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7-Enero-2015 
El Espectáculo Político de けPodeマosげ, a la luz de Murray Edelマaミ 
 
 
けPodeマosげ y su líder Pablo Iglesias no han alcanzado por casualidad el centro de la atención 
pública española. Han interpretado mejor que sus adversarios las reglas del espectáculo 
político en sus circunstancias actuales y han desplegado una seducción escénica, ilusoria pero 
camuflada de supuesta renovación de las estructuras políticas, contra cuyo populismo ya 
advertía, sin conocerlos, Murray Edelman, hace más de 25 años, en su libro さCoミstヴuIting the 
PolitiIal “peItaIleざ (1988). 
Para este profesor ya fallecido (1919-2001) de la Universidad de Wisconsin, continuador del 
interaccionismo simbólico de George H.Mead e inspirado en postestructualistas como Foucault 
y Derrida, la política no es el contraste de opciones plurales objetivamente expuestas y 
racionalmente debatidas, que el idealismo democrático supone. Sino el espectáculo, en parte 
fantasioso y en parte ambiguo y de ideologizada distorsión, que los individuos y grupos con 
mayores recursos simbólicos construyen para suscitar el drama que emotivamente mejor 
satisfaga los miedos y esperanzas mayoritarios de la sociedad. 
La comunicación política, en consecuencia, es comunicación dramatúrgica; y la mayoría de los 
componentes ケue Ioミfieヴeミ けヴelevaミIiaげ, けuヴgeミIiaげ, o けutilidad soIialげ a uミa pヴopuesta o a la 
definición de un problema, no son más que el resultado de unas leyes de la escenificación que 
en el mundo contemporáneo se adaptan sobre todo a las pautas de los medios de 
comunicación de masas. 
Para Edelman, el recurso principal del que se sirven los políticos en la sociedad de masas es el 
lenguaje y su construcción de símbolos, que condensan tanto la definición de los supuestos 
problemas como las hipotéticas soluciones. Y por consiguiente, さes el leミguaje, ┞ ミo los heIhos 
eミ Iualケuieヴ otヴa aIepIióミ, lo ケue la geミte e┝peヴiマeミtaざ. La realidad política se reduce a su 
definición lingüística y ni políticos ni ciudadanos parecen capaces de escapar a tal 
reduccionismo (ed. 1992, p. 104). Para el citado autor, el discurso político huye del análisis de 
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http://press.uchicago.edu/ucp/books/book/chicago/C/bo5948882.html
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la complejidad real de las interacciones sociales y los procesos económicos por su necesidad 
de atヴaeヴ a uミas けマasasげ, eミ pヴiミIipio iミdifeヴeミtes ┞ apátiIas, ケue peヴIiHeミ los asuミtos 
geミeヴales Ioマo deマasiado aHstヴaItos ┞ ajeミos a la vida Iotidiaミa de las peヴsoミas. El けpúHliIoげ, 
al que en una sociedad democrática todas las fuerzas políticas apelan, mediante alternativas 
políticas sometidas a elección y debate, en realidad se evaporaría si se le importunara con una 
discusión rigurosa y plagada de matices: 
さ’El púHliIo’ es uミ agujeヴo ミegヴo eミ el ケue desapaヴeIe siミ dejaヴ ヴastヴo Iualケuieヴ esfueヴzo 
político de los profesionales de la política, de los defensores de cualquier causa, los medios de 
comunicación o los científicos sociales. Su apatía, indiferencia, aquiescencia y resistencia ante 
las industrias de la conciencia resulta especialmente impactante en una época de muy 
extendida alfabetización y acceso prácticamente universal a los medios de IoマuミiIaIióミざ (pp. 
7-8). 
Como consecuencia de lo anterior, a los ciudadanos hay que captarlos psicológicamente 
mediante apelaciones mucho más elementales y directas: la dramatización, la simplificación, la 
personalización (p. 90); la comunicación dramatúrgica, en definitiva, en la que resulta 
fundamental la construcción de enemigos a quienes atribuir todos los males y la promesa de 
soluciones absolutas e inmediatas. Ello conlleva la reducción de los lentos y multifactoriales 
procesos sociales a la unidimensionalidad de un presente elemental, que se interpreta por 
cada facción ideológica de manera subjetivamente sesgada. A la luz de este diagnóstico, 
continúa señalando Edelman, 
さla polítiIa Ioミsiste eミ uミa paミoplia de espeItáIulos IoミfliItivos ケue se superponen y que se 
esfuマaミ del esIeミaヴio taミ pヴoミto Ioマo ミaIeミ sus suIesoヴesざ (p. 94). 
Mientras tanto, los desequilibrios, injusticias e ineficiencias estructurales se mantienen sin 
apenas variación, gobierne quien gobierne, porque las definiciones políticas que de ellos se 
ofrecen apenas superan el plano simbólico y, por otra parte, la transformación real de 
procesos e instituciones requiere una lenta e inabarcable evolución que supera los tiempos 
electorales. 
けPodeマosげ: El ミuevo prestidigitador del espectáculo político 
El pesimismo radical expresado por Edelman respecto a la comunicación política se refería 
lógicamente al escenario existente en su época y en particular al centro neurálgico del sistema 
estadounidense. Por lo que cualquier traslación al entorno español actual comienza, sin duda, 
por nuestros partidos mayoritarios. Muchas de las críticas y ejemplos concretos que aparecían 
en さLa IoミstヴuIIióミ del espeItáIulo polítiIoざ (edición en español de 1991) son, en efecto, 
tヴasladaHles eミ pヴiマeヴ téヴマiミo a la ヴetóヴiIa eleItoヴalista de けpopulaヴesげ ┞ けsoIialistasげ. “oHヴe 
todo, lo referido a su incapacidad de transformación real de las estructuras, promesas 
maximalistas incumplidas, etc. 
Pero lo más más llamativo de su análisis, en mi opinión, es que muchas de sus descripciones 
explican de manera diáfana la retórica de けPodeマosげ y la fascinación surgida en torno a este 
grupo emergente, anticipando también la posible decepción que sus propuestas conllevarían 
en caso de su triunfo electoral. 
Así, si la lucha política es una competencia por el establecimiento de nuevos símbolos con 
マa┞oヴ IapaIidad de sigミifiIaIióミ マoマeミtáミea ケue la de sus adveヴsaヴios ふp. 2ぶ, けPodeマosげ 
aparece ante la sociedad española como un actor político revestido de apariencia 
http://www.emanantial.com.ar/editorial/libros/detalles.aspx?IDL=64
radicalマeミte けdistiミtaげ, eミ uミ マoマeミto de especial descoミcierto, gracias a la exhibición de 
un nuevo lenguaje: nueva terminología y nuevos iconos, desde el cambio de estructura 
lingüística para la denominación del partido, la nueva nomenclatura para nombrar a sus 
enemigos o la diferente apelación semiótica que el aspecto físico de su líder inspira en el plano 
político Cuando un grupo irrumpe en el escenario de la política con la suficiente fuerza 
simbólica como para reducir al resto a obsoleta convencionalidad compartida, ese grupo 
conquista, primero, el asombro popular –clave infalible en el funcionamiento de todo buen 
espectáculo-. Y a continuación, los observadores fascinados caen con facilidad en la 
preservación de su ミuevo マodelo eミ forマa de けfeticheげ (p. 11). 
Pero como apunta Edelman, la novedad no suele consistir en un diagnóstico realmente 
diferente de la realidad, sus problemas e injusticias, ni mucho menos aún, en una planificación 
viable y metodológicamente eficiente de transformaciones auténticas, capaz de rectificar el 
rumbo de la vida cotidiana de la gente. Sino tan sólo en una novedosa opción –retórica-, de 
designar los miedos y las esperanzas de las masas. De describir con mayor viveza los 
enemigos a los que atribuir todas las desgracias –dando salida catártica al rencor acumulado 
por el sufrimiento-, y proponiendo el bálsamo de soluciones plagadas de romanticismo (pero 
que evitan en cambio el contraste de su viabilidad y consecuencias). 
さLa geミte ケue sufヴe aミsiedad, tieミe マiedo ┞ está deseミIaミtada ヴespecto a las circunstancias de 
su vida responde con esperanza y entusiasmo a las promesas directas de mejora de esas 
circunstancias así como a las indicaciones explícitas de quiénes son los enemigos responsables 
de sus pヴivaIioミesざ (p. 59). 
La demostración de solvencia para modificar en términos reales las situaciones negativas no 
es, sin embargo,lo esencial para obtener el favor del público, sino el efectismo que se 
despliegue en la representación ilusoria. Y en este aspecto hay dos componentes descritos por 
Edelman que se comprueban con facilidad en el despliegue liミgüístiIo de けPodeマosげ. En primer 
lugaヴ, la poteミIia apelativa del leミguaje eマpleado paヴa la けIoミstヴuIIióミげ o definición de los 
problemas señalados como cruciales (con el olvido o silenciamiento de muchos otros). 
DesIヴiHiヴlos de uミa foヴマa ケue ヴesulte IoミviミIeミte ┞ atヴiHuiヴles uミ oヴigeミ ふla Iulpa es de けla 
Iastaげ, poヴ ejeマploぶ iミviste autoマátiIaマeミte de autoヴidad al ケue los enuncia y le hace parecer 
capaz de solucionarlos (p. 20). Acto seguido, さel gesto verbal o físico que adopta la forma de 
respuesta a un problema libera a los grupos afectados de tener que contender con los recursos 
[reales] disponibles: dinero, destヴezas pヴáItiIasざ [etc.] (p. 25). 
Y la táctica a la que recurrentemente se refiere Edelman para lograr ambas intervenciones es 
la ambigüedad. En palabras de este autor, 
さla aマHigüedad evita ofeミdeヴ a aケuellos a ケuieミes uミa pヴoマesa Ilaヴa podヴía ヴesultaヴles 
inaceptable, [a la vez que] anima a todo el mundo a leer conforme a sus propias preferencias la 
expresión lingüística [que se emite], y al mismo tiempo permite a los hablantes subrayar sus 
difeヴeミIias Ioミ sus ヴivales マediaミte paヴtiIulaヴidades estilístiIasざ (p. 50). 
No en balde, es de creciente ambigüedad de lo que vienen acusando sus críticos al líder de 
けPodeマosげ, a medida que crece la posibilidad de un respaldo social transversal y dicho líder 
aspira ya a alcanzar el Poder y no sólo a llamar la atención. La paulatina reducción de 
propuestas políticas concretas, o siquiera la confirmación de las que eran formuladas en el 
programa electoral de unos meses atrás, refleja ese sometimiento a la ambigüedad de todo 
líder exitoso, sobre todo a la hora de afrontar las consecuencias que sus políticas tendrían en 
caso de ser aplicadas sin contemplaciones. 
http://saintaymour.wordpress.com/tag/comunicacion-no-verbal/
http://lasuficienciadeloobvio.blogspot.com.es/2014/04/la-traicion-por-la-imagen_28.html
http://www.gaceta.es/noticias/discurso-david-goliat-01072014-1749
http://www.republica.com/las-pesquisas-de-marcello/2014/12/21/pablo-iglesias-triunfa-en-la-ambiguedad/
http://www.republica.com/las-pesquisas-de-marcello/2014/12/21/pablo-iglesias-triunfa-en-la-ambiguedad/
http://www.eldiario.es/europeas_2014/propuestas-Podemos_0_264224070.html
El conservadurismo esencial de los líderes populistas 
Advierte además Edelman de la profunda contradicción que existe entre la connotación de 
けiミミovaIióミげ ┞ けeマpヴeミdiマieミtoげ ケue aIoマpaña al pヴopio IoミIepto de lideヴazgo con la 
comprobación cotidiana de que sólo mantiene un liderazgo quien se somete a las expectativas 
de una gran masa que se siente cómoda, a su vez, con quien confirma las creencias y 
estereotipos del grupo. En tal sentido, liderar no es más que adaptarse a ser el reflejo de 
otros. Mantener el liderazgo requiere no desviarse del común denominador de un gran 
conjunto de personas, pues los verdaderos innovadores suelen tener respaldos más bien 
マiミoヴitaヴios… O taヴdaミ マuIho tieマpo eミ logヴaヴlos. Eミ otヴa de las cosas en las que 
estヴatégiIaマeミte aIieヴta la Iúpula de けPodeマosげ es eミ seヴ IoミsIieミtes de aItuaヴ Ioマo ヴeflejo 
de un gran sector de ciudadanos desencantados, a los que, para mantenerlos, sólo cabe 
decirles que tienen razón en su desencanto (pero no enfrentarlos ni a sus contradicciones ni a 
poner en duda la obtención de sus sueños). Parecer innovadores y al mismo tiempo evitar el 
serlo vuelve a requerir una gran pericia en el uso simbólico y lingüístico de la ambigüedad. 
La propia atención concentrada en los líderes es para Edelman una forma de desviar la 
atención respecto a las condiciones estructurales y los problemas reales de la comunidad 
política. El que unas personas sustituyan a otras en la cúspide del Poder no garantiza sin más el 
cambio global de procedimientos y de circunstancias complejas del entorno sociopolítico y 
económico. Las declaraciones voluntaristas, por llamativas que resulten y aun siendo sinceras, 
es improbable que consigan variaciones significativas en las lentas trayectorias de la 
injusticia, la desigualdad, la corrupción, la ineficiencia administrativa, la baja productividad, la 
dependencia energética, la competencia de mercados laborales más baratos y tantos otros 
desequilibrios. 
さAuミケue alguミos lídeヴes a┞udaミ a aliviaヴ esos pヴoHleマas, -añade nuestro autor-, la mayoría 
convergen en crearlos y agravarlos, a menudo obteniendo fama y gloria como resultado. La 
reputación de un líder no depende de la rigurosa contabilidad de las consecuencias de sus 
actos” (p. 43) 
El profundo escepticismo que Edelman profesa a todo liderazgo personalista –mayor cuanto 
マás けgヴaミdeげ o マesiáミiIo se pヴeseミte-, le hace desconfiar sobre todo de las propuestas que 
aparecen como radicalmente salvadoras: 
さEl deマagogo ケue se apヴoveIha de la desgヴaIia de la geミte paヴa ganarse su lealtad mediante 
pヴoマesas de uミ futuヴo feliz ケue ミo llegaヴá a peヴIiHiヴse es uミ figuヴa históヴiIa ヴeIuヴヴeミteざ (p. 60). 
Tal presencia es fácil que surja, según su perspectiva, cuando los mundos de la experiencia 
social cambian radicalmente ante nuevas condiciones materiales y del sistema de relaciones 
sociales, que provocan en la gente una necesidad de explicación capaz de minimizar la 
sorpresa y el misterio (p. 101). Ante dichas situaciones de especial necesidad, Edelman se 
lamenta de una especie de けLey de Greshaマげ por la cual los incidentes dramáticos que afectan 
a individuos –seleccionados con gran fruición por los medios-, se convierten en centro de 
atención y desplazan la percepción de las tendencias y estructuras profundas que explicarían la 
relación entre los elementos aislados. Pero considera esto poco menos que inevitable, ya que: 
さLa ingenuidad de la mente humana a la hora de construir mundos y la capacidad del lenguaje 
para satisfacer esa facultad son sutiles y encubiertas, pero son también los elementos que 
iミflu┞eミ de マaミeヴa fuミdaマeミtal soHヴe lo polítiIoざ (p. 102). 
Sin duda la visión de Edelman pasa por alto otros componentes reales y racionales que 
también intervienen en la discusión política y en la representación de los procesos políticos 
que la comunicación política suministra. Pero su enfoque nos mantiene alerta ante algunas de 
las ofuscaciones en las que con mayor facilidad se puede incurrir al analizar o participar en los 
asuntos políticos. 
Su crítica general a toda forma de mistificación de la política no le impide tampoco señalar que 
ミo todos los discursos políticos resultaミ igual de iミválidos para proマover uミa けeleccióミ 
racioミalげ (pp. 111 y 121), pero precisamente por ello, considera vital un distanciamiento crítico 
ante las formulaciones que a base de mayor espectacularidad tienen más probabilidades de 
desviar la atención de los análisis más dotados de realismo. Se trata, dice él, de liberarse de los 
textos políticos que quedan anclados en el presentismo, y さヴeIhazaヴ la Ioミsideヴación de todo 
te┝to o foヴマa de disIuヴso Ioマo supヴeマo o eseミIialざ, fomentando por el contrario la 
さseミsiHilidad haIia los aspeItos マúltiples ┞ IoミtヴadiItoヴios de las ヴealidadesざ (p128). 
Ante discursos que directa o indirectamente apelan a la retórica de la けeマaミcipacióミげ y que se 
マuestヴaミ al púHliIo Ioマo los e┝Ilusivos ┞ geミuiミos gaヴaミtes de uミa liHeヴadoヴa さaミtipolítiIaざ, 
el dictamen de Edelman no puede ser más crítico: 
さEl lenguaje emancipatorio no se restringe a una alternativa específica, sino que proporciona 
una comprensión del abanico de discursos, perspectivas y realidades políticas que facilitan [al 
mismo tiempo] la implicación directa y el distanciamiento auto-IoミsIieミteざ (p. 129). 
Puede que el espectáculo político, revitalizado en los últimos años por tantos magos del 
infoentretenimiento, haya servido para reintroducir en el seguimiento de la políticaa grandes 
capas de la sociedad que antes vivían despreocupadas frente al aburrido e incomprensible 
mundo de las decisiones oficiales. Pero cuanto más espectaculares resulten algunos líderes y 
grupos –┞ けPodeマosげ siミ duda lo es-, más precavidos debiéramos ser ante sus gestos y 
discursos; y con mayor realismo habría que diseccionar sus potenciales consecuencias. 
José Luis Dader 
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