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Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
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PROCESOS DEGRADATIVOS DEL SUELO 
R. BIENES ALLAS 
Prof. Asociado del Dpto. de Geología de la U. de Alcalá 
Investigador del Instituto Madrileño de Investigación y Deasarrollo Rural, Agrario y Alimentario 
 
1. EL SUELO: CONCEPTO E IMPORTANCIA DE SU CONSERVACIÓN 
El suelo es un cuerpo natural heterogéneo, complejo y abierto en constante evolución, en 
donde los factores formadores (clima, topografía, litología, seres vivos y tiempo) están actuando de 
forma continuada generando nuevo suelo. En un suelo, los procesos físicos, químicos y biológicos 
presentan multitud de interrelaciones, lo que hace que sea muy complejo su estudio. 
El suelo es la base sobre la que se desarrolla toda la vida terrestre del planeta y por tanto, el 
recurso natural más importante de que disponemos. 
Continuamente se está formando suelo nuevo, sin embargo esta formación es muy lenta y 
necesita de un período de tiempo muy grande para ello. La formación de 1 cm de suelo puede exigir, en 
ocasiones, de miles de años, aunque con frecuencia se adopta la cifra media de 500 años. Sin 
embargo, su destrucción puede ser muy rápida, de apenas unos pocos años. Esta lentitud en su 
formación, comparada con la velocidad de destrucción, hace que se le considere como un recurso no 
renovable y, en consecuencia, es vital librarlo de su degradación. 
Cuando un suelo se utiliza de modo irracional, adquieren preponderancia una serie de procesos 
que conducen a su degradación. Las consecuencias ambientales, económicas y sociales de la 
degradación del suelo son muy graves, especialmente en aquellas zonas donde las condiciones 
ambientales condicionan una capacidad de regeneración de los ecosistemas baja y, por tanto, en los que 
la intervención del hombre será imprescindible para 
conseguir su regeneración. 
Sin embargo, recientemente ha surgido una 
temática que pone más de manifiesto la importancia de la 
conservación del suelo. Me refiero al tema del desarrollo 
sostenible, especialmente importante en aquellos terrenos 
dedicados a un aprovechamiento agrario. El término 
desarrollo sostenible, si bien en un principio surge para ser 
aplicado a tierras agrícolas, y en consecuencia como 
sinónimo de agricultura sostenible, hoy día, por 
extrapolación, se aplica a cualquier territorio con 
independencia de que su aprovechamiento sea ganadero, 
agrícola o forestal. Incluso de aplicación a aquellas áreas 
que constituyen actividades no productivas, como pueden 
ser los parques naturales por citar un ejemplo. 
Sobre el desarrollo sostenible me voy a remitir a la 
gran sinopsis que realizó mi viejo Profesor Jiménez Gómez 
en la Solemne Sesión Inaugural del curso 2.004 celebrada 
en la Real Academia Nacional de Farmacia (Jiménez, 
2.004). Este término de “desarrollo sostenible” surge como 
simple idea en 1.972 en la Conferencia de Estocolmo y no 
será hasta que se elabore el “Informe de la Comisión 
Mundial sobre el Medio ambiente y el Desarrollo de las 
Naciones Unidas” de 1.987 que se empieza a definir, si bien con ciertas ambigüedades, las cuales se 
eliminaron en gran medida en la Cumbre de Río (ONU, 1.992), en la que se desarrolló la Carta de la 
Tierra, que fue el cimiento ético del Programa 21 (o Agenda 21) y otros documentos de Río. Sin 
embargo, lo más importante logrado en esta reunión fue que se dotara de una dimensión económica 
de la que adolecía hasta ese momento, a la vez que se la completaba con llamadas a la conservación 
del medio ambiente y a la calidad de vida. 
Hay un acuerdo unánime hoy día de que para lograr este desarrollo sostenible, es 
imprescindible defender al suelo tanto de la erosión como de la contaminación, las dos degradaciones 
más importantes de que puede ser objeto un suelo. De aquí la importancia del tema que nos ocupa 
hoy. 
 
Fig. 1: Esquema de un suelo mostrando los 
diferentes horizontes maestros (Dibujo: NRCS) 
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Así pues, la degradación de los recursos del suelo representa una amenaza a la sostenibilidad 
de la producción agraria y requiere de cambios drásticos en los conceptos de manejo del suelo. 
Esta degradación del suelo, entendida como el conjunto de los procesos que disminuyen la 
capacidad actual y potencial de un suelo para producir, cuantitativa y/o cualitativamente, bienes o 
servicios (FAO, PNUMA, UNESCO, 1980), está afectando cada vez más a los suelos españoles. De 
todos los procesos que generan degradación, es la erosión hídrica la forma de degradación del suelo 
que predomina en los climas áridos y semiáridos, con lluvias escasas e intensas y prolongados 
períodos secos, como ocurre en las regiones de clima mediterráneo (Ortiz Silla, 1990). Esta 
degradación del suelo, y consecuentemente de los ecosistemas, cuando es intensa, puede conducir a 
la desertificación, es decir, a la disminución, deterioro o destrucción del potencial biológico del suelo 
que, en sus últimas consecuencias, puede conducir a condiciones del desierto (Conferencia Mundial 
sobre Desertificación, 1977). 
Conviene no confundir los términos desertificación, explicado anteriormente, con 
desertización. Este segundo, procede del verbo desertar, y hace alusión al despoblamiento de un 
territorio, bien porque las condiciones de vida sean duras o bien porque no hay expectativas de 
futuro. Así, se habla de la desertización de los Pirineos (por ejemplo), pero nunca diríamos la 
desertificación de los Pirineos, ya que éste término iría asociado a una desaparición de la cubierta 
vegetal que imposibilitaría la vida humana en esa región. 
El proceso de degrada-
ción de un suelo no tiene lugar 
necesariamente de forma con-
tinuada a lo largo del tiempo, sino 
que puede ocurrir en un período 
relativamente corto entre dos 
estados de equilibrio ecológico. 
En principio, cabe hablar de dos 
tipos de evaluaciones muy 
diferentes de la degradación de 
un suelo: la degradación actual y 
el riesgo de degradación. 
La primera, la 
degradación actual, es la que 
actúa en el momento presente. 
Dado que la degradación se 
expresa como una velocidad 
anual, esto es, como la intensidad 
del proceso, y no como el daño 
acumulado desde el pasado 
hasta el presente, la información 
referente a la degradación actual 
deberá completarse con otra información relativa al estado actual del suelo, con el fin de poder 
determinar cuanta degradación es capaz de soportar el suelo a ese ritmo, es decir, la tolerancia a la 
degradación. 
Dado que las propiedades críticas de los suelos difieren de unos a otros procesos, el estado del 
suelo habrá de expresarse en aquellas propiedades adecuadas al proceso de que se trate (p. ej. 
profundidad del suelo para la erosión, conductividad eléctrica1 de la pasta saturada para la salinización, 
contenido en materia orgánica para la erosión y degradación biológica, etc.) 
El segundo tipo de evaluación, el riesgo de degradación, se refiere a la disminución de la 
productividad actual o potencial como consecuencia de uno o más procesos de degradación que pueden 
tener lugar por causa de una mala explotación o manejo del suelo por parte del hombre. 
Esta evaluación determina el riesgo de que ocurra degradación en ciertas condiciones 
adversas definidas. Puesto que el clima, el suelo y la topografía son relativamente estables, se deben 
especificar las condiciones de la vegetación, el uso de la tierra y la explotación. 
La bibliografía existente acerca de los métodos de evaluación de la degradación, concebida 
como un deterioro global, es, por desgracia, escasa. Por primera vez la evaluación de la degradación de 
 
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Conductividad eléctrica: mide la salinidad de una muestra en condiciones de saturación de agua (Porta et al, 1999) 
 
Foto 1: Cuenca del río Mula (Murcia) acusandoun proceso de desertificación 
agudo (Foto: P. García-Estríngana). 
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los suelos se trata de forma profunda en 1975, como consecuencia de un Proyecto conjunto del 
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la FAO y la UNESCO. Así en 1980 
se publica de forma provisional una metodología para evaluar dicha degradación. Hasta ese momento la 
atención de los científicos se había centrado en aspectos parciales de la degradación del suelo, 
fundamentalmente sobre erosión hídrica del suelo, la salinización2 y en las últimas dos décadas, el 
problema de la contaminación. 
Sin duda alguna, de los distintos procesos de degradación del suelo el más estudiado en 
nuestro país y aceptado socialmente es la erosión, existiendo grupos consolidados a nivel 
internacional. Otros procesos como la salinización en zonas de regadío, contaminación de suelos 
(principalmente por actividades industriales), degradación por movimiento de tierras (minería, 
ingeniería civil) han concitado menos atención. Asimismo, las investigaciones se están realizando 
desde disciplinas distintas (agricultura, forestal, geomorfología, ecología,...), siendo imprescindible 
conjugar todos estos enfoques diferentes de una misma problemática. 
Recientemente, las preocupaciones de la sociedad sobre los procesos de degradación 
ambiental se extienden a la erosión, la contaminación, la pérdida de sustancias nutritivas y la pérdida 
de diversidad biológica, procesos todos ellos que afectan al mantenimiento y la fertilidad de suelos 
(Loynachan et al, 1999) 
La degradación del suelo es uno de los aspectos más relevantes de la crisis ambiental con 
graves consecuencias económicas. En el entorno mediterráneo, dadas las condiciones climáticas, 
ambientales y socioeconómicas tan peculiares, adquiere una especial gravedad, por lo que se ha 
llevado a cabo un notable esfuerzo tanto en investigación como en el desarrollo de programas de 
actuación en el ámbito de la Unión Europea. 
Hoy día, este interés por el estudio de los procesos degradativos del suelo ha adquirido una 
nueva dimensión. Así, recientemente la Comisión de la UE ha elaborado una extensa Comunicación 
sobre la “Estrategia para la Protección del Suelo” (COM, 2002). En ella, la Comisión sitúa al suelo 
“entre los medios ambientales que deben protegerse de cara al futuro, poniéndolo en el mismo plano 
que el agua y el aire”. Asimismo, declara que el suelo “es un elemento esencial para la vida humana 
que, a la vez, se ve afectado por las actividades desarrolladas por el hombre”. 
Esta Estrategia para la Protección del Suelo pretende, entre otros objetivos, detener e invertir 
los procesos de degradación del suelo, destacando los procesos erosivos y los relacionados con la 
prevención de la contaminación edáfica, salinización y la protección de la biodiversidad. Es decir, 
analiza el problema desde un punto de vista integral al considerar todos aquellos aspectos que, 
directa o indirectamente, afectan a la conservación del suelo. Lo anterior es la consecuencia lógica de 
reconocer que los procesos degradativos se hallan muy interrelacionados y, por tanto, las medidas a 
adoptar han de ser de diversa índole. 
Dentro del contexto de la PAC, la Comisión se ha comprometido a ampliar la dotación 
financiera asignada al desarrollo rural, así como intensificar aquellas medidas que procuren una 
mayor protección del suelo tanto en el sector agrícola como forestal. Recientemente (dicembre-2004), 
se han publicado en el BOE las medidas de ecocondicionalidad que deberán cumplir los agricultores 
para poder percibir la subvención. 
En consecuencia, el manejo de cubiertas vegetales cuya finalidad sea el control de la 
erosión, es uno de los aspectos en los que hace especial hincapié la Estrategia para la Protección del 
Suelo. 
En relación con las enmiendas orgánicas, estas se han revelado como imprescindibles en 
áreas degradadas, a fin de potenciar las restauraciones que se realicen en ellas encaminadas a 
minimizar las pérdidas de suelo por erosión. Sin embargo, estas enmiendas en ocasiones pueden ser 
las responsables tanto de una contaminación del suelo como de una salinización del mismo. De aquí 
que la UE expone su preocupación sobre la contaminación del suelo, en especial de la 
contaminación difusa, en la cual los procesos erosivos tienen un protagonismo de excepción. Esta 
preocupación se materializa en la propuesta de revisión de la Directiva sobre lodos de depuradora, 
aconsejándose una reducción de los niveles máximos autorizados, así como elaborar una nueva 
Directiva sobre compost3 y otros residuos biológicos. 
En los ambientes con escasa o nula capacidad de autorregeneración, se hace necesaria la 
intervención del hombre. La investigación dirigida al conocimiento detallado de los mecanismos y factores 
 
2 Salinización proceso mediante el cual se produce una acumulación en el suelo de sales más solubles que el yeso. 
3 compost nombre dado al producto resultante del compostaje de restos orgánicos 
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de los procesos de degradación permitirá el desarrollo de los métodos y técnicas para frenar la 
degradación y mejorar la calidad y productividad de los suelos degradados. 
 
2. CLASES DE DEGRADACIÓN 
Los procesos de degradación de un suelo pueden ser múltiples y frecuentemente interactuantes. 
Tradicionalmente se ha venido agrupando a las diferentes clases de degradación en seis categorías: 
• Erosión (hídrica y eólica) 
• Degradación física 
• Degradación química 
• Degradación biológica. 
• Salinización 
• Alcalinización ó Sodificación 
Aun cuando es frecuente el desarrollo de varias clases de degradación simultáneamente, por lo 
general siempre hay un proceso dominante que es el que marcará las directrices prioritarias de actuación 
en cada zona concreta. Por otro lado, entre estos procesos de degradación del suelo hay múltiples 
interrelaciones, y con frecuencia, el desarrollo de un proceso de degradación lleva implícito la 
potenciación de otro. Por lo mismo, cuando actuamos de forma directa sobre un tipo de degradación 
concreta, de forma que ésta disminuya, indirectamente estamos actuando sobre otras degradaciones de 
forma que la lucha contra la degradación se extienda a varias de ellas. 
Así pues, vemos que la degradación de un suelo es un fenómeno muy complejo que exige de 
un conocimiento detallado de los procesos que tienen lugar en el mismo. 
Con frecuencia, la erosión es la única forma de degradación conocida por gran parte de la 
sociedad. Ha sido la más difundida en todos los medios de difusión: TV, periódicos, radio, etc. 
haciendo que las demás formas de degradación del suelo pasen desapercibidas. El capítulo siguiente 
se dedica íntegro al estudio de la erosión, por lo que aquí nos centraremos en las demás 
degradaciones que, en mayor o menor medida, están afectando a nuestros suelos. 
La figura siguiente ilustra las interrelaciones que se establecen entre las diferentes clases de 
degradación mencionadas. 
 
 
 
Fig. 2: Interrelaciones entre los diferentes tipos de degradación que pueden afectar a un suelo 
(Bienes, 1994) 
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2.1. DEGRADACIÓN FÍSICA 
Este tipo de degradación tiene lugar como consecuencia del desarrollo de uno o varios procesos 
relacionados entre sí, tales como el apelmazamiento, la reducción de la permeabilidad, la compactación, 
la falta de aireación, la degradación de la 
estructura
4 del suelo y las limitaciones al 
desarrollo radicular (FAO, 1980). Como 
podemos ver, casi todos estos procesos están 
relacionados con la reducción de la 
porosidad
5 del suelo,y por tanto, se haya 
íntimamente relacionada con un aumento de 
la densidad aparente6 del suelo. 
Este sellado del suelo es 
especialmente importante sobre aquellos 
suelos desnudos (recién labrados, después 
de una siembra o en las primeros estadios de 
desarrollo del cultivo). Al romperse los 
agregados por el impacto de la gota de lluvia 
o riego, las partículas finas que se 
individualizan son removidas yendo a rellenar 
los poros del suelo, taponándolos. Cuando 
este sello se seca, tiene lugar la formación de la costra superficial. 
Según sea el proceso responsable de la generación del sellado del suelo, se distinguen los 
siguientes tipos de costra: 
• sellos estructurales por el efecto de la 
salpicadura 
• de escorrentía, como consecuencia del 
depósito de material arrastrado 
• de erosión 
• de depósito eólico 
• de decantación 
Los más frecuentes con los dos primeros. Así, una 
primera consecuencia de una erosión por salpicadura7 
combinada con otra de tipo laminar, es el sellado del suelo, 
con formación de costra de salpicadura (también conocida 
como de "splash") acompañada de una fuerte disminución 
de la permeabilidad y provocando, consecuentemente, un 
gran aumento de la escorrentía. Estas costras a menudo se 
componen de dos partes: una muy delgada (<0,1 mm) a 
modo de estrato no poroso, y otra de partículas finas, que 
puede llegar a alcanzar los 5 mm, que presenta una 
densidad superior a la del resto del horizonte superficial. 
Con frecuencia, el origen de la degradación física lo 
encontramos en una disminución en el contenido de materia 
orgánica del suelo. El laboreo intensivo de que es objeto 
muchos suelos agrícolas no es ajeno a esta disminución de 
la materia orgánica, a lo que hay que sumar la acción directa 
del apero sobre los agregados, provocando con frecuencia 
una destrucción de la estructura. Así, tanto el cultivo de 
especies que otorgan escasa cobertura vegetal al suelo, 
 
4 Estructura es la ordenación de las partículas simples de suelo formando agregados 
5 Porosidad es la relación (expresada en %) del volumen de huecos respecto del volumen total de la muestra de suelo. 
6 Densidad aparente se define como la masa por unidad de volumen, siendo este volumen el que ocupa la muestra en campo. 
Esta densidad tiene gran interés desde el punto de vista del manejo del suelo, ya que informa sobre el grado de compactación 
de cada horizonte y permite deducir información sobre dificultades de emergencia, enraizamiento y circulación del agua y aire 
(Porta et al, 1999). 
7 Erosión por salpicadura es la debida al impacto de las gotas de lluvia y la responsable de la rotura de agregados inestables, 
con liberación de partículas (Porta et al., 1999). 
 
Foto 3: Suelo presentando una gran degradación 
física que impide todo desarrollo de la vegetación 
(La Naja, Zaragoza) (Foto: R.Bienes). 
 
Foto 2: Costra de salpicadura o de splash formada tras una 
tormenta de verano de alta intensidad (Aranjuez, Madrid) (Foto: 
R. Bienes) 
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como el de aquellos que precisen del uso de maquinaria pesada, o de riego y de enlodamiento (arrozales) 
propiciarán el desarrollo de la degradación física. En zonas donde la ganadería extensiva sea importante, el 
sobrepastoreo se convierte en otra causa importante que genera degradación física. 
 
 
Desde el punto de vista climático, los factores relacionados con la lluvia que más inciden en el 
proceso de sellado del suelo son: alta energía cinética, alta intensidad de la lluvia y diámetro grande de las 
gotas (Porta et al., 1.999). Los vientos capaces de secar rápidamente la superficie del suelo, agudizan la 
formación del sellado. 
 
 
 
 
 
 
Fig 3: Mapa de degradación física de la Comunidad de Madrid por disminución de la permeabilidad del suelo 
(Bienes et al., 2001) 
 
 
Foto 4: Costra de escorrentía (El Encín, Madrid) (Foto: R. 
Bienes) 
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Fig 5: Mapa de encostramiento de los suelos de la Comunidad de Madrid (Bienes et al., 2001) 
 
 
Fig 4: Mapa de degradación física de la Comunidad de Madrid por disminución de la permeabilidad 
del suelo (Bienes et al., 2001) 
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El desarrollo de la cubierta vegetal va a ser otro factor que puede inducir a un aumento de la 
degradación física. En este sentido, se han realizado diversos estudios aplicando simuladores de lluvia 
que han evidenciado que en aquellos suelos donde la cubierta vegetal es escasa, se desarrollaba con 
facilidad una costra superficial, lo que favorecía la escorrentia superficial y la erosión (Cerdá, A. y 
Lavee, H., 1999). 
 
 
Fig. 6: Mapa de degradación física conjunta de la Comunidad de Madrid (Bienes et al, 2001) 
 
 
Foto 5: Costra formada por decantación y posterior secado. Este tipo de costras, 
ricas en arcilla, pueden presentar un abarquillamiento típico. 
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La degradación física del suelo condiciona el desarrollo radicular, disminuyendo el espesor de 
suelo explorado por las raíces, lo que afecta al desarrollo de las plantas con la consiguiente merma 
del rendimiento en el caso de cultivos. Asimismo, también disminuye la reserva de agua del suelo 
disponible y las reservas de nutrientes y la erosión puede conducir a una pérdida del rendimiento al 
afectar a los contenidos de carbón orgánico del suelo, nitrógeno, fósforo, potasio y pH del suelo (Lal y 
Singh, 1998). 
Recientemente se ha acuñado el término “costra biológica” en alusión a formaciones 
vegetales, especialmente de líquenes (en menor medida de biomasa de cianobacterias), que pueden 
tapizar parcialmente el suelo. Estas costras suelen presentar un espesor en torno a los 3 mm 
(Belnap,J. et al, 1998) y no tienen nada que ver con las descritas anteriormente, y su desarrollo sólo 
tiene lugar de forma significativa cuando el suelo está desnudo. La presencia de vegetación impide 
este tipo de costras. No obstante, y pese no tratarse de una degradación física del suelo en principio, 
una vez instaladas sobre el suelo, pueden impedir la nascencia de muchas plántulas. 
 
2.2. DEGRADACIÓN QUÍMICA 
Entre los procesos degradativos del suelo de tipo químico, la lixiviación de bases y la aparición 
de toxicidades provocadas por una contaminación del suelo, diferentes de las derivadas de un exceso de 
sales, son los que presentan una mayor capacidad de degradación y disminución del potencial productivo 
del suelo. En casos extremos, esta pérdida de fertilidad puede llegar a incapacitar al suelo para mantener 
una cubierta vegetal. 
Algunos autores definen esta degradación química como aquel proceso causado por un 
agotamiento de los nutrientes y/o por la pérdida de materia orgánica, con acidification que puede dar 
lugar a la presencia de aluminio tóxico (Lal y Singh, 1998) 
Estos dos procesos de degradación química son, especialmente activos en la capa arable. No 
obstante lo anterior, de cara al desarrollo de la vegetación (tanto cultivada como espontánea), el espesor 
a considerar para una correcta evaluación del 
grado de degradación química, deberá ser aquél 
que afecte al 50% del sistema radicular. Este 
criterio agronómico, válido cuando se quiere hacer 
un estudio a nivel de parcela, hace que sea 
imposible establecer un espesor determinado con 
carácter general, dependiendo del tipo de 
vegetación que hay en cada momento, lo que 
dificulta seriamente un estudio a nivel comarcal o 
regional. De aquí que para el estudio dela 
degradación química con frecuencia se opte por 
escoger el caso más desfavorable y por tanto se 
consideren sólo los 25-30 cm superficiales, por ser 
los que más van a acusar esta degradación. De 
considerar una profundidad superior, por ejemplo, 
otros 25-30 cm por debajo del horizonte de laboreo 
y que cabría pensar que estuvieran poco o nada 
afectados, el efecto se diluiría y los resultados de 
los análisis no reflejarían la intensidad real de la 
degradación química, aun cuando de momento no 
afectara seriamente a la vegetación. 
2.2.1. Degradación química por lixiviación de 
bases: 
El primero de los casos contemplados que 
inducen a una degradación química, la lixiviación 
de bases, consiste en un arrastre de nutrientes de 
las capas superficiales del suelo a otras profundas, 
lo que ocasiona una disminución de la fertilidad 
asociada a un incremento de la acidez del suelo. 
Este proceso se hace más patente en los 
horizontes superiores, es decir, aquellos que más 
 
Foto 6: Perfil arenoso en todo su espesor, corres-pondiente 
a un duna fija continental, muy susceptible de sufrir lavado 
por efecto de las lluvias con la consiguiente acidificación 
(Peñafiel, Valladolid) (Foto: R. Bienes). 
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van a incidir en el desarrollo de la cubierta vegetal herbácea, ya sea cultivada o espontánea, y en menor 
medida si es leñosa, puesto que ésta última explora espesores de suelo muy superiores. 
Cuando esta degradación química por lixiviación se hace muy intensa, puede llegar a incapacitar 
al suelo para mantener una cubierta vegetal, lo que incidirá negativamente sobre la velocidad de 
colonización de estos suelos por parte de la vegetación natural, especialmente por parte del estrato 
herbáceo, el cual es el más eficaz para combatir otros procesos degradativos, como son los procesos 
erosivos. 
Cuando el grado de acidez provocado por el lavado del suelo se hace muy acusada, llegando a 
alcanzar el medio un pH inferior a 4,5, tiene lugar la liberalización del Al3+ de cambio que pasa de la fase 
sólida a la solución del suelo. La presencia de este aluminio libre, tóxico para las plantas, origina una 
infertilidad. 
Un aporte de materia orgánica no solo incrementaría la fertilidad del suelo, sino que permitiría un 
establecimiento rápido de la vegetación natural, reduciéndose así los procesos de degradación como ya 
han observado diversos autores. Sin embargo, esta solución que permitiría una mejora de las 
propiedades físicas y de la fertilidad, cuando se trata de tierras abandonadas en las que el agricultor 
tiende a no invertir nada, cabe calificarla de inviable dado su alto coste. Por otro lado, la falsa creencia 
generalizada sobre que el abandono no solo no genera degradación sino que es entendido como un 
descanso beneficioso para el suelo, contribuye a no realizar ninguna actuación. Por desgracia, la realidad 
es muy diferente para la mayoría de los suelos españoles. 
Este tipo de degradación se hace más acusada en aquellas zonas de alta pluviometría (climas 
húmedos) y cuando los suelos son pobres en materia orgánica y con unas texturas ligeras (arenosa y 
arenosa-franca), ya que todo ello va a facilitar una fácil percolación del agua de lluvia a través del suelo, 
con el consiguiente lavado del suelo que ello supone. 
La topografía puede aminorar o acentuar este proceso de lixiviación. Así, los suelos de las 
vagüadas al ser los los que más agua reciben, pues a la de la lluvia hay que añadir la procedente de 
las escorrentías de las laderas, serán más proclives a sufrir un lavado del suelo con la consiguiente 
lixiviación. 
Por el contrario, una buena cubierta de vegetación natural minimiza (aunque no evita) estas 
pérdidas, pudiendo ser relativamente pequeñas (en especial en el caso de una cubierta natural forestal) 
ya que la biomasa aporta bases al suelo que previamente extrajo de horizontes profundos, con lo que se 
produce una recirculación de nutrientes que contrarresta los efectos negativos de la lixiviación. 
El manejo adecuado de los residuos de una explotación agrícola, puede ser importante como 
técnica para combatir este tipo de degradación. En este sentido, la biomasa que representa la paja 
picada bien esparcida en superficie, devuelve al suelo parte de las bases extraídas por la cosecha 
anterior y que serán captadas por las raíces de la siguiente cosecha. 
Otras actuaciones antrópicas agresivas, tales como el aclareo o la quema de la vegetación, 
aceleran considerablemente el proceso de lixiviación. En el caso del aclareo porque eliminamos sistemas 
radiculares que ascendían nutrientes de capas profundas que a la larga se incorporarían al horizonte 
superficial. En el caso de la quema, porque las bases contenidas en las cenizas son arrastradas por el 
agua de escorrentía o trasportadas lejos por el viento, con lo que a la pérdida (arrastre) de nutrientes por 
la lluvia o riego, hay que sumar las extracciones que realizó la cubierta quemada, cortando la 
recirculación de las bases mencionada antes. En este sentido, la práctica de la quema del rastrojo se 
muestra como una actividad sumamente degradativa. 
Igualmente, el empleo sistematizado de fertilizantes con una elevada acidez equivalente, caso de 
los amoniacales, contribuyen a la lixiviación y acidificación, especialmente en los suelos de textura ligera 
con baja capacidad de amortiguación. 
En este sentido la retirada de tierras de la producción presenta dos vertientes. Por lado es 
beneficiosa puesto que se interrumpe el aporte de sustancias amoniacales. Sin embargo, por otro lado, al 
no seguir fertilizándose los suelos, se interrumpe cualquier aporte de bases al suelo por lo que el aspecto 
positivo que se citaba anteriormente puede verse parcial o totalmente contrarrestado. Esto se hace 
especialmente patente en aquellas zonas donde la pluviometría anual sea alta y por tanto responsables 
de mayor lavado del suelo. 
Otro tanto cabe decir de los cultivos llamados esquilmantes (aquellos que extraen gran cantidad 
de bases) o de la aplicación de riegos excesivos que pueden provocar fenómenos tanto de lixiviación de 
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nutrientes como de iluviación de coloides. En este sentido, el enlodamiento de los arrozales constituye 
una práctica de cultivo fuertemente degradativa. 
Sin embargo, todos estos factores de explotación locales no pueden ser tenidos en cuenta al 
evaluar la degradación a un nivel global, ya que cambian muy frecuentemente. Por tanto, se deberá 
evaluar el riesgo potencial de degradación química a largo plazo, por ser esta una característica más 
estable del medio ambiente. 
2.2.2. Degradación química por contaminación: 
Al hablar de la contaminación es obligado decir que hay dos tipos: la contaminación puntual y la 
difusa. Las diferencias entre ambas son grandes. 
En el primer caso, contaminación puntual, se trata de una contaminación intensa y cuyo origen 
reside en un vertido, generalmente incontrolado. La toxicidad que tiene lugar puede proceder de la 
presencia de residuos urbanos, agrícolas, industriales, radiactivos, etc. Los factores clima, topografía y 
suelo tienen poca influencia directa en estos acontecimientos, pero sí pueden minimizar o incrementar 
indirectamente dicha toxicidad. Todas las toxicidades debidas a la acción humana como consecuencia de 
vertidos, pueden ser localmente importantes pero difíciles de evaluar y cartografiar a una escala menor 
que la local. 
Por el contrario, la contaminación difusa es de mucha menor intensidad en comparación con la anterior. 
Presenta la característica de que es muy difícil decir dónde está el foco emisor, y más difícil aún saber 
qué o quién lo genera. El agua y el viento son los agentes responsables de extender a otras superficies el 
contaminante. De aquí que elpropio concepto de contaminación difusa esté íntimamente ligado a la 
erosión hídrica y eólica. 
Un ejemplo clásico de contaminación difusa lo constituyen los fertilizantes y los productos 
fitosanitarios aplicados en los campos agrícolas. La escorrentía generada por las lluvias arrastra gran 
cantidad de estas sustancias, extendiéndolas durante kilómetros y contaminando así amplias superficies 
no solo terrestres, sino también las aguas superficiales (ríos, lagos, embalses, etc) o subterráneas, estas 
últimas como consecuencia de una infiltración profunda del agua de lluvio o de riego, la cual provoca un 
lavado del suelo y contaminación de los niveles freáticos cuando están someros. 
 
 
 
 
Fig. 7: Mapa de degradación química por lixiviación de la Comunidad de Madrid (Bienes et al., 
2001) 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
 12
 Centrándonos en el análisis de los suelos de la Comunidad de Madrid, este proceso de 
degradación química tiene especial importancia en la zona de la Sierra donde las precipitaciones son 
elevadas, y dentro de ésta área geográfica, es más intensa en los suelos desarrollados sobre granitos 
o sobre lehm granítico8, con buen drenaje y baja capacidad de intercambio catiónico9 (CIC). 
Fuera de la Sierra, allí donde la actividad agrícola tiene una mayor incidencia, el empleo 
sistematizado de fertilizantes con una elevada acidez equivalente, es la principal causa de 
degradación química, al contribuir a la lixiviación y acidificación, unido a una contaminación difusa. No 
obstante, la intensidad de la degradación de estos suelos agrícolas cabe clasificarla de baja 
afortunadamente, por lo que de momento no es necesario llevar a cabo el desarrollo de un programa 
de actuaciones, siendo suficiente una vigilancia periódica. 
Hasta el momento, la fertilidad de muchos de nuestros suelos cultivados se halla mantenida 
(aunque en ocasiones a unos niveles mínimos para el aprovechamiento agrícola) gracias al abonado 
continuado de que han sido objeto. Una vez abandonadas estas tierras y, en consecuencia, 
desaparecida la principal y en ocasiones única fuente de nutrientes, los procesos de lixiviación (lavado en 
profundidad) y de arrastre (por erosión hídrica) de los nutrientes del suelo se harán sentir fuertemente, 
provocándose una degradación química importante que afectará seriamente su potencial productivo. 
 El riego excesivo es otra de las causas del aumento de la degradación química, ya que viene a 
provocar fenómenos tanto de lixiviación de nutrientes como, en menor medida, de iluviación de arcillas10. 
Dentro de la Comunidad de Madrid, las vegas de los ríos Tajo y Jarama, surcadas por grandes canales 
de riego, son susceptibles de sufrir esta degradación química. 
 Por último, cabe mencionar a los denominados cultivos esquilmantes11, aconsejándose su cultivo 
únicamente dentro de una alternativa que pueda compensar estas grandes extracciones que son 
capaces de realizar. Estos factores de explotación locales varían ampliamente tanto en su distribución 
espacial (de un agricultor a otro) como a lo largo del tiempo. En estos casos la evaluación de la 
degradación química hay que hacerla a nivel de parcela. Sin embargo, si lo que se trata es de hacer una 
evaluación a nivel de comarca, puede ser preferible evaluar el riesgo potencial de degradación química a 
largo plazo, por ser esta una característica más estable y dependiente del medio ambiente. 
 Este tipo de degradación química, si bien no presenta una intensidad muy acusada dentro de la 
Comunidad de Madrid, sí afecta a una gran superficie de la misma, en torno al 35% de la superficie. 
 
2.3. DEGRADACIÓN BIOLÓGICA 
 Si bien es cierto que la erosión puede ser un agente muy activo capaz de ocasionar una 
pérdida de materia orgánica, en ocasiones muy importante, la degradación biológica sólo considera la 
disminución del contenido de materia orgánica humificada del suelo como consecuencia de la 
mineralización de la misma y, en consecuencia, en su evaluación nos centraremos en los procesos 
que aumentan la velocidad de mineralización del humus. En adelante, al referirnos a materia orgánica 
no incluiremos bajo este término a la materia orgánica bruta (residuos orgánicos recientes). 
Los parámetros ambientales que más condicionan la actividad microbiana son la temperatura 
y la humedad edáficas. Respecto a la humedad del suelo, juega un papel de primera magnitud en los 
procesos de humificación12 y mineralización13. La repercusión de un contenido en humedad alto es 
máxima cuanto mayor sea la temperatura del suelo, lo cual normalmente sucede durante la 
primavera. Por el contrario, para bajos niveles de humedad, la actividad microbiana es reducida y la 
mineralización es pequeña. No obstante lo anterior, algunos microorganismos aerobios responsables 
de la mineralización pueden tener una actividad apreciable aún con contenidos de humedad próximos 
 
8 lehm granítico formación arenosa procedente de la disgregación del granito por arenización. 
9 capacidad de intercambio catiónico hace referencia a la cantidad de bases (nutrientes) retenidas en el complejo de cambio y 
susceptibles de pasar a la solucioón del suelo, quedando así a disposición de las plantas. 
10 iluviación de arcillas, también conocido como argiluviación, es el proceso mediante el cual las arcillas son arrastradas a 
capas más profundas por acción del agua. 
11 cultivo esquilmante es aquél que hace una gran extracción de uno o más nutrientes del suelo, dejándolo empobrecido. 
12 humificación proceso llevado a cabo por la acción de los microorganismos por el cual a partir de los restos vegetales se 
origina sustancias húmicas o humus. 
13
mineralización proceso de destrucción de la materia orgánica humificada del suelo, por acción de los microorganismos, con 
liberación de sales minerales que pueden ser captadas por las plantas. 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
 13
 
Foto 7: Acumulación de hojarasca de Medicago strasserii (Marchamalo, 
Guadalajara) (Foto: J. Alegre) 
al punto de marchitez14 de las plantas. Estos procesos adquieren una importancia especial en los 
ambientes áridos y semiáridos. 
Cuando tiene lugar una degradación biológica, el resul-tado inmediato es la pérdida de materia 
orgánica, cuyas conse-cuencias principales son un aumento de la degradación física, una pérdida de 
nutrientes y un aumento de la escorrentía que acelera el proceso de la erosión hídrica. 
En el caso de la Comunidad de Madrid, las condiciones de sequía extremas habituales 
durante el verano en gran parte de la comunidad, pueden destruir muchos de estos microorganismos, 
lo que ocasio-nará un posterior retraso en el inicio de los procesos de los que son responsables 
después de que lleguen las lluvias. 
La potente aireación del suelo como consecuencia del laboreo continuado, colabora de forma 
muy intensa en favorecer la actividad microbiana aerobia, responsable de realizar los procesos 
anteriores. A lo anterior, hay que sumar el hecho de que en un suelo sometido a laboreo la 
temperatura del mismo durante la primavera y el verano es mayor que la de otro al que no se le han 
dado labores, lo que activará la acción de los microorganismos. Por tanto, la actividad antrópica va a 
influir de forma decisiva sobre la degradación biológica. 
Desde esta óptica, el 
laboreo innecesario que requieren 
los barbechos, al airear y 
"ahuecar" la capa de laboreo, 
favorece el desarrollo de la 
actividad microbiana aerobia. 
Consecuentemente, la pérdida de 
la materia orgánica provocada, va 
a influir sobre el manejo del suelo 
y la cubierta vegetal. 
La velocidad de 
descomposición varía según la 
textura del suelo, siendo más 
rápida en los arenosos que en los 
arcillosos, así como de la 
naturaleza de la materia orgánica(especialmente de la razón C/N o 
de ácidos fúlvicos15/ácidos 
húmicos16), del pH, del porcentaje 
de CaCO3 y del contenido de 
agua superior a la capacidad de 
campo (caso de suelos hidromorfos) ya que la falta de aireación disminuye considerablemente la 
velocidad de descomposición del humus. 
Respecto a la acidez del suelo, ésta tiene escaso efecto sobre la degradación biológica en tanto 
el pH se halle comprendido entre 4,5 y 7,5, pero fuera de éste umbral la velocidad de descomposición se 
ve reducida. Tal es el caso de los suelos sulfúricos y sódicos. 
La orientación de la ladera (solanas o umbrías) influye indirectamente en la medida que 
condiciona tanto la temperatura como la humedad del suelo. Del mismo modo, la altitud influirá 
indirectamente en razón de su efecto sobre la temperatura. 
 Por el contrario, el papel que ejerce la pendiente tendrá mayor o menor repercusión en la 
medida de que sea la responsable de generación de escorrentía, y por tanto, actuando 
indirectamente sobre la humedad del suelo. 
 Sin embargo, interesa más el equilibrio entre la adición de materia orgánica y la pérdida 
debida por mineralización del hu-mus que la descomposición en sí, ya que la degradación biológica 
sólo existirá cuan-do el balance sea negativo. 
 
14 punto de marchitez es aquel contenido de agua del suelo que no puede ser captado por las plantas. Equivale a una succión 
de -1.500kPa. 
15 ácidos fúlvicos sustancias húmicas constituyentes del humus de tamaño molecular inferior a 2.000. 
16 ácidos húmicos sustancias húmicas constituyentes del humus. Estan formados por macromoléculas, ricas en N y peso 
molecular entre 10.000-50.000. 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
 14
Este balance negativo se ha venido propiciando desde la PAC al subvencionar la retirada de 
tierras que habían de entrar en una rotación, es decir, estimulan-do el barbecho blanco, lo que ha sido 
especialmente perjudicial en aquellas zonas áridas y semiáridas. Esta técnica de laboreo, medida 
encaminada a mantener el suelo desnudo, favorece un incremento de la temperatura del suelo, lo que 
acarrea una mayor velocidad de mineralización de la materia orgánica humificada. 
Otros factores antrópicos que influyen sobre este tipo de degradación y relacionados con el 
manejo del suelo, son aquellos que inciden directamente sobre la cantidad de residuos que se dejen tras 
las cosechas o sobre el grado de cobertura vegetal que los cultivos otorgan al suelo. 
 
 
 
En el primer caso, cuanto más sean los residuos, mayor será la formación de nuevo humus, tan 
necesario en los suelos 
españoles, lo que ayudará a 
que el balance mencionado 
anteriormente sea positivo. En 
el segundo, cobertura del suelo 
por los cultivos, porque cuanto 
mayor sea ésta, menor será la 
radiación directa que incida 
sobre el suelo y, en 
consecuencia, menor será la 
temperatura del mismo, lo que 
disminuirá la velocidad de 
descomposición del humus. 
Las repoblaciones que 
se han realizado con arbustos, 
especialmente con Atriplex 
halimus, han puesto de 
manifiesto la gran cantidad de 
residuos que puede generar 
este arbusto (Foto 7) (Marqués 
et al, 2003), lo cual tiene un impacto positivo sobre la fertilidad del suelo debido a su producción de 
materia orgánica, a la vez que se incrementa la actividad microbiana del suelo (Houerou et al, 2000). 
Fig. 8: Mapa de degradación biológica de la Comunidad de Madrid (Bienes et al., 2001) 
 
Foto 8: Capa de mulch generada por el Atriplex halimus (Foto R.Bienes) 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
 15
Por el contrario, los incendios forestales tan habituales en España, especialmente en las 
regiones valenciana y catalana, es un factor fuertemente distorsionador que potenciará un incremento de 
la degradación biológica como consecuencia de eliminar la vegetación preexistente y, en consecuencia, 
cortar el suministro de nuevos restos vegetales, con lo que se interrumpe el proceso de humificación 
(Andreu et al., 1995). 
 En la elaboración de una cartografía a nivel comarcal o provincial, no es posible tener en 
consideración variaciones a nivel de parcela debidas al factor humano, por lo que lo habitual en estos 
casos es evaluar los riesgos potenciales de degradación biológica en lo que respecta al clima y al tipo 
de suelo. En todo caso, el único factor de explotación a tener en cuenta, podría ser el regadío, 
siempre y cuando la superficie de regadío no represente pequeñas superficies aisladas. 
 
 
2.4. SALINIZACIÓN Y ALCALINIZACIÓN 
La salinización y la alcalinización son otros tantos procesos degradativos del suelo, pero 
mientras la primera es consecuencia de una acumulación de sales en el suelo más solubles (en agua 
fría) que el yeso, la segunda tiene lugar a raíz de una concentración alta de sodio en el complejo de 
cambio del suelo que se manifiesta por un SAR17 ≥ 13 (PSI ≥ 15). 
El origen de las sales puede ser muy diverso. A excepción de las zonas costeras, en donde el 
origen podemos encontrarlo bien en los vientos procedentes del mar cargados de sales que 
depositarán sobre las plantas y el suelo, o bien en las infiltraciones de agua marina que penetran bajo 
los suelos, las sales que encontramos en los suelos tienen su origen en las rocas terrestres, las 
cuales se han liberado al meteorizarse dichas rocas. 
La presencia de suelos salinos en una determinada zona, será función de la conjunción de 
distintos tipos de factores: litológicos, geomorfológicos, climáticos, hidrológicos y antrópicos (Porta et 
al,1999). 
La prognosis de la salinidad y alcalinidad, normalmente no dependen tanto de ecuaciones 
más o menos estandarizadas, como del cálculo de los balances de agua y de sales, los cuales 
desempeñan un papel de primera magnitud en toda evaluación de estos procesos (FAO, 1980). 
Bajo clima árido o semiárido, las zonas con mayor riesgo de salinización o de alcalinización 
corresponden a las depresiones, las cuencas cerradas, los lechos fluviales antiguos, los valles y otras 
áreas con mal drenaje y llanas, y por tanto propensas a acumular sales procedentes de zonas 
lejanas. 
En el caso de la salinización, será el clima el factor vital que permitirá o no, el desarrollo de la 
salinidad. Para que las sales se puedan acumular en superficie, es necesario que el clima no sea 
húmedo, ya que éste lavaría el suelo de sales y las arrastraría a zonas profundas donde no causarían 
trastornos. Sin embargo, bajo un clima árido, en donde las precipitaciones son escasas y la 
evapotranspiración elevada, estas condiciones van a influir decisivamente en los balances hídrico y 
salino, puesto que no hay una lixiviación efectiva y la sal tenderá a concentrarse como consecuencia 
de un movimiento ascendente de la solución del suelo. 
La alcalinización o sodificación tiene lugar cuando el suelo presenta un contenido alto en 
sodio intercambiable
18. Este sodio puede tener su origen bien por la presencia de aguas subterráneas 
o de riego muy ricas en sodio, o bien a partir de materiales geológicos sódicos sobre los cuales se ha 
desarrollado el suelo. Este proceso suele ir acompañado de una iluviación de las arcillas. La 
consecuencia principal de la alcalinización o sodificación es la destrucción de la estructura del suelo, 
lo que origina unas condiciones físicas muy desfavorables para el desarrollo de las plantas y la 
infiltración del agua. 
Se trata de un proceso degradativo que representa una evolución de un suelo salino como 
consecuencia de un cambio climático hacia otro más húmedo o bien, por un descenso del nivel 
freático y por consiguiente, de una mejora del drenaje. En consecuencia, la sodificación es difícil de 
predecir utilizando sólo los factores ambientales actuales. A diferencia del de salinización, que en 
ocasiones puede tenerlugar en tan solo unas pocas décadas, la sodificación es un proceso muy lento 
 
17 SAR es la relación de absorción de sodio. Se emplea como índice de la calidad del agua del suelo o del agua de riego. 
18 sodio intercambiable aquél que está adsorbido en el complejo de cambio y puede pasar a la solución del suelo 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
Junio, 2006 del Suelo R. Bienes 
 
 
 16
en comparación con la vida del hombre, lo que hace que aún sea más difícil su detección y, por tanto, 
aplicar medidas encaminadas a evitar su desarrollo. 
 
 
Dentro de la Comunidad de Madrid, apenas se han cartografiado zonas salinas a escala 
1:200.000, aunque sí hemos podido detectar amplias áreas con riesgo potencial de salinización, todas 
ellas situadas en el sureste de la comunidad y sobre materiales evaporíticos de la depresión del Tajo. Se 
trata de zonas en las que si el manejo del suelo no es el adecuado, pueden derivar a suelos salinos. Por 
el contrario, no se detectado suelos en la Comunidad de Madrid con riesgo de alcalinización. 
 
 
3. PROBLEMÁTICA ACTUAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID 
La Comunidad de Madrid, con el 1,6% de la superficie nacional soporta el peso del 12,5% de la 
población española. Este aspecto va a caracterizar a la Comunidad de Madrid, distinguiéndola del resto 
de España. En consecuencia, los impactos que reciben nuestros espacios rurales son enormes, llegando 
a constituir toda la provincia un área natural de esparcimiento, que en ocasiones rebasa los propios 
límites de la provincia, por lo que el término “área metropolitana”, entendiendo por tal aquella en la que 
gran parte de los madrileños tienen segunda residencia o frecuentan con asiduidad, incluiría parte de las 
provincias de Ávila, Segovia, Guadalajara y Toledo, amén de toda la provincia de Madrid. 
Tanto los habitantes de la capital como los de las denominadas “ciudades dormitorio” que la 
circundan, demandan cada vez con mayor intensidad un espacio natural para su ocio. Así, vemos cómo 
en pocas décadas han surgido parques recreativos, zonas de deporte, caza, zonas de acampada, 
merenderos, desarrollo de urbanizaciones encaminadas a proporcionar segundas viviendas, etc., de 
forma masiva. Asistimos pues, a un uso intensivo del territorio por los habitantes de la región, el cual se 
ha convertido, en múltiples ocasiones, en una forma de agresión por su implantación indiscriminada y 
carente de una cultura de respeto medioambiental. 
Como consecuencia de esta expansión urbana sobre el medio rural, el espacio que 
tradicionalmente venía dedicándose para obtener productos agrarios, se ha convertido en poco tiempo 
en objeto de consumo por parte de los habitantes de los grandes núcleos urbanos. En esta situación, las 
explotaciones agrarias no pueden competir con el mercado de trabajo industrial y de servicios, y 
desaparecen. Este abandono del medio rural, asociado a una desvalorización de sus recursos, ha ido 
unido a unas expectativas de usos ligados a las nuevas actividades. 
Entre los problemas de despilfarro de los recursos, los más asumidos socialmente son los 
relativos a la erosión y a la contaminación, tanto de aguas como de suelos. Sin embargos, estos son sólo 
dos aspectos de la degradación del suelo, la cual puede presentarse bajo otras formas, a veces igual de 
graves. 
 
Foto 9: Campo agrícola salinizado (Foto: University of California) 
Bienes, R. y Marqués M.J. (eds) Procesos Degradativos 
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 17
Lo anterior exige de unas actuaciones encaminadas a preservar los espacios naturales, 
promover una forestación adecuada, dirigir una protección y restauración de los recursos de agua 
(cauces de los ríos, embalses, regadíos) y, en definitiva, todas aquellas actuaciones que tengan como 
finalidad poder tener un mejor control de la degradación del suelo. Sin embargo, todo esto no es posible 
sin un adecuado conocimiento de los tipos de degradación que se presentan y de la intensidad con que 
actúa de cada uno de ellos. 
En la actualidad, la Comunidad de Madrid cuenta con una cartografía a escala 1:200.000 de las 
diferentes clases de degradación que puede presentar un suelo. Esta cartografía ha venido a llenar una 
laguna existente hasta la fecha en estos temas, ya que si bien se disponía para la Comunidad de Madrid 
de una cartografía de suelos, de usos y cultivos, de las formaciones vegetales, de la litología, de la 
geología, de la fisiografía y de erosión, no había nada en cuanto a estudio conjunto de las diferentes 
clases de degradación del suelo. Esta cartografía, parte de la cual ha sido incluida en las páginas 
precedentes (figuras 3 a 8) con el fin de dar a conocer mejor la extensión de la problemática de la 
degradación del suelo en la Comunidad de Madrid, es de aplicación inmediata a problemas acuciantes 
de dicha región, y permite detectar cuáles son las áreas más problemáticas y deterioradas. En 
consecuencia, es posible establecer las áreas de máxima prioridad para las cuales es urgente realizar 
planes de actuación, lo cual es básico para cualquier actuación integrada que se quiera realizar para 
preservar el medio ambiente. 
En consecuencia, estamos en condiciones de poder afirmar que actualmente disponemos de la 
información necesaria para conocer el estado actual de las diferentes degradaciones que tiene lugar, así 
como la intensidad con la que están actuando. 
 
 
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