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Venus, el segundo planeta del sistema solar, se conoce como el "gemelo" de la Tierra por su tamaño y composición similares. Sin embargo, las condiciones extremas de su atmósfera lo convierten en un lugar inhóspito para la vida tal como la conocemos. Venus posee una atmósfera sumamente densa compuesta principalmente por dióxido de carbono, acompañada de nubes de ácido sulfúrico que provocan un efecto invernadero intenso. Esta atmósfera es responsable de las altas temperaturas en la superficie del planeta. Debido a su densa atmósfera y la presencia de gases de efecto invernadero, Venus sufre un intenso efecto invernadero que retiene el calor. Esto provoca que las temperaturas en su superficie lleguen hasta los 470 grados Celsius, convirtiéndolo en el planeta más caliente de nuestro sistema solar. Venus tiene una rotación retrógrada, lo que implica que gira en sentido contrario a la mayoría de los otros planetas en nuestro sistema solar. Un día en Venus equivale a aproximadamente 243 días terrestres, mientras que un año en Venus dura alrededor de 225 días terrestres. Venus exhibe una superficie con llanuras volcánicas, montañas y cráteres de impacto. Se piensa que en el pasado, el planeta tuvo una actividad volcánica considerable, pero en la actualidad parece estar geológicamente inactivo. A diferencia de la Tierra, Venus carece tanto de lunas como de campos magnéticos significativos, lo que lo expone de manera más directa a la radiación solar y cósmica.
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