misma fuente la producción mundial de carnes fue en el 
año 2000 de unas 236.9 millones de toneladas, de las cuales 
93.1correspondió a carne de cerdos, 68.6 de aves y 59.4 de 
bovinos. Para ese mismo año las exportaciones de carne tota-
lizaron 17 millones de toneladas, ocupando las aves el mayor 
peso relativo (7.55 millones), luego la bovina (7.55 millones) 
y luego la de cerdo (3.25 millones). La producción de leche 
y derivados lácteos el año 2000 fue de 576 millones de tone-
ladas mientras que las cifras de exportación fueron de 1.49 
mill/ton. de leche en polvo, 1,17 mill/ton. de leche desnata-
da, 1.27 mill/ ton. de queso y 0.75 mill/ton de mantequilla y 
ghee. En cuanto a la producción pesquera, ella a nivel global 
alcanzó en el 2001 las 130.2 millones de toneladas, de las 
cuales un 29% corresponden a la acuicultura. Ese año, unos 
31 millones de toneladas del total de la producción pesquera 
se transformaron en harinas y los 99 millones restantes se 
destinaron al consumo humano. De toda la producción pes-
quera el 38% entró al comercio internacional.
En el caso del turismo internacional, la Organización Mun-
dial de Turismo estimó que a nivel mundial en el año 2004 
creció un 10% con respecto al año inmediatamente anterior, 
habiéndose registrado 760 millones de llegadas internaciona-
les. Según la misma Organización, en el 2005 el incremento 
fue de un 5.5%, ascendiendo a 808 millones la cifra global de 
turistas internacionales, registrando los mayores incrementos 
porcentuales América Central (13.6%), Sudamérica (2.7%) y 
Asia (7.4%), siendo los principales destinos Europa (443.9 
millones), Asia (156.2 millones) y América (133.1 millones). 
Se espera que el ritmo de crecimiento se mantendrá en el 
2006, según sea la evolución de la gripe aviaria y del precio 
del petróleo y que para el año 2020 el volumen del turismo 
mundial prácticamente se duplique, alcanzando 1.56 mil mi-
llones. 
Los viajes y el turismo, el comercio internacional, la rapidez 
de los desplazamientos de personas y productos, son todos 
factores que, obviamente incrementan la posibilidad de que 
situaciones –por ejemplo microorganismos que emergen en 
lugares remotos– puedan rápidamente propagarse a gran dis-
tancia. 
Esta situación dio lugar a que a fines de los 80 y durante 
los 90 se generara una gran preocupación y el desarrollo de 
muchas iniciativas para prevenir posibles incidentes, tanto a 
nivel de países como de regiones y a que, en mayo de 2001, 
la Asamblea Mundial de la Salud adoptara una resolución so-
bre “Global health security: epidemic alert and response”, la 
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cual reconoce la relación entre la globalización del comercio 
y los viajes y el resurgimiento de las enfermedades infeccio-
sas. Sin duda la aparición de nuevas enfermedades infeccio-
sas y la reemergencia de otras, combinadas con el aumento 
de la velocidad y volumen del comercio –particularmente de 
alimentos– y de los viajes internacionales, han alertado sobre 
la facilidad con que este tipo de enfermedades pueden cru-
zar las fronteras y traspasar las barreras tradicionales22. Cabe 
recordar que por lo menos la mitad de los aproximadamen-
te 1.700 agentes infecciosos para el ser humano hasta hoy 
conocidos, tienen reservorio en animales o insectos vectores 
y muchas de las infecciones emergentes son o parecen ser 
zoonosis6. 
También en las últimas décadas se evidencia una cada vez 
mayor preocupación por las enfermedades transmitidas por 
los alimentos, tanto las conocidas como otras que tienen 
carácter de emergentes o reemergentes. Sin duda alguna, la 
globalización de la cadena de suministros de alimentos, el 
aumento del comercio internacional de alimentos frescos 
y elaborados, la creciente importancia de la Comisión del 
Códex Alimentario, las obligaciones contraídas en el marco 
de los Acuerdos de la Organización Mundial del Comercio 
(OMC) y las demandas de los consumidores cada vez mas 
exigentes en cuanto a inocuidad y calidad, hacen que cada 
vez se intensifique y perfeccione mas la aplicación del prin-
cipio de la prevención a lo largo de toda la cadena alimentaria 
con el fin de lograr la máxima reducción de riesgos para la 
salud generados por los alimentos (“de la granja a la mesa”). 
Asimismo, es de esperar que también cobren cada vez ma-
yor importancia consideraciones no solo económicas sino de 
calidad e inocuidad acerca del tipo de alimentos que desean 
o deba consumir la población –“del plato a la granja”23– en 
circunstancias que los aspectos nutricionales constituyen tal 
vez uno sino el mayor de los determinantes de problemas de 
salud pública, sea por déficit como por exceso.
Pero también el comercio internacional de animales y pro-
ductos pecuarios ha dado lugar a la propagación de enfer-
medades en dichas poblaciones entre países con grandes 
consecuencias para sus economías24. Ello, a mediados de los 
años 90, dio lugar a que entre los acuerdos que establecieron 
la OMC se incluyera el referido a la Aplicación de Medidas 
Sanitarias y Fitosanitarias, cuyo objetivo fundamental es per-
mitir el incremento del comercio internacional de productos 
agrícolas reconociendo el derecho de los países de proteger 
las salud humana, animal y vegetal. Elementos claves en este 
acuerdo lo constituyen el análisis de riesgo, la regionaliza-
ción, la armonización, la equivalencia y la transparencia, así 
como el seguimiento de estándares internacionalesestable-
cidos en el Código Internacional de Salud Animal acordado 
por los países en el seno de la OIE. 
En toda esta mirada del quehacer de la SPV y de la tendencia 
de algunos cambios globales que probablemente influirán en 
su rol y en las estrategias de intervención a favor de la sa-
lud pública, también cabe señalar que se han producido y se 
están dado procesos de reajustes de las competencias fun-
cionales de los entes oficiales del nivel nacional y regional, 
como una forma de incorporarse mas efectivamente en el 
proceso de globalización y de hacer mas eficiente la descen-
tralización. Es así como suele asociarse globalización con 
privatización y descentralización con “achicamiento” del 
Estado y entrega de responsabilidades a los niveles locales. 
Esto en alguna medida ha implicado un “debilitamiento” de 
las actividades de la salud pública y también de la SPV, no 
teniendo en cuenta de que sus intervenciones podrían –en 
mayor o menor medida– considerarse como una especie de 
bien público global, entendiendo por tal “aquellos que tie-
nen beneficios no excluyentes, no competitivos ó ambos” o 
que “son no exclusivos y están disponibles para el consumo 
de todos”25.
Finalmente, tal vez uno de los mayores desafíos para la so-
ciedad en general es reconocer y luego participar en la so-
lución de lo que significa vivir en un mundo desigual. Hoy 
en día, 2.500 millones de personas que viven con menos de 
dos dólares al día –y que representan el 40% de la población 
mundial– obtienen solo el 5% del ingreso mundial. Hoy en 
día, dos terceras partes de todas las personas que sobreviven 
con menos de un dólar al día, mas de 1.000 millones, viven 
y trabajan en zonas rurales y los mercados en los que operan, 
su sustento, y las perspectivas de salir de la pobreza están 
directamente afectados por las normas que rigen el comer-
cio agrícola. Hoy en día mas de 850 millones de personas, 
todavía se encuentran atrapados en el círculo vicioso de la 
malnutrición y sus efectos26. Hoy en día, el impacto asimé-
trico de los procesos de apertura comercial hacen necesario 
en la mayoría de los países en desarrollo –cuya economía 
en gran medida depende de la exportación de materias pri-
mas incluidas las agropecuarias– aumentar los esfuerzos y 
recursos en el pequeño productor agropecuario mediante 
políticas y programas que tengan como objetivo un desa-
rrollo sostenible. Hoy en día, como fuera mencionado, uno 
de los rasgos que mas caracteriza la situación demográfica 
es la conformación de grandes conglomerados urbanos en 
los cuales las condiciones de bienestar y ambientales están 
seriamente comprometidos. 
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Es en ese marco en el que la SPV debe brindar todos sus 
aportes para de esta forma cumplir con su compromiso con 
“el bienestar físico, mental y social del ser humano”.
ReFeRenCIas
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