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diseño y comunicación SEMÁNTICA DE LAS IMÁGENES FIGURACIÓN, FANTASÍA E ICONICIDAD por MAURICIO BEUCHOT CARLOS PEREDA RAYMUNDO MIER coordinado por DIEGO LIZARAZO ARIAS ))((1 slglo veintiuno editores MÉXICO ARGENTINA ESPAÑA CONTENIDO INfRODUCOÓN. DIEGO LIZARAZO 9 l. INTERPRETAOÓN, ANALOGIA E ICONOODAD. NIAURICIO BEUCHOT 15 2. IMAGINAOÓN Y FANTASIA. CARLOS PEREDA 29 3. FIGURACIONES INAPREHENSIBLES. BENJAlvllN Y FREUD, LAS CATÁSTROFES DE LA MIRADA. RAYMUNDO MIER 47 LOS AUTORES 77 [7] INTRODUCCIÓN Estrictamente hablando la semántica de la imagen apelaría a la ex plicación de las estructuras y gramáticas que dan significado a los textos visuales. La semántica se ha concentrado fundamentalmente en el ámbito del lenguaje y se ha nutrido de dos tradiciones domi nantes: la de la lingüística y la de la filosofía analítica. En la primera vertiente podríamos considerar principalmente dos campos: el de la semántica estructural, como la desarrollada por Coseriu, Geckeler o Hjlemslev, y el de la semántica generativa producida por Chomsky. La segunda vertiente se nutre de una importante tradición de filosofía del lenguaje y de filosofía de la lógica que tiene su punto de partida en la triada Frege-Russell-Wittgenstein, y abarca casi toda la produc ción interesante de la filosofía analítica: Quine, Putnam, Davidson. La imagen no ha sido un objeto de interés significativo para ninguna de estas corrientes. Más bien los problemas semánticos de la imagen se han abordado en la confluencia de disciplinas diversas: la semio logía (Eco, Lotman, Barthes), los estudios cinematográficos (Metz, Aumont, Casetti), la iconología (Panofsky, Hammon, Schapiro), la psicología de la percepción visual (Arnheim, Gombrich, Gibson) o la antropología visual (Brigard, Turner, Whittaker). El punto es que la comprensión de la semántica de la imagen parece deslindarse de las estructuraciones lógicas o sistémicas que se alcanzan en los campos de la filosofía analítica o de la lingüística. La semántica formalista no ha logrado dar cuenta satisfactoria del entreverado territorio de lo icónico, las soluciones más interesantes provienen de miradas fron terizas de carácter pragmático y hermenéutico. La semántica de las imágenes apela al contexto, a los usos, a lo simbólico, y no sólo a las categorías y taxonomías de tipo estructural o lógico. Es probable que dos sean las razones principales de esta rebeldía del sentido visual: la plasticidad de la imagen y el régimen de lo imaginario. La razón primera se refiere, en síntesis, a que la imagen no puede decir sin mostrar; toda referencia icónica es también una elaboración plástica (porque su modalidad del decir es el color, el trazo, la forma, incluso el grano o la sustancia sobre la que se imprime o se traza). La denotación icónica es, digamos, intrínsecamente estética o sensual; no habla sólo para expresar un concepto, sino, principalmente, para [9] 10 INTRODUCCIÓN producir una experiencia sensorial. Incluso, es pensable la imagen aunque no refiera nada (como la imagen no figurativa), o no denote concepto semántico alguno (como la imagen abstracta). Se trata de la icónica de la pura forma, de la superficie (el color, el trazo, la for ma para la experiencia visual, solamente). En este sentido es que la semántica de la imagen no puede ser del todo la misma que la del enunciado o del sintagma. La imagen convoca una semántica más vasta (porque imagen puede ser un mapa, la representación de la anatomía de un crustáceo, el "Uno" de Jackson Pollock, o las "For mas blancas" de Franz Kline) en la que hay un corrimiento continuo entre lo argumental y lo poético, lo real y lo onírico. Un corrimien to del sentido por el orden de una elaboración múltiple del espacio (simbólico, referencial, pictórico, plástico) para la mirada, 1 en la que comienza y en la que encuentra su término. La segunda razón proviene del régimen de lo imaginario que, po dríamos decir, se precipita en la estrechísima relación entre la imagen y la mirada. Las más fructíferas concepciones de lo visual parten de acontecimientos y hechos icónicos de gran envergadura (casi en el sentido en que Wittgenstein decía que lo elemental eran las formas de vida), la fórmula de la partícula analítica o de la unidad estructu ral no dilucida gran cosa en el hecho visual. La mirada resulta forma da por la imagen tanto como la significación de la imagen se debe, de trazo a trazo, al horizonte visual desde el cual se le mira. Por eso la imagen aflora un régimen y un cosmos de miradas que convoca una multiplicidad de problemáticas: l. La de la relación entre percepción referencial y percepción icónica (como simultaneidad, dialéctica o relevo), en forma de in terrogación: ¿De qué manera la producción y la observación de las imágenes han contribuido a definir las formas del ver?, ¿cómo es tablecemos los márgenes, los rituales y las reglamentaciones entre estas modalidades del ver? Lo que sugiere una antropología y una sociología de la mirada, que, a su vez, pone en marcha el supuesto de que las imágenes no se ven igual que las cosas (la gran hipótesis de la semiótica y de la antropología visual). 1 Porque la elaboración o la interpretación del espacio para la mirada es lo que define el sentido de la imagen, dado que puede elaborarse el espacio para la escucha (en el arte sonoro) o se le puede interpretar para el tacto (en la escultura). Sin que esto signifique un principio de exclusiones (la escultura sólo es elaboración de la imagen para el tacto), sino un régimen de ejes primordiales. INTRODUCCIÓN 11 2. La problemática del tramado de miradas del mundo social y del trazado de la cultura. El juego del mirar que se establece en todo acto icónico, esa interesante cuestión de que el mundo que miramos es un mundo que nos ve. Nuestra experiencia humana y social se juega en un ver y ser mirado, o en un no ver y ser mirados, o en un mirar y 110 ser vistos. Lo que nos lleva a la dialéctica más vasta de la visibilidad y la invisibilidad (lo socialmente visible e invisible, lo históricamente visible e invisible, Jo subjetivamente visible e invisible, con sus im plicaciones éticas, estéticas y políticas). Lo cual sugiere una política de la mirada y, en otro pliegue, un psicoanálisis de la mirada (el yo-imagen que parece asediado por otro que lo mira, donde resuena la pregunta Jacaniana ante cualquiera de nuestros actos:" ¿quién crees que te está viendo?"). 3. El problema de las fronteras: ¿dónde están los límites del ver?, ¿hasta dónde alcanza mi mirada?, que convoca, cuando menos, tres respuestas: la del sentido común para la cual los límites del ver están dados por el alcance biológico de la mirada, que puede redefinirse y extenderse con la técnica (en la perspectiva de Winer o de McLu han), lo que hace devenir el límite biológico en límite tecnológico. La respuesta de Lacan que parece decir que el ver se define en la doble urdimbre de lo simbólico y Jo imaginario. Lo real, en su crudeza, es invisible. El tajo de real es inalcanzable. El ver se detiene en esa fron tera imaginario-simbólica. La realidad sólo se atisba; en sí misma es la experiencia de la perplejidad, la parálisis. Por eso el límite del ver supone un enigma: aquello no del todo comprensible, lo que no alcanza o abandona el estatuto; sin posibilidades simbólicas de apre henderse, es una irrupción hiriente que deja una marca. Finalmente, la respuesta de Wittgenstein, que en realidad es doble: a] hay una gramática de la visión (en última instancia articulada en los juegos del lenguaje), se trata de otra versión de la respuesta semiótica; y b] los límites del ver se ponen en evidencia en aquellas experiencias en que veo y queda en mí la impresión de no ver lo fundamental, aque llas vivencias en que algo se asoma subrepticiamente y advertimos su destello. Ese algo aludido es así algo acuciante. El propio Witt genstein sugiere que dicha liminaridadflota en la imagen simbólica, o en Jo simbólico de la imagen. Consecuentemente, la imagen simbó lica parece elaborar el problema de las fronteras del ver, cuando me nos en tres sentidos: a] porque es el territorio de Jo plenamente visto (es pública, enfática y parida por la tradición); b] porque es el Jugar de Jo ignoto y lo enigmático (su poder radica en su inagotabilidad, en la inquietud que queda al no abarcarla del todo), y c] porque frente a 12 INTRODUCCIÓN ellas se produce la impresión de que estamos en contacto con algo que aún no se advierte, algo que requiere un trabajo, un esfuerzo de dilucidación que nos concita. De una u otra forma, los tres trabajos aquí integrados abarcan dis tintos elementos que permiten comprender estas alusiones, reparan en el sentido de las fronteras y en los dispositivos de producción del significado visual. Podríamos decir que este texto busca una semán tica de las imágenes a través de clarificar un campo de nociones vin culadas a los fenómenos visuales, una red de categorías que se rela cionan al modo que Wittgenstein llama "aire de familia". Por eso no se trata de una semántica formalista de la imagen, sino del territorio de caminos que abarcando la gramática visual apuntan a su más allá, donde se produce el complejo dispositivo de la significación. Trans versalmente resultan abordadas nociones como fantasía, figuración, mirada, iconicidad o imaginación. Urdimbre semántica que impli ca una suerte de hermenéutica de la imagen que involucra procesos como la acción imaginaria, la visualización y la iconización. Interpretaci6n, analogía e iconicidad de Mauricio Beuchot logra transparentar algunos problemas de la teoría de la imagen al des pejar la interpretación de los signos icónicos. Lo cual implica dos tareas primas que Beuchot realiza sustancialmente: explicar los tipos de analogicidad característicos del iconismo, y ofrecer un dispositi vo para su esclarecimiento. La primera tarea se alcanza mediante la distinción entre la analogicidad de cualidades y la analogicidad de relaciones. La segunda, es la propuesta que el autor hace al horizonte filosófico contemporáneo: una hermenéutica analógico-icónica que aquí se explica en sus coordenadas clave. Por su parte el significado y las implicaciones de categorías pri mordiales para la cultura icónica como imaginación y fantasía resultan esclarecidas en el artículo de Carlos Pereda. El autor realiza un itine rario que va de la indagación sobre los materiales de la imaginación (intervención imaginante, escenario imaginario, bloqueo parcial de la presunción de verdad), a la investigación sobre sus relaciones con la realidad. Esta ruta nos orienta a comprender los puentes entre la realidad y la imaginación, y nos advierte de las murallas y equívocos que empobrecen la realidad cuando se obstruye con la fantasía. Con ella encontramos una vía para esclarecer el trabajo imaginario en la senda del arte y la literatura, en la creatividad social, en la heurística infantil o en el juego social. Una forma de comprender, pero también un criterio para la interpretación ética en un terreno tan movedizo. INTRODUCCIÓN 13 Por último, Raymundo Mier aborda las concepciones de la ima gen y del mirar en el tramado que va del psicoanálisis a la estética de Benjamin. Profundiza en la interpretación del sentido y en la con cepción de la mirada tanto en Freud como en Benjamin, siendo capaz de establecer sus puentes y comunicaciones, pero también recono ciendo las implicaciones de sus diferencias más abismales. El cordel inicial de esta coincidencia de hermenéuticas es lo que el autor llama iconicidad trunca constituida, a la vez, por una calidad visual de los objetos y una cualidad de la mirada que ponen en juego el revés y el colapso. Por este camino nos muestra que el sentido de la mirada no proviene del objeto sino de la condición de un mirar que lo desborda y apunta a un más allá no abarcable ni mensurable del todo, ya en el horizonte del "inconsciente de la mirada". Cuestión que se enlaza con el sentido anotado al comienzo de esta introducción: la necesidad de una semántica de la imagen que proponga los elementos para comprender la naturaleza icónica en el mundo del mirar, y la imposibilidad de restringirla al modelo de una gramática formal que dejaría fuera problemas sustanciales del flujo del sentido (y del sinsentido) entre las miradas, los actos y los pliegues del inconciente del tiempo. Este libro traza algunas rutas de esa tercera semántica de las imágenes. DIEGO L!ZARAZO ARIAS DOC DOC000 DOC001 DOC002 DOC003 DOC004 DOC005 DOC006 DOC007
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