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Del debut a la absolutización de lo psíquico.
Una de las lecturas de Polo sobre la crisis 
de la filosofía de Hegel
From the Beginning to the Absolutization of the Psychic. 
One of Polo’s Readings on the Crisis of Hegel’s Philosophy
ANDRÉS ORTIGOSA
Universidad de Sevilla
Grupo de Investigación “El idealismo alemán y sus consecuencias actuales” (HUM-172)
ORCID: 0000-0002-4223-0299
aortigosa@us.es
STUDIA POLIANA 26 (2024) 213-235 213
ISSN: 1139-6660
Cómo citar este artículo: ORTIGOSA, A., “Del debut a la absolutización de lo psíquico. Una de
las lecturas de Polo sobre la crisis de la filosofía de Hegel”, en Studia Poliana, 26 (2024), 213-235.
https://doi.org/10.15581/013.26.213-235
Resumen: Lo psíquico, que no la psicología como
ciencia, es un tema poco tratado en la filosofía
de Polo. En este escrito se busca dar explicación de
qué es lo psíquico y cuál es su importancia. Se
defiende que lo psíquico tiene dos condiciones re-
duccionistas implícitas que se constituyen a partir
de la crisis de la filosofía de Hegel. La primera es
creer que la realidad es reductible a la percepción
individual. La segunda consiste en que el pensa-
miento ya esté determinado preconceptualmente.
Palabras clave: Hegel, Psíquico, Preconceptual,
Psicoanálisis.
Abstract: The psychic, and not psychology as a
science, is a subject that is little dealt with in Polo’s
philosophy. This paper seeks to explain what the
psychic is and what its importance is. It is argued
that the psychic has two implicit reductionist
conditions that are constituted from the crisis of
Hegel’s philosophy. The first is the belief that reality
is reducible to individual perception. The second is
that thought is already preconceptually determi-
ned.
Keywords: Hegel, Psychic, Preconceptual,
Psychoanalysis.
RECIBIDO: 23 DE MAYO DE 2023
VERSIÓN DEFINITIVA: 7 DE FEBRERO DE 2024
1. INTRODUCCIÓN
L
eonardo Polo realizó numerosas contribuciones en la filosofía abriendo
nuevas perspectivas teóricas mediante su método. También lo hizo a tra-
vés de la lectura, exposición y crítica de otros filósofos. Dentro de estas
contribuciones, el límite mental es una de las más destacadas en su filosofía.
También hay que mencionar que a lo largo de los últimos años las investiga-
ciones acerca de Polo se han abierto a otros campos, como la economía, el de-
recho, la educación, etc. Dándose esta situación, este artículo pretende cen-
trarse en un tema que no está lo suficientemente tratado en la filosofía de
Polo. En buena medida porque no es uno de sus temas más conocidos y, por
ahora, no ha despertado aún demasiadas inquietudes pese a su potencia. Este
es el tema de lo psíquico, que como tal es un problema filosófico.
Ahora bien, lo psíquico no es la psicología. Polo es muy cuidadoso de no
confundir dichos conceptos. Son una dicotomía que no es necesariamente
complementaria entre sí. Lo psíquico es un punto de vista acerca de temas u ob-
jetividades. En contraste, la psicología es una ciencia1. Por eso son radicalmen-
te distintas. También por eso no hay que confundir: esta investigación es acer-
ca de lo psíquico, no de la psicología. La psicología ha sido recientemente
tratada con detalle por Barbosa2. Pero lo psíquico carece de demasiada aten-
ción en los estudios sobre la filosofía de Polo. Pues bien, ¿cuál es el interés de
lo psíquico? ¿Por qué es tan potente esta noción?
Lo psíquico aparece especialmente tematizado en Curso de psicología gene-
ral. Desde esta noción se puede establecer una lectura original de la historia
de la filosofía, como hace Polo. Esta historia de la filosofía tiene un punto de
inflexión en la filosofía de Hegel, expuesta desde su Ciencia de la lógica, la cual
ya fue discutida en la obra de Polo Hegel y posthegelianismo. Sin embargo, Polo
acepta que la filosofía hegeliana marcó un hito en la historia del pensamiento.
Las pretensiones de agotamiento de la realidad desde el pensamiento parecían
encaminar a la filosofía a volverse hegeliana completamente, o bien, a volver-
se contra ella –como sucedió–. Esto es el posthegelianismo. Justamente es des-
de aquí que se comprende mejor el auge de lo psíquico. No porque antes no
existiese, pues Polo rastrea lo psíquico desde la Grecia clásica, sino porque es
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1 Cfr. Psicología general, 297. Para una exposición detallada sobre esta diferencia, véase: C. MAR-
TÍNEZ, “La distinción poliana entre antropología y psicología”, en Studia Poliana, 13 (2011),
164-169.
2 Mª C. BARBOSA, El estatuto científico de la psicología según Leonardo Polo, Sindéresis, Madrid, 2023.
a partir de la crisis de la filosofía de Hegel que comienza el auge de lo psíqui-
co como punto de vista dinámico sobre temas u objetividades3. De este modo,
se puede afirmar que antes de la filosofía de Hegel lo que hay son las condi-
ciones necesarias para que lo psíquico emerja como punto de vista, mientras
que después de la filosofía de Hegel lo que ocurre es que lo psíquico inicia su
proceso de absolutización, tratando de imponerse como único conocimiento
verdadero sobre la realidad.
En esta investigación presento una interpretación acerca de la noción de
lo psíquico según Polo que ayuda a comprender la potencia de esa noción para
con la historia de la filosofía, así como la originalidad del pensamiento del fi-
lósofo español. Para ello parto desde la exposición que realizó este filósofo
desde la modernidad. Comenzando por Ockam y Descartes, donde hay un ais-
lamiento de lo psíquico, y luego yendo a Kant donde aparece como presu-
puesto necesario, se instauran las condiciones para que los psíquico nazca
como tema que está presente en la filosofía posterior –especialmente, la de fi-
nales del siglo XIX e inicios del siglo XX–. En este marco la filosofía de He-
gel y su correspondiente crisis que, dadas las pretensiones de esta de agotar lo
real, va a permitir posteriormente el proceso de absolutización de lo psíquico.
O lo que es lo mismo: que lo psíquico cobre un papel central para compren-
der a las filosofías posthegelianas. En este escrito terminaré en el psicoanálisis
como caso ilustrativo de absolutización de lo psíquico en la filosofía post-
hegeliana porque es donde aparece de manera más evidente.
La interpretación que quiero presentar mediante el recorrido histórico
desde Ockam hasta el psicoanálisis es que lo psíquico debe ser entendido en la
obra de Polo como una doble reducción tras la crisis de la filosofía hegeliana.
La primera reducción consiste en que se reduzca la realidad a punto de vista.
Esto es, que la manera de advertir la realidad es, entonces, individual y propia
de cada uno de los individuos. La segunda reducción es que se presupone que
lo conceptual –esto es, lo elaborado por el entendimiento y siendo su grado
más alto el pensamiento– está determinado en sentido fuerte por lo precon-
ceptual. Así, el pensamiento está determinado desde algo ajeno y previo al
propio pensar. Esto se da de muchos modos: en Nietzsche es la voluntad de
poder, en Marx la clase social, y en Freud el inconsciente. Estos tres filósofos
de la sospecha son ejemplos de lo que denomino aquí preconceptual. O si se
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3 Cfr. Psicología general, 23.
prefiere: tratan de fundamentar que el pensamiento sobre la realidad no es
real, sino que está determinado por algo que escapa al propio pensamiento y
que está antes que este mismo. En el psicoanálisis la doble reducción es,
primero como punto de vista individual, y luego lo preconceptual es com-
prendido como vivencia –especialmente de la infancia–. De este modo, nues-
tro pensamiento, intereses, modo de ser y problemas son atomizados hasta
considerarlos solo como vivencias de nuestra infancia que nos han determina-
do a ser quienes somos, al margen de nuestra libertad. Pues bien, si lo psíqui-
co puede ser entendido como preconceptual, entonces la propuesta de Polo no
solo es original, sino que sirve como eje en la que explicar la historia de lafi-
losofía, sobre todo, del posthegelianismo.
2. LOS MODERNOS Y LO PSÍQUICO
2.1. Las condiciones necesarias de lo psíquico: Ockam y Descartes
El antropocentrismo vino a poner al ser humano como el objeto privile-
giado y preferente sobre el que reflexionar. Desde el antropocentrismo la fi-
losofía moderna sitúa al sujeto, y con él a la subjetividad, en el centro de la
filosofía4. Con ello, desde esta base se pensó acerca de lo distintivo del ser hu-
mano, que tradicionalmente ha sido su racionalidad. ¿Cómo comenzó a ges-
tarse esto en la filosofía moderna? ¿Qué relación tiene con la subjetividad y lo
psíquico?
Como consecuencia del contexto anterior, la temática de la psyche en la
modernidad se expresó desde la subjetividad. Dentro de la amplísima temática
que es la subjetividad, una noción clave, casi piedra angular, fue lo psíquico. Sin
embargo, el estudio de la psique humana en la modernidad produjo una rup-
tura con las líneas de la psicología clásica –como consecuencia de la ruptura en
la concepción antropológica5–. Esto es un contraste claro que, en consecuen-
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4 Esto no quiere decir que no existiese la subjetividad anteriormente, ni tampoco que no hubiese
sido pensada por los medievales, sino que en este periodo la filosofía acerca de la subjetividad tie-
ne su auge, que llega hasta el Idealismo alemán. Para la gestación de la subjetividad como tema
de la filosofía antes de los modernos, véase: J. A. GARCÍA, “Autoconciencia y autoposición en el
Sistema del idealismo trascendental de Schelling: una discusión sobre la libertad”, en J. HUECK,
R. ARAGÜÉS, R. REYNA (Eds.), Un sistema del pleno conocimiento. Schelling y el Sistema del idea-
lismo trascendental de 1800, Sapientia, Málaga, 2023, 75-81.
5 J. A. GARCÍA, “Metafísica y antropología: la noción moderna de sujeto”, en J. A. GARCÍA,
T. MELENDO (Eds.), Actualidad de la metafísica, número monográfico: Contrastes. Revista Inter-
nacional de filosofía, Supl. VII (2002), 96-100.
cia, propulsó a lo psíquico en la historia del pensamiento. En cierto modo, lo
psíquico destacó por encima del resto de realidades que componen la subjeti-
vidad. Es más, lo psíquico es uno de los puntos de arranque de la modernidad.
Polo lo expresó así: “tal contraste es el punto de partida del pensamiento mo-
derno. Ello equivale a decir que es en el pensamiento moderno donde ‘lo psí-
quico’ es formalmente destacado”6. El pensamiento moderno puede ser aten-
dido y explicado desde la noción de lo psíquico, por lo que habrá que datar este
auge siguiendo a Polo.
Para que se produzca este auge de lo psíquico la primera maniobra mo-
derna es separarlo como objeto sobre el que reflexionar; desgajarlo de la
complejidad holística de la subjetividad humana. Aislarlo y tomarlo aquello
a lo que lo demás puede ser reducido. Esto es una especie de sinécdoque.
Este aislamiento, de acuerdo con Polo, se produce por obra de Guillermo de
Ockam y de René Descartes7. Pero, como se ha mencionado, la apertura ha-
cia lo psíquico ocurre con mayor contundencia tras Hegel. Por este motivo,
expondré brevemente sobre Ockam y Descartes las partes que nos interesan
datando cómo Polo detecta el arranque del problema de lo psíquico en sus
filosofías.
Polo subraya sobre Ockam la indeterminación de la voluntad. El requi-
sito para la libertad, según Ockam, es previo a esta misma: la indiferencia de
la voluntad ante un fin, ante un objeto, o ante las inclinaciones8. Por consi-
guiente, en la voluntad ockamiana no hay suficiente inclinación hacia un bien
común, precisamente por su posición de indiferencia, la cual identifica con
una ganancia de libertad. Esto es que la libertad es la indeterminación voliti-
va. Como consecuencia, se niega que la libertad emane desde otras facultades,
como la inteligencia.
Al aislar a la voluntad y la inteligencia, dotando de primacía a la primera
sobre la segunda, entonces la recta inteligencia no puede regir sobre la volun-
tad. La voluntad, así, queda desvinculada y como descontrolada, porque es
puesta como la más elevada de las facultades. Como afirman Domínguez y Se-
llés sobre este tema: “si nada intelectual es superior a la voluntad, nada puede
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6 Psicología general, 24.
7 Cfr. Psicología general, 26.
8 Por ejemplo, Ockam emplea este tipo de argumentación frente a la felicidad: “La voluntad con-
tingente y libremente goza del fin último mostrado en universal, porque puede amar la felicidad
o no amarla, y puede apetecer su felicidad o no apetecerla”, G. DE OCKHAM, Sent., I, d. 1, q. 6;
OP TH, tomo I, 503.
regular a la voluntad y dotarla de sentido”9. Por eso el núcleo de la voluntad
es la espontaneidad: es la voluntad activa per se, y la inteligencia meramente un
instrumento de la primera porque “puede ser gobernada y hasta utilizada por
la voluntad”10. La voluntad no tiene quien la rija y, en consecuencia, es plena-
mente espontánea, por lo tanto, la subjetividad descontrolada es el fundamen-
to del ser humano11.
El tema del voluntarismo encontrará otro punto de referencia en la Edad
Moderna. Frente a la tradición, Polo propuso una lectura de Descartes como
voluntarista que, para situar estas condiciones necesarias de afloramiento de lo
psíquico, debe ser atendido. Es otro tipo de voluntarismo, pero, como se verá,
comparte tanto la separación de facultades como la primacía de la esponta-
neidad.
La voluntad y el pensamiento están escindidos en Descartes. Son siem-
pre elementos activos para el cogito. Así “el penser y el vouloir, en una unifica-
ción sintética, son activos siempre en el acto fundamental del cogito”12. Pero
Polo va un paso más allá. Respecto al voluntarismo cartesiano, lo que Polo
subraya en su exposición es la importancia de cómo el filósofo francés consi-
gue que la actividad de la voluntad aplique sobre la realidad objetiva. Para ga-
rantizar la existencia de la realidad objetiva, externa a la mente, Descartes la
hace depender de la mente, aunque suene contradictorio. La realidad objetiva
no es ajena al ser humano, sino que afirmar su existencia es una actividad
intelectual humana. Es aquí donde la voluntad tiene que llegar a afirmar la
existencia de una realidad externa a ella. Pero afirmar la realidad desde la vo-
luntad en vez de desde la inteligencia es extraño. ¿Por qué ocurre esto en Des-
cartes?
En la filosofía cartesiana, una cosa es la realidad externa al sujeto (res
extensa) y otra diferente es la afirmación de la existencia de dicha realidad (obra
de la res cogitans). Por tanto, para afirmar la existencia de la realidad objetiva no
se vale por sí misma, sino que requiere de un sujeto. A esto se le denomina evi-
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9 F. DOMÍNGUEZ, J. F. SELLÉS, “Nominalismo, voluntarismo y contingentismo. La crítica de
L. Polo a las nociones centrales de Ockam”, en Studia Poliana, 9 (2007), 171.
10 Cfr. J. A. GARCÍA, “Autoconciencia y autoposición en el Sistema del idealismo trascendental de
Schelling: una discusión sobre la libertad”, 76.
11 Ockham lo dice explícitamente cuando se refiere a las causas, pues la voluntad “no recibe tal in-
fluencia desde el principio, sino que es ella misma el principio de acción” (G. DE OCKHAM, Sent.,
I, d. 43, q. 1, OP TH, tomo IV, 633). Las cursivas para el énfasis son mías.
12 R. LAUTH., Descartes: La concepción del sistema de la filosofía en Descartes, UMA, Málaga, 2006,
193.
dencia. Grosso modo, entonces la evidencia nace de la actitud de la voluntad13,
por lo que la evidencia no es propia de los objetos a los que se dirige, sino que
los objetos están sujetos a la evidencia haciendo posible que sea el sujeto el
que afirma su existencia a través del juicio. Judicium est opus voluntatis. Así, los
objetos son objetos para el sujeto solo en tanto que evidentes14. Es el sujeto el
que afirma la realidad, y por lo tanto, “la evidencia cartesiana se ordena, en úl-
timo extremo, a la función voluntaria dela afirmación”15. Esta evidencia es
igual para todas las personas, pues tienen que ser quienes tenga la seguridad de
que los entes existen: “el reconocimiento de la dimensión voluntarista de la ac-
titud cartesiana es necesario para la correcta interpretación del sentido carte-
siano de la seguridad”16. Lo que señala Polo se debe a que el fundamento que
garantiza y asegura que existe una realidad objetiva es la voluntad.
Dándose esto en el pensamiento de Descartes, entonces el criterio de va-
lidez identificativa para con la realidad ha cambiado frente a la línea clásica. Se
ha resituado en la evidencia, que a su vez es conducida por la voluntad. Por
consiguiente, para nuestro estudio, fijémonos en que Descartes somete el pen-
samiento a la voluntad, y que, debido a esto, la realidad es comprendida psí-
quicamente.
Una vez se ha abierto en la historia del pensamiento esta vía, ahora tene-
mos las condiciones necesarias para que lo psíquico destaque. Por una parte,
con Ockam, se ha constituido que las facultades pueden separarse y que la ac-
tividad de la voluntad tiene primacía. Y, en segundo lugar, con Descartes, que
la actividad de la voluntad se aplica al conocimiento objetivo de la realidad,
siendo esta actividad su garantía17. Con la segunda condición necesaria, la car-
tesiana, se produce cierta merma de la objetividad, especialmente, de la onto-
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13 La voluntad a través del libre arbitrio es, en definitiva, la pieza angular de Descartes: “sólo ob-
servo en nosotros una cosa que puede autorizarnos a estimamos: el uso de nuestro libre arbitrio
y el dominio que tenemos sobre nuestras voluntades; pues sólo por las acciones que dependen
de este libre arbitrio podemos ser con razón alabados o censurados; y nos hace en cierto mod o
semejantes a Dios haciéndonos dueños de nosotros mismos, con tal de que n o perdamos por co-
bardía los derechos que nos da” (R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 4ª ed., Aguilar, Buenos
Aires, 1981, art. 152).
14 Estas evidencias agotan lo conocible por el sujeto porque no hay nada más allá en el objeto.
Como afirma Descartes en el Discurso del método: “no hay sino una verdad en cada cosa, el que la
encuentra sabe todo lo que se puede saber de ella” (R. DESCARTES, Discurso del método. Medi-
taciones metafísicas, 32ª ed., Espasa Calpe, Madrid, 1997, 2ª parte, 57).
15 Evidencia y realidad, 105.
16 Evidencia y realidad, 106.
17 Cfr. Psicología general, 27.
lógica. Y justamente es por eso por lo que se podrá abrir el problema de lo psí-
quico a la filosofía de Hegel. El idealista tratará de conseguir una superación
de este planteamiento ontológico-psíquico cartesiano. Polo lo expresa de este
modo: “la evidencia cartesiana (...) posibilita desarrollos como los de Espino-
sa y Hegel que, al menos, intentan la superación de ‘lo psíquico’”18. No obs-
tante, queda otro antecedente clave antes de entrar en la filosofía de Hegel.
Este antecedente es la filosofía kantiana, que en cierta manera es continuado-
ra de la cartesiana, como veremos. Por ello, ahora pasaremos a exponer cómo
Kant influye en la comprensión sobre lo psíquico.
2.2. La logificación de lo psíquico: Kant
La cuestión acerca de lo psíquico continúa con su desarrollo a lo largo de
la modernidad. Spinoza pudo intentar una logificación de lo psíquico desde la
objetividad, pero fue Kant quien trató de realizar esta logificación desde el su-
jeto. Concretamente, en Kant hay una transición desde el sujeto, como fuen-
te de la espontaneidad, a lo objetivo mediante la lógica trascendental19.
El planteamiento trascendental y lo psíquico están en relación. La lógica
trascendental, en parte, trata de exponer cómo acontecen los objetos en el
pensamiento. Así pues, la posibilidad y la pensabilidad son lo mismo en este
punto resultando que “el planteamiento trascendental es el intento de hacer
que la lógica haga o cumpla una función genética que ocupe el lugar de ‘lo psí-
quico’”20. Esta idea de Polo puede ilustrarse con nitidez en el célebre ejemplo
de los cien táleros de Kant. Cuando Kant comenta que los cien táleros reales
no son los cien táleros pensados, entonces se refiere a que son un quantum, o
sea, que existe una unidad numérica que ayuda a conocer que hay cien táleros.
Estos cien táleros, cuando son reales, pueden constituirse a través de monedas
muy diferentes siempre y cuando sumen cien táleros. Sin embargo, la unidad
numérica hace referencia al concepto, a lo pensable, y no aprehendiendo ple-
namente a lo real. Por eso señala agudamente Kant respecto a los táleros pen-
sados que “esto significan en el concepto mientras que aquellos [significan] el
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18 Psicología general, 27.
19 Cfr. Psicología general, 31.
20 Psicología general, 31. De hecho, Kant desplaza lo nouménico fuera de esta órbita: “Pero si ad-
mito cosas que son meros objetos del entendimiento y que sin embargo, como tales, pueden ser
dadas a una intuición, aunque no sensible (por tanto coram intuitu intellectuali), entonces tales co-
sas se llamarían noumena (intelligibilia)” (KrV, A 248-249 / B 309).
objeto]”, resultando entonces que “mi concepto no expresaría todo el obje-
to”21. Kant había diferenciado ser y pensar a través de su ejemplo de los cien
táleros. Hegel dio cuenta de ello: “para aclarar la distinción entre pensamien-
to y ser, usó el ejemplo de los cien táleros que con arreglo al concepto son cien,
tanto si son posibles como si son reales”22.
Con arreglo a esto, Hegel también señala que el pensamiento y el ser son
lo mismo en cierto modo. Para ello se remite a que el ser es descubierto por
el pensamiento, y termina operando una reducción del ser al pensamiento.
Por lo tanto, la realidad es aprehensible y tomable desde el psiquismo huma-
no23. En Kant y en Hegel, entonces, el ser y el pensamiento, o el objeto y su
concepto, se diferencian para luego confundirse. En el primero, como ha se-
ñalado Polo, cuando en la lógica trascendental Kant reduce el objeto al pen-
samiento como condición de posibilidad del objeto mismo, y en Hegel cuan-
do el pensamiento es tan desbordante que nada de la realidad puede escapar a
él. De ahí que en ambos autores se suela hablar de idealismo.
No obstante, el pensamiento no puede conceptualizar la totalidad de lo
real. Esto hace que la interpretación poliana difiera de la hegeliana en este
punto, pues Polo encuentra en Kant que la condición de posibilidad del obje-
to es el pensamiento, mientras que Hegel detecta que el pensamiento y el ser
quedan, tras el ejemplo de los cien táleros, simplemente confundidos.
Sin embargo, Kant es consciente de que en ese concepto que nos forma-
mos de los objetos no se expresa la totalidad del objeto. Esto da lugar a que la
línea inaugurada por Descartes en la que el sujeto voluntariamente afirma
la realidad trasladando el conocimiento objetivo de la realidad a la voluntad,
se conduzca a lo lógica como criterio de posibilidad de ser del objeto24. Es de-
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21 KrV, A 599/627.
22 Enz C, § 51N.
23 No me detendré en esto pues ha sido tratado con detalle en otra parte. Véase A. ORTIGOSA,
“La unión de la lógica y la metafísica en Hegel. El problema de la escisión entre pensar y ser”,
en Tópicos. Revista de filosofía, 68 (2024), 215-241. También es un tema que fue trabajado en pro-
fundidad por Giovanni Gentile. Para ello, véase G. GENTILE, “La reforma de la dialéctica he-
geliana y B. Spaventa”, en Studia hegeliana, VIII (2022), traducción de A. ZÚNICA, 238-245.
24 Esto se produce de tal modo, que como la clave está en la pensabilidad, la explicación de los con-
ceptos matemáticos y de las cuentas matemáticas también reside en su condición de pensabili-
dad, guiada por la voluntad en realidad. Así, en una suma normal y corriente, por ejemplo, son
una orden intelectual que será susceptible de ser verdadera o falsa. El resultado es la comproba-
ciónde la misma. Pero eso quiere decir que es la voluntad la que activa al cálculo, es decir, “que
dichos juicios se hacen verdaderos al ser producidos en sede interna por medio de una moción
de la voluntad que obedece a dicha orden” (R. REYNA, Unidad conceptual y síntesis objetiva en
Kant, OLMS, Berlín-Boston, 102).
cir, es una reconducción de lo empezado por Descartes, que ahora vira hacia
la lógica trascendental, la cual es descubierta por un sujeto y llevada hacia la
objetividad. Por eso Polo comenta que “Kant al logificar ‘lo psíquico’ confie-
re a lo lógico el relieve dinámico de ‘lo psíquico’. La lógica trascendental asu-
me la función de ‘lo psíquico’. Construir un objeto es hacerlo pensable. La po-
sibilidad de un objeto es de orden lógico. Contiene el objeto una necesidad
estricta, que no deriva de un mero análisis del objeto como dado, sino que
vincula el objeto con el sujeto”25.
Esta idea es fundamental. Si recordamos la definición que Polo dio acer-
ca de lo psíquico, citada ya en la introducción, una de las cualidades más
subrayables de lo psíquico es su dinamismo. O sea: un punto de vista dinámi-
co acerca de temas u objetividades. Esto quiere decir que un rasgo distintivo
sobre lo psíquico es precisamente, el dinamismo, el cual lo diferencia de otros
puntos de vista. Y este dinamismo, como nos ha revelado Polo en la cita ante-
rior, es advertido en la logificación kantiana. Dicho en unas pocas palabras: la
logificación kantiana aplica al conjunto de temas u objetividades.
Ahora bien, para no quedarnos solamente en la afirmación del hallazgo y
comentar cómo es que Polo encuentra este dinamismo en la lógica trascenden-
tal debemos atender al yo. El yo puro, en la filosofía de Kant, es el yo que pien-
sa. Este yo es la condición de toda síntesis particular, antes que la propia sínte-
sis con espontaneidad26. Pues bien, la espontaneidad entonces es la que confiere
la generalidad, siendo que todas las categorías podrían ser deducidas. Asimismo,
entonces los objetos, en tanto que su condición de posibilidad era la pensabili-
dad por medio de las categorías, pasan a ser los contenidos de la conciencia: “si
el yo es la espontaneidad que confiere generalidad a la unidad de la conciencia,
todas las unidades –categorías– son deducidas. Entre la conciencia y los objetos
pensables hay una relación deductiva trascendental: los objetos son, a través de
las categorías, los contenidos de la conciencia”27. Por consiguiente, la lógica
trascendental kantiana pasa a tomar todo lo que lo psíquico puede significar
acerca de un objeto y lo envuelve en un dinamismo, que es lo lógico, reducien-
do así la realidad a lógica. Por eso apunta Polo que es logificación. Dicho de
otro modo: la afirmación de la existencia de la realidad vuelve a ser una activi-
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25 Psicología general, 31.
26 Polo se refiere a esto explícitamente: “El yo puro, tomado como referencia, es el yo-pienso; la
condición ‘a priori’ de toda síntesis particular es espontaneidad radical” (Psicología general, 31).
27 Psicología general, 32.
dad del sujeto, concretamente, la deducción desde las categorías. El núcleo en-
tonces no es la realidad en sí misma, sino la actividad del sujeto. El parámetro
de la lógica trascendental es, justamente, lo psíquico aislado de las dimensiones
objetivas28, lo cual nos permitirá dar el paso del sujeto al objeto desde la pensa-
bilidad29, porque ya habían sido separados previamente. Sin pensabilidad, sen-
cillamente, no hay objeto porque el objeto, insisto nuevamente, ha quedado re-
ducido a su condición de pensabilidad, aunque sea a través de la lógica.
De este modo lo psíquico es lo lógico en Kant, constituyéndose como
disposiciones previas para pensar la realidad. O sea, el modo que tenemos de
comprender la realidad ya está mediado por algo previo –comenzado así a
acercarnos a lo psíquico en el posthegelianismo, es decir, como preconcep-
tual–. Pero con Hegel este enfoque sobre lo psíquico tomará otra dirección, y
será después de él cuando se renueve el interés. Pasemos, pues, a reconstruir
esta parte del diagnóstico de Polo.
3. LO PSÍQUICO COMO CONSECUENCIA DE LA CRISIS
DEL PROYECTO HEGELIANO
3.1. Líneas generales de Hegel para la renovación de lo psíquico
La cuestión que Polo se plantea es cómo puede haber un interés renova-
do por lo psíquico después de la logificación kantiana. Lo psíquico había que-
dado asumido por lo lógico. ¿Cómo puede entonces retornar? ¿Quién consi-
guió separar a lo psíquico y a lo lógico nuevamente? Desde el inicio, Polo
acota30 su pensamiento sobre Hegel para encauzarlo a la cuestión de lo psí-
quico. Él tomará la estructura lógica del sistema hegeliano precisamente por
ser un desarrollo que se encontraba en Kant como latente31. En buena medi-
da, también encontramos un primado de la Ciencia de la lógica en la exposición
de Polo en vez de usar las filosofías reales32. La lógica hegeliana tiene una do-
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28 Cfr. Psicología general, 32.
29 Cfr. Psicología general, 33.
30 Digo que “acota” porque el pensamiento de Polo sobre Hegel es mucho más extenso que lo que
presenta para tratar lo psíquico. Tanto en su reseña sobre el libro de K. Pappaioannou, así como
luego en Hegel y posthegelianismo, el tratamiento temático sobre Hegel es muchísimo más amplio.
Aquí lo reduzco a los temas que nos interesan para esta investigación.
31 Cfr. Psicología general, 33-34.
32 Esta idea está justificada dentro de las propias exposiciones de Polo, quien siempre consideró el
primado de la Ciencia de la lógica por encima del resto de las obras de Hegel. Para una defensa
sobre esto, véase: J. A. GARCÍA, “En torno al parágrafo 244 de la Enciclopedia. Una discusión
ble tarea: constituir los objetos y relacionar al sujeto con el objeto. Es en este
punto donde Polo ve su relación con Kant. Esto mismo había sido expuesto
en otras obras de Polo con mayor detalle33, y en Curso de psicología general ofre-
ce un breve resumen para centrarse en lo psíquico.
Hegel aprovechó las líneas kantianas, pero reelaborándolas y profundi-
zando en su explicación. Polo y Hegel detectan la insuficiencia de la relación
sujeto-objeto en Kant. Además, a esto se le suma que Kant comprende al su-
jeto desde “un modelo proyectivo, también insuficiente en términos de identi-
dad”34. Esto mismo es lo que desde la óptica de Polo, Hegel va a tratar de abor-
dar. Concretamente, la maniobra es la siguiente: “la identidad hegeliana no es
la pura mismidad o igualdad –ya veremos que esto es lo falso para Hegel–, sino
el ámbito sujeto-objeto en tanto que el objeto va siendo puesto como deter-
minación inseparable del designio de la autoconciencia”35.
Esta autoconciencia debe poder pensar todo lo ideal y lo real. Esto se
hace idealizando a lo real. Elevando la mera experiencia a concepto. Por eso
la autoconciencia es un proceso en el que comparece la realidad y, en conse-
cuencia, la realidad no es sino pensable desde la autoconciencia36. Polo identi-
fica de este modo el proceso: “en suma, se precisa: 1) hacer comparecer todo,
objetivar la totalidad de lo pensable; 2) que pensarlo todo sea la autoconcien-
cia contemplativa de su autogénesis (sólo hay autoconciencia cuando todo es
pensado, y al revés). (En orden a este doble requerimiento hay que entender
la famosa fórmula ‘todo lo real es racional, todo lo racional es real’)”37.
Para que esto se produzca hay que tomarlo no solo desde la razón, sino
también desde la propia realidad. El Concepto debe ser real38. En este sentido,
la identidad hegeliana –la cual Polo ya nos había advertido que no era mera
ANDRÉS ORTIGOSA
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acerca del intelecto personal”, en J. A. GARCÍA, R. REYNA, Estudios sobre idealismo alemán,
Apeiron, Madrid, 2022, 87-112; A. ORTIGOSA, “Polo frente a Papaioannou: un debate sobre
la dialéctica y la futurología en Hegel”, en Miscelánea Poliana, 72 (2022), 61-84.
33 Cfr. Hegel, 74-76.
34Psicología general, 35.
35 Psicología general, 35.
36 Es cierto que Feuerbach denunció esta maniobra de Hegel. A su juicio, el filósofo idealista esta-
ba cayendo en un tipo de neoplatonismo en el que la realidad se reducía a lo pensable. El críti-
co de Hegel lo expresó así: “lo concreto es convertido en un predicado del pensamiento, el ser en una
mera determinación del pensamiento; pues la proposición: el concepto es concreto, es idéntica a la proposi-
ción: el ser es una determinación del pensar. Lo que en los neoplatónicos es representación, fantasía,
Hegel lo ha transformado únicamente en conceptos, lo ha racionalizado” (L. FEUERBACH,
Principios de la filosofía del futuro, Orbis, Barcelona, 1984, 95).
37 Psicología general, 36.
38 Cfr. Hegel, 76.
igualdad– se formula del siguiente modo: “A es A”. Pero esta no es la identi-
dad de la lógica formal tradicional, o clásica, sino que, en esta fórmula, la se-
gunda A es la efectuación real de la primera, siendo la primera, pues, el objeto
de contemplación de esta segunda39. Por tanto, hay una A, la primera, que es
lo contemplado, y una segunda A que la contempla, que sabe de la primera A,
siendo ella la realización real. Esto es lo que quiere decir “A es A”, y no mera
igualdad pues “la contemplación simplemente se instala en el saberse del su-
jeto en el objeto”40. Este saberse del sujeto en el objeto es el espíritu (Geist) en
la filosofía real, que contempla su libertad, o también es la Idea desde la lógi-
ca, que contempla la verdad41.
Lo anterior envuelve a la filosofía hegeliana en un proceso dialéctico.
Polo entiende así este proceso dialéctico en Curso de psicología general: “el pro-
ceso dialéctico es aquel que desde una situación dada pasa a otra completa-
mente nueva”42. La dialéctica a medida que avanza, va produciendo un incre-
mento del conocimiento sin renunciar a lo anterior. Pero este aumento debe
tener un final al que llegar, un culmen. Este es el Absoluto. Al llegar al Abso-
luto, el proceso dialéctico cesa. O si se prefiere, es un cuarto momento: la con-
templación43. Este último no es plenamente dialéctico44, aunque sea un cuarto
momento. Al contrario, lo propio de la dialéctica no es contemplar el conoci-
miento producido, sino producirlo. Ir tornando a la filosofía como saber efec-
tivamente real. Mientras se produce, el avance es dialéctico, siendo su filoso-
fía de la historia un ejemplo claro: “la historiología de Hegel, por ejemplo, está
construida dialécticamente. La historiología es todo el proceso, pues en el pre-
sente de Hegel ha terminado la historia. Cuando todo se ha logrado y llega la
noche, el pájaro de Minerva se eleva en vuelo. Tal metáfora la emplea Hegel
en La Filosofía de la Historia. El pájaro de Minerva, la lechuza, es el símbolo de
la sabiduría; al final ya no hay más que gravitar en el saber, pues efectivamen-
te eso es lo que corresponde a un sujeto que lo ha logrado todo en tanto que
ya está instalado en el saber absoluto”45.
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39 Cfr. Hegel, 76.
40 Hegel, 76.
41 Por extensión no es posible ampliar más este tema. Pero sepa el lector que está conectados. Para
un estudio sobre esta conexión, véase: L. MATTANA, “Decidirse por la libertad: decidirse por
la verdad. La reflexión que se hace sistema”, en Studia hegeliana, VI (2020), 73-93.
42 Psicología general, 36.
43 Cfr. Psicología general, 40-41.
44 J. J. PADIAL, La idea en la ciencia de la lógica de Hegel, UMA, Málaga, 2003, 390.
45 Psicología general, 41.
Pero cuando se alcanza la contemplación, entonces hay paz, tranquilidad,
no hay proceso, sino cese del proceso, o mejor: culminación del proceso. Aquí
se alcanza “el estatuto de la contemplación”46. Se pasa de Unruhe a Ruhe, que
es el cuarto momento47. Que sea el cuarto momento quiere decir que es la
serenidad. La contemplación serena al proceso. El proceso, como tal, ha sido
carente de tranquilidad, inquieto. La marcha dialéctica de la historia es un mo-
tor que no ha dejado de funcionar hasta que, finalmente, se consigue su cul-
minación. Esto quiere decir que el cuarto momento es aquel que deja a la dia-
léctica en estado de reposo. La sosiega. Cuando la paz acontece significa que
el proceso ha terminado, que se ha alcanzado la ciencia. Así “la ciencia es con-
templación para Hegel”48.
Si fuésemos consecuentes con esta idea, entonces la historia del pensa-
miento tiene que terminar en Hegel. A partir de él no puede haber avance fi-
losófico por haber alcanzado el último momento. La realidad quedaba así ago-
tada desde la racionalidad. Por ello se ha tildado a Hegel de panlogista, o
también de “mono-lógico”49. Todo culminaría allí. Sin embargo, esto no es lo
que pasó. La historia de la filosofía continuó avanzando. Aunque no por el
sendero que había agotado Hegel, sino por otros aún inexplorados. Pasemos
a ver esto con mayor detalle.
3.2. La apertura a lo psíquico: pensar en los márgenes de la razón
Con la culminación de la filosofía hegeliana también habría culminado el
pensamiento filosófico. Ya nos situamos en el último estadio: la contempla-
ción. Tras ella no queda nada. Pero esta visión sobre Hegel recibe un pulso
por parte de Polo. Como él observa, si desde Hegel ya no es posible el avan-
ce, entonces el avance de la filosofía se producirá por la crisis de la propia fi-
losofía hegeliana. Por eso Polo expresa que “o bien aceptamos que ya no pasa
nada nuevo y nos quedamos en Hegel: eso equivale a parar la historia, pues un
saber absolutamente absoluto no es, sin más intrahistórico; o bien nos atene-
mos a que la historia sigue –en otro caso nosotros mismos no existiríamos– y,
paralelamente, la filosofía de Hegel entra en crisis. Hay que darse cuenta de
lo seria e inevitable que es la crisis de la filosofía de Hegel”50.
ANDRÉS ORTIGOSA
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46 Psicología general, 41.
47 Psicología general, 41.
48 J. J. PADIAL, La idea en la ciencia de la lógica de Hegel, 392.
49 Cfr. J. J. PADIAL, La idea en la ciencia de la lógica de Hegel, 252-254.
50 Psicología general, 43.
Atendamos a esta cita. La crisis de la filosofía de Hegel marca el inicio de
una nueva época del pensamiento. O se es hegeliano, o se está contra Hegel.
Pero no puede ignorarse la alargada sombra del idealista. Una opción es pen-
sar que ya no hay nada más después de él. En ese caso, hay que aceptar que el
saber absoluto llega a agotar la realidad. O tomar otro camino, otra deriva. No
continuar por donde Hegel ha culminado, sino por los lugares que no explo-
ró. Tomar esta segunda vía es comenzar la crisis de la filosofía hegeliana, que
inicia con lo psíquico de acuerdo con Polo51. Pero ¿por qué lo psíquico y no
otro tema? ¿Por qué Polo diagnostica en la historia de la filosofía la apertura a
lo psíquico como crisis del sistema de Hegel? En último término: ¿por qué
Polo puede decir que todo lo que llegó después de Hegel es posthegelianismo?
La crisis del sistema de Hegel llega desde varios ángulos. Polo trabajó
esto mismo en otra obra52, pero en el Curso de psicología se centra en el proble-
ma de lo psíquico. Por ello aquí se encuadran a todos los filósofos que, en vez
de escoger llevar a la razón a sus últimas consecuencias –este camino ya lo ha-
bría terminado Hegel–, deciden optar por los niveles preconceptuales. Esto es
importante: los sentimientos y las vivencias de la primera infancia como parte
de lo psíquico, no son irracionales pese a ser preconceptuales. Aparecen antes
de que podamos conceptualizar el mundo, antes de quedar atrapados en el ce-
lofán del concepto53. Pero no por ello carecen de razonabilidad, sino que, sien-
do preconceptuales, hay motivos para que estén y desarrollen una labor im-
portante en la personalidad de cada uno de nosotros.
De esta manera, creo que lo que Polo refiere no es que el posthegelia-
nismo sea llegar mediante la razón a los lugares que Hegel no logró alcanzar.
Polo ha marcado que el propósito de Hegel era que racionalidad de la reali-
dad quedase agotada. Esmás, Hegel imbrica la realidad con la razón, llegan-
do a que “la razón es presencia pura, la capacidad de hacer comparecer sin ve-
los: la realidad es tenida ahí, de modo que fuera no queda nada de ella”54. Por
el camino de la razón no se puede intentar llegar más allá de Hegel. Por eso,
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51 Esta tesis es original de Polo. El estudio más tradicional sobre ello atribuye la crisis del post-
hegelianismo a la primera ruptura entre los hegelianos. Esta se da desde Dr. Strauss, en su Leben
Jesu, la cual inicia este proceso de ruptura. Para esto, véase: A. GINZO, “Estudio introducto-
rio”, en A. GINZO (Ed.), Hegel y los jóvenes hegelianos, CSIC, Madrid, 2021, 59-67.
52 Hegel, 247-255.
53 J. J. PADIAL “El celofán del Concepto. Sobre la transparencia u opacidad de las entidades in-
tensionales. Diálogo Polo-Hegel”, en Studia Poliana, 6 (2004), 141-163.
54 Hegel, 245.
el diagnóstico de Polo es que este camino ya está terminado y no se puede
continuar, siendo necesaria ir a lo que es no-razón. Solo así podía seguir la fi-
losofía. Así, la filosofía posthegeliana se centrará en los temas de la no-razón:
los sentimientos, el inconsciente, el psicologismo, etc. De todo lo que hay an-
tes de la conceptualización. No son los lugares a los que Hegel no llegó con-
ceptualmente, sino la antesala, y por ello, lo preconceptual. En definitiva, ¿qué
es la apertura hacia lo psíquico que se produce tras Hegel? Filosofía de las di-
mensiones humanas a nivel preconceptual. Filosofía escrita en los márgenes de
la razón.
Sirva como ejemplo de ello que Polo marca el inicio de este posthegelia-
nismo con Kierkegaard. A juicio de Polo, el pensador danés ocupa un lugar
privilegiado para la renovación de lo psíquico temáticamente: “el que más nos
interesa es Kierkegaard porque en él reaparece ‘lo psíquico’ con suma claridad.
Reaparece en virtud de una comprensión (tal vez más profunda que ninguna
otra en el siglo pasado) de lo que hay de falso o engañoso en la filosofía de He-
gel”55. Concretamente, los sentimientos y el estetismo son maneras de comen-
zar una crisis del sistema hegeliano haciendo filosofía de modo preconceptual.
A nivel preconceptual no solamente hay sentimientos, sino que también se
generan y desarrollan los estudios el inconsciente. De ahí que Polo pueda hil-
vanar a Kierkegaard y a Freud, pues ambos piensan en este nivel sobre lo pre-
conceptual. Como ha señalado Martínez, la caíde del Idealismo alemán dejó la
puerta abierta a las propuestas de corte psicologista como vía en la que centrar-
se a causa de la crisis que estaba experimentando el hegelianismo. Esto es “lo
que hicieron Kierkegaard y Freud. Es al primero de estos autores al que presta
más atención, pero las consideraciones tocan de lleno problemas y temáticas
freudianas, a las que se va acercando poco a poco”56. Tanto Freud como Kier-
kegaard tienen esta respuesta al hegelianismo. De ahí que Polo los entrelace.
Centrándonos ya en el psicoanálisis, Polo va a encontrar que este cami-
no, inaugurado por Kierkegaard que remite a lo preconceptual, va a conseguir
su esplendor con el psicoanálisis. En el psicoanálisis no es que lo preconcep-
tual sea su tema, sino que van a tratar de reducir toda la realidad a realidad hu-
mana, y desde ahí, reducir lo humano a lo preconceptual. Por eso se produce,
como explicaré a continuación, una absolutización de lo psíquico.
ANDRÉS ORTIGOSA
228 STUDIA POLIANA 26 (2024) 213-235
55 Psicología general, 50.
56 C. MARTÍNEZ, “Freud y Polo. La superación poliana de la propuesta psicoanalítica”, en Stu-
dia Poliana, 7 (2005), 123.
4. LO PSÍQUICO EN LA CÚSPIDE: EL PSICOANÁLISIS
Si bien lo psíquico como tema no es la única respuesta al hegelianismo,
lo cierto es que la crisis de este pensamiento desde el tema de lo psíquico se
mantiene durante el siglo XIX y el siglo XX. Que sea preconceptual no quie-
re decir que no interceda: al contrario, los psicoanalistas defenderán que el
fundamento de lo conceptual se encuentra en lo preconceptual. Así se pensó
durante varias décadas. Es más, como apunta J. A. García, “en la última mitad
del siglo diecinueve se habían suscitado distintas posiciones filosóficas que jus-
tificaban el objeto pensado en función de dinamismos psíquicos generadores
de la conciencia intelectual; son las que Ricoeur llamó filosofías de la sospecha
(Marx, Nietzsche, Freud), o las que Polo ha llamado filosofías terapéuticas,
por incluir en ellas también a Kierkegaard”57.
Podríamos incluir también en las terapéuticas al psicoanálisis posterior, o
sea, con Lacan y Jung58, aunque García ya haya mencionado a Freud59. La raíz
es común: si el objeto es pensado tomando como base el dinamismo psíquico,
entonces el objeto depende de ese dinamismo. Esto quiere decir que lo que
hay que pensar es lo previo al objeto pensado. Lo que está antes del nivel con-
ceptual.
Siendo esto así, uno de los descubrimientos de Polo es la reorganización
que realiza de la filosofía desde 1832 en adelante. Con Hegel lo conceptual se
ha desarrollado tanto que solo queda virar hacia lo que es previo a lo concep-
tual. Lo psíquico es esto. Al inicio Polo había dado una definición que señala-
ba que lo psíquico es un punto de vista dinámico acerca de temas u objetivi-
dades. Pues bien, ese dinamismo consiste en que hay una atención especial a
los niveles preconceptuales del ser humano, como lo es el inconsciente. Dicho
de otro modo: que haya una nueva apertura hacia lo psíquico después de He-
gel quiere decir que la realidad ya no es examinada desde la razón, sino desde
los niveles oscuros y anteriores a esta. Por eso señala Polo que “mientras con-
sideremos ‘lo psíquico’ como un tipo de realidad no se destaca como tal: lo
hace cuando, más que un tipo de realidad, es un punto de vista desde el que se
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57 J. A. GARCÍA, “Entre Husserl y Heidegger: La articulación del tiempo o la configuración del
espacio; la apropiación del tiempo y la facticidad de la experiencia”, en Differenz, 4 (2018), 33.
58 Cfr. C. G. JUNG, Arquetipos e inconsciente colectivo, Paidós, Buenos Aires, 1970, 78.
59 Recuérdese, por ejemplo, la importancia en Freud de la “represión” y luego la “sustitución”
(S. FREUD, Psicoanálisis, 1910, 1ª conferencia. En Freud Total, Nueva Hélade, 2001. No inclu-
ye paginación).
enlaza o se llega a la realidad”60. No es el estudio de lo preconceptual lo que
es centro de atención, sino considerar que lo preconceptual puede dar expli-
cación suficiente de la realidad.
Desde esta coordenada surge fácilmente la teoría de Freud: es una con-
tinuación de lo psíquico que ya llevaba décadas gestándose. En Freud el di-
namismo preconceptual es la afectividad. Pero es una afectividad que no aca-
ba, siendo que el psiquiatra “atribuye a la afectividad una carga dinámica”61.
Lo psicoanalítico es, como sugiere Polo en varias ocasiones, un punto de vis-
ta. Pero al ser punto de vista, se aplica desde un individuo a toda la realidad
continuamente. Es por eso mismo que el psicoanálisis no acepta crítica: la
propia crítica que se esgrima contra el psicoanálisis puede ser interpretado
desde el propio psicoanálisis. Eso se debe a que, al reducir la realidad a reali-
dad humana y subjetiva, luego se podía considerar la constitución de esta sub-
jetividad. Esta constitución es el pretérito de la subjetividad, y determinante
de la misma: lo preconceptual va a determinar al pensamiento que tenemos
sobre la realidad objetiva. El resultado es que lo que se piensa sobre la reali-
dad es un subjetivismo radical que, además, ejercemos inconscientemente.
Por eso es psicoanalizable: el análisis de nuestras primeras vivencias, nuestros
primeros apegos, la época de infancia, los traumas aún sin alumbrar, etc., de-
terminan nuestro modo de pensar. Y esto justificará que el psicoanálisis no
acepte crítica: si se critica al psicoanálisis, lo que pasará es que el psicoanalis-
ta nos analicepara justificar que nuestra crítica es subjetiva. Así, la discusión
racional es llevada a las sendas de los preconceptual, donde los psicoanalistas
tienen su interpretación. Se pierde el discurso racional y crítico reconducién-
dose la discusión hacia los problemas psíquicos de esa persona. Pero lo im-
portante es esto: la reducción de la realidad a realidad humana, y la segunda
reducción, de la realidad humana a niveles preconceptuales. Tiene que ope-
rar una doble reducción. Polo, en contra del psicoanálisis señala que “el psi-
coanálisis es una interpretación de la temática humana, absolutamente de toda
(la que aparece en los sueños y en la vigilia, a nivel de conflicto, o de técnica,
poesía, ciencia, filosofía, religión: en suma, de cualquier temática), desde un
punto de vista tal que cualquier objeción que a esa interpretación se oponga
es reducida por la propia interpretación ya que, por ser temática, la objeción
es interpretable. De modo que, si se acusa a esa interpretación de no ser
ANDRÉS ORTIGOSA
230 STUDIA POLIANA 26 (2024) 213-235
60 Curso de psicología, 24.
61 Curso de psicología, 115.
cierta, la acusación misma es un motivo más para exhibir la validez del psico-
análisis”62.
Como puede verse, el psicoanálisis no solo es que no acepte crítica, sino
toda la dimensión humana es reducida a lo psíquico. Como dice Polo, es de
absolutamente toda la temática humana, lo que quiere decir que no hay actividad
humana que no sea reductible a psicoanálisis desde el punto de vista del psi-
coanalista. Y esto es el ascenso triunfal de lo psíquico, pues comenzó siendo lo
preconceptual, y aquí, en el psicoanálisis, lo preconceptual está sublimado. Es
como si fuese el punto más álgido de todo lo humano. La clave de todo el
enigma. O al menos, así les gustaría a los psicoanalistas que fuese. De hecho,
no debe asombrarnos que el capítulo II de Curso de psicología comience con
Polo explicando que el psicoanálisis trató de absolutizar a lo psíquico63. Desde
la coordenada de Polo, esto es obvio: si lo psíquico (preconceptual) determi-
na lo conceptual, entonces aquella disciplina que se postule como un estudio
de lo preconceptual es la que se considerará a sí misma como el conocimien-
to más elevado acerca del ser humano.
Visto desde este punto de vista, el psicoanálisis solo es una consecuencia
de la reanimación de lo psíquico que se produjo tras la crisis del hegelianismo.
Sin embargo, es una consecuencia dura, pues se postula como una teoría
“científica” que no puede ser criticada. De ahí que Polo, sabiamente, señalase
que no era más que un punto de vista y, por lo tanto, no se puede afirmar que
tenga estatus de ciencia. El psicoanálisis lo único que nos proporciona es un
relato más o menos verosímil, pero no necesariamente por ello verdadero.
5. CONCLUSIONES. LO PSÍQUICO COMO IDEA ORIGINAL DE POLO
Lo psíquico ha ocupado milenios en el pensamiento. Es en la Moder-
nidad donde arraigará. Primero, con sus condiciones de posibilidad: tanto
Ockam como Descartes han sido puntos clave para que luego surja el psico-
análisis. Con el primero se cree descubrir que la voluntad es anterior y más
elevada que la racionalidad. Esto estará en el psicoanálisis como presupuesto
necesario. Con el segundo, que la voluntad puede aplicarse sobre la realidad
objetiva. Esto es lo que luego al psicoanálisis le permitirá reconstruir, al me-
nos a nivel de discurso, la realidad de una persona desde la subjetividad de esa
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62 Curso de psicología, 147.
63 Curso de psicología, 149-154.
persona. Así pues, habiéndose aislados las facultades, primado a la voluntad y
tratado de entrelazar a la voluntad con la realidad, las condiciones para que lo
psíquico emergiese con vigor estaban ya casi predispuestas.
Con Kant encontramos algo que luego va a aprovechar el psicoanálisis.
Esto es que, lo que concebimos acerca de la realidad está articulado desde algo
que es previo al propio pensamiento de la realidad. O sea, el pensamiento tiene
una estructura desde la que se acerca a la realidad. Esto puede desvelar la reali-
dad en sí misma o no. Para el psicoanálisis, esto es aprovechable pues si el pen-
samiento es la manera de concebir a la realidad, y el pensamiento tiene algo an-
terior que lo determina, entonces toda nuestra concepción acerca de la realidad
está determinada de antemano. Esto no es lo que explica Kant, pero creo que
es así como se va aproximando cada vez más lo psíquico al psicoanálisis.
Hegel es en esta lectura de lo psíquico la nota disruptiva que, por sor-
prendente que parezca, termina por facilitar a lo psíquico un auge aún mayor
que en todas sus épocas pasadas. Tomando la interpretación poliana de Hegel,
el pensador alemán había agotado la racionalidad de la realidad. Ya no se po-
día seguir en esta línea si no era como mero repetidor: he ahí, en buena me-
dida, a la derecha hegeliana. Sin embargo, la historia de la filosofía siguió su
curso. El posthegelianismo tomó la senda de lo psíquico para tratar de ir más
allá de lo racional, buscando cuál es su fundamento. Por eso, García señalaba
que Marx, Nietzsche y Freud, así como Kierkegaard, en respuesta al hegelia-
nismo, buscan comprender la racionalidad de lo real desde las antesalas de la
razón. En el psicoanálisis esto es aprovechado nuevamente, pues si la raciona-
lidad tiene una estructura anterior a sí misma, entonces baste con estudiar esa
estructura.
En resumen, el psicoanálisis es entonces una teoría que puede ser re-
construida desde lo psíquico en la historia de la filosofía. Esta necesita el ais-
lamiento de las facultades (Ockam). También que el sujeto pueda proyectar su
voluntad sobre la realidad (Descartes). Asimismo, que haya una estructura
previa al pensamiento, siendo el pensamiento la manera en que conocemos la
realidad (Kant). Que la razón no pueda dar más de sí (Hegel). Y, finalmente,
da lugar a que lo preconceptual, a través de las vivencias, sentimientos, infan-
cia, etc., determina a lo conceptual –a nuestro pensamiento–, y como la reali-
dad no es objetiva, sino subjetiva según como la experimentamos cada uno de
nosotros, entonces todo lo que pensamos ha quedado determinado por lo pre-
conceptual. Por eso pasa a tratar de absolutizarse: tenía el terreno propicio
para intentarlo.
ANDRÉS ORTIGOSA
232 STUDIA POLIANA 26 (2024) 213-235
A modo conclusión reflexiva, el psicoanálisis, como sugerirá Polo poste-
riormente, termina por ser un fracaso a nivel teórico porque pierde como eje
a la realidad objetiva. Por eso, como se dijo, proporciona relatos verosímiles,
pero no por ello verdaderos. Esto es una actitud contraria a la filosofía: la
filosofía va con la verdad, no con opiniones que tratan de ser absolutistas.
Imponerse no es volverse verdadero, sino que lo que es verdadero al final se
impone por sí mismo. No obstante, lo que se ha encontrado en esta investi-
gación es que Polo ha logrado organizar la historia de la filosofía desde lo psí-
quico, siendo esto una idea original suya que puede darnos una nueva con-
cepción sobre la historia de la filosofía más abierta a otros campos.
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DEL DEBUT A LA ABSOLUTIZACIÓN DE LO PSÍQUICO
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