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Ciencia e Investigación CIe ASOCIACIÓN ARGENTINA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS Ciencia e Investigación CIe TOMO 66 N°3 - 2016 ASOCIACIÓN ARGENTINA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS Primera revista argentina de información científica / Fundada en enero de 1945 Ciencia e Investigación LA SEUDOCIENCIA COMO CONTRAPUNTO DE LA CIENCIA Miguel Hoyuelos EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN Mario Bunge EXPERIENCIAS DE UN CIENTÍFICO EN EL MUNDO PARANORMAL Celso M. Aldao LA ASTROLOGÍA COMO SEUDOCIENCIA Héctor Vucetich … La revista aspira a ser un vínculo de unión entre los trabajadores científicos que cultivan disciplinas diversas y órgano de expresión de todos aquellos que sientan la inquietud del progreso científico y de su aplicación para el bien. Bernardo A. Houssay Hacia la construcción de una auténtica cultura científica: combatiendo seudociencias y supersticiones. SUMARIO EDITORIAL ARTÍCULOS El flagelo de las seudociencias Susana Hernández .................................................................... 3 El proyecto de investigación Mario Bunge ............................................................................. 6 Experiencias de un científico en el mundo paranormal Celso M. Aldao ....................................................................... 13 La seudociencia como contrapunto de la ciencia Miguel Hoyuelos .................................................................... 29 La astrología como seudociencia Héctor Vucetich ...................................................................... 41 INSTRUCCIONES PARA AUTORES ........................................ 49 TOMO 66 Nº3 2016 EDITOR RESPONSABLE Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC) COMITÉ EDITORIAL Editora Dra. Nidia Basso Editores asociados Dr. Gerardo Castro Dra. Lidia Herrera Dr. Roberto Mercader Dra. Alicia Sarce Dr. Juan R. de Xammar Oro Dr. Norberto Zwirner CIENCIA E INVESTIGACIÓN Primera Revista Argentina de información científica. Fundada en Enero de 1945. Es el órgano oficial de difusión de La Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias. A partir de 2012 se publica en dos series, Ciencia e Investigación y Ciencia e Investigación Reseñas. Av. Alvear 1711, 4º piso, (C1014AAE) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Teléfono: (+54) (11) 4811-2998 Registro Nacional de la Propiedad Intelectual Nº 82.657. ISSN-0009-6733. Lo expresado por los autores o anunciantes, en los artículos o en los avisos publicados es de exclusiva responsabilidad de los mismos. Ciencia e Investigación se edita on line en la página web de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC) www.aargentinapciencias.org Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias COLEGIADO DIRECTIVO Presidente Dr. Miguel Ángel Blesa* Vicepresidente Dra. Susana Hernández Secretaria Dra. Alicia Sarce Tesorero Dra. Lidia Herrera Protesorero Dr. Gerardo Castro Miembros Titulares Ing. Juan Carlos Almagro Dr. Alberto Baldi Dra Nidia Basso Dra. María Cristina Cambiaggio Dr. Eduardo Hernán Charreau Dra. Alicia Fernández Cirelli Dr. Alberto Pochettino Dr. Carlos Alberto Rinaldi Dr. Marcelo Jorge Vernengo Dr. Juan Roberto de Xammar Oro Miembros Institucionales: Sociedad Argentina de Farmacología Experimental: Dra. Graciela Noemí Balerio. Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial: Dra. Ana María Puyó Sociedad Argentina de Investigaciones Bioquímicas: Dr. Luis Alberto Quesada Allué Sociedad Argentina de Microscopía: Dr. Raúl Antonio Versaci Unión Matemática Argentina: Dra. Ursula Maria Molter Miembros Fundadores Dr. Bernardo A. Houssay – Dr. Juan Bacigalupo – Ing. Enrique Butty Dr. Horacio Damianovich – Dr. Venancio Deulofeu – Dr. Pedro I. Elizalde Ing. Lorenzo Parodi – Sr. Carlos A. Silva – Dr. Alfredo Sordelli – Dr. Juan C. Vignaux – Dr. Adolfo T. Williams – Dr. Enrique V. Zappi AAPC Avenida Alvear 1711 – 4º Piso (C1014AAE) Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina www.aargentinapciencias.org * En uso de licencia EDITORIAL Presentamos aquí un número de Ciencia e Investigación diferente de los habituales, ya que no está destinado a presentar hallazgos rigurosos de las ciencias, sino a combatir un auténtico flagelo que constituye la contracara de las mismas: las seudociencias. Las mismas ocupan, desafortunadamente, un espacio importante en la cultura popular, soportando vastas construcciones de creencias, supersticiones y prejuicios, fundadas en la desinforma- ción e impulsadas por charlatanes e impostores. El análisis de las seudociencias ocupa un espacio destacado en la literatura científica y en trabajos de revisión serios encarados por científicos profesionales, cuyos contenidos y argumentaciones resultan de fácil comprensión para los miembros de la comunidad, entrenados en el pensamiento crítico y en la confrontación de enunciados con observaciones y experimentos reproducibles. Sin embargo, la brecha entre esta literatura científica y la literatura de consumo popular que sirve de vehículo para el pensamiento mágico que nos invade, suele resultar, para desazón de los científicos, de muy penosa supe- ración. Todos nosotros, a diario, somos indagados acerca de nuestro ''signo de nacimiento''; somos obligados a apoyar saleros sobre la mesa porque su entrega en mano produciría horrendas catástrofes y penurias; escuchamos fantasiosos discursos sobre la necesidad de orientar nuestra cama en cierta dirección para evitar maleficios o atraer beneficios; nos enteramos de la existencia de ''ondas positivas o negativas''; nos cuentan que estamos expuestos a ''energías positivas o negativas''; se nos ilustra sobre la necesidad de acondicionar contenidos de placares y alacenas para que ''circule mejor la energía''. Verificamos también a diario que, colocadas entre la espada y la pared, las personas que difunden estos enunciados confiesan no saber qué es la energía o qué son las ondas, como indudablemente, tampoco lo saben los creadores originales de esas supersticiones. Resulta particularmente descorazonador, y debe preocuparnos como señal de peligro, que profesionales que la sociedad reconoce como sus mentores en materia cultural y hasta científica, operen como vehículos de transmisión de estos sistemas de creencias. Me refiero a docentes, comunicadores, profesionales de la salud, y otros graduados de estudios superiores, que lamentablemente, funcionan como vectores de las seudociencias ante la sociedad en su conjunto. Debe preocuparnos en nuestra condición de científicos y educadores, pues la presencia de estos trans- misores revela una seria deficiencia de nuestro sistema de estudios superiores, incluyendo el universitario, ya que parecería que no somos capaces de inculcar el pensamiento crítico a nuestros estudiantes y con él, la capacidad de reconocer el engaño y la impostura, la decisión de no transmitirlo y el compromiso de combatir su proliferación. Entre las principales víctimas de la superchería, se encuentran todos aquellos que de buena fe y guiados por convicciones tan sinceras como infundadas, concurren a ''escuelas'' donde supuestamente adquieren capacitación como astrólogos, parapsicólogos o profesores de bioenergética, entre otros perpetuadores de la impostura. Baste señalar que en las ''escuelas de astrología'', obviamente no se enseñan los argumentos principales que demuelen Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias EL FLAGELO DE LAS SEUDOCIENCIAS Susana Hernández Departamento de Física, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Bue- nos Aires e Instituto de Física de Buenos Aires, UBA-CONICET Correo electrónico: shernand@df.uba.ar CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 20164 toda pretensión de otorgar algún fundamento científico a ese sistema de supersticiones, probablemente el mejor construido de la historia de la cultura en vista de su persistenciaen el tiempo. Por ejemplo, la precesión de los equinoccios, fenómeno claramente establecido y estudiado por los astrónomos, provoca que nadie ''es'' del signo que le dicen que ''es'', sino del anterior. Un notable contraste es el que ofrecen los magos, esos honorables profe- sionales del esparcimiento, habilísimos usuarios de recursos de la ciencia y la técnica capaces de crear ilusiones que nos dejan boquiabiertos de admiración, con respecto a los embaucadores que, empleando herramientas de mucho menor calibre, anuncian con desparpajo tener la capacidad de fotografiar el alma, o de registrar imágenes y sonidos del más allá. Este número de la revista Ciencia e Investigación se inaugura con una presentación a cargo del destacado fi- lósofo argentino Mario Bunge, cuya actitud implacable de combate de las seudociencias es bien conocida. Con su agudeza y precisión habituales, sumadas a sus vastos conocimientos sobre ciencia y filosofía, Bunge nos hace comprender qué es la ciencia y cómo se construye un proyecto de investigación, lo que automáticamente suprime todo espacio posible para las seudociencias. Celso Aldao, especialista en Ingeniería Química y Ciencia de los Ma- teriales, nos hace reflexionar sobre las estrategias seductoras de los charlatanes y nos proporciona estrategias para combatirlos, señalando las dificultades y brindando un catálogo muy completo de imposturas frecuentes. El físico Miguel Hoyuelos nos ilustra sobre variados ejemplos de creencias populares erróneas cuya falsedad se revierte fácilmente con argumentos científicos rigurosos, y la naturaleza seudocientífica de la astrología se analiza en gran detalle, con abundantes referencias históricas y literarias, en el artículo del físico y astrónomo Héctor Vucetich que cierra este número de Ciencia e Investigación. 5Poner titulos del articulo EL PROYECTO DE INVESTIGACION Mario Bunge Department of Philosophy, McGill University Profesor Emérito de Filosofía Department of Philosophy, McGill University E-mail: marucho.bunge@gmail.com En la escuela aprendemos algunos resultados de investigaciones científicas hechas lejos y hace tiempo. No suelen alentarnos a preguntar ni, aún menos, a cuestionar. El propósito de este artículo es recordar que los nuevos resultados científicos son productos de proyectos de investigación y que éstos se hacen dentro de un hexágono filosófico más o menos tácito, que unas veces nutre y otras sofoca la curiosidad y la creatividad. Estos supuestos filosóficos facilitan u obstaculizan el avance de la ciencia, al sugerir o suprimir ciertos problemas y al contribuir a evaluar propuestas de investigaciones. Por ejemplo, el monismo psiconeural alienta a la neurociencia cognitiva, mientras que el dualismo lleva a especular sobre mentes sin actividad Palabras clave: Problema, proyecto de investigación, supuesto filosófico. Key words: Problem, rsearch project, philosophical presupposition. Los sabios saben y los curiosos buscan saber más. Los primeros atesoran o difunden lo que buscan los segundos. Esta diferencia en- tre scientia lata, o ciencia hecha, y scientia ferenda, o ciencia hacién- dose, es paralela a las diferencias entre edificio terminado y edificio en construcción, o entre comercian- tes y productores. 1. SABER E INVESTIGAR Obviamente, no puede haber productores ni difusores sin pro- ductos, pero sí puede haber difuso- res que no produzcan. De hecho, la enorme mayoría de los docentes enseñan conocimientos sin haber hecho investigación. Lo mismo vale para los lectores de libros científicos, los periodistas científicos y la enor- me mayoría de los historiadores, sociólogos y filósofos de la ciencia: consumen, comentan o difunden lo que hacen otros. En mis tiempos llamábamos ‘es- tudiosos’ a los curiosos que leían y asistían a cursos avanzados de cien- cias sin participar en proyectos de investigación. Eran aficionados a la ciencia, y los aficionados que en- señaban ciencias podían exponerla con competencia e incluso conta- giar su amor por el conocimiento. Pero no podían transmitir un know- how que no tenían: informaban más o menos bien, pero no formaban in- vestigadores. Casi todos los profeso- res universitarios de mi generación pertenecían a esta categoría. Deberíamos apreciar a los ex- positores cuando hacen bien su tra- bajo, pero recordando que no son científicos. Con los músicos sucede otro tanto: hay muchos intérpretes pero pocos compositores. Sin em- bargo, más vale un buen intérprete de Bach que un compositor de rui- dos o aullidos. Admiramos a Martha Argerich, Yehudi Menuhin, Pablo Casals y algunos otros intérpretes porque nos contagian su pasión por los compositores que interpretan. Si no hubiera grandes intérpretes como ellos, el arte musical sería despla- zado por la acrobacia acústica y el comercio del ruido. Los buenos in- térpretes musicales son custodios de nuestro legado musical. Necesitamos buenos conservato- rios de música, talleres de artes plás- ticas y profesores de literatura, para que enseñen lo que suele llamarse ‘oficio’, pero no esperemos que el buen artesano sea animado por la inspiración del artista cuya obra eje- cuta o imita. Con la ciencia pasa otro tanto: necesitamos pedagogos que sepan transvasar conocimientos, y técnicos cerebral. At school we learn some of the results of scientific investigations conducted far away and long ago. Students are seldom invited to pose questions, let alone to question their textboooks. The aim of this paper is to remind ourselves that all new scientific findings result from scientific research projects, and that these are inscribed in a more or less tacit philosophical hexagon that now nurtures, now suffocates curiosity and creativity. Such philosophical presuppositions facilitate or hinder the advancement of science, in asking or suppressing certain problems, and in contributing to evaluate research proposals and results. For example, psychoneural monism supports cognitive neuroscience, whereas dualism encourages wild speculations about acephalous minds. 7El proyecto de investigación que sepan hacer mediciones o cál- culos precisos, pero la investigación científica original es más que ense- ñar, medir o calcular con exactitud: es intentar comprender lo que pasa o nos pasa. Y semejante compren- sión sólo se logra cuando se encuen- tran los mecanismos del proceso en cuestión, como la división celular en el caso del crecimiento de un tejido vivo, y la participación de la administración en el de un sistema social. Por ejemplo, mientras los cha- manes pretenden “interpretar” los sueños, los psicólogos científicos nos dicen que el cerebro del soña- dor funciona espontáneamente, o sea, sin estímulos exteriores y que el soñar, por disparatado que sea, desempeña funciones útiles, como hacer lugar a nuevas experiencias y librarse de toxinas. En las ciencias básicas, como la bioquímica, así como en las aplica- das, como la farmacología, los in- tentos de este tipo suelen llamarse ‘proyectos de investigación’. Donde no hay tales proyectos en marcha, no hay ciencia viva sino, a lo sumo, saber científico. Este conocimiento puede aprenderse en cursos, libros y revistas, pero difiere del proceso que lo produce, al modo en que la verdulería expende productos de la granja. No despreciemos al verdule- ro porque cumple una función útil, pero recordemos que no haría nego- cio sin el trabajo previo del granjero cuyos productos distribuye. Esta distinción entre productor y distribuidor es conocida por todos excepto los economistas y estadistas que pretenden que haya verdulerías sin granjas que las suplan, como aquel ministro de economía que quería mandar a los científicos ar- gentinos a lavar platos. Obviamente, lo que este funcionario había apren- dido en su facultad de ciencias eco- nómicas no era esto sino contabili- dad, o registro de la actividad eco- nómica. 2. PROYECTOS DE INVESTI- GACIÓNLa unidad o módulo de la ciencia en marcha no es el científico aislado ni su institución, sino el proyecto de investigación. Donde no lo hay, tam- poco hay ciencia. Los proyectos de investigación pueden ser modestos como buscar la composición quí- mica de un producto natural recien- temente descubierto o grandiosos como el de detectar ondas gravitato- rias, empresa que empleó un millar de fisicos, costó mil millones de dó- lares y tardó 40 años en completarse en 2015. ¿En qué consiste un proyecto de investigación científica? Propongo caracterizarlo así *: Un proyecto de investigación científica puede defi- nirse como la decatupla <Filo, Fondo, Problema, Dominio, Método(s), Materiales, Objetivo(s), Plan, Resultado, Impacto>, donde Filo = El conjunto de presuposi- ciones filosóficas pertinentes, como las hipótesis de la realidad y cognos- cibilidad del mundo; Fondo = el cuerpo de saberes pertinentes, como la neurociencia en el caso de la psicología científica; Problemática = los baches episté- micos por rellenar, como la natura- leza de la materia oscura o invisible; Dominio = La clase de referencia o universo del discurso, como las faunas en el caso de la zoología; Método(s) = Los medios a uti- lizar, desde la contemplación del ombligo, la búsqueda bibliográfica y la encuesta hasta el ensayo y error, la medición, la experimentación, la modelización matemática y la simu- lación; Materiales = Las cosas natura- les y artificiales a ser usadas, como drogas, animales, e instrumentos de medición; Objetivos = Las finalidades de la investigación en vista (p. ej., encon- trar algo nuevo, forjar una teoría, o ponerla a prueba); Plan = Esbozo del curso de ac- ción, desde el planteo o replanteo del problema inicial hasta el diseño de experimentos, como el reempla- zo de una reacción química conta- minante por una “verde” que arroje un resultado similar; Resultado = El principal producto de la investigación, como una nueva droga en el caso de la farmacología; Impacto = Los efectos previsibles del producto sobre un campo dado, tal como el estado de salud de una población en el caso de políticas económicas o sanitarias. 3. SUPUESTOS FILOSÓFICOS Suele creerse que la ciencia y la filosofía son disyuntas: que mientras los científicos se ocupan de hechos, los filósofos especulan. Esta creen- cia proviene de un examen superfi- cial de la ciencia, que mira sus pro- ductos pero se le escapa el proceso de obtención de estos productos. En el apartado anterior afirma- mos que todo proyecto de investi- gación presupone algunas tesis fi- losóficas. Admito que esta tesis les parecerá falsa, e incluso extravagan- te, a casi todos los científicos. Por ejemplo, Richard Feynman sostuvo CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 20168 que la filosofía les sirve a los físicos tanto como la ornitología a las aves. Pero Albert Einstein, más profundo, amplio y culto que Feynman, nos advirtió que, para saber qué piensa un científico sobre la ciencia hay que fijarse en lo que hace, no en lo que dice que hace. Más adelante intentaré justificar mi opinión sobre el rol de la filoso- fía en el proyecto de investigación científica. Empecemos por aclarar este concepto. Propongo que toda investigación científica se inscribe en un pentágo- no filosófico formado por la raciona- lidad (entendida como claridad más coherencia), el realismo (representa- ción de la realidad), el materialismo o reismo (el mundo es un sistema de cosas concretas), el sistemismo (todo cuanto existe es un sistema o un componente de tal) y el humanis- mo (nuestros actos debieran procu- rar el bien). La racionalidad en cuestión consiste en claridad junto con co- herencia (o no contradicción). Obviamente, esta condición es ne- cesaria: necesitamos saber de qué se habla (referencia o denotación) y qué se afirma o niega (sentido o con- notación). Pero la racionalidad, aun- que necesaria para hacer ciencia, no basta, como lo muestran las triviali- dades de los filósofos del lenguaje ordinario, quienes no han resuelto ningún problema filosófico, y ni si- quiera admiten que éstos existan. El rechazo de la racionalidad lleva a los disparates de Husserl y su dis- cípulo favorito, Heidegger, autor de los célebres enunciados “La esencia del ser es ELLO mismo” y “La esen- cia de la verdad es la libertad.” El realismo filosófico se presu- pone toda vez que se busca algo y toda vez que se pretende modificar- lo. A ningún científico se le ocurri- ría compartir la tesis de Berkeley, de que ser es percibir o ser percibido, como tampoco la de Kant, de que el universo es la suma de los fenóme- nos o apariencias. Toda apariencia lo es a algún animal, y los anima- les emergieron hace menos de dos mil millones de años, mientras que el universo ha existido siempre. El realista no se limita a reconocer la existencia de su entorno, sino que también confía en llegar a entender- lo en alguna medida. Si no tuviera esta convicción, no investigaría. Quien se proponga explorar el mundo adopta el reismo o materia- lismo: al explorar espera encontrar cosas concretas, no espíritus o ideas desencarnadas. Y si profesa alguna religión, como aún ocurre con fre- cuencia decreciente, es posible que crea la vieja doctrina de las dos ver- dades, que son compatibles porque se refieren a entes diferentes, los materiales y los espirituales. Pero un materialista consecuente le recorda- rá que, para la neurociencia cogniti- va, lo mental es cerebral. En otras palabras, la investiga- ción científica es una actividad se- cular aun cuando la practique un creyente religioso. Desde los tiem- pos de Galileo a ningún científico se le ha ocurrido inventar una ciencia religiosa. Por supuesto que desde hace un siglo se cultivan las ciencias de la religión, pero ellas son tan se- culares como la química. La investigación científica es sis- témica, en que da por descontado que el único individuo aislado es el universo en su totalidad. En otras palabras, todo ente interactúa con otros entes. Es verdad que podemos debilitar algunos de los lazos de la cosa a estudiar con el resto del mun- do, pero nunca logramos cortarlos. Por ejemplo, metiendo un cuerpo eléctricamente cargado en una jaula metálica confinamos su campo eléc- trico, pero la jaula subsiste como tal, es decir, como cosa que interactúa con el resto del universo. El indivi- duo totalmente aislado y completa- mente libre de ataduras es una in- vención de ideólogos solitarios. Finalmente, la ciencia básica, a diferencia de la tecnología, es hu- manista, en que procura bienes be- néficos o al menos no nocivos. Es verdad que las industrias de arma- mentos y de la publicidad utilizan algunos resultados de la investiga- ción científica, pero esta utilización suele ser obra de tecnólogos, no de científicos básicos. Por ejemplo, quienes diseñaron armas de des- trucción masiva utilizaron algunos conocimientos hallados por físicos, químicos o biólogos que buscaban conocimientos desinteresados. Los contados científicos que se prestaron a colaborar en semejantes proyectos militares cambiaron de profesión, o adoptaron una segun- da profesión. Los científicos bási- cos firman tácitamente el Juramento Hipocrático, que manda no dañar. Pero es cierto que unos pocos han traicionado este antiguo mani- fiesto humanista. El caso mejor co- nocido es el de Fritz Haber, quien mereció el Premio Nobel de quími- ca en 1918 por su labor científica, al mismo tiempo que el desprecio de las gentes decentes por haber inven- tado los procedimientos para fabri- car los gases usados en la Segunda Guerra Mundial y en los campos de exterminio de los nazis. Cuando és- tos arrebataron el poder, olvidaron que Haber había traicionado el hu- manismo inherente a la ciencia, y en cambio recordaron que el famoso Profesor Haber era un judío conver- so, de modo que tuvo que exiliarse. 4. CODA Casi todos los estudios de fi- 9El proyectode investigación losofía, historia y sociología de la ciencia han tratado de los resulta- dos de la investigación científica. La miraron cuando ya estaba expuesta en una vitrina. Yo sugiero que, para entenderla mejor, hay que subir al andamiaje que usan los obreros del conocimiento. Además, conviene recordar que el quehacer científico no ocurre en un vacío filosófico, sino dentro de la matriz filosófica conformada por la racionalidad, el realismo, el ma- terialismo o reismo, el sistemismo y el humanismo. Tampoco la pseudo- ciencia se inventa o practica en un vacío filosófico: se la cultiva dentro de un pentágono constituído por los contrarios de la matriz filosófica de la ciencia. La matriz filosófica permanece oculta mientras las cosas marchan normalmente, pero se pone de ma- nifiesto cuando se trata de evaluar un proyecto de investigación cientí- fica que viole por lo menos una de las cinco componentes filosóficas. Esto ocurriría, por ejemplo, con una teoría cosmológica que postulase que el universo fue creado por Dios sin dejar huellas, para poner a prue- ba nuestra fe. En definitiva, todos filosofamos, lo sepamos o no, al modo en que Monsieur Jourdain había estado ha- blando en prosa sin saberlo. Lo bue- no de averiguarlo es que se puede procurar hablar o filosofar más co- rrectamente. * M. Bunge, Doing Science, de próxima publicación. NOTA PROVISTA POR EL MINISTERIO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN PRODUCTIVA Recuperación de tecnologías ancestrales y sustentables en Jujuy La vicuña como modelo de producción sustentable Ciencia e historia se unen para preservar a la vicuña Cazando vicuñas anduve en los cerros Heridas de bala se escaparon dos. - No caces vicuñas con armas de fuego; Coquena se enoja, - me dijo un pastor. - ¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja, cercando la hoyada con hilo punzó ? - ¿Para qué matarlas, si sólo codicias para tus vestidos el fino vellón ? Juan Carlos Dávalos, Coquena Lo primero es pedir permiso a la Pachamama. Porque a ella, en la cosmovisión andina, pertenecen las vicuñas que se extienden por el altiplano de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Una ceremonia ancestral, unida a la ciencia moderna, permite que comunidades y científicos argentinos exploten de manera sustentable un recurso de alto valor económi- co y social. La vicuña es una especie silvestre de camélido sudamericano que habita en la puna. Hasta 1950-1960 estuvo en serio riesgo de extinción debido a la ausencia de planes de manejo y conservación. Desde la llegada de los españoles se comenzó con la caza y exportación de los cueros para la obtención de la fibra, que puede llegar a valer U$S600 por kilo, lo que llevo a la casi desaparición de estos animales. Por ese entonces, la población de vicuñas en América era cercana a los 4 millones de ejemplares, en 1950 no eran más de 10.000. A fines de la década del 70 Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador firmaron un Convenio para la conservación y manejo de la vicuña que permitió recuperar su población hasta contar en la actualidad con más de 76 mil ejemplares en nuestro país. En Santa Catalina, Jujuy, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, investigadores de CONICET, junto a comunidades y productores locales, han logrado recuperar una tecnología prehispánica sustentable para la obtención de la fibra de vicuña. Se trata de una ceremonia ancestral y captura mediante la cual se arrean y esquilan las vicuñas silvestres para obtener su fibra. Se denomina chaku y se realizaba en la región antes de la llegada de los conquistadores españoles. Según Bibiana Vilá, investigadora independiente de CONICET y directora del grupo Vicuñas, Camélidos y Ambiente (VICAM) “Hoy podemos pensar en volver a hacer ese chaku prehispánico sumado a técnicas que los científicos apor- tamos para que las vicuñas pasen por toda esa situación sufriendo el menor stress posible. Las vicuñas vuelven a la naturaleza, la fibra queda en la comunidad, y nosotros tomamos un montón de datos científicos.” El chaku El chaku es una práctica ritual y productiva para la esquila de las vicuñas. Durante el imperio inca, las cacerías reales o chaku eran planificadas por el inca en persona. En esta ceremonia se esquilaba a las vicuñas y se las liberaba nue- vamente a la vida silvestre. La fibra obtenida era utilizada para la confección de prendas de la elite y su obtención estaba regulada por mecanismos políticos, sociales, religiosos y culturales. Se trata de un claro ejemplo de uso sus- tentable de un recurso natural. Hugo Yacobaccio, zooarqueólogo e investigador principal de CONICET, explica que “actualmente el chaku concentra hasta 80 personas, pero durante el imperio inca participaban de a miles. Hoy las comunidades venden esa fibra a acopiadores textiles y obtienen un ingreso que complementa su actividad económica principal, el pastoreo de llamas y ovejas”. El proceso comienza con la reunión de todos los participantes, luego toman una soga con cintas de colores reunidos en semicírculo y arrean lentamente a las vicuñas guiándolas hacia un embudo de red de 1 km de largo que des- emboca en un corral. Cuando los animales están calmados se los esquila manipulándolos con sumo cuidado para reducir el stress y se los libera. Hoy, 1500 años después del primer registro que se tiene de esta ceremonia, la ciencia argentina suma como valor agregado: el bienestar animal y la investigación científica. En tiempo del imperio Inca, el chaku se realizaba cada cuatro años, actualmente se realiza anualmente sin esquilar a los mismos animales “se van rotando las zonas de captura para que los animales renueven la fibra” explica Yacobaccio. Según Vilá “es un proyecto que requiere mucho trabajo pero que demuestra que la sustentabilidad es posible, tenemos un animal vivo al cual esquilamos y al cual devolvemos vivo a la naturaleza. Tiene una cuestión asociada que es la sustentabilidad social ya que la fibra queda en la comunidad para el desarrollo económico de los pobladores locales.” Yanina Arzamendia, bióloga, investigadora asistente de CONICET y miembro del equipo de VICAM, explica que se esquilan sólo ejemplares adultos, se las revisa, se toman datos científicos y se las devuelve a su hábitat natural. Además destaca la importancia de que el chaku se realice como una actividad comunitaria “en este caso fue impulsada por una cooperativa de productores locales que tenían vicuñas en sus campos y querían comercializar la fibra. Además participaron miembros del pueblo originario, estudiantes universitarios y científicos de distintas disciplinas. Lo ideal es que estas experiencias con orientación productiva tengan una base científica.” Paradojas del éxito. La recuperación de la población de vicuñas produjo cierto malestar entre productores ganaderos de la zona. Muchos empezaron a percibir a la vicuña como competencia para su ganado en un lugar donde las pasturas no son tan abun- dantes. En este aspecto el trabajo de los investigadores de CONICET fue fundamental, según Arzamendia “el chaku trae un cambio de percepción que es ventajoso para las personas y para la conservación de la especie. Generalmente el productor ve a las vicuñas como otro herbívoro que compite con su ganado por el alimento y esto causa prejuicios. Hoy comienzan a ver que es un recurso valioso y ya evalúan tener más vicuñas que ovejas y llamas. Nuestro objetivo es desterrar esos mitos”, concluye. Pedro Navarro es el director de la Cooperativa Agroganadera de Santa Catalina y reconoce los temores que les produjo la recuperación de la especie: “Hace 20 años nosotros teníamos diez, veinte vicuñas y era una fiesta verlas porque habían prácticamente desaparecido. En los últimos años se empezó a notar un incremento y más próximamente en el último tiempo ya ese incremento nos empezó a asustar porque en estas fincas tenemos ovejas y tenemos llamas”. Na- varro identifica la resolución de estos problemas con el trabajo del grupo VICAM: “Yo creo que como me ha tocadoa mí tener que ceder en parte y aprender de la vicuña y de VICAM, se puede contagiar al resto de la gente y que deje de ser el bicho malo que nos perjudica y poder ser una fuente más productiva.” La fibra de camélido Además de camélidos silvestres como la vicuña o el guanaco, existen otros domesticados como la llama cuyo manejo es similar al ganado, para impulsar la producción de estos animales y su fibra, el Estado ha desarrollado dos instru- mentos de fomento. En la actualidad se encuentran en evaluación varios proyectos para generar mejoras en el sector productor de fibra fina de camélidos que serán financiados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Pro- ductiva. Se trata de dos Fondos de Innovación Tecnológica Sectorial destinados a la agroindustria y al desarrollo social que otorgarán hasta $35.000.000 y $8.000.000 respectivamente. Los proyectos destinados a la Agroindustria son aso- ciaciones entre empresas y organismos del sector público con el objetivo de mejorar la calidad de la fibra de camélido doméstico a partir del desarrollo de técnicas reproductivas, mejoramiento genético e innovaciones en el manejo de rebaños; incorporar valor a las fibras a partir de mejoras en la materia prima o el producto final; permitir la trazabilidad de los productos para lograr su ingreso en los mercados internacionales y fortalecer la cadena de proveedores y generar empleos calificados. La convocatoria Desarrollo Social tiene como fin atender problemas sociales mediante la incorporación de innovación en acciones productivas, en organización social, en el desarrollo de tecnologías para mejorar la calidad de vida de manera sostenible y fomentar la inclusión social de todos los sectores. Otorgará hasta $8.000.000 por proyecto que mejore las actividades del ciclo productivo de los camélidos domésticos, la obtención y/o el procesamiento de la fibra, el acopio, el diseño y el tejido, el fieltro y la confección de productos. EXPERIENCIAS DE UN CIENTÍFICO EN EL MUNDO PARANORMAL Estamos orgullosos de nuestros avances científicos y tecnológicos. Sin embargo, la educación pública en ciencia es hoy bastante pobre, hasta el punto que en la mayoría de las librerías hay más libros en favor de la pseudociencia y lo paranormal que de la ciencia y la tecnología. Aunque las afirmaciones paranormales son disparatadas, muchas personas creen en ellas, y esto tiene profundos efectos en sus vidas. Se gasta mucho dinero en productos con supuestos poderes sobrenaturales y también en libros, cursos y conferencias que tienen que ver con lo paranormal. Más aún, las ideas pseudocientíficas tienen profundas consecuencias para la sociedad y para los individuos. Celso M. Aldao Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnolo- gía de Materiales (INTEMA). Universidad Nacional de Mar del Plata-CONI- CET.Juan B. Justo 4302, 7600-Mar del Plata. E-mail: cmaldao@mdp.edu.ar Afirmaciones sin fundamento sobre terapias que no se basan en estudios científicos ofrecen a los pacientes falsa esperanza y pueden inducir a abandonar tratamientos de comprobada eficacia. Como científicos, creo que tenemos la responsabilidad de hacer frente a la pseudociencia y la falta de información en una variedad de temas extraños. En este artículo resumo mi experiencia de más de veinticinco años confrontando pseudociencias y lo paranormal. We are proud of our scientific and technological advances. However, public education in science is quite poor today, to the point that in most bookstores there are more books supporting pseudoscience and the paranormal than science and technology. Although paranormal claims are outrageous, many people believe them, and this has profound effects on their lives. A lot of money is spent on products with fictitious supernatural powers, and also in books, courses and conferences that deal with the paranormal. Moreover, pseudoscientific ideas have profound consequences for society and for individuals. Unsupported claims about therapies offer patients false hope and can induce them to quit proven treatments. As scientists, I believe we have the responsibility of confronting pseudoscience and misinformation in a variety of weird topics. In this article I summarize my experience of more than twenty five years confronting pseudosciences and the paranormal. Palabras clave: pseudociencia, paranormal, refutación. Key words: pseudoscience, paranormal, debunking. Si bien estamos viviendo la era de la ciencia, viejas creencias basa- das en prejuicios y hábitos precien- tíficos persisten en la sociedad con- temporánea. Son muchos los que hoy están deseosos de aceptar, sin crítica, explicaciones ocultas y asig- nan causas paranormales a aquellos fenómenos pobremente comprendi- dos o imperfectamente percibidos. Una explicación mágica del mundo es mucho más accesible y conforta- ble que admitir la no comprensión o confrontar la dura y compleja tarea de examinar explicaciones alternati- vas. Todo lo que puede ser abarca- do por la etiqueta de lo paranormal atrae y fascina, permite acercarse a la frontera de lo desconocido. El pensamiento mágico no teme a la oscuridad ni a las contradicciones. Por el contrario, la dificultad de comprensión y la ambigüedad se reciben como fundamento de au- tenticidad y de profundidad de co- nocimiento. Lo paranormal incluye todo tipo de profecías, percepción extra- sensorial, clarividencia, telepatía, psicoquinesis, apariciones, encan- tamientos, comunicación con espí- ritus desencarnados, levitación, re- encarnación, curaciones psíquicas, y mancias de todo tipo. Es realmente increíble que numerosos films, pro- gramas de televisión y radio, y libros presenten lo paranormal como pro- bado. Gente inescrupulosa ha des- cubierto que se puede ganar dinero fingiendo poseer poderes y conoci- mientos ocultos. Y a fin de prestigiar sus actividades, los mercaderes del misterio presentan la parapsicolo- gía, la numerología o el biorritmo, como parte del conocimiento cien- tífico. Varias causas pueden ser respon- sables de este creciente interés en lo paranormal. Entre ellas, la declina- ción de las religiones tradicionales, el desencanto con la ciencia, y una formación científica cada vez más pobre. Sin embargo, el fantástico po- der de los medios masivos de comu- nicación y el auge de las redes so- ciales parecen haber desempeñado un rol fundamental. Efectivamente, todo tipo de afirmaciones no verifi- CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 201614 cadas son regularmente anunciadas y sensacionalizadas, y numerosos pseudocientíficos son presentados como investigadores serios por me- dios irresponsables. La perspectiva pseudocientífica, excepto honrosas excepciones, es la que controla los medios masivos de comunicación. Por otro lado, creo que la respuesta última se encuentra en la naturaleza humana. Nos cuesta aceptar nuestra posición en el mundo y esta realidad nos duele. Por lo tanto, estamos dis- puestos a recibir cualquier tipo de promesa para hacer nuestras vidas importantes o al menos más intere- santes. Creo que no tenemos por qué aceptar la presente situación, de- bemos admitir la necesidad de di- vulgar lo que la ciencia y la inves- tigación científica significan. Se necesita que se informe al público sobre un número enorme de nuevas y viejas afirmaciones extrañas sobre las que muchos desean conocer una opinión responsable. Tenemos el deber de presentar el punto de vis- ta de la razón; los científicos y otros expertos bien informados deberían involucrarse en este aspecto de la educación pública y combatir las irracionalidades perniciosas. LA IMAGEN PÚBLICA DE LA CIENCIA Y LOS CIENTÍFICOS La ciencia no sólo nos ha brin- dado una nueva visión del mundo sino que nos ha permitido desarro- llar una tecnología sin la que hoy difícilmente imaginaríamos nuestros días. Estos avances han posibilitado duplicar nuestra expectativa de vida con relación a la que teníamos sólo unas generacionesatrás. No menos importante es el carácter explicativo de la ciencia que nos ha permitido entender numerosos aspectos del mundo en el que vivimos. A pesar de esto, la ciencia es criticada por- que muchos de sus logros han sido utilizados con fines censurables. Sin embargo, no hay razón para culpar a la ciencia por ello, ya que no tiene como misión indicarnos qué metas debemos perseguir. Por ejemplo, si bien gracias a la ciencia producimos más y mejores alimentos, no son los científicos quienes podrían elimi- nar el hambre en el planeta. Otros factores aparecen como responsa- bles, entre ellos el poder político, el poder económico y, en general, las ideologías dominantes. La imagen pública de la ciencia comenzó a decaer hace algunas dé- cadas. No son pocos los que afirman hoy que la cultura “oficial” es super- ficial o incompleta, que la ciencia es responsable de los armamentos modernos y de la degradación am- biental. Para los filósofos de la con- tracultura la razón no es confiable, en tanto que debemos seguir los dictados de la intuición. Se sostiene que no hay verdad objetiva, que las teorías científicas son modas, que no hay criterios definidos para la aceptación de una idea sobre otra, en síntesis que no hay diferencia en- tre ciencia y pseudociencia. Muchos piensan que hay una “dimensión es- piritual” escondida que no puede ser estudiada mediante los métodos experimentales de la ciencia. Pien- san que la ciencia ha creado una civilización científico-tecnológica que denigra los valores humanísti- cos y amenaza nuestra superviven- cia. Mantienen que el énfasis en los métodos objetivos de conocimiento desprecia la “experiencia de dimen- siones subjetivas” y las fuentes intui- tivas y místicas de la verdad. Muchos tienen una postura dual con relación a la ciencia. Por un lado, respeto y deslumbramiento, y por otro, un rechazo y aversión por esos hombres fríos y soberbios sin lugar para los sentimientos. Por otro lado, no son pocos los que afirman que la ciencia no es más que un sistema de creencias internamente consistente que nos ayuda a enten- der el mundo, pero que no tiene más valor que cualquier mitología tradi- cional. Los científicos son percibi- dos por el público como cerrados, negativos, inflexibles, fríos y faltos de imaginación. La ciencia es hoy también acosa- da desde la propia academia, donde las ideas anticientíficas han proli- ferado abiertamente. Se trata de un pequeño pero activo grupo de soció- logos, filósofos y psicólogos que le han declarado una guerra abierta. Le temen a la ciencia y reaccionan me- noscabando sus logros, negando su objetividad y dándole no más valor que el de un mito. Tal vez esta reac- ción romántica contra la ciencia se deba a que los intelectuales han de- jado de entenderla. Ciencias como la física y la química se han hecho tan abstractas que sólo han quedado al alcance de los especialistas. Po- siblemente la mejor defensa contra esta revuelta sea el humor. Al res- pecto, el experimento del físico Alan Sokal fue demoledor, demostró que no pocos afamados intelectuales de las ciencias sociales están lejos de entender los conceptos más básicos de la física de nuestros días [Sokal, A., Bricmont, J. (1998) Intellectual Impostures]. CRÍTICAS ANTI-REALISTAS DESDE LA PSEUDOCIENCIA Fuera de nuestra formación, los debates derivan muchas veces al campo de la filosofía, y hay que es- tar preparado para esto. En general, los pseudocientíficos objetan las características distintivas de la mo- dernidad: el racionalismo, la ciencia y la técnica, la idea de progreso y la universalidad. Así, algunos consi- deran que la ciencia no progresa en su descripción del mundo. Esta idea está también ligada a la tendencia anti-realista que ha sido estimulada por las paradojas y misterios de la mecánica cuántica, a la que cada vez recurren con mayor frecuencia 15Experiencias de un científico en el mundo paranormal sin comprenderla. Para los pseudo- científicos, si el universo no tiene realidad sin observadores humanos, entonces son los seres humanos quienes darían forma a la estructu- ra del mundo exterior. Si somos no- sotros los creadores de sus leyes, la ciencia debería ser considerada una disciplina similar al arte, la poesía o la música. Si la ciencia es así parte de la cultura que cambia de pueblo en pueblo y de tiempo en tiempo, una teoría científica no es más que una moda. No podríamos decir que esto es “verdadero” y aquello “fal- so”. He escuchado afirmar que la Recuadro 1 Mecánica cuántica: What the bleep do we know Quienes abrazan filosofías posmodernistas generalmente desprecian la ciencia. Sin embargo, la mecánica cuántica pa- rece ser la excepción. Lo que resulta realmente atractivo de la mecánica cuántica son los fenómenos que predice, tan con- trarios a la intuición. La falta de comprensión de esta disciplina puede conducir, a quienes no la dominan, a interpretaciones equivocadas que apoyan ideas completamente ajenas a la propia mecánica cuántica y a la ciencia en general. En 2004 se estrenó una película pseudo-documental, What the bleep do we know, que incluye una gran dosis de mecá- nica cuántica. En síntesis, la película es un conjunto de disparates disfrazados de ciencia moderna. Hay varias intervenciones de expertos y una historia bastante endeble de una mujer sorda (Amanda, interpretada por Marlee Matlin) quien es alentada a “despertar” y utilizar todo el potencial que la vida puede brindarnos. Los tres directores de la película son miembros de la Ramtha’s School of Enlightenment (Escuela Ramtha para la Ilumina- ción) que se encuentra en Yelm, Washington. La Escuela fue fundada y es dirigida por Judy Zebra Knight, originalmente Judith Darlene Hamton, quien dice canalizar a Ramtha, un viejo guerrero de Lemuria que habría vivido hace 35.000 años y que ahora nos dispensa sabiduría a través de la Sra. Knight. La propia Knight aparece en la película como uno de los expertos. J.Z. Knight, como prefiere que la llamen, nos pretende enseñar la naturaleza de la conciencia, la energía, el espíritu y la materia o cómo juega Dios el rol de observador en la física cuántica. Normalmente, en un documental, los expertos son presentados cuando aparecen por primera vez. Aquí esto se hace recién al final de la película. Y aunque usted no lo crea, la Sra. Knight no es presentada como tal sino como Ramtha, cana- lizado a través de J.Z. Knight. Así que quien nos habla es el viejo guerrero que vivió hace miles de años. Ahora se entiende el porqué del extraño acento que debe ser el de alguien de Lemuria de por aquel entonces. Aunque a veces el acento es más fuerte y otras más débil, posiblemente debido a problemas en la señal de la canalización (¿será un problema en las comunicaciones con el más allá?). Luego de deslumbrar a Amanda y a la audiencia con mala física, la protagonista se encuentra en crisis y se cuestiona las premisas fundamentales en su vida. Sobre el final de la película, Amanda decide, luego de su crecimiento e iluminación, que no necesita más unos medicamentos recetados y se deshace de ellos. Claro, dado que ella crea su propia realidad, no los necesita. Esto es realmente peligroso. Se sugiere que dejemos de lado los tratamientos médicos para curarnos nosotros mismos, creando la realidad que deseemos. No son pocos quienes han visto la película y creen que los temas de física, mecánica cuántica en particular, son tratados en ella con seriedad. De hecho, las interpretaciones equivocadas que se presentan se utilizan para sostener creencias místi- cas ajenas a la ciencia y que lamentablemente nos invaden hasta llegar incluso a la universidad. Llaman la atención los expertos. La mayoría de ellos perdieron el camino. Éste no es el caso de David Albert, profesor en la Universidad de Columbia. Cuando lo entrevistaron para la película trató de explicar que la mecánica cuántica no tiene nada que ver con algo como la concienciao el espíritu. Sus respuestas fueron editadas para hacer parecer que coincidía con la posición de los demás. En síntesis, What the bleep es un discurso de charlatanes que realizan propaganda de un culto disfrazado de ciencia. La irracionalidad campea por doquier, pero ésta es especialmente peligrosa: no sólo se la presenta como ciencia sino como ciencia de vanguardia. CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 201616 elección a favor de la ciencia se basa en nuestras preferencias y no en argumentos. También que los pa- dres de un niño pueden elegir entre educarlo en los principios del cris- tianismo o del judaísmo o prescin- dir por completo de la religión, pero que carecen de libertad en cuanto a su educación científica. Así, el niño tiene que aprender física, astrono- mía e historia, asignaturas que no pueden ser sustituidas por magia, astrología o por el estudio de leyen- das. Las leyes y afirmaciones cientí- ficas no se someten a votación y por lo tanto la ciencia, para los pseudo- científicos, es antidemocrática. Así, que se enseñe en las universidades vudú, astrología o la danza de la llu- via no debería ser decidido por los expertos sino por todos. En síntesis, la ciencia no sería superior a otras ideologías gracias a sus méritos, sino porque el espectáculo está prepara- do a su favor. El astrónomo Bruce Gregory de la Universidad de Harvard escribió el libro Inventing Reality: Physics as a Language (Wiley, 1989). Gre- gory afirma que los físicos no des- cubren leyes sino que las inventan. De modo que Newton no descubrió la ley de la gravedad sino que la in- ventó, y J.J. Thompson no descubrió el electrón, sólo lo creó como quien crea una melodía. Gregory se centra en el lenguaje y la matemática como los principales responsables de “ha- cer” el mundo exterior. Afirma que en el instante en que comenzamos a hablar del mundo, éste se transfor- ma en otro. Nuestro lenguaje podría alterar el pasado así como altera el presente, la historia no sería inmu- table. Tendríamos así la capacidad de crear nuestra propia realidad y las leyes de la física, según Gregory, serían nuestras leyes, no las leyes de la naturaleza. Parece entonces que, hasta en la propia academia, no todos entien- den que la ciencia es especulativa pero que simultáneamente está ba- sada en evidencia empírica. Es esta conjunción entre teoría y experi- mento lo que distingue a la ciencia del mito y de empresas empíricas como la alquimia. Nadie niega que la ciencia es influida por la cultura del medio en el que se desenvuel- ve. Nadie niega que los científicos Recuadro 2 El agua es sensible y se emociona Un capítulo aparte merece el "investigador" japonés Masaru Emoto cuyo trabajo es presentado en la película con bom- bos y platillos. Emoto dice haber comprobado que el agua es sensible a las palabras y los sonidos. Para ello, Emoto tomó distintas muestras de agua, las expuso a diferentes estímulos, las congeló, las examinó bajo un microscopio y las fotografió. Así, el agua de una botella en la cual había escrito “amor y gratitud” formó cristales perfectos, mientras que la expuesta a la palabra “tonto” u otro término negativo o que indicara un daño hacia las personas, no formó ningún cristal. “La lección que aprendimos de estos experimentos se relaciona con el poder de las palabras. La vibración de palabras amables tiene un efecto positivo en nuestro mundo, mientras la de las palabras negativas e imperativas, un poder destructi- vo”, sostiene Emoto en su libro Los mensajes ocultos del agua. Emoto no sólo probó con frases y palabras, sino que también expuso el agua a distintas melodías, como la quinta sinfonía de Beethoven y la número 40 de Mozart, casos en los que se formaron “preciosos cristales de gran detalle y exactitud”, y también a música heavy metal, que no dio lugar a ningún cristal. Y si el agua es afectada, nosotros que somos 70-80% agua, también. ¿Quién es Masaru Emoto? Nació en Yokohama en 1943. Se graduó en relaciones internacionales en la Universidad Mu- nicipal de Yokohama (Departamento de Ciencias y Humanidades). También posee un título de medicina alternativa, dado por la Open International University for Alternative Medicine, una universidad radicada en India que da títulos por correo. Lo que no se dice en la película es que el propio Emoto es quien prepara las muestras, toma las fotografías y evalúa su belleza. Es decir, sabe qué muestras de agua estuvieron expuestas a qué mensajes. Los resultados serían significativos si el experimento fuera realizado sin saber de qué muestra se trata al evaluarla. El asunto es que en muestras de agua congelada pueden aparecer cristales regulares y cristales irregulares o amorfos. En la práctica, podemos entonces dirigir el microsco- pio hacia cristales bonitos o cristales feos de la misma muestra. James Randi ofreció públicamente a Emoto un millón de dólares si sus resultados se podían reproducir en un estudio de doble ciego. Emoto nunca aceptó el desafío. Por otro lado, no se sabe de nadie que haya podido reproducir sus espectacu- lares resultados. Sin embargo, Emoto reportó otros estudios más cuidados. Como se esperaba, a medida que los controles fueron mejorando, el fenómeno se fue esfumando. 17Experiencias de un científico en el mundo paranormal inventan teorías en actos creativos similares a los de los poetas y los músicos. Sin embargo, una vez for- mulada toda teoría es verificada me- diante un proceso que a largo plazo es independiente del sesgo cultural. Una teoría es refutada no por un cambio de lenguaje sino por la na- turaleza. ALGUNOS ARGUMENTOS Y CONTRA-ARGUMENTOS USUALES De vez en cuando, algún científi- co se presenta en un debate público con, por ejemplo, un parapsicólo- go que afirma que los fenómenos paranormales son una realidad y la parapsicología una disciplina res- petable. Uno puede pensar que el científico debería ganar tal debate con facilidad ya que detrás de él, en su apoyo, hay estudios cuidadosos junto con una correcta argumenta- ción. Sin embargo, a menudo es el parapsicólogo quien parece ganar el debate y el científico se ve reducido a una defensa estéril. La mayoría de los científicos he- mos pasado nuestra vida profesional en debates con otros científicos. En estas confrontaciones se esgrimen como armas los resultados de los experimentos y la consistencia de la argumentación. En nuestra tarea es bueno ser un buen orador pero no es crucial, lo que cuenta es el conteni- do. Los charlatanes, por el contrario, son a menudo personas del espectá- culo y casi siempre buenos orado- res y presentadores de sus ideas. No tienen ningún interés por los datos Recuadro 3 Regresión a vidas pasadas Brian Weiss es el más conspicuo promotor de la terapia de vidas pasadas. Weiss declara, por ejemplo, que “todo somos energía inmortal”, que “vivimos en un cuerpo que es finito pero nuestra alma es eterna y se reencarna en varias oportunidades con el deseo de aprender a amar”. Dice que en el pasado fue sacerdote posiblemente en Babilonia por el 800 o 900 AC. También dice que fue un sacerdote católico en Escocia en la Edad Media. “Volvemos una y otra vez con las personas que queremos.” “Al volver elegimos a nuestros padres, que suelen ser almas con las que hemos interactuado en vidas anteriores”. La regresión a vidas pasadas es un viaje, bajo hipnotismo, hacia un supuesto pasado. En tanto que es cierto que muchos pacientes recuerdan vidas pasadas, es muy probable que sus recuerdos sean falsos. En realidad, resultan de experiencias de nuestra vida mezclados con imaginación y de la sugestión del hipnotizador. Hay dos características que hacen atractiva la terapia de vidas pasadas. Primero, dado que los terapistas cobran por hora, la necesidad de explorar siglos en lugar de décadas de nuestra vida, extiende el tiempo que el paciente necesita ser tratado y así el costo de la terapia. Segundo, el paciente y el terapista pueden especular cuanto quieransin miedo a que los hechos los contradigan. Sin embargo, siempre hay que tener cuidado, alguien se puede tomar el trabajo de investigar. Veamos el caso de Bridey Murphy, el caso que jus- tamente disparó en 1952 este dislate. Bridey Murphy fue una mujer del siglo XIX de Cork, Irlanda, quien comenzó a hablar a través de Virginia Tighe en Pue- blo, Colorado, hipnotizada por Morey Bernstein, una hipnotizadora amateur. Estimulada por Bernstein, Virginia comenzó a hablar con acento irlandés y a afirmar que era una mujer irlandesa del siglo XIX. Bajo hipnosis, Virginia cantaba canciones irlandesas y contaba historias de Irlanda. Virginia nunca había estado en Irlanda pero describía con precisión detalles que sólo alguien que hubiera estado en Irlanda podría conocer. Poco tiempo después, el libro “Search for Bridey Murphy”, escrito por la terapeuta, se convirtió en un best-seller. El boom de la reencarnación había comenzado. ¿Y había existido en Irlanda una pelirroja llamada Bridey Murphy? Varios periodistas viajaron a Irlanda y encontraron que varios detalles narrados por Virginia eran correctos, pero también había varias inconsistencias. Quien sabe, pero un periodista encontró una Bridie Murphy que vivía en Chicago enfrente de la casa en la que Virginia Tighe se había criado. Así que lo que Virginia recordaba bajo hipnosis eran recuerdos de su infancia. Parece que la hipnosis había sido exitosa en hacer recordar a Virginia muchos detalles escondidos de su memoria pero que no provenían de una vida pasada, ya sea por reencarnación o por canalización de un espíritu. Se trataba de recuerdos confusos o de una imaginación desbordada o de fraude o de una combinación de estas alternativas. Tristemente, la Asociación Médica Argentina ha decidido dar un curso sobre “Terapias de vidas pasadas”, convirtiendo este ámbito en un trampolín pseudocientífico. CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 201618 científicos o la racionalidad de sus argumentaciones, únicamente están en el escenario para ganarse al pú- blico. Generalmente su histrionismo les permite hacer un mejor papel que el científico, que no se preocu- pó por desarrollar esas habilidades, aunque lo que digan no tenga nin- gún valor. Por otro lado, por nuestra forma- ción, los científicos estamos condi- cionados para admitir incertidumbre e ignorancia, actitudes que forman parte esencial de nuestro trabajo. El charlatán sabe aprovechar esto y ataca en esa dirección. Señala pun- tos en los que hay incertidumbre y confusión o busca llevar al científico a una disciplina en la que éste ad- mite ignorancia. Para el científico el debate se convierte en una defensa y una explicación interminables. Ade- más, el científico tiene al público en su contra debido, casi siempre, a una escasa preparación en ciencia. El charlatán adopta la posición de estar de parte de la gente, de la vali- dez de sus testimonios y de valores populares. Por lo tanto, no es raro que, a lo largo del debate, el públi- co tienda a ponerse cada vez más a favor del charlatán, lo que confunde y desmoraliza aun más al científico. Una buena estrategia consiste en proponer debates con la presencia de especialistas en más de un área relacionada con el tema de discu- sión. Esto debilita notablemente al charlatán en cuanto se le hace más difícil encontrar un aspecto desco- nocido de nuestro lado que cuando se trata de un único científico. Du- rante años formé parte de un grupo racionalista con un médico y un psicólogo; sin duda en los debates fuimos mucho más exitosos que en forma individual. A lo largo de años de confron- tación con todo tipo de defensores de las más variadas pseudociencias y creencias estrafalarias, he encon- trado algunos argumentos generales frecuentemente esgrimidos de am- bos lados que pueden ser de interés. Nada se sabe con certeza. Si es así, entonces cualquiera de las leyes que conocemos puede ser incorrec- ta y reemplazada por la ley contra- ria en el futuro. Si nada se sabe con certeza, entonces, civilizaciones fu- turas pueden ser capaces de realizar toda clase de hechos prodigiosos que ahora consideramos imposi- bles. Vemos así que la creencia en que nada se sabe con certeza es una condición necesaria para creer en cualquier mito. Los científicos no aceptamos in- genuamente lo primero que percibi- mos o pensamos, no somos crédulos sino críticos, deseamos disponer de evidencia. Este tipo de escepticismo debe distinguirse del escepticismo dogmático que niega la posibili- dad de conocimiento. Para alguien Recuadro 4 Enfrentando pseudociencias No fue sino hasta 1975 que la pseudociencia contemporánea comenzó a ser regularmente examinada desde un punto de vista científico. Paul Kurtz, filósofo de la Universidad del Estado de New York en Buffalo, inició esta empresa. Los sondeos de opinión habían demostrado que un 25% de los norteamericanos creían que las estrellas tenían influencia sobre sus vidas. Kurtz pensó que valía la pena redactar un manifiesto que condenaba la astrología firmado por destacados científicos. La respuesta del público fue muy favorable y se evidenció que había un gran interés por evaluaciones serias con relación a numerosas disciplinas irracionales. En 1976 Kurtz y otros interesados en el tema se reunieron en Buffalo, en un evento patrocinado por la American Humanist Association, y nació el grupo conocido como CSICOP, siglas del Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal. El Skeptical Inquirer es la revista oficial del CSICOP, desde 2006 denominado Committe for Skeptical Inquiry (CSI). Entre sus miem- bros fundadores hubo eminentes científicos y escritores, como Carl Sagan, Isaac Asimov, Philip Klass, Paul Kurtz, Ray Hyman, James Randi, y Martin Gardner. El CSI no sólo creció rápidamente sino que estimuló la formación de nume- rosos grupos afiliados en todo el mundo. En nuestro país la primera organización escéptica data de 1991, el Centro Argentino para la Investigación y la Refutación de la Pseudociencia (CAIRP). Este grupo de refutadores enfrentó a diversos char- latanes en la televisión, en la radio y en todos los medios con gran repercusión. No deja de llamar la atención que un grupo reducido de personas ajenas a la academia hayan tenido más éxito en combatir y desenmascarar a brujos, viden- tes y médicos alternativos que la comunidad científica. Entre sus fundadores des- tacamos a Alejandro Agostinelli, Alejandro Borgo y Enrique Márquez, quienes continúan hasta hoy su tarea demistificadora. El Center For Inquiry (CFI) es una organización internacional sin fines de lucro, también con sede en Buffalo, New York, cuyo objetivo es promover la ciencia, la razón y el humanismo secular. Alejandro Borgo es el representante del CFI en la Argentina (CFI/Argentina, alejandroborgo@gmail.com). El CFI brinda información, organiza conferencias y cursos para promover el pensamiento críti- co, herramienta indispensable para encarar cuestiones pseudocientíficas. 19Experiencias de un científico en el mundo paranormal Recuadro 5 La parodia de Alan Sokal En 1996, Alan Sokal, físico de la Universidad de New York, realizó un experimento a fin de determinar el grado de de- formación en la concepción de la ciencia y su método por parte de algunos teóricos de las ciencias humanas. Los resultados resultaron aterradores. En el número de primavera/verano de 1996 de la revista Social Text, líder en estudios culturales, se publicó un artículo titulado "Transgrediendo los límites: hacia una hermenéutica transformadora de la teoría cuántica de la gravedad". Se tra- taba de un artículo de Sokal, una burla deliberada tan obvia que a cualquier estudiante de física le resulta hilarante. Para vergüenza de los editores, la revista Lingua Franca en su número de mayo/junio publicó un artículo del propio Sokal en el que revelaba su broma y explicaba por qué la había llevado a cabo. Sokal llegó a lo absurdo y ridículo. Por ejemplo dice que la victoriade la cibernética sobre la mecánica cuántica puede ser explicada en gran medida por la centralidad de la cibernética para el impulso capitalista hacia la automatización de la producción industrial, comparado con la marginal relevancia industrial de la mecánica cuántica. También hace referencia a que Claude Shannon trabajaba para el monopolio telefónico AT&T. Lo gracioso del caso es que el transistor, piedra funda- mental de la moderna electrónica, fue inventado en AT&T basado en procesos cuánticos en sólidos. Sokal abrió su parodia con un fuerte ataque a la creencia de que existe un mundo externo cuyas propiedades son inde- pendientes del hombre y que la ciencia no puede establecer conocimiento genuino sino sólo tentativo a través de lo que se denomina método científico. En el siguiente párrafo, Sokal llega a afirmar que la realidad física se trata finalmente de un constructo lingüístico y social. Al revelarse que lo suyo era una burla, Sokal comenta: "Cualquiera que crea que las leyes de la física son meras convenciones sociales está invitado a transgredirlas desde la ventana de mi departamento (vivo en el piso veintidós)." Entre otros disparates Sokal también afirmó, en su parodia, que las especulaciones de Lacan fueron confirmadas por la teoría cuántica y que el axioma que dos conjuntos son idénticos si tienen los mismos elementos es un producto del libera- lismo del siglo XIX. Aún más risible resulta la afirmación de que el número π (relación entre el perímetro y el diámetro de un círculo) no es un número fijo sino una variable determinada culturalmente. Stanley Aronowitz, cofundador de Social Text, y Andrew Ross, el editor responsable, tuvieron duras palabras para con Sokal. Sin embargo, a mi entender, la réplica más interesante que recibió Sokal provino de Stanley Fish, profesor en la Uni- versidad de Duke. Fish negó rotundamente que algunos sociólogos de la ciencia piensen que no existe un mundo exterior a las observaciones. Los sociólogos sólo afirman, según Fish, que lo que un científico dice acerca del mundo depende de sus capacidades y educación. No se trata, entonces, del mundo y sus propiedades sino de los términos en los que es descrito. Fish nos dice que por supuesto existe un mundo exterior al observador con propiedades objetivas, pero la manera en la que los científicos hablamos acerca de esas propiedades es cultural. Lo que Fish dice es trivial. La manera en la que los científicos hablamos es obviamente parte de nuestra cultura. Todo lo que los humanos hacemos es parte de nuestra cultura. Pero aquí surge lo más interesante de la exposición de Fish. En su siguiente paso, procede a mostrar la distinción entre una verdad científica y el lenguaje, tomando como ejemplo el juego del baseball. Este juego involucraría hechos objetivos, pero que una pelota lanzada por el pitcher sea buena o mala (ball o strike) no depende de la naturaleza. Sin duda, se trata de constructos sociales. Para expresarlo en un juego que nos resulta más familiar, el fútbol involucra hechos objetivos pero que ese delantero se encontraba en "off-side", o no, es un constructo social. Es decir, la manera cómo se define la posición fuera de juego es cultural. En efecto, las reglas del fútbol son culturales como las reglas del ajedrez o las del tute cabrero. Obviamente no son parte de la naturaleza. No creo que nadie disienta al respecto. El punto es que las reglas del fútbol son radicalmente diferentes de las que describe la ciencia. Las reglas de fútbol, como las del tatetí, fueron hechas por seres humanos, las reglas de la naturaleza que describe la ciencia no. Estas últimas son descubiertas mediante la observación, el razonamiento y la expe- rimentación. Newton no inventó "su" ley de gravedad, la órbita de Marte no es un constructo social, Einstein no escribió CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 201620 racional siempre existe una escala de duda. Sin embargo, a esta altura del conocimiento científico, no du- damos que dos manzanas más dos manzanas son cuatro manzanas y que no se puede construir una má- quina que entregue trabajo sin con- sumir algún tipo de energía. Dudar en estos temas representa un caso extremo de escepticismo. Los pseu- docientíficos utilizan a menudo este escepticismo dogmático contra el conocimiento científico. El cientí- fico es escéptico en el sentido que cambia sus ideas si recibe suficien- te y apropiada información, pero aceptar que la ley de conservación de la energía no es válida requeriría evidencia muy especial, que hasta ahora no ha sido encontrada. Ante esta afirmación general- mente respondo con una pregun- ta: ¿está usted seguro de que nada se sabe con certeza? Aunque a ve- ces no entienden que su postura es paradójica, la mayoría al menos se desconcierta. Nada es imposible. Los fenóme- nos paranormales simplemente no son normales. No son paranormales porque son raros o inusuales, sino porque parecen violar las leyes na- turales, por lo que también se los puede denominar sobrenaturales. Su sola existencia parece contradecir leyes fundamentales que gobiernan el universo y por lo tanto nos resul- tan imposibles. La percepción ex- trasensorial nos resulta físicamente imposible, específicamente nos re- ferimos a la telepatía (lectura de otra mente), la clarividencia (visión a dis- tancia sin el uso de nuestros ojos), E=mc2 como quien decide que ahora el arquero no puede tocar la pelota con la mano si se la pasa con el pie un compañero. Nadie niega que la cultura influye en el desarrollo de la actividad científica. Por ejemplo, la cultura determina qué in- versiones deben realizarse en ciencia y qué tipo de investigaciones deben llevarse a cabo. Sin embargo, muy pocos discuten que la ciencia describe cada vez mejor cómo se comporta el universo. Como prueba, basta observar el éxito fantástico de la ciencia en explicar y predecir, y especialmente, por los maravillosos avances tecnológicos que de ella derivan. y la precognición (conocimiento del futuro). Por ejemplo, la telepatía re- quiere transmisión de información y por lo tanto de energía en el espacio de un lugar a otro, cosa para la que nuestros cerebros no están capacita- dos. La interacción electromagnéti- ca es la única conocida en la natura- leza con las propiedades adecuadas, pero sabemos que los cerebros no pueden comunicarse por este me- dio. Los pseudocientíficos proponen que civilizaciones futuras podrán usar fuerzas desconocidas hoy. Esto es un mito. Si existiera una fuerza con las propiedades necesarias para explicar los fantásticos pseudofe- nómenos, que tanto fascinan a los pseudocientíficos, los científicos profesionales ya la habrían encon- trado. Pero para los creyentes en lo pa- ranormal nada es imposible. "Lo que parece imposible hoy, será posible mañana". Efectivamente, muchas cosas que una vez fueron conside- radas imposibles, hoy son conside- radas reales. Por ejemplo, los me- teoritos. El gran químico Lavoisier argumentó que las piedras no po- drían caer del cielo porque allí no hay nada; "Lavoisier estaba cegado por la ciencia". Es decir, no había en su visión del mundo lugar para piedras que cayeran del cielo y así negó la existencia de los meteoritos. De igual manera, los científicos de hoy sufrirían de una miopía similar. Somos incapaces de ver más allá de nuestras teorías. Hoy disponemos de conocimien- to seguro, y entonces estamos en posición de decir que algunos cosas no pueden ocurrir. De todos modos, debemos ser cuidadosos con el tér- mino "imposible". Uno se pregunta si algo considerado hoy imposible lo seguirá siendo en el futuro. Sin embargo, hoy entendemos las leyes básicas que rigen un amplio rango de fenómenos, cosa que no pasaba en otros tiempos. Como resultado, hoy tenemos un grado mucho más alto de certeza sobre la tecnología del futuro, sobre qué es probable o improbable y qué resulta imposible. Creo importante diferenciar en- tre dos tipos de imposibles. Aparte de imposibilidadeslógicas dentro de un formalismo dado, por un lado hay fenómenos y tecnologías no disponibles que no violan las leyes naturales conocidas y que podrían ser posibles. Por ejemplo, la invisi- bilidad; si pudiéramos controlar el índice de refracción, la luz podría curvarse rodeando el objeto, que se haría invisible. Es decir, la invisibi- lidad es posible dentro de las leyes de la física. Por otro, aquellos que sí las violan; por ejemplo, no es po- sible construir una máquina de mo- vimiento continuo. Muchas veces escucho decir que las computadoras de hoy en día habrían sido conside- radas imposibles hace un siglo. De- bemos recordar que esta tecnología, entre tantas, se funda en el conoci- miento de la naturaleza adquirido gracias a la ciencia, conocimiento que los mismos pseudocientíficos denigran. Usted sólo cree en lo que ve. Por mi parte, creo en muchas cosas que no veo y no creo en muchas cosas que sí veo. Hace unos cuantos años, 21Experiencias de un científico en el mundo paranormal visitó nuestro país el afamado divul- gador científico e ilusionista James Randi. Tuve la suerte de compartir una cena con él. Randi se hizo muy conocido por desenmascarar a Uri Geller, un charlatán que decía (y sigue diciendo) que puede doblar cucharas con el poder de su men- Recuadro 6 Nostradamus Michel de Nostradamus nació en Staint-Rémy-de-Provence, Francia, el 14 de diciembre de 1503. Tenía 50 años cuan- do escribió unas vagas cuartetas reunidas en grupos de cien, llamados Centurias. Cuando murió, en 1566, había llegado a publicar 950 cuartetas. Explicó que los escribió en forma difusa para que “no se las pudiera entender hasta que fueran inter- pretadas después o en el momento del hecho”. Esas palabras sí fueron proféticas: sus versos nunca sirvieron para predecir ningún acontecimiento. Muchos creyeron ver el vaticinio del fin del mundo en una cuarteta. Se trataba de una de las pocas profecías de Nostrada- mus que menciona una fecha concreta. Dice: “El año 1999, siete meses / del cielo vendrá un gran rey de terror. / Resucitará el gran rey de Angoulmois, / antes después Marte reinará por fortuna”. Para algunos, la cuarteta se debía entender así: “En julio de 1999 atacará a Occidente un líder musulmán aliado de las fuerzas asiáticas; antes y después reinará la guerra”. Unos interpretaron que sería un ataque aéreo a Francia y no faltaron quienes imaginaron una invasión marciana. Otros entrevieron que predijo el nacimiento de Napoleón Bonaparte: “Un emperador nacerá cerca de Italia / que será vendido muy caro al Imperio, / dirán con qué gente se alía, / parecerá menos un Príncipe que un carnicero”. El problema es que no sólo Napoleón, sino Adolf Hitler y Fernando II encajan perfectamente en la profecía. “Cerca de Italia” abarca Austria, Córcega y Aragón, tierras natales de los mencionados. Francia, Yugoslavia, Grecia y Suiza también eran candidatas. Es evidente que los contenidos de las Centurias son manipulados y también reciben interpretaciones contradictorias. Las predicciones más conocidas, en realidad, fueron las ocurrencias, conjeturas e inferencias de los especialistas, más que las profecías tal como fueron escritas. En su tiempo, Nostradamus respondió a los cargos de hermetismo diciendo que había "querido develar algunos hechos referidos a toda la humanidad, pero utilizando frases y locuciones obtusas e imprecisas para no escandalizar a nadie, por eso los he anunciado mediante imágenes nebulosas”. Sus defensores aducen que se servía de ese lenguaje críptico para prote- gerse de la censura de la Inquisición, que podría haberlo condenado a la hoguera. Pero... ¿cuál hubiera sido el inconveniente de nombrar ciudades o líderes pertenecientes al futuro? Si hubiera escrito “Benito Mussolini” en vez de “D Arimin Prato” o “Napoleón” en vez de “Pau-Nay-Lorón” (como se lee en sus cuartetos), los potenciales inquisidores hubieran encontrado estas palabras vacías de significado. James Randi, viejo investigador de lo paranormal, expresó con claridad: “Las profecías de Nostradamus resultan una fatigosa colección de versos vagos, con juegos de palabras mal construidos, escritos por un hombre que, en sus otras obras, demostró que era capaz de escribir en un francés conciso y correcto. Sus editores lo salvaron de mala manera, cometiendo errores que hacen más agradables sus centurias para aquellos a quienes les parece profunda la oscuridad”. La nostradamusmanía hizo mucho ruido en Francia, en el verano de 1981. Los rusos iban a aliarse con los jeques del petróleo y un poderoso ejército ruso-islámico invadiría Marsella. París sería destruido y el Papa moriría asesinado en Lyon. Al menos así lo vaticinó Jean-Charles de Fontbrune, seudónimo de un célebre traductor e intérprete del profeta. El pánico se propagó entre los parisinos más incautos y muchos malvendieron sus pertenencias para abandonar Europa, supuesto esce- nario del final de los tiempos. te. En mi encuentro, Randi replicó los logros de Geller enfrente de mis narices: dobló cucharas, adelan- tó relojes, y también hizo aparecer y desaparecer todo tipo de objetos de la mesa. Como no logré detec- tar los trucos, desde entonces tam- poco creo en lo que veo, necesito pruebas más concluyentes. Por lo contrario, las pruebas en cuanto al carácter atómico de la materia fue- ron indirectas por mucho tiempo y sin embargo los científicos lo dimos por sentado, ya que allí residía la ex- plicación de una enorme variedad de observaciones. CIENCIA E INVESTIGACIÓN - TOMO 66 Nº 3 - 201622 En ciencia ver no es creer, las alucinaciones e ilusiones ópticas son posibles pero no constituyen evidencia. Más aun, nuestro sen- tido común tampoco es eviden- cia, la Tierra no es plana, la Tierra se mueve y no es el centro del universo. En resumen, no es fácil ni obvio interpretar lo que uno ve. En cambio, un razonamiento lógico basado en una gran acu- mulación de resultados precisos, aunque indirectos, es mucho más confiable que los propios sentidos y así aceptamos la rea- lidad de los átomos sin haberlos visto. Las ideas nuevas siempre fue- ron rechazadas en un principio. El hecho de que algunas hipóte- sis fueran en principio rechaza- das para ser finalmente acepta- das, como parte del conocimien- to científico, no significa que todas las ideas estrafalarias sean alguna vez aceptadas. Un caso muy mentado por pseudocientí- ficos es el de la deriva continen- tal, hoy ampliamente aceptada. Las ideas de Alfred Wegener fue- ron rechazadas durante muchos años fundamentalmente porque el mecanismo propuesto even- tualmente resultó incorrecto. Al ser criticados, aquellos que proponen creencias pseudocien- tíficas señalan genios que fueron ridiculizados en el pasado. Pero esto no implica que todos los ridiculizados fueran genios. (El hecho de que Einstein no presta- ra atención a su ropa o cabellos no hace de un descuidado de la apariencia un gran científi- co.) Sin duda existe una amplia gama que va desde la ciencia a la pseudociencia. No existen criterios claros que permitan distinguir la ciencia buena de la mala. Sin embargo, la dificultad de marcar fronteras precisas no Recuadro 7 Feng Shui El Feng Shui significa literalmente “agua del viento”. Es parte de una vieja filosofía china y fundamentalmente apunta a entender las relaciones entre nosotros y la na- turaleza, de tal manera que vivamos en armonía con nuestro ambiente. El Feng Shui está relacionado con la idea, muy razonable por cierto, de que vivir con la naturaleza y no en contra de la naturaleza nos beneficia a nosotros y al ambiente. Está también relacionado con la noción de que nuestras vidas son profundamente afectadas por el ambiente físico y emocional. Si estamos rodeados de ruidos agresivos y objetos que nos resultan desagradables, nos sentiremos mal. Si nos rodeamos de aquello que nos resulta placentero por su belleza y rodeados de afecto, nos sentiremos mejor. Los declarados maestros de Feng Shui son quienes
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