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PSIENCIA. Revista Latinoamericana de
Ciencia Psicológica
ISSN: 2250-5490
secretaria@psiencia.org
Asociación para el Avance de la Ciencia
Psicológica
Argentina
Díaz Videla, Marcos; Olarte, María Alejandra
Animales de compañía, personalidad humana y los beneficios percibidos por los
custodios
PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, vol. 8, núm. 2, agosto, 2016,
pp. 1-19
Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica
Buenos Aires, Argentina
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=333147069001
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 PSIENCIA REVISTA LATINOAMERICANA DE CIENCIA PSICOLÓGICA LATIN AMERICAN JOURNAL OF PSYCHOLOGICAL SCIENCE 
 
PSIENCIA VOLUMEN 8 – NÚMERO 2 (AGOSTO 2016) VOLUME 8 – ISSUE 2 (AUGUST 2016) DOI: 10.5872/psiencia/8.2.21 1 
 
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN RESEARCH PAPER 
Animales de compañía, personalidad humana 
y los beneficios percibidos por los custodios 
Companion Animals, Human Personality and the Benefits Perceived 
by the Guardians 
Marcos Díaz Videla, María Alejandra Olarte 
Universidad de Flores 
antrozoología@gmail.com 
 
Resumen 
Los crecientes avances en antrozoología han permitido incrementar nuestro conocimiento 
sobre los potenciales beneficios derivados de la interacción humano-animal de compañía. Sin 
embargo, aún resta esclarecer los mecanismos y circunstancias que favorecen que estos 
beneficios tengan lugar. Se desarrolló un estudio descriptivo del que participaron un total de 
549 tenedores de mascotas, quienes respondieron un inventario online que constaba de un 
cuestionario sociodemográfico, una evaluación de personalidad abreviada basada en el 
Modelo de los cincos grandes (Ten Item Personality Inventory) y la Escala de Beneficios 
Percibidos (EBP). La única dimensión de la personalidad asociada a los puntajes de EBP fue 
Apertura a la experiencia; a su vez, esta fue la única dimensión de personalidad asociada con 
considerar animal de compañía como miembro de la familia. La comparación entre custodios 
de perros y gatos no evidenció diferencias en EBP. Mientras que la edad de los participantes 
no mostró diferencias en los puntajes de EBP, las mujeres puntuaron significativamente más 
alto que los hombres. Se concluye destacando que la relación con perros y gatos es percibida 
como beneficiosa en igual medida, y que si bien esta percepción no se relacionaría con la edad 
del custodio, sí estaría relacionada con ciertos rasgos de personalidad, como mayor 
flexibilidad a cambios o interés por valores no convencionales, los cuales pueden favorecer la 
conexión entre especies. La marcada percepción diferencial de beneficios por parte de los 
custodios mujeres, es discutida en función de las limitaciones del estudio destacando un 
posible sesgo muestral. 
Palabras clave 
Antrozoología, Beneficios animales de compañía, Mascotas, Personalidad. 
Abstract 
The growing advances in anthrozoology have led to an increase in our knowledge on the potential benefits 
derived from the interaction between guardians and their animals. However, the mechanisms and 
circumstances that make this benefits take place are still to be elucidated. A descriptive study was carried 
out, in which 549 companion animal keepers participated and filled an online survey that consisted of a 
sociodemographic questionnaire, an abridged personality evaluation based on the Big Five model (Ten 
Item Personality Inventory; TIPI) and the Perceived Benefit Scale (PBS). The only personality dimension 
associated with PBS score was Openness to experience; moreover, this was the only personality 
dimension associated with the fact of considering the companion animal as a family member. The 
comparison between dog and cat guardians showed no difference in the BPS score. Whereas the 
participants’ age showed no difference in the BPS score, women scored significantly higher than men did. 
As a conclusion, we highlight the fact that the relationship with dogs and cats is perceived beneficial in the 
same degree, and that, even though this perception has no relationship with the guardian’s age, it would 
be related to certain personality traits, such as higher flexibility to changes or interest on no conventional 
values, which might strengthen the connection between species. The marked differential perception of 
the benefit by female guardians is discussed in function of the study limitations, taking into consideration 
a possible sample bias. 
Keywords 
Anthrozoology, Companion animal benefits, Personality, Pets. 
 
 
Cómo citar Citation 
Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. 
(2016). Animales de compañía, 
personalidad humana y los 
beneficios percibidos por los 
custodios. PSIENCIA. Revista 
Latinoamericana de Ciencia 
Psicológica, 8, doi: 
10.5872/psiencia/8.2.21 
Recibido Received 
20 / 11 / 2015 
Aceptado Accepted 
18 / 7 / 2016 
Copyright 
© 2016 Díaz Videla 
Este es un artículo de acceso abierto 
bajo la licencia Creative Commons 
BY-NC-SA 4.0, lo que permite 
compartirlo o adaptarlo, sin fines 
comerciales, con indicación del autor 
y la fuente original. 
This is an open access article under 
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adapting it in any medium, without 
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to original author and source. 
 
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
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PSIENCIA 
REVISTA LATINOAMERICANA DE CIENCIA PSICOLÓGICA 
LATIN AMERICAN JOURNAL OF PSYCHOLOGICAL SCIENCE 
Animales de compañía 
Companion Animals 
 
 
 
PSIENCIA VOLUMEN 8 – NÚMERO 2 (AGOSTO 2016) VOLUME 8 – ISSUE 2 (AUGUST 2016) DOI: 10.5872/psiencia/8.2.21 2 
 
Introducción 
Los vínculos afectivos con animales han sido cruciales en el proceso evolutivo de la 
especie humana, y la naturaleza humana ha sido moldeada a través de interacciones 
con éstos (Páramo & Galvis, 2011; Sheldrake, 2008). Ancestralmente, los animales han 
sido respetados como compañeros esenciales para la supervivencia y salud de las 
personas (Serpell, 2006). Actualmente los animales constituyen uno de los 
componentes naturales de mayor significado socioeconómico, científico y cultural de un 
país (Páramo & Galvis, 2011). Mientras que mayormente los animales domésticos son 
explotados con indiferencia a partir de los recursos económicos y servicios prácticos que 
proveen, existe una categoría totalmente diferenciada de animales domésticos 
exceptuada de este trato (Serpell, 1996; Serpell & Paul, 1994). A estos animales nos 
referimos usualmente como mascotas o bien animales de compañía. Estos se definen 
como aquellos que se encuentran bajo control humano, vinculados a un hogar, 
compartiendo intimidad y proximidad con sus cuidadores, y recibiendo un tratamiento 
especial de cariño, cuidados y atención que garantizan su salud (Bovisio et al., 2004; 
Savishinsky, 1985). En los últimos años, diversos profesionales ligados a la medicina 
veterinaria, bienestar animal e interacción humano-animal, han promovido la utilización 
del término ‘animal de compañía’ antes que ‘mascota’, para connotar el vínculo 
psicológico y la relación mutua. De manera similar ven a los dueños de estos animales 
como compañeros humanos, cuidadores o custodios, aunque se reconozca que las 
mascotas pueden pertenecer legalmente a sus custodios(Faver & Cavazos, 2008; 
Herzog, 2012; Walsh, 2009). 
Pese a que el origen de la tenencia de animales de compañía es prehistórico, esta 
práctica parece haber alcanzado en las últimas décadas niveles sin precedentes en la 
cultura occidental (Serpell & Paul, 2011). Es posible que las condiciones de vida en las 
grandes ciudades, con los avances tecnológicos y la fragmentación de la familia, 
sumada a la necesidad y búsqueda de apoyo emocional extra, hayan colaborado en esa 
dirección (Belk, 1996). En Ciudad Autónoma de Buenos Aires se observó un incremento 
en la tenencia de mascotas, pasando de un perro cada 7.45 personas a uno cada 6.52, y 
de un gato cada 24.55 personas a uno cada 13.43 personas en el período de diez años 
comprendido entre 1994 y 2004 (Anderson et al., 1996; Bovisio et al., 2004). De acuerdo 
al último relevamiento demográfico de animales de compañía en esta ciudad publicado 
por el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, se estimó un total de 865,984 animales. De 
éstos el 49.19% eran caninos, 23.87% felinos, 13.69% aves y 13.25% de otras especies 
(Bovisio et al., 2004). El informe recientemente publicado por el Ministerio de Hacienda 
respecto de la tenencia de animales de compañía Ciudad Autónoma de Buenos Aires 
(DGEyC, 2016) estimó una población similar: 430,000 perros, a razón de un perro cada 
7.14 personas, y 250,000 gatos, a razón de un gato cada 12.5 personas. 
Llamativamente, y en particular en las ciudades, los animales de compañía no parecen 
realizar ningún trabajo útil a pesar de sus costos; lo que plantea una paradoja 
económica (Albert & Bulcroft, 1988). Desde una perspectiva darwiniana la tenencia de 
mascotas puede resultar aún más desconcertante, en tanto implica proveer de recursos 
a un miembro de otra especie (Archer, 1997; para una discusión ver Díaz Videla, 2014). 
Sin embargo, las personas permiten a estos animales residir en sus hogares y se refieren 
a ellos como miembros de su familia (Albert & Bulcroft, 1988; Cain, 1985; Faver & 
Cabazos, 2008), y buscan activamente mantener esta relación realizando esfuerzos 
emocionales y financieros (Serpell, 1996). El estatuto de familia de estos animales es 
confirmado por la clase de cosas que la gente hace con ellos (Serpell & Paul, 2011). Por 
ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires se relevó que entre las actividades cotidianas que 
más de 400 dueños compartían con sus animales de compañía: 99% les hablaba; 98% 
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Animales de compañía 
Companion Animals 
 
 
 
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jugaba con ellos; 60.4% les hacía regalos; 89.9% los fotografiaba; y 37.8% les permitía 
dormir en sus camas o sillones (Bovisio et al., 2004). 
La incorporación de un nuevo miembro a la familia implica que ese miembro debe 
adaptarse a las reglas, así como también el antiguo sistema debe modificarse para 
incluir al nuevo miembro (Minuchin, 1977). En este sentido, al investigar el modo en que 
los perros de compañía logran incorporarse a las familias humanas, Power (2008) 
planteó que la incorporación del animal a la familia sucedía por tres vías: (1) 
considerando a sus perros como si fueran niños peludos, los participantes destacaban el 
tiempo que pasaban con éstos; (2) comprometiéndose con los perros como animales de 
manada, los participantes re-conceptualizaban su familia humana como una manada, 
dando importancia al establecimiento jerarquías y reglas claras; y (3) el accionar 
individual de los perros era reconocido como un organizador activo de la familia y el 
hogar. La autora sostuvo la noción de ‘familia más que humana’ destacando que la idea 
de familia de los participantes estaba sostenida por reglas y rutinas que eran delineadas 
tanto por las personas como por sus perros. 
De este modo, las mascotas se integran a la dinámica de la familia y desempeñan 
diversos roles en las distintas etapas del ciclo vital que esta atraviesa (Díaz Videla, 2015). 
Estos animales parecen ocupar un lugar con superposiciones aunque diferente de los 
humanos en la familia, pudiendo satisfacer algunas necesidades que los vínculos 
humanos satisfacen, pero también ofreciendo beneficios a través de su consistencia y 
presencia sin juicios, lo cual los humanos no pueden proveer (Cohen, 2002). Es posible 
que la gente obtenga de esta relación ciertos beneficios como para colocarla más allá de 
las consideraciones económicas (Serpell, 1996). 
El desarrollo creciente de investigación en antrozoología produjo un incremento en el 
conocimiento acerca de los potenciales beneficios de las interacciones humano-animal 
de compañía. Sin embargo, aún no resulta claro por qué la interacción con animales de 
compañía podría tener esos efectos (Hosey & Melfi, 2014). A su vez, tampoco resulta 
claro quiénes se benefician más de esta interacción, ya que al parecer estos animales 
hacen que algunas personas, y no todas, se sientan más sanas y felices (Herzog, 2012). 
La hipótesis general que guio el presente trabajo plantea que ciertos rasgos de 
personalidad tienden a emparejarse o correlacionar con una percepción de beneficios 
aumentada a partir de la convivencia con animales de compañía, y a su vez que dichos 
beneficios percibidos varían en función del tipo de mascota. 
El objetivo general que plantea este trabajo es identificar y describir las posibles 
relaciones entre la percepción de beneficios a partir de la relación con el animal de 
compañía y las características de personalidad de sus custodios. Para esto, se buscará 
identificar y describir si existen diferencias en la percepción de beneficios de la relación 
según tipo de animal de compañía, la edad del custodio, el sexo del custodio, el tipo de 
personalidad, y el tipo de personalidad y los principales beneficios percibidos. 
El estudio de los beneficios de los animales de compañía 
A lo largo de los últimos treinta años ha habido un interés creciente sobre el estudio de 
las interacciones entre humanos y animales; abundantes investigaciones y múltiples 
publicaciones se han llevado a cabo dentro de este joven campo (Díaz Videla, Olarte, & 
Camacho, 2015; Hosey & Melfi, 2014). La interacción humano-animal se enfoca desde 
diferentes disciplinas como historia, antropología, psicología, teología, derecho, 
filosofía, ética y bioética (von Arcken Cancino, 2011). Los estudios humano-animal 
pueden ser definirse como un “campo interdisciplinario que investiga los lugares que los 
animales ocupan en el mundo social y cultural humano y las interacciones que los 
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Animales de compañía 
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humanos tienen con ellos” (DeMello, 2012, p.4); y dentro de este campo se distingue la 
antrozoología como “el estudio científico de la interacción humano-animal, y de los 
vínculos humano-animal” (DeMello, 2012, p.5). 
Si bien existe una distinción entre el estudio y la utilización de animales dentro de un 
marco terapéutico (i.e. terapia asistida por animales e intervenciones asistidas por 
animales) y su uso recreacional (Kruger & Serpell, 2006), el desarrollo sin precedentes 
de investigación reciente en antrozoología produjo un veloz crecimiento de nuestro 
conocimiento acerca de los beneficios procedentes de la tenencia de animales de 
compañía (McCune et al., 2014). Este fue uno de los temas que ha recibido mayor 
interés y mayor número de publicaciones dentro del área en los últimos años (Hosey & 
Melfi, 2014). 
La influencia positiva de las mascotas en la salud y bienestar de las personas ha sido 
relacionada con efectos fisiológicos, psicológicos, psicosociales y terapéuticos (Gómez, 
Atehortua, & Orozco, 2009); y pese a que la investigación acercade estos beneficios se 
encuentra todavía en un estadio temprano de desarrollo, ya ha producido una variedad 
de hallazgos interesantes (Serpell, 2003). 
Entre los estudios más renombrados se encuentran aquellos que relacionaron la 
tenencia de animales de compañía con una mayor supervivencia después de infartos 
(Friedmann, Katcher, Lynch, & Thomas, 1980; Friedmann & Thomas, 1995), una menor 
presión sanguínea en adultos mayores hipertensos al realizar una tarea estresante 
(Friedmann, Thomas, Cook, Tsai, Picot, 2007), y niveles más bajos de colesterol y 
triglicéridos (Anderson, Reid, & Jennings, 1992). Se encontró la presencia de un animal 
de compañía más efectiva que la de un cónyuge para disminuir los efectos 
cardiovasculares de estrés al realizar tareas generadoras de ansiedad (Allen, Blascovich, 
& Mendes, 2002). Acariciar a un animal de compañía se relacionó con menores niveles 
en la presión sanguínea que el hablarle, o hablarle al experimentador (Vormbrock & 
Grossberg, 1988). La sola presencia de un animal amigable evidenció efectos sobre la 
presión sanguínea y la frecuencia cardíaca de niños, tanto en reposo como realizando 
tareas estresantes (Friedmann, Katcher, Thomas, Lynch, & Messent, 1983). 
La tenencia de mascotas se asoció también con menor cantidad de consultas médicas 
en personas mayores (Siegel, 1990). Un estudio longitudinal de representatividad a 
nivel nacional realizado en Alemania y Australia, encontró que quienes 
ininterrumpidamente habían tenido animales de compañía eran más saludables, y que 
las personas de este grupo habían realizado un 15% menos de consultas médicas 
(Headey & Grabka, 2005). 
La compatibilidad entre dueño y mascota mostró una asociación con la salud mental de 
los propietarios (Budge, Spicer, & George, 1998). También se encontró una asociación 
significativa en el vínculo entre niños y sus animales, y sus puntajes en escalas de 
competencia social y empatía (Poresky & Hendrix, 1990). En adultos jóvenes se 
encontró que aquellos que habían tenido mascotas durante su infancia eran más 
empáticos, tenían mayor propensión a elegir carreras ligadas a la ayuda, y estaban más 
orientados hacia valores sociales (Vizek-Vidovic, Arambasic, Kerestes, Kuterovac-
Jagodic, & Vlahovic-Stetic, 2001). Tener un animal de compañía fue asociado su vez a 
menores sentimientos de soledad en mujeres que viven solas (Zasloff & Kidd, 1994), y la 
presencia de un perro también fue relacionada a un incremento de las interacciones 
sociales con extraños (McNicholas & Collis, 2000). 
Robins, Sanders y Cahill (1991) encontraron que los perros exponían a las personas a 
encuentros con extraños en lugares públicos, y facilitaba el establecimiento de 
confianza entre ellos. Otro estudio encontró que personas en silla de ruedas recibían 
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más saludos o acercamientos de otros cuando estaban acompañadas de sus perros de 
servicio; así también se ha registrado un incremento en las salidas nocturnas de estas 
personas luego de haber adquirido sus perros (Hart, Hart, & Bergin, 1987). Más 
recientemente se ha evidenciado cómo este efecto de facilitación social excedería los 
contactos no verbales o conversaciones superficiales. Un estudio encontró que un joven 
acompañado de un perro resultaba más exitoso para recibir ayuda y dinero de la gente, 
y también para obtener el número de teléfono de mujeres jóvenes (Guéguen & Ciccotti, 
2008). Esta facilitación social estaría condicionada por el tipo de animal de compañía 
del que se trate (Serpell & Paul, 2011). Por ejemplo, un estudio encontró que 
experimentadores con cachorros tenían más aceptación que con perros adultos; y que 
una persona recibía menos reconocimiento con un rottweiler que con una labrador 
(Wells, 2004). La tenencia de mascotas también ha sido asociada con interacciones 
sociales, intercambios de favores, compromiso cívico, percepciones amistosas del 
vecindario y sentido de comunidad (Wodd, Giles-Corti, Bulsara, & Bosch, 2007). En 
particular los perros son considerados facilitadores para la creación de redes sociales, 
permitiendo a extraños establecer conversaciones y compartir actividades ligadas a los 
paseos del animal (Charles & Davies, 2008). 
Muchos de estos estudios han recibido cuestionamientos metodológicos (ver Herzog, 
2011; Islam & Tower, 2013; McNicholas et al., 2005). Sin embargo diversos autores 
consideran que la evidencia resulta convincente para afirmar los efectos positivos en la 
salud de las personas (e.g., Oyama & Serpell, 2013; Sable, 2013; Walsh, 2009), aunque 
todavía no resulte claro por qué la interacción con animales de compañía podría tener 
esos efectos (Hosey & Melfi, 2014). 
Características diferenciales en los custodios 
Diferentes factores como la edad, el género, los rasgos de personalidad o las creencias 
ideológicas de las personas han sido estudiados a partir de su influencia en el dominio 
de las relaciones humano-animal, en lo que respecta a las actitudes hacia los animales, 
las especies de preferencia y los comportamientos dirigidos hacia los animales (Amiot & 
Bastian, 2015) 
En uno de los primeros estudios al respecto, Kellert (1983) encontró que los adultos 
jóvenes tendían significativamente a expresar más interés, afecto y preocupación por 
los animales en comparación a otros grupos etarios, especialmente los adultos 
mayores. Sin embargo, en estudios más recientes esta relación se ha mostrado algo 
inconsistente. Por ejemplo, en el estudio de Dotson y Hyatt (2008) los participantes más 
jóvenes tendían a obtener puntajes más altos en los distintos aspectos de la relación con 
sus perros, mientras que los mayores tenían los puntajes más bajos. Los autores 
consideraron que podía deberse a una mayor apertura a la conexión entre especies y a 
una mayor flexibilidad en sus estilos de vida en los más jóvenes. Mientras que en un 
estudio posterior de similares características, los autores no encontraron que la edad 
afectara significativamente la relación (Boya et al., 2012). Netting et al. (2013) 
encontraron que los participantes de su estudio consideraban a sus perros como parte 
de sus familias y que se orientaban hacia sus perros en busca de apoyo social en 
términos de afecto e interacción indistintamente de la edad que tuvieran. De todas 
formas, se encontró que los adultos jóvenes tenían mayores puntuaciones en una escala 
de apego que los adultos mayores. Respecto de los beneficios aportados por la 
interacción con animales, se ha argumentado que los niños y las personas mayores 
resultarían más beneficiadas que los adultos jóvenes y de mediana edad (Enders-
Slegers, 2000; Stallones, Marx, Garrity, & Johnson, 1990). 
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Una de las variables estudiadas en las investigaciones en antrozoología es el género de 
los custodios. Si bien las mujeres tienden a estar más a cargo de la atención de las 
mascotas en nuestra cultura, y también se muestran más sensibles a las características 
neoténicas tanto en humanos (Lobmaier, Sprengelmeyer, Wiffen, & Perrett, 2010; 
Sprengelmeyer et al., 2009) como en animales (Fridlund & MacDonald, 1998), niños y 
niñas muestran igual grado de interés hacia las mascotas (Melson & Fogel, 1996), y 
hombres y mujeres no muestran diferencias en los comportamientos de juego y 
cuidados físicos al interactuar con sus mascotas (Prato‐Previde, Fallani, & Valsecchi, 
2006), ni en su comportamiento en la sala de espera de la veterinaria (Mallon, 1993). 
Herzog (2007) realizó una revisión de estudiossobre las diferencias en las interacciones 
humano-animal entre hombres y mujeres, y encontró que las mismas no resultaban 
significativas respecto de interacciones habituales o comportamientos de apego, 
mientras que en los comportamientos más extremos se encontraban las mayores 
diferencias: Con comportamientos de proteccionismo y activismo en favor de derechos 
animales asociados significativamente a las mujeres, y comportamientos de maltrato y 
abuso animal significativamente asociados a los hombres. 
Una revisión sobre la literatura científica acerca de las diferencias entre las personas que 
tienen animales de compañía y las que no, concluyó que no existen diferencias entre las 
características básicas de personalidad de ambos grupos (Podberscek & Gosling, 2005). 
Al evaluar si existen diferencias entre quienes se definen como ‘amante de los perros’ o 
‘amante de los gatos’, Gosling, Sandy y Potter (2010) consideraron las dimensiones de 
personalidad del Modelo de los cinco grandes (Goldberg, 1992; John & Srivastava, 
1999), y encontraron que los primeros puntuaban más alto en Extraversión, Amabilidad 
y Responsabilidad, y los segundos más alto en Neuroticismo y Apertura a nuevas 
experiencias. Sin embargo, las diferencias en la puntuación de personalidad eran 
relativamente pequeñas, a excepción de las medidas de Extraversión que eran 
moderadas (Herzog, 2012). Un estudio posterior, encontró que quienes se definieron 
como amantes de los perros también habían obtenido puntajes más altos en 
Responsabilidad, pero contrariamente al estudio anterior también habían puntuado 
más alto en Neuroticismo (Reevy & Delgado, 2014). Particularmente en una población 
de adultos mayores se encontró que los resultados acerca de estas características 
básicas de personalidad no podían predecir la tenencia de qué tipo de mascota –aunque 
una proporción mayor de hombres introvertidos eran tenedores de gatos, en 
comparación con los extrovertidos (Enmarker, Hellzén, Ekker, & Berg, 2013). 
Recientemente, Bao y Schreer (2016) publicaron una investigación en la cual no 
encontraron diferencias entre los rasgos de personalidad entre quienes tenían y no 
tenían mascotas. Al comprar la personalidad de quienes se definían como amantes de 
perros y amantes de gatos, encontraron muy pocos diferencias: los primeros tenían 
puntajes levemente menores en Neuroticismo. Sin embargo, estos autores encontraron 
que, con independencia de si definían como amantes o no de un tipo de animal de 
compañía, los dueños de los perros evidenciaban puntajes más altos en Amabilidad y 
Extraversión, y puntajes más bajos en Neuroticismo, que los dueños de los gatos. 
Método 
Diseño 
Se realizó un estudio descriptivo, correlacional y comparativo mediante encuestas, con 
el objetivo de describir las variables de estudio, identificar posibles relaciones entre las 
mismas y comparar diferentes grupos definidos por atributos como género o tipo de 
mascota en los valores de percepción de beneficios. En tanto la medición se realizó en 
un único momento temporal, el diseño fue transversal (Montero & León, 2007). 
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Muestra 
Este estudio contó con una muestra incidental de 549 participantes, de entre 18 y 87 
años de edad (M = 36.09, DE = 11.78), de los cuales 454 fueron mujeres y 95 hombres, 
representando el 82.7% y el 17.3% del total de la muestra respectivamente. El 54.3% de 
los participantes residían en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mientras que el 28.2% 
en el Gran Buenos Aires, el 11.3% en el interior del país y el 5.5% en el exterior. 
En relación al nivel educativo más alto alcanzado por los participantes, se observó que el 
2.9% contaban con estudios primarios completos, el 32.1% secundarios completos, el 
21.9% terciarios completos, 32.2% universitarios completos y el 10.9% de posgrados 
completos. 
Respecto del animal de compañía favorito, se obtuvo 377 respuestas respecto a perros 
(68.7%), 157 a gatos (28.6%) y sólo 15 (2.7%) respecto a otros animales. Estas últimas 
estaban constituidas por respuestas respecto a roedores, pájaros, peces, hurones, 
reptiles y loros. 
Procedimiento 
Se confeccionó un cuestionario online que fue distribuido a través de distintos sitios web 
de redes sociales, relacionados con animales de compañía de Argentina. Para la difusión 
del cuestionario se buscó un efecto de bola de nieve a partir de su publicación en dos 
páginas de pet shops y dos foros recreativos de custodios de mascotas. Los 
participantes podían optar además por compartir la publicación, colaborando con la 
difusión de la misma. Antes de comenzar a contestar, los participantes fueron 
notificados respecto al carácter anónimo y voluntario de su participación en el estudio, 
una idea general respecto de los objetivos y sus fines académicos, y el tiempo de 
duración de la encuesta (estimado en 5 minutos). El criterio de inclusión en la muestra 
fue que los sujetos fueran adultos (mayores de 18 años) y dueños de al menos un animal 
de compañía. 
La recolección de datos se produjo durante los meses de Enero y Febrero de 2015, y el 
análisis y la redacción del informe se realizó en los meses siguientes. Para el análisis 
estadístico se utilizó el software IBM SPSS 20.0 para Windows. 
Instrumento 
Con el propósito de evaluar las características de las interacciones humano-animal, más 
de 140 herramientas se han desarrollado, los cuales permiten medir actitudes, 
expectativas, nivel de apego, y niveles de vínculo de las personas hacia los animales (ver 
Wilson & Netting, 2012; ver también Anderson, 2007). 
Para esta investigación se confeccionó un cuestionario sociodemográfico que permitía 
caracterizar tanto a las personas como a sus animales, y un cuestionario acerca de los 
beneficios percibidos por las personas a partir de la interacción con sus mascotas. El 
mismo se conformó a partir de 16 reactivos seleccionados para tal fin a partir de una 
revisión de la literatura e instrumentos sobre la temática. Los reactivos fueron 
seleccionados en virtud de su contenido vinculado específicamente con la percepción 
del custodio de beneficios derivados de la relación con el animal de compañía. 
Los ítems (1) “Cuando me siento estresado, estar con mi animal de compañía me 
calma”, (2) “Soy una persona más feliz gracias a mi animal de compañía”, (3) “Mi animal 
de compañía” evita que me sienta solo”, (4) “Tener a mi animal de compañía me hace 
sentir más seguro”, (5) “Mi animal de compañía me mantiene joven”, (6) “Tener a mi 
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animal de compañía hace que me ejercite más”, y (8) “Mi animal de compañía me ha 
ayudado a desarrollar mejores relaciones con otras personas” fueron extraídos de la 
investigación realizada por Dotson y Hyatt (2008). El ítem (7) “Mi animal de compañía 
me hace reír” estuvo incluido tanto en el inventario de expectativas de rol Pet 
Expectations Inventory (Kidd, Kidd, & George, 1992) como en la escala de vínculo Pet 
Bonding Scale (Angle, Blumentritt, & Swank, 1994). De esta última escala también se 
extrajo el ítem (15) “Mi animal de compañía me hace sentir importante”. Los ítems (9) 
“Tener a mi animal de compañía ha ayudado a mi salud”, (10) “Mi animal de compañía 
me levanta el ánimo”, (12) “Hablarle a mi animal de compañía me hace sentir mejor”, y 
(16) “Mi animal de compañía me da estabilidad” fueron extraídos de la escala de apego 
a las mascotas Pet Attachment and Life Impact Scale (Cromer & Barlow, 2013). Los ítems 
(13) “Mi animal de compañía me da energía”, y (14)“Mi animal de compañía hace que 
me distraiga de mis problemas” estuvieron incluidos en la escala de vínculo Center for 
the Study of Animal Wellness Pet Bonding Scale (ver Fulton, 2005). El ítem (11) “Mi 
animal de compañía me permite apreciar la naturaleza y experimentar la vida silvestre” 
se extrajo de la investigación sobre los aspectos principales de la tenencia de animales 
de compañía de Holbrook et al. (2001). 
La Escala Beneficios Percibidos (EBP) así constituida mostró una confiabilidad adecuada 
(α de Cronbach .94). 
También se incorporó un ítem donde se interrogaba acerca de si el animal de compañía 
era considerado, y en qué medida, como un miembro de la familia del encuestado. 
Para este último y para los 16 ítems sobre beneficios percibidos se utilizó una escala de 
formato Likert de 5 puntos, que oscilaba entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 
(totalmente de acuerdo). 
Para evaluar personalidad se utilizó el Ten-Item Personality Inventory, una medición de 
las cinco grandes dimensiones de personalidad en sólo 10 ítems que resulta 
particularmente útil por su brevedad, y cuyas propiedades psicométricas han sido 
probadas (Gosling, Rentfrow, & Swann, 2003). Se optó en este caso también por un 
formato de respuesta de 5 puntos. 
En este trabajo las dimensiones serán expresadas como: Apertura a la experiencia, 
Amabilidad, Responsabilidad, Extraversión y Estabilidad emocional (el polo opuesto a 
Neuroticismo). 
Análisis de datos 
Dado que la prueba Kolmogorov-Smirnov mostró que la edad, todas las variables de 
personalidad y la EBP se apartaron significativamente de un modelo normal (ps < .001) 
se evaluaron las asociaciones entre las mismas con la prueba no paramétrica Rho de 
Spearman, mientras que para la realización de las comparaciones de grupos la prueba U 
de Mann Whitney (debido al elevado tamaño muestral, se reportan los valores Z del 
estadístico de contraste). Para la detección de asociaciones entre variables categóricas 
(e.g., género y tipo de mascota) se utilizó la prueba Chi Cuadrado. Se estableció un nivel 
de significación alpha de .05 en todas las pruebas. 
Resultados 
Edad 
La edad del custodio no mostró relación con EBP (p < .98), aunque mostró asociaciones 
leves con algunos ítems individualmente. La edad se mostró relacionada con los ítem 
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“Tener a mi animal de compañía hace que me ejercite más” (rs[538] = .14, p < .01), y 
“Tener a mi animal de compañía ha ayudado a mi salud” (rs[537] = .10, p < .05); a su vez 
se mostró relacionada negativamente con considerar al animal de compañía como 
miembro de la familia (rs[537] = -.09, p < .05) y con los ítem “Mi animal de compañía 
evita que me sienta solo” (rs[538] = -.09, p < .05), “Tener a mi animal de compañía hace 
que me sienta más seguro” (rs[538] = -.11, p < .01), y “Mi animal de compañía me levanta 
el ánimo” (rs[538] = -.09, p < .05); aunque estas asociaciones fueron de muy baja 
intensidad. No se encontraron diferencias en la edad de los participantes respecto a si 
su animal de compañía favorito era un perro o un gato. 
Como era esperable, la edad de los custodios estuvo relacionada con su nivel educativo 
(rs[538] = .17, p < .001), aunque este no mostró relación con EBP, ni con ninguno de los 
reactivos de la escala individualmente. 
La edad de los participantes y de sus animales de compañía se mostró 
significativamente relacionada (rs[532] = .26, p < .001). No se observaron relaciones 
entre EBP y el tiempo de convivencia con el animal de compañía, ni los años de 
convivencia con animales de compañía a lo largo de la vida. 
Género 
Las mujeres presentaron valores significativamente superiores que los hombres en EBP 
(Z = 5.09, p < .001), así como en todos los ítems de la escala individualmente (Z > 2.66 < 
4.62, ps < .01), a excepción del ítem “Mi animal de compañía me ha ayudado a 
desarrollar mejores relaciones con otras personas”, el cual no mostró diferencia entre 
géneros. 
Las frecuencias relativas indicaron que mientras en los hombres el 78.9% consignaron 
preferir al perro como animal de compañía, entre las mujeres esta categoría la consignó 
el 68.9%. De todas formas, una prueba Chi cuadrado no mostró diferencias 
estadísticamente significativas en cuanto al Tipo de mascota en función del Género del 
participante. 
También se observó una asociación entre el género femenino y la consideración del 
animal de compañía como un miembro de la familia (Z = 6.04, p < .001). A su vez las 
mujeres que participaron de este estudio tendían a haber convivido con animales de 
compañía a lo largo de su vida, por más tiempo que los hombres (Z = 2.90, p < .01). 
Estas comparaciones de grupo respecto al género del participante deben ser 
consideradas con cautela respecto de un posible sesgo muestral, reflejado en la 
marcada mayor participación femenina en el estudio. 
Tipo de animal de compañía 
Respecto de las diferencias entre los distintos tipos de mascotas, nos remitimos a 
realizarlas sólo entre las respuestas respecto a perros y gatos en función de la escaza 
cantidad de respuestas sobre otros animales (n = 15). La comparación entre estos dos 
grupos no permitió observar diferencias respecto de la edad del animal, el tiempo de 
convivencia con ese animal, la cantidad de años de convivencia vital con animales del 
custodio, ni su nivel educativo. 
A su vez no se hallaron diferencias entre los dueños de perros y gatos en los puntajes en 
la EBP, ni tampoco en sus puntajes en las distintas variables de personalidad evaluadas. 
Sin embargo, se encontró una asociación entre quienes contestaron respecto de sus 
perros y los ítems “Tener a mi animal de compañía hace que me ejercite más” (Z = 4.85, 
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p < .001) y “Mi animal de compañía me permite apreciar la naturaleza y experimentar la 
vida silvestre” (Z = 3.86, p < .001). 
Miembro de la familia 
Al preguntárseles acerca de si consideraban a sus animales de compañía como 
miembros de sus familias, el 2,9% de los participantes estuvo totalmente en 
desacuerdo, el 1,5% en desacuerdo, el 2,6% ni de acuerdo ni en desacuerdo, el 11,7% de 
acuerdo, y el 81,2% estuvo totalmente de acuerdo con la afirmación. Esta consideración 
no mostró relación con el nivel educativo del custodio, la edad de animal, cantidad de 
años de convivencia vital del custodio con animales de compañía, ni con el tipo de 
animal de compañía. 
La consideración del animal de compañía como miembro de la familia estuvo 
significativamente relacionada con la EBP, evidenciando una correlación moderada 
(rs[544] = .46, p < .001). Cuando se compararon los sujetos entre los que consideraban al 
animal como miembro de la familia (de acuerdo – totalmente de acuerdo) con los que 
no lo consideraban de tal modo (totalmente en desacuerdo – en desacuerdo – ni de 
acuerdo, ni en desacuerdo) se halló que los primeros obtuvieron puntajes en EBP 
significativamente mayores (Z = 8.09, p < .001). 
Personalidad 
La escala EBP sólo mostró una asociación leve con la dimensión Apertura a la 
experiencia (rs[532] = .17, p < .001). Esta dimensión estuvo relacionada con todos los 
ítems de EBP (rs > .10 < .24, ps < .05), excepto “Tener a mi animal de compañía hace que 
me ejercite más” y “Mi animal de compañía hace que me distraiga de mis problemas”. A 
su vez, esta fue la única dimensión que mostró una relación con la consideración del 
animal de compañía como miembro de la familia (rs[532] = .13, p < .05). Las relaciones 
entre los puntajes de EBP y lasdimensiones de personalidad se informan en Tabla 1. 
La dimensión extraversión mostró relaciones con los ítems “Soy una persona más feliz 
gracias a mi animal de compañía”, “Mi animal de compañía me permite apreciar la 
naturaleza y experimentar la vida silvestre” y “Mi animal de compañía me da energía” (rs 
> .11 < .13, ps < .05). La dimensión Responsabilidad sólo mostró una asociación con el 
ítem “Mi animal de compañía evita que me sienta solo” (rs[534] = .14, p < .01). 
 
Tabla 1. Matriz de correlaciones Rho de Spearman entre puntajes en EBP y variables de 
personalidad. p < .001. 
 
Extraversión Amabilidad Responsabilidad 
Estabilidad 
Emocional Apertura 
EBP rs .066 .040 .015 -.012 .173** 
p .181 .415 .753 .806 < .001 
N 536 536 536 536 534 
 
Discusión 
Perros y gatos han sido referidos como igualmente beneficiosos para los participantes. 
De todas formas, se les ha atribuido a los perros mayores beneficios respecto a la 
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realización de actividad física y valoración/experimentación de la naturaleza, 
presumiblemente derivados de las demandas de ejercitación de estos animales y la 
consiguiente necesidad de realizar salidas y paseos con ellos. Es posible que las 
condiciones de vida en grandes centros urbanos, como Ciudad Autónoma de Buenos 
Aires, estén generando una tendencia a la preferencia de gatos como animales de 
compañía, los cuales pueden resultar igualmente beneficiosos para los custodios, 
aunque con una menor demanda de presencia, actividad física y cuidados que los 
perros. Esta tendencia se ve reflejada en los datos de los últimos relevamientos 
publicados sobre la ciudad por el instituto Pasteur (Anderson et al., 1996; Bovisio, 
Fuentes et al., 2004). 
Si bien algunos autores han considerado que las personas mayores y los niños serían 
quienes resultarían más beneficiados por la relación con sus animales de compañía (e.g., 
Enders-Slegers, 2000), el grado de percepción de beneficios no se encontró relacionado 
con la edad de los custodios. Tanto los adultos jóvenes como los mayores se sienten 
igualmente beneficiados por la relación, aunque destacan distintos beneficios. Las 
personas mayores tienden a destacar el rol de los animales ligado a su ayuda respecto 
de su salud global y realización de actividad física, mientras que los más jóvenes en 
relación a una mejora anímica, sentimientos de seguridad y evitación de la soledad. Es 
posible que estos beneficios diferenciales respondan a las necesidades propias de la 
etapa vital de los custodios, y de este modo contribuyan a que la relación humano-
animal de compañía sea satisfactoria y significativa a lo largo de toda la vida, 
independientemente de la edad de las personas. 
Las mujeres que participaron de este estudio refirieron sentirse más beneficiadas a 
partir de la relación con sus animales de compañía que lo hombres, en todos los 
aspectos evaluados —excepto en lo referido al desarrollo de relaciones 
interpersonales— y las diferencias fueron muy marcadas. A su vez, se observó que las 
participantes mujeres tenían una mayor tendencia que los hombres a considerar a sus 
animales de compañía como miembros de su familia, y a haber convivido durante más 
años con animales de compañía. 
Se recomienda ser cautos al momento de considerar estas diferencias, en tanto es 
posible que el modo de recolección de datos haya convocado a una mayor participación 
de proteccionistas de animales, los cuales tienden a desempeñar un rol activo en las 
redes sociales y en sitios virtuales ligados a mascotas. Los proteccionistas tienden a ser 
mayormente mujeres (Herzog, 2007; 2012), y en ellas se han encontrado algunas 
características particulares; por ejemplo, las activistas y proteccionistas han 
evidenciado mayor optimismo disposicional (Galvin & Herzog, 1998), así como menores 
niveles de relativismo y mayor tendencia al idealismo (Galvin & Herzog, 1992). 
Los rasgos de Apertura a la experiencia —ligados a mayor flexibilidad ante los cambios, 
con interés en ideas nuevas y valores no convencionales, curiosidad intelectual y 
sensibilidad estética (McCrae & Costa, 1999)— son los que se relacionarían con la 
percepción de mayores beneficios a partir de la tenencia de animales de compañía. La 
mayor apertura a la conexión entre especies y la mayor flexibilidad en los estilos de vida 
habían sido considerada por Dotson y Hyatt (2008) como una característica diferencial 
en los vínculos entre custodios y animales. 
Si bien el resto de los estilos de personalidad tendía a percibir menor grado de 
beneficios de la relación, las personas con mayores rasgos de Extraversión —con aprecio 
a la sociabilidad y facilidad para comunicarse con los otros (McCrae & Costa, 1999)— 
tendieron a percibir diferencialmente los beneficios ligados a una mayor felicidad a 
partir del vínculo, el cual resultaba energizante y estimulante para la contemplación y 
experimentación de la naturaleza. 
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El 92.9% de los participantes consideró a sus animales de compañía como miembros de 
su familia —estando de acuerdo o totalmente de acuerdo. Esta tendencia en la Ciudad 
Autónoma de Buenos Aires se ha visto previamente reflejada en la proximidad con la 
que los custodios y sus animales interactúan en las actividades diarias (Bovisio, Fracuelli 
et al., 2004). Las personas que consideraron a sus animales de compañía como 
miembros de su familia tendían a percibir mayores beneficios de su relación con estos. 
Es posible que tanto la percepción de beneficios como la incorporación a la familia 
humana se basen, al menos parcialmente, en las mismas interacciones diarias entre 
humanos y animales de compañía en la cohabitación. 
El estilo de personalidad Apertura a la experiencia fue a su vez el único que se mostró 
relacionado significativamente con la consideración del animal de compañía como 
miembro de la familia. En tanto la incorporación a la familia de un miembro no humano 
requiere no sólo de dedicación para que este pueda adaptarse, sino también 
permeabilidad al accionar autónomo de este y de una reconceptualización de la familia 
como manada (Power, 2008), las características de mayor tolerancia y flexibilidad a los 
cambios e innovación facilitarían el despliegue de interacciones que no sólo favorecen la 
incorporación de los animales a la dinámica familiar, sino también las transacciones que 
generan que los custodios perciban la relación con sus animales como altamente 
beneficiosa. 
Es conveniente destacar que mientras los custodios pueden referir sentimientos de 
bienestar, o inclusive beneficios ligados a lo instrumental, a partir de la relación con sus 
animales, de esto no se desprende directamente que la relación con sus animales sea 
útil, beneficiosa o que mejore su salud. Este trabajo se centró en la percepción de 
beneficios diferenciales por parte de los custodios y no en mediciones que busquen dar 
cuenta de cambios objetivos. Quedará para un próximo estudio investigar las 
diferencias en función de indicadores objetivos que puedan dar cuenta de los beneficios 
que se desprenden de las interacciones. 
La escasa cantidad de custodios de otros animales de compañía más que de perros y 
gatos, no permitió la comparación más allá de estos dos grupos, que en Ciudad 
Autónoma de Buenos Aires representarían cerca de un 27% de los animales de 
compañía. Si bien es posible que la estrategia de recolección de datos no haya 
favorecido la participación de estos custodios, creemos más probable que suescaza 
participación se deba a que hemos solicitado a los participantes contestar sólo en 
función de su animal de compañía favorito, tendiendo así los custodios que poseían 
diversas especies de animales a identificarse como dueños de perros o gatos. 
Si bien las correlaciones planteadas fueron significativas, la intensidad de las mismas en 
líneas generales fue más bien leve, por lo que es conveniente ser cuidadosos al 
momento de su generalización. 
A su vez, la recolección de encuestas online pudo influir parcialmente en las respuestas, 
convocando diferencialmente a cierto perfil de participantes que pudieron alterar los 
resultados (i.e., aquellos particularmente interesados en páginas web o publicaciones 
sobre cuidado y protección animal), principalmente los referidos a las diferencias de 
género. 
Por otro lado, la escala del EBP fue construida para la presente investigación, por esta 
razón se encuentra en proceso de evaluación. Futuras investigaciones realizarán un 
análisis más acabado sobre su validez de constructo, aunque el mismo quede por fuera 
de los alcances exploratorios del presente estudio. 
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Una replicación de este estudio, especialmente en modalidad de recolección de 
encuestas presencial, permitirá no sólo una revisión de las correlaciones, sino también 
evitar y evaluar el posible sesgo muestral referido. 
Conclusión 
En las últimas tres décadas ha habido un interés creciente sobre el estudio de las 
interacciones humano-animal, incrementando el conocimiento científico acerca de los 
potenciales beneficios de las interacciones humano-animal de compañía. Sin embargo, 
aún resta esclarecer los mecanismos que subyacen a estos beneficios, así como las 
características que favorecen que estas relaciones sean beneficiosas. El presente 
estudio exploró la posibilidad de que algunas características de personalidad del 
custodio se asocien diferencialmente con la percepción de beneficios derivados de la 
relación con sus animales. La dimensión de personalidad Apertura a la experiencia fue la 
única que se asoció con la percepción de beneficios. Es posible con ciertos rasgos de 
personalidad característicos de esta dimensión, como la flexibilidad a cambios o interés 
por valores no convencionales, puedan dar lugar a una mayor adaptación hacia el 
accionar autónomo y características del animal, lo cual favorecería la conexión entre 
especies y la percepción del custodio de mayores beneficios relacionales derivados de 
esta. En este sentido, Apertura a la experiencia fue la única dimensión asociada con 
considerar al animal de compañía como miembro de la familia. 
Los custodios con características de personalidad ligadas a Extraversión, destacarían 
diferencialmente que sus animales los hacen más felices, les aportaban energía y les 
ayudan a apreciar la naturaleza. Por otro lado, las personas con características de 
personalidad ligadas a la dimensión Responsabilidad, percibirían diferencialmente que 
sus animales los ayudarían a no sentirse solos. 
Mientras que algunas características demográficas del custodio como su edad y nivel 
educativo no evidenciaron asociación con la percepción de beneficios, los custodios 
mujeres evidenciaron percibir mayores beneficios de la relación con sus animales que 
los hombres. Estas diferencias deben ser consideradas con precaución, debido a un 
posible sesgo muestral y requieren mayor indagación. 
Si bien los custodios de perros indicaron en mayor medida beneficiarse a partir de 
mayor realización de ejercicio y de mayor apreciación de la naturaleza, la comparación 
entre custodios de perros y gatos no evidenció diferencias en la intensidad de la 
percepción de beneficios relacionales. 
Continuar el trabajo sobre la identificación de aspectos que se asocien con relaciones 
humano-animal percibidas como más beneficiosas, permitirá dar cuenta de 
características presentes en relaciones más exitosas entre los custodios y sus animales 
de compañía, lo cual comporta implicancias para el bienestar de ambos. 
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