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LA PINTURA ROMANA 
Andrea Leis Regueiro 
 
 
2019 
HISTORIA DEL ARTE 
1º de Conservación-Restauración de los BBCC 
Andrea Leis Regueiro 
 
1 
 
La pintura romana 
La pintura romana es una parte de la plástica clásica de la que, aunque gozamos de 
numerosísimos ejemplos, faltan muchos otros de los que contamos con sendas descripciones 
por algunos de los autores clásicos más célebres: Plinio, principalmente. 
Por un lado, los frescos romanos se conservan en un estado óptimo en lo que a su materia prima 
respecta, aunque muchos han sido víctimas de los derrumbes y movimientos varios que sus 
edificios han sufrido. La mayoría de las pinturas de caballete, sin embargo, no se conservan -
sean sobre tela o sobre tabla-. Esta situación responde a la propia naturaleza de los materiales 
que sirven de soporte: inorgánico en el caso de los frescos, orgánico en las pinturas de 
caballete. 
Contexto histórico. 
La extensión de tiempo a la que nos referimos cuando hablamos, en términos generales, de la 
Antigua Roma es, cuanto menos, ingente. En función a los distintos autores podemos dar un 
inicio más o menos temprano a la historia de esta civilización que tanto impacto tendrá en 
occidente y en el mundo, aunque esta civilización se auto-otorga una fecha de fundación muy 
exacta: 21 de abril de 753 a.C. La famosa expresión ab urbe condita da testimonio de esta 
creencia por parte de los propios romanos, constituyéndose como título de la obra homónima 
de uno de los principales historiadores de la historia: Tito Livio. 
La fundación de una gloriosa nación como se consideraba Roma no podía estar desligada de los 
dioses clásicos. Rómulo, fundador de Roma y figura fratricida por excelencia junto a Caín, 
desciende del héroe mítico Eneas, que huye de la guerra de Troya y acaba en la península 
itálica. Es su hijo Ascanio quien fundará la ciudad de Alba Longa, que tras una serie de traiciones 
familiares -muy frecuentes tanto en la Roma mítica como en la Roma clásica- muy posteriores 
a su muerte acaba en manos de Amulio, hermano del legítimo rey Numitor. Este asesina a todos 
los hijos varones de su hermano, y a Rea Silvia, su hija, la convierte en una virgen vestal1. Pero 
el dios Marte fecunda a Rea Silvia, y fruto de este encuentro nacen Rómulo y Remo. Amulio, 
temeroso de que se le arrebate su puesto de poder, abandona a los bebés en el Tíber, donde 
serán encontrados y amamantados por la famosa Luperca, de la cual existe una famosísima 
escultura conocida como Loba capitolina. 
Aunque muy asentada en el imaginario colectivo, esta historia responde a un aspecto que 
caracterizó al estado romano desde sus orígenes: la función propagandística. Una nación 
elegida, tal y como se autopercibía el grueso de población romana, no podía tener un origen 
que no fuese mítico y fundamentado en la propia voluntad de los dioses. 
Volviendo a lo puramente histórico, aunque veremos que no es tal, se dice que Rómulo funda 
la monarquía romana. Mary Beard, historiadora especializada en la Edad Antigua romana, señala 
que es muy poco probable que en la historia primigenia de Roma existiese algo como la 
 
1 Las vírgenes vestales se dedicaban a la diosa Vesta, protectora del fuego del hogar y símbolo 
de la fidelidad. Sus sacerdotisas se escogían a una edad muy temprana y cumplían el voto de 
castidad, siendo la función principal que debían desempeñar la de no permitir que se apagase 
el fuego del templo. 
Historia del Arte: La pintura romana 
monarquía, por lo que cuando en gravados figuran referencias a algún rex se referían a algo 
que hoy en día entenderíamos como un jefe o caudillo (Beard, 2016). Es de época regia de 
cuando datan las primeras grandes obras de ingeniería romana, algo que será símbolo de las 
dos caras de la misma moneda: la gloria y grandeza romanas y la explotación a la que fue 
sometido el pueblo bajo el modelo de gobierno “monárquico”. 
A la monarquía sobreviene la República, tras la huida del rey Tarquinio son Bruto y Tarquinio 
Colatino los primeros en adoptar el cargo de cónsules (aunque en ese entonces se les 
denominaba praetores¸ que después será un cargo inferior). La república se basa en un modelo 
patricio en el que encontramos una división entre Senado, Magistraturas y, posteriormente, las 
asambleas populares. Fueron las familias patricias, es decir, aquellas que estaban en Roma 
desde tiempos de la mítica fundación, las que ejercieron el poder. Algunas de las gens más 
famosas son, por ejemplo, la gens Julia, la gens Claudia o la gens Sergia. A finales del período 
republicano surgen algunas gens plebeyas que adquieren cierta relevancia, como la gens Vettia. 
El paso del siglo IV al III a.C. es la época en la que se producen las principales conquistas 
romanas en la península itálica, entre las cuales estaba el territorio de Etruria o la Campania. 
El carácter bélico de la nación romana la llevan a organizar continuas incursiones en territorios 
de muy diversa índole: desde el Lacio al Mediterráneo oriental, pasando por Cartago o 
Macedonia. Se producen en este período la Primera y Segunda Guerra Púnica, la Segunda Guerra 
Macedónica, las Guerras Ilíricas y la Tercera Guerra Macedónica, entre otras. Como se puede 
concluir de esta enumeración, el pueblo romano se caracterizaba por ser especialmente bélico. 
Roma pasa a ser un territorio de dimensiones ingentes, vastas. En la primera etapa republicana 
Roma ya se había asentado en toda la península itálica, y será en época imperial cuando alcance 
su máxima extensión -en época de Adriano-. Estas suponían una fuente directa de ingresos, en 
forma de botines y de esclavos, pero el crecimiento de Roma conduce a que las estructuras 
pensadas para un pequeño estado se vayan quedando obsoletas para un estado que crece en 
tamaño y complejidad a un ritmo tan acelerado. 
Si la primera parte de la república romana se caracteriza por las guerras de conquista, la 
república tardía se caracteriza por las guerras civiles que tienen lugar en suelo y mar romanos. 
Tras una serie de conflictos de esta índole, especialmente importante es la conocida como 
Conjura de Catilina, se avanza a la forma de gobierno del triunvirato, que muestra no ser 
efectivo a la hora de disminuir el número de luchas en el poder. El primer triunvirato es formado 
por Julio César, Pompeyo y Craso en el siglo 60 a.C., es la época en la que se retoman las 
conquistas (la Galia, por ejemplo, o Egipto). El desenlace de la República incluye su disolución, 
pues en el año 27 a.C. el Senado nombra a Octaviano Imperator Caesar Augustus. 
A partir de este momento inicia un período de estabilidad política y social conocido como pax 
augusta, en el que el protagonista es el hijo adoptivo de Julio César, Cayo Julio César 
Octaviano, más conocido como Augusto (el cognomen que adopta cuando se le nombra 
emperador). Su poder era absoluto, aunque se mantienen las instituciones republicanas a modo 
de formalidad. En la trayectoria del imperio romano podemos dividir las etapas en función a la 
gens a la que perteneciese el emperador, las principales fueron las siguientes: Dinastía Julio-
Claudia, Flavia, Antonina y Severa. 
Es durante el período de la dinastía Flavia cuando tiene lugar uno de los acontecimientos 
históricos más relevantes para la plástica romana: la erupción del Vesubio, en el año 79 d.C. Es 
en ese año cuando asciende al poder el emperador Tito, cuyo gobierno es corto como el de su 
dinastía en general (fue la dinastía más corta en la historia del imperio romano). La Campania 
era una zona de especial fertilidad y uno de los centros culturales del imperio, donde se 
hallaban las ciudades de Pompeya y Herculano. Antes de la erupción del volcán hubo una serie 
de terremotos leves, pero el 24 y 25 de agosto se produce la trágica devastación de estas 
ciudades, crisis que será resuelta por Tito de una forma muy considerada hacia las víctimas, lo 
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que le valdráel amor de la mayor parte del pueblo romano. Este suceso tuvo como consecuencia 
el brusco parón de uno de los centros culturales de la antigua Roma, además de las 
numerosísimas muertes, y también quedaron sepultadas -y en muchos casos, intactas- una gran 
cantidad de pinturas murales y manifestaciones artísticas que hoy en día siguen saliendo a la 
luz. 
Influencias fundamentales. 
Influencia griega. 
El arte griego fue siempre objeto de admiración por parte de todas las culturas que tomaban 
contacto con él, pues tenían una técnica depurada y uno de los modelos religiosos más 
interesantes y completos. 
Influencia etrusca. 
El plural es importante cuando hablamos de “etruscos”, ya que no eran un estado único, sino 
una serie de aldeas y ciudades independientes que compartían una lengua y cultura artísticas 
muy características. Se autodenominaban resenna, eran pueblos esencialmente comerciantes, 
muy ricos en material mineral. Los reyes etruscos de Roma pueden ser producto de una 
extrapolación histórica para “dignificar” la historia de la Roma primitiva, pues algunos autores 
señalan que Roma pudo ser invadida por los etruscos en un sentido de caudillaje, no estatal -
pues seguimos en la Roma arcaica-. Son los supuestos reyes etruscos los que construyen las 
primeras obras de ingeniería, tan alabadas por los propios romanos y también por las personas 
del siglo XXI, pero su precio siempre fue polémico: se erigen como maravillas romanas a la par 
que son fruto de la tiranía monárquica y del esfuerzo sobrehumano del pueblo romano (que 
tuvo que pagar con numerosas muertes). 
El arte etrusco está muy ligado, en todas sus dimensiones, a los “encargos” y al ámbito 
funerario, algo que hace que se centren mucho en lo humano y en la descripción de modos de 
vida (fundamentalmente nobles), característica que perdurará en el arte romano en forma de 
su aspecto histórico-narrativo tan recurrente. Había una tradición de cubrir los tejados y 
paredes villovianas con pinturas, en el siglo VII a.C. encontramos muestras de pintura sobre 
paneles de terracota e hipogeos, con fines decorativos y que mezcla la tradición fenicia con un 
estilo geometrizante. Están muy ligadas al ámbito funerario, a la decoración de tumbas, lo cual 
le da un carácter muy unitario. 
Hay un centro clarísimo de conservación de esta pintura de tradición etrusca: Tarquinia, más 
concretamente la necrópolis de Monterozzi. Los hipogeos, una construcción muy típicamente 
etrusca, serán las estructuras que alojen las principales muestras de arte etrusco de las que 
hoy podemos disfrutar. Las Tumbas pintadas de Caere, circa 630 a.C., también tienen mucho 
interés arquitectónico. 
 En La Tumba de los Leones Pintados (circa 620 a.C.) ya observamos una figura humana como 
protagonista de la escena, igual que en la Tumba del Guerrero (en Velutonia), donde aparece 
reflejado el difunto como guerrero, portando un hacha de doble filo. Existe una laguna histórica 
de unos cuantos años en cuanto al arte pictórico etrusco, que se debe a que las pinturas eran 
realizadas sobre tabla, por lo que es cuando las pinturas sobre terracota aparecen cuando 
podemos retomar la deriva de la pintura etrusca. 
Es también destacable que se han encontrado ejemplos de pinturas de carácter narrativo que 
reflejaban, de manera correcta en un sentido argumental, los mitos de origen griego (v.gr: Las 
Historia del Arte: La pintura romana 
Placas Boccanera, que cuentan el Juicio de Paris). No obstante, las vestimentas y atuendos que 
visten los personajes protagonistas son típicos de la nobleza etrusca, lo que implica que el 
artista no tenía modelos griegos. Sobre las pinturas que cuentan mitos propiamente etruscos 
hay más dudas que certezas. 
Las tumbas arcaicas se caracterizan, quizá, por estar en busca de un estilo consolidado. Las 
escenas y paisajes jonios plantean numerosos esquemas relacionadas con el paisaje para los 
hipogeos, entre los cuales destacan las escenas de la Tumba de la Caza y de la Pesca y la Tumba 
de los vasos pintados -esta última marca un esquema compositivo muy utilizado a posteirori-. 
La pintura de influencia ática adopta y perfecciona el estilo empleado en esta última tumba, 
como demuestran la Tumba de las Bigas, la Tumba de Triclinio o, más torpemente, pero con 
un colorido fuerte y proporciones que exaltan la vitalidad de las figuras reflejadas, la Tumba 
de los Leopardos. 
Hasta el primer tercio del siglo IV a.C. se mantiene en las pinturas funerarias de Tarquinia la 
temática tardoarcaica, pero a partir de esta época observamos como se va consolidando una 
visión itálico-etrusca en la pintura. Un ejemplo de este paso es la Tumba de los Demonios 
Azules, en Tarquinia, circa 360 a.C. Se suele representar la entrada en el infierno de Hades 
(Aita) del difunto, pero aparecen ciertos personajes singulares de tradición etrusca, como los 
Charun, quienes guían a los difuntos a la vez que impiden que salgan del mundo de ultratumba. 
Aunque la temática es griega, no aplican las reglas compositivas y destreza técnica que se 
aplicaba en la pintura griega. Nos encontramos con figuras todavía muy esquemáticas y sin 
profundidad. La Tumba del Orco, del 350 a.C., también constituye un ejemplar interesante por 
el Charun con su maza, muy colorido, que representa en las tumbas de las familias nobles 
Spurinna y Velcha – y que inspirará a Miguel Ángel muchos siglos después-. 
También había otra corriente, minoritaria, que intentaba representar en exclusiva a los 
yacientes en los hipogeos de manera realista, alejados de figuras unitarias e ideales, sin 
demasiado éxito. Esto es un precedente de la tendencia al retrato de los romanos. 
El final de la tradición pictórica etrusca tiene lugar sobre el siglo II a.C. Desaparece Hades en 
las composiciones y aparecen los cortejos, donde suelen aparecer los Charun y los familiares y 
antepasados del difunto, que lo ayudan en su tránsito a la vida de ultratumba. La Tumba de la 
Reunión es la que presenta el friso más complejo y trabajado de este período final, en donde 
el protagonista es representado de forma retratística (cabello canoso, por ejemplo) rodeado 
por unos Charun que lo escoltan. 
La vivienda romana. 
Para entender la pintura mural romana, que decoraba las estancias de las casas y villas, es 
fundamental tener en cuenta la disposición especial de estos edificios y conocer sus clases. 
Cuando nos referimos a la casa romana solemos hablar de la 1) domus romana, 2) insulae 
romanas o 3) villa romana, las cuales constaban de una estructura y distribución espacial muy 
concreta, pero para nada estática. Van cambiando a medida que lo hace la sociedad de la que 
hablamos, acomodándose así a los nuevos usos y costumbres que van surgiendo. 
La domus romana es el modelo de vivienda más conocido del mundo Antiguo, en la que cada 
sala tiene una funcionalidad propia y específica, así como ciertos tipos de esclavos asociados a 
cada estancia. Las partes fundamentales son el atrium, donde se encuentra el larario; 
tablinum, triclinium, cubiculum y el peristylium, incluso podríamos incluir las thermae. 
El atrium era, en los tiempos más primigenios, la zona principal de la casa. Posteriormente 
adquiere una función social, pues se transforma en una suerte de vestíbulo en la que se 
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colocaban todo tipo de elementos artístico-decorativos para demostrar el poder social y 
económico familiar -entre otras cosas, pinturas, mosaicos y bustos-. También se han hallado 
numerosos cubicula y, más frecuentemente todavía, triclinia decorados con pinturas murales y 
otro tipo de manifestaciones ornamentales. Los cubicula eran los aposentos de cada uno de los 
integrantes de la unidad familar, mientras que los triclinia (o biclinia) era el lugar destinado a 
las comidas. Esta última estancia era tremendamente importante, pues “simboliza el universo 
del dominus” (Domus Pompeiana, 2017). Había toda una serie de normas protocolarias respecto 
a la colocaciónde las personas en cada uno de los lechos, así como ciertas costumbres muy 
arraigadas como la de tomar un baño antes de comer. Un ejemplo paradigmático de triclinium 
decorado es la Villa de los Misterios¸ en Pompeya, donde se aloja el famoso fresco que 
representa el culto mistérico a Baco. 
Las insulae romanas son viviendas del espacio urbano ocupados por los sustratos populares de 
la sociedad, es decir, aquellos que no podían acceder a una domus. Provienen de la palabra 
latina insula-insulae, que significa isla, nombre que se debe a que estaba rodeada por calles. 
Estaban sujetas a un alquiler -de hecho, fue uno de los mayores negocios especulativos de la 
Antigua Roma-, y las condiciones en las que se vivía en ellas eran de todo menos salubres: 
ausencia de suministro de agua, temperaturas extremas en función al clima exterior, 
deficiencias estructurales en los pisos superiores, incendios etc. (Montagut, 2015) 
En general, podemos decir que la villa es una vivienda ubicada en un entorno rural, en la que 
la propia vivienda (villa) y los terrenos adyacentes (fundus) son inseparables, forman un 
conjunto unitario en el que se desarrolla la vida cotidiana. Este sistema de explotación agraria 
se sustenta de la esclavitud para lograr su máximo potencial y rendimiento, de hecho, solo fue 
posible como actividad económica gracias a la existencia de este tipo de fuerza de trabajo 
(Fornell Muñoz, 2009, pp. 267-268). Fue un modelo de actividad económica agropecuaria muy 
exitoso hasta, aproximadamente, el siglo II d.C. En provincias fue muy atacada por las 
invasiones bárbaras, aunque después experimentan un renacer intenso. 
Las partes de la villa romana serían las siguientes, atendiendo a las descripciones de los 
agrónomos de tradición latina: 
- Pars urbana o dominica. Es la parte residencial reservada para el dueño de la 
explotación y su familia, normalmente realizada siguiendo el esquema de la domus 
urbana. 
 
- Pars rustica. En ella se ubican la mano de obra esclava y los establos de los animales, 
además de las herramientas necesarias para el trabajo agrícola y ganadero diarios. 
 
o Pars frumentaria. Responde a la necesidad de trabajar los productos obtenidos 
en las cosechas y actividades pecuarias, por ejemplo, elaboración de vino o 
quesos eran realizados en esta parte de la villa. 
La Pintura romana. 
Técnicas pictóricas. 
Aunque podemos pensar, por los ejemplos que conservamos hoy en día, que en la Roma clásica 
se empleaba de forma exclusiva la técnica del fresco, se utilizaron múltiples técnicas 
pictóricas, tanto solas como combinadas. Entre otras, destacan el “fresco seco”, el temple y la 
encáustica. 
Historia del Arte: La pintura romana 
El fresco. 
El fresco es una técnica pictórica consistente en aplicar el pigmento, diluido en agua la mayor 
parte de las veces, de forma directa sobre el muro, cubierto por una capa de cal que al 
carbonatar fija los colores de una forma muy resistente. Técnicamente, llamamos enlucido a 
esta capa superficial, compuesta por cal apagada y arena, y hay que aplicar varias etapas del 
mismo para obtener un resultado satisfactorio (Toajas Roger, 2009). Destaca la rapidez 
requerida del pintor o pintora, pues los colores han de aplicarse mientras el revoque esté 
húmedo. Además, no es posible rectificar a no ser que se elimine esa parte del revoque, por lo 
que es necesaria una gran seguridad a la hora de pintar. 
Las diferentes capas que aplicamos al muro hasta la capa final de revoque han sido muy 
estudiadas a lo largo de la historia, de forma que tenemos un nombre específico para cada una 
de ellas, con sus propias características diferenciadoras. 
En primer lugar, encontramos el arriccio o enfoscado, una capa aplicada directamente sobre el 
muro -húmedo- para regular la superficie, para pintura romana antigua también podemos 
emplear el nombre de trullissatio. El grosor de esta capa es mayor que el de las capas sucesivas, 
además de que su composición presenta más arena (Toajas Roger, 2009). 
Sobre el enfoscado aplicamos otra capa, el intonaco. Es más delgada que el arriccio, y se utiliza 
menos arena y de grano más fino. 
La calidad de los materiales empleados en los diferentes sustratos está directamente 
relacionada con el estado de conservación del que gozan. Las pinturas murales romanas se 
conservan en muy buen estado debido a las buenas características de las que gozaban, por 
ejemplo, la cal, que se dejaban reposar durante por lo menos tres años (esto se especificaba 
en los contratos con los pintores). 
El fresco “seco”. 
También se conoce como pintura a la cal o falso fresco. Los pigmentos, mezclados con lechadas 
de cal, se aplican sobre la capa de mortero del enlucido, pero cuando ya está seco. Los 
pigmentos quedan aglutinados al carbonatar el hidróxido de calcio de la lechada de cal, por lo 
que la técnica no es tan duradera como el auténtico fresco. 
El temple. 
El temple es una técnica empleada por muchas civilizaciones y en épocas muy distintas a lo 
largo de la historia. Esto se debe a que su aglutinante es principalmente el huevo o una cola 
(animal o vegetal), materiales bastante accesibles. Estos materiales sirven como aglutinante 
porque son emulsiones que aceptan tanto agua como aceites secativos a modo de diluyente. Se 
empleó mucho en la Edad Media, y en época romana se utilizaba fundamentalmente para hacer 
retoques en la pintura mural. Permite superponer colores claros a oscuros -algo que facilita el 
modelado- y los colores son ligeramente opacos y apagados, no obstante, es muy indicado para 
reproducir texturas satinadas (Toajas Roger, 2009). 
La encáustica. 
La encáustica es una técnica pictórica que se caracteriza por aglutinar los pigmentos con cera, 
aplicados con pincel o con espátula. Vitrubio describe esta técnica ampliamente, 
especialmente la parte final, que incluye el pulido con trapos para un acabado brillante y que 
sirve a modo de protección -encaustización-. Sobre todo se usaba en tabla, aunque fuentes 
como Plinio también indican que se empleaba en otros materiales, como el marfil (Toajas 
Roger, 2009). 
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Pigmentos. 
La viveza de los colores empleada en pintura romana fueron objeto de admiración de muchos 
artistas posteriores, sin embargo, los pigmentos no sólo hablan de la belleza o calidad de las 
pinturas. También nos hablan de las relaciones culturales y comerciales entre las distintas 
regiones, de las técnicas diferentes de preparación y aplicación, de la posición socioeconómica 
del contratante del pintor, etc. 
Plinio y Vitrubio han legado una lista extensa de los pigmentos más empleados en época romana, 
concretamente describen 24 y 35 pigmentos, respectivamente. Todos ellos son orgánicos, y 
será frecuente que nos encontremos con fórmulas y recetas para “falsificar” algunos de los más 
caros (Bearat, 1997)2. 
La mayor parte de los pigmentos hace referencia en su propio nombre al lugar de origen, algo 
que explica la tremenda variabilidad nominativa con la que nos encontramos (por ejemplo, el 
blanco de Egipto también se conocía como blanco de Creta o blanco de Cirena). El estudio que 
realiza H. Bearat junto a su equipo se basa en más de 500 muestras, provenientes de 14 sitios 
distintos de Suiza y Pompeya, en los que encontramos los siguientes pigmentos en función al 
color deseado: 
- Blanco: se encontraron, al menos, seis tipos de blancos, entre los cuales figura la cal 
apagada, el aragonito, la tiza, la dolomita, la cerusita y la diatomita. 
 
- Azul: fundamentalmente se empleaba azul egipcio, diluido con la ayuda del blanco de 
dolomita -menos frecuentemente con tiza o aragonito-. 
 
- Amarillo: la lista de pigmentos amarillos es larga, aunque abunda el realizado a base 
de hidróxido de hierro -Fe(OH)3-. El amarillo de goethita se usaba para modificar los 
verdes, y también tenemos a base de limonita, ocre amarillo y ocre tierra. 
 
- Negro: es universalmente conseguido a través de pigmentos artificialesde origen 
vegetal. También podemos encontrar negro a partir de productos de origen animal -
marfil- o mineral, pero es menos común. El más encontrado en las distintas muestras 
fue el hollín, de grano muy fino y aplicado con arcilla. El carbón vegetal también se 
encuentra en muchas muestras, y por último el negro de hueso (solo encontrado en uno 
de los cantones suizos, en Coire). Plinio condena el uso de este pigmento, porque para 
su utilización hacía falta aprovisionarse en sepulturas (surge de la calcinación de los 
huesos en una atmósfera reductora). 
 
- Rojo: rojo y derivados son los tonos más abundantes en pintura mural romana. 
 
o Pardo: rojo de hematita3 con negro. 
 
o Naranja: se calentaba el ocre amarillento para obtener esta tonalidad, o bien 
se mezclaba amarillo y rojo. 
 
 
2 Ver anexo 1. 
3 Óxido férrico (Fe2O3) en forma mineral. 
Historia del Arte: La pintura romana 
o Rosa: se diluía el rojo a base de óxido de hierro en blanco de cal apagada, tiza, 
dolomita o aragonito. 
 
o Ocre rojo: aunque hay muchos tipos de rojos, predominan los hechos a base de 
óxidos de hierro y hematitas, que varían en su tonalidad dependiendo de su 
calidad. 
 
o Bermellón: a base de cinabrio y sulfuro de mercurio, es nombrado como minium 
por Vitrubio y Plinio. Son los que más se oscurecen al estar expuestos a la luz. 
 
o Violeta: conocido en época romana como ostrum o purpurissum, se obtiene de 
la concha de una especie de molusco (murex). Es uno de los colores más caros, 
por lo que también fue imitado a base de tiza con laca de granza, así como 
mezclando azul egipcio con tiza, minium y hematita bien cristalizada. 
 
- Verde: es citado en sus múltiples variedades por estos autores (Vitrubio y Plinio), 
principalmente la malaquita o acetato de cobre. Pero, por orden de utilización en las 
muestras realizadas, tenemos la veronita, la glauconita y la clorita; correspondiéndose 
esta última con el creta viridis citado por estos autores. También encontramos verde-
gris en algunos ejemplares de Pompeya. 
 
Estilos. 
Desde las primeras apariciones de pintura romana observamos ciertos aspectos que se repetirán 
durante los siglos que dura: son la división en 3 registros y la narración histórica, esta última 
usualmente mezclada con otros temas. 
Actualmente, contamos con cuatro categorías principales para clasificar la pintura mural 
romana, planteadas por August Mau. 
Primer estilo pompeyano, estructural o de incrustación. 
La primera constancia que tenemos de paredes pintadas decorativamente en la actual Italia 
data del siglo II a.C., con un estilo directamente importado de Grecia, más concretamente de 
Delos (Ling, 1991, p. 12). Este es el estilo de incrustación o “I” estilo pompeyano, en el cual se 
produce una combinación de estucos modelados y pintura para imitar las decoraciones con 
sillería de mampostería de mármoles. 
Los estucos se pintaban de diferentes colores para sugerir que eran piedras de diferentes 
tipologías, y las proporciones eran diferentes a las de sus precedentes en otros lugares del 
mundo. Las cornisas son situadas en varios puntos de la composición, no solo arriba (Liversidge, 
1985). Los colores no siguen un modelo o esquema como ocurre en otros lugares en los que se 
desarrollan fórmulas pictóricas similares, sino que parecen ser seleccionados de manera un 
tanto aleatoria; no obstante, las paredes enfrentadas siguen el mismo patrón de colores. Los 
vecinos pompeyanos buscaban que el conjunto de sus casas o villas fuese harmónico, es decir, 
había un esfuerzo activo dirigido a que la ciudad fuese unitaria.En definitiva, es una 
aproximación más experimental a este tipo de decoración doméstica, incluyendo 
características típicamente romanas como la división en tres registros. 
Los principales ejemplos de este estilo los encontramos en la Casa Samnítica y en la Casa del 
Fauno, en Herculano y Pompeya, respectivamente. 
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Segundo estilo pompeyano o arquitectónico. 
A medida que el estilo de incrustación avanza, se va desarrollando un gusto por el trampantojo 
que desemboca en el nacimiento del conocido como “II” estilo pompeyano, sobre el 110 a.C. 
(Elvira Barba, 2017, p. 177). Se deja atrás el estuco para pasar a un estilo pictórico puro, 
además de que ya apreciamos un tanteo de la conquista pictórica que supone la perspectiva 
lineal. 
Este estilo tiene varias fases, la más primigenia tiene su muestra en la Casa de los Grifos; pero 
su culmen tiene lugar en época de César, cuando se desarrollan todo tipo de arquitecturas 
ficticias en el panel central. Siguiendo con la división tradicional en tres registros, el inferior 
se pintaba con motivos que siguen imitando mármoles o revestimientos similares, en el central 
se incluían escenas fantasiosas y maravillosas, ilusiones. Tiene especial relevancia la aparición 
del pabellón como elemento en la pintura, un panel con aspecto de templete en el centro de 
la pared que está siendo trabajada (Elvira Barba, 2017, p. 178). Ejemplos de esta fase 
culminante serían las pinturas de la Villa Popea, de la Villa de los Misterios o la de Publio Fanio 
Sinistor. 
La muerte de César en el 44 a.C. supondrá el punto en el que el “II” estilo entra en su segunda 
fase, en la cual se cierran los espacios abiertos y aparecen símiles de cuadros. Apreciamos esta 
tendencia en la Casa de los epigramas y en la Casa del Criptopórtico. Alrededor del año 30 a.C., 
el “II” estilo da sus últimos coletazos en la Villa Livia. 
Tercer estilo pompeyano u ornamental. 
Simultáneamente, se va gestando en Roma lo que conocemos como “III” estilo pompeyano, 
entre el 20 y el 10 a.C. Es un estilo sencillo y elegante, en el que la pared se cierra en la parte 
superior y, aunque aún hay relieves en trampantojo, ya abundan los cuadros pintados. Huye de 
la ilusión que caracteriza a II estilo, pero es tremendamente decorativo, incorporando 
estructuras arquitectónicas imposibles -aunque sin perder el equilibrio en la composición 
general-. Se caracteriza por una simetría muy estricta, motivos geométricos y de animales en 
los fondos y por ser más monocromático que los estilos anteriores, también incorpora motivos 
egipcios. 
Hay una preferencia por los colores intensos -rojos, amarillos y negros-, y es una moda cuyo 
origen se remonta a Roma. Las innovaciones del III estilo fueron muy criticadas por Vitrubio, y 
en el siglo I el estilo se va complejizando con una simetría cada vez más estricta y uno o dos 
paneles laterales además del central. Empezamos a ver áreas grandes de color plano con 
pinturas pequeñas dispuestas en el centro (Liversidge, 1985). 
El principal ejemplo de la primera etapa de este estilo del que tenemos constancia es la Villa 
Farnesina, del 19 a.C., especialmente la Sala Nera. Se mantiene hasta el 40 d.C. en Roma y el 
60 d.C. en Pompeya. 
Cuarto estilo pompeyano o ilusionista. 
Entre el año 60 y 79 d.C. (año de la erupción del Vesubio) se gesta un estilo más complejo, que 
combina elementos de todos los estilos anteriores. Después del terremoto del año d.C. en la 
Campania, las casas comienzan a presentar decoraciones pictóricas características del IV estilo 
(Liversidge, 1985). Son espacios menos predecibles, menos estructurados compositivamente 
que las pinturas del III estilo, por lo que se puede hacer difícil centrar la atención en un 
elemento. Así mismo, retoma las vistas panorámicas y las narraciones a grande escala, pero 
mantiene los estilos arquitectónicos que caracterizan al I y II estilo. Incorpora motivos florales 
Historia del Arte: La pintura romana 
y bodegones dentro de su espacio a modo de decoración, muy abundantes y en todas las 
estancias, dando unidad al conjunto de la casa o villa. 
La perspectiva está cada vez más trabajada, y se le va dando más importancia a las escenas de 
tipo autóctono, no se tiende tanto a lo religioso y ceremonial como en otros estilos -incluso se 
ridiculizao “humaniza” esta temática-. Esta escena típicamente romana solía ocupar una pared 
entera y se colocaba sobre “un podio, con decorado y telones” (Liversidge, 1985). 
En el caso de Roma, por otro lado, cada vez se aprecia menos formalidad en la pintura, pasando 
a un naturalismo más exaltado. Algunas de las pinturas de la Domus Aurea de Nerón encajan 
en la categoría del IV estilo. 
Temáticas. 
Las temáticas ofrecidas por los ejemplares de pintura romana que conservamos se centran, 
fundamentalmente, en escenas mitológicas y relacionadas con el culto a los distintos dioses del 
politeísmo profesado en Roma. Además, también observamos escenas de carácter cotidiano y 
representaciones de elementos de la vida pública romana, tal y como los espectáculos de 
gladiadores. Por otro lado, y en función al estilo del que hablemos, también nos encontraremos 
escenas de bodegón o naturalezas muertas, así como la imitación de materiales pétreos con 
fines decorativos del I estilo pompeyano. 
El arte culto eclipsa por completo el estudio del arte plebeyo en la Historia del arte, 
especialmente cuando hablamos de pintura romana. Las megalografías y ripografías ocupan las 
paredes de las casas de los más adinerados, pero ¿qué ocurre con los que no tienen este estatus 
social tan privilegiado? Pompeya vuelve a ser nuestro punto de referencia por el mismo motivo 
-la erupción del Vesubio-, y en ella encontramos ejemplos de arte plebeyo en la Casa de Actio 
Aniceto, Pelea en el anfiteatro. 
La pintura de esta tipografía trasciende las fronteras de la península itálica debido al proceso 
de expansión del Imperio, tanto por su actividad militar como comercial, y vemos como se 
desarrolla con creces en las provincias. Hay un conflicto entre arte culto y plebeyo, muy 
importante porque el segundo acaba penetrando en las estructuras imperiales en época de los 
Severos -Caracalla es el emperador más conocido de esta dinastía-. 
Con el desarrollo de las nuevas religiones minoritarias, el arte plebeyo adquiere una nueva 
connotación: es el gladiador en contra del arte de los viejos dioses, el clasicismo y las corrientes 
helénicas en general. 
¿Y la autoría? 
Aunque tenemos constancia de algunos célebres pintores del panorama artístico romano de 
mano de historiadores como Plinio, la información que hay al respecto es más bien escasa. No 
obstante, podemos analizar varias tendencias que evidencian las descripciones de este autor: 
- Había mucha presencia de pintores griegos, que se ponían al servicio de los patricios 
para pintar en las casas romanas. Poseían una especie de monopolio del servicio de las 
pinturas. Algunos ejemplos serían Iaia de Cícico, fue una de estas pintoras helénicas 
que pintó en Roma durante estos siglos, fundamentalmente pintura sobre tabla (Ling, 
1991). Tras la batalla del Accio también empiezan a llegar artistas alejandrinos a Roma, 
lo que se ve en la simbología que se va poniendo de moda en los estilos pictóricos. 
 
- Existen también evidencias de autores puramente romanos, aunque son bastante 
posteriores. Algunos ejemplos son Studius (activo durante el 30 d.C.), Fabullus o 
Famulis, quien pintó en la Domus Aurea; Cornelius Pinus y Attius Priscus, quienes 
Andrea Leis Regueiro 
 
11 
 
pintaron el templo de Honor y Virtud cuando Vespasiano lo restauró. La única casa de 
Pompeya en la que aparece alguna pista sobre quien es el autor es la Casa de D. 
Octavius Quartio, donde pone “Lucius pintó esto” (Ling, 1991). 
 
La abundancia de imágenes de tradición griega también nos indica que existían libros 
de patrones, copiadas directamente de libros para satisfacer la demanda del contratista 
en cuestión (Elvira Barba, 2017). A partir de la época de Augusto la conexión con Grecia 
se hará menos importante cada vez. 
La pintura era una actividad digna para los romanos de alta alcurnia, pero no era algo que les 
pareciese apropiado ejercer como profesión. 
Obras destacadas. 
De los ejemplares de pintura mural romana que conservamos destacan casos ubicados, 
fundamentalmente, en las ciudades principales de la Campania y en Roma. Actualmente se 
están investigando, además, muchos casos de pinturas que aparecen en las antiguas provincias 
romanas, por ejemplo, en España (Cartagena, Jaén, Sevilla, etc.). Como se ha referenciado en 
epígrafes anteriores, no se han conservado apenas casos de pintura sobre tabla o tela realizada 
en época clásica, pues son materiales orgánicos más difíciles de conservar a lo largo tantos 
siglos. 
Pintura mural. 
Villa de Boscoreale. 
Respecto al II estilo, la villa de Boscoreale se caracteriza por avanzar la sustitución de los muros 
por los grandes paneles con vistas sobre varios planos, tan característicos del III estilo. Presenta 
tanto elementos decorativos y temáticos helenísticos como orientales. (Liversidge, 1985, p. 
114). 
 
Villa de Livia. 
También conocida como Villa de Primaporta, esta fue la residencia vacacional de la esposa del 
primer emperador romano: Augusto. 
Respecto a la pintura mural que esta estructura doméstica aloja podemos mencionar varias 
salas. Una de ellas representa, en el panel central, a Ío atada por Juno, además de a Mercurio, 
Historia del Arte: La pintura romana 
que viene a ayudar a la ninfa por su derecha. En los lados de la escena encontramos columnas 
festoneadas de acanto, además de unas pequeñas figuras que versan sobre escenas religiosas y 
una representación de las calles de Roma (Liversidge, 1985, p. 115). 
En otra de las salas encontramos una pintura de un pórtico hecho con columnas corintias, 
enmarcada por guirnaldas de frutas y flores entrelazadas con cintas de colores. 
Además, la sala más famosa es la del huerto, con un estilo muy luminoso y naturalista que nos 
ofrece una variedad de especies vegetales y motivos decorativos que pocas muestras de pintura 
romana igualan. 
 
 
Casa de la Farnesina. 
Data del año 20 a.C., y las pinturas murales que albergan pertenecen al II estilo. 
Incorpora la célebre Sala Nera. En ella apreciamos figuras multicolor rodeadas por un fondo 
plano de color completamente negro. En ella se escoge la temática de los juicios de Bocchoris, 
rey al más puro estilo salomónico, algo que revela el interés por lo oriental que existía entre la 
alta sociedad romana. Hojas de vid cuelgan en el friso, anticipando claramente los candelabros 
utilizados en el III estilo. (Liversidge, 1985, p. 116) 
Hay una estancia en la que la escena central es protagonizada por Leucotea con Dioniso Niño. 
Desaparece la profundidad y los elementos arquitectónicos del II estilo, ahora encontramos un 
mayor detallismo en el friso. Se piensa que el autor de estas pinturas fue Seleuco, un pintor de 
origen asiático. 
Andrea Leis Regueiro 
 
13 
 
También encontramos relieves en estuco, ocasionalmente. 
Villa de los misterios. 
La Villa de los Misterios se ubica en la zona de la Campania, constituyendo las pinturas que 
presenta en su triclinium uno de los ejemplos más célebres de la pintura romana clásica del II 
estilo. 
Dicho fresco representa la celebración de unos cultos mistéricos dionisiacos, probablemente la 
iniciación de una novia en estos rituales, ocupando la totalidad de la estancia. Sobre un fondo 
rojo intenso y respetando la división en tres registros, estas figuras, con sus variadas 
expresiones, tienen mucha más vida que ninguna de sus predecesoras helenísticas. Es posible 
que algunas sean retratos de personas del lugar, pues en aquel momento los pintores de la 
Campania concebían a sus personajes como individuos reales (Liversidge, 1985, p. 113). Se 
puede interpretar esto último como una expresión más de la tendencia retratística tan 
característicamente romana. 
 
Villa Popea. 
Supone una muestra del III estilo primitivo. Destacan, entre otras estancias, las termas, pues 
en el caldarium vemos una representación e Hércules en el jardín de las Hespérides, escena 
rodeada de dos paneles lisos a los lados. En la parte central del frisoobservamos a un joven 
tocando la cítara, escenas de la vida campesina romana y unos exuberantes pavos reales 
(Liversidge, 1985, p. 118). 
 
 
 
Historia del Arte: La pintura romana 
 
 
 
Casa de los Vettii. 
Esta casa está decorada siguiendo la moda del IV estilo o ilusionista. 
El oecus que dan al peristilo está decorada con pares de querubines, además de con paneles 
negros con candelabros que sirven como intervalo entre escenas. Uniendo estos paneles 
intervalo encontramos una predela, en la cual aparecen representados Cupidos y otras figuras 
mitológicas (como pequeñas pshyches) haciendo sus múltiples tareas propias (Ling, 1991). 
También se conservan imágenes pintadas sobre fondo blanco, por ejemplo, en otro de los oecus 
encontramos a “Penteo asaltado por las bacantes, el castigo de Dirce y Hércules niño 
estrangulando a la serpiente” (Liversidge, 1985, p. 118). Otras de estas estancias muestran a 
Ixión atado a la rueda, con “un rodapié geométrico de mármoles pintados” (Liversidge, 1985, 
p. 118) debajo, además de a Dioniso jugando con Ariadna, ubicados entre paneles rojos con 
guirnaldas en la parte superior. Aparecen ménades y sátiros en el centro de paneles con bordes 
florales, y paisajes marinos o naturalezas muertas entre las escenas arquitectónicas más 
pequeñas (Liversidge, 1985). 
En toda la casa destaca el detallismo, una característica muy especial del IV estilo. 
Andrea Leis Regueiro 
 
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Domus aurea. 
La Domus Aurea fue uno de los múltiples proyectos imperiales de Nerón, emperador célebre 
por su carácter narcisista y sus actos dignos de ser calificados de demenciales. Se supone iba a 
ser su residencia oficial, lugar de trabajo y ocio, no obstante no llegó a verla terminada. 
En toda la Domus Aurea encontramos ciertas figuras en pabellones y marcos de las puertas 
(Ling, 1991, p. 77) que se configuran como patrones para dar unidad y teatralidad a la 
decoración pictórica. 
Las pinturas de la Domus Aurea destacan por el brillo y calidad de sus pigmentos, además de 
por la calidad técnica de las figuras. El autor fue, según relata Plinio, Fabullus o Famullus, de 
quien afirma que agotó su vida artística por la Domus Aurea. 
Las criaturas que infestan las paredes y techos del palacio nos remiten a la iconografía oriental 
de seres híbridos, que se disponen de forma simétrica empleando como eje central a otro 
elemento o ser. Podemos encontrar esfinges y grifos, además de grutescos. Cada habitación 
tomaba como centro temático a un personaje mítico, normalmente se representaba al 
protagonista en la bóveda (García, 2014). 
El fondo es casi siempre blanco o muy claro, de forma que destaquen las figuras que se pintan 
sobre él, pero hay otras salas en las que se consigue un fuerte contraste incluso siendo el fondo 
negro o muy oscuro. Predominan los rojos, el azul-verdoso, el blanco luminoso y -sobre todo- 
el amarillo dorado (Liversidge, 1985). 
Por ejemplo, la Sala de Aquiles en Skyros nos cuenta la historia de este héroe mítico que 
representa la actitud de renunciar a todo por ayudar a su patria, pero rodeado de escenas 
báquicas cuyo impulso es el hedonismo más puro (García, 2014). Esto constituye un contraste 
simbólico en consonancia al contraste cromático y estructural. 
Historia del Arte: La pintura romana 
 
 
 
 
 
Andrea Leis Regueiro 
 
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Pintura de caballete. 
También tenemos constancia, a través de escritos principalmente, de ejemplos de pintura sobre 
tabla que no conservamos. La información que nos llega es del período tardorrepublicano, y 
(como en toda la plástica romana) hay un gran gusto y desarrollo del retrato. Plinio menciona 
en su obra Naturalis historia a varios pintores de origen griego de esta época, asentados en 
Roma y que desarrollaban su actividad artística en la península Itálica. Destaca entre estos 
artistas una mujer, Laia o Iaia de Cícico, de la cual Plinio subraya su “calidad y rapidez” (Elvira 
Barba, 2017). También de esta época destaca Arelliom, a quien se atribuye un retrato de Flora 
(una amante) asimilada a Venus ubicado en el Templo de los Cástores. Esto marca una tipología 
artística que será bastante frecuente posteriormente (Elvira Barba, 2017). 
La pintura triunfal también fue extremadamente frecuente. Se dice que Pompeyo y César 
empleaban escenas pintadas de los combates que celebraban durante la ceremonia de los 
triunfos, los cuales eran portados a modo de narraciones pintadas para que los asistentes 
conociesen lo que había ocurrido en las campañas (Elvira Barba, 2017, pp. 134,135). De nuevo 
tenemos una muestra de la concepción romana de arte al servicio del estado, estamos ante un 
valor funcional -y propagandístico- del arte. Metrodoro, otro de los pintores de origen helénico 
asentados en Roma, consigue helenizar algo tan característicamente romano como la pintura 
triunfal, pues se dice que “si representó un combate, lo hizo sin duda siguiendo los criterios de 
su tierra” (Elvira Barba, 2017). 
Retratos de El-Fayum. 
Los retratos de El-Fayum es el nombre que se le da a la tradición de pintar retratos votivos 
funerarios para las momias egipcias, entre los siglos I y IV d.C. Están realizados mayormente en 
encáustica -aunque también en témpera, de forma minoritaria-, sobre tabla o tela, pues se 
colocaban sobre los sarcófagos. En un origen se realizaron en lino pintado, pero la tabla acaba 
por imponerse como soporte. 
Su nombre proviene de la región en la que se origina esta tendencia pictórica, en concreto 
surge en Arsinoe (Crocodilópolis), antigua capital de la región. Comienza en tiempos del 
mandato de Tiberio, emperador de la dinastía Julio-Claudia, y sustituye a la tradición egipcia 
de elaborar máscaras para los difuntos. 
A la hora de datar las diferentes obras y ejemplares de El Fayum recurrimos, de nuevo, a la 
moda y estilo de los representados, especialmente a los distintos peinados que muestran. Se 
cree que el inicio de esta tradición proviene de “familias ricas helenizadas que se instalaron en 
Egipto y adoptaron las costumbres funerarias del país” (Liversidge, 1985, p. 133). 
El retrato es realizado por una persona que conoce al retratado o bien fue pintado cuando 
estaban vivos, pues es una de las primeras muestras de retrato psicológico de la historia. Los 
rostros plasmados nos hablan de la persona que está en el sarcófago a través de sus rasgos, 
tienen una gran expresividad. 
Historia del Arte: La pintura romana 
 
Influencia posterior. 
Aunque la pintura romana no es la rama artística de dicha civilización que más impacto tuvo en 
la cultura posterior, hay ejemplares de los que no podemos negar su fundamental impacto. 
Un ejemplo es la Domus Aurea de Nerón, que fue redescubierta en el año 1480, en pleno 
Renacimiento, por lo que el impacto que tuvo y tiene en el arte occidental es inmenso. 
En la conocida como Sala de la Bóveda Dorada encontramos los agujeros por los que entraron 
en esta maravilla soterrada los exploradores del Renacimiento, gestándose así el estilo 
grutesco, llamado así porque es el descubrimiento de esta obra en el grotte (lugar subterráneo) 
romano lo que impulsa su aparición (National Geographic, 2016). También son estas pinturas 
las que sientan las bases para el neoclasicismo en pintura. 
La encáustica que se usaron en las pinturas de esta sala permite la utilización de colores muy 
brillantes y llamativos, algo que impresiona sobremanera a los pintores renacentistas, que 
Andrea Leis Regueiro 
 
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quedan fascinados ante la grandeza del pasado clásico que están descubriendo enterrado bajo 
sus pies -se conocían otras obras pictóricas de la época, pero no en tan excelente estado de 
conservación- (National Geographic, 2016). También se visitan en esta época la Sala Octogonal, 
la Bóveda de los Estucos y el Criptopórtico. Destacadas figuras del Renacimiento se maravillan 
en sus escritos de estos descubrimientos: el célebre Vasari describe los frescos como “la 
frescura, bellezay calidad”, Benvenuto Cellini. 
Posteriormente también se accede a la Bóveda de los Búhos, la Bóveda Amarilla y la Bóveda 
Negra; localizadas en la parte occidental de la residencia imperial. Los artistas del cinquecentto 
recogen fragmentos de estas excelentes muestras de pintura romana, pero a finales del siglo 
XVI la Domus Aurea parece dejar captar el interés de los artistas. 
Los motivos florales y bodegones que caracterizan al IV estilo pompeyano se volverán tendencia 
durante los siglos XVII y XVIII en las pinturas inglesas y en el XVIII en las holandesas. 
Conclusiones. 
Es en la pintura romana donde se dan los primeros pasos hacia el desarrollo de una perspectiva 
más o menos depurada, proceso de búsqueda técnica que culminará en el Renacimiento, con 
figuras tan destacadas como Rafael (Desposorios de la Virgen, perspectiva lineal) o Leonardo 
Da Vinci (Virgen de las Rocas, perspectiva aérea). 
Por otro lado, los romanos hicieron posible, a través de las copias que realizaron, que seamos 
conocedores de algunas de las más destacadas obras griegas. No obstante, también se presentan 
como agente de deterioro fundamental, pues su carácter belicoso y su deseo de poseer el arte 
pictórico de paredes y muros los lleva a destruir o deteriorar una gran cantidad de obras de 
todos los lugares del mundo a los que llegaron. La calidad de la cal que empleaban en las 
pinturas murales hace que perduren hasta día de hoy con unos colores vibrantes, algo que de 
nuevo pone de manifiesto la virtud técnica que tenían a la hora de emplear y elaborar 
materiales, pues ocurre lo mismo con el opus caementicium y otras técnicas arquitectónicas. 
 
Historia del Arte: La pintura romana 
Anexo 1. 
(Bearat, 1997) 
 
Andrea Leis Regueiro 
 
21 
 
Bibliografía y Referencias. 
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des resultats d'analyse et des textes de Vitrube et de Pline´. En H. Béarat, M. Fuchs, 
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Fribourg. 
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http://www.domuspompeiana.com/Web%20Arqueologica/0546109eaf13d9802/index.
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Pablos, Identidades femeninas en un mundo plural (págs. 265-272). Almería: Arcibel 
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- Liversidge, J. (1985). La pintura mural y el estuco. En M. Henig, El arte romano (págs. 
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Obtenido de nuevatribuna.es: https://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---
ocio/problemas-vivienda-popular-roma/20150508104618115719.html 
- National Geographic. (09 de junio de 2016). El palacio de Nerón, un museo oculto de 
pintura romana. Obtenido de National Geographic: 
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/el-palacio-de-
neron-un-museo-oculto-de-pintura-romana_9441/3 
- Toajas Roger, M. Á. (2009). Glosario visual de técnicas artísticas. Madrid: Universidad 
Complutense de Madrid.

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