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Universidad de Costa Rica
Facultad de Ciencias Sociales
Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva
Discursos en tiempos de la COVID-19: Comunicación y recepción del Ministerio de Salud y
de posturas pseudocientíficas en Facebook
Tesis para optar por el grado de Licenciatura en Comunicación Estratégica
Estudiantes:
Valeria García Bravo B42729
Francisco Ruiz León B56384
Comité Asesor:
Directora: Dra. Larissa Tristán Jiménez
Lector: Dr. Carlos Brenes Peralta
Lectora: Dra. Carolina Carazo Barrantes
Ciudad Universitaria Rodrigo Facio,
San José, Costa Rica
2023
DEDICATORIA
A los profesionales de la salud que atendieron una pandemia
sin precedentes, sacrificando su salud física y mental.
Y a los funcionarios públicos que lucharon por divulgar la
verdad, priorizando la ciencia y el bienestar de las personas
costarricenses.
Agradecimientos
A nuestras familias, quienes sin su apoyo incondicional no hubiéramos llegado a este paso tan
importante en nuestra vida académica y profesional.
A Larissa, por guiarnos en el camino, ser paciente, escucharnos y aconsejarnos.
A Carolina y Carlos por ser parte de este proceso. Su dedicación y retroalimentación fue
fundamental para concretar esta tesis de manera exitosa.
A la Universidad de Costa Rica, institución con la que siempre estaremos en deuda por
brindarnos una educación superior de calidad, abrirnos la mente académica y humanitariamente,
brindarnos experiencias únicas y formarnos en los profesionales que somos.
1
2
UNIVERSIDAD DE COSTA RICA 
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES 
ESCUELA DE COMUNICACIÓN COLECTIVA 
ACTA DE PRESENTACIÓN DE REQUISITO FINAL DE GRADUACIÓN No.001 
Sesión del Tribunal Examinador celebrada el día Jueves 02 de marzo del 2023, a las 6:30 pm, 
con el objeto de recibir el informe oral de la presentación pública de los: 
SUSTENTANTES CARNE EGRESADO AÑO ENFASIS 
Valeria Adriana García Bravo 842729 11-2021 Comunicación estratégica 
Francisco Ruiz León 856384 
Quien se acoge al Reglamento de Trabajos Finales de Graduación bajo la modalidad de 
proyecto para optar al grado de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Colectiva en 
el énfasis de Comunicación Estratégica. 
El tribunal examinador integrado por: 
Dra.Yanet Martínez Toledo Presidente (a) 
Dr. Rodrigo Muñoz González Profesor (a) Invitado (a) 
Dra. Larissa Tristán Jiménez Director (a) T.F.G. 
Dr. Carlos Brenes Peralta Miembro del Comité Asesor 
Dra. Carolina Carazo Barrantes Miembro del Comité Asesor 
ARTICULO 1 
La Presidenta informa que los expedientes de los postulantes contienen todos los documentos 
de rigor. Declara que cumple con todos los demás requisitos del plan de estudio correspondiente 
y, por lo tanto, se solicita que proceda hacer la exposición. 
ARTICULO 11 
Los postulantes hacen la exposición oral de su trabajo final de graduación titulado:" Discursos 
en tiempos de la COVID-19: Comunicación y recepción del Ministerio de Salud y de 
posturas pseudocientificas en Facebook" 
3
ARTICULO 111 
Terminada la disertación , el Tribunal Examinador hace las preguntas y comentarios 
correspondientes durante el tiempo reglamentario y, una vez concluido el interrogatorio, el 
Tribunal se retira a deliberar. 
ARTICULO IV 
De acuerdo al Artículo 39 del Reglamento Finales de Graduación. El Tribunal considera el 
Trabajo Final de Graduación: 
APROBADO (x) APROBADO CON DISTINCION ( NO APROBADO ( 
Observaciones: La directora de la tesis se compromete a dar seguimiento a las observaciones 
realizadas por el Tribunal. 
ARTICULO V 
La Presidenta del Tribunal le comunica a los postulantes el resultado de la deliberación y los 
declara acreedor al grado de Licenciatura en: Ciencias de la Comunicación Colectiva en el 
énfasis de Comunicación Estratégica. 
Se le indican la obligación de presentarse al Acto Público de Juramentación, al que serán 
oportunamente convocados 
Se da lectura al acta que firman los Miembros del Tribunal Examinador y los Postulantes. 
A las 20:21 se levanta la sesión . 
Nombre: 
Dra. Yanet Martínez Toledo 
Dr. Rodrigo Muñoz González 
Dra. Larissa Tristán Jiménez 
Dr. Carlos Brenes Peralta 
Dra. Carolina Carazo Barrantes 
Valeria Adriana García Bravo 
Francisco Ruiz León 
Tabla de contenidos
Capítulo 1: Planteamiento de la investigación 7
1.1 Introducción 7
1.2 Justificación 8
1.3 Planteamiento del problema 9
1.4 Objetivos de la investigación 10
Capítulo 2: Marco de la investigación 11
2.1 Estado de la cuestión 11
2.1.1 Desinformación y pseudociencia 11
2.1.1.1 Infodemia y desinformación 11
2.1.1.2 Pseudociencia y contexto COVID-19 13
2.1.2 Comunicación institucional de salud 15
2.1.3. Regímenes de la verdad 17
2.1.4 En resumen 18
2.2 Marco situacional 19
2.2.1 Marco histórico 20
2.2.1.1 Uso de redes en Costa Rica 20
2.2.1.2 Medicina alternativa en Costa Rica 21
2.2.2 Marco legal 21
2.3 Marco Teórico 22
2.3.1 Discurso 22
2.3.1.1 Discurso como práctica social 22
2.3.1.2 Estrategias discursivas 24
2.3.1.3 Ideología 25
2.3.2 Comunicación 26
2.3.3 Era de la información 28
2.3.3.1 Desinformación 28
2.3.3.2 “Factor opinión” en la comunicación mediática 29
2.3.3.3 Cámaras de eco en las redes sociales 30
2.3.3.4 Pseudociencia 31
2.3.4. Recepción 32
2.3.4.1 Recepción en redes sociales 32
2.3.4.2 Modelo multidimensional 32
2.3.4.3 Formas de engagement 33
Capítulo 3: Marco metodológico 34
3.1 Enfoque y alcances de la investigación 34
3.2 Población, selección de fuentes y sujetos de información 35
3.3 Técnicas de investigación propuestas 35
3.4 Muestras a utilizar 36
3.5 Variables, instrumentos y validación 37
3.5.1 Instrumento objetivo específico 1 37
4
3.5.2 Instrumento objetivo específico 2 38
3.6 Validación 40
3.7 Tabla de resumen metodológico 40
3.8 Procesamiento y análisis 41
Capítulo 4: Análisis discursivo de publicaciones del Ministerio de Salud en Facebook
relacionadas al COVID-19 durante el 2020 41
4.1 Características generales 41
4.1.1 Temas y cantidad de publicaciones 42
4.1.1.1 Datos COVID-19 42
4.1.1.2 Conferencia de prensa 45
4.1.1.3 Medidas COVID-19 46
4.1.1.4 Estrategia abordaje COVID-19 47
4.1.1.5 Noticias falsas 49
4.1.2 Formato 52
4.1.3 Voz hablante 55
4.1.4. Actores 55
4.2 Enfoque 56
4.3 Marca de modalidad 60
4.4 Estrategias discursivas 63
4.4.1 Estrategias argumentativas 63
4.4.2 Estrategias retóricas 65
4.4.3 Estrategias de intensificación 67
4.4.4 Estrategias referenciales 68
4.4.5 Estrategias de resemantización 69
4.5 Reacciones 71
4.6 Discusión 74
Capítulo 5: Análisis pseudociencia 78
5.1 Características generales 78
5.1.1 Perfiles 79
5.1.2 Temas 80
5.6 Marca de modalidad 82
5.7 Estrategia discursiva 84
5.8 Actores 85
5.9 Fuentes 85
5.10 Referencias 86
5.11 Campo de acción 86
5.12 Reacciones 87
5.13 Discusión 88
Capítulo 6: Recepción 91
6.1 Caracterización del grupo de discusión 91
6.2 Medios de consumo 93
6.3 Caracterización de la recepción del discurso del Ministerio de Salud 95
6.4 Caracterización del discurso pseudocientífico y noticias falsas 98
6.5 Discusión 100
5
Capítulo 7: Conclusiones 103
Referencias bibliográficas 108
Anexos 117
Anexo 1. Instrumento de análisis objetivo 1 y 3 117
Anexo 2. Instrumento de análisis objetivo 2 y 3 118
Anexo 3. Formulario para el grupo de discusión 119
Anexo 4. Matriz de excel de procesamiento de datos 120
Anexo 5. Formulario de consentimiento informado 120
Anexo 6. Guía de discusión grupo focal 123
6
Capítulo 1: Planteamiento de la investigación
1.1 Introducción
El año 2020 estuvo marcado por la pandemia de la COVID-19 que paralizó buena
parte de las actividades humanas, como el comercio y los viajes internacionales. Tal
enfermedad, por su novedad, suscitó una serie de discursos paralelos al discurso oficial de las
instituciones de salud, en torno a la aparición del virus, las pruebas diagnósticas y
tratamientos o hasta su existencia real. Es por esto que la presente tesis ofrece un
acercamiento exploratorio sobre este aspecto en particular: los discursos en torno a la
pandemia de COVID-19 provenientes tantode una fuente oficial, como lo es el Ministerio de
Salud de Costa Rica (en adelante puede mencionarse con las siglas MS), así como también de
fuentes no oficiales ni respaldadas por estudios científicos, como son los discursos
pseudocientíficos que circularon en redes sociales durante el periodo de análisis. De esta
forma, se busca dar respuesta a algunas de las inquietudes de la y el investigador sobre las
características y la recepción de dichos discursos, al tiempo que se pretende dar un aporte a la
indagación en este tema en un momento aún incipiente en el que existen muchas preguntas
por responder.
La vasta información que circuló la podemos relacionar con en el fenómeno y
concepto conocido como “infodemia”: una gran cantidad de información que se difunde en
un corto tiempo sobre un tema en específico, que incluye tanto información verdadera y
precisa, así como errónea y malintencionadamente falsa.
Específicamente, lo que interesa analizar es la caracterización y la recepción de los
discursos de parte de algunos perfiles de Facebook y del Ministerio de Salud de Costa Rica,
como fuente oficial de información sobre la pandemia, que publicaron datos sobre el
comportamiento, origen y repercusiones de la COVID-19 en los seres humanos, pues dichas
características eran desconocidas en la comunidad científica al inicio de la pandemia. El
estudio abarca el periodo de marzo a diciembre del 2020, el primer año de la pandemia en
Costa Rica.
El documento contempla los principales apartados: la justificación y el planteamiento
del problema, el marco teórico, el marco referencial y el marco metodológico, además de los
resultados y las conclusiones con aprendizajes.
7
1.2 Justificación
El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la
epidemia de la COVID-19 pasaba a ser una pandemia debido a su rápida propagación, pues
en las dos semanas previas el número de países en los que el virus estaba presente se había
triplicado (OMS, 2020). Es así que, con la llegada de la pandemia de la COVID-19 el tema de
la salud pública tomó un lugar protagónico en la agenda política, social y de los medios de
comunicación en todo el mundo. En este contexto, surgieron distintos actores con sus
respectivos discursos en torno al coronavirus, desde la oficialidad de las instituciones
mundiales y gubernamentales hasta rumores y engaños que se difundieron, especialmente,
por redes sociales. Este trabajo profundizará específicamente en las características de este
discurso en Costa Rica, debido a que su estudio es escaso.
Por otra parte, la recepción de las posturas pseudocientíficas y del discurso del
Ministerio de Salud (en adelante, MS) es un elemento clave para entender la asertividad de
ambas posturas y el mensaje que caló en personas ciudadanas durante el periodo de análisis.
Lo cierto es que la recepción tiene varios factores que influyen en la misma, especialmente
relacionados al contexto y experiencias del individuo “convirtiéndose así en receptor activo,
muy alejado del receptor-consumidor o del receptor hipodermizado” (Alcocer, 2013). Se
considera que las conclusiones respecto a la recepción serán de alto interés para dicha
institución pública, pues a partir de ellas puede mejorar su estrategia de comunicación ante
esta y posteriores crisis.
El aporte de la presente investigación se resume en un enfoque novedoso para
entender mejor la comunicación en una emergencia sanitaria como la que ha sido la pandemia
de la COVID-19, desde la institucionalidad nacional, así como acercarnos a los argumentos e
ideas de quienes no compartieron ese discurso oficial y divulgaron otros sin respaldos
científicos. Asimismo, los resultados que se desprendan de este trabajo serán un insumo para
establecer comparaciones con estudios sobre discursos de otras latitudes o perfiles.
Por último, el trabajo brinda una perspectiva de lo micro hacia lo macro, partiendo del
análisis crítico del discurso como fundamento para el estudio de la comunicación estratégica,
en este caso, del Ministerio de Salud de Costa Rica durante el contexto específico de la
pandemia.
8
1.3 Planteamiento del problema
El fenómeno de la desinformación no es nuevo en la sociedad, pero durante la
pandemia de COVID-19 tomó otros matices, a la vez que volvió a sonar otro concepto en la
cultura mediática: la “infodemia”. Justamente, la OMS declaró una infodemia en febrero del
2020, a la que definió como una “cantidad excesiva de información ‒en algunos casos
correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y
orientación fidedigna cuando las necesitan” (Organización Panamericana de la Salud, 2020).
En el caso de Costa Rica, la infodemia ha generado un gran flujo tanto de la
comunicación oficial como de posturas pseudocientíficas o disidentes del discurso oficial.
Esta situación se evidenció cuando el Centro Nacional de Control de Intoxicaciones (CNCI)
mostró su “preocupación” en julio del 2020 por el aumento de un 30% en las intoxicaciones
en el país, al tiempo que el consumo de productos desinfectantes se convirtió en la segunda
de las causas de esta situación (Martínez, 2020). Lo anterior, ocurrió durante el debate
mediático sobre la efectividad de estas sustancias para prevenir y curar la COVID-19.
Desde la comunicación oficial del MS ha habido esfuerzos por comunicar con apego a
evidencias científicas. Aun así, las personas usuarias de redes sociales han estado expuestas a
la información de diversas fuentes y se desconoce su recepción, su alcance y qué lleva a las
personas a creer más en unas que otras.
Por lo tanto, existe la inquietud sobre cómo fue el manejo de esta pandemia por parte
de la institución pública desde el punto de vista de la comunicación estratégica, en una
situación realmente crítica para Costa Rica. Al mismo tiempo, surgieron y se difundieron en
redes sociales múltiples ideas pseudocientíficas en torno a la COVID-19, explicaciones y
teorías no comprobadas o con muy poco respaldo de la comunidad científica, (Zaracostas,
2020; García-Marín, 2020). Si a esto le sumamos que para el 2019 habían poco más de 2.5
millones de usuarios activos en Facebook (Porter Novelli, 2019), y que solo la página del MS
cuenta con más de 840 mil seguidores en Facebook, esta red social resulta ser un medio
sumamente relevante por el que se difundieron y comunicaron ambos discursos, razón por la
que la presente investigación recogió datos de la misma. Para ello, se optó por utilizar la
metodología del análisis crítico del discurso, pues este se enfoca en indagar los discursos de
prácticas y fenómenos sociales. Abordaremos el discurso como práctica social, como forma
de acción, pero también el discurso como forma de conocimiento. Este concepto se ampliará
más adelante.
9
La recepción la entendemos de forma activa, cuando la persona toma acción a partir
de lo que lee o escucha, proceso que está influenciado por la experiencia previa del individuo
y su interacción con el entorno. La recepción, ya sea de un discurso oficial o de ideas
pseudocientíficas, plantea un reto para las autoridades sanitarias por sus potenciales
consecuencias para la salud pública, pues dependiendo de sus características particulares las
personas pueden negar la ciencia o, por el contrario, promoverla, e impactar en cómo las
personas se comportan en relación con los protocolos sanitarios. Después de todo, compartir
esta información está al alcance de un clic. Hoy en día, la recepción se relaciona con cómo
las personas le dan sentido a la información que consumen, lo que está atravesado por
múltiples características.
De manera que, el objeto de estudio propuesto aborda la comunicación del Ministerio
de Salud en su Facebook y los discursos pseudocientíficos de algunos perfiles de Facebook
pero también de mensajes que circularon en WhatsApp y Telegram en Costa Rica durante la
pandemia de COVID-19, así como la recepción de ambos discursos por partede un grupo de
ciudadanos costarricenses usuarios de Facebook. Razón por la cual nos proponemos
responder a la siguiente pregunta de investigación general: ¿Cómo se construyeron y fueron
recibidos el discurso del Ministerio de Salud y el de las posturas pseudocientíficas en
Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 de marzo a diciembre del 2020 en Costa
Rica?
1.4 Objetivos de la investigación
Objetivo general
Indagar en la construcción y recepción del discurso del Ministerio de Salud y el de posturas
pseudocientíficas en Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 en Costa Rica de marzo
a diciembre del 2020, para comprender el abordaje comunicacional de la salud en coyunturas
de crisis sanitarias.
Objetivos específicos
-Analizar el discurso del Ministerio de Salud en Facebook respecto a la pandemia de
COVID-19 durante el periodo determinado.
-Analizar el discurso de posturas pseudocientíficas en páginas de Facebook respecto a la
pandemia de COVID-19 en dicho periodo.
10
-Caracterizar la recepción del discurso del Ministerio de Salud y de posturas
pseudocientíficas en Facebook por parte de un grupo de personas usuarias costarricenses de
redes sociales.
Capítulo 2: Marco de la investigación
2.1 Estado de la cuestión
En esta sección se realiza el análisis de una serie de trabajos previos en torno al tema
en cuestión a partir de la selección de tres ejes principales. Se empieza por una revisión
conceptual y contextual de la desinformación y la pseudociencia en época de pandemia por la
COVID-19. Seguidamente, se repasará la comunicación institucional de la salud para tener un
mejor panorama de cuál es la situación de la comunicación sobre salud, desde instituciones y
en el marco de las redes sociales. Y, finalmente, un tercer eje sobre regímenes de la verdad en
el que revisaremos lo dicho hasta ahora por algunos autores en torno a “la verdad” en redes
sociales y las causas que pueden llevar a creer en cierta información en detrimento de otra.
La búsqueda de material bibliográfico para el presente trabajo se realizó entre agosto
y setiembre de 2020 por medio de plataformas virtuales y bases de datos de la Universidad de
Costa Rica, principalmente, seleccionando preferiblemente artículos e investigaciones de
máximo cinco años de antigüedad, aunque se incluyen otros que exceden dicho periodo si se
consideran pertinentes y que aportan a la investigación.
2.1.1 Desinformación y pseudociencia
2.1.1.1 Infodemia y desinformación
Como se mencionó, el 15 de febrero de 2020, la OMS se refirió por primera vez a la
infodemia en el contexto de la pandemia. Este concepto, si bien se le ha atribuido a la OMS,
cuenta con antecedentes. Arroyo, Cabrejo y Cruzado (2020), haciendo un recorrido por el
origen del término, mencionan que Eysenbach, en el año 2002, acuñó el concepto de
“infodemiología”, considerándola como “una disciplina y metodología de investigación
interdisciplinaria que estudia las determinantes y la distribución de información y
desinformación en salud” (p.1). Un año después, explican los autores, durante la epidemia del
Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) por el coronavirus-1, el periodista y politólogo
David Rothkopf identificó una “epidemia de información que aumentó y prolongó el daño
11
social, económico y de salud pública ocasionado por la infección per se” (2020, p.1), a lo que
denominó infodemia.
Como se puede notar, el origen del término “infodemia” es relativamente reciente y su
conceptualización se enmarca en contextos donde circula mucha información de todo tipo,
durante un periodo corto. Además, ha estado ligado principalmente a informaciones del
campo de la salud, pero también otros contextos como elecciones. No obstante, para
contextualizar este fenómeno, es necesario acudir al concepto de desinformación, que
consideramos engloba a la infodemia, pues, como menciona García-Marín, “en el contexto de
la COVID-19 el término [infodemia] se utiliza para designar los peligros del fenómeno de la
desinformación durante la gestión de la pandemia” (2020, p. 2). Podemos considerar a la
infodemia, entonces, como un resultado más de este gran paraguas de la desinformación.
Realmente el tema de la desinformación ha sido ampliamente abordado por áreas como la
comunicación y el periodismo, la política, las ciencias sociales en general, entre otras. Existe
un cierto consenso en su definición, pero se pueden observar algunos matices, dependiendo
del autor o fuente que se consulte. Por ejemplo, Buslón et al. (2020) mencionan en su análisis
de contenido que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (Unesco) y la Comisión Europea prefieren utilizar “desórdenes informativos” en los
que clasifican tres tipos: desinformación, información errónea y mala información.
En esta línea, Razquin (2020) prefiere el término desinformación, al que define como:
“información falsa, inexacta o engañosa, diseñada, presentada y promovida intencionalmente
para causar daño público o con fines de lucro” (p. 78), refiriendo al Grupo de Expertos
europeos (HLEG). Razquin añade que la desinformación tiene un componente político que se
presenta, en ocasiones, en campañas orquestadas, al tiempo que reviste una intencionalidad,
que la diferencia de la información errónea. De forma similar, Cavena et al. (2020) realizan
un análisis de contenido en WhatsApp y, mencionando a Guadalupe Nogués, definen dos
formas de hacer circular noticias falsas: la intencional y la “involuntaria”. Sobre esta última
dicen que es más difícil de controlar porque “está fuertemente enraizada en cada uno de
nosotros: tiene que ver con nuestras creencias más íntimas, con la pertenencia a cierto grupo
y con los valores con los que crecimos”, es decir, nuestra visión sobre el mundo (p. 1).
Es importante aclarar que dentro del concepto de desinformación no solo se habla de
noticias falsas. Como escriben Egelhofer y Lecheler (2019) en su texto sobre noticias falsas,
este es solo un género que forma parte del paraguas de desinformación en el que también
coexisten la propaganda, la mala información, los rumores y las teorías conspirativas.
12
“La desinformación, sin embargo, excede el concepto de fake news, ya que también
involucra numerosas formas que van mucho más allá de cualquier cosa que se asemeje a
'noticias'”, dicen las autoras, que también hacen una diferenciación según la intencionalidad.
En síntesis, podemos decir que, el término desinformación reviste una intencionalidad
al momento de difundir noticias falsas, lo que es tomado en cuenta al analizar la difusión de
pseudociencia en contexto de la COVID-19 en redes sociales.
2.1.1.2 Pseudociencia y contexto COVID-19
En este contexto conceptual y temporal, con la pandemia por la COVID-19, nos
acercaremos al fenómeno de la pseudociencia, cuya definición y clasificación varía dentro de
los textos desde las ciencias sociales. Partimos de que etimológicamente ya la palabra reviste
una connotación de falsedad, pues el prefijo “pseudo”, que proviene del griego, significa
falso. Derry (1999), al hacer un estudio de caso de este fenómeno, va más allá al decir que
dicho prefijo conlleva también una implicación de engañoso o fingido, haciendo a la
pseudociencia no solo ciencia falsa, “sino también ciencia falsa que pretende ser real” (p.
158) [traducción propia]. Asimismo, Fornaguera afirma que es “una cosa que parece ciencia,
pero no lo es metodológicamente” (2020, conversación personal). Así también lo definen
Alonso y Cortiñas (2014a), quienes realizan una taxonomía del término a partir de distintas
variables, al mencionar que la definición habitual del concepto es “‘falsa ciencia’ o ‘aquello
que intenta parecer ciencia a pesar de no serlo’” (p. 1). A grandes rasgos, consideran que la
pseudociencia posee seis campos de acción: teorías, terapias, productos, poderes, dones y
fenómenos.
Para Fasce (2017) la pseudociencia busca argumentar sobre la base de la ciencia
propiamentey crear, con ello, un falso sentido de autoridad para lo que utiliza tres estrategias
principales: la superioridad dialéctica, el falso apoyo externo, y la falsa superioridad moral
y/o epistemológica (p. 355).
Hasta este punto, como se puede interpretar, la conceptualización de la pseudociencia
reúne cierto consenso, pero lo más difícil es diferenciar la pseudociencia de la ciencia, pues la
primera intenta hacerse pasar por la segunda y, para quienes carecen de un conocimiento
científico, su diferenciación se dificulta. Aquí podemos rescatar el mencionado texto de
Alonso y Cortiñas (2014a), pero también retomamos a Derry (1999) quien establece cinco
criterios para identificar la pseudociencia. Estos son: ideas estáticas o aleatoriamente
cambiantes, mecanismos difusos para obtener conocimiento, ideas vagamente conectadas,
13
falta de escepticismo organizado e indiferencia ante resultados establecidos. Sobre estos
criterios, el autor menciona que no todo aquello que cumple con alguno o todos los criterios
es pseudociencia, sino aquello que además asegura ser ciencia. En palabras del autor:
“pseudociencia es una actividad que asegura ser ciencia pero no es una ciencia auténtica,
basados en los criterios” (p. 162, traducción propia). Sin embargo, Fornaguera aclara que en
ocasiones la pseudociencia es el estado previo a la ciencia: algo puede considerarse
pseudocientífico si no hay bases que lo comprueben, pero pasa a ser científico cuando se
cumple este y otros criterios.
Ahora bien, durante el periodo “fuerte” de la pandemia de la COVID-19 (2020-2021),
se incrementó la circulación de contenidos pseudocientíficos en redes sociales. Desde teorías
que dicen explicar su origen hasta productos que prometen curar la enfermedad. Tal y como
menciona Espín (2020), durante este periodo “la infodemia se extiende de forma acelerada,
influenciando en el comportamiento de la población, impidiendo su adherencia a las medidas
sanitarias de prevención”. Así también lo evidencia Rodríguez (2020) al informar que en
Costa Rica aumentaron las consultas por un medicamento que se difundió como cura sin el
respaldo de la comunidad científica y farmacéutica. Para Espín “el factor amplificador de la
infodemia es principalmente el acceso a las redes sociales, cuyo uso se incrementó en un
20-87%, durante la pandemia, a nivel global” (p. 1181). La autora menciona que la difusión
de teorías pseudocientíficas es uno de los factores por los que la infodemia ha puesto en
riesgo la salud pública, pues “a medida que conocemos más sobre SARS-CoV-2 y la
Covid-19, se ha generado un escenario propicio para la infodemia”.
Buslón et al. explican que las informaciones falsas son un problema sanitario que se
ha presentado desde hace años, pero que con la pandemia de COVID-19, “el inédito impacto
sanitario, social, económico y político (...) ha multiplicado la desinformación” (p. 2), con las
redes sociales como escenario principal.
Alonso y Cortiñas (2014b), mencionando a Sagan, afirman que “[la pseudociencia]
colma necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas” (p. 96). Es
decir, hay preguntas sin respuestas que, en momentos como el que vivimos, exacerban
nuestras emociones. En palabras de Fornaguera, “la premura porque haya una cura hace que
tomemos decisiones apresuradas sobre las cuales no hay muchos datos (...), y mucho de la
pseudociencia llega en momentos de crisis” (2020, conversación personal).
En síntesis, la pseudociencia responde a características de las tres principales
categorías de noticias falsas identificadas a lo largo del análisis, aunque el concepto de mala
14
información está más alejado. La diferencia está en la intencionalidad de engañar y hacer
daño. Más que clasificar la pseudociencia en alguna de ellas, preferimos hablar de que la
pseudociencia se manifiesta de las tres formas, como hemos repasado a la luz de los ejemplos
y teoría desarrollada en torno al tema por diferentes autores e instituciones.
2.1.2 Comunicación institucional de salud
A pesar de que la salud ha estado presente como sección en medios de comunicación
y en boletines de centros de investigación, el proceso de esta integración ha sido algo
desordenado y da la percepción de que se ha tenido que insistir en el mismo. En realidad, la
comunicación de la salud como tal, tiene un concepto que la antecede: la “promoción de la
salud”, el cual fue utilizado por primera vez en 1942 por Henry Sigerist. De acuerdo con
Atoche (2003), Sigerist propone este concepto como la misión primordial de la profesión
médica, con el fin de superar el enfoque medicalizado de la salud (p.23). Asimismo, la autora
señala que pasaron más de dos décadas hasta que las instituciones de salud incorporaron esta
definición.
Durante la década de 1980, sobresalen los esfuerzos de la Organización Panamericana
de la Salud (OPS) y la OMS, por impulsar la “comunicación en salud”. En ese sentido, ambas
entidades han promocionado la “comunicación de riesgo” junto con una serie de
recomendaciones para las instituciones de cómo atender las crisis sanitarias. Sobre esto,
Ritcher (2014) explica:
El equipo de comunicación de riesgos debe estar preparado para responder a todas
—las— preguntas en un entorno donde es probable que haya confusión y un desborde
de interés por parte de los medios de comunicación. A pesar de que es probable que se
cuente con información y datos incompletos es necesario comunicarse con la población
de inmediato (p.38).
En su investigación, Atoche (2003) recalca el papel fundamental que han tenido los
medios de comunicación en la divulgación de temas sanitarios, a pesar de que el discurso
periodístico tiende a restringir la problemática sanitaria a la atención médica hospitalaria.
Además, la cobertura de salud muchas veces posee un lenguaje técnico por lo que a la hora de
la transmisión del mensaje pueden presentarse anomalías en el mismo. Esta situación ha
sugerido la necesidad de una especialización periodística para la adecuada generación y
vinculación del mensaje informativo con criterios de rigor técnico y veracidad (Martínez,
2011).
Esta autora hace un recorrido por las responsabilidades de las instituciones públicas
en la comunicación sobre salud y hace un listado de los problemas que deben enfrentarse a la
15
hora de comunicar cualquier contenido biosanitario. Es por esto que enfatiza en que “la
comunicación institucional sobre temas biosanitarios ha de realizarse desde una instancia
específicamente diseñada para esta tarea” (p. 55). Es decir, un departamento de comunicación
que se convierta en una fuente informativa legitimada.
Es así que la comunicación de las instituciones públicas de salud ha tenido que
hacerse presente en el mundo virtual de las redes sociales.
Foley et al. (2016) realizaron un estudio en el que revisaron el uso de Facebook por
parte de las organizaciones de salud pública australianas para identificar qué técnicas de
comunicación y marketing convencionales utilizaban en sus publicaciones y si estaban
asociadas con el engagement de los usuarios. Los autores reconocen que las instituciones de
salud han identificado los beneficios clave, como que la información esté más disponible, sea
“compartible” y personalizada; para influir en la política de salud.
Además, parece que el público en general es receptivo a recibir mensajes de salud a
través de las redes sociales. Sin embargo, a pesar de un largo debate, hay muy poca
evidencia disponible sobre las mejores formas de interactuar con las audiencias de
salud pública en este espacio, particularmente a nivel poblacional (Foley et al., 2016,
p.2).
No obstante, sí hay evidencia de la efectividad e importancia de la comunicación de
salud a nivel poblacional. Sobre todo, cuando se emplean estrategias de marketing
convencionales para lograr un beneficio social, como, por ejemplo, las campañas
relacionadas al control del tabaco, ya que suelen apelar a las emociones. (Foley et al., 2016,traducción propia, p.3).
Alrededor del mundo, el manejo de la pandemia por la COVID-19 ha sido distinto,
pero con varios puntos en común, por ejemplo, las conferencias de prensa para la
actualización de la situación en países como Cuba, Costa Rica y México. En este último,
Llano y Águila (2020) realizaron un análisis del discurso de 28 conferencias correspondientes
a la segunda fase de la pandemia de la Secretaría de Salud de México, las cuales señalan
como el principal espacio de comunicación para atender la crisis. Ellos concluyen que las
conferencias no solo son protagonizadas por información técnica, sino que la información
sobre la gestión gubernamental de la crisis ocupa un lugar privilegiado dentro de la
conferencia. Además, se prueba la capacidad de gestión del gobierno mexicano, no solo en la
cuestión sanitaria o del sistema de salud, sino en una gestión política integral que relacione la
salud con la economía, el empleo, el género, la etnia, la violencia o el acceso a la
información, lo cual guarda una estrecha relación con el llamado a la responsabilidad
individual y colectiva que hace el Estado.
16
En esa misma línea, Añel y Rodríguez (2020) analizan la estrategia de comunicación
durante las primeras semanas de la pandemia en España a través de los relatos presentes en
los medios de comunicación. Como resultado, los investigadores enfatizan en el lenguaje
simbólico con estereotipos (batalla, héroes, nuestros mayores, nuestros hijos e hijas,
solidaridad), gestos de cercanía (tutea a la audiencia, alza la mirada y la dirige al frente) por
algunas muestras de vulnerabilidad (su tono de voz monótono, pose corporal y el hecho de
leer su discurso denota inseguridad), por ejemplo. Pero destacan la falta de estrategia por
parte del gobierno y de un plan de contingencia en cuanto a comunicación, que pone en
peligro el accionar de la población. Aspectos metodológicos que pueden ser tomados en
cuenta a la hora de analizar la comunicación del MS de Costa Rica.
Recapitulando, nos damos cuenta que la comunicación durante la pandemia fue
observada y analizada desde algunos aspectos, incluyendo el discurso aunque sin ahondar
mucho. Para esta primera etapa de pandemia, se puede decir que los esfuerzos por dar una
respuesta sanitaria están, sin embargo, un plan de comunicación parece no estar en esas
estrategias de contingencia.
Por otro lado, la comunicación institucional en salud tiene un factor relevante y es que
en la mayoría de veces la información es de interés público. Como cualquier área de
comunicación, ha tenido que adaptarse a los avances tecnológicos, posiblemente arrastrando
retrasos e improvisaciones debido a la burocracia que caracteriza a las instituciones públicas
en diferentes países. Es así, que se encuentra un vacío en el estudio de la comunicación
institucional en salud , pues la información disponible es limitada.
2.1.3. Regímenes de la verdad
Por la naturaleza del objeto de estudio, resulta adecuado tomar en cuenta lo que se ha
dicho recientemente sobre el significado de “la verdad” en la sociedad y lo que nos lleva a
creer en cierta información.
Los cuestionamientos acerca de la certeza de la información que tenemos a nuestro
alcance son cada vez más frecuentes. Si nos devolvemos al siglo pasado, Waisbord (2018),
sociólogo argentino, menciona que la verdad solía ser aquella expresada por los medios de
comunicación, las autoridades gubernamentales o las figuras prestigiosas, como el gremio de
profesionales en salud. En los últimos años, la relatividad de la verdad se ha atribuido a los
ciudadanos y periodistas valientes que confrontan con la verdad a las estructuras de poder,
17
sobre todo en medio de amenazas y violencia. Además, de aquellos que luchan por el
cumplimiento de los derechos humanos (2018, p. 2).
Aún estableciendo estos cambios en el concepto de la verdad, Waisbord (2018) la
describe como un “acuerdo intersubjetivo sobre las condiciones para la producción de
conocimiento que sólo es posible cuando los públicos tienen epistemologías compartidas” (p.
6). Pero, ¿cuántas epistemologías compartidas existen actualmente? Porque, ciertamente, hay
más de un par.
El investigador señala que los recientes acontecimientos políticos han magnificado las
divisiones sociales y comunicativas y apuntan a que la verdad se convierte en una cuestión de
convicciones personales y grupales más que en algo que se asemeja a la ortodoxia científica
(Waisbord, 2018, p. 6). Es decir, si creemos, somos más propensos a compartir la
información, tal y como lo mencionan Foley et al. (2016): “usuarios de redes sociales como
Facebook comparten información en estas plataformas principalmente cuando creen que la
información es beneficiosa para los otros” (traducción propia, p. 2).
Asimismo, Waisbord (2020) aborda el hecho de lo que significó años atrás la
información científica en la sociedad, específicamente en Occidente, pues lo que era
establecido por la comunidad de especialistas de la salud, no era muy cuestionado. A esta se
le atribuía la verdad respecto a la salud pública, siendo la única fuente de los medios de
comunicación y los gobiernos.
La revolución digital es la que en la última década ha erosionado los fundamentos del
viejo régimen de la información de salud en Occidente. Esta ha barrido el grupo selecto que
acceden a noticias de salud y a la información científica en general. Sitios web, bloggers,
amigos de Facebook y los grupos de WhatsApp producen, comparten y discuten información
sobre problemas de salud que nunca es examinada por las llamadas autoridades legítimas.
(Waisbord, 2020, p. 9).
2.1.4 En resumen
La ciencia no es estática. Su abordaje y antecedentes cambian constantemente y por lo
tanto sus resultados pueden contradecirse en algunas ocasiones. Un elemento como el tamaño
de una muestra puede variar completamente los hallazgos de una investigación científica y no
por eso se convierte en falsa. Es así que, aunque las autoridades de salud hablen con toda la
seguridad sobre un virus “nuevo” como el SARS-CoV-2 —y así lo deben hacer para legitimar
18
la credibilidad, según los autores citados anteriormente— el discurso puede cambiar en
cuestión de semanas, días u horas.
Además, a partir de los textos analizados podemos rescatar que la verdad es un
concepto con muchas definiciones y que, al final de cuentas, tiene que ver con las creencias y
la predisposición de cada persona. Igualmente, conceptos como el de pseudociencia o
desinformación están ampliamente estudiados, pero a raíz de la pandemia por COVID-19 se
ha popularizado otro: la infodemia, como se repasó previamente.
Por otro lado, la comunicación institucional de salud ha sido analizada y los autores
mencionados han hecho muchas recomendaciones de cómo trabajar una divulgación que
supone la estabilidad de otros sectores sociales. No obstante, la comunicación de dichas
autoridades y su uso de redes sociales como herramienta de divulgación, en un área no tan
explorada.
Además, con frecuencia, los conceptos y las informaciones relacionadas a la ciencia
resultan abstractos y difíciles de divulgar, con lo que se dificulta apelar a la gente y competir
con otros contenidos que pululan en las redes sociales y los medios de comunicación.
De esta manera, la documentación revisada amplía la visión y la conceptualización
con la que serán abordadas las diferentes aristas de la investigación. Además, cuenta con
distintos elementos que se adoptaron a la metodología desarrollada.
2.2 Marco situacional
En este apartado se abordará el contexto en el que se enmarca el tema desde diferentes
perspectivas. En primer lugar, se inicia con un breve repaso histórico para entender en qué
momento se desarrolla la pandemia de la COVID-19, esta investigación y revisar
antecedentes. Por esta razón, vale enfatizar en que el país ha enfrentado una epidemia y una
pandemia en los últimos 20 años: el dengue y la Influenza AH1N1, respectivamente.
En el casodel dengue, a pesar de que el rebrote en el país fue en 1993 (se había
erradicado en 1955) fue en el 2005 cuando alcanzó su punto máximo de casos, según la base
de datos de la OPS (s.f). Su enfoque fue comunitario, de manera que se realizaron charlas en
centros de atención, escuelas y espacios comunales (MS, 2006, p.53). Cuatro años después,
en abril del 2009, en Costa Rica se detectó el virus respiratorio Influenza AH1N1, al que la
OMS ya había declarado pandemia. Cabe destacar que, a pesar de que el MS desarrolló una
página web exclusiva para información de la Influenza AH1N1, estuvo actualizando su
página web y circulando boletines electrónicos, las redes sociales no estaban presentes en su
19
estrategia, según lo registrado en la memoria institucional. Para entonces (2009-2010)
Facebook, como una red social innovadora, estaba en su auge pero probablemente aún
contaba con un aspecto de novedad, extrañeza y duda en cuanto al propósito de su uso. De
hecho, el MS abrió su cuenta de Facebook en febrero del 2010, año en el que se hicieron
únicamente dos publicaciones.
En el caso de la pandemia que se aborda en esta investigación, cabe recordar que sus
inicios se remontan a finales del 2019, con la primera alerta de la enfermedad en China.
Posteriormente, con el paso de las semanas el rastreo del virus llegó a otros países y
continentes. En Costa Rica, el primer caso se confirmó el 6 de marzo del 2020.
Paulatinamente, las autoridades informaron caso a caso y muerte a muerte; sin embargo, con
el paso de las semanas la situación se agravó y la cantidad de casos creció vertiginosamente.
Teniendo esto en cuenta, posterior al marco histórico, se trata la esfera legal para
entender el marco jurídico que cobija y establece las obligaciones del MS y si existe alguna
legislación que menciona a la pseudociencia o cómo esta se enfrenta en la legislación
existente.
2.2.1 Marco histórico
2.2.1.1 Uso de redes en Costa Rica
En Costa Rica, el acceso a Internet y redes sociales es alto, según el estudio “Estado
de la banda ancha en América Latina y el Caribe” de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal) de 2016, que además indica que el país con mayor penetración de
banda ancha móvil con respecto al total de la población es Costa Rica, con 95,5% (2016).
En cuanto al uso de redes sociales, Costa Rica también se posiciona en los primeros
lugares de la región. El diario La Nación reportaba en abril de 2019 que, con base en un
estudio de Corporación Latinobarómetro, Costa Rica es el país latinoamericano con mayor
uso de WhatsApp y Facebook, con 83% y 77% de la población que las usa, respectivamente
(Vargas, 2019).
Los datos recientes de diversos informes y estudios arrojan que Facebook sigue
siendo la red social más usada en el país, con hasta más de tres millones de cuentas activas en
algunos casos.
De manera que, así como lo señalan Cuello-García et. al (2020), no es sorpresivo
cómo la cantidad de información que circula afecta la manera en la que se percibe y se
20
enfrenta esta pandemia, ya que antes de la misma, las personas recibían y buscaban
información relacionadas a la salud a través de las redes sociales (p.1).
2.2.1.2 Medicina alternativa en Costa Rica
La medicina alternativa no posee una metodología científica que la antecede o que
pruebe su funcionalidad y, como se indicó en el apartado del Estado de la Cuestión, las
terapias y los productos también se pueden considerar pseudociencia (Alonso y Cortiñas,
2014). Por eso, es fundamental realizar un breve recorrido en su presencia en el país.
A partir de 1991, la OMS ha validado la eficacia y la seguridad de las medicinas
alternativas, tradicionales y complementarias, a la vez que incentiva el acercamiento de sus
países miembros por medio de la investigación y la regulación (Carazo, 2011, p. 521). No
obstante, fue en 1991 cuando se ofreció el primer curso de homeopatía avalado por el Colegio
de Médicos y Cirujanos, lo que abrió las puertas para congresos en los años siguientes.
Una de las principales razones por las que las personas vuelven su mirada a este tipo
de tratamiento es la preocupación acerca de los efectos adversos de los fármacos químicos, su
alto costo y en algunos casos, su accesibilidad (Barnes, 2004, citado por Carazo, 2011,
p.526).
Por ejemplo, durante marzo y abril del 2020, primeros meses de la pandemia de
COVID-19, Estados Unidos y Europa aumentaron sus pedidos internacionales de extractos de
plantas de estimulación inmunológica, así como de aquellos productos naturales que
combaten las afecciones provocadas por estrés, falta de sueño, ansiedad, entre otras
(Procomer, 2020).
Esto es relevante pues se observa cómo la medicina alternativa encontró un nuevo
escaparate a la sombra del COVID-19, pues muchas personas acudieron a ella para prevenir o
tratar la enfermedad. Algunas como acompañamiento a medicamentos oficiales pero otras
para evitarlos, como más adelante pasaría con la vacunación.
2.2.2 Marco legal
A nivel país existen varias leyes y normas que establecen competencias en temas de
salud pública a través de diferentes instituciones. La ley n°5412 Ley Orgánica del Ministerio
de Salud (1973) instaura las principales atribuciones y la estructura general del Ministerio. En
su primer artículo, dicha ley plantea que “la definición de la política nacional de salud, y la
organización, coordinación y suprema dirección de los servicios de salud del país,
21
corresponden al Poder Ejecutivo, el que ejercerá tales funciones por medio del Ministerio de
Salud” (ley 5412 de 1973).
De igual forma, otra ley pertinente en este tema es la n°5395 Ley General de Salud
(1973) que, en sus primeros dos artículos, dispone que la salud de la población es un bien de
interés público y que recae en el Estado velar por la misma.
Sobre medicamentos existe una amplia lista de leyes, reglamentos, normas, decretos o
guías que se encuentran fácilmente en el sitio web del MS, como el Reglamento de Control
Estatal de Medicamentos nº29444-S de 2001, por mencionar alguno. En esta misma línea
podemos mencionar el artículo 46 de la Constitución Política, el único que menciona la
palabra “salud”, al decir que “los consumidores y usuarios tienen derecho a la protección de
su salud”. La legislación consultada no menciona el tema de pseudociencia. Podríamos decir
que el reglamento sobre medicamentos citado en el párrafo anterior, así como otras normas y
decretos sobre este tema, establece obligaciones y requisitos para la comercialización de un
medicamento, por lo cual algunos medicamentos que circularon en redes sociales como curas
de la COVID-19 posiblemente no cumplen con esos requisitos.
2.3 Marco Teórico
A continuación, se explican brevemente algunos de los postulados teóricos y
conceptuales que ayudan a explicar el fenómeno objeto de estudio. Se inicia con el discurso
pues se propone como principal medio para lograr los objetivos planteados. Prosigue el
segundo eje de comunicación en el que se establecen los principios teóricos de la
comunicación institucional y, especialmente, la comunicación de salud. Un tercer eje
contextual sobre la era de la información, atendiendo al enfoque de redes sociales que se le da
al tema en cuestión, y otros fenómenos como la desinformación para conocer cómo se han
entendido y abordado teórica y conceptualmente. Finalmente, el cuarto y último eje del
presente marco teórico gira en torno a la recepción y algunas teorías que ayudan a estudiar
procesos de recepción.
2.3.1 Discurso
2.3.1.1 Discurso como práctica social
Con base en sus investigaciones, van Leeuwen, citado por Wodak (2003), se refiere a
dos tipos de relaciones entre los discursos y las prácticas sociales: el propio discurso como
práctica social, como forma de acción, como algo que la gente hace para, con o a alguien; y
22
luego, está el discurso como forma de representar la práctica o prácticas sociales, como forma
de conocimiento, como sucede con lascosas que dice la gente sobre prácticas sociales.
Por su parte, De la Fuente (2001) señala que el discurso constituye a la sociedad y a la
cultura y viceversa, pues por medio del discurso se pueden transformar estructuras
ideológicas de una cultura o, por el contrario, se puede tratar de mantener y reproducir una
determinada ideología y concepción de poder.
Al contemplar el discurso como práctica social, es indispensable abordar la metáfora,
la cual se suele contemplar como un rasgo retórico del lenguaje únicamente, pero lo cierto es
que es un recurso impregnado en el pensamiento y la acción de la vida cotidiana, como lo
indican Lakoff y Johnson (1995). Los autores profundizan en esta premisa señalando que
usualmente los seres humanos no somos conscientes del uso de las metáforas, sino que ya son
parte del proceso mental, incorporadas de manera inconsciente. Este tipo de metáforas
reciben el nombre de “inactivas”. Además, aseguran que existe una sistematicidad en la
utilización de las mismas, en la que la cultura tiene un papel fundamental, y por ende, el
contexto también lo tiene. Justamente, Sontag (1988) explica cómo las metáforas están
implícitas en el lenguaje médico, referente a la salud y las enfermedades. Por ejemplo, hace
referencia a que “la enfermedad es vista como una invasión de organismos extraños” y que el
cuerpo responde con “la movilización de las ‘defensas’ inmunológicas” (p. 52). Es decir, las
metáforas están tan arraigadas a la cotidianidad y a la cultura que superan su sentido
figurativo para ser parte de lo literal (y material).
Tomando en cuenta lo anterior y a razón de los objetivos de esta investigación, resulta
esencial ahondar en el discurso como una herramienta para el análisis social. De manera que
vale resaltar el método del Análisis Crítico del Discurso (ACD), al cual van Dijk (1999)
define como el “tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el
modo en que el abuso del poder social es practicado, reproducido, y ocasionalmente
combatido, por los textos y el habla en el contexto social y político” (p. 24). Siguiendo esa
línea, el ACD busca tomar partido y así, “contribuir de manera efectiva a la resistencia contra
la desigualdad social” (p. 24).
Cabe destacar las dos dimensiones que hace van Dijk (1990), de análisis del discurso:
la textual y la contextual. La primera se refiere a las “estructuras del discurso en diferentes
niveles de descripción” (p.45), y la segunda “relaciona estas descripciones estructurales con
diferentes propiedades del contexto, como los procesos cognitivos y las representaciones o
factores socioculturales” (p.45). Después de todo, “el uso del lenguaje, los discursos y la
23
comunicación poseen dimensiones intrínsecamente cognitivas, emocionales, sociales,
políticas, culturales e históricas” (1999, p.24).
A pesar de las dimensiones del discurso, siempre se necesita explicar algunas de las
detalladas estructuras, estrategias y funciones del texto y la conversación, lo que incluye las
formas -gramaticales, pragmáticas, de interacción, estilísticas, retóricas, semióticas,
narrativas o similares- de la organización verbal y paraverbal de los acontecimientos
comunicativos (van Dijk, 2003). Es así que el ACD tiene un objetivo práctico, ya que busca
que los resultados obtenidos puedan ser aplicados para cambiar los problemas investigados.
(Murillo y Vergara, 2004).
Asimismo, el discurso como práctica social también se enmarca dentro de la
comunicación estratégica, como una herramienta vital para esta labor. El qué se dice, cómo se
dice y con qué recursos son. parte es uno de los puntos de partida de una estrategia
enmarcada en alcanzar ciertos objetivos. Es por eso que el análisis crítico del discurso puede
ayudar, en parte, a desnudar y desmenuzar la estrategia o no estrategia que hubo detrás.
2.3.1.2 Estrategias discursivas
Justamente, esos rasgos retóricos mencionados se pueden entender como una
estrategia discursiva, pues estas se entienden como las formas sistemáticas de uso del
lenguaje. De manera que se puede encontrar en diferentes niveles de organización y
complejidad lingüística (Reisigl y Wodak, 2001).
Entre sus múltiples clasificaciones se encuentran las estrategias referenciales, en las
cuales hay una construcción y representación de un actor social, sean personas o
instituciones. Una vez identificados, lingüísticamente se les atribuye estereotipos ya sean
negativos y positivos e implícitos o explícitos, esta es la estrategia predicativa. Asimismo, se
establecen las estrategias argumentativas, en las que dichas atribuciones se justifican. Las
estrategias de intensificación y mitigación ayudan a modificar el estatus epistémico de una
propuesta ya sea intensificando o mitigando dicha expresión. Es decir, en la forma en que se
afina o atenúa una idea (p. 45).
Otra estrategia discursiva es la resemantización, y es que al tener en cuenta que
“semantizar” es el proceso en que se designan la significación de las palabras, resemantizar
es cuando una palabra asume un nuevo significado (Zecchetto, 2011, p. 127).
Asimismo, como se mencionó anteriormente, los recursos retóricos están tan
plasmados en los discursos cotidianos que, aunque usualmente ocurre, en esta ocasión no
24
pasarán desapercibidos. En ese sentido, García (2013) señala que “las figuras no son un
adorno del discurso sino una herramienta a su servicio” señala (p. 24)y, además, insiste que
para que un mensaje sea atractivo, debe tener articulación y musicalidad, y esto no se puede
lograr sin las figuras retóricas. El autor también indica que su objetivo suele ser el persuadir y
provocar una respuesta esperada, pues se habla del egoísmo de la gente, de su inquietud,
miedo, esperanza, compasión, etc. Para la presente investigación vale tener en cuenta tres
figuras: la metáfora, la hipérbole y la personificación. La primera consiste en una
comparación tácita que asemeja dos objetos. En el caso de la hipérbole es una exageración de
las cosas y, por ende, un recurso enfático. Por último, la personificación es una humanización
de lo inanimado o de lo abstracto. Se atribuyen sentidos, movimiento, voluntad, pasiones y
lenguaje a lo que no tiene vida.
Ahora, en esta investigación también serán tomadas en cuenta las marcas de
modalidad en las que se evidencia la expresión del hablante, su perspectiva o punto de vista
en el discurso (Finnegan, 1995). De estas modalidades se buscarán tres; la epistémica, en la
que el emisor expresa confianza en la verdad de su enunciado; la axiológica, donde el emisor
define cómo se debe actuar frente a una situación; y la deóntica, que indica que en el discurso
se establece la obligatoriedad de que se dé el contenido del enunciado, es decir, es “lo que
tiene que ser” (Bybee y Fleischman, 1995, citados por Chinchilla, 2019, p. 23).
2.3.1.3 Ideología
El término más “básico” de ideología se entiende como un sistema de ideas,
representaciones, actitudes, el cual determina a un individuo o a un grupo de personas. Sin
embargo, Althusser (1970) reconoce el término por aquello que existe en los actos, pues
indica que “cada acto es ideológico, debido a que no puede, de ninguna forma, realizarse
aisladamente de la ideología propia del sujeto” (p. 57). De forma que, no hay práctica social
sino por y bajo una ideología; y no hay ideología sino por el sujeto y para los sujetos (p. 63).
Murillo y Vergara (2004) sintetizan que la ideología corresponde a un conjunto de
ideas, representaciones, actitudes, el cual constituye a los individuos y es constituido por
ellos, además de determinar y existir en las prácticas sociales de éstos, teniendo siempre una
existencia material. A partir de lo dispuesto por Habermas (1982) señalan que la capacidad
del lenguaje (discurso) de establecer una concepción del mundo, entendida como ideología,
es lo que provoca que el discurso corresponda a uno de los principales mecanismos para
ejercer el poder, ya que medianteél se puede dominar e, incluso, lograr una hegemonía.
25
Debe quedar claro que el discurso es el principal instrumento empleado en la
ideología, pues a través de él se configuran en gran medida y por lo tanto el estudio de las
consecuencias ideológicas de los diferentes tipos de discurso es un objetivo principal del
ACD (De la Fuente, 2001).
2.3.2 Comunicación
La comunicación es un proceso sumamente amplio y ha evolucionado tanto que
autoras como Rosseti (2020) señalan que es necesario alejarse de los planteamientos que la
encasillan en una sola categoría, como, por ejemplo, “la comunicación de masas”. De forma
que, se ha concebido como un proceso de interacción constante y de transformación en el que
constantemente se redefinen las situaciones y las posiciones (Aguado, 2004).
Las primeras digitalizaciones a finales del siglo XX marcan un antes y un después
para los medios de comunicación tradicionales y se rompió una barrera entre lo físico y
digital, fortaleciendo así, “el fenómeno comunicativo en un contexto marcadamente
globalizador” (Arango-Forero, 2013, p. 683). Actualmente, está claro que la comunicación
está evolucionando y resulta imposible encasillarla en una sola modalidad, sino más bien
debe analizarse desde un encuadre multimodal, donde lo digital y lo físico interactúan entre sí
y construyen un continuum.
No obstante, sí se podría hablar de categorizarla, pues según sea su fin, sus
características varían y un ejemplo de ello es la comunicación estratégica. Si una estrategia se
define como un plan que integra los objetivos, las políticas y la secuencia de acciones
principales de una organización en un todo coherente, entonces, la comunicación estratégica
viene a ser una interactividad, una hipótesis de trabajo para asistir a esos procesos de
significación de ese sujeto social. (Quinn, 1996; Scheinsohn, 2009)
Por su lado, Tironi y Cavallo (2011) consideran que la comunicación estratégica debe
poner su foco en el “todo” de la organización y que su primer interés es el posicionamiento
de la misma, a la vez que genera confianza en su entorno y adhesión al público objetivo.
Su tarea puede ser descrita como la gestión integral de la marca de las organizaciones
y por lo tanto debe reflejar su identidad. Los autores mencionan que la comunicación
estratégica gestiona el “stock de prestigio y credibilidad que toda organización necesita para
alcanzar sus propósitos y enfrentar las tensiones y crisis características de la época actual”
(Tironi y Cavallo, 2011, pp. 33-34). Y agregan también que está ligada con otras prácticas,
26
como el marketing, la publicidad y las relaciones públicas; pero no debe confundirse con
ellas.
Claro está que independientemente del área en la que se desarrolle la comunicación
tiene un aspecto estratégico importante y la comunicación institucional no es la excepción.
Esta tiene “la responsabilidad” de ir acorde con los valores y la identidad de su entidad. Esta
actividad va dirigida a fomentar relaciones informativas de calidad entre una organización y
el diverso conjunto de personas que se mantienen en contacto con ella, ya sean sus
empleados, usuarios, autoridades públicas, medios de comunicación, etc. (La Porte, 2003)
Su comunicación funciona como un mecanismo para que los individuos se adapten al
entorno de la organización, a la vez que esta puede integrar en su entorno relevante dentro de
la sociedad (Lucas et. al, 1999).
Aunque la comunicación institucional aborda la coordinación tanto de la
comunicación interna y externa, esta investigación se enfocará en la última de ellas, a razón
de su objeto de estudio. Por ello, vale la pena recalcar el significado que le da Dolphin (2011)
a este concepto, pues indica que este es un proceso que alimenta relaciones y que debe
adaptarse a las necesidades, convicciones y aspiraciones de los públicos, lo que debe formar
parte esencial de la estrategia corporativa, o institucional, para este caso.
De igual manera, se toma en cuenta otra de las funcionalidades de la comunicación,
como lo es la comunicación de la salud, la cual tiene el papel de sensibilizar, crear un
contexto favorable para el cambio, dar información o aumentar la motivación al actuar, según
Gómez (1998). Además, es cada vez más reconocida en la política de salud pública mundial,
pues la existencia de estrategias de comunicación y comisiones de salud a nivel global son
más evidentes que antes y su impacto se ve en campañas que buscan prevenir desde la
malaria, hasta el VIH o bien, promocionan la salud materno infantil (Sugg, 2016).
Como se mencionó anteriormente, la comunicación de la salud está ligada con la
definición de la promoción de la salud, a la cual el MS costarricense establece como: “un
proceso integral, transformador y dinámico, de análisis, potencialización y de trabajo
articulado con actores sociales para el abordaje de los factores protectores, determinantes y
condicionantes, que generan y fortalecen desde una visión positiva, la salud en la población”
(MS, 2017, p.19). Asimismo, tanto la comunicación como la promoción de la salud tienen la
tarea de interpretar la información científica que sea de interés público.
Por otro lado, en la comunicación se pueden detectar intenciones o enfoques a través
del frame o encuadre que se le dé. Aruguete (2011) entiende los frames como “herramientas
27
fundamentales para transmitir informaciones: aumentan las perspectivas, revelan
entendimientos particulares sobre los eventos y terminan transformando la forma de pensar
del público sobre un asunto” (p.70). En el caso de las organizaciones sociales, su utilización
incrementa la atracción a la información y a las actividades alineadas con sus objetivos
(p.70). Es decir, el encuadre es aquella acción recurrente de un emisor que incluye y excluye
cierta información a la vez y que busca una reacción específica en el receptor.
2.3.3 Era de la información
2.3.3.1 Desinformación
El tema de la desinformación es objeto de estudio y de preocupación desde muchas
áreas. Se ha construido una base teórica con cierto consenso en el campo de la comunicación
y el periodismo, especialmente. Algo que consideremos una noticia falsa no quiere decir que
sea falsa en su totalidad, pues la teoría nos dice que hay matices y niveles. Hoy en día, en el
discurso político y mediático se suele escuchar con más frecuencia el término fake news que,
sin embargo, no logra satisfacer la demanda de un concepto claro que abarque el problema, a
la vez que se considera un término más politizado, usado por sectores políticos para
desacreditar a los medios.
Es así como Buslón et al. (2020) toman el término “desórdenes informativos” para
denominar de una manera más general el fenómeno, concepto también recomendado por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la
Comisión Europea. Dentro de este concepto, Buslón et al. identifica tres tipos de desórdenes
que responden a esos matices que define como:
● Desinformación: es información falsa y la persona que la difunde sabe que es falsa;
una mentira deliberada e intencional.
● Información errónea: es información falsa, pero la persona que la está difundiendo
cree que es verdad.
● Mala información: información que se basa en la realidad, pero se usa para hacer daño
a una persona, organización o país.
Unesco (2020, pp 44-45)
En resumen, la definición de cada uno de los desórdenes depende del nivel de
falsedad de la información, el tipo de falsedad y la intencionalidad del emisor.
28
A raíz de este fenómeno recurrente, los medios de comunicación tradicionales sufren
una crisis de credibilidad desde hace años tal como lo apuntan Murcia, Peralta y Ufarte
(2018). No se trata de un fenómeno nuevo, sino de un proceso que antecede a la pandemia y
tiene que ver también con la crisis de la prensa y sus transformaciones, además de la
popularización de las redes sociales que ha provocado una profundización delfenómeno. Se
le suma a ellos una incertidumbre en cómo rentabilizar los medios de comunicación, lo que
ha generado tendencias de clickbait para generar tráfico y vender publicidad, pero muchas
veces se hace mediante prácticas desinformativas o amarillistas. Ante estos cuestionamientos,
han surgido múltiples sitios y páginas en redes sociales, e Internet en general, que se
proponen “contar la verdad”, en oposición a lo que sale en los medios masivos. Estos sitios
muchas veces difunden información inexacta o meramente falsa. En este contexto surge el
fact checking o lo que podría traducirse en español como verificación de datos.
El fact checking, de origen estadounidense, se ha internacionalizado y en los últimos
quince años, según Buslón et al. (2020) y se ha popularizado en el entorno periodístico y de
los medios de comunicación. Murcia, Peralta y Ufarte (2018) lo definen como: “un filtro que
garantiza que los textos periodísticos están contrastados a partir de fuentes fiables,
documentos oficiales y resultados de investigaciones solventes, en un momento en el que la
profesión periodística está lastrada por la precariedad laboral (p. 734).
La verificación puede darse dentro del medio, a través de un filtro antes de la
publicación del material, pero también —y más comúnmente— se da a posteriori, por parte
de plataformas que se encargan exclusivamente de esta tarea. Actualmente existen medios
digitales que se dedican al fact checking, es decir, la práctica de verificar información
publicada en medios o expresada por personas en posiciones de autoridad, con el fin de
determinar si son veraces, falsas o imprecisas. Este rol se vuelve clave en medio del
ecosistema actual informativo y donde las personas tienden a creer más a una voz individual.
2.3.3.2 “Factor opinión” en la comunicación mediática
En un mundo como el actual, las personas tienen la libertad y oportunidad de emitir su
opinión sobre cualquier tema en cualquier momento, con un dispositivo al alcance de sus
manos, literalmente. Sin embargo, en ciertos entornos unas opiniones pueden tener más peso
que otras, según la teoría de la espiral del silencio.De hecho, cuando esto sucede, también
estamos hablando del concepto de la posverdad.
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Los estudios en torno a la opinión pública han estado más relacionados al ámbito
político-electoral, pero hay aportes valiosos que se pueden rescatar. Para Rodríguez (2016), la
espiral del silencio aborda el tema desde una óptica centrada en la naturaleza social del
hombre y su dimensión emotiva. Siguiendo la línea de Habermas, Rodríguez dice que a
través de los medios masivos se constituyen dos tipos de opinión: una pública y otra no
pública, caracterizadas de la siguiente manera:
La primera entendida como un público de personas que emiten opiniones, con
posibilidad efectiva de entablar diálogos, un lugar de acción efectiva y una
construcción autónoma de lo público sin intromisión de las instituciones, mientras que
la segunda descrita como masa de un grupo de personas que solo recibe
representaciones de los medios masivos, no puede insertarse en procesos de
retroalimentación de la opinión y su margen de acción es controlado por las autoridades
así como por las instituciones para impedir la formación de opiniones (p.59).
Hoy en día, en la formación de la opinión de los temas públicos, las instancias del
Estado o públicas han perdido el peso que tenían antes, pues la aparición de las redes sociales
ha permitido que cualquier persona emita su opinión y su versión, a veces opuesta a lo que
los medios o las instituciones dicen. De esta forma, se construye una opinión más autónoma,
como menciona Rodríguez citando a Habermas.
2.3.3.3 Cámaras de eco en las redes sociales
Uno de los conceptos teóricos que se han desarrollado y se utilizan para comprender
el fenómeno de la desinformación y los otros desórdenes informativos en las redes sociales es
el de las cámaras de eco.
El uso de este concepto metafórico se aplica en redes sociales para entender cómo una
persona usuaria publica y comparte contenido, que luego el algoritmo de las redes interpreta
y muestra contenido similar creando una cámara en la que la persona reafirma su postura
pues solo ve contenido que va en la línea con lo que cree y piensa. En este sentido, Rodríguez
(2016) recupera a Jamieson y Cappella, quienes dicen que se trata de “un espacio mediático
delimitado con el potencial tanto para amplificar los mensajes enviados dentro del medio
mismo, como para aislarlos de ser refutados (...). Un fenómeno que se alimenta de la
mediación algorítmica y las burbujas de filtros” (p. 66). Es decir, la información que circula
entre amigos y personas conectadas entre sí que piensan similar crea una comunidad que “se
encierra” y reafirman una y otra vez sus pensamientos, lejos de aquellos que los refutan.
Aquí interfiere también el sesgo de confirmación, como lo explica Razquin (2020). Es
aquel sesgo que nos hace creer más en aquello que nos confirma justamente nuestras
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creencias. En palabras del autor, “el sesgo de confirmación hace más fácil creer y recordar
aquellos datos que se ajustan a nuestras creencias previas” (2020, p. 78).
De manera que se percibe que el efecto dominó que pueden tener las opiniones en
redes sociales que permiten crear una realidad que perpetúa poco a poco en el imaginario
social y que no garantiza de ser certera y ahí es, donde para efectos de nuestro estudio, que la
pseudociencia toma protagonismo.
2.3.3.4 Pseudociencia
La pseudociencia suele entenderse más comúnmente como falsa ciencia o aquella que
aparenta ser ciencia. Para que algo sea considerado científico debe pasar por una serie de
pruebas, estudios, verificaciones, etc. y debe existir cierto consenso. Además, el
conocimiento toma más tiempo de formación, a diferencia de la información que en la
actualidad es casi instantánea, facilitada por las redes sociales. La pseudociencia, por el
contrario, carece de pruebas sólidas y comprobables que la hagan científica, según Alonso y
Cortiñas (2014), quienes ofrecen la siguiente definición:
El conjunto de prácticas que intentan apoderarse del status científico mediante la
exposición de unos resultados aislados, no demostrables, y subjetivos, obtenidos de
manera acrítica, no sistemática, interesada e imprecisa, para generar un conocimiento
no acumulable ni válido científicamente, que opera en ámbitos donde la ciencia no
llega o donde no ha ofrecido resultados satisfactorios (p. 2).
Los autores realizan una taxonomía del término con base en diferentes variables. La
primera división la realizan con base en los campos de acción de la pseudociencia. En esta
incluyen cinco tipos: teorías, prácticas, productos, poderes y dones y fenómenos.
Así, la segunda división tiene que ver con el estatus social de las prácticas
pseudocientíficas en las que clasifican tres grupos: bajo, medio y alto, de acuerdo con su
grado de inserción social y su profesionalización.
La tercera división se basa en el grado de peligrosidad, en función de los potenciales
riesgos. Aquí hay tres tipos de grados: leve, medio y alto.
La cuarta y última división que plantean los autores es en función de familias y
subfamilias. Identifican siete familias, algunas con sus respectivas subfamilias: terapéutica
(diagnosis y curación), adivinación, misticismo, espiritismo, parapsicología (fenómenos
sobrenaturales y fenómenos de percepción extrasensorial), macro teoría y cosmovisiones y
protociencia.
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Todas estas categorías tienen una implicación directa en la recepción de los mensajes
por parte de la audiencia.
2.3.4. Recepción
2.3.4.1 Recepción en redes sociales
Los estudios de recepción se popularizaron con la entrada de la televisión. La teoría
de recepción también se enriqueció con la introducción de este nuevo medio masivo. Como
se mencionó anteriormente, en el paradigma moderno de la comunicación se habla de la
recepción activa, en el que el individuo “se apropia de los mensajes,los asimila y los
transforma en experiencias de vida que confronta con los grupos a los que pertenece,
convirtiéndose así de sujeto en receptor activo, muy alejado del receptor-consumidor o del
receptor hipodermizado” (Alcocer, 2013). Es así que, según Lindlof (2002), a medida que las
personas cambian sus propósitos, los significados del contenido también se leen diferente. En
esta misma línea, este autor, al definir las “comunidades interpretativas” sugiere que es un
grupo de personas que comparte estrategias de interpretación de textos mediáticos y
tecnologías de comunicación, sin embargo, es un proceso dinámico de interpretación en
situaciones específicas lo que importa en la elaboración de significados. Lindlof dice que la
recepción real del contenido mediado por el individuo “representa una actuación social
impuesta por la estructura de roles operativa en el entorno de recepción” (1988, p.82,
traducción propia).
La recepción, entonces, se ve influenciada por la experiencia previa del individuo y su
interacción con el entorno. En redes sociales, el reto está también en que las personas son a la
vez receptoras y emisoras, pues crean y suben su propio contenido, mientras reciben y leen el
contenido de las otras personas.
2.3.4.2 Modelo multidimensional
El fenómeno de la recepción ha sido abordado de múltiples formas y es un concepto
difícil de explicar por su heterogeneidad.
El modelo tradicional de entender la recepción de Hall ha sumado críticas y
propuestas de relectura, más allá de los procesos de codificación y decodificación. Hall
(1977) determina tres tipos de lectura: la preferente, la negociada y la oposicional.
En ese sentido, Schroder (2000) habla de migrar hacia un modelo multidimensional
de recepción mediática, el cual surge de la investigación empírica de la audiencia y crea un
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marco conceptual “que puede ayudar a atraer la atención del analista hacia las propiedades
heterogéneas reales de los discursos de la audiencia sobre experiencias mediáticas” (p. 242).
El autor menciona que las dimensiones de este modelo no deben ser vistas como una
secuencia, sino como procesos simultáneos.
El modelo incluye seis dimensiones. Cuatro dimensiones de lectura relacionadas con
el texto: comprensión, discriminación, posición y motivación. Estas están relacionadas al
proceso interno “en el que los significados experimentados subjetivamente de los informantes
son producidos en contextos situacionales específicos” (Schroder, 2000, p. 243). El otro
grupo de dimensiones se llaman implicaciones y se compone de: evaluación e
implementación. Aquí el autor participa al analizar “los significados subjetivos pueden ser
evaluados por el analista a la luz de su significado” social (Schroder, 2000, p. 243).
2.3.4.3 Formas de engagement
En el entorno de redes sociales, uno de los términos que ha surgido para explicar
fenómenos que ocurren dentro de ellas es el de engagement, traducido al español como
involucramiento, vinculación o compromiso, aunque estos términos se quedan cortos para
abarcar el concepto de lo que se quiere decir con el vocablo en inglés. Alonso (2015) lo
traduce como el “grado de compromiso adquirido por un usuario con una marca” (p. 86). El
estudio del engagement se ha centrado desde la comunicación y el marketing digital,
principalmente. Según Ballesteros (2018), los tipos de engagement pueden varían en función
del interés del consumidor y asegura que puede estudiarse “tanto la implicación de los sujetos
físicos (clientes, consumidores, trabajadores, ciudadanos, votantes, etc.) hacia unos objetos o
sujetos jurídicos (marcas, empresas, administraciones públicas, redes sociales, etc.) como el
compromiso o la interacción de estas organizaciones con sus públicos” (p. 100).
El concepto es multifacético y, al ser reciente y estar compenetrado con las redes
sociales, cambia y evoluciona con ellas, además de que se adapta a cada una. Por ejemplo, en
una puede ser medido a través de la cantidad de seguidores o likes de las publicaciones,
mientras en otras pueden tomarse en cuenta la cantidad de seguidores o los comentarios en
las publicaciones por parte de las personas usuarias.
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Capítulo 3: Marco metodológico
En el presente marco metodológico se definen las características y elementos del
abordaje de la investigación. Se incluye el enfoque desde el que se suscribió hasta las técnicas
de estudio que se usaron para cumplir con los objetivos.
Es importante mencionar que la presente investigación se desarrolló en medio de un
contexto de pandemia, por lo que las técnicas y métodos respondieron también a esta
situación y se adaptaron según las circunstancias, de forma que la investigación siguiera su
curso y no se comprometiera la salud personal ni pública.
3.1 Enfoque y alcances de la investigación
Por las características del objeto de estudio y las técnicas propuestas, el enfoque de la
investigación es cualitativo, pues los objetivos se dirigieron a caracterizar, analizar y
describir. Además, definimos la investigación en dos alcances: exploratorio y comparativo.
Exploratorio porque es un tema poco estudiado, precisamente porque la investigación
se desarrolla durante la propia pandemia, una coyuntura inédita en el país pues la pandemia y
endemia pasadas no alcanzaron esta magnitud. Si bien los temas de desinformación y la
pseudociencia ya han sido ampliamente revisados, el planteamiento del discurso oficial y el
discurso de las posturas pseudocientíficas en el contexto de la pandemia de la COVID-19
resulta un tema novedoso en el país, por lo que la investigación no solo exploró este aspecto,
sino que podría ser la base y abrir puertas para futuras investigaciones. También exploratorio
porque se llevó a cabo un acercamiento a un estudio de recepción en la escala de las
posibilidades del proceso, dirigido a conocer las opiniones de las personas participantes, pues
un estudio de recepción involucra otros elementos y un trabajo más complejo.
La investigación reviste también un alcance comparativo en el tanto que buscó
comparar, indirectamente, la forma en que se construyeron ambos discursos y cómo se
recibieron por parte de personas usuarias de Facebook, la red social dentro de la que se
plantea realizar la investigación.
Finalmente, esta tesis se realizó en vinculación con el proyecto de investigación
C1316-23 “Información y des-información sobre temas de salud: análisis de los discursos
sobre la pandemia del COVID-19 y su impacto en las prácticas cotidianas de los y las
costarricenses”. La tesis se apoyó en dicho proyecto para recabar el corpus de pseudociencia
que los investigadores del proyecto sistematizaron para el mismo, en el que, además de
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publicaciones en redes sociales, se analizaron mensajes en las aplicaciones WhatsApp y
Telegram.
3.2 Población, selección de fuentes y sujetos de información
El objeto de estudio de esta investigación es, por un lado, el discurso del MS acerca
de la pandemia de la COVID-19 (discurso oficial) y, por otro lado, el discurso
pseudocientífico (no oficial) en torno también a la pandemia de la COVID-19, ambos en
Facebook durante el periodo establecido.
En el caso del MS la fuente principal y única fue su página de Facebook y se
analizaron solo aquellas publicaciones que tuvieran que ver con la divulgación y
comunicación de la ciencia y la información en torno a la pandemia de COVID-19 en el país
durante el periodo de estudio de marzo a diciembre del 2020.
Para el caso del discurso pseudocientífico, como ya se mencionó, el apoyo se dio a
través del proyecto C1316-23 que dio como resultado el informe Prospecciones No. 6, del
Observatorio de la Comunicación Digital del Centro de Investigación en Comunicación
(Cicom) de la Universidad de Costa Rica del 2022, que trató sobre el tema y cuyos resultados
alimentaron los datos de pseudociencia de la presente tesis.
Finalmente, para el estudio exploratorio de recepción, el universo de población fueron
las personas

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