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DUDLEY ANDREW LAS PRINCIPALES TEORÍAS CINEMATOGRÁFICAS Edición ampliada y actualizada EDICIONES RIALP, S. A. MADRID Publicado originariamente en inglés por Oxford University Press bajo el título: The Major Film Theories © 1976 by Oxford University Press, Inc. © 1993 de la presente edición by EDICIONES RIALP, S. A., Sebastián Elcano, 30. 28012 Madrid. La traducción española —adquirida a Editorial Gustavo Gili, S. A.— ha sido realizada por Homero Alsina Thevenet y revisada por Joaquín Romaguera i Ramió. La traducción del IV capítulo se debe a Gregorio Solera Casero. Diseño de cubierta: Juan Rodríguez Fotocomposición: M. T., S. A. Fotomecánica: Imagen, S. L. ISBN: 84-321-2911-9 Depósito legal: M-38.548-1992 Impreso en Gráficas Rogar, S. A., Fuenlabrada (Madrid) Impreso en España - Printed in Spain No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informá tico, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecáni co, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright. A mi madre y a mi padre. ÍNDICE Págs. N ota preliminar a la EDICIÓN castellana, por Ho mero Ahina Thevenet............................................................. 13 PRÓLOGO. «Dudley Andrew: Travelling por las teorías del cine», por Francisco Zurián ........................................ 15 Prefacio, por J. Dudley Andrew .......................................... 23 Introducción .................................................................. 27 El tem a....................................................................... 27 El método................................................................... 31 1. La transposición ............................................... 33 2. La interdependencia de las preguntas ............. 34 I. La tradición fo rm ativ a ....................................... 37 1. Hugo Munsterberg........................................................ 41 Materia y medios .................................................. 42 Forma y función ................................................... 48 2. Rudolf Arnheim ............................................................. 55 Material................................................................. 56 El uso creativo del m edio..................................... 60 Forma cinematográfica ........................................ 61 El propósito del cine .......................... 64 3. Sergei Mikhailovitch Eisenstein............................. 71 La materia prima del cine .................................... 74 9 Indice Págs. Medios, cinemáticos: la creación a través del mon taje ...................................................................... 81 Forma cinematográfica ......................................... 88 La máquina del a r te .......................................... 91 La analogía orgánica ........................................ 95 El propósito final del c in e ..................................... 100 La retórica.......................................................... 100 El a r te ................................................................. 103 4. Béla Balázs y la tradición del formalismo.... ......... 109 Un sumario de la teoría cinematográfica forma- tiv a ...................................................................... 109 Formalismo ru so ..................................................... 112 Béla Balázs.............................................................. 118 La materia prima del arte cinematográfico......... 120 El potencial creativo de la técnica cinematográfica 122 La forma cinemática o forma ............................... 127 Funciones cinemáticas........................................... 131 II. TEORÍA CINEMATOGRÁFICA REALISTA ...................... 137 5. Siegfried Kracauer .................................................. 140 Materia y m edios.................................................... 141 Formas composicionales ....................................... 149 El propósito del cine .............................................. 159 Refutaciones ........................................................... 163 6. André Bazin ............................................................. 169 La materia p rim a.................................................... 172 Medios cinemáticos y fo rm a ................................. 177 Bazin versus la teoría tradicional ..................... 177 La plástica de la im agen................................... 182 Los recursos del m ontaje.................................. 191 Los buenos y malos usos del montaje; propó sitos cinemáticos ........................................... 200 La función del cine ................................................. 207 III. Teoría cinematográfica francesa contempo ránea .......................................................................... 217 7. JeanMitry ............................................................... 223 La materia p rim a .................................................... 227 10 Indice Págs. El potencial creativo en el cine ............................. 230 La forma y el propósito del c in e ........................... 245 8. Christian Metz y la semiología del cine................. 252 La materia p rim a .................................................... 256 De la semiología ................................................ 256 Del cine .............................................................. 257 Los medios de significación en el cine ................ 260 El cine no es un verdadero lenguaje ............... 260 Sin embargo el cine es un lenguaje .................. 263 1. Código-mensaje....................................... 265 2. Sistema-texto ........................................... 269 Las formas y posibilidades del cine ...................... 271 La semiología y los propósitos del c in e ................ 278 9. El desafío de la fenomenología: Amédée Ayfre y Henri Agel ............................................................... 284 IV. HISTORIA E INTEMPORALIDAD DEL CINE ................ 297 N o t a s ....................................... 319 Bibliografía .................................................................... . 331 ÍNDICE FÍLMICO ................................................................. 351 ÍNDICE ONOMÁSTICO ........................................................... 355 11 NOTA PRELIMINAR A LA EDICIÓN CASTELLANA por Homero Alsina Thevenet El autor del presente tratado es profesor de la Universidad de lowa (Estados Unidos). Escribe en inglés sobre teorías cinemato gráficas que han tenido cierta relevancia en este siglo y que pro ceden de pensadores que han escrito en francés, alemán o ruso (André Bazin, Rudolf Arnheim, Siegfried Kracauer, Béla Balázs, S. M. Eisenstein, V. I. Pudovkin, Christian Metz y otros). Como lo advierte en sus primeras páginas, ha utilizado textos que le eran accesibles en idioma inglés y algunos otros en francés. Por otra parte, su material no es solamente el cine. Las teorías cinemato gráficas, derivan parcialmente de otras disciplinas, como la foto grafía, la psicología, la filosofía y la lingüística. La traducción al castellano presentaba así un doble riesgo. Ante todo, podía caer en las deformaciones de la retraducción, alterando ocasionalmente la expresión original de quienes formu laron esta o aquella idea. En segundo lugar, incidía en un lenguaje que a menudo es técnico, buscando equivalencias que no es fácil obtener en castellano, y menos aún si se trabaja sobre un idioma intermedio. En tales circunstancias se creyó preferible que la traducción castellana se adhiriera al texto inglés con tanta fidelidad como fuera posible. Se advertirá por ejemplo que el texto utiliza reitera damente diversos vocablos (imagen, percepción, experiencia, su- 13Homero Alsina.Thevenet jeto, significación, realidad) a veces dentro de una misma frase, pero en todos esos casos la reiteración es del autor. El criterio de fidelidad ha llevado a respetar también la elección de ciertas palabras. El autor utiliza con frecuencia el adjetivo cinematic y se ha preferido traducirlo por «cinemático», para diferenciarlo de «cinematográfico» o «fílmico», que figura en otras frases. Un problema similar se plantea con el vocablo patterns. En algunos casos es sencillo obtener su equivalente (dibujos, esque mas, bosquejos, diseños, moldes), pero en otros casos, patterns alude a un concepto más complejo, como, por ejemplo, «prefigura ción de la conducta ante un estímulo dado». En esos casos, y para evitar trabajosos rodeos verbales, se ha preferido mantener la palabra inglesa. Por motivos similares se han mantenido vocablos como slapstick o neologismos como sintagma. De ese ocasional criterio bilingüe participa además el mismo autor, que en el texto inglés mantiene expresiones francesas como auteur, mise-en-scè ne, décoüpage, y otras. Como forma de ayuda al lector, esta versión castellana in corpora: 1. Notas al texto (marcadas con letras: a, b, c), para aclarar algunos conceptos y ampliar referencias cinematográficas. 2. Un apéndice de referencias sobre títulos de films que en el libro original aparecían mencionados sin mayor aclaración. 3. Una ampliación de la Bibliografía, incorporando versiones castellanas de ciertos libros relevantes al tema, sean o no mencio nados por el autor. La escasez de libros en castellano sobre teorías cinematográfi cas puede servir, doblemente, como disculpa por eventuales errores y como buen motivo para la edición de un libro que procura resumirlas. H. A. T. 14 PRÓLOGO «DUDLEY ANDREW: TRAVELLING POR LAS TEORIAS DEL CINE» Siempre es difícil la tarea de pretender dar al lector una visión anticipada del libro que tiene entre las manos. He de confesar que, en el presente caso, esta dificultad es mayor por tratarse, por un lado, de un texto denso, repleto de datos, bien escrito y, realmente, imprescindible para todo aquel que quiera situarse en eso que hemos dado en llamar la teoría del Ciné. Por otro lado, poner el prólogo a la obra de un buen amigo implica el hándicap cierto de tener muchas cosas que decir y no saber por dónde empezar o acabar, de no poder fijar con precisión la frontera del interés general, El autor de este libro, Dudley Andrew, es un conocido teórico e historiador de las teorías sobre el hecho fílmico. Es, además, profesor en la University o f Iowa, Director del Institute for Cinema and Culture Communication Studes de esa misma Uni versidad, miembro del Comité de Honor del Instituto de Estudios Cinematográficos y Comunicación Audiovisual (IDEC) con sede en Valencia y autor de importantes estudios sobre la Teoría y Estética del Cine, así como sobre algunos de sus grandes maes tros1. 1 Citaremos sólo algunos de los principales ejemplos: 1978: The Major Film Theories. An Introduction, Oxford University Press, New York. 1978: André Bazin, Oxford University Press, New York. (2 ed.: Columbia 15 Francisco Zurián y Hernández Con todo Dudley es, sobre todo, un trabajador incansable enormemente enamorado de dos grandes realidades: su familia y el Cine. De amplia formación, especialmente interesado en el Cine europeo, más concretamente el francés, es un gran conver sador, amigo de congresos y de todos los espacios donde se vislumbre la posibilidad de un intercambio directo de ideas y opiniones2. No se trata de un profesor universitario encerrado en un mundo que se agote en la biblioteca, sino de un hombre en contacto con alumnos y colegas, allí donde estén. En el presente libro, Las principales teorías cinematográficas, nos ofrece una buena panorámica de lo que se ha producido en este terreno en todo el mundo. Por ello se puede considerar su texto como un verdadero manual, imprescindible para todo aquel lector que quiera saber quién es quién en el mundo de la teoría del Cine. La experiencia docente me demuestra que se trata de un apoyo casi imprescindible tanto para el neófito'como para aque llos que ya tienen algo más de experiencia y son capaces, por tanto, de encontrar en él cada vez más pautas de datos y lectura que facilitan, enormemente, adentrarse luego en alguno de los autores que se explican. Desde hace años está agotada la edición española de esta obra. Ahora Rialp ofrece una nueva edición ampliada y actuali zada (respetando la traducción española original) con un capí tulo final que incorpora la más reciente reflexión en la teoría del Cine: la hermenéutica. De este modo presenta la obra una visión que va desde los mismos orígenes de la reflexión estética y teórica del Cine hasta la línea de trabajo más actual. Una gran originalidad de este libro es su forma de articular .U niv. Press, Morningside books, 1990; hay traducción francesa en Ed. de la Ci némathèque Française, 1983). 1981 ; Kenji Mizoguchi: A Guide to References and Resources (en colaboración con Paul Andrew). G. K. Hall & Co. 1984: Concepts in Film Theory, Oxford University Press, New York. 1984: Film in the Aurea o f Art, Universsity Press, Princeton. 2 Se puede encontrar un amplio resumen de sus ideas, opiniones y trabajos en Zurián, Francisco, «Entrevista con Dudley Andrew: Una panorámica a las teorías del Cine», en Film-Historia, vol II, n.° 1, 1992, pp. 61-72. 16 Prólogo los diferentes estudios. Para que no parezca un acopio, sin más, de datos, nuestro autor ha tenido la intuición de someter a los teóricos a un verdadero diálogo —como señala Andrew en su Prefacio— forzándoles a hablar de temas comunes, haciéndoles revelar las bases de su pensamiento, colocándolos en contrapo sición, y esto con un propósito realmente singular: establecer a lo largo del análisis una serie de «categorías» que sirvan para hacer la deseada comparación. Todavía sorprende más compro bar cómo ese planteamiento rezuma un aristotelismo —confesa do por el autor sin cortapisas—3 del que toma la clásica división de las cuatro «causas»: material, formal, eficiente y final. Se trata de una apuesta explicativa radical y valiente pero también arriesgada4. Arriesgada por dos posibles motivos; de un lado, la comple jidad que supone explicar un fenómeno tan sumamente nuevo y contemporáneo como es el Cine con unos parámetros marcada mente clásicos y, para algunos autores de los que se trata, «vio lentos» por lo antagónico de sus planteamientos. Por otro lado, el peligro de un excesivo intelectualismo que hiciera de este texto un libro filosófico más que explicativo de las teoría§, del Cine. Por lo que respecta a la primera objeción, Aristóteles se revela, una vez más, como un autor de gran actualidad, un verdadero contemporáneo. Lejos de encorsetar la explicación, le da soltura y grandes posibilidades tanto interpretativas como de confrontación —y por lo tanto también de enriquecimiento- entre los diversos autores, desde una posición independiente pero de diálogo claro y, a la vez, rico en matices que el lector atento irá descubriendo y estudiando. La segunda objeción se salva por la enorme riqueza cinema tográfica del autor, que sabe servirse perfectamente del anda miaje aristotélico como una herramienta, pero dejando a cada asunto su propia autonomía. No se trata de un libro de divulga ción sin más, sino de una obra que es capaz de ofrecer una visión ’ Cita a Aristóteles, concretamente su Física, tomo II, sección 3. 1 Otro ejemplo de mirar el Cine con ojos aristotélicos se puede encontrar en García Noblejas, Juan José, Poética del texto Audiovisual, Pamplona, EUNSA, 1982. 17 Francisco Zurián y Hernández introductoria pero global de los autores que se estudian, con un lenguaje claro pero con una exposición que el lector debe esfor zarse en re-pensar; así sacará gran partido al libro, un libro', por otra parte, nada cerrado sobre sí mismo, sinoabierto en sí —entre los autores que trata— y para el lector, invitado constan temente a dialogar con los autores y a reflexionar acerca de las opiniones y datos que se le ofrecen. No olvidemos que el Cine, como artefacto cultural y artístico, guarda una profunda relación con la mentalidad propia del espacio-tiempo del que es producto, estando, por tanto, sujeto a una perenne interrelación con la sociedad que lo produce. Por ello podrá encontrar el lector estudios monográficos sobre autores y movimientos que han pretendido, a lo largo de la historia, dar razón del Hecho Cinematográfico con sus múl tiples implicaciones, tanto filosóficas, como psicológicas, so ciales o lingüísticas, puesto que el campo de estudio del Cine, como de cúalquier otra manifestación cultural, no es un campo monolítico, sino interdisciplinar, debido al mismo carácter de su objeto. Es fácil, pues, apreciar las múltiples conexiones que existen entre teoría-praxis-cultura. Un autor parte, en su reflexión, de una realidad vivida, en nuestro caso el Cine y el Cine en su tiempo; de ahí se plantea la problemática cinematográfica más en general, prescindiendo muchas veces del referente directo para ir a las características comunes. Ese trabajo se ve, continua mente, influido por su formación intelectual, ideológica y por la cultura en la cual se sitúa y desde la cual contempla, piensa y produce su teoría. De éste modo van desfilando por las páginas del libro autores formalistas como Hugo Munsterberg, alemán de origen y profe sor universitario en Alemania y Estados Unidos, que, siendo filósofo, nos habla de la estética y psicología del Cine. Con su perspectiva erudita se siente especialmente atraído por la narra- tividad del Cine y su sustrato psicológico. Es un campo muy cercano, el psicológico, se sitúa Rudolf Arnheim, aunque éste más en la línea de la escuela psicológica de la Gestalt, muy preocupado por el medio cinematográfico. Ya en otra perspec tiva aparece Sergei Mikhailovitch Eisenstein, que, además de 18 Prólogo inquieto intelectual, posee la faceta de realizador, uniendo así praxis y teoría, dentro del materialismo marxiano que, con todo, logra trascender en sus películas. El último autor dentro de la perspectiva formalista es Béla Balázs, que se muestra preocupa do por el lenguaje-forma del Cine. Situados ya en el campo realista, encontramos a Siegfried Kracauer, un autor de biblioteca que analiza pormenorizada- mente los aspectos diferenciadores de lo cinematográfico; y en el otro lado de la moneda, a André Bazin, crítico y visualizador incansable de películas, fruto de lo cual nace su reflexión marca damente crítica con el movimiento formalista; él creía ciegamen te en el poder de la imagen en sí misma como captadora de la realidad. Más tarde vendrán importantes autores más difíciles de cla sificar, como Jean Mitry, que, empezó desde unas posturas cercanas al estructuralismo y fue variando hasta abrir su propia vía, muy estudiosa de la historia del Cine —que él vivió desde prácticamente el principio—, erudita y de cercanía a las aulas, explicando el Cine como un hecho interdisciplinar y no unidi reccional. Por otro lado Christian Metz, dentro de campos^muy diferentes —aunque no en el origen—, se preocupa de las condi ciones materiales que permiten funcionar al Cine, punto radical mente contrario a autores como Amédee Ayfre y Henri Agel que, dentro de cierta fenomenología y hermenéutica, buscan un cine de trascendencia, de realidad, más allá de discusiones ma terialistas sobre la imagen como signo. La perspectiva herme néutica es la que, tal vez, esté apuntando en la actualidad como mayoritaria en nuestro escaso panorama teórico de finales de siglo. Y es que ahora mismo nos encontramos en un claro —y poco productivo— impasse, debido fundamentalmente a la gran com plejidad que han alcanzado los medios audiovisuales, lo cual hace que ya incluso el término «Cine» sea absolutamente am biguo: no sabemos muy bien de qué, en concreto, hablamos cuando hablamos de Cine. Nos encontramos ante la tarea de redifinir el Cine y el mundo de la Comunicación Audiovisual y tenemos que tener en cuenta, para ello, los nuevos soportes y las nuevas tecnologías. 19 Francisco Zurián y Hernández Es mucho lo que nos pueden aportar esos maestros que empezaron a descubrir en el medio audiovisual un arte, un nuevo lenguaje en el que poder expresarse y transmitir ideas, sentimientos y emociones. Tal vez ahora, en algunos sectores y en parte, estamos un poco de vuelta a esa contemplación primaria del Cine como recurso lúdico y jocoso, con la sola diferencia de pasar de entretenimiento de feria a entretenimien to en vídeo. Volvemos a planteamos en nuestros días la necesidad de un Cine de calidad artística (la técnica está servida) y comunicativa. Es cierto que el Cine ha conseguido ya su puesto entre los objetos culturales. Incluso ha entrado ya en la Academia y en las aulas universitarias, ha conseguido ese status por el que tanto lucharon los pioneros. Todo eso está muy bien, pero ¿hada dónde vamos? La salas de Cine se cierran. Las producdónes marcadamente comerciales se hacen con el mercado. Ya se produce, en algunos casos, sólo y exclusivamente para la televisión o para entrar en unos nuevos canales de distribución: los vídeos domésticos. Tal vez el ritual de ir al Cine se ha perdido. Quedan en el recuerdo aquellas colas ante las taquillas de los numerosos dnes existentes. El acomodador guiándonos con su linterna en la oscuridad mágica de una gran sala iluminada por una enorme pantalla que destellaba luz y acción. Cada vez queda menos de eso. Ahora la imagen está en nuestra mano, en un mando a distancia que manipula la cinta a nuestro antojo, rompiendo el ritmo de la película cada vez que recibimos una llamada telefó nica o nos apetece ir al frigorífico. Las salas comerciales, cada vez más pequeñas, en una pseudo- proliferación de multicines de Lilliput nos muestran unas imá genes que se nos antojan recortadas. Realmente debemos plan tearnos esta nueva etapa. Debemos pensar cómo sacarle el me jor partido a esta situación. Tal vez desde la teoría del Cine hay que dejar de plantearse, por ya demasiado manidas, las cuestio nes de la esencia de lo fílmico, de la artisticidad del Cine, y repensar su situación y uso socio-cultural-artístico. Mucho puede aportar la teoría. Hay que volver un poco a los orígenes del Cine. Volver a pensar el uso creativo del medio 20 Prólogo cinematográfico, la forma y el propósito —si lo tiene— del Cine. Cómo llegar al público, cómo —cosa importante— subsistir eco nómicamente, cómo levantar la industria sin mermar la calidad. Y es en este gran capítulo donde tenemos mucho que aprender de esas personas que vivieron el cine y supieron transmitirnos su valor. De ahí, por eso, la riqueza de este libro. Ahora, tal vez, tendríamos que plantearnos una redistribu ción del producto audiovisual. Está claro que las productoras necesitan hacer, si se permite la expresión, cine-basura, como las cadenas de alimentación necesitan ofrecer comida-basura, para comer y digerir con rapidez sin preocuparse de la calidad o el gusto: ¡hay que matar el hambre! Y eso no es bueno. La realidad es la que es. Se podría soportar que existiera ese tipo de producción para dar respuesta a la gran demanda del vídeo doméstico. Un tipo de cine familiar, de diversión y entre tenimiento sin ninguna pretensión de calidad, un cine del mo mento, de consumo rápido que permita, incluso, los cortes del zapping. Pero otra clase de producciones sería destinada, en primer término, a salas comerciales. Salas que deberían replantearse^ función y tipo. Un paso en esta línea son las pequeñas salas de los multídnes, que dan mayor oferta y abaratan costos. Pero no es suficiente. Se tendrá que pensar sobre la conveniencia de adoptar nuevas tecnologías. Ejemplo de ello podrían ser las salas montadas por Lucas y Spielberg en Disney.Y, sobre todo, dedicar las viejas salas, las de siempre, como verdaderos museos cinematográficos, a vender un producto de calidad y crear la necesidad —cultural— de consumo. Como siempre, lo cómodo es ir a lo fácil, pero el futuro —también comercial— del Cine está en saber crear-la necesidad, lo cual significará que el público demandará ese tipo de Cine, las productoras lo harán y las salas tendrán que proyectarlo porque contarán con un público más o menos estable. Se puede pensar que se está exagerando un poco la situación, que, después de todo, estamos en una civilización de la imagen y todo a nuestro alrededor nos habla en imágenes. Es cierto, pero eso se está volviendo contra nosotros mismos. Resulta obvio que somos personal muy informadas, pero no es menos 21 obvio que estamos muy poco formadas. Contemplamos la vida llena de imágenes, pero la contemplamos vacía de contenidos. La retina soporta bombardeos de millones de impactos sensi bles, pero nuestro cerebro se esfuerza poco por ponderarlos. El Cine es algo sumamente atrayente. Es casi el último res quicio cultural que tenemos si se siguen dejando en el camino lecturas, inquietudes, tertulias de amigos... Estamos ahora ro deados de los nuevos «gurús», de los nuevos ídolos (la beautiful people económica, los yuppies y los brokers de la gran city), de las nuevas formas de una vida rápida hasta el estrépito, corrien do hacia ninguna parte... El Cine puede ser o el último escape del día en una carrera más por conseguir el nirvana lúdico, o puede ser una pequeña voz de la conciencia que nos llame la atención y nos haga enfren tamos con una historia bien narrada, que nos despierte del sueño de la carrera del fin de siglo y nos lleve a plantearnos, de nuevo, algo tan sencillo como nuestro propio yo. Me perdonará el lector por esta digresión, que trata de mos trar, desde nuestro punto de vista, la situación actual. Ya se ve que reflexionar sobre todas estas cosas estando tan encima de ellas no es fácil; ¡quién sabe!, tal vez dentro de muy poco encon traremos una realidad diferente, debido, inevitablemente, a la precariedad de lo actual, que dejará de ser actual o de tener sentido en un abrir y cerrar de ojos. La necesaria perspectiva para poder hablar de éstas cosas puede lograrse al estudiar y meditar lo que otros, antes que nosotros, ya han pensando, han discurrido; al considerar cómo se han enfrentado a los problemas y han intentado, honestamen te, aportar una buena solución. Las principales teorías cinemato gráficas, de Dudley Andrew, sirve especialmente para esto, para entrar en diálogo —por encima de las fronteras del tiempo— con unos autores que nos ayudaran a conocer el Cine un poco mejor. F r a n c i s c o Z u r i á n y H e r n á n d e z Director del IDEC Instituto de Estudios Cinematográficos y Comunicación Audiovisual Valencia Madrid, 27 de marzo de 1992 Francisco Zurián y Hernández 22 PREFACIO por J. Dudley Andrew Han existido, que yo sepa, dos historias de la teoría cinema tográfica: la Historia de las teorías cinematográficas de Guido Aristarco y la Estética del cine de Henri Agel*. Aunque estoy en deuda con ambas obras, no deseo emularlas en su intento de enumerar a todos los teóricos y de desentrañar cada línea de teoría. En lugar de ello, este libro aspira a oponer a los principales teóricos entre sí, forzándoles a hablar de temas comunes, hacién doles revelar las bases de su pensamiento. He elegido, por tanto, a aquellos teóricos que escriben sobre el cine en un sentido amplio, y que lo hacen con la fuerza de una larga argumenta ción. Los innumerables pensadores que en alguna ocasión han teorizado sobre el cine (incluyendo a grandes pensadores como Erwin Panofsky, Susanne K. Langer, Maurice Merleau-Ponty, Gabriel Marcel y André Malraux) reciben aquí poca atención. Otros teóricos primitivos como Ricciotto Canudo, Louis Delluc y Vachel Lindsay, son también dejados de lado, porque en mi opinión sus teorías no resisten al peso de una comparación con las otras figuras de este libro. Se ha dado prioridad a aquellos teóricos cuyos escritos son asequibles en idioma inglés. Lamentablemente esto elimina de la discusión a teóricos mayores en francés, en ruso y especialmente en italiano. Como este volumen intenta ser una ayuda, y no una 23 Dudley Andrew sustitución, a la lectura de los teóricos mismos, no sería proce dente un tratamiento extenso de aquellas figuras, cuyos libros son difíciles de obtener y no están traducidos. Es cierto que los capítulos finales de este libro tratan de algunos teóricos france ses contemporáneos cuya obra está todavía en francés, pero esto resulta válido por el hecho de que sus ideas están ahora en circulación y, en varios casos, en proceso de traducción. El plan de este libro tiene alguna apariencia de historia, pero sólo incidentalmente. Mantengo la distinción clásica entre teoría formativa y teoría realista o fotográfica, diferencia que es un lugar común y que está vinculada con el cliché de que todo el cine tiene sus raíces en Méliés o en Lumière. En la teoría cinematográfica, ocurre que la primera gran época de ideas era casi homogéneamente formativa. Hasta 1935, aproximadamen te, es difícil encontrar a un realista que pueda ser comparado con Hugo Munsterberg, Rudolf Arnheim, Sergei M. Eisenstein, Béla Balázs o Y. I. Pudovkin. Después, la situación cambió y las semillas de la primera teoría realista crecieron en la profusa tradición de André Bazin, de los críticos de Cahiers du Cinéma y, en América, de Siegfried Kracauer y de los artistas del cine- ma-vérité, como Richard Leacock. D. A. Pennebaker y Michael Roemer. Es valioso colocar esos movimientos en contraposición, ya que, de hecho, es exactaménte así como se desarrollaron. Los teóricos formativos escribieron como una respuesta al realismo «bruto», que los productores cinematográficos anunciaban y que el público creyó que estaba recibiendo. Más tarde, los rea listas atacaron a los formalistas, específicamente, porque éstos prescindían de la especial referencia al realismo del cine, mien tras procuraban alinearlo con las artes de prestigio. Nuevamente debe subrayarse que no se ha intentado aquí incluir a todos los pensadores de cada zona. En su lugar, he elegido a aquellos pensadores que mejor articulan una posición respaldada por un ideario amplio o una tradición importante. Al retroceder hacia esa tradición o hástaese centro, confío en dar al lector algunos apoyos con los que pueda ascender más fácil o más afortunadamente en las obras originales. Se notará que mientras los pensadores formativos, por ejemplo, coinciden en 24 Prefacio la mayoría de los temas relativos al cine, varían enormemente sus razones para mantener tales posiciones y los argumentos que las sostienen. Mientras la mayoría de los estudiantes del cine pueden estar preparados para comparar teorías tan divergentes como las de Eisenstein y las de Bazin, me parece más fructífero comparar a teóricos del mismo campo. Este libro se propone promover tal comparación. La sección última del libro trata de la teoría contemporánea y de ideas que, en el momento en que escribo, se están aún desarrollando y elaborando hacia una formulación final. En su mayor parte la teoría contemporánea ha tratado de superar el debate formativo-realista, sea incorporando a ambos campos en una dialéctica (como lo hiciera Jean Mitry), sea elevando la discusión a un nivel de abstracción donde aquella distinción ya no es tan pertinente (como en cierto grado lo han hecho tanto los fenomenologistas como los semiologistas). Por la riqueza de la teoría actual y por su situación más bien confusa, me he restringido a los trabajos realizados en Francia, donde, a pesar de la diversidad de enfoques, existe un sentido de debate y de preocupaciones comunes. Esta sección final podrá provecí al lector, a lo sumo, con una serie de jalones por los cuales podrá reconocer los temasmayores y considerar las diversas posicio nes a la luz de la teoría cinematográfica clásica. Aquí también se extrañará a algunas figuras, que pueden parecer importantes o que pueden llegar a serlo. Pero lo que me interesa, y lo que debe interesar a todos los eruditos y estudian tes del cine, es el proyecto de la teoría cinematográfica misma, no la clasificación de todos y cada uno de los teóricos. Incluso si lo que sigue fuera un tratamiento exhaustivo de todas las teorías cinematográficas, sería iluso que el lector abandonara el libro con el alivio de haber ya ingerido un sumario de lo que se ha pensado sobre el cine. Prefiero, en lugar de ello, que comien ce a pensar por sí mismo, inspirado (y nunca restringido) por los hombres y los argumentos que han pasado frente a él. Cada libro requiere un momento y un lugar para ser escrito. Quiero reconocer al National Endowment for the Humanities el haberme dado tiempo para organizar y articular estos ensayos. La Universidad de Iowa, con su tradición en el serio estudio 25 Prefacio teórico del cine (señalado por más de una docena de disertacio nes en este campo) aportó un ambiente de apoyo. El Dr. Sam Becker ha sido la corporización activa de ese apoyo y la imagen misma de esa tradición en la teoría. Más esencialmente, debo agradecer a los cinco cursos de alumnado extraordinario, que ha abarcado mis cursos en teoría cinematográfica y que me ha ayudado a alcanzar la perspicacia y la comparación que estos ensayos puedan obtener. Permítase me citar especialmente a varios estudiantes graduados, muchos de los cuales están ahora enseñando teoría cinematográfica por sí mismos, cuyos trabajos y discusiones me han llevado a la comprensión de una figura u otra. El claro y riguroso tratamien to que Donald Frederickson dio a Hugo Munsterberg me hizo ver la validez de su teoría poco conocida y de la compleja tradición que la apoya. Jeffrey Bacal y James Spellerberg me hicieron encarar aspectos y temas en el pensamiento de Eisens- tein que se hicieron centrales para mi visión del gran director. Brian Lewis y David Bordwell apoyaron y ampliaron inconmen surablemente mi comprensión de Jean Mitry. Más personalmente, debo agradecer a Christian Koch, Den- nis Nastav, Anthony Pfannküche, Ellen Evans y Donald Craf- ton, no sólo por sus contribuciones a mi comprensión del tema, sino por sus críticas a toda la empresa de teorizar. En parte por ellos, este libro ha sido una parte activa de mi vida más que una tarea. Las tareas que quedaron fueron aliviadas y a menudo asumidas por Larry Ward en Iowa y por el trabajo minucioso y el personal buen humor de John Wright en la Oxford University Press. J. D. A. Iowa, junio de 1975 2 6 INTRODUCCIÓN El tema ¿Qué es la teoría cinematográfica? ¿Qué hacemos en la teoría cinematográfica? Los teóricos del cine formulan y verifican pro posiciones sobre el cine o sobre algún aspecto del cine. Lo hacen por motivos tanto prácticos como teóricos. En el campo de lo práctico, la teoría cinematográfica contesta las preguntas formu ladas por quienes se ocupan de hacer cine. Los fotógrafos po drían desear una comprensión de las ventajas e inconvenientes de la pantalla ancha; un productor podría querer averiguar todas las ramificaciones de los procesos del cine en relieve. En tales casos, la teoría cinematográfica trae a la luz lo que sin duda los realizadores comprenden intuitivamente. La teoría cinematográfica es estudiada muy a menudo, igual que en otras artes y ciencias, por el puro placer del conocimien to. La mayoría de nosotros simplemente quiere comprender un fenómeno que hemos experimentado fructíferamente durante muchos años. Ciertamente no hay garantía de que la teoría cinematográfica profundice la apreciación del cine, y de hecho muchos estudiantes aducen una pérdida del placer original y espontáneo que todos alguna vez tuvimos en la sala cinemato gráfica. Lo que reemplaza a esa pérdida es el conocimiento, una comprensión de cómo funcionan las cosas. 27 Introducción Esta situación, en la cual el conocimiento de una experiencia comienza a sustituir a la experiencia misma, es un fenómeno peculiarmente moderno. Sólo hace falta hojear volúmenes en la librería para advertir cuántas experiencias, que no son por sí mismas experiencias de la mente, son examinadas racionalmen te. La más actual sería el fenómeno de la vida sexual humana, que ha sido escrutada por tantos manuales y folletos psicotera- péuticos. La religión, asimismo, ha sido reemplazada para mu chos por la filosofía de la religión o por la antropología cultural; ambas introducen una actividad de la razón en una actividad de otro orden. Todo el campo de la psicología tiene como objetivo la comprensión consciente de procesos inconscientes. Esta lista podría proseguir e incluiría desde luego a la estética, a la inves tigación racional en el campo del arte, campo que por cierto no es enteramente racional. Preguntarse si la razón puede ayudar a la experiencia es plantear una pregunta situada más allá del alcance de este pe queño estudio, pero se trata de una pregunta que siempre debe mos recordar, para que nuestras investigaciones no se convier tan en un sustitutivo de nuestro espectáculo cinematográfico. Creo que quienes estudian el cine pueden experimentar más tipos de films que aquellos que no lo estudian, y que los estu diantes del arte ven los films normales, los films de su juventud, en una forma más completa e intensa. En todos los campos el conocimiento puede disminuir a la experiencia, si el conocedor lo permite. Pero no es necesario que así sea, porque el conoci miento debe estar relacionado con la experiencia y no ser su sustituto. Esto recuerda la propuesta socrática de que una vida no reflexionada no vale como vida. Debemos recordar también la respuesta del alumno a Sócrates: «La vida no vivida no justi fica la reflexión sobre ella». La teoría cinematográfica es otra rama de la ciencia, y como tal se preocupa de lo general y no de lo particular. No se preocupa primordialmente de films específicos ni de técnicas, sino de lo que podría denominarse la posibilidad cinematográfi ca misma. Esta posibilidad gobierna tanto a los realizadores como al público. Mientras cada film es un sistema de significa dos que el crítico trata de desbrozar, todos los films juntos 28 Introducción integran un sistema (el cine), con subsistemas (varios géneros y otras clases de grupos) susceptibles de ser analizados por el teórico. En América3 la teoría cinematográfica mejor conocida es la teoría del auteurb, que propiamente dicha no es una teoría, sino un método crítico. Igual que todos los métodos críticos, se apoya en ciertos principios teóricos, pero éstos no se dirigen tanto a la comprensión sistemática de un fenómeno general como a la evaluación de ejemplos particulares de ese fenómeno. En este caso el objeto de estudio es un film o un director. Como dice Andrew Sarris, «por lo menos la Teoría del Auteur puede ayudar al estudiante a decidir a qué films puede prestar atención y a cuáles ignorar». Él y sus compañeros auteuristsc han desarrolla do una forma elaborada de estudiar un film o grupo de films, para llamar la atención sobre detalles significativos y sobre ras gos que iluminan la personalidad y la visión del realizador cine matográfico. La teoría del Auteur es asimismo una forma de clasificar a los directores según una jerarquía de valores. Como tal puede ser muy útil, pero ciertamente no es una teoría. Igual que su hermana de sangre, la «crítica del género», organiza nuestra historia cinematográfic^y nos hace sensibles a ciertos aspectos de ella, mostrándonos qué títulos hemos valorado o cuáles son los que debemos comenzar a valorard. Ambos métodos evitan los peligros del conocimiento impre sionista que acecha al crítico no-sistemático, porque siguen un método organizado y algunos principios invariables que pueden ser aplicados a una serie defilms, uno tras otro. Pero esto aún no es teoría en su sentido puro, porque su objetivo es una apreciación del valor de obras específicas del cine, no una com prensión de la capacidad cinemática. Podemos denominar a la crítica «teoría cinematográfica aplicada», tal como llamamos a la ingeniería «ciencia física aplicada». Pero debemos siempre recordar que la crítica cinematográfica puede ser azarosa y casual o, como en esos dos casos (estudio por géneros y por auteur), puede ser sistemática, progresiva y formal. Mientras la mayor parte de la crítica comienza desde algunos principios teóricos generales, la mayor parte de las teorías co mienzan por preguntas generadas por films específicos o por 29 Introducción técnicas determinadas; pero las respuestas deben ser siempre aplicables a otros films, además del que generó la pregunta. De la misma manera, a un botánico se le puede formular una pre gunta general, surgida de la apariencia de una flor en particular, pero su teoría completa debe ser aplicable a otras flores aparte de la primeramente observada; de otra manera no sería un científico, sino un conocedor. Por tanto, el objetivo de la teoría cinematográfica es formular una idea esquemática sobre la posibilidad del cine. Puede adu cirse que el cine no es una actividad racional y que ninguna descripción esquemática le sería adecuada. Pero esto nos devuel ve al problema del conocimiento y de la experiencia. Cuando se le pregunta «¿Qué valor posible existe en tratar científicamente el cine?», el teórico cinematográfico debe contestar que la esque- matización de cualquier actividad nos permite relacionarla con otros aspectos de nuestra vida. Al poner una actividad en térmi nos racionales podemos discutirla junto a otras actividades es quematizadas, sean racionales o no. El teórico cinematográfico debe estar capacitado para discutir su campo con el lingüista o con el filósofo de la religión. Nadie igualaría una teoría cinematográfica, que después de todo es sólo un ordenamiento de palabras, con la experiencia cinematográfica. Pero al mismo tiempo, ¿quién negaría el valor de la geología porque reduce los fenómenos de las sustancias terrestres a fórmulas químicas y matemáticas? Son precisamente tales fórmulas las que nos permiten comprender el lugar de la tierra en el conjunto del universo. Similarmente, la generalidad de la teoría cinematográfica nos aporta una vía para compren der en nuevos términos una experiencia, términos que nos per miten integrarla con el universo de nuestra experiencia. Nuestra experiencia cinematográfica no debe ser ya un aspecto aislado de nuestra existencia. Algunos pueden protestar, porque al inte grar el cine en un mundo mayor, al considerarlo en términos que nos permitan cruzarlo con otras clases de experiencia, destrui mos la singularidad y la santidad de la experiencia cinematográ fica. Pero casi todos nosotros somos felices al poder pensar y hablar sobre aquello que tanto hemos amado y continuamos amando. Y la mayoría de nosotros piensa en el cine no como 30 Introducción una forma sagrada de existencia en el mundo, sino como otra variante de ser humano, diferente a, pero relacionada con, cosas tales como la literatura, el ritual religioso o la ciencia. La teoría cinematográfica confía en articular este modo de ser humano, esa capacidad cinemática. El método Podemos suponer que todos los teóricos del cine se acercarán a su tema en una forma lógica, aunque sabemos que la lógica de un teórico será diversa a la de otro. A su manera, cada teórico planteará lo que cree una pregunta importante sobre el cine yv-— habiéndola contestado (o al tratar de contestarla) estará obliga do a plantear otras preguntas afines. Las teorías cinematográfi cas son así reducibles a un sinuoso diálogo de preguntas y respuestas, y podemos compararlas provisionalmente sólo me diante el examen de los tipos de preguntas formuladas y de la prioridad concedida a cada una. Nuestro estudio sería sin em bargo trivial si meramente enumeráramos todas las preguntas planteadas por cada teórico y las respuestas dadas. Una lista semejante nunca podría generar la comparación, el contraste y la esquematización de las ideas sobre el cine. A fin de comparar a los teóricos debemos forzarlos a hablar de temas similares, dividiendo sus preguntas en categorías. Cada pregunta sobre el cine cae al menos en uno de los siguientes encabezamientos: materia prima, métodos y técnicas, formas, propósito o valor. Estas categorías, adaptadas de Aristóteles*, dividen el fenómeno del cine en los aspectos que lo constituyen y que pueden ser examinados. 1. La materia prima incluye preguntas sobre el medio, tales como las que indagan sobre su relación con la realidad, la fotografía o la ilusión, o las que derivan de su uso del tiempo y * La división por Aristóteles de las cuatro «causas» de todo fenómeno natural (material, eficiente, formal y final) está desarrollada en su Física, tomo II, sección 3. 31 Introducción del espacio, o aun las relativas a procesos tales como el color, el sonido o la estructura de la sala cinematográfica. Todo lo que pueda ser visto como existente en un determinado estado de cosas con las cuales comienza el proceso cinemático, correspon de a la categoría de materia prima. 2. Los métodos y técnicas del cine comprenden todas las preguntas sobre el proceso creativo que moldea o modifica la materia prima, desde discusiones sobre desarrollos técnicos (como la toma zoomf a la psicología del realizador cinematográ fico y aun a la economía de la producción cinematográfica. 3. Las formas y moldes del cine son la categoría que contiene preguntas sobre los tipos de cine que se han hecho o que se pueden hacer. Las preguntas sobre la capacidad del cine para adaptar otras obras de arte corresponden a esta zona, como también las preguntas sobre géneros, sobre la expectativa del público y sobre su efecto. Aquí estamos mirando al cine desde el punto de vista de un proceso terminado en el que la materia prima ha sido ya moldeada por varios métodos creativos. ¿Qué es lo que determina esas formas y cómo son reconocidas por un público como valiosas? 4. El propósito y valor del cine es la categoría que se entrelaza con los aspectos mayores de la vida, porque aquí caen todas las preguntas que indagan el objetivo del cine en el universo del hombre. Una vez que la materia prima ha sido moldeada por un proceso en una forma significativa dada, ¿qué supone para la humanidad? Sea o no sea ésta la perfecta separación de las preguntas sobre el cine, parece ser igualmente una separación justa y útil, y cada teórico implícitamente contesta cada una de esas pregun tas. Podemos saber mucho sobre un teórico viendo qué catego rías de preguntas le inquietan más. En cualquier caso, en cada uno de los análisis que siguen se intenta ver la clase de respues tas y los temas que provoca cada categoría de preguntas. De esta manera, son relativamente fáciles de formular las comparacio nes entre posiciones teóricas. Sin duda este enfoque supone una injusticia para algunos teóricos, porque les impone una suerte de esquema lógico en el cual sus conceptos pueden quedar 32 Introducción incómodos, pero aporta una perspectiva constante que nos per mite obtener una visión general de las teorías cinematográficas y nos da las coordenadas con las que podemos hacer su mapa. Aunque existen innumerables preguntas que pueden ser cla sificadas dentro de esas categorías, de hecho sólo necesitamos preocuparnos por unas pocas. El motivo es que la teoría cine matográfica forma un sistema en el cual la respuesta a cualquier pregunta conduce fácilmente a la pregunta siguiente, y cualquier pregunta puede ser reformulada en términos de otra. Estas dos proposiciones sobre teoría cinematográfica son esenciales: 1) la transposición de las preguntas, y 2) la interdependencia de las preguntas. Examinemos brevemente a ambas. 1. La transposiciónLos teóricos del cine pueden comenzar con una pregunta relativa a una categoría y tocar a las otras sólo por implicación. Un teórico como Pudovkin estaba muy interesado en las pregun tas sobre la creación de un film. Discutía cuestiones técnicas desde el punto de vista del realizador. ¿Qué tipo de montaje organiza mejor una escena? ¿Qué tipo de interpretación es ade cuado para un film histórico y épico? ¿Qué debemos hacer con el nuevo invento del sonido? otros teóricos de una primera época estaban interesados en el cine desde el punto de vista del espectador. ¿Cómo responde un espectador al montaje paralelo, o a un film de cinéma-vérité que trata de ganar en espontaneidad lo que pierde en atracción visual? Algunos teóricos van directamente con sus preguntas a las mismas imágenes proyectadas. ¿Cuál es la naturaleza del cine? ¿Cuál es su relación con la realidad? ¿Cómo se vinculan imagen y sonido? ¿Es el cine un arte espacial o temporal? En su esencia, ¿qué es lo distintivo del cine? Un fenómeno aislado puede ser estudiado desde cualquier perspectiva o puede ser traspuesto y cuestionado desde todas. Por ejemplo, la pregunta de Pudovkin sobre los tipos de uso del film sonoro podría reformularse así: «¿El sonido sincrónico hará más real la imagen al espectador y por tanto aumentará la 33 Introducción ilusión del film de ficción? Esta transposición puede aún ser redefínida para ajustarla a la perspectiva material: «¿Es el soni do más real que la imagen porque es la reproducción de un hecho auditivo, mientras que una imagen es una representación en dos dimensiones de un hecho visual?» Así, aunque dos teóri cos comiencen desde perspectivas diferentes, éstas podemos re lacionarlas transponiendo las pregunta^ 2. La interdependencia de las preguntas No sólo una pregunta aislada puede ser contestada desde perspectivas diferentes, sino que puede verse que contiene den tro de sí una cantidad de preguntas subordinadas. La respuesta que un teórico cinematográfico da a una pregunta que le intere sa puede a veces ser extrapolada para servir a todas las pregun tas con las que se relaciona. Así es como podemos aventurarnos a suponer, por ejemplo, la opinión de Munsterberg sobre las proporciones de la pantalla ancha, deduciéndola de sus respues tas a las cuestiones del color y del sonido. El color, el sonido y las dimensiones de la pantalla son cuestiones que relacionan la tecnología del cine con el arte del cine. Podemos generalizar desde la más pequeña declaración formulada por un teórico sobre el sonido, hasta su opinión sobre una cuestión más amplia y genérica de tecnología. En otras palabras, dentro de cada categoría las preguntas pueden ser organizadas en una jerarquía desde lo muy general a lo muy específico. Esto nos permite movemos continuamente hacia preguntas cada vez más gene rales. Óptimamente, podemos tomar todas las preguntas que un teórico formula y apartar las cuatro básicas que sirven a nuestras categorías: 1) ¿Qué considera él como material básico del cine? 2) ¿Qué proceso convierte ese material en algo signifiativo, en algo que trasciende a ese material? 3) ¿Cuáles son las formas más significativas que asume esa trascendencia? 4) ¿Qué valor tiene todo el proceso para nuestras vidas? En los ensayos que sigue habrá un intento de organizar la discusión de cada teórico en secciones que tratan con esos cuatro tipos de preguntas. Los 34 Introducción subcapítulos son variaciones del tema de cada categoría. Ocasio nalmente dos categorías pueden ser tratadas como sólo una, a fin de conservar el carácter particular de las ideas de un hombre dado. Pero en todos los casos los teóricos confrontarán la misma clase de cuestiones sobre el cine y sobre su propósito y valor. Para resumir. Al transponer preguntas y al seguir sus ramifi caciones de interdependencias, quedamos habilitados para com parar a los más diversos teóricos: teóricos que comienzan.desde perspectivas diferentes y que formulan preguntas aparentemen te diferentes. Si esto no fuera posible, la teoría cinematográfica se convertiría en una mera colección de preguntas desvincula das, azarosamente contestadas por varios hombres. Pero, con estas dos proposiciones, es decir, viendo la teoría cinematográ fica como un sistema, todas las preguntas y todas las perspecti vas quedan interconectadas. , Esto no significa, desde luego, que todas las respuestas sean la misma, o que todos los teóricos tengan la misma perspectiva o formulen esencialmente las mismas preguntas. Lo que signifi ca es que la teoría cinematográfica es una actividad lógica y que, aunque debamos notar la diferencia de enfoque de cada teórico particular, debemos ser capaces, al mismo tiempo, de compÉrár y contrastar sus puntos de vista con los nuestros y con los de otros teóricos. En otras palabras, debemos examinar no solamente las pre guntas que el téorico formula (aunque esto revelará mucho sobre él), sino las bases desde las que surgen tales preguntas y las consecuencias que ellas implican. Debemos ver cada teoría tan ampliamente como sea posible, es decir, debemos verla sistemáticamente. 35 I. LA TRADICION FORMATIVA Como el nuestro ha resultado ser un siglo de crítica, no es sorprendente que las teorías del cine comenzaran a ser propues tas antes de que el proceso cinematográfico tuviera siquiera veinte años. Nunca antes un arte había sido acometido tan rápidamente por intelectuales que procuraban entenderlo o, más a menudo, encarrilarlo en su camino. Los primeros ensayos serios sobre el cine buscaron natural mente cavarle un lugar dentro de la cultura moderna. El cine había crecido como una parra alrededor de los grandes troncos de la cultura seria y popular. Hasta había comenzado a alterar la visión que esa cultura tenía de su historia. Sin embargo, debe haber sido difícil al principio separar el cine de los hechos que registraba, y aún más difícil verlo aparte de las artes establecidas y de los entretenimientos, de los cuales dependía por su forma y por sus mismos métodos de llegar hasta un público. Las primeras «teorías» suenan más como anuncios de naci miento que como investigaciones científicas. Algunos hombres que sintieron inmediata simpatía por el cine y que quisieron verlo florecer por sí mismo comprendieron que debían primero liberarlo de los otros fenómenos que lo apoyaban y con los cuales el público lo asociaba, naturalmente. Esto significó un ataque inmediato contra el realismo en la pantalla y contra quienes, como Lumière, estaban seguros de que el cine no tenía 37 Dudley Andrew importancia alguna, más allá de los hechos que pudiera registrar. Estos teóricos lucharon para dar al cine la estatura de un arte. El cine, adujeron, era un igual a las otras artes, porque cambiaba el caos y el sin-sentido del mundo en una estructura autónoma y en un ritmo. Durante esta época se hicieron comparaciones entre el cine y virtualmente todo otro arte. El poeta Vachel Lindsay fue el primer norteamericano que publicó una teoría del cine (The Art o f the Moving Piclure, 1916), y específicamente mostró que el cine disfrutaba de las propiedades de todas las otras artes, incluyendo la arquitectura. En Francia, toda una tertulia de entusiastas del cine lo comparó incesantemente a la música, concentrándose en su capacidad para moldear el fluido y la apariencia de la realidad. Siguiendo los pasos iniciales de Ricciotto Canudo, y bajo el estandarte levantado por Louis Delluc, líder del movimiento de vanguardia cinematográfica francesa hasta su muerte en 1924, este grupo no sólo quiso que el cine fuera considerado un arte, sino que insistió en que se trataba de un arte independiente. Innumerables ensayos de este período (1912-1925) diferen cian ruidosamente al cine del teatro. Casi todos ellos sugieren que como el cine en su infancia fue obligado económicamente a registrar interpretaciones teatrales, nunca miró más allá del tea tro para buscar su esenciapropia. La vanguardia de los años veinte subrayó las cualidades de música, poesía y sobre todo ensoñación que eran inherentes a la experiencia cinematográfi ca. Delluc trató de resumir su concepción del nuevo arte en una palabra mística, photogénie, esa especial cualidad, asequible sólo al cine, que puede transformar al mundo y al hombre en un solo gesto. El cine es fotografía, por cierto, pero fotografía que ha sido elevada hasta una unidad rítmica y que a su vez tiene el poder de elevar y enaltecer nuestros sueños. Los artículos y libros de Germaine Dulac, Jean Epstein y Abel Gance desbor dan con declaraciones líricas sobre la singularidad del cine. Las propuestas estéticas son formuladas, pero rara vez apoyadas en forma rigurosa. Fue ya bastante en los años veinte el concebir y presentar enérgicamente nuevas formas de ver cine (como «for ma plástica» o «tiempo congelado» o «sincronizado con el ritmo de nuestras ensoñaciones»). 38 Las principales teorías cinematográficas Mientras la teoría del cine poético aparecía en Francia junto a los primeros cine-clubs y a los cine-artistas de la vanguardia, la industria cinematográfica alemana estaba creando activamen te el movimiento que llamamos expresionismo. Este movimiento, que toma seriamente el precepto formativo de transformar la vida diaria, no tiene ningún teórico verdadero que hable en su nombre, a pesar de que, de todos los movimientos en la historia del cine, es el más cercano a las ideas de la intelectualidad que lo hizo surgir. Ciertamente, tenemos interesantes declaraciones de actores, diseñadores, escritores y directores expresionistas, relativas al método cinemático y a su función, pero nunca se formuló una amplia teoría del cine expresionista. ^Cuando en 1925 el movimiento alemán perdió su fuerza inicial y la vanguardia francesa se desintegró, el centro del pensamiento avanzado sobre el cine se trasladó a Moscú. En la Unión Soviética, la famosa Escuela Cinematográfica del Estado había comenzado en 1920 y alrededor de ella se desarrolló una discusión acalorada y productiva. L. V. Kuleshov, Dziga Vertov, V. I. Pudovkin y especialmente S. M. Eisenstein son los nom bres asociados más frecuentemente con este período. Casi todas las cuestiones relativas al cine fueron planteadas por este ghipo como cuestiones de montaje. Las ideas de Eisenstein fueron las más avanzadas, pero no debemos olvidar que sus escritos fueron redactados en el contexto de una vasta y vibrante atmósfera de debate. El fin del cine mudo provocó una gran cantidad de ensayos importantes. Hacia 1929 la cantidad de revistas dedicadas a la teoría cinematográfica (incluyendo en inglés revistas como Cióse Up y Experimental Cinema) indican que una significativa comu nidad mundial miraba al cine como una forma artística. Los estetas se incorporaron por todos los lados para debatir la nueva dirección que el cine debía tomar después de que el sonido hubo perturbado su equilibrio. Todo este debate tuvo lugar en una atmósfera definidamente formativa. Paradójicamente, la llegada del sonido parece marcar la de clinación de la gran época de la teoría cinematográfica formati va. Sin embargo, hacia 1935 se daba por descontado en casi todos los círculos cultos que el cine era un arte, independiente 39 Dudley Andrew de las otras artes, pero que tenía en común con ellas el proceso de transformación por el cual la aburrida materia es moldeada en un pronunciamiento centelleante y elocuente. Si casi todos nosotros vemos aún al cine dé esa manera, si casi todos los artículos sobre el cine se mantienen en esa perspectiva general, es en gran parte por la poderosa visión propuesta entre 1915 y 1935. 40 1. HUGO MUNSTERBERG En 1916, cuando Hugo Munsterberg escribió The Photoplay. A Psychological Study, lo hizo sin apoyarse en precedentes, y quizá por eso la suya es no sólo la primera, sino también la más directa de las principales teorías cinematográficas. Su mente no estaba distraída por el estrépito de la discusión, ni su memoria le estaba proveyendo con tercos ejemplos en contra, porque el cine no era lo bastante complicado como para intentar satisfacer más que aquellas funciones que sabía que podía cumplir. Como Munsterberg declara que estuvo viendo cine sólo en los diez meses previos al momento de escribir su libro (le avergonzaba ser visto en una sala cinematográfica), su herencia visual de cine estaba obviamente restringida. Procuró compensar esto con la energía y la dedicación de un estudioso, investigando cuidado samente el cine y examinando su historia hasta donde pudo hacerlo. Sin embargo, estaba claramente interesado en discutir no el cine anterior, sino aquellos espléndidos films de argumento de 1915, que evidentemente presenciaba casi todos los días. El libro de Munsterberg se divide en una estética y una psicología del cine; el autor estaba eminentemente calificado en ambos terrenos. Ha sido señalado a menudo como uno de los fundadores de la psicología moderna y escribió ampliamente sobre el tema, tanto para eruditos como para legos. Sus creden ciales en filosofía son aún más importantes. Había sido llevado 41 Dudley Andrew desde Alemania a Harvard por William James y llegó a ser director del Departamento de Filosofía, durante una época que fue no sólo la de James, sino también la de Royce y de Santaya- na. Parece haber poseído una inteligencia tenaz, y cuando en 1915 volcó esa inteligencia al cine, no descansó hasta explicarse su funcionamiento a sí mismo y hasta haber justificado su im portancia ante los intelectuales de la época, quienes pensaban que el cine era precario y tonto. Materia y medios El libro de Munsterberg se abre con una introducción histó rica, fruto de su intento de aprender todo lo que pudo sobre el asunto. Esta parte, la «Introducción», puede parecer autónoma y lateral respecto a su teoría, especialmente para el lector que sepa que la reputación de Munsterberg se apoya en la filosofía y en la psicología, pero ciertamente no en la historia. Además, Munsterberg continúa una larga tradición erudita cuando exa mina la génesis del cine antes de realizar su análisis. Las pregun tas «¿Qué es lo que quiero examinar?» y «¿Cómo llegó esto aquí?» tienen una precedencia natural sobre otras preguntas, como las de «¿Cómo funciona?» y «¿Qué puedo hacer con esto?» Pero no debemos ser confundidos en ese punto, porque la introducción casual de Munsterberg se superpone al centro de su argumentación. Lo que a primera vista parece una simple cronología de hechos importantes, sirve —en una segunda lectu ra— para resumir los medios por los que puede existir la institu ción del cine y también cualquiera de sus ejemplos. La historia del cine de Munsterberg está dividida nítidamente entre los que él llama desarrollos «externos» e «internos», entre la historia tecnológica del medio y la evolución en los usos de ese medio por la sociedad. Munsterberg sostiene que la tecnolo gía aportó el cuerpo de este nuevo fenómeno y que la sociedad animó ese cuerpo, forzándolo a interpretar muchas funciones reales. Sin tecnología no habría imágenes móviles y sin presio nes psicosociológicas esas imágenes quedarían sin proyección, en buhardillas y museos. Es la ansiedad de la sociedad por la 42 información, la educación y el entretenimiento lo que permite que el cine exista. La introducción de Munsterberg culmina en un himno de elogio a la capacidad narrativa del cine. Recuenta la leyenda de un cine joven, obligado en sus primeros años a la documentación esclava de piezas teatrales, liberándose inevitable pero heroica mente para encontrar su propio destino como vehículo narrati vo. A ese medio llamó, en el lenguaje de su tiempo, photoplay'11. La historia del cine muestra, entonces, un empuje ineluctable desde (etapa uno) el juego con mecanismos visuales a (etapa dos) el servicio de importantes funciones sociales, como la educación y la información, y, finalmente,a través de su afinidad natural por la narrativa, hasta su verdadero terreno (etapa tres): la mente del hombre. Después de esta introducción, Munsterberg no vuel ve a mencionar otro tipo de cine que no sea el narrativo. Para él, el cine es en verdad sólo una cosa mecánica si carece de narración. Sólo cuando el mecanismo trabaja sobre la capacidad narrativa de la mente llega a existir la obra fotografiada y, a través de ella, las maravillas artísticas del cine que todos re conocemos. t ,;p Munsterberg estuvo siempre más preocupado con la parte del espectador, dentro del «arco de la comunicación», que con el lado de la realización cinematográfica. Es interesante que Munsterberg nunca haya considerado al director ni al guionista como una fuerza creativa. Evidentemente, pensaba que las fuer zas impersonales de la tecnología y de la sociología operaban a través de los realizadores para hacer surgir las películas. Sobre qué operaban, con qué los realizadores hacían cine, era la preo cupación principal y la inspiración inicial de Munsterberg: la mente del hombre. La primera parte de su libro desarrolla esta inspiración. Los cínicos podrían burlarse, porque sólo un filó sofo idealista como Munsterberg podría concebir la mente como materia prima, pero él estaría presto a contraatacar con un impresionante despliegue de pruebas psicofisiológicas con cretas. Igual que los psicólogos Gestaltb, a quienes precedió por unos pocos años, él pensaba que toda experiencia es una relación entre una parte y un todo, entre una figura y un terreno. Es la Las principales teorías cinematográficas 43 Dudley Andrew mente la que posee la capacidad de resolver esta relación y organizar su campo de percepción. Adjudica la sensación de ver movimiento al desplazamiento de una figura sobre su terreno y menciona que podemos, con una atención firme, invertir esa relación, alterando nuestra percepción del movimiento. La rela ción de movimiento entre la Luna y las nubes es el mejor ejem plo de esta experiencia. En ciertas noches podemos ver cómo las nubes pasan delante de una Luna imponente, pero al instante siguiente la Luna parece deslizarse detrás de una oscura selva de nubes. Todo depende de cómo nuestra atención estructura lo que percibe. Munsterberg poseía una noción jerárquica de la mente; es decir, la creía compuesta de diversos niveles, donde los más altos dependían del funcionamiento de los más bajos. Cada nivel resuelve el caos de los estímulos indistintos por una verdadera decisión, creando virtualmente el mundo de objetos, hechos y emociones que vive cada uno de nosotros. En su nivel primario la mente anima el mundo sensorial con movimiento. Es bien sabido que su descripción del así llamado phi-fenómeno lo colocó décadas adelante de teóricos posteriores, que explicarían la ilu sión de las imágenes móviles recurriendo a la teoría de la «re tención del estímulo visual». Característicamente, Munsterberg fue más allá de esta interpretación pasiva, hasta una activa, en la que la mente, en su nivel más primitivo, confiere movimiento a los estímulos recibidos. Munsterberg reconoció que la retina mantiene momentánea mente impresiones visuales después de que el estímulo ha desa parecido, igual que cuando cerramos los ojos después de haber mirado el Sol, pero señala que este fenómeno pasivo no es capaz de explicar la forma en que damos vida a una serie de fotografías fijas. El phi-fenómeno lo explica al subrayar los poderes activos de la mente, la que literalmente da un sentido (movimiento) a los estímulos. Munsterberg describe este fenómeno recordando algunos famosos experimentos en percepción, pero no trata de explicarlo. Para él, el phi-fenómeno es un hecho reconocido. Demuestra que en su nivel más básico la mente posee sus pro pias leyes y construye nuestro mundo al aplicarlas. Muestra también que la tecnología del cine reconoce implícitamente estas 44 Las principales teorías cinematográficas Un clásico dilema de figura y fondo. 45 Dudley Andrew leyes y ejerce sus efectos sobre la mente misma. La maquinaria completa (cámaras, proyectores y todo el mecanismo del proce so), al producir imágenes fijas intermitentes, ha sido desarrolla da para trabajar directamente sobre la materia prima de la mente. El resultado es el cine. Esta sola y básica capacidad mental fue suficiente para que Munsterberg concibiera todo el proceso cinemático como un proceso mental. El cine, para él, es el arte de la mente, como la música es del oído y la pintura es del ojo. Toda su tecnología y su sociología proceden de esta creencia. Todas las invenciones y usos del cine han sido desarrollados para formar y crear films desde la mente del hombre. La mente es la cantera para el realizador y el material del cine. A Munsterberg le pareció obvio describir todas las propieda des cinemáticas como mentales. Aparte de la cualidad básica del movimiento, anota que los primeros planos y los ángulos de cámara existen no porque los lentes y las cámaras los hagan técnicamente factibles, sino por la misma forma de trabajar de la mente, que él denomina atención. No sólo la mente vive en un mundo móvil, sino que organiza ese mundo por medio de la atención. En la misma forma, la imagen móvil no es un mero registro de movimiento, sino un registro organizado de la forma en que la mente crea una realidad significativa. La atención opera sobre el mundo de la sensación y del movimiento, igual que el ángulo, la composición y la distancia focal son propieda des que están un paso más adelante del puro registro de fotogra fías intermitentes. A un nivel más alto, Munsterberg confronta las operaciones mentales de memoria e imaginación que van más allá de la simple atención, para dar a este mundo un sentido, un impacto, una dirección personal. Las propiedades fílmicas que responden a estas operaciones mentales son las diversas clases de montaje, todas las cuales otorgan, tanto al movimiento como al trabajo de cámara, una dirección dramática y una organización. En el nivel mental superior están las emociones, a las que Munsterberg considera como hechos mentales completos. Auque nunca dis tingue, por lo menos en este libro, entre la mente y sus emocio nes, estas últimas deben organizar las energías y la actividad de 46 Las principales teorías cinematográficas la primera. El aspecto cinemático que corresponde a la emoción es el relato mismo, la unidad superior o ingrediente conseguible en este arte narrativo, y el que dirige todos los procesos inferio res del cine. Al ascender así en su jerarquía psicológica, Munsterberg ha señalado cuidadosamente las analogías materiales del cine que se relacionan con cada etapa de la mentalidad. La ilusión primi tiva del movimiento, que nos es dada por la operación mental sobre fotografías intermitentes, queda complementada por una atención selecta a través del ángulo, la composición, el tamaño de la imagen, la iluminación. Correspondientes a la memoria y a la imaginación son los recursos naturales del montaje, que condensan o amplían el tiempo, crean ritmos y aportan imáge nes retroactivas o escenas de ensoñación. Finalmente, Munster berg declara: «Retratar emociones debe ser el objetivo central del photoplay»'. Como los materiales del cine son los recursos de la mente, la forma del cine debe reflejar hechos mentales, es decir, emociones. El cine es el medio expresivo no del mundo, sino de la mente. Su base no está en la tecnología, sino en la vida mental. ' v Al fin podemos ver por qué Munsterberg presta sólo una efímera atención a los documentales y a las películas educativas. Pueden cumplir funciones sociales valiosas, pero nunca pueden alcanzar la importancia del photoplay, que es una forma basada en la auténtica materia prima del cine, los movimientos de los hechos de la mente. Podemos ver también por qué creyó que el color y el sonido serían más que superfluos para la experiencia cinemática. Son desarrollostécnicos que no activan otro nivel de la mente. Para él, la tecnología de 1915 estaba ya idealmente capacitada para dar forma a las mayores obras maestras de las que el cine pudiera ser capaz y para enaltecer a nuestras vidas cumpliendo de esa manera los objetivos del arte. Cuán diferente es su posición de la de Bazin, quien treinta años más tarde aduciría que el cine debe ser visto como un fenómeno cambian te, que perpetuamente desarrolla una tecnología cada vez más perfecta, la que sirve a objetivos impensados al darnos formas inimaginables de cine. A Munsterberg nunca se le ocurrió que el propósito superior del cine fuera otro que el propósito tradi- 47 Dudley Andrew cional del arte, o que su forma pudiera no seguir los preceptos establecidos de todo el arte de éxito. Forma y función Munsterberg era primero y ante todo un filósofo, un idealista de la escuela neokantiana. Y es la estética kantiana la que nos entrega empaquetada al comenzar la parte II de su libro. Para utilizar nuestro sistema de categorías, eran el valor, la función o el propósito del cine lo que debe haber atrapado primeramente su interés, volviendo una y otra vez al cine en 1915. Para él, la experiencia de perderse en un relato cinematográfico demostra ba que el cine era un arte, con el propósito de un arte, y es hacia la estética del cine que tiende su psicología del cine. Siguiendo a Kant, Munsterberg aplica un tipo enteramente diferente de análisis cuando pasa de la psicología a la estética. La psicología integra un modo científico del pensamiento. Pro cura explicar aspectos de lo que Kant llamaba el reino fenome- nológico, el reino de la experiencia de los sentidos, donde las cosas quedan vinculadas por el tiempo, el espacio y la causali dad. La introducción histórica de Munsterberg describía la epi dermis del cine, considerándolo como un objeto de la naturale za. La Parte I se trasladaba a la psicología, porque Munsterberg veía al cine como un objeto de experiencia que requería ser relacionado con la base de esa experiencia, la mente humana. En síntesis, la historia describía el objeto que habitualmente deno minamos cine y la psicología mostraba cómo ese objeto externo crea el objeto interno que es realmente el cine. Juntos, estos análisis explican los aspectos «fenomenológicos» del cine. La segunda parte de su libro sale de la ciencia hacia la filosofía, para explicar la forma y función del cine, es decir, el reino nouménico. Aunque la ciencia es capaz de explicar cómo ha llegado a existir una cosa y cómo funciona en nuestras vidas, es en cambio incapaz de describir el valor de ese objeto. Para eso debemos recurrir a la filosofía, y específicamente a la Filo sofía del Valor y a la estética neokantiana, que Munsterberg había practicado y promovido durante cuarenta años. 48 Las principales teorías cinematográficas La estética juega un papel importante en la filosofía general de Kant y un papel aún mayor en el sistema de Munsterberg. Las ciencias del mundo de los fenómenos nunca pueden apartar se de ese mundo hada las bases de la vida y de la consciencia. Están encerradas en un mundo de causalidad. Kant descubrió que para que la rienda sea considerada correcta o «cierta» debemos creer en la trascendencia de ciertas categorías lógicas que existen en la esfera nouménica y no en la fenomenológica. Estas categorías son indemostrables, pero sin ellas se derrumban toda nuestra ciencia y nuestro sentido común cotidiano. La lógica no está sola en ese reino nouménico. Asimismo, Kant colocó allí principios éticos que sirven para justificar nuestro sentido moral normal, dándonos la capacidad de juzgar una acción como mejor que otra y, lo que es más importante, permi tiéndonos ir más allá de nosotros mismos al juzgar. Igual que pedimos que todos acepten los principios lógicos con los que entendemos el mundo material, también pedimos que todos reconozcan la trascendencia de ciertos principios morales sin los cuales no podríamos hablar, propiamente, de acciones buenas y malas. La lógica y la ética son reunidas con la estética para redon dear la búsqueda de Kant en lo nouménico. Aquí también ciertos principios innatos y trascendentes son mostrados para subrayar nuestra vida sensual básica. Nos encontramos atraídos o repeli dos por varios objetos y experiencias, y Kant necesita mostrar que este aspecto «afectivo» de nuestra vida no está gobernado completamente por la pura causalidad física, y que no estamos completa y pasivamente a merced de nuestra psiquis y de los azarosos estímulos del mundo. Adujo que mientras la mayor parte de nuestros sentimientos y juicios se basan en el principio del placer, y son por tanto explicables dentro del campo normal de la psicología, nuestra experiencia de lo verdaderamente bello nos coloca momentáneamente fuera de toda consideración de ventaja personal o de placer. Enfrentamos un objeto de expe riencia por sí mismo y lo creemos justificado en sí mismo. Esa es la razón de que Kant denomine al objeto de belleza como un objeto que tiene «una proposición sin propósito». Parece per fectamente diseñado, y sus partes funcionan hasta un magnífico 49 Dudley Andrew conjunto, pero no podemos hacer nada con él, excepto experi mentarlo. Está apartado de otros objetos y experiencias, igual que nosotros estamos apartados momentáneamente de la conti nuidad norm al de interés propio que abarca a nuestra vida diaria y a nuestros proyectos. Tanto la mente como el objeto flotan libremente durante esta experiencia. Kant dice que la mente está «desinteresada», es decir, que no procura colocar al objeto en uso m ientras el objeto está aislado, apartado de todos los otros objetos del mundo. N o lo miramos para ver cómo puede ayu darnos, ni para encontrarle su lugar en el esquema de las cosas. D urante la experiencia estética ese objeto se convierte para nosotros en el contexto total, es un fin en sí mismo, un valor terminal. Lo que agradaba tanto a Kant como a Munsterberg era que ese valor no nos ayudaba en absoluto, no nos beneficiaba en nada. N o tenemos motivo para mantenerlo. Por tanto, razona ron, nuestra atracción generosa hacia ese valor prueba la exis tencia de la trascendencia, prueba la realidad de todo el mundo de valores. Los materialistas han mantenido siempre que la lógica y la ética son fabricadas por una mente desesperada que se siente incapaz de gobernar un mundo arbitrario de materia y de moral. Debiendo justificar nuestro sentido común y nuestra moralidad común, inventamos el reino de lo nouménico y aduci mos que él sostiene al mundo, cuando en realidad es una simple trampa psicológica inventada para sostener a nuestro mundo. Tales materialistas usan de hecho a la psicología para explicar los datos universales que el hombre siente en su derredor. Pro curan explicar lo nouménico por lo fenoménico. Tanto Kant como Munsterberg fueron sensibles a estos cargos y llegaron hasta la estética para orillar el mundo indefenso de la trascen dencia. Hallaron que en la pura experiencia de la belleza el hombre encuentra una trascendencia que no le afecta directa mente y que la psicología del materialista no puede explicar. La Belleza salva a la Verdad y a la Bondad. En el objeto de arte la mente encuentra repentinamente en el mundo un objeto perfectamente construido, asegurando la ra zón del objeto y de la mente que lo percibe; ambos escapan por un momento de la tensión excitada, minuto a minuto, que existe 50 Las principales teorías cinematográficas entre hombre y mundo. Para Munsterberg el objeto de arte aislado debe atraer al observador desinteresado en toda su sin gularidad, primero agitando la mente y después haciéndola des cansar. Ciertos films, descubrió, lo consiguen completamente. Evidentemente, el efecto fue para él tan intenso que rehusó a creer que el cine fuera una forma artística inferior. Quienes creen que es un mero vehículo del arte teatral ignoran que cuando vemos
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