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Notas_a_la_lectura_del_Piaget_tardio_y_l

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- Notas a la lectura del Piaget tardío, y lo que puede significar 
para el psicoanálisis y el constructivismo, además de la 
pedagogía [draft] 
 
La conservación piagetiana de las facultades lógicas, es equivalente 
al automatismo y la repetición freudianas. Más aún: según Piaget, la 
conservación de las formas matemáticas mismas como el número, en 
la infancia, serían topológicas (invariantes a pesar del cambio), y eso 
querría decir que no son ni siquiera continuas y discontinuas como 
cantidades o números (¡¡¡siendo ambos!!!: esto lo cual constituiría 
un triunfo antineocolonial en la matemática etno-cognitiva, que 
plantea que solo los numerales europeos, son los importantes de 
comentar, cuando estos etno-cognitivistas matemáticos, están 
defendiendo la matemática inca, africana, etc, producida además por 
textileras, alfareras y demás), sino que incluso la definición de 
Lacan es más precisa debido al carácter variante de lo continuo. 
Aquí Piaget debería haber dicho, cantidades continuas y discretas al 
modo de la metáfora y la metonimia de Gennette, que es 
evidentemente una copia del planteamiento original mismo de Lacan 
frente a Jakobson mismo, y su afasia metafórica o metonímica. Ésta 
es la única forma en que la psicología general propuesta por el 
propio lacaniano de Laplanche, pueda enmendar las cosas para y pos 
del propio psicoanálisis como ciencia. Es decir: de no aceptar esta 
verdad científica del error piagetiano a la hora de definir cantidades 
continuas como topológicas, cuando son evidentemente, tanto 
racionales como irracionales, no se podría tampoco corregir con la 
verdad, no un error de Lacan, ni mucho menos de Freud, dije: sino 
del psicoanálisis. Es decir: también del constructivismo. Todo 
mientras leo que la señal y la cantidad numérica (en el sentido de 
Piaget mismo y el movimiento analítico volcado hacia el 
constructivismo más conservador –sin ningún innuendo negativo, 
más bien, en completo apoyo-), más no el valor ni el numeral, de la 
totalidad de la estadística contemporánea, proviene del trabajo 
proximal y no distal, ya no de la medicina solamente, sino de la 
educación y la pedagogía. Siempre supeditando a la educación frente 
al voto neo-hipocrático médico, evidentemente, que mientras leo 
este texto, es conmovedor simplemente observar que los propios 
maestros deben responder con clasificaciones cuantitativas no 
realizadas ni siquiera por ell@s mism@s, la recolección de señales y 
cantidades mismas, de este enorme y descomunalmente enorme 
mundo. Buscamos la exactitud de las ciencias: las ciencias naturales 
hicieron su participación, se les agradece, pero es evidente, que las 
ciencias sociales tienen también su propio trabajador proximal, 
funcional y sobradamente técnico: el educad@r. Esto significa que 
es el pilar de las ciencias naturales y exactas mismas, encargadas de 
las métricas psicológicas, económicas, socio-culturales, perfiles 
subjetivos, y demás, pero no como sus culpables, sino como quienes 
nunca han sido reconocid@s por ello. El big data y el STEM mismo, 
la industria de alta tecnología y demás, como comunidad científica, 
debe comprender cuanto antes entonces, el valor de la educación. No 
es lo que alimenta ningún poder, sino los más culpados por el goce o 
la realización desarrolladora piagetiana, del goce que disfrutamos 
tod@s por la existencia de dicho andamiaje en la sociedad 
contemporánea. Es el filtro mismo de los estudiantes pobres, y los 
maestros explotados, por un negocio explotado por ninguno de 
ell@s. 
 
Debemos hacer una extensión de una definición: lo que resuelve la 
cognición no es simplemente la holonimia y la meronimia, como 
tropos o figuras sinecdoquéticas y metonímicas, sino que la 
holonimia y la meronimia, hablan de lo clasificatorio como una 
operación ordinal. En esto tiene razón Piaget: la clasificación 
prototípica o ejemplar de la atención, serían ambas solo de juicio y 
no de diferenciación de cantidades numéricas (el solo ordenamiento 
clasificatorio sin diferenciación), pero lo que no entiende Piaget, es 
que no se trata solo de un todo desmenuzable en partes (como una 
clasificación de conjuntos), sino también de partes que forman un 
todo gradualmente, y ambas operaciones, simultáneamente pero 
asimétricas. Es decir, Piaget no sabe que la ciencia de hoy ha 
comprobado la imposibilidad de lo transitivo, tanto prototípica como 
ejemplarmente, ya que lo ejemplar proviene de lo prototípico: si lo 
prototípico existiera, digámoslo así, entonces las clasificaciones 
cualitativas sin cantidad de las que habla Piaget, no podrían existir 
como cantidades discernibles lógicamente, sino solo juicios 
cualitativos. La percepción sensible no puede definir la cantidad 
según Piaget, pero si no fuera posible, entonces la exigencia de que 
las operaciones aritméticas vienen de la biología, tampoco tendría 
sentido: la cantidad y la cualidad ambas coexisten en la percepción 
como estética trasncendental pura solamente, como esquema no-
nato, y simultáneamente se desarrollan al modo topológico de lo 
invariante piagetiano, pero que Piaget confunde terriblemente, a la 
hora de confundir lo continuo con lo discontinuo, y la invariancia 
con lo continuo, dejando lo variante y diferenciador lógico como 
algo posterior y discontinuo. Esto es formalmente falso y peligroso. 
Ni Lacan puede salvar este error. Se trata de que la topología y la 
invariancia piagetiana es, en efecto, basada en el automatismo y la 
repetición: un automatismo y repetición no del sexo, sino de la 
demanda y el deseo; del instinto, la sublimación y ya no el sexo: 
sino del instinto, la sublimación y la demanda/deseo. Es decir, si la 
segunda etapa lógica de Piaget proviene de la primera sensorio-
motora, esa etapa sensorio-motora es la repetición positiva misma 
del automatismo freudiano. Es la represión general misma. Esto 
confirma a Deleuze en su crítica de la negación hegeliana: la pulsión 
no vendría de una nada innata, sino de un algo no-nato, es decir, 
precisamente, la pulsión en su seriedad, en su lanzamiento al vacío o 
búsqueda ya sea de la satisfacción o el deseo, de la demanda o la 
falta, sin importarle en absoluto su fin. Es decir, algo en nada 
eficiente, ni mucho menos suficiente, solamente necesidad. Si el 
debate se da entre prototipo y ejemplar, aún dándole importancia al 
prototipo sobre lo ejemplar, entonces es imposible la transitividad, 
precisamente porque se basa solo en la construcción de totalidades, 
cuando el propio Piaget, está dando ejemplos excesivamente 
precisos, de que las clasificaciones cualitativas o del juicio, no 
soportan ni siquiera la construcción de las clasificaciones mismas. 
Más aún: Piaget no conoce el futuro de los conjuntos y la teoría de 
sets (la paradoja de Russell, al parecer: Piaget parece ignorar por 
completo la crítica de Russell a Fregue). Es precisamente en 
términos de sets y conjuntos, que solo vence la sinécdoque, es decir, 
la homonimia y meronimia simultáneas como desarrollo y proceso; 
simultáneas no solo en una línea temporal, sino en relaciones pre-co-
post-ónticas: no solo partes que construyen todo, sino también 
totalidades que se convierten en parte de un todo aún mayor, pero al 
que una parte le es faltante. Más aún: los conjuntos clasificatorios, 
por sí mismos, no son identificación tampoco. 
 
Si los conjuntos no son transitivos, se pierde la teoría de conjuntos 
misma, y entra en la problemática gödeliana. Es decir: una clase de 
cualidades piagetiana, no es transitiva del todo. Una clase de 
cantidades, no es suficiente. La metrología es la cuna del número, 
por la invariancia topológica misma de la cognición lógica como 
prioritaria a la aritmética, que el propio Piaget reconoce. A la 
matemática pura le tocaría elegir: o la aritmética viene después de la 
forma ordinal y cardinal de identificación y diferenciación de 
niveles, volúmenesy geometrías, lo cual querría decir que el número 
no proviene de la aritmética, sino de lo sensorio-motor; o lo 
sensorio-motor (que no es lo mismo que la percepción sensible), 
produce desde antes de la aritmética y la lógica mismas, la 
clasificación no-transitiva de los conjuntos y sets que de modo 
cualitativo pasa a la cantidad, sin ser todavía ni siquiera una 
aritmética, sino simplemente, una lógica proporcional o de 
proporciones o radios (en el sentido doble de radio: tanto el 
denominador y numerador, como en el sentido de parte de un todo –
porcentaje que forma parte de un todo más amplio-), sin que sea una 
exclusión de lo transitivo, sino una simple asimetría: lo intransitivo 
no prohíbe lo transitivo, pero lo transitivo sí es excluyente de lo 
intransitivo. El axioma de decisión es eficiente, y contradice la 
propia fundamentación pura de la matemática pura. El axioma de 
decisión va en contra de la necesidad científica, y para salvar la 
necesidad científica de la matemática pura, se necesitará al fin, 
reformular el axioma de decisión, del mismo modo que Piaget, en 
una forma no-nata de fundamentación pura: es decir, la medición. 
Recordemos que Piaget considera la cantidad cualitativa y 
cuantitativas como medición, aunque al mismo tiempo separa lo 
cualitativo de la lógica de niveles, frente a la lógica de volúmenes y 
números de vasos. Piaget considera como números solo los envases 
de los vasos con líquidos, por ser contables. Pero vamos a tener que 
admitir que el nivel del agua en cualquier envase, representa una 
unidad cuantitativa y de cantidad numérica, aún cualitativa 
simultáneamente, tal y como los cuervos. Esto implica, que las 
observaciones de la interioridad de la cognición de los ciegos, de los 
enfermos en coma, de los pacientes en general, ya sea a través de 
sonido o reproducciones digitales de lo visual (nunca virtual, pero 
siempre aumentadas: por ejemplo en los experimentos controlados 
de grupos A-B para cognición prototípica o ejemplar, etc), tal y 
como los textileros o las artesanas o la fabricación de canastas, con 
no solo patrones en términos de conjuntos, sino verdaderas nociones 
cuantitativas numéricas iterativas en su carácter metrológico, 
constituyen la fundamentación de la matemática pura. No estoy 
diciendo que sea la matemática aplicada la que fundamente a la 
pura. Estoy hablando de la invariancia continua piagetiana misma, 
saliendo del fondo de su propia ceguera, de su propia inconsciencia, 
de su propio olvido cartesiano, y husserlianamente, emergiendo de 
lo no-nato como esquema (esquema de esquematismo, no de 
esquema para nada: es decir, del capítulo más complejo del 
kantismo, donde siempre habrá imaginación), a partir de la 
cognición misma, de la duración misma de lo lógico y lo matemático 
mismo en sus actos sensorio-motores, sin ser perceptivos. Lo 
sensorio motor piagetiano mismo entonces, debe de ser redefinido, 
por la matemática pura misma, sin aplicación alguna, como una 
forma lógica por sí misma (que es precisamente la diferencia que 
hace él, con respecto a la percepción sensible carnapeana: estamos 
en efecto hablando de un a posteriori en términos de la analítica y la 
dialéctica kantianas, pero no de la estética trascendental completa y 
absolutamente pura). La topología o invariancia en el cambio de 
Lacan, lo que aporta es que el continuo piagetiano, no es solo 
ordinal, sino que además de unitario, es iterativo, como una serie 
iterativa, y ya no solo continua; una serie de extensiones decimales 
iterativas, y de enteros o naturales o integrales positivos y negativos 
incluso (estos últimos, que tienen, precisamente, la misma propiedad 
de iteración siendo racionales o incluso iterativos siendo irracionales 
–las mediciones en general-), siendo ordinales o clasificatorios, 
además de unidades de conteo. Lo ordinal entonces implica un 
conteo al que le falta un conteo, la imposibilidad de una serie, y lo 
cardinal una clasificación y ordenamiento. La serie entonces sería la 
base también de la holonimia y la meronimia: un tiempo vertical, 
pero que solo tiene una orientación: la del desarrollo del espacio. 
 
Recordemos que he afirmado una y otra vez el carácter no-clínico 
pero sí científicamente (o epistemológicamente, al menos: tal vez no 
sólidos, pero sí válidos, en lugar de doxásticos) preciso de mis 
correcciones a mí mismo. En este caso, debo corregir lo que era 
entendido como sexo coital, separado del sexo como ser sexuado u 
orientación sexual, y definir la problemática de la sublimación como 
formación transaccional, propuesta por el propio Lacan, y adivinen, 
por el propio Piaget contra Freud, como un tema de demanda y 
deseo, no solo de deseo. Esto debe notificarse a las internacionales 
psicoanalíticas de inmediato, porque sería el punto de reunión 
preciso que este mismo texto atestigua en pos de la defensa 
científica ya no solo del psicoanálisis contemporáneo, no más el 
clásico, sino también del constructivismo en armonía al fin entre sí. 
Recordemos que Freud está siendo difamado actualmente por su uso 
de cocaína. Esto podría poner en peligro nuevamente, en oposición a 
la ciencia tica misma, al método científico, y las assets además de la 
integridad, del propio sistema educativo tico e internacional. Lo que 
significa es que el cuestionamiento del psicoanálisis es 
cuestionamiento del cognitivismo y del constructivismo. No 
representa un problema mayor. Simplemente una proyección 
individual mía. Ahora, esto quiere decir que mis textos estéticos y 
no psicológicos, pero que utilizan la psicología, deben ser revisados 
una y otra vez de la mano de dos correcciones principales: 1) 
demanda y deseo en vez de sexo, sexo y sexo (es decir, tres sexos: el 
ser sexuado, la orientación, y el coito), y 2) transferencia en lugar de 
Edipo, que tienen que considerarse por mis textos en 
cienciaepistolar.blogspot.com, y mi esquema de sustitución 
significantes de rasgos totales o objetos totales, como la nueva 
forma lógica y formal piagetiana, de dialogar entre sí las ramas de la 
ciencia médica en conjunto con el psicoanálisis. Por lo tanto, con el 
desarrollo mismo de este razonamiento lógico contemporáneo (no 
lógico formal), concluimos una tercera revisión clara: 3) objeto 
parcial y total tiene que ser equivalente más no homologable nunca, 
a rasgo unario tanto particular como identificación, como total como 
identidad. Por lo tanto, frente al mando al goce, en sentido 
hipocrático estricto, y no ideológico en ningún modo nunca más, 
pero sí sociohistóricamente científico, nunca se puede tergiversar la 
diferencia absoluta entre objeto a y das ding. ¿Porqué? Porque el 
objeto a es el objeto de demanda, no de deseo. Y porque el das ding, 
es el objeto de deseo, y no de demanda. Nuestro texto sobre el 
modelo óptico de Bouasse y su uso por Lacan, explica la diferencia: 
das ding es un lugar o suelo más allá de la imago, e implica 
https://modeloveinticuatrosiete.blogspot.com/2016/09/modelo-optico-de-bouasse-y-su-uso-por.html
fetichismo que implica insatisfacción, por ser deseo y no demanda: 
toda masturbación, todo fetichismo, es insatisfactoria; lo mismo la 
perversión. Además, el objeto a es otredad/Otredad, mientras que el 
das ding no lo es en absoluto y mucho menos en términos reales: es 
un objeto o cosa inanimada, un objeto cósico distinto del soma 
subjetivo, pero convertido en cosa con volición por el fetichista. Esta 
tríada de objeto de discordia (falo), y otredad como falo simbólico e 
imaginario (objeto a y das ding), no puede ser nunca real. El falo 
tiene que ser redefinido acorde a esto mismo. Es decir, según lo que 
pueda inferir conceptualmente acerca de mí y la sociedad: que el 
falo sea ya no objeto de demanda, sino de deseo, es decir, de 
discordia, no más objeto de deseo narratológico. Y por el otro lado, 
que las disputas por fetichismo y cosificación,especialmente entre 
perversos, sean la disputa de un objeto de discordia a través del 
deseo real de la demanda del otro, no del deseo del otro solamente. 
Y lo mismo, al propio Yo, en sentido estricto de la presentación del 
yo en la vida cotidiana: es decir, imperativamente, en términos 
socio-históricos, y nunca más ideologizantes, excepto como ética (y 
no moral), la lectura de Erving Goffman. Ahora, el esquema 
sustitutivo de análisis combinatorio y posibilístico social y 
erikssoniano que se encuentra en cienciaepistolar, sería 
evidentemente el esquema inicial para tan siquiera esta lectura 
goffmaniana de la psicología, y ya no más tendencias particulares 
como el constructivismo y el psicoanálisis. 
 
Todos tenemos algo de toda estructura subjetiva, pero no personal. 
Como rasgo o carácter unario, tanto parcial como total (Butler: toda 
la teoría queer desde Inga Muscio, hasta Beatriz Preciado o la 
vertiente freudiana desde Mitchell e Irigaray hasta Ettinger se 
pueden ver como una problematización de la diferencia entre objeto 
parcial y total, y rasgo unario), tenemos rasgos o características 
varias, pero como cuadro etiológico, posemos un conjunto de 
identificaciones. No existen la identidad con cualquier objeto o cosa, 
o ser, animado o inanimado (por ej: identificarse con animales, 
sillas, etc). Es similar a la identidad oceánica de lo religioso en El 
malestar en la cultura. Esta idea ha sido nociva para la sociedad del 
mando al goce (es decir: de la perversión): permite la identificación 
con cualquier cosa, y por lo tanto, el desplazamiento equivalente al 
duelo melancólico, pero como su reverso renegado; es decir: no 
encontrar nunca satisfacción alguna con nada, y continuar 
desplazando el objeto de discordia que es el falo imaginario y 
simbólico, como objeto tercero, entre tú y el deseo o demanda del 
otro/Otro. Es decir, que solo se busca el amor del otro/Otro, teniendo 
como objeto de discordia, el objeto fálico que puede ser tanto uno 
mismo accediendo voluntariamente en la posición de ser amado 
(imaginariamente: es decir, fantasía), o puede ser uno mismo siendo 
objeto de deseo y/o discordia, del otro/Gran Otro yo (Erving 
Goffman). Esto implica que la identidad sexual es sobre el ser 
sexuado, la orientación sexual, pero que esta identidad (incluso 
psicoanalítica), no puede ser nunca la única por su carácter de 
sinécdoque en la formación del sujeto. Este es el otro gran error que 
precisamente las internacionales psicoanalíticas están trabajando 
actualmente: la posibilidad misma de que Freud mismo, se haya 
centrado demasiado en el sexo como coito o incluso como 
genitalidad, y no en un sexo que sea como la sexualidad humana. 
Ahora, por lo mismo, debemos pasar de solo considerar al ser 
humano, como sexual. ¿En qué sentido? Precisamente en el de tener 
un límite para sus identificaciones no-fetichistas. Segundo: el 
perverso también tiene un límite, que es precisamente el porqué esta 
formulación incluso parece tramposa; el límite del perverso es una 
ley más férrea aún que la ausencia de ley, es la ley precisamente de 
la búsqueda de la demanda satisfecha o realizada con satisfacciones 
o realizaciones sublimadas (ideas, títulos, laborales, cotidianas, 
alimenticias, abstractas), sino demandarse como ley la ausencia de 
deseo, es decir, la satisfacción permanente, a todas horas, y todos los 
días, en todo momento. Esto es un problema histórico, no personal, 
pero sí subjetivo. Es el problema de la posmodernidad misma. La 
identidad se forma entonces del siguiente modo: empieza por el 
narcisismo primario como primer estadio de identificación, seguida 
por el narcisismo secundario, como articulación inicial del yo ideal y 
el ideal del yo. Tercero, se articula el ideal del yo sobre el yo ideal. 
El perverso sufre de estar reprimido hacia afuera de sí mismo, y por 
tanto desplaza su objeto de discordia o deseo, reprimiendo (que es la 
precisamente la articulación de la represión general, con las tres 
estructuras: la represiva comúnmente conocida –es decir, la llamada 
“normal”, sin normalizar nunca más absolutamente, o neurótica-, la 
negación, que implica la imposición del deseo y la demanda por 
encima de la realidad y la otredad/Otredad, donde se termina 
negando precisamente a sí mismo perdiendo la noción de la realidad 
en modo paranoico y autoagresivo, y por último la renegación, que 
no es simplemente un redoble de lo anterior: en lugar de supeditarse 
al principio de realidad, o de imponerse, más bien se reimpone 
nuevamente sobre el principio de realidad, pero ya no 
masoquistamente (como el paranoico), sino como sádico 
propiamente. Una forma de imponer también la demanda y el deseo 
sobre la realidad, pero siempre desplazando su carácter de deseo o 
insatisfecho, hacia la satisfacción absoluta, de ahí que la satisfacción 
misma, deja de satisfacerle, por estar desplazando siempre la 
satisfacción, hacia una satisfacción superior a la satisfacción misma 
que experimento (el perverso y el sadista se castran a sí mismos). Yo 
soy heterosexual, mellizo, y por lo tanto, con características que no 
son transexuales, sino que poseo una formación cromosómica 
particularísima (la de mellizo). Si tan siquiera puedo escribir un 
texto como este, y puedo sentir orgullo en admitir mi ser sexuado y 
mi orientación sexual real, es precisamente por el peso de la 
asimetría de aquellos sexos (en plural) que no pueden ni siquiera 
formular estas palabras, ni siquiera verbalizarlas. Siento orgullo, 
como hombre y heterosexual, de no ser tratado en el modo en que es 
tratado ninguno de los otros sexos (que no son 63, sino simplemente, 
los grados de ser sexuado por un lado, y de orientación sexual por el 
otro, sin que sean lo mismo en absoluto). El yo castra y se castra. El 
yo reprime al otro/Otro, y no es simplemente quien padece o recibe 
la represión. Este aspecto crucial solo fue señalado por el propio 
Lacan, tal y como Laplanche, y tal y como las internacionales 
estamos en búsqueda de una articulación de la transferencia, que no 
pierda el carácter dinámico-social (Eriksson), de cada uno de esos 
ciclos de desacomodo o no del yo con respecto al principio de 
realidad, y como diríamos ahora, del otro/Otro con respecto a las 
situaciones conflictivas en la que cae el yo mismo. En términos de la 
psicología general más completa entonces, ningún rasgo ni 
característica puede ser criminalizado. Ningún cuadro 
sintomatológico, y ya no etiológico, tampoco. Ninguna estructura, 
aun menos. Lo único que podría evitar el no pensar en el yo, es el 
verlo solamente en el otro/Otro. Es el fin de la filosofía del otro, 
pero no el fin del humanismo. La psicología ha pecado de enfocarse 
mucho en el individualismo, y esto ha vuelto a la sociedad, en la 
menos individualista de las sociedades, la más “protestante”, por 
inmiscuirse en la vida individual y privada de las personas y los 
sujetos. Es decir, trágicamente, la sociedad individualista se ha 
tornado contra el individuo, una vez más. No contra el 
individualismo hedonista y materialista, especialmente de quienes 
disfrutamos del derecho (y no el privilegio), de poder expresarnos. 
Sino contra el individualismo en el sentido de una sociedad que 
tolere todo rasgo, toda estructura, todo cuadro, y todo perfil, pero sin 
normalización absoluta ya nunca más. 
 
La relación dual imaginaria, la relación tercera simbólica, y la 
supuesta terceridad del falo, no son idénticas entre sí, precisamente 
porque la terceridad del falo está presente en lo imaginario. Eso 
quiere decir que es un objeto de discordia, no de deseo; un objeto 
que es deseado por ambos, y donde el objeto de deseo mismo 
pueden ser ell@s mism@s, pero teniendo como meta el deseo del 
otro alrededor del objeto de discordia. Esto quiere decir que aún 
siendo el falo o teniendo el falo, tanto el falo imaginario (acting out), 
comoel falo simbólico que es la realidad de la terceridad del falo 
como objeto de discordia, el sujeto y la otredad/Otredad se escinden 
entre objeto de discordia y de deseo simultáneamente 
imaginariamente, al modo de significantes y significados, es decir, 
como signos solo cósicos (objeto a), que no existen más que como 
significantes, y signos propiamente dichos, que serían el significante 
cósico y el significado; y simbólicamente, como significantes cosa, 
más allá de la relación dual, pero sin ser el tercero Gran Otro. 
Recordemos además que el Gran Otro se articula sobre el otro, sin 
ser necesariamente solo etéreo. Pero el falo como objeto tercero de 
discordia es precisamente lo que señala la diferencia entre 
perversión y neurótico. El perder la distinción entre el falo y el 
objeto a, es decir, creer que el falo es objeto de deseo, cuando es 
solo deseado por el deseo del otro/Otro, y que no sería investido con 
ninguna forma de deseo de no ser este objeto de discordia mismo, 
investido también por el otro/Gran Otro acerca del cual uno busca 
satisfacción. Sería el esquema del discurso del amo, discurso de la 
universidad, discurso de la histeria y el discurso del analisand. Es 
decir, la diferencia falo y objeto a, es la diferencia misma entre 
deseo y demanda: el falo satisface la demanda (lo cual es 
redundante), y el objeto a nunca. Lo que quiere decir que sí existe 
una etiología y no solo una patología o patologización, alrededor de 
la demanda, y que esta diferencia entre falo y objeto a, además de 
servir para señalar el énfasis sobre la demanda, sirve también para 
señalar la diferencia castrante entre el fetichismo tanto del placer 
como del goce, sin ser lo mismo. O sea, el fetichismo de los objetos 
convertidos en sujetos, y los sujetos en cosas, pero también el 
fetichismo preciso del perverso como un redoble o renegación de ese 
mismo fetichismo, en el que termina por confundir ya no solo al 
sujeto y el objeto, sino al falo y el objeto a, convirtiendo al objeto a 
en falo, y al falo en objeto a.

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