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Más allá del autismo Neurociencia y lóbulo frontal María Elisa Arrebillaga Compiladora María Elisa Arrebillaga Rafael Agüero Sancho Pablo Cólica Andrey Kesman Daniela Comba © De todas las ediciones, los autores © 2017 Editorial Brujas Archivo Digital: online ISBN 978-987-760-064-3 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de tapa, puede ser reprodu- cida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o por fotocopia sin autorización previa. Título: Más allá del autismo. Neurociencia y lóbulo frontal Autores: María Elisa Arrebillaga, Rafael Agüero Sancho Pablo Cólica, Andrey Kesman, Daniela Comba www.editorialbrujas.com.ar publicaciones@editorialbrujas.com.ar Tel/fax: (0351) 4606044 / 4691616– Pasaje España 1486 Córdoba–Argentina. Los articulos de María Elisa Arrebillaga estan regitrados en Dirección Nacional de Marcas. Trámite Nº 17132567 Exp: 3623544 Compiladora: María Elisa Arrebillaga Colaboradoras: Carolina Garimanno,Belén Ruiz Lobo,Valeria More Más allá del autismo : neurociencia y lóbulo frontal / María Elisa Arrebillaga ... [et al.] ; compilado por María Elisa Arrebillaga. - 1a ed . - Córdoba : Brujas, 2017. Libro digital, PDF Archivo Digital: online ISBN 978-987-760-064-3 1. Autismo. I. Arrebillaga, María Elisa II. Arrebillaga, María Elisa, comp. CDD 616.85882 …Nico, llegaste hace años a consulta con diagnóstico de autismo y me enseñaste a mirar más allá de los síntomas de superficie. Desde ese momento, inicié el camino de estudiar la acción del lóbulo frontal y fascinarme con su función. Gracias, sos una de las personas que llegaron a mi vida para ocupar el lugar de mis maestros. Córdoba, junio 2017 Título: Más allá del autismo. Neurociencia y lóbulo frontal Autores: María Elisa Arrebillaga, Rafael Agüero Sancho Pablo Cólica, Andrey Kesman, Daniela Comba Compiladora: María Elisa Arrebillaga 7 Contenido Prefacio ...................................................................................9 Capítulo I Sobre la relevancia de la anatomía cerebral en el ser humano ......................................................13 Capítulo II Funcionamiento normal y patológico del lóbulo prefrontal ..............................................................................23 Capítulo III Conceptualización del TELF .................................................31 Capítulo IV Diagnóstico neurológico del TELF ........................................43 Capitulo V Estrés materno y perinatal. Consecuencias ............................53 Capítulo VI Síntomas en el primer año de vida del niño con TELF .............69 Capítulo VII Características conductuales del TELF en la primera infancia .................................................................................75 Capítulo VIII Alteraciones del aprendizaje en el TELF ...................................81 8 Capítulo IX Presentación de casos ...........................................................109 Capítulo X Intervenciones terapéuticas ..................................................121 Anexos ................................................................................127 Ficha de contacto con los docentes ......................................129 9 Prefacio Este libro es producto del aprendizaje y reflexiones recogidos en consultas de padres sobre distintas problemáticas de sus hijos, donde hemos podido observar frecuentemente que estos han sido diagnosticados con patologías no correspondientes a lo observado en la entrevista y el proceso diagnóstico. El DSMV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) como único instrumento utilizado en la lectura de síntomas clínicos desde una postura no profunda y orientada hacia el diagnóstico diferencial entre patologías lleva a conclusiones poco confiables y produce en padres, familia y escuela estados de angustia e incertidumbre. Los profesionales sabemos que el manual DSM, aunque necesario para hablar un código común, es perfectible y no suficiente para el diagnóstico en patologías del desarrollo. Podemos también plantear que rotular a un niño con un nombre que llevará por años, cuando no le corresponde, es más que iatrogénico. En general está tan aceptado el rótulo que padres, docentes y profesionales suelen decir, “es un disléxico o es un autista”, cuando en realidad puede tratarse de un niño que presenta dislexia o autismo pero nunca deja de ser un niño. Los que trabajamos en clínica neuropsicológica infantil sabemos que existe una frontera sutil entre algunas patologías, de lo que se desprende que quien se dedica a diagnóstico está obligado a contar con formación teórica, sólida experiencia y juicio crítico. 10 Cabe también un comentario sobre el uso de escalas y pruebas de valoración. Existen muy pocos instrumentos de valoración para ser usados en clínica infantil, las escalas en general pueden ser completadas por profesionales, padres o cuidadores que no tienen experiencia en categorizar síntomas y clasificarlos en la búsqueda de poder diferenciar entre patologías, de modo que no resultan un material confiable para realizar el diagnóstico. También es común entre profesionales usar material de valoración realizado para otra población y generalmente de habla no hispana, lo que constituye otro obstáculo para confiar en resultados certeros. Haciendo un recorrido de las nomenclaturas en salud mental infantil sobre trastornos del desarrollo, podemos observar que, por épocas, se ponen de moda algunos diagnósticos, y muchos profesionales se animan a diagnosticar sin realizar un proceso de valoración serio y responsable, por el contrario, suelen devolver el diagnóstico con solo una mirada resultante de una consulta. ¿Y quién se plantea lo que produce a los padres, quienes se sienten sorprendidos y angustiados y comienzan a buscar en la web artículos relacionados con el nombre que le dieron en consul- ta? En general lo que se encuentra publicado suele ser de impacto para un padre que no conoce lo tratado si no es un profesional del área. En este trabajo desarrollaremos varios capítulos con el objetivo de presentar una patología a la que denominamos TELF (trastorno evolutivo del lóbulo frontal), con la convicción de dar respuesta a la causa de problemáticas que, muchas veces, no convencen a los padres con los diagnósticos de TGD, autismo entre otros. Este trabajo es producto de un estudio longitudinal a través de 18 años de seguimiento de casos clínicos, desde el diagnóstico a la terapia, con una casuística de cientos de casos. Estos pacientes llegaron a consulta, en su mayoría, con diagnósticos previos de autismo, trastornos comportamentales, hiperactividad, síndrome de Asperger. 11 Al realizar una nueva valoración neuropsicológica se encuentran síntomas compatibles con disfunciones del lóbulo frontal que justifica plantearnos la necesidad de postular una nueva entidad diagnóstica a la que denominamos TELF. En el capítulo I, describimos algunos aspectos de la anatomía cerebral, reveladores de su importancia en la conducta humana. En el capítulo II, tratamos el desarrollo normal de las funciones cognitivas y la actividad de ambos hemisferios cerebrales. En el capítulo lll, abordamos la conceptualización del TELF y definimos y describimos el constructo y los instrumentos diagnósticos neuropsicológicos. En el capítulo IV, diagnóstico neurológico en el TELF. En el capítulo V, se presenta estrés en el embarazo y la incidencia de afecciones en el desarrollo neurocognitivo. En el capítulo VI, síntomas en el primer año de vida de una posible disfunción del lóbulo frontal. En el capítulo VII características conductuales del trastorno evolutivo del lóbulo frontal en la primera infancia. En el capítulo VIII, TELF y aprendizaje.El trastorno y las características que se presentan en el aprendizaje pedagógico, lectoescritura, cálculo y representación gráfica. En el capítulo IX, se presenta un caso clínico donde se puede observar el modo de abordaje presentado en el libro. En el capítulo X, desarrollamos algunas intervenciones terapéuticas de utilidad para abordar esta patología. Maria Elisa Arrebillaga 13 Capítulo I Sobre la relevancia de la anatomía cerebral en el ser humano Rafael Agüero Sancho Durante los últimos años, se desarrollaron numerosas discusiones en el ámbito de las neurociencias (Damasio:1999) acerca de qué hace del hombre un ser humano. Aquellos de raigambre un tanto más fisiológica manifestaron que se definía por la presencia de pulgares opuestos, lo que lo hacía capaz de manipular herramientas, construir e incluso no morir de hambre. Algunos desplegaron sus banderas sobre la conciencia, una parte de las neurociencias cognitivas en gran conflicto ya que es uno de los constructos con mayor dificultad para definirse. Las discusiones sobre la experiencia consciente van desde la integración de estímulos para la construcción de un solo escenario actual y “consciente” hasta la metacognición (Damasio:1999) y las inferencias internas sobre el estado de todos los sistemas. Ahora sugiero tomar un descanso de las corrientes de investigación –actuales y pasadas- en Neurociencias y analizar nosotros mismos qué es lo que verdaderamente hace a la esencia del ser humano. ¿Es acaso la capacidad de manipular herramientas? – que dicho sea de paso los primates han logrado desarrollar a un extremo de magnitud insospechada - ¿o es la habilidad para construir mundos imaginarios, crear escenarios y experiencias sin haber estado allí, ni haberlas vivido? ¿O será el impulso biológico 14 tendiente a procesar cualquier monto de información a la que se lo expone, analizarla y mantenerla disponible para su uso nuevamente en el momento que se requiera? ¿O la capacidad para clasificar experiencias nuevas dentro de categorías ya conocidas para poder resolverlas bajo un esquema, no solo familiar sino también efectivo? ¿O acaso es la capacidad de relacionarse con otros humanos, de comprenderlos, empatizar con ellos, saber lo que sienten y modificar su conducta conforme transcurre una experiencia según su registro de cómo el otro humano se está sintiendo? Por supuesto que cada uno puede reservar su opinión acerca de qué nos hace humanos, pero el lector debe saber que el área que menor tiempo de evolución ha tenido en nosotros es también la que ha evolucionado de forma más exponencial. En este caso estoy hablando del lóbulo frontal. Si miráramos el cerebro desde arriba y trazáramos una línea imaginaria en el medio de esta imagen, el lóbulo frontal es lo que vemos por delante de esta línea –o podríamos decir que es anterior a la cisura central para quienes lo prefieran de modo técnico-. Además del frontal, también como seres humanos contamos con tres lóbulos más: el lóbulo temporal, el lóbulo parietal y el lóbulo occipital. Para ubicarnos aún más en este mapa cerebral que parece agrandarse sin control, podemos imaginarnos el cerebro de costado, con el lóbulo frontal por delante y ponerle agujas como un reloj. Cuando el reloj marque las 9 estaremos en el lóbulo frontal, cuando marque las 12 en el lóbulo parietal, cuando marque las 3 estaremos en el lóbulo occipital y cuando marque las 6 estaremos en el lóbulo temporal. Conocer de forma introductoria al menos qué función tiene cada uno de estos lóbulos nos permite conocer prácticamente la totalidad de funcionalidades que tenemos en el cerebro humano. El lóbulo parietal, por ejemplo, está plagado de aferencias motoras, y esta es su principal función, el movimiento tomando como parte principal la corteza motora primaria. El lóbulo occipital es aquel que toma por eje las funciones visuales, de integración de estímulos sensoriales en una sola experiencia y el que en comunicación con el lóbulo temporal constituye con 15 él una sociedad fundamental en la interpretación adecuada y el procesamiento de la información. El lóbulo temporal, apelando a la sensatez, comparte –en mi opinión- la relevancia apoteósica del lóbulo frontal. Las funciones del lenguaje –tanto motoras como de comprensión- se ubican en el lóbulo temporal, así como también memoria (Hipocampo) y respuestas emocionales (Sistema Límbico - Amígdala). Referidos ya los demás lóbulos cerebrales, dispongámonos a concentrarnos en el más nuevo de estos. El lóbulo frontal: frontera inesperada 12 de Diciembre 2012 – En mi consultorio de residencia, ingresa el paciente “Marcos”, de alrededor de unos 42 años, casado, con 3 hijos y un negocio familiar que había fundado él mismo con MUCHO esfuerzo (énfasis hecho por el paciente), y que hacía ya un tiempo no funcionaba como antes. Al indagar sobre su historia vital, el paciente se presenta sano, aunque con algunas dificultades en su aprendizaje, problemas de conducta en el ámbito escolar, cambios de colegio prácticamente constantes y sin amistades definidas. Últimamente el paciente había tenido roces con clientes debido a cuestiones de trabajo que no podía terminar, y con su familia por razones de irresponsabilidad para o con el ambiente –su auto estaba averiado hacía ya seis meses y no lo arreglaba-. Lo que resultaba aún de mayor relevancia era el cambio en los hábitos conductuales y en el núcleo mismo del paciente, quien había comenzado a apostar en el casino y se había movido hacia mesas de dinero hacía poco tiempo. Hasta aquí la descripción de un caso que resultaba particular en su momento –no solo a un profesional sino a cualquier persona que estuviera relacionada con él- ya que el paciente había sufrido una alteración en su personalidad, en lo que lo definía como un padre de familia, como dueño de su negocio, como un ser humano responsable. 16 El paciente “Marcos” presentaba una Hipoperfusión frontal que se encontraba actuando desde el inicio de su adolescencia según refiere él mismo. Para quienes no poseen contacto con el tema, aclararé aquí esto. Imaginemos un edificio corporativo en el cual cada piso representa un área distinta de la empresa. Cada piso depende del suministro eléctrico para poder entrar al sistema, en- viar correos y comunicarse de un piso al otro. Ahora supongamos que no hay una falla eléctrica general, sino que la llave del tablero eléctrico de uno solo de los pisos se avería, impidiendo que la energía eléctrica pueda llegar. Esto no anularía al edificio entero pero si dejaría un margen de tareas pendientes muy grande, las cuales al principio –sin ser estas demasiado complicadas- serían asumidas por los demás pisos, pero luego, al volverse más com- plejas, no habría infraestructura para llevarlas a cabo. Esto mismo es lo que sucede en la Hipoperfusión. Una zona determinada del cerebro no recibe irrigación sanguínea suficiente para que las neu- ronas puedan llevar a cabo el trabajo necesario y cae en una pausa permanente, dependiendo del lóbulo que afecte podemos esperar distintas dificultades. Cuando se intentó dirimir la cuestión de cuál es la esencia del ser humano más arriba, dejamos en incógnito la respuesta – que puede diferir según quién la emita- y en mi opinión lo que define a un ser humano es su lóbulo frontal. Esta puede resultar una afirmación algo terminante, sin embargo sería un buen ejer- cicio retomar la pregunta inicial luego de discutir sobre las funcio- nes de esta área del cerebro. Habiendo definido ya la ubicación del lóbulo frontal, res- ta especificar su desarrollo y sus funciones. Dentro de un marco puramente científico no podemos precisar cómo es que surge el lóbulo frontal en el ser humano, aunque hay algunas líneas de pensamiento al respecto. La primera manifiesta que surge como una expansión natural del hipocampo y estructuras superiores (Pandya et al., 1988), y la otra que se ha generado apartir de una cresta de células a lo largo de la pared dorsal del ventrículo (Butler, 1994). Lo que si resulta generalmente aceptado es que el córtex prefrontal va creciendo proporcionalmente con el cuer- 17 po (Stephan et al., 1981). Ahora bien, debemos considerar que el córtex prefrontal crece en el ser humano de forma despropor- cionada con respecto a las otras estructuras en el ser humano. Esto quiere decir que estamos en presencia de una estructura que supera a las demás en su desarrollo, y esto podría deberse a la relevancia que tiene para el ser humano y su funcionamiento en sociedad. Pero, ¿sería correcto preguntarnos si todos los animales cuentan con esta estructura si, y de hecho la respuesta es positiva, solo hay variaciones en funciones de proporción? (Tabla 1). De acuerdo con Brodmann (1909) el córtex prefrontal constituye un 3,5% del córtex total en los gatos, el 12,5% en los perros, el 17% en los chimpancés y el 29% en los seres humanos. Gráfico 1. Proporciones del Córtex Prefrontal en animales (Frontal Lobe and Cognitive Development; Fuster, 2002) 18 Las funciones que despliega el lóbulo frontal se dividen según su estructura, de tal forma de que dependiendo de a qué área nos referimos se engloban ciertas funciones características. Así podemos dividir la corteza prefrontal en tres zonas particulares: · Corteza prefrontal dorsolateral · Corteza orbitofrontal y · Corteza frontomedial La Corteza prefrontal dorsolateral es la que presenta un desarrollo y una organización funcional exclusivos de la especie humana (Stuss & Levine, 2000). Esta zona presenta las funciones de planificación, memoria de trabajo, fluidez verbal, flexibilidad cognitiva, la metacognición, el ajuste y cognición social. Es importante remarcar aquí que estas son funciones principales para la correcta funcionalidad en ámbitos tanto de trabajo como sociales. Esto debido a que en la vida moderna precisamos orientarnos hacia una meta, aplicar líneas de abordaje para un objetivo, recordar los pasos que hemos hecho para no volver a repetir errores, expresarnos correctamente pudiendo decir aquellas cosas que son las adecuadas en situaciones determinadas y, a la vez, elaborar un registro de la persona a quien le estamos hablando y a partir de esto ajustar nuestra conducta a su reacción, es decir llevar a cabo un monitoreo contínuo de nuestro desempeño para poder así ser funcionales en sociedad. No es menor entonces la presencia y relevancia de esta área en el ser humano. Como si fuera poco –y no tuviéramos ya suficientes nombres y funciones para recordar- también contamos con la Corteza orbitofrontal. Esta tiene la particularidad de estar estrechamente relacionada con el Sistema Límbico –sistema que tiene por objetivo principal el manejo de emociones, respuestas primitivas y regulación-. Esta corteza, en particular, ha sido de gran utilidad para la evolución humana y la conservación de la especie porque es a partir de esta área del lóbulo frontal que nosotros podemos escanear los cambios en las condiciones ambientales, ya sean negativos o positivos, lo que permite 19 ajustar patrones de conducta, esquemas de acción o el modo en que nos desenvolvemos (Rolls, 2000). Por esto mismo el valor que ha tenido para la conservación de la especie, ya que como seres humanos nos permite –mediante la activación del núcleo amigdalino (Amigdala)- detectar situaciones potencialmente peligrosas y generar una respuesta fisiológica a ellas. Por ejemplo, cuando nos encontramos en una situación límite, de peligro – como ser un robo- nuestra Amigdala (que sería como nuestra luz de alarma en el cerebro) se activa y envía la señal al resto del cerebro de que esta situación es peligrosa, lo cual tiene como consecuencia un aumento de irrigación sanguínea en extremidades superiores e inferiores –brazos y piernas- permitiendo elegir entre dos opciones fundamentales: a. Pegar como nunca antes lo hemos hecho o b. Correr como nunca. Por último, contamos con la Corteza frontomedial la cual participa de forma activa en procesos inhibitorios, en la detección y solución de conflictos, así como también en la regulación y monitoreo atencional. Una particularidad de esta área es que también tiene vinculación con un aspecto emocional con gran incidencia en el desempeño total del ser humano: la motivación (Fuster, 2000). Ahora bien, es importante aclarar la relevancia del último proceso emocional que mencionamos en cualquier instancia de la vida humana. Los procesos motivacionales resultan muy importantes para el aprendizaje, la percepción de consecuencias positivas como reforzadores, la proactividad y el establecimiento de relaciones sociales significativas. Es por esto de vital importancia dentro de las funciones del lóbulo frontal el complejo motivacional ya que su reverberancia se instaura en cada una de las actividades que desempeñamos como seres humanos. Delimitada ya la división del lóbulo frontal en sus tres áreas correspondientes, es hora de referirnos al compendio de funciones que las integran –y que ya hemos descripto-. Todas las características de cada una de las áreas conforman lo que 20 denominamos en la Neurociencia Cognitiva como Funciones Ejecutivas y son estas las que resultan afectadas en los trastornos específicos del lóbulo frontal. Las Funciones Ejecutivas permiten nuestro funcionamiento en sociedad, la inhibición de los estímulos que no son relevantes para poder concentrarnos y terminar una tarea, la planificación necesaria para establecer un esquema de acción a partir de un objetivo que nos hemos propuesto y poner en marcha estrategias para llevarlo a buen puerto, pero a la vez poder recordar experiencias anteriores para no cometer los mismos errores, el escaneo constante del ambiente para poder generar una respuesta adecuada, según el ambiente en el que estemos –lo cual también forma parte de mecanismos inhibitorios-, entre otras. Es importante hacer una aclaración y es que las Funciones Ejecutivas nos ayudan a adaptarnos. Pareciera aquí que son la salvación de la humanidad y, salvando distancias, resultan de extrema utilidad para el ser humano y su conservación. Estas funciones permiten que en una situación nueva –desafiante y compleja - podamos acceder a situaciones semejantes –clasificadas así por nuestro cerebro - con sus correspondientes soluciones y establecer una solución adaptando las que tenemos almacenadas a este contexto. Para esto el papel de los procesos de memoria es de gran relevancia, ya que es preciso que nuestro cerebro asocie las situaciones parecidas a la que estamos viviendo, recuerde también las estrategias que aplicamos en aquel momento y lugar, y que pueda extrapolarlas a nuestra situación actual. El lóbulo frontal, su desarrollo y el estudio de Funciones Ejecutivas han sido pilares fundamentales en las investigaciones actuales en poblaciones infantiles, con el foco puesto en el aprendizaje y en cómo mejorar la experiencia en el niño para que pueda surtir efectos más estables y duraderos. Bell, Wolfe y Adkins (2000) manifiestan que los cambios fundamentales se dan en poblaciones infantiles a partir de los cuatro años y medio –si bien son modificaciones cuya raíz comienza mucho más temprano esta es la edad de individuos que utilizaron para el inicio de la investigación - son en el área de memoria de trabajo y control 21 inhibitorio. Lo que posibilitaría estos avances estaría determinado de forma tajante por los fenómenos a nivel estructural cerebral, como ser: aumento de peso cerebral, aumento de mielinización en axones neuronales, distribución de glucosa y crecimiento sináptico. Es ahora el momento de hablar de aquellos aspectos comportamentales que definen el funcionamiento sano y con dificultades del lóbulo frontal. Bibliografía Bell, M. A. (2007). “Frontal Lobe Development during Infancy and Childhood”., en D. D. Coch,Human Behavior, Learning and the Developing Brain: Typical Development. New York: Guilford. Brodmann, K. (1909). Vergleichende Lokalisationslehre der Grosshirnrinde in ihren Prinzipien dargestellt auf Grund des Zellenbaues. Leipzig: Barth. Damasio, A. (1999). The Feeling of What Happens: Body, Emotion and the Making of Consciousness. New York: Harcourt Brace. Fuster, J. M. (2002). Frontal Lobe and Cognitive Development. Journal of Neurocitology . Los Angeles: UCLA. Pandya, D. N. (1985). Architecture of Connections of Cortical Association Areas. Peters & Jones. Rolls, E. T. (2000). The Orbitofrontal cortex and Reward. Cerebral Cortex. Stephan, H. F. (1981). “New and revised data on volumes of brain structures in insectivores and primates”, en Folia Primatologia; 35(1):1-29. Stuss, D. T. (2002). “Adult clinical Neuropsychology: Lessons from studies of the Frontal Lobes”, en Annual review of Psychology , Toronto: Annual Reviews. 23 Capítulo II Funcionamiento normal y patológico del lóbulo prefrontal María Elisa Arrebillaga Consideramos necesario describir el desarrollo de varias áreas de la conducta desde el primer año de vida de un niño hasta la primera infancia. Alrededor de los seis meses de vida aparecen las primeras aproximaciones al concepto de causalidad que subyace a la con- ducta orientada hacia el futuro: · La fijación de la mirada y el seguimiento de un objeto. · El reflejo de succión y la coordinación con la deglución. · La presencia de reflejos arcaicos. Descripción de reflejos en el primer año de vida Babkin: al apretar al niño las manos, abre la boca. Dura solo hasta el mes y medio. Rooting: reflejo de los puntos cardinales. Al estimular en zona perioral, la boca e incluso la lengua se orienta hacia el estímulo en las cuatro direcciones. 24 Ojos de muñeca: es un reflejo tónico vestibular. Al girar pasivamente la cabeza, los ojos quedan durante un breve periodo de tiempo fijos, siguiendo luego la dirección del giro. Marcha automática: en posición vertical al apoyar los pies, da unos pasos. Tónico-cervical: al girar pasivamente la cabeza se extiende la extremidad superior del mismo lado y se flexiona la del lado contralateral. Suprapúbico: al presionar encima del pubis se produce una extensión tónica de las piernas, con aducción, rotación interna, equino de los pies y separación de los dedos. Extensión cruzada: flexión de una pierna y presión sobre el cotilo, la otra hace una extensión tónica, con aducción, rotación interna, equino y separación de los dedos. Moro: se desencadena en decúbito supino dejando caer hacia atrás la cabeza, o bien con una palmada fuerte. Se produce abducción de hombro con extensión de codo, seguido de aducción de hombro con flexión de codo. Desaparece al cuarto mes. Enderezamiento: haciendo presión sobre los pies del niño se produce un enderezamiento progresivo desde la zona caudal a la apical. Galant: el niño debe estar suspendido por el vientre. Se hace una presión paravertebral desde debajo de la escápula hasta encima de la cresta ilíaca, produciéndose una contractura hacia el lado estimulado. Prensión palmar: al introducir un objeto en la palma de la mano, flexiona y agarra. Prensión plantar: al presionar la almohadilla plantar se flexionan los dedos. Al realizar los reflejos de prensión no debe tocarse el dorso de la mano o del pie. Acústico facial (RAF): parpadeo al hacer un ruido brusco. A partir del mes de vida. 25 Óptico facial (ROF): parpadeo al aproximar al ojo un objeto. A partir del cuarto mes. Paracaídas. Comienza a partir del 6º - 7º mes y no desaparece en toda la vida. Se inclina lateralmente al lactante, en ambas direcciones, debe poner la mano. Útil para detectar asimetrías. Está también retrasado en las deficiencias mentales. (Rivero. E, 2010.) Entre los 6 y 8 meses de edad, la conducta regulatoria de la emoción muestra funciones típicamente frontales tales como atender selectivamente a un estímulo, percibir contingencias temporales y regulares estados emocionales. Se observa la intervención de los lóbulos frontales en las conductas regulatorias de la emoción, evidenciadas en la atención selectiva de un estímulo, la percepción de contingencias temporales y estados de emoción regulares (Jurado, M.A. y Verger, 2003). Se inicia el desarrollo psicomotor que comprende desde la fijación de la cabeza, la postura de sentado, gateo y marcha, hasta adquisiciones más complejas como subir escaleras usando alternativamente ambos pies. Hacía los 2 años, se alcanzan los mayores logros en relación a la regulación emocional (Jurado, M.A y Verger, 2003). Los niños a esta edad ya serían capaces de iniciar, mantener, modular, e inhibir actividades físicas y manifestaciones emocionales o comunicativas. Las expresiones faciales de emociones específicas coincidirían con activaciones electroencefalográficas del lóbulo frontal. El desarrollo de conductas asociadas al funcionamiento del lóbulo frontal es un proceso de múltiples estadios. En el lenguaje, el desarrollo abarca las etapas prelingüísticas (llanto, deglución), el juego vocal, la aparición de las primeras palabras hasta la consolidación del aspecto morfosintáctico con una estructura similar a la del adulto correspondiente a la lengua materna y en plena etapa de desarrollo del aspecto semántico. 26 Puede realizar juegos solitarios, acompañados de lenguaje (soliloquio) y posteriormente pasar a la etapa de enriquecimiento del lenguaje interior, como así también interactuar en juegos grupales. Desde los 4 a los 6 años hay un cambio frontotemporal y hemifrontal derecho en el funcionamiento de los hemisferios. La atención tónica se evidencia con un tiempo prolongado en su sostén, da cuenta de la atención fásica y puede ser flexible en el cambio de la figura y fondo perceptivo. El aspecto fonético y fonológico se consolida llegando a los 6 años con un lenguaje completo y en etapa de enriquecimiento en el eje de los paradigmas. Comienza con la adquisición del código lectográfico. Respecto del juego, el niño puede participar e interactuar en un juego reglado, respetando los tiempos de espera, lo mismo que ganar y perder siendo más tolerante a la frustración. Alrededor de los 4 años aparece la flexibilidad comportamental, que es la capacidad de cambiar de una situación a otra de acuerdo a las demandas, lo que requiere del funcionamiento de la inhibición y de la memoria de trabajo. El período de mayor desarrollo parece ocurrir entre los 6 y los 8 años de edad; los niños adquieren la capacidad para autorregular sus comportamientos y conductas, pueden establecer metas y anticiparse a las situaciones, sin requerir de instrucciones externas, sin embargo, aún se observa un cierto grado de impulsividad. Esta capacidad, está unida al desarrollo de la función reguladora del lenguaje y la aparición de las operaciones lógico formales. Desde los 8 a10 años se establecen conexiones más importantes en los lóbulos temporales y frontales en el hemisferio derecho. En esta etapa se manifiestan las posibilidades de creación y el juicio crítico. Hacia los 10 años, la capacidad de inhibir la atención de los estímulos irrelevantes y evitar las respuestas perseverativas es casi completa. 27 Desde los 15 hasta la adultez, se da la etapa más rica en el desarrollo del lóbulo frontal. Las investigaciones muestran que la madurez de los lóbulos frontales continúa a lo largo de la vida del hombre. Estos lóbulos cumplen un rol protagónico en el desarrollo de todas las funciones, porque organizan y programan la información de distinto tipo. Es de destacar que la función del lóbulo frontal no está limitada a los procesos atencionales sino que interviene en el lenguaje, la regulación de la conducta, la empatía y la manifestación pertinente de las emociones. Desde temprana edad se puede observar la intervención del lóbulo frontal en acciones motoras que no son reflejaso actos instintivos, por ejemplo cuando el niño tira de un mantel para alcanzar un objeto en ese acto motor hay secuencia y finalidad. Lo mismo ocurre cuando trepa para alcanzar un objeto que está en un lugar alto del ambiente, existe planificación del acto motor y foco atencional en conseguir lo que desea. Función del lóbulo frontal: funciones ejecutivas Las funciones ejecutivas constituyen mecanismos de inte- gración intermodal e intertemporal que permiten proyectar cog- niciones y emociones desde el pasado hacia el futuro con objeto de resolver situaciones novedosas y complejas. Son habilidades de alto orden implicadas en la generación, la regulación, la ejecución efectiva y el reajuste de conductas dirigidas a objetivos. Las funciones ejecutivas se nutren tanto de recursos aten- cionales como de recursos mnésicos, pero su función es la de pro- porcionar un espacio operativo y un contexto de integración de estos procesos con objeto de optimizar la ejecución en función del contexto actual (externo, interoceptivo y metacognitivo) y de la previsión de nuestros objetivos futuros. Regulan el planeamiento, control de impulsos, organiza- ción y jerarquía de ideas en la organización del lenguaje, flexibili- dad de pensamiento, autocontrol del comportamiento. 28 Según Roselli y Ardila (2010), los lóbulos frontales parecen ejercer un papel de control y de integración de varias conductas. Y una función integrativa gracias a su conexión con las áreas de asociación de la corteza con los lóbulos temporales, parietales y occipitales. Es también el proceso de metacognición propiedad de la función ejecutiva, acción esta que le permite al niño el reconocimiento de sus propias capacidades cognitivas y de los factores y situaciones que pueden afectarlas. Este proceso comienza aproximadamente a los cuatro años de edad y se completa a los seis y ocho años. Sin embrago los lóbulos frontales no completan su madurez en la infancia sino en la edad adulta. Lesiones frontales en la infancia Jurado y Verger (1996) describen casos de disfunción fron- tal en la infancia a consecuencia de traumas y malformaciones. Consideramos de interés la descripción de dos casos que manifies- tan síntomas coincidentes con la clínica que describiremos como trastorno evolutivo del lóbulo frontal (TELF). Una de las primeras descripciones de lesiones infantiles co- rresponde al caso JP de Ackerly (citado por Benton en 1991). JP presentaba una degeneración del lóbulo frontal izquierdo, excepto el área de Broca y las áreas motoras, así como un lóbulo prefrontal derecho atrófico, todo ello posiblemente de origen perinatal. Los primeros signos de desarrollo anómalo aparecieron a los tres años. A los 13 años de edad solamente había completado tres cursos de escolarización. El cociente intelectual era de 90, es decir dentro de los límites de la normalidad. Otras funciones cognitivas como las visoespaciales también eran normales, aunque respondía de forma confiada, impulsiva e incluso fanfarrona ante la realización de las pruebas. Esta lesión frontal en la infancia contribuyó a la detención del desarrollo en la esfera social, produciendo un «de- fecto social primario». Boone et al. (1988) describen el caso de una niña de 13 29 años que desarrolló de forma dramática y abrupta cambios con- ductuales tales como desinhibición sexual, falta de preocupación por la higiene personal, agresión física y verbal, y habla tangencial. Las anormalidades comenzaron con la falta de atención en el cole- gio, seguida por una actividad sexual promiscua y sin precaución, desobediencia, agresión y depresión. Las capacidades de veloci- dad motora, atención, tareas alternadas, solución de laberintos, inhibición de respuestas y mantenimiento de un curso de acción a pesar de los distractores estaban por debajo de la normalidad. A las seis semanas aparecieron crisis epilépticas y el EEG mostró una actividad comicial con un predominio frontal izquierdo. Tras el tratamiento con carbamacepina las crisis desaparecieron y tam- bién las alteraciones conductuales y cognitivas. Bibliografía Jurado M. y Verger K. (1996) “Función y disfunción de los lóbulos frontales en la infancia”. Psicología conductual, vol.4, N 3. Rosselli M. y Ardila, Alfredo (2010). Neuropsicología del desarrollo infantil. México, Edit. El Manual Moderno. 31 Capítulo III Conceptualización del TELF María Elisa Arrebillaga Seguidamente se presentará la descripción de esta nueva en- tidad patológica que hemos denominado Trastorno Evolutivo del Lóbulo Prefrontal (TELF). En la bibliografía internacional, la patología frontal está descripta solamente como postraumática, sin tener en cuenta que puede tratarse de un trastorno evolutivo donde los factores epigenéticos, congénitos y ambientales pueden profundizar el nivel de severidad. En este libro se describirán los síntomas que pueden comenzar a evidenciarse en el primer año de vida y que permiten un diagnóstico temprano. Si la intervención terapéutica es la adecuada, el curso de esta patología puede atenuarse e incluso evitar la instalación de patologías siquiátricas en etapas posteriores de la vida. Plantearse que existen patologías evolutivas con trastorno en el desarrollo en las actividades gnósicas, práxicas, en el lenguaje, sensoriales, auditivas o visuales y en la atención y no considerar que pueda existir una disfunción del lóbulo frontal de tipo evolutivo puede conducir a errores de diagnóstico con la consecuencia de intervenciones terapéuticas inadecuadas. Denominamos TELF a un conjunto de síntomas clínicos particulares donde se encuentran afectados la actividad lingüística 32 y gnosicopráxica, como así también se evidencian fallas atencionales y alteraciones en la conducta social e interpersonal, consecuencia de una alteración funcional. Reconocer la existencia de estos síntomas como consecuencia de una disfunción del lóbulo prefrontal de tipo evolutivo y poder diferenciarlos del Síndrome autista, del DHDA ( déficit de atención con hiperactividad), del TMLRE ( trastorno mixto de lenguaje receptivo expresivo), Trastornos adaptativos de la personalidad, y Trastornos del estado de ánimo, aporta a la ciencia neuropsicológica elementos para hacer del diagnóstico una herramienta valiosa para la posterior postura terapéutica asertiva. El concepto de Trastorno surge de la necesidad de diferenciarlo del Síndrome, por no ser este cuadro consecuencia de trauma, corresponde a los trastornos del desarrollo y en general los datos clínicos neuropsicológicos no son corroborados por los estudios neurológicos de rutina. El concepto de evolutivo hace referencia a dos direcciones de este término: 1. es evolutivo por su origen, dado que no es consecuencia de procesos injuriosos externos o internos sino que res- ponde a alteraciones funcionales. 2. es evolutivo en el curso de la vida del sujeto, porque los síntomas pueden progresar y transformarse en distintas patologías psiquiátricas, si este trastorno no es identifi- cado y tratado adecuadamente. En general la presencia de este trastorno no es reconocida tempranamente porque algunos síntomas, en niveles leves de severidad, se presentan enmascarados durante la infancia y son incluidos en otras entidades diagnósticas. En cambio, durante la adolescencia o la adultez, estos síntomas clínicos pueden desencadenarse, como consecuencia de una situación estresora vivenciada de tal magnitud que el sujeto no logra encontrar mecanismos adaptativos ni resolutivos. 33 Describiremos seguidamente las características comporta- mentales del síndrome frontal tal como se encuentra en la bi- bliografía tradicional, para luego especificar nuestra postura sobre cómo se presentan los síntomas desde el primer año de vida hasta la senectud. Descripción clínica del trastorno, instrumentos diagnósticos y definición del constructo 1. Instrumentos diagnósticos Antes de definir este constructo teórico consideramosimportante la descripción y enumeración de síntomas comunes y particulares entre patologías. Pensamos también que es necesario no usar diagnósticos de manera terminante valiéndose de síntomas difusos, compartidos entre varias patologías y en edades donde el sistema nervioso está en etapa de desarrollo y con un psiquismo en construcción. Varios de los síntoma clínicos que muestran los niños con disfunción del lóbulo frontal son posibles de reconocer en otras patologías del desarrollo. Las conductas repetitivas y estereotipadas, por ejemplo, si bien corresponden a la serie del autismo también pueden ser causa de un componente obsesivo marcado y con una personalidad rígida. La dificultad para la fijación de la mirada también puede deberse a consecuencia de un comportamiento fóbico y no de autismo. La ausencia de lenguaje hablado o la demora en su aparición y algunas características de él son así también conductas compartidas con otras patologías, puede tratarse de una problemática específica del lenguaje a la que también consideramos imprecisa en el DSM llamada Tel (trastorno de lenguaje). 34 En patologías de lenguaje diferenciamos el Trastorno Anártrico (Azcoaga J. E. 1981, citado por Arrebillaga, M.E., 2010) descripto en el manual como trastorno expresivo y el Trastorno Afásico (Azcoaga, J.E., 2001) descripto como trastorno mixto receptivo expresivo. Ambos trastornos pueden manifestarse con demora en la aparición y desarrollo del lenguaje (tratados en el libro Autismo y trastornos de lenguaje (Arrebillaga, M.E.,2010). Desarrollaremos con más detalle esta última afirmación debido a que la función lingüística es la que permitirá al niño el desarrollo de su potencial cognitivo, el cambio de estadio en el pensamiento, comunicar sus deseos y necesidades y acceder al aprendizaje del código lectoescrito y matemático, como así también poder desarrollar la lógica, usar un lenguaje pertinente, preciso, entender expresiones de doble sentido y poseer un rico material semántico. Para Vigotsky, el lenguaje, aspecto esencial en el origen de la especie humana, es un sistema convencional de signos creados por los hombres en el proceso de la comunicación y de transmisión de la experiencia histórico-cultural. Se integra a los sistemas de mediación instrumental del niño y se convierte a lo largo del desarrollo en el regulador fundamental del comportamiento (Obras escogidas, Lev Vigotsky, 1934 citado en Arrebillaga M.E., 2012). Asimismo, considera que el lenguaje posee una naturaleza social; en tanto es producto de una sociedad y expresión de una cultura, este se adquiere en la comunicación y el diálogo con los demás; no obstante, al mismo tiempo que social, tiene una naturaleza intelectual y abstracta. Hemos podido observar que un niño sin lenguaje se muestra como atrapado en un cuerpo, parece asténico, la emoción más frecuente es el enojo y, ante la falta de material lingüístico, manifiesta llanto, gritos e irritabilidad. Respecto al diagnóstico en clínica neuropsicológica infantil es importante reflexionar sobre varios aspectos. En primer lugar plantearnos qué significa realizar un diagnóstico y para qué. 35 El término diagnóstico proviene del latín, diagnosis, palabra que a su vez ha sido tomada del griego y que significa “discernir” o “aprender” sobre determinados elementos. Normalmente, un procedimiento diagnóstico es sugerido ante la presencia de elementos o síntomas anormales para determinadas situaciones, de acuerdo a los parámetros comúnmente aceptados como naturales. El diagnóstico puede aplicarse para ratificar o rectificar la presencia de una patología, como también para conocer su evolución en el caso de su confirmación. En clínica, el diagnóstico se enmarca dentro de la evaluación psicológica y supone el reconocimiento de una enfermedad o un trastorno a partir de la observación de sus signos y síntomas. El diagnóstico clínico requiere tener en cuenta los dos aspectos de la lógica, el análisis y la síntesis, utilizando diversas herramientas como la entrevista, la historia de vida del paciente, pruebas de valoración y exploraciones complementarias. Generalmente, una enfermedad psiquiátrica o una patología evolutiva no está relacionada de una forma biunívoca con un síntoma, es decir, un síntoma no es exclusivo de una enfermedad. Cada síntoma o hallazgo en una exploración, presenta una probabilidad de aparición en cada entidad diagnóstica. Es necesario confrontar los síntomas recogidos en la entrevista con los signos objetivados en la valoración. Generalmente, los signos y síntomas definen un síndrome que puede estar ocasionado por varias causas. El terapeuta debe formular una hipótesis y comprobarla durante el proceso terapéutico. 1 a) Problemas del diagnóstico • Diagnóstico tardío • Sobrediagnóstico o diagnóstico de moda • Etiquetamiento • Ausencia de diagnóstico Nuestra postura nos lleva a plantear que “un diagnóstico, que surge exclusivamente de los síntomas de superficie de una alteración, no es una base confiable para la terapia”. En consecuencia, 36 el diagnóstico debe ser entendido solo como proceso, como el reconocimiento de una realidad que nos permitirá tomar la postura terapéutica indicada. Utilizamos el modelo vigotskiano (ZDP, Zona de Desarrollo Próximo) de donde el diagnóstico se configura en una estructura abierta y flexible de tipo evolutivo, donde se clasificarán y categorizarán los síntomas clínicos en busca de una entidad diagnóstica. (Arrebillaga M.E., 2010). El diagnóstico debe ser presuntivo y los datos obtenidos en la valoración se corroborarán en el proceso terapéutico; valoramos las funciones afectadas y las conservadas y la postura terapéutica es desde las áreas conservadas al déficit. “No separamos la conducta y el sistema nervioso de las relaciones vinculares; para nosotros un hombre no es solo un cerebro actuando, ni una conducta, un hom- bre es un todo, con su historia vivida y su historia por construir. Su propia historia le pertenece como le perte- necen su cuerpo, sus deseos, sus miedos, sus decisiones”. (Arrebillaga,M.E., Santacroce, R. 1995). 1. b) Etapas del proceso diagnóstico • Eje I Criterio ecológico • Eje II Posibilidades funcionales, funciones con- servadas • Eje III Funciones perturbadas • Eje IV Mecanismos adaptativos y compensato- rios en la resolución de problemas • Eje V Características interpersonales y situacio- nes de refuerzo. 1. c) Tipos de diagnóstico Diagnóstico clínico. Llamamos de esta manera a las conclusiones que arribamos luego del proceso diagnóstico y que 37 posee la nomenclatura, nombre que le damos a la problemática. Debe ser presuntivo y a revisar, luego de aproximadamente seis meses de la/las terapias indicadas. Diagnóstico fisiopatológico. Describimos los procesos funcionales que subyacen al diagnóstico clínico. Diagnóstico retrospectivo (ZDP): usamos la teoría de Vigotsky y dentro de la valoración de las funciones perturbadas postulamos las actividades que un niño realiza solo y con apoyo, de donde se deduce el rol de los terapeutas y el programa de estimulación para ser aplicado en casa por los padres y familia. Pronóstico. Es lo que se presume mostrará la evolución del paciente con la realización del programa de estimulación y sugerencias a la familia y escuela. Usamos las pruebas de Valoración Neuropsicológica como un instrumento, donde los datos obtenidos son empleados con un criterio cualitativo más que cuantitativo y realizamos la valoración funcional de la conducta. (Arrebillaga, M.E. 2010). Si suponemos estar ante la presencia de un niño con disfunción del lóbulo frontal adoptamos el siguiente modelo de valoración. 3.- Entrevista de admisión y valoración de la conducta Utilizamos la modalidad de entrevista semipautada y orientada en dos direcciones: a) El registro de datos y conductas relevantes de las funciones cerebrales normales y patológicas. b) El relevamientode la estructura y funcionamiento familiar. Respecto de la familia, utilizamos los aportes del enfoque sistémico, que nos permite valorar la dinámica familiar, el modo de comunicación, los rituales y creencias, el lugar que ocupa el niño dentro del sistema familiar, los roles parentales y fraternales. Durante la entrevista de admisión se solicita a los padres el relato fenomenológico de “Un día en la vida del niño”, en donde conste 38 la mayor cantidad de datos posibles respecto al desempeño de ese niño y su familia. Es necesario registrar datos respecto de la posición de los padres a la problemática del niño, si existe acuerdo o desacuerdo entre los miembros, si existe un comportamiento provocativo o desafiante de algún miembro de la familia, el poder de cada uno de los miembros, códigos de comunicación familiar: ¿qué se dice, y cómo se dice? Este nos permite elegir y orientar el material de valoración como así también corroborar esta hipótesis al finalizar el proceso diagnóstico. (Arrebillaga M.E., 2012). 4.- Escala TELF Registra los síntomas y su grado de manifestación en el primer año de vida y en primera infancia. Datos que permiten encuadrar el trastorno en alguno de las tres categorías, y constatar su evolución en el tiempo. Instrumento que junto a la primera entrevista de valoración orienta el proceso en busca de un diagnóstico lo más certero posible. (Ver anexo I). Autora Arrebillaga M. E., 1999. 5.- Día de vida Es un relato de lo que vive el paciente y la familia en un día tipo, y la consigna es: “relate por escrito un día en la vida de su hija/o con la mayor cantidad de detalles posibles, desde que se despierta hasta que se duerme, lo que se viva cotidianamente”. En caso de ser padres separados, se solicita el relato a cada padre con lo vivenciado en cada situación. También el relato de “un día domingo” donde la familia y el niño viven otras situaciones. El objetivo de este relato no es solo conocer la vida del niño y su familia, tiene también como objetivo la posibilidad de que quien lo escribe “se dé cuenta” de sus hábitos y maneras de vivir la cotidianeidad y si sus intervenciones son acertadas o perjudiciales para el hijo. Suele ocurrir que, en entrevista, los padres por sí solos propongan cambios de actitud ante algunas situaciones 39 conflictivas que se planteen en la vida cotidiana del niño y la familia. La extensión del texto y el contenido nos provee un material valiosísimo para saber con qué tipo de padres trabajaremos y desde dónde trazaremos los objetivos terapéuticos y la prioridad de ellos (Arrebillaga, M.E. 2012). 6.- Protocolo de observación áulica Los protocolos (ver anexo II) están dirigidos a recabar información sobre varios aspectos del comportamiento del niño en el ámbito escolar. Generalmente completado por docentes, comprende tres cuerpos para educación inicial, primaria y secundaria. La información brindada por los docentes nos permite realizar sugerencias en situaciones contextuales y también corroborar o confrontar el diagnóstico clínico obtenido en valoración. (Las autoras de los protocolos (2005) son Comba, Daniela y Garimanno Arrebillaga, Carolina, para el nivel inicial y primario y, de las mismas autoras y Ruiz Lobo, Belén el de secundario). 7.- Pruebas funcionales y bioquímicas Generalmente la disfunción orgánica en el TELF no es detectada por los medios habituales de exploración neurológica, tanto los métodos de función eléctrica (EEG) como los estudios estructurales (TAC tomografía axial computada y RNM Resonancia nuclear magnética) ya que en ellos suelen informarse como normales. De allí que en una exploración habitual neurológica son catalogados como causales de los síntomas de estos pacientes problemas psicológicos, comportamentales o emocionales, del niño y/o de la familia y no se sospecha una base biológica que puede actuar en ellos. 40 La razón de que estos estudios informen “normalidad” es que las causas de este trastorno es de índole neuromadurativa y solo es detectable en estudios funcionales del cerebro (SPECT, PET, y RNM funcional) que no son pedidos como pruebas en los protocolos habituales. Esta inmadurez en los lóbulos frontales obedece a la disminución de los factores de crecimiento neuronal (NFG) en períodos críticos de maduración tales como los tres primeros años de vida. La baja de factores de crecimiento, muchas veces, es producto del exceso de cortisolemia en niños estresados o bajo la influencia de estrés familiar, lo que altera su metabolización. Otro motivo de alteración funcional cerebral es la desregulación de los balances de neurotransmisión. Los niños sometidos a estrés gestacional, o a sufrimiento fetal tanto en útero o en el momento de parto, generan lo que se denomina “fenotipo vulnerable”, frente a los “fenotipos resilientes”. 7. a) Neurospect es una prueba tomográfica computarizada que informa sobre el flujo regional cerebral, mostrando perfusión normal, hipoperfusión e hiperperfusión. 7. b) Aminograma. Basados en la clínica del paciente y en los resultados de los estudios complementarios, actualmente el control neurobioquímico aporta precisión en diagnósticos de los trastornos del desarrollo, dosando neurotransmisores como dopamina, serotonina y noradrenalina. 8.- Valoración neuropsicológica de las distintas aéreas de conducta Valoramos las áreas conservadas y las afectadas, los mecanismos compensatorios del paciente, la situación familiar y social. 41 No usamos las pruebas de valoración en busca de un resultado de tipo cuantitativo, sino que clasificamos y categorizamos síntomas en búsqueda de la calidad de los datos recogidos. Valoramos motivación, atención, memoria, conducta imitativa (neuronas espejo) intención comunicativa, códigos de comunicación, relación lenguaje/ pensamiento, comportamientos repetitivos, tendencias a hablar en neutro (como un personaje de TV, por ej.: pastel, oye tú) tolerancia de tiempo de espera, tolerancia a la frustración. Es común que se presente risa inmotivada a la que denominamos “risa descontextualizada”, consignamos, si se da, en qué circunstancia y si es acompañada con la emoción que corresponde a la risa o si ocurre en lugar de la tristeza. Observamos además comportamiento del niño ante un límite impuesto por sus padres, desajustes comportamentales, llanto, gritos, ecolalias (repetición del lenguaje de los padres) ecoprosodia, repetición de la prosodia de lo que escucha; función ejecutiva, planificación del acto motor, representación gráfica (según la edad del niño), empatía (teoría de la mente). Bibliografía Arrebillaga, M.E., (2010) Autismo y Trastornos del lenguaje. Córdoba, Ed. Brujas. Arrebillaga, M.E., (2012) Neuropsicología clínica infantil, Córdoba, Ed. Brujas. Arrebillaga, M.E., Santacrocce, R.M. (1995) “El rol del terapeuta en la recuperación de la homeostasis”. Ponencia en el 3er. Congreso Latinoamericano de Neuropsicología, organizado por SLAN (Sociedad Latinoamericana de Psicología), Cartagena de Indias, Colombia. 43 Capítulo IV Diagnóstico neurológico del TELF Andrey Kesman 1.- Electroencefalografía Comencemos por afirmar que el estudio del cerebro ha te- nido una gran evolución desde la incorporación de las denomina- das técnicas por imágenes. Antes, la aproximación que teníamos para conocer el cere- bro, era a través del electroencefalograma que también ha tenido una evolución muy importante y que tiene distintas versiones: • Electroencefalograma común • Electroencefalograma prolongado de vigilia • Electroencefalograma computado • Electroencefalograma con video simultáneo • Electroencefalograma intra quirúrgico (con grillas extradurales o subdurales) • Electroencefalograma prolongado de sueño Los distintos tipos de EEG no han variado en su conceptua- lización fundamental; el electroencefalograma en cualquiera de sus formas es el registro de la actividad eléctrica del cerebro tantonormal como patológica. 44 Los distintos métodos electroencefalográficos tratan de lograr una mayor sensibilidad para obtener lo mejor posible ese resultado. Entre los métodos denominados por imágenes tenemos que diferenciar aquellos que nos enseñan la estructura del cerebro (se denominan métodos estructurales) de los que nos enseñan o indican el funcionamiento cerebral y por ello se denominan métodos funcionales. Entre los primeros, los métodos estructurales, describiremos: 1.- La ecografía cerebral, que se efectúa con ultrasonidos mientras la fontanela anterior está abierta; esto ocurre hasta alrededor de los 12 a 18 meses; se usa en especial en el primer año de vida. Este método no requiere sedación del paciente y se puede repetir tantas veces como se lo necesite. Luego se debe mencionar como método estructural la Tomografía axial computada (TAC). Este método se efectúa con rayos X, a cualquier edad y para ver la circulación del cerebro necesita la colocación de un medio de contraste por vía endovenosa. Los cortes son paralelos a la línea orbitomedial y se denominan axiales, de allí su nombre. 2.- Luego de la tomografía computada tenemos un método más avanzado para conocer la estructura del cerebro que se denomina Resonancia Magnética Nuclear (RNM). Este método estudia el comportamiento del átomo de hidrógeno dentro de un campo magnético. Como todos los tejidos tienen hidrógeno, la mayor o menor atracción del átomo de hidrógeno dentro de un campo magnético va configurando las distintas imágenes. En este caso se efectúa cortes tridimensionales. Se efectúa a cualquier edad debido a que no emite radiaciones ionizantes, como la tomografía; puede efectuarse en embarazadas y su resolución es mayor que el de la tomografía. Para su realización 45 no se usan radiaciones de tipo rayos x como la radiografía sino que utiliza un campo magnético. Es de destacar que con la angio RMN (angio resonancia magnética nuclear) se puede estudiar en forma directa la vascularización cerebral sin necesidad de inyectar medio de contraste. 3.- Por otra parte, la Angiografía por sustracción digital (aquí es necesaria la colocación de un medio de contraste) permite, con más facilidad que el método anterior, conocer todo el territorio vascular del cerebro. El método permite visualizar solo el árbol arterial y venoso sustrayendo el resto de la estructura cerebral. En síntesis, la TAC de cerebro con contraste, la angio RMN y la angiografía por sustracción digital son los métodos que nos permiten conocer la vascularización del cerebro hasta el territorio arteriolar de más pequeño calibre; no informa acerca de la microcirculación capilar (este es patrimonio del Spect). Al respecto es conveniente recordar que el sistema circulatorio humano está formado por vasos sanguíneos arteriales y venosos; estos vasos transportan los nutrientes a las células y toman, a su vez, los productos de desecho de su metabolismo. Desde el punto de vista morfológico, y de mayor a menor (respecto de su calibre), podemos decir que las arterias, en determinado punto de su trayecto, deben dividirse en estructuras más pequeñas, de menor calibre, denominadas arteriolas. Cada arteriola, a su vez, se ramifica en vasos más pequeños (2 a 5 veces) denominados metarteriolas; cada metarteriola se vuelve a subdividir en estructuras de menor calibre denominadas capilares; cada metarteriola da origen a 8 – 10 capilares. Cada metarteriola termina (antes de subdividirse) en un anillo microscópico de músculo liso, denominado esfínter precapilar. 46 De manera que la arteriola de menor calibre se divide en vasos más pequeños denominados arteriolas; cada arteriola origina alrededor de 5 metarteriolas y cada metarteriola origina, a su vez, 8 – 10 capilares. La secuencia sería: arteria de gran calibre (aorta) → arteria de mediano calibre → arteria de pequeño calibre → arteriola → metarteriola → capilar. La pared de los capilares está tapizada por una sola capa de células endoteliales extremadamente delgadas. A través de ellas, se realiza el intercambio nutritivo con la célula; esta capa de células tiene poros de 40 unidades Amstrong (un Amstrong es la milésima parte de un milímetro) a través de los cuales se realiza el intercambio antes referido. Este parámetro vascular general tiene una particularidad en el cerebro: el capilar no se yuxtapone a la neurona, sino que usa un intercambio que es el astrocito, como más adelante se aclara. Mientras todo el árbol vascular está inervado y regido por el sistema nervioso autónomo, el esfínter precapilar no recibe inervación; la apertura o cierre de este esfínter depende de la concentración del oxígeno tisular; este esfínter, a su vez, regula la mayor o menor irrigación del territorio capilar. Esto certifica la base biológica de una secuencia diferente a la de los adultos: hipofunción → hiponutrición (hipo- oxigenación) → hipoperfusión. Tanto la ecografía como la tomografía computada y la resonancia magnética nuclear están dentro de los denominados métodos estructurales. Todos ellos nos permiten precisamente conocer si existe alguna alteración de la estructura normal del cerebro (tumores, quistes, atrofias, malformaciones, calcificaciones, etc.). Para conocer el territorio vascular del cerebro tenemos la TAC con contraste, la angio RMN y la arteriografía por 47 sustracción digital. Como dijimos más arriba, estos métodos no nos permiten conocer la microcirculación capilar. 3.- Métodos funcionales de diagnóstico Además de estos métodos estructurales existen los denominados funcionales, aquellos que nos permiten conocer cómo funciona el cerebro y cuáles son sus alteraciones, aunque tuviera una estructura normal. En general, una alteración estructural del cerebro se acompaña de una concomitante alteración funcional, pero no toda alteración funcional tiene una alteración estructural. Entre los métodos funcionales podemos mencionar el SPECT. El SPECT es una sigla que significa en inglés single photon emission computarized tomography; esto significa SPECT: tomografía computada por emisión de fotón único. Se entiende por fotón a uno de los constituyentes básicos de la radiación electromagnética; es una partícula de luz que carece de masa y de carga eléctrica pero que transporta energía a través de la cual interactúa con la materia que atraviesa. La radiación electromagnética es una combinación de campos eléctricos y magnéticos que transportan energía; engloban una gran variedad de radiaciones con nombres diferentes, según sea su longitud de onda y su frecuencia. Este rango de frecuencia constituye el espectro electromagnético que incluye en un orden decreciente de frecuencias a: rayos gamma – rayos x – rayos de luz ultravioleta - espectro de luz visible por el ojo humano – rayos infrarrojos – microndas – ondas de tv y ondas de radio. La radiación gamma es una radiación electromagnética emitida cuando un núcleo pasa de un estado de mayor energía a otro de menor energía. En ese momento, cuando el átomo sufre esta transición, se emite un fotón. 48 La penetración de la radiación en la materia es diferente según se trata de radiación alfa (α), beta (β) o gamma (γ). La radiación α es detenida por una lámina de papel. La radiación β es detenida por una lámina de aluminio. La radiación γ tiene gran penetrabilidad y solo es detenida por una lámina de plomo. Precisamente, el tecnecio 99 usado en el Spect produce radiaciones gamma y por su gran penetrabilidad biológica le confiere confiabilidad al método. El otro método funcional se denomina PET (possitron emission tomograph). El PET es tomografía por emisión de positrones. Cabe señalar que esta técnica es poco disponible en la Argentina y tiene resultados equivalentes al SPECT. Para aclarar qué se entiende por positrón, debemos recordar que el átomo es la partícula más pequeña de un elemento; que está conformado por un núcleo constituidopor protones (con carga eléctrica positiva) y neutrones (sin carga eléctrica) envueltos en una nube de electrones con carga eléctrica negativa. Se comportan como eléctricamente neutros, ya que el número de electrones y su carga eléctrica coincide con la de los protones. El positrón es un átomo que tiene carga eléctrica positiva en los electrones (recordemos que el electrón es una partícula subatómica con carga eléctrica habitualmente negativa). Los positrones son producidos por equipos con mayor poder de conversión del electrón en positrón (ciclotrones); el fotón incidente debe tener una energía dos veces superior a la masa en reposo del electrón, para conferirle carga positiva y convertirlo en positrón. Su vida media es muy corta, lo que limita su uso. Debemos también mencionar otros métodos funcionales como la resonancia magnética nuclear funcional y la resonancia magnética nuclear espectroscópica. 49 4.- ¿Qué detecta el SPECT? El SPECT detecta la distribución de la perfusión regional cerebral y, por lo tanto, las poblaciones neuronales mal irrigadas o mal perfundidas (es el tema de este trabajo). El SPECT nos indica cómo es la microcirculación capilar; en cambio, el PET va más allá y nos informa acerca de la intimidad propia de la neurona detectando su metabolismo glucídico. Quiere decir entonces que el SPECT es una referencia de la perfusión o irrigación de la circulación microcapilar, o sea de aquella circulación que es la que está llegando a la intimidad de la célula. El SPECT, no obstante, representa la distribución de la circulación; utiliza un radiotrazador que tiene penetración celular y, por lo tanto, es un signo de integridad metabólica y funcional de la neurona. El SPECT se efectúa con una sustancia radioactiva (tecnecio 99) que marca una molécula que seguirá la distribución cerebral correspondiente constituyendo así un radiotrazador. La molécula habitualmente usada en nuestro medio es el ECD (etil – cisteína – dímero), existiendo también otra menos usada como el HMPAO (hexa – metil – propileno – amina – oxima). Se denominan radioactivas porque producen radiaciones que son invisibles, como invisibles son los rayos X. Las radiaciones que emiten estas sustancias se denominan radiaciones gamma; se inyecta la sustancia radiotrazadora por vía endovenosa y se captan estas radiaciones con aparatos que están dispuestos alrededor de la cabeza del niño y que se denomina cámara gamma. O sea que la cámara gamma es un aparato que capta las radiaciones gamma que emite una sustancia que está depositada en un órgano determinado; en el caso que nos ocupa, capta las radiaciones gamma que emite una sustancia que está incorporada en las neuronas. El SPECT se practica bajo anestesia general en niños de 6, 7, 8 años que no colaboran. Este anestésico general es de tipo 50 gaseoso (con gas halotano); es un anestésico superficial (solo para que el niño se quede quieto); es inocuo y bien tolerado. En los niños que colaboran, el SPECT se realiza sin anestesia general, en condiciones basales. Para ello, se coloca al niño acostado en una habitación con muy poca luz (penumbra) y aislado del ruido (para evitar tanto estímulos visuales como auditivos); en ese momento se le deja colocada la vía (butterfly) para inyectar el radiotrazador. Luego de 10 - 15 minutos en estas condiciones se le inyecta la sustancia mencionada, que rápidamente impregna el cerebro, emitiendo las radiaciones gamma en los sitios donde la perfusión ha sido adecuada. Estas radiaciones son captadas por el aparato (cámara gamma) bajo cuyo cabezal se efectúa el estudio, que dura alrededor de 25 minutos, con las características previas del preparado del paciente ya referidas. El SPECT es un indicador de la perfusión regional cerebral a nivel capilar; consiste, como se refirió antes, en la inyección endovenosa de un trazador radiactivo (es una molécula, habitualmente ECD, marcada con tecnecio 99) que penetra a través de los microcapilares en el interior de las neuronas. Tiene la capacidad de traspasar la barrera hemato- encefálica; por su composición lipofílica penetra en el interior de la neurona y dentro de ella se vuelve hidrosoluble, quedando de esta manera atrapada en el interior de esta, sin posibilidad de regresar al torrente circulatorio; la alta penetrabilidad del radiotrazador le confiere confiabilidad y sensibilidad a este método. En los lugares en que no se detecta o no capta las radiaciones, significa que allí la circulación microcapilar está comprometida o disminuida; esa zona tiene hipoperfusión, o lo que es equivalente una microirrigación inadecuada. Se deduce de allí que las poblaciones neuronales de ese sector, al no estar bien perfundidas o irrigadas, no tienen una nutrición adecuada y por lo tanto su metabolismo energético está disminuido y, como consecuencia, su desempeño funcional está alterado. 51 La secuencia, entonces, hipoperfusión, hiponutrición, hipofunción es una consecuencia lógica de esta alteración microcirculatoria capilar. Se debe señalar que en niños y adolescentes, en general, esta consecuencia es inadvertida, debido a que en esa edad no se pierde (como en un adulto) la adquisición madurativa, sino que no se le ha obtenido adecuadamente; quedaría entonces una secuencia diferente: →hipofunción → hiponutrición → hipoperfusión. El SPECT es un método que utiliza para su lectura una escala colorimétrica que está ubicada en el costado derecho del estudio; en esta escala el color superior es el que denuncia la mayor perfusión y desde ese color hacia abajo los colores van indicando gradualidad decreciente de perfusión o irrigación. Cada sector del cerebro tiene un patrón perfusional que ya está conocido Las regiones posteriores a nivel de lóbulos occipitales (color blanco) tienen mayor perfusión que la corteza cerebral (color rojo) y esta, a su vez, está más perfundida que el hueso (color verde) que, a su vez, requiere mayor perfusión que la piel (color celeste). La perfusión correcta se visualiza en forma completa (sin solución de continuidad); cuando la continuidad del color está disminuida o interrumpida significa que en ese sector existe disminución de la perfusión o microirrigación. En el trastorno evolutivo del lóbulo prefrontal (TELF) el SPECT revela la hipoperfusión en alguna de las tres caras del lóbulo frontal (inferior, dorsolateral o mesial). Esta información, a su vez, debe correlacionarse con las manifestaciones clínicas. 53 Capitulo V Estrés materno y perinatal Consecuencias Pablo Cólica En los últimos veinte años se observa un creciente interés en los fenómenos epigenéticos que relacionan el estrés materno du- rante el embarazo y el estrés perinatal del niño con diversos tras- tornos y enfermedades, tanto de la infancia y adolescencia como de la edad adulta. Para ello debemos remitirnos a las observaciones de un epi- demiólogo inglés, David Barker, quien en el año 1979 publicó sus investigaciones sobre la relación entre el peso al nacer y el riesgo de padecer enfermedades coronarias, hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares y diabetes a lo largo de la vida, lo que se conoció como “Hipótesis de Barker” de la Programación Perinatal. Esas observaciones tenían como antecedente lo ocurrido con los niños nacidos en Holanda, durante los dos últimos años de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue decomisada la totali- dad de los alimentos producidos en esa nación por el ejército nazi, en lo que se llamó luego la “hambruna holandesa”. Muchos de esos niños fueron controlados médicamente hasta adultos observándose en ellos, entre otras cosas, el desarro- llo precoz de síndrome metabólico y mayor incidencia de muertes por enfermedades cardiovasculares. 54 El mismo Barker, varios años después, vinculó sus hallaz- gos no solo con la desnutrición sino también con el estrés pre y perinatal, en una investigación donde demostraba que esas cir- cunstanciaspueden alterar la expresión de neurotransmisores, neuromoduladores y sus receptores cerebrales (Barker, D. 1988). Una de las principales investigadoras en este campo es la is- raelí Martha Weinstock-Rosin (Weinstock,M.,2001, 2004) quien postuló que el estrés materno prenatal sensibiliza el cerebro fetal, provocando luego en el niño: • aumento de la ansiedad ante situaciones nuevas • disminución del metabolismo de la dopamina • alteraciones de la conducta social • alteraciones del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal Luego se postuló que, en muchos de estos casos, se consti- tuye un tipo de “fenotipo ahorrador” que surgió de relacionar el bajo peso al nacer con alteraciones del metabolismo de la glucosa y la insulina, que luego siguen en la edad adulta. Se interpreta como un mecanismo de adaptación a la mal- nutrición, ahorrando energía mediante la disminución de la se- creción de insulina, de Factor de Crecimiento Simil Insulina (IFG 1) y de Hormona de Crecimiento (Somatotrofina) tal como lo publicó Gluckman, en 2006. Numerosas investigaciones demostraron luego que el eje HHA se puede alterar no solo por desnutrición sino por estrés materno y administración de corticoides y algo que en su mo- mento fue sorprendente: que la programación perinatal puede alterar la expresión de la carga genética y transmitirla a generacio- nes posteriores (transmisión transgeneracional epigenética). Aros Aranguiz, S. (2006) resume que “Todo esto configura una estrategia que resulta perjudicial para su propio organismo cuando el feto enfrenta el ambiente postnatal, en que se presentan las consecuencias a mediano y largo plazo, que son: • mayor riesgo de obesidad • riesgo de insulinorresistencia; 55 • estrategia reproductiva alterada (adrenarquia y menarquia aceleradas); • menor protección ante la longevidad, osteopenia y disminución del crecimiento músculo-esquelé- tico; • disminución del desarrollo cerebral; • sensibilidad alterada ante un ambiente amena- zante (alteración del eje HHA) y alteraciones del ánimo”. En definitiva, estrés materno, perinatal y desnutrición com- parten responsabilidades sobre lo que va a ocurrir con cada perso- na a lo largo de su vida, en mucha mayor medida que lo especí- ficamente genético, en función de la posible afectación del desa- rrollo cortical, que comienza en el primer trimestre del embarazo. El estrés moviliza adrenalina, vasopresina, citoquinas infla- matorias, entre ellas endotelinas, todas sustancias que son poten- tes vasoconstrictores. El efecto sobre la placenta es isquemia, dis- minución de flujo sanguíneo, nutrientes y oxigenación y debemos recordar que funciona como órgano secretor de numerosas sus- tancias que son esenciales para el mantenimiento del embarazo, el crecimiento fetal, la barrera inmunológica, etc. Las regiones cerebrales se forman en diferentes momentos o etapas de la gestación. Primero el tronco, luego los hemisferios y, por último, el cerebelo. Lo más nuevo evolutivamente es el lóbulo frontal con es- tructuras que son solo específicamente humanas. Un correcto neurodesarrollo es esencial en las primeras eta- pas de la vida. Si bien podrá continuar durante años, hay fenó- menos de crecimiento, migración y establecimiento de redes neu- ronales funcionales que se producen en esos primeros momentos del desarrollo. Por lo tanto, el momento en que ocurran situaciones es- tresantes determinará el tipo de afectación funcional futura de funciones neurocognitivas y comportamentales. 56 Podrán producirse hipoplasia cortical por reducción del nú- mero de neuronas o células gliales, ectopia cortical por anormali- dades en la migración o displasia cortical, es decir anormalidades en la forma o número de dendritas. Estas alteraciones, tanto en el estrés prolongado o cróni- co como en la desnutrición, se producen por disminución de la expresión de hormona del crecimiento (SH-Somatotrofina) y de Factores Simil Insulina (IFG 1 Y 2 ) que se fabrican en el hígado. El IGF1 (o Somatomedina) está involucrado en la neurogé- nesis, mielinización y sinaptogénesis de ramificaciones dendríti- cas y tiene funciones de neuroprotección. El IGF2 es un factor de crecimiento primario requerido para el desarrollo fetal y además muy necesario, sobre todo en el hipocampo del adulto. También disminuye la cantidad de Pro- teínas Fijadoras de estos factores (IGFB Ps.) así como otras muy necesarias para la localización, supervivencia y desarrollo de las neuronas en el período embrionario. Estrés y desnutrición afectan los Factores de Crecimiento Neuronal (NFG), descubiertos en 1947 por Rita Levi-Montal- cini, y dirigen la migración y crecimiento de las vías neuronales (sobre todo neuronas del hipocampo y corteza prefrontal) y la re- gulación de la síntesis de Noradrenalina fetal. Estos factores luego se discriminaron en: • Factor Neurotrófico derivado del Cerebro (BDNF) • Neurotrofina-3 (NT-3) • Factor Neurotrófico Ciliar (CNTF) En su libro Neurogénesis, el Prof. Samuel Taleisnik, (2012) refiere con sólida y abundante bibliografía que el estrés prolon- gado produce disminución de neurogénesis en gyrus dentado e hipocampo por incremento de glucocorticoides, aminoácidos ex- citatorios (glutamato) sobre receptores NMDA y disminución de niveles de BDNF en ratas, con disminución de células precursoras solo con separarlas de sus madres varias horas entre los días 1 y 14. Luego presentan una afectación permanente de la neurogénesis 57 en hipocampo, que persiste cuando adultas. Existen evidencias de que en el TAD habría un compromi- so perinatal de los receptores de glutamato (NMDA) y lesión a largo plazo de las vías dopaminérgicas. Los cambios observados en los receptores NMDA presinápticos del cerebro fetal alteran la expresión genética de la respuesta normal ante el estrés e impiden en el adulto una adecuada adaptación al ambiente, producen alte- raciones definitivas del eje HHA y mayor vulnerabilidad al estrés. Hoy se sabe que estructuras cerebrales como el hipotálamo, hipocampo y amígdalas cerebrales quedan programadas para la vida adulta a partir del tercer trimestre del embarazo y que el es- trés materno puede tener consecuencias sobre: • el córtex prefrontal: con sus efectos sobre cogni- ciones, control de impulsos, síndrome disejecuti- vo y TELF • el desarrollo del sistema límbico: con sus conse- cuencias sobre emociones y memoria • las vías dopaminérgicas y la migración, ubicación y funcionalidad de neuronas y sinapsis por cam- bios epigenéticos con sus consecuencias en diver- sos desórdenes neuropsicológicos y psiquiátricos. La dopamina regula las respuestas genómicas que determi- nan el desarrollo y plasticidad neuronales y tiene que ver con el equilibrio de neuronas excitatorias e inhibitorias. Las alteracio- nes de los receptores y vías dopaminérgicas juegan un papel muy importante en el desarrollo de esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos. Por otra parte, debemos tener muy presente que, en el ser humano, las amígdalas cerebrales y parte del sistema límbico es- tán desarrollándose desde el tercer trimestre y se completan al momento del nacimiento, por lo que son muy importantes los recuerdos emocionales que se suscitan desde los primeros estadios de la vida. 58 Esos acontecimientos serían entonces codificados en nues- tra memoria emocional, centrada en las amígdalas cerebrales, bas- tante distinta del sistema de memoria declarativa centrada en el hipocampo que se vuelve funcional posteriormente, en la infan- cia. Es usual que esta memoria emocional amigdalina no acceda a la conciencia. La liberación de cortisol materno pasa a la placenta y afecta al desarrollo del hipocampo y amígdalas cerebrales fetales. El niño en formación puede ser influenciado por el entorno ambiental, la miseria, la marginalidad y la violencia en cualquiera de sus formas, verbal, psicológica o física, un tipo de violencia que no respeta límites culturales o socioeconómicos. También lo puede
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