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n2-108-114_Campuzano

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PEDIATRÍA INTEGRAL108
Introducción
El pediatra de Atención Primaria debe 
tener en cuenta la preocupación de los 
padres para prevenir y detectar la presencia 
de trastornos de la conducta alimentaria en 
el niño pequeño.
“Este niño no come nada”. Esta 
frase constituye un motivo muy fre-
cuente de consulta en nuestro trabajo, 
como pediatras de Atención Primaria. 
Aunque tengamos la tentación de no dar 
importancia a estas palabras por parte 
de los padres, debemos siempre tomar 
en serio estas preocupaciones y ofrecer 
una orientación adecuada. Básicamente, 
si los padres dicen que hay un problema, 
hay un problema, existiendo trabajos 
que demuestran una asociación entre 
la preocupación de los cuidadores res-
pecto a la dificultad de la alimentación 
de los niños y su crecimiento ponde-
ral(1). Aunque en la mayoría de los casos 
nos encontramos ante una percepción 
errónea del poco apetito del niño por 
parte de los progenitores, un pequeño 
porcentaje de estos niños puede presen-
tar un trastorno de alimentación grave, 
e incluso los niños levemente afectados 
pueden estar recibiendo unas conductas 
de alimentación inadecuadas que acaben 
teniendo consecuencias a medio y largo 
plazo si no son corregidas y encauzadas 
adecuadamente. Una correcta orienta-
ción temprana puede evitar que la situa-
ción derive en un trastorno mayor.
En estos casos, la labor del pediatra 
de Atención Primaria es fundamental; en 
primer lugar, para detectar los signos de 
Trastornos de la conducta 
alimentaria en el niño pequeño
S.H. Campuzano Martín
Pediatra. CS Casco Vello. Vigo. Pontevedra. 
Grupo de Trabajo de Gastroenterología y Nutrición SEPEAP
Resumen
La preocupación de los padres por la alimentación 
de sus hijos es un motivo frecuente de consulta 
en Pediatría, que merece nuestra consideración. 
Si bien, en la mayoría de los casos, nos encontramos 
ante una falsa percepción de los cuidadores, hasta 
en un 5% de los niños puede existir un verdadero 
trastorno de la conducta alimentaria (TCA). La 
labor del pediatra de Atención Primaria es clave. 
En primer lugar, detectando mediante la anamnesis, 
la exploración física y la antropometría, las señales 
de alarma que indican la presencia de una patología 
orgánica subyacente o la existencia de un TCA 
complejo; y en segundo lugar, determinando la 
naturaleza de la dificultad de la alimentación 
del paciente para poder realizar una adecuada 
intervención terapéutica. La clasificación de 
Kerzner (2015) en: niños con poco apetito, niños 
con ingesta selectiva y niños con miedo a comer, 
puede ser muy útil para enfocar el manejo de estos 
pacientes, que requerirá de un tratamiento nutricional 
(consejo nutricional y posibilidad de necesitar soporte 
nutricional) y conductual individualizado. Los casos 
complejos requieren un manejo multidisciplinar por 
parte de psicólogos, logopedas y especialistas 
en nutrición. 
Abstract
Parental concern regarding children´s feeding 
is a frequent consultation in Pediatrics that 
deserves our consideration. Although in most 
cases we are faced with a false perception of 
caregivers, up to 5% of children can have a 
true Feeding Disorder. The role of the Primary 
Care Pediatrician is critical, firstly by detecting 
it through history taking, physical examination 
and anthropometry, the alarm signals that 
indicate the presence of an underlying organic 
pathology or the existence of a complex Feeding 
Disorder, and secondly, by determining the 
nature of the child´s feeding difficulties in 
order to perform an adequate therapeutic 
intervention. Kerzner´s classification of feeding 
problems (2015) in three categories (children 
with limited appetite, children with selective 
intake and children with fear of feeding), can 
be useful to focus the management of patients 
requiring nutritional treatment (nutritional 
advice and possibly nutritional support) and 
individualized behavioral therapy. Complex 
cases will require multidisciplinary management 
by Psychologists, Speech Therapists and 
Nutrition specialists. 
Palabras clave: Trastorno alimentario; Fallo de medro; Miedo a comer; Apetito limitado; Ingesta selectiva.
Key words: Eating disorder; Failure to thrive; Fear of feeding; Limited appetite; Selective intake.
Pediatr Integral 2020; XXIV (2): 108 – 114
109PEDIATRÍA INTEGRAL
TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
alarma o “banderas rojas” que requieran: 
atención inmediata, investigación en pro-
fundidad y tratamiento especializado(2,3). 
En segundo lugar, podrá intentar ave-
riguar las causas y el tipo de trastorno 
de la conducta alimentaria (TCA) que 
presente el paciente, fundamentalmente 
mediante la anamnesis, la exploración 
física y la antropometría; y en tercer lugar, 
establecerá unas pautas de tratamiento 
conductual y nutricional adecuadas e 
individualizadas para cada niño.
Definiciones y terminología
Es conveniente aclarar la termino-
logía, dado que muchas veces puede 
inducir a la confusión(4,5).
•	 Neofobia: fenómeno habitual en 
los primeros años de vida, basado 
en el rechazo de alimentos nuevos 
o desconocidos para el niño. Nor-
malmente, constituye un problema 
leve que se resuelve con exposiciones 
repetidas al alimento rechazado.
•	 Picky eating: inconsistente término 
anglosajón usado en la literatura que 
incluye niños “quisquillosos” con 
poco apetito. Habitualmente, se trata 
de un problema leve o transitorio.
•	 Fallo de medro: incapacidad para 
mantener una velocidad de creci-
miento normal, en peso o en lon-
gitud, en menores de 3 años, y que 
supone un riesgo para la salud, así 
como para el correcto desarrollo 
motor, social y emocional del niño.
•	 Dif icultad en la a l imentación: 
amplio término que engloba cual-
quier problema relacionado con la 
alimentación del niño, desde falsas 
percepciones por parte de los padres 
a verdaderos TCA.
•	 Trastorno de la conducta alimenta-
ria del niño pequeño: problema rela-
cionado con la conducta alimentaria, 
lo suficientemente importante para 
producir un trastorno nutricional o 
socioemocional en el niño (entre 0-6 
años de edad) y en los cuidadores, 
y que requerirá de un tratamiento 
específico. Equivale al diagnóstico 
de trastorno de evitación/restric-
ción de la ingesta de alimentos en el 
DSM-V(6). Recientemente, Goday ha 
definido el trastorno de alimentación 
en la edad pediátrica, como: la exis-
tencia de una ingesta oral alterada 
no apropiada para la edad, asociada 
a problemas médicos, nutricionales, 
de habilidades de la alimentación y/o 
disfunción psicosocial(7).
Epidemiología
En la mayoría de los casos, nos encontra-
mos ante una falsa percepción de los cui-
dadores, pero hasta en un 5% de los niños 
puede existir un verdadero TCA.
Los TCA del niño pequeño apare-
cen habitualmente entre los 0 y 6 años, 
siendo mucho más frecuentes por debajo 
de los 3 años. Especialmente importan-
tes y delicadas son las etapas de transi-
ción, de la lactancia materna o biberón 
a la cuchara, y de la comida triturada a 
la sólida(8).
Es difícil establecer su incidencia con 
claridad, debido a la heterogeneidad de 
las situaciones que engloban estos cua-
dros clínicos. Se estima en hasta un 
20-30% de los niños sanos con desa-
rrollo normal y en un 80% en niños con 
necesidades especiales o alteraciones del 
desarrollo, de los cuales, la gran mayoría 
se tratará de trastornos leves o percep-
ciones erróneas por parte de los padres, 
y solo en un 1-5% de los niños estaremos 
ante un verdadero TCA(9).
Etiología
Los TCA pueden aparecer como un pro-
blema aislado, influido por problemas: 
genéticos, ambientales, conductuales y 
emocionales, o como un trastorno conco-
mitante a una enfermedad orgánica sub-
yacente, o anomalía estructural.
El acto de comer no solo es una 
necesidad primaria para el niño, sino 
que contribuye de manera esencial a 
la relación con su familia y entorno. El 
desarrollo de la alimentación se inicia 
desde el nacimiento, evolucionando a 
medida que las funciones psicomotorasy sensoriales van madurando. En este 
proceso intervienen factores: genéticos, 
biológicos, conductuales, emocionales y 
ambientales, que van evolucionando, y 
su interacción influye de manera directa 
en la regulación de la sensación de ham-
bre y saciedad del niño, que se verá alte-
rada si todos estos factores no funcionan 
de manera coordinada(9).
La literatura recoge numerosos fac-
tores de riesgo que pueden predisponer 
a presentar un TCA en el niño pequeño 
(Tabla I). La alimentación es el acto 
relacional por excelencia, por lo que es 
fundamental la interrelación que existe 
Tabla I. Factores de riesgo que pueden predisponer a un trastorno de la conducta 
alimentaria en el niño pequeño(6)
Nivel de 
evidencia 
científica
Predisposición genética C
Dificultad en la alimentación a edad temprana (cólicos frecuentes, 
vómitos, alimentación lenta o dificultades en la succión)
C
Orden de nacimiento (más común en primogénitos) B
Bajo peso para edad de gestación B
Ausencia de lactancia materna exclusiva en los primeros meses B
Retraso en la introducción de sólidos más allá de los 9 meses B
Prácticas inadecuadas de destete B
Prácticas inadecuadas de alimentación temprana (poca variedad 
en la dieta, horarios y prácticas de comidas mal estructuradas)
B
Historia previa de enfermedad significativa C
Conflictos entre cuidadores y niño a la hora de comer C
Historia parental de ansiedad, trastornos de alimentación y 
preocupación por la imagen corporal
B
TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
PEDIATRÍA INTEGRAL110
entre padre e hijos para condicionar una 
adecuada conducta alimentaria(10). De 
esta manera, los diferentes estilos edu-
cativos (influidos por las normas cultu-
rales, la preocupación de los padres y las 
características del niño) pueden influir 
de manera tanto positiva como negativa 
en la aparición de este tipo de trastor-
nos. Estas prácticas se han clasificado 
en 4 tipos fundamentales(5), y conocer 
ante cual nos encontramos nos ayudará 
a un mejor enfoque y manejo del caso.
1. Estilo responsable o asertivo: los 
padres guían al niño en la alimen-
tación y fijan límites sin recurrir a 
técnicas de coacción, son sensibles y 
afectivos, hablan positivamente de los 
alimentos, siendo un modelo para sus 
hijos. Determinan claramente qué, 
dónde, cómo y cuándo debe comer 
el niño, dejándole decidir cuánto 
puede ingerir. Este estilo educativo 
es el más adecuado, consiguiendo que 
el niño reconozca adecuadamente los 
signos de hambre y saciedad, y rea-
licen con más frecuencia una dieta 
equilibrada adecuada para su edad.
2. Estilo controlador o autoritario: 
ejercen un control estricto sobre el 
niño, llegando a la fuerza, el castigo y 
la coacción, ignorando las señales de 
hambre y saciedad en el niño. Con-
vierten las comidas en un infierno, 
siendo claramente contraproducentes 
a medio plazo.
3. Estilo indulgente o permisivo: es 
el caso diametralmente opuesto al 
anterior. El niño hace lo que le place, 
manejando a sus padres a voluntad, 
sin establecerse ningún límite. Come 
lo que le apetece, en el sitio que más 
le place y cuando le da la gana, lo que 
condiciona una dieta inadecuada y un 
mayor riesgo de obesidad.
4. Estilo negligente: son padres sin 
sentido de la responsabilidad y desa-
pegados, pudiendo llegar a presentar 
problemas emocionales y psiquiátri-
cos. No establecen ninguna pauta, 
ignoran las necesidades afectivas y 
físicas de sus hijos, pudiendo llegar 
a tener consecuencias graves.
Podremos diferenciar ante qué estilo 
nos encontramos mediante la observa-
ción directa de las comidas (grabación 
de vídeo) o realizando 3 preguntas 
sencillas: ¿está muy preocupado por la 
alimentación de su hijo?, ¿qué ocurre 
durante las comidas?, ¿qué hacen uste-
des cuando su hijo no come?(5).
Diagnóstico
Se basa en la anamnesis detallada, explo-
ración física y antropometría, descartando 
posibles patologías orgánicas e identi-
ficando el tipo de TCA ante el que nos 
encontramos.
Debido al escaso tiempo del que dis-
ponemos en la consulta, nuestra tenta-
ción ante la preocupación de los padres 
por el niño mal comedor será quitarle 
importancia y banalizar sus causas y 
consecuencias. Debemos tener en cuenta 
que podemos encontrarnos ante un 
TCA, y que una adecuada orientación 
a tiempo puede evitar llegar a situacio-
nes graves, estando alerta ante la posible 
existencia de signos de alarma (“bande-
ras rojas”), tanto orgánicos como con-
ductuales (Tabla II), que nos indiquen 
que puede existir una patología orgánica 
subyacente o un TCA que requiera una 
atención preferente(11,12).
Historia clínica
Historia clínica sistemática teniendo 
en cuenta los siguientes puntos:
•	 Antecedentes	familiares:	genéticos,	
físicos (talla baja, patrón de creci-
miento...), socioeconómicos y psico-
sociales (composición familiar, estilos 
educativos, situaciones estresantes...).
•	 Antecedentes	personales:	embarazo,	
parto, enfermedades previas, desa-
rrollo psicomotor, adquisición de 
hitos desarrollo, patrón de sueño y 
alimentación.
•	 Historia	nutricional:
- Estilo de alimentación de los pa-
dres (responsable, controlador, 
negligente o indulgente).
- Rechazo del alimento: tiempo de 
evolución, rechazo global o selec-
tivo y relación con enfermedad o 
experiencia traumática.
- Conducta y hábitos alimentarios: 
lugar, calidad, duración, variedad, 
ambiente, actitud de los padres y 
observación de las comidas directa 
o indirecta (vídeos).
- Historia dietética o encuesta nu-
tricional (de 1 a 3 días), valorando 
un adecuado aporte calórico y de 
nutrientes.
Exploración física y antropometría
Examen completo por aparatos para 
descartar posibles patologías orgáni-
cas, incluyendo exploración de la fun-
ción motora oral (valorar presencia de 
babeo y náuseas excesivas, dificultad 
ante texturas avanzadas y en los hitos de 
la alimentación). La valoración antropo-
métrica incluirá: peso, talla, perímetro 
cefálico y perímetro braquial, valorando 
su evolución a lo largo del tiempo. Los 
índices más prácticos para evaluar el 
estado de nutrición del paciente son el 
índice de masa corporal (peso/talla2)y la 
relación peso/talla (curva percentilada, 
Z score)(11).
Pruebas complementarias
Su realización, en principio, no 
aportará información significativa, y se 
reservará para los casos en los que exista 
sospecha de patología orgánica, datos de 
alarma conductuales o valoración antro-
Tabla II. Signos de alarma de los trastornos de la conducta alimentaria en el niño 
pequeño(5)
Banderas rojas orgánicas Banderas rojas conductuales
Disfagia, dolor aparente con la 
alimentación
Fijación por los alimentos (selectiva, 
limitaciones extremas en la dieta)
Deglución incoordinada: tos, aspiración, 
neumonías recurrentes
Cese brusco de la alimentación tras 
un suceso desencadenante
Vómitos, diarrea, sangre en heces Alimentación forzada, nociva
Retraso en el desarrollo Náuseas anticipatorias al meter 
alimento en boca
Síntomas crónicos cardiorrespiratorios
 Fallo de medro
111PEDIATRÍA INTEGRAL
TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
pométrica y nutricional alterada. Podre-
mos solicitar de manera individualizada: 
hemograma, bioquímica (metabolismo 
hierro, función hepática y renal, nive-
les de proteínas, electrolitos), hormonas 
tiroideas, sedimento urinario, anticuer-
pos de enfermedad celíaca, parásitos en 
heces y una radiografía de muñeca (en 
función de la edad y el crecimiento del 
paciente).
Clasificación
La clasificación de Kerzner en niños con 
poco apetito, niños con ingesta selectiva y 
niños con miedo a comer, puede ser muy 
útil para el enfoque y manejo de los TCA.
Los trastornos alimentarios en el 
niño han sido objeto de numerosos 
intentos de clasif icación, desde que 
en el año 1994 se introdujeran por 
primera vez como categoría diagnós-
tica psiquiátrica en la cuarta edición 
del Manual diagnóstico y estadístico 
de los trastornos mentales DSM-IV, 
como: trastorno alimentario del lac-
tantey el niño, posteriormente siendo 
denominado en el DSM-V: trastorno 
evitativo/restrictivo de la ingesta ali-
mentaria. Más completa y utilizada ha 
sido la clasificación de Chatoor(13,14), 
distinguiendo seis tipos de TCA sobre 
la base de criterios psiquiátricos y con-
ductuales: 1) alteración del estado de 
regulación; 2) reciprocidad inadecuada 
(vínculo madre-hijo); 3)  anorexia 
infantil; 4) aversión alimentaria senso-
rial; 5) alteración asociada a patología 
orgánica; y 6) alteración postraumática.
Por último, Kerzner(4,15) unificó todo 
lo anterior, estableciendo una clasifica-
ción muy útil en la que nos centraremos, 
al resultar muy práctica para el pediatra 
de Atención Primaria. Establece tres 
categorías teniendo en cuenta el com-
portamiento del niño y el estilo de ali-
mentación de los cuidadores: niños con 
poco apetito, niños con ingesta selectiva 
y niños con miedo a comer. Cada una de 
ellas comprende varias subcategorías y 
cada paciente puede albergar más de una 
a la vez. Disponemos de herramientas 
y cuestionarios que nos pueden orientar 
hacia el tipo de trastorno ante el que nos 
encontramos (IMFeD: Identification 
and Management of Feeding Difficul-
ties) y que han demostrado utilidad en 
la práctica clínica(16).
1. Niños con poco apetito: incluye 
4 grupos:
a. Falsa percepción por los padres: 
niños que comen poco, pero que al 
realizar una historia dietética, se 
comprueba que su ingesta es ade-
cuada. Existe una excesiva preo-
cupación de los padres a pesar de 
presentar un adecuado perfil pon-
deroestatural, por lo que nuestra 
función debe ser: tranquilizar a la 
familia, explicar las variaciones 
normales del apetito, demostrar 
un patrón de crecimiento normal 
y revisar las pautas básicas de ali-
mentación. Puede llegar a ser un 
problema si la preocupación de los 
cuidadores conlleva que realicen 
prácticas de alimentación inade-
cuadas.
b. Niño activo con apetito limita-
do: caracterizados por Chatoor(13) 
como “anorexia infantil”. Son ac-
tivos, inquietos, más interesados 
en jugar y hablar que en comer. 
Es muy difícil mantenerlos sen-
tados en la mesa y comen pocas 
cantidades, lo que conlleva, en 
ocasiones, un estancamiento pon-
deral. El conflicto entre padres e 
hijos puede llegar a dificultar un 
desarrollo cognitivo óptimo. Es 
preciso establecer un programa 
de alimentación que fomente el 
hambre: limitando el número 
de comidas, evitando “picoteos” 
entre horas, “menús a la carta” 
y estableciendo unos límites y 
unos horarios regulares. Pueden 
ser útiles estrategias de refuerzo 
positivo y “time out” (no prestar 
atención ante comportamientos 
inadecuados)(17).
c. Niño apático y retraído: no tienen 
interés por la alimentación ni por 
su entorno. Niños y cuidadores 
parecen deprimidos e interac-
túan mal. La desnutrición puede 
ser evidente, siendo a la vez causa 
de depresión y anorexia. Precisan 
de una interacción positiva con un 
alimentador experimentado que 
sirva de modelo, siendo necesa-
ria, en ocasiones, el apoyo de los 
servicios de protección infantil.
d. Niño con poco apetito debido a 
enfermedad orgánica: enfermeda-
des gastrointestinales, cardiorres-
piratorias, neurológicas, metabóli-
cas y estructurales(9), provocan un 
descenso en el apetito. Requieren 
un abordaje individualizado de 
dicha patología.
2. Niños con ingesta selectiva: incluye 
4 grupos:
a. Falsa percepción por los padres 
de la neofobia, típica a los 18-24 
meses, que se resolverá educando 
a los padres y exponiendo repeti-
damente los nuevos alimentos sin 
presión. Este fenómeno parece ser 
menos frecuente en los alimenta-
dos con lactancia materna.
b. Selectividad leve: comen menos 
alimentos, “caprichosos”, ingirien-
do suficiente cantidad de energía 
y nutrientes, pero la exposición 
repetida de alimentos no mejo-
ra la conducta alimentaria(5). El 
conf licto familiar en torno a la 
alimentación puede desencadenar 
problemas de conducta posterio-
res (ansiedad, depresión...). En su 
manejo, pueden ser útiles trucos, 
como: usar formatos atractivos 
para los alimentos (emplatados 
divertidos, palitos para mojar...), 
involucrar a los niños en su prepa-
ración, usar salsas, nombres suge-
rentes... Es interesante dejar que 
el niño se interese por los alimen-
tos nuevos a través de la comida 
de los padres, pidiendo probar de 
ellos.
c. Altamente selectivos: ingieren en 
su dieta únicamente 10-15 ali-
mentos. Chatoor los define como 
aversión alimentaria sensorial(13), 
ya que rechazan los alimentos en 
función de su color, textura, olor, 
temperatura o apariencia. Alguno 
pueden presentar manifestaciones 
sensoriales como respuestas a: rui-
dos, luces y texturas. El ejemplo 
más común serían los problemas 
de alimentación del autismo. 
Requieren una terapia conduc-
tual más profunda, encadenando 
alimentos progresivamente, pre-
miando con alimentos favoritos si 
prueba uno nuevo, cambiar colo-
res, formas, texturas(17)... Pueden 
llegar a presentar deficiencia de 
micronutrientes que precisen de 
suplementación (vitaminas D y E, 
calcio, hierro y zinc)(18).
d. Ingesta selectiva de origen orgá-
nico: relacionada con respuestas 
TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
PEDIATRÍA INTEGRAL112
alteradas a las propiedades sen-
soriales de los alimentos y/o a un 
retraso en las habilidades motoras 
orales.
3. Niños con miedo a comer: cualquier 
experiencia traumática relacionada 
con la alimentación puede causarlo.
a. Percepción errónea: en determi-
nadas ocasiones, el llanto excesivo 
del lactante (cólicos...) es percibi-
do erróneamente como hambre, 
siendo forzados a comer. Hay que 
evaluar las causas del malestar del 
niño y aliviar la ansiedad del cui-
dador.
b. Miedo a la alimentación: una ex-
periencia negativa previa traumá-
tica (atragantamiento, quemarse 
la boca con un alimento, forzar 
enérgicamente la alimentación del 
niño), condiciona un rechazo a la 
alimentación, habitualmente de 
sólidos. Suelen precisar técnicas 
cognitivo-conductuales(1) (refuer-
zos positivos, distracciones...), in-
cluso valoración psiquiátrica y uso 
de ansiolíticos. En el lactante, se 
puede intentar alimentar cuando 
el niño está adormilado.
c. Miedo a comer de causa orgánica: 
cualquier causa que origine dolor 
al comer puede condicionar un 
miedo a la alimentación: niños 
alimentados por sonda, esofagitis, 
gastroparesia, estomatitis, etc. Re-
querirán un tratamiento individua-
lizado y, en ocasiones, más comple-
jo (desensibilización oral motora, 
exposición gradual no amenazante 
de la alimentación...)(17,19).
Tratamiento
Los pilares de tratamiento de los TCA del 
niño pequeño son: tratamiento de la enfer-
medad orgánica subyacente (si existe), tra-
tamiento nutricional (consejo nutricional 
y valorar la necesidad de requerir soporte 
nutricional) y conductual individualizado.
El pediatra de Atención Prima-
ria puede manejar un alto porcentaje 
de casos (leves y moderados) con esta 
problemática, teniendo en cuenta que 
su abordaje debe ser individualizado 
y se basa en dos pilares: tratamiento 
nutricional y conductual, tanto del 
niño como de la familia. La aplicación 
de una terapia adecuada en los TCA 
es altamente efectiva (hasta del 90% 
según algunos autores)(9). Los casos más 
complejos (niños con uso prolongado de 
sonda enteral, trastornos generalizado 
del desarrollo, patología orgánica, oro-
motora o psicológica importante) pre-
cisarán de un manejo multidisciplinar 
por parte de diferentes especialidades 
(Gastroenterología y Nutrición, Psi-
cología, Psiquiatría y Logopedia)(18). 
El ingreso hospitalario estará justifi-
cado en caso de: falta de mejoría con 
el tratamiento ambulatorio, sospecha 
de abuso o negligencia, presencia de 
lesiones traumáticas, signos de des-
nutrición grave o deterioro psicosocial 
severo del cuidador(11). Las tres bases 
del tratamiento son:
1. Tratamiento específico: de la enfer-
medad orgánica si existe.
2. Tratamiento nutricional: tras la 
valoración del estado nutricional y 
de la ingestadietética, realizaremos 
un consejo nutricional: estableciendo 
unas pautas básicas de alimentación 
(Tabla III), marcando unos horarios 
de comidas y evitando los picoteos 
para fomentar el apetito. En caso de 
presentar un estado nutricional afec-
tado, nos plantearemos la necesidad 
de establecer algún tipo de soporte 
nutricional, aumentando el aporte 
de energía y nutrientes de forma 
alternativa, o como complemento a 
la alimentación habitual. Si la afec-
tación del estado nutricional es leve, 
podemos realizar cambios en la dieta 
para aumentar el contenido calórico 
sin aumentar la cantidad a ingerir, 
usando en los lactantes, fórmulas con 
mayor contenido calórico, y en los 
mayores utilizando: salsas, reboza-
dos, empanados, alimentos de alto 
valor energético (frutos secos, agua-
cate...), guarniciones, batidos caseros 
hipercalóricos o incluso mediante 
módulos nutricionales(11). Algunos 
pacientes pueden precisar suplemen-
tos de micronutrientes de los que pre-
senten carencias(18), sobre todo en los 
casos de ingesta selectiva. Los casos 
de afectación nutricional moderada o 
grave, requieren una valoración espe-
cializada con necesidad de soporte 
nutricional artificial de manera oral 
o enteral (principalmente con sonda 
nasogástrica).
 Por último, el uso de fármacos no 
está indicado de entrada en el trata-
miento de los niños con poco apetito, 
aunque se han utilizado en algunos 
estudios con éxito(20). Los mal lla-
mados “estimulantes del apetito”, 
como la ciproheptadina o el pizoti-
feno, son antihistamínicos que tienen 
como efecto secundario producir un 
incremento del apetito, con la posi-
bilidad de producir efectos adversos.
3. Tratamiento conductual: es parte 
fundamental del tratamiento de los 
trastornos de la alimentación, siendo 
sus objetivos: aumentar la ingesta 
oral o la variedad de alimentos, dis-
minuir los problemas de comporta-
miento en las comidas, aumentar las 
interacciones placenteras en las comi-
das entre padres e hijos, disminuir el 
estrés de los padres en las comidas y 
Tabla III. Pautas básicas de alimentación
- Mantener unos límites adecuados
- El ambiente debe ser relajado (nunca enfadarse ni parecer enfadado)
- Mantener una actitud neutra agradable en las comidas
- Enfatizar el contraste entre hambre y saciedad para fomentar el apetito
•	 Limitar la duración de las comidas (20-30 minutos)
•	 4-6 comidas al día (según la edad) con solo agua entre ellas
- Servir alimentos apropiados para la edad
- Servir cantidades de alimentos propias para la edad
- Los padres eligen el tipo, los horarios y el lugar de alimentación
- El niño decide cuánta cantidad de alimento quiere ingerir
- Introducir sistemáticamente poco a poco, nuevos alimentos (8-15 intentos cada uno)
- Alentar la alimentación independiente
- Tolerar el desorden/suciedad propio de la edad (pueden tocar, explorar)
- Evitar ruidos y distracciones durante las comidas (TV, teléfonos, juguetes)
- Los padres deben ser modelos de buenos hábitos alimentarios
113PEDIATRÍA INTEGRAL
TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
avanzar en la ingesta adecuada para 
la edad y desarrollo del niño. Las 
estrategias para mejorar la inf luen-
cia del cuidador durante las comidas 
incluyen: controles ambientales que 
modifican los horarios de ingesta y la 
configuración de las comidas regu-
lando el ciclo de hambre y saciedad 
del niño, recomendando actividades 
tranquilas antes de las comidas y 
rutinas para facilitar la transición a 
la mesa (p. ej.: lavar las manos). Los 
planes para aumentar las conductas 
alimentarias deseables incluyen el 
uso de entrenamiento de refuerzos 
positivos y negativos (estos últimos 
solo en determinados casos, bajo 
la supervisión de un psicólogo) y el 
entrenamiento en discriminación 
o refuerzo diferencial (reforzando 
conductas positivas y minimizando 
las negativas). Las estrategias para 
reducir las conductas de alimenta-
ción negativas incluyen: la extinción 
(retención de un refuerzo positivo), 
el castigo (corrección verbal con un 
“NO” f irme y varios segundos de 
retirada de atención, girar o retirar 
al niño de la mesa) y la desensibiliza-
ción (asociar un estímulo agradable o 
suprimir uno aversivo a la exposición 
de un nuevo alimento). La mayoría 
de planes de tratamiento incluirán 
una combinación de técnicas, según 
el tipo de trastorno ante el que nos 
encontremos (niño con poco apetito, 
ingesta selectiva y miedo a comer), 
y podremos recomendar unas pau-
tas adecuadas para cada niño. Tras 
una instrucción adecuada, lo podrá 
realizar la familia(17), teniendo en 
cuenta que una mala gestión de la 
conducta (un refuerzo inadvertido de 
patrones de alimentación inapropia-
dos) contribuye a la cronificación de 
los problemas. Los casos complejos 
requerirán ayuda especializada.
Bibliografía
Los asteriscos muestran el interés del artículo a 
juicio del autor.
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Artículo fundamental en el que Kerzner clasi-
fica de manera muy práctica los TCA del niño 
pequeño en tres categorías, teniendo en cuenta el 
comportamiento del niño y el estilo de alimen-
tación de los cuidadores.
− Madruga Acerete D, Martínez Zazo A, 
De la Mano Hernández B. Trastornos 
de la conducta alimentaria en el niño 
pequeño. En: Ribes Koninckx C (coord.). 
Tratamiento en Gastroenterología, 
Hepatología y Nutrición Pediátrica. 4.ª 
edición. Madrid. Ergon; 2016.
Exhaustiva revisión de los TCA del niño 
pequeño, desde el prisma de la Gastroenterología 
y Nutrición Pediátrica.
− Silverman AH. Behavioral management 
of feeding disorders of childhood. Ann 
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Artículo que revisa de manera completa y 
práctica el manejo conductual de los pacientes 
con TCA.
− Milano K, Chatoor I, Kerzner B. A 
Functional Approach to Feeding Difficul-
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Reciente actualización, desde el punto de vista 
práctico, del abordaje y manejo de los TCA en 
la consulta de Atención Primaria.
http://algoritmos.aepap.org/algoritmo/23/falta-de-apetito
http://algoritmos.aepap.org/algoritmo/23/falta-de-apetito
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http://www.aepap.org/sites/default/files/cursoaepap2015p423-430.pdf
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http://linkinghub.elsevier.com/retrieve/pii/S0261561414002192
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TrasTornos de la conducTa alimenTaria en el niño pequeño
PEDIATRÍA INTEGRAL114
Paciente de 4 años cuyos padres manifiestan en la revisión 
programada de salud, gran preocupación por la alimentación 
de su hijo. Refieren ingesta de muy pocos alimentos (alrededor 
de 20 productos), negándose a probar cosas nuevas, “siempre 
quiere comer lo mismo”. No relatan experiencia traumática 
ni introducción de ningún alimento que haya desencadenado 
dicho comportamiento. Rechaza los alimentos muchas veces, 
negándose a probarlos a pesar de ofrecérselos repetidamente, 
presentando ansiedad si se fuerza a comer alimentos que 
rechaza. Cuando se le prepara para comer un alimento que no 
le gusta, el niño refiere que “le da asco”. Los padres acaban 
ofreciendo al niño el alimento deseado, utilizando a menudo 
distracciones como dispositivos electrónicos o dándole ali-
mento mientras está jugando. Este problema con la comida 
angustia mucho a los padres, ya que genera un conflicto 
familiar en torno a la alimentación y están preocupados porque 
esta sea adecuada a su hijo en cantidad y calidad.
Antecedentes familiares: sin interés.
Antecedentes personales: embarazo, parto y período neo-
natal sin incidencias. Lactancia materna durante 3 meses. 
Peso recién nacido 3.120 g. Evolución ponderoestatural pro-
gresiva adecuada a valores actuales. Desarrollo psicomotor 
adecuado.
Exploración física: peso: 14,6 kg (P19); talla: 101 cm 
(P29); relación peso/talla: 0,14 (P20); IMC: 14,31 kg/m2 (P20). 
Exploración por aparatos dentro de la normalidad.
Caso clínico
Algoritmo de los trastornos de la conducta alimentaria del niño pequeño
Preocupación de los padres
Dificultad en la alimentación
Historia clínica
Exploración física
Antropometría
Activo con apetito 
limitado
Apático
Retraído
Selectividad 
leve
Altamente 
selectivo
Experiencia previa 
traumática
Tratamiento nutricional Tratamiento conductual Valorar tratamiento 
multidisciplinar
Consejo nutricional Soporte nutricional
Valorar pruebas
complementarias
Tratamiento Atención Primaria
Falsa 
percepción Poco apetito Ingesta selectiva
Miedo 
a comer
Enfermedad 
orgánica
No mejoría
Tranquilizar
Educar
Trastornos leves Trastornos complejos
Signos de alarma
- Disfagia, dolor con la alimentación
- Aspiración
- Vómitos y diarrea
- Retraso en el desarrollo
- Síntomas crónicos cardiorrespiratorios
- Fallo de medro
- Limitación extrema de la dieta
- Cese brusco de la alimentación tras suceso
- Náuseas anticipatorias
PEDIATRÍA INTEGRAL
Trastornos de la conducta 
alimentaria en el niño 
pequeño
33. ¿Cuál de las siguientes definiciones 
se AJUSTA mejor al término: tras-
torno de la conducta alimentaria del 
niño pequeño?
a. Rechazo de alimentos nuevos o 
desconocidos para el niño.
b. Cualquier problema relacionado 
con la alimentación del niño.
c. Incapacidad para mantener una 
velocidad de crecimiento nor-
mal, en peso o en longitud, en 
menores de 3 años, y que supone 
un riesgo para la salud, así como 
para el correcto desarrollo motor, 
social y emocional del niño.
d. Problema relacionado con la 
conducta alimentaria, lo suf i-
cientemente importante para 
producir un trastorno nutricio-
nal o socioemocional en el niño 
(entre 0-6 años de edad) y en los 
cuidadores, y que requerirá de un 
tratamiento específico.
e. Cualquier situación en la que 
nos encontramos ante una falta 
de apetito en los niños.
34. ¿Cuál es la INCIDENCIA estima-
da en nuestro medio de los trastor-
nos de la conducta alimentaria del 
niño pequeño, sin tener en cuenta 
las dificultades leves y las interpre-
taciones familiares erróneas?
a. 1-5%.
b. 5-10%.
c. 10-20%.
d. 20-30%.
e. 50%.
35. ¿Cuál de los siguientes estilos educa-
tivos es el más indicado para PRE-
VENIR la aparición de un trastorno 
de la alimentación en el niño peque-
ño?
a. Estilo controlador.
b. Estilo responsable/asertivo.
c. Estilo autoritario.
d. Estilo permisivo.
e. Estilo indulgente.
36. ¿Cuál de los siguientes NO se consi-
dera signo de alarma que nos alerta 
de la presencia de enfermedad orgá-
nica de base?
a. Disfagia.
b. Fijación extrema por determina-
dos alimentos.
c. Retraso en el desarrollo y creci-
miento.
d. Tos, neumonías recurrentes.
e. Síntomas crónicos cardiorrespi-
ratorios.
37. ¿Cuál de las siguientes pautas de 
alimentación NO se considera ade-
cuada para recomendar a los padres 
en la consulta de Pediatría?
a. Limitar la duración de las comi-
das a 30 minutos como máximo.
b. Ofrecer un juguete al niño para 
distraerlo y conseguir que coma.
c. Dejar que el niño toque los ali-
mentos y se manche con ellos.
d. Ofrecer los alimentos nuevos 
sistemáticamente, poco a poco 
(hasta 15 intentos cada uno).
e. Dejar que el niño elija cuánta 
cantidad de comida puede ingerir.
Caso clínico
38. ¿Qué PRUEBAS complementarias 
estaría indicado solicitar en el pa-
ciente del caso clínico?
a. Hemograma y bioquímica (meta-
bolismo hierro, función hepática 
y renal, niveles de proteínas, elec-
trolitos) y hormonas tiroideas.
b. Hemograma, bioquímica (meta-
bolismo hierro, función hepática 
y renal, niveles de proteínas, elec-trolitos), hormonas tiroideas, 
sedimento urinario y anticuerpos 
de enfermedad celíaca.
c. Hemograma, bioquímica (meta-
bolismo hierro, función hepática 
y renal, niveles de proteínas, elec-
trolitos), vitamina B12 y ácido 
fólico, hormonas tiroideas, anti-
cuerpos de enfermedad celíaca y 
parásitos en heces.
d. Hemograma, bioquímica (meta-
bolismo hierro, función hepática 
y renal, niveles de proteínas, elec-
trolitos), hormonas tiroideas, 
sedimento urinario, anticuerpos 
de enfermedad celíaca, parásitos 
en heces y una radiografía de 
muñeca.
e. En este momento, no estaría 
indicada la realización de prue-
bas complementarias.
39. Dentro de la clasificación de Kerz-
ner de los estilos de alimentación de 
los cuidadores y de los trastornos de 
la conducta alimentaria del niño pe-
queño, ¿en CUÁL de ellos podría-
mos clasificar a nuestro paciente?
a. Niño activo con apetito limitado. 
Padres controladores.
b. Niño apático con apetito limi-
tado. Padres responsables.
c. Niño con ingesta selectiva leve. 
Padres permisivos.
d. Niño con ingesta a ltamente 
selectiva. Padres indulgentes.
e. Niño con miedo a la alimenta-
ción. Padres negligentes.
40. ¿Cuál de las siguientes actuaciones 
NO estaría indicada en el manejo de 
nuestro paciente?
a. Usar formatos (presentación, 
palitos para mojar...) y nombres 
atractivos para los alimentos.
b. Involucrar al niño en la prepa-
ración de los alimentos en la 
medida de sus posibilidades.
c. Dejar que el niño decida la can-
tidad de alimento que ingiere.
d. Usar algún juguete durante la 
comida para distraer la atención 
del niño.
e. Usar puré o salsas para “escon-
der” el alimento rechazado.
A continuación, se expone el cuestionario de acreditación con las preguntas de este tema de Pediatría Integral, que deberá 
contestar “on line” a través de la web: www.sepeap.org.
Para conseguir la acreditación de formación continuada del sistema de acreditación de los profesionales sanitarios de carácter 
único para todo el sistema nacional de salud, deberá contestar correctamente al 85% de las preguntas. Se podrán realizar los 
cuestionarios de acreditación de los diferentes números de la revista durante el periodo señalado en el cuestionario “on-line”.
http://www.sepeap.org

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