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INTRODUCCIÓN
La enfermedad por hígado graso no
alcohólico (EHGNA) es uno de los trastornos
hepáticos comúnmente encontrados a nivel
mundial, en la mayoría de los casos se asocia a
comorbilidades metabólicas como resistencia
a la insulina, obesidad, diabetes mellitus y
dislipidemia. El incremento en su prevalencia
es alarmante ya que la EHGNA se relaciona
con complicaciones como cirrosis hepática y
carcinoma hepatocelular incrementando la
mortalidad de causas relacionadas con el
hígado (Mundi et al. 2019; Sheka et al. 2020).
Los cambios en el estilo de vida son
importantes tanto para prevenir la
enfermedad y las comorbilidades asociadas, y
también como parte del tratamiento nutricio
REDCieN
Ciencia y Nutrición
Revista digital REDCieN
Vol. 3 número 4, enero-junio, 2020
©2020 Colegio Mexicano de Nutriólogos, AC. Este es un artículo distribuido de libre acceso. Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos
aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente completa y la dirección electrónica de la publicación. Las opiniones expresadas por los autores no
necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Manuscrito recibido: 31 mayo, 2020. Revisión aceptada: 11 junio, 2020.
TRATAMIENTO NUTRICIO DE LA ENFERMEDAD POR 
HÍGADO GRASO NO ALCOHÓLICO
Ileana García López
Universidad de Durango Campus Aguascalientes
Contacto autor: ileanagarlo@gmail.com
RESUMEN
La enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) es uno de los trastornos hepáticos
comúnmente encontrados a nivel mundial, en la mayoría de los casos se asocia a
comorbilidades metabólicas como resistencia a la insulina, obesidad, diabetes mellitus y
dislipidemia. Se caracteriza por la presencia de esteatosis en ausencia de abuso de alcohol,
uso de medicamentos esteatogénicos o enfermedades hereditarias monogénicas. El
incremento en su prevalencia es alarmante ya que la EHGNA se relaciona con complicaciones
como cirrosis hepática, se estima una prevalencia a nivel mundial del 25%.
El tratamiento nutricio es importante desde que se diagnostica la enfermedad para mejorar el
pronóstico, el principal objetivo es lograr una pérdida de peso del 7-10%, lo cuál disminuye la
esteatosis, mejorando las características histopatológicas de la enfermedad y la bioquímica
hepática. La intervención no solo se limita a un plan de alimentación debe considerar la
promoción de un estilo de vida saludable que incluya la realización de actividad física, evitar el
consumo de bebidas azucaradas y alcohol.
Palabras clave: Hígado graso, pérdida de peso, cambios en el estilo de vida
Opinión del autor
mailto:ileanagarlo@gmail.com
para modificar el pronóstico de la
enfermedad.
Definición
Es un espectro patológico en el que hay
evidencia de esteatosis hepática (ya sea por
imagen o histología) en ausencia de causas
secundarias como el consumo excesivo de
alcohol (≥20 gramos /día en el caso de las
mujeres y ≥30 gramos/día para los hombres),
el uso de medicamentos esteatogénicos o
enfermedades hereditarias monogénicas
(Younossi et al. 2019; Zobair et al. 2019).
Histológicamente se categoriza como
hígado graso no alcohólico (HGNA) o
esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). El
HGNA se define por la presencia de ≥ 5% de
esteatosis hepática sin evidencia de daño o
lesión de los hepatocitos; en tanto en la EHNA
hay una presencia ≥ 5% de esteatosis hepática
e inflamación lobular con degeneración en
forma de balón de los hepatocitos, así como
la presencia o no de fibrosis (Chalasani et al.
2018).
Epidemiología
En un meta-análisis se estimó una prevalencia
global EHGNA del 25.24%, reportándose la
prevalencia más alta en Oriente Medio
(31.79%) y América del Sur (30.45%) mientras
que en África (13.48%) se reportó la tasa más
baja. Cabe mencionar que la prevalencia
incrementaba con la edad. Respecto a EHNA
la estimación global entre pacientes con
EHGNA biopsiados fue de 59.10%; de
acuerdo a la región se reportaron las
siguientes prevalencias: Asia 63.45%, Europa
69.25% y Norteamérica 60.64% (Younossi et
al. 2016).
En el caso de algunas de las
comorbilidades asociadas con EHGNA se
estimó la prevalencia de obesidad en un
51.34% y 81.83% entre aquellos con HGNA y
EHNA respectivamente; la prevalencia de
diabetes mellitus en HGNA y EHNA fue de
22.51% y 43.63%, y en el caso de dislipidemia
se estimó una prevalencia de 69.16% en
pacientes con HGNA y de 72.13%en los
pacientes con EHNA (Younossi et al. 2016).
En México el Consenso mexicano de la
enfermedad por hígado graso no alcohólico
hace referencia a dos estudios relacionados
con prevalencia de EHGNA, en ambos el
método de diagnóstico fue ultrasonido, uno
de ellos reportó prevalencia de EHNA de
14.4% y en el otro se estimó una prevalencia
de EHGNA de 62.9% (Bernal et al. 2019).
Tratamiento nutricio
Debido a que la EHGNA puede progresar
hasta cirrosis o carcinoma hepatocelular es
importante iniciar un tratamiento tan pronto
como sea diagnosticada, el cual debe
considerar las comorbilidades asociadas,
como: obesidad, dislipidemia, resistencia a la
insulina y diabetes mellitus. En el tratamiento
de la EHGNA uno de los objetivos principales
es la pérdida de peso, así como mejorar la
resistencia a la insulina mediante
intervenciones en el estilo de vida (Mundi et
al. 2019).
Evidencia epidemiológica ha
relacionado la EHGNA con un estilo de vida no
saludable, por lo que es necesario diseñar una
intervención dirigida a mejorarlo que incluya
orientación alimentaria, pérdida de peso,
actividad física, disminución en el consumo de
bebidas azucaradas y alcohol (ver tabla 1)
(EASL et al. 2016).
Pérdida de peso
La obesidad es un factor de riesgo en la
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patogénesis tanto de la esteatosis inicial
como de la EHNA y se asocia con un peor
pronóstico de la EHGNA, por lo anterior la
pérdida de peso es primordial en el
tratamiento ya que reduce la esteatosis y
mejora la sensibilidad hepática a la insulina.
Koutoukidis et al. (2019), en una revisión
sistemática y meta-análisis sobre la asociación
de intervenciones que incluyen la pérdida de
peso y los biomarcadores de la EHGNA,
encontraron que las intervenciones que
consideraban pérdida de peso se asociaban
estadísticamente con mejoría en las cifras de
alanina aminotransferasa (ALT) y de la
esteatosis hepática medida por examen
histológico, imágenes de resonancia
magnética o ecografía en un seguimiento a
corto plazo (la mediana de la duración de la
intervención fue de 6 meses).
Las guías de práctica clínica coinciden
en que en pacientes con sobrepeso u
obesidad el objetivo es lograr una pérdida de
peso entre el 7-10% para mejorar la mayoría
de las características histopatológicas de la
EHGNA y la bioquímica hepática (EASL et al.
2016; Chalasani et al 2018; Plauth et al.2019),
sin embargo se deberá buscar una pérdida de
peso mayor al 10% para mejorar la fibrosis.
(Plauth et al.2019)
Recomendaciones de energía y
macronutrimentos
En caso de que sea posible, utilizar
calorimetría indirecta para medir el gasto
energético en reposo. A diferencia de los
pacientes con falla hepática aguda o cirrosis,
no hay un aumento en el requerimiento
energético del paciente con EHGNA (Plauth et
al.2019). En caso de que no se pueda medir
por calorimetría indirecta, se puede estimar
con una ecuación de predicción, sin embargo
no hay una específica para los pacientes con
EHGNA por lo que es necesario considerar las
Tabla 1. Componentes del tratamiento nutricio de la EHGNA
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Componente Intervención 
Restricción de energía Déficit energético de 500-1000 kcal/día.
Pérdida de peso Pérdida del 7-10%.
Pérdida >10 % para mejorar fibrosis.
Distribución del VET No hay una distribución específica para la EHGNA, se recomienda dieta 
con restricción energética independientemente de la distribución de 
macronutrientes.
La dieta mediterránea puede ser benéfica.
Consumo de fructosa Evitar consumo de bebidas azucaradas.
Actividad física 150-200 minutos a la semana de intensidad moderada.
Consumo de alcoholAbstención para disminuir el riesgo de comorbilidades y mejorar la 
bioquímica e histología hepática.
Suplementación con 
vitamina E
800 UI en pacientes sin diabetes mellitus con EHNA confirmada por 
histología.
Adaptado de: EASL et al. 2016; Chalasani et al. 2018 y Plauth et al.2019
características de cada paciente para elegir la
fórmula más apropiada; como la prevalencia
global estimada de obesidad en los pacientes
con HGNA es mayor al 50 % y en el caso de
aquellos con EHNA es alrededor del 80%, la
ecuación de Mifflin-St Jeor es la más
adecuada para estimar el gasto energético en
reposo.
Para promover la pérdida de peso se
recomienda una restricción en la energía del
gasto energético total, la adherencia a largo
plazo a un plan de alimentación con un déficit
de 500-1000 kilocalorías (kcal) se asocia con
movilización de la grasa hepática y
disminución del riesgo cardiovascular
(Chalasani et al. 2018).
Respecto a la distribución del valor
energético total (VET), no hay porcentajes
recomendados para cada uno de los
macronutrimentos, lo importante es que el
paciente logre la pérdida de 7-10% del peso.
Mas que una distribución recomendada del
VET, el patrón de alimentación mediterráneo
puede mejorar varias de las condiciones
asociadas a la EHGNA (como obesidad,
resistencia a la insulina, dislipidemia y estado
inflamatorio) ya que los patrones de
alimentación que enfatizan en el consumo de
verduras, frutas, granos enteros y proteínas
de origen vegetal, y limitan azúcar, sodio,
carne roja y procesada, están asociados con
menor riesgo de enfermedades
cardiovasculares y metabólicas (Anania et al.
2018; Chalasani et al. 2018; George et al.
2018).
En la meta-revisión de Dinu et al.
(2020) la dieta mediterránea mostró
evidencia sugestiva de reducción en peso,
Índice de Masa Corporal (IMC), colesterol
total, glucosa y presión arterial. Este patrón
de alimentación se caracteriza por un bajo
aporte de ácidos grasos saturados y mayor
aporte de ácidos grasos monoinsaturados y
poliinsaturados (principalmente ácidos grasos
omega-3), los cuáles están relacionados con
una menor incidencia y gravedad de la EHGNA
y las comorbilidades asociadas, especialmente
cuando se usan para reemplazar el consumo
de los ácidos grasos saturados, mejorando los
factores de riesgo cardiovascular y
metabólico. (George et al. 2018)
Consumo de fructosa
De forma natural la fructosa se encuentra en
las frutas y la miel, pero también es
componente de edulcorantes como la
sacarosa y el jarabe de maíz de alta fructosa
cuyo uso como aditivo es común en alimentos
ultraprocesados y bebidas azucaradas; de
hecho el consumo de fructosa ha
incrementado de forma paralela con el
consumo de estos edulcorantes. Aunque se
encuentre en las frutas, la mayor fuente de
fructosa en la dieta son la sacarosa y el jarabe
de maíz de alta fructosa y se obtienen
principalmente del consumo de bebidas
azucaradas (Jensen et al. 2018). El estudio de
Sáchez-Pimienta et al. (2016) encontró que
estas bebidas contribuían al 69% de los
azúcares añadidos consumidos y al 13% de la
ingesta energética total de los mexicanos; las
cifras son alarmantes pues la ingesta de
fructosa proveniente de bebidas azucaradas
se asocia con EHGNA (Jensen et al. 2018), por
lo cuál la Asociación Europea para el Estudio
del Hígado (EASL por sus siglas en inglés)
recomienda evitar las bebidas que la
contengan (EASL et al. 2016).
Actividad física
Además de la pérdida de peso, como
intervención de primera línea para los
pacientes con EHGNA y sobrepeso u
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obesidad, se recomienda incrementar la
actividad física; la combinación de un plan de
alimentación restringido en energía y ejercicio
de moderada intensidad puede tener más
probabilidad de mantener la pérdida de peso
a largo plazo. En diversos estudios se ha
encontrado que las intervenciones en estilo
estilo de vida que incluyen, además de un
plan de alimentación restringido en energía,
el aumento en la actividad física, alcanzan una
pérdida de peso entre el 5-10% y mejora en la
esteatosis (Plauth et al. 2019).
Algunas guías de práctica clínica
recomiendan a la semana realizar 150-200
minutos de actividad física de intensidad
moderada (por ejemplo: bicicleta
estacionaria, caminata a paso rápido) que se
pueden dividir en 3 a 5 sesiones, siendo
importante incluir entrenamiento de
resistencia. Se ha encontrado que hay una
relación dosis-efecto, por lo que la actividad
vigorosa (como por ejemplo: correr,
desplazamientos rápidos en bicicleta,
ascensos a paso rápido) tiene mayor
beneficio (EASL et al. 2016; Chalasani et al.
2018).
Sin embargo, cualquier aumento en la
actividad física previa es mejor que la
inactividad por lo que se puede iniciar con
incrementos paulatinos hasta lograr realizar
los 150-200 minutos de ejercicio por semana.
Los pacientes que realizan actividad física más
de 150 minutos a la semana o aquellos que
aumentan en más de 60 minutos por semana
su nivel de actividad tienen mayor
decremento en las aminotransferasas séricas,
independientemente del peso (EASL et al.
2016; Chalasani et al. 2018).
Suplementos
La vitamina E es un antioxidante y el estrés
oxidativo es considerado el mecanismo clave
en el daño de los hepatocitos y de la
progresión de la enfermedad en pacientes
con EHNA, por lo que se ha investigado su
eficacia en el tratamiento, se recomienda
para pacientes con EHNA diagnosticada por
biopsia y que no vivan con Diabetes Mellitus
en una dosis de 800 UI (Chalasani et al. 2018).
No hay evidencia suficiente para
recomendar suplementos con antioxidantes,
omega-3 y probióticos para mejorar las
enzimas hepáticas, disminuir el riesgo de
comorbilidades, mejorar la histología de la
EHNA y disminuir la progresión a cirrosis
(Plauth et al. 2019).
Consumo de alcohol
Respecto al consumo de alcohol hay
recomendaciones distintas, por ejemplo la
guía de práctica clínica de la EASL recomienda
mantener el consumo por debajo de 30
gramos en el caso de los hombres y 20
gramos en mujeres; mientras que la Sociedad
Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo
recomienda la abstención para mejorar la
bioquímica e histología hepática, así como
para disminuir el riesgo de comorbilidades
(EASL et al. 2016; Plauth et al. 2019).
CONCLUSIONES
Debido a que la EHGNA puede progresar
hasta cirrosis o carcinoma hepatocelular es
importante iniciar el tratamiento nutricio tan
pronto como sea diagnosticada, se deben
considerar además las comorbilidades
asociadas a la enfermedad, como: resistencia
a la insulina, obesidad, dislipidemia y diabetes
mellitus. La intervención no sólo se limita a un
plan de alimentación restringido en energía
que permita lograr el objetivo de pérdida de
peso del 7-10%, sino que es necesario
incorporar educación y ser facilitadores en la
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promoción de cambios en el estilo de vida del
paciente (como la realización de actividad
física, la disminución en el consumo de
alcohol y fructosa) que impacten
favorablemente en el pronóstico de la EHGNA
(Mundi et al. 2019).
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