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Historia de los Campeonatos del Mundo

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DE LOS CAMPEONATOS
DEL MUNDO
THE WORLD
CHAMPIONSHIPS
HISTORY
FPFFPF EL BALONCESTO
Y SU CULTURA
EL BALONCESTO
Y SU CULTURA
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BIBLIOTECA SAMARANCH
HISTORIA
DE LOS CAMPEONATOS
DEL MUNDO
FPF
FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CENTRO INTERNACIONAL DE DOCUMENTACIÓN
E INVESTIGACIÓN DEL BALONCESTO
INDICE/INDEX
ESPAÑOL/SPANISH
FOTOGRAFIAS/PICTURES
INGLES/ENGLISH
RESULTADOS/RESULTS
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HISTORIA DE LOS CAMPEONATOS DEL MUNDO
1ª EDICIÓN, 2010
COLECCIÓN. “EL BALONCESTO Y SU CULTURA”
FPF
FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CENTRO INTERNACIONAL DE DOCUMENTACIÓN
E INVESTIGACIÓN DEL BALONCESTO
COEDITAN
Comunidad de Madrid
Dirección General de Deportes
Fundación Pedro Ferrándiz
Edificio Borislav Stankovic
Avda. Olimpica, 22 (Arroyo De La Vega)
28108 Alcobendas. Madrid. España
www.fpferrandiz.org
AUTORES. Mario Hernando, José Luís Ortega, Francisco Torres, José Luís Mateo y Héctor Martínez
COORDINACIÓN EDITORIAL. Comunidad de Madrid
DIRECCIÓN TÉCNICA. Raúl Barrera De Jesús (Fundación Pedro Ferrándiz)
FOTOGRAFÍAS. FIBA, Gigantes del Basket y Fundación Pedro Ferrándiz
TRADUCCIÓN. John Stephen Larkin (Fundación Pedro Ferrándiz)
DISEÑO Y MAQUETACIÓN. www.zoegrafico.com
IMPRIME. Imprenta de la Comunidad de Madrid
Impresión / Printing: B.O.C.M.
Depósito legal:
mrh51
BIBLIOTECA VIRTUAL(1)
mrh51
Nuevo sello
INDICE
HISTORIA DEL MUNDOBASKET
PRIMERA EDICIÓN. Argentina 1950
SEGUNDA Brasil 1954EDICIÓN.
TERCRA Chile 1959EDICIÓN.
CUARTA Brasil 1963EDICIÓN.
QUINTA Uruguay 1967EDICIÓN.
SEXTA Yugoslavia 1970EDICIÓN.
SÉPTIMA Puerto Rico 1974EDICIÓN.
OCTAVA Filipinas 1978EDICIÓN.
NOVENA Colombia 1982EDICIÓN.
DÉCIMA España 1986EDICIÓN.
UNDÉCIMA Argentina 1990EDICIÓN.
DUODÉCIMA Canadá 1994EDICIÓN.
DECIMOTERCERA EDICIÓN. Atenas 1998
DECIMOCUARTA EDICIÓN. Indianapolis 2002
DECIMOQUINTA EDICIÓN. Japón 2006
DECIMOSEXTA EDICIÓN. Turquía 2010… y en el horizonte el mundial de España 2014
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
En 1998, la Fundación editó un primer libro que revisaba la historia de los campeonatos
desde 1950 a 1994, editando posteriormente, en el año 2004, un apéndice sobre los
campeonatos de Grecia 1998 e Indianápolis 2002.
Con el propósito de mantener actualizadas las obras que a lo largo de estos años hemos
editado, nace esta nueva obra que aúna, en un solo libro, la historia de los Mundiales de
Baloncesto desde 1950 hasta el último celebrado en Japón en el año 2006. Se presenta
además en versión castellano e inglés, ampliando a su vez, tanto en número como en
calidad, los fondos fotográficos que completan la publicación.
A lo largo de los años hemos editado libros de diferente temática, destacando sobre todos,
los dedicados a la historia del baloncesto y de las competiciones internacionales FIBA. El
baloncesto en los JJ.OO., los Campeonatos del Mundo, los Campeonatos de Europa, los
Mundiales junior, el Open McDonald, y la Copa de Europa de Clubes completan una colección
única en el mundo del baloncesto.
La edición de libros, es tan sólo uno de los ámbitos de trabajo de nuestra Fundación. Os
invito a visitar nuestra sede de Alcobendas a la que se une, desde el año 2007, la también
sede del FIBA Hall Of Fame, y que hace de este lugar un espacio único para disfrutar del
baloncesto y su cultura.
Esperando que esta valiosa obra que se ha publicado gracias a la colaboración de la
Consejería de Deportes de la Comunidad de Madrid, sea del agrado de todos los aficionados
al baloncesto, les envío un cordial saludo.
Una vez más, es un placer presentar a todos
los amantes del baloncesto una nueva
publicación dedicada a preservar la historia
de nuestro deporte y que continúa con nuestra
pretensión de recopilar la mayor información
sobre las más importantes competiciones
internacionales de baloncesto.
La obra que aquí os entregamos, completa
y presenta en un solo volumen, la HISTORIA
DE LOS CAMPEONATOS DEL MUNDO DE
BALONCESTO.
PEDROFERRÁNDIZ
PresidentedelaFundación
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
MUNDOBASKET
HISTORIA DEL
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El Campeonato del Mundo de Baloncesto se acerca a su medio siglo de
existencia. Un recorrido que comenzó a gestarse en 1948, durante la
celebración de los Juegos Olímpicos de Londres, y que ha vivido múltiples
vicisitudes; desde la escasez de infraestructuras de sus primeras ediciones a
los problemas políticos motivados primero por la “guerra fría” y después por la
caída de los regímenes comunistas de la Europa Oriental.
Canchas que no reunían las condiciones mínimas exigibles para la práctica de baloncesto,
boicoteos de unos países a otros por diferencias políticas, poco interés en este campeonato por
parte estadounidense e incluso anulación de una edición (Manila, 1962) son sólo alguno de los
problemas que han surgido a lo largo de estos años y que sin la apuesta decidida de William
Jones, fundador de la FIBA y su Secretario General desde 1932 a 1976, habrían llevado al
fracaso a este Campeonato.
La historia del Campeonato Mundial está íntimamente ligada a la trayectoria personal de William
Jones, el hombre que movió los hilos del baloncesto mundial en plena posguerra desde su
despacho de la UNESCO, organismo del que era alto funcionario en Munich. Como un visionario
más de los muchos que han acelerado los logros de la humanidad, William Jones se marcó un
gran objetivo: convertir el baloncesto en uno de los motores que sacara a la sociedad de la
depresión en que estaba sumida tras la espantosa guerra padecida.
Los Juegos Olímpicos de Londres significaron el primer paso para esta lenta recuperación de las
heridas dejadas por la guerra. El baloncesto se apunta un gran éxito. Estados Unidos consigue el
oro con facilidad, pero la participación es muy numerosa y el nivel de algunos equipos mejor de lo
esperado tras un lustro de inactividad. Con este telón de fondo y las buenas vibraciones
provocadas por el desarrollo de los Juegos, William Jones se embarca en la tarea de organizar un
Campeonato Mundial y designa como país organizador a Argentina.
El 22 de Octubre de 1950 en el célebre Luna Park bonaerense se lanza el balón al aire con el
que dará comienzo el primer partido de un Mundial. Perú y Yugoslavia tienen el honor de
enfrentarse en un enfrentamiento histórico resuelto por un escaso 33-27 a favor de los peruanos.
Diez equipos participaron en este gran acontecimiento deportivo que contó con el apoyo total del
gobierno argentino del General Perón, se saldó con el triunfo del equipo anfitrión y padeció la
primera intromisión de la política al negarse Yugoslavia a jugar contra España.
Estas primeras ediciones quedaron marcadas por la mala organización y los frecuentes
incumplimientos en materia de instalaciones, la intromisión de la política en la marcha de la
competición y la pujanza del equipo brasileño. En el primer aspecto hay que destacar el traslado
desde Sao Paulo a Río de Janeiro (1954) por no haberse finalizado la cancha prevista, motivo
similar al que obligó a retrasar la edición chilena (1959) y disputar los encuentros en campos de
fútbol, o el frío que padeció Montevideo (1967). La política que apareció en la primera edición
con la incomparecencia yugoslava ante España, continuó en tierras chilenas al negarse la Unión
FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
Soviética y Bulgaria a jugar contra Taiwán, lo que
costó el titulo a los soviéticos, y culminó en
1962 con la negativa filipina a otorgar visados a
los países comunistas de Europa, lo que motivó
la anulación del Campeonato y su traslado a
Brasil, país que en el plano deportivo dominó las
primeras ediciones con dos títulos y otros tantos
subcampeonatos.
La relajación en la “guerra fría” entre Estados
Unidos y la Unión Soviéticaa comienzos de la
década de los años setenta ahuyentó los
fantasmas de los problemas políticos, al tiempo
que una cierta madurez de la competición
permitió solventar los problemas de las
infraestructuras. A partir de la edición disputada
en Yugoslavia en 1970, el Campeonato entra en
una fase de normalidad en la que solamente las
flojas actuaciones de Estados Unidos -volcado
en los Juegos Olímpicos, pero a espaldas del
Mundial,- empañan la competición.
Son tiempos en los que Yugoslavia, con sus
míticas estrellas Slavnic, Cosic, Kikanovic... y la
URSS con los Sergei y Alexander Belov,
Paulaskas, Tkachenko..., se alternan en la
conquista del oro, siempre con Brasil como
tercero en discordia ante el desinterés
norteamericano.
El campeonato del Mundo sale incólume de los
sucesivos boicoteos a los Juegos Olímpicos de
Moscú (1980) y Los Ángeles (1984). Este hecho
fortalece la competición, consigue que Estados
Unidos envíe equipos de gran nivel a Colombia
(1982), pese a caer en la final contra la URSS, y
España (1986) donde consiguen el título con un
conjunto jovencísimo compuesto por futuros
talentos de la NBA como David Robinson o Tyrone
Bogues entre otros. Aquel Mundial de 1986 con
24 equipos en liza marca un punto de inflexión en
su desarrollo: canchas excepcionales, un público
volcado y un espectáculo deportivo de primer
nivel transmitido por televisión a todo el mundo.
La autorización de la FIBA para que los
jugadores de la NBA participen en todas las
competiciones y la desmembración de la Unión
Soviética y Yugoslavia en diversas repúblicas
independientes marcaron el inicio de una nueva
etapa que tuvo por escenario las ciudades
canadienses de Toronto y Hamilton en 1994.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
A partir de esa edición, en la que Estados
Unidos fue el equipo campeón, Yugoslavia en
dos ocasiones y España en la última edición en
Japón han entrado a formar parte de ese
prestigioso club de los mejores equipos de
baloncesto de las historia de los mundiales.
Turquía espera a los mejores equipos. España
defiende título, con el mundial 2014 en el
horizonte. deseoso de volver a lo
más alto del pódium, viajará con grandes
estrellas NBA. Argentina, Brasil, campeón
americano, China… Grandes equipos, grandes
jugadores. El mejor baloncesto del mundo.
Buenos Aires en 1950 fue escenario de la
primera edición de los Campeonatos del Mundo
masculino, pero habría que esperar hasta las
edición de 1967 en Montevideo para que se
institucionalizara un trofeo que, desde entonces
y salvo pequeños retoques, sigue recibiendo los
mejores equipos del planeta.
Se trata de la Copa Naismith.
Renato William Jones, secretario general de la
FIBA desde su fundación en 1932 y hasta 1976,
fue el encargado de inspirar su diseño.
Durante un viaje por el Nilo el Dr. Jones quedó
impresionado por templo de Karnak y
especialmente por una de sus majestuosas
columnas cuyo capitel representaba una flor de
loto.
En cada uno de los lados de la base, fabricada
en mármol de rosa porrino, aparece el nombre
del inventor del baloncesto en caracteres
latinos, árabes, chinos y jeroglíficos egipcios.
El trofeo de 9 kilos de peso, está confeccionado
en plata de excelente calidad, con baño de oro
de 14 kilates en su interior. La copa, que mide
47 centímetros de alto y 20 de ancho, está
rematada en su parte superior con una
circunferencia de 21 cms.
EL TROFEO DEL CAMPEONATO DEL
MUNDO MASCULINO
LA COPA NAISMITH
Estados Unidos
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1950
ARGENTINA
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Al finalizar la trágica década de los años cuarenta, el mundo entero empieza a
recuperar el pulso por vivir. Sobre las ruinas dejadas por la guerra más
destructiva que ha padecido la humanidad nace un nuevo orden mundial.
La Conferencia de Yalta entre los principales líderes de los países aliados supuso, de hecho, un
reparto tácito del mundo, que se consumó nada más acabar la guerra. Stalin cerró las fronteras
de Europa Oriental, Alemania quedó dividida en dos grandes partes y el fallecimiento en 1945 del
Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosvelt, complicó mucho más las cosas pues su
sucesor Harry Truman hizo de la contención del comunismo uno de los pilares de su política. En
1949 se fundó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que pocos años más tarde
encontraría réplica del otro bando con la creación del Pacto de Varsovia. El mundo ha
abandonado la guerra convencional y entra en una larga etapa de guerras muy localizadas y
tensión entre los grandes bloques con el añadido de la amenaza nuclear. Ha nacido la “guerra
fría”.
Las consecuencias de este nuevo alineamiento mundial se dejaran notar durante casi cuatro
décadas y no habrá una sola actividad humana (social, cultural, política, deportiva...) que no se
vea afectada. El baloncesto no podía ser una excepción, como iremos descubriendo en nuestro
recorrido por la historia de los campeonatos mundiales.
Los Juegos Olímpicos celebrados en Londres en 1948 fueron la primera gran manifestación
deportiva de la posguerra. La esperanza e ilusión de los participantes y público, en una capital en
ruinas recordaban los bombardeos recientes, superó con creces el nivel deportivo y sirvió como
un primer paso para recuperar la normalidad. En Londres, el baloncesto -deporte Olímpico desde
la edición de 1936 celebrada en Berlín- representó un papel estelar tanto en el plano deportivo
como en el número de participantes, nada menos que 23 países presentes. Aunque el título no
se les podía escapar a los estadounidenses que ganaron todos sus partidos y que arrollaron a los
franceses en la final (65-21) con Bob Kurland como máxima estrella, la competición demostró el
grado de madurez del deporte de la canasta, hasta el punto de que allí mismo se pusieron los
cimientos para organizar un Campeonato del Mundo por selecciones nacionales que comenzaría
dos años después y que se disputaría cada cuatro.
El artifice de la implantación de ese Campeonato del Mundo tenía nombre y apellido: William
Jones. Este polifacético personaje, nacido en Roma pero con nacionalidad británica, había sido
alumno en Springfield (Massachusetts) del célebre doctor Naismith, inventor del Baloncesto. En
1932, William Jones había creado la FIBA (Federación Internacional de Baloncesto Amateur) cuyo
inicial logro fue la organización del primer Campeonato Europeo que se disputó en la ciudad suiza
de Ginebra, un año antes de los Juegos Olímpicos de Berlín que supusieron el bautismo del
baloncesto en el mayor evento del deporte mundial.
CAMPEONATO DEL MUNDO
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
En aquel Congreso de la FIBA reunido en Londres durante la celebración de los Juegos Olímpicos,
su Secretario General William Jones saca adelante la idea de la celebración del Campeonato del
Mundo. Como hombre diplomático –era un alto funcionario de la UNESCO, organismo
dependiente de las Naciones Unidas para el desarrollo de la Educación y la Cultura– apuesta por
Argentina como país organizador del primer certamen.
Tres fueron las razones por las que William Jones se decantó por el país sudamericano para la
puesta de largo del máximo acontecimiento baloncestístico que se había preparado hasta
entonces. En primer lugar, en plena posguerra ningún país europeo estaba en condiciones de
afrontar el trabajo y los gastos necesarios para llevarlo a buen puerto y en Estados Unidos no
existía ninguna inquietud al respecto pues se encontraban en los albores de su gran liga
profesional -el primer campeonato de la NBA se diputó en 1946 aunque con otras siglas- su
campeonato universitario estaba plenamente asentado y consideraban que con acudir a los
Juegos Olímpicos tenían bastante. En segundo lugar, Argentina era unos de los pocos miembros
de la FIBA, tenía un buen equipo y había salido fortalecida con su neutralidad durante la Segunda
Guerra Mundial. Por último, en tercer lugar, los deseos del régimen argentino, con su Presidente
Juan Domingo Perón al frente, de movilizar a su país en la organización de un acontecimientodeportivo que pudiera hacer sombra al Campeonato del Mundo de fútbol que se iba a disputar en
Brasil también en 1950.
La conmemoración del centenario del fallecimiento del general San Martín, una de las
personalidades míticas de la independencia hispanoamericana y principal artífice del nacimiento
de la nación argentina, es el pretexto sobre el que se basa la petición de la organización, pero la
política no está ajena. El Presidente de la República, Juan Domingo Perón, había cambiado sus
veleidades fascistas adquiridas durante su estancia de tres años (1939–1941) como agregado
militar de Argentina en la Italia de Mussolini, por un populismo asentado en la clase trabajadora
que su partido controlaba a través de los sindicatos, pero mantiene sus “tics” autoritarios.
Presidente desde 1946 hasta 1955 en que le derrocaría un golpe militar, gozaba de gran
popularidad al tiempo que el país atravesaba momentos de bonanza económica. Argentina era
un marco óptimo para este acontecimiento.
Todo estaba preparado para el comienzo del I Campeonato del Mundo (22 de octubre al 3 de
noviembre) que contaría con diez países participantes, pero los problemas se sucedieron en los
meses anteriores a su disputa. La lista original de participantes tuvo que ser modificada en dos
ocasiones, por motivos económicos en un caso y políticos en el otro.
En el congreso de la FIBA en Londres se decidió que los diez participantes en el Mundial fueran el
país organizador, los tres primeros clasificados en aquellos Juegos Olímpicos (Estados Unidos,
Francia y Brasil), el campeón europeo vigente en el momento de disputarse el Mundial
(curiosamente Egipto, campeón en una paupérrima edición celebrada en El Cairo), los dos
primeros del torneo de clasificación europea disputado en Niza en enero de 1950 (Italia y
España) y los dos primeros clasificados, al margen de Argentina y Brasil, del último campeonato
sudamericano (Chile y Uruguay). Por último, una plaza quedaba en poder de la organización para
invitar a un país, que se destinó a Ecuador.
Esta era la composición original de los participantes, pero no tardó en sufrir cambios.
POBRE PARTICIPACION
CAMPEONATO DEL MUNDO ARGENTINA 1950
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CAMPEONATO DEL MUNDO ARGENTINA 1950
Italia causa baja por propia voluntad alegando problemas económicos y la sustituye Yugoslavia,
tercera en el torneo de Niza, lo que, como veremos más adelante, provocará otro tipo de
incidentes. Uruguay se retira al prohibir el gobierno argentino la entrada en el país de los
periodistas radiofónicos uruguayos acreditados para la ocasión. La política hizo su aparición a las
primeras de cambio.
El incidente que motivó la ausencia de Uruguay fue de tan escasa gravedad que visto hoy en día
casi nos hace sonreír. Pero en aquellos momentos la situación mundial se encuentra tan
enrevesada y las actitudes autoritarias parecen tan habituales que apenas provoca extrañeza.
Resulta que desde Montevideo se emitían ciertos programas radiofónicos en los que algunos
exiliados argentinos atacaban al régimen de Perón. Estas emisiones se podían captar desde la
otra orilla del Río de la Plata por lo que el gobierno argentino pidió al uruguayo que cesaran de
inmediato. Al no encontrar una respuesta positiva y continuar los programas, las autoridades
argentinas niegan los visados de entrada en el país de los informadores y la Federación Uruguaya
retira a su equipo, sustituido por Perú al ser el país elegido previamente como primer suplente.
No acabarían aquí los problemas. Las Selecciones de España y Francia que viajan en el mismo
avión, casi no llegan a tiempo a la ceremonia de inauguración ya que tardaron en aterrizar en
Buenos Aires ¡36 horas! Una simple anécdota que refleja las dificultades que entrañaba una
organización de este tipo en aquellos tiempos.
La elección de diez equipos participantes trajo como resultado un sistema de competición muy
complicado. Había dos rondas preliminares, dos repescas y, por último, una fase final para los
seis primeros clasificados y una fase de consolación para los cuatro últimos. En la primera ronda
preliminar se enfrentaron cuatro equipos (Perú, Yugoslavia, por un lado, Egipto y Ecuador, por
otro). Los ganadores, Perú y Egipto, pasaron a la segunda ronda preliminar junto a Estados
Unidos, Chile, Argentina, Francia, Brasil y España. Los cuatro equipos vencedores de sus partidos
de esta fase (Estados Unidos, Argentina, Brasil y Egipto) pasaban a la fase final y los cuatro
derrotados (Chile, Francia, Perú y España) acudían a la repesca junto a Ecuador y Yugoslavia,
derrotados en la primera fase preliminar. De la repesca, Chile y Francia disputarían la fase final y
el resto la de consolación. Ya en estas fases finales jugaban por el sistema de liguilla, todos
contra todos. Como se puede apreciar, un verdadero lío.
Tres equipos parten como favoritos. Argentina que añade su condición de local un excelente
conjunto con Oscar Furlong y Ricardo González como figuras estelares. Estados Unidos al que
siempre le corresponde el beneficio de la duda puesto que casi nadie conocía su verdadero
potencial en el campeonato. Y Brasil, medalla de bronce en los anteriores Juegos Olímpicos.
Ninguno de los tres defraudó las expectativas, aunque Chile, demostrando su buen momento,
acabaría relegando al cuarto puesto a los brasileños.
Se vive un Mundial de marcadores exiguos, con Argentina como único equipo capaz de superar
los sesenta puntos por partido (lo hizo en cuatro ocasiones incluida la teórica final ante Estados
Unidos). Resulta, también, un Mundial muy bien acogido por el público que abarrota el ya mítico
Luna Park bonaerense y que no cesa un instante de animar a su equipo. Pero también es un
Mundial que alerta de los problemas que acaecerán en el futuro a causa de la ya comentada
“guerra fría”, al negarse la Yugoslavia socialista del mariscal Tito a enfrentarse a la España
franquista. España ganó ese partido por 2-0, su única victoria en el evento.
ARGENTINA, PRIMER CAMPEON
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CAMPEONATO DEL MUNDO ARGENTINA 1950
Argentina finalizó invicta la competición. A los ya mencionados Osca Furlong, sin duda, el mejor
jugador del Campeonato, y Ricardo “El Negro” González habría que añadir al base Del Vecchio
que tuvo una excelente actuación ante Estados Unidos anotando 14 puntos. El partido decisivo
ante los norteamericanos todavía esta grabado en la bella historia del Luna Park. Aquella noche
del 3 de noviembre, los aficionados bonaerenses construyeron un ambiente festivo e inenarrable,
como no se había vivido nunca antes en una cancha de baloncesto. Las gradas se encontraban
repletas de un público enfervorizado con su equipo desde varias horas antes de comenzar el
encuentro y cuando finalizó el mismo con el abultado triunfo argentino sobre Estados Unidos (64-
50) invadió la cancha, al tiempo que en la popular calle Corrientes una marea humana llenaba de
cánticos, risas y lágrimas de emoción la noche bonaerense. Muy pronto esas lágrimas de alegría
se convertirían en llanto de tristeza, ya que sus principales figuras fueron descalificadas para el
futuro al demostrarse que habían recibido pequeñas cantidades de dinero como compensación a
su presencia en el equipo. Argentina saboreaba su primer éxito mundial en baloncesto. También
sería el último.
La medalla de plata se la adjudicaron los norteamericanos que, como sería la tónica general en
las siguientes ediciones de los Campeonatos del Mundo, llevaron a una selección menor. Durante
mucho tiempo, Estados Unidos menospreció de algún modo esta competición y lo pagó caro: su
historial esta más cuajado de fracasos que de éxitos. La selección que acudió a Argentina tenía
además el inconveniente de que el profesionalismo se había consolidado plenamente con la NBA
funcionando a buen ritmo, por lo que había que recurrir a jugadores jóvenes e inexpertos. Aunque
solamente fueron derrotados por Argentina, lo cierto es que lo pasaron mal ante Egipto (34-32),
Chile (37-33 en la fase preliminar) y Brasil (45-42). Enla final no tuvieron opción ante los
excelentes y motivados argentinos. Un detalle como muestra: solamente un jugador de aquel
equipo, Robert Williams, llego a jugar en la NBA y lo hizo con un papel muy discreto, 24 partidos
en dos temporadas en los Minneapolis Lakers.
Chile proporcionó la sorpresa positiva del torneo, mientras que las decepciones llegaron desde
Europa. Los chilenos lograron medalla de bronce gracias a un gran triunfo (51-40) sobre Brasil,
terceros en la cita olímpica de Londres. El triunfo en la última jornada de Brasil sobre Francia (59-
27) y la derrota de Chile ante Egipto (43-40) no cambiarían la composición del podio.
Los equipos europeos no estuvieron a la altura de la circunstancias. Es posible que el larguísimo
y agotador desplazamiento hasta las tierras argentinas -al menos esa fue la excusa de los
españoles- mermara sus posibilidades pero lo cierto es que sus actuaciones fueron penosas. De
los cuatro representantes europeos solo Egipto (hay que recordar que acudía a la cita mundial
como campeón del Viejo Continente, a pesar de su situación geográfica) mantuvo el tipo
derrotando a chilenos y franceses y poniendo en serios apuros a los Estados Unidos que se
impusieron por dos puntos. Egipto logró un quinto puesto, su mejor logro en esta competición.
El resto, de pena. Francia, que acudía al certamen como subcampeón de los Juegos londinenses,
pareció una sombra de sí misma. Se metió en la fase final al imponerse en la repesca a Ecuador
y Perú (a estos después de una prórroga) y allí se acabaron sus energías. Cinco partidos en la
fase decisiva del torneo y cinco derrotas todas ellas de manera concluyente, si exceptuamos el
31-28 ante Egipto. Por cierto que el marcador en el descanso de ese partido es el más bajo de
los campeonatos mundiales (10-9).
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
CAMPEONATO DEL MUNDO ARGENTINA 1950
Pero si la actuación gala fue decepcionante, ¿qué decir de los españoles y yugoslavos? Un
desastre. Al margen de los problemas entre ambos equipos, que llevaron a la incomparecencia
yugoslava en su partido ante España, sobre la cancha ninguno de los dos equipos logró el triunfo.
España, que contaba con una buena selección, cayó sucesivamente ante Egipto (57-56), Chile
(54-40), Perú (47-30) y Ecuador (54-50). La prensa de aquella época se hizo eco de la actuación
española justificando las derrotas en la falta de aclimatación y el cansancio tras el viaje, pero lo
cierto es que los españoles realizaron su mejor encuentro ante Egipto cuando solamente llevaban
unas horas en Buenos Aires. En aquella expedición figuraban nombres importantísimos en el
futuro del baloncesto no sólo español sino internacional: Anselmo López (seleccionador), Ignacio
Pinedo y Eduardo Kucharski (jugadores) y un joven directivo llamado Raimundo Saporta.
Por último, los yugoslavos se fueron de Buenos Aires con cinco derrotas, una incomparecencia
ante España y el detalle de que su jugador Nebojsa Popovic anotara el primer punto del torneo.
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FUNDACIÓN PEDRO FERRÁNDIZ
1954
BRASIL
Cuando la FIBA designó en Buenos Aires, durante el desarrollo del Mundial de
Argentina, a la ciudad brasileña de Sao Paulo como sede de la segunda edición
del Campeonato del Mundo de 1954, nadie podía imaginar el cúmulo de líos
que aquella decisión iba a deparar.
Líos que afectarían a la composición de los participantes, al ser vetados por la autoridades
brasileñas los países europeos del bloque comunista, y al escenario de la disputa de los partidos
que tuvo que ser trasladado a Río de Janeiro al no haber concluido las obras previstas para su
disputa en Sao Paulo.
En octubre de 1950, momento en el que se decidió la elección de Sao Paulo como sede del
mundial de 1954, Brasil todavía no se ha recuperado de la conmoción sufrida ese mismo año al
perder ante Uruguay la final del Mundial de Fútbol. Un mundial organizado a la perfección y sobre
cuyo resultado final no cabían dudas o especulaciones. Los brasileños eran infinitamente
superiores a todos sus rivales por lo que su primer título mundial parecía asegurado. Pero aquel 1
de julio de 1950 todavía perdura como el día más triste en la historia deportiva de Brasil; aquella
tarde, un gol del uruguayo Ghiggia a falta de siete minutos para acabar el partido enmudece el
grandioso Maracaná y extiende un aroma de tragedia nacional por todo el país. Lo imposible,
como tantas otras veces en el mundo del deporte, se había producido, y Uruguay se proclamó
nuevo campeón del mundo de fútbol. Aquella decepción se saldó con varios muertos, algunos de
ellos de aficionados que se suicidaron al no superar la ofensa. La concesión de la organización
del Mundial de Baloncesto cayó muy bien entre las autoridades y el pueblo brasileño que soñaba
con la posibilidad de desquite aunque fuera en otro deporte.
Pero el desasosiego existente en la sociedad brasileña tras el fracaso de su selección de fútbol
en 1950 había aumentado en vísperas de disputarse el Mundial de Baloncesto. Getulio Vargas, el
hombre que había capitalizado el poder en Brasil durante las últimas décadas, primero como
dictador y luego con el respaldo de las urnas, se quitó la vida tras una fortísima campaña en su
contra en la que la derecha no cesó de acusarle de corrupto. Su predecesor, que contaba con
muchísimos seguidores fieles fue sustituido en el cargo por el vicepresidente Joao Café, quien
desde un principio se desligará de las posiciones populistas de Vargas y que hará frente a un
clima de agitación popular. Que no dudó en reprimir con dureza.
Ese estado de crispación política y social afecta gravemente a la celebración del campeonato.
La ciudad de Sao Paulo, que conmemoraba el cuarto centenario de su fundación, no cumple
sus compromisos. La construcción de un nuevo pabellón, requisito indispensable para acoger el
certamen, supone un obstáculo insalvable para un país en el que reina el caos. Llegado el
momento de la verdad, la cancha donde se deberían disputar los encuentros no tiene la
techumbre finalizada porque los arquitectos no han logrado solucionar los problemas surgidos
en la construcción de la cúpula. El gobierno de Joao Café decide contrarreloj trasladar el
certamen a Río de Janeiro, a un grandioso pabellón anexo a las instalaciones de Maracaná, el
mayor estadio del mundo. Aquella cancha, conocida como “Maracanazinho” (pequeñode fútbol
CAMPEONATO DEL MUNDO
B
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Maracaná), tenía una capacidad para 35.000 personas y era una de las mejores instalaciones
de la época.
VETO A LOS PAISES SOCIALISTAS
ESTADOS UNIDOS DA LA TALLA
Tras los problemas que surgieron en Buenos Aires con la presencia de diez equipos, los
organizadores decidieron aumentar el número de países hasta la docena, de manera que el
formato de competición fuera más racional. Los doce equipos quedaban encuadrados en cuatro
grupos de tres cada uno que jugaban una pequeña liguilla, de manera que los dos mejores
equipos de cada grupo se reunían para jugar la fase final del campeonato, también en la
modalidad de todos contra todos. Por otra parte, los cuatro equipos colistas en sus respectivos
grupos disputaban una fase de consolación.
Esta racionalidad mostrada en el sistema de competición no se aplicó a la hora de seleccionar a
los equipos participantes. El gobierno del presidente Café había roto relaciones diplomáticas con
los países de la órbita soviética y se negó a conceder los visados preceptivos. La Unión Soviética,
medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Helsinki celebrados en 1952 y vigente campeona
europea un año después, se quedó fuera del certamen. Junto a los soviéticos también
padecieron el boicoteo Hungría y Checoslovaquia, segundo y cuarto clasificados en la
competición continental.
Tras el veto, son invitados Francia, tercer clasificado en el certamen europeo, Israel y ¡Yugoslavia!,
país que curiosamente sí tenía el reconocimiento internacional de las autoridades brasileñas
pese a su régimen comunista y que se había escapado sin sanción despuésde no presentarse
ante España en el primer Mundial.
Por otra parte, los organizadores consiguen que la FIBA otorgue siete plazas para equipos
americanos, algo a todas luces desproporcionado y que éstas sean ocupadas por invitación
previa. No había demasiado margen de maniobra y a Río acuden las mejores selecciones del
Nuevo Continente -Canadá, Estados Unidos, Uruguay, Paraguay, Chile y el equipo anfitrión- a
excepción de México que declina la invitación y que es sustituido por un flojísimo Perú, que no
podía eludir la última plaza del campeonato. La ausencia de Argentina no debe de extrañar ya
que aquel conjunto campeón en Buenos Aires cuatro años antes se había descompuesto por las
acusaciones de profesionalismo vertidas contra sus miembros. Filipinas y Formosa (Taiwán) son
los países seleccionados por el continente asiático, sin que en este caso se puedan poner
reparos a la elección, pues se trataba de las dos mejores selecciones de una zona en la que la
pasada guerra mundial todavía pasaba factura.
Así las cosas y tras superar esta larga serie de obstáculos, todo quedó preparado para que el 23
de octubre las delegaciones de los doce países participantes saltaran a la cancha del “Gimnasio
de Maracaná” para la ceremonia de inauguración del II Campeonato del Mundo. Aparentemente
se han soslayado todos los problemas, pero pronto se comprueba que los incidentes continuarán
dentro de la cancha.
El baloncesto estadounidense había demostrado en los Juegos Olímpicos de 1952 disputados
en Helsinki que se encontraba a años luz de distancia del resto de sus rivales. Ni siquiera una
estupenda Unión Soviética, que retornaba a la escena internacional después de la guerra, pudo
hacer frente al combinado norteamericano que se llevó el oro (36-25). Al tiempo que los
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universitarios estadounidenses acaparan medallas de oro en las citas olímpicas, la NBA se
asienta y ofrece cobijo y dinero a los jugadores que acaban su ciclo universitario.
El Mundial es otra cosa, algo que no atrae a los dirigentes del baloncesto estadounidense, y a
Brasil vuelven a enviar una selección de poco calado, compuesta por jugadores blancos -aunque
ya quedaba poco para que los jugadores negros adquiriesen el protagonismo que reclamaban y
merecían- que participaban en campeonatos estatales y que nunca alcanzarán la categoría de
profesionales en la NBA. Pese a todo, aquel equipo que no se hallaba entre los mejores que
Estados Unidos hubiera podido formar, tenía un buen nivel, suficiente para plantar cara a los
brasileños, máximos favoritos, y conseguir el título mundial sin conocer la derrota.
Los dos grandes favoritos siguieron tácticas opuestas: los norteamericanos escondieron sus
cartas hasta el momento decisivo; los brasileños las mostraron ante el jolgorio de su entusiasta
“torcida”. En la primera fase, Estados Unidos se impone contundentemente a Perú (79-49) y
Canadá (59-37) pero no parece gran cosa. Brasil, sin embargo, se da un festín a cuenta de
Filipinas (99-63), la máxima anotación del campeonato y resuelve sin problemas ante Paraguay
(61-52). En los otros grupos, Uruguay y Francia pasan por delante de Yugoslavia no sin un grave
escándalo que comentaremos más adelante, mientras que Formosa, Israel y Chile recurren a la
diferencia de puntos favorable a los dos primeros para decidir la clasificación, después de ganar
un partido cada equipo.
Brasileños y norteamericanos contaban con fuerzas muy similares. Los anfitriones han
incorporado a jugadores al equipo base que finalizó en cuarta posición en el Mundial de
Argentina y que había acudido a los Juegos Olímpicos de Helsinki. Entre estas caras nuevas
sobresalen dos futuras leyendas del baloncesto mundial: Wlamir Marques, que con apenas 17
años se convertirá en el máximo anotador del equipo, y Amaury Pasos otro joven que había sido
elegido mejor jugador del campeonato paulista ese mismo año. Además contaban con un buen
ramillete de veteranos como el capitán Bonfietti (conocido como Angelim), que ya estuvo en la
primera edición del campeonato mundial, y Mair Facci, destacado miembro en los Juegos de
Helsinki al igual que Almir de Almeida. En el bando estadounidense destacan Joe Stratton, la
estrella de este equipo, William Johnson, Kirby Winter y Eddie Solomon. Pero los norteamericanos
contaban con la fuerza del bloque como su mejor arma y practicaban una excelente defensa.
Durante la fase final ambos equipos dejaron claro que la noche del 5 de noviembre se verían las
caras con el titulo en juego. Brasil fue desembarazándose de sus rivales con autoridad entre el
alborozo de sus seguidores tan incansables en sus gritos de aliento como confiados en las
posibilidades de sus hombres. Formosa (61-44), Israel (68-46), Canadá (82-67), Filipinas (57-41),
Francia (49-36) y Uruguay (60-45) no pueden contrarrestar el poderío ofensivo de los brasileños.
Estados Unidos, por su parte no fue menos. Se deshace sin esfuerzo de Filipinas (56-43) y
Francia (70-49), pasa apuros ante los duros uruguayos (64-59) y vapulea a Canadá (84-50),
Formosa (72-28) e Israel (74-30). Sutilmente, el técnico Warrem Womble había moldeado una
gran defensa, cuyos efectos se harían notar en el partido por el titulo. Además, el cuerpo técnico
estadounidense había estudiado hasta la saciedad los movimientos de ataque de los brasileños y
había elaborado el antídoto oportuno.
Llegado el momento de la verdad, el flamante Maracanazinho era una fiesta. Los más de 35.000
espectadores que abarrotaban la cancha celebraban por adelantado el titulo. Es estruendo del
famoso carnaval carioca se quedaba pequeño ante los decibelios que se hubieran podido medir
en el interior del recinto. Pero, como ocurriera en el ya mencionado Mundial de futbol, el
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ambiente festivo se vuelve en contra de los brasileños. Los estadounidenses saltan a la cancha
muy relajados y con la concentración al máximo. El primer tiempo resulta un toma y daca, en el
que la defensa y la paciencia visitante dan sus frutos. Brasil se estrella una y otra vez ante el
muro formado por Solomon y Born, mientras Stratton cuaja sus mejores minutos en este
campeonato. Los 19 puntos anotados por los brasileños en este primer tiempo hablan por si
solos; al descanso (35-19) únicamente un milagro permitía soñar con el título a la afición local.
Durante la segunda parte de la final los norteamericanos no permiten la remontada. Los cánticos
de la afición se apagan a medida que ven a su equipo presa de la impaciencia y también de la
impotencia ante un rival que minuto a minuto se muestra más entero y confiado. No hay opción
para que Brasil olvide sus fiascos futbolísticos y al final el marcador queda en un 62-41 que
habla a las claras de la buena defensa de los campeones, pues no hay que olvidad que los
brasileños habían mostrado un ataque demoledor en todos sus partidos anteriores. El público
acoge la derrota con tristeza y deportividad sin caer en la desesperación vivida cuatro años antes.
Al margen de la derrota brasileña -que puede considerarse una sorpresa aunque ciertamente
relativa- Filipinas fue la aparición más inesperada. Pese a que salio de Río como la selección que
más puntos encajó en un partido -99 ante Brasil- ese detalle quedó ampliamente compensado
con su tercer puesto. Carlos Loyzaga, Mariano Palentino y Ponciano Saldaña formaban un trío de
anotadores muy fiable que suplía perfectamente la escasa estatura de los asiáticos. Sus
apurados triunfos en la fase final ante Francia (66-60) y Uruguay (67-63) les permitieron hacerse
con la medalla en su primara cita mundialista.
El cuarto puesto se lo llevó Francia que de esta forma lavaba la imagen ofrecida en el certamen
anterior en el que no pudo hacer valer su condición de subcampeón olímpico en 1948. La
expedición gala estaba encabezada por su entrenador Robert Busnel y contaba con algunos
apellidos como Beugnot y Monclar que en épocas más recientes también han dado alegrías alos
aficionados franceses.
Yugoslavia, al igual que ocurriera en Buenos Aires por su incomparecencia ante España, volvió a
protagonizar un escándalo al margen del juego. Pero en esta ocasión fue victima y no verdugo, ya
que un error en la anotación de su partido contra Uruguay tiró por la borda todas sus esperanzas
en el torneo.
Para el 24 de Octubre a las 18 horas estaba fijada la presentación yugoslava en el campeonato.
Jugaban ante Uruguay, el primer partido del grupo C. No hubo boicoteos ni malos gestos, el
encuentro se desarrollaba con normalidad y una gran igualdad. Ningún equipo conseguía una
ventaja sustancial. La primera mitad acaba igualada (23-23) y la tónica se mantiene en la
segunda. Entonces los uruguayos anotan una canasta que es invalidada por falta personal en
ataque, y dado que entonces las faltas personales se sacan de fondo al igual que las canastas,
los anotadores no se aperciben de la nulidad de esos dos puntos y los reflejan en el acta sin que
los yugoslavos se percaten del error. El partido acaba con empate a 51 puntos, ante las protestas
de la delegación balcánica que se cree ganadora por dos puntos de ventaja. El árbitro, el
estadounidense Earl Schlup, hace caso omiso a las protestas y no varía el resultado. En la
prórroga, los descentrado yugoslavos sólo anotan un punto y pierden por 55-52, lo que les impide
clasificarse para la fase final y marca su trayectoria en el campeonato en el que solamente
lograran ganar a Perú (86-84) para acabar en penúltima posición.
LIO Y CAMBIO DE REGLAS
CAMPEONATO DEL MUNDO BRASIL 1954
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El escándalo organizado con esa decisión sirvió para que la FIBA aclarara algunos puntos del
reglamento en su siguiente reunión, celebrada en Melbourne con ocasión de los Juegos
Olímpicos de 1956. Además de reglamentarse la norma de los tres segundos dentro de la zona,
la FIBA decidió que, tras cualquier violación señalada, el balón debería ponerse en juego desde
la línea de lateral y solamente se sacaría de fondo después de canasta válida. Algo totalmente
lógico, pero que en Río no estaba reglamentado y provocó todo el lío. Los yugoslavos,
protagonistas extradeportivos en estas primeras ediciones, no tardarían en vengarse.
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1959
CHILE
C
H
IL
E
La III edición del Campeonato del Mundo mantuvo la línea de complicaciones
extradeportivas que había sido habitual en las dos citas anteriores. Un
personaje menos paciente y diplomático que William Jones, Secretario General
de la FIBA, hubiera arrojado la toalla ante el cúmulo de incidentes que venían
jalonando la trayectoria de los Mundiales de Baloncesto. No lo hizo y los
excelentes resultados de ediciones recientes avalan el acierto de su decisión,
pero esta tercera cita mundialista estuvo a punto de alterar su tradicional
flema británica.
Los problemas comenzaron desde el mismo punto de partida. Chile fue el país elegido, con lo
cual el certamen se mantenía en tierras latinoamericanas, por los dirigentes de la FIBA que
confiaban plenamente en que las autoridades chilenas pudieran llevar a buen puerto el gran
pabellón de deportes de Santiago de Chile que acogería la fase final. En 1953 ese pabellón tenía
que haber sido escenario del primer mundial en categoría femenina pero las obras no se
terminaron a tiempo. Pero lo que nadie podía esperar era que cinco años después las obras
siguieran inconclusas. Llegado el momento de la verdad no había recinto deportivo y los
problemas de organización se acumulaban.
William Jones decidió dar un plazo mayor a los organizadores. De esta forma, el campeonato que
debía haber empezado en el otoño de 1958 se trasladó a enero del año siguiente. Lo cierto es
que Chile había apostado fuerte; los organizadores decidieron que varias ciudades acogieran el
evento, a diferencia de la sede única que había sido norma hasta entonces, pero no calcularon
bien sus posibilidades y el certamen corrió un serio peligro de suspensión.
Se había decidido que la fase de consolación la disputaran doce equipos repartidos en tres
grupos. Antofagasta, la capital del salitre, al norte del país, Concepción, y Temuco, ambas al sur
de Santiago, fueron las ciudades elegidas para albergar a los participantes en la primera fase.
Los dos mejores clasificados de cada grupo pasaron a jugar la fase final en compañía de Chile
que, como anfitrión quedó exento de disputar la fase de clasificación. La capital Santiago de Chile
recibiría a los aspirantes a las medallas. Por último, las seis selecciones que resultaron
derrotadas en la primera ronda acudieron a Valparaíso, la turística ciudad distante pocos
kilómetros de la capital.
Sin embargo, los aires de grandeza y las ilusiones de los organizadores no se correspondían con
las verdaderas posibilidades del país. Si en Santiago de Chile no se terminó como estaba previsto
el pabellón, las cosas fueron muy semejantes en el resto de las sedes: casi ninguna ciudad
ofrecía un pabellón adecuado. Con el peligro de suspensión en la mente de todos, los
organizadores ofrecieron a la FIBA la celebración de los partidos en los estadios de futbol de las
ciudades sede. William Jones aceptó porque cualquier cosa era preferible a la suspensión y por
una vez la fortuna se puso de su lado. El buen tiempo acompañó el desarrollo de la competición
lo que dejó en una simple anécdota el hecho de que los partidos se jugaran al aire libre e hizo
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posible que, dada la capacidad de los estadios de fútbol, se batieran todos los récords de
asistencia. En la fase final celebrada en Santiago se superaron los 30.000 espectadores en
varias jornadas, algo irrepetible.
Los problemas políticos que habían marcado la composición de los participantes en las ediciones
anteriores quedaron al margen en esta ocasión. Todavía estaban frescos en el recuerdo el
incidente provocado por la incomparecencia de Yugoslavia ante España en Argentina o los vetos
realizados a los países socialistas por el gobierno brasileño en la edición de Río de Janeiro. Sin
embargo Chile era el país latinoamericano con mayor tradición democrática y las elecciones se
desarrollaban habitualmente con normalidad por lo que el gobierno del demócrata cristiano Jorge
Alessandri no discriminó a ningún país por motivos políticos. Otra cosa muy distinta era que la
política se mantuviera al margen y esta hizo acto de presencia con la competición ya iniciada,
como veremos más adelante.
El 16 de enero de 1959, por fin, el balón se lanzó al aire. Antes hubo que cortar de raíz los
intentos uruguayos de que se realizara un nuevo sorteo al mostrarse disconformes con el grupo
que les había tocado. En esta ocasión la firmeza de William Jones se impuso a unas peticiones
exageradas, bajando los humos a una selección charrúa cuyos mejores momentos eran cosa del
pasado.
En el grupo A, con sede en Concepción, jugaron Estados Unidos, Formosa (Taiwán), Argentina y la
República Árabe Unida (RAU). Estados Unidos, campeón en la edición anterior, envió al Mundial a
un equipo formado por jugadores de la Fuerza Aérea, mientras que preparaba al mejor equipo
que se había visto hasta la fecha para participar el año siguiente en los Juegos Olímpicos de
Roma. Los Jerry West, Oscar Robertson, Walt Bellamy o Jerry Lucas estaban reservados para
miras superiores como el oro olímpico y, como siempre hasta la fecha, no acudieron al Mundial.
Aún así, los estadounidenses mostraron un buen nivel en la primera fase y no tuvieron problemas
para ganar con autoridad sus tres encuentros, uno de ellos superando la centena de puntos
(103-58 ante la RAU). Formosa dio la sorpresa al imponerse a Argentina (63-56) y a la débil RAU
(71-69) y acompaño a Estados Unidos a la fase final como segundo de grupo. Los problemas
políticos, como veremos se oteaban en el horizonte.
Temuco acogió al grupo B, el más fuerte de todos. Brasil vigente subcampeón mundial, Unión
Soviética, subcampeón olímpico en Melbourne56 aunque barrida en la final por unos Estados
Unidos comandados por Bill Russel, y Canadá formaban un trío de aspirantes de gran nivel
mientras que para México quedaba reservado el papel de comparsa. La igualdad fue la tónica
que marcó el desarrollo del grupo. Brasil ganó a Canadá (69-52) y perdió con la Unión soviética
(73-64) pero la derrota de estos con Canadá (63-54) provocó un triple empate toda vez que los
tres ganaron a México. La diferencia de puntos fue favorable a brasileños y soviéticos que
pasaron a la siguiente fase en el grupo de los mejores.
En Antofagasta se celebraron los partidos del grupo C con Bulgaria imponiéndose cómodamente
a Puerto Rico (67-55), Filipinas (85-61) y Uruguay (65-58). La selección boricua se repuso a su
mal inicio ante Bulgaria y se ganó el derecho a estar entre los mejores al vencer a Filipinas (76-
63) y Uruguay (78-64). Los uruguayos, medalla de bronce en los juegos de Melbourne, fueron la
decepción y demostraron que sus exigencias de nuevo sorteo no se correspondían con su
momento de juego.
AL COMIENZO, CALMA
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La presencia de Formosa -la China nacionalista de Chiang Kai-Shek- que no era reconocida por la
Unión Soviética y Bulgaria, auguraba problemas. William Jones lo sabía y por ello programó para
las últimas jornadas los encuentros entre los chinos y los dos países comunistas con la
esperanza de ganar tiempo.
La Unión Soviética se mostró intratable durante todo el certamen con su estrella Víctor Zunkov al
mando bien secundado por los Muzhnieks, Seminov, Korneev o el capitan Valdmanis. Los
hombres dirigidos por Stepan Spandarian fueron dejando enemigos en la cuneta con gran
facilidad; Puerto Rico (84-55), Brasil (66-62), Bulgaria (78-58), Chile (75-49) y Estados Unidos
(62-37) cayeron ante el rodillo soviético. Mención especial hay que hacer de esta victoria sobre
los estadounidenses pues, además de su contundencia, era la primera vez que un equipo
soviético se imponía en baloncesto a uno estadounidense, después de haberse visto las caras
en siete ocasiones.
El oro parecía destinado a ser recogido por la selección soviética pero la política de la época -no
olvidemos que estábamos en plena “guerra fría”- terminaba imponiéndose a los nobles dictados
del deporte. En la penúltima jornada del torneo, la Unión Soviética debía enfrentarse a Formosa,
un rival de escasa entidad, con lo que cerraría su participación ya que en la última jornada le
correspondía descansar. Sin embargo el delegado de la expedición sovietica había avisado antes
de que su equipo no se presentaría a jugar con Formosa, pues las autoridades comunistas no
reconocían a este país sino a la China de Mao Tse Tung (ahora Mao Ze Dong).
China había ingresado en la FIBA en 1936. Tras la Segunda Guerra Mundial el país asiático vivió
una larga y dramática guerra civil que finalizó con el triunfo de los comunistas fieles a Mao,
mientras que los partidarios del general Chiang Kai-Shek instalaron un gobierno en el exilio en la
isla de Formosa. En 1952 el máximo organismo baloncestístico reconoció a Formosa, al tiempo
que mantenía los derechos la antigua Federación ahora con el nombre de Asociación de
Basketball de la República Popular China.
Formosa había acudido al Mundial de Río de Janeiro sin que hubiera problemas, dada la
ausencia de los países comunistas de Europa a excepción de Yugoslavia que siempre fue por
libre. La FIBA, conocedora de los problemas que podían suscitarse nunca se refirió a Formosa, ni
en clasificaciones, calendarios o normas de competición, como República Nacionalista de China.
Pero eso no contaba para la delegación que participaba en el Mundial, hasta el punto que en sus
camisetas figuraba grabado el nombre de China. Búlgaros y soviéticos protestaron y amenazaron
con no jugar pero no fueron oídos.
El 30 de enero a las 9 de la noche hora local, los jugadores de Formosa, con su logotipo de China
en las camisetas, esperaban a sus rivales soviéticos. Pero la espera fue infructuosa, los
soviéticos, virtuales campeones, cumplieron sus amenazas y no se presentaron al partido. Cerca
de 30.000 espectadores aguardaban el comienzo del encuentro pero solo pudieron escuchar a
un atribulado William Jones que pedía disculpas por lo ocurrido. Formosa ganó el partido por 2-0
pero incluso con esa mínima derrota el título correspondía a los soviéticos que habían ganado
todos sus encuentros anteriores.
La sanción no podía quedar en la mera pérdida del partido. No parecía lógico que subiera al
podio un equipo que se había negado a jugar un partido, con el quebranto económico que había
producido y con la mala imagen creada. Durante la mañana de la jornada de clausura William
Jones tuvo que recurrir a sus mejores dotes diplomáticas.
OTRA VEZ LA POLITICA
CAMPEONATO DEL MUNDO CHILE 1959
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Los organizadores clamaban por las perdidas que iba a ocasionar una jornada de clausura
totalmente descafeinada, la mayoría de los miembros de la FIBA pedían una sanción ejemplar
para los soviéticos -y por añadidura para los búlgaros que ya habían anunciado que no se
presentarían ante Formosa esa misma tarde-, pero William Jones miraba mas lejos y trataba de
contentar a todos. No quería oír hablar de una sanción dura que apartara por unos años al
baloncesto soviético de las competiciones continentales, máxime cuando en el horizonte se
encontraban los Juegos Olímpicos de Roma 60, pero tampoco podía pasar por alto un hecho
semejante. Así que decidió que soviéticos y búlgaros fueran relegados a las dos últimas
posiciones del grupo, pero sin anular los resultados habidos. De esa forma conseguía la
continuidad en las competiciones futuras de los países comunistas y contentaba a los
organizadores dado que la última jornada recuperaba el interés al abrir las posibilidades de que
Chile fuera campeón si ganaba en la última jornada a Brasil por doce puntos.
Mientras la expedición soviética se preparaba para regresar a su país con el convencimiento
íntimo de ser los campeones morales del torneo, la jornada de clausura presagiaba grandes
emociones con la disputa del duelo entre brasileños y chilenos. Ni que decir tiene que el Estadio
Nacional de Santiago presentaba una gran entrada de más de 30.000 espectadores que
esperaban el milagro de una rotunda victoria de su equipo que le diera el oro.
El conjunto brasileño, en el que Wlamir Marques y Amaury Pasos ya habían adquirido la
experiencia que les faltó en el anterior Mundial disputado en su país, era muy superior a los
chilenos. Pese a que fueron derrotados por los soviéticos en las jornadas precedentes, su victoria
ante Estados Unidos (81-67), nada más producirse la incomparecencia de la Unión Soviética ante
Formosa, les había dado merecidamente la medalla de plata. Ahora se encontraban con la
ocasión de mejorar su clasificación y no estaban dispuestos a dejar pasar la oportunidad.
Eran superiores a los chilenos y los sabían, pero querían huir de cualquier tipo de confianza,
la experiencia de los Mundiales de fútbol y baloncesto perdidos ante su público en un pasado
todavía reciente habían dejado huella.
Los brasileños no dejaron siquiera que los chilenos soñaran con acariciar el oro. Desde el primer
instante impusieron su juego alegre y atlético abriendo una profunda brecha en el marcador.
Wlamir Marques (17 puntos) y Amaury Pasos (16), bien acompañados por el capitán Zenny de
Acevedo (8) y por Pedro Fonseca (11), se mostraron imparables. Los 16 puntos de ventaja que
señalaba el marcador al final de la primera parte (37-21) parecían definitivos, sin que una tímida
reacción chilena al comienzo de la segunda parte de la mano de Luis Salvadores (15 puntos)
pusiera en peligro el triunfo brasileño. El resultado final (73-49) es un fiel reflejo de la solidez de
un conjunto brasileño que ganó su primer Mundial cuando las circunstancias le eran mas
adversas y pocas horas después de que celebrara con júbilo la plata que su victoria ante Estados
Unidos le otorgaba.
La derrotaante Brasil relegó a Chile, entrenado por el norteamericano Kenneth Davidson, a la
tercera plaza pese a que solo ganó dos de sus seis partidos (ante Puerto Rico y Formosa),
mientras que Estados Unidos, vapuleado por la Unión soviética y Brasil, se hacía con la medalla
de plata, lo que en nada puede hacer olvidar que ese equipo fue uno de los más flojos de su
historial en competiciones internacionales. Su nombre más importante era Jerome Vaida, uno de
los mejores anotadores del certamen.
BRASIL, ORO DEVALUADO
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Formosa, país causante involuntario de todo el lío, se hacía con la cuarta plaza final ¡sin ganar un
solo partido en la cancha! Sus triunfos por 2-0 ante la Unión soviética y Bulgaria valieron a los
chinos nacionalistas para finalizar en un puesto privilegiado. Y la cosa habría sido mejor si en la
primera jornada no hubieran perdido con Chile por la mínima (86-85) y tras una prórroga.
Puerto Rico fue quinto y en la fase de consolación Filipinas fue el mejor mientras que la gran
decepción la produjo Canadá, que solamente fue capaz de vencer a México después de haber
conseguido imponerse a la Unión Soviética (63-54) en la primera fase.
La FIBA, con William Jones a la cabeza, había logrado salvar la cara pero al decidir que la
responsabilidad de la organización de la siguiente edición del Mundial la afrontara la Federación
Filipina se metió en otro lío como veremos en el próximo capitulo. La imagen final del Mundial hay
que dedicársela a los jugadores soviéticos recibidos en honor de multitud en Moscú e
inmortalizados en una seria especial de sellos con la leyenda de “Campeones del Mundo en
Santiago de Chile”.
CAMPEONATO DEL MUNDO CHILE 1959
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1963
BRASIL B
R
A
S
IL
No fue la madre de todas la batallas extradeportivas acaecidas en la corta
historia de los Mundiales de baloncesto, pues de estas daban fe una larga serie
de ejemplos, pero la cuarta edición de los mismos anduvo muy cerca de ello. Al
contrario de lo que hubiera podido pensarse tras la clausura del certamen de
Chile, el problema suscitado con la negativa soviética y búlgara a enfrentarse a
Formosa (Taiwán) no había escrito su último capitulo.
Los soviéticos se consideraban expoliados, pero si entonces eran un país debutante en el
Mundial (aunque también subcampeón olímpico) con poco poder en las altas esferas de la FIBA,
en estos cuatro años transcurridos habían extendido sus tentáculos en la organización y no
estaban dispuestos a dejarse avasallar de nuevo.
Cuando en plena disputa del Mundial de Chile, la FIBA eligió a Manila como capital de la Islas
Filipinas, como sede del siguiente campeonato, que debía celebrasen diciembre de 1962 para
restablecer el carácter cuatrienal roto por los retrasos chilenos ya conocidos, las autoridades
Filipinas ofrecieron las máximas garantías para que ningún problema político afectara a la
disputa del evento. Sin embargo, nada de ello fue posible. Tres meses antes del comienzo del
torneo, Bulgaria y la Unión Soviética pasan factura y se mantienen en sus trece de no reconocer a
Formosa. Como quiera que estaba prevista la presencia de los chinos nacionalistas, ambos
países anuncian que no viajaran a Manila.
Las autoridades filipinas reaccionaron echando gasolina al fuego del intento de boicoteo.
El gobierno de Diosdado Macapagal niega los visados de entrada en el país a todos los
participantes de la órbita comunista (en realidad, solo a Yugoslavia dado que la ni
siquiera lo solicitó) cuando algunas selecciones participantes han comenzado a llegar a Manila.
Pero en esta ocasión William Jones parece dispuesto a actuar con firmeza. El baloncesto
“amateur” no podía crecer al margen de los países del bloque comunista europeo y una
prohibición como la dictada por las autoridades filipina acabaría muy mal para la FIBA, por lo que
decide reunir con carácter urgente a su Comité Central.
A la reunión acuden siete miembros de los nueve que forman tan selecto y elitista grupo.
Curiosamente uno de los ausentes -que denunció el hecho de no haber sido convocado- era el
senador Ambrosio Padilla, vicepresidente de la FIBA y Presidente de la Federación Filipina, que no
pudo presentar sus alegaciones. A excepción del presidente de la FIBA, el brasileño Dos Reis
Carneiro, todos los presentes en aquella reunión son europeos: tres pertenecientes al bloque
comunista –el húngaro Ferenk Hepp, el búlgaro Mladem Nikolov y el soviético Nikolai Semaski-,
un español -Raimundo Saporta-, un italiano -Decio Scuri-, y el propio William Jones. De aquella
reunión los filipinos salen muy damnificados ya que se decide anular la celebración del Mundial,
se prohíbe su presencia en las próximas dos ediciones del campeonato y se les obliga a pagar
una multa de 2000 dólares (una fortuna en aquellos tiempos), aunque finalmente sería rebajada
hasta la mitad.
Unión Soviética
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En esta misma reunión los miembros de la FIBA se quitaron de encima la patata caliente de la
organización del Mundial concediendo esa responsabilidad a Brasil, en base a que la cancha de
“Maracanazinho” se había revelado como un escenario excelente para la edición de 1954 y por la
buena acogida que el publico brasileño seguramente dispensaría al torneo, habida cuenta del
gran potencial de su país.
Los brasileños recibieron de la FIBA un plazo de algo menos de seis meses para tenerlo todo listo
y cumplieron con creces. El 12 de mayo las selecciones participantes estaban preparadas. La
premura de tiempo había evitado las tentaciones de experimentar en cualquier sentido, por lo
que se decidió mantener el mismo formato utilizado con éxito en Chile. Tres grupos de cuatro
equipos en la primera fase, de los que saldrían los seis que junto a los anfitriones disputarían por
el sistema de liguilla las primeras plazas. Los seis equipos derrotados en la primera fase jugarían
entre si para determinar las plazas de consolación.
La disputa de las medallas por el sistema de liguilla, conllevaba el peligro de que todo estuviera
decidido en la última jornada privando de brillantez y emoción a la misma, como así ocurrió.
Aunque las voces que abogaban por la celebración de unas eliminatorias para decidir las
medallas comenzaban a oírse, la FIBA no instauraría esta modalidad hasta 1978.
Los países americanos vuelven a ser mayoría como viene ocurriendo desde la primera edición.
Además de Brasil, se presentan a la cita Estados Unidos, Canadá, México, Puerto Rico, Argentina,
Uruguay y Perú. Se echaba de menos a Chiles pero su buena estrella había decaído tras la
medalla de bronce conseguida ante su público cuatro años antes. Europa cuenta con cuatro
participantes: Yugoslavia, Unión Soviética, Francia e Italia, que debuta en el Mundial después de
su renuncia por motivos económicos en 1950. Completa el cupo Japón, como representante de
Asia, tras las ausencias forzadas de Formosa y Filipinas.
La y Francia se clasifican sin problemas para la fase final en el grupo A instalado
en la localidad de Belo Horizonte, en Minas Gerais, al norte de Río de Janeiro pero en el interior
del país. Los soviéticos ganan sus tres encuentros sin dificultades y sin apretar el acelerador; los
galos se imponen en la primera cita a Uruguay (64-54) y en la última a Canadá (79-57), tras
perder con la y de este modo regresan a una fase final tras pasar sin pena ni
gloria por las dos primeras ediciones del certamen.
Los integrantes del grupo B son enviados a Curutuva, la capital del estado de Paraná al sur de
Sao Paulo. Apenas hay historia ya que Perú y Japón se muestran infinitamente inferiores a
Yugoslavia y Puerto Rico que se disputan la primera plaza con triunfo yugoslavo por cinco puntos
(83-78)mientras que Japón obtiene la tercera con una concluyente victoria sobre los peruanos
(70-50).
Por último el grupo C se instala en Sao Paulo la capital del estado del mismo nombre, al sur de
Río de Janeiro y tradicional rival de la capitalcarioca. A priori parece el grupo más solvente pues
México e Italia eran dos equipos en ascenso, Argentina siempre mostraba gran competitividad y
los Estados Unidos tenían que ser respetados, al margen del equipo que enviaran. A la hora de la
verdad, los argentinos defraudan y pierden todos sus partidos por paliza, a excepción del jugado
ante México que lo hacen por una canasta (84-82). Italia debuta con buen pie y vence con
solvencia a mexicanos y argentinos, pera perder en la intrascendente última jornada con los
estadounidenses, sus compañeros de viaje para la siguiente fase.
DE MANILA A BRASIL
Unión Soviética
Unión Soviética
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En Río de Janeiro, Brasil velaba armas en espera de sus rivales para comenzar la disputa de las
medallas. La y Estados Unidos se habían mostrado muy potentes en la fase
previa, aunque los observadores también daban posibilidades a Yugoslavia. Los brasileños
encabezaban las apuestas de los favoritos, pero cualquier descuido podría sumirles en otro
desastre histórico ante su afición.
El comienzo de la fase final del campeonato resultó espectacular. En la primera jornada, Estados
Unidos y Yugoslavia libran una de las batallas más intensas vistas en un Mundial. Los yugoslavos
con Ivo Daneu y Radivoj Korac en plan estelar se impusieron (75-73) a un conjunto norteamericano
de cierta entidad en la que un jovencísimo Willis Reed apuntaba posibilidades, pero no tantas
como podría pensarse vista su excepcional carrera posterior -mejor jugador de la NBA en 1970 y
1973 y campeón esos dos años con New York Knicks-. Desde luego, se encontraba lejos de aquella
maravillosa selección que había enloquecido a los aficionados en los Juegos Olímpicos disputados
en Roma tres años antes, pero a diferencia de otras citas mundialistas, se trataba de un conjunto
potente, capaz de pelear por el titulo con ciertas garantías. El partido deriva en un bello
espectáculo, marcado por el talento de varios de sus protagonistas y por la igualdad. Al final el
conjunto balcánico se impuso pero cualquier otro resultado hubiera sido tan posible como justo.
La derrota estadounidense en la primera jornada marcará el posterior desarrollo de la
competición, al tiempo que confirma las posibilidades de Yugoslavia. Más aún muestra al mundo
que aquellos “plavi”, acaparan comentarios y reseñas en la prensa por cuestiones
extradeportivas habían acabado y que, a partir de ese instante reclamaban protagonismo y
atención por su talento y forma de ver y practicar el baloncesto. La fábrica yugoslava comienza a
producir sus primeros y magníficos productos y su selección ofrece en tierras brasileñas una
pequeña muestra de lo que en poco tiempo será capaz de ofrecer al mundo del baloncesto.
Ese primer tropiezo ante Yugoslavia puso contra las cuerdas al combinado de Estados Unidos que
no podía fallar más si quería mantener sus aspiraciones al titulo o, como mal menor, a las otras
medallas. Tras imponerse a Francia con cierta comodidad (81-60), llegó el momento de la verdad
ante la Unión Soviética que también había dado buena cuenta de los galos en su único partido de
la fase decisiva. Al igual que en su anterior compromiso frente a Yugoslavia, los estadounidenses
practican un excelente baloncesto, pero no saben rematar a un rival al que en el descanso
ganaban por seis puntos (34-40). En la segunda parte, la reacción de los soviéticos, entrenados
por Alexander Gomelski, un hombre llamado a proporcionar graves disgustos los Estados Unidos
tanto en Mundiales como en Juegos Olímpicos, no se hizo esperar. Su buena defensa y su gran
espíritu de lucha obran el milagro y los soviéticos entran en el último minuto del partido con
oportunidad de victoria. Su calma contrasta con las prisas estadounidenses y el conjunto
europeo se alza vencedor por un ajustado 75-74, suficiente para acabar con las posibilidades de
oro para los Estados Unidos que, una vez más, ven como su prepotencia les priva de mayores
logros en un Mundial.
La escasa cobertura que daban los medios de comunicación estadounidenses a los
Campeonatos del Mundo hace que estas pobres actuaciones de sus selecciones apenas tengan
repercusión en la crítica sociedad norteamericana. Estados Unidos mantuvo su política de
preparar excelentes combinados para la cita olímpica, desdeñando el Mundial ante la
indiferencia de sus aficionados. Habría que esperar casi dos décadas -sobre todo a raíz del
desastre olímpico vivido en Seul’88- para que las autoridades deportivas estadounidenses dieran
al evento mundialista la importancia debida.
ESTADOS UNIDOS SE DESCARTA
Unión Soviética
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REPITE BRASIL
Y mientras los yugoslavos y soviéticos plantaban cara y eliminaban de la lucha por las medallas a
Estados Unidos, Brasil contaba con sus partidos por victorias e iba de fiesta en fiesta empujado por
una afición como jamás se había visto antes en una cancha de baloncesto. Si el “Maracanazinho”
vivió momentos de jolgorio popular en la edición del Mundial de 1954, en esta ocasión el público
carioca se había superado a sí mismo. Cada partido de su selección parece una reedición corregida
y aumentada de su celebre carnaval: guirnaldas, confeti, banderas, bocinas, orquestas... todo
elemento susceptible de dar colorido y ruido al ambiente se utiliza. Y todo ello en unas gradas
repletas con más de 20.000 espectadores ataviados con los colores verde y amarillo.
Brasil no quería más decepciones ante su público y se marcó un reto: demostrar que podían
ganar el titulo mundial con su talento sobre la cancha y no por descalificaciones de sus rivales
como ocurrió cuatro años antes en Chile. Aquel era un equipo muy mejorado respecto al del
Mundial chileno, un equipo que había logrado la medalla de bronce en los pasados Juegos de
Roma y que a los míticos Wlamir Marques y Amaury Pasos había añadido al espectacular
Ubiratán Pereira, otro joven de excelente futuro.
Los anfitriones no concedieron oportunidad a la sorpresa. Se deshacen sucesivamente de
Puerto Rico (62-55), Italia (81-62), ¡Yugoslavia! (90-71) y Francia (77-63). Una victoria sobre la
Unión soviética abría de par en par el camino hacia lo más alto del podio y esta se produce sin
contestación: el 90-79 final supone casi matemáticamente el oro para los anfitriones. Con el
bocinazo final la algarabía existente dentro del Maracanazinho se desborda por todo el país.
Lejos quedan las decepciones sufridas en los Mundiales de fútbol y baloncesto organizados por
Brasil en 1950 y 1954, el titulo logrado por Marques y sus compañeros se une al logrado en Chile
en 1959 y a los alcanzados por la selección de fútbol en 1958 (Suecia) y 1962 (Chile). Unos años
dorados del deporte brasileño que han tenido continuación a nivel futbolístico pero no lo han
hecho en el deporte de la canasta.
La resaca de la victoria ante la no impidió que la jornada de clausura resultara
inenarrable. Se abrió con un duelo entre Yugoslavia y la en las que las medallas
de plata y bronce estaban en juego. El partido fue digno de una gran final y un adelanto de los
intensísimos duelos que estos dos rivales iban a deparar en el futuro. La victoria yugoslava por
dos puntos (69-67) otorgaba la plata a los balcánicos mientras que los soviéticos debían
conformarse con el bronce. Estados Unidos, sin posibilidad alguna de medalla, cumplió el trámite
de su último encuentro ante Brasil con gran profesionalidad y puso en apuros a los campeones
que, sin embargo no quisieron ofrecer una decepción a su público. El partido anduvo igualado
(39-39, en el descanso) hasta que en los dos últimos minutos la pasión del publico contagió a los
brasileños y descentró a sus rivales que acabaron cediendo 85-81, entre una lluvia de
serpentinas que obligó a parar el juego en muchísimas ocasiones.
Tras Estados Unidos, finalmente cuarto se clasificó Francia con dos apurados triunfos ante Puerto
Rico e Italia, en lo que suponía su mejor logro mundialista. La selección boricua se clasificóa
continuación gracias a su triunfo sobre Italia (75-72), mientras que los trasalpinos, a quienes
algunos habían colocado como candidatos a medalla, defraudaban en su primera presencia en un
Mundial. Y mientras la emociones eran patrimonio del “Maracanazinho”, en Petrópolis, una
localidad muy próxima a Río, se disputaba una fase de consolación que solamente sirvió para
demostrar que nadie se interesa por los desahuciados y para que Argentina ganara unos cuantos
partidos y lavara un tanto la pésima imagen ofrecida en la primera fase. Pero para mala imagen
ninguna como la de Japón, incapaz de ganar un partido en esta fase de desahuciados.
Unión Soviética
Unión Soviética
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Cuando el capitán brasileño Wlamir Marques recogía el trofeo que distinguía a su selección
como campeona del mundo, William Jones respiraba tranquilo tras varios meses de tensión.
Un Mundial que comenzó de la peor de las maneras, se había convertido en un éxito rotundo
merced a la presencia de cuatro grandes equipos, una organización más que aceptable y un
público entusiasta. Lástima que durante la disputa de esta IV edición del Campeonato del Mundo,
la FIBA no se atreviese a conceder la organización del siguiente a un país europeo pues unos
cuantos se encontraban preparados para ello. Le fue otorgada a Uruguay y... volvieron los
problemas.
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1967
URUGUAY UR
U
G
U
AY
Las intenciones de la FIBA de que los Campeonatos Mundiales se celebrasen
cada cuatro años, justamente a caballo de los Juegos Olímpicos, se habían
venido abajo, como hemos relatado en capítulos anteriores, por los retrasos en
la organización de la tercera edición que debió disputarse en Chile en 1958.
Los problemas surgidos en Manila impidieron recuperar el año de desfase que se llevaba y las
ilusiones para volver a la normalidad en Uruguay quedaron cercenadas a instancias de las
autoridades uruguayas, que temían hacer coincidir la disputa del torneo con la convocatoria de
elecciones generales en el país.
¿Tan complicado hubiera sido realizar los dos acontecimientos al mismo tiempo? Seguramente,
si. Para comprobarlo basta con recordar la situación política que a finales de la década de los
sesenta se vivía, no solo en Uruguay, sino en todo el continente americano. El triunfo de la
revolución cubana había provocado numerosos brotes de guerrilla revolucionaria que, en la
mayoría de los casos, fueron contestados con duras dictaduras militares. En 1966, Honduras,
Guatemala, Nicaragua, Bolivia -donde Ernesto “Che” Guevara intentaba reeditar el éxito de la
guerrilla cubana-, Brasil, Argentina... se encontraban bajo un gobierno militar, mientras que
Uruguay se encaminaba a ello ante la falta de soluciones ofrecidas por los partidos democráticos
y la creciente pujanza del movimiento revolucionario Tupamaro.
Uruguay había vivido épocas de bonanza económica bajo la presidencia de Luis Batlle, líder del
partido colorado, pero una inflación galopante a principios de la década de los sesenta había
sumido al país en una grave crisis. En 1962, el partido blanco ganó las elecciones y respondió a
las demandas de aumento salarial con una fuerte represión cuya consecuencia inmediata fue su
derrota en las elecciones de 1966 ante el “colorado”, Oscar Gestido. Pero la campaña electoral
resultó muy dura y los incidentes, habituales. La petición de aplazamiento para el Mundial
pareció bastante lógica y acertada.
Pero pese al acierto en solicitar el aplazamiento, Uruguay no se encontraba en la situación que
requería la organización de un evento deportivo de esta magnitud y todas las delegaciones
presentes en este V Campeonato del Mundo padecieron numerosas deficiencias. Las ciudades
de Mercedes, Salto, y Montevideo quedaron seleccionadas para acoger a los tres grupos que
formaban la primera ronda del torneo. La ciudad argentina de Córdoba acogería la fase de
consolación, mientras que la capital Montevideo, repetía con la celebración de la fase final,
aunque en una cancha diferente, con mayor capacidad pero nulas condiciones.
La organización no había introducido novedades en el sistema de competición. La primera fase
dejo tres datos para el recuerdo: la dureza del grupo A, disputado en Las Mercedes con cuatro
equipos de altísimo nivel, la permanencia de Brasil entre los mejores y la presentación de la
candidatura al título de la Unión Soviética.
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Estados Unidos, Yugoslavia, México e Italia disputaron en Las Mercedes, a orillas del río que da
nombre al país, una fase de clasificación trepidante.
No hubo palizas y los seis encuentros depararon grandes emociones. El equipo estadounidense
se impuso a Italia (67-56), México (75-65) y Yugoslavia (76-71). Los balcánicos lograron sendas
victorias ante italianos (71-62) y mexicanos (86-73), mientras que estos últimos se consolaron
con un triunfo ante la selección trasalpina (78-60). Entonces México tenía un gran equipo con
Manuel Raga y Arturo Guerrero en plan estelar y lo demostró al ganar todos los encuentros de la
fase de consolación. Quizá en otro grupo se habrían clasificado para la lucha por las medallas.
En Salto, Brasil demostró que baloncesto se mantenía entre los mejores del mundo. Eran los
vigentes campeones del mundo y medalla de bronce en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio,
mantenían a sus estrellas Amaury Passos y Ubiratán Pereira y habían incorporado a los excelentes
Luis “Mosquito”Menon y Carlos Masoni. Los brasileños ganaron por mas de 30 puntos a
paraguayos y portorriqueños y por quince (83-67) a Polonia, con la que pasaron a la siguiente fase.
Montevideo fue testigo de una exhibición demoledora de la . Los soviéticos, muy
renovados por Alexander Gomelski, tenían en le capitán Gennadi Volnov un seguro de vida y
presentaban en sociedad a dos jóvenes estrellas: Modestas Paulaskas y Sergei Belov. En esta
primera fase resultó un monologo soviético incontestable por parte de argentinos (105-66),
peruanos (84-46) y japoneses (95-56). Argentina, por su parte, hizo valer su superioridad ante
unos flojísimos rivales y volvió a estar presente en la fase final de un Mundial.
El traslado de las fechas del Mundial desde diciembre de 1966 a mayo de 1967 trajo una
consecuencia desagradable: el intenso frío que en esa época padece Uruguay. Los organizadores
no cayeron en cuenta de este detalle cuando solicitaron el aplazamiento y habían llevado la
disputa de los encuentros a una cancha para 15.000 espectadores, en realidad un viejo almacén
rehabilitado en su interior y cerrado por una bóveda tan artística como ineficaz.
Sin calefacción y sin aislamiento térmico en el recinto, allí se rozaban siempre los cero grados
centígrados. No importaba que el recinto se llenara en sus 15.000 plazas, una cortina de vaho
humano delataba el frío siberiano soportado por todo aquel que se pasara por “el frigorífico” (que
así fue bautizada la cancha por razones obvias) bien por obligación (árbitros, federativos,
técnicos y jugadores) o por devoción (público, más sufrido que nunca). Este, que respondió
demasiado bien, dadas las condiciones ambientales y la floja actuación de su selección, se lo
tomo con buen humor, acudiendo a los partidos con mantas y aprovechando la presencia del
recién elegido presidente, Oscar Gestido, para dedicarle todo tipo de cánticos alusivos a la
temperatura.
La selección uruguaya, que se había incorporado a la competición para disputar la fase que
reunía a los mejores -como venía siendo habitual desde la primera edición del certamen- nunca
tuvo opción de pelear por las medallas, pero sí se convirtió en juez a la hora de decidir las
mismas. Uruguay comienza su andadura ante Brasil y padece un serio correctivo (63-54) que no
es capaz de enmendar en sus partidos siguientes ante Argentina (79-75), Estados Unidos (88-53)
y la (60-54).
FRIO GLACIAL
Unión Soviética
Unión Soviética
CAMPEONATO DEL MUNDO URUGUAY

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