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96
Rodolfina Carmona Juárez
Ensayos en filosofía científica 
de David Alfaro Siqueiros Beltrones y Mario Jaime
se terminó de imprimir en la Ciudad de México
en el mes de octubre de 2015,
con un tiraje de 500 ejemplares
en los talleres de Conexión Publicitaria S.C.
conexionpublicitaria@yahoo.com
4
Rodolfina Carmona Juárez
Ensayos en filosofía científica
David Alfaro Siqueiros Beltrones
Mario Jaime
Primera edición, octubre 2015.
© David Alfaro Siqueiros Beltrones.
© Mario Jaime.
Portada:
Grabado en madera, artista desconocido, ilustración para:
L’atmosphère: météorologie populaire, de Camille Flammarion, 1888.
Reservados todos los derechos. 
Prohibida la reproducción total y parcial 
sin autorización de la editorial.
Impreso en México / Printed in Mexico
ISBN 978-970-94-2953-4
DIRECTORIO
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
ENRIQUE FERNÁNDEZ FASSNACHT
Director General
MIGUEL ÁNGEL ÁLVAREZ GÓMEZ
Secretario Académico
JOSÉ GUADALUPE TRUJILLO FERRARA
 Secretaria de Investigación y Posgrado
CENTRO INTERDISCIPLINARIO 
DE CIENCIAS MARINAS 
 MARÍA MARGARITA CASAS VALDEZ
Directora
SERGIO AGUÍÑIGA GARCÍA
Subdirector Académico y de Investigación
FELIPE NERI MELO BARRERA
Subdirector de Servicios Educativos e 
 Integración social
 LUZ DE LA PAZ PINALES SORIA
Subdirectora Administrativa
PRODUCCIÓN
RUBÉN E. GARCÍA GÓMEZ. Editor técnico
MIREYA G. LUCERO ROMERO Asistente editorial
CICIMAR Oceánides
David A. Siqueiros Beltrones
Distribuida por: CICIMAR-IPN, Ave. IPN s/n, Col. Playa Palo de Sta. 
Rita, 23096 La Paz, B.C.S., 
Tels: (612)123-03-50, (612)123-46-58. Fax: (612)122- 5322.
“ENSAYOS EN FILOSOFÍA CIENTÍFICA”
David Alfaro Siqueiros Beltrones 
& 
Mario Jaime
4
Rodolfina Carmona Juárez
Ensayos en filosofía científica
David Alfaro Siqueiros Beltrones
Mario Jaime
Primera edición, octubre 2015.
© David Alfaro Siqueiros Beltrones.
© Mario Jaime.
Portada:
Grabado en madera, artista desconocido, ilustración para:
L’atmosphère: météorologie populaire, de Camille Flammarion, 1888.
Reservados todos los derechos. 
Prohibida la reproducción total y parcial 
sin autorización de la editorial.
Impreso en México / Printed in Mexico
ISBN 978-970-94-2953-4
DEDICATORIA
Este libro va dirigido con especial dedicatoria a todos aquellos estudiantes 
de ciencias que tuvieron la entereza de atender los cursos de Filosofía de 
la Ciencia y Filosofía de la Investigación Científica, los cuales se ofrecie-
ron como optativos en sus respectivos currículos. Su participación más o 
menos activa durante las sesiones coadyuvó en reafirmar la convicción 
de que el conocimiento de la filosofía de nuestro propio quehacer es im-
prescindible. Ello fue posible a pesar de la duda (justificada) acerca de la 
utilidad de dicha cátedra, en gran parte derivada de la inercia cientista. 
Espero que todos hayan continuado cultivando sus bases filosóficas a la 
par de su desarrollo profesional. Asimismo, queremos dedicar esta obra a 
los detractores, ya sean estudiantes o profesores investigadores, quienes 
inadvertidamente han motivado a los estudiantes que osaron inscribirse 
en dichos cursos a reafirmar su convicción sobre el beneficio que conlleva 
el componente filosófico en su formación. Y para ser justos, extendemos 
esta dedicatoria a todos aquellos colegas que han respaldado la aproxi-
mación filosófica de la formación científica, algunos que fueron nuestros 
alumnos, nuestros compañeros, o nuestros maestros.
AGRADECIMIENTOS
La academia de Plancton y Ecología Marina del Centro Interdisciplinario 
de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional tuvo a bien comi-
sionar la revisión de la presente obra y avalar su edición. Consecuente-
mente, reconocemos la labor de los miembros de la comisión: Francisco 
de la Chica Bonilla, Gerardo Aceves Medina y sobretodo de Noé Díaz 
Viloria cuyos comentarios y cuestionamientos ayudaron a mejorar nota-
blemente el manuscrito. Agradecemos la labor de Uri Argumedo en la 
adecuación de la figuras y a la confiable labor de Rubén E. García Gómez 
en el formateo de esta obra. DASB es becario COFAA y EDI. MJ es Ca-
tedrático investigador comisionado al CIBNOR durante la fase final de 
este trabajo.
CONTENIDO
Prólogo I
Introducción III
A modo de advertencia al lector 
 Mario Jaime VII
Principios y actitudes filosóficas dentro de la investigación en biología 
 David A. Siqueiros Beltrones 1
La filosofía de la ciencia como materia obligatoria en la formación de 
científicos
 David A. Siqueiros Beltrones 9
Educación filosófica; una solución para evitar vicios en la ciencia 
 Irán A. Guzmán-Méndez 
 y David A. Siqueiros Beltrones 20
Impacto de las ideas de Kuhn, Popper, Lakatos, Feyerabend y otros 
filósofos de la ciencia sobre el quehacer científico en Biología
 David A. Siqueiros Beltrones 25
Pseudociencia non fingo 
 David A. Siqueiros Beltrones 37
Filosofía y método en la generación de conocimiento científico 
 Jessica C. Hernández Martínez 
 y David A. Siqueiros Beltrones 45
Consideraciones sobre el Método Científico 
 David A. Siqueiros Beltrones 51
Advertencia sobre el método científico 
 David A. Siqueiros Beltrones 57
El problema de construcción de hipótesis en estudiantes de Ciencia 
 David A. Siqueiros Beltrones 
 y Oscar U. Hernández Almeida 61
¿El Método o los métodos? Feyerabend y su anarquismo 
 Mario Jaime 69
Principios filosóficos de la investigación en Biología; experiencias en 
metodología, taxonomía y ética científica
 David A. Siqueiros Beltrones 75
El papel del científico en la toma de decisiones bioéticas 
 David A. Siqueiros Beltrones 87
Principios éticos en investigación científica 
 Tania Zenteno-Savín 
 y David A. Siqueiros Beltrones 91
¿Estamos calificados los científicos para formar investigadores? 
 D.A. Siqueiros Beltrones 97
Examen filosófico de las listas sistemáticas como informes científicos; 
y porqué deben ser publicados
 David A. Siqueiros Beltrones 
 y José de La Cruz Agüero 101
Sobre el tratamiento estadístico adecuado utilizando valores de diver-
sidad de Shannon (H’) 
 David A. Siqueiros Beltrones 111
La aplicación de la Teoría de la Información (H’) frente a la compleji-
dad de los ecosistemas marinos 
 Oscar Ubisha Hernández Almeida 
 y David A. Siqueiros Beltrones 125
Una paradoja sobre uniformidad vs. orden y estabilidad en la medida 
de diversidad de especies según la Teoría de la Información 
 David A. Siqueiros Beltrones 135
Serendipia y Método Científico; origen trombolítico de lagunas coste-
ras 
 David A. Siqueiros Beltrones 145
¿Qué es la vida? y filosofía científica 
 David A. Siqueiros Beltrones 159
El lenguaje instrumental en las nociones sobre la vida y lo viviente 
 Mario Jaime 163
Cómo interpretamos los científicos la visión de Darwin en Biología; el 
recurso filosófico 
 David A. Siqueiros Beltrones 171
La gran ilusión del calentamiento global 
 David A. Siqueiros Beltrones 177
Ciencia y Religión ¿Son compatibles? 
 Mario Jaime 181
La Profecía de Prometeo 
 Mario Jaime 191
I
PRÓLOGO
D. A. Siqueiros Beltrones
¿La Filosofía de la Investigación Científica nos permite visualizar la Filosofía de 
la Ciencia pragmáticamente? La pregunta surgió mucho después que otras tantas 
que apelaban a la filosofía de la ciencia, ya sea como estudiante o como profesor 
investigador a 20 años de haber egresado de la Facultad de Ciencias: ¿Qué sé? 
¿Soy científico? ¿Por qué soy científico? Estas preguntas encontraron respuesta 
cuando fortuitamente se me asignó la materia de Método Científico aunque el 
programa vigente me pareció hueco, como elaborado por alguien sin experien-
cia en práctica científica y acusando el riesgo de caer en algo yuxtapuesto, i.e., 
una ¡Filosofía de la Ciencia ajena a la Ciencia! Una nueva ola de reflexiones se 
desató en la forma de nuevas preguntas ¿Qué saben esos maestros que me dan 
confianza por la claridaden sus ideas, su convicción en sus estudios por elemen-
tales que parezcan, pero sin sentir demérito por no acceder a técnicas complejas 
de vanguardia tecnológica o matemáticas, o de teorías de moda?
Lo anterior eventualmente me condujo a inferir que no se trataba de una mayor 
capacidad intelectual o mayor genio, ni a la dedicación exagerada al estudio, 
sino más al ejercicio de pensar. Nuestro propósito es mostrar a los estudiantes de 
ciencias cómo llegar a la respuesta a estas preguntas. Asimismo, que se formen 
una idea precisa sin prejuicios de lo que es la Filosofía de la Ciencia.
III
INTRODUCCIÓN
Ciertamente, la concepción de esta obra ocurrió mientras se trabajaba dentro del 
campo de conocimiento de la Biología en Marina, por lo que se hace referencia 
en algunos ensayos a investigaciones dentro de dicha temática, no obstante, se 
pretende que sirva de referencia a cualquier estudiante de ciencias; ya que pri-
mero se es científico, independientemente de la especialidad por la que se opte. 
Dentro de una carrera científica resulta imprescindible entonces que el estudian-
te adquiera conciencia acerca de lo que es y representa la Ciencia, su método y su 
filosofía. La Filosofía de la Ciencia pertenece al pensamiento científico e influye 
significativamente el proceder del investigador en cualquier campo de conoci-
miento, ayudándolo a reconocer el carácter científico en lo teórico, lo empírico, 
o metodológico. De esta manera se puede acceder al aspecto pragmático de la 
Filosofía de la Ciencia, toda vez que ayuda a entender la base epistemológica de 
una investigación.
La Filosofía de la Ciencia está comprendida dentro de las múltiples definiciones 
de Ciencia.
Asimismo, el rigor que conllevan sus componentes refleja dicha filosofía en el 
denominado Método Científico. Independientemente de las adecuaciones que se 
hagan sobre éste en cada una de las disciplinas científicas, cuando se realiza una 
investigación, estará implícita su filosofía. Es imprescindible pues que el 
investigador científico esté consciente, ya sea por experiencia y/o convicción 
temprana, de la profundidad que deben tener sus resultados, despojándose de la 
prisa por generarlos inmediatamente a costa de su relevancia. Esto puede lograr-
se mediante una perspectiva filosófica de lo que es su desempeño como científi-
co, más que como cientificista capacitado en el manejo, más no la comprensión, 
de técnicas sofisticadas de investigación.
La metodología científica implica una serie de componentes o pasos a seguir, 
que pudieran antojarse como una receta. Ciertamente, existen pasos secuenciales 
bien establecidos y conocidos actualmente por la gente culta. No obstante, llevar 
a la práctica una metodología científica, es decir, hacer investigación, requiere 
de una comprensión de cada uno de dichos componentes y sus implicaciones. 
En este caso, es necesario que el estudiante de ciencias comprenda qué es la Me-
todología en su otra acepción, el análisis crítico de los métodos, técnicas y estra-
tegias utilizadas, para su correcta aplicación. Entender lo que es la Ciencia, sus 
consecuencias éticas, el porqué de su metodología y su filosofía, servirán para 
ubicar en buen tiempo al científico joven y pujante en la senda de una labor pri-
mordial dentro de la sociedad, misma que llevará a cabo con plena claridad de lo 
que significa la Ética en la generación y divulgación del conocimiento científico.
Esta compilación de ensayos, la mayoría previamente publicados en foros di-
versos, ya sea impresos y/o en conferencias, está enfocada hacia la comprensión 
del significado de la filosofía de la ciencia desde la perspectiva de la praxis y su 
IV
relación con la epistemología. Pretende el reconocimiento y aprovechamiento de 
las técnicas lógicas y metodológicas a las que recurre el investigador científico, 
mismas que le servirán para entender en qué consiste el Método Científico y los 
riesgos de no comprender su filosofía como sería la práctica pseudocientífica. 
Los ensayos ya publicados han sido revisados y actualizados; los otros, princi-
palmente aquellos escritos por Mario Jaime, se editan por primera vez.
En la primera sección se abordan aspectos filosóficos sobre Educación; el pri-
mer ensayo evidencia las corrientes filosóficas que nos conducen hacia una ca-
rrera científica y, paradójicamente, el menosprecio de que es objeto la filosofía 
de la ciencia en nuestra formación científica. Así, el segundo ensayo sintetiza la 
argumentación para justificar la inclusión de cursos sobre filosofía de la cien-
cia en el currículo obligatorio de los estudiantes de ciencias; mientras que el 
tercero (con A. Guzmán) se muestra cómo la visión filosófica en la formación 
científica permite identificar vicios y prejuicios que limitan nuestro desempeño 
como estudiantes de ciencias. El cuarto ensayo enfatiza (con J. Hernández) en 
la necesidad de tomar cursos que nos den una idea apropiada sobre la Filoso-
fía de la Ciencia, mientras que en el quinto se hace una crítica al preocupante 
desentendimiento hacia las aportaciones de connotados filósofos de la ciencia. 
Finalmente, el último ensayo advierte sobre los riesgos que se corren de caer en 
prácticas pseudocientífica y la alternativa que ofrece una aproximación filosófi-
ca a la investigación. Se trata, pues, de dejar bien argumentada la necesidad de 
incidir en la formación científica mediante un proceso educativo que cultive el 
pensamiento filosófico a la par de la adquisición del conocimiento.
La segunda sección trata directamente sobre el célebre Método Científico. Mu-
cho de lo anterior debe ser considerado si se sigue el Método Científico, sobre 
el cual se ha especulado mucho; desde si existe o no, hasta aquellos protocolos 
que se recitan inconscientemente buscando un símil con nuestra investigación 
pero sin entender adecuadamente lo que se hace. Esta problemática se aborda 
en tres ensayos que parten de la base filosófica del método en un primer ensayo, 
siguiendo hacia la problemática actual sobre el concepto del Método Científico 
legada por el positivismo que no logra vincular las bases filosóficas de la ciencia 
con proceso de la investigación científica. Obligadamente, el segundo ensayo 
lanza una advertencia a los foros de divulgación científica, haciendo una críti-
ca sobre sendos artículos publicados erróneamente como ejemplos de Método 
Científico. Mientras que en el tercer ensayo se rescata un componente impres-
cindible del pensamiento científico que a menudo se soslaya, la construcción 
de hipótesis, lo cual es sintomático de la carencia de una filosofía científica en 
la investigación. Por otra parte, M. Jaime puntualiza la visión de Feyerabend, 
previniendo ante la interpretación superficial de su señalamiento; mientras que 
el primer autor agrega algunas notas al final.
En la tercera sección se trata de la Ética, misma que es incomprendida y, por 
lo tanto, convenientemente referida según nuestros propios intereses y nuestra 
arrogancia infundada. Como filosofía práctica la Ética permite la coexistencia 
V
entre congéneres, mientras que la Ética Científica permite la confianza en la 
praxis, toda vez que exige la crítica y el escepticismo que caracterizan al pensa-
miento científico. En tres ensayos solamente, se pretende mostrar algunas de las 
circunstancias en las que estamos obligados o deberíamos estar, para reflexionar 
antes de proceder.
En la cuarta sección, sobre Filosofía (científica) Aplicada, los ensayos muestran 
cómo en torno al planteamiento de problemas de índole científico se estructura 
el pensamiento filosófico científico y define el escenario para el planteamiento 
preciso de las preguntas a responder y las hipótesis a contrastar. el primer ensayo 
es una continuación intencionada de los principios filosóficos que rigen nuestra 
formación como científicos (o deberían) explicando la vinculación entre la Fi-
losofía de la Ciencia y lo que se denomina Metodología de la Ciencia o Método 
Científico desde elpunto de vista teórico y filosófico, con la Metodología de la 
Investigación en la práctica. En el segundo ensayo (con J. De La Cruz), haciendo 
alusión a las bases epistemológicas de la investigación científica se explica qué 
le confiere cientificidad a un estudio, más allá de las ideas cientificistas de nues-
tra formación empírica como investigadores, sentando una referencia fundada 
del seguimiento del método científico en la elaboración de listas florísticas y 
faunísticas en los campos de la Sistemática la Taxonomía y la Ecología. Con-
tinúan tres ensayos de carácter metodológico que tratan sobre la utilización del 
índice de diversidad adoptado por analogía de la teoría de la información para 
la ecología. Desde la advertencia antigua a su utilización como bala mágica, 
su comportamiento como reflejo de condiciones naturales, continuando con las 
limitaciones en su interpretación y en su aportación real en términos de su ana-
logía con la entropía de sistemas (con O. Hernández Almeida), hasta nuevas 
advertencias en su utilización que pudieran demeritar la visión científica en turno 
más que validarla. En Serendipia y Método Científico; origen trombolítico de 
lagunas costeras (sexto ensayo) se muestra un ejemplo de cómo el azar puede ser 
canalizado hacia la generación de teoría científica.
En la quinta y última sección: Filosofía crítica, presentamos ensayos sobre tó-
picos que han permeado a la sociedad propiciando la persecución y toma de po-
siciones de carácter existencial como ¿Qué somos? ¿Qué hacemos y para qué? 
¿Hacia dónde vamos? etc.), preguntas que le dan sentido a nuestras existencias. 
Empero, son igualmente abordados formalmente por la Filosofía y sirven de 
materia prima para quienes reflexionamos científicamente sobre ellas. Entran-
do en materia, en el primer ensayo se evita abordar el problema de ¿Qué es la 
Vida? desde la perspectiva científica por considerarse más de carácter metafísico 
que científico y por lo tanto debe ser tratado principalmente desde el punto de 
vista filosófico. En el segundo ensayo de esta sección, se advierte acerca de la 
necesidad de fundamentar filosóficamente nuestra aceptación a corrientes como 
Darwinismo, Neodarwinismo y Evolucionismo, toda vez que representan los 
pilares de la teoría central de la Biología, i.e., la Teoría de la Evolución. Mientras 
que en el tercero se pone en práctica la visión crítica y escéptica que conducen 
VI
al pensamiento científico y, en este caso exponiendo el dogmatismo detrás de 
una “teoría” que intenta mostrar con fines políticos un supuesto impacto antro-
pogénico a nivel planetario pero sin fundamentación científica. Por otra parte, en 
los últimos dos ensayos, Mario Jaime aborda varios problemas desde una visión 
sobre la ciencia aplicada y la tecnología para elevarnos como falsos dioses, así 
como la antigua y pésimamente entendida polémica entre Ciencia y Religión, 
misma que requiere de una base filosófica que la gran mayoría no nos preocupa-
mos por adquirir. 
VII
A modo de advertencia al lector
Mario Jaime
Un alumno de la carrera de Biología Marina— por cierto el mejor promedio de 
la carrera— despreciaba a la “Filosofía” colocando a la “Ciencia” como activi-
dad central del conocimiento humano. Este sujeto confundía la historia de los 
pensamientos filosóficos con la filosofía. 
Ante un mensaje provocador de otro estudiante de la misma carrera en el tabloi-
de del edificio —que criticaba el uso de animales en prácticas de laboratorio—, 
el mismo coordinador de la carrera escribió debajo del mensaje la penosa frase: 
¿Por qué mejor no te cambias a la carrera de filosofía?
Semejantes ejemplos son muestra de ignorancia y desdén en actores que se pre-
cian de detentar actividades de conocimiento. ¿Qué me dirían estos sujetos si les 
afirmo que las teorías científicas son mitos y por lo tanto lo que llamamos Cien-
cia es una mitología contemporánea como modelos para conocer la realidad? ¿O 
que los conocimientos científicos no necesariamente coinciden con la realidad? 
¿O qué las matemáticas son un lenguaje y no una ciencia? ¿O qué la biología y la 
física contemporánea se basan en el estudio de entes metafísicos como la vida o 
la materia? Necesitarían filosofar para aceptar o refutar estas nociones. Filosofar 
no es más que pensar. 
Aristóteles escribió en su Metafísica que la admiración fue lo que impulsó a los 
primeros pensadores a la especulación filosófica. 
¿De qué admiración nos habló Aristóteles? De aquella que surge cuando nos 
preguntamos por qué las cosas son lo que son. ¿Acaso no es ese el primer motor 
del científico? 
¿Y qué es la teoría científica actual sino una especulación filosófica? ¿Acaso la 
teoría de la gravitación universal, la hipótesis sobre los gravitones, la teoría de 
la evolución por medio de la selección natural, el modelo cosmológico cuántico 
o el modelo de los multi universos no son especulaciones filosóficas en última 
instancia? 
Para Platón y Aristóteles no había filosofar sin admirarse, asombrarse y maravi-
llarse pues el espectáculo infinito de nuestra realidad o la naturaleza nos pasma. 
La filosofía es una acción, es pensar sobre todo lo posible para no ser pensados.
El científico que no filosofa no piensa y, por lo tanto, ¿qué clase de ciencia puede 
lograr? 
Este libro es producto del esfuerzo de un soñador; David Siqueiros ha sostenido 
una lucha durante décadas contra el desdén y la ignorancia de aquellos que (no) 
piensan que el filosofar es ajeno a la actividad científica. Desde su cátedra sobre 
VIII
metodología científica y filosofía de la ciencia, el Dr. Siqueiros ha explorado la 
historia de la epistemología, sus problemas, la ética científica y los problemas 
derivados de una actividad que en México a veces es mero oficio y reporte de 
datos que no logran teorías o conocimientos nuevos.
A modo de un manual o una introducción hacia asignaturas para estudiantes 
de posgrado en áreas de la ciencia, este volumen destaca el pensamiento, pues 
pensar es necesario para no caer en la apatía robótica y la necedad de creer que 
la ciencia y la filosofía son campos ajenos y separados. 
1
Principios y actitudes filosóficas dentro de la 
investigación en biología
David A. Siqueiros Beltrones
Introducción
Como científicos, los biólogos estamos obligados a tener un cierto manejo de la 
filosofía que sustente nuestra disciplina de estudio y rija nuestra investigación 
particular. Sin embargo, en muchas carreras de biología, los científicos potencia-
les no son educados, entrenados, capacitados o preparados con las bases filosó-
ficas, mediante la estructuración ex profeso de cursos y se deja al libre albedrío 
el eventual roce del estudiante con la filosofía científica. Después de impartir 
este curso, y algunos de metodología de la investigación en varias ocasiones, así 
como de revisar las minutas de algunas mesas redondas sobre este tópico, resultó 
evidente que una fracción importante de los estudiantes prefiere optar por este 
curso. En muchos de los casos, se aprecia un interés por conocer sobre el tópico, 
mientras que existen posiciones utilitaristas (¿o hedonistas?) de quienes buscan 
soluciones prontas a las dificultades que implica hacer tesis u otras que buscan la 
tranquilidad de haber tenido contacto con el tópico “por si las dudas”. Otros no 
se complican la vida y se dejan guiar por las designaciones de sus mentores (ipse 
dixit), muchos de los cuales no quieren entender la importancia de la filosofía 
científica, incluso cuando parte de su proceder a menudo se basa en ella, por 
ejemplo, el pragmatismo, el utilitarismo, o el positivismo que ha impulsado a la 
ciencia moderna, con el cual se sienten seguros. 
Aun cuando puede haber tendencias filosóficas entre estudiantes e investigado-
res, como en cualquier disciplina, existen también las concomitantes inconsis-
tencias debidas a la escasa o inexistente reflexión sobre el tema, ya señaladas 
por Garduño Espinosa y Viniegra (1989) hace veinte años. En la actualidad,la 
sintomatología percibida puede estar manifestándose sobre actitudes arraigadas 
dentro de carreras científicas como en la biología, que parecen estar percibidas 
por muchos colegas en su quehacer cotidiano y que quisiéramos ir desechando.
Es frecuente la expresión entre los colegas biólogos que revisan trabajos de tesis, 
que el sustentante “parece que no entiende lo que está haciendo... y quizá su di-
rector tampoco” y eventualmente se llega a fricciones entre las partes de alguna 
comisión revisora de textos. De la constante detección de incongruencias en los 
estudios revisados, sean tesis o manuscritos para publicación, así como la aten-
ción del tutor a las quejas de los estudiantes respecto a actitudes intimidatorias de 
profesores de la carrera, surgió la idea de identificar, con base en la experiencia 
en investigación, los principios y actitudes filosóficas que se reflejan en la perso-
nalidad de los biólogos.
La bases filosóficas de la investigación biológica se han construido histórica-
mente y en algunos casos pueden percibirse amalgamadas dentro de los cursos 
2
que prepararán al estudiante en su formación profesional. Sin embargo, como se 
sugirió al principio, se nota también que se ha perdido la esencia del quehacer 
científico al no haber un reconocimiento de sus bases filosóficas o sus relaciones 
con las distintas corrientes que han integrado la idiosincrasia del científico. Esto 
incrementa el riesgo de producir cientificistas, protocientíficos y hasta seudo-
científicos, así como de nutrir lo que puede denominarse “troglodismo cientí-
fico”, es decir, la imposición autoritaria del conocimiento teórico o técnico sin 
explicación fundamentada. Esta actitud es y perpetúa el psitacismo, cercano al 
enciclopedismo, en donde nada se cuestiona ni se critica, lo que conduce even-
tualmente al dogmatismo. De la misma manera, se fomenta la megalomanía en-
tre científicos incipientes, quienes practicando el “ipsedixismo” hacen suyas las 
ideas de otros que sí han hecho el esfuerzo, i.e., sin usar estas ideas como base o 
para avanzar a partir de ellas.
Afortunadamente, la actitud de un investigador puede inspirar y transmitir a sus 
estudiantes actitudes y conocimientos como ética y filosofía científica, mismas 
que rigen su actividad cotidiana. Es imprescindible que esto sea nutrido por el 
resto de la academia, lo cual no sucede debido al desconocimiento del que adole-
cen muchos colegas sobre los componentes filosóficos de su disciplina. Quienes 
optan por no reconocer la importancia de éstos llegan a sentirse hostigados, por 
lo que toman posiciones defensivas más que correctivas. De esta manera, se ges-
tan procederes antiéticos, los cuales conllevan a la desaparición de las cátedras 
de carácter filosófico que son sustituidas por tópicos de moda.
Se deben identificar y proporcionar de manera dosificada los principios filo-
sóficos de la investigación en biología de manera pragmática al estudiante de 
ciencias (y a los colegas) para evitar su aversión hacia la filosofía de la ciencia, 
ocasionada por el roce extemporáneo con estudios profundos sobre filosofía o 
sobre tópicos epistemológicos de la biología, en el mejor de los casos. Asimis-
mo, se deben aclarar las relaciones (diferencias y coincidencias) entre filosofía 
de la ciencia, epistemología, teoría del conocimiento y metodología (González 
Galván, 1992) y decidir hasta qué punto se pueden utilizar como sinónimos. 
Una de las estrategias para recuperar el terreno perdido por la filosofía en el 
ambiente académico es mediante la reinstalación de cursos, si alguna vez fue-
ron parte de los currículos obligatorios, los cuales nunca serán demasiados. Asi-
mismo es imprescindible estructurar e impartir dichos cursos partiendo de la 
experiencia adecuada. Citando a Bunge (1978) “la filosofía científica que no es 
enseñada por científicos a estudiantes de ciencias tiene mucho de farsa”. Aunque 
esto puede considerarse una exageración de Bunge, conviene tenerlo como ad-
vertencia. No obstante, cabe aclarar que para cursos más avanzados se requiere 
imprescindiblemente de una interacción entre profesionales de la filosofía y los 
científicos que se interesen ex profeso por la filosofía de la ciencia. Así, aquellos 
investigadores que se han dado el tiempo de reflexionar constantemente sobre su 
investigación, recurriendo a una autocrítica antes que a una crítica a la actividad 
de sus colegas, seguramente han identificado los elementos que constituyen las 
3
bases filosóficas de su investigación, con las cuales sustentan sus argumentos.
Es necesario, pues, que la filosofía de la investigación sea impartida en un pri-
mer curso a estudiantes de ciencias por alguien cuya actividad primordial sea la 
investigación científica y haya identificado, a su vez, instancias filosóficas de su 
trabajo en sus diversas etapas. Esto requiere de un proceso educativo, mayéutico 
y dialéctico, en donde la preocupación sea rescatar aquellas filosofías que ya 
forman parte del estudiante para que las identifique, las desarrolle críticamente y 
las aplique en su formación. A nivel de maestría, dicho curso, sustentado en la 
experiencia, habrá de proporcionar ejemplos tácitos dentro de los campos más 
problemáticos en la investigación biológica, recurriendo a la crítica, autocrítica, 
escepticismo, sistemática, lógica inferencial y sentido común, ética y responsa-
bilidad como miembro de la comunidad científica y mostrará las incongruencias 
y las alternativas de manera sustentada. Esto habrá de tener eco con la práctica 
de seminarios, en los que se aborden los aspectos filosóficos y metodológicos 
identificados por los investigadores en su ejercicio particular.
Corrientes o doctrinas filosóficas y actitudes detectadas en la 
investigación biológica
A diferencia de lo registrado por Garduño Espinosa y Viniegra (1989), quienes 
detectan inconsistencias en las tendencias filosóficas de los estudiantes de pos-
grado, aquí se propone mostrar cuáles doctrinas filosóficas podemos identificar 
o rescatar de nuestra identidad como estudiantes o estudiosos de la vida, mismas 
que se recomienda cultivar en sus mediaciones pertinentes para tener un adecua-
do desempeño de nuestra práctica científica. Por lo tanto, al utilizar la evidencia 
de los autores citados y al hacer referencia a las naciones que influyen cotidiana-
mente sobre el individuo en la sociedad, se parte de un principio ecléctico.
Primero: ¿cuáles son las corrientes filosóficas que nos han inclinado hacia la pro-
fesión de biólogo? Para comenzar, cabe mencionar que un cierto romanticismo 
nos despierta el interés por los fenómenos biológicos, esto es, estudiar la vida. La 
confianza en que el estudio científico nos garantiza la mejor forma de conservar 
y manipular los recursos bióticos y por lo tanto es una verdad práctica (prag-
matismo), subyace al positivismo, el cual por definición se apega a la realidad, a 
aquellos que está puesto, i.e., el objeto, garantizando con ello objetividad; pero a 
su vez, es exacerbado por quienes se dedican a investigar con el propósito de op-
timizar su explotación (manejo sostenible). O bien el utilitarismo que subyace al 
interés biotecnológico temprano de los científicos noveles (hedonismo). Asimis-
mo, reconocemos la relación de la investigación científica con el materialismo 
que se enfoca sobre la existencia siendo objetivo y el empirismo (metodológico) 
para contrastar hipótesis mediante la experiencia, relacionando así teoría y reali-
dad, punto de partida y forma de recabar información factual de primera mano, 
respectivamente, para la generación de conocimientos científicos. 
Ya sobre las bases amplias del quehacer científico, se deben comprender las con-
4
secuencias del determinismo aplicado a la investigación biológica, mismo que 
permite establecer premisas que guíen el proceso. Mientras que el indeterminis-
mo nos ayuda a comprender la aleatoriedad de los fenómenos naturales y a inter-
pretarlos en su real proporcióncon un enfoque probabilístico, lo que permite una 
adecuada aproximación al concepto de selección natural. De igual forma, ayuda 
a relacionar las limitaciones de la ciencia en términos del idealismo en la filoso-
fía y el principio de incertidumbre de la física cuántica. Un manejo adecuado de 
determinismo e indeterminismo son indispensables para la correcta aplicación 
de la bioestadística, según lo propone Méndez Ramírez (1989).
La aplicación de estos principios y la labor empírica nos permite contrastar la 
teoría de la cual partimos. Aun con la intención de observar coincidencias, las 
discrepancias estimulan el escepticismo característico de la actividad científica, 
al que llevamos hasta sus últimas consecuencias. La forma más rica de ello lo 
constituye el falsacionismo de Popper, que aplicamos tanto en las pruebas de 
hipótesis (estadísticas o no), como en la confianza cuasi dogmática o altamente 
probabilística que tenemos en una teoría.
Lo anterior exige mucho rigor, así como un acopio de estoicismo, debido tanto a 
lo desgastante de la actividad intelectual, así como a los sinsabores de la autocrí-
tica. Ante el riesgo de caer en un rigorismo, incluso al exagerar de manera irre-
flexiva, que puede resultar contraproducente, recapacitamos respecto a la validez 
de lo ya logrado. De esta manera, en congruencia con los sistemas de estímulos 
a la investigación, publicamos antes de sentirnos enteramente satisfechos. Esto 
implica recurrir a un cierto cinismo y dudar de ciertas normas un tanto rígidas e 
“inconvenientes”, lo que se deriva de nuestro apego al racionalismo mediante el 
uso de lógica y del sentido común que cultivamos sobre la base de la experiencia. 
En consecuencia, aludiendo al éxito como criterio de la verdad, promovemos el 
pragmatismo aunque, si la medida resulta contraproducente, el cinismo recupera 
su pleno sentido. De cualquier manera, el apego al método científico al llevar a 
cabo investigación científica implica una actitud que deriva de la influencia de 
las doctrinas mencionadas sobre la personalidad del investigador.
Por otra parte, en nuestra labor se llega igualmente a caer en el maquiavelismo 
actitud derivada más de una noción sobre el poder político que una corriente, ya 
que se requiere una actitud fría y calculadora para lograr propósitos y objetivos. 
Aunque estas situaciones se presentan en torno a aspectos logísticos y financie-
ros de los proyectos de investigación que afectan intereses de otras personas, 
no somos ajenos a ellas y no son bienvenidas. También se nos obliga a tomar 
decisiones cerca a los méritos dentro de las publicaciones; se requiere valoración 
y firmeza para identificar coautorías y colaboraciones. 
Conviene reflexionar respecto a la amoralidad que caracteriza al maquiavelismo 
y lo que sigue siendo moral o inmoral, olo que se convierte en ético o antiético, 
, partiendo del imperativo categórico kantiano. De esta manera, identificamos la 
influencia de doctrinas filosóficas y religiosas, como el cristianismo y el judaís-
5
mo, que han aportado las bases de la moral y de la ética en occidente. Y qué decir 
del calvinismo, una actitud exhibida en la práctica del arbitraje en las publicacio-
nes o al defender puntos de vista más o menos rigoristas apelando a la autoridad 
suprema, i.e., algún autor reconocido y su irrefutable tesis; pero que al aplicarse 
o tomarse en una forma razonable, obliga a la depuración del informe científico 
y a definir mejor las posiciones más informadas, lógicas y elocuentes.
La influencia de muchas de estas y otras corrientes sobre la formación del cien-
tífico van más allá de lo ecléctico ya que han moldeado su criterio y su perso-
nalidad, logrando un balance positivo entre el espíritu apolíneo (del orden y la 
forma) y el dionisiaco (de la creatividad impetuosa) evocado por Wagner y Niet-
zsche. En este plano del existencialismo (según Sartré) el estudiante de ciencias 
y el científico deben hacer converger sus principios filosóficos para definir su 
apego a la ética científica para continuar su adecuada formación como científicos 
reconociendo y cumpliendo las exigencias para ello.
Así, dado que el científico joven habrá de encontrarse con actitudes que reflejen 
las doctrinas referidas, debe estar preparado para confrontar adecuadamente las 
situaciones resultantes, es decir, identificar sus raíces y asumir posiciones que le 
permitan aprovechar las críticas rigurosas pero honestas hacia su trabajo. Antes 
que sentirse agredido hacia su quehacer, deberá considerar que los miembros de 
la comunidad científica con los que interactúa tienen convicciones fundamenta-
das en las doctrinas filosóficas anteriores.
Haciendo alusión a las tres etapas de la vida del hombre que propone Kierker-
gaard (estética, ética y religiosa), en el científico la prolongación de la fase esté-
tica puede retrasar en mayor o menor grado su formación integral, impidiéndole 
captar los problemas. Un ejemplo de ello podría ser el deslumbramiento que se 
aprecia en los estudiantes ocasionado por las líneas de investigación de moda o 
por la posibilidad de aplicar técnicas con nombres sofisticados, a menudo redun-
dantes, para la verificación de su hipótesis de trabajo; muchas veces el fenómeno 
biológico es el pretexto para desplegar la habilidad para manejar alguna técnica 
que lo motiva (buceo científico, hojas de cálculo, técnicas estadísticas, análisis 
numéricos, sondas genéticas, microsatélites, reacción en cadena de polimerasa, 
entre otras). Una orientación bien dirigida redundará en una marcada eficiencia 
dentro de la investigación en cuyo caso se estaría entrando a la fase ética o re-
flexiva del investigador, quien además se apegará con convicción a las normas 
que valora la comunidad científica, aunque a veces de manera dogmática. El 
investigador debe concentrar su atención primaria en el problema del conoci-
miento que habrá de detectar y plantear adecuadamente de manera creativa, y le 
permita su solución de manera eficiente. Lo mismo debe aplicar el estudiante, 
quien deberá proponer un problema de estudio específico, y no conformarse con 
aprender las técnicas y solucionar alguno que su mentor le asigne. 
Una vez que ha adquirido mayor experiencia y esté preparado para emitir juicios 
acerca de la actividad científica, propia y ajena, habrá alcanzado una fase filosó-
6
fica. A partir de entonces será capaz de identificar y aprovechar las aportaciones 
de diversas instancias filosóficas, proceso que le ha de conferir seguridad y ar-
monía como hombre de ciencia.
Es menester que aquellos principios filosóficos que subyacen en la actividad 
científica se amalgamen de tal forma que no sólo sean invocados bajo circuns-
tancias más o menos convenientes, sino que conformen el fundamento del pen-
samiento científico individual. Al integrar los principios de esas corrientes filo-
sóficas en la formación del científico se garantiza su preparación y tendrá mejor 
oportunidad de asimilar adecuadamente otras propuestas filosóficas que emanen 
de la biología y de la ciencia en general. De esta manera, sus opiniones serán po-
tencialmente más ricas respecto a doctrinas como el evolucionismo, darwinismo, 
lamarckismo (y sus versiones modernas), vitalismo, reduccionismo o holismo, 
que han moldeado el pensamiento biológico (Mayr, 1995), así como el deduc-
tivismo e inductivismo, continuismo y discontinuismo, que ya forman parte de 
su acervo (Garduño Espinosa y Viniegra, 1989). Dichas corrientes y su difusión 
influyen decididamente en el ámbito de las ciencias biológicas y en la de la co-
munidad científica en general, y definen en gran parte los paradigmas bajo los 
cuales se desenvuelve el investigador.
Conclusión
La recuperación de las bases filosóficas de la investigación en biología no sólo 
es necesaria sino factible. El eco de los estudiantes ante las diversas iniciativas 
para lograrlo, además del interés mostrado por varios colegas, debe aprovechar-
se y se debe promover la creación de cursos y seminariossobre filosofía de la 
ciencia. Un primer curso deberá armarse pragmáticamente, de acuerdo con el 
enfoque presentado, mientras que otros cursos más avanzados deberán hacerse 
disponibles para que el esfuerzo no quede aislado. Opciones como historia de la 
filosofía, historia de las ciencias, epistemología, teoría del conocimiento o sobre 
las direcciones seguidas actualmente por las filosofías de la ciencia contribui-
rían al rescate y retroalimentación de la filosofía dentro de la propia academia 
científica para su retroalimentación, y no dejar este importantísimo ámbito como 
pertinencia exclusiva del área de humanidades.
Agradecimientos
La respuesta de los estudiantes de Biología Marina de la Universidad Autónoma 
de Baja California Sur para los cursos de Filosofía de la Ciencia y la aceptación 
abierta que tuvo por parte de la academia en el Programa de Posgrado del Cen-
tro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del I.P.N. motivaron el 
presente ensayo. Agradezco las acertadas opiniones y sugerencias al manuscrito 
por parte del doctor Domenico Voltolina (CIBNORMazatlán); del doctor Leonel 
Cota Araiza (CCMCUNAM); del maestro en ciencias Enrique González Nava-
rro (UABCS); del doctor Ernesto Chávez (CICIMAR), y del biólogo Alberto 
Antuna Mendiola. 
7
Literatura citada
Bunge, M. 1978. La ciencia, su método y su filosofía. Ed. Quinto Sol. 
Garduño Espinosa, J. y L. Viniegra. 1989. “Tendencias filosóficas sobre el que-
hacer científico en los egresados de los programas de maestría y de doctorado 
de la Facultad de Medicina de la UNAM”. Ciencia 40: 119130.
González Galván, H. 1992. ¿Cuáles son las diferencias y coincidencias entre 
la Epistemología, la Filosofía de la Ciencia, la Lógica, la Metodología y la 
Teoría del Conocimiento? PanoramaUABCS 42 (marzoabril): 1825.
Mayr, E. 1995. Así es la biología. Madrid: Ed. Debate.
Méndez Ramírez, I. 1989. “La ubicación de la estadística en la metodología 
científica”. Ciencia 40: 3948.
Apareció originalmente como: Principios y actitudes filosóficas dentro de la 
investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (17): 213-220. 2002.
9
La filosofía de la ciencia como materia obligatoria en 
la formación de científicos
David A. Siqueiros Beltrones
Introducción
Nuestra experiencia con los Posgrados en Baja California Sur indica que los 
aspirantes de los programas de maestría y doctorado de las varias instituciones 
del estado tienen poca oportunidad de desarrollar su potencial creativo y con-
tribuir con ello algo original a la generación de teoría. La afirmación hecha por 
Cereijido (1989) acerca de la forma empírica en que se forman los estudiantes 
de ciencia en nuestro país parece bien fundada; inmersos en el ambiente de in-
vestigación van captando aquí y allá fracciones de lo que llegan a reconocer 
como Método Científico (Pérez Tamayo, 1990). Sin embargo no se aprecia una 
estrategia ex profeso en su formación científica.
La problemática en la praxis
La formación empírica es ajena al ideal científico ya que los estudiantes:
1) Son reclutados para abordar problemas de investigación que son extensiones 
de investigaciones similares en otros países 
2) Abordan preguntas o problemas a priori planteados por los asesores recepto-
res.
3) Son sujetos a entrenamientos en el manejo de las técnicas importadas y su 
aplicación a datos o situaciones locales.
4) Son atraídos a laboratorios y/o posgrados por su equipamiento y apoyo finan-
ciero, así como pertenencia o no al padrón de excelencia CONACYT.
Se desconoce y por lo tanto no se les enseña que:
A) El Método Científico es esencialmente una aplicación intelectual, que inicia 
con la identificación de problemas de conocimiento, i.e., preguntas concisas y 
fundamentadas derivadas de la teoría disponible
B) El diseño metodológico depende del problema planteado, no al revés.
C) El planteamiento de hipótesis no representa un capricho de científicos o pro-
fesores que solamente complican el trabajo de otros investigadores.
D) La Filosofía de la Ciencia no consiste en sofisticar el quehacer investigativo, 
sino en conferirle cientificidad.
E) La Filosofía de la Ciencia confiere una estructura a la investigación e infor-
mes científicos, que trasciende el mero formato
F) El hecho de negar la existencia del Método Científico (MC) o de convencerse 
de que en su campo tienen su propio MC, no resuelve la situación, la solapa. 
Cualquier disensión habría de sustentarse en bases filosóficas adecuadas y no la 
mera toma de posiciones.
Una evidencia acerca de la formación incompleta de los estudiantes de ciencias 
lo representa el hecho de que no existen materias en los currículos que les pro-
porcionen bases para desarrollar investigación científica con plena conciencia de 
ello, i.e., examinando a fondo los principios de la Ciencia y del Método Científi-
co. Mientras, la mayor parte del plan de estudios consiste en abarcar lo más que 
se pueda del conocimiento disponible en su campo de conocimiento de interés. 
Aparte de que esto parece indefinido y desesperado, se les niega su formación 
como investigadores, quedando ajenos a las bases de la metodología científica 
y a la filosofía de su propio quehacer. ¿Bajo qué sentido se justifica la enorme 
cantidad de información que se les administra e inculca, enciclopédicamente? Si 
no entonces ¿cómo se les pretende enseñar que aquello que llamamos literatura 
científica, textos y artículos, que constituyen su base de conocimiento es mera-
mente teoría, e inversamente, que dicha teoría constituye la visión científica de 
la naturaleza misma a que ellos habrán de contribuir siguiendo el mismo proce-
dimiento y sobre bases epistemológicas? 
Cada disciplina de conocimiento nos muestra una versión del mundo (Física, 
Química, Biología, etc.) pero la filosofía nos ofrece una visión integrada y bajo 
esta perspectiva establece también las bases sobre las que se funda el Método 
Científico. Sin embargo, durante nuestra carrera científica existen pocas referen-
cias a esto y no se hace obligatorio cursar materias que nos describan, examinen, 
o enseñen en qué consiste ser un científico. Quizá una explicación para ello es 
que quienes practicamos docencia en dichas carreras nos hemos formado igual, 
empíricamente sin bases docentes (didácticas o pedagógicas) y peor, sin bases 
filosóficas de nuestro quehacer científico.
Como consecuencia de lo anterior el estudiante de ciencias carece de referencias 
que le permitan entender aquello que le confiere cientificidad a su investigación 
o al conocimiento que maneja, toda vez que su concepción del Método Cientí-
fico no ha sido contrastada o siquiera reflexionada. Asimismo, carece de bases 
para defender su tesis ante la heterogeneidad de opiniones de sus sinodales o 
jueces, o para argumentar en pro de sus objetivos de interés o más, plantear sus 
propios problemas de investigación. La Filosofía de la Ciencia, desde un pun-
to de vista praxiológico, prepara en forma mayéutica al estudiante de ciencias 
como científico mostrándole la relación entre su espíritu heurístico, la actitud 
crítica y escéptica en el manejo de la información, a la luz del propósito ulterior 
de la ciencia de generar conocimiento con bases epistemológicas. Así, lo lleva a 
comprender la necesidad de identificar y poner en práctica conscientemente, lo 
que le confiere estructura al Método Científico, desde los distintos procesos ló-
gicos que sustentan nuestra labor intelectual, hasta la importancia del significado 
de las palabras y su uso adecuado.
11
Método
A diferencia de cómo habría estructurado un informe científico, este informe 
sobre observaciones dentro de lo que es la formación de científicos sin las bases 
filosóficas de su quehacer, se adecua el formato sugerido a este ensayo filosófico, 
bajo la premisa de que ciertas disciplinas filosóficas, incluyendo la Metodología 
y la Epistemología no deben cientifizarse, al menos no por ahora ya que, como 
en otros campos el conocimiento generado por la humanidadmediante la Cien-
cia, aún no se alcanza tal nivel. Sin embargo el formato se puede adoptar.
El curso de Filosofía de la Ciencia. Tratando de ser congruente con el suso-
dicho formato, la forma de describir el procedimiento seguido para sustentar el 
presente ensayo ha sido, durante 10 años, impartir el curso en cuestión y obser-
var las reacciones de los estudiantes, ya sean regulares, oyentes, especiales, o co-
legas que han participado como oyentes o eventuales. Más adelante se muestran 
las opiniones recabadas respecto a lo que se esperaba de este curso y lo que en 
realidad se obtuvo o se ha ido obteniendo.
Independientemente de cómo denominemos la materia curricular, el curso so-
bre Filosofía de la Ciencia se halla estructurado de acuerdo con las necesidades 
evidenciadas por la praxis científica. Ello obliga al profesor-investigador a man-
tener un ritmo de trabajo elevado; esto es, además de la docencia y divulgación 
se mantiene una productividad científica que respalde la convicción por arriba 
de los estándares promedio de la comunidad científica pero realizada además en 
apego a los principios filosóficos que se profesan.
Una característica imprescindible del curso es que se enriquece con cada semes-
tre, lo que se ha hecho patente, por ejemplo en un ciclo de investigación (modi-
ficado de Bunge, 1984) acoplado al concepto de Método Científico (Siqueiros 
Beltrones, 2005), la propuesta de una definición propia de Ciencia (Siqueiros 
Beltrones, 2005) después de casi 10 años, así como un mapa mental de lo que 
comprende el curso y la tesis que lo subyace (Fig. 1), entre otras adiciones. 
Ahora, para practicar la filosofía científica es necesario tener un conocimiento de 
primera mano de la ciencia actual; por ello, debe ser una empresa colectiva, in-
cluso su enseñanza. Sin embargo, aunado a que no existen cursos obligatorios de 
este tipo, los optativos dependen de la iniciativa de algún romántico científico, 
difícilmente se contará con el apoyo requerido, i.e., colegas que impartan tópicos 
bajo la misma filosofía de base praxiológica como lo recogen los programas de 
los cursos. Por ello, conviene reconocer que los asistentes al curso son estu-
diantes con buena preparación, que al ser sometidos a un proceso mayéutico se 
puede aprovechar su aportación, tanto en conocimientos, como en experiencia y 
opinión, supliendo así la imposibilidad de contar con varios exponentes. Asimis-
mo, los principios filosóficos para la investigación científica se pueden dirigir a 
cada campo de conocimiento especializado, tanto teórico como metodológico, 
que interese en particular a cada estudiante del curso. De esta manera, cada estu-
12
diante podrá ver la conexión entre su problema de estudio (tesis) y los recursos 
filosóficos para abordarlo y desarrollarlo conscientemente de su cientificidad, a 
la vez que le reditúa soluciones a problemas diversos de la tesis que le permiten 
avanzar y culminar, con cierta confianza.
Supuestos terapéuticos de la filosofía de la ciencia. Los argumentos en pro 
de la Filosofía de la Ciencia que se hallan en los textos son planteados a los 
estudiantes para su crítica y su contrastación; estos se examinan bajo la premisa 
de que las proyecciones e implicaciones no científicas no harán más eficiente al 
científico en su especialidad (de hecho, para algunos colegas no es formativa). 
No obstante, logrará lo siguiente:
a) Evitará quedar ligado a una filosofía incoherente, ya sea religiosa o científica 
adoptadas inconscientemente, al ser capaz de examinarlas y criticarlas..
b) No confundirá lo que se postula con lo que se deduce, ni la convención verbal 
o la teoría con el dato empírico, la cosa con sus cualidades, el objeto con su 
conocimiento, ni la verdad con su criterio
Figura 1.- Mapa mental del curso Filosofía de la Ciencia que pretende 
mostrar los elementos estructurales de la tesis que lo subyace.
13
c) Ordenará sistemáticamente las ideas y depurará su lenguaje, buscando cohe-
rencia y claridad; se esforzará por entender los términos que emplea
d) Se habituará a explicar las suposiciones y las hipótesis, para contrastar con la 
teoría y corregir con precisión.
e) Se prevendrá del dogmatismo, afilando su crítica y autocrítica, de su defor-
mación como cientificista capacitado en el manejo, más no la comprensión de 
técnicas sofisticadas de investigación.
f) Mejorará su estrategia de investigación, procediendo con mayor cautela en la 
implementación de métodos y técnicas. 
g) Pasará entonces del resultado al problema, sin conformidad.
h) Entenderá que el avance científico no es meramente aditivo; se puede recular 
y cada solución provee nuevos problemas.
i) Ampliará su horizonte ante las posibilidades de interpretaciones.
j) No se dejará llevar por el aparente valor de datos empíricos que concuerden 
con teorías de moda; extremará sus exigencias.
k) No aceptará a ciegas la metodología estándar de la literatura o aquella apren-
dida en su laboratorio. 
l) No exaltará figuras por el hecho de que conozcan dichas técnicas o métodos, 
si no que aceptará sus cualidades y sus fallas.
m) Sobre todo aprenderá a conducirse con discreción, sin menosprecio o arro-
gancia, reconociendo sus limitaciones; dando el privilegio de la duda.
n) Tomará partido en las polémicas académicas, pero será crítico al respecto, 
tolerante, sin temor a retractarse y cambiar de opinión
Lo anterior, aunque debe ser sujeto a un examen de objetividad, su seguimien-
to ha demostrado ser factible dentro del curso. Sin embargo, para lograr tales 
objetivos es necesario que el estudiante de ciencias reafirme los conceptos de 
Ciencia, su método, y su filosofía, para que pueda llevar a cabo la debida intros-
pección durante su formación como investigador. Para abordar esto de manera 
objetiva ha sido necesario examinar la situación actual respecto a las carreras 
científicas, en este caso, lo que se ha podido apreciar en Biología Marina y en 
posgrados dentro de sendos cursos de Filosofía de la Ciencia con vigencia de 10 
años. Se ha iniciado una auscultación con estudiantes que han cursado o cursan 
la materia para detectar cambios en su opinión acerca de esta antes y después de 
sus experiencias. Asimismo, se rescatan varias preguntas (1, 2, 3, 6, 7, 10) de 
una encuesta llevada a cabo en 2005, que recogen principalmente la opinión de 
miembros de la comunidad científica del CICIMAR-IPN (Siqueiros-Beltrones, 
14
2006).
Estas preguntas se utilizaron para contrastar la hipótesis (Ho) de la mayoría de 
los miembros de la comunidad científica muestreada no considera necesario un 
curso de Filosofía de la Ciencia (FC) en una carrera científica de su pertinencia. 
Asimismo, se plantearon cuatro hipótesis auxiliares en relación con cuatro de las 
preguntas: H1) La mayoría no lo considera necesario en su formación científica; 
H2) No se relaciona con el Método Científico; H3) Consideran que la FC y la Fi-
losofía de la Investigación Científica son distintas; H4) No recurren a la Filosofía 
de la Ciencia en sus investigaciones.
Resultados y discusión
Con base en el seguimiento de las actitudes y participaciones de los estudiantes 
y de miembros de las academias de licenciatura y posgrado, se puede afirmar lo 
siguiente: paradójicamente, la mayoría de los científicos (al menos en las carre-
ras de biología) no son sometidos a dicha enseñanza, siendo accidental su roce 
ex profeso con la filosofía de la ciencia. Asimismo, la comunidad académica 
muestra heterogeneidad en cuanto a su aceptación por la materia y su injerencia 
en el quehacer científico. En sumario, la perspectiva del ambiente académico 
actual es de que la mayoría de los académicos respetan la Filosofía de la Ciencia 
pero ¡La mayoría no entienden bien qué es! O, más comúnmente, la mayoría 
no se preocupan por tales aspectos filosóficos, ya que según sus opiniones, de 
alguna manera ya saben. Por otra parte, la mayoría no encuentra el tiempo para 
ello. Igualmente, de manera paradójica, la mayoría de losacadémicos tienen su 
opinión sobre el Método Científico y en veces, sin muchos escrúpulos, critican 
sobre bases empíricas, únicamente, sin recurrir a las bases filosóficas del Méto-
do. No obstante la realidad muestra que la mayoría forman a otros académicos 
(dirección de tesis), científicos o docentes. 
Problemas de formación en la praxis. En un curso de Filosofía de la Ciencia se 
hace énfasis sobre aspectos de la investigación científica con que se enfrentan los 
estudiantes de ciencias, quienes podrían mejorar su formación si contaran con 
los fundamentos discursivos ad hoc. Estos pueden derivarse del examen de los 
principios metodológicos, empíricos, lógicos y no lógicos de la ciencia, algunos 
de los cuales se ejemplifican a continuación.
Encuesta sobre la influencia de la filosofía de la ciencia entre la 
comunidad científica
CAMPO DE ESTUDIO____________________________________________
CRUCE SU RESPUESTA: ESTUDIANTE_______INVESTIGADOR_______
1) ¿SABE QUÉ ES LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA?
15
 SÍ NO INSEGURO
2) ¿LE INTERESARÍA SABER DE FACTO EN QUÉ CONSISTE LA FILO-
SOFÍA DE LA CIENCIA?
 SÍ NO INSEGURO
3) ¿CONSIDERA NECESARIA LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN SU 
FORMACIÓN?
 SÍ NO INSEGURO
6) ¿DEBERÍAMOS INCLUIR EN LAS CARRERAS CIENTÍFICAS LA EN-
SEÑANZA DE LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA?
 SÍ NO INSEGURO
7) ¿RECURRE A LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN SU INVESTIGA-
CIÓN?
 SÍ NO INSEGURO
10) ¿CONSIDERA QUE EL MÉTODO CIENTÍFICO SE RELACIONA ES-
TRECHAMENTE CON LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA?
 SÍ NO INSEGURO
¿Cómo se inicia una investigación? Normalmente, y ello no lo hace correcto, los 
estudios que desarrollan tesistas de licenciatura o de posgrado no son ideados 
por ellos, les son asignados. El problema de investigación, aquella pregunta que 
surge del examen analítico de la teoría y que echa a andar la investigación debe 
ser generado o inventado por el estudiante, con ello se garantiza novedad, una 
visión menos contaminada o rutinaria que la de los investigadores experimen-
tados. Cuando el conocimiento de la disciplina de interés es enseñado bajo una 
perspectiva científica, que a menudo no es así, entonces el estudiante aprenderá 
a percibir dicho conocimiento bajo la concepción de lo que es teoría y su cons-
trucción lógica. Ello le permitirá aproximar su revisión de dicha teoría con una 
actitud más crítica, escéptica e inquisitiva, favoreciendo la posibilidad de que 
descubre lagunas de conocimiento.
¿Definición y defensa de objetivos? Por exagerado que parezca, la experiencia 
nos dice que los estudiantes de posgrado y por supuesto los de licenciatura, son 
incapaces de plantear claramente sus objetivos, dado que no los vinculan con el 
problema de estudio. Ello se debe a que no han reflexionado al respecto y porque 
nadie se los ha exigido, ergo, no se practica esa forma de razonamiento; algo 
que en una labor intelectual no tiene justificación. Consecuentemente, cuando 
alguien les sugiere categóricamente ¿por qué mejor no hace esto o el otro, me-
nospreciando su propuesta de estudio? son incapaces de defender la legitimidad 
16
de sus ideas.
¿Cómo se construye una hipótesis? En demasiadas ocasiones se ha notado que 
los colegas no saben lo que es una hipótesis; a menudo la consideran una pre-
gunta y no una respuesta probable a la pregunta que constituye el problema de 
estudio. ¿Cómo entonces se puede esperar que se desarrolle un razonamiento 
inductivo-hipotético-deductivo y se plasme con la sintaxis adecuada la o las hi-
pótesis correspondientes a un estudio? Aunque aparentemente sería más fácil 
hacerlo cuando se conoce la definición de hipótesis, la falta de práctica en el 
pensamiento lógico lo dificulta bastante.
¿Qué es una tesis? Un tesista debe estar consciente de lo que significa una tesis, 
más allá del librito que presenta como requisito para su titulación. Debe estar 
consciente de que su tesis dentro de la disciplina de conocimiento en la que 
desarrollo su estudio, representa una posición intelectual acerca de un problema 
de conocimiento que él mismo debió descubrir o plantear y para lo cual debe 
esgrimir argumentos en su defensa (disertación). Tanto, en la lógica de los co-
nocimientos generados con la teoría que utilizó de referencia, como metodoló-
gicamente, garantizando una base epistemológica para dicha tesis, en apego al 
Método Científico.
Estructura del informe científico y su propósito. La estructura se refiere a 
la manera en que los elementos que lo conforman se hallan interrelacionados, 
confiriéndole solidez y congruencia al informe. A menudo esto se confunde con 
el formato, el cual aunque es imprescindible para sistematizar su construcción 
sobre la base analítica, debe ser respetado en su estructura, es decir, representar 
de manera precisa lo que cada apartado indica con el propósito de comunicar 
fielmente el conocimiento generado y el procedimiento que lo hace confiable. 
Esto es, desde lo que debe representar el título, hasta lo que es una conclusión. 
¿Qué son las conclusiones? La reflexión acerca de los alcances de nuestros estu-
dios permitirá, sobre la base de la confirmación o refutación de nuestras hipóte-
sis, contrastar la teoría de la cual emanó el problema de estudio que abordamos. 
De tal manera que, utilizando el conocimiento generado y contrastándolo con 
la base teórica examinada, podremos hacer deducciones que comprendan las 
consecuencias teóricas de nuestro logro. Al contrario de lo que se practica casi 
inconscientemente de repetir los resultados en una lista final, que evidencia las 
limitaciones en el razonamiento inferencial en el seguimiento del Método Cien-
tífico.
Principios de Ética (Filosofía Existencial). Gran parte de la filosofía que adop-
tamos los científicos es para comprender por qué nuestra actividad es científica, 
i.e. ¿qué le confiere cientificidad a nuestra actividad o investigación? Una cierta 
base de ética científica nos obliga a tener plena conciencia de qué nos hace cien-
tíficos, qué estamos obligados a hacer o cómo debemos proceder para apegarnos 
al Método Científico. La Filosofía de la Ciencia (FC) proporciona la guía para 
17
llegar a resolver tales cuestiones, examinando las bases de la Ética en general 
y de la Ética Científica en particular. La mera imitación para llegar a practicar 
investigación científica conlleva el riesgo de caer en procedimientos pseudo-
científicos.
Encuesta preliminar (primeras opiniones). Los asistentes a los cursos habrán 
de emitir sus opiniones a través de un sondeo ex profeso; por ahora se adelantan 
algunas opiniones preliminares para contrastar con las expectativas de los cur-
sos:
El curso ha despertado las inquietudes de colegas y doctorandos, quienes han 
encontrado un foro en donde externar sus posiciones respecto a los diversos pro-
blemas de la investigación científica dentro de un contexto filosófico congruente. 
En algunos casos han recuperado su confianza contra las formas cuasi negligen-
tes de hacer investigación en equipo (bajo coordinaciones improvisadas), al con-
tar ahora con referencias derivadas de la filosofía del método científico que les 
permiten hacer la crítica pertinente. En otros han cambiado sus conceptos fáciles 
y sucintos de lo que es la Ciencia, Método Científico y Metodología, por otros 
más profundos que los tentaban pero sin contar con la convicción para decidirse 
por ellos. También han encontrado argumentos filosóficos para la exigencia del 
uso de hipótesis ante su fácil soslayo, que solamente desmerita la aplicación in-
telectual que exige la investigación científica. Argumentan también seguridad al 
momento de plantear y defender un trabajo; mediante el conocimiento de saber 
qué se está haciendo y hacia donde lo dirigimos, les ha permitido encontrar los 
elementos claves de una investigación, y les ha sido posible identificar la ética 
subyacente al quehacer científico, así como la falta de ética de algunos colegas. 
Con base en el manejo de estas experiencias han podido conducirse demanera 
adecuada y tomar decisiones que les ayudan a sobrellevar situaciones diversas 
sin perjuicios. Asimismo les ha permitido poner a la ciencia en el lugar adecuado 
en su vida. Comentan por ejemplo: (Los cursos de Filosofía de la Ciencia) “Culti-
varon mi capacidad de escuchar, respetar y conocer distintos puntos de vista, que 
casi todo el tiempo ayudaron a ampliar mi panorama en el tópico que se tratara; 
ayudaron (y mira que ahora lo uso cada vez con mayor frecuencia) con mi tole-
rancia hacia personas difíciles, generalmente aquellas que se piensan superiores 
por ser portadores de títulos, y al contrario, que si bien lo doctor no garantiza…, 
el tener un posgrado, nuestro esfuerzo nos costó y cuenta. En concreto me dieron 
herramientas que nunca creí pudieran provenir de tal fuente (filosofía) y que (es 
lo mejor de todo) éstas son para siempre, sea en el ámbito académico, social, 
laboral incluso personal. El curso traspasa el carácter de científico en muchos 
aspectos; da al alumno tarea mental constante…” 
Asimismo, estudiantes a menos de la mitad del curso afirman que la FC es un 
tópico que con la simple etiqueta no comunica mucho o de más, de tal manera 
que los haría desistir de entrar en ella; pero que al entenderla y aprenderla puede 
dejar gran satisfacción y aprendizaje, con gusto e interés por desarrollar más 
el proceso de reflexión y análisis en clase. Ello incluye adquirir la convicción 
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de que, para generar conocimiento, es necesario conocer los fundamentos de 
la investigación científica. También se ha visto que el lenguaje por su parte en 
algunos sentidos es limitado o incorrecto y que es bueno saber el origen de las 
palabras para aplicarlas con mayor seguridad y sentido.
Aunado a lo anterior, la encuesta aplicada reveló que por mayoría (85% o más) 
la Ho queda refutada y que se deberían incluir cursos de FC en las carreras cien-
tíficas; asimismo, que esta es necesaria en su formación (refuta H1). Pero, pa-
radójicamente, sólo un 34% consideran o saben que la FC y la Filosofía de la 
Investigación Científica son lo mismo (no refuta H3), aun cuando un 60% afir-
maron saber qué es la FC. Asimismo, a pesar de que casi el 74% considera la FC 
estrechamente relacionada al Método Científico (refuta H2), solo el 42% dice 
recurrir a la FC en su investigación (no refuta H4). Con base en esto se infiere 
que la comunidad académica encuestada intuye la importancia de la FC en su 
quehacer y clama por saber qué es; sin embargo, muchos no aprovechan el curso 
optativo al que tienen acceso. 
Quizá nuestra idiosincrasia inclina a la mayoría hacia la obligatoriedad del cur-
so, máxime que nuestro contacto con las múltiples filosofías, de acuerdo con el 
sistema “educativo” es magro o inexistente en los currículos de primaria, secun-
daria, preparatoria, y licenciatura, por lo que una FC aparece encajada. No es 
raro que sean comunes las opiniones no favorables; las cuales llegan de manera 
indirecta a través de estos mismos actores quienes son cuestionados por detrac-
tores de la FC, que la consideran inútil e innecesaria en la formación del científi-
co. Ejemplos: 1) Ante la incapacidad de percibir el contexto filosófico de ciertos 
temas, colegas reprueban que se ofrezcan presentaciones de este tipo en los foros 
académicos. 2) Otros, consideran la materia FC no formativa, o 3) Pérdida de 
tiempo y tediosa.
Conclusiones
A partir de la implementación de los cursos sobre Filosofía de la Ciencia, la 
necesidad de llegar a más estudiantes y colegas ha motivado la construcción de 
ponencias en seminarios y congresos. La crítica resultante ha permitido enrique-
cer el curso y la preparación personal. Asimismo, la difusión del interés por la 
temática ha generado la propuesta de actividades como el Seminario de cultura 
científica y otras actividades de divulgación de la ciencia. Por otra parte, han 
surgido solicitudes de dicho curso en otros programas: recuperándolo para la 
Carrera de Biología Marina de la UABCS y para implementarse en el posgrado 
de la misma institución. También ha tenido demanda en el Centro de Investi-
gaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR) en donde se cuenta con iniciativas 
propias encaminadas al rescate de la Filosofía Científica. Como una exigencia 
que respalda los principios que subyacen al curso, han emanado varios ensayos 
filosóficos publicados que sustentan su base praxiológica. Finalmente, la parti-
cipación de colegas y estudiantes como oyentes en el curso, es sintomático de 
que la FC se difunde en la comunidad científica. De acuerdo con esto surge la 
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duda, toda vez que, si estamos formando científicos, ello obliga a enseñar en 
qué consiste ser científico, en qué consiste la ciencia y en qué consiste el Méto-
do Científico ¿conviene hacer obligatorio el curso de FC (o de la Investigación 
Científica) igual en licenciatura que en posgrado? La heterogeneidad detectada 
en la encuesta sugiere que sí.
Literatura citada
Bunge, M. 1978. La Ciencia, su método y su filosofía. Ed. Quinto Sol. 110 pp.
Bunge, M. 1980. La Investigación Científica. Ed. Ariel, Barcelona.
Mayr, E. 1995. Así es la Biología. Ed. Debate. Madrid.326 pp.
Pérez Tamayo, R. 1993. ¿Existe el Método Científico? F. C. E., México. 230 pp.
Rosenblueth, A. 1979. El Método Científico. CoNaCyT.
Russell, B. 1974. La Perspectiva Científica. Ed. Ariel. 215 p.
Siqueiros Beltrones, D.A. 2002. Principios y actitudes filosóficas dentro de la 
investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (17): 213-220.
Siqueiros Beltrones, D. A. 2002. Experiencias en Metodología, Taxonomía y 
Ética científica en la investigación en Biología. Ludus Vitalis, 10 (18): 185-
195.
Siqueiros Beltrones, D. A. 2005. Pseudociencia non fingo. Ludus Vitalis 13 (23): 
181-188.
Siqueiros Beltrones, D. A. 2006. Impacto de las ideas de Kuhn, Popper, Lakatos, 
Feyerabend y otros Filósofos de la Ciencia sobre el quehacer científico en 
Biología. II Congreso Internacional de Metodología de la Ciencia para la 
Educación. México, D.F. 23 – 27 de mayo 2006.
Siqueiros Beltrones, D. A. 2007. Reflexiones sobre el método científico. III Con-
greso Internacional de Metodología de la Ciencia para la Educación. Campe-
che, Campeche. 20 – 23 de marzo 2007.
Presentado originalmente como: La Filosofía de La Ciencia como Materia 
Obligatoria en la Formación de Científicos. IV Congreso Internacional de 
Metodología de la Ciencia para la Educación. DF, 24-27 de junio, 2008.
20
Educación filosófica; una solución para evitar vicios 
en la ciencia
Irán A. Guzmán-Méndez y David A. Siqueiros Beltrones
Introducción 
Esta reflexión es el resultado de la discusión y acuerdos de un grupo de estudian-
tes de maestría y doctorado que tomaron la materia de Filosofía de la ciencia 
en el semestre de julio a diciembre del 2008, la cual es impartida en el centro 
Interdisciplinario en ciencias del mar, del Instituto Politécnico Nacional, y en el 
cual se realizaba un análisis de los problemas y carencias a las que se enfrentaba 
la ciencia en México. De esta forma se enfocaron muchos de los problemas que 
afectan el desarrollo de la ciencia y de la escolarización, identificando los puntos 
claves para la solución de dichos problemas. Uno de estos problemas lo denomi-
namos conformismo científico. 
La palabra conformista proviene del latín conformis que significa dejarse mode-
lar, es decir, conformarse es la práctica de quien fácilmente se adapta a cualquier 
circunstancia.
Por lo tanto el conformismo científico es la conducta que se caracteriza por per-
der el rumbo, la motivación y el gusto de hacer ciencia y lo suple la preocu-
pación y el deseo de sólo cumplir con los niveles de productividad para poder 
mantener sus estímulos económicos, i.e., una actitud mercenaria, convencido de 
que se cumple el propósito pero soslayando racionalismo científico. 
Consideramos que existen dos motivos principales para que esto ocurra: a) mo-
tivos institucionales; y b) motivos personales.
Los motivos institucionales los identificamoscomo aquellos requisitos que for-
man parte de la burocracia institucional y que terminan fomentando acciones 
que se convierten en vicios que afectan al desarrollo de la ciencia, ya que la ten-
dencia es a maquilar informes y publicarlos, mas no a la construcción de teoría.
Los motivos personales son aquellos que tienen que ver directamente con las 
decisiones que toma el investigador y ponen en tela de juicio su ética y su pro-
fesionalismo.
Desarrollo 
En la discusión y análisis de grupo, se identificaron algunos vicios instituciona-
les del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT):
CONACYT apoya proyectos que satisfacen expectativas internacionales. La 
tendencia en los últimos años de las convocatorias del CONACYT se han in-
clinado a favorecer proyectos con tecnología de punta, temas de moda en la 
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ciencia (como la “teoría” del Calentamiento Global) o títulos con nombres que 
pretenden descubrir el hilo negro de todas las investigaciones. Cierto es que, en 
muchas ocasiones, la información que resulta de este tipo de investigaciones 
dista mucho de resolver los problemas que tiene el país. Pero ¿dónde quedan los 
proyectos que se requieren en el país? La respuesta es en el archivo muerto, pues 
muchas investigaciones innovadoras y creativas que podrían resolver problemas 
concretos no pueden competir con los proyectos de tecnología de punta e investi-
gaciones de moda, pues se considera que no son tan importantes. La visión de las 
autoridades gubernamentales es que la ciencia en México debe estar a la altura 
de los países desarrollados, aun cuando México no pertenece a esa elite, dejando 
a un lado el verdadero sentido de la investigación. A pesar de que las autoridades 
se esfuerzan en demostrar que en México tenemos científicos de altura, la reali-
dad es que no existe motivación para hacer ciencia, pues si no se es parte de la 
línea de investigación a la cual se dirigen la convocatorias, simplemente uno no 
puede desarrollarse como investigador. Por lo tanto “Te Adaptas o Te Adaptas”, 
pues las carencias económicas propias del país no permiten tener la capacidad 
para la realización de cualquier investigación con recursos propios; por lo tanto 
uno debe modificar sus proyectos para que se adapten a las convocatorias.
El sistema no enseña a pensar, sólo a repetir recetas. Los tiempos que exige el 
CONACYT para la culminación de investigaciones en posgrados es irrisorio. Si 
uno desea realizar una investigación propia, debe tener suficiente tiempo para el 
muestreo, el análisis de datos y la realización de la tesis; sin embargo, en el caso 
de la maestría son sólo dos años para alcanzar el grado y en el doctorado los tres 
años que apenas alcanzan para realizar una investigación completa. Esto orilla 
a los estudiantes a trabajar con datos ajenos o que fueron tomados para otras 
investigaciones y que son más propicios para otra investigación. Esto limita la 
creatividad e innovación que probablemente se buscaba.
También se encontraron los siguientes vicios personales:
Incapacidad de los Investigadores para guiar a los estudiantes. A la mayoría de 
los tutores nadie les enseñó a ser tutores. Han aprendido con el paso del tiempo y 
con base en las diferentes experiencias que han vivido. Muchos de ellos no saben 
que la importancia de una buena guía en el camino de la investigación es clave 
para la generación de recursos humanos con capacidades de inventiva, creativi-
dad e imaginación, muchas veces con cuestionamientos tan simples cómo: ¿Por 
qué?, ¿Para qué?, ¿Cómo? y ¿Cuándo?. Con paciencia para escuchar y encausar 
las ideas de sus pupilos podrían cambiar todo el panorama futuro de la investi-
gación en México.
Debido a este problema, en muchas ocasiones ofrecen temas a los estudiantes 
para ahorrarse el viacrucis de plantear un tema de investigación generado por 
sus estudiantes. Esto genera que, al obtener el grado, los estudiantes no tengan 
la menor idea de cómo plantear un tema de investigación que satisfaga inquietu-
des propias y sigan adelante en su formación reciclando ideas obtenidas de sus 
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asesores.
Esta ignorancia motiva a realizar investigaciones similares a las del grado ante-
rior, lo cual nos lleva al incesto intelectual, demasiada especialización. Con esto 
no queremos decir que la especialización sea un problema pues cuando esta se 
obtiene por gusto a un tema específico y se observa un fenómeno desde diferen-
tes enfoques, el resultado puede ser óptimo. Sin embargo, al observar el currícu-
lo de muchos estudiantes de doctorado podemos identificar, gracias a los títulos 
de sus investigaciones precedentes que, en muchos casos, las línea de estudio 
fue la misma desde sus inicios, y sucede que terminan sus grados sin saber hacer 
otra cosa que lo que realizaron de manera ponderada en licenciatura, maestría y 
doctorado. Se atrofia la iniciativa de hacer algo diferente para cada grado.
Filosofía…. ¿Para qué? Haciendo un recuento de las experiencias del grupo des-
de el nivel secundaria sobre las cátedras de filosofía, se observó que la mayo-
ría de éstas no enseñaban a filosofar (pensar). En todas se notó la tendencia de 
hablar sobre historia de la filosofía y aprenderse los preceptos de toda la gama 
de filósofos canónicos, pero ¿En dónde está la esencia de la filosofía? ¿En qué 
momento te enseñan a pensar? La mayoría de los estudiantes perciben la materia 
de Filosofía como algo innecesario, reservado sólo para otras disciplinas intelec-
tuales; cuando realmente es la base para poder ser un buen investigador. Cues-
tionarse el porqué de las cosas es una característica que tenemos arraigada desde 
la infancia; sin embargo, con el paso del tiempo se deja a un lado por comodidad 
o por alienación. Pero ¿Qué pasaría si los propios estudiantes indagaran sobre la 
filosofía de la ciencia? ¿Qué pasaría si la identificaran como fundamental para 
la realización de cualquier investigación?
El simple cuestionamiento del ¿Por qué hacemos la investigación? ¿Para qué 
servirá al momento de estar terminada? ¿Cómo pretendemos realizarla? ¿Cuán-
do sería el momento adecuado para empezarla? Nos liberaría de muchos obstá-
culos y nos abriría el camino para idear cosas nuevas que realmente requirieran 
de nuestra atención; pero filósofo no se nace, uno debe buscar los mecanismos 
para activar el razonamiento. Esto quedó ampliamente demostrado con los resul-
tados del curso de Filosofía de la Investigación Científica en el CICIMAR (IPN), 
pues se insertó la semilla de la autocrítica y permitió observar la ciencia desde 
otro punto de vista.
El grupo coincidió en que no tener bases filosóficas permite caer en los vicios 
del sistema. Pues el sistema premia: reciclamiento de proyectos, cantidad de ar-
tículos, resultados inmediatos, investigaciones con tecnología de primer mundo; 
y las antecede a la calidad en investigación, innovación, creatividad y sencillez 
que pueden estar a una altura internacional. La naturaleza humana espera el re-
conocimiento y obtención de estímulos por el trabajo realizado; es decir, cuando 
un investigador obtiene el reconocimiento de sus colegas y los estímulos eco-
nómicos que son el resultado de su trabajo jamás se permitirá dar un paso atrás 
y mantendrá a toda costa su estatus y su estabilidad económica, lo cual puede 
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recaer en una baja de valores éticas y/o falsa productividad pues en la actualidad, 
por ejemplo, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) no perdona. Estos 
vicios recaen en una característica particular que engloba a todos los aspectos y 
conllevan una educación filosófica deficiente. Por ello, no tener bases filosóficas 
propicia caer en círculos viciosos del sistema, pues el sistema obliga a mantener-
se dentro y caer en los vicios que genera. 
Reflexionemos… ¿Frenas o promueves esta conducta? Los investigadores de-
ben motivar en los estudiantes a que desarrollen amor por la ciencia exigiendo 
innovación, ideas frescas y dando tiempo y atención a los estudiantes; promo-
viendo la

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