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Lengua y cultura1
El tipo de variación sociolingüística descrito en lecturas anteriores se atribuye a veces a diferencias 
culturales. No es inusual encontrar aspectos del idioma identificados como rasgos característicos de la 
cultura afroamericana, o de la cultura esquimal, o de la cultura japonesa. Este enfoque del estudio del 
lenguaje deriva de los trabajos de los antropólogos que han utilizado el lenguaje como fuente de 
información para el estudio general de la ‘cultura’. 
Cultura 
Utilizamos el término cultura para referirnos a todas las ideas y suposiciones sobre la naturaleza de las 
cosas y de las personas que aprendemos al ser miembros de los grupos sociales. Puede definirse como 
el “conocimiento adquirido socialmente”. Este es el tipo de conocimiento que, como nuestra lengua 
materna, adquirimos inicialmente de manera inconsciente. Desarrollamos la conciencia de nuestro 
conocimiento y por lo tanto de nuestra cultura, sólo después de haber desarrollado el lenguaje. La 
lengua concreta que aprendemos mediante el proceso de transmisión cultural nos proporciona, al menos 
inicialmente, un sistema prefabricado que nos sirve para categorizar el mundo que nos rodea y nuestra 
experiencia de él. 
Con las palabras que adquirimos, aprendemos a reconocer los tipos de distinciones categoriales que son 
relevantes en nuestro mundo social. Es posible que los niños muy pequeños inicialmente no consideren 
los ‘perros’ y los ‘caballos’ como tipos diferentes de entidades y se refieran a ambos como guauguau. 
A medida que van desarrollando un sistema conceptual más elaborado, aprenden a clasificar los 
distintos tipos de animales como perros o como caballos. En las culturas nativas del Pacífico no había 
caballos y, obviamente no había palabras para designarlos. Para poder utilizar palabras como perro o 
caballo, lluvia o nieve, padre o tío, semana o domingo, debemos tener un sistema conceptual que 
incluye estas personas, cosas e ideas como categorías distintas e identificables. 
Categorias 
Aunque hay mucha variación entre todos los ‘perros’ individuales de nuestra experiencia, podemos 
usar la palabra perro para hablar de cualquiera de ellos como miembro de la categoría. Una categoría 
1 Capítulo 20 de George Yule, The Study of Language (2010), pp. 216-224.
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es un grupo que tiene ciertas características en común, y podemos considerar que el vocabulario que 
aprendemos es un conjunto heredado de denominaciones de categorías. Estas son las palabras que 
sirven para referirnos a los conceptos sobre los que normalmente la gente de nuestro mundo social ha 
necesitado hablar.
Es tentador creer que hay una relación fija entre el conjunto de palabras que hemos aprendido (nuestras 
categorías) y la manera en que se organiza la realidad externa. Sin embargo, los datos de las lenguas del 
mundo sugieren que la organización de la realidad externa de hecho varía en cierta medida segun cada 
lengua. Algunas lenguas pueden tener muchas palabras distintas para tipos de ‘lluvia’ o tipos de ‘coco’ 
y otras lenguas pueden tener sólo una o dos. Aunque los Dani de Nueva Guinea pueden ver todos los 
colores del espectro, sólo utilizan los nombres de dos, los equivalentes a ‘negro’ y ‘blanco’. Los 
esquimales tienen nombres para estos dos, además de para el rojo, el verde y el amarillo. El inglés tiene 
nombres de estos cinco colores, además de para el azul, el marrón, el púrpura, el rosa, el naranja y el 
gris. Parece que las lenguas utilizadas por los grupos con más tecnología tienen más términos de color. 
Sobre la base de esta diferencia entre el número de términos básicos de color en las lenguas, podemos 
decir que hay diferencias conceptuales que están lexicalizadas (‘expresadas por una sola palabra’) en 
una lengua pero no en otra.
En algunas lenguas, el equivalente de la palabra padre se usa no sólo para referirse al ‘progenitor’, sino 
también para el ‘hermano del padre’. En inglés utilizamos la palabra uncle (‘tío’) para denominar esta 
última relación. Decimos que hemos lexicalizado la distinción entre los dos conceptos. Sin embargo, 
también utilizamos la misma palabra (tío) para el ‘hermano de la madre’, mientras que otras lenguas 
pueden utilizar una palabra distinta para expresar ese concepto. En noruego, la distinción entre ‘madre 
del padre’ (farmor) and ‘madre de la madre’ (mormor) está lexicalizada, pero en inglés se usa la 
palabra grandmother (‘abuela’) para los dos. 
Para poner un ejemplo más complejo, cuando aprendemos una palabra como week (‘semana’) o 
weekend (‘fin de semana’), estamos heredando un sistema conceptual que opera con cantidades de 
tiempo como categorías comunes. Tener palabras de unidades de tiempo como ‘dos días’ o ‘siete días’ 
indica que podemos pensar el tiempo en forma de cantidades, usando frases nominales, de la misma 
manera que ‘dos personas’ o ‘siete libros’ (es decir, objetos físicos). En otra visión del mundo, puede 
que el tiempo no se vea de la misma manera. En la lengua hopi en Arizona, el tiempo no se expresa en 
cantidades. La idea de Estuvimos allí dos días es más probable que se exprese de una manera que sería 
similar a Nos fuimos después del segundo día. En el sistema conceptual que subyace a la visión del 
tiempo de los hopi, tal como se expresa en su lengua, es más probable que los acontecimientos se 
describan como momentos en los que las cosas cambian, más que como cantidades de tiempo. 
Relatividad lingüística
En los dos últimos ejemplos, hemos tratado las diferencias en el uso del lenguaje como prueba de que 
existen maneras distintas de expresar la realidad externa. Esta idea se suele argumentar en términos de 
relatividad lingüística, porque parece que la estructura de nuestra lengua, con sus categorías 
predeterminadas, debe tener cierta influencia sobre cómo percibimos el mundo. En su versión débil, 
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esta idea simplemente recoge el hecho de que no sólo hablamos, sino que en cierta medida 
probablemente también pensamos utilizando las categorías proporcionadas por nuestra lengua. En su 
versión fuerte, llamado determinismo lingüístico, la idea se replantea diciendo que “el lenguaje 
determina el pensamiento”, lo que quiere decir que sólo podemos pensar con las categorías que 
proporciona nuestra lengua. Un ejemplo que se ha citado a menudo para apoyar este punto de vista se 
basa en la gran cantidad de expresiones que según se dice tienen los esquimales para referirse a lo que 
nosotros denominamos nieve. Cuando nosotros miramos una escena invernal, vemos una sola entidad 
blanca, que categorizamos en cada caso como nieve. Ante escenas similares, se afirma que los 
esquimales pueden distinguir un gran número de diferentes tipos de ‘nieve’ porque tienen palabras para 
cada uno de ellos. Si consideramos esas palabras como denominaciones de categorías, su sistema de 
categorización presumiblemente lleva a los esquimales a ver y también a pensar en lo que están viendo, 
de manera distinta a la nuestra. Más adelante reconsideraremos la relación entre los esquimales y la 
nieve más tarde, pero por el momento lo dicho hasta ahora nos aporta un buen ejemplo de un 
determinado modo de ver de la conexión entre lengua y cultura que se remonta al siglo XVIII. 
La hipótesis de Sapir-Whorf
La perspectiva analítica general que estamos considerando es parte de lo que durante la segunda mitad 
del siglo XX se ha conocido como la hipótesis de Sapir–Whorf. En una época en que la lingüística 
estadounidense era obra todavía en su mayor parte de estudiosos con importante formación en 
antropología, Edward Sapir y Benjamin Whorf aportaron argumentos de que las lenguas de los indios 
americanos, como por ejemplo los hopi, les hacían ver el mundo de forma distinta a la de los hablantes 
de lenguas europeas. Segun Whorf, los hopi perciben el mundo de maneradiferente a otras tribus 
(incluyendo la tribu de habla inglesa) porque así lo determina su lengua. En la gramática del hopi, 
existe una distinción entre ‘animado’ e ‘inanimado’, y entre el conjunto de entidades clasificadas como 
‘animadas’ están las nubes y las piedras. Whorf afirmaba que los hopi creen que las nubes y las piedras 
son entes vivos y que es su lengua lo que les hace creerlo. El inglés no establece en su gramática que 
las nubes y las piedras sean ‘animadas’, por lo que los anglófonos no ven el mundo de la misma manera 
que los hopi. En palabras de Whorf, “Diseccionamos la naturaleza según las líneas establecidas por 
nuestra lengua materna” (véase Carroll, 1956).
Se han presentado unos cuantos argumentos contra este punto de vista. Siguiendo a Sampson (1980), 
imaginemos una tribu con una lengua en la que las diferencias de sexo se marcan gramaticalmente, por 
lo que los términos utilizados para las niñas o las mujeres tienen marcas lingüísticas especiales. Si 
examinamos la situación con más detalle, veremos que estos marcadores ‘femeninos’ también se usan 
con las palabras para piedra y puerta. ¿Tendremos que llegar a la conclusión de que esta tribu cree que 
las piedras y las puertas son entes femeninos de la misma manera que las mujeres y las niñas? Esta 
tribu existe. Usan las expresiones la femme (‘la mujer’), la pierre (‘la piedra’) y la porte (‘la puerta’). 
Es la tribu que vive en Francia. ¿Debemos concluir que los francófonos creen que las piedras y las 
puertas son ‘hembras’ de la misma manera que las mujeres? 
El problema con las conclusiones extraídas de los casos del hopi y del francés es que hay una confusión 
entre la clasificación lingüística (‘animado’, ‘femenino’) y la clasificación biológica (‘vivo’, ‘hembra’). 
Con frecuencia en las lenguas hay una cierta correspondencia entre ambas clasificaciones, pero no tiene 
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por qué ser en todos los casos. Además, las formas lingüísticas no nos obligan a ignorar las diferencias 
biológicas. Mientras que el hopi tiene una determinada clasificación lingüística de la palabra piedra, 
ello no significa que a los camioneros hopis les preocupe matar a seres vivos cuando aplastan una 
piedra conduciendo.
Los esquimales y la nieve
Reconsiderando la situación de los esquimales y la ‘nieve’, aceptamos el hecho de que en inglés no hay 
muchas palabras para expresar diferentes tipos de nieve. Sin embargo, es posible crear expresiones, 
manipulando la lengua, para referirse a la nieve fresca, a la nieve en polvo, a la nieve primaveral o a la 
substancia sucia que se acumula en un lado de la calle después de pasar el quitanieves. Estas pueden ser 
categorías de nieve para los anglófonos, pero no están lexicalizadas (es decir, no se expresan con una 
sola palabra). Los anglófonos pueden expresar la variación de categoría haciendo distinciones 
lexicalizadas (It’s more like slush than snow outside; slush = nieve fangosa, medio derretida) y 
distinciones no lexicalizadas (We decorated the windows with some fake plastic snow stuff), pero la 
mayoría de ellos tienen una idea muy diferente de ‘nieve’ que la de un hablante típico de la lengua 
esquimal.
Según Martin (1986), los esquimales de Groenlandia Occidental tienen sólo dos palabras básicas para 
‘nieve’ (qanik, ‘nieve en el aire’ y aput, ‘nieve en el suelo’). A partir de estos dos elementos básicos, 
pueden crear un gran número de expresiones comunes para diferentes fenómenos relacionados con la 
nieve, como se describe en Fortescue (1984). Sin embargo, no parece que haya ninguna razón para 
suponer que esas expresiones controlen la visión o el pensamiento entre los hablantes. Algunas 
expresiones se producirán con frecuencia en el contexto de experiencias habituales, pero es el ser 
humano el que piensa sobre la experiencia y el que determina lo que va a expresar, no la lengua.
Igual que los esquimales, en su forma de vida tradicional, desarrollaron un conjunto de expresiones 
comunes para hablar de ‘nieve’, los hablantes de tuvaluano (en el Pacífico central) desarrollaron 
muchas palabras para diferentes tipos de ‘coco’. En Hawai, la lengua tradicional tenía un gran número 
de palabras para diferentes tipos de ‘lluvia’. Nuestras lenguas reflejan las cosas que nos interesan. 
Heredamos una lengua utilizada para informar de lo que conocemos, por lo que esperamos que la 
lengua para influya de alguna manera en la organización de nuestro conocimiento. Sin embargo, 
también heredamos la capacidad de manipular la lengua creativamente para expresar nuestras 
percepciones. Si el pensamiento y la percepción estuvieran totalmente determinados por la lengua, la 
mera idea de cambiar de lengua sería imposible. Si una niña hopi no tuviera una palabra en su lengua 
para el objeto que nosotros denominamos ordenador, ¿significa que ella no podría percibir el objeto? 
¿que no podría pensar sobre él? Lo que puede hacer la niña hopi cuando encuentra un nuevo objeto es 
cambiar su lengua para acomodar la necesidad de referirse a la nueva entidad. El ser humano manipula 
el lenguaje, no al revés.
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Categorías cognitivas
Como una forma de analizar la cognición, es decir,la manera como piensa el ser humano, podemos 
buscar pistas en la estructura del lenguaje, pero no causas. El hecho de que los hablantes de hopi 
hereden un sistema lingüístico son ‘animadas’ puede decirnos algo sobre un sistema de creencias 
tradicionales, o un forma de pensamiento, que es parte de su cultura y no de la nuestra. En yagua, una 
lengua del Perú, el conjunto de los entes ‘animados’ incluye la luna, las piedras y las piñas, así como 
las personas. En las tradiciones de los yaguas, todos estos entes se consideran objetos valiosos, por lo 
que su interpretación cultural de la característica ‘animado’ puede estar más próxima a la idea de ‘tener 
especial importancia en la vida' que a la idea de ‘tener vida’, como en la interpretación cultural de la 
mayoría de nosotros.
Clasificadores 
Conocemos la clasificación de las palabras en las lenguas como el yagua por los marcadores 
gramaticales llamados clasificadores, que indican el tipo o la ‘clase' del sustantivo en cuestión. Por 
ejemplo, en suahili (hablado en África oriental), se usan diferentes prefijos como clasificadores en los 
sustantivos para los seres humanos (wa-), para los no humanos (mi-) y para los objetos artificiales (vi-), 
como en watoto (‘niños’), mimea ('plantas’) y visu (‘cuchillos’). De hecho, se puede marcar una 
distinción conceptual entre materiales (miti, ‘árboles’) y objetos creados con ellos (viti, ‘sillas’) 
simplemente por medio de los clasificadores utilizados.
En la lengua australiana dyirbal, el uso tradicional de los clasificadores indica que los hombres, los 
canguros y los bumerangs estaban en una categoría conceptual mientras las mujeres, el fuego y las 
cosas peligrosas estaban en otra. Explorar sus creencias culturales (por ejemplo, que el sol es la esposa 
de la luna) nos ayudan a encontrar sentido a los aspectos de una visión del mundo desconocida y 
comprender por qué se clasifica la luna en el primer conjunto y el sol en el segundo.
Classifiers are often used in connection with numbers to indicate the type of thing being counted. In the 
following Japanese examples, the classifiers are associated with objects conceptualized in terms of their 
shape as ‘long thin things’ (hon), ‘flat thin things’ (mai) or ‘small round things’ (ko). 
Los clasificadores se suelen usar en relación con los numerales para indicar el tipo de cosa que se 
cuenta. En los siguientes ejemplos de japonés, los clasificadores están asociados con objetos 
conceptualizados en términos de su forma como ‘cosas largas y delgadas’ (hon), ‘cosas finas y planas’ 
(mai) o ‘cosas pequeñas redondas’ (ko). 
banana ni-hon ‘dos bananas’ 
syatu ni-mai ‘dos camisas’ 
ringo ni-ko ‘dos manzanas’ 
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Categoríassociales
Las palabras como tío o abuela, comentadas anteriormente, aportan ejemplos de categorías sociales. 
Se trata de categorías de organización social que podemos utilizar para decir cómo estamos conectados 
o relacionados con otros. Podemos proporcionar definiciones técnicas (por ejemplo, tío = ‘hermano del 
padre’), pero en muchas situaciones una palabra como tío se utiliza para referirse a un número mucho 
mayor de personas, entre ellas los amigos cercanos, que están fuera de la clase de personas a las que 
cubre la definición técnica. De manera análoga en inglés la palabra brother (‘hermano’) se usa entre 
muchos grupos para referirse a alguien que no es un miembro de la familia. Podemos usar estas 
palabras como medio de categorización social, es decir, para identificar a los individuos como 
miembros de un grupo definido por conexiones sociales.
Formas de tratamiento
Cuando una hombre le pide a otro en la calle, Brother, can you spare a dollar? (‘Hermano, ¿puedes 
darme un dólar?’), la palabra brother (‘hermano’) se utiliza como un forma de tratamiento (una 
palabra o frase para interpelar a otra persona de palabra o por escrito). Afirmando el tipo de relación de 
proximidad que asociamos con un miembro de la familia, la elección de esta forma de tratamiento es un 
intento por parte del hablante de crear solidaridad (es decir, ser iguales en condición social), que podría 
animar la voluntad de entregar algunas monedas. En lugar de ello podría haber empezado su petición 
con Sir (‘señor’), lo que indicaría una relación desigual de poder (es decir, ser de diferente condición 
social) y, ya que ostenta una posición superior, el interpelado tendría la capacidad de entregar algo de 
dinero.
Más generalmente, [en los países de habla inglesa] una interacción basada en una relación desigual se 
servirá de formas de tratamiento que utilicen un título (Doctor) o título seguido del apellido (Professor 
Buckingham), para dirigirse a alguien de estatus superior, y sólo el nombre para personas de estatus 
inferior, como en: Professor Buckingham, can I ask a question? ∼ Yes, Jennifer, what is it? (‘Profesor 
Buckingham, ¿puedo hacerle una pregunta? ∼ Sí, Jennifer, ¿de qué se trata?’) Las relaciones más 
igualitarias usan formas de tratamiento que indican el estatus equivalente de los interlocutores, como es 
el caso de los nombres o los apodos: Bucky, ready for some more coffee? ∼ Thanks, Jenny. (‘Bucky, 
¿quieres un poco más de café? ∼ Gracias, Jenny’).
En muchas lenguas, hay una opción entre pronombres que se usan para interlocutores que son 
socialmente próximos y otros para los que están distantes. Esto se conoce como la distinción T/V, 
como en los pronombres del francés tu (próximo) y vous (lejano). Un tipo similar de categorización 
social se da en alemán (du/Sie) y en castellano (tú/usted). En cada una de estas distinciones, como en el 
uso del inglés antiguo (thou/you), la forma de plural se utiliza para indicar que los hablantes no tienen 
una relación estrecha. Tradicionalmente, estas formas también se han utilizado para indicar una 
relación de poder. La persona de posición más alta podría utilizar tú con un interlocutor de posición 
más baja, pero no a la inversa. Las personas de condición inferior tenían que usar las formas de usted y 
sus variantes al dirigirse a los de posición superior. Este uso no era recíproco, pero el uso recíproco del 
tú (utilizando ambos hablantes la misma forma) ha aumentado en Europa entre los hablantes más 
jóvenes, como los estudiantes, que puede que no se conozcan muy estrechamente, pero que se 
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encuentran en la misma situación social.
En inglés, las personas que no tienen ningún título particular se tratan como Mr. (señor), Mrs. (señora), 
Miss (señorita) o Ms. (señora). Sólo las formas fememninas indican información acerca de su estatus 
social. De hecho, una de las formas de tratamiento para una mujer utilizadas con más frecuencia es la 
que indica que es la esposa de un determinado hombre (llamado ‘Frank Smith’, por ejemplo), como en 
Mrs. Smith y a veces incluso Mrs. Frank Smith. Cuando se implantó originariamente este sistema, era 
obvio que las mujeres se identificaban socialmente por su relación con un hombre, como esposa o 
como hija. Estas formas de tratamiento siguen funcionando como etiquetas de categoría social, 
identificando a las mujeres, pero no a los hombres, como casadas o solteras. Una mujer que usa Ms. en 
su forma de tratamiento nos está indicando que su categorización social no se basa en su estado civil. 
Este tipo de observación nos lleva a tratar la diferencia más fundamental de categorización social, la 
que está basada en el ‘género’.
Género
En inglés hay una diferencia entre dos usos de la palabra gender (‘género’). El género biológico (o 
‘natural’) es la distinción de sexo entre el ‘macho’ y la ‘hembra’ de cada especie. El género gramatical 
es la distinción entre ‘masculino’ y ‘femenino’, que se utiliza para clasificar los nombres en lenguas 
como el castellano. Un tercer uso es el género social, que es la distinción que se hace cuando usamos 
palabras como ‘hombre' y ‘mujer' para clasificar a los individuos en términos de sus roles sociales.
Aunque la distinción biológica (‘masculino’, ‘femenino’) subyace a las distinciones sociales (‘padre’, 
‘madre’), hay muchos aspectos del papel social de los individuos como hombres o como mujeres que 
no están relacionado con la biología. Es en el sentido del género social, mediante el proceso de 
aprendizaje, como llegamos a ser un ‘chico’ o una ‘chica’, en cuanto que heredamos una cultura de 
género. Este proceso puede ser tan simple como aprender qué categoría debe llevar ropa de color rosa o 
de color azul, o tan complejo como entender cómo pudo una categoría quedar excluida (al no tener 
derecho a voto) del proceso de gobierno representativo durante tanto tiempo. Adquirir un género social 
también implica familiarizarse con el uso del lenguaje de género. 
Palabras de género
En Sidamo, una lengua de Etiopía, hay algunas palabras usadas sólo por los hombres y algunas otras 
usadas sólo por las mujeres, de forma que la traducción de ‘leche’ sería ado para un hombre, y gurda 
para una mujer. De muchas lenguas amerindias, como el gros ventre (de Montana) y el koasati (de 
Luisiana), se sabe que han tenido diferentes sociolectos usados unos por los hombres y otros por las 
mujeres. En japonés, para referirse a sí mismos (‘yo’), los hombres utilizan tradicionalmente boku, y 
las mujeres watashi o atashi. En portugués, ‘gracias' se dice obrigado si se es hombre y obrigada si si 
es mujer.
Estos ejemplos simplemente muestran que puede haber diferencias entre las palabras utilizadas por 
hombres y mujeres en una serie de lenguas. Hay otros ejemplos que parecen implicar que las palabras 
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para referirse a los hombres son ‘normales’ y las palabras para designar mujeres son ‘añadidos 
especiales’. Parejas como heroe/heroina o actor/actriz ejemplifican la derivación de términos de rol 
femenino a partir del masculino. La expresión de este tipo de diferencia mediante palabras de género ha 
disminuido en el inglés americano actual, en cuanto que palabras como firemen (bomberos) and 
policemen (policías) se substituyen por firefighters y police officers, respectivamente, pero todavía 
existe una fuerte tendencia a tratar las formas masculinas como la forma de referencia normal cuando 
se habla en general: Each student is required to buy his own dictionary (‘cada estudiante deberá 
comprarse su propio diccionario’). Sin embargo, las alternativas que incluyen ambos géneros (his o 
her) o las que evitan el uso sexista (their), son cada vez más comunes. Otros términos, como por 
ejemplo career woman (mujer de carrera) y working mother (madre trabajadora) (rara vez ‘career man’ 
o ‘working father’),continúan el patrón de los términos especiales para las mujeres, no para los 
hombres.
Cuando revisamos la variación social, observando las diferencias entre el habla de la clase trabajadora 
y el de clase media, no tuvimos en cuenta las diferencias de género. Sin embargo, dentro de cada clase 
social, existe variación sustancial respecto al género. En general, siempre hay una variable que implica 
diferencia de prestigio (por ejemplo talking/talkin’ o I saw it/I seen it), es más probable que las mujeres 
utilicen más las formas de mayor prestigio. La diferencia es más notable entre los hablantes de clase 
media. En un estudio de las negativas dobles en inglés (por ejemplo, I don’t want none = ‘no quiero 
ninguno’) en el habla de clase media baja, eran sustancialmente más hombres (32%) que mujeres (1%) 
los que usaban esta estructura. Este patrón regular de diferencia se suele explica en términos de que la 
socialización de la mujer las hace más más cuidadosas, más conscientes del status social y más 
sensibles a cómo las pueden juzgar los demás. Una explicación alternativa apela a que la socialización 
de los hombres los lleva a ser fuertes, duros e independientes. Esto les lleva a preferir las formas que no 
son estándar, o las propias del habla de la clase obrera, porque se las relaciona con el trabajo manual, la 
dureza y la resistencia. Y los tipos duros tienen también voces profundas. 
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