Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
96 Rodolfina Carmona Juárez Ensayos en filosofía científica de David Alfaro Siqueiros Beltrones y Mario Jaime se terminó de imprimir en la Ciudad de México en el mes de octubre de 2015, con un tiraje de 500 ejemplares en los talleres de Conexión Publicitaria S.C. conexionpublicitaria@yahoo.com 4 Rodolfina Carmona Juárez Ensayos en filosofía científica David Alfaro Siqueiros Beltrones Mario Jaime Primera edición, octubre 2015. © David Alfaro Siqueiros Beltrones. © Mario Jaime. Portada: Grabado en madera, artista desconocido, ilustración para: L’atmosphère: météorologie populaire, de Camille Flammarion, 1888. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total y parcial sin autorización de la editorial. Impreso en México / Printed in Mexico ISBN 978-970-94-2953-4 DIRECTORIO INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL ENRIQUE FERNÁNDEZ FASSNACHT Director General MIGUEL ÁNGEL ÁLVAREZ GÓMEZ Secretario Académico JOSÉ GUADALUPE TRUJILLO FERRARA Secretaria de Investigación y Posgrado CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE CIENCIAS MARINAS MARÍA MARGARITA CASAS VALDEZ Directora SERGIO AGUÍÑIGA GARCÍA Subdirector Académico y de Investigación FELIPE NERI MELO BARRERA Subdirector de Servicios Educativos e Integración social LUZ DE LA PAZ PINALES SORIA Subdirectora Administrativa PRODUCCIÓN RUBÉN E. GARCÍA GÓMEZ. Editor técnico MIREYA G. LUCERO ROMERO Asistente editorial CICIMAR Oceánides David A. Siqueiros Beltrones Distribuida por: CICIMAR-IPN, Ave. IPN s/n, Col. Playa Palo de Sta. Rita, 23096 La Paz, B.C.S., Tels: (612)123-03-50, (612)123-46-58. Fax: (612)122- 5322. “ENSAYOS EN FILOSOFÍA CIENTÍFICA” David Alfaro Siqueiros Beltrones & Mario Jaime 4 Rodolfina Carmona Juárez Ensayos en filosofía científica David Alfaro Siqueiros Beltrones Mario Jaime Primera edición, octubre 2015. © David Alfaro Siqueiros Beltrones. © Mario Jaime. Portada: Grabado en madera, artista desconocido, ilustración para: L’atmosphère: météorologie populaire, de Camille Flammarion, 1888. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total y parcial sin autorización de la editorial. Impreso en México / Printed in Mexico ISBN 978-970-94-2953-4 DEDICATORIA Este libro va dirigido con especial dedicatoria a todos aquellos estudiantes de ciencias que tuvieron la entereza de atender los cursos de Filosofía de la Ciencia y Filosofía de la Investigación Científica, los cuales se ofrecie- ron como optativos en sus respectivos currículos. Su participación más o menos activa durante las sesiones coadyuvó en reafirmar la convicción de que el conocimiento de la filosofía de nuestro propio quehacer es im- prescindible. Ello fue posible a pesar de la duda (justificada) acerca de la utilidad de dicha cátedra, en gran parte derivada de la inercia cientista. Espero que todos hayan continuado cultivando sus bases filosóficas a la par de su desarrollo profesional. Asimismo, queremos dedicar esta obra a los detractores, ya sean estudiantes o profesores investigadores, quienes inadvertidamente han motivado a los estudiantes que osaron inscribirse en dichos cursos a reafirmar su convicción sobre el beneficio que conlleva el componente filosófico en su formación. Y para ser justos, extendemos esta dedicatoria a todos aquellos colegas que han respaldado la aproxi- mación filosófica de la formación científica, algunos que fueron nuestros alumnos, nuestros compañeros, o nuestros maestros. AGRADECIMIENTOS La academia de Plancton y Ecología Marina del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional tuvo a bien comi- sionar la revisión de la presente obra y avalar su edición. Consecuente- mente, reconocemos la labor de los miembros de la comisión: Francisco de la Chica Bonilla, Gerardo Aceves Medina y sobretodo de Noé Díaz Viloria cuyos comentarios y cuestionamientos ayudaron a mejorar nota- blemente el manuscrito. Agradecemos la labor de Uri Argumedo en la adecuación de la figuras y a la confiable labor de Rubén E. García Gómez en el formateo de esta obra. DASB es becario COFAA y EDI. MJ es Ca- tedrático investigador comisionado al CIBNOR durante la fase final de este trabajo. CONTENIDO Prólogo I Introducción III A modo de advertencia al lector Mario Jaime VII Principios y actitudes filosóficas dentro de la investigación en biología David A. Siqueiros Beltrones 1 La filosofía de la ciencia como materia obligatoria en la formación de científicos David A. Siqueiros Beltrones 9 Educación filosófica; una solución para evitar vicios en la ciencia Irán A. Guzmán-Méndez y David A. Siqueiros Beltrones 20 Impacto de las ideas de Kuhn, Popper, Lakatos, Feyerabend y otros filósofos de la ciencia sobre el quehacer científico en Biología David A. Siqueiros Beltrones 25 Pseudociencia non fingo David A. Siqueiros Beltrones 37 Filosofía y método en la generación de conocimiento científico Jessica C. Hernández Martínez y David A. Siqueiros Beltrones 45 Consideraciones sobre el Método Científico David A. Siqueiros Beltrones 51 Advertencia sobre el método científico David A. Siqueiros Beltrones 57 El problema de construcción de hipótesis en estudiantes de Ciencia David A. Siqueiros Beltrones y Oscar U. Hernández Almeida 61 ¿El Método o los métodos? Feyerabend y su anarquismo Mario Jaime 69 Principios filosóficos de la investigación en Biología; experiencias en metodología, taxonomía y ética científica David A. Siqueiros Beltrones 75 El papel del científico en la toma de decisiones bioéticas David A. Siqueiros Beltrones 87 Principios éticos en investigación científica Tania Zenteno-Savín y David A. Siqueiros Beltrones 91 ¿Estamos calificados los científicos para formar investigadores? D.A. Siqueiros Beltrones 97 Examen filosófico de las listas sistemáticas como informes científicos; y porqué deben ser publicados David A. Siqueiros Beltrones y José de La Cruz Agüero 101 Sobre el tratamiento estadístico adecuado utilizando valores de diver- sidad de Shannon (H’) David A. Siqueiros Beltrones 111 La aplicación de la Teoría de la Información (H’) frente a la compleji- dad de los ecosistemas marinos Oscar Ubisha Hernández Almeida y David A. Siqueiros Beltrones 125 Una paradoja sobre uniformidad vs. orden y estabilidad en la medida de diversidad de especies según la Teoría de la Información David A. Siqueiros Beltrones 135 Serendipia y Método Científico; origen trombolítico de lagunas coste- ras David A. Siqueiros Beltrones 145 ¿Qué es la vida? y filosofía científica David A. Siqueiros Beltrones 159 El lenguaje instrumental en las nociones sobre la vida y lo viviente Mario Jaime 163 Cómo interpretamos los científicos la visión de Darwin en Biología; el recurso filosófico David A. Siqueiros Beltrones 171 La gran ilusión del calentamiento global David A. Siqueiros Beltrones 177 Ciencia y Religión ¿Son compatibles? Mario Jaime 181 La Profecía de Prometeo Mario Jaime 191 I PRÓLOGO D. A. Siqueiros Beltrones ¿La Filosofía de la Investigación Científica nos permite visualizar la Filosofía de la Ciencia pragmáticamente? La pregunta surgió mucho después que otras tantas que apelaban a la filosofía de la ciencia, ya sea como estudiante o como profesor investigador a 20 años de haber egresado de la Facultad de Ciencias: ¿Qué sé? ¿Soy científico? ¿Por qué soy científico? Estas preguntas encontraron respuesta cuando fortuitamente se me asignó la materia de Método Científico aunque el programa vigente me pareció hueco, como elaborado por alguien sin experien- cia en práctica científica y acusando el riesgo de caer en algo yuxtapuesto, i.e., una ¡Filosofía de la Ciencia ajena a la Ciencia! Una nueva ola de reflexiones se desató en la forma de nuevas preguntas ¿Qué saben esos maestros que me dan confianza por la claridaden sus ideas, su convicción en sus estudios por elemen- tales que parezcan, pero sin sentir demérito por no acceder a técnicas complejas de vanguardia tecnológica o matemáticas, o de teorías de moda? Lo anterior eventualmente me condujo a inferir que no se trataba de una mayor capacidad intelectual o mayor genio, ni a la dedicación exagerada al estudio, sino más al ejercicio de pensar. Nuestro propósito es mostrar a los estudiantes de ciencias cómo llegar a la respuesta a estas preguntas. Asimismo, que se formen una idea precisa sin prejuicios de lo que es la Filosofía de la Ciencia. III INTRODUCCIÓN Ciertamente, la concepción de esta obra ocurrió mientras se trabajaba dentro del campo de conocimiento de la Biología en Marina, por lo que se hace referencia en algunos ensayos a investigaciones dentro de dicha temática, no obstante, se pretende que sirva de referencia a cualquier estudiante de ciencias; ya que pri- mero se es científico, independientemente de la especialidad por la que se opte. Dentro de una carrera científica resulta imprescindible entonces que el estudian- te adquiera conciencia acerca de lo que es y representa la Ciencia, su método y su filosofía. La Filosofía de la Ciencia pertenece al pensamiento científico e influye significativamente el proceder del investigador en cualquier campo de conoci- miento, ayudándolo a reconocer el carácter científico en lo teórico, lo empírico, o metodológico. De esta manera se puede acceder al aspecto pragmático de la Filosofía de la Ciencia, toda vez que ayuda a entender la base epistemológica de una investigación. La Filosofía de la Ciencia está comprendida dentro de las múltiples definiciones de Ciencia. Asimismo, el rigor que conllevan sus componentes refleja dicha filosofía en el denominado Método Científico. Independientemente de las adecuaciones que se hagan sobre éste en cada una de las disciplinas científicas, cuando se realiza una investigación, estará implícita su filosofía. Es imprescindible pues que el investigador científico esté consciente, ya sea por experiencia y/o convicción temprana, de la profundidad que deben tener sus resultados, despojándose de la prisa por generarlos inmediatamente a costa de su relevancia. Esto puede lograr- se mediante una perspectiva filosófica de lo que es su desempeño como científi- co, más que como cientificista capacitado en el manejo, más no la comprensión, de técnicas sofisticadas de investigación. La metodología científica implica una serie de componentes o pasos a seguir, que pudieran antojarse como una receta. Ciertamente, existen pasos secuenciales bien establecidos y conocidos actualmente por la gente culta. No obstante, llevar a la práctica una metodología científica, es decir, hacer investigación, requiere de una comprensión de cada uno de dichos componentes y sus implicaciones. En este caso, es necesario que el estudiante de ciencias comprenda qué es la Me- todología en su otra acepción, el análisis crítico de los métodos, técnicas y estra- tegias utilizadas, para su correcta aplicación. Entender lo que es la Ciencia, sus consecuencias éticas, el porqué de su metodología y su filosofía, servirán para ubicar en buen tiempo al científico joven y pujante en la senda de una labor pri- mordial dentro de la sociedad, misma que llevará a cabo con plena claridad de lo que significa la Ética en la generación y divulgación del conocimiento científico. Esta compilación de ensayos, la mayoría previamente publicados en foros di- versos, ya sea impresos y/o en conferencias, está enfocada hacia la comprensión del significado de la filosofía de la ciencia desde la perspectiva de la praxis y su IV relación con la epistemología. Pretende el reconocimiento y aprovechamiento de las técnicas lógicas y metodológicas a las que recurre el investigador científico, mismas que le servirán para entender en qué consiste el Método Científico y los riesgos de no comprender su filosofía como sería la práctica pseudocientífica. Los ensayos ya publicados han sido revisados y actualizados; los otros, princi- palmente aquellos escritos por Mario Jaime, se editan por primera vez. En la primera sección se abordan aspectos filosóficos sobre Educación; el pri- mer ensayo evidencia las corrientes filosóficas que nos conducen hacia una ca- rrera científica y, paradójicamente, el menosprecio de que es objeto la filosofía de la ciencia en nuestra formación científica. Así, el segundo ensayo sintetiza la argumentación para justificar la inclusión de cursos sobre filosofía de la cien- cia en el currículo obligatorio de los estudiantes de ciencias; mientras que el tercero (con A. Guzmán) se muestra cómo la visión filosófica en la formación científica permite identificar vicios y prejuicios que limitan nuestro desempeño como estudiantes de ciencias. El cuarto ensayo enfatiza (con J. Hernández) en la necesidad de tomar cursos que nos den una idea apropiada sobre la Filoso- fía de la Ciencia, mientras que en el quinto se hace una crítica al preocupante desentendimiento hacia las aportaciones de connotados filósofos de la ciencia. Finalmente, el último ensayo advierte sobre los riesgos que se corren de caer en prácticas pseudocientífica y la alternativa que ofrece una aproximación filosófi- ca a la investigación. Se trata, pues, de dejar bien argumentada la necesidad de incidir en la formación científica mediante un proceso educativo que cultive el pensamiento filosófico a la par de la adquisición del conocimiento. La segunda sección trata directamente sobre el célebre Método Científico. Mu- cho de lo anterior debe ser considerado si se sigue el Método Científico, sobre el cual se ha especulado mucho; desde si existe o no, hasta aquellos protocolos que se recitan inconscientemente buscando un símil con nuestra investigación pero sin entender adecuadamente lo que se hace. Esta problemática se aborda en tres ensayos que parten de la base filosófica del método en un primer ensayo, siguiendo hacia la problemática actual sobre el concepto del Método Científico legada por el positivismo que no logra vincular las bases filosóficas de la ciencia con proceso de la investigación científica. Obligadamente, el segundo ensayo lanza una advertencia a los foros de divulgación científica, haciendo una críti- ca sobre sendos artículos publicados erróneamente como ejemplos de Método Científico. Mientras que en el tercer ensayo se rescata un componente impres- cindible del pensamiento científico que a menudo se soslaya, la construcción de hipótesis, lo cual es sintomático de la carencia de una filosofía científica en la investigación. Por otra parte, M. Jaime puntualiza la visión de Feyerabend, previniendo ante la interpretación superficial de su señalamiento; mientras que el primer autor agrega algunas notas al final. En la tercera sección se trata de la Ética, misma que es incomprendida y, por lo tanto, convenientemente referida según nuestros propios intereses y nuestra arrogancia infundada. Como filosofía práctica la Ética permite la coexistencia V entre congéneres, mientras que la Ética Científica permite la confianza en la praxis, toda vez que exige la crítica y el escepticismo que caracterizan al pensa- miento científico. En tres ensayos solamente, se pretende mostrar algunas de las circunstancias en las que estamos obligados o deberíamos estar, para reflexionar antes de proceder. En la cuarta sección, sobre Filosofía (científica) Aplicada, los ensayos muestran cómo en torno al planteamiento de problemas de índole científico se estructura el pensamiento filosófico científico y define el escenario para el planteamiento preciso de las preguntas a responder y las hipótesis a contrastar. el primer ensayo es una continuación intencionada de los principios filosóficos que rigen nuestra formación como científicos (o deberían) explicando la vinculación entre la Fi- losofía de la Ciencia y lo que se denomina Metodología de la Ciencia o Método Científico desde elpunto de vista teórico y filosófico, con la Metodología de la Investigación en la práctica. En el segundo ensayo (con J. De La Cruz), haciendo alusión a las bases epistemológicas de la investigación científica se explica qué le confiere cientificidad a un estudio, más allá de las ideas cientificistas de nues- tra formación empírica como investigadores, sentando una referencia fundada del seguimiento del método científico en la elaboración de listas florísticas y faunísticas en los campos de la Sistemática la Taxonomía y la Ecología. Con- tinúan tres ensayos de carácter metodológico que tratan sobre la utilización del índice de diversidad adoptado por analogía de la teoría de la información para la ecología. Desde la advertencia antigua a su utilización como bala mágica, su comportamiento como reflejo de condiciones naturales, continuando con las limitaciones en su interpretación y en su aportación real en términos de su ana- logía con la entropía de sistemas (con O. Hernández Almeida), hasta nuevas advertencias en su utilización que pudieran demeritar la visión científica en turno más que validarla. En Serendipia y Método Científico; origen trombolítico de lagunas costeras (sexto ensayo) se muestra un ejemplo de cómo el azar puede ser canalizado hacia la generación de teoría científica. En la quinta y última sección: Filosofía crítica, presentamos ensayos sobre tó- picos que han permeado a la sociedad propiciando la persecución y toma de po- siciones de carácter existencial como ¿Qué somos? ¿Qué hacemos y para qué? ¿Hacia dónde vamos? etc.), preguntas que le dan sentido a nuestras existencias. Empero, son igualmente abordados formalmente por la Filosofía y sirven de materia prima para quienes reflexionamos científicamente sobre ellas. Entran- do en materia, en el primer ensayo se evita abordar el problema de ¿Qué es la Vida? desde la perspectiva científica por considerarse más de carácter metafísico que científico y por lo tanto debe ser tratado principalmente desde el punto de vista filosófico. En el segundo ensayo de esta sección, se advierte acerca de la necesidad de fundamentar filosóficamente nuestra aceptación a corrientes como Darwinismo, Neodarwinismo y Evolucionismo, toda vez que representan los pilares de la teoría central de la Biología, i.e., la Teoría de la Evolución. Mientras que en el tercero se pone en práctica la visión crítica y escéptica que conducen VI al pensamiento científico y, en este caso exponiendo el dogmatismo detrás de una “teoría” que intenta mostrar con fines políticos un supuesto impacto antro- pogénico a nivel planetario pero sin fundamentación científica. Por otra parte, en los últimos dos ensayos, Mario Jaime aborda varios problemas desde una visión sobre la ciencia aplicada y la tecnología para elevarnos como falsos dioses, así como la antigua y pésimamente entendida polémica entre Ciencia y Religión, misma que requiere de una base filosófica que la gran mayoría no nos preocupa- mos por adquirir. VII A modo de advertencia al lector Mario Jaime Un alumno de la carrera de Biología Marina— por cierto el mejor promedio de la carrera— despreciaba a la “Filosofía” colocando a la “Ciencia” como activi- dad central del conocimiento humano. Este sujeto confundía la historia de los pensamientos filosóficos con la filosofía. Ante un mensaje provocador de otro estudiante de la misma carrera en el tabloi- de del edificio —que criticaba el uso de animales en prácticas de laboratorio—, el mismo coordinador de la carrera escribió debajo del mensaje la penosa frase: ¿Por qué mejor no te cambias a la carrera de filosofía? Semejantes ejemplos son muestra de ignorancia y desdén en actores que se pre- cian de detentar actividades de conocimiento. ¿Qué me dirían estos sujetos si les afirmo que las teorías científicas son mitos y por lo tanto lo que llamamos Cien- cia es una mitología contemporánea como modelos para conocer la realidad? ¿O que los conocimientos científicos no necesariamente coinciden con la realidad? ¿O qué las matemáticas son un lenguaje y no una ciencia? ¿O qué la biología y la física contemporánea se basan en el estudio de entes metafísicos como la vida o la materia? Necesitarían filosofar para aceptar o refutar estas nociones. Filosofar no es más que pensar. Aristóteles escribió en su Metafísica que la admiración fue lo que impulsó a los primeros pensadores a la especulación filosófica. ¿De qué admiración nos habló Aristóteles? De aquella que surge cuando nos preguntamos por qué las cosas son lo que son. ¿Acaso no es ese el primer motor del científico? ¿Y qué es la teoría científica actual sino una especulación filosófica? ¿Acaso la teoría de la gravitación universal, la hipótesis sobre los gravitones, la teoría de la evolución por medio de la selección natural, el modelo cosmológico cuántico o el modelo de los multi universos no son especulaciones filosóficas en última instancia? Para Platón y Aristóteles no había filosofar sin admirarse, asombrarse y maravi- llarse pues el espectáculo infinito de nuestra realidad o la naturaleza nos pasma. La filosofía es una acción, es pensar sobre todo lo posible para no ser pensados. El científico que no filosofa no piensa y, por lo tanto, ¿qué clase de ciencia puede lograr? Este libro es producto del esfuerzo de un soñador; David Siqueiros ha sostenido una lucha durante décadas contra el desdén y la ignorancia de aquellos que (no) piensan que el filosofar es ajeno a la actividad científica. Desde su cátedra sobre VIII metodología científica y filosofía de la ciencia, el Dr. Siqueiros ha explorado la historia de la epistemología, sus problemas, la ética científica y los problemas derivados de una actividad que en México a veces es mero oficio y reporte de datos que no logran teorías o conocimientos nuevos. A modo de un manual o una introducción hacia asignaturas para estudiantes de posgrado en áreas de la ciencia, este volumen destaca el pensamiento, pues pensar es necesario para no caer en la apatía robótica y la necedad de creer que la ciencia y la filosofía son campos ajenos y separados. 1 Principios y actitudes filosóficas dentro de la investigación en biología David A. Siqueiros Beltrones Introducción Como científicos, los biólogos estamos obligados a tener un cierto manejo de la filosofía que sustente nuestra disciplina de estudio y rija nuestra investigación particular. Sin embargo, en muchas carreras de biología, los científicos potencia- les no son educados, entrenados, capacitados o preparados con las bases filosó- ficas, mediante la estructuración ex profeso de cursos y se deja al libre albedrío el eventual roce del estudiante con la filosofía científica. Después de impartir este curso, y algunos de metodología de la investigación en varias ocasiones, así como de revisar las minutas de algunas mesas redondas sobre este tópico, resultó evidente que una fracción importante de los estudiantes prefiere optar por este curso. En muchos de los casos, se aprecia un interés por conocer sobre el tópico, mientras que existen posiciones utilitaristas (¿o hedonistas?) de quienes buscan soluciones prontas a las dificultades que implica hacer tesis u otras que buscan la tranquilidad de haber tenido contacto con el tópico “por si las dudas”. Otros no se complican la vida y se dejan guiar por las designaciones de sus mentores (ipse dixit), muchos de los cuales no quieren entender la importancia de la filosofía científica, incluso cuando parte de su proceder a menudo se basa en ella, por ejemplo, el pragmatismo, el utilitarismo, o el positivismo que ha impulsado a la ciencia moderna, con el cual se sienten seguros. Aun cuando puede haber tendencias filosóficas entre estudiantes e investigado- res, como en cualquier disciplina, existen también las concomitantes inconsis- tencias debidas a la escasa o inexistente reflexión sobre el tema, ya señaladas por Garduño Espinosa y Viniegra (1989) hace veinte años. En la actualidad,la sintomatología percibida puede estar manifestándose sobre actitudes arraigadas dentro de carreras científicas como en la biología, que parecen estar percibidas por muchos colegas en su quehacer cotidiano y que quisiéramos ir desechando. Es frecuente la expresión entre los colegas biólogos que revisan trabajos de tesis, que el sustentante “parece que no entiende lo que está haciendo... y quizá su di- rector tampoco” y eventualmente se llega a fricciones entre las partes de alguna comisión revisora de textos. De la constante detección de incongruencias en los estudios revisados, sean tesis o manuscritos para publicación, así como la aten- ción del tutor a las quejas de los estudiantes respecto a actitudes intimidatorias de profesores de la carrera, surgió la idea de identificar, con base en la experiencia en investigación, los principios y actitudes filosóficas que se reflejan en la perso- nalidad de los biólogos. La bases filosóficas de la investigación biológica se han construido histórica- mente y en algunos casos pueden percibirse amalgamadas dentro de los cursos 2 que prepararán al estudiante en su formación profesional. Sin embargo, como se sugirió al principio, se nota también que se ha perdido la esencia del quehacer científico al no haber un reconocimiento de sus bases filosóficas o sus relaciones con las distintas corrientes que han integrado la idiosincrasia del científico. Esto incrementa el riesgo de producir cientificistas, protocientíficos y hasta seudo- científicos, así como de nutrir lo que puede denominarse “troglodismo cientí- fico”, es decir, la imposición autoritaria del conocimiento teórico o técnico sin explicación fundamentada. Esta actitud es y perpetúa el psitacismo, cercano al enciclopedismo, en donde nada se cuestiona ni se critica, lo que conduce even- tualmente al dogmatismo. De la misma manera, se fomenta la megalomanía en- tre científicos incipientes, quienes practicando el “ipsedixismo” hacen suyas las ideas de otros que sí han hecho el esfuerzo, i.e., sin usar estas ideas como base o para avanzar a partir de ellas. Afortunadamente, la actitud de un investigador puede inspirar y transmitir a sus estudiantes actitudes y conocimientos como ética y filosofía científica, mismas que rigen su actividad cotidiana. Es imprescindible que esto sea nutrido por el resto de la academia, lo cual no sucede debido al desconocimiento del que adole- cen muchos colegas sobre los componentes filosóficos de su disciplina. Quienes optan por no reconocer la importancia de éstos llegan a sentirse hostigados, por lo que toman posiciones defensivas más que correctivas. De esta manera, se ges- tan procederes antiéticos, los cuales conllevan a la desaparición de las cátedras de carácter filosófico que son sustituidas por tópicos de moda. Se deben identificar y proporcionar de manera dosificada los principios filo- sóficos de la investigación en biología de manera pragmática al estudiante de ciencias (y a los colegas) para evitar su aversión hacia la filosofía de la ciencia, ocasionada por el roce extemporáneo con estudios profundos sobre filosofía o sobre tópicos epistemológicos de la biología, en el mejor de los casos. Asimis- mo, se deben aclarar las relaciones (diferencias y coincidencias) entre filosofía de la ciencia, epistemología, teoría del conocimiento y metodología (González Galván, 1992) y decidir hasta qué punto se pueden utilizar como sinónimos. Una de las estrategias para recuperar el terreno perdido por la filosofía en el ambiente académico es mediante la reinstalación de cursos, si alguna vez fue- ron parte de los currículos obligatorios, los cuales nunca serán demasiados. Asi- mismo es imprescindible estructurar e impartir dichos cursos partiendo de la experiencia adecuada. Citando a Bunge (1978) “la filosofía científica que no es enseñada por científicos a estudiantes de ciencias tiene mucho de farsa”. Aunque esto puede considerarse una exageración de Bunge, conviene tenerlo como ad- vertencia. No obstante, cabe aclarar que para cursos más avanzados se requiere imprescindiblemente de una interacción entre profesionales de la filosofía y los científicos que se interesen ex profeso por la filosofía de la ciencia. Así, aquellos investigadores que se han dado el tiempo de reflexionar constantemente sobre su investigación, recurriendo a una autocrítica antes que a una crítica a la actividad de sus colegas, seguramente han identificado los elementos que constituyen las 3 bases filosóficas de su investigación, con las cuales sustentan sus argumentos. Es necesario, pues, que la filosofía de la investigación sea impartida en un pri- mer curso a estudiantes de ciencias por alguien cuya actividad primordial sea la investigación científica y haya identificado, a su vez, instancias filosóficas de su trabajo en sus diversas etapas. Esto requiere de un proceso educativo, mayéutico y dialéctico, en donde la preocupación sea rescatar aquellas filosofías que ya forman parte del estudiante para que las identifique, las desarrolle críticamente y las aplique en su formación. A nivel de maestría, dicho curso, sustentado en la experiencia, habrá de proporcionar ejemplos tácitos dentro de los campos más problemáticos en la investigación biológica, recurriendo a la crítica, autocrítica, escepticismo, sistemática, lógica inferencial y sentido común, ética y responsa- bilidad como miembro de la comunidad científica y mostrará las incongruencias y las alternativas de manera sustentada. Esto habrá de tener eco con la práctica de seminarios, en los que se aborden los aspectos filosóficos y metodológicos identificados por los investigadores en su ejercicio particular. Corrientes o doctrinas filosóficas y actitudes detectadas en la investigación biológica A diferencia de lo registrado por Garduño Espinosa y Viniegra (1989), quienes detectan inconsistencias en las tendencias filosóficas de los estudiantes de pos- grado, aquí se propone mostrar cuáles doctrinas filosóficas podemos identificar o rescatar de nuestra identidad como estudiantes o estudiosos de la vida, mismas que se recomienda cultivar en sus mediaciones pertinentes para tener un adecua- do desempeño de nuestra práctica científica. Por lo tanto, al utilizar la evidencia de los autores citados y al hacer referencia a las naciones que influyen cotidiana- mente sobre el individuo en la sociedad, se parte de un principio ecléctico. Primero: ¿cuáles son las corrientes filosóficas que nos han inclinado hacia la pro- fesión de biólogo? Para comenzar, cabe mencionar que un cierto romanticismo nos despierta el interés por los fenómenos biológicos, esto es, estudiar la vida. La confianza en que el estudio científico nos garantiza la mejor forma de conservar y manipular los recursos bióticos y por lo tanto es una verdad práctica (prag- matismo), subyace al positivismo, el cual por definición se apega a la realidad, a aquellos que está puesto, i.e., el objeto, garantizando con ello objetividad; pero a su vez, es exacerbado por quienes se dedican a investigar con el propósito de op- timizar su explotación (manejo sostenible). O bien el utilitarismo que subyace al interés biotecnológico temprano de los científicos noveles (hedonismo). Asimis- mo, reconocemos la relación de la investigación científica con el materialismo que se enfoca sobre la existencia siendo objetivo y el empirismo (metodológico) para contrastar hipótesis mediante la experiencia, relacionando así teoría y reali- dad, punto de partida y forma de recabar información factual de primera mano, respectivamente, para la generación de conocimientos científicos. Ya sobre las bases amplias del quehacer científico, se deben comprender las con- 4 secuencias del determinismo aplicado a la investigación biológica, mismo que permite establecer premisas que guíen el proceso. Mientras que el indeterminis- mo nos ayuda a comprender la aleatoriedad de los fenómenos naturales y a inter- pretarlos en su real proporcióncon un enfoque probabilístico, lo que permite una adecuada aproximación al concepto de selección natural. De igual forma, ayuda a relacionar las limitaciones de la ciencia en términos del idealismo en la filoso- fía y el principio de incertidumbre de la física cuántica. Un manejo adecuado de determinismo e indeterminismo son indispensables para la correcta aplicación de la bioestadística, según lo propone Méndez Ramírez (1989). La aplicación de estos principios y la labor empírica nos permite contrastar la teoría de la cual partimos. Aun con la intención de observar coincidencias, las discrepancias estimulan el escepticismo característico de la actividad científica, al que llevamos hasta sus últimas consecuencias. La forma más rica de ello lo constituye el falsacionismo de Popper, que aplicamos tanto en las pruebas de hipótesis (estadísticas o no), como en la confianza cuasi dogmática o altamente probabilística que tenemos en una teoría. Lo anterior exige mucho rigor, así como un acopio de estoicismo, debido tanto a lo desgastante de la actividad intelectual, así como a los sinsabores de la autocrí- tica. Ante el riesgo de caer en un rigorismo, incluso al exagerar de manera irre- flexiva, que puede resultar contraproducente, recapacitamos respecto a la validez de lo ya logrado. De esta manera, en congruencia con los sistemas de estímulos a la investigación, publicamos antes de sentirnos enteramente satisfechos. Esto implica recurrir a un cierto cinismo y dudar de ciertas normas un tanto rígidas e “inconvenientes”, lo que se deriva de nuestro apego al racionalismo mediante el uso de lógica y del sentido común que cultivamos sobre la base de la experiencia. En consecuencia, aludiendo al éxito como criterio de la verdad, promovemos el pragmatismo aunque, si la medida resulta contraproducente, el cinismo recupera su pleno sentido. De cualquier manera, el apego al método científico al llevar a cabo investigación científica implica una actitud que deriva de la influencia de las doctrinas mencionadas sobre la personalidad del investigador. Por otra parte, en nuestra labor se llega igualmente a caer en el maquiavelismo actitud derivada más de una noción sobre el poder político que una corriente, ya que se requiere una actitud fría y calculadora para lograr propósitos y objetivos. Aunque estas situaciones se presentan en torno a aspectos logísticos y financie- ros de los proyectos de investigación que afectan intereses de otras personas, no somos ajenos a ellas y no son bienvenidas. También se nos obliga a tomar decisiones cerca a los méritos dentro de las publicaciones; se requiere valoración y firmeza para identificar coautorías y colaboraciones. Conviene reflexionar respecto a la amoralidad que caracteriza al maquiavelismo y lo que sigue siendo moral o inmoral, olo que se convierte en ético o antiético, , partiendo del imperativo categórico kantiano. De esta manera, identificamos la influencia de doctrinas filosóficas y religiosas, como el cristianismo y el judaís- 5 mo, que han aportado las bases de la moral y de la ética en occidente. Y qué decir del calvinismo, una actitud exhibida en la práctica del arbitraje en las publicacio- nes o al defender puntos de vista más o menos rigoristas apelando a la autoridad suprema, i.e., algún autor reconocido y su irrefutable tesis; pero que al aplicarse o tomarse en una forma razonable, obliga a la depuración del informe científico y a definir mejor las posiciones más informadas, lógicas y elocuentes. La influencia de muchas de estas y otras corrientes sobre la formación del cien- tífico van más allá de lo ecléctico ya que han moldeado su criterio y su perso- nalidad, logrando un balance positivo entre el espíritu apolíneo (del orden y la forma) y el dionisiaco (de la creatividad impetuosa) evocado por Wagner y Niet- zsche. En este plano del existencialismo (según Sartré) el estudiante de ciencias y el científico deben hacer converger sus principios filosóficos para definir su apego a la ética científica para continuar su adecuada formación como científicos reconociendo y cumpliendo las exigencias para ello. Así, dado que el científico joven habrá de encontrarse con actitudes que reflejen las doctrinas referidas, debe estar preparado para confrontar adecuadamente las situaciones resultantes, es decir, identificar sus raíces y asumir posiciones que le permitan aprovechar las críticas rigurosas pero honestas hacia su trabajo. Antes que sentirse agredido hacia su quehacer, deberá considerar que los miembros de la comunidad científica con los que interactúa tienen convicciones fundamenta- das en las doctrinas filosóficas anteriores. Haciendo alusión a las tres etapas de la vida del hombre que propone Kierker- gaard (estética, ética y religiosa), en el científico la prolongación de la fase esté- tica puede retrasar en mayor o menor grado su formación integral, impidiéndole captar los problemas. Un ejemplo de ello podría ser el deslumbramiento que se aprecia en los estudiantes ocasionado por las líneas de investigación de moda o por la posibilidad de aplicar técnicas con nombres sofisticados, a menudo redun- dantes, para la verificación de su hipótesis de trabajo; muchas veces el fenómeno biológico es el pretexto para desplegar la habilidad para manejar alguna técnica que lo motiva (buceo científico, hojas de cálculo, técnicas estadísticas, análisis numéricos, sondas genéticas, microsatélites, reacción en cadena de polimerasa, entre otras). Una orientación bien dirigida redundará en una marcada eficiencia dentro de la investigación en cuyo caso se estaría entrando a la fase ética o re- flexiva del investigador, quien además se apegará con convicción a las normas que valora la comunidad científica, aunque a veces de manera dogmática. El investigador debe concentrar su atención primaria en el problema del conoci- miento que habrá de detectar y plantear adecuadamente de manera creativa, y le permita su solución de manera eficiente. Lo mismo debe aplicar el estudiante, quien deberá proponer un problema de estudio específico, y no conformarse con aprender las técnicas y solucionar alguno que su mentor le asigne. Una vez que ha adquirido mayor experiencia y esté preparado para emitir juicios acerca de la actividad científica, propia y ajena, habrá alcanzado una fase filosó- 6 fica. A partir de entonces será capaz de identificar y aprovechar las aportaciones de diversas instancias filosóficas, proceso que le ha de conferir seguridad y ar- monía como hombre de ciencia. Es menester que aquellos principios filosóficos que subyacen en la actividad científica se amalgamen de tal forma que no sólo sean invocados bajo circuns- tancias más o menos convenientes, sino que conformen el fundamento del pen- samiento científico individual. Al integrar los principios de esas corrientes filo- sóficas en la formación del científico se garantiza su preparación y tendrá mejor oportunidad de asimilar adecuadamente otras propuestas filosóficas que emanen de la biología y de la ciencia en general. De esta manera, sus opiniones serán po- tencialmente más ricas respecto a doctrinas como el evolucionismo, darwinismo, lamarckismo (y sus versiones modernas), vitalismo, reduccionismo o holismo, que han moldeado el pensamiento biológico (Mayr, 1995), así como el deduc- tivismo e inductivismo, continuismo y discontinuismo, que ya forman parte de su acervo (Garduño Espinosa y Viniegra, 1989). Dichas corrientes y su difusión influyen decididamente en el ámbito de las ciencias biológicas y en la de la co- munidad científica en general, y definen en gran parte los paradigmas bajo los cuales se desenvuelve el investigador. Conclusión La recuperación de las bases filosóficas de la investigación en biología no sólo es necesaria sino factible. El eco de los estudiantes ante las diversas iniciativas para lograrlo, además del interés mostrado por varios colegas, debe aprovechar- se y se debe promover la creación de cursos y seminariossobre filosofía de la ciencia. Un primer curso deberá armarse pragmáticamente, de acuerdo con el enfoque presentado, mientras que otros cursos más avanzados deberán hacerse disponibles para que el esfuerzo no quede aislado. Opciones como historia de la filosofía, historia de las ciencias, epistemología, teoría del conocimiento o sobre las direcciones seguidas actualmente por las filosofías de la ciencia contribui- rían al rescate y retroalimentación de la filosofía dentro de la propia academia científica para su retroalimentación, y no dejar este importantísimo ámbito como pertinencia exclusiva del área de humanidades. Agradecimientos La respuesta de los estudiantes de Biología Marina de la Universidad Autónoma de Baja California Sur para los cursos de Filosofía de la Ciencia y la aceptación abierta que tuvo por parte de la academia en el Programa de Posgrado del Cen- tro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del I.P.N. motivaron el presente ensayo. Agradezco las acertadas opiniones y sugerencias al manuscrito por parte del doctor Domenico Voltolina (CIBNORMazatlán); del doctor Leonel Cota Araiza (CCMCUNAM); del maestro en ciencias Enrique González Nava- rro (UABCS); del doctor Ernesto Chávez (CICIMAR), y del biólogo Alberto Antuna Mendiola. 7 Literatura citada Bunge, M. 1978. La ciencia, su método y su filosofía. Ed. Quinto Sol. Garduño Espinosa, J. y L. Viniegra. 1989. “Tendencias filosóficas sobre el que- hacer científico en los egresados de los programas de maestría y de doctorado de la Facultad de Medicina de la UNAM”. Ciencia 40: 119130. González Galván, H. 1992. ¿Cuáles son las diferencias y coincidencias entre la Epistemología, la Filosofía de la Ciencia, la Lógica, la Metodología y la Teoría del Conocimiento? PanoramaUABCS 42 (marzoabril): 1825. Mayr, E. 1995. Así es la biología. Madrid: Ed. Debate. Méndez Ramírez, I. 1989. “La ubicación de la estadística en la metodología científica”. Ciencia 40: 3948. Apareció originalmente como: Principios y actitudes filosóficas dentro de la investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (17): 213-220. 2002. 9 La filosofía de la ciencia como materia obligatoria en la formación de científicos David A. Siqueiros Beltrones Introducción Nuestra experiencia con los Posgrados en Baja California Sur indica que los aspirantes de los programas de maestría y doctorado de las varias instituciones del estado tienen poca oportunidad de desarrollar su potencial creativo y con- tribuir con ello algo original a la generación de teoría. La afirmación hecha por Cereijido (1989) acerca de la forma empírica en que se forman los estudiantes de ciencia en nuestro país parece bien fundada; inmersos en el ambiente de in- vestigación van captando aquí y allá fracciones de lo que llegan a reconocer como Método Científico (Pérez Tamayo, 1990). Sin embargo no se aprecia una estrategia ex profeso en su formación científica. La problemática en la praxis La formación empírica es ajena al ideal científico ya que los estudiantes: 1) Son reclutados para abordar problemas de investigación que son extensiones de investigaciones similares en otros países 2) Abordan preguntas o problemas a priori planteados por los asesores recepto- res. 3) Son sujetos a entrenamientos en el manejo de las técnicas importadas y su aplicación a datos o situaciones locales. 4) Son atraídos a laboratorios y/o posgrados por su equipamiento y apoyo finan- ciero, así como pertenencia o no al padrón de excelencia CONACYT. Se desconoce y por lo tanto no se les enseña que: A) El Método Científico es esencialmente una aplicación intelectual, que inicia con la identificación de problemas de conocimiento, i.e., preguntas concisas y fundamentadas derivadas de la teoría disponible B) El diseño metodológico depende del problema planteado, no al revés. C) El planteamiento de hipótesis no representa un capricho de científicos o pro- fesores que solamente complican el trabajo de otros investigadores. D) La Filosofía de la Ciencia no consiste en sofisticar el quehacer investigativo, sino en conferirle cientificidad. E) La Filosofía de la Ciencia confiere una estructura a la investigación e infor- mes científicos, que trasciende el mero formato F) El hecho de negar la existencia del Método Científico (MC) o de convencerse de que en su campo tienen su propio MC, no resuelve la situación, la solapa. Cualquier disensión habría de sustentarse en bases filosóficas adecuadas y no la mera toma de posiciones. Una evidencia acerca de la formación incompleta de los estudiantes de ciencias lo representa el hecho de que no existen materias en los currículos que les pro- porcionen bases para desarrollar investigación científica con plena conciencia de ello, i.e., examinando a fondo los principios de la Ciencia y del Método Científi- co. Mientras, la mayor parte del plan de estudios consiste en abarcar lo más que se pueda del conocimiento disponible en su campo de conocimiento de interés. Aparte de que esto parece indefinido y desesperado, se les niega su formación como investigadores, quedando ajenos a las bases de la metodología científica y a la filosofía de su propio quehacer. ¿Bajo qué sentido se justifica la enorme cantidad de información que se les administra e inculca, enciclopédicamente? Si no entonces ¿cómo se les pretende enseñar que aquello que llamamos literatura científica, textos y artículos, que constituyen su base de conocimiento es mera- mente teoría, e inversamente, que dicha teoría constituye la visión científica de la naturaleza misma a que ellos habrán de contribuir siguiendo el mismo proce- dimiento y sobre bases epistemológicas? Cada disciplina de conocimiento nos muestra una versión del mundo (Física, Química, Biología, etc.) pero la filosofía nos ofrece una visión integrada y bajo esta perspectiva establece también las bases sobre las que se funda el Método Científico. Sin embargo, durante nuestra carrera científica existen pocas referen- cias a esto y no se hace obligatorio cursar materias que nos describan, examinen, o enseñen en qué consiste ser un científico. Quizá una explicación para ello es que quienes practicamos docencia en dichas carreras nos hemos formado igual, empíricamente sin bases docentes (didácticas o pedagógicas) y peor, sin bases filosóficas de nuestro quehacer científico. Como consecuencia de lo anterior el estudiante de ciencias carece de referencias que le permitan entender aquello que le confiere cientificidad a su investigación o al conocimiento que maneja, toda vez que su concepción del Método Cientí- fico no ha sido contrastada o siquiera reflexionada. Asimismo, carece de bases para defender su tesis ante la heterogeneidad de opiniones de sus sinodales o jueces, o para argumentar en pro de sus objetivos de interés o más, plantear sus propios problemas de investigación. La Filosofía de la Ciencia, desde un pun- to de vista praxiológico, prepara en forma mayéutica al estudiante de ciencias como científico mostrándole la relación entre su espíritu heurístico, la actitud crítica y escéptica en el manejo de la información, a la luz del propósito ulterior de la ciencia de generar conocimiento con bases epistemológicas. Así, lo lleva a comprender la necesidad de identificar y poner en práctica conscientemente, lo que le confiere estructura al Método Científico, desde los distintos procesos ló- gicos que sustentan nuestra labor intelectual, hasta la importancia del significado de las palabras y su uso adecuado. 11 Método A diferencia de cómo habría estructurado un informe científico, este informe sobre observaciones dentro de lo que es la formación de científicos sin las bases filosóficas de su quehacer, se adecua el formato sugerido a este ensayo filosófico, bajo la premisa de que ciertas disciplinas filosóficas, incluyendo la Metodología y la Epistemología no deben cientifizarse, al menos no por ahora ya que, como en otros campos el conocimiento generado por la humanidadmediante la Cien- cia, aún no se alcanza tal nivel. Sin embargo el formato se puede adoptar. El curso de Filosofía de la Ciencia. Tratando de ser congruente con el suso- dicho formato, la forma de describir el procedimiento seguido para sustentar el presente ensayo ha sido, durante 10 años, impartir el curso en cuestión y obser- var las reacciones de los estudiantes, ya sean regulares, oyentes, especiales, o co- legas que han participado como oyentes o eventuales. Más adelante se muestran las opiniones recabadas respecto a lo que se esperaba de este curso y lo que en realidad se obtuvo o se ha ido obteniendo. Independientemente de cómo denominemos la materia curricular, el curso so- bre Filosofía de la Ciencia se halla estructurado de acuerdo con las necesidades evidenciadas por la praxis científica. Ello obliga al profesor-investigador a man- tener un ritmo de trabajo elevado; esto es, además de la docencia y divulgación se mantiene una productividad científica que respalde la convicción por arriba de los estándares promedio de la comunidad científica pero realizada además en apego a los principios filosóficos que se profesan. Una característica imprescindible del curso es que se enriquece con cada semes- tre, lo que se ha hecho patente, por ejemplo en un ciclo de investigación (modi- ficado de Bunge, 1984) acoplado al concepto de Método Científico (Siqueiros Beltrones, 2005), la propuesta de una definición propia de Ciencia (Siqueiros Beltrones, 2005) después de casi 10 años, así como un mapa mental de lo que comprende el curso y la tesis que lo subyace (Fig. 1), entre otras adiciones. Ahora, para practicar la filosofía científica es necesario tener un conocimiento de primera mano de la ciencia actual; por ello, debe ser una empresa colectiva, in- cluso su enseñanza. Sin embargo, aunado a que no existen cursos obligatorios de este tipo, los optativos dependen de la iniciativa de algún romántico científico, difícilmente se contará con el apoyo requerido, i.e., colegas que impartan tópicos bajo la misma filosofía de base praxiológica como lo recogen los programas de los cursos. Por ello, conviene reconocer que los asistentes al curso son estu- diantes con buena preparación, que al ser sometidos a un proceso mayéutico se puede aprovechar su aportación, tanto en conocimientos, como en experiencia y opinión, supliendo así la imposibilidad de contar con varios exponentes. Asimis- mo, los principios filosóficos para la investigación científica se pueden dirigir a cada campo de conocimiento especializado, tanto teórico como metodológico, que interese en particular a cada estudiante del curso. De esta manera, cada estu- 12 diante podrá ver la conexión entre su problema de estudio (tesis) y los recursos filosóficos para abordarlo y desarrollarlo conscientemente de su cientificidad, a la vez que le reditúa soluciones a problemas diversos de la tesis que le permiten avanzar y culminar, con cierta confianza. Supuestos terapéuticos de la filosofía de la ciencia. Los argumentos en pro de la Filosofía de la Ciencia que se hallan en los textos son planteados a los estudiantes para su crítica y su contrastación; estos se examinan bajo la premisa de que las proyecciones e implicaciones no científicas no harán más eficiente al científico en su especialidad (de hecho, para algunos colegas no es formativa). No obstante, logrará lo siguiente: a) Evitará quedar ligado a una filosofía incoherente, ya sea religiosa o científica adoptadas inconscientemente, al ser capaz de examinarlas y criticarlas.. b) No confundirá lo que se postula con lo que se deduce, ni la convención verbal o la teoría con el dato empírico, la cosa con sus cualidades, el objeto con su conocimiento, ni la verdad con su criterio Figura 1.- Mapa mental del curso Filosofía de la Ciencia que pretende mostrar los elementos estructurales de la tesis que lo subyace. 13 c) Ordenará sistemáticamente las ideas y depurará su lenguaje, buscando cohe- rencia y claridad; se esforzará por entender los términos que emplea d) Se habituará a explicar las suposiciones y las hipótesis, para contrastar con la teoría y corregir con precisión. e) Se prevendrá del dogmatismo, afilando su crítica y autocrítica, de su defor- mación como cientificista capacitado en el manejo, más no la comprensión de técnicas sofisticadas de investigación. f) Mejorará su estrategia de investigación, procediendo con mayor cautela en la implementación de métodos y técnicas. g) Pasará entonces del resultado al problema, sin conformidad. h) Entenderá que el avance científico no es meramente aditivo; se puede recular y cada solución provee nuevos problemas. i) Ampliará su horizonte ante las posibilidades de interpretaciones. j) No se dejará llevar por el aparente valor de datos empíricos que concuerden con teorías de moda; extremará sus exigencias. k) No aceptará a ciegas la metodología estándar de la literatura o aquella apren- dida en su laboratorio. l) No exaltará figuras por el hecho de que conozcan dichas técnicas o métodos, si no que aceptará sus cualidades y sus fallas. m) Sobre todo aprenderá a conducirse con discreción, sin menosprecio o arro- gancia, reconociendo sus limitaciones; dando el privilegio de la duda. n) Tomará partido en las polémicas académicas, pero será crítico al respecto, tolerante, sin temor a retractarse y cambiar de opinión Lo anterior, aunque debe ser sujeto a un examen de objetividad, su seguimien- to ha demostrado ser factible dentro del curso. Sin embargo, para lograr tales objetivos es necesario que el estudiante de ciencias reafirme los conceptos de Ciencia, su método, y su filosofía, para que pueda llevar a cabo la debida intros- pección durante su formación como investigador. Para abordar esto de manera objetiva ha sido necesario examinar la situación actual respecto a las carreras científicas, en este caso, lo que se ha podido apreciar en Biología Marina y en posgrados dentro de sendos cursos de Filosofía de la Ciencia con vigencia de 10 años. Se ha iniciado una auscultación con estudiantes que han cursado o cursan la materia para detectar cambios en su opinión acerca de esta antes y después de sus experiencias. Asimismo, se rescatan varias preguntas (1, 2, 3, 6, 7, 10) de una encuesta llevada a cabo en 2005, que recogen principalmente la opinión de miembros de la comunidad científica del CICIMAR-IPN (Siqueiros-Beltrones, 14 2006). Estas preguntas se utilizaron para contrastar la hipótesis (Ho) de la mayoría de los miembros de la comunidad científica muestreada no considera necesario un curso de Filosofía de la Ciencia (FC) en una carrera científica de su pertinencia. Asimismo, se plantearon cuatro hipótesis auxiliares en relación con cuatro de las preguntas: H1) La mayoría no lo considera necesario en su formación científica; H2) No se relaciona con el Método Científico; H3) Consideran que la FC y la Fi- losofía de la Investigación Científica son distintas; H4) No recurren a la Filosofía de la Ciencia en sus investigaciones. Resultados y discusión Con base en el seguimiento de las actitudes y participaciones de los estudiantes y de miembros de las academias de licenciatura y posgrado, se puede afirmar lo siguiente: paradójicamente, la mayoría de los científicos (al menos en las carre- ras de biología) no son sometidos a dicha enseñanza, siendo accidental su roce ex profeso con la filosofía de la ciencia. Asimismo, la comunidad académica muestra heterogeneidad en cuanto a su aceptación por la materia y su injerencia en el quehacer científico. En sumario, la perspectiva del ambiente académico actual es de que la mayoría de los académicos respetan la Filosofía de la Ciencia pero ¡La mayoría no entienden bien qué es! O, más comúnmente, la mayoría no se preocupan por tales aspectos filosóficos, ya que según sus opiniones, de alguna manera ya saben. Por otra parte, la mayoría no encuentra el tiempo para ello. Igualmente, de manera paradójica, la mayoría de losacadémicos tienen su opinión sobre el Método Científico y en veces, sin muchos escrúpulos, critican sobre bases empíricas, únicamente, sin recurrir a las bases filosóficas del Méto- do. No obstante la realidad muestra que la mayoría forman a otros académicos (dirección de tesis), científicos o docentes. Problemas de formación en la praxis. En un curso de Filosofía de la Ciencia se hace énfasis sobre aspectos de la investigación científica con que se enfrentan los estudiantes de ciencias, quienes podrían mejorar su formación si contaran con los fundamentos discursivos ad hoc. Estos pueden derivarse del examen de los principios metodológicos, empíricos, lógicos y no lógicos de la ciencia, algunos de los cuales se ejemplifican a continuación. Encuesta sobre la influencia de la filosofía de la ciencia entre la comunidad científica CAMPO DE ESTUDIO____________________________________________ CRUCE SU RESPUESTA: ESTUDIANTE_______INVESTIGADOR_______ 1) ¿SABE QUÉ ES LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA? 15 SÍ NO INSEGURO 2) ¿LE INTERESARÍA SABER DE FACTO EN QUÉ CONSISTE LA FILO- SOFÍA DE LA CIENCIA? SÍ NO INSEGURO 3) ¿CONSIDERA NECESARIA LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN SU FORMACIÓN? SÍ NO INSEGURO 6) ¿DEBERÍAMOS INCLUIR EN LAS CARRERAS CIENTÍFICAS LA EN- SEÑANZA DE LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA? SÍ NO INSEGURO 7) ¿RECURRE A LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN SU INVESTIGA- CIÓN? SÍ NO INSEGURO 10) ¿CONSIDERA QUE EL MÉTODO CIENTÍFICO SE RELACIONA ES- TRECHAMENTE CON LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA? SÍ NO INSEGURO ¿Cómo se inicia una investigación? Normalmente, y ello no lo hace correcto, los estudios que desarrollan tesistas de licenciatura o de posgrado no son ideados por ellos, les son asignados. El problema de investigación, aquella pregunta que surge del examen analítico de la teoría y que echa a andar la investigación debe ser generado o inventado por el estudiante, con ello se garantiza novedad, una visión menos contaminada o rutinaria que la de los investigadores experimen- tados. Cuando el conocimiento de la disciplina de interés es enseñado bajo una perspectiva científica, que a menudo no es así, entonces el estudiante aprenderá a percibir dicho conocimiento bajo la concepción de lo que es teoría y su cons- trucción lógica. Ello le permitirá aproximar su revisión de dicha teoría con una actitud más crítica, escéptica e inquisitiva, favoreciendo la posibilidad de que descubre lagunas de conocimiento. ¿Definición y defensa de objetivos? Por exagerado que parezca, la experiencia nos dice que los estudiantes de posgrado y por supuesto los de licenciatura, son incapaces de plantear claramente sus objetivos, dado que no los vinculan con el problema de estudio. Ello se debe a que no han reflexionado al respecto y porque nadie se los ha exigido, ergo, no se practica esa forma de razonamiento; algo que en una labor intelectual no tiene justificación. Consecuentemente, cuando alguien les sugiere categóricamente ¿por qué mejor no hace esto o el otro, me- nospreciando su propuesta de estudio? son incapaces de defender la legitimidad 16 de sus ideas. ¿Cómo se construye una hipótesis? En demasiadas ocasiones se ha notado que los colegas no saben lo que es una hipótesis; a menudo la consideran una pre- gunta y no una respuesta probable a la pregunta que constituye el problema de estudio. ¿Cómo entonces se puede esperar que se desarrolle un razonamiento inductivo-hipotético-deductivo y se plasme con la sintaxis adecuada la o las hi- pótesis correspondientes a un estudio? Aunque aparentemente sería más fácil hacerlo cuando se conoce la definición de hipótesis, la falta de práctica en el pensamiento lógico lo dificulta bastante. ¿Qué es una tesis? Un tesista debe estar consciente de lo que significa una tesis, más allá del librito que presenta como requisito para su titulación. Debe estar consciente de que su tesis dentro de la disciplina de conocimiento en la que desarrollo su estudio, representa una posición intelectual acerca de un problema de conocimiento que él mismo debió descubrir o plantear y para lo cual debe esgrimir argumentos en su defensa (disertación). Tanto, en la lógica de los co- nocimientos generados con la teoría que utilizó de referencia, como metodoló- gicamente, garantizando una base epistemológica para dicha tesis, en apego al Método Científico. Estructura del informe científico y su propósito. La estructura se refiere a la manera en que los elementos que lo conforman se hallan interrelacionados, confiriéndole solidez y congruencia al informe. A menudo esto se confunde con el formato, el cual aunque es imprescindible para sistematizar su construcción sobre la base analítica, debe ser respetado en su estructura, es decir, representar de manera precisa lo que cada apartado indica con el propósito de comunicar fielmente el conocimiento generado y el procedimiento que lo hace confiable. Esto es, desde lo que debe representar el título, hasta lo que es una conclusión. ¿Qué son las conclusiones? La reflexión acerca de los alcances de nuestros estu- dios permitirá, sobre la base de la confirmación o refutación de nuestras hipóte- sis, contrastar la teoría de la cual emanó el problema de estudio que abordamos. De tal manera que, utilizando el conocimiento generado y contrastándolo con la base teórica examinada, podremos hacer deducciones que comprendan las consecuencias teóricas de nuestro logro. Al contrario de lo que se practica casi inconscientemente de repetir los resultados en una lista final, que evidencia las limitaciones en el razonamiento inferencial en el seguimiento del Método Cien- tífico. Principios de Ética (Filosofía Existencial). Gran parte de la filosofía que adop- tamos los científicos es para comprender por qué nuestra actividad es científica, i.e. ¿qué le confiere cientificidad a nuestra actividad o investigación? Una cierta base de ética científica nos obliga a tener plena conciencia de qué nos hace cien- tíficos, qué estamos obligados a hacer o cómo debemos proceder para apegarnos al Método Científico. La Filosofía de la Ciencia (FC) proporciona la guía para 17 llegar a resolver tales cuestiones, examinando las bases de la Ética en general y de la Ética Científica en particular. La mera imitación para llegar a practicar investigación científica conlleva el riesgo de caer en procedimientos pseudo- científicos. Encuesta preliminar (primeras opiniones). Los asistentes a los cursos habrán de emitir sus opiniones a través de un sondeo ex profeso; por ahora se adelantan algunas opiniones preliminares para contrastar con las expectativas de los cur- sos: El curso ha despertado las inquietudes de colegas y doctorandos, quienes han encontrado un foro en donde externar sus posiciones respecto a los diversos pro- blemas de la investigación científica dentro de un contexto filosófico congruente. En algunos casos han recuperado su confianza contra las formas cuasi negligen- tes de hacer investigación en equipo (bajo coordinaciones improvisadas), al con- tar ahora con referencias derivadas de la filosofía del método científico que les permiten hacer la crítica pertinente. En otros han cambiado sus conceptos fáciles y sucintos de lo que es la Ciencia, Método Científico y Metodología, por otros más profundos que los tentaban pero sin contar con la convicción para decidirse por ellos. También han encontrado argumentos filosóficos para la exigencia del uso de hipótesis ante su fácil soslayo, que solamente desmerita la aplicación in- telectual que exige la investigación científica. Argumentan también seguridad al momento de plantear y defender un trabajo; mediante el conocimiento de saber qué se está haciendo y hacia donde lo dirigimos, les ha permitido encontrar los elementos claves de una investigación, y les ha sido posible identificar la ética subyacente al quehacer científico, así como la falta de ética de algunos colegas. Con base en el manejo de estas experiencias han podido conducirse demanera adecuada y tomar decisiones que les ayudan a sobrellevar situaciones diversas sin perjuicios. Asimismo les ha permitido poner a la ciencia en el lugar adecuado en su vida. Comentan por ejemplo: (Los cursos de Filosofía de la Ciencia) “Culti- varon mi capacidad de escuchar, respetar y conocer distintos puntos de vista, que casi todo el tiempo ayudaron a ampliar mi panorama en el tópico que se tratara; ayudaron (y mira que ahora lo uso cada vez con mayor frecuencia) con mi tole- rancia hacia personas difíciles, generalmente aquellas que se piensan superiores por ser portadores de títulos, y al contrario, que si bien lo doctor no garantiza…, el tener un posgrado, nuestro esfuerzo nos costó y cuenta. En concreto me dieron herramientas que nunca creí pudieran provenir de tal fuente (filosofía) y que (es lo mejor de todo) éstas son para siempre, sea en el ámbito académico, social, laboral incluso personal. El curso traspasa el carácter de científico en muchos aspectos; da al alumno tarea mental constante…” Asimismo, estudiantes a menos de la mitad del curso afirman que la FC es un tópico que con la simple etiqueta no comunica mucho o de más, de tal manera que los haría desistir de entrar en ella; pero que al entenderla y aprenderla puede dejar gran satisfacción y aprendizaje, con gusto e interés por desarrollar más el proceso de reflexión y análisis en clase. Ello incluye adquirir la convicción 18 de que, para generar conocimiento, es necesario conocer los fundamentos de la investigación científica. También se ha visto que el lenguaje por su parte en algunos sentidos es limitado o incorrecto y que es bueno saber el origen de las palabras para aplicarlas con mayor seguridad y sentido. Aunado a lo anterior, la encuesta aplicada reveló que por mayoría (85% o más) la Ho queda refutada y que se deberían incluir cursos de FC en las carreras cien- tíficas; asimismo, que esta es necesaria en su formación (refuta H1). Pero, pa- radójicamente, sólo un 34% consideran o saben que la FC y la Filosofía de la Investigación Científica son lo mismo (no refuta H3), aun cuando un 60% afir- maron saber qué es la FC. Asimismo, a pesar de que casi el 74% considera la FC estrechamente relacionada al Método Científico (refuta H2), solo el 42% dice recurrir a la FC en su investigación (no refuta H4). Con base en esto se infiere que la comunidad académica encuestada intuye la importancia de la FC en su quehacer y clama por saber qué es; sin embargo, muchos no aprovechan el curso optativo al que tienen acceso. Quizá nuestra idiosincrasia inclina a la mayoría hacia la obligatoriedad del cur- so, máxime que nuestro contacto con las múltiples filosofías, de acuerdo con el sistema “educativo” es magro o inexistente en los currículos de primaria, secun- daria, preparatoria, y licenciatura, por lo que una FC aparece encajada. No es raro que sean comunes las opiniones no favorables; las cuales llegan de manera indirecta a través de estos mismos actores quienes son cuestionados por detrac- tores de la FC, que la consideran inútil e innecesaria en la formación del científi- co. Ejemplos: 1) Ante la incapacidad de percibir el contexto filosófico de ciertos temas, colegas reprueban que se ofrezcan presentaciones de este tipo en los foros académicos. 2) Otros, consideran la materia FC no formativa, o 3) Pérdida de tiempo y tediosa. Conclusiones A partir de la implementación de los cursos sobre Filosofía de la Ciencia, la necesidad de llegar a más estudiantes y colegas ha motivado la construcción de ponencias en seminarios y congresos. La crítica resultante ha permitido enrique- cer el curso y la preparación personal. Asimismo, la difusión del interés por la temática ha generado la propuesta de actividades como el Seminario de cultura científica y otras actividades de divulgación de la ciencia. Por otra parte, han surgido solicitudes de dicho curso en otros programas: recuperándolo para la Carrera de Biología Marina de la UABCS y para implementarse en el posgrado de la misma institución. También ha tenido demanda en el Centro de Investi- gaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR) en donde se cuenta con iniciativas propias encaminadas al rescate de la Filosofía Científica. Como una exigencia que respalda los principios que subyacen al curso, han emanado varios ensayos filosóficos publicados que sustentan su base praxiológica. Finalmente, la parti- cipación de colegas y estudiantes como oyentes en el curso, es sintomático de que la FC se difunde en la comunidad científica. De acuerdo con esto surge la 19 duda, toda vez que, si estamos formando científicos, ello obliga a enseñar en qué consiste ser científico, en qué consiste la ciencia y en qué consiste el Méto- do Científico ¿conviene hacer obligatorio el curso de FC (o de la Investigación Científica) igual en licenciatura que en posgrado? La heterogeneidad detectada en la encuesta sugiere que sí. Literatura citada Bunge, M. 1978. La Ciencia, su método y su filosofía. Ed. Quinto Sol. 110 pp. Bunge, M. 1980. La Investigación Científica. Ed. Ariel, Barcelona. Mayr, E. 1995. Así es la Biología. Ed. Debate. Madrid.326 pp. Pérez Tamayo, R. 1993. ¿Existe el Método Científico? F. C. E., México. 230 pp. Rosenblueth, A. 1979. El Método Científico. CoNaCyT. Russell, B. 1974. La Perspectiva Científica. Ed. Ariel. 215 p. Siqueiros Beltrones, D.A. 2002. Principios y actitudes filosóficas dentro de la investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (17): 213-220. Siqueiros Beltrones, D. A. 2002. Experiencias en Metodología, Taxonomía y Ética científica en la investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (18): 185- 195. Siqueiros Beltrones, D. A. 2005. Pseudociencia non fingo. Ludus Vitalis 13 (23): 181-188. Siqueiros Beltrones, D. A. 2006. Impacto de las ideas de Kuhn, Popper, Lakatos, Feyerabend y otros Filósofos de la Ciencia sobre el quehacer científico en Biología. II Congreso Internacional de Metodología de la Ciencia para la Educación. México, D.F. 23 – 27 de mayo 2006. Siqueiros Beltrones, D. A. 2007. Reflexiones sobre el método científico. III Con- greso Internacional de Metodología de la Ciencia para la Educación. Campe- che, Campeche. 20 – 23 de marzo 2007. Presentado originalmente como: La Filosofía de La Ciencia como Materia Obligatoria en la Formación de Científicos. IV Congreso Internacional de Metodología de la Ciencia para la Educación. DF, 24-27 de junio, 2008. 20 Educación filosófica; una solución para evitar vicios en la ciencia Irán A. Guzmán-Méndez y David A. Siqueiros Beltrones Introducción Esta reflexión es el resultado de la discusión y acuerdos de un grupo de estudian- tes de maestría y doctorado que tomaron la materia de Filosofía de la ciencia en el semestre de julio a diciembre del 2008, la cual es impartida en el centro Interdisciplinario en ciencias del mar, del Instituto Politécnico Nacional, y en el cual se realizaba un análisis de los problemas y carencias a las que se enfrentaba la ciencia en México. De esta forma se enfocaron muchos de los problemas que afectan el desarrollo de la ciencia y de la escolarización, identificando los puntos claves para la solución de dichos problemas. Uno de estos problemas lo denomi- namos conformismo científico. La palabra conformista proviene del latín conformis que significa dejarse mode- lar, es decir, conformarse es la práctica de quien fácilmente se adapta a cualquier circunstancia. Por lo tanto el conformismo científico es la conducta que se caracteriza por per- der el rumbo, la motivación y el gusto de hacer ciencia y lo suple la preocu- pación y el deseo de sólo cumplir con los niveles de productividad para poder mantener sus estímulos económicos, i.e., una actitud mercenaria, convencido de que se cumple el propósito pero soslayando racionalismo científico. Consideramos que existen dos motivos principales para que esto ocurra: a) mo- tivos institucionales; y b) motivos personales. Los motivos institucionales los identificamoscomo aquellos requisitos que for- man parte de la burocracia institucional y que terminan fomentando acciones que se convierten en vicios que afectan al desarrollo de la ciencia, ya que la ten- dencia es a maquilar informes y publicarlos, mas no a la construcción de teoría. Los motivos personales son aquellos que tienen que ver directamente con las decisiones que toma el investigador y ponen en tela de juicio su ética y su pro- fesionalismo. Desarrollo En la discusión y análisis de grupo, se identificaron algunos vicios instituciona- les del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT): CONACYT apoya proyectos que satisfacen expectativas internacionales. La tendencia en los últimos años de las convocatorias del CONACYT se han in- clinado a favorecer proyectos con tecnología de punta, temas de moda en la 21 ciencia (como la “teoría” del Calentamiento Global) o títulos con nombres que pretenden descubrir el hilo negro de todas las investigaciones. Cierto es que, en muchas ocasiones, la información que resulta de este tipo de investigaciones dista mucho de resolver los problemas que tiene el país. Pero ¿dónde quedan los proyectos que se requieren en el país? La respuesta es en el archivo muerto, pues muchas investigaciones innovadoras y creativas que podrían resolver problemas concretos no pueden competir con los proyectos de tecnología de punta e investi- gaciones de moda, pues se considera que no son tan importantes. La visión de las autoridades gubernamentales es que la ciencia en México debe estar a la altura de los países desarrollados, aun cuando México no pertenece a esa elite, dejando a un lado el verdadero sentido de la investigación. A pesar de que las autoridades se esfuerzan en demostrar que en México tenemos científicos de altura, la reali- dad es que no existe motivación para hacer ciencia, pues si no se es parte de la línea de investigación a la cual se dirigen la convocatorias, simplemente uno no puede desarrollarse como investigador. Por lo tanto “Te Adaptas o Te Adaptas”, pues las carencias económicas propias del país no permiten tener la capacidad para la realización de cualquier investigación con recursos propios; por lo tanto uno debe modificar sus proyectos para que se adapten a las convocatorias. El sistema no enseña a pensar, sólo a repetir recetas. Los tiempos que exige el CONACYT para la culminación de investigaciones en posgrados es irrisorio. Si uno desea realizar una investigación propia, debe tener suficiente tiempo para el muestreo, el análisis de datos y la realización de la tesis; sin embargo, en el caso de la maestría son sólo dos años para alcanzar el grado y en el doctorado los tres años que apenas alcanzan para realizar una investigación completa. Esto orilla a los estudiantes a trabajar con datos ajenos o que fueron tomados para otras investigaciones y que son más propicios para otra investigación. Esto limita la creatividad e innovación que probablemente se buscaba. También se encontraron los siguientes vicios personales: Incapacidad de los Investigadores para guiar a los estudiantes. A la mayoría de los tutores nadie les enseñó a ser tutores. Han aprendido con el paso del tiempo y con base en las diferentes experiencias que han vivido. Muchos de ellos no saben que la importancia de una buena guía en el camino de la investigación es clave para la generación de recursos humanos con capacidades de inventiva, creativi- dad e imaginación, muchas veces con cuestionamientos tan simples cómo: ¿Por qué?, ¿Para qué?, ¿Cómo? y ¿Cuándo?. Con paciencia para escuchar y encausar las ideas de sus pupilos podrían cambiar todo el panorama futuro de la investi- gación en México. Debido a este problema, en muchas ocasiones ofrecen temas a los estudiantes para ahorrarse el viacrucis de plantear un tema de investigación generado por sus estudiantes. Esto genera que, al obtener el grado, los estudiantes no tengan la menor idea de cómo plantear un tema de investigación que satisfaga inquietu- des propias y sigan adelante en su formación reciclando ideas obtenidas de sus 22 asesores. Esta ignorancia motiva a realizar investigaciones similares a las del grado ante- rior, lo cual nos lleva al incesto intelectual, demasiada especialización. Con esto no queremos decir que la especialización sea un problema pues cuando esta se obtiene por gusto a un tema específico y se observa un fenómeno desde diferen- tes enfoques, el resultado puede ser óptimo. Sin embargo, al observar el currícu- lo de muchos estudiantes de doctorado podemos identificar, gracias a los títulos de sus investigaciones precedentes que, en muchos casos, las línea de estudio fue la misma desde sus inicios, y sucede que terminan sus grados sin saber hacer otra cosa que lo que realizaron de manera ponderada en licenciatura, maestría y doctorado. Se atrofia la iniciativa de hacer algo diferente para cada grado. Filosofía…. ¿Para qué? Haciendo un recuento de las experiencias del grupo des- de el nivel secundaria sobre las cátedras de filosofía, se observó que la mayo- ría de éstas no enseñaban a filosofar (pensar). En todas se notó la tendencia de hablar sobre historia de la filosofía y aprenderse los preceptos de toda la gama de filósofos canónicos, pero ¿En dónde está la esencia de la filosofía? ¿En qué momento te enseñan a pensar? La mayoría de los estudiantes perciben la materia de Filosofía como algo innecesario, reservado sólo para otras disciplinas intelec- tuales; cuando realmente es la base para poder ser un buen investigador. Cues- tionarse el porqué de las cosas es una característica que tenemos arraigada desde la infancia; sin embargo, con el paso del tiempo se deja a un lado por comodidad o por alienación. Pero ¿Qué pasaría si los propios estudiantes indagaran sobre la filosofía de la ciencia? ¿Qué pasaría si la identificaran como fundamental para la realización de cualquier investigación? El simple cuestionamiento del ¿Por qué hacemos la investigación? ¿Para qué servirá al momento de estar terminada? ¿Cómo pretendemos realizarla? ¿Cuán- do sería el momento adecuado para empezarla? Nos liberaría de muchos obstá- culos y nos abriría el camino para idear cosas nuevas que realmente requirieran de nuestra atención; pero filósofo no se nace, uno debe buscar los mecanismos para activar el razonamiento. Esto quedó ampliamente demostrado con los resul- tados del curso de Filosofía de la Investigación Científica en el CICIMAR (IPN), pues se insertó la semilla de la autocrítica y permitió observar la ciencia desde otro punto de vista. El grupo coincidió en que no tener bases filosóficas permite caer en los vicios del sistema. Pues el sistema premia: reciclamiento de proyectos, cantidad de ar- tículos, resultados inmediatos, investigaciones con tecnología de primer mundo; y las antecede a la calidad en investigación, innovación, creatividad y sencillez que pueden estar a una altura internacional. La naturaleza humana espera el re- conocimiento y obtención de estímulos por el trabajo realizado; es decir, cuando un investigador obtiene el reconocimiento de sus colegas y los estímulos eco- nómicos que son el resultado de su trabajo jamás se permitirá dar un paso atrás y mantendrá a toda costa su estatus y su estabilidad económica, lo cual puede 23 recaer en una baja de valores éticas y/o falsa productividad pues en la actualidad, por ejemplo, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) no perdona. Estos vicios recaen en una característica particular que engloba a todos los aspectos y conllevan una educación filosófica deficiente. Por ello, no tener bases filosóficas propicia caer en círculos viciosos del sistema, pues el sistema obliga a mantener- se dentro y caer en los vicios que genera. Reflexionemos… ¿Frenas o promueves esta conducta? Los investigadores de- ben motivar en los estudiantes a que desarrollen amor por la ciencia exigiendo innovación, ideas frescas y dando tiempo y atención a los estudiantes; promo- viendo la
Compartir