Logo Studenta

Clase--Lo-singular-y-lo-colectivo

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

“Lo singular y lo colectivo” de Ana María Fernández
Introducción
Este texto aborda la clásica antinomia entre “individuo” y “sociedad”. ¿Se pueden
seguir sosteniendo estos conceptos sin problematizarlos? ¿Se puede seguir pensando al
individuo como un todo cerrado o un “uno” aislado (in-diviso, o sea, no dividido)? ¿se
puede seguir pensando a la “sociedad” como una unidad sin divisiones? 
La autora propone una superación de esta antinomia y por eso postula los términos
“singular y “colectivo”. El sentido de lo singular mantiene lo propio de cada sujeto, su
diferencia, pero eso no lo convierte en un ser cerrado, indiviso, sino que se constituye
siempre con otros. Por su parte, no se puede constatar “una” sociedad como un sistema
cerrado y completo, siempre hay grietas y fragmentaciones. El término “sociedad” es
una abstracción e ilusión de completitud, cuando lo que en realidad constatamos es la
presencia de “colectivos” que se relacionan. Por tal motivo, hace falta un cambio
epistémico para abordar la complejidad humana, no pensar al sujeto como algo discreto
o cerrado y abordar su realidad social de lazos y anudamientos a partir del ejercicio de
lo transdisciplinar. 
Objetivo
- Comprender la clásica tensión antinómica entre “individuo” y “sociedad”
- Advertir por qué ambos conceptos quedan problematizados y resultan
insuficientes
- Captar la dificultad e insuficiencia de los intentos de intermediación entre el
“individuo” y la “sociedad”. 
- Comprender en qué consiste el cambio epistémico que propone la autora para
llegar a plantear la relación entre lo singular y lo colectivo. 
Desarrollo
El texto propuesto es el segundo capítulo del libro El campo grupal de Ana María
Fernández. 
Lo seleccionamos para su transmisión y estudio en la unidad 1 de Psicología social e
institucional en tanto que creemos que expresa, junto con los otros textos que
conforman esta unidad, un posicionamiento respecto del pensamiento sobre cómo
concebimos desde nuestra unidad de aprendizaje a los sujetos humanos, con lo que esto
implica a la hora de pensarlos en términos de salud y enfermedad.
De este modo, es uno de nuestros textos que conforman el “marco epistemológico” de
esta asignatura.
Aquí la autora, con motivo de pensar lo grupal, realiza un recorrido por el tratamiento
clásico de lo individual y lo social o la sociedad: en términos antinómicos. Es decir,
como entes independientes y aislados entre sí con una relación de oposición, y las
implicancias y problemas que ocasiona este tratamiento en términos teóricos, prácticos e
inclusive, éticos.
En el punto A) va a tratar la antinomia individuo y sociedad y para ello va a afirmar que
existen dos tesis contrapuestas, miradas en puja. En una de ellas; la tesis psicologista,
adscripta al modelo liberal, se planteará que lo que existe concretamente son los
individuos, quienes conforman al sumarse o conjuntarse las instancias sociales. Es decir,
que toda instancia colectiva es una generalización teórica construida a partir de los
individuos concretos. Se trataría de una postura que no reconoce la existencia de
fenómenos propios de lo social que no pueden explicarse desde las teorizaciones sobre
los individuos. 
En cambio, la otra postura conforma una tesis sociologista, que adscribe al modelo
socialista y que plantea que la única realidad está en la instancia colectiva (grupo,
sociedad, colectivo) y que sólo a través de ella se presentifica la instancia individual que
es una entidad lógica. Es decir, que no puede pensarse al hombre fuera de su contexto.
Sin embargo, pese a la evidencia actual de este hecho, esta postura sostiene un
determinismo social lo que significa que no existe lugar para cierto margen de decisión
individual o ruptura en acto y/o pensamiento con lo pautado o establecido socialmente.
En el punto B) desarrolla los espacios en los que se dio la discusión de la antinomia
individuo- sociedad. 
Distinguirá dos espacios: el científico- académico, correspondiente a los debates,
investigaciones, etc. a cargo de profesionales e investigadores en todo ámbito científico-
universitario, dando contenido y desarrollo a cada una de las tesis anteriormente
mencionadas.
El espacio ético político refiere a la inscripción ético- filosófica de la antinomia
individuo- sociedad, de gran importancia en el plano político y que está en el origen del
debate entre Locke y Rousseau. Ellos debatían sobre qué debe priorizarse: ¿los intereses
individuales o los colectivos? La autora plantea que esta misma pregunta se encuentra
en la base de las teorizaciones dadas desde los espacios científico- académicos. Es decir
que existe una decisión ética en la postura teórica que se asume que tendrá implicancias
en las prácticas reales y concretas en la vida social.
Finalizando su reflexión sobre los espacios en los que se debate desde la posición
antinómica plantea que dicha antinomia funcionará como aquello que permite ver u
oculta aquello que puede o no pensarse y en consecuencia como una especie de
anteojera que coarta las posibilidades de desarrollo teórico.
La autora en su desarrollo muestra el surgimiento de pensadores que, tomando noticia
de los problemas derivados de la posición antinómica, intentan una resolución. A esas
posiciones las llamará “Mediadores”. Sin embargo, en tanto que intentan conciliar los
aportes hechos desde las teorías fundadas en la antinomia; es decir: teorizan desde el
psicologismo, o desde el sociologismo, se quedarán en las buenas intenciones y no
lograrán una teorización que exprese el problema en su complejidad.
Allí es que ella va introduciéndonos en su concepción, en su propuesta. No existe tal
cosa como la antinomia individuo sociedad, ni tampoco una tensión a ser resuelta.
Existen singulares y colectivos concretos. Singularidades con sus particularidades
irreductibles a los colectivos, fenómenos colectivos que no terminan de explicarse por la
sumatoria de las singularidades que los componen. Y sí, existe tensión, pero: ¿la tensión
necesariamente es negativa? Aquí aparece este concepto que nos remite al de conflicto
que desde la perspectiva hegeliana, marxiana y freudiana (por mencionar autores que
circulan en nuestra bibliografía) es inherente al hombre, a su historia, etc. El conflicto, o
aquí la tensión, si no es “puesto a trabajar” puede ser destructivo, pero si se trabaja con
él puede llevar a un cambio superador. Los singulares lidiamos con esa tensión: hasta
donde podemos expresar nuestros deseos y hasta donde nos condiciona lo colectivo. 
Entonces, lo que existen son singulares y colectivos en tensión y, agrega, existe una
relación entre ellos de mutua constitución: los singulares desde nuestro nacimiento
ingresamos en una vida colectiva que nos precede, que nos da significados, que nos
nombra, que nos regula; singulares moldeados y condicionados por lo colectivo. Y
¿cómo se constituye lo colectivo? Desde las singularidades. Es decir, ambos términos
no pueden pensarse aislados: están anudados. Para realizar una correcta teorización
entonces es necesario un cambio de paradigma, epistémico; es decir, pensar desde otro
lugar. Es necesario un abordaje desde la transdisciplina a partir de la puesta en común
de diversos lenguajes disciplinarios construir un lenguaje nuevo, común a todas.
De este modo, hemos introducidos coordenadas de lectura de este texto y llamamos la
atención a esta concepción de los sujetos en tanto que singulares en tensión con
colectivos, con las dificultades y posibilidades que dicha complejidad implica.

Continuar navegando