Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Universidad de Costa Rica Facultad de Ciencias Sociales Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva Discursos en tiempos de la COVID-19: Comunicación y recepción del Ministerio de Salud y de posturas pseudocientíficas en Facebook Tesis para optar por el grado de Licenciatura en Comunicación Estratégica Estudiantes: Valeria García Bravo B42729 Francisco Ruiz León B56384 Comité Asesor: Directora: Dra. Larissa Tristán Jiménez Lector: Dr. Carlos Brenes Peralta Lectora: Dra. Carolina Carazo Barrantes Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, San José, Costa Rica 2023 DEDICATORIA A los profesionales de la salud que atendieron una pandemia sin precedentes, sacrificando su salud física y mental. Y a los funcionarios públicos que lucharon por divulgar la verdad, priorizando la ciencia y el bienestar de las personas costarricenses. Agradecimientos A nuestras familias, quienes sin su apoyo incondicional no hubiéramos llegado a este paso tan importante en nuestra vida académica y profesional. A Larissa, por guiarnos en el camino, ser paciente, escucharnos y aconsejarnos. A Carolina y Carlos por ser parte de este proceso. Su dedicación y retroalimentación fue fundamental para concretar esta tesis de manera exitosa. A la Universidad de Costa Rica, institución con la que siempre estaremos en deuda por brindarnos una educación superior de calidad, abrirnos la mente académica y humanitariamente, brindarnos experiencias únicas y formarnos en los profesionales que somos. 1 2 UNIVERSIDAD DE COSTA RICA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA DE COMUNICACIÓN COLECTIVA ACTA DE PRESENTACIÓN DE REQUISITO FINAL DE GRADUACIÓN No.001 Sesión del Tribunal Examinador celebrada el día Jueves 02 de marzo del 2023, a las 6:30 pm, con el objeto de recibir el informe oral de la presentación pública de los: SUSTENTANTES CARNE EGRESADO AÑO ENFASIS Valeria Adriana García Bravo 842729 11-2021 Comunicación estratégica Francisco Ruiz León 856384 Quien se acoge al Reglamento de Trabajos Finales de Graduación bajo la modalidad de proyecto para optar al grado de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Colectiva en el énfasis de Comunicación Estratégica. El tribunal examinador integrado por: Dra.Yanet Martínez Toledo Presidente (a) Dr. Rodrigo Muñoz González Profesor (a) Invitado (a) Dra. Larissa Tristán Jiménez Director (a) T.F.G. Dr. Carlos Brenes Peralta Miembro del Comité Asesor Dra. Carolina Carazo Barrantes Miembro del Comité Asesor ARTICULO 1 La Presidenta informa que los expedientes de los postulantes contienen todos los documentos de rigor. Declara que cumple con todos los demás requisitos del plan de estudio correspondiente y, por lo tanto, se solicita que proceda hacer la exposición. ARTICULO 11 Los postulantes hacen la exposición oral de su trabajo final de graduación titulado:" Discursos en tiempos de la COVID-19: Comunicación y recepción del Ministerio de Salud y de posturas pseudocientificas en Facebook" 3 ARTICULO 111 Terminada la disertación , el Tribunal Examinador hace las preguntas y comentarios correspondientes durante el tiempo reglamentario y, una vez concluido el interrogatorio, el Tribunal se retira a deliberar. ARTICULO IV De acuerdo al Artículo 39 del Reglamento Finales de Graduación. El Tribunal considera el Trabajo Final de Graduación: APROBADO (x) APROBADO CON DISTINCION ( NO APROBADO ( Observaciones: La directora de la tesis se compromete a dar seguimiento a las observaciones realizadas por el Tribunal. ARTICULO V La Presidenta del Tribunal le comunica a los postulantes el resultado de la deliberación y los declara acreedor al grado de Licenciatura en: Ciencias de la Comunicación Colectiva en el énfasis de Comunicación Estratégica. Se le indican la obligación de presentarse al Acto Público de Juramentación, al que serán oportunamente convocados Se da lectura al acta que firman los Miembros del Tribunal Examinador y los Postulantes. A las 20:21 se levanta la sesión . Nombre: Dra. Yanet Martínez Toledo Dr. Rodrigo Muñoz González Dra. Larissa Tristán Jiménez Dr. Carlos Brenes Peralta Dra. Carolina Carazo Barrantes Valeria Adriana García Bravo Francisco Ruiz León Tabla de contenidos Capítulo 1: Planteamiento de la investigación 7 1.1 Introducción 7 1.2 Justificación 8 1.3 Planteamiento del problema 9 1.4 Objetivos de la investigación 10 Capítulo 2: Marco de la investigación 11 2.1 Estado de la cuestión 11 2.1.1 Desinformación y pseudociencia 11 2.1.1.1 Infodemia y desinformación 11 2.1.1.2 Pseudociencia y contexto COVID-19 13 2.1.2 Comunicación institucional de salud 15 2.1.3. Regímenes de la verdad 17 2.1.4 En resumen 18 2.2 Marco situacional 19 2.2.1 Marco histórico 20 2.2.1.1 Uso de redes en Costa Rica 20 2.2.1.2 Medicina alternativa en Costa Rica 21 2.2.2 Marco legal 21 2.3 Marco Teórico 22 2.3.1 Discurso 22 2.3.1.1 Discurso como práctica social 22 2.3.1.2 Estrategias discursivas 24 2.3.1.3 Ideología 25 2.3.2 Comunicación 26 2.3.3 Era de la información 28 2.3.3.1 Desinformación 28 2.3.3.2 “Factor opinión” en la comunicación mediática 29 2.3.3.3 Cámaras de eco en las redes sociales 30 2.3.3.4 Pseudociencia 31 2.3.4. Recepción 32 2.3.4.1 Recepción en redes sociales 32 2.3.4.2 Modelo multidimensional 32 2.3.4.3 Formas de engagement 33 Capítulo 3: Marco metodológico 34 3.1 Enfoque y alcances de la investigación 34 3.2 Población, selección de fuentes y sujetos de información 35 3.3 Técnicas de investigación propuestas 35 3.4 Muestras a utilizar 36 3.5 Variables, instrumentos y validación 37 3.5.1 Instrumento objetivo específico 1 37 4 3.5.2 Instrumento objetivo específico 2 38 3.6 Validación 40 3.7 Tabla de resumen metodológico 40 3.8 Procesamiento y análisis 41 Capítulo 4: Análisis discursivo de publicaciones del Ministerio de Salud en Facebook relacionadas al COVID-19 durante el 2020 41 4.1 Características generales 41 4.1.1 Temas y cantidad de publicaciones 42 4.1.1.1 Datos COVID-19 42 4.1.1.2 Conferencia de prensa 45 4.1.1.3 Medidas COVID-19 46 4.1.1.4 Estrategia abordaje COVID-19 47 4.1.1.5 Noticias falsas 49 4.1.2 Formato 52 4.1.3 Voz hablante 55 4.1.4. Actores 55 4.2 Enfoque 56 4.3 Marca de modalidad 60 4.4 Estrategias discursivas 63 4.4.1 Estrategias argumentativas 63 4.4.2 Estrategias retóricas 65 4.4.3 Estrategias de intensificación 67 4.4.4 Estrategias referenciales 68 4.4.5 Estrategias de resemantización 69 4.5 Reacciones 71 4.6 Discusión 74 Capítulo 5: Análisis pseudociencia 78 5.1 Características generales 78 5.1.1 Perfiles 79 5.1.2 Temas 80 5.6 Marca de modalidad 82 5.7 Estrategia discursiva 84 5.8 Actores 85 5.9 Fuentes 85 5.10 Referencias 86 5.11 Campo de acción 86 5.12 Reacciones 87 5.13 Discusión 88 Capítulo 6: Recepción 91 6.1 Caracterización del grupo de discusión 91 6.2 Medios de consumo 93 6.3 Caracterización de la recepción del discurso del Ministerio de Salud 95 6.4 Caracterización del discurso pseudocientífico y noticias falsas 98 6.5 Discusión 100 5 Capítulo 7: Conclusiones 103 Referencias bibliográficas 108 Anexos 117 Anexo 1. Instrumento de análisis objetivo 1 y 3 117 Anexo 2. Instrumento de análisis objetivo 2 y 3 118 Anexo 3. Formulario para el grupo de discusión 119 Anexo 4. Matriz de excel de procesamiento de datos 120 Anexo 5. Formulario de consentimiento informado 120 Anexo 6. Guía de discusión grupo focal 123 6 Capítulo 1: Planteamiento de la investigación 1.1 Introducción El año 2020 estuvo marcado por la pandemia de la COVID-19 que paralizó buena parte de las actividades humanas, como el comercio y los viajes internacionales. Tal enfermedad, por su novedad, suscitó una serie de discursos paralelos al discurso oficial de las instituciones de salud, en torno a la aparición del virus, las pruebas diagnósticas y tratamientos o hasta su existencia real. Es por esto que la presente tesis ofrece un acercamiento exploratorio sobre este aspecto en particular: los discursos en torno a la pandemia de COVID-19 provenientes tantode una fuente oficial, como lo es el Ministerio de Salud de Costa Rica (en adelante puede mencionarse con las siglas MS), así como también de fuentes no oficiales ni respaldadas por estudios científicos, como son los discursos pseudocientíficos que circularon en redes sociales durante el periodo de análisis. De esta forma, se busca dar respuesta a algunas de las inquietudes de la y el investigador sobre las características y la recepción de dichos discursos, al tiempo que se pretende dar un aporte a la indagación en este tema en un momento aún incipiente en el que existen muchas preguntas por responder. La vasta información que circuló la podemos relacionar con en el fenómeno y concepto conocido como “infodemia”: una gran cantidad de información que se difunde en un corto tiempo sobre un tema en específico, que incluye tanto información verdadera y precisa, así como errónea y malintencionadamente falsa. Específicamente, lo que interesa analizar es la caracterización y la recepción de los discursos de parte de algunos perfiles de Facebook y del Ministerio de Salud de Costa Rica, como fuente oficial de información sobre la pandemia, que publicaron datos sobre el comportamiento, origen y repercusiones de la COVID-19 en los seres humanos, pues dichas características eran desconocidas en la comunidad científica al inicio de la pandemia. El estudio abarca el periodo de marzo a diciembre del 2020, el primer año de la pandemia en Costa Rica. El documento contempla los principales apartados: la justificación y el planteamiento del problema, el marco teórico, el marco referencial y el marco metodológico, además de los resultados y las conclusiones con aprendizajes. 7 1.2 Justificación El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la epidemia de la COVID-19 pasaba a ser una pandemia debido a su rápida propagación, pues en las dos semanas previas el número de países en los que el virus estaba presente se había triplicado (OMS, 2020). Es así que, con la llegada de la pandemia de la COVID-19 el tema de la salud pública tomó un lugar protagónico en la agenda política, social y de los medios de comunicación en todo el mundo. En este contexto, surgieron distintos actores con sus respectivos discursos en torno al coronavirus, desde la oficialidad de las instituciones mundiales y gubernamentales hasta rumores y engaños que se difundieron, especialmente, por redes sociales. Este trabajo profundizará específicamente en las características de este discurso en Costa Rica, debido a que su estudio es escaso. Por otra parte, la recepción de las posturas pseudocientíficas y del discurso del Ministerio de Salud (en adelante, MS) es un elemento clave para entender la asertividad de ambas posturas y el mensaje que caló en personas ciudadanas durante el periodo de análisis. Lo cierto es que la recepción tiene varios factores que influyen en la misma, especialmente relacionados al contexto y experiencias del individuo “convirtiéndose así en receptor activo, muy alejado del receptor-consumidor o del receptor hipodermizado” (Alcocer, 2013). Se considera que las conclusiones respecto a la recepción serán de alto interés para dicha institución pública, pues a partir de ellas puede mejorar su estrategia de comunicación ante esta y posteriores crisis. El aporte de la presente investigación se resume en un enfoque novedoso para entender mejor la comunicación en una emergencia sanitaria como la que ha sido la pandemia de la COVID-19, desde la institucionalidad nacional, así como acercarnos a los argumentos e ideas de quienes no compartieron ese discurso oficial y divulgaron otros sin respaldos científicos. Asimismo, los resultados que se desprendan de este trabajo serán un insumo para establecer comparaciones con estudios sobre discursos de otras latitudes o perfiles. Por último, el trabajo brinda una perspectiva de lo micro hacia lo macro, partiendo del análisis crítico del discurso como fundamento para el estudio de la comunicación estratégica, en este caso, del Ministerio de Salud de Costa Rica durante el contexto específico de la pandemia. 8 1.3 Planteamiento del problema El fenómeno de la desinformación no es nuevo en la sociedad, pero durante la pandemia de COVID-19 tomó otros matices, a la vez que volvió a sonar otro concepto en la cultura mediática: la “infodemia”. Justamente, la OMS declaró una infodemia en febrero del 2020, a la que definió como una “cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan” (Organización Panamericana de la Salud, 2020). En el caso de Costa Rica, la infodemia ha generado un gran flujo tanto de la comunicación oficial como de posturas pseudocientíficas o disidentes del discurso oficial. Esta situación se evidenció cuando el Centro Nacional de Control de Intoxicaciones (CNCI) mostró su “preocupación” en julio del 2020 por el aumento de un 30% en las intoxicaciones en el país, al tiempo que el consumo de productos desinfectantes se convirtió en la segunda de las causas de esta situación (Martínez, 2020). Lo anterior, ocurrió durante el debate mediático sobre la efectividad de estas sustancias para prevenir y curar la COVID-19. Desde la comunicación oficial del MS ha habido esfuerzos por comunicar con apego a evidencias científicas. Aun así, las personas usuarias de redes sociales han estado expuestas a la información de diversas fuentes y se desconoce su recepción, su alcance y qué lleva a las personas a creer más en unas que otras. Por lo tanto, existe la inquietud sobre cómo fue el manejo de esta pandemia por parte de la institución pública desde el punto de vista de la comunicación estratégica, en una situación realmente crítica para Costa Rica. Al mismo tiempo, surgieron y se difundieron en redes sociales múltiples ideas pseudocientíficas en torno a la COVID-19, explicaciones y teorías no comprobadas o con muy poco respaldo de la comunidad científica, (Zaracostas, 2020; García-Marín, 2020). Si a esto le sumamos que para el 2019 habían poco más de 2.5 millones de usuarios activos en Facebook (Porter Novelli, 2019), y que solo la página del MS cuenta con más de 840 mil seguidores en Facebook, esta red social resulta ser un medio sumamente relevante por el que se difundieron y comunicaron ambos discursos, razón por la que la presente investigación recogió datos de la misma. Para ello, se optó por utilizar la metodología del análisis crítico del discurso, pues este se enfoca en indagar los discursos de prácticas y fenómenos sociales. Abordaremos el discurso como práctica social, como forma de acción, pero también el discurso como forma de conocimiento. Este concepto se ampliará más adelante. 9 La recepción la entendemos de forma activa, cuando la persona toma acción a partir de lo que lee o escucha, proceso que está influenciado por la experiencia previa del individuo y su interacción con el entorno. La recepción, ya sea de un discurso oficial o de ideas pseudocientíficas, plantea un reto para las autoridades sanitarias por sus potenciales consecuencias para la salud pública, pues dependiendo de sus características particulares las personas pueden negar la ciencia o, por el contrario, promoverla, e impactar en cómo las personas se comportan en relación con los protocolos sanitarios. Después de todo, compartir esta información está al alcance de un clic. Hoy en día, la recepción se relaciona con cómo las personas le dan sentido a la información que consumen, lo que está atravesado por múltiples características. De manera que, el objeto de estudio propuesto aborda la comunicación del Ministerio de Salud en su Facebook y los discursos pseudocientíficos de algunos perfiles de Facebook pero también de mensajes que circularon en WhatsApp y Telegram en Costa Rica durante la pandemia de COVID-19, así como la recepción de ambos discursos por partede un grupo de ciudadanos costarricenses usuarios de Facebook. Razón por la cual nos proponemos responder a la siguiente pregunta de investigación general: ¿Cómo se construyeron y fueron recibidos el discurso del Ministerio de Salud y el de las posturas pseudocientíficas en Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 de marzo a diciembre del 2020 en Costa Rica? 1.4 Objetivos de la investigación Objetivo general Indagar en la construcción y recepción del discurso del Ministerio de Salud y el de posturas pseudocientíficas en Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 en Costa Rica de marzo a diciembre del 2020, para comprender el abordaje comunicacional de la salud en coyunturas de crisis sanitarias. Objetivos específicos -Analizar el discurso del Ministerio de Salud en Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 durante el periodo determinado. -Analizar el discurso de posturas pseudocientíficas en páginas de Facebook respecto a la pandemia de COVID-19 en dicho periodo. 10 -Caracterizar la recepción del discurso del Ministerio de Salud y de posturas pseudocientíficas en Facebook por parte de un grupo de personas usuarias costarricenses de redes sociales. Capítulo 2: Marco de la investigación 2.1 Estado de la cuestión En esta sección se realiza el análisis de una serie de trabajos previos en torno al tema en cuestión a partir de la selección de tres ejes principales. Se empieza por una revisión conceptual y contextual de la desinformación y la pseudociencia en época de pandemia por la COVID-19. Seguidamente, se repasará la comunicación institucional de la salud para tener un mejor panorama de cuál es la situación de la comunicación sobre salud, desde instituciones y en el marco de las redes sociales. Y, finalmente, un tercer eje sobre regímenes de la verdad en el que revisaremos lo dicho hasta ahora por algunos autores en torno a “la verdad” en redes sociales y las causas que pueden llevar a creer en cierta información en detrimento de otra. La búsqueda de material bibliográfico para el presente trabajo se realizó entre agosto y setiembre de 2020 por medio de plataformas virtuales y bases de datos de la Universidad de Costa Rica, principalmente, seleccionando preferiblemente artículos e investigaciones de máximo cinco años de antigüedad, aunque se incluyen otros que exceden dicho periodo si se consideran pertinentes y que aportan a la investigación. 2.1.1 Desinformación y pseudociencia 2.1.1.1 Infodemia y desinformación Como se mencionó, el 15 de febrero de 2020, la OMS se refirió por primera vez a la infodemia en el contexto de la pandemia. Este concepto, si bien se le ha atribuido a la OMS, cuenta con antecedentes. Arroyo, Cabrejo y Cruzado (2020), haciendo un recorrido por el origen del término, mencionan que Eysenbach, en el año 2002, acuñó el concepto de “infodemiología”, considerándola como “una disciplina y metodología de investigación interdisciplinaria que estudia las determinantes y la distribución de información y desinformación en salud” (p.1). Un año después, explican los autores, durante la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS) por el coronavirus-1, el periodista y politólogo David Rothkopf identificó una “epidemia de información que aumentó y prolongó el daño 11 social, económico y de salud pública ocasionado por la infección per se” (2020, p.1), a lo que denominó infodemia. Como se puede notar, el origen del término “infodemia” es relativamente reciente y su conceptualización se enmarca en contextos donde circula mucha información de todo tipo, durante un periodo corto. Además, ha estado ligado principalmente a informaciones del campo de la salud, pero también otros contextos como elecciones. No obstante, para contextualizar este fenómeno, es necesario acudir al concepto de desinformación, que consideramos engloba a la infodemia, pues, como menciona García-Marín, “en el contexto de la COVID-19 el término [infodemia] se utiliza para designar los peligros del fenómeno de la desinformación durante la gestión de la pandemia” (2020, p. 2). Podemos considerar a la infodemia, entonces, como un resultado más de este gran paraguas de la desinformación. Realmente el tema de la desinformación ha sido ampliamente abordado por áreas como la comunicación y el periodismo, la política, las ciencias sociales en general, entre otras. Existe un cierto consenso en su definición, pero se pueden observar algunos matices, dependiendo del autor o fuente que se consulte. Por ejemplo, Buslón et al. (2020) mencionan en su análisis de contenido que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Comisión Europea prefieren utilizar “desórdenes informativos” en los que clasifican tres tipos: desinformación, información errónea y mala información. En esta línea, Razquin (2020) prefiere el término desinformación, al que define como: “información falsa, inexacta o engañosa, diseñada, presentada y promovida intencionalmente para causar daño público o con fines de lucro” (p. 78), refiriendo al Grupo de Expertos europeos (HLEG). Razquin añade que la desinformación tiene un componente político que se presenta, en ocasiones, en campañas orquestadas, al tiempo que reviste una intencionalidad, que la diferencia de la información errónea. De forma similar, Cavena et al. (2020) realizan un análisis de contenido en WhatsApp y, mencionando a Guadalupe Nogués, definen dos formas de hacer circular noticias falsas: la intencional y la “involuntaria”. Sobre esta última dicen que es más difícil de controlar porque “está fuertemente enraizada en cada uno de nosotros: tiene que ver con nuestras creencias más íntimas, con la pertenencia a cierto grupo y con los valores con los que crecimos”, es decir, nuestra visión sobre el mundo (p. 1). Es importante aclarar que dentro del concepto de desinformación no solo se habla de noticias falsas. Como escriben Egelhofer y Lecheler (2019) en su texto sobre noticias falsas, este es solo un género que forma parte del paraguas de desinformación en el que también coexisten la propaganda, la mala información, los rumores y las teorías conspirativas. 12 “La desinformación, sin embargo, excede el concepto de fake news, ya que también involucra numerosas formas que van mucho más allá de cualquier cosa que se asemeje a 'noticias'”, dicen las autoras, que también hacen una diferenciación según la intencionalidad. En síntesis, podemos decir que, el término desinformación reviste una intencionalidad al momento de difundir noticias falsas, lo que es tomado en cuenta al analizar la difusión de pseudociencia en contexto de la COVID-19 en redes sociales. 2.1.1.2 Pseudociencia y contexto COVID-19 En este contexto conceptual y temporal, con la pandemia por la COVID-19, nos acercaremos al fenómeno de la pseudociencia, cuya definición y clasificación varía dentro de los textos desde las ciencias sociales. Partimos de que etimológicamente ya la palabra reviste una connotación de falsedad, pues el prefijo “pseudo”, que proviene del griego, significa falso. Derry (1999), al hacer un estudio de caso de este fenómeno, va más allá al decir que dicho prefijo conlleva también una implicación de engañoso o fingido, haciendo a la pseudociencia no solo ciencia falsa, “sino también ciencia falsa que pretende ser real” (p. 158) [traducción propia]. Asimismo, Fornaguera afirma que es “una cosa que parece ciencia, pero no lo es metodológicamente” (2020, conversación personal). Así también lo definen Alonso y Cortiñas (2014a), quienes realizan una taxonomía del término a partir de distintas variables, al mencionar que la definición habitual del concepto es “‘falsa ciencia’ o ‘aquello que intenta parecer ciencia a pesar de no serlo’” (p. 1). A grandes rasgos, consideran que la pseudociencia posee seis campos de acción: teorías, terapias, productos, poderes, dones y fenómenos. Para Fasce (2017) la pseudociencia busca argumentar sobre la base de la ciencia propiamentey crear, con ello, un falso sentido de autoridad para lo que utiliza tres estrategias principales: la superioridad dialéctica, el falso apoyo externo, y la falsa superioridad moral y/o epistemológica (p. 355). Hasta este punto, como se puede interpretar, la conceptualización de la pseudociencia reúne cierto consenso, pero lo más difícil es diferenciar la pseudociencia de la ciencia, pues la primera intenta hacerse pasar por la segunda y, para quienes carecen de un conocimiento científico, su diferenciación se dificulta. Aquí podemos rescatar el mencionado texto de Alonso y Cortiñas (2014a), pero también retomamos a Derry (1999) quien establece cinco criterios para identificar la pseudociencia. Estos son: ideas estáticas o aleatoriamente cambiantes, mecanismos difusos para obtener conocimiento, ideas vagamente conectadas, 13 falta de escepticismo organizado e indiferencia ante resultados establecidos. Sobre estos criterios, el autor menciona que no todo aquello que cumple con alguno o todos los criterios es pseudociencia, sino aquello que además asegura ser ciencia. En palabras del autor: “pseudociencia es una actividad que asegura ser ciencia pero no es una ciencia auténtica, basados en los criterios” (p. 162, traducción propia). Sin embargo, Fornaguera aclara que en ocasiones la pseudociencia es el estado previo a la ciencia: algo puede considerarse pseudocientífico si no hay bases que lo comprueben, pero pasa a ser científico cuando se cumple este y otros criterios. Ahora bien, durante el periodo “fuerte” de la pandemia de la COVID-19 (2020-2021), se incrementó la circulación de contenidos pseudocientíficos en redes sociales. Desde teorías que dicen explicar su origen hasta productos que prometen curar la enfermedad. Tal y como menciona Espín (2020), durante este periodo “la infodemia se extiende de forma acelerada, influenciando en el comportamiento de la población, impidiendo su adherencia a las medidas sanitarias de prevención”. Así también lo evidencia Rodríguez (2020) al informar que en Costa Rica aumentaron las consultas por un medicamento que se difundió como cura sin el respaldo de la comunidad científica y farmacéutica. Para Espín “el factor amplificador de la infodemia es principalmente el acceso a las redes sociales, cuyo uso se incrementó en un 20-87%, durante la pandemia, a nivel global” (p. 1181). La autora menciona que la difusión de teorías pseudocientíficas es uno de los factores por los que la infodemia ha puesto en riesgo la salud pública, pues “a medida que conocemos más sobre SARS-CoV-2 y la Covid-19, se ha generado un escenario propicio para la infodemia”. Buslón et al. explican que las informaciones falsas son un problema sanitario que se ha presentado desde hace años, pero que con la pandemia de COVID-19, “el inédito impacto sanitario, social, económico y político (...) ha multiplicado la desinformación” (p. 2), con las redes sociales como escenario principal. Alonso y Cortiñas (2014b), mencionando a Sagan, afirman que “[la pseudociencia] colma necesidades emocionales poderosas que la ciencia suele dejar insatisfechas” (p. 96). Es decir, hay preguntas sin respuestas que, en momentos como el que vivimos, exacerban nuestras emociones. En palabras de Fornaguera, “la premura porque haya una cura hace que tomemos decisiones apresuradas sobre las cuales no hay muchos datos (...), y mucho de la pseudociencia llega en momentos de crisis” (2020, conversación personal). En síntesis, la pseudociencia responde a características de las tres principales categorías de noticias falsas identificadas a lo largo del análisis, aunque el concepto de mala 14 información está más alejado. La diferencia está en la intencionalidad de engañar y hacer daño. Más que clasificar la pseudociencia en alguna de ellas, preferimos hablar de que la pseudociencia se manifiesta de las tres formas, como hemos repasado a la luz de los ejemplos y teoría desarrollada en torno al tema por diferentes autores e instituciones. 2.1.2 Comunicación institucional de salud A pesar de que la salud ha estado presente como sección en medios de comunicación y en boletines de centros de investigación, el proceso de esta integración ha sido algo desordenado y da la percepción de que se ha tenido que insistir en el mismo. En realidad, la comunicación de la salud como tal, tiene un concepto que la antecede: la “promoción de la salud”, el cual fue utilizado por primera vez en 1942 por Henry Sigerist. De acuerdo con Atoche (2003), Sigerist propone este concepto como la misión primordial de la profesión médica, con el fin de superar el enfoque medicalizado de la salud (p.23). Asimismo, la autora señala que pasaron más de dos décadas hasta que las instituciones de salud incorporaron esta definición. Durante la década de 1980, sobresalen los esfuerzos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS, por impulsar la “comunicación en salud”. En ese sentido, ambas entidades han promocionado la “comunicación de riesgo” junto con una serie de recomendaciones para las instituciones de cómo atender las crisis sanitarias. Sobre esto, Ritcher (2014) explica: El equipo de comunicación de riesgos debe estar preparado para responder a todas —las— preguntas en un entorno donde es probable que haya confusión y un desborde de interés por parte de los medios de comunicación. A pesar de que es probable que se cuente con información y datos incompletos es necesario comunicarse con la población de inmediato (p.38). En su investigación, Atoche (2003) recalca el papel fundamental que han tenido los medios de comunicación en la divulgación de temas sanitarios, a pesar de que el discurso periodístico tiende a restringir la problemática sanitaria a la atención médica hospitalaria. Además, la cobertura de salud muchas veces posee un lenguaje técnico por lo que a la hora de la transmisión del mensaje pueden presentarse anomalías en el mismo. Esta situación ha sugerido la necesidad de una especialización periodística para la adecuada generación y vinculación del mensaje informativo con criterios de rigor técnico y veracidad (Martínez, 2011). Esta autora hace un recorrido por las responsabilidades de las instituciones públicas en la comunicación sobre salud y hace un listado de los problemas que deben enfrentarse a la 15 hora de comunicar cualquier contenido biosanitario. Es por esto que enfatiza en que “la comunicación institucional sobre temas biosanitarios ha de realizarse desde una instancia específicamente diseñada para esta tarea” (p. 55). Es decir, un departamento de comunicación que se convierta en una fuente informativa legitimada. Es así que la comunicación de las instituciones públicas de salud ha tenido que hacerse presente en el mundo virtual de las redes sociales. Foley et al. (2016) realizaron un estudio en el que revisaron el uso de Facebook por parte de las organizaciones de salud pública australianas para identificar qué técnicas de comunicación y marketing convencionales utilizaban en sus publicaciones y si estaban asociadas con el engagement de los usuarios. Los autores reconocen que las instituciones de salud han identificado los beneficios clave, como que la información esté más disponible, sea “compartible” y personalizada; para influir en la política de salud. Además, parece que el público en general es receptivo a recibir mensajes de salud a través de las redes sociales. Sin embargo, a pesar de un largo debate, hay muy poca evidencia disponible sobre las mejores formas de interactuar con las audiencias de salud pública en este espacio, particularmente a nivel poblacional (Foley et al., 2016, p.2). No obstante, sí hay evidencia de la efectividad e importancia de la comunicación de salud a nivel poblacional. Sobre todo, cuando se emplean estrategias de marketing convencionales para lograr un beneficio social, como, por ejemplo, las campañas relacionadas al control del tabaco, ya que suelen apelar a las emociones. (Foley et al., 2016,traducción propia, p.3). Alrededor del mundo, el manejo de la pandemia por la COVID-19 ha sido distinto, pero con varios puntos en común, por ejemplo, las conferencias de prensa para la actualización de la situación en países como Cuba, Costa Rica y México. En este último, Llano y Águila (2020) realizaron un análisis del discurso de 28 conferencias correspondientes a la segunda fase de la pandemia de la Secretaría de Salud de México, las cuales señalan como el principal espacio de comunicación para atender la crisis. Ellos concluyen que las conferencias no solo son protagonizadas por información técnica, sino que la información sobre la gestión gubernamental de la crisis ocupa un lugar privilegiado dentro de la conferencia. Además, se prueba la capacidad de gestión del gobierno mexicano, no solo en la cuestión sanitaria o del sistema de salud, sino en una gestión política integral que relacione la salud con la economía, el empleo, el género, la etnia, la violencia o el acceso a la información, lo cual guarda una estrecha relación con el llamado a la responsabilidad individual y colectiva que hace el Estado. 16 En esa misma línea, Añel y Rodríguez (2020) analizan la estrategia de comunicación durante las primeras semanas de la pandemia en España a través de los relatos presentes en los medios de comunicación. Como resultado, los investigadores enfatizan en el lenguaje simbólico con estereotipos (batalla, héroes, nuestros mayores, nuestros hijos e hijas, solidaridad), gestos de cercanía (tutea a la audiencia, alza la mirada y la dirige al frente) por algunas muestras de vulnerabilidad (su tono de voz monótono, pose corporal y el hecho de leer su discurso denota inseguridad), por ejemplo. Pero destacan la falta de estrategia por parte del gobierno y de un plan de contingencia en cuanto a comunicación, que pone en peligro el accionar de la población. Aspectos metodológicos que pueden ser tomados en cuenta a la hora de analizar la comunicación del MS de Costa Rica. Recapitulando, nos damos cuenta que la comunicación durante la pandemia fue observada y analizada desde algunos aspectos, incluyendo el discurso aunque sin ahondar mucho. Para esta primera etapa de pandemia, se puede decir que los esfuerzos por dar una respuesta sanitaria están, sin embargo, un plan de comunicación parece no estar en esas estrategias de contingencia. Por otro lado, la comunicación institucional en salud tiene un factor relevante y es que en la mayoría de veces la información es de interés público. Como cualquier área de comunicación, ha tenido que adaptarse a los avances tecnológicos, posiblemente arrastrando retrasos e improvisaciones debido a la burocracia que caracteriza a las instituciones públicas en diferentes países. Es así, que se encuentra un vacío en el estudio de la comunicación institucional en salud , pues la información disponible es limitada. 2.1.3. Regímenes de la verdad Por la naturaleza del objeto de estudio, resulta adecuado tomar en cuenta lo que se ha dicho recientemente sobre el significado de “la verdad” en la sociedad y lo que nos lleva a creer en cierta información. Los cuestionamientos acerca de la certeza de la información que tenemos a nuestro alcance son cada vez más frecuentes. Si nos devolvemos al siglo pasado, Waisbord (2018), sociólogo argentino, menciona que la verdad solía ser aquella expresada por los medios de comunicación, las autoridades gubernamentales o las figuras prestigiosas, como el gremio de profesionales en salud. En los últimos años, la relatividad de la verdad se ha atribuido a los ciudadanos y periodistas valientes que confrontan con la verdad a las estructuras de poder, 17 sobre todo en medio de amenazas y violencia. Además, de aquellos que luchan por el cumplimiento de los derechos humanos (2018, p. 2). Aún estableciendo estos cambios en el concepto de la verdad, Waisbord (2018) la describe como un “acuerdo intersubjetivo sobre las condiciones para la producción de conocimiento que sólo es posible cuando los públicos tienen epistemologías compartidas” (p. 6). Pero, ¿cuántas epistemologías compartidas existen actualmente? Porque, ciertamente, hay más de un par. El investigador señala que los recientes acontecimientos políticos han magnificado las divisiones sociales y comunicativas y apuntan a que la verdad se convierte en una cuestión de convicciones personales y grupales más que en algo que se asemeja a la ortodoxia científica (Waisbord, 2018, p. 6). Es decir, si creemos, somos más propensos a compartir la información, tal y como lo mencionan Foley et al. (2016): “usuarios de redes sociales como Facebook comparten información en estas plataformas principalmente cuando creen que la información es beneficiosa para los otros” (traducción propia, p. 2). Asimismo, Waisbord (2020) aborda el hecho de lo que significó años atrás la información científica en la sociedad, específicamente en Occidente, pues lo que era establecido por la comunidad de especialistas de la salud, no era muy cuestionado. A esta se le atribuía la verdad respecto a la salud pública, siendo la única fuente de los medios de comunicación y los gobiernos. La revolución digital es la que en la última década ha erosionado los fundamentos del viejo régimen de la información de salud en Occidente. Esta ha barrido el grupo selecto que acceden a noticias de salud y a la información científica en general. Sitios web, bloggers, amigos de Facebook y los grupos de WhatsApp producen, comparten y discuten información sobre problemas de salud que nunca es examinada por las llamadas autoridades legítimas. (Waisbord, 2020, p. 9). 2.1.4 En resumen La ciencia no es estática. Su abordaje y antecedentes cambian constantemente y por lo tanto sus resultados pueden contradecirse en algunas ocasiones. Un elemento como el tamaño de una muestra puede variar completamente los hallazgos de una investigación científica y no por eso se convierte en falsa. Es así que, aunque las autoridades de salud hablen con toda la seguridad sobre un virus “nuevo” como el SARS-CoV-2 —y así lo deben hacer para legitimar 18 la credibilidad, según los autores citados anteriormente— el discurso puede cambiar en cuestión de semanas, días u horas. Además, a partir de los textos analizados podemos rescatar que la verdad es un concepto con muchas definiciones y que, al final de cuentas, tiene que ver con las creencias y la predisposición de cada persona. Igualmente, conceptos como el de pseudociencia o desinformación están ampliamente estudiados, pero a raíz de la pandemia por COVID-19 se ha popularizado otro: la infodemia, como se repasó previamente. Por otro lado, la comunicación institucional de salud ha sido analizada y los autores mencionados han hecho muchas recomendaciones de cómo trabajar una divulgación que supone la estabilidad de otros sectores sociales. No obstante, la comunicación de dichas autoridades y su uso de redes sociales como herramienta de divulgación, en un área no tan explorada. Además, con frecuencia, los conceptos y las informaciones relacionadas a la ciencia resultan abstractos y difíciles de divulgar, con lo que se dificulta apelar a la gente y competir con otros contenidos que pululan en las redes sociales y los medios de comunicación. De esta manera, la documentación revisada amplía la visión y la conceptualización con la que serán abordadas las diferentes aristas de la investigación. Además, cuenta con distintos elementos que se adoptaron a la metodología desarrollada. 2.2 Marco situacional En este apartado se abordará el contexto en el que se enmarca el tema desde diferentes perspectivas. En primer lugar, se inicia con un breve repaso histórico para entender en qué momento se desarrolla la pandemia de la COVID-19, esta investigación y revisar antecedentes. Por esta razón, vale enfatizar en que el país ha enfrentado una epidemia y una pandemia en los últimos 20 años: el dengue y la Influenza AH1N1, respectivamente. En el casodel dengue, a pesar de que el rebrote en el país fue en 1993 (se había erradicado en 1955) fue en el 2005 cuando alcanzó su punto máximo de casos, según la base de datos de la OPS (s.f). Su enfoque fue comunitario, de manera que se realizaron charlas en centros de atención, escuelas y espacios comunales (MS, 2006, p.53). Cuatro años después, en abril del 2009, en Costa Rica se detectó el virus respiratorio Influenza AH1N1, al que la OMS ya había declarado pandemia. Cabe destacar que, a pesar de que el MS desarrolló una página web exclusiva para información de la Influenza AH1N1, estuvo actualizando su página web y circulando boletines electrónicos, las redes sociales no estaban presentes en su 19 estrategia, según lo registrado en la memoria institucional. Para entonces (2009-2010) Facebook, como una red social innovadora, estaba en su auge pero probablemente aún contaba con un aspecto de novedad, extrañeza y duda en cuanto al propósito de su uso. De hecho, el MS abrió su cuenta de Facebook en febrero del 2010, año en el que se hicieron únicamente dos publicaciones. En el caso de la pandemia que se aborda en esta investigación, cabe recordar que sus inicios se remontan a finales del 2019, con la primera alerta de la enfermedad en China. Posteriormente, con el paso de las semanas el rastreo del virus llegó a otros países y continentes. En Costa Rica, el primer caso se confirmó el 6 de marzo del 2020. Paulatinamente, las autoridades informaron caso a caso y muerte a muerte; sin embargo, con el paso de las semanas la situación se agravó y la cantidad de casos creció vertiginosamente. Teniendo esto en cuenta, posterior al marco histórico, se trata la esfera legal para entender el marco jurídico que cobija y establece las obligaciones del MS y si existe alguna legislación que menciona a la pseudociencia o cómo esta se enfrenta en la legislación existente. 2.2.1 Marco histórico 2.2.1.1 Uso de redes en Costa Rica En Costa Rica, el acceso a Internet y redes sociales es alto, según el estudio “Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe” de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de 2016, que además indica que el país con mayor penetración de banda ancha móvil con respecto al total de la población es Costa Rica, con 95,5% (2016). En cuanto al uso de redes sociales, Costa Rica también se posiciona en los primeros lugares de la región. El diario La Nación reportaba en abril de 2019 que, con base en un estudio de Corporación Latinobarómetro, Costa Rica es el país latinoamericano con mayor uso de WhatsApp y Facebook, con 83% y 77% de la población que las usa, respectivamente (Vargas, 2019). Los datos recientes de diversos informes y estudios arrojan que Facebook sigue siendo la red social más usada en el país, con hasta más de tres millones de cuentas activas en algunos casos. De manera que, así como lo señalan Cuello-García et. al (2020), no es sorpresivo cómo la cantidad de información que circula afecta la manera en la que se percibe y se 20 enfrenta esta pandemia, ya que antes de la misma, las personas recibían y buscaban información relacionadas a la salud a través de las redes sociales (p.1). 2.2.1.2 Medicina alternativa en Costa Rica La medicina alternativa no posee una metodología científica que la antecede o que pruebe su funcionalidad y, como se indicó en el apartado del Estado de la Cuestión, las terapias y los productos también se pueden considerar pseudociencia (Alonso y Cortiñas, 2014). Por eso, es fundamental realizar un breve recorrido en su presencia en el país. A partir de 1991, la OMS ha validado la eficacia y la seguridad de las medicinas alternativas, tradicionales y complementarias, a la vez que incentiva el acercamiento de sus países miembros por medio de la investigación y la regulación (Carazo, 2011, p. 521). No obstante, fue en 1991 cuando se ofreció el primer curso de homeopatía avalado por el Colegio de Médicos y Cirujanos, lo que abrió las puertas para congresos en los años siguientes. Una de las principales razones por las que las personas vuelven su mirada a este tipo de tratamiento es la preocupación acerca de los efectos adversos de los fármacos químicos, su alto costo y en algunos casos, su accesibilidad (Barnes, 2004, citado por Carazo, 2011, p.526). Por ejemplo, durante marzo y abril del 2020, primeros meses de la pandemia de COVID-19, Estados Unidos y Europa aumentaron sus pedidos internacionales de extractos de plantas de estimulación inmunológica, así como de aquellos productos naturales que combaten las afecciones provocadas por estrés, falta de sueño, ansiedad, entre otras (Procomer, 2020). Esto es relevante pues se observa cómo la medicina alternativa encontró un nuevo escaparate a la sombra del COVID-19, pues muchas personas acudieron a ella para prevenir o tratar la enfermedad. Algunas como acompañamiento a medicamentos oficiales pero otras para evitarlos, como más adelante pasaría con la vacunación. 2.2.2 Marco legal A nivel país existen varias leyes y normas que establecen competencias en temas de salud pública a través de diferentes instituciones. La ley n°5412 Ley Orgánica del Ministerio de Salud (1973) instaura las principales atribuciones y la estructura general del Ministerio. En su primer artículo, dicha ley plantea que “la definición de la política nacional de salud, y la organización, coordinación y suprema dirección de los servicios de salud del país, 21 corresponden al Poder Ejecutivo, el que ejercerá tales funciones por medio del Ministerio de Salud” (ley 5412 de 1973). De igual forma, otra ley pertinente en este tema es la n°5395 Ley General de Salud (1973) que, en sus primeros dos artículos, dispone que la salud de la población es un bien de interés público y que recae en el Estado velar por la misma. Sobre medicamentos existe una amplia lista de leyes, reglamentos, normas, decretos o guías que se encuentran fácilmente en el sitio web del MS, como el Reglamento de Control Estatal de Medicamentos nº29444-S de 2001, por mencionar alguno. En esta misma línea podemos mencionar el artículo 46 de la Constitución Política, el único que menciona la palabra “salud”, al decir que “los consumidores y usuarios tienen derecho a la protección de su salud”. La legislación consultada no menciona el tema de pseudociencia. Podríamos decir que el reglamento sobre medicamentos citado en el párrafo anterior, así como otras normas y decretos sobre este tema, establece obligaciones y requisitos para la comercialización de un medicamento, por lo cual algunos medicamentos que circularon en redes sociales como curas de la COVID-19 posiblemente no cumplen con esos requisitos. 2.3 Marco Teórico A continuación, se explican brevemente algunos de los postulados teóricos y conceptuales que ayudan a explicar el fenómeno objeto de estudio. Se inicia con el discurso pues se propone como principal medio para lograr los objetivos planteados. Prosigue el segundo eje de comunicación en el que se establecen los principios teóricos de la comunicación institucional y, especialmente, la comunicación de salud. Un tercer eje contextual sobre la era de la información, atendiendo al enfoque de redes sociales que se le da al tema en cuestión, y otros fenómenos como la desinformación para conocer cómo se han entendido y abordado teórica y conceptualmente. Finalmente, el cuarto y último eje del presente marco teórico gira en torno a la recepción y algunas teorías que ayudan a estudiar procesos de recepción. 2.3.1 Discurso 2.3.1.1 Discurso como práctica social Con base en sus investigaciones, van Leeuwen, citado por Wodak (2003), se refiere a dos tipos de relaciones entre los discursos y las prácticas sociales: el propio discurso como práctica social, como forma de acción, como algo que la gente hace para, con o a alguien; y 22 luego, está el discurso como forma de representar la práctica o prácticas sociales, como forma de conocimiento, como sucede con lascosas que dice la gente sobre prácticas sociales. Por su parte, De la Fuente (2001) señala que el discurso constituye a la sociedad y a la cultura y viceversa, pues por medio del discurso se pueden transformar estructuras ideológicas de una cultura o, por el contrario, se puede tratar de mantener y reproducir una determinada ideología y concepción de poder. Al contemplar el discurso como práctica social, es indispensable abordar la metáfora, la cual se suele contemplar como un rasgo retórico del lenguaje únicamente, pero lo cierto es que es un recurso impregnado en el pensamiento y la acción de la vida cotidiana, como lo indican Lakoff y Johnson (1995). Los autores profundizan en esta premisa señalando que usualmente los seres humanos no somos conscientes del uso de las metáforas, sino que ya son parte del proceso mental, incorporadas de manera inconsciente. Este tipo de metáforas reciben el nombre de “inactivas”. Además, aseguran que existe una sistematicidad en la utilización de las mismas, en la que la cultura tiene un papel fundamental, y por ende, el contexto también lo tiene. Justamente, Sontag (1988) explica cómo las metáforas están implícitas en el lenguaje médico, referente a la salud y las enfermedades. Por ejemplo, hace referencia a que “la enfermedad es vista como una invasión de organismos extraños” y que el cuerpo responde con “la movilización de las ‘defensas’ inmunológicas” (p. 52). Es decir, las metáforas están tan arraigadas a la cotidianidad y a la cultura que superan su sentido figurativo para ser parte de lo literal (y material). Tomando en cuenta lo anterior y a razón de los objetivos de esta investigación, resulta esencial ahondar en el discurso como una herramienta para el análisis social. De manera que vale resaltar el método del Análisis Crítico del Discurso (ACD), al cual van Dijk (1999) define como el “tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social es practicado, reproducido, y ocasionalmente combatido, por los textos y el habla en el contexto social y político” (p. 24). Siguiendo esa línea, el ACD busca tomar partido y así, “contribuir de manera efectiva a la resistencia contra la desigualdad social” (p. 24). Cabe destacar las dos dimensiones que hace van Dijk (1990), de análisis del discurso: la textual y la contextual. La primera se refiere a las “estructuras del discurso en diferentes niveles de descripción” (p.45), y la segunda “relaciona estas descripciones estructurales con diferentes propiedades del contexto, como los procesos cognitivos y las representaciones o factores socioculturales” (p.45). Después de todo, “el uso del lenguaje, los discursos y la 23 comunicación poseen dimensiones intrínsecamente cognitivas, emocionales, sociales, políticas, culturales e históricas” (1999, p.24). A pesar de las dimensiones del discurso, siempre se necesita explicar algunas de las detalladas estructuras, estrategias y funciones del texto y la conversación, lo que incluye las formas -gramaticales, pragmáticas, de interacción, estilísticas, retóricas, semióticas, narrativas o similares- de la organización verbal y paraverbal de los acontecimientos comunicativos (van Dijk, 2003). Es así que el ACD tiene un objetivo práctico, ya que busca que los resultados obtenidos puedan ser aplicados para cambiar los problemas investigados. (Murillo y Vergara, 2004). Asimismo, el discurso como práctica social también se enmarca dentro de la comunicación estratégica, como una herramienta vital para esta labor. El qué se dice, cómo se dice y con qué recursos son. parte es uno de los puntos de partida de una estrategia enmarcada en alcanzar ciertos objetivos. Es por eso que el análisis crítico del discurso puede ayudar, en parte, a desnudar y desmenuzar la estrategia o no estrategia que hubo detrás. 2.3.1.2 Estrategias discursivas Justamente, esos rasgos retóricos mencionados se pueden entender como una estrategia discursiva, pues estas se entienden como las formas sistemáticas de uso del lenguaje. De manera que se puede encontrar en diferentes niveles de organización y complejidad lingüística (Reisigl y Wodak, 2001). Entre sus múltiples clasificaciones se encuentran las estrategias referenciales, en las cuales hay una construcción y representación de un actor social, sean personas o instituciones. Una vez identificados, lingüísticamente se les atribuye estereotipos ya sean negativos y positivos e implícitos o explícitos, esta es la estrategia predicativa. Asimismo, se establecen las estrategias argumentativas, en las que dichas atribuciones se justifican. Las estrategias de intensificación y mitigación ayudan a modificar el estatus epistémico de una propuesta ya sea intensificando o mitigando dicha expresión. Es decir, en la forma en que se afina o atenúa una idea (p. 45). Otra estrategia discursiva es la resemantización, y es que al tener en cuenta que “semantizar” es el proceso en que se designan la significación de las palabras, resemantizar es cuando una palabra asume un nuevo significado (Zecchetto, 2011, p. 127). Asimismo, como se mencionó anteriormente, los recursos retóricos están tan plasmados en los discursos cotidianos que, aunque usualmente ocurre, en esta ocasión no 24 pasarán desapercibidos. En ese sentido, García (2013) señala que “las figuras no son un adorno del discurso sino una herramienta a su servicio” señala (p. 24)y, además, insiste que para que un mensaje sea atractivo, debe tener articulación y musicalidad, y esto no se puede lograr sin las figuras retóricas. El autor también indica que su objetivo suele ser el persuadir y provocar una respuesta esperada, pues se habla del egoísmo de la gente, de su inquietud, miedo, esperanza, compasión, etc. Para la presente investigación vale tener en cuenta tres figuras: la metáfora, la hipérbole y la personificación. La primera consiste en una comparación tácita que asemeja dos objetos. En el caso de la hipérbole es una exageración de las cosas y, por ende, un recurso enfático. Por último, la personificación es una humanización de lo inanimado o de lo abstracto. Se atribuyen sentidos, movimiento, voluntad, pasiones y lenguaje a lo que no tiene vida. Ahora, en esta investigación también serán tomadas en cuenta las marcas de modalidad en las que se evidencia la expresión del hablante, su perspectiva o punto de vista en el discurso (Finnegan, 1995). De estas modalidades se buscarán tres; la epistémica, en la que el emisor expresa confianza en la verdad de su enunciado; la axiológica, donde el emisor define cómo se debe actuar frente a una situación; y la deóntica, que indica que en el discurso se establece la obligatoriedad de que se dé el contenido del enunciado, es decir, es “lo que tiene que ser” (Bybee y Fleischman, 1995, citados por Chinchilla, 2019, p. 23). 2.3.1.3 Ideología El término más “básico” de ideología se entiende como un sistema de ideas, representaciones, actitudes, el cual determina a un individuo o a un grupo de personas. Sin embargo, Althusser (1970) reconoce el término por aquello que existe en los actos, pues indica que “cada acto es ideológico, debido a que no puede, de ninguna forma, realizarse aisladamente de la ideología propia del sujeto” (p. 57). De forma que, no hay práctica social sino por y bajo una ideología; y no hay ideología sino por el sujeto y para los sujetos (p. 63). Murillo y Vergara (2004) sintetizan que la ideología corresponde a un conjunto de ideas, representaciones, actitudes, el cual constituye a los individuos y es constituido por ellos, además de determinar y existir en las prácticas sociales de éstos, teniendo siempre una existencia material. A partir de lo dispuesto por Habermas (1982) señalan que la capacidad del lenguaje (discurso) de establecer una concepción del mundo, entendida como ideología, es lo que provoca que el discurso corresponda a uno de los principales mecanismos para ejercer el poder, ya que medianteél se puede dominar e, incluso, lograr una hegemonía. 25 Debe quedar claro que el discurso es el principal instrumento empleado en la ideología, pues a través de él se configuran en gran medida y por lo tanto el estudio de las consecuencias ideológicas de los diferentes tipos de discurso es un objetivo principal del ACD (De la Fuente, 2001). 2.3.2 Comunicación La comunicación es un proceso sumamente amplio y ha evolucionado tanto que autoras como Rosseti (2020) señalan que es necesario alejarse de los planteamientos que la encasillan en una sola categoría, como, por ejemplo, “la comunicación de masas”. De forma que, se ha concebido como un proceso de interacción constante y de transformación en el que constantemente se redefinen las situaciones y las posiciones (Aguado, 2004). Las primeras digitalizaciones a finales del siglo XX marcan un antes y un después para los medios de comunicación tradicionales y se rompió una barrera entre lo físico y digital, fortaleciendo así, “el fenómeno comunicativo en un contexto marcadamente globalizador” (Arango-Forero, 2013, p. 683). Actualmente, está claro que la comunicación está evolucionando y resulta imposible encasillarla en una sola modalidad, sino más bien debe analizarse desde un encuadre multimodal, donde lo digital y lo físico interactúan entre sí y construyen un continuum. No obstante, sí se podría hablar de categorizarla, pues según sea su fin, sus características varían y un ejemplo de ello es la comunicación estratégica. Si una estrategia se define como un plan que integra los objetivos, las políticas y la secuencia de acciones principales de una organización en un todo coherente, entonces, la comunicación estratégica viene a ser una interactividad, una hipótesis de trabajo para asistir a esos procesos de significación de ese sujeto social. (Quinn, 1996; Scheinsohn, 2009) Por su lado, Tironi y Cavallo (2011) consideran que la comunicación estratégica debe poner su foco en el “todo” de la organización y que su primer interés es el posicionamiento de la misma, a la vez que genera confianza en su entorno y adhesión al público objetivo. Su tarea puede ser descrita como la gestión integral de la marca de las organizaciones y por lo tanto debe reflejar su identidad. Los autores mencionan que la comunicación estratégica gestiona el “stock de prestigio y credibilidad que toda organización necesita para alcanzar sus propósitos y enfrentar las tensiones y crisis características de la época actual” (Tironi y Cavallo, 2011, pp. 33-34). Y agregan también que está ligada con otras prácticas, 26 como el marketing, la publicidad y las relaciones públicas; pero no debe confundirse con ellas. Claro está que independientemente del área en la que se desarrolle la comunicación tiene un aspecto estratégico importante y la comunicación institucional no es la excepción. Esta tiene “la responsabilidad” de ir acorde con los valores y la identidad de su entidad. Esta actividad va dirigida a fomentar relaciones informativas de calidad entre una organización y el diverso conjunto de personas que se mantienen en contacto con ella, ya sean sus empleados, usuarios, autoridades públicas, medios de comunicación, etc. (La Porte, 2003) Su comunicación funciona como un mecanismo para que los individuos se adapten al entorno de la organización, a la vez que esta puede integrar en su entorno relevante dentro de la sociedad (Lucas et. al, 1999). Aunque la comunicación institucional aborda la coordinación tanto de la comunicación interna y externa, esta investigación se enfocará en la última de ellas, a razón de su objeto de estudio. Por ello, vale la pena recalcar el significado que le da Dolphin (2011) a este concepto, pues indica que este es un proceso que alimenta relaciones y que debe adaptarse a las necesidades, convicciones y aspiraciones de los públicos, lo que debe formar parte esencial de la estrategia corporativa, o institucional, para este caso. De igual manera, se toma en cuenta otra de las funcionalidades de la comunicación, como lo es la comunicación de la salud, la cual tiene el papel de sensibilizar, crear un contexto favorable para el cambio, dar información o aumentar la motivación al actuar, según Gómez (1998). Además, es cada vez más reconocida en la política de salud pública mundial, pues la existencia de estrategias de comunicación y comisiones de salud a nivel global son más evidentes que antes y su impacto se ve en campañas que buscan prevenir desde la malaria, hasta el VIH o bien, promocionan la salud materno infantil (Sugg, 2016). Como se mencionó anteriormente, la comunicación de la salud está ligada con la definición de la promoción de la salud, a la cual el MS costarricense establece como: “un proceso integral, transformador y dinámico, de análisis, potencialización y de trabajo articulado con actores sociales para el abordaje de los factores protectores, determinantes y condicionantes, que generan y fortalecen desde una visión positiva, la salud en la población” (MS, 2017, p.19). Asimismo, tanto la comunicación como la promoción de la salud tienen la tarea de interpretar la información científica que sea de interés público. Por otro lado, en la comunicación se pueden detectar intenciones o enfoques a través del frame o encuadre que se le dé. Aruguete (2011) entiende los frames como “herramientas 27 fundamentales para transmitir informaciones: aumentan las perspectivas, revelan entendimientos particulares sobre los eventos y terminan transformando la forma de pensar del público sobre un asunto” (p.70). En el caso de las organizaciones sociales, su utilización incrementa la atracción a la información y a las actividades alineadas con sus objetivos (p.70). Es decir, el encuadre es aquella acción recurrente de un emisor que incluye y excluye cierta información a la vez y que busca una reacción específica en el receptor. 2.3.3 Era de la información 2.3.3.1 Desinformación El tema de la desinformación es objeto de estudio y de preocupación desde muchas áreas. Se ha construido una base teórica con cierto consenso en el campo de la comunicación y el periodismo, especialmente. Algo que consideremos una noticia falsa no quiere decir que sea falsa en su totalidad, pues la teoría nos dice que hay matices y niveles. Hoy en día, en el discurso político y mediático se suele escuchar con más frecuencia el término fake news que, sin embargo, no logra satisfacer la demanda de un concepto claro que abarque el problema, a la vez que se considera un término más politizado, usado por sectores políticos para desacreditar a los medios. Es así como Buslón et al. (2020) toman el término “desórdenes informativos” para denominar de una manera más general el fenómeno, concepto también recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Comisión Europea. Dentro de este concepto, Buslón et al. identifica tres tipos de desórdenes que responden a esos matices que define como: ● Desinformación: es información falsa y la persona que la difunde sabe que es falsa; una mentira deliberada e intencional. ● Información errónea: es información falsa, pero la persona que la está difundiendo cree que es verdad. ● Mala información: información que se basa en la realidad, pero se usa para hacer daño a una persona, organización o país. Unesco (2020, pp 44-45) En resumen, la definición de cada uno de los desórdenes depende del nivel de falsedad de la información, el tipo de falsedad y la intencionalidad del emisor. 28 A raíz de este fenómeno recurrente, los medios de comunicación tradicionales sufren una crisis de credibilidad desde hace años tal como lo apuntan Murcia, Peralta y Ufarte (2018). No se trata de un fenómeno nuevo, sino de un proceso que antecede a la pandemia y tiene que ver también con la crisis de la prensa y sus transformaciones, además de la popularización de las redes sociales que ha provocado una profundización delfenómeno. Se le suma a ellos una incertidumbre en cómo rentabilizar los medios de comunicación, lo que ha generado tendencias de clickbait para generar tráfico y vender publicidad, pero muchas veces se hace mediante prácticas desinformativas o amarillistas. Ante estos cuestionamientos, han surgido múltiples sitios y páginas en redes sociales, e Internet en general, que se proponen “contar la verdad”, en oposición a lo que sale en los medios masivos. Estos sitios muchas veces difunden información inexacta o meramente falsa. En este contexto surge el fact checking o lo que podría traducirse en español como verificación de datos. El fact checking, de origen estadounidense, se ha internacionalizado y en los últimos quince años, según Buslón et al. (2020) y se ha popularizado en el entorno periodístico y de los medios de comunicación. Murcia, Peralta y Ufarte (2018) lo definen como: “un filtro que garantiza que los textos periodísticos están contrastados a partir de fuentes fiables, documentos oficiales y resultados de investigaciones solventes, en un momento en el que la profesión periodística está lastrada por la precariedad laboral (p. 734). La verificación puede darse dentro del medio, a través de un filtro antes de la publicación del material, pero también —y más comúnmente— se da a posteriori, por parte de plataformas que se encargan exclusivamente de esta tarea. Actualmente existen medios digitales que se dedican al fact checking, es decir, la práctica de verificar información publicada en medios o expresada por personas en posiciones de autoridad, con el fin de determinar si son veraces, falsas o imprecisas. Este rol se vuelve clave en medio del ecosistema actual informativo y donde las personas tienden a creer más a una voz individual. 2.3.3.2 “Factor opinión” en la comunicación mediática En un mundo como el actual, las personas tienen la libertad y oportunidad de emitir su opinión sobre cualquier tema en cualquier momento, con un dispositivo al alcance de sus manos, literalmente. Sin embargo, en ciertos entornos unas opiniones pueden tener más peso que otras, según la teoría de la espiral del silencio.De hecho, cuando esto sucede, también estamos hablando del concepto de la posverdad. 29 Los estudios en torno a la opinión pública han estado más relacionados al ámbito político-electoral, pero hay aportes valiosos que se pueden rescatar. Para Rodríguez (2016), la espiral del silencio aborda el tema desde una óptica centrada en la naturaleza social del hombre y su dimensión emotiva. Siguiendo la línea de Habermas, Rodríguez dice que a través de los medios masivos se constituyen dos tipos de opinión: una pública y otra no pública, caracterizadas de la siguiente manera: La primera entendida como un público de personas que emiten opiniones, con posibilidad efectiva de entablar diálogos, un lugar de acción efectiva y una construcción autónoma de lo público sin intromisión de las instituciones, mientras que la segunda descrita como masa de un grupo de personas que solo recibe representaciones de los medios masivos, no puede insertarse en procesos de retroalimentación de la opinión y su margen de acción es controlado por las autoridades así como por las instituciones para impedir la formación de opiniones (p.59). Hoy en día, en la formación de la opinión de los temas públicos, las instancias del Estado o públicas han perdido el peso que tenían antes, pues la aparición de las redes sociales ha permitido que cualquier persona emita su opinión y su versión, a veces opuesta a lo que los medios o las instituciones dicen. De esta forma, se construye una opinión más autónoma, como menciona Rodríguez citando a Habermas. 2.3.3.3 Cámaras de eco en las redes sociales Uno de los conceptos teóricos que se han desarrollado y se utilizan para comprender el fenómeno de la desinformación y los otros desórdenes informativos en las redes sociales es el de las cámaras de eco. El uso de este concepto metafórico se aplica en redes sociales para entender cómo una persona usuaria publica y comparte contenido, que luego el algoritmo de las redes interpreta y muestra contenido similar creando una cámara en la que la persona reafirma su postura pues solo ve contenido que va en la línea con lo que cree y piensa. En este sentido, Rodríguez (2016) recupera a Jamieson y Cappella, quienes dicen que se trata de “un espacio mediático delimitado con el potencial tanto para amplificar los mensajes enviados dentro del medio mismo, como para aislarlos de ser refutados (...). Un fenómeno que se alimenta de la mediación algorítmica y las burbujas de filtros” (p. 66). Es decir, la información que circula entre amigos y personas conectadas entre sí que piensan similar crea una comunidad que “se encierra” y reafirman una y otra vez sus pensamientos, lejos de aquellos que los refutan. Aquí interfiere también el sesgo de confirmación, como lo explica Razquin (2020). Es aquel sesgo que nos hace creer más en aquello que nos confirma justamente nuestras 30 creencias. En palabras del autor, “el sesgo de confirmación hace más fácil creer y recordar aquellos datos que se ajustan a nuestras creencias previas” (2020, p. 78). De manera que se percibe que el efecto dominó que pueden tener las opiniones en redes sociales que permiten crear una realidad que perpetúa poco a poco en el imaginario social y que no garantiza de ser certera y ahí es, donde para efectos de nuestro estudio, que la pseudociencia toma protagonismo. 2.3.3.4 Pseudociencia La pseudociencia suele entenderse más comúnmente como falsa ciencia o aquella que aparenta ser ciencia. Para que algo sea considerado científico debe pasar por una serie de pruebas, estudios, verificaciones, etc. y debe existir cierto consenso. Además, el conocimiento toma más tiempo de formación, a diferencia de la información que en la actualidad es casi instantánea, facilitada por las redes sociales. La pseudociencia, por el contrario, carece de pruebas sólidas y comprobables que la hagan científica, según Alonso y Cortiñas (2014), quienes ofrecen la siguiente definición: El conjunto de prácticas que intentan apoderarse del status científico mediante la exposición de unos resultados aislados, no demostrables, y subjetivos, obtenidos de manera acrítica, no sistemática, interesada e imprecisa, para generar un conocimiento no acumulable ni válido científicamente, que opera en ámbitos donde la ciencia no llega o donde no ha ofrecido resultados satisfactorios (p. 2). Los autores realizan una taxonomía del término con base en diferentes variables. La primera división la realizan con base en los campos de acción de la pseudociencia. En esta incluyen cinco tipos: teorías, prácticas, productos, poderes y dones y fenómenos. Así, la segunda división tiene que ver con el estatus social de las prácticas pseudocientíficas en las que clasifican tres grupos: bajo, medio y alto, de acuerdo con su grado de inserción social y su profesionalización. La tercera división se basa en el grado de peligrosidad, en función de los potenciales riesgos. Aquí hay tres tipos de grados: leve, medio y alto. La cuarta y última división que plantean los autores es en función de familias y subfamilias. Identifican siete familias, algunas con sus respectivas subfamilias: terapéutica (diagnosis y curación), adivinación, misticismo, espiritismo, parapsicología (fenómenos sobrenaturales y fenómenos de percepción extrasensorial), macro teoría y cosmovisiones y protociencia. 31 Todas estas categorías tienen una implicación directa en la recepción de los mensajes por parte de la audiencia. 2.3.4. Recepción 2.3.4.1 Recepción en redes sociales Los estudios de recepción se popularizaron con la entrada de la televisión. La teoría de recepción también se enriqueció con la introducción de este nuevo medio masivo. Como se mencionó anteriormente, en el paradigma moderno de la comunicación se habla de la recepción activa, en el que el individuo “se apropia de los mensajes,los asimila y los transforma en experiencias de vida que confronta con los grupos a los que pertenece, convirtiéndose así de sujeto en receptor activo, muy alejado del receptor-consumidor o del receptor hipodermizado” (Alcocer, 2013). Es así que, según Lindlof (2002), a medida que las personas cambian sus propósitos, los significados del contenido también se leen diferente. En esta misma línea, este autor, al definir las “comunidades interpretativas” sugiere que es un grupo de personas que comparte estrategias de interpretación de textos mediáticos y tecnologías de comunicación, sin embargo, es un proceso dinámico de interpretación en situaciones específicas lo que importa en la elaboración de significados. Lindlof dice que la recepción real del contenido mediado por el individuo “representa una actuación social impuesta por la estructura de roles operativa en el entorno de recepción” (1988, p.82, traducción propia). La recepción, entonces, se ve influenciada por la experiencia previa del individuo y su interacción con el entorno. En redes sociales, el reto está también en que las personas son a la vez receptoras y emisoras, pues crean y suben su propio contenido, mientras reciben y leen el contenido de las otras personas. 2.3.4.2 Modelo multidimensional El fenómeno de la recepción ha sido abordado de múltiples formas y es un concepto difícil de explicar por su heterogeneidad. El modelo tradicional de entender la recepción de Hall ha sumado críticas y propuestas de relectura, más allá de los procesos de codificación y decodificación. Hall (1977) determina tres tipos de lectura: la preferente, la negociada y la oposicional. En ese sentido, Schroder (2000) habla de migrar hacia un modelo multidimensional de recepción mediática, el cual surge de la investigación empírica de la audiencia y crea un 32 marco conceptual “que puede ayudar a atraer la atención del analista hacia las propiedades heterogéneas reales de los discursos de la audiencia sobre experiencias mediáticas” (p. 242). El autor menciona que las dimensiones de este modelo no deben ser vistas como una secuencia, sino como procesos simultáneos. El modelo incluye seis dimensiones. Cuatro dimensiones de lectura relacionadas con el texto: comprensión, discriminación, posición y motivación. Estas están relacionadas al proceso interno “en el que los significados experimentados subjetivamente de los informantes son producidos en contextos situacionales específicos” (Schroder, 2000, p. 243). El otro grupo de dimensiones se llaman implicaciones y se compone de: evaluación e implementación. Aquí el autor participa al analizar “los significados subjetivos pueden ser evaluados por el analista a la luz de su significado” social (Schroder, 2000, p. 243). 2.3.4.3 Formas de engagement En el entorno de redes sociales, uno de los términos que ha surgido para explicar fenómenos que ocurren dentro de ellas es el de engagement, traducido al español como involucramiento, vinculación o compromiso, aunque estos términos se quedan cortos para abarcar el concepto de lo que se quiere decir con el vocablo en inglés. Alonso (2015) lo traduce como el “grado de compromiso adquirido por un usuario con una marca” (p. 86). El estudio del engagement se ha centrado desde la comunicación y el marketing digital, principalmente. Según Ballesteros (2018), los tipos de engagement pueden varían en función del interés del consumidor y asegura que puede estudiarse “tanto la implicación de los sujetos físicos (clientes, consumidores, trabajadores, ciudadanos, votantes, etc.) hacia unos objetos o sujetos jurídicos (marcas, empresas, administraciones públicas, redes sociales, etc.) como el compromiso o la interacción de estas organizaciones con sus públicos” (p. 100). El concepto es multifacético y, al ser reciente y estar compenetrado con las redes sociales, cambia y evoluciona con ellas, además de que se adapta a cada una. Por ejemplo, en una puede ser medido a través de la cantidad de seguidores o likes de las publicaciones, mientras en otras pueden tomarse en cuenta la cantidad de seguidores o los comentarios en las publicaciones por parte de las personas usuarias. 33 Capítulo 3: Marco metodológico En el presente marco metodológico se definen las características y elementos del abordaje de la investigación. Se incluye el enfoque desde el que se suscribió hasta las técnicas de estudio que se usaron para cumplir con los objetivos. Es importante mencionar que la presente investigación se desarrolló en medio de un contexto de pandemia, por lo que las técnicas y métodos respondieron también a esta situación y se adaptaron según las circunstancias, de forma que la investigación siguiera su curso y no se comprometiera la salud personal ni pública. 3.1 Enfoque y alcances de la investigación Por las características del objeto de estudio y las técnicas propuestas, el enfoque de la investigación es cualitativo, pues los objetivos se dirigieron a caracterizar, analizar y describir. Además, definimos la investigación en dos alcances: exploratorio y comparativo. Exploratorio porque es un tema poco estudiado, precisamente porque la investigación se desarrolla durante la propia pandemia, una coyuntura inédita en el país pues la pandemia y endemia pasadas no alcanzaron esta magnitud. Si bien los temas de desinformación y la pseudociencia ya han sido ampliamente revisados, el planteamiento del discurso oficial y el discurso de las posturas pseudocientíficas en el contexto de la pandemia de la COVID-19 resulta un tema novedoso en el país, por lo que la investigación no solo exploró este aspecto, sino que podría ser la base y abrir puertas para futuras investigaciones. También exploratorio porque se llevó a cabo un acercamiento a un estudio de recepción en la escala de las posibilidades del proceso, dirigido a conocer las opiniones de las personas participantes, pues un estudio de recepción involucra otros elementos y un trabajo más complejo. La investigación reviste también un alcance comparativo en el tanto que buscó comparar, indirectamente, la forma en que se construyeron ambos discursos y cómo se recibieron por parte de personas usuarias de Facebook, la red social dentro de la que se plantea realizar la investigación. Finalmente, esta tesis se realizó en vinculación con el proyecto de investigación C1316-23 “Información y des-información sobre temas de salud: análisis de los discursos sobre la pandemia del COVID-19 y su impacto en las prácticas cotidianas de los y las costarricenses”. La tesis se apoyó en dicho proyecto para recabar el corpus de pseudociencia que los investigadores del proyecto sistematizaron para el mismo, en el que, además de 34 publicaciones en redes sociales, se analizaron mensajes en las aplicaciones WhatsApp y Telegram. 3.2 Población, selección de fuentes y sujetos de información El objeto de estudio de esta investigación es, por un lado, el discurso del MS acerca de la pandemia de la COVID-19 (discurso oficial) y, por otro lado, el discurso pseudocientífico (no oficial) en torno también a la pandemia de la COVID-19, ambos en Facebook durante el periodo establecido. En el caso del MS la fuente principal y única fue su página de Facebook y se analizaron solo aquellas publicaciones que tuvieran que ver con la divulgación y comunicación de la ciencia y la información en torno a la pandemia de COVID-19 en el país durante el periodo de estudio de marzo a diciembre del 2020. Para el caso del discurso pseudocientífico, como ya se mencionó, el apoyo se dio a través del proyecto C1316-23 que dio como resultado el informe Prospecciones No. 6, del Observatorio de la Comunicación Digital del Centro de Investigación en Comunicación (Cicom) de la Universidad de Costa Rica del 2022, que trató sobre el tema y cuyos resultados alimentaron los datos de pseudociencia de la presente tesis. Finalmente, para el estudio exploratorio de recepción, el universo de población fueron las personas
Compartir