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Mary Read

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Mary Read 
Daniel Defoe 
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Vida de Mary Read 
Ahora debemos a abordar una historia llena de 
vicisitudes y aventuras sorprendentes; me 
refiero a las de Mary Read y Anne Bonny, alias 
Bonn, que así se llamaban en realidad estas dos 
piratas; las peripecias de sus azarosas vidas son 
tan singulares que alguien podría sen@rse 
inclinado a creer que la historia entera no es 
otra cosa que novela y fábula; pero puesto que 
está sostenida por miles de tes@gos —me 
refiero al pueblo de Jamaica—, que estuvieron 
presentes en los juicios y oyeron el relato de 
sus vidas tras el descubrimiento de su sexo, no 
es posible poner en duda su veracidad, como 
tampoco que hubo hombres en el mundo 
como Roberts o Barbanegra, que fueron 
piratas. 
Mary Read nació en Inglaterra; su madre se 
había casado joven con un hombre de la mar 
que emprendió viaje poco después de su 
matrimonio dejándola preñada; más tarde dio 
a luz un niño. Mary Read no llegó a saber 
nunca si su padre naufragó o murió durante 
ese úl@mo viaje; el hecho es que no regresó; en 
cuanto a la madre, que era joven y alegre, tuvo 
un desliz de esos que a menudo acontecen a 
las muchachas que no son precavidas, 
consistente en que quedó preñada otra vez, 
pero sin un marido al que atribuir la 
paternidad; aunque nadie más que ella sabía 
cómo ni con quién, porque tenía bastante 
buena reputación entre sus vecinos. Viendo 
que le aumentaba la preñez, y con objeto de 
ocultar su vergüenza, se despidió formalmente 
de los parientes de su marido, diciendo que se 
iba a vivir al campo con unos amigos. Se 
marchó, llevándose consigo al niño, que por 
entonces no tenía aún el año: poco después de 
su marcha murió el niño; pero la Providencia, 
en compensación, tuvo a bien concederle una 
niña en su lugar, a la que dio a luz felizmente 
en su re@ro; y ésta niña fue nuestra Mary Read. 
Aquí vivió la madre tres o cuatro años, hasta 
que se le acabó el dinero. Entonces pensó 
volver a Londres, y dado que la madre de su 
marido gozaba de cierta posición, no dudaba 
en convencerla de que proveyese para la 
criatura, si conseguía hacerla pasar por la 
misma, aunque cambiar un niño por una niña 
parecía empresa diScil, y engañar a una vieja 
c o n e x p e r i e n c i a e n e s t e e x t r e m o 
completamente imposible. Sin embargo, la 
vis@ó de niño, la llevó a la capital, y se la 
presentó a su suegra como el hijo de su esposo. 
La anciana quiso tomarlo y criarlo, pero la 
madre pretextó que esta separación le 
destrozaría a ella el corazón; así que acordaron 
que la criatura viviría con la madre, y la 
supuesta abuela le pasaría una corona a la 
semana para su manutención. 
De esta manera, la madre se salió con la suya, 
crió a su hija como un niño, y cuando alcanzó 
algún conocimiento, juzgó conveniente 
confiarle el secreto de su nacimiento para 
inducirla a ocultar su sexo. Y ocurrió que 
después murió su abuela, con lo que cesó el 
medio de subsistencia que provenía de esa 
fuente, y se vieron cada vez más hundidas en la 
estrechez; y la madre no tuvo más remedio que 
desprenderse de su hija para que fuese a servir 
a una dama francesa, en calidad de lacayo, 
cuando contaba trece años de edad. No duró 
mucho aquí, porque al crecer se hizo atrevida y 
fuerte, y también de espíritu aventurero, así 
que se enroló en un buque de guerra, donde 
sirvió algún @empo. Después desembarcó y se 
marchó a Flandes, se alistó como cadete en un 
regimiento de infantería, y aunque en todas las 
acciones demostró gran bravura, no obtuvo 
ningún ascenso, ya que éstos se compraban y 
vendían por lo general; así que abandonó el 
servicio, y se alistó en un regimiento de 
caballería. Aquí se portó tan bien en varios 
combates que se ganó la es@ma de sus 
oficiales. Pero ocurrió que tenía de camarada a 
un tal Fleming, un joven apuesto, y se enamoró 
de él; y a par@r de entonces se volvió algo 
descuidada respecto de su deber: al parecer 
era incapaz de servir a la vez a Marte y a Venus; 
su arma y su equipo, que siempre había 
mantenido en perfecto estado, estaban 
completamente sucios y abandonados; pero es 
cierto que cuando a su camarada le ordenaban 
par@r con un grupo solía ir ella también sin que 
se lo ordenasen, y a menudo se meXa en el 
peligro sin que nadie la llamase, sólo para estar 
cerca de él; el resto de los soldados, que no 
sospechaban cuál era la secreta causa que la 
movía a conducirse de este modo creían que 
estaba loco, y su propio compañero no se 
explicaba tampoco su extraño cambio. Pero el 
amor es ingenioso, y como dormían en la 
misma @enda y estaban constantemente 
juntos, encontró el medio de dejarle descubrir 
su sexo sin que pareciese que lo hacía a 
propósito. 
El joven se quedó muy sorprendido ante el 
descubrimiento, y no poco complacido, dando 
por supuesto que tendría una amante para él 
solo, lo que es algo insólito en un campamento, 
ya que apenas existe una de esas damas de 
campaña que sean fieles a una tropa o una 
compañía. De manera que no pensó en otra 
cosa que en sa@sfacer sus pasiones con muy 
poca ceremonia. Pero aquí descubrió que 
estaba completamente equivocado; porque 
ella se mostró muy reservada y modesta, y 
resis@ó todas sus insistencias; pero a la vez era 
tan servicial, y persuasiva en su persona, que le 
hizo cambiar completamente de propósito; y 
de querer hacerla su concubina, luego la 
pretendió como esposa. 
Eso era lo que Mary Read más deseaba en su 
corazón. Y resumiendo, intercambiaron 
promesas, y cuando acabó la campaña, y el 
regimiento se re@ró a su cuartel de invierno, 
compraron un ves@do de mujer para ella con el 
dinero de los dos, y se casaron públicamente. 
La historia del casamiento de los dos soldados 
produjo gran revuelo; tanto que varios 
oficiales, movidos por la curiosidad, asis@eron 
a la ceremonia, y acordaron hacer un pequeño 
regalo a la novia, para la casa, en consideración 
a que había sido compañera de armas. Así 
unidos, los dos mostraron deseos de dejar el 
servicio, y establecerse en el mundo; la 
aventura de su amor y matrimonio les había 
granjeado tanto favor que fácilmente 
obtuvieron la licencia, y abrieron un figón u 
hostería, con la enseña de Las Tres Herraduras, 
cerca del cas@llo de Breda, que no tardó en 
conver@rse en un gran negocio, ya que muchos 
oficiales iban a comer allí a diario. 
Pero no duró mucho esta felicidad, porque al 
poco @empo murió el marido y, firmada la Paz 
de Ryswick, se acabó la concurrencia de 
oficiales en Breda, como había sido la 
costumbre, por lo que la viuda, al encontrarse 
con poco o ningún negocio, se vio obligada a 
vender el figón. Y tras consumir poco a poco su 
peculio, adoptó de nuevo la indumentaria de 
hombre, y se fue a Holanda, donde se alistó en 
un regimiento de infantería acuartelado en uno 
de los pueblos fronterizos. No permaneció aquí 
mucho @empo, ya que no había probabilidades 
de promoción en @empo de paz, así que tomó 
la resolución de buscar fortuna de otra manera; 
abandonó el regimiento, y embarcó en una 
nave con des@no a las Indias Occidentales. 
Y ocurrió que apresaron este barco unos 
piratas ingleses, y como Mary Read era la única 
persona inglesa a bordo, la retuvieron con 
ellos; y tras saquear el barco, lo soltaron otra 
vez. Después de seguir este negocio algún 
@empo, se hizo público el edicto del Rey, y se 
difundió en todas partes de las Indias 
Occidentales, perdonando a los piratas que 
voluntariamente se entregasen, hasta 
determinado día que en él se mencionaba. La 
tripulación de Mary Read se acogió al beneficio 
de este decreto; y tras entregarse, vivieron 
pacíficamente en la costa. Pero cuando empezó 
a escasearles el dinero, y oyeron que el capitán 
Woddes Rogers, gobernador de la isla de 
Providence, estaba armando algunos corsarios 
para comba@r a los españoles, ella y varios 
otros embarcaron hacia dicha isla, a fin de 
emprender el negocio del corso, y dispuestos a 
hacer fortuna de una manera o de otra.No bien se hicieron a la mar estos corsarios, las 
tripulaciones de algunos de ellos, que habían 
sido perdonadas, volvieron a su an@gua 
profesión; y entre éstas se encontraba Mary 
Read. Es cierto que dijo muchas veces que 
siempre había detestado la vida de pirata, y 
que sólo se había me@do en ella, esta vez y 
antes, por necesidad, con intención de dejarla 
en cuanto se le presentase una buena ocasión; 
sin embargo, durante su juicio hubo algunos 
tes@gos, hombres forzados que habían 
navegado con ella, que declararon bajo 
juramento que, en @empo de acción, nadie se 
mostraba más decidido y dispuesto al abordaje, 
ni a lanzarse a la hazaña arriesgada, que ella y 
Anne Bonny; y sobre todo cuando fue 
abordada y apresada esta tripulación; porque 
al arrimarles el costado, nadie permaneció en 
cubierta, salvo Mary Read, Anne Bonny, y otro; 
y que ella, Mary Read, gritó a los que estaban 
abajo que subiesen y luchasen como hombres, 
y al ver que nadie se movía, disparó sus armas 
a la bodega, sobre ellos, matando a uno e 
hiriendo a varios. 
Éste fue uno de los tes@monios contra ella, que 
Mary negó. Verdad o no, lo cierto es que no 
carecía de bravura, ni era su modes@a menos 
extraordinaria, según sus nociones de virtud; 
porque ninguna persona sospechó su sexo a 
bordo hasta que Anne Bonny, que no era tan 
reservada en punto a cas@dad, puso sus ojos 
en ella. Quiero decir, que Anne Bonny la tomó 
por un apuesto joven y por alguna razón 
descubrió primero su sexo a Mary Read. Al 
darse cuenta Mary Read de sus intenciones, y 
co m p re n d i e n d o m u y b i e n s u p ro p i a 
incapacidad en este sen@do, se vio obligada a 
sincerarse con ella. Y así, para gran desencanto 
de Anne Bonny, le hizo saber que era mujer 
también; pero esta in@midad trastornó de tal 
modo al capitán Rackam, que era amante y 
ga l á n d e An n e B o n ny, q u e s e p u s o 
enormemente celoso, de forma que le dijo a 
Anne Bonny que le iba a cortar el cuello a su 
nuevo amante; por lo que, para tranquilizarlo, 
le tuvo que revelar también el secreto. 
El capitán Rackam (como le pidieron) guardó el 
secreto ante toda la compañía del barco; sin 
embargo, a pesar de la habilidad y reserva de 
ella, el amor la sorprendió en este disfraz, y le 
impidió olvidar su sexo. En el viaje apresaron 
gran número de barcos de Jamaica y otras 
partes de las Indias Occidentales que iban y 
venían de Inglaterra; y cada vez que topaban 
con un experto en navegación o cualquier otro 
que pudiese ser de u@lidad para la compañía, si 
no se unía a ellos de grado, era costumbre 
retenerlo por la fuerza. Y entre éstos estaba un 
joven de muy atrac@vos modales, y muy 
agraciado, al menos a los ojos de Mary Read, y 
de tal manera se prendó de su persona y 
discreción que ya no encontró descanso ni de 
día ni de noche; pero como nada hay más 
ingenioso que el amor, no fue diScil para ella, 
que había prac@cado antes tales argucias, 
encontrar el medio de hacerle descubrir su 
sexo: primero se insinuó para agradarle, 
hablando contra la vida de pirata, de la que era 
completamente enemiga, de forma que se 
hicieron compañeros de rancho y estrechos 
camaradas; cuando ella entendió que le había 
cobrado afecto como hombre, permi@ó que 
hiciese el descubrimiento mostrándole 
tranquilamente los pechos, que eran muy 
blancos. 
El joven, que estaba hecho de carne y hueso, 
sin@ó crecer la curiosidad y el deseo a tal punto 
que no dejó de importunarla, hasta que ella le 
confesó lo que era. Aquí se inició la etapa de 
amor: y el cariño y simpaXa que senXa por ella 
bajo su supuesta personalidad se convir@ó 
ahora en afecto vehemente y deseo. La pasión 
de ella no era menos violenta, y la demostró 
con una de las acciones más generosas que 
jamás haya inspirado el amor. Ocurrió que este 
joven tuvo una disputa con uno de los piratas, y 
dado que el barco estaba fondeado cerca de 
una isla, acordaron bajar a @erra a luchar 
conforme a la costumbre pirata: Mary Read se 
sin@ó angus@ada y ansiosa hasta el úl@mo 
grado por la suerte de su amante: no le habría 
permi@do que rechazara el desaSo, porque no 
habría soportado la idea de que lo tachasen de 
cobarde; pero por otro lado, le asustaba el 
desenlace, y comprendía que el otro podía ser 
demasiado fuerte para él. Una vez que entra el 
amor en el pecho de quien @ene una chispa de 
generosidad, mueve al corazón a las más 
nobles acciones; en este dilema, Mary Read 
demostró que temía más por la vida de él que 
por la suya propia; porque tomó la resolución 
de ser ella la que se enfrentase con este sujeto, 
y desafiándolo a bajar a @erra, concertó el 
combate dos horas antes del que tenía con su 
amante, luchó a espada y pistola, y lo mató. 
Es cierto que había peleado antes, cuando la 
había insultado alguno de sus compañeros; 
pero ahora se trataba de la causa de su 
amante, así que se interpuso entre él y la 
muerte, por así decir, como si no pudiese vivir 
sin él. De no haber sen@do por ella un gran 
cariño antes, esta acción le habría ganado para 
siempre; pero no había necesidad de 
compromisos y obligaciones, dado que su 
afecto por ella era suficiente. En conclusión, se 
dieron mutua promesa de esposos, lo que para 
la conciencia de Mary Read dio tanta validez al 
matrimonio como el efectuado por un ministro 
de la iglesia. Y a esto se debió la avanzada 
preñez que alegó en el juicio para salvar su 
vida. 
Declaró que jamás había come@do adulterio ni 
fornicación con ningún hombre, alabó la 
jus@cia del tribunal que la juzgaba por 
dis@nguir la naturaleza de sus crímenes, y 
absolver a su esposo, como ella lo llamaba, 
junto a varios otros; y al preguntársele quién 
era, no lo quiso decir, aunque afirmó que se 
trataba de un hombre honesto que no tenía 
inclinación a tales prác@cas, y que ambos 
habían decidido abandonar a los piratas a la 
primera ocasión, y dedicarse a algún medio de 
vida honrado. 
No hay duda de que muchos sin@eron 
compasión por ella, aunque el tribunal no pudo 
por menos de hallarla culpable; porque entre 
otras cosas, una de las pruebas ates@guada 
contra ella fue que después de apresada por 
Rackam, cuando llevaba algún @empo a bordo, 
trabó éste casualmente conversación con Mary 
Read, a la que tomaba por un joven, y le 
preguntó qué placer podía encontrar 
me@éndose en tales empresas, donde su vida 
corría constantemente peligro por el fuego o la 
espada; y no sólo eso, sino que podía estar 
segura de que tendría una muerte ignominiosa 
si la apresaban viva. Ella contestó que en 
cuanto a morir en la horca no lo consideraba 
demasiado duro, porque si no fuera por eso 
todos los cobardes se harían piratas e 
infestarían los mares a tal extremo que los 
hombres de valor se morirían de hambre; que 
si se dejase a los piratas elegir cas@go, no 
tendrían otro que la muerte, porque su miedo 
a ella mantendría honrados a algunos ladrones 
cobardes; que muchos de los que ahora estafan 
a viudas y huérfanos y oprimen a sus vecinos 
pobres que no @enen dinero para obtener 
jus@cia saldrían a la mar a robar, con lo que el 
océano estaría lleno de ladrones como lo está 
la @erra, y ningún mercader se aventuraría a 
salir, y en poco @empo no compensaría 
emprender comercio ninguno. 
Comprendiendo que no tardaría en dar a luz, 
como se ha dicho, aplazaron su ejecución. Y es 
posible que hubiese encontrado favor, pero la 
acome@ó una fiebre violenta poco después del 
juicio, de la que murió en prisión. 
FIN 
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