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Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 9 MODIFICACIÓN DE CONDUCTAS AGRESIVAS FUNCIONALMENTE DIFERENTES ENTRE CONTEXTOS A TRAVÉS DE UNA INTERVENCIÓN CONDUCTUAL PAOLA ANDREA RUBIO CHAVEZ Bajo la dirección y coautoría de AMANDA M. MUÑOZ-MARTINEZ. Esp., MSc. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA ESPECIALIZACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA COMPORTAMENTAL- COGNOSCITIVA. EXTENSIÓN IBAGUE. FACULTAD DE PSICOLOGIA Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 10 Tabla de contenido Justificación Revisión de literatura Factores predisponentes Factores de adquisición Factores de mantenimiento Intervención Programa de refuerzo diferencial de otras conductas. Programa de Instrucciones. 14 18 22 25 26 28 30 32 Pregunta de investigación Objetivos Objetivo general Objetivo específico 35 35 35 36 Método Participante Instrumentos Procedimiento 37 37 39 41 Resultados 45 Discusión 48 Referencias 56 Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 11 Lista de figuras Figura 1. Línea de base e intervención en el contexto escolar y familiar. 46 Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 12 Lista de anexos Anexo A Registro diario antecedente-conducta-consecuente Anexo B Registro de Frecuencia Anexo C Formulación de caso Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 13 MODIFICACIÓN DE CONDUCTAS AGRESIVAS FUNCIONALMENTE DIFERENTES ENTRE CONTEXTOS A TRAVÉS DE UNA INTERVENCIÓN CONDUCTUAL Resumen El presente estudio tuvo como objetivo determinar la eficacia de un programa de instrucciones y refuerzo diferencial de otras conductas sobre el comportamiento agresivo con funciones dife- rentes entre contextos de un menor de 11 años Se utilizó un diseño de línea base múltiple entre contextos. Los resultados mostraron una disminución progresiva del repertorio proble- mático tanto en el contexto escolar como en el familiar tras la implementación del programa de intervención. También permitieron ver la importancia de establecer la función de la conducta con el fin de incrementar la eficacia de las intervenciones. Algunas limitaciones de la investigación se relacionan con el bajo control sobre variables extra terapéuticas que pudieron intervenir en los resultados. Palabras claves: Instrucciones, refuerzo diferencial de otras conductas, conducta agresiva, análisis funcional. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 14 Justificación En Colombia, la información relacionada con la ejecución de actos violentos es abundante, de forma tal que se ha observado un incremento importante de ellos en los últimos años, llegando a convertirse en unas de las principales causas de muerte, siendo un fenómeno de interés para las diferentes instancias sociales (Franco,2003; Juárez, Dueñas & Méndez, 2005). Se ha encontrado que las conductas agresivas no sólo han ido incrementando en los adultos, sino también en niños (Smeekens, Riksen- Walraven & Van Bakel, 2007) oscilando entre el 30% y el 50% de todos los problemas clínicos que se refieren en consulta en esta población (Kazdin, 1996). Debido a ello muchos investigadores han centrado su interés en estudiar la problemática, para prevenir problemas más complejos en etapas posteriores del desarrollo. Al respecto, Guerrero (2003) señala que los niños agresores tienen mayores probabilidades de presentar otros problemas de comportamiento, sumado a un pobre desempeño académico, deserción escolar, consumo temprano y excesivo de sustancias psicoactivantes, violencia doméstica, delincuencia y criminalidad adulta. Esto se relaciona con lo expuesto por otros investigadores que han concluido que el mantenimiento de la Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 15 conducta agresiva durante la infancia temprana aumenta la probabilidad de presentar desordenes de conducta en la infancia media o adolescencia (Miller & Olson, 2000). Lo anterior muestra cómo el comportamiento agresivo puede incrementar en su frecuencia, magnitud e intensidad, así como en las consecuencias negativas para la persona y su contexto social. De esta manera, con el paso del tiempo la agresividad puede escalar hacia conductas delictivas y antisociales en las etapas posteriores de la vida. Debido a ello ha incrementado la necesidad de identificar y describir los factores asociados con ese comportamiento en las etapas del desarrollo que comprenden la infancia y la adolescencia. Es importante señalar que la psicología ha intentado abordar este fenómeno haciendo uso de sus aproximaciones teóricas para intentar explicarlo. Desde el análisis de la conducta se ha propuesto que no sólo es posible explicar el comportamiento a través de la comprensión de las relaciones de contigüidad entre las respuestas y el contexto, sino también que es importante establecer las relaciones funcionales entre estas variables en términos de contingencias (Hayes, 1995). Desde esta perspectiva, el estudio del comportamiento agresivo implica no sólo establecer la frecuencia, intensidad, duración y magnitud de una respuesta sino también la forma en que éste se relaciona con las variables contextuales que dan cuenta de él y que han sido establecidas durante la historia de aprendizaje de las personas, actualizándose en el presente a partir de la relación de las variables y el mantenimiento de las consecuencias en el contexto. Por lo que no es la contigüidad sino la relación funcional lo que determina el comportamiento y sus características. (Heward & Orlansky, 1992). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 16 Por lo tanto, la identificación de las variables de las cuales la conducta es función , es de gran relevancia para comprender como el lenguaje se puede presentar como mediador en las contingencias de reforzamiento, ya que el establecimiento de reglas permite el mantenimiento o no de respuestas agresivas en niños y adolescentes (Castañeda, 1997). En cuanto al papel que juega la regulación verbal en el mantenimiento de la conducta, Malott (1984) describe que las dificultades en el cumplimiento de las reglas están relacionadas con la competencia y las condiciones aversivas que denota el incumplimiento de las reglas y las sanciones impuestas por los administradores de las contingencias como lo pueden ser los padres, profesores y hasta sus mismos compañeros de clase, señalando que la regla es un estímulo verbal que, a través de la historia de aprendizaje de los individuos, permite el mantenimiento de este tipo de las conductas. Es importante mencionar que en los últimos años dentro del análisis del comportamiento se han desarrollado estudios en los que se ha hecho un énfasis importante en la función del lenguaje como un aspecto que ha de tenerse en cuenta para entender la forma en que se adquieren y mantienen los repertorios conductuales (Castañeda, 1997; Zarcone, Iwata, Vollmer, Jagtiani, Smith & Mazaleski, 1993). A nivel disciplinar, por tanto, es relevante llevar a cabo intervenciones que permitan ver como estrategias con base en el lenguaje pueden facilitar el cambio conductual, sobre todo en población infantil donde la mayoría de investigaciones se han desarrollado con base en estrategiasde corte cognitivo– conductual, con las cuales se ha hecho un énfasis importante en la modificación de la topografía de la conducta (Vera, Valenzuela, Abarca & Ramo, 2005; Vollmer, Iwata, Zarcone & Mazaleski, 1993). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 17 Por esta razón, la importancia de la presente investigación se relaciona con la posibilidad de mostrar como conductas topográficamente similares pueden ser funcionalmente diferentes y así mostrar la relevancia de este tipo de aproximación en contraposición a las intervenciones protocolizadas, que se dirigen al cambio de la topografía de los comportamientos problemáticos, pero no a la función de estos. A nivel disciplinar, la presente investigación permite mostrar la utilidad de un programa de instrucciones con el fin de observar la forma en que se puede modificar las conductas agresivas a través de la regulación verbal del comportamiento. La investigación relacionada en los últimos años en este tema ha incrementado de manera importante, sin embargo, el número de estudios en el contexto aplicado es poco, ya que la mayoría se han realizado en investigación básica, por lo que es importante hacer más investigaciones en el tema (Barnet, Barnes, Cullinan, Leader & Smeet, 2004; Kaufman, Baron, & Kopp, 1996; Lippman, & Meyer, 1967). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 18 Revisión Teórica La niñez es una etapa del desarrollo de gran importancia en las personas, pues durante ella se establecen en buena medida las funciones específicas de determinados repertorios conductuales. Durante esta época pueden existir dificultades representativas en la interacción social, por ejemplo, comportamientos agresivos, de aislamiento, dificultades en el seguimiento de normas, insultos, entre otros, que pueden observarse en diferentes contextos: familiar, escolar y social, provocando así un deterioro significativo en su ajuste a ellas (Castañeda, 1997). Es importante señalar que los problemas de comportamiento agresivo, han sido ampliamente estudiados por los diferentes investigadores en psicología, definiéndolos como cualquier acto, intencional o no, que ocasiona daño físico y que en ocasiones se presentan con el fin de controlar algunos eventos del contexto. Aunque algunas formas de conducta pueden ser no físicas como: insultos, amenaza de infringir daño a otros o si mismo, en general su característica principal es la de herir física o psicológicamente a alguien (Costa & Morales, 1998; Fajardo & Hernández, 2008; Juárez, 2003; Samper, Tur & Cortes, 2008; Valentín, Cruz & Cadalso, 2002). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 19 En relación con la presentación de estos comportamientos, los estudios han evidenciado que entre los problemas más frecuentes en la infancia se encuentran los relacionados con la conducta agresiva, observándose recientemente un aumento importante en la prevalencia y severidad de los crímenes juveniles (Díaz, Peña, Suarez & Cruz, 2004). Es por ello que el interés por este campo de estudio ha sido permanente buscando determinar los factores relacionados que regulan su aparición y mantenimiento (Ayala, Pedroza, Morales, Chaparro & Barragán, 2002; Costa & Morales, 1998; Varela, Sabucedo & Arce, 1990). En el estudio de Poveda, Fernández, Sánchez & Beltrán (2007) se encontró que la agresividad, exhibida tanto por niños como por adolescentes, se relacionaba con características personales y ambientales. También se ha observado que los contextos en los que se presenta con mayor frecuencia este tipo de conductas son el familiar y el escolar, facilitando la aparición y mantenimiento del comportamiento violento, esto puede deberse a que son ellos en los que interactúa con mayor frecuencia el niño. (Fajardo y Hernández, 2008). En relación con las topografías de conducta, los estudios muestran que en el ambiente familiar los jóvenes tienden a desobedecer las órdenes dadas por los mayores, presentar dificultades en el seguimiento de las reglas, empujar a otros o hacer burlas a los hermanos, gritar a los padres y hacer pataleta cuando desean algo, considerando esto como formas de conducta agresiva (Pelegrín & Garcés, 2008). Mientras que en el contexto escolar las conductas que se presentan con mayor frecuencia son: pegar, dar patadas, atemorizar, Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 20 insultar o hacer burlas de sus compañeros o profesores (Hernández, Gómez, Martín & González, 2008). Sin embargo, los estudios han mostrado que la descripción de las morfologías de conducta no son suficientes para entender el comportamiento en su complejidad, por lo que es necesario llevar a cabo el análisis funcional de los comportamientos objetos de interés, con el fin de identificar las características generales del comportamiento y establecer los elementos que realmente se encuentran implicados en la adquisición y mantenimiento del mismo y de esta manera poder incrementar, la probabilidad de obtener éxito en las intervenciones (Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook & Derrad,1991) Al respecto, es importante diferenciar entre conductas inadaptadas y problemática. De acuerdo con Reep & Horner (2000) los problemas de comportamientos no son maladaptados, aun cuando en las últimas décadas la mayoría de los trabajos publicados en el campo de la modificación de conducta hayan afirmado esto, pues en un sentido estricto una conducta mal adaptada no proporciona ninguna ventaja al individuo que la realiza, pero en la mayoría de estos problemas, sobre todo en aquellos de agresión y autolesión, las personas reciben beneficios observables por la emisión de dichos comportamientos, en diferentes situaciones, como la atención de otros o la disminución del malestar, permitiendo que éstas se mantengan. Por lo que en las evaluaciones el foco de interés habría de ser la identificación de la función de las conductas, en tanto ésta permitiría conocer las regularidades de los repertorios y no determinar sí el comportamiento es bueno o malo, desligándose de una visión patológica del comportamiento problema (Ribes, Díaz- Gonzáles, Rodríguez & Landa, 1990). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 21 Desde una postura clásica del análisis del comportamiento, el establecimiento de una conducta como agresiva depende de las características situacionales en las que se encuentra implicada la persona (Castañeda, 1997; Fajardo y Hernández, 2008; Juárez, 2003). Sin embargo, otros estudios han mostrado que variables tales como las consecuencias, las normas sociales, y otros factores de tipo disposicional se encuentran implicadas en el desarrollo de los comportamientos, por lo que es necesario llevar a cabo un análisis más detallado que permita ver la forma en que covarían (Mattaini, Twyman, Chin & Lee, 1996). Al respecto, Smith, Iwata, Vollmer & Zorce (1993) afirman que la investigación conductual entiende a la agresividad como un comportamiento que se encuentra en función de las consecuencias que se obtienen por llevarlo a cabo, las cuales a su vez refuerzan su emisión, permitiendo en situaciones futuras su presentación. De igual manera, se ha encontrado que para entender los comportamientos agresivos es fundamental realizar un análisis funcional de estos, donde se identifiquen las variables históricas implicadas en su adquisición y aquellas que pueden estar manteniéndolos, dependiendo del contexto donde se emita dicha conducta. Este tipo de análisis ha permitidoevaluar con mayor claridad los problemas de comportamiento en los niños que presentan autismo, ya que en estas problemáticas se puede presentar diferentes tipos de comportamientos agresivos que pueden ser topográficamente tanto similares como diferentes (golpear a otros, autolesiones , llorar, hacer pataleta, entre otros) y que tras llevar a cabo un análisis funcional se encuentra una misma función, esto permite tener un conocimiento claro de la problemática que se va a Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 22 intervenir en estos casos y así establecer un programa de intervención que muestre mejores resultados (Didden, 2007). En relación con lo anterior, Lourdes & Duran (2000) argumentan que el análisis funcional en los problemas de comportamiento permite estructurar programas analíticos, cuyo objetivo fundamental es identificar y definir tales problemas de manera funcional; partiendo del supuesto que ninguna conducta es problemática en sí misma, sino que existen algunos comportamientos que son valorados como problemáticos por las personas del grupo de referencia en relación con sus prácticas valorativas (Ribes, Díaz-Gonzáles, Rodríguez & Landa, 1990). Debido a ello, es importante conocer la función de los comportamientos emitidos por la persona a través de una evaluación que muestra la forma en que éstas covarían. Así pues, para evaluar la conducta agresiva es fundamental no sólo observar e identificar la topografía del comportamiento, sino también su función, pues a través de esto es posible identificar los elementos q controlan la conducta y así establecer intervenciones cuyos objetivos estén dirigidos a estos, incrementando la probabilidad de éxito terapéutico. (Lourdes, et al., 2000; Muñoz-Martínez & Novoa-Gómez, 2010; Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook & Derrad, 1999; Pelias, Morren, Tesch & Axelrod, 1999; Smith et al., 1993; Wollmer et al., 1993). Factores de predisposición Los estudios han mostrado que los niños que han crecido en un contexto caracterizado por estilos parentales restrictivos, en donde las normas son contradictorias y Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 23 en el que no se promueven conductas pro-sociales, tienden a realizar con mayor frecuencia comportamientos agresivos (Costa & Morales, 1998, Mahecha & Martínez, 2005). Esto se relaciona con lo encontrado por Hernández & Fajardo, (2008) con respecto al uso de la disciplina. Estos autores señalan que aquellas personas cuyos padres hacían uso de castigos físicos o cuyas instrucciones eran contradictorias, tenían una mayor probabilidad de emplear la agresividad como una forma para relacionarse con otros. Este tipo de relación se ha visto en estilos parentales autoritarios, permisivos, y en los que no hay implicación por parte de los cuidadores (Berk, 2001), los cuales son caracterizados por rechazo, frialdad, indiferencia, uso de una disciplina inconsistente y la falta de refuerzo de las conductas pro-sociales, lo cual facilita el desarrollo de problemas de conducta (Costa y Morales, 1998; Hernández & Fajardo, 2008; Hernández, Gómez, Martín & González, 2008;). Algunos autores también han mostrado que la ausencia de habilidades para educar al niño, constituye un factor de riesgo asociado significativamente con el comportamiento agresivo. En particular, las instrucciones inespecíficas y los padres que ejercen un estilo de disciplina coactivo, caracterizado por amenazas, críticas y castigos, que se presentan de forma impredecible suelen predecir confiablemente el comportamiento agresivo de los niños (Ayala et al., 2002, Varela et., al., 1990). En esta misma línea, se encuentra el estudio de Díaz, Vega & Cantoran (2008), donde mostraron que dependiendo de las características de cada tipo de familia, esta puede ser un eje fundamental para la aparición de comportamientos agresivos en los jóvenes, sobre todo en aquellas familias, donde la interacción entre padres e hijos, usualmente está relacionada Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 24 directamente con las normas, reglas, acuerdos y valores sociales determinando la forma en que los hijos se deben comportar con otras personas en las diversas situaciones. Sumado a lo anterior, se ha encontrado que las prácticas valorativas, entendidas como las acuerdos convencionales de un grupo social determinado, en relación con el “deber ser” de los miembros de la comunidad, pueden facilitar el desarrollo de diferentes tipos de comportamiento (Rodríguez & Díaz-González, 1999). En un estudio de caso sobre violencia familiar llevado a cabo por Landa (1998), se identificaron las prácticas valorativas relacionadas con la presentación de conductas agresivas por parte del padre, encontrándose que dentro de sus contextos se manifestaban explicita e implícitamente prácticas que señalaban el uso de comportamientos agresivos como una forma adecuada de ejercer la disciplina, facilitando su presentación y mantenimiento en el tiempo. No obstante, las investigaciones en el tema y en la conceptualización teórica, son pocas. Así mismo, Mehecha & Martínez (2005) encontraron que las carencias y excesos que los padres presentan en las habilidades para el manejo de una disciplina, el seguimiento de sus hijos y la supervisión de sus actividades, el uso adecuado de reforzamiento, el empleo eficaz de técnicas de solución de problemas y el manejo adecuado de las emociones negativas como la ira, pueden ser un factor de vulnerabilidad para la presentación de comportamientos agresivos en los jóvenes. Por otro lado, se ha encontrado que algunas características del contexto escolar pueden ser un factores de vulnerabilidad para el desarrollo de comportamientos agresivos, pues algunos estudios muestran cómo la interacción en un ambiente escolar masificado, en el que proliferan modelos agresivos y presión de grupo, genera oportunidades para la Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 25 presentación de comportamientos violentos o de ser víctima de ellos. Existen jóvenes que cometen actos violentos y arriesgados en grupo que no hacen de forma particular (Costa et al., 1998). Por el contrario, un ambiente escolar personalizado junto con las experiencias educativas de éxito y la existencia de amigos reducen la vulnerabilidad para el desarrollo de comportamientos agresivos (Castañeda, 1997). Factores de adquisición Respecto a la adquisición de conductas agresivas, las investigaciones han mostrado que los niños aprenden en gran medida a utilizar comportamientos agresivos cuando los padres tienden a ejercer una disciplina severa e incongruente, por lo que en muchas ocasiones los padres proporcionan consecuencias positivas ante el comportamiento agresivo, de tal forma que incrementa la probabilidad que este se vuelva a presentar, llevando así a que consoliden estos repertorios conductuales(Velásquez, Pedrosa, Morales, Chaparro & Barragán, 2002). Así mismo, Costa & Morales (1998) mostraron en su estudio que las familias en que los padres señalaban que sus hijos deberían ser fuertes, inhibir sus expresiones emocionales, ser , competitivos, controladores y además los felicitaban y le daban instrucciones para utilizar comportamientos agresivos como una forma de interacción con otros, permitieron el desarrollo de estos repertorios conductuales. Sin embargo, aunque las instrucciones dadas por los padres en la mayoría de ocasiones hacen referencia a un contexto y situación específica, es probable que dada su funcionalidad sean derivados a otros contextos, facilitando que el ajusteen otras aéreas del niño se vea comprometidas (Fajardo & Hernández,, 2008; Costa & Morales, 1998; Chaux, 2003). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 26 Factores de mantenimiento Por mucho tiempo la investigación en psicología se dirigieron a la protocolización de las intervenciones para establecer modelos estándar que facilitaran el trabajo psicoterapéutico. Sin embargo, desde hace algunos años se ha reevaluado este tipo de trabajo, sobre todo desde la perspectiva del análisis del comportamiento, pues los supuestos teóricos y los resultados derivados de la investigación básica muestran que a pesar que los problemas sean topográficamente iguales, se pueden mantener por diferentes tipos de contingencia, por lo que su función puede ser diferente en los contextos donde se presentan dichos comportamientos (Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, & Deraad., 1991). Como se mencionó previamente se ha evidenciado que los problemas de comportamiento se mantienen por las condiciones medioambientales con las que se relacionan, siendo a su vez influenciados por el establecimiento de relaciones entre antecedentes, conducta y consecuencias que en el análisis del comportamiento se han denominado contingencias, las cuales permiten predecir el comportamiento (Woods, Kanter, Landes, Adock, 2007). De acuerdo con lo anterior, para entender la forma en que se mantienen los comportamientos agresivos es importante ver cómo se dan los diferentes procesos de reforzamiento, pues como muestran Pelias, Morren, Tesch, & Axelrod (1991) en un estudio llevado a cabo con niños y adolescentes con el fin de establecer la forma en que se mantenían los comportamientos agresivos, encontraron que estos comportamientos podían mantenerse tanto por procedimientos de refuerzo positivo como negativo o incluso de Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 27 ambos; pero esto dependía de las variables de contexto implicadas en la situación estudiada, pues mientras alguno de los participantes respondían a la atención por parte de las personas de su contexto familiar o escolar otros lo hacían para disminuir o escapar de situaciones incomodas (Wollmer, et al., 1993; Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, & Deraad., 1991). Otros estudios han mostrado que existen diferencias en la función de la agresión, pues en algunos casos el niño puede agredir a otros con el fin de eliminar una situación de malestar (refuerzo negativo), pero en otras lo hace para conseguir el reconocimiento social de sus padres, compañeros o profesores (refuerzo positivo), incrementando así la probabilidad de emitir este comportamiento en un futuro aunque no sea con la misma finalidad, evidenciándose que el mantenimiento de la conducta agresiva está relacionada con diferentes tipos de contingencias. Esto muestra la importancia de asumir una visión idiográfica que permita identificar las variables medio ambientales relacionadas con la adquisición y mantenimiento de la conducta que se presenten de manera recurrente obteniendo las mismas consecuencias (Bachmeyer, Piazza, Fredrick, Reed, Rivas, & Kadey, 2009, Northup, Wacker, Sasso, Steege, Cigrand, Cook, & Deraad., 1991 & Vollmer, et., al, 1993). Algunas investigaciones han encontrado que los niños que emiten frecuentemente conductas agresivas son mejor valorados socialmente que los niños que suelen recibir las agresiones, por lo que la agresión puede tener un papel central en la interacción con los otros permitiéndole acceder al reconocimiento en su contexto escolar o familiar (Beltrán, Sánchez Burón & Fernández. 2002; Olweus, 1998; Otero-López, 2001). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 28 Al respecto, cabe mencionar que la evidencia empírica, ha mostrado que el comportamiento agresivo en niños y adolescentes puede mantenerse también al escapar de situaciones aversivas, obtener atención y también al conseguir elementos tangibles que son apetitivos. Sin embargo, es relevante aclarar que pueden existir otros elementos que determinen la función de la conducta, por esta razón es relevante realizar el análisis funcional del repertorio, previo a establecer los ejes de intervención (Reep et al., 2000). Así pues, otras variables como el tipo de persona que se encarga de suministrar las contingencias resultan cruciales para entender la función de la conducta, como lo mostraron Costa & Morales (1998) en su estudio donde evidenciaron que los padres por encima de otras personas jugaban un papel central en el reforzamiento de los comportamientos agresivos, debido a que podían incrementar la probabilidad de ocurrencia de estos comportamiento de manera inadvertida al prestarles atención, cediendo ante ellos o con otros modos de proveer resultados apetitivos para el niño. De esa forma los padres terminaban estableciendo una escalada de confrontaciones cada vez más intensas que finalizaban, en ocasiones, con el éxito de controlar las conductas aversivas o negativas del hijo, pero en otras oportunidades cedían ante la intensidad de las demandas, constituyendo programas de refuerzo intermitente, lo que explica que con el paso del tiempo estos fueran más intensos, duraderos, frecuentes y más difícil de modificar. Intervención Las intervenciones desde una perspectiva analítico funcional parten del supuesto que no existe ninguna técnica específica para los problemas de las personas, sino que cada procedimiento de intervención se establece tras el análisis de las variables que pueden estar Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 29 influyendo en dicho comportamiento, para lograr programas de intervención pertinentes y sistemáticos, que permita estructurar situaciones que promuevan nuevas formas de interacción en circunstancias contingenciales previstas (Lourdes et al., 2000). Por lo tanto, para los analistas funcionales del comportamiento, una intervención plausible no consiste exclusivamente en eliminar la topografía de la conducta problema, sino que la intervención debe ser entendida como un medio alternativo para cambiar la funcionalidad de la problemática. Las intervenciones dirigidas a las variables que mantienen los comportamientos conducen, inevitablemente a estrategias que se centran en sustituir la conducta problema por otra conducta nueva y que permita el ajuste del individuo para que pueda conseguir sus objetivos (Reep et al., 2000). En este sentido, algunos estudios han evidenciado que tras la intervención en problemáticas de comportamiento, caracterizas por conductas agresivas, después de un corto tiempo tienden a reaparecer con facilidad. Lo anterior puede explicarse dado a que la mayoría de protocolos de intervención, dirigen su atención a la modificación de la topografía del comportamiento, dejando de lado función, facilitando que la problemática vuelva a presentarse, aunque sea con formas de conducta diferentes (Bachmeyer et al., 2009, Smith et al., 1993, Pelias et al., 1999, Nortuhp et al., 1991). De acuerdo con lo expuesto, la selección e implementación de las estrategias para la intervención de este caso en particular, se dirigieron a las modificación de la función de las conductas problemáticas más que en su topografía, con el fin de incrementar la probabilidad de éxito terapéutico no sólo a corto plazo sino que se mantuviese estable Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 30 durante un período extenso posterior a la intervención (Zarcone et al., 1993, Wollmer et al., 1993, Pace et al.,1993). Por lo anterior, se utilizaron estrategias con el fin de modificar los elementos de los cuales la conducta era función (obtener atención en su contexto familiar y escapar de la situaciones molestas en su contexto escolar). Para ello, se dieron instrucciones al consultante en relación con su conducta en el contexto escolar, dado las caractiristicas del colegio, por lo que la modificación de la propia conducta para cambiar el tipo de consecuencias, suministradas por el contexto era más factible. Por otra parte se llevo a cabo un Refuerzo Diferencial de Otras conductas dentro del contexto familiar debido a que la madre se encontraba dispuesta hacer cambios a nivel contextual, particularmente en su forma de interacción. Programa de refuerzo diferencial de otras conductas (RDO). Los programas de refuerzo son las técnicas más utilizadas para disminuir comportamientos problemáticos en los niños, sin embargo, el RDO resulta un procedimiento efectivo para la reducción de una gran variedad de conductas tales como las auto-lesivas, agresivas, entre otras, enseñando al consultante una forma más apropiado para obtener consecuencias gratificantes a través del entrenamiento de los padres en la forma en que se han de administrar estos ante la emisión de una conducta alternativa a la problemática durante un periodo o intervalo de tiempo, buscando establecer en el repertorio conductual de la persona un nuevo comportamiento (Iwata, et al., 1993). Por lo tanto, el procedimiento de refuerzo diferencial es un enfoque positivo para la reducción de conductas, puesto que presenta dos ventajas fundamentales en comparación Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 31 con otras estrategias de cambio conductual. La primera de ellas se relaciona con que este procedimiento se dirige al cambio en la función de la conducta y no solo a su topografía; la segunda hace referencia al interés de remplazar las conductas problemáticas por otras que ayuden al consultante ajustarse al contexto, dependiendo de las características de este. En este sentido, el valor terapéutico de esta estrategia como alternativa de cambio recae en que cuando la persona emita el comportamiento problemático, disminuya la posibilidad de obtener consecuencias gratificantes, cambiando de esta forma la funcionalidad que tiene dicho comportamiento ante las diversas situaciones. Por lo tanto, el RDO permite intervenir directamente en las variables que podrían estar manteniendo los comportamientos problemáticos, puesto que al disminuir la probabilidad de obtener consecuencias gratificantes al emitirlos, es más factible establecer nuevas contingencias. Así pues, el RDO propone que para poder lograr entender la conducta y su función, es necesario no sólo analizar su topografía, sino también las variables que están interviniendo en su mantenimiento (Iwata et al., 1993). Respecto a la propuesta terapéutica de RDO, se caracteriza por hacer modificaciones en el ambiente para lograr cambios en el comportamiento de una persona, planteando que el establecimiento de las nuevas contingencias debe estar mediado por la intervención de un adulto en el programa, el cual refuerza la emisión de comportamientos alternativos al problemático en el intervalo de tiempo establecido, por lo que es fundamental realizar un entrenamiento a la persona que va a llevar a cabo el programa de intervención utilizando estrategias como el modelamiento o ensayo conductual (Goetz, Holmberg & Leblanc, 1995). En este sentido, cabe señalar que la tecnología de este programa no propone Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 32 estrategias alternativas a las utilizadas en la intervención conductual tradicional, sin embargo, existen diferencias importantes con otras posturas en relación con la intervención, pues busca señalar de manera explícita las variables que intervinieron en la adquisición y mantenimiento de la problemática. Programa de instrucciones. Según Hayes (1995) el comportamiento verbal de los humanos es un tipo de comportamiento relacional en el que los individuos al hablar o al escuchar están enmarcando relacionalmente las expresiones verbales y las aplican a diferentes tipos de situación. En principio en función de las propiedades formales de las cosas y luego en función de propiedades definidas dentro del contexto socio-verbal. Al respecto, al hablar de comportamiento verbal, es fundamental tener en cuenta las reglas y las instrucciones que podrían estar ejerciendo un control en la ejecución de un comportamiento, entendiéndose estas reglas e instrucciones como aquellas verbalizaciones que describen contingencias que enfrentará un individuo ante diferentes situaciones. Sin embargo, diversos autores argumentan que existe una diferencia entre estas dos, que se evidencia en el momento en que se realiza la descripción y la función que tiene la emisión verbal en la adquisición y mantenimiento de una conducta, lo que permite entender con mayor claridad los comportamientos de una persona. (Ortiz, Pacheco, Bañuelos & Jáuregui, 2007; Ortiz, Gonzáles, Rosas & Alcaraz, 2006). En este sentido, las instrucciones se pueden entender como aquellas descripciones que se realizan antes de estar en contacto con las contingencias, logrando establecer el número de conductas emitidas y facilitando el ajuste de las personas a las situaciones que se le presenten (Martínez, Ortiz & Gonzáles, 2007). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 33 Estas descripciones con función instruccional pueden provocar diversos efectos sobre la ejecución de una conducta dependiendo del establecimiento y mantenimiento del control instruccional, de las contingencias de reforzamiento actuales, que pueden tener efectos diferenciales dependiendo de la historia particular, y de las contingencias en el análisis de la conducta de seguir instrucciones. De igual manera se ha encontrado que la función instruccional puede ejercer un mayor control en la emisión de los comportamientos, debilitando de esta forma el control que ejercen las consecuencias, evidenciándose que a pesar de que las contingencias de dichas instrucciones pueden ser contradictorias a los esperado por las personas, la instrucción sigue ejerciendo un mayor control en la emisión de los comportamientos (Ortiz et al., 2006). De acuerdo con lo dicho anteriormente, diferentes autores han encontrado que las instrucciones pueden llegar a delimitar y determinar la emisión de un comportamiento, logrando que el número de veces que se presenta dicha conducta se vea afectada por la presentación de diferentes instrucciones que se le han dado a las personas, es decir, la conducta verbal puede influir en el establecimiento y mantenimiento del control de un comportamiento problemático o no en cada persona, como variable fundamental para tener mayor conocimiento de la problemática, obteniendo con ello la posibilidad del cambio adecuado del comportamiento (Martínez, Ortiz & González, 2007; Ortiz et al., 2007). Así pues, el programa de instrucciones propone que la persona entre en contacto directo con las contingencias siguiendo las instrucciones específicas de la nueva forma de comportamiento que se va a emitir sin la necesidad de que un adulto u otras personas se encarguen de suministrar las consecuencias por cumplir la instrucción, es decir, este tipo de Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 34 entrenamiento permite que haya un cambio en la propia conducta del consultante dentro del contexto terapéutico, que facilite el contacto con otro tipo de consecuenciasen su contexto natural, sin que necesariamente haya que manipular directamente los factores contextuales de ese medio. Pues dado que desde el análisis conductual, la conducta es la interacción entre el organismo y su ambiente y modificar cualquiera de estos dos elementos, genera un cambio en el otro (Ribes & López, 1985). En este sentido, la función de las instrucciones permite reducir el número de contactos con las contingencias que se presentan al emitir comportamientos problemáticos, llevando a las personas a enfrentarse de manera efectiva con contingencias novedosas que pueden permitir el establecimiento de comportamientos alternativos a estos, es decir, el cambio del comportamiento parece estar relacionado con los cambios contingenciales que enfrentan las personas cuando siguen las instrucciones (Ortiz et al., 2006). Al respecto Martínez, Ortiz & González (2007) señalan que las instrucciones que van acompañadas de consecuencias inmediatas son altamente efectivas para ejercer control inmediato de la conducta, mientras que las que tienen consecuencias demoradas no favorecen mejores ejecuciones en el comportamiento. De esta forma, el estudio llevado a cabo por Ortiz, González, Rosas & Alcaraz (2006) muestra cómo a través del control instruccional es posible modificar el comportamiento de otros ejerciendo retroalimentación continua o demorada y mostrando una mayor eficacia que la retroalimentación sola. No obstante, a pesar de las bases teóricas que subyacen a esta estrategia y de las aparentes ventajas de este tipo de intervención, los estudios clínicos en los que se hace uso de ella son limitados. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 35 Pregunta de investigación ¿Cuál es el efecto de un programa en instrucciones y del refuerzo diferencial de otras conductas sobre los comportamientos agresivos con funciones diferentes entre contextos de un niño de 11 años? Objetivos General Determinar la eficacia del programa en instrucciones y refuerzo diferencial de otras conductas sobre los comportamientos agresivos con funciones diferentes entre contextos de un niño de 11 años. Específicos Establecer si el seguimiento de instrucciones permite disminuir comportamientos agresivos en el contexto escolar. Comparar comportamiento presentados en el contexto familiar después de la intervención de programa de refuerzo diferencial de otras conductas. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 36 Establecer sí la intervención en la función en un contexto produce cambios en un contexto diferente en el que el comportamiento cumple otra función. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 37 Método Participante JS es un pre-adolescente de 11 años de edad, estrato socioeconómico medio bajo, quién actualmente vive con su madre y hermana mayor de 15 años, su padre convivió con ellos hasta hace un año y medio y por razones laborales se trasladó a otra ciudad. Su mamá actualmente es niñera, su hermana se encuentra estudiando en décimo grado de bachillerato, su padre es mecánico de diesel y el consultante se encuentra cursando sexto de bachillerato en una escuela pública en la ciudad de Ibagué. Al llegar a consulta la madre del menor reporta que JS “es muy rebelde, es muy hiperactivo, es grosero e indisciplinado, además le tiene celos a los niños que cuido” y según el menor refiere que el motivo de ir al psicólogo es porque “a veces soy grosero con mi mamá y le pego a mis compañeros pero porque ellos me molestan”. Al respecto dijo que si nadie lo molestara y le hiciera cosas que a él no le gustan como: Mover su puesto con el pie, mandarlo hacer cosas que no quiere, meterse con su familia y decirle alguna grosería, él no tendría porque pegarles o insultarlos, por lo que culpabiliza a los demás por su comportamiento agresivo, además refiere que cuando es grosero con su madre presenta sentimientos de culpabilidad a pesar de que la causante de su comportamiento sea ella. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 38 Respecto a la interacción con sus compañeros de clase, profesora y familiares JS señalo que tenía una relación cercana con sus compañeros de futbol ya que estos no lo molestan tanto como sus compañeros de clase, teniendo en cuenta que al utilizar el comportamiento agresivo con ellos logra que lo dejen de molestar, contrario a lo que sucede en su casa donde JS dice que al emitir dichos comportamientos su madre le presta mayor atención, refiriendo que la relación con ella es muy buena a pesar de las peleas constantes, contrario a lo que sucede con su hermana puesto que la relación se ha deteriorado. Con respecto a sus profesores JS reporta que no tiene una relación cercana con los profesores de su escuela. Variables Dependientes. En este estudio se tuvieron en cuenta dos variables dependientes: 1. Conductas de escape caracterizadas por dar puños, patadas, empujar o alzar la voz, en los momentos en los que compañeros de clase o amigos lo molestan. 2. Conductas agresivas en su contexto familiar caracterizadas por puños, patadas, empujar o alzar la voz, con el fin de conseguir la atención de su madre y hermana. Independiente. Con el fin de modificar el comportamiento problemático y dada la diferencia de estos en su función entre contextos, se utilizaron dos intervenciones para cambiar la conducta de forma independiente. En el contexto escolar se introdujo como variable independiente un programa de instrucciones, en el que el terapeuta daba información sobre formas alternativas de conductas, que podía emitir el consultante en este medio, con el fin de eliminar las situaciones molestas, retroalimentando en cada sesión la ejecución del comportamiento. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 39 En el contexto familiar la variable independiente fue el reforzamiento diferencial de otras conductas, el cual implicó omitir el refuerzo de las conductas problemáticas en determinado periodo que fue incrementado progresivamente (se comenzó con un tiempo de 15 minutos y se finalizó con 60 minutos). Durante este intervalo, la madre debía retroalimentar de forma positiva la emisión de conductas alternativas como hacer solicitudes con un volumen de voz moderado, seguir instrucciones y retirarse de las situaciones molestas Instrumentos Para realizar la evaluación de la problemática establecida en el motivo de consulta y los comportamientos del consultante se utilizaron los siguientes instrumentos: entrevista semi-estructurada, registros antecedente-conducta-consecuente y registros de frecuencia, los cuales sirvieron para medir la unidad de medida. La estrategia de entrevista semiestructurada se utilizó durante toda la fase de evaluación, resaltando que los objetivos de esta eran: identificar el estado actual del problemática, su desarrollo y factores de vulnerabilidad, así como conocer las variables del contexto que mantenían los comportamientos problemáticos del consultante en particular. Por otra parte, se utilizó el registro antecedente-conducta-consecuente (Anexo A) que tenía como objetivo conocer en que situaciones el menor presentaba comportamientos agresivos tanto en el contexto escolar como en el familiar. Este registro está dividido en 5 casillas que tiene un orden secuencial, en donde la primera fue diseñada para registrar la situación que le generaba el malestar, la segunda la conducta que había llevado a cabo ante dicha situación, la tercera en donde anotaba larespuesta emocional que presentaba, la Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 40 cuarta los pensamientos que habían surgido y la quinta las consecuencias que se habían obtenido, teniendo en cuenta que las últimas cuatro casillas se diligenciaban a partir de la situación que le generaba malestar. Este registro se utilizó tanto el fase de evaluación como en la de intervención, éste fue llevado a cabo por el consultante, lo que permitió conocer en la fase de evaluación la topografía y funcionalidad del comportamiento agresivo en el consultante en el contexto escolar como en el familiar y además se utilizó en la intervención como herramienta para observar los cambios presentados. De igual forma, se utilizó un registro de frecuencia (Anexo B), el cual fue diligenciado por la madre y directora de curso del consultante durante las tres últimas semanas de la fase de evaluación, esté tenía como objetivo conocer el número de veces que el consultante presentaban el comportamiento agresivo en el contexto escolar y familiar. El registro se dividió en dos columnas, en donde la primera estaba dividida por los comportamientos agresivos que presentaba el menor, los cuales eran: pegar puños, dar patadas, empujar e insultar y la segunda columna se registraba el número de veces que se presentaban dichos comportamientos. Este instrumento se utilizó en las tres últimas semanas de la fase de evaluación, lo que permitió ver la estabilidad de la conducta y durante la intervención, permitiendo observar los cambios presentados en el comportamiento al introducir los tratamientos. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 41 Procedimiento Se utilizó un diseño de caso único de línea base múltiple entre contextos, en el que una sola conducta del individuo es el objetivo de intervención en uno o más escenarios. En el caso particular de este estudio la conducta agresiva entendida como dar puños, patadas, empujar e insultar a las personas con las que interactúa fue la conducta a intervenir tanto en el contexto escolar como en el familiar. El proceso de evaluación se llevó a cabo durante nueve sesiones, en donde se obtuvo la información necesaria para realizar la formulación clínica del caso (Anexo C). Esta fase se inició con la entrevista a la madre para conocer el motivo de consulta, historia del problema y las soluciones intentadas en el pasado para la problemática. Posteriormente, se realizó la entrevista con el menor donde se obtuvo información acerca de la estructura familiar, las normas y reglas puestas en casa, los comportamientos problemáticos, los contextos donde se presentaban y las consecuencias obtenidas. Luego se les enseño a la madre y a los profesores la forma correcta de diligenciar los registros. Por lo tanto, la línea base se llevó a cabo durante las tres últimas semanas de la evaluación por medio de los datos recogidos en los registros antecedente-conducta-consecuencias y el registro de frecuencia. Cuando se obtuvo estabilidad en la línea de base, se retroalimentó el proceso de evaluación al consultante y la madre antes de dar inicio al programa de intervención en el contexto escolar. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 42 La intervención se llevó a cabo primero en el contexto escolar. Inicialmente se realizó un juego para determinar la habilidad del consultante para seguir instrucciones. Durante las siguientes cinco semanas, se implementó en el contexto escolar el programa de instrucciones con el fin de moldear la conducta y lograr cambios, utilizando estrategias como ensayos conductuales, moldeamiento y tareas fuera de consulta, que consistían en llevar a cabo las instrucciones dadas en consulta. Mientras el programa se llevaba a cabo en la escuela no se introdujo ninguna variable de tratamiento en el contexto familiar hasta que no disminuyó la frecuencia en la escuela. La primera estrategia utilizada en el programa de instrucciones fue el moldeamiento que se realizó para establecer la habilidad del consultante en el seguimiento de instrucciones, en este se llevaron a cabos dos juegos con el consultante. El primero donde se utilizaron dos juegos con el consultantes, de los cuales, el primero consistió en una carrera de observación, donde se adecuó el consultorio para realizar la intervención de manera apropiada, pidiéndole que buscara las figuras y cumpliera con la instrucción simples que había en cada una ellas, reforzándolo cada vez que la emitía y señalándole que si realizaba de manera adecuada todas las instrucciones podría salir temprano de consulta. El segundo juego utilizado consistió en armar un rompecabezas con el fin de mostrarle que su comportamiento influía en lo que las demás personas hacían, de tal forma que si seguía las instrucciones podría recibir ayuda para termina de armarlo y así observar su capacidad de seguir instrucciones; en esta sesión se presentó el espacio para realizar un juego de roles, en el cual antes de llevarlo a cabo se dieron instrucciones que debería Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 43 cumplir, con el propósito de evaluar el seguimiento de instrucciones que el menor presentaba hasta el momento. Luego de estas dos sesiones, se procedió a realizar el ensayo conductual, con el fin del que el menor realizara las instrucciones que se habían moldeado. Para esto, el contexto de consulta nuevamente fue adecuado, simulando un salón de clase, en el cual el consultante debería llevar a cabo las instrucciones dadas en sesiones anteriores. Sin embargo, para estas sesiones no se reforzaba por cada paso de instrucción sino que al finalizar la sesión se elogiaba verbalmente al menor por llevarlas a cabo. Finalizando las sesiones se le preguntaba al menor como se había sentido llevando a cabo dichas instrucciones y que diferencias notaba cuando utilizaba comportamientos agresivos. Durante las sesiones de ensayo conductual se le dejaban tareas al menor para el contexto escolar que consistían en llevar a cabo las instrucciones como decirle a la profesora que le molestaba lo que estaban haciendo sus compañeros, decirle al docentes que lo cambie de puesto cuando lo estén molestando, entre otras, manejadas en el consultorio a la escuela y para conocer si estas se presentaban, las profesoras del colegio mandaban un registro de frecuencia de los comportamientos agresivos del menor. Luego de observarse cambios estables en el contexto escolar se introdujo el programa de refuerzo diferencial de otras conductas para disminuir comportamientos agresivos y fomentar conductas funcionales en el contexto familiar. Este se llevó a cabo en seis sesiones, pues fue necesario entrenar a la madre, haciendo uso del juego de roles y modelamiento, para que suministrara de forma adecuada las consecuencias tanto aversivas como apetitivas para modificar la conducta del consultante. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 44 Tras el entrenamiento de la madre se implemento el programa de refuerzo diferencial de otras conductas. En el la madre debía entregar consecuencias apetitivas al hijo cuando no se presenta la conducta agresiva tras llamarle la atención o mandarlo hacer tareas de colegio o casa, explicándole que este procedimiento empezaría primero con 15 minuto, luego pasaría a 30, 45 y una hora, explicándole que se le daría una retroalimentación positivas tras inibhir las conductas agresivas y en lugar de ellas, realizar peticiones con un tono de voz adecuado, retirasede las situaciones que le molestaban y seguir las instrucciones. En las siguientes dos sesiones siguientes se realizó un ensayo conductual con la madre y el consultante, de tal forma que la madre logro diferencias en que situaciones debería reforzar a su hijo y cuales conductas deberían ser ignoradas. Durante esta sesión se observaron dificultades por parte de la madre para atender comportamientos alternativos a la agresión, por lo que se decidió realizar otro ensayo conductual. Sin embargo, el entrenamiento no se pudo llevar a cabo de forma completa por cuestiones económicas en la familia del consultante. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 45 Resultados A través de la fase de evaluación se identificó que las conductas agresivas presentaban la misma topografía tanto en el contexto escolar como en el familiar. Sin embargo, no tenían la misma función, ya que en el primer contexto se mantenía por refuerzo negativo al escapar de situaciones aversivas, pues cuando emitía conductas agresivas como dar puños, patadas, empujar o subir el volumen de la voz conseguía que las personas en su contexto escolar dejarán de molestarlo (empujar su silla, regañarlo, etc). Mientras que en el segundo contexto, se mantenía por refuerzo positivo, pues de manera frecuente obtenía atención o lo que le solicitaba a su familia al empujarlos o al subir el volumen de la voz (Anexo C). Los datos en la línea de base (A) en el contexto escolar mostraron una tendencia estable donde la frecuencia osciló entre 25 y 30. Se puede observar que tras comenzar la intervención con instrucciones (B) en este contexto se presentaron cambios en la emisión de dichas conductas, de tal manera que la frecuencia disminuyó a 20 durante la primera semana de esta fase. En la segunda semana se observó una disminución en la emisión de comportamientos agresivos con una frecuencia de 14 y las siguientes dos semanas la frecuencia osciló entre 10 y 12. Cabe señalar que durante una semana no se llevó a cabo el tratamiento en el contexto escolar, pues en ella el consultante estuvo en vacaciones de Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 46 semana santa y aunque en la semana siguiente se observó un incremento en la frecuencia. Esto no tuvo un mayor impacto, dado que en semanas posteriores el comportamiento volvió a disminuir. Figura 1. Línea de base e intervención en el contexto escolar y familiar. Es importante señalar que tras el período de vacaciones se implementó el programa de refuerzo diferencial de otras conductas (C) en el contexto familiar y a pesar que se siguió realizando el registro de las conductas en el contexto escolar, el programa de instrucciones fue suspendido. Es posible ver que aún cuando en ese período la intervención no iba Fr e cu e n ci a Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 47 dirigida a la modificación de su interacción con compañeros y profesores, la intervención en casa parece haber influido en la conducta en ese contexto pues la frecuencia disminuyó a 7 manteniéndose así en las siguientes semanas. Respecto al contexto familiar los resultados muestran que durante la línea base la conducta fue estable, aunque con una tendencia descendente, especialmente a partir de la cuarta semana, donde ésta disminuyó con menos consistencia en comparación con el contexto escolar, pero es posible ver ciertas diferencias con la línea de base y entre intervenciones. Así pues, durante la sexta semana, cuando se llevaba a cabo la intervención en el contexto escolar, la emisión de las conductas en casa decremento su frecuencia pasando de 23 a 12, cambio que se dio con mayor intensidad durante la semana 8 y 9 donde alcanzó una frecuencia de 12. Una vez se implementó el programa de refuerzo diferencial de otras conductas se observó que en la primera semana se mantuvo estable la frecuencia, con puntuaciones similares a la semana previa en la que aún no se había hecho la introducción del programa. No obstante, la frecuencia del comportamiento disminuyó posteriormente de forma particular tras la realización de los ensayos conductuales en los que se entrenó a la madre en la madera adecuada para entregar los estímulos apetitivos, observando que la emisión de dichos comportamientos se mantuvo estable durante las 3 semanas siguientes, presentando una frecuencia de 8. Sin embargo, durante la semana 14 hubo un aumento en la realización puesto que la frecuencia aumento a 10, para lo cual se utilizó el modelamiento y juego de roles de la forma en la que debía llevarse a cabo el RDO tanto con el consultante como con la madre, esto disminuyó la frecuencia de la semana siguiente que fue de 5. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 48 Discusión Los problemas de comportamiento en población infantil son uno de los motivos de consulta más frecuentes en la actualidad, en especial las relacionadas con conductas agresivas (Castañeda, 1997, Franco, 2003; Juárez, Dueñas & Méndez, 2005). En este caso en particular se identificaron los comportamientos problemáticos de un niño de 11 años que se presentaban en diferentes contextos y que eran mantenidos por diferentes tipos de contingencias. Debido a ello se decidió intervenir en las variables que los mantenían más que en su topografía mediante técnicas conductuales específicas derivadas del análisis funcional. Por lo tanto, se opto por llevar a cabo un programa de instrucciones en el contexto escolar y de refuerzo diferencial de otras conductas (RDO) en el contexto familiar sobre los comportamientos agresivos. Los resultados mostraron que tanto el programa de instrucciones como el RDO generaron cambios en la emisión de los comportamientos agresivos, por lo que se puede decir que estos fueron eficaces. Estos hallazgos proporcionan evidencia directa de la importancia de establecer tratamientos a partir del análisis funcional teniendo en cuenta las particulares de los casos (Lourdes et al., 2000), pues este análisis permitió ver no sólo la Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 49 importancia de intervenir sobre la atención que le proporcionaba la familia, sino también modificar el comportamiento de escape dirigido a eliminar su implicación en situaciones molestas. De esta forma fue posible conocer con mayor claridad la problemática y estructurar un programa de intervención adecuada para sus características particulares. Esto se relaciona con lo mencionado por Lourdes et al. (2000), Northup et., al (1999), Pelias & et al. (1999), Smith et al. (1993), Wollmer et al. (1993) quienes refieren que el análisis funcional resulta útil en la práctica diaria de los psicólogos conductuales para establecer de manera clara los elementos que se deben intervenir para lograr cambios que se mantengan en el tiempo. Sin embargo, es importante señalar que tras la evaluación se planteó una hipótesis que sostenía que la conducta dependía de factores ambientales diferentes a pesar de tener una topografía similar, después de implementar el programa de instrucciones en el contexto escolar se generaron cambios notables en la frecuencia del comportamiento en el familiar, observándose alteraciones en el comportamiento de manera indiferenciada. Así pues, las instrucciones permitieron la disminución progresiva de la conducta problema tanto el contexto escolar como en el familiar, sin ser este su objetivo principal, evidenciándose que esta intervención producía cambios en un contexto diferenteal que inicialmente iba dirigida. Esto puede deberse a que las contingencias obtenidas por llevar a cabo dichas instrucciones funcionaban de forma similar a las obtenidas por la conducta agresiva, lo que pudo facilitar la generalización del comportamiento, permitiendo que se diera un cambio en ambos contextos (Pace, Iwata, Cowdery, Andree, & MCintyre 1993). Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 50 Esto también puede explicarse en relación con los cambios que generan las instrucciones en la propia conducta de la persona que emite el comportamiento problemático. De tal manera, que el entrar en contacto con consecuencias apetitivas, tras la implementación de una nueva forma de conducta, le permitió al consultante desplegar el comportamiento entrenado en diferentes escenario, sin necesidad de llevar a cabo instrucciones directas para cada uno de ellos o hacer una modificación sobre los elementos de los diferentes contextos. Esto muestra la importancia que tiene la conducta verbal en la ejecución y control de los comportamientos que las personas llevan a cabo (Ribes, Díaz- González, Rodríguez & Landa, 1990). Lo anterior muestra la ventaja de realizar intervenciones dirigidas a la modificación de la propia conducta para generar cambios en aquellos contextos en los que se dan interacciones difíciles de cambiar entre los diferentes miembros de estos, como sucedía en el colegio del consultante, en el cual se observaba que tanto alumnos y docentes hablaban con un volumen de voz alto, además se criticaban y utilizaban palabras devaluativas entre sí, por lo que el uso de instrucciones directas sobre el consultante, facilito el cambio , pues no fue necesario llevar a cabo de manera obligatoria la intervención en el contexto específico en los que ocurría el problema para obtener cambios, sino que a través del entrenamiento en la consulta es posible que se den cambios generalizables a otras instancias. Esto resulta contradictorio con lo encontrado en diversas investigaciones con población infantil, en las que refieren que el intervenir sólo con los niños no es suficiente para generar cambios en el comportamiento, sobre todo en aquellos que tienen conductas Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 51 agresivas (Fajardo et., al, 2008) y en los que también afirman que la forma más eficaz de obtener cambios en los niños es a través del tratamiento proporcionado sólo a los padres, aunque algunos señalan que el hecho de involucrar en el tratamiento a los niños y a sus padres los hace más eficaces (Kazdin, 1996). Con respecto a los cambios de la conducta en el contexto escolar, se observó que el comportamiento tuvo una disminución notable en comparación con la línea base, pero no se logro extinguir. Esto pudo deberse a que éste es un medio en el que la conducta agresiva hace parte de las interacciones entre los diferentes personas, lo que posiblemente impide la eliminación total del repertorio (Cabezas, 2007). Al respecto autores como Castañeda (1997) y Costa et al. (1998) han encontrado que interactuar en un ambiente escolar masificado y en el que se presentan modelos agresivos y presión de grupo genera oportunidades para el desarrollo y mantenimiento de comportamientos agresivos. En cuanto a la aplicación del programa de refuerzo diferencial de otras conductas, en el contexto familiar, se evidenció que tuvo un efecto notable en la problemática, pues disminuyó ante su implementación. Este resultado es consistente con las investigaciones realizadas por autores como Vollmer et al. (1993) en las que muestran cómo el RDO es efectivo para disminuir el comportamiento agresivo de niños y adolescentes, siendo así una de las técnicas conductuales más utilizadas y con mejores resultado, pues no sólo promueve el cambio en la topografía del comportamiento, sino también en su función y además implica la consolidación de repertorios alternativos para la consecución de los estímulos apetitivos. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 52 En cuanto a los resultados observados en el contexto familiar, es posible que no se haya extinguido el comportamiento agresivo, debido a que la madre fue poco consistente en la administración de consecuencias de refuerzo para los comportamientos alternativos a la agresividad de su hijo, lo que posiblemente permitió que dicho comportamiento se mantuviera en algunas de las circunstancias problemáticas. Lo anterior coincide con lo planteado por Vollmer et al. (1993) quienes refieren que el RDO puede tener una desventaja importante y es la dificultad en su administración por periodos extensos, debido a que requiere de un seguimiento constante del comportamiento que se quiere implementar y por lo tanto el programa puede no funcionar como se espera. De igual manera, estos autores señalan la importancia de entrenar a los padres a identificar los comportamientos alternativos a la conducta problema, logrando implementar de forma exitosa el RDO. Por lo tanto, una de las limitaciones que se dieron en la investigación fue el poco tiempo de entrenamiento con la madre para la observación de las conductas diferentes a la agresión de su hijo, teniendo en cuenta que durante la implementación de la intervención, la madre no identificaba adecuadamente los comportamientos pro-sociales del niño, lo pudo haber llevado a que no se extinguiera el comportamiento agresivo del niño. Por otra parte, la elección de estrategias de intervención como el juego de roles, el modelamiento, el ensayo conductual y tareas durante los dos programas de intervención, permitieron que tanto el consultante como su madre tuvieran evidencia de los comportamientos problemáticos que estaban llevando a cabo y las variables que estaban mediando en la emisión de estos, permitiendo no sólo un cambio en la topografía de la Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 53 conducta problema, sino que posiblemente también generó un cambio en las variables que estaban manteniéndola. Esto permite afirmar que las estrategias que están dirigidas a ejercer cambios en varios de los elementos relacionados con el comportamiento problema y que se utilizan en los diferentes momentos terapéuticos, tienen mayor efectividad, debido a que van dirigidos a modificar las relaciones funcionales entre la conducta y sus consecuencias. Sin embargo, dados los objetivos de este estudio, no se investigó la forma en la que el entrenamiento previo en las estrategias de intervención puede influir en los cambios que producen éstas, por lo que se recomienda en futuras investigaciones establecer tales diferencias. Este tipo de intervenciones podrían generar un aporte importante para la psicología, pues se derivan de modelos explicativos que poseen una base teórica sólida y de investigaciones de corte experimental relacionadas con los elementos que le dan función al comportamiento, permitiendo disminuir la brecha generada en años anteriores entre la investigación práctica y la básica. Es importante señalar que aunque las estrategias utilizadas produjeron cambios en la conducta problemática, es posible que no se haya determinado el papel que tenían otras variables, por lo que se recomienda que en otros estudios durante el periodo de evaluación se utilicen otro tipo de medidas para tener información sobre otros aspectos que pudieron tener influencia en el mantenimiento del comportamientos problemático en ambos contentos, tanto en el familiar como en el escolar. Al respecto, una limitación que se presento en la investigación hace referencia al diligenciamientode los registros de medida de frecuencia, ya que algunas de las personas Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 54 encargadas de estos no registraban con rigurosidad los comportamientos según las especificaciones planteadas, sino con lo que ellos valoraban como comportamientos agresivos, lo que dificultó conocer si el comportamiento se mantenía constante durante el tiempo. Al respecto, fue importante validar los registros realizados yendo al colegio para rectificar con los profesores los registros llevados a cabo. Es por ello que se recomienda dedicar mayor tiempo entrenamiento de los encargados en el diligenciamiento de los registros. Por lo tanto, sería importante definir con los implicados en el diligenciamiento de los registros lo que entienden y lo que no por comportamientos agresivos, teniendo en cuenta que el comportamiento problemático lo define el contexto social donde sse encuentran inmersas las personas, por lo que sería fundamental realizar los registros junto con los profesores o padres, identificándose el nivel y las condiciones que presenta el consultantes y su contexto, lo podría permitir conocer con mayor claridad la problemática y el efecto de la intervención realizada. Por otro lado, dadas las características del diseño no es posible conocer si los resultados observados estuvieron determinados de manera exclusiva por las estrategias utilizadas en la intervención, pues no se conocen los efectos de los factores extra terapéuticos. Debido a ello se recomienda que en otros estudios se haga uso de diseños que permitan un mayor control de las variables externas y así determinar de una manera más confiable los factores responsables del cambio. Para concluir es importante mencionar que esta investigación muestra la utilidad de derivar planes de intervención a partir del análisis funcional del comportamiento, Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 55 diferenciando las de otras en las que se establecen tratamientos protocolizados, a partir de las topográficas. Sin embargo, los efectos de la estrategias enmarcadas dentro del análisis funcional del comportamiento en el cambio conductual aún tiene mucho camino por recorrer, pues la investigación al respecto aún no ha generado respuestas definitivas sobre el impacto que tienen en la diversidad del comportamiento humano. Debido a ello se hace necesario ampliar estudios que permitan establecer de manera valida el papel que pueden tener las instrucciones en el contexto clínico y así contribuir en la comprensión de esta estrategia de cambio. Por lo tanto, resulta fundamental hacer replicaciones del estudio y también llevar a cabo intervenciones con esta estrategia con población con diferentes problemáticas que hayan sido evaluadas teniendo en cuenta los principios del análisis funcional. Modificación de conductas agresivas Funcionalmente diferentes entre contextos a través de una intervención conductual 56 Referencias Ayala, H., Pedroza, F., Morales, S., Chaparro, A., & Barragán, N. (2002). Factores de riesgo, factores protectores y generalización del comportamiento agresivo en una muestra de niños en edad escolar. Salud mental. 25, 27-40. Barnet, D., Barnes, Y., Culliman, V., Leader, G., & Smeets, P (2004) Relational frame theory and stimulus equivalence: Conceptual and procedural issues. 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