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Federalismo y partidos políticos: 
los casos de Canadá y España 
 
 
MÓNICA MÉNDEZ LAGO 
 
Universidad de Murcia 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
WP núm. 232 
Institut de Ciències Polítiques i Socials 
 
Barcelona, 2004 
Institut de Ciències Polítiques i Socials 
Adscrit a la Universitat Autònoma de Barcelona 
 2 
 
El Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) es un consorcio 
creado en 1988 por la Diputación de Barcelona y la Universitat Autònoma 
de Barcelona, institución esta última a la que está adscrito a efectos 
académicos. 
 
“Working Papers” es una de las colecciones que edita el ICPS, 
especializada en la publicación -en la lengua original del autor- de trabajos 
en elaboración de investigadores sociales, con el objetivo de facilitar su 
discusión científica. 
 
Su inclusión en esta colección no limita su posterior publicación por el 
autor, que mantiene la integridad de sus derechos. 
 
Este trabajo no puede ser reproducido sin el permiso del autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Edición: Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS) 
 Mallorca, 244, pral. 08008 Barcelona (España) 
 http://www.icps.es 
© Mónica Méndez Lago 
Diseño: Toni Viaplana 
Impresión:a.bís 
 Travessera de les Corts, 251, entr. 4a. 08014 Barcelona 
ISSN: 1133-8962 
DL: B-42.028-04 
 3 
Introducción1 
La organización de los partidos políticos es a la vez un tema de 
investigación antiguo y novedoso dentro de la Ciencia Política. Es un tema 
antiguo si se piensa que los padres fundadores de la disciplina dedicaron 
buena parte de su trabajo al estudio de los partidos2. Sin embargo, aparte 
de la cuestión de la democracia interna, otros temas como la estructura 
organizativa, el funcionamiento y el desarrollo de la vida interna de la vida 
de los partidos han sido relativamente poco explorados. Recientemente 
diferentes autores han retomado esta cuestión3, desarrollando 
investigaciones para avanzar en el entendimiento de la forma en la que los 
partidos construyen y desarrollan sus organizaciones. 
Dentro de ese conjunto de temas, uno de los que ha sido poco 
estudiado es la manera en la que el entorno institucional en el que operan 
los partidos influye en las decisiones acerca de las formas óptimas de 
organización, y las consecuencias que distintas formas de organización 
tienen para los partidos políticos que las adoptan y para el conjunto del 
sistema político. Este trabajo explora esta relación, concretamente la forma 
en la que las estructuras políticas de corte federal influyen, por un lado, en 
el formato del sistema de partidos, y por otro en la estructura y 
funcionamiento interno de los partidos individualmente considerados. Se 
analiza la interacción entre federalismo y partidos en dos sistemas 
políticos, Canadá y España. Canadá es un sistema federal desde su 
constitución como Estado, aunque, como se desarrolla en el presente 
trabajo, las características de sus estructuras políticas federales se han 
transformado notablemente a lo largo del tiempo. Está compuesto por diez 
provincias, que constituyen las unidades políticas básicas, junto con los 
territorios del Noroeste, Yukon y Nunavut. Estas provincias y territorios 
pueden agruparse en regiones que no tienen un contenido político, sino 
que resumen una trayectoria histórica y características culturales 
comunes4. La sociedad canadiense está dividida por cleavages lingüísticos 
(que separan a los francófonos, residentes fundamentalmente en Québec, 
de los anglófonos), regionales/nacionalistas, religiosos y económicos. A 
 4 
estos cleavages tradicionales se han añadido otros propios de una 
sociedad receptora de una inmigración de procedencia variada. 
En los últimos treinta años se ha puesto en cuestión la forma que 
debía adoptar el federalismo canadiense. El conflicto surgió de las 
insatisfacciones expresadas por Québec respecto a su situación en el 
estado canadiense, pero en la actualidad el debate sobre el diseño de la 
federación se ha extendido al resto de las provincias. En este trabajo se 
explora la forma en la que se ha desarrollado el sistema de partidos y los 
partidos políticos canadienses y la medida en la que este desarrollo 
responde, por una parte al entorno institucional federal y su evolución, y 
por otra, a la complejidad de los cleavages. 
El estudio del desarrollo del binomio federalismo-partidos políticos 
canadiense puede ser ilustrativo para reflexionar acerca de la evolución del 
mismo binomio en España. La sociedad española también se caracteriza 
por estar atravesada por cleavages socioeconómicos, regionales y 
lingüísticos. Se trata, además, de un ejemplo de tránsito de estado 
centralista a una configuración descentralizada del poder, el Estado de las 
Autonomías, que progresivamente ha evolucionado hasta ser calificados 
por algunos autores como un estado cuasi-federal, aunque nominalmente 
no lo sea (Moreno, 1997; Aja, 1999). A diferencia del caso canadiense, en 
España el desarrollo del sistema de partidos tras la dictadura y el del 
Estado de las Autonomías han sido procesos prácticamente simultáneos. 
En este trabajo se analiza la evolución e interacción de ambos procesos y 
se plantean posibles desarrollos futuros a la luz de la experiencia 
canadiense. 
El federalismo y los partidos políticos: una aproximación 
analítica 
Ni la literatura sobre el funcionamiento de los sistemas políticos 
federales, ni la que analiza la organización de partidos políticos y sistemas 
de partidos han prestado mucha atención a la interacción entre estos 
elementos. Se trata de una relación de doble dirección. Por una parte, el 
tipo de sistema(s) de partidos influye en la manera en la que se diseña y 
 5 
funciona un entramado institucional (federal). Por otra parte, una vez en 
funcionamiento, el entorno institucional en el que operan los partidos 
influye en su forma de organizarse, así como en la manera en que se 
modela un sistema de partidos a lo largo del tiempo. 
En lo que concierne a la primera cuestión, Riker (1964) atribuye una 
gran importancia al sistema de partidos a la hora de explicar el grado de 
centralización de la toma de decisiones, y en general, del funcionamiento 
de los sistemas políticos federales. A este tipo de relaciones causales 
pertenecen asimismo las reflexiones acerca de la medida en que los 
partidos políticos pueden contribuir a la integración política de un Estado 
mediante su presencia en diferentes zonas del territorio (Elkins, 1991: 8). 
La segunda dirección de causalidad se refiere a la medida en que los 
partidos diseñan sus estrategias, estructuras organizativas y políticas para 
que sean óptimas a las características en un entorno institución, en este 
caso federal o con un alto grado de descentralización política. La dificultad 
de analizar esta cuestión reside en que hay muchos otros aspectos 
relativos al entorno institucional, tales como el sistema electoral, la 
legislación sobre financiación de partidos, que influyen en la forma en la 
que los partidos se organizan y diseñan sus estrategias, de manera que 
resulta complicado aislar la influencia específica del tipo de organización 
territorial del poder. 
La influencia de las estructuras federales en los sistemas de 
partidos y en las organizaciones partidistas 
El impacto sobre los sistemas de partidos 
Las soluciones institucionales de tipo federal son frecuentes en 
sociedades segmentadas por fuertes cleavages etnolingüísticos y 
culturales, con larga trayectoria histórica, que suelen coincidir con otras 
divisiones económicas y sociales. En estos sistemas políticos es frecuente 
encontrar sistemas de partidos en los que existen formaciones de corte 
nacionalista o regionalista, que representan los intereses de una o varias 
regiones. Por tanto, en los sistemas federales en los que existan 
 6 
diferencias importantes entre regiones (o, en rigor, entre estados), éstas 
tenderán a trasladarse al sistema de partidos mediante la existencia de 
partidosque defiendan los intereses de regiones o estados concretos. 
En consecuencia, un primer objeto de atención será el formato que 
han adquirido los sistemas de partido en Canadá y España y la medida en 
que los intereses regionales han sido defendidos por partidos de ámbito 
estatal o por partidos de ámbito regional o provincial. En este caso resulta 
evidente la doble causalidad, dado que el diseño institucional federal en 
muchas ocasiones es una respuesta a la presión ejercida por estos 
partidos regionalistas o nacionalistas. No obstante, incluso cuando la 
configuración federal es el resultado de un sistema de partidos 
preexistente, los rasgos de éste se pueden ver reforzados o modificados 
una vez esté en funcionamiento el estado federal. Un caso paradigmático 
en este sentido es Bélgica, que se convirtió en un Estado federal en 1993. 
En buena medida, el proceso de federalización fue la respuesta a los 
cleavages preexistentes, reflejados en la configuración del sistema de 
partidos. Ahora bien, una vez realizada la reforma, las nuevas estructuras 
institucionales de corte federal están teniendo efectos sobre la 
configuración del sistema de partidos belga (Méndez Lago, 1995; 
Deschouwer, 1996). 
El Cuadro 1 resume el tipo de cuestiones en las que se va a centrar la 
atención en lo que se refiere al estudio de la interacción entre estructuras 
federales y sistemas de partido, por un lado, y en las organizaciones de 
partido, por otro. 
 
Cuadro 1 
Estructuras institucionales federales y su influencia en los partidos y 
sistemas de partidos 
En los sistemas de partidos 
 ? ? Configuración de sistemas de partidos distintos en cada nivel de 
 gobierno 
 Existencia de partidos de ámbito sub-federal/sub-estatal 
 Variación en las características de la competición electoral: 
? ? Estructura de la competición (oferta diferente en función de 
la provincia/Comunidad Autónoma/estado federado y distinta 
en cada ámbito de gobierno. 
 7 
? ? Estado de la competición: niveles de "competitividad" 
electoral variables 
 Variación en la interacción entre los partidos: política de alianzas y 
 coaliciones distinta según nivel de gobierno 
En las organizaciones partidistas 
 ? ? Descentralización en el funcionamiento de las organizaciones de 
 partido en tres ámbitos: 
? ? Organizativo (estructuras organizativas, sedes, afiliados, 
personal, organización de campañas electorales, 
financiación, etc.) 
? ? Programático/políticas públicas 
? ? Estrategias electorales y alianzas 
Elaboración propia 
 
La influencia sobre las organizaciones de partido 
La estructura organizativa y el funcionamiento de los partidos 
individualmente considerados es previsible que presente características 
específicas en los sistemas federales (o con un grado elevado de 
descentralización política), especialmente en el caso de los partidos que 
están presentes en todo el territorio estatal. 
En los sistemas federales las unidades constitutivas de la federación 
son arenas políticas con entidad propia. Tienen instituciones de 
autogobierno, competencias que ejercer, y recursos que distribuir entre 
diferentes prioridades políticas. Así, los sistemas políticos federales 
ofrecen espacios para la toma de decisiones (semi) autónomas en los que 
los dirigentes gozan de oportunidades especiales para responder a 
electorados distintos, algo que no ocurre en los estados unitarios 
(Chandler y Chandler, 1987). La existencia de diferentes tipos de 
elecciones pueden dar como resultado una diferenciación en los 
programas y las estrategias de los partidos, con el fin de poder atender a 
distintos electorados. A su vez, esto puede dar lugar a un número elevado 
de situaciones en las que la política central de un partido choque con su 
estrategia a nivel regional. En definitiva, un alto grado de descentralización 
política puede generar presiones contradictorias sobre los dirigentes de las 
organizaciones regionales de los partidos, que por un lado han de 
responder y defender los intereses de sus regiones, pero por otro deben 
 8 
actuar según lo acordado por la ejecutiva nacional/federal de su partido. Si 
las unidades sub-estatales son muy diferentes entre sí, aumentará la 
heterogeneidad de intereses. Llevando este argumento al extremo, podría 
darse el caso de sistemas federales en los que desapareciera la necesidad 
de que los partidos diseñasen una estrategia unificada para todo el 
Estado5. 
Resumiendo lo expuesto hasta ahora, la combinación de unidades 
territoriales autónomas con su propio proceso electoral, competencias e 
instituciones políticas ofrece un conjunto de incentivos para que se 
produzca una descentralización en el funcionamiento de los partidos, tanto 
en lo que se refiere a su estructura y organización interna, como a sus 
estrategias y políticas. Este incentivo para la descentralización coexiste 
con otros que, presumiblemente, promueven la centralización interna en el 
funcionamiento de los partidos, como, por ejemplo, el hecho de que las 
campañas electorales se basen fundamentalmente en mensajes 
transmitidos a través de medios de difusión de ámbito estatal como la 
televisión. 
El problema de estudiar la descentralización dentro de los partidos 
políticos es que puede adoptar muchas formas y ser tan complicada de 
evaluar como la propia descentralización del sistema político. Para realizar 
esta tarea conviene dirigir la atención al análisis de la distribución interna 
de los recursos, a la descentralización de la toma de decisiones, y a 
evaluar la autonomía de las estructuras organizativas de los partidos 
presentes en las sub-unidades territoriales (se denominen éstas como se 
denominen), respecto a la organización central (federal) del partido. 
Smiley (1987) utiliza el término "integración vertical" para referirse a la 
descentralización en el funcionamiento de los partidos y de los sistemas de 
partidos. En el caso de los partidos, distingue dos tipos ideales de partidos, 
el modelo “integrado” y el modelo “confederal”, dependiendo de las 
relaciones que se establezcan entre las organizaciones de partido de 
ámbito estatal y las de ámbito sub-estatal. Tal y como aparece en la 
segunda mitad del Cuadro 1, se proponen tres ámbitos de análisis para 
evaluar el grado de integración vertical de un partido político. El Cuadro 2 
 9 
desarrolla estos tres ámbitos con más detalle. El primero de ellos es el 
organizativo, en el que se incluyen cuestiones como las propias 
estructuras territoriales de los partidos y el grado de coordinación entre 
ellas, el grado de centralización en la toma de decisiones, y en aspectos 
más puramente organizativos como las sedes de los partidos, los afiliados, 
el personal, la organización de campañas electorales y la financiación. En 
los partidos políticos con alta integración vertical hay una intensa 
colaboración entre diferentes niveles territoriales de la organización, 
generalmente basada en la existencia de normas y reglas que facilitan 
dicha colaboración. 
Un segundo elemento a tener en cuenta es el que se refiere a los 
programas y las políticas que defienden los partidos en cada nivel de 
gobierno. En un partido con integración vertical elevada la oferta 
programática de los partidos tenderá a ser similar en los diferentes niveles 
de gobierno, mientras que en los de integración vertical escasa la 
homogeneidad programática resultará más difícil de mantener. Por último, 
otro aspecto muy ligado al anterior se refiere a las estrategias electorales y 
a la política de alianzas de un partido. En los partidos con integración 
vertical elevada las diferentes unidades territoriales desarrollan estrategias 
electorales dirigidas a grupos sociales similares y establecen alianzas pre-
electorales o coaliciones con los mismos "socios" independientemente del 
nivel de gobierno de que se trate. Cuando la integración vertical es escasa 
hay una mayor heterogeneidad en este ámbito, como resultado de la 
mayor autonomía de cada unidad territorialde un partido para decidir 
sobre estos aspectos en función de las características de la competición 
electoral y partidista en cada territorio. 
 
Cuadro 2 
Grado de integración vertical de los partidos 
 Integración vertical elevada Escasa integración vertical 
 (modelo "confederal") 
Organización: 
Estructuras organizativas v Las organizaciones sub- v Lazos formales escasos 
 federales están ligadas o incluso inexistencia de 
 formalmente a la federal los mismos 
Afiliados v Procesos de afiliación y v Afiliación separada para 
 10 
 censos únicos cada tipo de organización 
Personal v Organizaciones federales v Personal propio de cada 
 y sub-federales comparten organización 
 personal 
Campañas electorales v Colaboración entre los v Cada organización se 
 dos niveles en cada tipo centra en la preparación 
 de convocatoria de campaña de su nivel de 
 gobierno 
Políticas y programas: 
 v Proyectos y ofertas v Autonomía de las 
 políticas uniformes en el organizaciones sub- 
 territorio estatales y de la 
 v Existen mecanismos para organización federal 
 facilitar una posición comúnpara establecer programas 
 y prioridades políticas 
Estrategias electorales y de coalición: 
Estrategias electorales v Similares en el nivel v Variación según nivel de 
 federal y en el sub-federal gobierno 
 (diseñadas desde el nivel v Diseñadas en cada nivel 
 federal) de gobierno (en el federal 
 y en cada unidad sub- 
 federal) 
Alianzas y coaliciones v Similar en el nivel federal v Diferente según nivel de 
 y en los sub-federales gobierno 
 v Decisión centralizada o v Las organizaciones en 
 con el consentimiento de cada nivel tienen 
 la dirección federal autonomía de decisión 
Elaboración propia a partir de la caracterización de Smiley (1987) 
 
Hasta ahora se ha asumido que todos los sistemas políticos de corte 
federal proporcionan el mismo tipo de incentivos a los partidos políticos. 
Sin embargo, Chandler y Chandler (1987) sostienen que contemplar la 
descentralización política como un fenómeno uniforme no permite 
desarrollar hipótesis verificables en cuanto al tipo de incentivos que ofrece 
a los partidos a la hora de diseñar sus organizaciones y estrategias. Como 
se sintetiza en el Cuadro 3, estos autores proponen distinguir entre el 
federalismo jurisdiccional y el funcional. El federalismo jurisdiccional se 
caracteriza por una división de competencias nítida entre niveles de 
gobierno, cada uno de los cuales se encarga de desarrollar competencias 
en ámbitos diferentes y claramente delimitados. Por el contrario, el 
principio por el que se guía el federalismo funcional es la división del 
trabajo en el desarrollo de las mismas competencias políticas, esto es, los 
 11 
distintos niveles de gobierno son responsables de las distintas fases de 
una misma política. 
Estos autores sugieren que, si bien el federalismo jurisdiccional 
amplía los incentivos a los altos cargos políticos para explotar los conflictos 
regionales y favorece la creación de estructuras organizativas de los 
partidos paralelas en cada nivel de gobierno, el federalismo funcional 
favorece la integración entre las ramas territoriales de una única 
organización. En sistemas próximos al modelo funcional, la necesidad de 
una coordinación y cooperación en el proceso político ofrece fuertes 
incentivos para coordinar las posiciones políticas y, en definitiva, para 
desarrollar una conducta homogénea en distintos niveles territoriales de 
los partidos. Como consecuencia de ello, es probable que los altos cargos 
regionales de los partidos estén muy integrados en la organización federal, 
y que tengan un papel activo en ella. 
 
Cuadro 3 
Tipos de federalismo e impacto en el funcionamiento de los partidos políticos 
 Características Impacto sobre los partidos 
Funcional ?División del trabajo entre ?Partidos verticalmente 
 diferentes niveles de integrados 
 gobierno en el desarrollo de 
 las mismas competencias 
 ?Intensa colaboración entre 
 niveles de gobierno 
Jurisdiccional ?División de competencias ?Partidos con escasa 
 entre niveles de gobierno integración vertical 
 ?Poca colaboración entre 
 diferentes niveles de gobierno 
Elaboración propia a partir de las ideas de Chandler y Chandler (1987) 
 
Por el contrario, en los sistemas federales (o altamente 
descentralizados) en los que hay una división clara de competencias para 
uno u otro nivel de gobierno (modelo jurisdiccional) se reducen los 
incentivos para el diseño y ejecución de una estrategia organizativa 
coherente en todo el Estado. En este tipo de sistemas existen incentivos 
para apartarse de las directrices ofrecidas por las autoridades centrales del 
partido y los recursos escasos de que disponen las autoridades centrales 
 12 
para hacer que las federaciones se ciñan a las estrategias diseñadas en el 
órgano central de los partidos. 
En las páginas siguientes se aplicarán las consideraciones realizadas 
en este epígrafe al estudio del impacto de las estructuras políticas 
federales en los partidos políticos canadienses y españoles. 
Federalismo y partidos políticos en Canadá 
El desarrollo del federalismo en Canadá 
Canadá es un sistema federal desde su origen como Estado 
independiente en 1867. Sin embargo, el funcionamiento del federalismo y, 
concretamente, las relaciones entre el gobierno federal y las provincias no 
han permanecido constantes. El equilibrio de poder entre el gobierno 
central y las provincias ha pasado por fases de predominio de uno y otro. 
En un artículo en el que se examina la evolución de las relaciones entre el 
gobierno central y las provincias, Cody (1977) señala la existencia de 
cuatro fases. En la primera fase el gobierno central era claramente 
predominante sobre las provincias. Seguidamente se produjo un 
desplazamiento del centro de gravedad hacia las provincias, tras una serie 
de sentencias judiciales que favorecieron dicho desplazamiento. 
Hacia los años veinte se produjo un nuevo movimiento pendular, esta 
vez en favor del gobierno central, que adquirió protagonismo en la época 
de la Gran Depresión de 1929. La necesidad de fondos económicos y la 
puesta en marcha de políticas sociales hizo que los gobiernos provinciales 
dependieran económicamente del gobierno federal, y dio a éste mayor 
protagonismo. El gobierno dotaba de financiación a las provincias con la 
condición de que fuera gastado en determinadas partidas. 
Hacia la década de 1950 el péndulo cambió nuevamente de 
orientación, al reforzarse el poder de las provincias. Se cambió el sistema 
de financiación y el modelo fiscal. La financiación condicional fue sustituida 
por programas de financiación compartida entre el gobierno federal y las 
provincias. Era la etapa de desarrollo del federalismo cooperativo en el 
que, a pesar del mayor protagonismo de las provincias con respecto a 
 13 
fases anteriores, seguía existiendo un claro predominio del gobierno 
federal (Cody, 1977: 66-67; Cameron y Simeon, 1999: 15-16). En ese 
momento se fueron desarrollando en Québec demandas de autogobierno. 
Sus elites políticas reclamaban tener la posibilidad de desmarcarse “opt-
out” de algunas políticas federales. También desarrollaron demandas 
propias las provincias del Oeste (Alberta y British Columbia). 
Las décadas siguientes (años 1960 y 1970) se caracterizaron porque 
se incrementó la conflictividad entre las provincias y el gobierno federal. 
Comenzaba la etapa del federalismo ejecutivo (Cody, 1977: 70-71). Uno 
de los signos más evidentes del cambio en el tipo de interacción entre las 
provincias y el gobierno federal fue que se pasó de tener foros de 
encuentro entre ambas instancias en los que sólo participaban 
funcionarios, a que estas reuniones se celebraran entre políticos de alto 
rango. En resumen, las relaciones comenzaron a adquirir un claro matiz 
político. A partir de ese momento, la conferencia anual de Primeros 
Ministros de las diez provinciascanadienses (premiers) pasó a convertirse 
en la institución más característica del federalismo ejecutivo. Richard 
Simeon (1972) identifica la emergencia de estas reuniones con un cambio 
que asemeja las relaciones entre el nivel de gobierno federal y el provincial 
con las relaciones diplomáticas, tal y como las que se desarrollan entre 
diferentes estados soberanos. 
Durante la última parte de la década de los sesenta y la de los setenta 
Canadá experimentó un aumento de las tensiones intergubernamentales. 
El federalismo cooperativo de fases anteriores se convirtió en federalismo 
competitivo (Cameron y Simeon, 1999: 16). Las reuniones de los premiers 
provinciales fueron logrando cada vez más presencia en los medios de 
comunicación, siendo especialmente importante el hecho de que fueran 
televisadas, lo que fue creando un “público” para el conflicto 
intergubernamental. El seguimiento de lo que acontecía en dichas 
reuniones hizo que se convirtieran en un foro para alcanzar consenso, 
pero también para plantear disenso. Los líderes eran conscientes de que 
actuaban como portavoces de las demandas de las provincias y de que, 
además, contaban con medios de comunicación de masas que transmitían 
 14 
directamente su actuación a sus respectivos públicos. 
En esta fase no sólo había conflictos frecuentes entre gobiernos 
provinciales, o entre el nivel federal y el provincial, sino que comenzaron a 
plantearse desacuerdos fundamentales sobre la forma en la que estaba 
definido y funcionaba el sistema federal canadiense. Se abría así una 
etapa, aún no concluida, que podría calificarse de "federalismo 
cuestionado", en la que el conflicto intergubernamental ha afectado a 
cuestiones constitucionales. Entre estas cuestiones destacan las 
demandas de Québec para ser reconocida como una sociedad distinta 
(distinct society), y para que dicho reconocimiento se tradujese en la 
posibilidad de no participar en algunos programas gubernamentales. La 
manifestación más extrema del descontento de Québec ha sido la 
realización de dos referéndum sobre la secesión y transformación en un 
Estado independiente, opción que no ha triunfado en ninguna de las dos 
convocatorias, pero que en la última ocasión (1995) fue derrotada tan sólo 
por una mínima diferencia de votos a favor de la permanencia de Québec 
en la Confederación. 
El disenso sobre las bases del funcionamiento del Estado Federal se 
puso asimismo de manifiesto en diferentes oportunidades en las que se 
debatieron reformas constitucionales que incluyen la “repatriación” de la 
Constitución (que se realizó finalmente sin el consenso de Québec), la 
negociación del Acuerdo de Meech Lake y los acuerdos de Charlottetown. 
En la negociación de Meech Lake (1987) se plasmaron las demandas de 
Québec, pero finalmente no fue ratificado ya que se opusieron los 
parlamentos provinciales de Manitoba y Newfoundland. Cinco años 
después, los acuerdos de Charlottetown intentaron de nuevo integrar las 
demandas de Québec en una configuración de las relaciones federales y 
provinciales en Canadá, pero este pacto fue rechazado en referéndum en 
1992. En Québec los electores consideraron insuficientes los contenidos 
del acuerdo, mientras que en las provincias del Oeste se rechazaba el 
trato de favor hacia Québec. Por otro lado, el electorado con su negativa 
planteaba el rechazo al proceso poco transparente que había conducido al 
acuerdo, a través de reuniones y negociaciones entre los primeros 
 15 
ministros. La novedad de la década de 1990 fue que se cristalizó la 
resistencia de las provincias de habla inglesa a la dualidad y a la 
consideración distinta de Québec. En las provincias del Oeste esta 
oposición se unió al sentimiento de marginación por parte de los gobiernos 
federales, según esta opinión más enfocados a las dos provincias más 
pobladas: Ontario y Québec. En la actualidad sigue existiendo una lucha 
entre dos visiones del federalismo canadiense: una de corte igualitario 
para todas las provincias, que es la que apoyan las regiones anglófonas, 
especialmente las del Oeste del país, y otra de carácter asimétrico, que 
reconoce las particularidades de Québec6. 
Los sistemas de partidos en Canadá 
Una de las principales notas distintivas de Canadá es que existen dos 
tipos de sistemas de partidos: el federal, conformado por los partidos que 
compiten en las elecciones de ámbito federal, y los sistemas de ámbito 
provincial en cada una de las diez provincias que conforman el territorio 
canadiense. Aunque hay partidos de la misma familia ideológica presentes 
en la política provincial y en la federal, se trata, en general, de 
organizaciones formalmente diferentes. El propósito de esta sección es 
analizar la evolución del sistema de partidos canadiense para entender su 
configuración actual tanto en el nivel federal como en el provincial. 
El sistema de partidos de Canadá en el momento de la creación de la 
Confederación en 1867 tenía una estructura claramente bipartidista. El 
Partido Liberal y el Partido Conservador eran las principales fuerzas del 
sistema. Se trataba de organizaciones de notables con una escasa 
presencia extra-parlamentaria, cuyo funcionamiento se basaba 
fundamentalmente en el patronazgo (Carty, 1991: 126). El predominio de 
los notables locales hizo que fuera difícil construir organizaciones 
nacionales con una cierta coherencia, coordinación y disciplina. El Partido 
Liberal y el Partido Conservador monopolizaban la competición electoral, 
consiguiendo resultados conjuntos cercanos al noventa por ciento de los 
votos. Carty señala que en esta época los partidos eran elementos 
integradores de las diferentes provincias, hecho que se reflejaba en 
 16 
variaciones muy bajas en el apoyo electoral que conseguían en las 
diferentes zonas del país (véase la Tabla 9 del anexo). Las organizaciones 
locales de los partidos normalmente operaban tanto en la política provincial 
como en la federal. El solapamiento era casi absoluto y el electorado 
respondía a dicho solapamiento con un comportamiento electoral uniforme 
en convocatorias federales y provinciales (Carty, 1991: 128). 
La sociedad canadiense experimentó transformaciones significativas 
durante los primeros años del siglo XX con los procesos de 
industrialización y urbanización. Los efectos de estas transformaciones 
sobre el sistema político se dejaron sentir después de la Primera Guerra 
Mundial, que es el momento en el que Carty fija el comienzo de una nueva 
fase de desarrollo del sistema de partidos que dura hasta los años 1960 
(1991: 132). Durante este periodo las provincias del Oeste desarrollaron 
intereses propios, que cristalizaron en el surgimiento de nuevos partidos 
como el Partido Progresista. Este partido canalizó el descontento del 
Oeste, las demandas de las zonas rurales de Ontario y de las provincias 
de la costa Altántica (Maritimes). Por otra parte, la adopción del sufragio 
universal en este periodo trajo como consecuencia el fin de las prácticas 
de control del voto. Además, la reforma del funcionariado hizo que los 
partidos tuvieran menos acceso al patronazgo, que hasta entonces había 
constituido uno de sus recursos más importantes de poder. Desaparecía 
así uno de los mecanismos que había hecho compatibles los intereses de 
los políticos del ámbito federal y provincial. 
El dominio de los dos principales partidos y la alternancia entre ellos 
como partido en el gobierno como rasgos más característicos de la etapa 
anterior del sistema de partidos fueron sustituidos por el predominio 
Liberal, que se convirtió en la única organización partidista que podía 
abarcar la diversidad de intereses regionales que se estaban generando. 
Era el único partido que contaba con un apoyo significativo en Québec, y 
también avanzaba en las zonas del Oeste del país. En resumen, el Partido 
Liberal se convirtió en el partido de gobierno por excelencia. 
El centro de las estrategias de los partidos se desplazó de los distritos 
electorales alas provincias. Se fueron desarrollando las organizaciones 
 17 
extraparlamentarias de los principales partidos, que abrieron oficinas 
centrales en Ottawa. Estas organizaciones adquirieron una dimensión 
federal, aunque comenzaron a vislumbrarse los primeros signos de 
regionalización del sistema. Uno de los indicadores de este incipiente 
proceso era la creciente variación regional en el apoyo electoral de los 
partidos. Los partidos se estaban convirtiendo en los portavoces de 
intereses regionales en lo que Carty denomina “regional brokerage” (1991: 
132). 
La estructura de competición cambió con respecto a la etapa 
precedente. Mientras que los Liberales y los Conservadores continuaban 
estructurando la competición electoral en las provincias atlánticas, así 
como en Ontario y Québec, en el Oeste surgieron nuevos partidos, 
algunos de ellos con un marcado carácter de partido “protesta". Entre los 
nuevos partidos figuraba el movimiento de los Progresistas que se 
desarrolló a comienzos de los años veinte a partir de organizaciones de 
granjeros (United Farmers), con el propósito de canalizar los intereses de 
las zonas rurales, fundamentalmente de Manitoba, Saskatchewan y 
Alberta, y parte de Ontario. Con el tiempo este partido desaparecería y a 
principios de los años cuarenta uno de sus líderes se convertiría en el líder 
del Partido Conservador, que a partir de ese momento añadió el nombre 
del desaparecido partido al suyo, convirtiéndose en el Partido Conservador 
Progresista (Jackson y Jackson, 1998: 401). 
Otro de los nuevos partidos era el Crédito Social (Social Credit), que 
expresaba el sentimiento de alienación de los que creían que los intereses 
de su región no habían sido recogidos en el programa de los Liberales. Su 
implantación se reducía prácticamente a la provincia de Alberta, y también 
acabó desapareciendo de la política federal (aunque permaneció como 
partido de ámbito provincial). El último de los nuevos movimientos 
relevantes de este periodo era la Co-opertive Commonwealth Federation 
(CCF), fundado por un amalgama de socialistas fabianos, marxistas, 
granjeros y trabajadores. Intentó establecer una coalición de apoyo de 
base trabajadora en todo el país, pero no consiguió un apoyo 
territorialmente uniforme. En 1961 se disolvería y formaría el Partido 
 18 
Democrático Nuevo (New Democratic Party), con un programa 
socialdemócrata, y con apoyo del movimiento sindical. 
Carty (1991) fija el comienzo de la siguiente fase de evolución del 
sistema de partidos en los años 1960, y dura hasta el realineamiento de 
las elecciones celebradas en los años noventa. Como se ha visto en el 
epígrafe anterior, los gobiernos provinciales conocieron un desarrollo muy 
significativo en este período. Los políticos provinciales se convirtieron en 
los principales portavoces de los intereses de cada región, canalizando las 
quejas y presionando para que las políticas federales incluyeran las 
demandas de sus respectivas regiones. La acomodación de los intereses 
regionales ya no se realizaba como parte de la política federal, sino que se 
institucionalizó en una nueva arena, la de las relaciones 
intergubernamentales entre los ejecutivos provinciales y el ejecutivo 
federal, cuya máxima expresión eran las cumbres anuales de los primeros 
ministros de cada provincia. 
Los partidos de ámbito federal quedaron así desprovistos de lo que 
había sido una de sus funciones durante la etapa precedente: la 
acomodación de los intereses regionales. Comenzó a cambiar la estrategia 
de movilización de los partidos, que gradualmente abandonaron las bases 
regionales para dirigirse directamente a los ciudadanos en general, 
independientemente de su región de proveniencia. Como señala Carty 
(1991: 136), los partidos empezaron a competir entre sí por el apoyo de los 
electores en todo el país, incluso si eso significaba entrar en colisión con 
sus propias organizaciones provinciales. El desarrollo de los medios de 
comunicación de masas, en especial de la televisión, facilitó esta tarea, ya 
que ponía a su disposición un medio de fácil acceso para la generalidad 
del electorado, independientemente de donde residiera. 
La separación de las organizaciones de partido federal y provincial fue 
el desarrollo organizativo más importante de esta etapa. Las circunstancias 
de la separación en una organización federal y varias provinciales son 
diferentes en cada formación política, pero las razones del fenómeno son 
más o menos comunes en todos los casos: la separación facilitaba el 
diseño de estrategias óptimas para cada nivel de competición en un 
 19 
contexto de creciente separación de ambos ámbitos de gobierno. 
El primer caso de separación se produjo en Québec a mediados de la 
década de los cincuenta. El catalizador de la escisión fue el surgimiento de 
sentimientos nacionalistas en la provincia francófona de Québec. El 
crecimiento electoral de las formaciones políticas que defendían de forma 
expresa las demandas de Québec, hizo que el Partido Liberal se planteara 
la necesidad de diferenciar su discurso y sus propuestas en Québec de las 
que planteaba en el resto del territorio canadiense. La respuesta consistió 
en crear una organización partidista totalmente separada del Partido 
Liberal federal, bajo el liderazgo de Jean Lessage (Elkin, 1991: 13). El 
proceso se extendió a otras provincias y a otros partidos políticos, aunque 
como se verá en el epígrafe siguiente el grado de separación varió en 
intensidad dependiendo de las regiones y del partido político. 
Para Carty este desarrollo es una consecuencia lógica del desarrollo 
de los gobiernos provinciales. En la medida en que las relaciones 
intergubernamentales asumieron la función de realizar la acomodación de 
los intereses regionales, los partidos pudieron dejar esa tarea de lado, sin 
que ello constituyera una amenaza para la estabilidad del país (1991: 137, 
véase también Smiley, 1987: 102). También atribuye a este hecho la 
desaparición de los partidos protesta durante esta fase que comienza en 
los años sesenta. El único de los que catalogaba de esta forma, el CCF, se 
transformó en el Partido Democrático Nuevo (New Democratic Party), con 
la idea de superar el carácter regionalizado de su apoyo electoral en la 
fase precedente. Además, el apoyo sindical al nuevo partido indicaba la 
voluntad de dar más peso en éste a los intereses de la clase trabajadora, 
intereses que al menos en parte trascienden la base regional. Aunque el 
NDP aumentó su apoyo electoral durante este periodo, llegando hasta 
niveles cercanos al 20% de los votos, el sistema electoral mayoritario en 
distritos uninominales no facilitó la transformación de este apoyo en 
representación parlamentaria. 
Carty no contempla en su artículo el desarrollo de la última fase del 
sistema de partidos que se inició tras las elecciones generales de 1993. En 
dicha convocatoria se produjo un “terremoto electoral” que afectó 
 20 
principalmente al Partido Conservador, en el gobierno federal desde 1984. 
Pasó de tener el voto del 43% de los canadienses en 1988 al 16% en 
1993, pero la caída fue más dura en lo que se refiere a la representación 
parlamentaria: pasó de tener 169 escaños a tener tan sólo dos diputados. 
Se puede decir que en las elecciones de 1993 el Partido Conservador 
prácticamente fue borrado del mapa, al menos en lo que se refiere al 
ámbito federal. El Partido Liberal ganó las elecciones con el 41% de los 
votos y obtuvo 177 escaños. Al NDP también le afectó el vuelco electoral, 
perdiendo 13 puntos de apoyo electoral con respecto a 1988 (como 
muestra la tabla 10 en el anexo, pasó del 20% del voto al 9% y de tener 43 
escaños a 9). Otro resultado sorprendente de las elecciones de 1993 fue 
que un partido federal con apoyo de una única provincia, el Bloque 
Quebequés7, se convirtió en el principal partido de la oposición, al 
conseguir 54 escaños, dos más que otro partido nuevo en la escena 
federal, el Partido de la Reforma (ReformParty). El Bloque Quebequés fue 
fundado por Lucien Bouchard, quien había formado parte del gobierno 
conservador encabezado por Brian Mulroney. Sus desacuerdos con la 
política del gobierno en relación a las negociaciones sobre la reforma 
constitucional del lago Meech le hicieron abandonar el gabinete y el 
Partido Conservador, y crear un nuevo partido, el Bloque Quebequés. Su 
principal demanda es la secesión de Québec del resto de Canadá. 
El Partido de la Reforma (Reform Party) fue fundado en 1987. Puede 
ser catalogado como “partido protesta”, que apela al sentimiento de 
alienación política y económica del sur de Alberta particularmente, pero de 
todas las provincias del Oeste en general. Presentó candidatos a las 
elecciones generales de 1988, pero no consiguió obtener ningún escaño, a 
pesar de que alcanzó el 15% de los votos en Alberta. Poco después 
obtendría representación parlamentaria al ganar una elección parcial. Su 
progresión fue muy rápida. En 1991, en un momento de baja popularidad 
del gobierno conservador, decidió extender su estructura organizativa 
hacia la provincia de Manitoba. En las elecciones generales de 1993 
presentó candidatos en todas las provincias excepto en Québec. 
Este partido combina la defensa de las demandas de las provincias 
 21 
del Oeste del país, con la de aquéllos a los que el sistema político no ha 
prestado mucha atención. Plantea un discurso contrario a los partidos 
tradicionales y a la excesiva presencia del Estado en la economía. Los 
problemas económicos y sociales se atribuyen en el discurso del Partido 
de la Reforma a los inmigrantes y a la política para favorecer el 
multiculturalismo. Rechaza el estatus especial de Québec, reclamando un 
trato igual para todas las provincias y los ciudadanos canadienses. 
Poco tiempo después del éxito electoral de 1993, tanto el discurso 
como la forma de organización empezaron a cambiar. Se fue convirtiendo 
en un partido más moderado, que aspiraba a conseguir apoyo en la 
provincia de Ontario y en las provincias del Este. A pesar de la moderación 
de algunos aspectos de su política, siguió oponiéndose enérgicamente a la 
consideración de Québec como una sociedad distinta con derechos 
especiales dentro de Canadá. Su líder, Preston Manning se convirtió en el 
portavoz de los canadienses de habla inglesa en contra de las 
pretensiones de Québec. 
Las elecciones de 1997 y 2000 confirmaron el formato multipartidista 
del sistema de partidos federal. El Partido Liberal volvió a ganar en las dos 
ocasiones. En 1997 El Partido Conservador resurgió de las cenizas, y 
consiguió aumentar su exigua representación parlamentaria, logrando 20 
escaños, aunque luego en las elecciones de 2000 se han constatado sus 
dificultades para recuperarse, quedando muy lejos de las posiciones de 
predominio compartido con el Partido Liberal en la que ha estado en otros 
momentos de la historia política canadiense. Uno de los principales 
objetivos del Partido de la Reforma en las elecciones de 1997 era 
convertirse en un partido de ámbito nacional (Ellis y Archer, 1997). 
Consiguió avances significativos en las provincias del Oeste, las más 
próximas a su mensaje, pero no logró la expansión que esperaba en 
Ontario y en las provincias del Atlántico. Aunque consiguió mejorar su 
representación, pasando de 52 a 60 escaños, no tuvo un avance 
significativo en todas las regiones, llegando incluso a perder el único 
diputado que habían obtenido en Ontario en 1993. En las elecciones de 
2000 cambió de líder y de denominación, presentándose como la Alianza 
 22 
Canadiense (Canadian Alliance/Alliance Canadienne), con la idea de 
mejorar su representación en provincias donde hasta entonces no había 
conseguido buenos resultados. Logró mejorar sus resultados en Ontario, 
donde obtuvo dos escaños en zonas rurales de esta provincia y también 
en Québec, aunque en este último caso el avance electoral no se tradujo 
en escaños. 
En las elecciones de 1997 el Bloque Quebequés empeoró 
sensiblemente sus resultados de 1993, perdiendo su condición de principal 
partido de la oposición. En las elecciones de 2000 mantuvo su porcentaje 
de votos con respecto a 1997, pero redujo el número de escaños de 44 a 
38, perdiendo así relevancia en el ámbito de la política federal, dado que 
se convirtió en el cuarto partido en términos de representación, por detrás 
del Partido Liberal, de la Alianza Canadiense y el Partido Conservador8. 
La nueva configuración del sistema de partidos de los años 1990-
2000 presenta notas diferentes a las de anteriores fases. En primer lugar, 
como ya se ha mencionado, se trata de un sistema multipartidista. Un 
segundo rasgo distintivo importante es la presencia de partidos 
“regionales” en el ámbito federal. Como reflejan las Tablas 1, 2 y 3, tanto el 
Partido de la Reforma como el Bloque Quebequés dependen 
electoralmente de una región (las provincias del Oeste y Québec, 
respectivamente), al menos por el momento. Este formato deja al Partido 
Liberal como el único partido que puede reclamar la condición de partido 
nacional (o federal), es decir, de partido que consigue escaños en distritos 
prácticamente en todas las provincias, sobre todo desde la crisis del 
Partido Conservador. Estos cambios, junto con el debate constitucional 
que ha vivido Canadá en la última década, han hecho resurgir el debate 
sobre la relación entre los partidos políticos y el conflicto regional. Como 
señala Elkins (1991), frecuentemente los académicos canadienses se han 
cuestionado si los partidos políticos eran útiles para el mantenimiento de la 
unidad nacional. En la medida que no existan partidos con presencia en 
todo el territorio, se puede argumentar que la organización y 
funcionamiento de los partidos tiende a reforzar más que a mitigar los 
efectos del federalismo. 
 23 
 
Tabla 1 
Resultados en las elecciones de 1993. Escaños por partido y por provincia 
 Nfld PEI NS NB Qué Ont. Man. Sask Alta BC Y NWT Total 
Lib 7 4 11 9 19 98 12 5 4 6 – 2 177 
Ref – – – – – 1 1 4 22 24 – – 52 
Bloc – – – – 54 – – – – – – – 54 
NDP – – – – – – 1 5 – 2 1 – 9 
PC – – – 1 1 – – – – – – – 2 
Ind – – – – 1 – – – – – – – 1 
Total 7 4 11 10 75 103 14 14 26 34 1 2 295 
 
 
Tabla 2 
Resultados en las elecciones de 1997. Escaños por partido y por provincia 
 Nfld PEI NS NB Qué Ont. Man. Sask Alta BC Y NWT Total 
Lib 4 4 0 3 26 101 6 1 2 6 – 2 155 
Ref – – – – – – 3 8 24 25 – – 60 
Bloc – – – – 44 – – – – – – – 44 
NDP – – 6 2 – – 4 5 – 3 1 – 21 
PC 3 – 5 5 5 1 1 – – – – – 20 
Ind – – – – – 1 – – – – – – 11 
Total 7 4 11 10 75 103 14 14 26 34 1 2 301 
 
 
Tabla 3 
Resultados en las elecciones de 2000. Escaños por partido y por provincia 
 Nfld PEI NS NB Qué Ont. Man. Sask Alta BC Y NWT Nun Total 
Lib 5 4 4 6 38 100 5 2 2 5 1 1 1 174 
Alli. – – – – – 2 4 10 23 27 – – – 66 
Bloc – – – – 36 – – – – – – – – 36 
NDP – – 3 1 – 1 4 2 – 2 – – – 13 
PC 2 – 4 3 1 1 – 1 – – – – 12 
Ind – – – – – – – – – – – 0 
Total 7 4 11 10 75 103 14 14 26 34 1 1 1 301 
Elaboración propia a partir de Jackson y Jackson (1998) y http://www.elections.ca 
 
Este panorama del sistema de partidos federal coexiste con diversos 
sistemas de partidos provinciales. Como se observa en la Tabla 4, el 
predominio del Partido Liberal en el ámbito federal no se produce en la 
política provincial. En este ámbito el Partido Conservador no ha perdido 
tanta presencia como en el federal, ostentando el gobierno de cinco 
provincias, entre las que destaca Ontario, por ser la que mayor población 
 24 
concentra. El Partido Democrático Nuevo (NDP), que no tiene un apoyo 
que le permita contemplar la posibilidad de formar gobierno en el ámbito 
federal, ocupa el gobierno de dos provincias: Manitoba y Saskatchewan. 
Por último, cabe destacar la presencia de partidos de ámbito provincial al 
frente de los gobiernos de Québec y el territorio de Yukon. En la segunda 
columna de la tabla figura el principal partido de la oposición, lo que da una 
idea de la configuración de lacompetición electoral y partidista, también 
distinta de la que se produce en el ámbito federal. 
 
Tabla 4 
Composición partidista de los gobiernos provinciales 
 Partido en el Principal partido Año de la 
 gobierno de la oposición elección 
Newfoundland LP (66,6) PCP (29,1) 1999 
Prince Edward Island PCP(96,2) LP (3,8) 2000 
Nova Scotia PCP(57,6) NDP(21,1) 1999 
New Brunswick PCP (80) LP (18,2) 1999 
Québec PQ (60,8) LP (38,4) 1998 
Ontario PCP(57,2) LP (33,9) 1999 
Manitoba NDP(56,1) PCP (42,1) 1999 
Saskatchewan NDP (50) SP (43,1) 1999 
Alberta PCP(89,1) LP (8,4) 2001 
British Columbia LP (97,4) NDP (2,6) 2001 
Yukon territory YP (66,6) NDP(27,7) 2002 
Northwest territories Ind. Ind. 1999 
Nunavut Ind. Ind. 1999 
Elaboración propia a partir de datos obtenidos en las páginas web del organismo 
encargado de las elecciones en cada provincia. Entre paréntesis figura el 
porcentaje de escaños en la asamblea legislativa provincial del partido en el 
gobierno y del principal partido en la oposición. LP: Liberal Party; PCP: 
Progressive-Conservative Party; PQ: Parti Québécois; NDP: New Democratic 
Party; YP: Yukon Party; SP Saskatchewan Party 
Relaciones entre los partidos de ámbito federal y los partidos 
provinciales 
Como en otros muchos aspectos de la política canadiense, el 
cleavage regional también ha influido en los rasgos que ha adoptado el 
proceso de separación formal de los sistemas de partido federal y 
provincial. Mientras que en Québec la separación entre organizaciones de 
la misma familia ideológica ha sido profunda, en las provincias atlánticas 
 25 
las dos secciones de los partidos, incluso donde se separaron 
formalmente, siguieron colaborando estrechamente en sus respectivas 
actividades. En la costa Oeste, particularmente en British Columbia, los 
dos partidos más importantes de ámbito federal prácticamente han 
desaparecido de la política provincial (Carty, 1991: 137). 
Lo más correcto es hablar de un sistema de partidos federal y de 
varios sistemas de partidos provinciales, con una relación variable entre 
ambos dependiendo de la zona concreta del país. Los partidos federales 
suelen estar presentes en el territorio a través de las denominadas “riding 
associations”, es decir, sedes que están presentes en el ámbito delimitado 
por los distritos electorales (que en Canadá son en este momento 301). La 
función más relevante de estas sedes de distrito es elegir a los candidatos 
a diputado, y trabajar en la campaña electoral previa a las elecciones 
generales. La relación de estas organizaciones de distrito con los partidos 
provinciales varía dependiendo de los partidos y de las regiones. Puede 
tratarse de una relación muy estrecha, llegando a compartir oficinas, 
militancia, e incluso compartir miembros de sus órganos directivos, pero 
también hay casos en los que hay una separación muy estricta. 
A partir de las ideas de Smiley (1987) y de los indicadores 
mencionados en el primer epígrafe del trabajo (véanse Cuadros 1 y 2), 
Dyck (1991) sugiere tres modelos ideales dependiendo de la relación que 
se establece entre los partidos federales y los provinciales de la misma 
familia política: el modelo “integrado”, el modelo “confederal” y un modelo 
intermedio entre estos dos extremos. Cada uno de los tres principales 
partidos políticos se ajusta a esos tres modelos. El Partido Democrático 
Nuevo (NDP) se ajusta a las características propias del modelo de relación 
estrecha entre el partido federal y los provinciales, el Partido de los 
Conservadores Progresistas (PCP) se ajusta al modelo confederal, 
mientras que el Partido Liberal se encuentra entre los dos modelos 
descritos (Dyck, 1991: 132). 
Partido Conservador-Progresista 
El Partido de los Conservadores Progresistas federal y los partidos 
 26 
provinciales de la misma orientación ideológica son organizaciones 
formalmente independientes. No obstante, existe algún tipo de presencia 
de los partidos provinciales en el partido federal: cada partido provincial 
tiene una representación de un vice-presidente en un órgano directivo del 
partido federal. Sin embargo, como señala Dyck, esos miembros no 
necesariamente actúan como vínculos entre los dos niveles. Por otra parte 
conviene señalar que ese órgano no tiene reuniones periódicas, ni es muy 
relevante en el funcionamiento del partido. 
La relación de proximidad entre los partidos de distinto ámbito varía 
dependiendo de la provincia. En las provincias atlánticas generalmente ha 
habido una relación estrecha entre las organizaciones de partido de los 
dos ámbitos, mientras que en las provincias del Oeste ha tendido a ser 
más distante. En Ontario la situación ha variado entre los dos escenarios 
descritos en diferentes momentos en el tiempo. En todo caso hay que 
señalar que el Partido Conservador no tiene presencia en la política 
provincial en Québec y es prácticamente inexistente en British Columbia, 
aunque el Partido Conservador-Progresista Federal sí que opera en estas 
provincias. En los estatutos de algunos partidos provinciales se constata el 
compromiso de apoyar al partido federal, sobre todo en período de 
campaña electoral. Aunque se trata de una cláusula de contenido un tanto 
simbólico ha habido partidos provinciales, como el PC de Alberta, que se 
ha planteado eliminarla (Dyck, 1991). En una entrevista, un alto cargo del 
Partido Conservador Federal indicaba una influencia notable del Partido de 
la Reforma en las relaciones entre el partido federal y las provincias, 
haciendo que se distanciasen allí donde eran más cercanas9. Uno de los 
ejemplos señalados para ejemplificar el distanciamiento es que antes del 
triunfo del PR era normal que el líder federal acudiese como invitado a las 
convenciones de los partidos provinciales y pronunciase un discurso, 
mientras que ahora esto no se produce, incluso se evita. 
En cuanto a la relación de fuerzas entre los partidos de los dos 
ámbitos, en el caso de los conservadores, los partidos provinciales son 
más fuertes que la organización federal. La relación partido federal-
partidos provinciales depende también de la posición de cada uno de los 
 27 
partidos en su ámbito político respectivo. Así, según indica Dyck (1991), 
antes de 1984 el partido federal se apoyaba más en los partidos 
provinciales. Cuando accedió al gobierno federal, la relación de fuerzas 
cambió. A finales del mandato de Brian Mulroney, cuando su popularidad 
estaba en claro declive, fueron los partidos provinciales quienes trataron 
de marcar claras distancias con el partido federal, para que no les afectara 
lo que en las elecciones generales de 1993 se confirmó como un desastre 
electoral para el Partido Conservador-Progresista. 
La afiliación del partido federal y de los partidos provinciales es 
distinta, es decir, una persona debe afiliarse separadamente a una y/o las 
dos organizaciones, aunque el índice de doble afiliación es elevado 
(aproximadamente un 85-90% según estimaciones de la persona 
entrevistada). Entre los líderes y dirigentes el solapamiento es menor, es 
decir, no son dirigentes simultáneamente del partido federal y del partido 
provincial, aunque suelen ser miembros de los dos. 
El Partido Conservador-Progresista Federal tiene presencia en las 
“riding associations”, que en algunos sitios comparte la sede con la del 
Partido Conservador provincial, pero no es la regla. Tiene un oficial en 
cada provincia y un equipo más numeroso en Ontario y en Québec. En las 
provincias del Atlántico el representante del partido federal trabaja en las 
oficinas de los partidos conservadores provinciales, lo cual refleja una 
mayor cercanía entre los dos tipos de partido en dichas provincias. Cuando 
hay elecciones generales el Partido federal tiene comités electorales 
creados ad-hoc en las provincias. El contacto entre la dirección del partido 
federal y las sedes de distrito electoral es casi diario, mientras que es 
mucho más infrecuente la comunicación con los directivos de los partidos 
conservadoresde las provincias. La participación de líderes de un ámbito 
en las campañas electorales de otro ámbito distinto depende de la 
coyuntura política de cada momento y cada caso concreto. Es más 
frecuente que las organizaciones provinciales ayuden al partido federal, 
que al contrario (Dyck, 1991: 145), pero también esto varía a lo largo del 
tiempo, dependiendo de las diferentes coyunturas políticas. 
El Partido Conservador-Progresista se ha apoyado en partidos de 
 28 
ámbito provincial de orientación ideológica distinta a la suya cuando así ha 
convenido a ambas partes. Es en este contexto en el que se enmarca la 
colaboración entre el Partido Conservador y el Partido Québécois en 1984, 
al confluir sus intereses en un objetivo claro: desplazar al Partido Liberal 
del gobierno federal. Al Partido Conservador le interesaba convertirse en 
partido de gobierno, y para ello era conveniente conseguir apoyo electoral 
en Québec, pero allí no tenía presencia en la política provincial, por lo que 
la colaboración del Partido Québécois era vital (Dyck, 1991: 160). Dyck 
incluso menciona casos de colaboración entre Conservadores y Liberales 
en el norte de Ontario, según la cual los liberales no harían una campaña 
muy enérgica en algunos distritos en las elecciones provinciales si los 
conservadores hacían lo mismo en la misma zona en las elecciones 
federales. 
En cuanto a la financiación, hay provincias en las que la legislación 
prohíbe la transferencia de recursos financieros desde un partido de 
ámbito federal a uno de ámbito provincial. Allí donde no existe esta 
prohibición existen finanzas separadas, pero se da alguna colaboración 
entre los partidos de diferentes niveles territoriales. En lo que se refiere a 
las carreras políticas, aunque ha habido transferencias en el pasado entre 
el nivel provincial y el federal, se ha producido una tendencia general en 
todos los partidos canadienses según la cual los parlamentarios, y los 
políticos en general, de un ámbito permanecen en ese ámbito durante el 
resto de su carrera política (Smiley, 1987). Dyck (1991: 155) expone un 
ejemplo ilustrativo de esta tendencia: de los 169 diputados conservadores 
en 1988 sólo 8 habían sido parlamentarios en algún parlamento provincial. 
Partido Liberal 
El Partido Liberal federal y los partidos provinciales presentan una 
estructura muy compleja. En algunas provincias el Partido Liberal 
provincial es una organización completamente independiente del partido 
federal. Es el caso de Alberta, Ontario y Québec. En el resto de las 
provincias y territorios la autonomía no es tal, de forma que podríamos 
llegar a hablar de secciones provinciales que funcionan como una rama del 
 29 
partido federal. En los tres casos en los que existe división los partidos 
liberales provinciales coexisten con el Partido Liberal Federal. Hay 
diferencias en el origen de la escisión. Así, mientras que la separación de 
la organización de Québec tuvo su origen en discrepancias sobre 
cuestiones políticas y de estrategia electoral, en Ontario y Alberta estuvo 
muy influida por la legislación electoral, que obligaba a separar las 
finanzas de los partidos federales y provinciales. 
En estas tres provincias la afiliación, los congresos, los órganos 
directivos, el personal y las oficinas del partido federal y de los partidos 
provinciales están separadas. En el resto de las provincias se ha 
desarrollado la posibilidad de afiliarse al partido provincial, aunque ésta 
significa afiliación automática al partido federal. Incluso en las provincias 
en las que no existen organizaciones provinciales formalmente separadas 
de la federal, se han tendido a desarrollar sedes de distrito electoral 
distintas para la competición en elecciones federales y provinciales, ya que 
la delimitación de las circunscripciones en ambas convocatorias no suelen 
coincidir. Es posible que los miembros del Partido Liberal federal sean 
también miembros de un partido provincial de distinta orientación, ya que 
sus estatutos prohiben explícitamente militar simultáneamente en otras 
organizaciones de ámbito federal, pero no en otros partidos provinciales 
(Dyck, 1991: 162). 
Tal y como se señalaba en el caso del Partido Conservador, la 
orientación provincial o federal de los esfuerzos de las secciones 
provinciales del Partido Liberal, allí donde son comunes para ambos 
niveles, depende de la posición del partido en los dos niveles de gobierno 
y del calendario electoral. Cuando hay elecciones provinciales, la 
organización del partido en esa provincia se vuelca en los preparativos 
para dichas elecciones y lo mismo ocurre cuando se trata de una 
convocatoria federal. Aunque Dyck (1991: 141) señala una cierta debilidad 
del partido federal, en fechas más recientes esta situación parece haber 
cambiado, haciéndose más relevante la organización federal del partido, 
quizá como consecuencia de su condición de partido de gobierno en el 
ámbito federal desde 1993. 
 30 
Existe un contacto regular entre la sede federal del partido y los 
funcionarios del partido en las provincias, sobre todo en las provincias en 
las que no existe separación formal entre los dos ámbitos, dado que en 
estos casos son las secciones provinciales las encargadas de ejecutar los 
programas y actividades federales. El contacto es menos estrecho en el 
caso de las tres provincias en las que las organizaciones provinciales son 
independientes. La distribución de la financiación del partido es compleja. 
En general, allí donde no existen partidos liberales provinciales 
independientes existe una participación de la organización federal en los 
recursos financieros de las secciones provinciales, que en todo caso son 
animadas a realizar esfuerzos para la recaudación de fondos para la 
financiación de sus actividades (Dyck, 1991: 144). 
En lo que se refiere a la colaboración en el ámbito electoral, el Partido 
Liberal Federal ha tenido la prerrogativa de la organización de las 
campañas federales. En los tres partidos provinciales la situación es 
distinta, ya que tienen sus propios equipos de campaña, aunque el 
personal especializado pueda provenir del partido federal en algunos 
casos. La participación de líderes del ámbito provincial en elecciones 
federales parece más extendida que en el Partido Conservador, pero varía 
en función de las circunstancias concretas en las que se desarrollen las 
elecciones. Si éstas se celebran en un momento de grave tensión 
interregional, es probable que la colaboración no sea tan estrecha. 
La participación de líderes federales en las campañas provinciales ha 
sido variable, dependiendo mucho de la personalidad concreta de los 
líderes federales. Según indica Dyck (1991) las a menudo difíciles 
relaciones entre los líderes provinciales y los federales han constituido 
serias amenazas para la cohesión del Partido Federal. Normalmente se ha 
tratado de conflictos de liderazgo o de personalidad, ya que la flexibilidad 
de la ideología del Partido Liberal ha facilitado las relaciones entre el 
partido federal y las secciones provinciales. Anteriormente se ha 
mencionado que las diferencias políticas sí fueron importantes en la 
creación de organizaciones provinciales en Québec, y en menor medida en 
Ontario y Alberta. En lo que se refiere al personal político, en el Partido 
 31 
Liberal también se refleja la tendencia anteriormente mencionada a que los 
políticos desarrollen su carrera sólo en un ámbito, el federal o el provincial. 
Partido Democrático Nuevo (New Democratic Party) 
El NDP es con diferencia el partido con una organización más 
integrada de todos. Como se ha mencionado anteriormente, proviene de la 
Co-operative Commonwealth Federation, que era una federación de 
partidos de ámbito provincial. El NDP ha mantenido algo de esta 
configuración organizativa exceptuando el caso de Québec, donde en la 
actualidad tiene una organización provincial formalmente separada de la 
federal. La separación se produjo en 1989, mucho mástarde de lo que 
aconteció en otros partidos. Fue una decisión que se tomó por la distancia 
creciente entre las posiciones de la sección provincial del NDP en Québec 
y las del resto del partido. Al mismo tiempo, Dyck (1991) menciona 
razones relativas a las estrategias electorales, dado que el NDP federal 
quería captar a votantes del Partido Quebequés y para ello le convenía 
tener margen de maniobra y no verse tan atado a la sección provincial de 
su propio partido. En este ejemplo se observa que en ocasiones la 
separación también puede favorecer a los partidos federales, que 
conservan una cierta lealtad implícita de las organizaciones provinciales de 
la misma familia ideológica y al mismo tiempo adquieren mayor margen de 
maniobra para atraer el voto del electorado próximo a otros partidos 
provinciales. 
Aunque no hay representación de los partidos provinciales en el 
órgano ejecutivo federal, tanto los líderes como los presidentes, 
secretarios y tesoreros de los partidos provinciales forman parte del 
Consejo Federal del NDP, de tal manera que se produce una interacción 
entre dirigentes del nivel federal y el provincial al menos dos veces cada 
año (Dyck, 1991: 135). Otro indicador del grado de integración elevado es 
el hecho de que los órganos directivos y consejos del NDP dividen sus 
tareas entre la política federal y la provincial. Existe contacto frecuente 
entre el secretario federal y los secretarios provinciales del partido. 
Dado que es un partido que en ningún momento ha tenido funciones 
 32 
de gobierno en el ámbito federal, ni ha sido el principal partido de la 
oposición, las tareas provinciales tradicionalmente han sido consideradas 
más importantes, especialmente en las zonas donde el NDP es más fuerte: 
Manitoba, Saskatchewan, British Columbia y Ontario. Como en el caso del 
Partido Liberal, el equilibrio entre las tareas federales y las de ámbito 
provincial también se establece de acuerdo con el calendario electoral y 
las pretensiones del partido en cada uno de estos ámbitos. El grado de 
colaboración en campañas electorales es muy elevado. Los equipos de 
campaña trabajan para uno u otro tipo de convocatorias según convenga, 
los líderes federales acuden a las campañas provinciales. En definitiva, se 
trata de un reflejo adicional del carácter integrado de la organización del 
NDP. Quizá como resultado de estos rasgos el voto que consigue es más 
uniforme entre elecciones federales y provinciales que el del resto de los 
partidos, exceptuando quizá las zonas donde es más fuerte ya que en 
éstas consigue resultados mucho mejores en elecciones provinciales. 
La afiliación se realiza a nivel provincial, pero implica la afiliación 
automática también en el partido federal. En lo que se refiere a la 
financiación el grado de integración es total. Dado que el NDP es más 
fuerte en el ámbito provincial, son las secciones provinciales las que 
distribuyen fondos al partido federal, excepto en las provincias en las que 
la legislación prohibe la transferencia de recursos financieros entre 
partidos de distinto ámbito territorial. El partido federal también desarrolla 
una cierta política de redistribución de recursos, ayudando a las secciones 
provinciales más débiles 
Federalismo y partidos políticos en España 
En las siguientes páginas se realiza un análisis de la evolución del 
proceso de descentralización política que condujo a la creación del Estado 
de las Autonomías y la relación de este proceso con el sistema de 
partidos, tanto en lo que se refiere a su formato como a la organización y 
funcionamiento de los principales partidos de ámbito estatal. 
Hay un rasgo que presenta el caso español distinto al de Canadá que 
se refiere al hecho de que a partir de la transición a la democracia la 
 33 
creación del sistema de partidos, la reconstrucción o creación de las 
organizaciones de partido y el diseño de la organización territorial del 
poder son procesos que tienen lugar de manera simultánea. Por tanto, es 
preciso tener presentes las consideraciones respecto a la influencia mutua 
del sistema de partidos y el entorno institucional que se mencionaban 
anteriormente. 
Otra diferencia importante, que condiciona el análisis y hace que sea 
más difícil llegar a conclusiones claras en esta última parte del trabajo, es 
que en el caso español se estudia un periodo de tiempo más reducido que 
en el canadiense. 
El desarrollo del Estado Autonómico 
El conflicto entre el centro y la periferia ha sido un tema recurrente en 
la política española. Este conflicto está basado en una diversidad de 
identidades regionales, construidas a partir de peculiaridades culturales, 
étnicas y lingüísticas, así como en un desigual desarrollo económico y 
social. La lucha por la descentralización política surgió de los territorios con 
un sentimiento regionalista/nacionalista más desarrollado, es decir, 
Cataluña y el País Vasco, y en menor medida Galicia. Durante la Segunda 
República se realiza el primer intento de crear un sistema descentralizado, 
que se vio truncado en 1936 por la Guerra Civil. La visión centralista del 
Estado adoptada por el régimen de Franco exacerbó las exigencias de 
autonomía de estas regiones, que reaccionaron contra la represión 
ejercida por la dictadura sobre toda manifestación de su identidad cultural 
o lingüística. 
No se pretende reproducir con detalle aquí las complejidades del 
proceso de descentralización del Estado español10. Sin embargo, es 
importante recordar algunos de sus rasgos más relevantes. La 
Constitución de 1978 es intencionadamente ambigua respecto al desarrollo 
del Estado de las Autonomías, ya que no contiene un plan detallado de 
cómo debería ser éste, sino sólo un esbozo de las directrices que deberían 
guiar el proceso de descentralización política, que de ese modo pasaba a 
no tener un final cerrado y a estar sujeto a ulteriores negociaciones (López 
 34 
Guerra, 1991). En primer lugar, es esencial tener en cuenta la 
heterogeneidad de los caminos recorridos por las distintas Comunidades 
Autónomas (de ahora en adelante, CAs) y de las competencias de cada 
una de ellas. Como señala Aja (1999: 67), había tres aspectos 
fundamentales entrelazados: la vía para acceder a la autonomía, el 
procedimiento para la elaboración del Estatuto y el nivel competencial 
inicial de cada Comunidad Autónoma. En función de estos tres elementos 
se pueden identificar dos tipos de CA en la primera fase de desarrollo del 
Estado Autonómico. Por un lado están las denominadas “históricas” 
(Cataluña, País Vasco y Galicia), y Andalucía que siguieron la “vía 
reforzada” de acceso descrita en el art.151 de la Constitución de 1978 y en 
su Disposición Transitoria segunda, y por otro, el resto de las 
Comunidades, que accedieron a esta condición mediante el procedimiento 
“ordinario”. 
En un principio, las CAs que accedieron a esta condición por el art. 
143 gozaron de un nivel de autonomía más reducido y tenían que esperar, 
al menos, cinco años antes de poder disfrutar de un nivel de autonomía 
similar al concedido a las CAs 'históricas'..No obstante, el nivel de 
competencias no sólo dependía de la vía por la cual habían llegado a la 
autonomía, sino también de negociaciones con el gobierno central para 
obtener el traspaso de competencias11. A este modelo en el que coexisten 
CAs con competencias y autonomía política dispar se le ha denominado 
federalismo asimétrico. Los Pactos Autonómicos de 1981 y los Acuerdos 
de 1992, respaldados en ambos casos por el gobierno y el principal partido 
de la oposición, trataron de imponer un cierto orden y homogeneidad en 
este proceso de descentralización política desigual. 
Otro rasgo importante que se ha que resaltar es la homogeneidad de 
la organización interna de las CAs12, al menos en lo que se refiere a las 
principales instituciones de autogobierno. Todas ellas tienen un sistema 
parlamentario basado en un parlamento unicameral, un gobierno al frente 
del cual está el presidentede la CA (elegido por los miembros de esta 
cámara), y su propia organización administrativa. En relación con el 
calendario electoral, es importante también citar que la mayoría de las CAs 
 35 
comparten un mismo ciclo electoral, ya que celebran elecciones el mismo 
día cada cuatro años. Cataluña, Galicia, País Vasco y Andalucía tiene 
cada una un calendario electoral propio, distinto al del resto de las 
Comunidades Autónomas y a otros niveles de gobierno. Cabe pensar que 
esta circunstancia facilite el desarrollo de lógicas de competición electoral 
y sistemas de partidos distintos al del conjunto del Estado. No obstante, 
más allá de esta homogeneidad en cuanto a sus estructuras políticas 
básicas, las Comunidades Autónomas presentan una evolución variada en 
lo que se refiere a su rendimiento institucional y, en general, a la forma en 
que las autonomías han aprovechado los espacios de autogobierno 
(Subirats y Gallego, 2002: 427). 
Conviene tener en cuenta las diferentes fases de desarrollo del 
Estado de las Autonomías cuando se quiere estudiar la manera en que 
éste ha incidido en el formato del sistema de partidos (y viceversa), así 
como la manera en la que los partidos se han ido adaptando a este diseño 
institucional. Se pueden distinguir tres grandes fases de su desarrollo 
durante el periodo estudiado. La primera de ellas corresponde a la 
creación del Estado de las Autonomías y abarcaría hasta la celebración de 
las elecciones autonómicas de 1983. En ese periodo de tiempo tuvieron 
lugar los debates más encendidos acerca del modelo de descentralización 
política, especialmente en el proceso constituyente y en el momento en 
que se firman los Pactos Autonómicos de 1981. Durante ese periodo se 
fueron aprobando los diferentes Estatutos de Autonomía y se fueron 
sentando los cimientos político-administrativo de las Comunidades 
Autónomas. El resto de la década de los ochenta corresponde a la 
"institucionalización" del Estado Autonómico. Como señala Aja (1999: 69), 
casi todas las CAs en este periodo centraron su actividad en la elaboración 
de leyes institucionales, en la recepción de competencias y de los servicios 
del Estado y en construir su propia administración. 
Durante los años noventa se produce una profundización en el Estado 
de las Autonomías. En primer lugar se produce un aumento del nivel 
competencial de las Comunidades que habían accedido a esta condición a 
través del procedimiento descrito en el artículo 143. Este proceso se inicia 
 36 
con los Acuerdos Autonómicos de 1992 y continúa con otra oleada de 
transferencias a finales de la década. Otras reformas y temas de debate 
importantes se refieren al sistema de financiación de las CCAA, el Senado 
y la participación de las Comunidades Autónomas en la Unión Europea. 
Además de profundizarse en el desarrollo del Estado Autonómico en 
los años noventa se inicia una fase de debate intenso sobre la dirección 
que éste debía seguir. Uno de los ejes de tensión de dicho debate se 
centra en la simetría-asimetría del modelo, es decir, sobre la 
homogeneidad/heterogeneidad entre las diferentes Comunidades 
Autónomas, al menos en lo que se refiere a nivel competencial. En dicho 
debate también se ha puesto de manifiesto que quedan aspectos del 
Estado Autonómico pendientes por resolver, esenciales en el 
funcionamiento de cualquier Estado descentralizado. Uno de ellos se 
refiere a la cooperación y coordinación entre los gobiernos de las CAs, y 
entre éstas y el gobierno central. Aunque existen conferencias sectoriales 
que reúnen a los representantes de la administración central y de las 
autonómicas en un campo concreto, su eficacia como mecanismo de 
cooperación intergubernamental es discutible (Aja, 1999; Moreno, 1997; 
Grau, 2000). Otro tema, relacionado con el anterior, se refiere a la 
participación de las CAs en los procesos de toma de decisiones que 
afectan al conjunto del Estado, cuestión que se ha vinculado a la reforma 
del Senado. En resumen, aunque el Estado Autonómico presenta en la 
actualidad un perfil bastante definido (Aja, 1999: 79), hay aspectos de su 
diseño y funcionamiento que no están cerrados y pueden sufrir 
transformaciones en los próximos años. 
Los sistemas de partidos en España 
El sistema de partidos español tiene presencia de partidos de ámbito 
estatal y de partidos de ámbito autonómico que han consolidado su 
presencia en el Congreso de los Diputados a lo largo de las diferentes 
convocatorias electorales. Además, en algunas Comunidades Autónomas 
como el País Vasco o Cataluña, se han generado sub-sistemas de partidos 
con lógicas de funcionamiento autónomas y diferentes del sistema de 
 37 
partidos estatal. 
El sistema de partidos ha tenido tres fases en su evolución desde la 
transición a la democracia. Las elecciones “fundacionales” del 15 de junio 
de 1977, las primeras celebradas tras la transición a la democracia, 
sirvieron para definir sus características más relevantes. Simplificaron la 
“sopa de letras” que constituían los numerosos partidos que se habían 
creado con anterioridad a las elecciones, fenómeno que había sido 
facilitado por la incertidumbre respecto al comportamiento electoral de los 
españoles y respecto a los efectos del sistema electoral. El sistema de 
partidos que surgió de estas elecciones tenía como elementos centrales 
dos formaciones políticas, cada una de ellas con un porcentaje cercano al 
treinta por ciento de los votos: la Unión de Centro Democrático y el Partido 
Socialista Obrero Español (Véase la Tabla 5). 
Se trataba de un sistema de partidos caracterizado por una lógica de 
competición de carácter bilateral, en la que tanto UCD como el PSOE 
tenían competidores a su flanco derecho e izquierdo. El centro del espacio 
ideológico se hallaba ocupado por la Unión de Centro Democrático, que 
estuvo en el gobierno hasta las elecciones de octubre de 1982. En realidad 
UCD no era un partido, sino una coalición electoral heterogénea de 
diferentes grupos entre los que figuraban desde elites reformistas del 
régimen franquista hasta opositores moderados al régimen. A la derecha 
de UCD se hallaba el conservador Alianza Popular, que incluía en sus filas 
a elites franquistas. El segundo partido principal, el PSOE, tenía a su 
izquierda al PCE. La ventaja de votos obtenida por el PSOE con respecto 
al PCE fue una relativa sorpresa en el momento, dada la superioridad de la 
organización de éste último, así como su mayor protagonismo en la 
oposición al régimen franquista. 
Otro rasgo del sistema de partidos que se configuró a partir de las 
primeras elecciones democráticas es la presencia de partidos nacionalistas 
y regionalistas que conseguían un apoyo electoral significativo y 
representación parlamentaria en las circunscripciones donde presentaban 
candidaturas. La presencia de estos partidos desde ese momento hace 
que la estructura de competición varíe a lo largo de los distritos electorales, 
 38 
hecho al que Vallés (1987) ha denominado “las Españas electorales”. 
 
Tabla 5 
Resultados electorales para el Congreso de Diputados 1977-2000 
 1977 1979 1982 1986 1989 1993 1996 2000 
UCD 34,4 35,0 6,8 - - - - - 
PSOE 29,3 30,5 48,4 44,4 39,9 39,1 37,5 34,2 
PCE/IU 9,3 10,8 4,1 3,9 9,1 9,6 10,6 5,4 
AP/PP 8,2 6,0 26,5 26,2 26,0 35,0 38,9 44,5 
CDS 0,0 0,0 2,9 9,3 8,0 1,8 - - 
CiU 2,8 2,7 3,7 5,1 5,1 5,0 4,6 4,2 
PNV 1,6 1,5 1,9 1,5 1,3 1,3 1,3 1,5 
EE 0,3 0,5 0,5 0,5 0,5 - - - 
EA - - - - 0,6 0,6 0,5 0,4 
ERC 0,8 0,8 0,7 - - 0,8 0,7 0,8 
HB - 1,0 1,0 1,2 1,1 0,9 0,7 - 
PAR - 0,2 - 0,4 0,4 0,5 - 0,2 
UV - - - 0,4 0,7 0,5 0,4 0,2 
BNG - - - - - - 0,9 1,3 
CC - - - - - 0,9 0,9 1,1 
Otros 13,3 11 3,5 7,1 7,3 4 3 6,2 
Elaboración propia a partir de datos procedentes del Ministerio del Interior 
 
Las elecciones de 1979 generaron ciertas expectativas de cambio en 
la mayoría de gobierno a favor del PSOE, que finalmente no se produjo. Ni 
los principales protagonistas del sistema de partidos ni su relativa fuerza 
se modificaron

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