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Tema 18: Orígenes y evolución de la lengua española 
1. Lenguas prerromanas de la península ibérica 
Antes de la llegada del latín a la península ibérica, la situación se caracteriza por la falta de 
unidad lingüística, en concordancia con la gran variedad de pueblos que la habitaban: los 
celtas, de origen indoeuropeo, en el norte y oeste; los iberos, no indoeuropeos, en el este y 
sur; los celtíberos en el centro; los tartesios en la actual Andalucía y sur de Portugal; los 
fenicios, cartagineses y griegos se asentaron en la costa mediterránea; y los vascos, en la zona 
norte, a ambos lados de los Pirineos. 
2. La romanización 
La conquista de la Península se produce entre el 218 y el 19 a.C. La romanización fue un 
proceso que duró varios siglos; Roma no imponía su lengua a los pueblos conquistados, sino 
que estos empezaban a usar el latín en la vida pública y paulatinamente lo iban asumiendo en 
el ámbito privado, con un periodo de bilingüismo. La latinización no tuvo la misma intensidad 
en toda la Península: fue más rápida en las zonas sur y este, algo más lenta en el centro y la 
franja cantábrica, que ofreció mayor resistencia, fue la última en ser “conquistada”. La 
superioridad cultural de Roma y la heterogeneidad de lenguas existentes en la Península 
explican la relativa facilidad con que el latín se impuso al resto de lenguas autóctonas, 
haciéndolas desaparecer (salvo al vasco). Rasgos de esas lenguas permearon en el latín como 
sustrato (lengua que ha desaparecido frente a otra, pero ha dejado huellas en ella; o lengua 
que ejerce influencia sobre otra instalada posteriormente en el mismo territorio). 
El latín que se extiende en la Península no es el latín culto o clásico, usado por escritores y 
clase social alta y enseñado en las escuelas, sino el latín vulgar o popular, hablado por 
comerciantes, colonos y soldados, en el ámbito familiar y con peculiaridades en cada zona 
geográfica, por influencia de las lenguas prerromanas. La evolución natural del latín vulgar y la 
desintegración del Imperio romano resultaron en una fragmentación lingüística del latín, que 
continuaría hasta aproximadamente el siglo XI, cuando aparecen unas nuevas lenguas 
llamadas romances o románicas. Los dialectos del latín desarrollados en la península ibérica 
son el gallegoportugués, el asturleonés, el castellano, el navarroaragonés y el catalán; 
algunos (asturleonés y navarroaragonés) no alcanzaron la categoría de lenguas, pero todos 
ellos pueden considerarse dialectos del latín. Los romances, lenguas románicas o neolatinas 
son: portugués, gallego, castellano o español, catalán, francés, provenzal, italiano, sardo, 
retorromano y rumano. 
3. Invasiones germánicas y árabes de la Península 
La llegada de los germanos aceleró la evolución del latín vulgar y acentuó sus diversas 
variedades. Suevos, alanos y vándalos invadieron algunos territorios peninsulares en el siglo V, 
rompiendo la unidad lingüística. Los visigodos llegaron en el siglo VI; fuertemente 
romanizados, acabaron abandonando su lengua germánica y adoptando el latín hablado por 
los hispanorromanos, pero especialmente en el léxico y los antropónimos vemos su influencia 
como superestrato (influencia que ejerce una lengua que se ha extendido por un área distinta 
de la propia, en la que se habla otra lengua, a pesar de que termina desapareciendo de ella). 
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La conquista musulmana rompe definitivamente con la unidad territorial y cultural romana, 
mantenida por los visigodos. Durante los siete siglos de dominio musulmán (711-1492) se 
formaron los reinos cristianos peninsulares, en los que el latín hablado se diferenció tanto que 
terminó dando lugar a las lenguas románicas. La cultura árabe, más desarrollada que la 
cristiana, aportó a la lengua de Castilla muchos vocablos relativos a ámbitos técnicos y 
científicos, si bien su influencia en el nivel fonético y gramatical fue escasa. En el territorio 
conquistado por los musulmanes, el pueblo continuó hablando romance, al que se 
incorporaron muchos arabismos, variedad a la que llamamos mozárabe y que conocemos 
gracias a las jarchas, breves poemas en romance que los árabes añadían como estribillo en sus 
composiciones poéticas. 
4. Fragmentación del latín en la Península 
Como reacción a las invasiones germánicas y musulmanas, los cristianos se replegaron a la 
franja del norte peninsular, y cada asentamiento desarrolló variedades romances distintas. El 
gallego, el castellano y el catalán terminaron convirtiéndose en lenguas, mientras que el 
asturleonés y el navarroaragonés quedaron como dialectos. Entre los siglos VIII y X 
encontramos en el norte y noreste peninsular el asturleonés, el navarroaragonés, el vasco o 
euskera y el catalán-valenciano; en el noroeste el gallegoportugués; en el centro el castellano; 
y en el centro, sur y este, el mozárabe. 
5. El origen del castellano 
 5.1. Su historia 
El castellano se origina en la región de Cantabria y zonas limítrofes (Burgos, Álava y la Rioja), 
en contacto con el vasco. El conde Fernán González forma en el siglo X el nuevo Condado de 
Castilla, con capital en Burgos. A la muerte del rey Sancho el Mayor de Navarra, en 1035, 
Castilla adquiere la condición de reino independiente. Bajo el mando de Pelayo, en el marco de 
la Reconquista, Castilla comienza una expansión rápida hacia el sur, en forma de cuña 
invertida, obstaculizando la expansión de los reinos de León y Aragón. La conquista territorial 
va unida a la implantación de su lengua, y ya bajo el reinado de Alfonso VI se toma Toledo. 
 5.2. Rasgos lingüísticos del castellano 
El castellano evolucionó más rápidamente que sus dialectos vecinos, se decantó por 
soluciones fonéticas novedosas e impuso algunas más radicales. En esta época primitiva, se 
caracterizó por las irregularidades y las vacilaciones en todos los niveles de la lengua, pero su 
evolución durante los primeros siglos terminó por decantarlo hacia soluciones exitosas. 
 5.3. Los primeros documentos escritos y obras literarias 
Las primeras palabras en romance de las que tenemos constancia están fechadas en el siglo X: 
las glosas emilianenses (monasterio riojano de San Millán de la Cogolla) y las glosas silenses 
(monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos). Norma de Burgos: Burgos es el centro 
regulador del castellano durante este primer periodo. 
 
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6. El castellano en el siglo XIII. La norma alfonsí 
 6.1. Castilla y la consolidación del castellano 
En la primera mitad del siglo XIII, Fernando III el Santo lleva la reconquista hasta Sevilla. 
Durante su reinado, el castellano se convirtió en lengua oficial, pues ordenó que los 
documentos públicos fueran redactados en dicha lengua, y no en latín. Su hijo, Alfonso X el 
Sabio, estableció la lengua de Toledo como norma para las vacilaciones. Es en el siglo XIII 
cuando el castellano se consolida como lengua de comunicación entre distintos pueblos y 
adquiere categoría de lengua consolidada gracias al desarrollo de la literatura. En el ámbito 
literario se desarrollaron el mester de juglaría, que transmitía el castellano de manera oral, y 
el mester de clerecía, por el que se regía la poesía culta. 
 6.2. El legado cultural de Alfonso X el Sabio a la lengua española 
Alfonso X el Sabio mostró durante su reinado inquietudes relativas a la lengua: aunque siguió 
las directrices de la Escuela de Traductores de Toledo, fundada en el siglo XII, que traducía 
obras científicas del árabe al latín, decretó que fueran traducidas también al castellano. Toledo 
se erigió como punto de referencia cultural en toda Europa, al ser el transmisor de la cultura 
oriental. El monarca no solo dirigía la composición de las obras, sino que también las corregía, 
dejando algunas aportaciones a la lengua castellana: fijó la ortografía, estableciendo una 
correspondencia entre fonemas y grafías que se mantuvo hasta el siglo XVI; creó una sintaxis 
más compleja, conla ayuda de nuevas conjunciones y nexos; enriqueció el léxico, adoptando 
latinismos o latinismos griegos, introduciendo tecnicismos o acuñando nuevos vocablos 
mediante la derivación de préstamos árabes; e implantó la norma toledana, contribuyendo a 
la normalización lingüística al convertir Toledo en el centro irradiador de la norma castellana. 
7. La transición del español medieval al clásico 
 7.1. El castellano del siglo XIV 
Se eliminan algunas vacilaciones de la etapa precedente y se camina hacia la regularización. El 
aragonés y el leonés quedan desplazados, mientras que el gallego y el catalán progresan como 
lenguas. 
 7.2. El castellano del siglo XV 
 7.2.1. Acontecimientos históricos 
Hechos decisivos para la expansión del castellano: el matrimonio de los Reyes Católicos, la 
anexión de las Islas Canarias, el final de la Reconquista con la conquista de Granada y el 
comienzo de la conquista de América. 
 7.2.2. El humanismo en España. Castellano y español 
El triunfo en Europa del Humanismo supone una reivindicación de las lenguas romance, a la 
vez que la admiración y el estudio de la cultura grecolatina. El florecimiento del Renacimiento 
italiano hace que las obras de los grandes autores del momento (especialmente Petrarca, 
Boccaccio y Dante) lleguen a España e influyan en nuestros escritores (principalmente Enrique 
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de Villena, Juan de Mena, Alfonso de Palencia y el marqués de Santillana), que tratan de imitar 
la lengua latina introduciendo numerosos cultismos y latinismos en el léxico y copiando ciertas 
construcciones sintácticas latinas. 
En época de Alfonso X el Sabio ya se utilizaba el término español como sinónimo de castellano, 
pero fue con los Reyes Católicos cuando se empleó español con valor genérico para referirse a 
la lengua derivada del castellano que se hablaba en el Condado de Castilla. El triunfo del 
español provocó que los dialectos limítrofes, leonés y aragonés, se castellanizaran. 
La publicación en 1492 de la primera Gramática de una lengua romance y en 1494 del primer 
Diccionario español-latino, ambas obras de Antonio de Nebrija, abren un nuevo periodo en el 
desarrollo de la conciencia lingüística española. La invención de la imprenta supuso un impulso 
decisivo a la normalización de la lengua y la difusión de sus obras. En 1499 se compone La 
Celestina, obra capital de nuestra literatura que aúna la vertiente literaria popular y la culta. 
8. El español de la época clásica y del Siglo de Oro. Su expansión 
 8.1. Actitudes diferentes en España 
Bajo el reinado de Carlos I, la cultura y la lengua española se universalizaron; a la llegada de 
Felipe II, el país se repliega y comienzan las primeras crisis económicas. 
 8.2. Características de la lengua. El siglo XVI frente al siglo XVII 
Juan de Valdés, en su Diálogo de la lengua (1535), señala que el lenguaje debe pretender la 
naturalidad, basada en la selección de palabras, aspirar a la concisión. El lenguaje artístico 
podía admitir ciertos neologismos y latinismos o helenismos. 
En el siglo XVII se produce un cambio en el tratamiento del lenguaje con la llegada del Barroco 
y sus dos tendencias: el culteranismo (profusión de latinismos, metáforas y otros 
rebuscamientos) y el conceptismo (lengua concisa y precisa, pero con significado de difícil 
comprensión). El español se convierte en lengua de prestigio, sustituyendo al latín en el 
ámbito universitario y promoviendo la publicación de obras en castellano, como el Tesoro de la 
lengua castellana o española (1611), de Sebastián de Covarrubias, primer diccionario 
íntegramente en castellano. 
 8.2.1. El castellano, lengua oficial 
El prestigio político, social y literario del castellano hace que se convierta en lengua nacional en 
toda España y, posteriormente, en lengua oficial de otros muchos países hispanoamericanos. 
 8.2.2. Expansión del castellano 
Carlos I convirtió el español en lengua de cultura y de comunicación internacional; su difusión 
en el siglo XVI sigue dos direcciones principales: Europa (territorios italianos y Flandes) y 
América (colonización y evangelización). 
 
 
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 8.2.3. Transformaciones lingüísticas acaecidas en los siglos XVI y XVII 
En este paso del castellano medieval al moderno, la imprenta tendrá una gran importancia, 
ayudando a la fijación y unificación del español. Se producen muchos cambios importantes en 
el plano fonético, gramatical y léxico. Como resultado de la internacionalización, el castellano 
se enriquece con muchos extranjerismos (principalmente italianismos y americanismos), a la 
vez que los hispanismos penetran en muchos otros idiomas. 
9. El español moderno 
 9.1. La Real Academia Española 
En 1713 se funda la Real Academia Española, cuya labor es fijar el idioma mediante 
publicaciones que divulgan el empleo correcto del español. Su trabajo se concentró en tres 
aspectos de la lengua: el Diccionario de autoridades (1726-1739), llamado así porque cada 
entrada va legitimada con el texto de un escritor de prestigio; la Ortografía (1741), que trató 
de adecuar la escritura a la pronunciación, y acabó con vacilaciones de siglos anteriores; y la 
Gramática de la lengua castellana (1771), de carácter normativo. 
 9.2. Rasgos lingüísticos del español moderno 
A finales del siglo XVIII nuestra lengua quedó fijada, aunque el léxico ha seguido modificándose 
tanto por factores externos (préstamos) como internos (derivación y composición). La 
ortografía quedó fijada en el siglo XX, aunque aún hoy se siguen produciendo algunos cambios. 
 [9.2.1. Léxico] 
10. Las lenguas de España 
Además del español o castellano, las lenguas de España son el vasco o eusquera, el gallego y el 
catalán-valenciano; todas lenguas románicas, excepto el vasco. Desde la transición, el gallego, 
el vasco y el catalán son lenguas cooficiales con el castellano. 
 10.1. El vasco 
El vasco, euskera o vascuence es una lengua antigua de origen desconocido, aunque sabemos 
que no procede del latín ni del indoeuropeo. Su aislamiento ha dado lugar a diversos dialectos 
al norte (bajo navarro occidental y oriental, labortano y suletino) y al sur (guipuzcoano, 
vizcaíno y alto navarro) de los Pirineos. Algunos de sus rasgos característicos son un sistema 
vocálico de cinco vocales, la pronunciación de la x como la ch francesa y de la tx como la ch 
castellana; en cuanto al léxico, posee numerosos términos de origen latino o castellano, pues 
las transferencias con las lenguas románicas fueron constantes. Pervivió sobre todo como 
lengua hablada hasta la publicación de unos poemas en 1545 y del Nuevo Testamento de 
Leizarraga en 1571. Actualmente, la lengua se ha fortalecido con los medios de comunicación, 
la literatura y la enseñanza en las escuelas. La variedad dialectal hizo necesaria la creación del 
esukera batua, una modalidad unificada. Luis Michelena fue uno de los estudiosos más 
importantes del vasco. En 1919 se creó la Academia de la Lengua Vasca o Euskaltzaindia. 
 
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 10.2. El gallego 
Lengua romance. Aunque hasta el siglo XIV formaba una unidad idiomática con el portugués, la 
independencia de Portugal marca el inicio de la diferenciación entre ambas lenguas. Gozó de 
una rica producción lírica en los siglos XIII y XIV, pero posteriormente prácticamente 
desapareció como lengua escrita hasta el siglo XIX, donde reaparece de la mano del 
Rexurdimento y de autores como Rosalía de Castro o Curros Enríquez. Además de las cuatro 
provincias gallegas, se habla gallego en la franja occidental de Asturias, en la comarca de El 
Bierzo (León) y en Sanabria (Zamora). Se calcula que en la actualidad la hablan unos tres 
millones de personas. Rasgos característicos del gallego son la conservación de la f- inicial 
(fillo), la palatalización de los grupos latinos pl-, kl- y fl- en ch (chove), el uso del diminutivo -iño 
y la anteposición del artículo ante el posesivo (o meu fillo). Su léxico es de origen latino, y elcastellano y el gallego se han enriquecido mutuamente mediante préstamos. En 1906 se creó 
la Real Academia Galega. 
 10.3. El catalán-valenciano 
Catalán y valenciano son dos variantes de una misma lengua romance en la que hoy se pueden 
distinguir dos áreas dialectales: la oriental, con los dialectos centrales (Barcelona, Gerona y 
norte de Tarragona), el balear, el rosellonés y el alguerés; y la occidental, con los dialectos 
noroccidentales (Lérida y oeste de Tarragona), el valenciano y el catalán de Andorra. Tuvo un 
gran desarrollo como lengua literaria desde la Edad Media hasta el siglo XV, con Tirant lo Blanc 
y los escritos de Ausias March y Ramon Llull. Después decae hasta el movimiento cultural de la 
Renaixença, a partir del cual su literatura se fortalece de la mano de autores como Jacinto 
Verdaguer y con la publicación de la Gramática catalana de Pompeu Fabra. Algunos rasgos 
característicos son la conservación de la f- inicial (fill), la tendencia a la pérdida de las vocales 
finales (vent) o la palatalización de la l- inicial latina (lluna). Su léxico procede 
fundamentalmente del latín, pero tiene muchos préstamos del francés y del castellano. 
Actualmente cuenta con alrededor de siete millones de hablantes y goza de gran prestigio. En 
1992 se fundó el Institut d’Estudis Catalans y en 1998 la Academia Valenciana de la Llengua.

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