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Revista del Departamento de Historia y Geografía Vol. 13 Nº 27 Julio-Diciembre de 2009 Bogotá D.C. Colombia ISSN 0122-5197 Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia y Geografía Rector Joaquín Sánchez García S.J. Vicerrector Académico Vicente Durán Casas S.J. Vicerrector Administrativo Roberto E. Montoya Villa Vicerrector del Medio Universitario Antonio José Sarmiento Nova, S.J. Decana Académica Consuelo Uribe Mallarino Decano del Medio Universitario Luis Alfonso Castellanos Ramírez, S.J. Director del Departamento de Historia y Geografía Director de la Revista Óscar Saldarriaga Vélez Editor Óscar Saldarriaga Vélez, Ph.D. Editores Invitados Stefan Pohl-Valero, Ph.D. Matiana González Silva, Ph.D. Consejo de Redacción Óscar Guarín, M.A. Abel López, M.A. Álvaro Augusto Oviedo Hernández, Ph.D. Amada Carolina Pérez, M.A. Stefan Pohl-Valero, Ph.D. Coordinador Editorial Saúl Mauricio Rodríguez Hernández 27 Número monográfico La circulación del conocimiento y las redes del poder: en la búsqueda de nuevas perspectivas historiográficas sobre la ciencia COMITÉ EDITORIAL Alejandro Álvarez Gallego, Ph.D. Universidad Pedagógica Nacional (UPN) Bogotá, Colombia Diana Bonnett Vélez , Ph.D. Universidad de los Andes Bogotá, Colombia Jorge Cañizares Esguerra, Ph.D. University of Texas Austin, Estados Unidos Marta Herrera Ángel, Ph.D. Universidad de los Andes Bogotá, Colombia Francisco Alberto Ortega Martínez, Ph.D. Universidad Nacional de Colombia Bogotá, Colombia Álvaro Augusto Oviedo Hernández, Ph.D. Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia Guillermo Sosa Abella, Ph.D. Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) Bogotá, Colombia COMITÉ CIENTÍFICO Charles Bergquist, Ph.D. Universidad de Washington, Estados Unidos Herbert Braun, Ph.D. Universidad de Virginia, Estados Unidos Peter Burke, Ph.D. Universidad de Cambridge, Gran Bretaña Guillermo Bustos , Ph.D. Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador Zamira Díaz López Universidad del Cauca, Popayán, Colombia Thomas Fischer, Ph.D. Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt, Eichstätt, Alemania Miguel Ángel Gómez Mendoza Universidad Tecnológica, Pereira, Colombia Michael LaRosa, Ph.D. Rhodes College, Estados Unidos Manuel Lucena Giraldo, Ph.D. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid, España Gabriela Ossenbach Sauter, Ph.D. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, España Héctor Publio Pérez Ángel Colegio Braulio González, Yopal, Colombia Pablo Rodríguez Jiménez, Ph.D. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia Óscar Torres López Universidad Libre, Barranquilla, Colombia ÁRBITROS Jon Arrizabalaga Valbuena, Ph.D. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Álvaro Girón Sierra, Ph.D. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Max Sebastian Hering Torres, Ph.D. Universidad Nacional de Colombia; Germán Mejía Pavony, Ph.D. Pontifica Universidad Javeriana; Annette Mülberger Rogele, Ph.D. Universidad Autónoma de Barcelona; Agustí Nieto Galan, Ph.D. Universidad Autónoma de Barcelona; José Pardo Tomás, Ph.D. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); Stefan Pohl-Valero, Ph.D. Pontificia Universidad Javeriana; Olga Restrepo Forero, Ph.D. Universidad Nacional de Colombia; Las traducciones y correcciones de los resúmenes de este número estuvieron a cargo de Stefan Pohl-Valero, Matiana González Silva, Álvaro Dias y Maarten Goosens Memoria y Sociedad está indexada en los siguientes índices, directorios y bases de datos: ANPUH/RS (Associação Nacional de História - Núcleo do Rio Grande do Sul) HA (Historical Abstracts) AHL (Americal: History and life) LATINDEX (Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal –UNAM– México) OEI (Índices de revistas de la Organización de Estados Iberoamericanos) PUBLINDEX (Índice de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas de Colciencias. Actualmente está en la categoría C). Red ALyC, (Red de revista Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal). Fotogramas extraídos de la película "Ao Redor do Brasil. Aspectos do Interior e das Fronteiras do Brasil", dirigida por Thomaz Reis. 1932. 81 min. B/N Editorial Pontificia Universidad Javeriana Coordinación de publicaciones periódicas: María Alejandra Tejada Gómez Auxliliar de edición Matilde Salazar Ospina Corrección de estilo: Juan David González Betancur Diseño y Diagramación: Emilio E. Simmonds Imagen portada: Óscar Guarín Cra. 5a. Nº 39-00. Edificio Manuel Briceño S.J. tercer piso Tel: (57-1) 320 8320 Ext. 5885 – 5892 Fax: (57-1) 338 4554 Correo electrónico: memoria.sociedad@javeriana.edu.co Página Web: www.javeriana.edu.co/Facultades/ C_Sociales/memoria/inicio/inicio.htm 27 7 13 27 41 61 87 101 121 143 Reseñas 163 167 171 Contenido Presentación La circulación del conocimiento y las redes del poder: en la búsqueda de nuevas perspectivas historiográficas sobre la ciencia Matiana González Silva Stefan Pohl-Valero Experiencia y empirismo en el siglo XVI: reportes y cosas del Nuevo Mundo Antonio Barrera Osorio Cosmografía y astrología en Manila: una red intelectual en el mundo colonial ibérico Ana Cecilia Ávalos Flores ¿Qué hay en un nombre? La Academia Colombiana de Historia y el estudio de los objetos arqueológicos Héctor García Botero Psicoanálisis y habitus nacional: un enfoque comparativo de la recepción del psicoanálisis en Argentina y Brasil (1910-1950) Mariano Ben Plotkin Consanguinidad, sífilis, herencia y matrimonio: el lento advenimiento de la intervención médica en las leyes mexicanas del matrimonio Fabricio González Soriano y Carlos López Beltrán Recorriendo el cuerpo y el territorio nacional: instrumentos, medidas y política a fines del siglo XIX en México Laura Cházaro García La comunicación de la termodinámica. Física, cultura y poder en la España de la segunda mitad del siglo XIX Stefan Pohl-Valero Comunicar y comparar: la historia de la ciencia ante el localismo, la fragmentación y la hegemonía cultural Néstor Herran y Josep Simon Kertzer, David. Amalias’ Tale. A Poor Peasant, an Ambitious Attorney, and Fight for Justice. New York: Houghton Mifflin Company, 2008 Abel López Quevedo, Emilio, et al. Historia de la Medicina en Colombia. Tomo I. Prácticas Médicas en Conflicto (1492 - 1782). Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007 Marietta Mejía de Mesa Noticias y novedades bibliográficas 7 13 27 41 61 87 101 121 143 Book reviews 163 167 171 Content Presentation Matiana González Silva Stefan Pohl-Valero Experience and Empiricism in the 16th Century: Reports and Things of the New World Antonio Barrera Osorio Cosmography and Astrology in Manila: an Intellectual Network in the Iberian Colonial World Ana Cecilia Ávalos Flores What's in a name? The Colombian Academy of History and the Study of Archaeological Artifacts Héctor García Botero Psychoanalysis and National Habitus: a Comparative Approach to the Reception of Psychoanalysis in Argentina and Brazil (1910-1950) Mariano Ben Plotkin Consanguinity, Syphilis, Inheritance and Marriage: the Slow Emergence of Medical Intervention in Mexican Marriage Laws Fabricio González Soriano y Carlos López Beltrán Traveling through the Body and the National Territory: Tools, Measures and Politics in the Late 19th Century in Mexico Laura Cházaro García The Communication of Thermodynamics. Physics, Culture and Power in Spain in the Second Half of the 19th Century Stefan Pohl-Valero Communicating and Comparing: the Role of History of Science to Localism, Fragmentation and Cultural Hegemony Néstor Herran y Josep Simon Kertzer, David. Amalias’ Tale.A Poor Peasant, an Ambitious Attorney, and Fight for Justice. New York: Houghton Mifflin Company, 2008 Abel López Quevedo, Emilio, et al. Historia de la Medicina en Colombia. Tomo I. Prácticas Médicas en Conflicto (1492 - 1782). Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007 Marietta Mejía de Mesa News and New Books Circulation of Knowledge of power: In the Search of New Historiographical erspectives on ScienceP and Networks 7 13 27 41 61 87 101 121 143 Resenhas 163 167 171 Sumário Apresentação A circulação do conhecimento e as redes do poder: na busca de novas perspectivas historiográficas sobre a ciência Matiana González Silva Stefan Pohl-Valero Experiência e empirismo no século XVI: relatórios e coisas do Novo Mundo Antonio Barrera Osorio Cosmografia e astrologia em Manila: uma rede intelectual no mundo colonial ibérico Ana Cecilia Ávalos Flores O que há em um nome? A Academia Colombiana de História e o estudo dos objetos arqueológicos Héctor García Botero Psicanálise e habitus nacional: um enfoque comparativo da recepção da psicanalise na Argentina e Brasil (1910-1950) Mariano Ben Plotkin Consanguinidade, sífilis, herança e casamento: a lenta aparição da intervenção médica nas leis mexicanas do casamento Fabricio González Soriano y Carlos López Beltrán Percorrendo o corpo e o território nacional: instrumentos, medidas e política no final do século XIX no México Laura Cházaro García A comunicação da termodinâmica. Física, cultura e poder na Espanha da segunda metade do século XIX Stefan Pohl-Valero Comunicar e comparar: a história da ciência diante do localismo, a fragmentação e a hegemonia cultural Néstor Herran y Josep Simon Kertzer, David. Amalias’ Tale. A Poor Peasant, an Ambitious Attorney, and Fight for Justice. New York: Houghton Mifflin Company, 2008 Abel López Quevedo, Emilio, et al. Historia de la Medicina en Colombia. Tomo I. Prácticas Médicas en Conflicto (1492 - 1782). Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007 Marietta Mejía de Mesa Notícias e Novos Livros La circulación del conocimiento y las redes del poder / Matiana González Silva / Stefan Pohl-Valero/ 7 Como cualquier otro sistema sociocultural, la cien- cia no puede considerarse un ente aislado de los contextos en los que se produce, se recrea y se utiliza. No obstante, su historia ha permanecido tradicionalmente aislada de las visiones más integradoras sobre el pasado de las sociedades. Sea por el nacimiento mismo de la historia de la ciencia como disciplina, cultivada originalmente por los propios científicos interesados en construir sus mitos de origen, o por la pretendida singularidad de su objeto de estudio, actualmente, los historiadores de la ciencia tienen sus propias publicaciones, muchas veces departamentos universitarios específicos y hasta trayectorias académicas peculiares. Pero ello no significa que la ciencia no sea un componente fundamental de estructuras más amplias, ni que su influencia más allá de sus “fronteras” no resulte mucho más relevante de lo que, en muchos casos, podría deducirse a partir de la lectura de un tratado de historia “general”. Presentar en espacios más amplios una especialidad que por lo general arma toldo aparte, está en el origen de la idea de organizar el presente dossier sobre historia de la ciencia para Memoria y Sociedad, precisamente una revista de historia general. Pero este no ha sido, ni de lejos, el único motivo. El monográfico intenta reflejar el gran dinamismo que está viviendo la historia de la ciencia en Colombia y América Latina en la ac- tualidad, así como las perspectivas que esta disciplina puede aportar para delinear nuevas vías de investigación que integren la ciencia como objeto de análisis en el ámbito general de las ciencias sociales y las humanidades, en beneficio de todos los involucrados. El dossier tiene, pues, dos objetivos. Por un lado, hacer aportes significativos en el campo de la historia de la ciencia mismo, con un conjunto de trabajos centrados en América Latina y en el campo de influencia de la Corona española, que ofrecen novedades empíricas e historiográficas y contribuyen al entendimiento tanto de los casos específicos que presentan como a la dinámica general del decurso histórico de la ciencia. Por el otro lado, la idea ha sido ofrecer aproximaciones que permiten cruzar fronteras disciplinares y que buscan un diálogo más efectivo con otros historiadores y científicos sociales. Por las características propias de su objeto de estudio, la tensión entre localidad y universalidad es un elemento clave en la historia de la ciencia. Lo es porque el conocimiento científico, para ser considerado como tal, aspira a ser válido en cualquier sitio e independientemente de cualquier circunstancia. Pero, al mismo tiempo, necesariamente es creado —y recreado— en lugares concretos. En cada uno de estos espa- cios, los actores que dedican su tiempo a hacer ciencia están inmersos en tradiciones propias y rodeados de un entramado político, ideológico e intelectual en el que las teorías y las prácticas científicas sufren múltiples transformaciones. Esto configura diferentes colectivos que se relacionan e interactúan con teorías, prácticas, instrumentos y tradiciones. Entender las redes sociales subyacentes a la empresa científica resulta imprescindible, precisamente, para con- formar una imagen completa de una actividad cuyo poder político deriva en buena parte de su pretensión de universalidad y objetividad. Dentro de la historiografía de la ciencia reciente, uno de los aspectos más relevantes ha sido el reco- nocimiento de que la ciencia moderna es un elemento fundamental en la configuración de nuestras sociedades, mediante la articulación de discursos y prácticas relacionados no sólo con el conocimiento de la naturaleza sino La circulación del conocimiento y las redes del poder: en la búsqueda de nuevas perspectivas historiográficas sobre la ciencia Presentación 8 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 también con otros espacios de la vida social y política de una sociedad. Esta modificación de perspectiva ha permitido desplazar la mirada desde las grandes figuras y disciplinas científicas con mayúscula, para centrarse en fenómenos más complejos que incluyen, por ejemplo, las dimensiones política e ideológica de la ciencia o las diferentes interpretaciones que pueden hacerse de una misma teoría. Al mismo tiempo, se ha cuestionado la idea misma de que la ciencia moderna es un conocimiento universalmente válido que se difunde apaciblemente por todas las latitudes para un mejor entendimiento de los fenómenos naturales. La tensión entre el carácter local y universal de la ciencia, por su parte, ha traído como consecuencia el situar los procesos comunicativos en el centro mismo del ojo del historiador, al entender que el conocimiento está en constante circulación entre diferentes lugares y actores diversos, que se lo apropian de manera distinta y que se retroalimentan mutuamente. Pensar y rastrear la ciencia desde la perspectiva de su circulación, entendida como un proceso que abarca tanto la comunicación como la apropiación, permite no sólo superar el viejo modelo de difusión y recepción pasiva de la ciencia, sino replantear conceptos historiográficos tradicionales, plante- ar nuevas preguntas y entrever otros procesos mediante los cuales se ha forjado la ciencia moderna. Al mismo tiempo, abre las puertas para abordar el quehacer científico como una serie de prácticas situadas localmente, pero, a la vez, inmersas en sistemas mucho más amplios y observar cómo en cada espacio estas prácticas han operado como una fuente de representacio- nes y discursos sobre la verdad. Este número monográfico está compuesto por estudios de caso que tienen en común el centrarse, precisamente, en la conformación de diferentes redes de conocimiento, así como en la manera en que la cienciase transforma y se construye en la medida en que circula entre diferentes espacios, ya sean geográficos, sociales o disciplinares y, de forma más general, entre el orden natural y el orden social. Contra lo que pudiera parecer en un primer momento, no se trata de un dossier definido por el carácter “periférico” de los espacios en donde se sitúan sus estudios de caso, si bien Brasil, Colombia, Filipinas, España, México y Argen- tina, generalmente han sido considerados como tales. No hemos querido oponer la periferia al centro y decir que, mientras en un espacio sucedía una cosa, en otro sucedía otra. Lo que hemos querido es que cada caso muestre un elemento importante en la conformación de la ciencia como empresa local con pretensiones universales. En este diálogo entre lo global y lo local creemos que radica el mayor aporte de los estudios que presentamos, abonando a la com- prensión de uno de los grandes problemas para los historiadores de la ciencia: la manera como circula un conocimiento que, siendo producido en un lugar concreto, aspira a universalizarse y a ser aceptado como verdadero en cualquier lugar geográfico e institucional. A pesar de que la periferia no ha sido la categoría rectora de estos estudios, es cierto también que concebir la ciencia como una serie de prácticas locales que, sin embargo, están inmersas en un sistema global, resulta especialmente relevante para aquellos lugares desprovistos de las que tradicionalmente se consideran las grandes fi- guras de la historia de la ciencia moderna —léase Galileo, Newton o Darwin—, pero en donde no por ello la práctica científica ha tenido menor importancia ni elementos que les son estricta- mente propios. Así pues, los artículos aportan elementos para comprender mejor la naturaleza de la ciencia en diferentes espacios y períodos de tiempo y sacan a la luz su papel central en la configuración de los Estados modernos. La actividad científica se nos presenta, entonces, como elemento constitutivo en la definición de las identidades nacionales, los significados del progreso o la civilización, las relaciones de poder y los marcos conceptuales para entender y abordar la realidad social, entre otros aspectos relevantes. Como ya apuntamos antes, los artículos enfatizan los procesos comunicativos del quehacer científico y la circulación del conocimiento entre diferentes lugares. El artículo de Antonio Barrera, que da inicio al dossier, deja claro, por ejemplo, cómo el envío a España de informes sobre la naturaleza La circulación del conocimiento y las redes del poder / Matiana González Silva / Stefan Pohl-Valero/ 9 del Nuevo Mundo en el siglo xvi, respondiendo tanto a los intereses comerciales de individuos concretos como a los de la Corona española en plena etapa de expansión imperial, sentaron las bases para el empirismo generalmente asociado con la Revolución Científica que, según la narración canónica, tuvo lugar en Inglaterra un siglo más tarde. El artículo cuestiona la noción misma de esta revolución y destaca el papel fundamental del encuentro de España con el Nuevo Mundo para el surgimiento tanto de una nueva epistemología empírica como de los espa- cios institucionales que cobijaron estas novedosas prácticas basadas en la observación, tales como la Casa de Contratación de Sevilla. El artículo de Ana Ávalos, que aborda las prácticas astrológicas entre un grupo de cosmógrafos afincados en Filipinas, trata también, sobre los intercambios de saberes en territorios conquis- tados para España y sobre los intereses de la Corona conseguidos a través de la ciencia. El artículo analiza la coexistencia de la astrología y otros campos del conocimiento, lo que, a su vez, arroja luz sobre el carácter histórico y dinámico de las fronteras disciplinares. A partir de la recons- trucción de una microhistoria basada princi- palmente en fuentes inquisitoriales, el texto de Ávalos rastrea los caminos del conocimiento y la formación de redes entre actores concretos que compartían determinadas circunstancias no sólo profesionales y de formación, sino también vitales, a lo largo del siglo xvii. Dado que otro elemento rector de este número monográfico es el papel de la ciencia en el establecimiento de redes de poder, no es casual que el mayor peso lo tengan el siglo xix y las primeras décadas del xx, por cuanto de definitorio tuvo este período en el desarrollo de las nacientes naciones latinoamericanas. No es exagerado afirmar que, durante el siglo xix, la ciencia —y los científicos— jugaron un papel fundamental en la definición de conceptos como raza, nación, progreso o productividad, que, a su vez, permearon de manera profunda el pensamiento social y político de la época. Esto nos lleva a señalar otro aspecto fundamental que sale a la luz con los estudios de caso presentados en este monográfico, a saber, la interacción entre el conocimiento científico y los proyectos de nación de diferentes grupos sociales —particularmente las élites— en cada uno de los países estudiados. La construcción nacional a través de la relación de los nuevos países independientes con su pasado indígena y las poblaciones autóctonas aparece así como coordenada en los artículos de Mariano Plotkin y Héctor García, que, además, tienen en común estudiar dos campos de la ciencia tradicionalmente poco abordados por los histo- riadores: el psicoanálisis y la antropología, res- pectivamente. García analiza cómo los objetos producidos por las comunidades prehispánicas fueron materia de análisis experto en Colombia mucho antes de la institucionalización de la an- tropología, y que fueron abordados con una mirada determinada por criterios estéticos y una axiología propios de la época. La confor- mación de saberes relacionados con los objetos prehispánicos y, en general, con la cultura mate- rial indígena, se nos presenta en este artículo como un conocimiento fundamental para la construcción del Estado-nación, resaltando la ne- cesidad de historiar nociones como “objetos arqueológicos”, que muchas veces se abordan como “esencias” ahistóricas. El artículo refleja, también, la relación entre la reconstrucción de un pasado prehispánico a través del análisis de las “antigüedades” y el ejercicio del poder, al generar una relación asimétrica y jerarquizada entre quienes producen conocimiento y quienes son objeto de ese mismo conocimiento. Plotkin, por su parte, ofrece un ejemplo muy claro de los diferentes factores que determinaron las enor- mes diferencias en la apropiación de las teorías psicoanalíticas en Brasil y Argentina por parte de grupos tan variados como los médicos, los círculos artísticos de vanguardia o los científicos sociales. Plotkin destaca en su artículo la importancia de tener en cuenta las preocupaciones y tradiciones existentes en un determinado contexto a la hora de analizar los procesos de transnacionalización de las teorías científicas, apuntando a la idea de que ciertos sistemas conceptuales logran apropiar- se e incorporarse ampliamente en determinadas sociedades, en la medida que son compatibles con el habitus nacional y social correspondientes. Al mismo tiempo, el autor mira a través del 10 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 psicoanálisis las complejas relaciones de ambos países con los inmigrantes, por un lado, y las po- blaciones autóctonas, por el otro. La compleja interacción entre raza, cultura y nación que se entrevé en los artículos de Plotkin y García, está en la base misma del texto de Fabricio González Soriano y Carlos López Beltrán, que aportan un interesante ejemplo de la reelaboración de las teorías científicas sobre la herencia de acuerdo a los valores y tradiciones de los grupos sociales dominantes en México. Mediante un detallado análisis de las regulaciones médicas sobre el matrimonio y la evaluación de los matrimonios consanguíneos, los autores se adentranen temas más amplios, como el papel —y la definición—de blancos, indígenas y mestizos para la construcción del México moderno; el temor por parte de las élites a la degeneración de la raza y el papel del Estado en todo ello. El artículo saca a la luz la reconceptualización local de las teorías sobre la herencia —un concepto más amplio que el evolucionismo darwiniano— de acuerdo a una situación que exigía a las élites conservar, al mismo tiempo, el estatus derivado del color de la piel y adaptarse a las teorías científicas consideradas de vanguardia. Junto con los geógrafos y astrónomos, los médicos mexicanos son también protagonistas del artículo de Laura Cházaro, pero lo son en función de los instrumentos que utilizaban, que constituyen el verdadero objeto de atención de la autora. Cházaro estudia las prácticas de medición por parte de médicos e ingenieros a finales del siglo xix y su papel en el establecimiento tanto de lo normal y lo patológico, en el caso de los cuerpos, como de las fronteras y el territorio soberano del país. Este artículo tiene profundas implicaciones epistemológicas al aportar ejemplos muy claros sobre la relación entre los sujetos que miden y la pretendida objetividad de sus mediciones, al tiempo que incorpora a los instrumentos de me- dición como actores clave en las pretensiones de universalidad y en la configuración del cono- cimiento científico. Desde su perspectiva, el acto de medir, ya fueran cuerpos o territorios, suponía un ejercicio situado y de poder que le otorgaba los calificativos de científicos y objetivos a prácticas de construcción de subjetividades; en otras pala- bras, una normalización cargada de valores mora- les y políticos de los ciudadanos y el espacio geo- gráfico mexicanos. El uso social de la ciencia relaciona los dos estudios anteriores con el artículo de Stefan Pohl-Valero, situado, sin embargo, del otro lado del Atlántico, en la España decimonónica en pleno proceso de restauración borbónica. Pohl rastrea la circulación de las recientemente formuladas leyes de la ter- modinámica en la esfera pública española de la época y muestra cómo, a un nivel local, esta ciencia se construyó en respuesta a una variedad de objetivos de diferentes grupos sociales: desde elaborar una teoría física moderna que, al mismo tiempo, evitara el materialismo censurado por los círculos más conservadores, hasta legitimar los esfuerzos secularizadores, institucionalizar la física teórica o validar discursos sobre cómo debería funcionar la sociedad. Adicionalmente, el artículo apunta a la idea de que tras un proceso de reelaboración cultural, la termodinámica articuló una matriz interpretativa para abordar los problemas económicos y sociales propios de la sociedad industrializada española de finales del siglo xix. Este número termina con una reflexión histo- riográfica de Néstor Herran y Josep Simon que, creemos, contribuirá a que los lectores se formen una opinión más informada sobre el conjunto de los artículos. El texto aborda algunos de los puntos más debatidos entre los historiado-res de la ciencia en este momento, incluida la idea misma de concebir la práctica científica como un proceso de comunicación, la problematización de los Estados-nación como unidades de análisis histórico, el internacionalismo o la excesiva especialización de los productos académicos de la disciplina. Aunque esta reflexión historiográfica está centrada en las así llamadas “periferias científicas” europeas, cuanto ahí se dice constituye un detonante para la reflexión en historiadores de otras latitudes. En sus conclusiones, Herran y Simon apuestan por promover los estudios com- parados y prestar más atención a los procesos La circulación del conocimiento y las redes del poder / Matiana González Silva / Stefan Pohl-Valero/ 11 de circulación de la ciencia para así configurar espacios de análisis histórico que comprendan desde lo local hasta lo transnacional. En nuestra opinión, los artículos que integran este dossier son ya, en buena medida, ejemplos que apuntan hacia estas direcciones. El artículo de Mariano Plotkin, sin ir más lejos, ofrece una detallada comparación entre la recepción y apropiación del psicoanálisis en dos países dife- rentes. También Laura Cházaro incursiona en el ejercicio comparativo, al poner en contacto disciplinas aparentemente tan lejanas como la geografía y la medicina a través de la importan- cia que en ambas tuvieron las prácticas de medi- ción, mientras que Stefan Pohl lee las diferentes apropiaciones de las mismas leyes de la termo- dinámica en grupos sociales radicalmente dife- rentes y con intereses a veces contrapuestos. A su vez, Héctor García explora las relaciones entre valores estéticos e interpretaciones arqueo- lógicas. Una lectura conjunta de estos artículos permite vislumbrar un concepto más amplio del análisis comparado, definido ya no sólo en términos geográficos, sino de espacios sociales y prácticas análogas. La dimensión comunicativa de la ciencia, por su parte, se ve reflejada en los artículos de Antonio Barrera y Ana Ávalos, que analizan la manera en que diferentes actores e ins- tituciones se insertaron en las amplísimas redes que se constituyeron en los siglos xvi y xvii entre el Nuevo Mundo y España. López Beltrán y González Soriano, por su parte, destacan la transformación de un sistema médico y legal al viajar desde Francia hasta México. En esta breve presentación del monográfico, hemos intentado resaltar cómo cada uno de los artículos que lo componen se relaciona con el interés inicial de ejemplificar la tensión que surge entre el carácter situado del quehacer científico y el estatuto de saber universal y neutral que se otorga a la ciencia, así como el papel que en este proceso juegan los procesos comunicativos. Los científicos se nos muestran aquí como autoridad para establecer fronteras, autorizar matrimonios, determinar qué cuerpo es normal y cuál patológico, justificar políticas encaminadas a incrementar la productividad y mantener el control social o establecer el papel de los grupos indígenas –presentes o pasados– en la confor- mación de una nación. Lejos del aislamiento que generalmente se les atri- buye, los científicos resultan, así, seres inmersos en contextos bien determinados, y aquellos que están lejos de los “centros” de producción cientí- fica dejan de parecernos meros receptores de los descubrimientos que a la postre se convertirían en la ciencia oficial. La apropiación mediada se hace patente en los ejemplos sobre la adapta- ción de las nuevas teorías por parte de diferentes grupos y según su cultura y su contexto. Por otro lado, se muestra, también, cómo los científicos y sus prácticas se establecieron muchas veces como “expertos de Estado”, ayudando a configurar el pensamiento social y el pasado nacional y defi- niendo políticas concretas de intervención sobre los individuos y las poblaciones. Agradecemos muy efusivamente a los autores, que con sus valiosos artículos le dieron forma a este dossier y consiguieron resaltar en cada uno de sus trabajos los elementos que dan coherencia a esta mirada colectiva sobre aspectos muy específicos del pasado científico relacionados con la circulación del conocimiento y las redes del poder. Antes de terminar, no queremos dejar de mencio- nar que el “fermento intelectual” que permitió pensar este monográfico se desprende, en gran parte, de la intención del grupo de investigación internacional, Science and Technology in the European Periphery (STEP), al cual pertenecemos desde hace varios años, de establecer puentes intelectuales con otros continentes. Las discu- siones en el seno del Centro de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Barce- lona y la Institució Milà i Fontanals-CSIC de la misma ciudad, donde ambos nos formamos, así como del grupo Saberes, poderes y culturas en Colombia, donde uno de nosotros–Stefan– ha participado desde el año 2008, han resultado también cruciales. Matiana González Silva Stefan Pohl-Valero Barcelona y Bogotá, octubre de 2009. Resumen En este artículo se discute la aparición de prácticas empíricas durante el siglo xvi en el contexto del imperio hispanoamericano. La tesis es simple: la expansión comercial e imperial de España en América (al igual que la de otros reinos europeos más tarde) impulsó la creación e institucionalización de prácticas empíricas para el estudio de la naturaleza americana. Este fue un evento significativo en el desarrollo de la ciencia moderna que no ha recibido la atención adecuada de los historiadores de la ciencia. La historiografía tradicional ha discutido los mecanismos sociales que ayudaron a establecer prácticas empíricas como parte de la ciencia moderna, pero no considera la experiencia de América como un elemento central en el desarrollo de esas prácticas durante el siglo xvi. Existe una correlación clara pero todavía no estudiada entre el proceso de conquista y colonización de América y el desarrollo de prácticas empíricas en los siglos xvi y xvii. Este artículo estudia el proceso de creación de cuestionarios y expediciones para entender el mundo americano como parte no sólo de la formación del Estado moderno sino también como parte del desarrollo de la ciencia moderna. Abstract his article discusses the emergence of empirical practices in the context of the sixteenth-century Spanish American empire. My thesis is simple: the commercial and imperial expansion of Spain in America (as well as the expansion of other European kingdoms afterwards) fostered the creation and institutionalization of empirical practices for the study of the natural world. his was a significant event that has not yet been well understood in history of science. In the traditional historiography of the history of science the emphasis has been placed on the European social mechanisms that helped to establish empirical practices. It does not consider the American experience central in the understanding of the emergence and institutionalization of those practices; I argue that the American experience was central in the development of modern science. his article studies the creation of questionnaires and expeditions not only as part of state formation but also as part of the development of modern science. Resumo Neste artigo discute-se a aparição de práticas empíricas durante o século xvi no contexto do império hispano-americano. A tese é simples: a expansão comercial e imperial da Espanha na América (da mesma forma que outros reinos Europeus mais tarde) impulsionou a criação e institucionalização de práticas empíricas para o estudo da natureza americana. Este foi um evento significativo no desenvolvimento da ciência moderna que não recebeu a atenção adequada dos historiadores da ciência. A historiografia tradicional tem discutido os mecanismos sociais que ajudaram a estabelecer práticas empíricas como parte da ciência moderna, mas não considera a experiência da América como um elemento central no desenvolvimento dessas práticas durante o século xvi Existe uma correlação clara, mas ainda não estudada entre o processo de conquista e colonização da América e desenvolvimento de práticas empíricas nos séculos xvi e xvii. Este artigo estuda o processo de criação de pesquisas e expedições para entender o mundo americano como parte não só da formação do Estado moderno senão também como parte do desenvolvimento da ciência moderna. Antonio Barrera Osorio Profesor asociado y director del programa de Africana and Latin American Studies, History Department, Colgate University. Doctor en Historia de la University of California, Davis, Estados Unidos. Correo electrónico: abarrera@colgate.edu Este artículo se desprende de la investigación hecha para el libro Experiencing Nature: he Spanish American Empire and the Early Scientific Revolution (University of Texas Press, 2006) y que fue financiada por Colgate University (Hamilton, N.Y.), John Carter Brown Library (Providence, R.I.) y the Huntington Library (San Marino, C.A.). Experiencia y empirismo en el siglo XVI: reportes y cosas del Nuevo Mundo1 Experience and Empiricism in the 16th Century: Reports and Things of the New World Experiência e empirismo no século XVI: relatórios e coisas do Novo Mundo Palabras clave autor Experiencia, nueva ciencia, expediciones, América siglo xvi, relaciones geográficas. Palabras clave descriptor América Latina, historia, Siglo xvi, ciencia y civilización, historiografía. Key Words Author Experience, New Science, Expeditions, America 16th century, Questionnaires. Key Words Plus Latin America, History, 16th Century, Science and Civilization, Historiography. Palavras chave Experiência, nova ciência, expedições, América século xvi, relações geográficas. Palavras descriptivas América Latina, história, século xvi, a ciência e civilização, historiografia. Mem.soc / Bogotá (Colombia), 13 (27): 13-25 / julio-diciembre 2009 / 13 1 Este documento es una versión ampliada de una ponencia dada en el congreso de la History of Science Society en 2002. Se dan las gracias a Susan Dean-Smith, Daniela Bleichmar, Paula DeVos y al público por sus comentarios. Además, este trabajo es una versión un poco modificada de un artículo que fue publicado en inglés como Antonio Barrera, “Empire and Knowledge: Reporting from the New World”, Colonial Latin American Review 15 (2006): 39-54. Finalmente, se agra- dece a Stefan Pohl por su invitación a publicar este artículo en Memoria y Sociedad. Gracias a él y a Matiana González por sus comentarios y ayuda editorial. También, a Pilar Mejía por traducir este documento y por sus preguntas. 14 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 En 1518, Diego Velázquez obtuvo una licencia de los oficiales reales de La Española para enviar una flota a Cozumel y Yucatán, con el fin de “conocer sus secretos” y reportarlos a la Corona2. En ese año, Carlos I (r. 1516-1556), el recientemente coronado rey de España (1516) y próximo a ser elegido emperador del Sacro Imperio (1519), recibió una carta de Alonso de Zauzo (1466- 1527) sobre las mercancías disponibles en La Española. En su carta, Zauzo mencionaba, entre otras mercancías, la madera de Brasil (colorante), el guayacán (Guaiacum, un medicamento utilizado para tratar la sífilis) y resinas olorosas (similares al incienso)3. Así mismo, en 1520, la Corona ordenó al explorador Juan de Cárdenas que enviase un “boceto y dibujo” de Barbados, Trinidad e Isla Verde (al este de Venezuela)4. Estas actividades de información, y otras similares, fueron uno de los resultados de la expansión comercial europea y del establecimiento de imperios de larga distancia durante los siglos xv y xvi5. Durante este último, en particular, no- bles, médicos, comerciantes, funcionarios reales y artesanos comenzaron a recolectar artículos, materias primas, curiosidades e información, en un intento de acumular riqueza, prestigio social y un mejor entendimiento del mundo natural en el Nuevo Mundo. Los gabinetes de curiosi- dades y los museos son quizás las instituciones más conocidas de aquellas que surgieron de esta práctica de recolectar y coleccionar, pero el uso de los informes y los cuestionarios también se convirtió en una herramienta común entre los historiadores naturales, los funcionarios reales y los empresarios para recoger información del mundo natural. Este artículo analiza el surgimiento de informes, cuestionarios y expe- diciones que recolectaron información empírica sobre el Nuevo Mundo durante el siglo xvi. La emergencia e institucionalización de prácticas empíricas es uno de los aspectos fundamentales en el desarrollo de la ciencia moderna. En gene- ral, la literatura historiográfica sobre este tema considera que esa institucionalización ocurrió en sitios como la Royal Society de Londres6.Este trabajo, en contraste, ubica la primera institu- cionalización de esas prácticas en la Casa de la Contratación de Sevilla y argumenta que esa ins- titucionalización fue el resultado de actividades comerciales e imperiales en América. Coleccionando cosas de la naturaleza: de los informes privados a los decretos reales Después de un primer período de exploración y colonización de las islas del Caribe, los espa- ñoles comenzaron a explorar la tierra firme en la década de 1520. Con estas exploraciones, lle- garon nuevos informes a España. Durante esta década, la Corona trató de establecer un meca- nismo sistemático de recolección de informa- ción empírica acerca de la naturaleza del Nuevo Mundo. Estos intentos coincidieron, en primer lugar, con el establecimiento formal del Consejo de Indias para la administración del Nuevo Mundo en 15247; en segundo lugar, con la publicación del Sumario de la historia natural de las Indias (1526), de Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), y, finalmente, con la inspección de la Casa de la Contratación por oficiales de la Corona para su reforma en 1526. 2 “Capitulación otorgada a Diego Velázquez para ir a descubrir y conquistar Yucatán y Cozumel. Noviembre 13, 1518. Zaragoza”, en Las capitulaciones de Indias en el siglo XVI, comp. Milagros Vas Mingo (Madrid: Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1986), 169-172. 3 “Carta de Alonso de Zauzo al emperador Carlos V. Enero 22, 1518. La Española”, en Relaciones Geográficas de Indias: Perú, comp. Marcos Jiménez de la Espada (Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, 1965), vol. I, 11ff. 4 AGI, Real cédula al Licenciado Juan de Cárdenas para rescatar en las Islas del Caribe. Agosto 27, 1520, Indiferente, 420, L. 8, fs. 253v-255r. 5 Sobre esta idea, ver Steven J. Harris, “Long-distance corporations, big science, and the Geography of knowledge”, Configurations 6 (1998): 269-304. 6 Sobre la Royal Society, ver M. Hunter, Establishing the New Science. The Experience of the Early Royal Society (Woodbridge: The Boydell Press, 1989); S. Shapin and S. Schaffer, Leviathan and the air-pump: Hobbes, Boyle, and the experimental life (Princeton: Princeton University Press, 1985); S. Shapin, “The House of Experiment in Seventeenth-Century England”, Isis 79 (1988): 373-404. Las historias sobre la revolución científica enfatizan la importancia de la institucionalización de prácticas empíricas, pero no hacen referencias al caso español y americano. Ver S. Shapin, The Scientific Revolution (Chicago: The University of Chicago Press, 1996). 7 Sobre el Consejo de Indias, ver Ernst Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias (Sevilla: Imp. M. Carmona, 1935), vol. 1, 24- 55 y Ernst Schäfer, “El Origen del Consejo de Indias”, Investigación y Progreso VII (1933): 141-145 Experiencia y empirismo en el siglo xvi: reportes y cosas del Nuevo Mundo / Antonio Barrera Osorio / 15 La Casa de Contratación se había establecido en 1503 para la administración y el desempeño de actividades comerciales relacionadas con el Nuevo Mundo. Unos años más tarde, en 1508, el rey Fernando ordenó el establecimiento de oficinas para regular la navegación al Nuevo Mundo, la elaboración de mapas y la formación de pilotos. Durante la inspección a la Casa en 1526, los inspectores encontraron que había demasia- dos y distintos mapas de rutas para la navegación a las Indias, en lugar del mapa maestro que ya había sido instituido originalmente en 1508 y nuevamente en 1512. Después de la visita, el rey ordenó a los mejores y más expertos pilotos que se reuniesen con el piloto mayor y estableciesen la carta real de navegación8. Unos meses más tarde, el 6 de octubre de 1526, el rey Carlos I le asignó a Hernando Colón (1488-1539) la tarea de hacer una carta maestra de navegación, un mapamundi y un globo terráqueo, que debería incluir las nuevas tierras9. Colón y un equipo de expertos habían traba- jado anteriormente en un proyecto real para la descripción de España. Para este proyecto, Colón y su equipo visitaron y recolectaron información de casi siete mil pueblos en España10. Para la elaboración de la carta maestra, el mapamundi y el globo, la Corona ordenó a Colón que trabajase con gente experta en la navegación. Los cosmógrafos Diego Ribeiro (m. 1533) y Alonso de Chaves (1523c.-1574) ayudaron a Colón en su trabajo. Durante este período, Diego Ribeiro hizo algunos mapas del Nuevo Mundo. Al año siguiente, en 1527, la Corona también ordenó a los pilotos y capitanes de barcos que enviasen un informe de sus viajes con indicaciones de las rutas, tierras e islas que se encontraran durante aquellos viajes, así como distancias, altura y descripciones de las costas. Este decreto real marcó el inicio del interés activo de la Corona por la recopilación de información proveniente de la experiencia personal de individuos acerca de la geografía del Nuevo Mundo y por el esta- blecimiento sistemático de la cartografía de América11. Contemporáneo a los intentos de la Casa de reunir información sobre el Nuevo Mundo y producir una carta maestra de navegación más precisa, Gonzalo Fernández de Oviedo escribió y publicó el primer libro sobre la historia natural de las Indias, que apareció en 1526. Oviedo publicó su Sumario de la natural historia de las Indias, a petición de Carlos V12. El libro fue el informe más extenso sobre la naturaleza del Nuevo Mundo escrito hasta ese momento. Este libro de historia natural se basó en la experiencia personal de su autor en el Nuevo Mundo. Tradicionalmente, los libros de historia natural eran comentarios sobre tradiciones clásicas conectadas con los libros de historia natural de Plinio, el Génesis y las obras de Aristóteles, entre otros. Sin embargo, las actividades de la Casa, la elabo- ración de mapas y el libro de Oviedo formaron parte de un contexto más amplio en el que estas actividades de recolección fueron impor- tantes. Al mismo tiempo, y aún anterior a estas actividades iniciadas por la gente común (pilotos, navegantes, empresarios o historiadores naturales) y apropiadas por la Corona, empresarios 8 AGI, Real cédula para hacer una carta de navegación nueva y verdadera. Junio 20, 1526. Granada, Indiferente, 421, L. 11, fs. 21v-22v. 9 AGI, Real cédula a Hernando Colón para que termine la carta de navegación que se le ordeno en cédula real de octubre 6 de 1526 (Granada). Mayo 5, 1535. Madrid, Indiferente, 1961, L. 3, fs. 276r-276v. 10 Sobre este proyecto, ver G. Parker, “Maps and Ministers: The Spanish Habsburgs”, en Monarchs, Ministers, and Maps: The Emer- gence of Cartography as a Tool of Government in Early Modern Europe, ed. David Buisseret (Chicago and London: The University of Chicago Press, 1992), 128. El proyecto se detuvo en 1523. 11 AGI, Real cédula a los maestres y pilotos para que escriban reportes sobre sus viajes. 16 de marzo 1527, Indiferente, 421, citado en Paulino Castañeda Delgado, Mariano Cuesta Domingo y Pilar Hernández Aparicio, “Estudio preliminar”, en Quatri Partitu Cosmografía en práctica, y por otro nombre Espejo de Navegantes, Alonso de Chaves (Madrid: Instituto de Historia y Cultura Naval, 1983), 20 y nota 24. Unos años más tarde, este proyecto de la cartografía del Nuevo Mundo incluiría el trabajo de los pueblos indígenas, ver Barbary E. Mundy. The Mapping of New Spain: Indigenous Cartography and the Maps of the Relaciones Geográficas (Chicago: The University of Chicago Press, 1996). 12 El libro fue publicado en Toledo en 1526 bajo el título de La hystoria natural de las Indias. Dentro del libro viene el título que utilizamos hoy en día: Sumario de la natural y general istoria de las Indias, que escrivio Gõçalo Fernádez de Ouiedo alias de Valdés natural de la Villa de Madrid, vezino y regidor de la cibdad d 'Santa María La Antigua del Darién: en tierra firme: Dando relacion a la S.C .C .M. del Emperador Don Carlos NuestroSeñor de algunas cosas que el dicho autor vido y ay en las Indias. Sobre estos títulos, ver Felipe Picatoste y Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI (Madrid: Imprenta y Fundación Manuel Tello, 1891), 98. 16 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 particulares interesados en explotar la naturaleza americana habían y continuaban enviando informes a la Corona sobre, por ejemplo, plantas medicinales y tinturas13. En contraste con la tradi- ción aristotélica, que considera la experiencia un paso en un proceso de deducción desde los principios universales, estos informes basados en la experiencia personal, eventos y cosas na- turales se convirtieron en los fundamentos del conocimiento14. La Corona incorporó estrategias individuales empíricas de los pilotos, los historia- dores naturales y los empresarios en la estructura del Estado imperial para la recolección de in- formación. Estos informes constituyeron un mo- delo en el cual la Corona finalmente basaría sus actividades de recolección empírica. El caso del bálsamo de Santo Domingo ilustra la relación entre los empresarios y los funcionarios reales y cómo de esta relación surgieron prácticas empíricas15. En 1526, Antonio de Villasante, residente de Santo Domingo, afirmó haber encontrado un bálsa- mo en La Española. El bálsamo era un remedio antiguo muy admirado en la medicina clásica y, por supuesto, estaba mencionado en el Dios- córides16. El bálsamo procedía de Egipto y era una medicina redentora capaz de curarlo todo: útil para los problemas de visión, antídoto para curar las heridas, capaz de provocar la orina, mitigar la fatiga o provocar la menstruación. Aunque en el siglo xvi ya existía un mercado para el bálsamo en Europa, sabemos poco acerca de Antonio de Villasante. El historiador Ernst Schäfer sostiene que Villasante ya era residente de Santo Domingo en 151417, donde recibió 35 personas indígenas tainos en encomienda18. Se casó con Catalina de Ayahibex, una cacica que se había convertido al cristianismo. Villasante llegó a ser amigo del gobernador Don Diego Colón y, más tarde, obtuvo una licencia suya para explotar el bálsamo y otros medicamentos en la isla. A mediados de la década de 1520, Villasante viajó a España para garantizar el monopolio en la explotación del bálsamo y otras drogas, obteniendo de la Corona el derecho a explotar el bálsamo con la condición de que presentase ante el Consejo de Indias “un largo y muy completo informe sobre el bálsamo”, requisito que Villasante cumplió cabalmente. En primer lugar, Villasante estableció cuál había sido la fuente de su información. Había conocido el bálsamo y otros medicamentos, dijo, a través de su esposa, cacica de los tainos, Catalina de Ayahibex y la familia de esta. Luego, Villasante explicó que sabía por experiencia que en La Española, cerca de Santo Domingo, había un árbol llamado bálsamo en español y boni, guacunax o canaguey en el idioma nativo, dependiendo de la provincia. A continuación, describió el árbol, su altura, grosor, color y forma de las hojas, el color y el olor de la corteza, el tipo de fruta y el hábitat. Después de la descripción del árbol, Villasante 13 Este es un aspecto importante del argumento de este artículo: las prácticas empíricas que se discuten aquí aparecen, primero, entre la gente común (gente que no perteneció al orden de la nobleza) y, después, la Corona apropia esas actividades. Así, los reportes aparecen entre mercaderes y exploradores en primera instancia y, una vez entendida la utilidad de esos reportes, la Corona empieza a pedir a otros mercaderes, exploradores, navegantes y oficiales que envíen reportes. 14 P. Dear, Discipline & Experience: The Mathematical Way in the Scientific Revolution (Chicago: The University of Chicago Press, 1995), 25. 15 Para obtener una versión completa del caso del bálsamo, ver A. Barrera, “Local Herbs, Global Medicines: Commerce, Knowledge, and Commodities in Spanish America”, en Merchants and Marvels: Commerce, Science, and Art in Early Modern Europe, ed. Pamela Smith y Paula Findlen (New York: Routledge, 2001). 16 Dioscorides, Pedacio Dioscorides Anazarbeo, acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortiferos, Traduzido de la lengua Griega, en la vulgar Castellana, & illustrado con claras y subs- tantiales annotationes, y con las figuras de innumeras plantas exquisitas y raras, por el Doctor Andres de Laguna, Medico de Julio III. Pont. Maxi. (Salamanca: Por Mathias Gast., 1563), 26. 17 Ernst Schäfer, “Antonio de Villasante, descubridor droguista en la Isla Española”, Investigación y Progreso IX, 1 (1935): 13-15, 13. El nombre de Villasante aparece en un documento firmado en Santo Domingo en febrero de 1515. En este documento, Villasante fue propuesto como testigo (junto con otros residentes) para responder a preguntas sobre las actividades de Rodrigo de Albuquerque, en la isla en 1514. AGI, Justicia 1003, transcrita en Luis Arranz Márquez, Repartimiento y encomiendas en la Isla Española (El repartimiento de Alburquerque de 1514) (Madrid: Ediciones Fundación García Arévalo, 1991). 18 Arranz Márquez, Repartimiento, 560. Sobre los tainos, ver Irving Rouse, The Tainos: Rise and Decline of the People Who Greeted Columbus (New Haven: Yale University Press, 1992). Noble D. Cook sugiere que la población taina en 1492 podría haber sido de medio millón, en 1518-19 el número se había reducido a 18.000 y para 1542 la población indígena ya era inferior a 2.000. La información de Villasante provenía, entonces, de un grupo que estaba de- sapareciendo de la faz de la tierra. Ver Noble David Cook, Born to die: disease and New World conquest, 1492-1650 (Cambridge: Cambridge University Press, 1998), 23-24. Experiencia y empirismo en el siglo xvi: reportes y cosas del Nuevo Mundo / Antonio Barrera Osorio / 17 explicó el método que utilizó para la preparación de un licor de bálsamo19. Villasante también afirmó haber realizado algunas pruebas con el bálsamo en el mismo Santo Do- mingo, en Sevilla y en la corte. De acuerdo con sus “experiencias”, el bálsamo podía acelerar la cicatrización de las heridas. También era útil para la curación de todo tipo de raspaduras y para aliviar el dolor de estómago. El bálsamo también era terapéutico para el hígado y la vesícula biliar, para el tratamiento de la gota y, por último, para aliviar el dolor de muelas. Villasante, tal como lo expresaba en su informe, esperaba que los conocimientos acerca de su bálsamo aumentaran, progresaran y se perfeccionaran en la medida que se hiciesen más pruebas. A finales de la década de 1520 y principios de la década de 1530, aparecieron en España informes sobre el bálsamo que se contradecían entre sí. Algunos de ellos habían sido escritos por médicos en España. Uno de estos reportes en particular, escrito por el médico Barreda, residente de la isla de Santo Domingo, desafiaba el informe de Villasante. A principios de la década de 1530, la Corona se quejó de que hubiese “algunos medicos y cirujanos y otras personas syn tener entera notiçia del balsamo que nuevamente se ha descubierto en la nuestra ysla española y aun sin aver hecho con ello esperiençia alguna […] han publicado y publican algunas ynpreseciones del dicho balsamo”20 en su contra. Aún más, la gente había decidido no comprar el nuevo bálsamo a causa de esta publicación, lo cual “daña la salud de los enfermos y heridos, y nuestro tesoro real”21. La Corona trató de controlar a este grupo de mé- dicos disidentes ordenando que “los medicos y cirujanos de qualesquier cibdades villas y luga- res de los nuestros reynos y señorios que antes ny que digan ni publiquen ynpresicion del dicho balsamo tengan de ello cierta nocitia y quando por esperiençia o en otra manera alcançen ser da- ñoso palas heridas y otra qualquier enfermendad lo digan y manyfiesten a me la justicia dellugar donde moraren”22. Con este decreto, la Corona estableció un protocolo para la articulación de la información empírica sobre el bálsamo de Santo Domingo, a saber, la experimentación con mues- tras de bálsamo y el registro de los resultados. Además, ordenó a los socios de Villasante enviar muestras de bálsamo a los hospitales y médicos en Castilla para hacer pruebas y, a su vez, a los hospitales y médicos que enviaran informes de estos ensayos a los socios de Villasante. Este modelo se asemeja al de la Casa de la Contra- tación, donde cosmógrafos y pilotos designados por la Corona organizaban la información empírica sobre la navegación y la geografía proporcionada por los pilotos. Recuérdese la orden real, dada al piloto mayor en 1526, de reunirse con los pilotos más experimentados para trazar una carta maestra de navegación para la Casa; o la tarea de Colón de producir representaciones del Nuevo Mundo con la ayuda de expertos. La iniciativa de usar estas prácticas empíricas vino de la gente común con experiencia en el Nuevo Mundo, esto es, de mercaderes, artesanos y navegantes, por ejemplo. De la interacción entre los intereses de la Corona y el interés de los sujetos individuales, por ejemplo, para explotar recursos naturales en el Nuevo Mundo, surgió una práctica empírica basada en la experiencia personal (experiencias) y la articulación colectiva de la información resultante. En la década de 1530, la Corona pasó a ejercer un papel más activo en la recopilación de infor- mación sobre el Nuevo Mundo, nombrando a un funcionario que, como era de esperarse, fue Gonzalo Fernández de Oviedo, para recoger y organizar la información sobre la historia natural del Nuevo Mundo23. El 27 de mayo de 1532, el 19 AGI, Informe de Villasante sobre el bálsamo, sf. , Indiferente, 857. Este informe lo escribió Villasante probablemente en 1528. Sobre la fecha, ver Schäfer, “Antonio de Villasante, descubridor droguista”. 20 AGI, Real Cédula de la Reina a las justicias de Sus reinos. April 5, 1530. Madrid, Indiferente, 422, L. 14, f. 67v. 21 AGI, Real Cédula de la Reina, f. 67v. 22 AGI, Real Cédula de la Reina, ff. 67v-68r. 23 Sobre Gonzalo Fernández de Oviedo, véase Antonello Gerbi, Nature in the New World (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 1985); El número especial sobre Fernández de Oviedo que publicó la Revista de Indias 69-70 (1957); Raquel Álvarez Peláez, “La descripción de las aves en la obra del madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo”, Asclepio 48 (1996): 7-25; Juan Pérez de Tudela, “Vida y escritos de Gonzalo Fernández de Oviedo”, en His- toria general y natural de las Indias (Madrid: Biblioteca de autores españoles, 1959); Louise Bénat Tachot, “Substances comestibles, gastronomie et rituels alimentaires indiènes dans la Historia general y natural de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo”, en Nouveau Monde et Renouveau de L'Histoire Naturelle, 18 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 Consejo de Indias había consultado al rey acerca de una propuesta de Fernández de Oviedo para escribir la historia natural de las Indias “ponien- do particularmente las propiedades de cada tierra e ysla. y strañezas que en ella ha avido y oviere y las condiciones de los moradores y animales de ellas”. El Consejo explicó que Fernández de Oviedo había pedido un salario para visitar, con un ayudante, “aquellas tierras por donde no ha andado para ver lo que no tiene visto”. El Con- sejo sugirió que se le concediera un salario a Fer- nández de Oviedo por su “habilidad y speriencia” para que pudiese escribir su historia del Nuevo Mundo y así incluirla en la historia de Espa- ña24. La expedición de Fernández de Oviedo al Nuevo Mundo nunca tuvo lugar. Sin embar- go, Carlos V le concedió a Fernández de Ovie- do un salario para poder escribir su historia. En 1532, se le asignó un sueldo anual de 30.000 ma- ravedíes para escribir “las cosas de las Indias”25: un buen salario para un naturalista autodidacta. Para recopilar la información, la Corona envió de- cretos reales a las Indias, solicitando información de los funcionarios reales sobre el mundo natu- ral de esas tierras. En comparación con el decreto real de 1527 para la recopilación de información geográfica de los pilotos y capitanes de barcos, el decreto de 1532 amplió las actividades de recolección de información para cubrir la historia natural. El decreto real enviado al gobernador de la Isla Fernandina (Cuba) pedía que se enviara la información “sobre aquella tierra, sus moradores y condiciones” a Fernández de Oviedo26. El decreto explicaba que Fernández de Oviedo estaba escribiendo una historia general de las Indias, así como una historia natural de las tierras e islas, sobre sus animales y sus “extrañezas”. El decreto también mencionaba que Fernández de Oviedo tendría que presentar cada año una copia de sus propios escritos, que se añadiría a la historia de España. Por esta razón, el gobernador tendría que enviar, tan pronto como fuese posible, información sobre la isla cada vez que se le solicitara. En todos los casos, estos informes tendrían que ser firmados por las personas que los proporcionaran; un requisito importante, ya que ponía los testimonios individuales en el cir- cuito de la producción del conocimiento27. El nombramiento de Fernández de Oviedo sig- nificó que por primera vez la Corona apoyaba oficialmente un proyecto sobre la historia natural, haciendo de esta una actividad institucionali- zada. De 1532 en adelante, la Corona incluyó en sus decretos reales preguntas más específi- cas en relación con los productos naturales del Nuevo Mundo. Después de todo, mercancías del Nuevo Mundo, como el bálsamo, estaban ya llegando a los mercados del Viejo Mundo; el rey estaba recibiendo curiosidades tales como cajas de medicinas y chiles de Santo Domingo28 y ya se habían publicado libros y reportes sobre el Nuevo Mundo en España, Italia y el Sacro Imperio Romano. Curiosamente, la transformación ecológica del Nuevo Mundo, para hacerlo habitable para los europeos y para que fuese económicamente viable, ya estaba en marcha a principios de la década de 1530, lo que quiere decir que la Corona y los particulares estaban “descubriendo” una naturaleza del Nuevo Mundo que ya se había transformado29. Fue durante esa época, en 1532, que la Corona le encargó a Alonso de Santa Cruz (c. 1500-1572), el cosmógrafo real, la producción de nuevas cartas de navegación. Santa Cruz necesitaba información sobre la ed. Marie-Cécile Bénassy et al. (Paris: Presses Sorbonne Nouvelle, 1994); Enrique Otte, “Una carta inédita de Gonzalo Fernández de Oviedo”, Revista de Indias XVI (1956): 437-458; Enrique Otte, “Aspiraciones y actividades heterogéneas de Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista”, Revista de Indias 71 (1958): 9-62; José Mu- ñoz Pérez, “Los historiadores primitivos de Indias y el pensamiento geográfico”, en América y la España del Siglo XVI, ed. Francisco de Solano y Fermín del Pino (Madrid: CSIC, 1982). 24 AGI, Consulta del Consejo. Mayo 27, 1532. Medina del Campo, Indiferente, 737, N. 24. 25 Codoin II, 17, 288. Agosto 18, 1532. Este documento está perdido en AGI. 26 AGI, Real cédula al gobernador de la isla Fernandina. Octubre 15, 1532. Segovia, Indiferente, 422, L. 15, ff. 189v-189r. Al final del decreto, dice que se envíe “una como esta a todas las tierras de Indias”. f. 189r. El decreto real lo llama “capitan P[edro] Fernández de Oviedo” pero se trata del mismo Gonzalo Fernández de Oviedo de la Consulta de mayo 27, 1532. (AGI, Medina del Campo) La redacción y las palabras de la Consulta y del decreto son iguales en ambos textos. 27 AGI, Real cédula al gobernador de la isla Fernandina, ff. 189v-189r. 28 AGI, Carta de los oficiales de la Casa de la Contratación. April 13, 1532. Sevilla, Indiferente, 1092, N. 37. 29 Sobre este tema, ver A. Crosby, The Columbian Exchange: Biologicaland Cultural Consequences of 1492 (Westport, Conn.: Greenwood Press, 1972). Experiencia y empirismo en el siglo xvi: reportes y cosas del Nuevo Mundo / Antonio Barrera Osorio / 19 latitud de las tierras e islas del Nuevo Mundo, por lo que la Corona le ayudó enviándoles a los funcionarios de la Casa de la Contratación un de- creto según el cual todos los capitanes y pilotos debían entregar a Santa Cruz toda la informa- ción que él necesitara sobre las tierras30. Las prácticas de recolección de información y de producción de conocimiento relacionadas con el mundo natural de las Indias comenzaron una nueva era a principios de la década de 1530. La carta real de navegación de Santa Cruz, la histo- ria natural de Fernández de Oviedo y su nombra- miento al Consejo de Indias y los decretos reales solicitando información sobre la historia natural y sobre los recursos naturales aparecieron, todos, en esta década. El primer intento por hacer mapas y por catalogar los recursos naturales de América vino de la gente en tierra o en altamar que vio la necesidad de este tipo de informa- ción. Por ejemplo, la iniciativa de establecer una oficina cartográfica en la Casa de la Con- tratación vino de los pilotos Juan Díaz de Solís, Vicente Yañez Pinzón y Americo Vespucio; la iniciativa de enseñar el uso de instrumentos y cartas de navegación comenzó con Alonso de Chaves y Fernando Colón31. La Corona siguió esos ejemplos e implementó programas de recopilación de información. En un principio, estos proyectos fueron usados para recopilar y difundir información autorizada sobre el mundo natural de las Indias. Recopilación de la naturaleza: de los cuestionarios a las expediciones El proceso de recopilación de información, junto con las invasiones y las exploraciones del Nue- vo Mundo, se detuvo durante la década de 1540, mientras que la Corona escuchaba a Fray Bar- tolomé de las Casas (1474-1566) y Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) en el difícil tema de los amerindios32. En términos más generales, las tensiones religiosas aumentaban en Europa en ese momento: en la década de 1540, Calvino es- taba de regreso en Ginebra, Pablo III reconoció la orden de la Compañía de Jesús y el clero en España comenzó el proceso de reforma33. En esta misma década, Carlos V tuvo que dedicarse a tratar de frenar el surgimiento del movimiento protestante en el Sacro Imperio Romano. Entre 1550 y finales de la década de 1560, apareció una nueva fase en la institucionalización de las prácticas de recolección de información en el imperio español con la creación de cuestionarios. Esta fase comenzó con el Memorial de Alonso de Santa Cruz a mediados de la década de 1550 y terminó a finales de la década de 1560 durante el mandato de Juan de Ovando como presidente del Consejo de Indias. El Memorial de Santa Cruz al rey, escrito alrededor de 1557, tal vez sólo un año después de la ascensión de Felipe II al trono español en 1556, contenía las preguntas que se le darían a los exploradores del Nuevo Mundo34. Los primeros cuestionarios eran, de alguna manera, ineficientes para la recopilación de información: eran muy largos (doscientas preguntas) y les fue dado a las personas que llegaban a la ciudad de Sevilla provenientes del Nuevo Mundo. El cuestionario de Santa Cruz contenía preguntas acerca de la determinación geográfica de los lugares y puertos en función de su altitud y longitud; las descripciones de las tierras con sus características geográficas y de salubridad; la descripción de los ríos, montañas, lagos y fuentes; informes sobre las minas, los minerales, piedras y perlas; información sobre los animales y los monstruos; investigaciones sobre los árboles, frutas, especias, drogas y hierbas. También, había preguntas sobre los pueblos indígenas, sus reinos y provincias, fronteras, pueblos y ciudades, sus costumbres, ritos, tipos de conocimiento, libros, 30 AGI, Real cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación. Noviembre 20, 1532. Valladolid, Indiferente, 1962, L. 5, f. 41v. 31 Sobre estos pilotos y la Casa de la Contratación, ver A. de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas i Tierra Firme del Mar Oceano. Escrita por Antonio de Herrera Coronista (sic) Major de Su Magestad de las Indias y su Coronisata de Castilla, 4 vols. (Madrid: Imprenta Real, 1601-1615), Dec. 1, libro 7, f. 223-224. Sobre Chaves y Colón, ver AGI, Real Provisión del Consejo de Indias, Agosto 21, 1528. Madrid, Indiferente, 421, L. 13, f. 295v. 32 Raquel Álvarez Peláez, La Conquista de la Naturaleza Americana (Madrid: CSIC, 1993), 171. 33 Sobre la reforma del clero español, ver S. T. Nalle, God in La Mancha (Baltimore, London: The John Hopkins University Press, 1992), 95 y ss. 34 Se sigue aquí a Raquel Álvarez Peláez en su descripción del Memorial de Santa Cruz. Véase Álvarez, La Conquista de la Naturaleza, 176-177. 20 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 armas, comercio y productos comerciales. El cuestionario de Santa Cruz fue el primero que solicitaba sistemáticamente información sobre la geografía, historia natural y etnografía del Nuevo Mundo. Cien años más tarde, cuestionarios semejantes a este e instrucciones para el estudio de la naturaleza aparecerían en el contexto inglés durante el establecimiento de su imperio. General Heads for a Natural History of a Country, Great or Small (1665-6) de Robert Boyle (1627-1691) era un cuestionario similar a las instrucciones de Santa Cruz en tanto que pedía información sobre la altitud, longitud, características del aire, las aguas, la tierra y descripciones de los habitantes, plantas y minerales de América35. Lo que indica que las prácticas empíricas de la ciencia moderna no estaban conectadas con la cultura católica o protestante, sino con estructuras de larga distancia imperiales. Siguiendo este argumento, se puede decir que la llamada Revolución Científica comienza en el Imperio Español Americano. Durante el reinado de Felipe II y en la estela del Memorial de Santa Cruz, apareció un renova- do interés por la naturaleza del Nuevo Mundo. Este interés culminó en la institucionalización de instrumentos de recopilación de información en el Consejo de Indias entre 1571 y 157336. La persona detrás de la institucionalización de la recopilación de información y producción de co- nocimiento en el Consejo de Indias fue Juan de Ovando (1515-1575), presidente del Consejo de Indias desde 1571 hasta 157537. Anterior- mente, durante su inspección del Consejo, en 1569, reformó las actividades legislativas y administrativas del Consejo y estableció prácticas más sistemáticas para la recopilación de información. Ovando identificó dos problemas principales en el Consejo. Un problema era la falta de una estructura jurídica uniforme en los reinos americanos. El otro tenía que ver con la falta de información sistemática disponible sobre el Nuevo Mundo, un problema que los reinos europeos resolverían, en líneas generales, estableciendo métodos empíricos para recoger información sobre aquellas tierras. Así pues, no es de extrañar que la aparición de prácticas empíricas en Europa hubiese coincidido con la construcción de los imperios europeos de larga distancia, transatlánticos, durante los siglos xvi y xvii38. El informe de Ovando precipitó las Reales Ordenanzas del Consejo de Indias de 1571. El nombramiento de Juan López de Velasco (1530- 1598) como cosmógrafo-cronista en el Consejo de Indias, los cuestionarios para la recolección de información sobre el Nuevo Mundo y las primeras expediciones científicas de este período, es decir, la de Francisco Hernández (1571-1577) y la del cosmógrafo y matemático Jaime Juan (1583) fueron todos ellos resultado de aquellos estatutos de 1571. Juan López de Velasco fue el primer jefe cosmógrafo-cronista del Consejo de Indias. Sus funciones consistían en escribir la historia de lasIndias, la censura de historias sobre las Indias y la recopilación de información geográfica y natural sobre el Nuevo Mundo para el gobierno de las Indias39. Las Ordenanzas de 1571 establecieron la recopilación constante y sistemática de in- formación sobre el Nuevo Mundo. Del mismo modo, los estatutos de los nuevos descubrimientos y asentamientos de 1573 establecieron que los exploradores debían hacer informes diarios y descripciones de lo que veían, encontraban y lo que sucedía durante la exploración, todo lo cual debía ser escrito en un libro que se debía leer en 35 Robert Boyle, “General Heads for a Natural History of a Country, Great or Small”, Philosophical Transactions 1 (1665-1666): 186- 189. 36 Las ordenanzas de 1571 fueron el producto de la visita de Juan de Ovando al Consejo en 1569. Las Reales Ordenanzas del Consejo de Indias fueron promulgados el 24 de septiembre de 1571. El Pardo. Ver Schäfer, El Consejo Real, vol. I, pp. 130-135; David C. Goodman, Power and Penury: Government, Technology, and Science in Philip II's Spain (Cambridge: Cambridge University Press, 1988), 68 y ss.; Álvarez Peláez, La Conquista de la Naturaleza, 131 y ss.; Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas, vol. 1, 59. Para los estatutos de 1573, ver AGI, Ordenanzas para la formación del libro de las Descripciones de Indias. 3 de julio 1573, Indiferente 427, L. 29, ss. 5v-66v, también en Francisco de Solano, Cuestionarios para la formación de las Relaciones geográficas de Indias: siglos XVI-XIX (Madrid: CSIC, 1988), 16 y ss. 37 Antes de unirse al Consejo de Indias, Ovando había diseñado la reforma de la Universidad de Alcalá de Henares. Después de haber trabajado en el Consejo de Indias, y reformarlo, se trasladó al Consejo de Hacienda. Ver S. Poole, “Juan de Ovando's Reform of the University of Alcala de Henares, 1564-1566”, Sixteenth Century Journal 21 (1990): 575-606, 585-586; A. W. Lovett, “Juan de Ovando and the Council of Finance (1573-1575)”, The Historical Journal 15 (1972): 1-21, 5 y ss. 38 Schäfer, El Consejo Real, vol. I, 129ff. Ver, igualmente, Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas, vol. I, 59. 39 Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las posesiones españolas en América y Oceanía, 42 vols. (Nendeln, Liechtenstein: Kraus Reprint, 1964- 1969), serie I, vol. 16, 457-459. Esta colección es conocida como Codoin. Experiencia y empirismo en el siglo xvi: reportes y cosas del Nuevo Mundo / Antonio Barrera Osorio / 21 público para determinar mejor su exactitud40. En 1573, la Corona también publicó los estatutos para la formación de un libro sobre la descripción de las Indias u Ordenanzas para la formación del libro de las Descripciones de Indias. Los libros de descripciones tenían un propósito similar a los libros de registro propuesto posteriormente por Robert Hooke en la década de 1660 para la escritura de historias naturales41. Casi todos los funcionarios encargados de hacer las descripciones participaban directamente en la empresa americana bien sea como oficiales reales o como individuos particulares. Entre ellos, había miembros de alto rango de la sociedad, tales como funcionarios del Consejo de Indias, los funcionarios de la Casa, arzobispos, obispos, sacerdotes, virreyes, funcionarios de las audien- cias, gobernadores, alcaldes, concejales, tanto españoles e indígenas, caciques, funcionarios del Tesoro, capitanes y almirantes de la flota, pilotos y capitanes de provincias. Incluso a la gente común se le ordenó escribir informes. Estos informes abarcaban todos los aspectos del Nuevo Mundo: la cosmografía (climas, longitudes, alturas, eclipses); geografía de las costas y ríos (longitud y latitud de los accidentes geográfi- cos, las posiciones y las características de los ríos, los puertos, las condiciones climáticas durante todo el año); la historia natural de cada región (animales domésticos y salvajes, los usos de los animales, los métodos de caza, las prácticas de crianza, tipos de peces, peces útiles, los métodos de pesca, las aves silvestres y domésticas, los mé- todos de caza de aves, aves útiles, métodos de cría, árboles, plantas, cultivos, bosques, frutas, hierbas silvestres y domésticas, hierbas útiles, metales, tipos de tierras); así como información sobre la historia moral, o sea la historia de los hechos hu- manos en América42. Se enviaron decretos reales a la Nueva España, Nueva Galicia, La Española, Guatemala, Panamá, Quito, Nuevo Reino de Granada, Chile y Charcas, con el fin de llevar a cabo las Ordenanzas para la formación del libro de las descripciones de Indias43. Como parte de este programa para reunir infor- mación sobre el Nuevo Mundo, la Corona elaboró diferentes cuestionarios con preguntas especí- ficas que culminaron en el cuestionario de 1577. Esto constituye otro intento sistemático, después de las Ordenanzas para la formación del libro de las Descripciones de Indias, para recopilar información sobre las colonias con respecto a los grupos humanos y el mundo natural. Este cuestionario constaba de cincuenta capítulos y se envió a toda la América española en 1577 y nuevamente en 1584. El ritmo y la velocidad de las respuestas fue variado. Desde Venezuela, las respuestas llegaron entre 1578 y 1579; de la Nueva España, entre 1579 y 1581 y entre 1584 y 1585; de Ecuador, en 1592; de Perú, en 1583 y, posteriormente, entre 1585 y 158644. Al conjunto de respuestas dadas al cuestionario de 1577 se le conoce como las Relaciones de Indias y constituye una fuente de información única sobre el mun- do natural de las Indias, así como sobre sus habitantes. Paralelo al cuestionario de 1577, el cosmógrafo-cronista López de Velasco elaboró un conjunto de instrucciones para recoger infor- mación sobre eclipses lunares y determinar, con la información recogida, alturas y longitudes de las ciudades y pueblos de América. Una vez más, sus instrucciones fueron el resultado de los estatutos de 1571. Sin embargo, estos libros y los cuestionarios no fueron el único intento de recopilar información del Nuevo Mundo. La Corona también envió expe- diciones al Nuevo Mundo. Estas expediciones reales fueron el resultado de iniciativas privadas como la propuesta por Fernández de Oviedo y la búsqueda de Villasante de productos medicina- les en el Nuevo Mundo. En 1570, Felipe II ordenó al Dr. Francisco Hernández (CI. 1515-1587), su médico de la 40 Leyes de Indias, vol. 2, libro IV, tit. I, ley VII. 41 D. R. Oldroyd, “Some Writings of Rober Hooke on Procedures for the Prosecution of Scientific Inquiry, including His ‘Lectures of Things Requisite to a Ntral History”, Notes and Records of the Royal Society of London 41 (1987): 145-167, 146: Hooke “made known his views on the need to record all information carefully while observations were fresh in the mind, by using a special record book, with illustrative sketches where appropriate, and records of ‘working hypotheses’ that might occur to the mind of the investigator”. 42 José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, en que se tratan las cosas notables del cielo, y elementos, metales, plantas, y animales dellas, y los ritos, y ceremonias, leyes, y gouierno, y guerras de los Indios (Madrid: A. Martin, 1608), 7-9. 43 AGI, Real cédula. 1573/12/10. El pardo, Indiferente, 427, l. 29, f. 95v-96r. 44 Howard F. Cline, “The Relaciones Geográficas of the Spanish Indies, 1577-1648”, en HandBook of Middle American Indians (Austin: University of Texas Press, 1972), 193 y ss. 22 / Vol. 13 / Nº 27 / julio - diciembre de 2009 corte, ir a México, Perú y Filipinas para obtener información general acerca de las hierbas, árbo- les y plantas medicinales45. En mayo de 1571, Hernández ya estaba en México recogiendo in- formación y muestras de las plantas y hierbas medicinales mexicanas con la ayuda de un geó- grafo y pintores amerindios. Al final de su ex- pedición,
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