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Nómadas ISSN: 1578-6730 nomadas@cps.ucm.es Universidad Complutense de Madrid España Reyes, Román Filosofía y Ciencias Sociales Nómadas, núm. 3, enero-junio, 2001 Universidad Complutense de Madrid Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=18100309 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 FI LOSOFI A Y CI ENCI AS SOCI ALES - PHI LOSOPHY OF SOCI AL SCI ENCE PHI LOSOPHI E DER SOZI ALWI SSENSCHAFTEN | PHI LOSOPHI E DES SCI ENCES SOCI ALES - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Facultad de Ciencias Polít icas y Sociología - Departam ento de Teoría Sociológica - Prof. Rom án Reyes M A T E R I A L E S - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Los siguientes pre- textos no deben ser catalogados com o soportes canónicos, sin voluntad de pérdida. Han de ser considerados tan sólo com o lo que anunciam os: dis-culpas para la reflexión o m ateriales de t rabajo. La eventual fij ación o re-conversión en textos provisionalm ente estables depende de la voluntad de los lectores, de la part icular re- escritura que para usos coyunturales les m erezca. No ot ra función cum ple el lenguaje. Com o no ot ra debe cum plir la palabra pronunciada y los nom bres asignados: los pre- textos han de des-velar, anunciar la vida que t ranscurre. Los textos, por el cont rar io, narran (dicen contar) una existencia pasada. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 01. Las definiciones son barreras académ icas, filt ros- t ram pa, pre- textos de las teorías, del m eta- lenguaje de la ciencia. Las definiciones t ienen, por tanto, una función inst rum ental: act ivan un proceso de explicación racional y legit im an a posterior i los correspondientes program as de invest igación. Las definiciones actúan tam bién com o referentes crít icos o singulares m ecanism os correctores del proceso de racionalización del conocim iento cient ífico: la vigilancia sobre program as ( intereses subjet ivos de los diseñadores, intereses objet ivos del diseño o la tendencia a la est im ación ópt im a de su valor, e intereses subjet ivo- objet ivos de las inst ituciones académ ico- invest igadoras y socio- em presariales) ; sobre el desarrollo de los m ism os (uso adecuado y aplicación co- rrecta de las herram ientas teóricas y m etodológica) ; así com o sobre los actores-conductores del program a (viligancia exponencial o de segundo orden, sobre las posiciones de los sujetos que invest igan) . Las definiciones form an, en consecuencia, el corpus teórico-crít ico (acreditación racional y/ o legit im ación ét ica) de inst ituciones interm edias, tales com o los cent ros superiores de invest igación y los NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 departam entos universitar ios. Si las aplicam os a contextos docentes com o el que nos ocupa, las definiciones son asim ism o la dis-culpa de una program ación académ ica o de la redacción de un texto literar io (o m anual, porque cobra vida, se m ani-pula con su interpretación) , que no debería cum plir ot ra función que la de servir de inst rum ento crít ico para la t ransm isión de consensuados conocim ientos (corpus teórico t radicional) sobre agentes, circunstancias y consecuencias histór ico- culturales (polít ico-sociales) y para la form ación en orden a adaptarlos o sust ituir los a la hora de explicar ot ras circunstancias o situaciones del m om ento presente. Nos hacem os im ágenes de las cosas, reducim os las cosas a la est ructura de nuest ro interés, que es la est ructura de ( los) lenguajes. El interés es interés de parte, es opción, tom a de posición, de regist ro. Conocer, por ello, la naturaleza de las cosas desde la m ost ración interesada de esas cosas. Ante la pregunta ¿qué es un filósofo? surge la incert idum bre: no hay respuesta concluyente. La naturaleza de un sujeto determ inado a conocer desde posiciones de interés cont radictor ias, es una naturaleza fraccionada. Prefer im os, en consecuencia, responder con ot ras preguntas: ¿para qué y por qué un conocim iento filosófico?. Si la pregunta por el sujeto de la filosofía es cont ra-dictor ia —se dice de sí y cont ra sí m ism a—, la pregunta por el objeto de la filosofía es in- determ inada: la filosofía es lo in-definible por pr incipio. El oficio de filósofo es un recurrente decir (pre-decir / des-decir) de la vida, desde la experiencia. No puede a-partarse, situarse fuera del cam po a nom brar. De ahí la im posibilidad de universalizar el discurso filosófico. Los productos de la filosofía form an una especie de ontología-subjet iva. Pero el filósofo ha de seguir hablando sobre la vida. La vinculación o referencia a la ficción de vida de la que habla es una consecuencia del discurso filosófico que em plea. Ot ro t ipo de verificación (em pír ica) es im posible, porque la vida- real no es reduct ible a est ructuras ( lingüíst icas o culturales) que dicen representar (corresponder con) esa vida. 02. ¡Cuánta gente indiferente m uere cada día! . Sólo regist ram os ausencias pro-clam adas. Porque el dolor (algo se est rem ece en la integridad de m i entorno, algo de m í se fragm enta y pierde, cuando alguien cercano desaparece) sólo se com parte si el dolor t iene nom bre y adem ás ese nom bre circula (es decir, si responde a la cuota pública de dolor a com part ir) . Las Ciencias Sociales nos cuentan lo que (nos)pasa ( cóm o surge, cóm o se consolida, se convierte en fenóm eno, cóm o puede t ransform arse lo que (nos)ha sucedido ...) . Depende de los cuentacuentos (algunos hem os olvidado/ perdido la regla y ya no NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 sabem os contar cuentas) que el relato (nos)hable de lo que realm ente (nos)está sucediendo, o de lo que se supone (o se desea) que (nos)suceda. O que, al contarlo, nos dist raiga de lo que vivim os com o real. Pero el lenguaje jam ás con- funde: Las palabras m al aplicadas nos dan una con- fusa (deform ada) percepción de los objetos, una falsa idea ( im agen, descripción) de su est ructura ónt ica. Las cosas seguirán estando ahí, si efect ivam ente son cosas para m í. At rapadas en la red de nuest ra existencia esperan la llegada de gestores m ás hum anos de los nom bres que adm inist ran. Uno ciertam ente se con- funde con las cosas cuando las consume (porque no habían sido previam ente in- form adas) , cuando las in-corpora al m undo de la vida pr ivada, cuando las sitúa en el espacio de interés preferente. La llam ada inter-acción, o la acción cóm plice de los individuos que diseñan a capricho espacios com unes de interés es garant ía de lo propio consum ido, de nuest ra part icular integridad. 03. Las llam adas Ciencias Sociales y Hum anas, es decir, los estudios sobre el hom bre ( los seres hum anos que existen o han exist ido, sus form as de organización y huellas) contem plan una cierta dim ensión a- rracional en su(s) com portam ientos. Que la piedra de su carne, sus casas y m onum entos, registra. O, al m enos, en los textos ( literar ios o plást icos) que los describen o interpretan. Las leyendas conservadas son, por eso, con- fusas. Porque esa m ateria ( los nom inados sujeto- objetos de la histor ia) no puede ser in- form ada es incapaz de soportar nom bre alguno estable. Ni siquiera burlando regist ros e invocando la m etáfora. Se refugia uno entonces en una especie de m oderna ( laica, por tanto) m eta- física. Pero ésta, en sus variadas m anifestaciones de dependencia o religión, se convierte por curiosa t ransferencia en (psico) física social, en posiblidad inm anente, no en voluntar ism o t rascendental. Lo ot ro es sólo la tensión no resuelta, la tendencia o form a alternat iva de expansión y m ovilidad de nuest ros cuerpos en su com plej idad y proyección im aginable. La m eta- física es, por tanto, la ex- tensión in- tensa. Algo que sólo incide en nosot ros en la m edida que im -portam os supuestas est ructuras de com portam iento y estado ópt im os, m ás grat ificantes o com pensatorios. Fuente, es cierto, de m ovilidad y cam bio en tanto que referente deseado/ soñado despierto, u- topía. Cuando la adecuación del m edio a los propios intereses (es decir, los m odelos de producción cultural) refleja la (débil y m oldeable)est ructura m ental de los sujetos afectados. Nacen así los textos sagrados ( la necesidad de certezas, de estados de NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 norm alidad, de paradigm as con vigencia acreditada o im puesta) y, paralelam ente, el hierat ism o u ortodoxia de su unidim ensional interpretación. Los m odernos sacerdotes se llam an ahora profesores o periodistas. Los guardianes de los textos, previa y aleatoriam ente seleccionados, se llam an editor iales. Las bibliotecas regist ran este com plejo interés com o fenóm eno cultural de la época. Este com plicado fenóm eno se conoce com o polít ica cultural que nos rem ite obligatoria y excluyentem ente a una determ inada im agen del m undo y de la situación en él de los sujetos que lo pueblan, al m argen de los intereses inm ediatos (com prom iso socio-polít ico del intelectual) de los t ransm isores de textos y de sus m ás asiduos usuarios, ávidos de respuestas a preguntas con sent ido figurado o real, dem andadores de productos cuya carencia (asim ism o figurada o real) se acusa. 04. Mirar es ir m ás allá de la apariencia de las cosas. La m irada pretende, pues, conseguir una descripción com prensiva de la realidad. Si catalogam os las m iradas en función del t ipo de conocim iento que aportan, aquellas que lo corr igen o aum entan se convierten en sistem as exponenciales de pensam iento y acción( teórico-crít ica) , lo que habitualm ente en el m edio académ ico se conoce com o ciencia. La m irada del cient ífico social necesita planos o pantallas para una descripción correcta de sus objetos: filt ros específicos de acreditación com o actor cualificado (quién puede m irar, cóm o debe hacerlo, por qué y para qué) y filt ros que legit im en los productos de la m irada (qué des- vela, esto es, cóm o convendría que fuera esa poster ior m irada pública, generalizable, que corresponda a los objetos que la m irada describe) . Los filt ros son las determ inaciones de la teoría. Theorein es ver m ás allá de las posibilidades naturales del que observa interesadam ente. El conjunto de proposiciones que generan las diferentes posiciones ( las ciencias part iculares) de m irada se apuntalan, no obstante, en textos de específica y singular naturaleza. Los textos son así considerados sagrados, si son canónicos. Es la referencia habitual por la que optan los lectores sedentarios, que consideran vir tud suprem a la quietud. Esta voluntad de perm anencia en lo m ism o instaura el culto a la let ra. Son, por ello, genuinos textos literar ios, cuyos efectos inm ediatos no pueden ser ot ros que la norm alización e integración, la dom est icación por la palabra, legit im ando paralelam ente m ecanism os que eventualm ente sean em pleados para reducir cualquier resistencia que los dom est icables m uest ren, violentam ente, si es necesario. Bajo estas condiciones la m ovilidad es cont rolada, las m igraciones, escalam iento y asignación de lugar y función, int rafronteras. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Otros textos, por cont raposición, han de ser necesariam ente profanos, porque son crít icos. Son los textos de la m em oria que t ras sí arrast ran los nóm adas, seres in-quietos, por definición. El culto en este caso no es a la let ra, sino a su soporte, el cuerpo. Se convierten, por tanto, en textos plást icos, cuyos efectos no pueden ser ot ros que el desarraigo y la persecución. Son seguidos de cerca por los fieles de la let ra, ya que se m ueven sin cont rol. Su m ovilidad escapa al cont rol de los textos sagrados y de los sacerdotes que los invocan y veneran. Por eso la m igración de los nóm adas es t rans- fronter iza. Se sienten rotos y perdidos en sus espacios o vías de t ránsito, e inseguros respecto a las posibilidades de/ para burlar la voluntad de provisionalidad que m anifiestan los guardianes de terr itor ios. Sin em bargo, los e-m igrantes t raen consigo los textos de su m em oria, las huellas, las m arcas de la vida vivida en r iesgo, tensa. Nos hablan de una tensión genuinam ente hum ana, la tensión esencial. Por eso es tan com plicada la dis- tensión que buscan, porque es t ratada ( reprim ida) desde posiciones discursivas cerradas, fundadas en esos textos canónicos que, por serlo, es arr iesgado cuest ionar la bondad inherente a su estabilidad natural. 05. Me propongo hablar de la relat ividad del conocim iento. Del fenóm eno, así com o de las consecuencias de su aparición para la naturaleza de nuest ros actos en la vida cot idiana. Y (se supone que) he de hacerlo en el espacio adecuado: son, deberían ser estas determ inaciones form ales (aula universitar ia, clase de filosofía y - -de las- - ciencias sociales) las condiciones pretendidam ente ópt im as que m e lo perm itan. Cuento para ello con un regist ro excluyente: los textos de la m em oria t ras la que oportunam ente los estudiantes se ocultan sim ulando perplej idad, cuando no ignorancia. Hablo del conocim iento en general para poder a cont inuación legit im ar m i discurso sobre el conocim iento cient ífico o exponencial. Es obvio que un estado de cosas se reafirm a en su singular idad si localizam os ot ro cont iguo que lo lim ita o excluye. Decim os entonces que tanto esos estados de cosas com o los textos que los describen están recíprocam ente condicionados: la vecindad de am bos supone una latente am enaza frente a la que conviene dotarse de secretos m ecanism os de defensa. Porque las posiciones son garantes de singular idad y porque, com plem entariam ente, los discursos de/ sobre los lugares ocupados son, a su vez, just ificaciones o resgist ros de presencias efect ivas. La relat ividad de am bos conocim ientos se t raduce en vigencia provisional de un oficio o posición ( los cient íficos y los ciudadanos) y en la no m enos provisionalidad del valor de los productos resultantes. Asim ism o las cam pos de observación/ invest igación (m ás pasiva, tal vez, NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 la pr im era; m ás interesada, sin duda, la ot ra) dependen de variables m últ iples, de difícil cont rol en su globalidad: no sólo son los intereses que solapan prior idades, sino, m ucho m ás grave aún, aquellos ot ros que se escapan al proceso (espontáneo o exponencial) a la hora de rentabilizar la ut ilidad de los correspondientes resultados:im ágenes de cosas o de estados de cosas inm ediatas, diagnóst ico y explicación de cosas o génesis y consolidación inestable de estados de cosas com plejos. De ahí que el conocim iento pueda ser entendido com o explicación inst rum ental o intento pactado de aproxim ación discursiva a hechos relevantes. De ahí tam bién que el fenóm eno epistem ológico resultante nos lleve a entender la relat ividad com o sim ple acotación de dom inios cont iguos. Por eso definim os el conocim iento posit ivo com o aprehensión racional de los objetos o de sus conjuntos. Los hechos sociales, en consecuencia, sólo podrán ser aprehendidos en la m edida que el acto de aprehensión se individualice ( condiciones subjet ivas de los observadores y determ inaciones objet ivas del proceso) , en la m edida que tal acto sea geográfica e histór icam ente des-contextuado. Podem os (y debem os) hablar entonces de las lim itaciones del conocim iento cient ífico-social, recordando que la epistem ología de dichos conocim ientos pone lím ites a los correspondientes quehaceres ( los obstáculos) , es decir , que una verdad sólo puede ser reconocida com o el resultado form al de una polém ica, com o la superación de las barreras (cortes epistem ológicos) que un difícil acople conlleva: verdad- vida en tando que ( ficción de) resolución de tensiones escaladas tales com o evidencia-duda, palabra-cosa, proposición-estado de cosas ... teoría- realidad. Esta es la razón por la que a m enudo entendem os la teoría com o discurso publicitar io de la polít ica, interpretada ésta com o com prom iso ciudadano, com o realidad inm ediata ... com o estados de opinión. De definir qué pueda ser el (o entenderse por) conocim iento cient ífico se vería uno en la incóm oda posición de aquel que bebe de las fuentes (el ver y/ para actuar ar istotélico) para form ular correctam ente la respuesta que corresponda, al t iem po que señale cuáles sean los elem entos que eluden la teoría, que obstaculizan una m irada diáfana, poco filt rada. Los elem entos que eluden teorías no son ot ros que ese conjunto de obstáculos espistem ológicos que hem os convenido en llam ar conocim iento espontáneo, es decir, esquem as m entales asum idos (evidencias) que im piden desvelar el genuino sent ido (extenso e intenso) de las cosas m ás cercanas. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Resum im os así tales lím ites atendiendo a diferentes niveles de contam inación: la subjet iva (desde Hum e hasta Bachelard/ Foucault o Piaget ) , la m etodolológica, en tanto que la contam inación es un serio obstáculo a superar ( los inst rum entos técnicos de aproxim ación racional son arte- factos, herram ientas o inst rum entos elaborados por los propios observadores: el diálogo con la m ateria es práct icam ente inexistente, las form as que se im pongan no respetan la singular idad de esa m ateria) . I ntereses y expectat ivas de sent ido, en tercer lugar: las lim itaciones subjet ivo-objet ivas del observador, y, por últ im o las condiciones o posibilidades de observación ( la situación) , esto es, la posición profesional y/ o polít ica de tales observadores. Son éstos los rasgos cent rales de una prim era reflexión sobre los lím ites que al conocim iento im pone cualquier sistem a vigente t ras el que pueda publicitarse una explicación plausible ( y una respuesta autorizada) de/ a los hechos que el cient ífico ha procesado, violando (cuest ionando) la estabilidad que el sent ido com ún dice garant izar. 06. Cuando hablam os de espontaneidad no nos refer im os a t ipos de conocim ientos que se apuntalen en esquem as de pensam iento autónom os. Las llam adas pre-concepciones o pre- juicios son las huellas de un proceso anterior de socialización que han term inado por ser catalogadas com o canónicas o naturales, com o si la naturaleza hum ana fuese algo previo a los desarrollos posibles que los seres hum anos t ienen a su alcance. Es un problem a de elección, es cierto. Y los consecuentes r iesgos ( tam bién es cierto) se asum en librem ente. Pero la racionalidad de tales opciones está en función de una m eta- racionalidad, supuesto garante de la om ni-com prensión del espacio social de referencia. Son, digám oslo claram ente, determ inaciones básicas del conocim iento. Pero las pre-concepciones no son, ni pueden ser ot ra cosa que m odelos (culturales) de interpretación de sent ido y significado. De ahí que los hechos sociales que m erezcan la atención de los correspondientes expertos (m eta- lectores de acontecim ientos) son sólo representaciones de la realidad. Se t rata, por tanto, de hechos m udos. La servidum bre del analista social es, en consecuencia, la recurrente reducción de su oficio a la m era interpretación (y eventual representación) de los hechos. Aunque las interpretaciones no resuelvan por sí solas la disfunción vivida, regist rada com o desacople, patología que se explicita en com portam ientos tensos, objet ivables en conductas desviadas. Las preconcepciones son tan dispares com o diferentes sean las situaciones en las que los correspondientes sujetos se encuent ren. Sin em bargo, com o hem os afirm ado, son fuente de conocim iento, porque NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 posibilitan un m odelo (singular) de com prensión tendente al conocim iento (general) . Si es preciso, los discursos que dan cuenta del fin de un proceso (especialm ente si éste no ha podido concluirse según las previsiones inherentes a las posiciones de part ida, las definiciones o hipótesis de t rabajo) han de legit im arse invocando los textos de autoridades, ent re sí a m enudo excluyentes. Pero el lector acreditado, un analista con credibilidad reconocible, un cient ífico-social (si es posible, antes orgánico que crít ico) se ve obligado a rest r ingir (exigencias de su voluntad de sujeto) su adhesión a una determ inada posicion teórica, int roduciendo los peros que, en su m om ento, le posibilitarán el cam bio de est rategia, es decir , de bando (pandilla, grupo de presión) o part ido intelectual. 07. La práct ica académ ico- invest igadora nos obliga a superar las tensiones de escuela (m ás visibles que invisibles) , solapando o excluyendo nom bres, teorías o textos. Esta exigencia de grupo ( la coherencia que se le supone a las com unidades cient íficas) no es, a m i m odo de ver, t raspolable: jam ás podría de ellos deducirse que debe, en consecuencia, cuest ionarse la superación de los estados de cosas en conflicto o la de las oportunas teorías sobre esos antagónicos estados de cosas. Las Ciencias Sociales ( los guardianes de sus disciplinas) , no obstante, ningún inconveniente encuent ran para aceptar com o apropiado el calificat ivo de realidad m etafísica cuando se nos rem ite a nuest ros específicos objetos de invest igación. Ser conscientes de estas lim itaciones es signo de nobleza: aceptar que la tensión se t raduce en pasión ( sufr im iento/ goce) cuando la fugacidad se im pone, incluida la precariedad del sujeto que se arr iesga a conocer. Es, a m i m odo de entender, el privilegio del teórico de la cultura, del crít ico social: tener conciencia de la relat ividad de las opiniones (de la relat ividad de los estados de aparente norm alidad del conocim iento) , por lo que no habrá ya lugar para el m iedo a perderlo todo, incluído su propio cuerpo (eficaz razón de superación de posturas antagónicas) , incluida la progresiva y posterior pérdida de la m em oria que esa est ructura soportara. Ni siquiera se plantea resolver la paradoja de su oficio, cuando éste se t raduce en práct ica docente: im posible com unicar/ t ransm it ir su verdad, porque el lector (de textos en soportes literarios, escénicos, plást icos o vir tuales) term ina dialogando con los soportes ( libros, funciones, escenarios, ciberespacio) , jam ás con las autores de los textos. La realidad, por eso, poco im porta al correspondiente cient ífico social, porque toda teoría, todo discurso noble (com o en Derecho, toda sentencia) no es ot ra cosa que ficción de verdad. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Llegado a este punto convendría aplicar resultados a los casos que nos ocupan. Y porque sólo es posible la adaptación de las cosas a sus correspondientes nom bres en vir tud de un consenso, es lógico que, nuevam ente haga filosofía del discurso (o sociología del lenguaje) si afirm o que las palabras cuando nom bran fingen siem pre realidades. Pero la ficción de realidad garant iza el intercam bio (porque se t rata de objetos definidos, acotados, adaptados a nuest ras rest r ingidas posibilidades) : hacer dejación de lo superfluo propio en beneficio de lo superfluo ajeno. El nom bre que corresponde al intercam bio finje a su vez la realidad de un hecho: el equilibrio o dis- tensión ( justa dist r ibución para el disfrute) en la com unidad de individuos (sujetos de derecho) y bienes (objetos at r ibuibles, apropiables, in-corporables a esos sujetos) . Los sujetos, por ot ra parte, eligen ent re opciones de com pentencia y representat ividad. Lo pr im ero reafirm a al autor en su deseo/ voluntad de part icipación o de gest ión. Lo segundo reafirm a a ese autor com o actor solidario, aceptando opciones alternat ivas com o com plem ento de sus lim itaciones. En m i reflexión precedente pudiera ocultarse un cierto sesgo epistem ológico relat ivista de afiliación husserliana, ya que, efect ivam ente, desarrolla la clásica fórm ula de Protágoras "el hom bre es la m edida de todas las cosas". Si bien, en m i caso, el hom bre entendido unas veces com o individuo ( relat ivism o individualista) , ot ras com o especie ( relat ivism o específico u ant ropom orfism o) , en ocasiones, com o especie que ciertos predicados rest r ingen (com unidad, raza, credo, época ...) y que pudiera sugerir un velado relat ivism o histor icista. En todo caso, he llegado al convencim iento de que el observador de/ en antagónicos sistem as de referencia ( teoria especial de la relat ividad) hum aniza la m edida que un inst rum ento neut ro pudiera hacer de los m ovim ientos de los objetos (cuerpos o puntos einsteinianos) detectados en los correspondientes sistem as. 08. Es probable que nuest ra vida sea correctam ente interpretada si la definim os com o esa confusa respuesta que a diar io dam os a preguntas de las que ya hem os olvidado cóm o y cuándo fueron planteadas, desde qué posición y en qué fugaz secuencia ( instante) fueron form uladas. Se dice que la filosofía gana adeptos porque se aventura a escribir sobre aquello que tanto nos im porta y para lo que no term inam os de encont rar la respuesta adecuada: el amor y la am istad. Es por ello, a m i entender, correcto afirm ar que el hum anism o es el resultado de acoples en espacios neut rales, que el lenguaje escrito sanciona. Pero tam bién, de coincidencias o com plicidades ( tal vez, re-encuent ros con partes seccionadas, perdidas u olvidadas de nuest ro inabarcable e incom pleto NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 cuerpo, que el ot ro y/ o lo ot ro nos devuelve) en una difusa lejanía de la que ignoram os cuáles sean las posibilidades u opciones a nuest ro alcance. Las condiciones de regist ro o m edida nos son allí radicalm ente desconocidas, aunque soporten coyunturales nom bres que ant icipam os y de ent re los que nos arr iesgam os a re-definir el de dom est icación. Porque sólo en esos espacios (para el intercam bio) de la pr ivacidad m ás genuina es posible el reconocim iento de los m ensajes (y de los regalos/ productos que t ransportan) ocultos t ras un oscuro objeto del deseo que se llam a em isor o visitante. Cuando uno se aventura a fij ar en textos su m ás preciada paráfrasis inter ior (secretos m apas no- recorr idos, aunque pre- t razados) las posibilidades de defensa ante un posterior y eventual ataque se reducen considerablem ente, por lo que subyace a la escritura la voluntad no explícita del escritor de escribir para lectores cercanos, cuya recurrente presencia t raducim os por t ransparencia. Algo así com o aquello que se perseguía con una correspondencia (m anuscrita) ent re am igos o am antes, cuanto m ás fluida y frecuente, m ejor. El r itm o de la fluidez m arcaba el t ipo de ansiedad, la frecuencia era indicio de escasez, el resultado ( las cartas) la legit im ación de una recíproca apertura hacia lo nuevo, lo desconocido. Siendo im posible, com o lo era, saber quién y cóm o podría ser su im aginario receptor, lo const ruíam os a part ir del texto. Pero ello reforzaba el m isterio y su irreprim ible at racción. Lo im portante era establecer lazos de am istad tom ando com o pre- texto un soporte literar io. Term ina uno entonces no por enam orarse de lo inm ediato, sino (m ás irreverente y blasfem o aún) de lo totalm ente ot ro, lo lejano, por definición, no exento de una encubierta voluntad de objet ivar (m ás allá de espacios de reconocim iento propio) el no- nom brable com pulsivo am or a sí m ismo, en tanto que explicitación en condiciones ot ras, todavía no existentes o siquiera no conscienciadas, aunque siem pre a punto de em erger. Pero si hablam os de hum anism o tendrem os que hacerlo desde la posición teórico-crít ica que se suscriba. Desde nuest ra eventualidad académ ico-discursiva, com o es la posibilidad que se nos brinda. Porque, sea o no una tendencia filosófica, por hum anism o cada uno (situado en un interesado punto de una nebulosa escala cuyos excluyentes polos se han llam ado individuo o persona) ha ido entendiendo aquello que m ejor representaba su correspondiente ideal hum ano, código de valores o form a de conciencia. El hum anism o (se ha dicho) es una com pleja concepción, pero tam bién un m étodo: rom per con todo absolut ism o, intelectualism o, con toda negación de variedad o espontaneidad de la experiencia. Es así com o podría interpretarse el pragm at ism o NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 angloam ericano de W. Jam es, que F.C.S. Schiller pretende superar , con m at ices en John Dewey y Peirce. Porque el hum anista del siglo XX (no el renacent ista, para quien hum anismo era sinónim o de recuperación de los clásicos grecolat inos) , antes que renunciar a la verdad y a la realidad, lucha por que éstas se enriquezcan reforzando el protagonism o de los correspondientes sujetos (hum anos) o, al m enos, para que, en vir tud de este regist ro, se reconozca la inagotable r iqueza de cualquier totalidad abierta. De ahí que el hum anism o, en tanto que perspect iva filosófica, anteponga el sím bolo a la reproducción, la aproxim ación a la exact itud y la plast icidad al r igor. 09. Hasta 1932 no se publican los Manuscritos filosófio-económ icos de Marx. Ante la negat iva del est ructuralism o a conceder validez teórica al concepto del hom bre y si exceptuam os los Manifiestos Hum anistas (ant i- idealista y naturalista el pr im ero, que en 1933 suscribe ent re ot ros Dewey; social- liberal el segundo, suscrito en 1974 por Sakharov, Skinner, Fr iedan, Hook, Monod, Myrdal y ot ros) los hum anism os contem poráneos (existencialistas, m arxistas, personalistas ...) form ulan, por ello, sus crít icas recíprocas apuntalándose en una lectura depurada del pensam iento de Marx, ya se t rate de la Escuela de Frankfurt , del propio Lévi-St rauss enfrentadoa Sart re, o de Althusser, que considera el hum anism o com o la respuesta conceptual (y em ot iva, al m ism o t iem po) a problem as de organización y com prom iso social. En textos m enos canónicos, sin em bargo, se fundam enta la crít ica que al hum anism o pastor il de Heidegger hace en la actualidad Sloterdij k. El existencialism o se ha definido com o la expresión literar ia de un generalizado sent im iento de tem or y desesperanza, cuando no de rebeldía ante situaciones lím ites (pr im era guerra m undial, cr isis del capitalism o, revolución bolchevique, burocracia, fascism o, frentes populares y m anipulación de la revolución cient ífico- técnica al servicio de intereses m onopolistas ...) . El llam ado paradój icam ente hum anism o cr ist iano ha supuesto el abandono de posiciones apologét icas en favor de una búsqueda de espacios de confluencia m ás eficaces, en diálogo con el hum anism o m arxista, por la conquista racional y dem ocrát ica de los objet ivos sociales que los ciudadanos se propusieran. El problem a consiste, sin em bargo, en la discusión sobre la posibilidad (encont rar cr iter ios de validez) del hum anism o socialista. Form as de hum anización de la naturaleza que pr im an los siguientes conjuntos sem ánt icos: autonom ía, realización hum ana o (auto)const itución/ definición en base a la libertad y el t rabajo. El pr incipio de dem arcación de Althusser parece que ha sido clave al NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 respecto: hay que separar ciencia (verdad, descripción real) de ideología ( falsedad o conocim iento deform ado, en tanto que respuesta im aginaria que un deseo de realidad-ot ra fuerza) . La filosofía indica la línea de separación o ruptura, que, a m i entender, encubre un cierto idealism o de la naturaleza del que acusa el criter io de dem arcación neoposit iv ista. Porque, si bien todas las ciencias, por el hecho de serlo, son sociales, las ciencias llam adas form ales (y toda ciencia, en general) lo son en la m edida que hayan conseguido definir un cuerpo específico de conocim ientos, cuyos principios no induzcan a equívocos y que, a su vez, se apuntalen en una previa y constante determ inación de los problem as que pretenden resolver tanto com o de los m étodos que garant icen una resolución plausible de estos problem as. Una ideología, sin em bargo, es un conjunto de esquem as de pensam iento (y sent im ientos) que, por exclusión, se cataloga com o conocim iento deform ado o pseudoconocim iento, por t ratarse de respuestas im aginarias, que expresan m ás una voluntad o esperanza, que una descripción real de los objetos o estados de cosas a los que pretende rem it irnos. Probablem ente esta pre-definición esté cargada de cient ism o, aunque m i est rategia es, en este caso, part ir de lecturas ortodoxas de definiciones histór icam ente consensuadas para som eterlas a un proceso de credibilidad o verificación em pír ica. Podríam os afirm ar así que al hum anism o (a los hum anism os) le correspondería m ejor ser catalogado com o ideología, porque las categorías conceptuales en las que su(s) sistem a(s) se basa(n) se sitúan m ás acá o m ás allá de la producción teórica, tal com o se ent iende en/ para las ciencias part iculares. Esta deficiencia teórica, que los productos conceptuales del hum anism o encubren, lo sitúan, por tanto, m ás próxim o a la ideología que a la ciencia: sus recursos no son ot ra cosa que la t raducción de un deseo (en sus versiones conservadoras, reform istas o revolucionaras) , jam ás un conocim iento correcto de lo que pudiera entenderse por naturaleza humana y de todo aquello que no le es ajeno. 10. Dam os prior idad a la palabra. La acción es sólo su efecto, sobre aquellos que dan y tom an la palabra y sobre los oyentes que la reciben. Los textos sagrados (es decir , aquellos que no haya fij ado hum ano alguno) regist ran este acontecim iento recordándonos (al leerlos con la devoción debida) que al pr incipio (un m ít ico or igen de las cosas) era la palabra y que esa palabra fundante era la m ostración, la form a que correspondía a lo-ot ro, lo que t rasciende a cualquier uso y al interés que t ras él se esconda. En función de ese pr incipio llegam os al lenguaje NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 sim ulando una llegada al m undo. Hem os aprendido a hablar una lengua que nos confunde al protegernos, descubriendo que los hom bres, al hablar, ocultam os la tensión latente, nuest ra t rágica cont radicción ent re la voluntad de perm anencia y el dest ino, que no es ot ro que el discurr ir , el cam bio. Es decir , esa ot ra tensa voluntad, ahora de suerte. Con la m irada perdida en un horizonte t ras el que se oculta la fortura y que se nos antoja inalcanzable, la palabra se convierte entonces en la voz que la sim ula (que la reduce a sim ple herram ienta) cuando la pronunciam os, supuestam ente en interés propio. Las form as fraudulentas (por singulares, por insolidarias) de uso (el habla) no estarían form alm ente perm it idas. Así, pues, los lectores iniciados en secretas (por cerradas) sociedades literar ias (com o cualquier m odelo al que nos rem itan los diferentes hum anism os) establecen lazos no- laicos de inconfesable dependencia de aquellos autores que nos rem iten obras m aest ras, cuya forzada vigencia consagra un determ inado corpus en/ para la correspondiente com unidad. Se im ponen, por tanto, lecturas obligator ias de obras de autores elevados a la categoría de m aest ros pensantes. Porque piensan un pensam iento exclusivo, porque representan (son) la conciencia intelectual de la nación. Leer correctam ente se convierte así en ( la) carta (de ciudadanía) , en la acreditación y solvencia m ínim a que garant ice la integración para la norm alización, en cr iter io excluyente de selección, no exento de com ponentes m ágicos o irracionales. Porque los textos no siem pre se nos ofrecen sobre idént icos soportes. A part ir de entonces ( la m ayoría de edad social) todo es exigible, de cualquer lector ortodoxo es legít im o esperar una recurrente legit im ación pública de un orden que, por pr incipio, ha de ser el m ejor de los posibles. A part ir de ahora es asim ism o legít im o violar fronteras, cuest ionar integridades: la im posición del m odelo, la invasión de terr itor ios colindantes, bajo form as m odernas de colonialism o ( reduct ibles al económ ico) , porque esos espacios se nos antojan infra-ordenados, no integrados, por tanto, en una especie de religión universal, que ahora se ha convenido en llam ar com unidad internacional. Porque la naturaleza hum ana no supone reconocer sólo que la am istad recíproca de los hom bres es su fundam ento, sino tam bién (especialm ente en los t iem pos post - (sobre)m odernos que nos corresponde) que esa predest inada proxim idad legit im a el eventual desencadenam iento de una violencia reprim ida. Se re- instaúra, de esta form a, la nostalgia y se proclam a la vigencia del hum anism o burgués: nuest ros clásicos son los clásicos, nuest ra lecturas son las lecturas, que no sólo se han de perpetuar en los espacios académ ico-docentes (socio- NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 m ediát icos) dom ést icos. En vir tud de un confuso im perat ivo, se fundam enta una nueva form a de colonización cultural que al im poner/ im portar a ot ros regist ros cont iguos autores sagrados, obras universales y lecturas edificantes (pensam iento único) se garant iza una fluidez de intereses ajenos neut ralizando las eventuales resistencias. Se perm ite pues, bajo la disculpa de una protecciónde valores culturales, una t ransnacional colonicación polít ico- ideológica (el universo económ ico) olvidando que la coexistencia hum ana, a part ir del siglo XX ya no es tan ilust rada y sí m ás vir tual, ya no tan literar ia y sí m enos pacífica. Por lo que es legít im o hablar de una coexistencia post - hum aníst ica. La form ación hum aníst ica precedente ha dejado de ser el fundam ento racional de la m acroeconom ía en su versión m ás m oderna de agresiva polít ica de globalización no tanto de los recursos, cuanto de los beneficios que su explotación supone para los paises (grupos o pandillas) globalizadores. Y ut ilizando para ello, si es preciso, eficaces (por violentos) m ecanism os de convicción, cínicam ente solapados t ras intervenciones hum anitar ias, bajo form a de agresión m ilitar y económ ica, a m enudo violando el ordenam iento legal internacional. 11. La gente se engancha a la norm alidad (pública) porque neut raliza así r iesgos (pr ivados) . Riesgos de habla, en definit iva. Riesgos de interpretaciones desafortunadas, que hipotecan nuest ras m ás reales, por im ediatas, posiblidades. Las cuotas de audiencia ( term ina uno por escuchar aquello que sólo nos dem anda com plicidad delegada, no- responsable) reflejan un peligroso estado de quietud que se im pone bajo una m ágica y eficaz fórm ula: grat ifica que ot ros se com prom etan y asum an el r iesgo de pensar (y hablar) en nom bre de una m ayoría cada vez m ás silenciosa que silenciada, porque ha hecho de la docilidad vir tud. La gente (com o en toda dictadura) prefiere fingir com prensión ( sin previa explicación) y consum e, en consecuencia, espectáculo. Un com portam iento hum anista sería el de aquellos que creen actuar según el m odelo de acción al que invitan (seducen) los textos que leen. Los agentes norm alizadores (policía y profesores, especialm ente) se encargan de convert ir esa creencia en evidencia, esa est im ación de verdad en realidad discursiva. El hum anista sería, por tanto, aquel que (m ás allá de cualquier bien o m al m undanos) im pone el canon de lectura al t iem po que incluye en part iculares índices a autores y textos heterodoxos. Es, por ello, m ás cóm odo ( irresponsable y nauseabunda postura de intelectuales de salón, de pensadores orgánicos) ocuparse de sancionar cuál deba ser la idea correcta de hom bre (cóm o debería ser o haber sido NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 un hom bre posible) antes que del hom bre en tanto que hecho histór ico singular izado (Verwirklichung) , tal com o es (a m edio cam ino ent re lo uno y lo m ism o-ot ro) , tal com o se com porta en su m edio natural m ás inm ediato. Es m ás cóm odo, sencillam ente porque las form as y vivencias del dolor y la m iseria (de la opresión) se regist ran, se viven si es uno (y no la especie) quien las vive, jam ás hom ologable a un dolor o penuria pretendidam ente pública, colect iva, generalizable, difícilm ente encarnable. No puede dolernos, por tanto, ni España, ni Europa ... , sino aquellos que por la ocasión de haber nacido, residir en (o sim plem ente pasar por) España o Europa sienten que se resquebran sus fundam entos, que se atenta cont ra su dignidad en nombre de intereses que poco o nada t ienen en com ún con los intereses m ás inm ediatos del ser hum ano com o es, al m enos, el derecho a la subsistencia (m aterial y psíquica) en el día a día. Lum penciudadanía a quienes se condena al m ás radical de los olvidos: la pérdida de su propio y singular arraigo a t ravés del rapto de su propio y singular nom bre. Su pregresivo desclasam iento se pretende irónicam ente com pensar adjudicando derechos que dicen am parar las leyes de/ para m arginales, com o son las llam adas de ext ranjería. 12. Siem pre ha sido m ás cóm odo hablar de la hum anidad, que refer irse a ese ciudadano concreto con el que a diar io pudiera uno haberse encont rado. Es, a nuest ro entender, por ello rentable, difundir una not icia sobre estados de cr isis, generalizar descriptores- t ipo del sufr im iento hum ano, sin reparar que su coste es superior a invert ir el esfuerzo y su t raducción en t rabajo intelectual, polít ico-diplom át ico y económ ico ... para con-vencer a ( reconocibles)actores (pseudo)pasivos de que sem ejantes situaciones pueden(deberían) ser err itor ializables/ singular izables (nom inables) . Situaciones de em ergencia de las que directa o indirectam ente sólo ellos son responsables y que, en consecuencia, se convierten en rentables fuentes de (sobre)m ovilidad. La econom ía m uest ra así una vez m ás su lado oscuro, su cont radicción: es pr im ero pornográfica/ oscena, para que pueda seguir siendo epidérm ica, globalizable. Ha de ser antes econom ía dom ést ica, libidinal, para que, a cont inuación, la casa m aterna se des-privat ice y se convierta en tem plo, en im agen sagrada, en econom ía de todos, en m acro- econom ía. Se soporta sobre est ructuras re-convert ibles de des- hecho que fundan un equilibr io estable, un excluyente sistem a de intercam bio, com pet it ivam ente grat ificante. El m undo de la apariencia term ina así por convert irse en un m undo real, cosificado, reducido a las cosas que sean clasificables com o m undanas. Porque se sigue afirm ando que, al m enos en el hom bre, la existencia NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 precede a la esencia, ese m undo aún no es realm ente objeto, aunque sí objet ivable, situable en un eficaz plano de autoconform ación, autocom placencia. Merecedor de un nom bre. Ser, apariencia. Aparentar com o sim ulación o com o m ost ración. Most ración pasiva o forzada. Voluntaria o im puesta en uno u ot ro caso: La antesala de la objet ivación. Posibilidad de devenir objeto, devenir sí-m ism o. Asum ir, tom ar en préstam o, un nom bre com ún, aún no at r ibuído. Ser-apariencia / Ser-aparente. Aparentar ser, aparentar para ser. Y ser efect ivam ente, sin que tal efect ividad presuponga agentes previos que t rafican con bienes. O deber ser, devenir. O devenir apariencia, tal vez. El silencio del ser: el gesto que oculta el nom bre, lo no desvelable, lo no epifánico. El silencio que re-cubre la palabra: lo no m ost rable, devenible. Cuando el ser no se aparece ni se oculta, el silencio deviene entonces apariencia. La not icia es not icia si circula. Las not icias son sólo juegos de nom bres que circulan. Las not icias que circulan ¿son solventes?. No lo sé. Creo, m ás bien, que son solubles y, en todo caso, cum plen una función di- solvente. Fluyen por canales que liberan la energía que no se puede neut ralizar y que term ina derivando necesariam ente a ( la)m asa. Libre de los restos, la densidad, la com plej idad de un sistem a re-act iva así una nueva fluidez, una circular idad cont rolada, que sos- tenga cualquier econom ía. Y que, paralelam ente, su-merja cualquier lectura disidente/ crít ica que de ella pudiera hacerse. 13. No nos reconocem os en im agen definit iva alguna e ignoram os las leyes de la sem ejanza. A nuest ra im agen(eros) y sem ejanza( thanatos) deseam os dem asiado pronto, o dem asiado tarde. Eu- thanasia. Siem pre se m uere bien, porque se m uere. La cuest ión es m orir a su t iem po y no m orir por nada ( la hum anidad ilust rada) ni por nadie (el hom bre rom ánt ico) . Morir , por uno m ism o. La vida no es polo de un par de opuestos que t iene com o referencia la m uerte para poder definirse(o- ponerse, ser o-posición) . La m uerte no es t rascendencia, sino inm anencia. Uno vive con la m uerte. De lo cont rar io, sobre-vive. Reconocem os vida en objetos en m ovim iento: propia, si la energía le pertenece, pseudo-propia, si es gestor de laenergía ajena. Paradoja de lo obvio, si uno cam bia, no puede ser verdad. Pero si uno no cam bia, está m uerto. Moverse es des-plazarse, contar con un plano que perm ita el m ovim iento sin pérdida de lugar. El m ovim iento es físico: el actor se desplaza abandonando una determ inada posición. O m ental, el actor no abandona ninguna posición ( local, personal, cultural .. .) . Todo desplazam iento im plica re-conversión de actores y m edio. Se consum e energía, se agotan reservas, que no re- invierten en ot ras estabilidades. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Uno va agotando sus posibilidades de auto-determ inación: optar por una form a, cada vez m enos provisional. El deseo es cada vez m ás, deseo de regreso, de vuelta al or igen ... a casa. Cuando uno hace cosas está ocupado, explota sus posibilidades product ivas y creat ivas. Neut raliza la pre-ocupación asum iendo un r iesgo: la eventual in-ut ilidad de la acción. Cuando uno hace cosas quiere hacer dejación de sí m ism o, diluyéndose en lo ot ro, sin perder la singular idad: finge t rasparencia, aunque confunda deseos/ im ágenes con realidad. No asum e la función de actor; es el papel que representa. ¿Qué está pasando?. ¿Por qué, cóm o es posible?. Pensar la inut ilidad de nuest ro t iem po. El siglo XX ha sido escenario de una guerra —en dos secuencia— por la dom inación del m undo en nom bre de unos pr incipios filosóficos. Así se ha cum plido la profecía de Nietzsche. Se dice que cuando uno está enam orado no puede m irar la cara de ot ra persona. La cara de ot ra persona es una ficción de conect iva, de t ránsito, de rost ro. Sólo se accede a lo ot ro con la com plicidad de ese/ eso ot ro. La cara del enam orado es una inter-dicción: no reconoce ni acepta ot ro vehículo de fluidez (gestos y palabras) em ot ivo/ vital que la cara com plem entaria de su am ado/ a, que no ve siquiera —¡el am or ciega!—, pero sabe m irar. Nuest ro cuerpo fij a los lím ites de lo real. Real es lo m anipulado por m í o para m í: todo lo que ha asum ido la form a de cuerpo, com pet it ivo o com plem entario. El efecto frontera no es ot ra cosa que el sueño de la t rascendencia totalm ente ot ra: poder estar aquí y en cualquier parte al m ism o t iem po. Pero ese jam ás fue un sueño que tom ara cuerpo en naturaleza hum ana alguna. Los dioses, de vez en cuando, nos confunden. Y caem os en la t ram pa, queriendo ser com o ellos. 14. No hay punto de part ida. Punto de referencia út il para dar cuenta de algo. No sé si realm ente los puntos son sólo dis-culpas, pre- textos para legit im ar cualquier m ovim iento. No sé si m overse supone cam biar algo / cam biarse / forzar un cam bio cóm plice: poner una cosa en el sit io de ot ra, ponerse en su sit io, sust ituir una cosa por ot ra. Siem pre el m ism o círculo: posiciones sin determ inar, sin definir , las cosas habrán de ocupar su sit io. ¿Seguirían siendo las m ism as cosas si perdieran el sit io que ocupan?. No sé si puedo saber que no sé. No sé. Ut ilizo con cierta fr ivolidad el térm ino "real/ realm ente", confundiéndolo tal vez con certeza. Hay un aparente conflicto de órdenes, ónt ico/ lógico. No sé incluso si es sim ulación lo sustante (el orden) o lo accidental (el conflicto) . O las dos cosas, al m ism o t iem po. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Ut ilizo con no m enos fr ivolidad el térm ino "punto" , com o si ello m e ligit im ara a iniciar algo, a proyectar, a re-convert ir algo. ¿Qué es un punto?. ¿La sim ulación de un desarrollo, de un sistem a?. ¿Qué es desarrollo, por qué desarrollo y no com plej idad?. ¿Qué es sistem a?. ¿Por qué sistem a y no caos?. ¿Qué es orden, cóm o es un sistem a de cosas ordenadas?. ¿Qué orden?. ¿Qué cosas?. ¿Por qué cosas y no figuraciones?. ¿Por qué no tan sólo posibilidades de cosas y de figuraciones/ regist ros lim itados/ interesados de esas cosas?. El punto. ¿Cóm o se just ifica ese - - y no ot ro - - punto?. ¿Qué es la referencia?. ¿Una legit im ación a prior i, o una just ificación a posterior i?. ¿Por qué referencia y no t rans- ferencia?. Y si en lugar de cosas sólo hubiera figuraciones, ¿por qué no t rans-parencias en lugar de t rans- ferencias?. ¿Por qué no t rans-ducciones en lugar de con-ducciones?. ¿Por qué la fluidez, la inter-acción, el inter-cam bio, ha de reconocerse m ás acá de las fronteras, ha de ser (pre)determ inada para estar en condiciones de afirm ar que algo está fluyendo, que hay fluidez o solvencia?. Hay cont radicción respecto a la im agen con la que uno debe ident ificarse: sim ular la disidencia es aceptar form as de disidencia organizable, posiciones de des-acople acoplables respecto a lo ot ro organizado y acoplado. O respecto a lo uno est ructurante, de form as y relaciones de form as, de posiciones de form as y posibilidades de observación. Pero la disidencia es fuente laica de hom ogeneización, hom ologación. Al m argen o desde el m argen, siem pre salvando la voluntad de sistem a. Resistente por naturaleza: hacer y sent irse haciendo com o y qué. El cóm o es la propia im agen, el qué la im agen de la com -placencia: sent irse sat is- fecho de haberse m ovido en una dirección co- rrecta, const ruct iva - - no, re-const ruct iva - - , que una m oldeable m ateria ha resist ido una m anipulación, anónim a, pero cóm plice, en tanto efecto de un oscuro conjunto de intereses recurrentes, oscuro objeto del deseo. Voluntad de sistem a / Voluntad de ruptura: Querer disfrutar lo inm ediato / Querer disfrutar lo de ot ra m anera. 15. Era difícil para el Ciudadano M ( * ) sintonizar con la eufor ia que aquel día m ost raba Sabina. Tal vez porque Sabina siem pre fue un ser lábil, tanto com o seductor. O porque ese estado de ánim o le resultaba excesivam ente vulgar: cualquiera podía padecerlo, desapareciendo con la m ism a celer idad e im previsión que llegara. NÓMADAS. 3 | Enero- Junio.2 0 0 1 Revista Crít ica de Ciencias Sociales y Jurídicas I SSN 1578-6730 | Depósito Legal: M-49227-2000 Él, que había quem ado ya tantas banderas - - si bien guardaba una en secreto, cuyo tej ido el t iem po se había encargado de envejecer - - , no entendía cóm o se pudiera aún seguir tom ando part ido por algo o por alguien, ident ificándose con ese algo o asum iendo el r iesgo de responder por alguien. Y ut ilizando para ello - - tom ando com o disculpa una coyuntural celebración - - cierta com binación de colores y form as que los part idarios reproducían y agitaban, con fervor y em oción, con una profusión asom brosa. Y porque toda celebración im plica r iesgo, o es deport iva o no es celebración. Esas puntuales y grat ificantes rupturas en el t iem po, celebraciones r itualizadas, cuyo cerem onial se encargaban de hacer respetar los organizadores de celebraciones, son (pseudo)espacios de con-vivencia en libertad. Lo cot idiano, lo habitual, el t iem po histór ico, polít icam ente correcto, es de sobre-vivencia. Espacios de tolerancia vigilada, perm iten provisionalm ente esconder algo público, la re-presión perm it ida, y m ost rar la represión negada, lo oculto. Pero el Ciudadano M j am ás estuvo en estadio alguno, ni siquiera con una presencia vir tual. Y no poque los m edios no insist ieran lo suficiente para estar allí sin desplazarse. De canal en canal, saltaba de una a la m ism a im agen, por si alguna de las versiones hubiera olvidado el resto. Porque los restos, hablando de lo m ism o, es un deporte que no precisa de celebración alguna para que siga siendo el deporte m ás usual. El Ciudadano M j am ás iba a estar en estadios reconocibles, com o jam ás estuvo en Olim pia. Sencillam ente, porque no quería pertenecer alpart ido de Sabina. huellas de la palabra. Filosofía y Ciencias Sociales, Ed. Huerga & Fierro, Madrid 1998. ht tp: / / www.ucm .es/ info/ eurotheo/ palabra/
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