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El_Fenomeno_Actual_de_la_Anorexia_y_su_R

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Título: 
 El Fenómeno Actual de la Anorexia y su Relación con el Goce que se Sustrae del Campo 
Simbólico 
Nombre del Tesista: Guadalupe Ossorio 
Nombre del Tallerista: Diego Alejandro Messina 
 Entrega final: 6 de diciembre 2023 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Índice 
Tema......................................................................................................3 
Justificación y Planteo del problema......................................................3 
Pregunta sustantiva................................................................................3 
Hipótesis sustantiva................................................................................3 
Marco teórico..........................................................................................4 
Estado del arte........................................................................................8 
a) Objetivo General................................................................................12 
b) Específicos 
Metodología............................................................................................12 
Capítulo I.................................................................................................15 
Capitulo II................................................................................................24 
Capitulo III...............................................................................................39 
Capitulo IV conclusiones........................................................................45 
Bibliografía..............................................................................................48 
 
 
 
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Tema: Anorexia y su relación con los “nuevos síntomas” en el psicoanálisis contemporáneo. 
Justificación y Planteo del Problema: 
Dentro del psicoanálisis contemporáneo hay una presentación de la anorexia que 
excede las formas sintomáticas que planteaba el psicoanálisis clásico, como retorno de lo 
reprimido o formaciones del inconsciente, por lo tanto, excede la tripartición estructural de 
psicosis neurosis o perversión. Es necesario poder establecer sus límites y alcances. Los 
nuevos síntomas se dan a ver de múltiples maneras, no solo en la anorexia, sino múltiples 
formas de incidencia de excesos en el cuerpo; el consumo problemático de sustancias, la 
vigorexia y otras formas que como “goce autista” (Cibeira, A, 2008), se entraman en una 
sociedad que se corresponde al debilitamiento de lazo social y que el psicoanálisis suele definir 
como “época del padre humillado” (Amigo, S. 1999) o “caída del nombre del padre. El sujeto se 
“llena” y “se vacía” (Recalcati, 2011), en afán de ubicar algo que lo diferencie y que al mismo 
tiempo lo sustraiga de un Otro invasivo, encontrando así, una solución perentoria y paradojal. 
Los nuevos síntomas dan cuenta de ciertas particularidades en relación con el Otro; no hay 
espacio para el sujeto en el deseo del Otro, no hay significante que lo nombre, por lo tanto, el 
cuerpo no evidencia su propia constitución. 
Pregunta Sustantiva: ¿En qué punto el fenómeno actual de la anorexia no coincide con el 
planteo clásico de la formación de síntoma? 
Hipótesis Sustantiva: La anorexia se presenta bajo una modalidad que no se ajusta al planteo 
clásico de las formaciones del inconsciente, dando cuenta de la presencia de un goce autista 
sustraído del campo de lo simbólico. 
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Marco Teórico 
La anorexia es el resultado de una peculiar posición subjetiva de un complejo 
entramado defensivo, una configuración clínica en la cual priman las maniobras en cuanto al 
alimento y al comer, constituyendo un modo de procesamiento psíquico que deja paso al 
desenfreno a una consumación pulsional que se alcanza, paradójicamente en la anorexia en la 
restricción (Cibeira, 2008, p.3). La autora a través de su experiencia en la clínica encuentra dos 
modalidades en la que aparece la anorexia, la primera como una manifestación “sintomática” 
por un lado: el rechazo anoréxico centrado en torno al deseo inconsciente del sujeto, por lo 
tanto, a la dialéctica entre la represión y el retorno de lo reprimido, y la otra como expresión, de 
la falla en la estructuración subjetiva, como un momento de construcción de la identidad del 
sujeto, como respuesta a la fragilidad de la identidad misma del sujeto, puesta en juego su 
consistencia narcisística, modalidad que se incluye dentro de las denominadas “patologías del 
acto"(p.4). En la anorexia hay una pérdida del correlato de la imagen corporal, la imagen 
idealizada en la delgadez nunca es lograda, respecto a la misma (Justo y Machado, 2009) 
sugieren que según la enseñanza de Lacan la relación del cuerpo esta siempre mediatizada 
que cobra relevancia en el montaje que permite que lo que acontezca en la estructura tenga 
consecuencias en la constitución del cuerpo y sus perturbaciones, encuentran un sentido 
especial en la imagen especular y la importancia que adquiere el espejo como instrumento 
mediador en presentaciones como las dismorfofobias y las anorexias realiza una distinción 
propia de cada una de ellas. La anorexia no se ajusta solamente a una imagen perturbada, “la 
imagen especular es un tiempo fundamental de la relación imaginaria, pero que tiene un límite, 
ya que no todo el investimento libidinal pasa por la imagen especular, es decir, hay un resto. 
Resto que queda en lo real sin reflejarse en el espejo, por lo tanto, no todo en la imagen es 
especularizable” (Justo y Machado, 2009, pp.57-59). 
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Desde el punto de vista (Amigo,1999) tomando en referencia la relación con el Otro, 
visualiza que la alimentación “un hecho que va más allá de una necesidad nutricia del cuerpo, 
es un hecho que está ligado al nacimiento de las relaciones del sujeto con el Otro” (p 125), un 
estado donde el sujeto se encuentra en relación de dependencia absoluta, en las que se 
organizan las pulsiones parciales. Excluyendo la posibilidad de algo del orden natural, de lo 
instintivo, que sugiera una supervivencia en lo humano. 
Siendo un hecho de raigambre psicoanalítica profundísima, un hecho fundador de la 
entrada al niño a las relaciones con el Otro, el trastorno de la alimentación es un hecho 
del que nadie ha carecido, es un epifenómeno potencial de cualquier estructura clínica. 
Cualquier estructura clínica puede estar acompañada además por un trastorno de 
alimentación (Amigo,1999, p. 126) 
Establece un eating desorder histérico se trata de un recurso donde el sujeto pone en 
jaque al Otro jugando a través de la comida con su deseo, y cuando el único recurso que tiene 
el sujeto para poner en falta al Otro es no comer o comer y vomitar, entonces creo hay un 
eating desorden vero, (Amigo,1999, p.135). La autora realiza una distinción entre la anorexia 
como epifenómeno en la histeria, donde en relación con el Otro se establece en un juego, en 
tanto la anorexia vera la relación al Otro es un juego (a muerte) con el deseo del Otro; con su 
propia desaparición se sostendrá en el Otro. En la histeria en tanto se juega la identificación; en 
la vera, se bordea la muerte, "ella solo puede ofertar un único objeto, que es su propio cuerpo 
cadaverizante, único objeto, que puede hacer falta a otro tan difícil de hacer entrar en falta” 
(Amigo,1999. p.136). 
La noción de cuerpo involucra al psicoanálisis desde sus inicios en el clásico 
psicoanálisis freudiano. Las descripciones nosológicas de la medicina no percataban síntomas 
que involucran al cuerpo pero que no encontraban su correlato fisiopatológico. Freud introduce 
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el concepto de síntoma en el psicoanálisis, como retorno de lo reprimido, la insistencia de una 
representación reprimida encuentra su expresión en la inervación del cuerpo, imprimiendo algo 
de la historia singular del sujeto. 
Lacan al inicio, y como Freud comenzó abordando el síntoma en su vertientesignificante, como formación de compromiso. Sirviéndose de la lingüística descubrió las 
leyes del funcionamiento del inconsciente descritas por Freud, condensación y 
desplazamiento, se corresponden con las leyes de funcionamiento del lenguaje, 
metáfora y metonimia. (González Imaz, 2013, pp.1-16) 
Dentro de la lógica del lenguaje el síntoma tiene un carácter metafórico, es un cifrado 
del Otro (González Imaz, 2013), como portador de un saber inconsciente que no es sabido por 
el sujeto y que es posible de cifrado en análisis, a través del síntoma es posible el relato de una 
verdad del sujeto. Esta verdad va más allá del campo de lo simbólico si no tiene que ver con 
una satisfacción pulsional que no es totalmente simbolizado en palabras. “Un sujeto surgido del 
lenguaje debe acomodarse a la situación de ser, además, un sujeto del goce, por estar como 
sujeto del lenguaje insertado en un viviente que padece los efectos del lenguaje eso lo divide 
irremediablemente” (Salinas, 2016, p. 696). 
Dentro del universo de síntomas, los nuevos síntomas o síntomas contemporáneos Deborah 
Fleischer (2007) reflexiona: 
Las toxicomanías, la anorexia, la violencia juvenil, la depresión, el juego compulsivo, el 
panic-attack, la ansiedad, el miedo, la fobia, el estrés, son algunos de los síntomas 
contemporáneos que vemos aparecer en nuestra civilización mostrando nuevas 
angustias, nuevas modalidades de goce, termino lacaniano, cuyo antecedente es el 
más allá del principio del placer freudiano, más allá, ligado a la pulsión de muerte. El 
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sujeto no reconoce como demanda, aunque su familia, es quien muchas veces pide una 
entrevista con el analista, cuando no la justicia, el colegio (pp. 104). 
La sociedad contemporánea, denominada posmoderna o hipermoderna por varios 
filósofos y sociólogos actuales, se caracteriza por el hiperindividualismo, el consumo 
exacerbado y la extrema permisividad. Hay así mismo, una confusión de roles y de identidades 
(Fernández Raone y; Varela, 2012, p.296). “Surgen modalidades de goce que ubican al cuerpo 
en primer plano, produciéndose así que se demore el diagnóstico estructural y la aparición en 
transferencia el sujeto del inconsciente” (Salinas, 2016, p. 696). Un tiempo donde puede 
sustraerse del encanto de y de las renuncias de las utopías, una devaluación de la palabra que 
se traduce en la inmediatez de la imagen, casi de modo obsceno menciona la autora, en este 
marco se configura un Otro sin precedentes. 
Este Otro de la posmodernidad se distingue de sus antecesores básicamente porque 
cada vez con mayor crudeza se presenta como un Otro que no promete nada. El vacío 
de ideales y en su defecto, su sustitución por un mandato de goce, parecen ser los 
signos del período. (Quesada, 2009, pp.304-306) 
En marco de este sustrato social, el sujeto no encuentra un soporte simbólico, sin 
identificaciones que colaboraren a su armado. El sujeto se encuentra inmerso, en la pobreza de 
recursos para poner límite a la pulsión de muerte. Desde el psicoanálisis, la sociedad encuentra 
un debilitamiento de las funciones de limite y protección para el sujeto: debilitamiento del 
nombre del padre, época del padre humillado, desconfianza del significante; son algunas 
formas de nombrar al sujeto a la deriva de un goce todo, que se exime de las palabras y se le 
dificulta el lazo social; oculta y evita la angustia, a través de los excesos en el cuerpo intenta 
velar la castración y escapar de lo real. 
 
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Estado del Arte: 
En su libro La última cena, Anorexia y Bulimia, Massimo Recalcati define a la anorexia-
bulimia como un fenómeno de discurso, que puede ser verificado en la clínica, no como 
fenómenos separados, sino pensados dentro de una lógica discursiva dialéctica. En sus 
términos el fenómeno presentado las caras de una misma moneda, en la anamnesis clínica, la 
articulación comienza con la restricción alimentaria de la anorexia, y en un segundo momento 
presta su continuidad en la bulimia, pero la que gobierna a ambas expresiones, la autoridad, de 
este fenómeno es el ideal anoréxico del cuerpo delgado. Mientras, la anorexia se sujeta a una 
práctica de la privación, la bulimia se manifiesta en la caída de ese sistema y cede a la 
compulsión a la repetición desmedida. “la anorexia indica la idealización del sujeto, mientras la 
bulimia representa su naufragio asociado a la irrupción de un real pulsional en la escena del 
Ideal.” (Recalcati, 2011, p. 34). 
La anorexia-bulimia indica que es un fenómeno, no una estructura. Estructura pensada 
en la tripartición: neurosis psicosis y perversión. Dentro de la clínica psicoanalítica, este 
fenómeno se presenta como transestructural y se caracteriza por la monotonía discursiva, la 
rigidez identificatoria y el narcisismo exaltado, tiende más a ocultar que revelar la estructura del 
sujeto. El autor presenta un recorrido de su clínica, marcada por la influencia del psicoanálisis 
lacaniano y aísla y desmenuza los principios del discurso, en términos de “la pasión por la 
nada”; “el dominio imperativo de la ley superyoica”; “la inclinación extra metafórica-holofrásica”; 
“el empuje melancólico a la Cosa”; “la escena primaria del espejo”; el apetito de muerte”; el 
fundamento histérico; la homología “al” y además la subversión “del” discurso capitalista. 
La gran preocupación del cuerpo que tiene el sujeto de la anorexia por control, todo lo 
que insiste esta demás, nada de exceso, pero el exceso de que nada ingrese es la gran 
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preocupación en la anorexia. Una constelación de juegos alrededor de que nada ingrese y lo 
que está de más se expulsa, un escenario del control donde participan diuréticos laxantes, un 
tormento que intenta erradicar algo que la habita. La autora Patricia, A. Karpel en Anorexia y 
Bulimia, un goce que no se cocina. Presenta el fenómeno desde la perspectiva psicopatológica 
y la ubica como una patología que es propia de las mujeres, para ello destaca la relación fallida 
de la función paterna que otorga los títulos para que se “cocinen los goces”. La diferencia entre 
hombres y mujeres, estaría dada por la diferencia anatómica de un localizador del falo, el pene 
en los hombres, a su falta en las mujeres deben “hacer pie” en su propio cuerpo, dando valor 
fálico al mismo, pero cuando el brillo fálico queda atrapado en el objeto cuerpo, no hay manera 
de encuentro de las mujeres hacia el otro sexo, “no pueden cocinar su propio goce”, sin el don 
de amor del padre, la mujer no puede establecer los límites de su cuerpo y mucho menos ir al 
encuentro del otro sexo. La solución anoréxica frente a la relación sexual es la inhibición, “que 
no pase nada por los agujeros, cerrar la boca, no comer, no dejar entrar nada” (Karpel, 2018, p. 
372). La dialéctica de lo manifiesto y lo oculto esta trastocado, se mantiene fuera del juego 
femenino de ocultarse y dejarse ver, si no que escapa de la mirada del otro, trata de ocultar y al 
mismo tiempo exhibir su forma cadavérica. Rechaza lo femenino haciéndose un lugar en lo 
mortífero. 
Por su parte Rodrigo Albinzano en Preliminares para una diferenciación de las 
perturbaciones a nivel de la imagen corporal en la anorexia mental y la despersonalización, 
investiga sobre las coordenadas preliminares para establecer una diferenciación, entre los 
fenómenos de perturbación a nivel de la imagen corporal, en la anorexia mental y la 
despersonalización. Sugiere que son fenómenos que se han ubicado como homólogos y que 
requieren definirse separados, tanto a nivel diacrónico como sincrónico. Y a su vez como su 
interés es la clínico, requiere que los mismos puedan hallarse en la particularidad estructural 
para poder establecer la singularidad del caso (Abizano,2019, pp 22-25). 
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En la dirección de la cura la autora Analía de Fernández, Antes que nada, que haya un cuerpo. 
Presentación de un caso de anorexia; establece comoprioritario una rectificación del sujeto al 
Otro y la posibilidad consecuentemente de una rectificación del cuerpo propio, en vías de que 
el sujeto se constituya y pueda comenzar a hablar. En la clínica de los nuevos síntomas, 
supone que en la anorexia que no habría lugar para ninguna incógnita, ya que se caracteriza 
por determinadas certezas, no habría un espacio con respecto al Otro o el ¿qué me quiere? 
(Fernández, 2016, pp 42-45) 
En El vacío y su tratamiento en la clínica de la anorexia, las autoras Balmaseda, Ana 
Muriel; Bonnano, Verónica; Mariel y Kugler, María Victoria, efectúan un recorrido por los 
distintos momentos de la formulación del vacío de la conceptualización lacaniana, para 
posicionarse en las afirmaciones teóricas de Massimo Recalcati, “la clínica del vacío” sostiene 
las declinaciones de lo simbólico, en el campo del sujeto, distinguiéndose por las declinaciones 
del rechazo al Otro, el sujeto “demasiado lleno” (Balmaseda et al 2017, pp.103-105) no ubica 
un lugar en la falta del Otro, pero ello no alude a una nueva estructura, si no a una modalidad 
de goce, donde falta la falta, que se visualiza en la anorexia, bulimia y adicciones y otros 
fenómenos actuales. 
Por su parte, la alimentación es un hecho que siempre está trastocado sugiere Silvia 
Amigo en Clínica de los fracasos del fantasma, argumenta que alimentarse va mucho más allá 
de una función nutricia, tiene que ver con la relación del sujeto al Otro. En el punto de inicio, de 
una relación de dependencia absoluta del sujeto y la misma trae consigo mucho más que el 
acto de alimentar. Es un hecho fundador que involucra una intrincación pulsional. En el acto de 
comer se conjugan el mirar, el acariciar, el hablar, él escuchar, todo en torno del alimentar tiene 
que ver con esa relación primordial. La autora critica el modo que los americanos tienen a 
referirse a los eating disorder ya que es un hecho central que la alimentación esta trastocada 
en el que se configura el sujeto desde su inicio. “Eating desorder hay en todas las estructuras, 
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pero hay algunos eating desorder que son los únicos modos que algunos sujetos tienen de 
relacionarse de un modo sostenible con el Otro” (Amigo, 1999, p.139). Por otra parte, delimitará 
el complejo materno y paterno en la alimentación, aludiendo a la implicación de la madre en el 
acto de alimentar. La intricación pulsional puesta en acto, de un ordenamiento pulsional tanto 
como un ritmo y cuando “todo es alimentar” es solo que ingrese comida, se convierte en un 
goce mortal, “La comida, el primer plano de la comida, es que es comida materna, va a estar 
marcada por el modo en que la madre intrinque las pulsiones cuando da el pecho” (p.131). En 
el acto de comer también se ingresa al complejo paterno, por la boca ingresa la ley un 
ordenamiento de la escena y la palabra. Entonces para que se historice lo oral y no se trate de 
un puro goce, tiene que haber alternancia, un cuidado de la escena social. Sin embargo, 
plantea que “en la época del padre humillado” (Amigo,1999) existe un debilitamiento de la 
función paterna a nivel social, este trastocamiento social imposibilita un lugar de referencia de 
encuentro con el otro. Una cultura en pos de un goce sin límite, donde el sujeto se encuentra 
invadido por una propaganda de belleza, juventud e imagen que intentan velar la castración. 
(p.139) 
Sobre Consideraciones sobre la anorexia desde el psicoanálisis Cibeira, Alicia, 
reflexiona sobre las patologías que comprometen al cuerpo y se evidencian a través del acto, 
en las adicciones, los intentos de suicidio, la anorexia, bulimia, y la violencia en sus diversas 
manifestaciones. Siendo la adolescencia donde se pueden notar con mayor claridad e 
intensidad. Aunque hace referencia a distintas “patologías del acto”. La autora se centra en el 
análisis de la anorexia, enfocándose predominante en mujeres adolescentes, en las cuales el 
paso de niña a mujer, el cuerpo se ha cargado de significaciones y demandas sociales. La 
cultura ofrece una demanda de “completud” como respuesta a la demanda del mercado. 
(Cibeira, 2008, p.18). 
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Con el debilitamiento de los límites que impone el capitalismo el sujeto está inmerso en 
la negación de la castración y la perdida de la singularidad. La sociedad propicia el “exceso al 
goce”, autoerótico y autista debilitando así mismo del lazo social. Cibeira presenta en su escrito 
dos formas en las patologías del acto; las del exceso como es el caso de las adicciones o la de 
la nada; marca que referencia que nada ahí, necesita del otro. La primera marcada por la 
compulsión a la repetición, la segunda como encierro narcisista y rechazo del Otro. Plantea dos 
alternativas en sus ejemplos clínicos, una que da consistencia a un “síntoma” con sus 
particularidades y otra clínica que referencia fallas a nivel de la estructuración subjetiva y las 
plantea como ejes de estudio. En cuanto reflexiona sobre las patologías del acto, sitúa una falla 
de estructuración subjetiva en a la anorexia vera, como forma de presentación. Desde la 
complejidad del psicoanálisis pretende ahondar en las vicisitudes entre necesidad demanda y 
deseo. (Cibeira, pp.4-9) 
a) Objetivo General 
• Establecer en qué punto la anorexia no coincide con el planteo clásico de formaciones 
del inconsciente 
b) Objetivos Específicos 
• Establecer la noción de síntoma como recorte del cuerpo 
• Delimitar y describir una genealogía de la anorexia 
• Relacionar el cuerpo del goce y del síntoma en la época actual 
• Delimitar la noción de goce autista como respuesta a la invasión del Otro 
Metodología 
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Me propongo en primer lugar, consignar, exponer y analizar la noción de síntoma 
clásico, desde un recorrido simplificado de Freud, apoyándome en la revisión conceptual que 
realiza González Imaz (2013) en su El síntoma en la clínica psicoanalítica que daría cuenta de 
una representación simbólica en el cuerpo; como marcas discursivas, donde puedo ubicar el 
cuerpo simbólico, a partir de la hipótesis en la cual afirmo que “El fenómeno actual de la 
anorexia se presenta bajo una modalidad que no se ajusta al planteo clásico de las 
formaciones del inconsciente, dando cuenta de la presencia de un goce autista sustraído del 
campo de lo simbólico”. Consiguientemente investigare cual sería la mejor forma de definir la 
noción de “goce autista” como correlato con la “época del padre humillado” desde los aportes 
de Amigo, S (1999) y otros autores que detallo posteriormente. 
El primer capítulo está destinado al desarrollo de mi primer objetivo que es establecer la 
noción de síntoma como recorte del cuerpo, utilizando para ello la conceptualización freudiana 
del síntoma y desde la revisión conceptual de González Imaz (2013) en El síntoma en la clínica 
psicoanalítica y los aportes de Piro y Alessandroni (2021) en Cuerpo, Época y presentaciones 
sintomáticas actuales: interrogantes y desafíos en psicopatología-juvenil. 
 Para mi segundo capítulo me enfocaré en el objetivo de delimitar y describir una 
genealogía de la anorexia en el psicoanálisis sostenida de las reflexiones de Groel (2016) en El 
goce (en lo) alimentario y la presentación clínica de dos viñetas presentadas en el XV 
encuentro internacional y de segundo encuentro del campo freudiano. “Los resultados 
terapéuticos del psicoanálisis- nuevas formas de transferencia. 
 En un tercer capítulo voy a relacionar el cuerpo del goce y del síntoma en la época 
actual, el cual conforma mi tercer objetivo específico, con el cual destacaré los aportes de 
Amigo, S (1999) en su libro Clínica de los fracasos del fantasma, para ubicar allí, la relación 
entre la noción de goce del cuerpo, sin palabras, como correlato a la “época del padre 
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humillado” Amigo, S (1999) y las reflexiones de Rolando Karothy (2023) en memorias del 
encuentro “No mataras” que dan cuenta de lasformas discursivas epocales por las que 
atraviesan los sujetos. 
La investigación es un diseño de tipo descriptivo-interpretativo, y trata por un lado de 
describir el comportamiento de algunas variables como: síntoma, cuerpo y goce. Además, 
interpretar, comprender y establecer un concepto de síntoma, desde un reordenamiento 
simbólico, como por fuera del mismo. En segundo lugar, lo relaciono con la propuesta 
lacaniana que interpreta la noción de “goce autista” especificando un establecimiento de 
cuerpo, sin sustrato simbólico. Recién en este momento estaré en condiciones de articular los 
objetivos específicos, que darán cuenta, de mi objetivo general “Establecer “en qué punto la 
anorexia no coincide con el planteo clásico de formaciones del inconsciente”. 
La tesis constará de al menos tres capítulos, en los que cumpliré uno por uno, el objetivo 
general junto a los específicos relacionados. Reservo un cuarto y último capítulo, en donde se 
consignará las conclusiones y aquellas nuevas preguntas que me haya podido plantear luego 
de haber cumplido este proceso de investigación. 
 
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Capítulo I 
Este primer capítulo está destinado al desarrollo de mi primer objetivo específico que es 
establecer la noción de síntoma como recorte del cuerpo, utilizando para ello la 
conceptualización freudiana del síntoma desde la revisión conceptual de González Imaz (2013) 
en El síntoma en la clínica psicoanalítica, los aportes de Piro y Alessandroni (2021) en Cuerpo, 
Época y presentaciones sintomáticas actuales: interrogantes y desafíos en psicopatología-
juvenil. 
En este recorrido se visualizan los aportes de Jaques Lacan del síntoma en su vertiente 
significante, ubicando allí una correspondencia del inconsciente estructurado como lenguaje, 
mediante mecanismos de funcionamiento que desde la retórica ubica a la metáfora y la 
metonimia como análogos a los descriptos de Freud en los mecanismos de condensación y 
desplazamiento (González Imaz, 2013, p. 7). Me parece importante ubicar una noción cuerpo 
desde una perspectiva psicoanalítica, fue necesario ampliar la revisión establecida por 
González Imaz, con la lectura que me dio aportes significativos en la organización de mis 
primeras ideas. Me apoyo entonces en el cuaderno de cátedra de psicopatología de la 
universidad de la plata Cuerpo, época y presentaciones sintomáticas actuales; interrogantes y 
desafíos de la psicopatología infanto-juvenil esta producción estuvo a cargo, en la coordinación 
María Cristina Piro y Nicolas Alessandroni; la cual ha sido muy provechosa en este desafío de 
pensar y articular. También me ha brindado nuevos aportes, la relectura del texto de Mazucca 
en Las dos clínicas de lacan para poder concluir con una idea más acabada de los alcances del 
síntoma y algunas de sus características significativas. Parto entonces este viaje por el síntoma 
que es fundamental en mi desarrollo. 
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 “El psicoanalista no puede prescindir del concepto de síntoma en su dimensión clínica 
al menos como presencia perturbadora: como aquello que denuncia lo que no anda en el 
sujeto” (González Imaz, 2013, p. 2). 
 Desde una perspectiva freudiana, la conceptualización del síntoma atraviesa algunas 
variaciones significativas, momentos que a su vez dan cuenta de las posibilidades o no de la 
cura para el recorrido de Freud. El psicoanálisis confía en el síntoma, ya que no configura un 
desecho, sino una formación que obedece a reglas lógicas, a la vez narra lo que aqueja al 
sujeto; que lo enferma, le da la pista y es el sujeto del inconsciente, en el intento de curación 
(González Imaz, 2013, p. 2). Sin embargo, los síntomas en la clínica psicoanalítica no son 
posibles de clasificar como universales, si no que obedecen a las leyes de funcionamiento del 
inconsciente perteneciendo a la singularidad del sujeto, dando cuenta de su historia personal. 
Es necesario, el recorrido del síntoma, ya que expresa de qué manera se actualiza en el 
sujeto y se advierte, además, las dificultades que esto supone en la clínica, la historia del sujeto 
es única e irrepetible no es posible transferir una fórmula de un paciente a otro. 
 Retomo entonces, la concepción de síntoma en Freud es revisada en distintos 
momentos de su escritura, en la segunda tópica Freud advierte que si bien sus pacientes 
tenían una leve mejoría sus síntomas reaparecían, echando por tierra alguna posibilidad de 
cura definitiva, no le bastará a Freud en hacer consciente lo inconsciente, como creía en un 
comienzo, sino que hay algo que resiste la interpretación, que hace límite, dando cuenta de la 
inercia del síntoma; establece en la repetición, un concepto que comienza a visualizar en su 
clínica de 1914 y como uno de los conceptos fundamentales en psicoanálisis. Bajo las 
condiciones transferenciales, el sujeto, repite su historia personal, repite para recordar; sus 
inhibiciones y sus rasgos de carácter; algo que resiste a ser dicho, produce detenciones del 
trabajo analítico. Freud advierte estas reacciones terapéuticas como negativas en el 
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tratamiento psicoanalítico, estableciendo la importancia del papel del yo que, en esta tópica, 
resulta determinante. “Freud enmienda el error de creer que el analista se enfrenta a las 
resistencias de lo inconsciente” (González Imaz, 2013, p. 3). Lo inconsciente hace su esfuerzo 
por devenir consciente, pero él yo frena o desvía sus esfuerzos. Lo reprimido insiste como 
compulsión a la repetición, da cuenta que hay un núcleo inconsciente en el yo que no es 
posible de volver a la conciencia. 
No hay duda de que la resistencia del yo consciente y preconsciente está al servicio del 
principio de placer. En efecto: quiere ahorrar el displacer que se excitaría por la liberación de lo 
reprimido, (…) ¿Qué relación guarda con el principio de placer la compulsión a la repetición, la 
exteriorización forzosa de lo reprimido? Es claro que, las más de las veces, lo que la 
compulsión de repetición hace revivenciar no puede menos que provocar displacer en el yo, 
puesto que saca a la luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas (González Imaz, 
2013, p. 4) 
La compulsión a la repetición le sirve de satisfacción pulsional a un sistema (ello) 
mientras produce displacer al yo, la resistencia opera al servicio del sistema reprimiendo 
mociones pulsionales que son intolerables, sin embargo, la compulsión a la repetición no deja 
de hacer sus intentos, ya que está más allá del principio del placer. Es en más allá del principio 
del placer, obra de 1920 donde Freud conceptualiza a la pulsión de muerte, en intima 
convivencia con la pulsión de vida. Algunos aspectos que Freud encuentra en la clínica dan 
cuenta de que la vida anímica de los pacientes no la rige solo el placer, fenómenos como el 
masoquismo, la conciencia de culpa y la reacción terapéutica negativa, dan cuenta de un 
dualismo pulsional Eros y Tánatos, componentes de una pulsión que varía en meta y destinos, 
para conformar los vaivenes y contradicciones en la vida anímica del paciente. “El perpetuo 
retorno de lo mismo, opuesto al progreso que implica el camino vital, se ubica del lado de la 
pulsión de muerte” (González Imaz, 2013, p. 4). “La pulsión de muerte se presenta libidinizada, 
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actúa silenciosamente, y lo que se vuelve perturbador es la vida, como intento de frenar el 
retorno de lo inanimado es decir el triunfo de la pulsión de muerte” (González Imaz, 2013, p. 5). 
La pulsión de muerte aparece ligada al super yo y se vuelve irreconocible, se repite más allá 
del principio del placer dan cuenta de la agresión y de la extensión de fenómenos vitales. En 
1926 Freud escribe en “Inhibición, síntoma y angustia”, tres conceptos que redefine otorgando 
nuevos aportes para la conceptualización del síntoma en el psicoanálisis. La inhibición la 
adopta el yo, es restrictiva, paraliza las acciones del sujeto para no chocarcon los sistemas del 
ello y el superyó; del yo al superyó, en tanto las autopuniciones que se proporciona el sujeto, 
en tanto, la angustia es vivenciada como un afecto, que no engaña y es displacentera e implica 
la desviación del monto de afecto, aparece como una defensa para que sea soportable en el 
aparato psíquico. La angustia separa el monto de afecto de una representación, de esta 
manera elimina el exceso que puede o no desplazarse a otra, si estos montos, no encuentran 
una representación para su desplazamiento se libera el afecto como angustia. Con la nueva 
teoría de 1926 de la angustia propone que la misma causa la represión, surge como reacción 
frente a un peligro y tiene su forma prototípica en el nacimiento, como desamparo originario. 
“Freud distingue angustia real de angustia neurótica, la primera es ante un peligro real 
exterior, la neurótica es ante un peligro que viene del interior". El peligro del cual se defiende el 
neurótico es de la pulsión, ante una situación que juzga peligrosa el yo experimenta angustia 
como una señal y se inicia un proceso defensivo, cuando el yo intenta reprimir y fracasa se 
asiste a la formación de síntoma (González Imaz, 2013, p. 6). Si la formación de síntoma 
fracasa el aumento de tensión pulsional hará que el sujeto reviva una situación de desamparo 
originario. Las satisfacciones procuradas por el ello entra en conflicto con el yo y las 
restricciones del superyó; el yo encuentra la salida en la represión bajo la formación de 
síntomas se sitúa como la ganancia en la enfermedad en la eficacia del yo para la formación de 
dichos síntomas, donde hay una suerte de negociación de las tres instancias tópicas (González 
19 
 
 
 
Imaz, 2013, p. 6). En la primera y segunda tópica freudiana el síntoma se considera como el 
resultado de una representación reprimida y sustituida que da origen a una formación de 
compromiso, en la segunda tópica como se expresa en “inhibición, síntoma y angustia” de 1925 
el síntoma es el resultado de una sustitución de una satisfacción pulsional. 
 Me parece relevante ubicar aquí la relectura del texto “Las dos clínicas de Lacan” de 
Mazzuca donde sitúa dos versiones de síntoma reelaborados por Lacan, un primer concepto de 
síntoma en su versión significante, en la primera conceptualización lo ubica en la vertiente 
metafórica como articulación entre significantes que producen un significado, dando cuenta de 
un saber, una verdad del sujeto que es posible de interpretar en el trabajo analítico. En tanto el 
último concepto de síntoma, ampliado y reelaborado, está por fuera del significado y lo plantea 
como una modalidad de goce a partir de un elemento extraído del inconsciente y quedando 
excluido de su vertiente significante. (Mazzuca, 2000, p. 8). 
Me he propuesto en este pasaje ubicar alguna noción de cuerpo que se desprenda del 
psicoanálisis “Sigmund Freud abordo el tema de cuerpo en el psicoanálisis, cuestión que 
adquiere un alcance privilegiado en el síntoma histérico, con su forma más evidente en la 
conversión (Piro y Alessandroni, 2021, p. 18). Freud encuentra que por vía del síntoma la 
histérica circunscribe su cuerpo, por fuera del cuerpo anatómico que formula la medicina. Freud 
percibe en este cuerpo un recorte en las representaciones que alteran a su vez sus funciones. 
Esa parte que se ve afectada por la parálisis, en la conversión, da cuenta de una idea, un 
afecto que se instala en una parte del cuerpo, a través del trabajo de asociación y vía la 
catarsis el síntoma desaparece, no habiendo allí una correspondencia con lo orgánico, ni lesión 
aparente. 
De Cristófolo y Piro (2021) ubican en la histeria al cuerpo de las representaciones: 
20 
 
 
 
 El cuerpo de la histeria habla mediante sus sufrimientos y sus conversiones. Podríamos 
decir que la histeria reinventa un cuerpo en el cuerpo, hace como si la anatomía no 
existiera, pero porque sabe jugar con ella. Su historia se inscribe en los síntomas 
corporales y fue Freud quien supo leerlo como un texto a descifrar (pp 30-31). 
En Tres ensayos de una teoría sexual, Freud (1905/1998) propone un cuerpo pulsional, las 
pulsiones sexuales que apuntaladas a la autoconservación se emancipan y reorganizan un 
cuerpo a través de las pulsiones parciales. Una vez cancelada la necesidad biológica, el cuerpo 
va describiendo un recorrido a través de las zonas erógenas, recortado en la satisfacción, como 
cuerpo erógeno fragmentado. Las diferentes partes del cuerpo son erogenizadas a medida que 
un plus de satisfacción se agrega a la cancelación de la necesidad biológica (Piro y 
Alessandroni, 2021, p. 31) 
 Además, los autores De Cristófolo y Piro (2021) destacan: 
 El cuerpo es un cuerpo concedido por la sexualidad, hay algo que tiene lugar en el 
cuerpo, un proceso de excitación somática dice Freud que sirve al armado de síntomas. 
Podemos en este punto entonces afirmar que el síntoma relaciona el cuerpo en tanto 
goce y sentido a descifrar y por ello adelantábamos la idea del cuerpo en tanto goce y 
sentido a descifrar, y por ello adelantábamos la idea de un cuerpo como asiento del 
síntoma (p. 32). 
En 1915 es cuando Freud agrega el yo cuerpo que responde a la lógica de la identificación, 
como uno, además de la erogenidad de los órganos, el cuerpo unificado como uno, como 
imagen totalizadora, donde Freud define al narcisismo en la colocación de la libido en el yo, la 
idea de un yo unificado no se da desde el principio es necesario que haya un movimiento que 
permita que el narcisismo se constituya. Algo debe agregarse al autoerotismo para que este 
21 
 
 
 
movimiento se realice, autoerotismo que se caracteriza hasta entonces en la fragmentación. A 
través del tránsito por el complejo de Edipo, ese narcisismo deberá caer (Piro y Alessandroni, 
2021, p. 33) 
Siguiendo este recorrido en torno del cuerpo en el psicoanálisis apoyándome en esta revisión 
de los autores Piro y Alessandroni (2021) ubican en la lectura de Lacan algunos momentos 
destacables, en la primera etapa pensada como del cuerpo especular, a través del estadio del 
espejo, el infans se anticipa a un dominio del propio cuerpo mediante la identificación 
especular, además el infans puede reconocerse vía la palabra del Otro que lo habilita a ser 
uno, esta identificación se da en un tiempo donde se asegura un registro imaginario, con la 
inacaba independencia de las funciones corporales, sin embargo, esta ortopedia del cuerpo, 
permite en el reconocimiento del Otro una imaginarización de sí mismo (p.18). Este imaginario 
es a su vez es simbólico ya que se adhiere a la palabra del Otro, a un significante que lo 
nombra. “Lacan plantea que la constitución del yo implica cierto desconocimiento de la 
fragmentación inicial del cuerpo, de su inacabamiento, dada la prematuración del cachorro 
humano que produce la dependencia con respecto a un Otro" (Rome; Piro; 2021, p. 39). 
Posteriormente en el año 1953 Lacan influenciado por el estructuralismo de la época en manos 
de Ferdinand de Saussure aportara el sentido del lenguaje, de la palabra, y formula el 
inconsciente estructurado como un lenguaje, ubicando al psicoanálisis en una praxis de la 
palabra, introduciendo la noción de significante, reformulando las leyes del Inconsciente 
descritas por Freud, formas de la retórica como metáfora y metonimia y la negación para 
formalizar y repensar el inconsciente (Rome y Piro, 2021, p.40). 
Los autores referencian este periodo como propiamente la enseñanza de Lacan: 
Ahora que Lacan propone distinguir la dirección de los tres registros de la experiencia analítica, 
con la prevalencia de lo simbólico en tanto sede del lenguaje, el lugar del Otro y de la ley 
22 
 
 
 
antecede al sujeto y regula sus intercambios (Rome y Piro, 2021, p.40), retoma al Edipo 
freudiano constituyendo allí el lugar de la metáfora paterna. 
Lo imaginario está representado en el esquemaL de Lacan como eje a- a1 que represente la 
relación con los otros, sus emociones y su cuerpo y el de sus semejantes. En este tiempo el 
registro real es análoga a la realidad, más adelante de su enseñanza, lo real seria lo 
inabordable aquello que no encuentra representación simbólica. 
El lenguaje antecede al sujeto a su llegada al mundo, el cuerpo se ha desnaturalizado es un 
cuerpo hablado que encuentra la satisfacción pulsional en el síntoma, este momento de la 
enseñanza prevalece el registro de lo imaginario. Después de 1964, la prevalencia de los 
registros estaría marcada por la incidencia de lo real, o irrepresentable, tanto no puede 
recubrirse ni nombrarse por el registro simbólico (Rome y Piro, 2021, p.41). 
Una nueva dimensión del cuerpo establece el concepto de Lacan en tanto objeto a pulsional 
que es un objeto perdido en la estructura, no puede ni nombrarse, ni imaginarizarse, esta 
nueva dimensión del cuerpo en la noción de objeto a se caracteriza por un cuerpo topológico 
conformado por un agujero central y un borde diferenciado de la imagen especular, tanto como 
del organismo y se emparenta con la concepción de zona erógena en Freud. 
La última enseñanza articula el nudo Borromeo, donde no hay prevalencia de un registro, si no 
la importancia de todos en su articulación con el goce y su primacía. La incidencia del goce 
tiene que ver con las marcas iniciales que introduce el Otro en el sujeto, el cuerpo hablado 
sufre su mortificación y da paso a marcas iniciales que da inicio al cuerpo hablado (p 42). 
Según González Imaz (2013) “El carácter problemático de la pulsión es que carece de objeto 
predeterminado y que exige la satisfacción. Por esta razón, la pulsión nos empuja a transitar 
un camino en búsqueda de la satisfacción en cualquier tipo de objetos” (p.8). El termino 
goce define un tipo particular de satisfacción que no produce placer alguno a nivel 
23 
 
 
 
consciente, una particular satisfacción inconsciente, el síntoma asociado a la compulsión a 
la repetición y exige satisfacción más allá del principio del placer. “En realidad no existe una 
satisfacción posible para la pulsión, es una utopía, se trata de una falta estructural, de la cual 
el sujeto nada quiere saber. El síntoma es el encargado de suplir esa falta, de taparla con su 
existencia aún de un goce destructivo” (p.9). 
 En tanto el inconsciente determina al sujeto en cada sujeto existe una manera de gozar, para 
Miller no todo en el síntoma es significante, sino que además tiene su materia gozante, el 
síntoma aparece entonces como una envoltura formal significante y un material gozante que es 
imposible de descifrar, el goce es solo asequible por vía del síntoma, pero del síntoma solo 
puede saber una verdad a medias de forma metafórica, donde cobra algún sentido (González 
Imaz, 2013, pág.9). 
En la experiencia de análisis los pacientes se quejan de sus síntomas, que es la puerta de 
entrada a un análisis clásico (neurosis de transferencia), pero de lo que no hablan, ni se 
aquejan los pacientes es de su posición en el fantasma de la cual no pueden dar cuenta; de su 
fantasma obtienen un goce que no puede descifrarse. Tanto en el síntoma, como en el 
fantasma hay un saber inconsciente, si bien el síntoma puede ser cifrado, el fantasma en 
cambio se construye en análisis, a qué lugar ocupa el sujeto en el deseo del Otro, tanto posee 
un imaginario un simbólico y un real imposible de simbolizar (González Imaz, 2013, p.12). 
 
 
24 
 
 
 
 
Capítulo II 
Para mi segundo capítulo me enfocaré en el objetivo de establecer una perspectiva de 
la anorexia, tanto desde las particularidades sintomáticas en la histeria, como aquellas que se 
exceden a la representación clásica. Intento reencontrarme entonces con esa forma de 
presentación de anorexia, que se sustrae del campo simbólico. 
 Quisiera comenzar el recorrido como punto de partida de las reflexiones teóricas, en de 
Groel, Darío, en La época del psicoanálisis; en el capítulo cuatro; El goce (en lo) alimentario, el 
autor se detiene en la lectura de la obra de Freud en aquellos pasajes que dentro de su obra 
ubica nociones de anorexia y que permite situar también, desde Lacan, los distintos momentos 
de su enseñanza; la posición del sujeto respecto al Otro u otro, su deseo, su posición respecto 
de la sexualidad y otros aspectos, por demás interesantes. En principio el autor recorre la 
modalidad en torno a las neurosis histéricas y otras formas que bordean o se escapan a la 
neurosis, lo que permite visualizar en la anorexia una modalidad que puede establecerse en 
cualquier estructura. Voy a apoyarme así mismo, de dos viñetas presentadas en el XV 
encuentro internacional y de segundo encuentro del campo freudiano. "Los resultados 
terapéuticos del psicoanálisis- nuevas formas de transferencia”, donde sitúo dos respuestas 
anoréxicas desde clínicas y las particularidades estructurales de cada caso. 
Para describir la anorexia, el autor critica las categorías diagnósticas del DSM que 
suponen como un trastorno de la conducta volitiva y que se remite a la ingesta, al cálculo de 
calorías y porciones, sin dar cuenta del malestar del sujeto respecto a un real imposible, a su 
goce y a su implicación singular. Lo que parece un fenómeno alimentario vela aquello qué 
consiste al sujeto a través del despliegue de su discurso y libre asociación; la psicopatología 
descriptiva detrás de las descripciones, caracterizaciones generales y universales, lo que no 
tienen en cuenta es el aspecto transferencial “luego de un hoy siglo de invención freudiana que 
25 
 
 
 
detrás de toda escena alimentaria hay siempre otra escena posible de ser escuchada” (Groel, 
2016, pp.61-62). La respuesta a través el discurso del amo en la psicopatología clasificatoria no 
toma en cuenta la implicación subjetiva, aquello disruptivo, y se horrorizan ante el goce. “Gozar 
con los beneficios de la enfermedad es contrario a la lógica del par normalidad- patología” 
(p.63). Poder pensar el goce y la implicación subjetiva se sugiere a su vez pensar la lógica del 
deseo y del inconsciente. Esta lógica fallida ya que se expresa a través de la inexistencia de la 
represión y sus consecuencias. Los métodos clasificatorios son autoritarios, pero a su vez 
instalan comodidad en lo universal, en la obra de Freud apoyada en el caso único, se establece 
un diagnóstico diferencial para encuadrarlo en la particularidad de la estructura (p.64). Freud 
podría establecer la instalación de la neurosis y teorizar solo finalizando el tratamiento. 
 Lacan va a designar la no complementariedad de las clasificaciones alzándose a critica 
de la psiquiatría cuando enuncia “no hay relación sexual”, ubicando la no complementariedad; 
“Psicoanalistas, entonces, no renunciemos a lo específico de nuestra praxis: que el 
psicoanálisis no es aquel que se produce vía la repetición sino el que se reinventa y se 
repiensa cada vez” (Groel, 2016, p. 65). El autor sostiene que al intentar establecer un debate 
que no pretende consignar una respuesta cerrada, inicialmente hay que interrogarse sobre lo 
que él describe como fenómenos singulares en el goce de lo alimentario, qué colocaría en 
tensión aquella posición teórica dónde ubicaría a la anorexia dentro de ciertos patrones de 
conducta alimentaria o trastornos alimentarios del orden de la volición. 
Si bien muchas anorexias pertenecen al campo de las neurosis, ya sea por su 
estructura o por su modo de relación con el objeto, son sin embargo resistentes a todo intento 
clasificatorio que desconozca el despliegue de los significantes en transferencia, cuestionando 
que no son solo fenómenos de la conducta alimentaria en relación con la imagen (Groel, 
2016,p.65). Los fenómenos singulares guardan relación en la alimentación y cuestiones de 
imagen, pero dan cuenta de la singularidad en cada sujeto con una particular modalidad de 
26 
 
 
 
goce,a su posición como sujeto deseante, en características subjetivas y pueden escucharse 
diferentes en transferencia y no se pueden clasificar unívocamente con signos visibles, 
tampoco se puede establecer una bipartición anorexia-bulimia cerrada; aunque la bulimia y la 
anorexia presentan articulaciones, el autor se centra en la anorexia, en la relectura de la obra 
de Freud (p.66). 
Existen distintas posiciones epistemológicas en la obra, donde no habría un hilo 
conductor único, sin embargo, se pueden distinguir algunas versiones con cierta continuidad 
lógica, algunas, más disruptivas que por su complejidad merecen la reflexión (Groel, 2016.p 
67). 
El autor recorta tres momentos en la obra de Freud que los delimita de la siguiente manera: un 
primer momento como síntoma histérico por desborde sexual, (formulaciones de los 
manuscritos y primeros escritos); un segundo momento como núcleo resistencial no todo 
asimilable la sexualidad (dentro de la primera tópica anteriores a más allá...) y un tercer 
momento; como compulsión que intenta cortar el exceso pulsional materno (posteriores a 
más allá del principio de placer). 
La anorexia como síntoma histérico por desborde de lo sexual, en las primeras apreciaciones 
de neuro psicosis de defensa tienen como causa la imposibilidad de tramitación de lo sexual, 
tanto en las neurosis actuales como en las de transferencia. Tal afirmación es coherente con su 
concepción inicial sobre la psicopatología anclada en el despliegue de la libido y como 
consecuencia de una cantidad de energía pulsional que no encuentra, ni descarga adecuada, 
ni tampoco modos de ligadura en el aparato psíquico (Groel, 2016, p. 67). 
Freud describe el caso de una madre histérica que al inicio de su maternidad comienza con un 
padecimiento anoréxico, el relato de la joven madre contaba dolores en el pecho, su leche no 
era abundante y pasaba noches de insomnio con cierta excitación y tenía repugnancia cada 
27 
 
 
 
vez que acercaban al niño a su pecho, cuando el niño fue entregado a una nodriza, estos 
síntomas fueron desapareciendo pudiendo alimentarse y dormir, pero cada vez que entregaban 
el niño le producía irritación, los fenómenos visibles de la anoréxica eran inapetencia, 
repugnancia los alimentos, vómitos, asco pero lo que destaca Groel es el significante 
“desaparición rápida de todas las pesadumbres” con la aparición en la escena de la nodriza, 
sitúa la importancia que tiene el otro en la causación del padecimiento anoréxico y la necesidad 
en la clínica de situar ese lugar preponderante. Groel ubica la intervención a través de la 
hipnosis de Freud cuando él se retirará regañaría los suyos diciendo que tenían el propósito de 
hambrearla y cómo sería posible alimentar al niño si ella no comía nada, con esta intervención 
la joven madre no preciso más tratamiento, tenía buen apetito y contaba con la leche necesaria 
para alimentar al niño. 
El autor ubica, más allá de cuestionar el método de la hipnosis, destaca el lugar del Otro en la 
anorexia y el corrimiento necesario de situar la culpa en el lugar del Otro, hago mención puntual 
de sus palabras: 
La supuesta “curación” necesitó situar por fuera de la responsabilidad subjetiva la culpa 
 de no comer pasa a ser el Otro, y no el sujeto quien esconde la comida porque “quieren 
 hambrearla” intervención que plantea un movimiento que va de la voluntad inapetente 
 de quien está en posición anoréxica al lugar del goce del otro como privador del 
 alimento (Groel, 2016, p. 70). 
Según el autor esta intervención de Freud se anticipa a la clínica de Lacan del RCI “donde el 
goce del otro como anudamiento entre real imaginario convoca como intervención a la 
construcción de un sentido en tanto relato imaginario simbólico” (p.70). También encuentra 
importante en el caso del anoréxica, el hecho mismo de la maternidad, que es una cuestión que 
convoca de manera directa y primaria entre madre e hija en ulteriores escritos. 
28 
 
 
 
 Freud para 1983 sitúa la histeria en síntomas como vómito y anorexia encontrando una 
relación entre la histérica y los síntomas, destacando su lugar estructural. “En su texto de 1893 
Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos afirmo: “uno de los síntomas más 
frecuentes de la histeria el vómito en la anorexia (…) es asco se transfiere de la persona a la 
comida” El síntoma frecuente del asco que caracteriza la histeria se desplaza del Otro al objeto 
comida. En estudios de la histeria el caso de Emmy de N la paciente comía muy poco y el 
síntoma se hallaba enlazado en recuerdos repugnantes, nuevamente el asco es desplazado al 
objeto en la comida, en torno al desborde sexual, reprimido. En esta primera etapa Freud 
infiere que los síntomas son derivados de vivencias sexuales infantiles. En el manuscrito G se 
ubica la posición de las jóvenes ligadas a la melancolía a una sexualidad aún no consumada, la 
pérdida del apetito desplazada de la abulia sexual o la pérdida de libido también comparable 
con el asco de la histérica. La causación tiene que ver con una sexualidad no desarrollada 
refiriéndose a una libido que no encuentra tramitación en el aparato psíquico (Groel, 2016, pp 
71-72), en este momento de la obra de Freud la melancolía es una afección psíquica que se 
corresponde a las neurosis actuales. En el caso de la anorexia y de la melancolía a este 
momento de Freud es un desborde de la libido, pero en tanto pérdida, no como exceso de la 
libido, si no como una retención o falta de energía sexual, que podría pensarse, como un 
anticipo de una tensión pulsional entre Eros y Tanátos luego, en más allá del principio del 
placer (p.73). 
Si bien Freud para 1896 no había desarrollado la psicosis como una estructura diferenciada 
comenta un caso de una paciente que entra en delirio, el mismo cede cuando deja de comer, 
se visualiza un desplazamiento del afecto al objeto comida, de ello se desprende la posibilidad 
también, de pensar a la anorexia dentro de otras estructuras, no solamente en la neurosis. En 
Nuevas puntualizaciones sobre la Neuropsicosis de Defensa de 1896 artículo donde desarrolla 
y describe el padecimiento de la paciente psicótica. 
29 
 
 
 
El segundo momento que establece el autor en la lectura de la obra de Freud en la anorexia 
como núcleo resistencial no todo asimilable a la sexualidad (Groel, 2016, p. 74). Freud 
destaca en su clínica algunos casos de anorexia que se resisten a la neurosis de transferencia 
y que no se reduce al placer sexual, destaca en estas histerias una dificultad en el tratamiento y 
una dificultad en la anorexia para la eliminación rápida de sus síntomas, destacando cierta 
dificultad con las pacientes que sufren estas expresiones somáticas, ya no se ajustan a la 
noción de síntoma como formación de compromiso estricto, Freud duda en pensar que los 
síntomas de anorexia tienen un alivio rápido, sino por contrario empieza a pensarla como un 
fenómeno peligroso, si bien aún pueden adjudicársela a la histeria como estructura, advierte 
cierta inaccesibilidad a las representaciones, por lo tanto a pensarlas únicamente como efecto 
de la represión (p.75). 
Según (Groel, 2016) Dicho de manera más simple la anorexia tendría un componente simbólico 
 de las representaciones ubicable en coordenadas de placer que quede afectado por el 
 mecanismo de la represión, pero también un componente real de satisfacción pulsional 
 no situable en la lógica del placer (de goce Otro en términos lacanianos) que resiste en 
 el sentido freudiano a la repetición (p.75). 
En la primera de las Cinco conferencias de sobre psicoanálisis Freud hace referencia a un caso 
grave de anorexia, la paciente la que había pasado varias semanas con incapacidad de 
alimentarse y de beber también con disminución del habla, tampoco comprendía la lengua 
materna, el hecho de no poder hablar da cuenta de un aspecto central de la anorexia que es elcerrar la boca, no es solo en el plano de alimentarse, sino también en el decir y en la 
vinculación con Otro (Groel, 2016, p. 77). En 1914 Freud analiza la anorexia infantil, en el caso 
del hombre de los lobos y sitúa las perturbaciones en el comer, la fobia y la batería obsesiva 
son una serie dentro la neurosis infantil, que darían cuenta de una predisposición que se 
desencadenaría años después en la pubertad, para este tiempo de la obra de Freud habría una 
30 
 
 
 
modificación respecto a la denominación de la anorexia a las “perturbaciones en el comer”, que 
engloban todos los padecimientos que incluyan lo alimentario (Groel, 2016, p. 76), en el mismo 
texto Freud retoma como especifico, el desencadenante en la pubertad, las perturbaciones no 
son de neurosis adulta, si no infantiles en tiempo de constitución subjetiva que incluyen 
perturbaciones de orden alimentario, con las mismas características. Las perturbaciones no son 
una fijación, de orden alimentario solamente, si no que van acompañadas con la instalación de 
un cuerpo infantil que intenta borrar el crecimiento propio de la pubertad (Groel, 2016, p.77). La 
anorexia presenta una suerte de desautorización de lo sexual, conservando una fijación en la 
oralidad que no da placer, sino angustia; la anorexia pensada para estos momentos, en 
relación a la angustia de castración. 
El tercer momento descrito por Freud es el de “la anorexia como compulsión qué intenta cortar 
el exceso pulsional materno” (p 84). tendría que ver en una la relación compleja entre el sujeto 
que padece anorexia y sus madres. La anorexia resulta ser un freno frente al exceso materno. 
Posteriormente en 1926 en Inhibición, síntoma y angustia presenta las perturbaciones del 
comer como una reducción de la libido, en el campo de la inhibición, no sería entonces un 
síntoma como efecto de la represión, sino una defensa frente a la angustia, una disminución 
económica de la función sexual, sostenida en una satisfacción más allá del principio del placer 
que daría cuenta de la pulsión de muerte (Groel, 2016, p. 78). En 1931 en los escritos Sobre la 
sexualidad femenina destacando por un lado la angustia de ser asesinada por la madre 
sofocante, que justifica por otro, la fantasía de la madre muerta destaca la hostilidad 
inconsciente como deseos agresivos sádicos orales, una reacción de la niña frente al exceso 
pulsional tanático de la madre. “La niña capta este resto pulsional como angustia de ser 
asesinada por la madre” y produce lo que Freud llama una “represión prematura”. La niña 
experimenta un resto pulsional que viene de la madre como estrago se defiende no comiendo.” 
La consecuencia directa es la perturbación en el placer alimentario por temor al 
31 
 
 
 
envenenamiento” (Groel, 2016, p. 80). En la conferencia 33 Freud hace hincapié en el carácter 
estructural del goce alimentario, que deviene de destete, que acompaña una insatisfacción y 
sensación de pérdida, sentidas como no- todo, dan cuenta del carácter parcial del objeto. 
La posición anoréxica seria cierta cicatriz que se produjo en el destete por la angustia 
 de envenenamiento que la niña podría haber vivenciado como efecto de la 
 insatisfacción estructural de la pérdida del pecho materno sumado a un resto pulsional 
 de muerte que viene del lado materno”. (Groel, 2016, p. 80). 
En la enseñanza de Lacan no hay extensos desarrollos, pero a través de la relectura de las 
citas se puede establecer, al igual que Freud una genealogía a través de su enseñanza, lo que 
sería una conjetura clínica diagnostica de la anorexia en el “comer nada” noción que va 
teniendo algunas transformaciones a lo largo de su enseñanza (Groel,2016, p. 81). 
En las citas y articulaciones de Lacan pueden situarse tres momentos diferenciales. Un “Primer 
momento lacaniano como efecto del destete en una fijación oral a la pulsión de muerte”, en el 
texto la familia de 1938 ubica el complejo de destete como una experiencia orgánica que fija en 
el psiquismo la imago materno, “sitúo al apetito de muerte como uno de los efectos que se 
presenta cuando la sublimación no se alcanza suficientemente” (p. 82), en la búsqueda de la 
imago materno, el sujeto en posición de una seducción constante con la muerte, se intoxica, 
intenta el suicidio, de manera no violenta, padece la anorexia mental, participa en regímenes de 
hambre, neurosis gástricas, en estos intentos suicidas, en la búsqueda agónica y lenta el sujeto 
intenta reencontrarse con esa imago materna (Groel, 2016, p. 82). Si bien gran parte de la 
pulsión recorre la oralidad, no desde el circuito de pulsión de vida, si no de manera thanatica. 
En diferencia a la fórmula freudiana el sujeto no intenta mantener la distancia del estrago 
materno, sino reencontrar la imago abandonándose a muerte de manera melancólica “La 
anorexia estaría más en el lugar de una protesta y no tanto como un síntoma que expresa un 
32 
 
 
 
conflicto” (p 83). El segundo momento lacaniano “la anorexia como encrucijada en el deseo del 
Otro” (Groel, 2016, p. 86). Se trata de cuando comienza la llamada enseñanza de Lacan, los 
seminarios se caracterizan por el predominio del registro simbólico. “En esta versión, la 
anorexia queda planteada como síntoma en el sentido freudiano del término, tiene además una 
función específica en tanto localiza una encrucijada deseante en la construcción subjetiva” 
(Groel, 2016, p. 85). El no comer nada no describe que no ingrese algún alimento, sino que es 
nada en un orden simbólico, es decir saborea una ausencia, un límite que pone la anoréxica al 
Otro, no se trata de la negatividad de la actividad, como una nada que obture el deseo y hace 
con ello que se invierta la demanda, ya no depende el sujeto de su madre, si no que la 
mantiene pendiente. La nada posibilita un vacío para la invasión del Otro y así poder encontrar 
un espacio para y circulación de deseo como función subjetivante. En 1958 en el escrito de La 
dirección de la cura y los principios de su poder, Lacan crítica la interpretación de Ernest Krist 
en el caso “de los sesos frescos” asumiendo que la interpretación del plagio en la cual el sujeto 
no escribía. poco tenía que ver con lo que en realidad le sucedía, padecía de anorexia mental, 
ubica esta nada en el plano de las ideas, ninguna idea, una nada, para generar un espacio de 
deseo en el cual diferenciarse. 
El tercer momento en la genealogía de Lacan: La anorexia como el desborde del goce del Otro, 
Desde el seminario 11 si bien sigue ocupando el comer nada su hipótesis fundamental, es con 
el agregado de la encrucijada del deseo, sino también como desborde del goce del Otro, en el 
seminario con el agregado del objeto a “El objeto a es algo del cual el sujeto, para constituirse 
se separó como órgano, vale como símbolo de la falta (…) a nivel oral es la nada, por cuanto 
el sujeto se destetó de algo que ya no es nada para él, en la anorexia mental el niño come esa 
nada” (Lacan 2007, como citó Groel 2016). El niño come nada, en tanto vaciamiento del falo 
que es el objeto a (Groel, 2016, p. 88). 
Groel (2016) apunta a señalar el lugar de la nada respecto en su vinculación con la otredad: 
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Si no es atribuible un saber en el Otro, o, lo que sería lo mismo si no es posible un 
 intercambio con el otro en lo que respecta al deseo, el efecto es un goce de cerramiento 
 que empuja a una “nada” irreductible que impide la relación no solo con la comida sino 
 con cualquiera de las vinculaciones con el lugar de la otredad. 
Las siguientes viñetas dan cuenta del fenómeno de la anorexia, dentro la práctica psicoanalítica 
del modo en que se establece la transferencia y las formas discursivas en las que operan en 
los sujetos. Ambos casos, son presentados en los encuentros de discusión clínica; el primero 
de ellos es relatado por la psicoanalista Claudia Ibarreta y el segundo, por el psicoanalista 
Fabian Schejtaman.Ambos encarados desde sus maniobras de transferencia y sus usos 
pertinentes, sujetos a sus estructuras clínicas diferenciadas y la singularidad del caso por caso. 
La primera viñeta es presenta por la psicoanalista Claudia Ibarreta corresponde a una 
adolescente de 15 años C. La demanda de análisis la realizan sus padres, quienes 
comenzaron a mirar a la su hija, tras el hallazgo de la empleada doméstica de unas bolsitas 
con resto de alimentos ocultos en su habitación. Su madre psicoanalista atribuye la delgadez 
de su hija al reciente fallecimiento del abuelo materno. El padre de origen japones, “reticente, 
distante solo alojaba la mirada en el piso” (p 122). Tiene un hermano J. mayor (17) y una 
hermana menor M. (13) 
En los relatos de la joven: 
 “Sé que está muy mal lo que hago. No lo quiero hacer más. No quiero comer porque después 
escupo. Me dan ganas de picotear todo lo que está en la heladera y me escondo en la 
habitación donde mastico y escupo. No doy mas..No quiero seguir así. Después que lo hago 
me siento muy mal” (Ibarreta, 2003, p.122). 
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 La joven en un primer momento es asistida en internación domiciliaria y luego de urgencia, la 
analista interviene con otros profesionales que en principio no visualizaban el estado de 
gravedad y urgencia de la niña. Pesaba 31 kilos al comienzo del tratamiento. 
En los encuentros la analista C comenta alguna lectura proporcionada por el padre “El túnel” 
también expresa algunos cuentos escritos por ella en la infancia. La analista la alienta para 
leerlos y con ello establecer recuerdos infantiles donde “todo estaba bien” (p.123). ya 
transitando la terapia intensiva C mantenía su bolsa de cuentos de la infancia, que permiten 
sostener la transferencia con su analista. La analista pone atención a un relato donde de la 
protagonista del cuento emprendía un viaje hacia su enamorado. Dicho cuento fue el 
disparador de un sueño que relata, donde su abuelo aún estaba vivo, le servía una bandeja de 
comida y reían juntos. La niña puede expresar entonces la tristeza de su abuelo fallecido y su 
sentimiento de soledad. Un abuelo que le sirve. 
Ibarreta establece distintos momentos en el tratamiento de la joven donde puede establecer los 
desplazamientos significantes, en una instancia: La tortura se estable la conexión del tema 
elegido por la joven a una investigación escolar sobre los derechos humanos y su pasión por el 
“Nunca más” libro donde ubica la atención de su paciente al sufrimiento. Libro que lee desde 
los once años a escondidas en su habitación de noche. La analista apunta a los recuerdos 
infantiles de los once años, la joven relata la muerte de su abuela con problemas hepáticos 
“quedo piel y hueso” comenta. “me siento culpable, yo podía haber hecho algo, pude haberme 
quedado a su lado”. Mas adentrado el análisis comenta problemas de escoliosis, en la cual 
debió usar corsé para rectificar la columna (que odiaba), también el uso de una mentonera para 
corregir “su mal morder” (bruxismo). 
 La analista le pregunta si la sigue usando a lo que ella asiente. La analista interviene “C, 
sácate la mentonera”. Otro eje que establece en el tratamiento es Perdida de control donde 
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recorta en los dichos de su paciente “Me siento mal. No tengo ganas de hacer nada. Me veo 
gorda”, su enojo por dormirse en todos lados “Me pierdo todo lo que están dando”. La analista 
interviene “se puede perder una parte del todo”. En sesiones subsiguientes se empieza a 
trabajar la relación con su madre, la joven relata los enojos de su madre al encontrar “bolsitas 
de comida” la analista interviene sobre la pérdida de control de su madre por este hecho (p 
125). En Cosas de familia, ubica el eje al lugar paterno y se interroga sobre la cuestión la 
identidad y su desplazamiento en el “Nunca Mas” y ubicando allí, un desconocimiento de la 
niña respecto al origen y la identidad, que en principio niega desear conocer. “no se nada, no 
me interesa nada de ellos” (p. 126). La paciente relata su interés por la figura de Yoko Ono. “sí, 
ella es igual a Bacha” hacia unos días atrás había encontrado, una pollera que le había hecho 
Bacha (abuela en japones) la analista interviene “la rescataste” a partir de allí liga la pasión en 
“la desaparición” con el enigma de su identidad (p.126). 
En discusión clínica Ibarreta, C (2003) relata como fué su primera experiencia con una 
adolescente, que por su estado de gravedad y por prescripción médica, no podía caminar para 
no perder más calorías. Comenta lo sorpresivo de la adolescente en sus desbordes, no paraba 
de llorar, visualiza también los rasgos melancólicos y un nivel de indignidad, que manifestaba 
en autos reproches constantes. Manifiesta en su paciente “parecía cierto delirio de indignidad” y 
subraya la obstinación en la lectura del Nunca Mas. 
Cuando relataba el libro Nunca Mas...yo nunca pude terminarlo, no sé si alguien aquí 
presente pudo terminar ese libro. Era realmente una cosa espantosa. Escuchar su goce 
ahí. Ese exceso de goce, en relación al sufrimiento. Y esa identificación a ese padecer 
de esa abuela, quedando piel y hueso. Ese rechazo que después fue tomando otras 
significaciones. El rechazo de su propio padre con sus orígenes, que hacía que C. 
desconociera hasta los rasgos de su propia cara. En esa muestra donde concurre, 
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donde se mira al espejo, descubre su identidad, lo que estaba verdaderamente 
rechazado (Ibarreta, 2003, p. 128). 
Cuando puede establecerse un lugar de origen paterno recién allí ubica un tope al goce 
materno. “el padre rechazaba todo lo que tenía que ver con su propio origen y quería 
pertenecer a ese mundo de su mujer” (Ibarreta, 2003, p. 130). 
Esta segunda viñeta es presentada por el psicoanalista Fabian Schejtman en el marco de “Los 
resultados terapéuticos del psicoanálisis-Nuevas formas de transferencia”. 
La propuesta clínica de Schejman es de encontrar en la psicosis una forma de anudamiento 
Borromeo, por la vía de Sinthome o de una forma de nominación, alternativas de enganche o 
reparación del nudo en las psicosis desencadenadas, estos enganches, infiere “no vuelve 
borromea la cadena” (p. 322). 
Santiago un paciente de 14 años que es acompañado de su mama a consulta: ¿Por qué viene? 
“por qué he perdido la alegría de vivir” tiene una preocupación constante de verse gordo y no 
poder disfrutar de todos “los alimentos y golosinas" que le apetecen (Schejtman, 2005, p. 322). 
Santiago cuenta que era alegre tenía muchos amigos y hasta ahora nunca había tenido 
ninguna preocupación, se destacaba en los deportes, tenía interés por la cría de gallos de 
pelea, hasta había oficializado como juez. Tiene un referente de autoridad allí (p 322). 
Entrada la sesión comenta que “siempre tuve una necesidad irrefrenable de comer, me 
mantenía comiendo a toda hora”, comenta que la mama siempre cocino comidas deliciosas. 
Hasta el momento no se había interrogado por engordar. Sus amigos lo llamaban “el gordo” de 
manera cariñosa que hasta el momento aceptaba feliz. 
El analista interroga a cerca de su padre “no quiero saber nada de ese señor porque él nunca 
se ha preocupado por mí”. Schejtman cuenta que los padres se habían separado a los 6 años y 
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desde entonces el padre se fue alejando, "con el tiempo quedo por completo al cuidado y 
arbitrio de las decisiones de la madre” (p. 322). Santiago comenta que hace tiempo no sabe 
nada de él, la última vez que lo visito fue cuando tuvo una intervención clínica donde estuvo 
hospitalizado, el padre le lleva un trozo de torta y se entera allí mismo que el padre tiene un hijo 
con otra mujer “cuando él se fue de la clínica cogí ese pedazo de torta y lo boté”. Desde ese 
momento, no acepta. ni desea verlo. “Esta visita del papa introduce un antes y después será el 
inicio de la restricción anoréxica” (Schejtman, 2005, p. 323). Comenta que durante unas 
vacaciones en la playa:_“Me veo gordo, lleno de grasa”. Comienza entonces una serie de 
esfuerzos para estar delgado y le angustia la posibilidad de verse como “el gordo”, como antes. 
Abandona la práctica del deporte y a sus amigos, se aísla, deja también las riñas de gallo. 
Para poder perder peso, irrumpe en unas salidas “a correr por las calles como un loco” “corrida 
sin límite”. Hasta lastimarse los pies: _“Corriendo y corriendo hasta quemar todas las grasas” 
(p.323). Santiago comenta que va a una serie de encuentros de prácticas saludables, 
comenzando, allí con una suerte de rituales obsesivos los mínimos detalles en torno a los 
alimentos; como separarlos, en que proporción, en que horarios. 
Va regularmente con la madre a consultar a la nutricionista, el pesarse es momento de mayor 
angustia. Señala que la nutricionista y su madre son un “par de viboritas” además supone que 
su madre agrega grasa a la comida para que engorde, se siente muy enojado porque comenzó 
a encerrarse en la cocina, y se auto reprocha diciendo de sí mismo _ “Santiago, la sirvienta” 
comenta que no debiera estar encerrado, si no gozar de la vida. En sesiones con su analista, 
Santiago intenta comentar su registro alimentario, por el cual el analista interviene diciendo: 
esto puedes verlo con tu nutricionista. Aquí podemos hablar de otras cosas. 
Comenta que antes tenía muchas amigas, a los 13 años comenzó a de tener muchas ganas de 
tener novia, dice que se sentaba con un amigo, también gordito a ver las parejas “veíamos que 
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ninguna muchacha bonita pasea con un gordito a menos que fuera con un hombre con plata” (p 
324). en el curso del análisis Santiago modifica un dicho popular “hombre gordo no goza mujer 
bonita”. Las sesiones se incrementan en este tiempo donde comienza a interrogarse ¿Por qué 
no puedo ser como los otros muchachos? ¿no será que si yo fuera como los otros que tienen 
consigo a sus papas no me hubiera metido en esto? (p. 324). Las sesiones se interrumpen, 
meses después vuelve a consulta, por sugerencia de su madre, por última vez, comenta que 
las dietas restrictivas han culminado, que come en abundancia y se siente satisfecho con la 
vida, ha tenido algunas novias “picar aquí y allá” a lo cual el analista señala la expresión como 
equivoco. Comenta comer desordenado y abundante, cuando se siente solo vomita “eso es 
algo que yo dejo cuando quiero” (Schejtman, 2005, p. 324). 
Schejtman, por las características del caso le lleva a pensar que se trata de una psicosis 
ordinaria para ello ubica tres momentos, un primer momento donde la psicosis está estabilizada 
dando lugar al Otro, se sostiene anudado por una de nominación imaginaria “Santiago el gordo” 
momento en el cual se siente feliz, tiene actividad social, aparece además una figura de 
autoridad que colabora a la estabilización de los nudos. En un segundo momento la aparición 
de un padre que anuncia un hermano, lo desestabiliza, hay un encuentro con un real 
insoportable, comienza con la anorexia restrictiva. El desenganche que da muestras de cambio 
de posición subjetiva, en el nivel de suspicacia dirigido hacia la madre y la nutricionista, _“esas 
dos viboritas" que lo quieren gordito; la nominación del gordo le aparece mortificante, nombre 
que viene en su reemplazo es” Santiago la sirvienta” signo que le viene como del goce del Otro, 
se desengancha del Otro social. Comienza la carrera de la pérdida del cuerpo propio hasta 
lacerarse los pies (Schejtman, 2005, p. 326). 
Un tiempo tres _refiere Schejtman 
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 ¿Cómo pensar el notable saldo terapéutico logrado el levantamiento del síntoma 
 anoréxico, la recuperación del “disfrute de la vida”? Lo ponemos en un nuevo nombre 
 _de goce si lo hay_en el marco de la cura: la transformación de ese dicho popular que, 
 por otra parte, termina titulando el caso “hombre gordo no goza mujer bonita” 
(Schejtman, 2005, p. 326). 
Bajo esa nominación engancha el sinthome como forma de nominación que le permite disfrutar 
de la vida, teniendo novias y “picar aquí y allá”. 
 
 
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Capítulo III 
 En este tercer capítulo voy a profundizar el desarrollo de la conceptualización de goce 
autista, presente en la hipótesis como entidad conceptual diferenciada, de la habitual acepción 
de goce, partiendo para ello de la lectura de Amigo, S (1999) en su libro Clínica de los fracasos 
del fantasma estableciendo así mismo una relación entre el cuerpo del goce y del síntoma en la 
época actual; en correlato a la “Época del padre humillado” (p.139). Desde la perspectiva 
psicoanalítica existen nociones que son apropiadas para pensar el advenimiento del sujeto al 
mundo de los parlantes, esto es pensar en cómo el sujeto va dejando su lugar de organismo, 
como natural. La cultura opera desde el inicio y la madre es la primera vehiculizadora del 
lenguaje, que contribuye en la conformación de un cuerpo hablado. Incluyo en este apartado 
las nociones de intricación pulsional, goce fálico y significación fálica tales permiten pensar al 
sujeto en su configuración. Así mismo, todas estas nociones las ubico en el contexto epocal. 
Retomo para ello las reflexiones de Rolando Karothy (2023) en memorias de “no matarás". 
Conversación sobre alcances y límites de una época que operan en los discursos, se 
manifiestan en una demanda al consumo desenfrenada, una oferta sin límites, que invade en 
exceso al sujeto y le permite un goce todo, operando indudablemente en su subjetividad. 
En el advenimiento del sujeto, desde el inicio, es crucial interrogarse ¿Cómo se 
introduce al bebe al campo del lenguaje? ¿porque vía deja la condición de cuerpo natural, 
como organismo? Desde el nacimiento la madre cumple una función socializante, él bebe 
ingresa al mundo del lenguaje “lo incorpora por vía de una función sin la cual moriría. Se trata 
de la función materna, vehiculizadora del campo del lenguaje desdoblado como campo 
pulsional” (Amigo,1999, p.37). Cuando la madre interpreta el llanto del bebe, como hambre, 
como sueño, en este llanto la madre funciona como intérprete de ese pedido auxiliador; acude 
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donando. Al mismo tiempo que dona lenguaje, dona pulsión “El ingreso de la pulsión equivale 
el ingreso al campo del lenguaje” (p.37). Esta tarea agotadora de discernir lo que él bebe 
demanda en ese llanto, no es una tarea del todo incondicional, la autora reflexiona sobre el 
lugar de la función materna en la obra de Freud, él bebe ocupa en la mama, un lugar de una 
falta fundante, en este tiempo inaugural él bebe es el falo que completa a la mama, sin dicha 
ecuación “si no hubiera tal equivalencia ninguna madre se tomaría el trabajo de criar un bebe, 
lo cual es bastante difícil, penoso y cansador. Si el bebé no le reportará a la madre una porción 
de goce que le falta, entonces, ninguna madre podría ocuparse de un bebé” (p.37). 
Cuando la madre lo introduce en el lenguaje, introduce también las primeras trazas 
fálicas. Cuando brinda el alimento, lo hace con un ritmo una alternancia que produce ausencia 
y presencia del pecho, esta alternancia, es también la inscripción de un ritmo una regulación, 
una escansión (p.38). En esta lactancia ofrece su mirada, sus caricias, su sostén y entran a 
jugar los ritmos de la succión, como pulsión oral, ofreciendo la teta, el mecer y la mirada en 
este acto. Se ofrece estas cuotas de alternancia pulsional, si la mamá se ofreciera todo teta o 
toda mirada estaría proporcionando un exceso pulsional que equivale a una porción del 
excedente de su goce. 
 Cuando las pulsiones se equilibran, una limita el exceso de pulsión de la otra, ninguna 
tiene primacía, es decir, conviven en la justa medida. Existe allí una intrincación pulsional, 
vectora de Eros. Esta función es vehiculizada en la crianza y propicia al sujeto advenir “sí una 
madre solo da leche, si ni mira, ni habla a su chico, ni lo sostiene es probable que ponga la 
semilla de la desintricación

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