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TECNOLOGÍA ANDINA

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LA TECNOLOGÍA 
EN EL MUNDO ANDINO 
RUNAKUNAP KAWSA YNINKUPA0 
RURASOANKUNAOA 
selección y preparación por 
H E A T H E R L E C H T M A N Y ANA MARIA SOLDI 
T O M O I 
subsistencia y mensuración 
U N I V E R S I D A D N A C I O N A L A U T Ó N O M A D E M É X I C O 
M É X I C O 1 9 8 1 
I N S T I T U T O D E INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS 
Serie Antropológica: 36 Arqueología 
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Primera edición: 1981 
D R © 1981. Universidad Nacional Autónoma de México 
Ciudad Universitaria. México 20. D. F . 
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES 
Impreso y hecho en México 
ISBN 968-58 -0146 -0 
AGRADECIMIENTOS 
Numerosas personas e instituciones asistieron en la preparación 
de esta antología. Nos resulta imposible mencionarlas a todas, 
pero quisiéramos expresar nuestro agradecimiento en particular 
al Institute of Andean Research, New York y al School of Huma-
nities and Social Science, Massachusetts Institute of Technology 
por su aporte financiero durante la preparación del manuscrito. 
También queremos agradecer a la doctora Juana Truel, de Lima, 
Perú y al ingeniero José Antonio Torres, de Santiago, Chile, por 
su traducción de varios de los artículos escritos en inglés. Nancy 
Fernald Hodge de Cambridge, Massachusetts, utilizando dibujos 
v croquis de campo, produjo varias de las ilustraciones que apare-
cen en esta publicación. 
Nuestro especial reconocimiento al distinguido etnólogo de los 
Andes, doctor John V. Murra; agradecemos su valiosa crítica, ge-
neroso apovo v continuo estímulo. 
HL 
AMS 
PRÓLOGO 
. . . me parece que si el Emperador [Carlos V] quisiese mandar 
otro camino real como el que va del Quito a Cuzco o sale de Cuzco 
para ir a Chile, ciertamente con todo su poder para ello no fuese 
poderoso, ni fuerza de hombre le pudiese hazer si no fuese con 
la orden tan grande que para ello los incas mandaron que hu-
biese . . . 
(El señorío de los Incas [1553], lib. n, cap. xv; 1967: p. 45). 
Creo que este comentario de Pedro Cieza de León dice lo esencial 
en cuanto a ingeniería chil andina. A principio del xvi no había 
manera en Europa de construir carreteras "echadas ... por sierras 
tan agras y espantosas", ni cómo regar los desiertos, ni urdir 
tantos tejidos y menos todavía transportar o almacenar las mieses 
del modo que se practicaba en los Andes. No es que les faltara 
inventiva: en toda la Europa del siglo que precedió a la invasión 
de 1532 fue éste un periodo de florecimiento de las artes y las 
ciencias. 
Lo que les faltaba era "la orden' que menciona Cieza, la orga-
nización económica y política, religiosa y social. 
Es exactamente este "orden" del que nos falta conocimiento 
cuando hablamos de tecnología andina. En los artículos que siguen 
en esta antología, Leclitman y Soldi han escogido varios que se 
proponen cuestionar cómo era "el orden" que mantuvo y coordinó 
el esfuerzo técnico en los Andes. En algunas situaciones les es im-
posible reconstruir desde hoy las condiciones de organización y 
gerencia en las cuales surgió y se desarrolló una técnica dada. Pero 
aun en tales casos, queda subyacente una interrogante que facili-
tará la comprensión de lo logrado por las tecnologías americanas. 
Cieza comprendió muy bien ambas partes de esta ecuación. 
No se contentó con buscar "el orden". Nos dice que entre los 
caminos 
8 JOHN VICTOR MURRA 
había alguno que tenía más de mil y cien leguas [más de 5 000 kms] 
todo echado por sierras... derechas y llenas de piedras, tanto que 
era menester cavar por las laderas en peña viva.. . todo lo cual 
hacían con fuego y sus picos. Por otros lugares había subidas tan 
altas y ásperas que salían de lo bajo escalones... En otros lugares 
había montones de nieve, que era más de temer y esto no en un 
lugar sino en muchas partes... 
Un contemporáneo de la invasión, el licenciado Gaspar de Es-
pinoza, patrocinador de los Almagro y los Pizarro, al escuchar en 
Panamá las maravillas de albañileria e ingeniería civil andina, con-
cluyó que sería útil traer a los artífices al istmo para abrir el canal 
que ya en 1534 se veía como indispensable. La destreza y la praxis 
para cavarlo, existía hacia el sur. Uno se pregunta, sin embargo, 
cómo lo iban a hacer los ingenieros estatales sin la mita turnante 
que los respaldaba en su tierra. 
Tal organización por el estado de las energías productivas me 
parece insustituible, al igual que la pericia técnica. 
Antes de 1532, el sentido primario del término mit'a no tenía que 
ver con el trabajo. Cualquier acontecimiento cíclico, todo aquello 
que regresaba con una regularidad previsible, era una mit'a: la 
época de llmias, por ejemplo, o el momento cuando maduraba 
la hoja de coca. Metafóricamente, el uso del término se extendió 
a una obra que se cumplía a su tiempo y por sus turnos, ya sea 
del linaje, del grupo étnico o cualquier subdivisión de la organiza-
ción social. 
El mit'ayuq iba cuando le tocaba, acompañado de su parentela 
y de sus conocidos; durante su mit'a se alimentaba de los depósi-
tos estatales y trabajaba con herramienta del estado. En los 
centros administrativos incaicos los arqueólogos tienen dificultad 
en encontrar cerámica que sirviera de indicador de la procedencia 
étnica de los mit'ayuq: casi todos los tiestos que por millones se 
encuentran en los centros administrativos siguen patrones estata-
les reproducidos en hornos "Inca provincial". 
Y en lo poblado, junto [al camino] había grandes palacios y 
alojamientos para la gente de guerra y por los desiertos nevados 
y de campaña había aposentos donde se podían muy bien am-
parar de los fríos y de las lluvias... 
Pero no todo era mit'a. Al ampliarse tanto la dimensión geográ-
fica del Tawantinsuyu, creció también la dimensión humana. En 
los últimos decenios pre-europeos vemos surgir nuevas necesidades 
productivas e instituciones sin precedente en los Andes. Ya no 
bastaba una mano de obra "por sus turnos". Surgen, por ejemplo, 
PRÓLOGO 9 
"soldados modernos", que luchaban año tras año, desligados de 
sus lazos étnicos, "liberados" de su mit'a. Se organizan manufac-
turas estatales, con operarios permanentes, por lo menos en lo textil, 
que era el arte mayor andino y el de mayor productividad. 
Hace unos años estudiaba en el Archivo Nacional de Sucre 
el protocolo de un largo juicio promovido a fines del siglo xvi por 
los habitantes de Huancané, en la orilla noreste del lago Titicaca. 
Según los originarios del lugar 
. . . Guaina Capac vnga puso en nuestras tierras... myll yndios 
cumbicamavos [maestros tejedores] en el asiento de Millerea y 
cien . . . olleros en el asiento de Hupi. . . y aunque fue en gran 
prejuicio, nuestros antepasados no osaron resistir la voluntad del 
dicho ynga por el temor que como a tirano le tenían... (f. 23v). 
Los descendientes de los forasteros discrepan sobre la expulsión, 
pero todos están de acuerdo acerca de la manufactura estatal 
donde habian tejido sus antepasados. Uno de los testigos declaró 
que 
su padre era contador del ynga el cual con su padre benia algunas 
vezes al dicho pueblo de Millerea v que vido . . . poblados mili yndios 
cumbicamavos.. . v que su padre deste testigo tomaua por cuenta 
toda la gente que alli estaua y las tierras y mojones que el les se-
ñalo . . . 
(manuscrito EC 1611, no. 2, ff. 53r-v). 
¿Dónde en la Europa de Enrique VIII, de Francisco I o de 
Carlos V se podía encontrar una manufactura de mil operarios? 
El segundo tomo de la presente antología nos llevará a temas 
involucrando los caminos, la metalurgia y lo textil. Lo esperamos, 
impacientes. 
JOHN VÍCTOR M U R R A 
Universidad de Comell, Ithaca e 
Instituto de Investigaciones Andinas, 
Nueva York. 
INTRODUCCIÓN 
Los artículos acerca de la tecnología en el mundo andino que 
componen esta antología han sido seleccionados y reunidos con 
tres propósitos: 1) revivir el interés por el estudio de la tecnología 
como institución primordial de la cultura entre los antropólogos 
y los arqueólogos; 2) examinar lossistemas tecnológicos andinos 
que han tenido una importancia decisiva en el desarrollo de la 
vida en los Andes y que sin embargo no han sido generalmente 
considerados por los investigadores que han estudiado este desarro-
llo, y 3) satisfacer el creciente interés por las tecnologías autócto-
nas como sistemas ecológicamente viables que han servido —y 
siguen sirviendo— como alternativas válidas a una industrializa-
ción contraproducente. 
Entre las naciones altamente industrializadas y —hasta ahora— 
exportadoras de tecnologías está surgiendo un movimiento nuevo 
que hace hincapié en la "tecnología apropiada". * Se trata de 
una expresión que escucharemos y veremos más y más a menudo 
en las próximas décadas por ser una nueva base conceptual e 
ingenieril de la que dependen los planes de desarrollo de los países 
no industriales. 
Las grandes potencias del mundo occidental —y cada vez más 
también las de Europa del este y del oriente— comparten un 
concepto del desarrollo que, desde el siglo XK, ha sido iden-
tificado con el progreso. El cambio tecnológico, se afirma, pro-
porciona incentivos mayores para el cambio económico y social. 
La experiencia de las últimas décadas ha demostrado —aunque no 
se percibió claramente sino después de 1960— que las preten-
siones de los países industrializados de exportar tecnologías y 
procedimientos nuevos al mundo no industrializado, han tenido 
pocas veces los resultados "progresivos" que se esperaban. En reali-
dad, muchos de los esfuerzos hechos para importar tecnología 
* Nota: Este termino se usa como traducción de appjopriate technologv. 
12 HEATHER LECHTMAN 
industrial "llaves en mano" han resultado desastrosos. La revolu-
ción verde fracasó. Ahora los planificadores, economistas y técnicos 
del desarrollo, en un radical cambio de rumbo, nos dicen que el 
desarrollo de un país o de una región se logrará a través de cambios 
internos. Nos dicen que el cambio debe basarse en adelantos tecno-
lógicos que tengan raíces en el medio cultural existente. A veces 
es demasiado tarde, ya que los primeros entusiasmos por las 
fórmulas importadas tuvieron como consecuencia el descuido de 
antiguas soluciones va desechadas por obsoletas y a veces su desa-
parición. 
No será fácil tratar de crear conscientemente nuevas tecnologías 
basadas en lo autóctono, pero en varias partes del mundo ya se han 
comenzado a buscar tales "tecnologías apropiadas". Desde el punto 
de vista antropológico, parte de esta búsqueda podrá parecer inge-
nua pero hay que tomarla en serio, y en un creciente número de 
publicaciones se discute seriamente el tema de la tecnología apro-
piada (ver Jéquier 1976, Dunn 1979). Quizás el aspecto más nota-
ble del "movimiento de la tecnología apropiada" es su posición 
moral. Todavía se sostiene que las sociedades deben seguir un pro-
ceso de desarrollo, que los pueblos deben progresar o que hay que 
hacerlos progresar. Sin embargo, las medidas que se tomen para 
llevar a cabo este proceso deben considerarse teniendo en cuenta 
los sistemas de valores de esos pueblos. 
. . . La tecnología apropiada . . . representa lo que podríamos llamar 
la dimensión social V cultural de la innovación. Pensamos que el 
valor de una tecnología nueva radica no solamente en su viabilidad 
económica y su validez técnica sino en su adaptación a un medio 
social y cultural dado. Al estimar que una tecnología es apropiada, 
se implica necesariamente algún juicio de valores, tanto de parte de 
quienes patrocinan el desarrollo como de parte de quienes tendrán 
que utilizarla . . . 
(Jéquier 1976: l<n 
Aunque se trata de una afirmación de principios con respecto al 
desarrollo, la palabra clave aquí, como en la mayoría de los escritos 
recientes, es "innovación". La tecnología apropiada ha de ser en 
primer lugar innovadora, la gente debe ser entrenada para la inno-
vación. los educadores deben preparar innovadores potenciales. La 
tecnología innovadora podrá entonces ser la apropiada. 
Lo que falta en estos análisis es el concepto básico de tecnología 
como un subsistema de la cultura. La tecnología no es una mera 
parte de la cultura, es cultura. Lo que debemos tomar en cuenta 
es la manera en que lo tecnológico penetra otras esferas de la cultu-
ra y es penetrado por ellas. Las sociedades incluyen sistemas cul-
turales complejos e interactuantes. El aislar un fenómeno —por 
INTRODUCCIÓN 13 
ejemplo el de la tecnología— y tratar de estudiar sus efectos sobre 
otros fenómenos, distorsiona la realidad porque no toma en cuenta 
lo sistémico del conjunto. Los antropólogos, así como los técnicos 
y los economistas, han fracasado en el intento de interpretar la 
dinámica cultural de la tecnología. No porque no entiendan 
tal dinámica —la generación de Boas y de Kroeber la consideraba 
una explicación primordial de los sistemas culturales— sino porque 
entre los antropólogos, la tecnología como tema de serias investi-
gaciones hace tiempo que ha estado fuera de moda (ver Lechtman 
y Steinberg 1979). Quizás uno de los resultados más útiles délos 
esfuerzos de los técnicos del desarrollo y de planificadores por 
inventar una tecnología apropiada, será el obligar a los antropó-
logos a estudiar nuevamente el aspecto tecnológico de la vida. 
Es interesante comparar la definición de la tecnología que da 
Jéquier en su capítulo sobre "Los orígenes y significados de la 
tecnología apropiada" (1976), con la que ofreció Robert Merrill 
en su notable artículo sobre tecnología en la International Enci-
clopedia of the Social Sciences (1968). La formulación de Jéquier 
es tomada directamente del lenguaje ingenieril contemporáneo y 
refleja la manera de ver el mundo de un ingeniero: 
El término 'tecnología' invariablemente sugiere la idea de hardware, 
algo material, sea en forma de fábricas, maquinaria, productos, o 
de infraestructuras (caminos, sistemas de distribución de agua, 
instalaciones para almacenamiento, etc.). Se trata de algo visible, 
patente. La tecnología, sin embargo, va más allá del concepto de 
hardware y comprende también lo que se podría llamar, con una 
analogía tomada del campo de las computadoras, software. Éste 
comprende cosas inmateriales como el conocimiento, el saber cómo 
la experiencia, la educación y las formas de organización. 
(Jéquiér 1976: 21) 
Naturalmente, el peligro de la formulación de Jéquier está en 
que, el considerar la tecnología como formada de componentes 
materiales e inmateriales lleva a sostener que el hardware para el 
desarrollo está a la mano y se puede adquirir fácilmente de los 
países industrializados que lo han desarrollado. Lo que no tienen 
los paises no industrializados es software, y esto es precisamente 
lo que el movimiento de la tecnología apropiada espera aportar. 
Ya que reconoce que las formas de organización y los valores socia-
les. en contraposición con lo material, son propios de cada cultura 
v más difíciles de trasplantar deliberadamente de una sociedad a 
la otra (Jéquier 1976: 22), los expertos en desarrollo esperan 
asistir a los países no industrializados en la mejora de la capacidad 
inventiva e innovadora necesaria a su propio desarrollo. " . . . El 
14 H E A T H E R L E C H T M A N 
desarrollo es un proceso que consiste en gran parte en miles de 
pequeños adelantos y modificaciones de software más que en gran-
des y súbitos saltos en hardware" (Jéquier 1976: 23) . La conclusión 
de este razonamiento es que si podemos cambiar los valores cultu-
rales y fomentar "aptitudes innovadoras autóctonas", esos cambios 
originarán a su vez exigencias locales de nuevas y apropiadas tec-
nologías. " . . . Sabemos bastante acerca de las razones que han 
determinado el desarrollo de una determinada sociedad, pero 
sabemos mucho menos respecto a cómo este proceso podría ser 
manipulado deliberada y exitosamente" (Jéquier 1976: 26). El 
propósito de los nuevos expertos en desarrollo es esencialmente 
ingenieril: modificar el software, es decir, cambiar los valores 
culturales y los sistemas de organizaciónde tal manera que pueda 
producir el hardware apropiado. 
Este enfoque ingenieril del desarrollo, la manipulación de los 
sistemas sociales y la educación, me parece tan peligroso como 
las viejas formas de flagrante transferencia de técnicas desde las 
grandes potencias a los países menos poderosos, desde los industria-
lizados a los no industrializados. A primera vista parece un enfoque 
moral, pleno de valores, hacia los problemas de los "subdesarrolla-
dos". Sin embargo, todas las soluciones ingenieriles implican inter-
venciones de un sistema sobre otro para provocar cambios: se 
manipula un material para transformar sus propiedades; se mani-
pula un átomo para transformar un tipo de energía en otro: se 
manipula un grupo humano que se está comportando de una 
manera que nos parece carente de desarrollo para transformar su 
comportamiento (su cultura) en otro que no solamente se desarro-
lla, sino que se desarrolla siguiendo caminos que se consideran 
"apropiados". 
En contraposición. Merril explica la tecnología desde el punto 
de vista del antropólogo: 
Las tecnologías son las tradiciones culturales desarrolladas en las 
comunidades humanas para tratar con el ambiente físico y biológico. 
[Ellas" son importantes no solamente porque afectan la vida social, 
sino también porque constituyen un cuerpo esencial de fenómenos 
culturales por su propio derecho. 
(1968: 577, 582) 
Y prosigue: 
El cambio tecnológico deliberado ha sido institucionalizado en las 
sociedades occidentales por algún tiempo. La mayoría de las tecno-
logías modernas incluve no solamente tradiciones para fabricar y 
hacer cosas, sino también tradiciones para "avanzar el estado del 
arte", para producir nuevos conocimientos, procesos y productos. 
INTRODUCCIÓN 15 
[Así] las tecnologías modernas son sistemas socioculturales que tanto 
producen cultura como la usan. 
(1968: 582) 
Ahora cuando los esquemas de desarrollo se están estructurando 
deliberadamente bajo la apariencia de cambios tecnológicos, una 
de las responsabilidades de la antropología debe ser la de preo-
cuparse por el ámbito tecnológico de la cultura, así como se 
preocupa por la estructura social, por la ecología, y hasta por los sis-
temas de símbolos. Merrill ha sostenido que las tecnologías son 
sistemas socioculturales, que son tradiciones culturales para deter-
minados tipos de comportamiento; comportamiento que implica 
interacción con el medio físico y biológico. Más recientemente 
(Merrill s.f.) ha recomendado con insistencia que la tecnología 
llegue a ser una rama central de la antropología cultural. En tal 
caso el estudio de la tecnología comprendería "las culturas de 
las tecnologías incluyendo descripciones analíticas de determinadas 
tecnologías, más las teorías generales de una cultura tecnológica". 
Más específicamente, como una rama de la antropología, la tec-
nología recibiría la misma atención que aquellas otras ramas que 
se ocupan de los sistemas de conducta y de actividades tales como 
las culturas del arte, de la magia, de los ritos, del ejercicio del poder 
político.. . (Merril s. f.) El estudio de las actividades técnicas 
va mucho más allá del mero conocimiento de las materias primas, 
las herramientas, las elaboraciones y los resultados de las activida-
des tecnológicas humanas. Trata de comprender de qué manera 
tales actividades son conceptuadas y valoradas por quienes las prac-
tican; qué conceptos generales del mundo, de sus elementos y su 
comportamiento han sido elaborados a partir de las experiencias 
tecnológicas; cómo los conceptos desarrollados en otras esferas de 
la cultura han influido la formación de conceptos tecnológicos 
etcétera. Simplemente, Merrill sostiene que debemos prestar aten-
ción a la cultura y a la estructura social (es decir, ala organización) 
de las tecnologías y a las relaciones entre las culturas tecnológicas 
v otras esferas. 
L: actualidad del "movimiento de la tecnología apropiada" pue-
de ofrecer el incentivo que ha faltado en el campo profesional de 
la antropología para examinar seriamente la tecnología como un 
fenomeno cultural. Runakunap kawsayninkupaq rurasqankimaqa, 
La tecnología en el mundo andino, fue planeado para retar a los 
antropólogos y arqueólogos interesados en las sociedades andinas, 
tanto las contemporáneas como las prehistóricas, a considerar la 
naturaleza de los sistemas tecnológicos andinos y sus relaciones 
con el cambio cultural. 
Hav varias razones por qué las sociedades andinas sirven como 
un excelente punto de partida para el estudio de la tecnología en 
16 HEATHER LECHTMAN 
la cultura. Primeramente, el "mundo andino" no fue una mera 
metáfora para antropólogos o geógrafos, sino una realidad en aque-
lla época de la prehistoria en que fue políticamente (y en gran 
parte también culturalmente) unificado por loj. incas. En ninguna 
otra parte del mundo se dio el caso de una civilización que se 
desarrolló entre gente que vivía a una altura de 4,000 metros sobre 
el nivel del mar. Desde el punto de vista de lo que hemos expuesto 
anteriormente, el mundo andino —el Tawantinsuyu— se puede 
considerar como un excelente ejemplo de "desarrollo". Oue el 
movimiento de la tecnología apropiada tome el estado inca como 
un ejemplo maestro de eficaz organización y control de muchos 
sistemas tecnológicos interactuantes desarrollados por las pobla-
ciones nativas. 
Se ha aseverado con frecuencia que los incas no fueron innova-
dores, pero que fueron grandes organizadores. Desde el punto de 
vista de las actividades tecnológicas, esta afirmación tiene poco 
sentido. Los incas contaban con tecnologías que conocían bien y 
que ampliaron a la escala de las exigencias de un imperio. Los más 
importantes entre los logros tecnológicos que han hecho famosos 
a los incas —la red de caminos, el sistema de almacenamiento y 
de contabilidad, la explotación minera, la elaboración de tejidos, 
los cientos de miles de andenes labrados en las laderas de los 
cerros— exigían sistemas de manejo y coordinación sin los cuales 
las solas técnicas habrían sido ineficaces. La organización de las 
actividades tecnológicas es una parte integral de tales actividades; 
software y hardware no son fenómenos separables como nos hacen 
creer los ingenieros. Uno de los resultados más estimulantes de la 
investigación de Craig Morris acerca de los sistemas incas de alma-
cenamiento (ver su artículo en este volumen) es su sugerencia de 
que la ubicación de muchos de los más remotos pero más extensos 
centros administrativos de la sierra se debía a que en tales sitios 
se daban las mejores condiciones para el almacenamiento de los dos 
alimentos básicos de las poblaciones andinas: los tubérculos y el 
maíz. El sistema de caminos no era solamente una red de comuni-
cación vial, era una red de instalaciones de almacenamiento a gTan 
altura. Decir que tal práctica tecnológica no es innovadora es no 
entender su sentido. La clave está en la valoración del sistema, es 
decir de la coordinación de las esferas de actividad tecnológica con 
las esferas política, económica, y cosmológica entre otras. 
Otra razón para concentrar nuestra atención sobre el comporta-
miento tecnológico andino es que ahora tenemos un modelo que 
nos permite interpretar el sistema de coordinación entre el aspecto 
tecnológico de la vida andina y ciertos otros aspectos. El modelo 
de la "verticalidad" o complementaridad ecológica formulado por 
INTRODUCCIÓN 17 
JA'. Murra (1972) explica la solución andina al control de recursos 
diversificados según la altura: las comunidades nucleares lo logra-
ban mediante colonos o mitmaq que explotaban en su beneficio 
nichos ecológicos más arriba o más abajo de sus asentamientos. 
"La percepción y el conocimiento que el hombre andino adquirió 
de sus múltiples ambientes naturales a través de milenios le permi-
tió combinar tal increíble variedad en un solo macrosistema eco-
nómico" (Murra 1975: 59). Este modelo de los archipiélagos 
verticales explica el control social de un máximo depisos ecológi-
cos va sea a través de relaciones de parentesco, o mediante mitmaq. 
Cada ecozona era explotada de manera diferente —para la agricul-
tura o el pastoreo, la minería o la pesca— y las técnicas aplicadas 
a tan diversas explotaciones estaban bien desarrolladas. Muchas 
siguen en uso todavía (ver el artículo de Camino, Recharte y 
Bidegaray en este volumen. Una vez más, la fuerza y la versatilidad 
del modelo de Murra estriba no solamente en su función explica-
tiva de la organización social y del control de los recursos, sino 
en su utilidad como indicador de la organización de un vasto siste-
ma tecnológico. La organización del sistema, el manejo de esta 
tecnología, es parte de la tecnología misma. Después de todo, no 
sólo se afirma que la civilización andina es la única que desarrolló 
un grupo humano que vivía a 4.000 metros de altura, sino que pudo 
ser mantenida por gente que explotaba, manejaba y controlaba un 
ecosistema que comprendía todos los recursos desde el nivel del 
mar hasta 5,000 metros de altura. La sofisticación tecnológica 
del Tawantinsuxu era extraordinaria. 
También John Earls ha enfatizado la grandiosa tarea emprendi-
da por los incas al coordinar y administrar un sistema tecnológico 
basado en ecozonas verticales que presentaban marcadas diferen-
cias de una región a otra en el ámbito del imperio (Earls 1976). 
Por lo que e! área andina cuenta con la más grande variedad del 
mundo de ecozonas. desde la glacial hasta la ecuatorial, desde el 
desierto hasta la jungla, cada una con sus específicas limitaciones 
agrícolas para los cultivos correspondientes, su articulación en un 
sistema económico coherente y relativamente estable presuponía 
una previa tecnología. Ya que ¡os problemas logísticos que plantea 
la administración de un estado que abarca un "ambiente tan rico 
en información" como los Andes, requieren un conocimiento ade-
lantado y la formulación de planes para eventualidades tanto 
climáticas como políticas, hav que establecer ciertos sistemas de 
control en ciertas regiones donde se pueda simular, bajo condicio-
nes controladas y de acuerdo con una tabla astronómica fija, un 
gran numero de estas efectiva;, ecozonas dispersas (Earls, comu-
nicación personal"). 
16 
H E A T H E R L E C H T M A N 
El sitio de Moray, descrito en detalle en el artículo de Earls 
y Silverblatt que aparece en este volumen, es un ejemplo de lo que 
Earls supone que es este "sistema de control" donde la verticalidad 
del ambiente natural era reducido o "comprimido" en un número 
más limitado de efectivas ecozonas que podían ser utilizadas 
para experimentos agrícolas y para establecer un sistema de equi-
valencias, todo a lo largo del imperio entre niveles ecológicos 
dispersos (Earls 1976). 
Igualmente interesante es la serie de relaciones que los autores 
establecen entre el sitio de Moray y sus bases tecnológicas de un 
lado y la estructura de la cosmología inca del otro; su tesis es que 
el sitio en sí, en su diseño y función, reitera los conceptos y paradig-
mas andinos fundamentales. La contribución de Earls y Silverblatt 
a la antología investiga precisamente los tipos de temas propuestos 
por Merrill acerca de la conceptualización de las actividades tecno-
lógicas y de las formas en que los conceptos desarrollados en otras 
esferas de la cultura han influido en la formación de conceptos 
tecnológicos. 
Al trazar el plano de la antología fueron seleccionados o solicita-
dos artículos que demostrarán las relaciones entre la cultura de la 
tecnología y otros ámbitos culturales. Nos hemos propuesto tras-
cender el mero interés por las técnicas y estimular una apreciación 
del carácter fundamental de las tecnologías como sistemas gene-
radores de cultura y parte inseparable de los sistemas culturales 
en los que se manifiestan. El hecho de que he insistido en el Ta-
wantinsuyu para demostrar estos puntos, se debe principalmente a 
que tenemos mejores datos tanto arqueológicos como etnohistóricos 
para los incas. Como resultado de los recientes estudios acerca 
de la cosmología, la economía y el manejo del medio ambiente de 
los incas, estamos comenzando a abordar el tema de los sistemas 
tecnologicos andinos. Numerosos investigadores han construido 
sobre los cimientos asentados por Muría: en la antología figuran 
algunos de los más importantes y recientes estudios de los Ascher, 
de Earls, de Silverblatt, de Morris y de Urton. 
Algunos de los sistemas tecnológicos —o aspectos de esos siste-
mas— que tuvieron importancia decisiva en el desarrollo del Tawan-
tinsuyu (y que existían mucho antes del estado inca) están toda-
vía en uso hoy en día. La profundidad temporal de ciertas prác-
ticas agrícolas y pastoriles andinas es asombrosa. La razón última 
para concentrar nuestra atención sobre la tecnología en el mundo 
andino es que la persistencia de algunas de ellas se debe precisa-
mente al hecho de que son tecnologías apropiadas. Nada podría 
INTRODUCCIÓN 19 
demostrarlo más claramente que el trabajo de Camino, Recharte 
y Bidegaray sobre la utilización agrícola de muchas ecozonas verti-
cales por comunidades que ocupan las laderas orientales de los 
Andes en el extremo septentrional del lago Titicaca. Más al norte 
todavía, el equipo de arqueólogos que están estudiando actual-
mente las andenerías incas y el sistema de riego de Cusichaca, en 
la sierra cercana al Cuzco, esperan devolver a la producción esas 
terrazas con el asesoramiento de los campesinos locales. La agricul-
tura de la sierra no ha podido reaccionar seriamente frente a los 
modernos métodos de explotación, en primer lugar porque el terre-
no es tan escarpado que no se presta al trabajo mecanizado de 
grandes extensiones. El ambiente no ha cambiado; la vida sigue 
orientada verticalmente y la gente todavía depende de los produc-
tos de una cantidad de múltiples zonas ecológicas. La chicha, las 
papas, el chuñu, y los cuyes siguen siendo fuentes de carbohidra-
tos y de proteínas (ver los artículos de Mamani, de Cutler y Cárde-
nas y de Bolton y Calvin en este volumen). 
Los problemas que se han presentado en cuanto a la eficiencia 
contemporánea de las tecnologías agrícolas y pastoriles de la sierra 
no se deben a fallas en los sistemas sino a factores externos que 
han malogrado tales sistemas: la rotura de los esquemas de rotación 
de la tierra, las tentativas por introducir variedades nuevas pero 
mal adaptadas, la presión del mercado mundial fomentando la 
producción de productos exportables. Jorge Flores señala en su 
artículo el cambio dramático que ha ocurrido recientemente en 
las prácticas de algunos pastores de la puna,, que criaban selectiva-
mente alpacas de manto blanco porque el mayor importador de 
lana de alpaca (Inglaterra) prefería lana blanca. Sin embargo estos 
animales albinos son los más débiles y los que menos se adaptan 
a las condiciones de la puna alta. 
Es sumamente improbable que los partidarios de la tecnología 
apropiada descubran tecnologías más apropiadas a las singulares 
condiciones de la vida andina que aquéllas que han sobrevivido y 
han demostrado su eficacia para mantener por tantos siglos densas 
poblaciones de la siena. Nuestra meta es estudiar y describir esos 
sistemas para llegar a entenderlos tanto en su aspecto técnico como 
social y trabajar para mantenerlos y hacerlos florecer en vista de 
que son parte esencial del estilo de vida andino. Esto no signifi-
ca que las tecnologías autóctonas tengan que preservarse sin cam-
bio: ya han sufrido cambios notables e irreversibles. Lo que sostene-
mos es que la base ecológica sobre la que se desarrollaron es válida 
y debería ser aprovechada. Fomentando y difundiendo las tecno-
20 HEATHER L E C H T M A N 
logias andinas autóctonas se podría fortalecer también la vida de 
las comunidades y la cultura andina. 
* 
El primer volumen de Runakunap kawsayninkupag rurasqan-
kunaqa trata principalmente de las tecnologías de subsistencia: 
agricultura, pastoreo, preparación y almacenamiento de alimentos.En este contexto general hemos tratado de incluir artículos que 
analizan situaciones prehistóricas y otros que tratan de prácticas 
contemporáneas. Algunos trabajos son sumamente técnicos y han 
sido escogidos para ilustrar cómo las metodologías de las ciencias 
y de la ingeniería pueden aplicarse al estudio de las tecnologías 
andinas. Otros son el resultado de análisis básicamente etnohistóri-
cos. Todos estos enfoques son importantes para nuestros esfuerzos 
dirigidos a reconstruir e interpretar los sistemas tecnológicos pre-
históricos. 
La sección que trata de la agricultura dista mucho de ser comple-
ta, pero incluye por lo menos un artículo importante acerca de cada 
uno de los principales sistemas andinos de utilización de la tierra 
y del agua: campos de camellones, chacras hundidas (agricultura 
de nivel freático), riego en gran escala intervalles, andenes y manejo 
del agua de comunidad y la explotación vertical de múltiples zonas 
ecológicas para lograr toda la gama de los principales productos 
alimenticios andinos. En esta sección se examinan tanto las prác-
ticas agrícolas de la sierra como las de la costa. Los artículos sobre 
pastoreo tratan solamente de animales autóctonos, llamas y alpa-
cas. El complejo sistema de clasificación utilizado por los pastores 
es —obviamente— un dispositivo tecnológico útil tanto para el 
control como para la crianza de los animales. De igual importancia 
habría sido un artículo sobre la tecnología de la clasificación de 
las papas por los agricultores contemporáneos. Tratamos de con-
seguirlo sin éxito. 
Le segunda sección que trata de los alimentos y de su almacena-
miento, contiene artículos que tratan de tres de los principales ali-
mentos que han tenido un rol fundamental a lo largo de toda la 
historia andina: la papa en forma de chuñu, el maíz como chicha 
y el cuy. Los tres siguen teniendo importancia fundamental en la 
dieta andina y siempre la han tenido, no sólo por su valor alimen-
ticio sino también por su papel político y ritual, y —en el caso del 
chuñu— por su conservación y almacenamiento. Además, como lo 
demuestra el artículo sobre el cuy, cuando los recursos son escasos 
lo decisivo no es la cantidad total de un tipo de alimento en un 
determinado periodo de tiempo, sino el calendario del consumo de 
INTRODUCCIÓN 2 1 
alimentos de alto contenido proteínico. Finalmente, la extensa 
exposición que trata de los sistemas de depósitos incas en la sierra 
para conservar papas y maíz, es fundamental para que podamos 
entender no solamente cómo el estado mantenía a los pobladores 
de esos centros, sino también cómo se planificaba su emplazamien-
to. Estos sistemas de almacenamiento en gran escala de tubérculos 
y del maíz en los Andes altos pueden ser de gran interés para los 
participantes de la Tercera Conferencia Internacional sobre la 
"Conservation des grains" que tendrá lugar en Francia en otoño 
de 1980. 
La tercera sección de este volumen, dedicada a la medición y 
la orientación, nos acerca al tema de una ciencia andina —si así 
se le puede llamar— aunque este campo necesita todavía un mayor 
escrutinio. En los Andes, los conceptos de tiempo y de espacio se 
elaboraron a partir de una visión del universo totalmente distinta 
de aquélla que tuvieron los pueblos del Viejo Mundo y de Meso-
américa. Era una visión desde el hemisferio sur y sólo recién es-
tamos comenzando a entender cómo los pobladores andinos estruc-
turaban el tiempo mediante su astronomía, que nos aparece como 
un preciso sistema de observación y de registro que permite pronós-
ticos muy minuciosos. En esta sección se examina también la 
naturaleza de las relaciones entre la cosmología andina y los sis-
temas tecnológicos andinos. 
Un segundo volumen de Runakunap kawsayninkupaq ruxasqan-
kunaqa está actualmente en preparación. Incluirá artículos sobre 
las más importantes "industrias" del mundo andino: la producción 
de tejidos, la alfarería y la metalurgia así como la edificación, el 
transporte y las comunicaciones. 
Esperamos que cuando esté completa, la antología suscitará in-
terés y entusiasmo por comprender y aprovechar las tecnologías 
del mundo andino. 
HEATHER LECHTMAN 
Julio de 1979 
BIBLIOGRAFIA 
DUNN, P . D . 
1979 Appropriate Technology: Technology With a Human Face, 
Schocken Books, New York. 
EARLS, John e Irene SILVERBLATT 
1976 "Evolución de la administración ecológica Inca", Revista del 
Museo Nacional, Lima 42: 207-245. 
2 2 HEATHER LECHTMAN 
JÉQUIER, Nicolás, editor 
1976 Appropriate Technology: Problems and Promises, Deve-
lopment Center of the Organisation for Economic Co-
operation and Development, París-
LECHTMAN, Heather y Arthur STEINBERC 
1979 "The History of Technology: An Anthropological Point of 
View", en The History and Philosophy of Technology, G. 
Bugliarello y D. B. Doner, eds., University of Illinois Press, 
Urbana: 135-160. 
MERRILL, Robert S. 
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s. f. "Materials Science or Science of Technology?", trabajo pre-
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MURRA, John V . 
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1972 "El 'control vertical' de un máximo de pisos ecológicos en 
la economía de las sociedades andinas", en Iñigo Ortiz de 
Zúfiiga, Visita de la Provincia de León de Huánucc [1562], 
Huánuco, t. 2: 429-476. 
I 
A G R I C U L T U R A Y P A S T O R E O 
ANTIGUOS CAMPOS DE CAMELLONES 
EN LA REGIÓN DEL LAGO TITICACA * 
CLIFFORD T . SMITH, WUXIAM M . DENEVAN, PATRICK HAMILTON 
Recientes publicaciones han descrito ciertos rasgos secundarios 
del paisaje en diversas zonas de las tierras bajas de América del 
Sur que, aparentemente, se deben a trabajos agrícolas practicados 
en tiempos precolombinos en terrenos con deficiente drenaje. 
Estos trabajos agrícolas han sido denominados campos de came-
llones (ridged fields) o campos drenados (drained fields). Se 
trata de una entre diversas formas de campos elevados (raised 
fields) que se emplean para levantar el suelo sobre la superficie 
natural del terreno y así mejorar las condiciones de cultivo (Dene-
van y Tumer 1974). 
Los vestigios más espectaculares de estos antiguos camellones se 
encuentran en las sabanas tropicales sujetas a inundaciones esta-
cionales de la llanura aluvial de San Jorge en el norte de Colombia 
(Parsons y Bowen 1966, Parsons 1966), y en los Danos de Mojos 
del noreste de Bolivia (Denevan 1963, Denevan 1967, Plafker 
1963). Otros campos similares han sido identificados en los llanos 
del Orinoco (Denevan y Zucchi 1977), en Surinam, en Campeche, 
México (Siemans y Puleston 1972), y cerca de Guayaquil en 
Ecuador (Parsons 1969); ver también Parsons y Denevan 1967 
y Denevan 1970. Constan de agrupaciones paralelas o irregulares 
de camellones de alto, ancho y largo variables: desde unas pocas 
pulgadas hasta varios pies de alto; desde cerca de 10 hasta 70 pies 
de ancho y hasta miles de pies de largo. Representan una laboriosa 
y cuidadosa recuperación de tierras pantanosas que permitió prac-
ticar una agricultura intensiva de carácter tropical en zonas que 
• Este artículo se publicó por primera vez en The Geographical Journal 1 34 
( 1 9 6 8 ) 353-367, con el título: "Ancient Ridged Fields in the Región of Lake 
Titicaca". 
2 6 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
hoy en día se consideran marginales para la agricultura o en las 
que los cultivos han sido completamente abandonados. 
Las altas culturas del Nuevo Mundo practicaron la recupera-
ción de tierras pantanosas para la agricultura también en los 
Andes y en las tierras altas de México. Es bien conocida la agri-
cultura de chinampas o jardines flotantes del valle de México; las 
chinampas secas abandonadas son notablemente parecidas a al-
gunos de los camellones de Sudamérica(Coe 1964, Armillas 
1971). En algunos lugares mal drenados de la sabana de Bogotá 
en Colombia (Eidt 1959, Broadbent 196S), se han observado tam-
bién unas cuantas plataformas cultivadas, pero la mayor extensión 
de antiguos camellones conocida hasta ahora en las Américas. ha 
sido descubierta en la región del lago Titicaca, en Perú y Bolivia, 
en una meseta a 3,800-3,890 metros. Estos campos, poco descritos 
hasta ahora y que hoy día se utilizan mayormente como tierras 
de pasto, son casi seguramente preincas y su existencia —junto 
con otras indicaciones— confirma la presencia de una densa pobla-
ción abongen que en tiempos precolombinos ocupó esta zona. 
DISTRIBUCIÓN DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES 
CERCA DEL LAGO TITICACA 
La distribución que aparece en la fig. 1 se basa en trabajos 
de campo y fotografías aéreas tomadas a escala de 1:65,000 y 
1:15,000.1 En las fotografías a escala menor, los surcos de unos 
pocos metros de ancho son perceptibles solamente si los tipos 
contrastantes de vegetación en los camellones y los surcos ayu-
dan a distinguir los pequeños patrones de relieve, o si los campos 
son parcialmente inundados. Por las observaciones hechas en el 
terreno, se constató que algunos tipos de camellones no se podían 
distinguir en las fotografías aéreas disponibles y que algunos 
campos que se identificaban fácilmente en fotografías a escala 
de 1:15,000, se encontraban por lo general, aunque no siempre, 
en las fotografías a escala de 1:65,000 de la misma zona. Es posi-
ble por lo tanto que la fig. 1 y el cuadro I no den una idea 
cabal de la verdadera extensión de lo que todavía queda de este 
tipo de cultivo, aunque probablemente la discrepancia no sea 
1 Se dispone de fotografías aéreas a escala de 1 : 6 5 , 0 0 0 ( 1 9 5 5 ) de las 
regiones peruana y boliviana de la zona. Para parte de la ribera suroeste del 
lago Titicaca hay también una cobertura a escala de 1 :15 .000 (19551 . Las 
áreas de camellones visitadas por los autores comprenden Taraco-Requeña, 
Huata, Juliaca, Paucarcolla, el lago Umayo y sus alrededores, Capachica, Poma-
ta, V Aygachi. 
Kllomelros 10 JO 40 
'Huafccané' MI las 
Area de antiguos camellones 
k - ' j Tierras por encima y por tfaba|o 
de los 3850 m //yyyvchi 
•íntiâ c 
tira Pcnlñjíiur. -
— Ch.uuitr Ftmisula 
J\ucní 
[I a ü í i r c d í l i : 
A-UTUNO > Cabañil!; 
>esaguactero 
Fig. 1. Distribución de los antiguos camellones en la cuenca del lago Titicaca; en base a tina cobertura aerofotográfica 9 escala de 
1:65 ,U00 y 1 : 1 5 , 0 0 0 y al trabajo de campo de los autores. 
28 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
significativa. Por otra parte, obviamente, no es posible calcular 
cuánto se ha perdido como consecuencia de cultivos posteriores. 
El Cuadro I muestra las áreas estimadas que ocupan los sistemas 
de camellones y surcos intercalados. Fueron calculados utilizando 
un mapa base a una escala de 1:200,000 sobre el que habían sido 
transportados los datos proporcionados por las fotografías aéreas 
y el reconocimiento del terreno. 
CUADRO I 
A R E A S E S T I M A D A S Q U E O C U P A N L O S C A M P O S D E C A M E L L O N E S 
Perú: área norte hectáreas acres millas2 
conjunto principal: 
J uliaca-Paucarcolla 56 ,533 139 ,637 222 .4 
dispersos: Cabanilla, 
Lampa, Ayabacas, Taraco 3 ,276 8,091 12.4 
dispersos: Laguna Orurillo, 
Huancané 4 , 4 9 4 11,100 18.1 
Perú: área sur 
Desaguadero 6 ,501 16,057 25.1 
Pomata 5 ,108 12,617 19.7 
dispersos 2 , 1 9 2 5,141 8.5 
Perú: totales 7 8 , 1 0 4 192,916 306.2 
Bolivia: área de Avgachi 3 ,014 7 ,535 11.8 
otras áreas 9 3 8 2,345 3.7 
Perú y Bolivia: totales 8 2 , 0 5 6 202 ,796 321.7 
El área total que ocupan estos campos es mucho mayor que la 
de la llanura aluvial de San Jorge del norte de Colombia que Par-
sons estima en 32,320 ha,- o que las 20,200 ha que registró Dene-
van en los Llanos de Mojos. Del estudio de las fotos aéreas y de 
las mediciones hechas en el terreno, resulta que el área utilizable 
para el cultivo (es decir, los lomos de los camellones), habría sido 
mucho menor, tal vez aproximadamente un 45 o 50% del total. 
Esto daría un área cultivable estimada de 36,869 ha a 40,965 ha 
una cifra mucho mayor que las 6.060 ha de superficie de camello-
nes estimada por Denevan para los Llanos de Mojos. 
La distribución de las áreas de camellones en las orillas del lago 
Titicaca es sumamente desigual. No se encuentran en el terreno 
montañoso y escarpado que bordea el lago mismo por una gran 
parte de su ribera noreste y parte de la suroeste, y están claramente 
limitados a zonas con drenaje insuficiente, a nivel o cerca del nivel 
de la planicie desarrollada sobre sedimentos lacustres o aluviales. 
Las principales áreas de este tipo son las pampas de Taraco y de 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 29 
Juliaca al noroeste del lago y la pampa del delta del rio llave al 
suroeste: aquí está la mayor agrupación de camellones que se ha 
encontrado en Sudamérica. Entre el lago Umayo al oeste y la 
península de Capachica al este, una extensión de más de 516 km2, 
está cubierta de camellones de distintos tipos. Hacia el extremo 
sur del lago, tres grupos importantes de estos campos ocupan los 
terrenos pantanosos alrededor de Pomata, Desaguadero y Aygachi. 
Hay también muchos grupos pequeños y dispersos, ninguno de 
ellos de más de 100 ha y que se presentan mayormente en depre-
siones pantanosas o en los fondos de los valles, algo alejados del 
curso mismo del río y al pie del comienzo abrupto de la ladera que 
forma el valle. 
Es claro que estos tipos de camellones se pueden encontrar sola-
mente en terrenos llanos que fueron pantanosos o sujetos a inun-
daciones ocasionales. Es evidente también que la mayoría de ellos 
deben estar a breve distancia del lago y a una altitud relativamen-
te baja. Más del 9 2 % de los campos están a una distancia no mayor 
de 30 km del lago y aunque el lago mismo se encuentra a una 
altitud promedio de 3,803 metros, el 9 8 % de los campos están deba-
jo de los 3,850, y los más altos están a 3,890 al noreste de Ayaviri y 
bordean el lago Orurillo. 
Estas altitudes están entre los límites de los cultivos aborígenes 
déla región: tubérculos como las papas, la oca (oxalis tuberosa), 
el olluco (ullucus tuberosus), y granos como la quinua (chenopo-
dium quinoa) y la cañihua (chenopodium pallidaule). Todos ellos, 
en condiciones favorables pueden ser cultivados hasta los 4,000 
metros. Pero hay muy pocas áreas de camellones en anchos valles 
pantanosos a cualquier distancia del lago. Puede ser que las diferen-
cias de clima local hayan tenido un efecto significativo sobre las 
posibilidades de cultivo y por lo tanto sobre la practicabilidad de 
este acondicionamiento de la tierra. La influencia moderadora del 
lago Titicaca sobre el clima de la región tiene seguramente una 
gran importancia en la agricultura actual. La posibilidad de dete-
rioros por causa de las heladas durante la estación de crecimiento 
es ahora, y debe haber sido siempre, un riesgo grave. Cerca del 
lago este riesgo es el más bajo de la región. En Puno (3,850 metros) 
en 1943 hubo 123 días de heladas, pero en Chuquibambilla, cerca 
de Ayaviri (3,910 metros), en 1943-44, hubo heladas en 197 días 
(Monheim 1956: 44) . Durante la estación de las lluvias (que tam-
bién es la estación del crecimiento de las plantas), solamente 
cuatro veces heló en Puno (de octubre a marzo), pero hubo 52 
días con heladas en Chuquibambilla. En Copacabana (Bolivia), 
que goza de la situación privilegiada de península lacustre, no 
30 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
hubo heladas desde el 18 de agosto al primero de mayo entre 
1946 y 1949 (Monheim 1956: 55). De noviembre a marzo los 
promedios mínimos mensuales fueron: —2.7°C en Puno (1932-62), 
- 0 . 1 °C en Capachica (1957-64) y 0.5°C en Juliaca (1961-64). 
Todos estos lugares están sobre el lago o bastante cerca de él, 
pero en Chuquibambilla el promedio correspondiente es —2.5°C 
(1939-60) (ONERN/CORPUNO 1965, t. i: 156-63). Hay que 
tener presente que Puno, aunqueestá bastante cerca del lago mis-
mo, se encuentra en una depresión sujeta a las heladas (frost 
hollow). 
Cerca del lago los peligros de heladas pueden también ser 
considerables, debido a las corrientes descendientes de aire frío 
hacia las tierras bajas —por esto los andenes escalonados en las 
laderas convienen a los cultivos susceptibles a las heladas. Lejos 
del lago, este efecto debe ser todavía más patente, y en las zonas 
alejadas, precisamente en el fondo de los valles, es mayor el peligro 
de heladas. 
Parece anómalo el hecho de que haya apenas rastros de campos 
de camellones en dos zonas bastante grandes de tierras bajas y 
mal drenadas cerca del lago mismo: las pampas de Taraco y de 
llave, en contraste con su abundancia en la planicie de Juliaca. 
La distribución de los campos de camellones se puede enten-
der, hasta cierto punto, tomando en cuenta el relieve, el drenaje 
y los climas locales, pero el medie ambiente de la pampa de Tara-
co y del delta del llave es muy parecido al de la planicie de Juliaca 
y sin embargo no se encuentran alia camellones. Por otra parte 
las condiciones de la planicie de Juliaca son distintas, en cuanto 
a tenencia de tierras, uso de la tierra y población. La mayor parte 
de su extensión la ocupan grandes haciendas ganaderas con pobla-
ción muy dispersa. Por lo menos algunas de estas haciendas son 
de origen antiguo (como la hacienda Buena Vista, cerca de Julia-
ca) aunque es imposible decir con seguridad cuáles de ellas se 
remontan a los primeros tiempos de la Colonia. De todos modos, 
gran parte de estas tierras han sido utilizadas como pastizales 
desde hace mucho tiempo. Por otra parte las pampas de Taraco 
3' de llave están ocupadas por comunidades indígenas y son entre 
las más densamente pobladas de la sierra del Perú. Casi toda su 
superficie está bajo cultivo con un promedio de 0.25 a 4 ha 
disponible para cada familia. Es probable que todo rastro de anti-
guos sistemas de cultivo haya sido destruido. 
Los campesinos de hoy utilizan tanto el arado de madera español 
como la antigua taclla o arado de pie andino. Pero el uso del arado 
ha destruido seguramente algunos de los camellones en la zona 
mejor drenada cerca de Taraco, puesto que las fotos áereas fueron 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 31 
tomadas en 1955. En la zona de Pomata el arado está borrando los 
antiguos camellones y esto puede haber sucedido ya en el pasado 
en una escala mucho mayor en toda la zona de Taraco y de llave. 
Es claro que los camellones habían sido construidos para ser cultiva-
dos no con arado sino mediante métodos manuales que compren-
dían el uso de un instrumento como la taclla. En los Andes 
peruanos los huachos (lazy beds) o camellones pequeños de papas, 
se hacen comúnmente con la taclla y a veces pueden verse sobre 
las plataformas de los antiguos campos alomados. 
CLASIFICACIÓN Y DESCRIPCIÓN 
DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES 
Las formas que presentan los camellones varían grandemente 
tanto en el área total que ocupan como dentro de cada área. A 
pesar de que es difícil clasificarlos aun en términos morfológicos, 
vale la pena hacerlo, si la clasificación puede arrojar alguna luz 
sobre la cronología de su desarrollo, los tipos de asociación con 
sitios o sus funciones agrícolas y de drenaje. Los camellones de 
lomo aplanado o combado se alternan con surcos de fondo plano, 
con una diferencia entre altura y profundidad que oscila entre 
0.15 y 1.25 m. Generalmente los camellones están dispuestos en 
haces de hileras que son paralelos entre sí, aunque no siempre, 
como por ejemplo en Aygachi. Su ancho, forma y disposición 
varía mucho, y es en base a estas variaciones que se clasifican 
como sigue. 
1. Damero abierto (ver fig. 2a) 
Es una expresión utilizada por Parsons (Parsons y Bowen 1966: 
329) para describir un patrón similar que se encuentra en Colombia 
y nos parece oportuno adoptarlo aquí para evitar duplicaciones y 
complicaciones innecesarias. Este patrón se presenta comúnmente 
como una agrupación de 5 a 20 surcos paralelos entre sí en haces, 
cada haz más o menos formando ángulos rectos con los adyacentes. 
El adjetivo "abierto" se usa simplemente para indicar que los 
surcos entre camellones son abiertos al final, para permitir la 
libre circulación del agua de un haz de hileras de camellones a 
los otros. Los camellones no son continuos y no hay represas 
que los rodeen. El ancho promedio de camellón y surco (tomados 
como una unidad) varía entre 5 y 20 m y el largo, desde un 
mínimo de 2 m hasta 40 m y más. Entre Vilque y Atuncolla los 
camellones tenían un ancho promedio de 5 m y los surcos de 
32 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
Fig. 2. a* Camellones en forma de dameros al norte de Huata; de una foto-
grafía aérea a escala de 1 :65 ,000. b ) Campos represados e irregulares al sur-
oeste de Huata; de una fotografía aérea a escala de 1 :65 ,000. c ) Camellones 
lineales que bordean terrenos bien drenados y pantanos cerca de Desaguadero; 
de una aerofotografía a escala de 1 :65 ,000 . d) Camellones de tipo "escalera" 
cerca de Pomata; de una aerofotografía a escala de 1 :65 ,000. e) Campos cur-
vilíneos cerca de Aygachi, Bolivia; de una aerofotografía a escala de 1 :65,000. 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 33 
1.5 m; el largo desde 2 m hasta 14 m. Solamente a unos cuantos 
kilómetros hacia el norte, la "longitud de onda" (el ancho de 
la unidad camellón-surco) llegaba hasta unos 15 m. Cerca de la 
hacienda Machacmarca el ancho normal era de 10 a 12 m; sobre 
la ribera sur del lago Titicaca, de 10.5 a 14 m. El patrón de 
damero abierto se encuentra mayormente en tierras deficiente-
mente drenadas o inundadas periódicamente al margen de lagos 
existentes y en planicies bien alejadas del pie de los cerros (fig. 4 ) . 
Se trata del tipo más importante porque la mayor parte de los 
camellones existentes en la planicie de Juliaca son de este tipo, 
así como la mayoría en el conjunto de Desaguadero. Otra buena 
muestra, aunque pequeña, se encuentra a la orilla misma del lago 
Titicaca, en Requeña, cerca de Taraco (fig. 2 ) . Se podría suponer 
que la construcción de cada conjunto de hileras se debe al trabajo 
de agricultores individuales, quienes habrían colaborado en la ta-
rea de rescatar nuevos lotes de tierra de zonas pantanosas, para 
complementar los lotes que ya tenían en otras partes sobre las 
laderas o en terrenos mejor drenados. La irregularidad de las di-
mensiones de los camellones y del número de hileras sugiere que 
este trabajo de rescate de tierras no habría sido altamente organi-
zado ni planeado de manera rigurosa. Asimismo la ausencia de ca-
nales principales bien definidos, hace suponer que había mayor 
preocupación para construir camellones o lotes de terreno cultiva-
ble que para llevar a cabo un cualquier tipo de drenaje integrado o 
de sistema de riego. 
2. Patrón irregular represado 
Es bastante distinto del patrón de damero abierto que acabamos 
de describir y se encuentra en áreas mucho más limitadas cerca de 
Pomata, alrededor de Huata cerca del lago Titicaca, en la planicie 
de Juliaca y también de vez en cuando entre Vilque y Atuncolla. 
En estas zonas a veces unos grupos de camellones están total o 
parcialmente rodeados por bajas represas, que en algunos casos 
tienen forma circular o casi circular, y en otros son sumamente 
irregulares.2 La irregularidad es aún más acentuada por la presen-
cia de charcas de agua estancada y trozos de pantano diseminados 
entre los cercos (ver fig. 2b). En la zona de Pomata, unas repre-
sas discontinuas rodean grupos irregulares de camellones a ambos 
lados del río Pomata. Su irregularidad contrasta marcadamente 
con el aspecto de colcha de parches relativamente ordenado que 
2 Los únicos campos de camellones represados que se conocen en otros 
lueares de las Américas están en los Llanos de Mojos de Boüvia, cerca 
del río Apere (Plafker 1 9 6 3 ) . 
34 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
ofrece el patrón de damero abierto no muy distante. Aquí como 
en otras partes en la región, losgrupos de camellones represados 
se encuentran en sitios especialmente húmedos, cerca del lago o 
del río y, por lo menos en el caso de Pomata, sería difícil no llegar 
a la conclusión de que fueron construidos más tarde que los del 
tipo de damero abierto que se encuentran aquí en terrenos un 
poco mejor drenados. También en la zona de Juliaca las represas 
se encuentran en los sitios más húmedos y los dameros abiertos se 
extienden mucho más lejos de las orillas del lago, tierra adentro. 
Sin embargo, no siempre es así, el grupo de dameros abiertos de 
Taraco está sobre la misma orilla del lago y aun ahora es parcial-
mente inundado. 
Sin embargo, si este fue el caso y el represamiento significó un 
esfuerzo para lograr un control coordinado del agua, es extraño 
que no se encuentren en la planicie de Juliaca ni presas de irriga-
ción ni canales de drenaje. Puede ser entonces que el represamiento 
fuera un simple sistema de defensa contra las inundaciones estacio-
nales o eventuales y un esfuerzo personal de los agricultores para 
defender sus propias chacras. De hecho no hay rastro de largos y 
continuos diques construidos para proteger grandes extensiones 
de tierra, y grupos de camellones no cercados se encuentran adya-
centes a otros cercados. 
3. Patrón fluvial 
Cerca de Atuncolla y en la hacienda Machacmarca hay camello-
nes angostos, que forman ángulos más o menos rectos con cursos 
de agua actuales o antiguos y abandonados. Como en la llanura 
aluvial de San Jorge, en el norte de Colombia, los camellones van 
siguiendo la pendiente del declive natural así que se logra un buen 
drenaje. Pero este tipo de patrón es mucho menos común en la 
región del Titicaca que en Colombia, donde ha sido clasificado 
como caño pattern (Parsons y Bowen 1966 : 329). 
4. Patrones lineares 
Otro patrón orientado es el que corresponde a camellones largos 
y angostos generalmente paralelos entre sí, y cuyo largo puede 
alcanzar hasta 400 o 500 metros (ver fig. 2c). Los ejes largos, 
generalmente forman ángulos rectos con la línea formada por el 
encuentro de las laderas de los cerros con la planicie. En la penín-
sula de Capachica cerca de Desaguadero y cerca de la hacienda 
Machacmarca, estos campos lineares están en la parte más baja 
de las tierras, debajo de la empinada ladera de los cerros donde 
unas angostas andenerías indican que el lugar fue ocupado por 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 35 
mucho tiempo y explotado de manera intensiva. Casas y tierras de 
cultivo están generalmente ubicadas al final de la ladera, y puede 
ser que estos camellones largos y angostos, que a menudo terminan 
donde la ladera comienza a subir, representen una extensión hacia 
la llanura de chacras lineares que se alargaban desde los andenes 
de los cerros a través de las tierras marginales, hasta la zona pan-
tanosa abajo. De las mediciones hechas en 206 muestras en la zona 
de Pomata, el ancho de los camellones resulta ser en promedio 
8.7 metros. 
5. Patrón "escalera" 
A lo largo de la orilla sur del lago Titicaca, especialmente cerca 
de Pomata, se encuentra un tipo diferente de camellones que no 
aparece más al norte (ver figs. 2d y 9) . El ancho de los camello-
nes es con frecuencia mayor que en otras partes, con un promedio 
de 15 a 2? metros, aunque en algunos casos alcanza los 35 metros. 
El largo (en este caso el ancho de la "escalera") es variable, aun-
que en general oscila entre 30 y 70 metros, y el promedio de 48 
mediciones resultó ser 56 metros. A veces los camellones son tan 
anchos en relación con su largo, que parecen plataformas aproxi-
madamente cuadradas o rectangulares. Al medir un conjunto 
de grupos de camellones, se obtuvo un promedio de 45 metros de 
ancho. El rasgo distintivo de este patrón es la disposición de los 
camellones —o plataformas— en figuras alargadas en forma de 
escalera. Unos grupos paralelos de "escaleras" están separados por 
surcos y, en ciertos casos, por paredes de adobe o de piedra, aunque 
muchas de las paredes atraviesan cortando los camellones de mane-
ra oue hace suponer hayan sido construidas después que los came-
llones. En la zona de Pomata se pueden ver antiguos campos 
dispuestos en forma de escalera sobre las andenerías que trepan 
las laderas escarpadas y también sobre las tierras altas oue presen-
tan un menor declive. Entonces la disposición de los camellones, 
según el patrón de escalera en las planicies sujetas a inundaciones 
periódicas, podría representar simplemente la adaptación al llano 
de unas prácticas de división de las tierras adoptadas en las zonas 
altas. Si es así, la construcción de camellones puede haber sido 
aproximadamente contemporánea a la creación de antiguos patro-
nes de campos, tan típicos de esta zona, en las laderas y las cumbres 
de los cerros. En la zona de Pomata los modernos linderos de las 
chacras y las zanjas de drenaje cortan los patrones antiguos de los 
campos de manera discordante, aunque también se notan restos 
de los antiguos linderos de las chacras, rectilíneos pero sin función 
alguna en los patrones modernos de utilización de la tierra, v que 
sí están de acuerdo con los antiguos patrones de camellones. 
36 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
6. Campos peinados de Aygachi (ver fig. 2e). 
Finalmente hay otro tipo de patrón que no encaja fácilmente 
en la clasificación que hemos adoptado al principio. En Aygachi 
(Bolivia), se encuentran unos camellones largos, aproximadamente 
paralelos y curvilíneos, con frecuencia bastante angostos (2 a 6 me-
tros de ancho) y reunidos en haces de 5 hasta 35 hileras. Su largo es 
muy variable, desde 20 hasta 150 metros. Algunos de los camello-
nes convergen hasta cegar completamente los surcos intercalados, 
dando la impresión de un modelo de horquilla. El aspecto general 
de la zona es, sin embargo, en cierto modo muy parecido al que 
presentan las "chacras peinadas" descritas por Parsons y Bowen 
(1966) en Colombia. 
EL CULTIVO DE LOS CAMPOS DE CAMELLONES 
La única zona de camellones para la cual los tipos de suelos están 
mapeados v descritos, es aquélla al norte de Puno. Todos los cam-
pos elevados (ONERN/CORPUNO 1965, t. 3) de la planicie de 
Paucarcolla-Juliaca están clasificados como suelos perteneciente.1-
al grupo gley humic planosols, tipo andino, asociación Titicaca. Se 
trata de suelos de pampa lacustre formados por sedimentos de 
textura fina y caracterizados por deficiente drenaje y reacción 
de neutra a fuertemente alcalina (pH 6.8 a 8.5). Este suelo es de 
productividad mediana y no demasiado alcalino. Es significativo 
que el pH alto de la asociación Titicaca decrezca con la profundi-
dad. Probablemente el hacer camellones servía no solamente para 
rescatar una tierra deficientemente drenada y para neutralizar los 
efectos de un clima desfavorable, sino también para traer a la super-
ficie suelos menos alcalinos. Más cerca del lago, la asociación 
Titicaca gradualmente va cambiando a suelos aún menos drenados 
y que a menudo tienen un pH superior a 8.0, pero aun aquí —como 
en Requeña— hay restos de campos elevados. La evaluación del 
suelo establece que la agricultura está limitada por el deficiente dre-
naje y que el pastoreo es la actividad más recomendable. En una 
foto aérea de la evaluación de recursos de ONERN, los camellones 
de Requeña están incluidos en una categoría clasificada como apta 
solamente para la pesca y la vida silvestre (ONERN/CORPUNO 
1965, t. 3: mapa 39). Probablemente fue una ventaja para los anti-
guos agricultores que cultivaban los camellones el no haber podido 
aprovechar las modernas evaluaciones de recursos. 
No se han encontrado descripciones de los métodos utilizados 
para cultivar los camellones o de los cultivos específicos que se 
practicaban en ellos, pero algo se puede inferir de las modernas 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 37 
prácticas agrícolas en terrenos parecidos y aun en los mismos came-
llones antiguos, aunque la mayoría de los que todavía quedan y 
los surcos intercalados se utilizan hoy en día como tierra de pastos.Las cumbres de los camellones están cubiertas comúnmente de 
Stipa spp. (ichu) y diversas otras plantas herbáceas como Poa, 
Festuca, Muhlembergia, Calamagrostis y especies de Halofitetum 
en las áreas más alcalinas. Las raíces de algunas de las hierbas alca-
linas (chapa, chichi, no identificadas) sirven de alimento a los 
cerdos, y los suelos alcalinos en las tierras alomadas de Requeña 
han sido muy maltratados por los cerdos que buscan estas raíces. 
Adonde los suelos no son excesivamente alcalinos o las inunda-
ciones no son demasiado serias, como en la planicie de Juliaca-Pau-
carcolla, algunas de las zonas de camellones aún se cultivan hoy 
en día. Muchos de los camellones han desaparecido por acción del 
arado, pero donde las comunidades campesinas utilizan todavía la 
taclla, como alrededor de Huata, los huachos (camellones peque-
ños de papas) están encima de los camellones antiguos, sea forman-
do ángulos rectos con el eje longitudinal del campo, sea a lo largo 
de este eje (fig. 6) . De este modo los antiguos campos elevados son 
ahora alomados nuevamente por los modernos huachos. Este siste-
ma de cultivo se practica en toda la sierra del Perú v de Bolivia y 
tiene su contraparte en las eras de Colombia (West 1938). Sin 
embargo es fácil distinguirlos de los antiguos camellones por sus 
dimensiones mucho menores; rara vez tienen más de un metro de 
ancho y su alto promedio es de 0.25 m. 
En Requena, los agricultores quechuas dicen que en los antiguos 
camellones se cultivaban en el pasado papas, quinua y cañihua, y 
que sus abuelos, en el siglo XIK, a veces hacían lo mismo antes 
de que el suelo se volviera demasiado alcalino como para impedir 
el cultivo. En toda el área donde hoy día hay camellones se 
encuentran los cultivos tradicionales y además la cebada, una impor-
tante innovación. Nunca falta la papa "amarga" para chuño, por 
lo que tolera la alcalinidad del suelo y las heladas mucho mejor que 
la papa "dulce" más grande. Mas cerca del lago Titicaca, donde la 
temperatura es más uniforme, se cultivan otros tubérculos como 
la oca, además del trigo, y sobre las laderas más bajas que declinan 
hacia el lago, a una altitud de 3,900 metros crece un poco de maíz 
enano (confite puneño). 
La rotación de cultivos que se practica comúnmente hov en día 
en los huachos construidos encima délos camellones cerca de Hua-
ta (3,850 metros s.n.m.) es: papas el primer año cuando el suelo 
ha sido recién volteado; quinua o cañihua el segundo año y cebada 
el tercero. Siguen por lo menos tres años de descanso (barbecho). 
Es probable que sólo aproximadamente el 5% de la pampa alrede-
38 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
dor de Huata, otrora densamente alomada, esté ahora bajo cultivo, 
y la razón que se aduce es la alta incidencia de las heladas que 
echan a perder las cosechas. Huata misma está sobre una peque-
ña colina de unos 30 metros de altura sobre cuyas laderas se practica 
una agricultura intensiva sin barbechos regulares. Cerca de Juliaca, 
donde los suelos son menos fértiles y a menudo muv alcalinos por 
efecto de la evaporación de charcas de agua poco profundas, la rota-
ción es la misma que en Huata, pero el periodo de barbecho dura 
de 6 a años. La ausencia de cultivos sobre la mayor parte de la 
planicie cerca del Titicaca se debe más al sistema de tenencia de 
tierras y al pastoreo extensivo de las grandes haciendas que al defi-
ciente drenaje, a la baja fertilidad del suelo y al peligro de heladas. 
También a nivel de comunidades campesinas, la tierra en general 
se reserva para pastos comunales, aunque de vez en cuando se 
cultiva. 
LA FUNCIÓN DE LOS CAMELLONES 
Por su distribución en las áreas alrededor de la región del Titi-
caca, es claro que los camellones fueron construidos para rercatar 
las tierras pantanosas y hacerlas labrantías o para defender las 
tierras de cultivo de los aniegos eventuales ocasionados ya sea por 
las lluvias o por los desbordes de los ríos y lagos . No es tan claro, 
en cambio, si fueron construidos con mira a lograr el drenaje, 
la conservación del agua o la irrigación. Los campos elevados en 
las bajas sabanas sudamericanas no parecen tener otra finalidad 
que la as crear tierras cultivables mediante la construcción de pla-
taformas y camellones encima del nivel de la creciente. Pero las 
chinampas de México, por otro lado, fueron construidas tanto con 
vista a la irrigación como al mejoramiento de la tierra (Pedro Armi-
llas, comunicación personal). 
La d;sposicion de los camellones y de los surcos intercalados en 
relación con la inclinación de las tierras o con los cursos de agua 
existentes, en general no hacen pensar que se trató conscientemen-
te de eliminar un exceso de agua. La mavoría de los tipos de siste-
mas de camellones y surcos, más bien habrían impedido un drenaje 
eficiente, o cuanto menos no lo habrían favorecido para nada. Los 
tipos de damero abierto v de escalera hasta obstaculizan el drenaje; 
los campos represados no muestran señales de sistemas de drena-
je, los tipos lineares v fluviales y los peinados de Aygachi favorece-
rían el drenaje siempre que los ejes longitudinales coincidan con 
la dirección de la pendiente, cosa que en general sucede. 
Por otra parte, en las zonas de camellones, hav tantos casos 
en que los patrones pueden ser identificados por la existencia de 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 39 
aguas estancadas o de terreno pantanoso, que se puede pensar 
que había un esfuerzo consciente de conservar el agua. En la 
zona de Pomata la disposición de los camellones según el modelo 
de escalera impide el drenaje, pero pudo haber sido diseñado ex-
presamente para retener el agua en los campos. En la misma zona, 
el diseño de los campos represados a menudo tenía el propósito 
de guiar el agua hacia recintos parciales en lugar de mantener 
afuera las aguas de avenida. En la planicie de Juliaca en cambio, 
no es así, por lo menos hasta donde se puede ver, y el patrón 
"peinado" de Aygachi hasta ahora tiene como efecto el de distri-
buir el agua a toda el área de los camellones. 
Por lo general, en esta zona una política de conservación del 
agua tiene sus ventajas. Las precipitaciones están estrechamente 
ligadas al ciclo estacional y son relativamente poco confiables. 
En Puno, el promedio anual de precipitaciones es 623 mm; en 
Capachica, 828 mm, y en Juliaca 650 mm. Las precipitaciones 
presentan una notable concentración en los seis meses entre octu-
bre y marzo, con un marcado máximo en enero y febrero (en 
Puno el 87% de las lluvias anuales cae entre octubre y marzo; 
en Capachica el 89% y en Juliaca el 8 8 % ) . En todos estos lugares 
hay sin embargo en cada mes un 50% de probabilidades de lluvia 
insuficiente. La sequía es uno de los dos peligros mayores en la 
zona y hay una estrecha relación entre el rendimiento de las papas 
y los años de precipitaciones insuficientes. Los modernos agróno-
mos recomiendan encarecidamente el uso de la irrigación en una 
escala mucho mayor de la que se practica actualmente (ONERN/ 
C O R P U N O 1965, t. i: 186). La conservación del agua es obvia-
mente de la mayor importancia, especialmente en años de precipi-
taciones insuficientes, pero también puede ayudar a reducir los 
riegos de las heladas. En marzo y abril, hacia el final de la esta-
ción de T.uvias, las heladas nocturnas son a menudo el resultado 
de radiaciones excesivas en una atmósfera despejada y ponen en 
serio peligro la cosecha de papas. Por esta razón a menudo se 
prefieren para el cultivo las laderas de les cerros con buen drenaje 
de aire, en lugar de les fondos de los valles y la superficie plana cíe 
la pampa. El alto calor especifico del agua es una de las pocas 
defensas disponibles en esta región contra las heladas nocturnas, 
y puede ser que los cultivos practicados bajo el sistema de came-
llones con surcos saturados de agua o anegados, sean menos vulne-
rables a las heladas. 
Pocas áreas de camellones muestran señales de riego sistemático, 
pero la escala de las fotos aereas de las quedisponemos para la 
mayor parte de la región (1:65,000) es tal, que resulta difícil 
percibir los detalles del patrón de distribución del agua, y segura-
40 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
mente los sistemas de camellones en las cercanías inmediatas de los 
lagos no pudieron nunca haber sido parte de un sistema de 
riego organizado. Pero en el área de Pomata para la que hay foto-
grafías aéreas de escala 1:15,000, se notan varios canales de riego 
abandonados que aparecen relacionados con los sistemas de cam-
pos parcialmente represados más que a los de tipo "escalera". 
Los campos peinados de Aygachi habrían sido excelentes sistemas 
de distribución del agua de riego tomada de los ríos y arroyos de 
la zona. Garcilaso de la Vega —al que no siempre debemos la 
mejor información— en su descripción de la provincia de Chucuito 
recientemente conquistada, menciona la construcción de obras 
de irrigación: 
. . . entre tanto que duró aquella conquista [de Chucuito], él 
[el Inca] se havía ocupado en visitar su reino procurando ilus-
trarle de todas maneras con aumentar las tierras de lavor: mandó 
sacar nuevas acequias y hazer edificios necesarios para el provecho 
de los indios como pósitos puentes y caminos para que las pro-
vincias se comunicasen unas con otras (Garcilaso de la Vega 
[1609] 1943, p. 108). 
Es cierto que los camellones de Pomata, represados o parcial-
mente represados y estrechamente asociados con canales de riego, 
parecen no estar relacionados con el patrón "escalera" y tal vez 
hayan sido sobrepuestos a ellos, pero no sería prudente dar por 
sentado que el pasaje de Garcilaso de la Vega se íefiere necesaria-
mente a esta zona, o que la institución del riego se puede pro-
piamente atribuir a los incas. Ciertos sistemas de riego que estaban 
en uso mucho antes de la conquista inca pueden haber sido 
atribuidos erróneamente -a los incas, como ha sido a menudo en 
otras partes del Perú. Sin embargo hay que decir que Cieza de 
León negaba la existencia del riego artificial en las tierras colla 
alrededor del lago Titicaca (Cieza de León [1553] 194". p. 442). 
Resumiendo, las conclusiones sobre el propósito de los sistemas 
de campos de camellones se deben considerar necesariamente ten-
tativas. Es cierto que servían para extender el área de tierras culti-
vables: es probable que en muchas zonas de camellones lo que se 
buscaba era más la conservación del agua que un rápido y efectivo 
drenaie, y es claro que en unas pocas zonas los camellones estaban 
asociados con sistemas de irrigación primitivos. 
Finalmente hav que tener en cuenta la distribución de los 
camellones v su función cuando se examinan los niveles del agua, 
presentes v pasados, de los lagos y de los ríos de la región en 
general. Cuando los camellones fueron construidos, los niveles 
de los lagos probablemente no eran muy distintos de los actuales. 
CAMELLONES JUNTO AL TITICACA 41 
porque la mayor parte de las zonas de camellones está más o 
menos al nivel del agua. Los niveles del lago Titicaca, registrados 
por la Southern Railwavs of Perú desde el año 1912, muestran 
fluctuaciones periódicas y estacionales, y la fluctuación estacional 
rara vez es menos de 50 cm o más de 100 cm y por término medio 
es de 80 cm. Hay un curso cíclico del nivel medio anual que ha 
sido relacionado con los ciclos de las manchas solares (Monheim 
1956: 80) , pero la oscilación extrema que ha sido registrada hasta 
ahora es de 4.95 m y va de un mínimo extremo de —371 cm 
registrado en diciembre de 1943, a un máximo de -¡-124 cm re-
gistrado en abril de 1933. El cerro se encuentra a una altitud de 
3 803 m (Hill 1959). Cuando el lago es alto como lo era en julio 
de 1955 cuando fueron tomadas las fotografías utilizadas aquí, 
los surcos cerca del lago estaban llenos de agua, mientras que en 
julio de 1966 cuando se hizo el íeconocimiento de la zona y el 
lago estaba a nivel bajo, los surcos estaban completamente secos. 
En las fotos aéreas se notan unos pocos rasgos lineares lejos de 
la orilla que pueden ser camellones y surcos sumergidos. Pero 
algunos camellones al borde del lago Umavo y de otros lagos 
vecinos, estaban parcialmente sumergidos en 1966 (fig. 4) de tal 
manera que el nivel de este lago pudo haber estado un poco más 
alto que cuando fueron construidos los campos. 
ANTIGÜEDAD DEL CULTIVO DE CAMELLONES 
EN LA REGIÓN DEL TITICACA 
Al no tener evidencia documental y arqueológica, el fechado 
de rasgos menores del paisaje cultural presenta con frecuencia 
numerosas dificultades, y los patrones del cultivo de camellones 
en la región del Titicaca no son una excepción. En la literatura 
no se ha encontrado ninguna referencia a ellos, lo que habría 
podido arrojar alguna luz sobre este problema. Los escritores de 
la primera cpoca colonial no los mencionan y han sido pasados 
por alto por los muchos arqueólogos que han trabajado en la zona, 
a menudo muv cerca de ellos. Aunque muchos camellones pueden 
haber sido destruidos por los cultivos modernos, y algunos pare-
cen estar en proceso de destrucción, no se ha registrado ningún 
caso en que este tipo de cultivo juegue un papel significativo en 
la agricultura moderna. En los lugares de camellones donde hav 
cultivación hoy día, se considera el hecho de que la tierra está 
trabajada en surcos y camellones como algo insignificante y hasta 
como un estorbo. En el sitio, los autores preguntaron repetidas 
veces a los campesinos y autoridades locales si es que sabían algo 
42 SMITH, DENEVAN, HAMILTON 
de los orígenes, antigüedad y funciones de los camellones. Por lo 
general contestaban que no sabían nada, que eran muy antiguos o 
que debían de ser formaciones naturales por lo que siempre habían 
estado allí. La información más positiva se obtuvo en la comunidad 
de Requeña, cerca de Taraco, que utiliza como pasto comunal la 
mayor parte del área de los camellones parcialmente anegados que 
aparecen en la fig. 7. La gente del lugar los llama waru-waru y la 
tradición local es que fueron hechos por los incas, aunque un hom-
bre dijo que los habían hecho los aymara anteriores a los incas. 
Todos están de acuerdo en que, desde que llegaron los españoles, 
no se hicieron más. Se decía que los waru-waru más grandes los 
habían hecho los hombres y les pertenecían, y que los más chicos 
los habían hecho las mujeres y eran de ellas. 
Hav otras indicaciones también, aunque ninguna tan precisa 
como uno quisiera, en el sentido que los camellones fueron hechos 
y utilizados en tiempos precolombinos, pero sería más difícil esta-
blecer exactamente cuándo fueron abandonados. En primer lugar, 
el hecho de que ningún viajero español de la época colonial los 
menciona hace pensar que no se les utilizaba en esos tiempos, 
aunque se trata de una aseveración negativa y no concluyente. En 
segundo lugar, muchos de los mejores ejemplos de los patrones de 
camellones se dan en las zonas de pastos naturales de grandes 
haciendas ganaderas y seguramente no pudieron ser usados desde 
que la tierra fue abandonada para el cultivo y dejada para pasto. 
En algunos casos esto puede haber sucedido en tiempos relativa-
mente recientes, porque hav evidencias de que en esta zona el 
establee miento de grandes haciendas y el desplazamiento de la 
población indígena ocurrió al final del siglo xix y al comienzo 
del siglo xx (Chevalier 1966;Martínez 1962). Pero algunas hacien-
das en cuvas tierras hay camellones, se pueden identificar en docu-
mentos de principio del siglo xix, aunque no sea posible rastrear 
la fecha exacta de su creación, y es probable que algunas de ellas 
remonten hasta los primeros tiempos de la Colonia. En tercer 
lugar, el tamaño y la forma de los camellones es tal, que deben 
haber sido hechos no con el arado introducido por los españoles, 
sino combinando métodos de cultivo manuales con el uso de la 
taclla. En cuarto lugar, se puede deducir de la forma y la distribu-
ción de los campos de camellones que su antigüedad es considera-
ble. Muchos están muv erosionados, y sus lados son irregulares

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