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84 AVIONREVUE MEDIO AMBIENTE El cambio climático afecta cada vez más a las actividades humanas, y estas a su vez influyen en él, contribuyendo a la subida global de la temperatura y a los impactos derivados de ella. La aviación comercial es una de las actividades que más pueden verse afectadas; en particular por los cambios en las corrientes en chorro, ya que son fundamentales en la planificación de vuelo, permitiendo a las compañías aéreas acortar la duración de muchos de sus vuelos y ahorrar combustible. TEXTO: JOSÉ MIGUEL VIÑAS, METEORÓLOGO DE METEORED Y RESPONSABLE DE WWW.DIVULGAMETEO.ES Como veremos en este artículo, aunque algunos estudios empiezan a arrojar pistas sobre los previsibles cambios que el calentamiento global provocará en las citadas corrientes en chorro, todavía no hay nada concluyente al respecto. Las corrientes en chorro en un mundo más cálido La relación entre ambas cosas es indiscutible y cada vez el peso de las evidencias es mayor, pero se requieren aún más investigaciones para comprender mejor la conexión existente entre los patrones meteorológicos y el imparable ascenso de la temperatura. La gran variabilidad intrínseca al comportamiento atmosférico dificulta nuestra comprensión de los cambios en su dinámica atribuibles al cambio climático. Modelo de los vientos a escala global con una resolución de 10 km, en los que se aprecian, en colores vivos, las principales corrientes en chorro. fuente: nasa Bandas de cirros asociadas al chorro polar del hemisferio norte, atravesando la isla del Cabo Bretón, en el ese de Canadá. Imagen de satélite tomada en mayo de 1991. foto: nasa AVIONREVUE 85 ANUARIO 2022 INTERNACIONAL Acción-reacción Un hecho que sí que puede constatarse es que el calentamiento global está provocando la expansión hacia latitudes altas de las células de Hadley, lo que conlleva cambios de comportamiento en el chorro polar y el subtropical. La condición de fluido del aire –el hecho de que sea un medio continuo, como el agua– hace que en la atmósfera todo esté conectado, de manera que los cambios que ocurren en una determinada zona terminan transmitiéndose al resto. Las masas de aire están en continuo movimiento como consecuencia de los cambios de presión que se producen constantemente en el seno del medio atmosférico, dictados, a su vez, por las diferencias de temperatura que se dan entre unas zonas y otras. Si el planeta entra en una fase fría como una glaciación, o en una cálida como la actual, dicha circunstancia provocará cambios en los patrones de la circulación general atmosférica. En la primera parte del Sexto Informe del IPCC, publicada en agosto de 2021, se asigna un nivel de confianza alto a la expansión y el desplazamiento hacia el norte de la célula de Hadley del hemisferio norte desde 1980. Esa subida de latitud conlleva un mayor número de incursiones del chorro subtropical en la zona templada (latitudes medias), aumentando, en consecuencia, las interacciones entre ese chorro y el polar, lo que tiene importantes implicaciones, por ejemplo, en los vuelos trasatlánticos. A esto hay que sumar los cambios profundos que están teniendo lugar en el Ártico. Desde 1979 (año en que comienza a haber datos de satélite de esa región terrestre) la banquisa polar ha reducido su tamaño en un 40% (dato aportado por el IPCC). La magnitud que está teniendo el calentamiento global en esa región fría de la Tierra está provocando un debilitamiento del vórtice polar, lo que, a su vez, induce cambios en el chorro homónimo. Aunque la variabilidad del chorro polar es muy grande, la circunstancia antes apuntada provoca con mayor frecuencia incursiones de aire muy frío de origen polar hacia el sur, que alternan con incursiones en sentido contrario, hasta latitudes altas, de aire cálido de origen subtropical. La mayor debilidad del vórtice polar provoca en él mayores fracturas que se traducen en un chorro polar menos continuo e intenso y formando grandes ondulaciones. La combinación de un chorro polar más ondulado (formando grandes meandros) con las incursiones hacia el norte del chorro subtropical tiene importantes implicaciones en la dinámica atmosférica que acontece en latitudes templadas, así como en la aviación. Estamos empezando a observar el resultado de una reacción en cadena que está teniendo lugar en una troposfera que cada vez está más caliente. Desde hace años se están investigando en profundidad los cambios en las corrientes en chorro. A continuación, expondremos las conclusiones de algunos de los estudios más relevantes publicados hasta la fecha. Chorros alterados En 2015, en un artículo publicado en la revista Nature Climate Change, se pudo constatar cómo está cambiando la duración de los vuelos entre la costa oeste de los EEUU y Hawaii, como consecuencia de una intensificación del chorro polar en esa franja terrestre. A partir de una base de datos de 20 años de la duración de los vuelos de cuatro compañías aéreas que tienen rutas entre Honolulu y Los Ángeles, San Francisco y Seattle, se comprobó cómo los trayectos hacia el oeste (con el chorro a favor) se habían acortado, en promedio, 10 minutos, mientras que los que iban en sentido contrario (con el chorro en contra) eran 11 minutos más largos. Aunque esa diferencia de un minuto parece pequeña, el resultado fue relevante por varios motivos. El primero de ellos por que pudo cuantificarse por primera vez cómo están afectando los cambios en la corriente en chorro a la duración de los vuelos. Por otro lado, los responsables del estudio extrapolaron el resultado a los aproximadamente 30.000 vuelos comerciales que hay a diario en EEUU, y estimaron el número de horas de vuelo adicionales debidas a dicha circunstancia, con el consiguiente gasto extra de combustible que conllevan, así como las toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera cada año por tal motivo. Esto último, como sabemos, contribuye al calentamiento global y a las alteraciones del mismo chorro polar que está modificando los tiempos de vuelo de los aviones (retroalimentación positiva). Arriba: Climatología (1979- 2017) de los vientos medios anuales de las corrientes en chorro del oeste (nivel de 250 hPa) de acuerdo con los datos de reanálisis de NCEP/ NCAR. Foto superior: Esquema de los cambios experimentados por las células de Hadley en respuesta al calentamiento global provocado por el aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera. fuente: nature communications 86 AVIONREVUE MEDIO AMBIENTE El comportamiento de la corriente en chorro en el Atlántico Norte y su influencia en la aviación también está siendo estudiado. Una investigación llevada a cabo en 2016 por científicos del Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, en Reino Unido, trató de cuantificar cómo a medida que el chorro polar siga intensificándose debido al calentamiento global antropogénico, la retroalimentación positiva antes descrita irá a más. El acortamiento de la duración de los vuelos entre Norteamérica y Europa no compensará el tiempo que se alargarán los trayectos en sentido contrario. En la ruta, en ambos sentidos, entre Londres y Nueva York se estiman vientos del oeste un 15% más rápidos en invierno, aumentando su velocidad media en todo el trayecto de los 77 km/h actuales a 89 km/h. Para el resto de las estaciones del año, el incremento es del mismo orden porcentual, variando los valores promedio de la intensidad del viento. Los vuelos de Nueva York a Londres tendrán el doble de posibilidades que ahora de durar menos de 5 horas y 20 minutos, mientras que los que vayan hacia Nueva York durarán más de 7 horas. Los cuatro minutos que, de media, se ahorrarán al viajar hacia el este no compensarán los 5 minutos y 18 segundos que, según las estimaciones hechas por Paul William –investigador principal del estudio– y su equipo, se alargará el trayecto hacia el oeste. Esa diferenciade tiempo, aplicada a todo el tráfico aéreo transatlántico supondrá cerca de 2.000 horas más al año con los aviones en vuelo, lo que se traduce en un importante gasto adicional de combustible, que encarecerá el precio de los billetes, aparte del aumento de emisiones que ello supone. Por otro lado, la mayor variabilidad de la corriente en chorro, que en algunos de los escenarios que plantean las proyecciones climáticas podría superar los rangos observados hasta ahora, dificultará, previsiblemente, la planificación de los vuelos, aumentando el riesgo de retrasos, aparte de volverse más turbulentos, como contaremos más adelante. Bajo el título: Influence of Anthropogenic Climate Change on Planetary Wave Resonance and Extreme Weather Events, y con los especialistas en clima Michael E. Mann y Stefan Rahmstorf como autores principales, se publicó en 2017 un interesante artículo sobre cómo el calentamiento global está afectando a la circulación general de la atmósfera en latitudes medias, en particular a las corrientes en chorro. La complejidad que entraña esa relación y su dificultad de estudio despertó un gran interés por este trabajo entre la comunidad científica. El estudio desvela cómo el aumento observado en los fenómenos meteorológicos extremos, ligado al cambio climático, está siendo provocado por una dinámica atmosférica alterada, en la que las corrientes en chorro comienzan a estar sujetas a determinados patrones de comportamiento. La magnitud que el calentamiento global está teniendo en el Ártico –más del doble que el promedio mundial– está reduciendo la diferencia de temperatura entre el aire polar y el subtropical, lo que favorece la ondulación del chorro polar. Esa configuración es cada vez más frecuente y persistente y en ese artículo se relaciona inequívocamente con el calentamiento global. A medida que el Ártico siga calentándose, con el consiguiente debilitamiento del vórtice polar, las corrientes en chorro del hemisferio norte presentarán cada vez ondulaciones de mayor amplitud persistentes en el tiempo, lo que contribuirá a aumentar más fenómenos como las olas de calor o el descolgamiento de danas, con el tiempo adverso (tormentas, lluvias torrenciales) que ello conlleva. En un estudio llevado a cabo al año siguiente (2018), Mann y Rahmstorf dedujeron que es probable que los eventos cálidos en latitudes altas que amplifican la ondulación de la corriente en chorro aumenten en un 50% –de 7,5 al año a 11–, si las emisiones de gases de efecto de invernadero a la atmósfera, con el CO2 a la cabeza, siguen aumentando al ritmo actual. El ambicioso, a la vez que necesario, objetivo de la descarbonización neta total en 2050, es la única vía que tenemos a nuestro alcance para que a finales de siglo la temperatura media global no supere en más de 2 ºC los valores preindustriales. En este escenario, la corriente en chorro estaría más alterada que en la actualidad, pero dentro de un rango que permitiría a la aviación comercial adaptarse a la nueva realidad climática. Vuelos más turbulentos Con la vista puesta en el futuro, el confort de los pasajeros y las tripulaciones en los vuelos es otro de los asuntos que preocupa. Está ligado a los cambios en las corrientes en chorro que estamos comentando y, en particular, a la turbulencia. En 2019, en un trabajo publicado en Nature, llevado a cabo por el mismo equipo de científicos de la Universidad de Reading responsable del estudio del año 2016, se certificó un aumento de un 15% en la cizalladura vertical del viento entre 1979 (año desde el que hay disponibles datos globales de satélite) y 2017. La turbulencia en aire claro (CAT) es uno de los fenómenos que, en mayor o menor medida, tiene lugar en los vuelos de larga media y distancia. Avión en vuelo, en su nivel de crucero. foto: airbus AVIONREVUE 87 ANUARIO 2022 INTERNACIONAL Si bien en los mapas de predicción que emplean los pilotos para establecer sus planes de vuelo, están bien pronosticadas las grandes áreas con CAT moderada o severa –incluidas las asociadas a las corrientes en chorro–, la presencia en la atmósfera de chorros de bajos niveles de pequeña escala, en los que se producen cambios bruscos en la intensidad y dirección del viento en la vertical, hace que a veces el avión atraviese una zona turbulenta no prevista. La referida cizalladura vertical es la variación que en un momento dado experimenta el vector viento o una componente de este en su dirección y/o intensidad en la vertical. Los cambios que empieza a manifestar las corrientes en chorro, como consecuencia del calentamiento global, conllevan esa intensificación del 15% en la cizalladura vertical en torno a ellas y, en consecuencia, en la CAT ligada a los chorros. Aunque los pilotos para beneficiarse del impulso del núcleo del chorro acceden a él por las zonas de turbulencia menos peligrosa, siempre deben atravesar algún tramo atmosférico con CAT y ésta, tal y como certifica el estudio, está cobrando relevancia, lo que va en perjuicio de los pasajeros. Uno de los hechos que pone de manifiesto esa reciente investigación es que, si bien –tal y como apuntamos con anterioridad– la diferencia de temperatura entre las regiones polares y el ámbito tropical se está reduciendo, esto únicamente ocurre en la parte más baja de la atmósfera (en las cercanías de la superficie terrestre), debido al calentamiento de la misma. A unos 34.000 pies, que es una altitud de crucero típica de un avión comercial, esa diferencia está aumentando (ya que de la tropopausa hacia arriba lo que se está produciendo es un enfriamiento) y provoca el citado aumento de la cizalladura vertical del viento y de la CAT. El estudio concluye que, en función del escenario climático al que nos vayamos dirigiendo, las turbulencias severas en los vuelos podrían duplicarse e incluso triplicarse para el período 2050-80. En los próximos años, nuevos estudios verán la luz y completarán nuestro conocimiento –todavía limitado– del comportamiento de las corrientes en chorro en el marco del cambio climático actual. De momento, hemos sido capaces de detectar cambios en su dinámica, que empiezan a afectar a la navegación aérea, aunque todavía sin tener un gran impacto. La mayor o menor amplificación de esos cambios, dependerá de lo que siga subiendo la temperatura, y nosotros con nuestras actividades – aviación incluida– tenemos todavía la capacidad de modular dicha subida. Arriba: Corte transversal de la atmósfera donde se indica la zona alrededor del núcleo del chorro polar donde es más probable la presencia de CAT. Fuente: Meteoglosario visual de AEMET. Izquierda: Los dos patrones principales en la corriente en chorro. fuente: noaa 84_Medio Ambiente_Anuario2022 85_Medio Ambiente_Anuario2022 86_Medio Ambiente_Anuario2022 87_Medio Ambiente_Anuario2022
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