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- Notas a la lectura del Piaget tardío, y lo que puede significar para el psicoanálisis y el constructivismo, además de la pedagogía [draft] La conservación piagetiana de las facultades lógicas, es equivalente al automatismo y la repetición freudianas. Más aún: según Piaget, la conservación de las formas matemáticas mismas como el número, en la infancia, serían topológicas (invariantes a pesar del cambio), y eso querría decir que no son ni siquiera continuas y discontinuas como cantidades o números (¡¡¡siendo ambos!!!: esto lo cual constituiría un triunfo antineocolonial en la matemática etno-cognitiva, que plantea que solo los numerales europeos, son los importantes de comentar, cuando estos etno-cognitivistas matemáticos, están defendiendo la matemática inca, africana, etc, producida además por textileras, alfareras y demás), sino que incluso la definición de Lacan es más precisa debido al carácter variante de lo continuo. Aquí Piaget debería haber dicho, cantidades continuas y discretas al modo de la metáfora y la metonimia de Gennette, que es evidentemente una copia del planteamiento original mismo de Lacan frente a Jakobson mismo, y su afasia metafórica o metonímica. Ésta es la única forma en que la psicología general propuesta por el propio lacaniano de Laplanche, pueda enmendar las cosas para y pos del propio psicoanálisis como ciencia. Es decir: de no aceptar esta verdad científica del error piagetiano a la hora de definir cantidades continuas como topológicas, cuando son evidentemente, tanto racionales como irracionales, no se podría tampoco corregir con la verdad, no un error de Lacan, ni mucho menos de Freud, dije: sino del psicoanálisis. Es decir: también del constructivismo. Todo mientras leo que la señal y la cantidad numérica (en el sentido de Piaget mismo y el movimiento analítico volcado hacia el constructivismo más conservador –sin ningún innuendo negativo, más bien, en completo apoyo-), más no el valor ni el numeral, de la totalidad de la estadística contemporánea, proviene del trabajo proximal y no distal, ya no de la medicina solamente, sino de la educación y la pedagogía. Siempre supeditando a la educación frente al voto neo-hipocrático médico, evidentemente, que mientras leo este texto, es conmovedor simplemente observar que los propios maestros deben responder con clasificaciones cuantitativas no realizadas ni siquiera por ell@s mism@s, la recolección de señales y cantidades mismas, de este enorme y descomunalmente enorme mundo. Buscamos la exactitud de las ciencias: las ciencias naturales hicieron su participación, se les agradece, pero es evidente, que las ciencias sociales tienen también su propio trabajador proximal, funcional y sobradamente técnico: el educad@r. Esto significa que es el pilar de las ciencias naturales y exactas mismas, encargadas de las métricas psicológicas, económicas, socio-culturales, perfiles subjetivos, y demás, pero no como sus culpables, sino como quienes nunca han sido reconocid@s por ello. El big data y el STEM mismo, la industria de alta tecnología y demás, como comunidad científica, debe comprender cuanto antes entonces, el valor de la educación. No es lo que alimenta ningún poder, sino los más culpados por el goce o la realización desarrolladora piagetiana, del goce que disfrutamos tod@s por la existencia de dicho andamiaje en la sociedad contemporánea. Es el filtro mismo de los estudiantes pobres, y los maestros explotados, por un negocio explotado por ninguno de ell@s. Debemos hacer una extensión de una definición: lo que resuelve la cognición no es simplemente la holonimia y la meronimia, como tropos o figuras sinecdoquéticas y metonímicas, sino que la holonimia y la meronimia, hablan de lo clasificatorio como una operación ordinal. En esto tiene razón Piaget: la clasificación prototípica o ejemplar de la atención, serían ambas solo de juicio y no de diferenciación de cantidades numéricas (el solo ordenamiento clasificatorio sin diferenciación), pero lo que no entiende Piaget, es que no se trata solo de un todo desmenuzable en partes (como una clasificación de conjuntos), sino también de partes que forman un todo gradualmente, y ambas operaciones, simultáneamente pero asimétricas. Es decir, Piaget no sabe que la ciencia de hoy ha comprobado la imposibilidad de lo transitivo, tanto prototípica como ejemplarmente, ya que lo ejemplar proviene de lo prototípico: si lo prototípico existiera, digámoslo así, entonces las clasificaciones cualitativas sin cantidad de las que habla Piaget, no podrían existir como cantidades discernibles lógicamente, sino solo juicios cualitativos. La percepción sensible no puede definir la cantidad según Piaget, pero si no fuera posible, entonces la exigencia de que las operaciones aritméticas vienen de la biología, tampoco tendría sentido: la cantidad y la cualidad ambas coexisten en la percepción como estética trasncendental pura solamente, como esquema no- nato, y simultáneamente se desarrollan al modo topológico de lo invariante piagetiano, pero que Piaget confunde terriblemente, a la hora de confundir lo continuo con lo discontinuo, y la invariancia con lo continuo, dejando lo variante y diferenciador lógico como algo posterior y discontinuo. Esto es formalmente falso y peligroso. Ni Lacan puede salvar este error. Se trata de que la topología y la invariancia piagetiana es, en efecto, basada en el automatismo y la repetición: un automatismo y repetición no del sexo, sino de la demanda y el deseo; del instinto, la sublimación y ya no el sexo: sino del instinto, la sublimación y la demanda/deseo. Es decir, si la segunda etapa lógica de Piaget proviene de la primera sensorio- motora, esa etapa sensorio-motora es la repetición positiva misma del automatismo freudiano. Es la represión general misma. Esto confirma a Deleuze en su crítica de la negación hegeliana: la pulsión no vendría de una nada innata, sino de un algo no-nato, es decir, precisamente, la pulsión en su seriedad, en su lanzamiento al vacío o búsqueda ya sea de la satisfacción o el deseo, de la demanda o la falta, sin importarle en absoluto su fin. Es decir, algo en nada eficiente, ni mucho menos suficiente, solamente necesidad. Si el debate se da entre prototipo y ejemplar, aún dándole importancia al prototipo sobre lo ejemplar, entonces es imposible la transitividad, precisamente porque se basa solo en la construcción de totalidades, cuando el propio Piaget, está dando ejemplos excesivamente precisos, de que las clasificaciones cualitativas o del juicio, no soportan ni siquiera la construcción de las clasificaciones mismas. Más aún: Piaget no conoce el futuro de los conjuntos y la teoría de sets (la paradoja de Russell, al parecer: Piaget parece ignorar por completo la crítica de Russell a Fregue). Es precisamente en términos de sets y conjuntos, que solo vence la sinécdoque, es decir, la homonimia y meronimia simultáneas como desarrollo y proceso; simultáneas no solo en una línea temporal, sino en relaciones pre-co- post-ónticas: no solo partes que construyen todo, sino también totalidades que se convierten en parte de un todo aún mayor, pero al que una parte le es faltante. Más aún: los conjuntos clasificatorios, por sí mismos, no son identificación tampoco. Si los conjuntos no son transitivos, se pierde la teoría de conjuntos misma, y entra en la problemática gödeliana. Es decir: una clase de cualidades piagetiana, no es transitiva del todo. Una clase de cantidades, no es suficiente. La metrología es la cuna del número, por la invariancia topológica misma de la cognición lógica como prioritaria a la aritmética, que el propio Piaget reconoce. A la matemática pura le tocaría elegir: o la aritmética viene después de la forma ordinal y cardinal de identificación y diferenciación de niveles, volúmenesy geometrías, lo cual querría decir que el número no proviene de la aritmética, sino de lo sensorio-motor; o lo sensorio-motor (que no es lo mismo que la percepción sensible), produce desde antes de la aritmética y la lógica mismas, la clasificación no-transitiva de los conjuntos y sets que de modo cualitativo pasa a la cantidad, sin ser todavía ni siquiera una aritmética, sino simplemente, una lógica proporcional o de proporciones o radios (en el sentido doble de radio: tanto el denominador y numerador, como en el sentido de parte de un todo – porcentaje que forma parte de un todo más amplio-), sin que sea una exclusión de lo transitivo, sino una simple asimetría: lo intransitivo no prohíbe lo transitivo, pero lo transitivo sí es excluyente de lo intransitivo. El axioma de decisión es eficiente, y contradice la propia fundamentación pura de la matemática pura. El axioma de decisión va en contra de la necesidad científica, y para salvar la necesidad científica de la matemática pura, se necesitará al fin, reformular el axioma de decisión, del mismo modo que Piaget, en una forma no-nata de fundamentación pura: es decir, la medición. Recordemos que Piaget considera la cantidad cualitativa y cuantitativas como medición, aunque al mismo tiempo separa lo cualitativo de la lógica de niveles, frente a la lógica de volúmenes y números de vasos. Piaget considera como números solo los envases de los vasos con líquidos, por ser contables. Pero vamos a tener que admitir que el nivel del agua en cualquier envase, representa una unidad cuantitativa y de cantidad numérica, aún cualitativa simultáneamente, tal y como los cuervos. Esto implica, que las observaciones de la interioridad de la cognición de los ciegos, de los enfermos en coma, de los pacientes en general, ya sea a través de sonido o reproducciones digitales de lo visual (nunca virtual, pero siempre aumentadas: por ejemplo en los experimentos controlados de grupos A-B para cognición prototípica o ejemplar, etc), tal y como los textileros o las artesanas o la fabricación de canastas, con no solo patrones en términos de conjuntos, sino verdaderas nociones cuantitativas numéricas iterativas en su carácter metrológico, constituyen la fundamentación de la matemática pura. No estoy diciendo que sea la matemática aplicada la que fundamente a la pura. Estoy hablando de la invariancia continua piagetiana misma, saliendo del fondo de su propia ceguera, de su propia inconsciencia, de su propio olvido cartesiano, y husserlianamente, emergiendo de lo no-nato como esquema (esquema de esquematismo, no de esquema para nada: es decir, del capítulo más complejo del kantismo, donde siempre habrá imaginación), a partir de la cognición misma, de la duración misma de lo lógico y lo matemático mismo en sus actos sensorio-motores, sin ser perceptivos. Lo sensorio motor piagetiano mismo entonces, debe de ser redefinido, por la matemática pura misma, sin aplicación alguna, como una forma lógica por sí misma (que es precisamente la diferencia que hace él, con respecto a la percepción sensible carnapeana: estamos en efecto hablando de un a posteriori en términos de la analítica y la dialéctica kantianas, pero no de la estética trascendental completa y absolutamente pura). La topología o invariancia en el cambio de Lacan, lo que aporta es que el continuo piagetiano, no es solo ordinal, sino que además de unitario, es iterativo, como una serie iterativa, y ya no solo continua; una serie de extensiones decimales iterativas, y de enteros o naturales o integrales positivos y negativos incluso (estos últimos, que tienen, precisamente, la misma propiedad de iteración siendo racionales o incluso iterativos siendo irracionales –las mediciones en general-), siendo ordinales o clasificatorios, además de unidades de conteo. Lo ordinal entonces implica un conteo al que le falta un conteo, la imposibilidad de una serie, y lo cardinal una clasificación y ordenamiento. La serie entonces sería la base también de la holonimia y la meronimia: un tiempo vertical, pero que solo tiene una orientación: la del desarrollo del espacio. Recordemos que he afirmado una y otra vez el carácter no-clínico pero sí científicamente (o epistemológicamente, al menos: tal vez no sólidos, pero sí válidos, en lugar de doxásticos) preciso de mis correcciones a mí mismo. En este caso, debo corregir lo que era entendido como sexo coital, separado del sexo como ser sexuado u orientación sexual, y definir la problemática de la sublimación como formación transaccional, propuesta por el propio Lacan, y adivinen, por el propio Piaget contra Freud, como un tema de demanda y deseo, no solo de deseo. Esto debe notificarse a las internacionales psicoanalíticas de inmediato, porque sería el punto de reunión preciso que este mismo texto atestigua en pos de la defensa científica ya no solo del psicoanálisis contemporáneo, no más el clásico, sino también del constructivismo en armonía al fin entre sí. Recordemos que Freud está siendo difamado actualmente por su uso de cocaína. Esto podría poner en peligro nuevamente, en oposición a la ciencia tica misma, al método científico, y las assets además de la integridad, del propio sistema educativo tico e internacional. Lo que significa es que el cuestionamiento del psicoanálisis es cuestionamiento del cognitivismo y del constructivismo. No representa un problema mayor. Simplemente una proyección individual mía. Ahora, esto quiere decir que mis textos estéticos y no psicológicos, pero que utilizan la psicología, deben ser revisados una y otra vez de la mano de dos correcciones principales: 1) demanda y deseo en vez de sexo, sexo y sexo (es decir, tres sexos: el ser sexuado, la orientación, y el coito), y 2) transferencia en lugar de Edipo, que tienen que considerarse por mis textos en cienciaepistolar.blogspot.com, y mi esquema de sustitución significantes de rasgos totales o objetos totales, como la nueva forma lógica y formal piagetiana, de dialogar entre sí las ramas de la ciencia médica en conjunto con el psicoanálisis. Por lo tanto, con el desarrollo mismo de este razonamiento lógico contemporáneo (no lógico formal), concluimos una tercera revisión clara: 3) objeto parcial y total tiene que ser equivalente más no homologable nunca, a rasgo unario tanto particular como identificación, como total como identidad. Por lo tanto, frente al mando al goce, en sentido hipocrático estricto, y no ideológico en ningún modo nunca más, pero sí sociohistóricamente científico, nunca se puede tergiversar la diferencia absoluta entre objeto a y das ding. ¿Porqué? Porque el objeto a es el objeto de demanda, no de deseo. Y porque el das ding, es el objeto de deseo, y no de demanda. Nuestro texto sobre el modelo óptico de Bouasse y su uso por Lacan, explica la diferencia: das ding es un lugar o suelo más allá de la imago, e implica https://modeloveinticuatrosiete.blogspot.com/2016/09/modelo-optico-de-bouasse-y-su-uso-por.html fetichismo que implica insatisfacción, por ser deseo y no demanda: toda masturbación, todo fetichismo, es insatisfactoria; lo mismo la perversión. Además, el objeto a es otredad/Otredad, mientras que el das ding no lo es en absoluto y mucho menos en términos reales: es un objeto o cosa inanimada, un objeto cósico distinto del soma subjetivo, pero convertido en cosa con volición por el fetichista. Esta tríada de objeto de discordia (falo), y otredad como falo simbólico e imaginario (objeto a y das ding), no puede ser nunca real. El falo tiene que ser redefinido acorde a esto mismo. Es decir, según lo que pueda inferir conceptualmente acerca de mí y la sociedad: que el falo sea ya no objeto de demanda, sino de deseo, es decir, de discordia, no más objeto de deseo narratológico. Y por el otro lado, que las disputas por fetichismo y cosificación,especialmente entre perversos, sean la disputa de un objeto de discordia a través del deseo real de la demanda del otro, no del deseo del otro solamente. Y lo mismo, al propio Yo, en sentido estricto de la presentación del yo en la vida cotidiana: es decir, imperativamente, en términos socio-históricos, y nunca más ideologizantes, excepto como ética (y no moral), la lectura de Erving Goffman. Ahora, el esquema sustitutivo de análisis combinatorio y posibilístico social y erikssoniano que se encuentra en cienciaepistolar, sería evidentemente el esquema inicial para tan siquiera esta lectura goffmaniana de la psicología, y ya no más tendencias particulares como el constructivismo y el psicoanálisis. Todos tenemos algo de toda estructura subjetiva, pero no personal. Como rasgo o carácter unario, tanto parcial como total (Butler: toda la teoría queer desde Inga Muscio, hasta Beatriz Preciado o la vertiente freudiana desde Mitchell e Irigaray hasta Ettinger se pueden ver como una problematización de la diferencia entre objeto parcial y total, y rasgo unario), tenemos rasgos o características varias, pero como cuadro etiológico, posemos un conjunto de identificaciones. No existen la identidad con cualquier objeto o cosa, o ser, animado o inanimado (por ej: identificarse con animales, sillas, etc). Es similar a la identidad oceánica de lo religioso en El malestar en la cultura. Esta idea ha sido nociva para la sociedad del mando al goce (es decir: de la perversión): permite la identificación con cualquier cosa, y por lo tanto, el desplazamiento equivalente al duelo melancólico, pero como su reverso renegado; es decir: no encontrar nunca satisfacción alguna con nada, y continuar desplazando el objeto de discordia que es el falo imaginario y simbólico, como objeto tercero, entre tú y el deseo o demanda del otro/Otro. Es decir, que solo se busca el amor del otro/Otro, teniendo como objeto de discordia, el objeto fálico que puede ser tanto uno mismo accediendo voluntariamente en la posición de ser amado (imaginariamente: es decir, fantasía), o puede ser uno mismo siendo objeto de deseo y/o discordia, del otro/Gran Otro yo (Erving Goffman). Esto implica que la identidad sexual es sobre el ser sexuado, la orientación sexual, pero que esta identidad (incluso psicoanalítica), no puede ser nunca la única por su carácter de sinécdoque en la formación del sujeto. Este es el otro gran error que precisamente las internacionales psicoanalíticas están trabajando actualmente: la posibilidad misma de que Freud mismo, se haya centrado demasiado en el sexo como coito o incluso como genitalidad, y no en un sexo que sea como la sexualidad humana. Ahora, por lo mismo, debemos pasar de solo considerar al ser humano, como sexual. ¿En qué sentido? Precisamente en el de tener un límite para sus identificaciones no-fetichistas. Segundo: el perverso también tiene un límite, que es precisamente el porqué esta formulación incluso parece tramposa; el límite del perverso es una ley más férrea aún que la ausencia de ley, es la ley precisamente de la búsqueda de la demanda satisfecha o realizada con satisfacciones o realizaciones sublimadas (ideas, títulos, laborales, cotidianas, alimenticias, abstractas), sino demandarse como ley la ausencia de deseo, es decir, la satisfacción permanente, a todas horas, y todos los días, en todo momento. Esto es un problema histórico, no personal, pero sí subjetivo. Es el problema de la posmodernidad misma. La identidad se forma entonces del siguiente modo: empieza por el narcisismo primario como primer estadio de identificación, seguida por el narcisismo secundario, como articulación inicial del yo ideal y el ideal del yo. Tercero, se articula el ideal del yo sobre el yo ideal. El perverso sufre de estar reprimido hacia afuera de sí mismo, y por tanto desplaza su objeto de discordia o deseo, reprimiendo (que es la precisamente la articulación de la represión general, con las tres estructuras: la represiva comúnmente conocida –es decir, la llamada “normal”, sin normalizar nunca más absolutamente, o neurótica-, la negación, que implica la imposición del deseo y la demanda por encima de la realidad y la otredad/Otredad, donde se termina negando precisamente a sí mismo perdiendo la noción de la realidad en modo paranoico y autoagresivo, y por último la renegación, que no es simplemente un redoble de lo anterior: en lugar de supeditarse al principio de realidad, o de imponerse, más bien se reimpone nuevamente sobre el principio de realidad, pero ya no masoquistamente (como el paranoico), sino como sádico propiamente. Una forma de imponer también la demanda y el deseo sobre la realidad, pero siempre desplazando su carácter de deseo o insatisfecho, hacia la satisfacción absoluta, de ahí que la satisfacción misma, deja de satisfacerle, por estar desplazando siempre la satisfacción, hacia una satisfacción superior a la satisfacción misma que experimento (el perverso y el sadista se castran a sí mismos). Yo soy heterosexual, mellizo, y por lo tanto, con características que no son transexuales, sino que poseo una formación cromosómica particularísima (la de mellizo). Si tan siquiera puedo escribir un texto como este, y puedo sentir orgullo en admitir mi ser sexuado y mi orientación sexual real, es precisamente por el peso de la asimetría de aquellos sexos (en plural) que no pueden ni siquiera formular estas palabras, ni siquiera verbalizarlas. Siento orgullo, como hombre y heterosexual, de no ser tratado en el modo en que es tratado ninguno de los otros sexos (que no son 63, sino simplemente, los grados de ser sexuado por un lado, y de orientación sexual por el otro, sin que sean lo mismo en absoluto). El yo castra y se castra. El yo reprime al otro/Otro, y no es simplemente quien padece o recibe la represión. Este aspecto crucial solo fue señalado por el propio Lacan, tal y como Laplanche, y tal y como las internacionales estamos en búsqueda de una articulación de la transferencia, que no pierda el carácter dinámico-social (Eriksson), de cada uno de esos ciclos de desacomodo o no del yo con respecto al principio de realidad, y como diríamos ahora, del otro/Otro con respecto a las situaciones conflictivas en la que cae el yo mismo. En términos de la psicología general más completa entonces, ningún rasgo ni característica puede ser criminalizado. Ningún cuadro sintomatológico, y ya no etiológico, tampoco. Ninguna estructura, aun menos. Lo único que podría evitar el no pensar en el yo, es el verlo solamente en el otro/Otro. Es el fin de la filosofía del otro, pero no el fin del humanismo. La psicología ha pecado de enfocarse mucho en el individualismo, y esto ha vuelto a la sociedad, en la menos individualista de las sociedades, la más “protestante”, por inmiscuirse en la vida individual y privada de las personas y los sujetos. Es decir, trágicamente, la sociedad individualista se ha tornado contra el individuo, una vez más. No contra el individualismo hedonista y materialista, especialmente de quienes disfrutamos del derecho (y no el privilegio), de poder expresarnos. Sino contra el individualismo en el sentido de una sociedad que tolere todo rasgo, toda estructura, todo cuadro, y todo perfil, pero sin normalización absoluta ya nunca más. La relación dual imaginaria, la relación tercera simbólica, y la supuesta terceridad del falo, no son idénticas entre sí, precisamente porque la terceridad del falo está presente en lo imaginario. Eso quiere decir que es un objeto de discordia, no de deseo; un objeto que es deseado por ambos, y donde el objeto de deseo mismo pueden ser ell@s mism@s, pero teniendo como meta el deseo del otro alrededor del objeto de discordia. Esto quiere decir que aún siendo el falo o teniendo el falo, tanto el falo imaginario (acting out), comoel falo simbólico que es la realidad de la terceridad del falo como objeto de discordia, el sujeto y la otredad/Otredad se escinden entre objeto de discordia y de deseo simultáneamente imaginariamente, al modo de significantes y significados, es decir, como signos solo cósicos (objeto a), que no existen más que como significantes, y signos propiamente dichos, que serían el significante cósico y el significado; y simbólicamente, como significantes cosa, más allá de la relación dual, pero sin ser el tercero Gran Otro. Recordemos además que el Gran Otro se articula sobre el otro, sin ser necesariamente solo etéreo. Pero el falo como objeto tercero de discordia es precisamente lo que señala la diferencia entre perversión y neurótico. El perder la distinción entre el falo y el objeto a, es decir, creer que el falo es objeto de deseo, cuando es solo deseado por el deseo del otro/Otro, y que no sería investido con ninguna forma de deseo de no ser este objeto de discordia mismo, investido también por el otro/Gran Otro acerca del cual uno busca satisfacción. Sería el esquema del discurso del amo, discurso de la universidad, discurso de la histeria y el discurso del analisand. Es decir, la diferencia falo y objeto a, es la diferencia misma entre deseo y demanda: el falo satisface la demanda (lo cual es redundante), y el objeto a nunca. Lo que quiere decir que sí existe una etiología y no solo una patología o patologización, alrededor de la demanda, y que esta diferencia entre falo y objeto a, además de servir para señalar el énfasis sobre la demanda, sirve también para señalar la diferencia castrante entre el fetichismo tanto del placer como del goce, sin ser lo mismo. O sea, el fetichismo de los objetos convertidos en sujetos, y los sujetos en cosas, pero también el fetichismo preciso del perverso como un redoble o renegación de ese mismo fetichismo, en el que termina por confundir ya no solo al sujeto y el objeto, sino al falo y el objeto a, convirtiendo al objeto a en falo, y al falo en objeto a.
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