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Mirc,	Andrea;	Martínez,	Ariel
Niñez	y	salvajismo.	Marie-
Angélique:	solo	problemas	para
ofrecer
EN:	M.	Martínez	y	A.	E.	Mirc	(Coords.)	(2021).	Hacia	una
deconstrucción	de	la	Psicología	Evolutiva	:	Aportes	teórico-
políticos.	La	Plata	:	Universidad	Nacional	de	La	Plata	;	EDULP.
Mirc,	A.;	Martínez,	A	(2021).	Niñez	y	salvajismo.	Marie-Angélique	:	solo	problemas	para
ofrecer.	EN:	M.	Martínez	y	A.	E.	Mirc	(Coords.).	Hacia	una	deconstrucción	de	la	Psicología
Evolutiva:	Aportes	teórico-políticos.	La	Plata	:	Universidad	Nacional	de	La	Plata	;	EDULP.
(Libros	de	cátedra.	Sociales).	En	Memoria	Académica.	Disponible	en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.4736/pm.4736.pdf
Información	adicional	en	www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
Esta	obra	está	bajo	una	Licencia	Creative	Commons	
Atribución-NoComercial-CompartirIgual	4.0	Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0
FACULTAD DE
HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
 
Libros de Cátedra
Hacia una deconstrucción 
de la Psicología Evolutiva
Aportes teórico-políticos
Ariel Martínez y Andrea Elizabeth Mirc (coordinadorxs) 
HACIA UNA DECONSTRUCCIÓN
DE LA PSICOLOGÍA EVOLUTIVA 
APORTES TEÓRICO-POLÍTICOS 
Ariel Martínez 
Andrea Elizabeth Mirc 
(coordinadorxs) 
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación 
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN | UNLP 228 
ADENDA 
Niñez y salvajismo. Marie-Angélique: 
solo problemas para ofrecer 
Andrea Mirc y Ariel Martínez 
Quisiéramos finalizar el recorrido propuesto reconstruyendo una sugerente historia33. Se tra-
ta de un hecho ocurrido durante el siglo XVIII que tiene como protagonista a una ‘niña salvaje’. 
Aunque aparentemente desconectado con nuestros intereses respecto a examinar de forma 
crítica los supuestos epistemológicos y los vectores de poder implicados en la constitución y 
consolidación de la Psicología Evolutiva como disciplina, debiéramos prestarle atención. Como 
es sabido, los casos de niños salvajes han ejercido una fuerte atracción en la imaginación po-
pular durante algún tiempo, desde relatos sensacionalistas hasta documentales y trabajos aca-
démicos. Aún hoy en día continúan intactos los intentos de dilucidar lo que estos casos dicen 
sobre ideas tales como ‘lo salvaje’, ‘la niñez’, ‘la naturaleza’ y ‘la crianza’. En cualquier caso, los 
propios niños fueron en gran medida el pretexto para un análisis de los intercambios intelectua-
les que se arremolinaban a su alrededor. 
En septiembre de 1731 una niña de aspecto salvaje fue hallada cerca de Châlons-en-
Champagne (Francia). Envuelta en pieles de animales, sucia, inarticulada y apasionadamente 
carnívora, la niña mostró un estado ‘primitivo’ que desafió y amenazó la primacía de una cultura 
que se enorgullecía de la racionalidad y la vida refinada y ordenada. La niña salvaje fue vista 
por primera vez una tarde robando manzanas en un árbol de un huerto cerca del pueblo de 
Songi. Tenía los pies descalzos y solo llevaba trapos y pieles cubriendo su pequeño cuerpo 
ennegrecido. Estaba armada con un palo corto. Los aldeanos soltaron sobre ella un perro al 
que mató de un solo golpe antes de escalar un árbol y balancearse, de rama en rama, de re-
greso al bosque. Esta aparición se propagó rápidamente a través de la región y finalmente 
captó la atención de escritores y científicos de toda Europa. 
Al ordenarse su captura, fue una mujer del pueblo quien tuvo éxito al tentarla desde un 
árbol con un cubo de agua y una anguila. Así, la niña fue capturada y bautizada como Marie -
Angélique, aunque fue conocida como ‘la niña salvaje de Champagne’ y asignada a un grupo 
de católicas para su reconstitución física a través de la socialización femenina practicada en 
la Francia del siglo XVIII. Narra la literatura al respecto que los princ ipios rectores de la pe-
33 Para esta reconstrucción hemos utilizado aportes de Adriana Benzaquèn (2006), Alan Bewell (1983), Wayne Dennis 
(1951), Julia Douthwaite (2002) y Rae Yan (2017). 
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dagogía femenina en aquel momento transcurrían por el silencio, la inmovilidad, la restricción 
física y la vigilancia social. Se entendía que los niños —especialmente las niñas— se encon-
traban próximos al pecado original. Esto alentó una profunda desconfianza reflejada en los 
textos de los educadores del convento que prescriben un régimen riguroso de subordinación 
moral y material. Cada aspecto de la vida escolar operaba como una moldura, por ejemplo: 
las niñas pasaban horas sentadas en sus bancos mostrando los atributos gloriosos de la 
modestia y la decencia. La educación femenina se centró en prevenir el mal, por ello las re-
gulaciones del convento organizaban el espacio y el tiempo para moldear el cuerpo —
espectáculo prohibido del pecado, debía desaparecer de la vista y del pensamiento. La retó-
rica de la incorrección corporal impedía a los niños la indecente de apoyarse contra la pared 
o contra el respaldo de la silla, extender los brazos y las piernas, mostrar los pies, morderse
las uñas, entre otras tantas actitudes. 
En aquel contexto, los observadores celebraron el ‘progreso’ de la niña salvaje, lo que signi-
ficó su silenciamiento, el profundo control de su cuerpo y una existencia sin incidentes morales 
y cargada de culpa. Esta práctica pedagógica de inmovilizar el cuerpo y estrechar el pensa-
miento resultó ser particularmente intensa en la educación femenina de la época, pues fue 
aplicada en grado diferente en el educación de los niños (con ellos la disciplina y el castigo 
también fueron fundamentales, aunque en tales casos se fomentaba el ejercicio físico y la cu-
riosidad intelectual). Mientras que Marie-Angélique fue confinada en varios conventos, el los 
niños salvajes hallados en Europa fueron reeducados de un modo bastante diferente. Por 
ejemplo, después de su captura en 1724, Peter de Hannover fue confiado al Dr. John Ar-
buthnot, un prestigioso científico de la Royal Society de Londres. A pesar de los esfuerzos del 
Dr. Arbuthnot, los logros educativos de Peter se limitaron a la posibilidad de pronunciar unas 
pocas palabras, un comportamiento corporal cortés y modales en la mesa. Escritos de la época 
aseguran que pasó sus últimos días feliz en una granja conservando solo un rasgo de ‘su esta-
do anterior’: la capacidad de pronosticar el clima. Víctor de Aveyron, capturado en 1798, es el 
único niño salvaje cuya experiencia se registra en detalle. Él recibió una educación rigurosa-
mente científica en manos del famoso Jean Itard, quien tardó seis años en lograr ‘desarrollar’ el 
habla y la inteligencia del niño, sin lograr mucho progreso. Víctor permaneció mudo pero 
aprendió a escribir y a actuar bajo normas sociales cuando estaba en compañía. Cuando Víctor 
cumplió dieciocho años Itard pasó a la tutela a Madame Guerin, a quien el gobierno otorgó una 
pensión de 150 francos para el cuidado y atención del niño salvaje. Se dice que Víctor sólo era 
feliz en lugares oscuros, y así permaneció hasta su muerte a los cuarenta años. 
A pesar de sus evidentes habilidades intelectuales, el ‘descubrimiento’ y la captura de Ma-
rie-Angélique siguió otros rumbos que aquellos niños. Aunque célebres científicos y filósofos de 
la época la visitaron (Charles Marie de La Condamine y Lord Monboddo, entre otros), pasó toda 
su vida encerrada en conventos, excepto en los últimos años en los que vivió sola. ¿Podría ser 
que una niña salvaje haya sido considerada inadecuada para la experimentación científica (o 
para el cultivo intelectual) debido a su sexo? La literatura muestra cómo la vida de la niña sal-
vaje se vuelve francamente pasiva luego de la domesticación. Los relatos de su captura con-
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cluyen celebratoriamente su éxito como mujer civilizada debido a su obediencia y control corpo-
ral, así como a su devoción religiosa. 
Antes de ser recluida en el convento, la niña fue apresada en una granja provincial donde 
era expuesta ante visitantes. Los primeros relatos del avistamiento de la niña salvaje fueron 
publicados en los periódicos. Su exotismo capturó la imaginación de varios escritores. Algu-
nos afirmaban que procedía de Noruega, otros argumentaron que su origen se ubicaba en 
las Islas Antillas de América, pues un caballero que estuvo allí mostró a la niña una raíz de 
mandioca y, al verla, lloró de alegría mientras la devoró con gran apetito. Como fuere Marie -
Angélique fue entendida como una extranjera exótica. Especialistas de la época, al verla, se 
interesaron por su ‘balbuceo’ y, desde allí, concluyeron su aptitud para la socialización. La 
línea entre lo humano y lo animal es fluctuante en las narraciones de la época. Existen am-
plios registros sobre el deseo de capitalizar el aspecto semibestial de la niña salvaje al sub-
rayar su valor como fenómeno cultural o espectáculo —una especie de muestra de zoológico 
exótica. Lo primero que se detectó fue sus excentricidades físicas: su aborrecimiento a ser 
tocada, su velocidad al correr, sus ojos temblorosos y su capacidad de cazar y pescar con 
sus manos desnudas. Su repertorio de hábitos y trucos ‘salvajes’ se utilizó para sorprender y 
entretener a observadores letrados. 
Como una atracción de carnaval, la niña salvaje fue integrada a un mercado de curiosidades 
junto a otras extrañezas exhibidas en ciudades europeas durante el siglo XVIII: la albina negra, 
el enano patagónico, el infibulado brasileño, el hotentote monorquídeo, la serpiente de casca-
bel, los camaleones, los cocodrilos y los sapos surinameses. Marie-Angélique era provocada 
por un dispositivo montado para una exhibición que arrojaba la prueba visual de su desenfreno 
—promovido bajo demanda de los espectadores. Los observadores ‘civilizados’ sintieron sor-
presa y conmoción al presenciar los hábitos ‘salvajes’ de Marie-Angélique, especialmente sus 
preferencias alimentarias: ella comía carne cruda y bebía agua de un cubo. Los registros sobre 
la forma en que se alimenta comparan a Marie-Angélique con ‘una vaca lamiendo en cuatro 
patas’. También se relata el asombro, el asco y los sentimientos de horror de los observadores 
cuando, durante el espectáculo de su exhibición, le arrojaban una liebre para comprobar su 
alimentación a base de carne cruda. Marie-Angélique devoraba en un instante liebres y pollos 
sin quitarle las entrañas. 
La atracción de la niña salvaje sorprendía al perturbar las normas de la fisicalidad femenina 
y el comportamiento cortés en una sociedad europea que se enorgullecía de la limpieza y los 
modales refinados. La preferencia de la niña salvaje por la carne cruda violaba un tabú alimen-
tario equivalente a violar los límites entre lo humano y lo animal. La domesticación era un impe-
rativo moral, pues tales transgresiones amenazaban con desgarrar el orden social y revelar 
escénicamente los impulsos más bajos del hombre. Finalmente, su exitosa reeducación como 
una recatada mujer francesa demostró el triunfo del orden sobre el caos. Al mismo tiempo ates-
tiguaba una yuxtaposición imposible de ser erradicada en los sentidos adjudicados entre bes-
tialidad indómita y feminidad socializada. 
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Después de varios lavados, la piel de la niña se volvió blanca. Sus enormes pulgares y sus 
largas y duras uñas eran una fuente de asombro, al igual que sus agudos y penetrantes gritos. 
Escapó varias veces y sorprendió a los aldeanos con su impermeabilidad al frío. Para evitar 
esto, se concluyó que la clave para la supervivencia de Marie-Angélique era el encierro en el 
Hospital General de Châlons. Y así se hizo. Allí alojaban y alimentaban a los niños pobres has-
ta los quince años. Si bien en la granja era conocida entre los aldeanos más próximos como ‘la 
bestia del pastor’, en adelante se la llamó Marie-Angélique Memmie Le Blanc. Su predilección 
por la escalada de árboles y la natación, como su afición por las ranas crudas y la sangre de 
conejo, cesó de inmediato. Fue obligada a comer alimentos civilizados. Poco tiempo después 
del cambio alimenticio perdió sus dientes —que junto con sus uñas se conservaron como cu-
riosidades para ser expuestas en diferentes circuitos. A esto siguieron consecuencias más 
graves: su salud se vio debilitada por la dieta cocida y el estilo de vida sedentario en el Hopital 
(y más tarde en los conventos en Chalons y París) y sufrió daños permanentes. Bajo el cuidado 
de las monjas, sin embargo, Marie-Angélique fue gradualmente ‘humanizada’: aprendió el idio-
ma francés y el dogma católico junto con la costura y las tareas domésticas. Una vez que tuvo 
la fluidez suficiente para responder preguntas, fue posible reconstruir parte de su pasado. Apa-
rentemente había estado vagando por el campo de Champenois en compañía de otra niña 
salvaje, cazando peces, ranas, conejos y refugiándose en los árboles. Se comunicaban me-
diante gestos, gruñidos y silbatos. Después de una disputa la niña hirió a su compañera. Esta-
ba escapando para valerse por sí misma cuando fue descubierta en el huerto. 
La superiora del hospital fue quien crió a la niña salvaje. Señala que es un acto moral inte-
rrumpir las primeras estrofas del hombre primitivo que resuenan en ella —una encarnación 
de ancestros lejanos de los europeos contemporáneos y un triste ejemplo de lo que seríamos 
sin educación y sociedad. La superiora afirmó que su educación fue eficaz porque sabía bor-
dar muy bien. También aprendió la religión cristiana a tal punto que deseó ser bautizada. El 
pasado incivilizado de la niña salvaje fue entendido como un defecto moral, un vestigio del 
pecado original. Esto justificó métodos para remediar el salvajismo que incluía la instrucción 
religiosa y la rigurosa disciplina y, de ser necesario, el castigo físico. Tal como señalan los 
registros, sólo se puede controlar la propensión natural del hombre a la violencia y mantener 
la sociedad en orden a través de medidas punitivas y tácticas represivas. La lucha espiritual 
de cualquiera que se disponga a abandonar el pecado era análogo el tormento físico del sal-
vaje carnívoro rehabilitado. El salvaje civilizado dio cuenta de la lucha entre los impulsos 
instintivos y las obligaciones sociales. 
Quienes la han entrevistado afirmaron que Marie-Angélique sintió una notoria afición por 
la sangre animal y que vivió en constante amenaza de recaída, la más violenta de sus tenta-
ciones fue beber la sangre de un animal vivo. Afirman que cada vez que veía a un niño sufría 
el tormento de ese deseo. A pesar de que su ferocidad fue suavizada, afirman los registros, 
conservó vestigios en sus ojos y sus modales: a ella no le gustaba la comida ni la sociedad 
del momento, solo se mantenía fiel a los valores por obediencia a Dios. La religión que le 
habían enseñado le impedía regresar al bosque. Aunque finalmente dominó el francés, según 
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los informes, aborrecía las reuniones sociales y detestaba especialmente todo contacto físi-
co. Después de la muerte de un noble benefactor en 1752, Marie-Angélique dejó de recibir 
dinero y fue expulsada del convento. Cayó en la indigencia. Dicen los informes que su exis-
tencia cada vez más austera y solitaria en los años posteriores sólo se rompía por visitas 
poco frecuentes de buscadores de curiosidades. Murió en la soledad entre los cuarenta y 
sesenta años (la fecha es incierta). 
Aunque gradualmentefue ‘domesticada’ y ‘reformada’ como una monja católica, la existen-
cia ambigua de la niña salvaje de Champagne en los límites de la civilización fascinó a la inte-
lectualidad europea. Los relatos de la niña ejemplifican la gran variedad de dispositivos concep-
tuales para hablar sobre el salvajismo y la civilización en la Europa del siglo XVIII. También 
abarcaron toda una gama de investigaciones pseudocientíficas sobre los orígenes de la huma-
nidad al apelar a ideas de naturaleza subsidiarias a mejorar la sociedad mediante el control de 
indeseables fenómenos vinculados con pueblos exóticos y simios antropomórficos. Los disposi-
tivos retóricos y estrategias narrativas utilizadas para capturar a la niña salvaje de Champagne 
han sido múltiples. Buscando disipar (o potenciar) los temores arcaicos provocados por esta 
transgresión en la sociedad normal. La niña salvaje de Champagne fue recurso utilizado y pro-
ducido por la especulación de los autores del siglo XVIII. Sin dudas vive en la imaginación del 
siglo veinte como un Otro enigmático del que no podemos deshacernos y que siempre invita, 
pero en última instancia se resiste, a una interpretación definitiva. 
¿La curiosidad, las reflexiones, los afectos y las especulaciones en torno a los vínculos en-
tre ‘lo salvaje’ y ‘lo infantil’ han cambiando radicalmente respecto al siglo XVIII? ¿Continúan 
operando los anudamientos sexistas, coloniales y racistas entre salvajismo y niñez? ¿Nuestros 
marcos teóricos continúan atemorizados por los impulsos de una naturaleza que la cultura debe 
domeñar mediante la prescripción de líneas de desarrollo y pautas de socialización? ¿Los 
mismos dispositivos semióticos y materiales que producen el exterior temido de ‘lo salvaje’ son 
los mismos que producen ‘la niñez normal’ y ‘la adultez civilizada’? ¿Marie-Angélique puede ser 
considerada humana? ¿En qué términos? ¿En términos ético-políticos? ¿En términos de cons-
titución psíquica? ¿Marie-Angelique continúa amenazando, desde cada infancia, los marcos 
normativos que la civilización impone? ¿Algunas infancias —no alineadas con las zonas geopo-
líticas que concentran el poder económico global— son significadas actualmente desde senti-
dos culturales resonantes con aquellas miradas que contemplaron a Marie-Angélique? Espe-
ramos que el recorrido propuesto, en las páginas de este libro y en este relato, promueva la 
reflexión crítica en nuestras aulas. 
Referencias 
Benzaquen, A. (2006). Encounters with Wild Children: Temptation and Disappointment in the 
Study of Human Nature. Montreal: McGill-Queen's University Press. 
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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN | UNLP 233 
Bewell, A. (1983). Wordsworth's Primal Scene: Retrospective Tales of Idiots, Wild Children, and 
Savages. ELH, 50(2), 321-346. 
Dennis, W. (1951). A Further Analysis of Reports of Wild Children. Child Development, 22(2), 
153-158. 
Douthwaite, J. (2002). The Wild Girl, Natural Man, and the Monster: Dangerous Experiments in 
the Age of Enlightenment. University of Chicago Press. 
Yan, R. (2017). Dickens's Wild Child: Nurture and Discipline after Peter the Wild Boy. Dickens 
Studies Annual, 48, 45-58. 
 
Diseño de tapa: Dirección de Comunicación Visual de la UNLP
Universidad Nacional de La Plata – Editorial de la Universidad de La Plata
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Edulp integra la Red de Editoriales Universitarias Nacionales (REUN)
Primera edición, 2021
ISBN 978-950-34-2023-2
© 2021 - Edulp
 2021. 
 Libro digital, PDF - (Libros de Cátedra)
 Archivo Digital: descarga
 ISBN 978-950-34-2023-2
1. Psicología Evolutiva. 2. Psicoanálisis. 3. Infancia. I. Martínez, Ariel, coord. II. Mirc, Andrea
Elizabeth, coord. 
 CDD 155.7 
 Elizabeth Mirc. - 1a ed. - La Plata : Universidad Nacional de La Plata ; EDULP,
Hacia una deconstrucción de la Psicología Evolutiva : aportes teórico-políticos /
 Ariel Martínez ... [et al.] ; coordinación general de Ariel Martínez ; Andrea

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