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BIBLIOTECA NUEVA9 788499 405278
ISBN 978-84-9940-527-8
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Después de una ausencia de casi veinte años en el mercado español, presentamos 
la edición de este manual universitario de análisis sobre la ciudad y la urbanización. 
Un texto concebido para atender las necesidades de consulta de estudiantes de 
arquitectura, sociología, antropología, derecho urbanístico, historia, economía y, por 
supuesto, geografía. Al mismo tiempo, la obra quiere ser referencia para especialistas 
y curiosos de los recientes cambios que ha traído aparejado el desarrollo de la 
ciudad en un contexto de globalización. El libro se estructura en seis partes, desde 
una introducción general al fenómeno urbano hasta una lectura sobre cuál será su 
evolución en los próximos decenios. Los capítulos centrales se dedican al estudio del 
urbanismo en la historia, al conocimiento de la población y la economía urbanas, de 
la morfología, estructura y usos del suelo de la ciudad, y de la normativa urbanística 
y de planeamiento vigente en España y Europa. 
Rubén C. Lois González (Coord.), doctor en Geografía, es catedrático de Geografía 
en la Universidad de Santiago de Compostela e investigador principal del Grupo 
ANTE (Análise Territorial). Ha sido profesor e investigador invitado en universidades 
francesas, canadienses, noruegas y brasileñas. Ha publicado decenas de libros y 
artículos en revistas como The Open Journal of Urban Studies, Tourism Geographies, 
Espaces & Sociétés, Sud-Ouest Européen, Ciudad y Territorio o Boletín de la AGE.
Jesus M. González Pérez, doctor en Geografía, es profesor titular de Geografía en la 
Universitat de les Illes Balears. Ha publicado artículos en The Open Journal of Urban 
Studies, Urban Planning Studies, Cybergeo, Annals of Tourism Research, European 
Planning Studies, Sustainability, Sud-Ouest Européen y Boletín de la AGE, entre otros. 
Asimismo, es coautor de The Enciclopaedia of The City.
Luis A. Escudero Gómez, doctor en Geografía, es profesor titular de Geografía en la 
Universidad de Castilla-La Mancha (sede de Toledo). Es autor del libro Los centros 
comerciales, espacios postmodernos de ocio y consumo y también de “The space and 
the historic city: demographic outlines and proposal of social renewal” en la obra 
colectiva Urban changes in different scales, entre otros muchos escritos.
MANUALES Y OBRAS DE REFERENCIA
LOS ESPACIOS 
URBANOS
El estudio 
geográfi co 
de la ciudad y 
la urbanización
Rubén Camilo Lois González (Coord.)
Jesús Manuel González Pérez
Luis Alfonso Escudero Gómez
espacios_urbanosOK2.indd 1 21/09/12 13:52
LOS ESPACIOS URBANOS
El estudio geográfi co de la ciudad
y la urbanización
BIBLIOTECA NUEVA UNIVERSIDAD
MANUALES Y OBRAS DE REFERENCIA
Rubén Camilo Lois González (coord.)
Jesús Manuel González Pérez
y Luis Alfonso Escudero Gómez
LOS ESPACIOS URBANOS
El estudio geográfi co de la ciudad
y la urbanización
BIBLIOTECA NUEVA
Esta obra se ha realizado dentro del Plan Nacional de I+D (proyectos CSO2010-16298 y CSO2009-08400. 
Subprograma Geog.), desarrollados en centros de investigación de las universidades de Santiago de 
Compostela, Illes Balears y Castilla-La Mancha.
© Los autores, 2012
© Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2012
 Almagro, 38
 28010 Madrid
 www.bibliotecanueva.es
 editorial@bibliotecanueva.es
 ISBN: 978-84-9940-528-5
 Edición digital
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, co-
municación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de pro-
piedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la 
propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos 
(www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.
 
 
siglo xxi editores, s. a. de c. v.
CERRO DEL AGUA, 248, ROMERO DE TERREROS,
04310, MÉXICO, DF
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grupo editorial
siglo veintiuno
siglo xxi editores, s. a.
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C 1425 BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
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28010, MADRID, ESPAÑA
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biblioteca nueva, s. l.
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editorial anthropos / nariño, s. l.
DIPUTACIÓ, 266,
08007, BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com
 
LOS ESPACIOS uRBANOS: el estudio geográfico de la ciudad 
y la urbanización / Rubén Camilo Lois et al.- Madrid : Biblioteca 
Nueva, 2012
456p. : il.; 24 cm
1. Geografía humana 2. Geografía regional 3. urbanismo. I. Jesús 
Manuel González Pérez. II. Luis Alfonso Escudero Gómez
911.3 rgc
908 rgl
349.4 lnkw
Índice
CAPÍTULO 1.—El valor de la dimensión urbana. la identifi cación de la ciudad .. 11
 1.1. El crecimiento urbano y sus manifestaciones habituales ...................... 15
 1.1.1. Algunos indicadores básicos para medir la importancia de la ur-
 banización en la actualidad ......................................................... 15
 1.1.2. Hacia una primera defi nición sintética de ciudad y urbanización ..
 1.2. Los estudios sobre el fenómeno urbano. Una perspectiva multidisci-
 plinar ........................................................................................................ 26
 1.3. La crisis de la ciudad tradicional y el desarrollo de las periferias urbanas .. 36
 1.4. Aglomeraciones urbanas y ejes de crecimiento espacial ....................... 45
 1.5. Las imágenes de la ciudad ...................................................................... 55
 1.6. El carácter polisémico de la ciudad del siglo XXI: una propuesta de
 análisis desde diferentes perspectivas ..................................................... 67
CAPÍTULO 2.—El urbanismo en la historia. el proceso de urbanización y la teoría
 de la ciudad ...................................................................................................... 73
 2.1. Los principios del urbanismo. Una presentación .................................. 73
 2.1.1. Ciudad espontánea-ciudad planifi cada ....................................... 74
 2.1.2. Ciudad planifi cada-planta ortogonal .......................................... 76
 2.1.3. Urbanismo, utopía y futurismo en la literatura y en el cine ....... 79
 2.2. Dos milenios de historia del urbanismo: desde las ciudades planifi ca-
 das de la Antigüedad hasta la ciudad preindustrial ............................... 83
 2.2.1. Los orígenes: Próximo Oriente, Egipto y la cultura Harappa .. 83
 2.2.2. El urbanismo en el mundo griego ............................................... 85
 2.2.3. El urbanismo durante el Imperio Romano ................................. 89
 2.2.4. La ciudad medieval planifi cada ................................................... 93
 2.2.5. El urbanismo en la Edad Moderna (I): la utopía renacentista .. 97
8 Índice
 2.2.5.1. Principios de diseño urbano ......................................... 98
 2.2.5.2. Principales teóricos del urbanismo ............................... 99
 2.2.6. El urbanismo en la Edad Moderna (II): el monumentalismo y
 la perspectiva en el Barroco ......................................................... 103
 2.3. La ciudad industrial y el nacimiento de la urbanística .......................... 106
 2.3.1. Urbanismo y ciudad en el siglo XIX ............................................. 107
 2.3.1.1. La reforma interior en Europa: los paradigmas de París
 y Viena ............................................................................ 108
 2.3.1.2. Las políticas de reforma interior en España ................. 111
 2.3.1.3. Los ensanches de población en España: la fi gura de
 I. Cerdà........................................................................... 116
 2.3.2. Teoría de la ciudad y movimientos urbanísticos en el siglo XX .. 121
 2.3.2.1. Los antecedentes de la periurbanización: los suburbios
 y la Ciudad Lineal .......................................................... 122
 2.3.2.2. Un modelo urbano de infl uencia global: la Ciudad Jar-
 dín de Howard ............................................................... 123
 2.3.2.3. Origen y fi n de la Viena Roja ......................................... 125
 2.3.2.4. Planeamiento urbano y Estado del Bienestar: New
 Towns y Ciudades Satélites ........................................... 126
 2.3.2.5. Los principios del urbanismo moderno: Le Corbusier
 y la Carta de Atenas ....................................................... 129
 2.3.2.6. El retorno a la ciudad y los nuevos principios de la re-
 habilitación urbana: el modelo Bolonia ........................ 132
 2.4. La ciudad postindustrial. La reestructuración de la forma urbana ...... 134
 2.5. Ciudades en transición: pobreza, desigualdad y superurbanización en
 América Latina ........................................................................................ 139
 2.5.1. Antecedentes: siglos XV-XX .......................................................... 140
 2.5.2. Urbanización y metropolitanización: desarticulación de la red
 urbana ........................................................................................... 142
 2.5.3. Segregación, desigualdad y marginalidad: inseguridad y violencia . 143
 2.5.4. Estrategias de desarrollo urbano: componer la ciudad consoli-
 dada .............................................................................................. 144
 2.5.5. Urbanización marginal y asentamientos irregulares: barriadas,
 villas miseria, ranchitos y favelas ................................................. 145
CAPÍTULO 3.—Vivir y trabajar en la ciudad. La economía y la población de los es-
 pacios urbanos ................................................................................................. 153
 3.1. Las ciudades como lugares centrales. Una lectura clásica del sistema
 urbano ...................................................................................................... 156
 3.2. El sistema mundial de ciudades y la competitividad urbana. Cambio 
 tecnológico y reestructuraciones económicas ........................................ 166
 3.3. Desindustrialización y terciarización en la ciudad: las economías metro-
 politanas y el papel de las actividades de servicios ................................ 175
 3.4. La diversidad interna de la población urbana y la existencia de procesos
 de segregación espacial ........................................................................... 188
 3.5. Habitabilidad urbana: desigualdad social y residencial ........................ 198
 3.6. Transporte y movilidad urbana ............................................................... 210
 3.7. Los problemas medioambientales de la ciudad y su impacto en las
 condiciones de vida urbanas ................................................................... 224
Índice 9
CAPÍTULO 4.—Las áreas urbanas: formas, estructuras e imagen .......................... 235
 4.1. Morfología y estructura urbanas ............................................................ 235
 4.2. El plano y la trama urbana. Los límites difusos de la ciudad ................ 246
 4.3. Los usos del suelo .................................................................................... 257
 4.4. Las partes de la ciudad: centro y periferias ............................................ 274
 4.5. Imagen, paisaje y promoción urbana ..................................................... 284
CAPÍTULO 5.—Instrumentos de planeamiento en ciudades y metrópolis. Legis-
 lación del suelo y planes urbanísticos ............................................................. 295
 5.1. El ámbito local en la planifi cación .......................................................... 296
 5.2. La construcción de un marco legislativo estatal en materia de suelo:
 1956-1992 ................................................................................................ 299
 5.2.1. Legislación del suelo durante el período preconstitucional:
 LS1956 y Ley de Reforma de 1975 (TR 1976) ........................... 300
 5.2.2. El complejo proceso evolutivo durante las primeras décadas de
 la democracia: una disciplina infl uida por la nueva estructura
 administrativo-territorial ............................................................. 312
 5.3. Legislación y planeamiento urbano en el contexto neoliberal. La pro-
 gresiva mercantilización del suelo (1992-2012) ..................................... 318
 5.3.1. Normativa estatal de suelo: un marco legislativo situado entre
 la descentralización administrativa y el urbanismo neoliberal .. 319
 5.3.2. La burbuja inmobiliaria 1998-2007 ............................................ 328
 5.3.3. Los diferentes estadios de la legislación urbanística en las Comu-
 nidades Autónomas ..................................................................... 333
 5.3.3.1. Figuras de planeamiento urbanístico ............................ 342
 5.3.3.2. Clasifi cación del suelo .................................................... 345
 5.3.3.3. Ejecución del planeamiento: el Agente Urbanizador .. 350
 5.4. Instrumentos de planeamiento general y de desarrollo ........................ 351
 5.4.1. Instrumento de planeamiento municipal: el Plan General de
 Ordenación ................................................................................... 353
 5.4.1.1. Objetivos generales y específi cos .................................. 355
 5.4.1.2. Determinaciones ............................................................ 356
 5.4.1.3. Documentos ................................................................... 362
 5.4.2. Instrumento de planeamiento de desarrollo: el Plan Parcial ..... 366
 5.4.3. Instrumento de planeamiento sectorial y de desarrollo: el Plan
 Especial ......................................................................................... 372
 5.5. Una aproximación al estudio del planeamiento urbano en Europa ..... 376
 5.5.1. Políticas urbanas de la Unión Europea ........................................ 377
 5.5.2. Análisis comparado de los sistemas de planeamiento urbanístico .. 387
CAPÍTULO 6.—El futuro de las ciudades ............................................................... 403
 6.1. Un nuevo reto urbano: ciudades sostenibles ......................................... 404
 6.2. Una planifi cación urbana estratégica ..................................................... 413
 6.3. La regulación del crecimiento urbano en España ................................. 424
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................ 433
CAPÍTULO PRIMERO
El valor de la dimensión urbana.
La identificación de la ciudad
Los últimos doscientos años de la historia de la humanidad suponen que un 
elevado número de personas dejasen de vivir en el campo y se convirtiesen en resi-
dentes de un espacio urbano, bien sea una gran metrópoli, una pequeña ciudad o 
una urbanización de la periferia. En concreto, la tasa de población urbana estima-
da en 2010 era del 50,46 por 100, porcentaje que se eleva al 72,78 por 100 en Eu-
ropa, al 79,63 por 100 en Latinoamérica y el Caribe, y al 82,13 por 100 en América 
del Norte (Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2010). Además, debemos 
considerar que un volumen creciente de individuos depende del salario que les 
proporciona una empresa o administración radicada en un núcleo urbano; los em-
presarios interesados en la rentabilidad de sus negocios también buscan la proxi-
midad de otras firmas,buenas comunicaciones y una clientela numerosa, precisa-
mente lo que un emplazamiento urbano otorga. Los parados, los pobres, los ex-
cluidos sociales en sus diferentes formas, son cada vez más un fenómeno urbano, 
que se manifiesta en la imagen de vagabundos pidiendo por las calles, en áreas de 
chabolas en los bordes de numerosas ciudades.
Si a comienzos del siglo XX, un prestigioso grupo de pensadores encuadrados 
en la Escuela de Chicago, trataron de definir el modo de vida urbano, insistiendo en 
aspectos como la movilidad de las personas, la división del trabajo, el anonimato, 
la secularización o la competitividad (Wirth, 1938. Se dispone de una versión es-
pañola en Fernández-Martorell —Ed.—, 1988), hoy día podemos ver que todos 
estos caracteres coinciden con nuestra manera de concebir la existencia. Un día 
cualquiera salimos de casa para dirigirnos al trabajo o al lugar de estudio, y para 
ello recurrimos al automóvil, al autobús, al tren de cercanías..., un modo de trans-
12 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
porte urbano, pues urbano también es el movimiento pendular que realizamos. 
Antes de regresar a casa podemos ir de compra, y las opciones más frecuentes se-
rán una gran superficie comercial, un hipermercado o una calle del corazón de la 
urbe. La asistencia o participación en un acto deportivo, una cita con los amigos, 
ir al cine o al teatro, en definitiva, las formas cotidianas de ocio en las sociedades 
contemporáneas, son de nuevo urbanas. Por último, es posible que decidamos 
quedar en casa y encender el televisor, que nos mostrará imágenes de Barcelona, 
Buenos Aires o Nueva York, donde se producen noticias, se celebra un campeona-
to o donde nuestro personaje preferido es el eje de la trama argumental del episo-
dio correspondiente de la serie de moda.
Como tratamos de señalar, lo urbano está presente en nuestro devenir diario. 
Todo esto a pesar de que en muchas sociedades opulentas, cada vez más personas 
opten por abandonar sus pisos o apartamentos en áreas urbanas sobredensificadas 
y se desplacen a residir a la periferia ciudadana. Sin embargo, el nuevo habitante 
de una urbanización distante algunos kilómetros de la ciudad central no deja de ser 
considerado ciudadano, urbanita. El proceso de urbanización que hace varios de-
cenios se identificaba casi exclusivamente con el crecimiento de ciudades, el hábi-
tat en barrios, el trabajo cotidiano en grandes centros de actividad, ha sido supera-
do. Así, tanto el centro urbano clásico, como el distrito residencial de torres en 
altura o de viviendas unifamiliares, el polígono industrial de siempre y el moderno 
parque empresarial, son espacios urbanos.
Desde la perspectiva actual, los espacios urbanos son los escenarios centrales 
de vida y de actividad para la mayoría de las naciones y pueblos distribuidos por 
todo el mundo. De un total de 210 estados soberanos con informaciones disponi-
bles para 2010, 127 presentan una tasa de urbanización superior al 50 por 100 y 68 
al 70 por 100 (Reino Unido, 79,6 por 100, España, 77,4 por 100; Alemania, 73,4 
por 100, Venezuela, 93,4 por 100; Argentina, 92,4 por 100, Estados Unidos, 82,3 
por 100; Corea del Sur, 83,0 por 100) (Fondo de Población de las Naciones Uni-
das, 2010) (véase figura núm. 1). Seguimos utilizando la expresión rural, para refe-
rirnos a aquellas áreas con densidades de población más bajas, la pervivencia de un 
paisaje menos alterado y donde las actividades agrarias mantienen una relativa 
importancia. Sin embargo, los espacios rurales en el presente son muy distintos 
a los de comienzos del siglo XX, pues han sufrido también los efectos de la urba-
nización: modelos capitalistas de gestión de sus recursos, cierta diversificación 
económica, invasión periódica por urbanitas que buscan el descanso y la tran-
quilidad, etc.
Es conveniente seguir manteniendo el uso de términos contrapuestos como 
rural y urbano para realizar el análisis de diferentes territorios. No obstante, el 
crecimiento de las ciudades y sus periferias amplias, provoca que la organización 
del espacio en la actualidad deba interpretarse en una clave preferentemente urba-
na. Las grandes ciudades y metrópolis constituyen los puntos fuertes del territorio, 
en los que se decide, se concentra la actividad y se sitúan las grandes terminales de 
transporte. Estas ciudades se presentan bien relacionadas entre sí, con lo que se 
habla de red o sistema urbano, incluso de sistema mundial de ciudades. En ámbitos 
más concretos, las ciudades se aproximan, gracias a la construcción de autopistas 
o la propia dinámica edificativa. Debemos referirnos, en consecuencia, a conurba-
Los espacios urbanos 13
FIGURA 1—.Tasa de urbanización sobre la población total en 1960 y 2010, por países
 Fuente: ONU.
1960
2010
14 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
ciones, aglomeraciones urbanas y ejes de crecimiento territorial. Dichas expresio-
nes tienen cierta tradición y han sido utilizadas para definir el Randstad holandés 
o la Cuenca del Rhur alemana; sin embargo, en los últimos tiempos su empleo se 
generaliza en áreas del litoral español o portugués, las inmediaciones de una capital 
política como Madrid, etc. Estos espacios con intensísima ocupación y una super-
ficie respetable concentran la mayoría de la población, la riqueza y la capacidad de 
decisión. Constituyen el centro, los sectores imprescindibles para comenzar el es-
tudio geográfico de cualquier territorio. Al margen de ellos, se desarrollan las áreas 
rurales, las pequeñas y medianas ciudades, que se corresponden más al esquema 
interpretativo de lo urbano existente a mediados del siglo XX, cuando lugares cen-
trales, esferas de influencia, constituían los referentes para la interpretación de la 
realidad espacial. Hoy en día, este conjunto de lugares acostumbran a ser entendi-
dos como la nueva periferia, una periferia desprovista de connotaciones de atraso, 
bajo nivel de vida y atonía económica.
A nivel práctico, para analizar el significado concreto de estas expresiones, su 
traducción en el espacio, contamos con un buen número de fuentes informativas 
que las nuevas Tecnologías de Información Geográfica (TIGs) han permitido ela-
borar. Entre ellas el Atlas Estadístico de las Áreas Urbanas Españolas que, de for-
ma similar a otros países, permite analizar el crecimiento urbano y las formas que 
adopta en diversas circunstancias. Por supuesto, las imágenes proporcionadas por 
el Corine Land Cover y por el desarrollo de Google Earth. Cualquier cambio ur-
bano es visible a partir de sus informaciones, se puede traducir en mapas o en es-
tadísticas que lo sinteticen. De hecho, las nuevas formas de conocimiento a través 
de la imagen facilitan el estudio de dinámicas territoriales complejas, que los térmi-
nos tradicionales y nuevos deben de ayudar a definir con exactitud.
Las palabras ciudad, urbe o área de influencia empezaron a emplearse hace 
mucho tiempo, cuando los espacios urbanos eran fundamentalmente núcleos que 
poseían unos límites nítidos, se destacaban por su población total y actuaban como 
islas de actividad no agraria en territorios todavía hegemónicamente rurales. Dicho 
de una forma distinta, recurrimos a expresiones-clave que surgieron en otros pe-
ríodos y que han evolucionado para acomodarse al presente. Frente a la prolifera-
ción de neologismos, que pretenden interpretar una realidad novedosa (apunte-
mos algunos como crecimiento tentacular, sociedad informacional, exurbaniza-
ción, etc.), se debe reivindicar la adaptación de términos usuales en el lenguaje 
coloquial y de gran tradición, e ir introduciendo aquellos otros que no queden li-
mitados a una formulación teórica particular y que sirvan para explicar procesos 
de cierta impronta en el espacio. En cualquier caso, el empleo de una u otra pala-
bra siempre debe acompañarse de una explicación sobre su significado preciso. En 
esta primera parte de la obra se trata de irsacando a la luz expresiones que nos 
permitan introducir orden en el análisis de una realidad extraordinariamente com-
pleja como es la urbana.
A lo largo de las siguientes páginas, nos interesará evaluar la importancia de las 
ciudades y sus periferias a escala mundial y de diversos territorios, con especial 
incidencia en los más próximos a nosotros. Así, nos acercaremos a diferentes re-
flexiones de carácter general sobre lo urbano y nos ocuparemos del proceso de 
crecimiento de los núcleos principales. El segundo epígrafe parte de la constata-
Los espacios urbanos 15
ción de que los espacios urbanos no pueden ser explicados en su totalidad desde 
una sola perspectiva disciplinaria, sino que requieren de las aportaciones de geó-
grafos, sociólogos, arquitectos-urbanistas, etc., para su correcta comprensión. Esto 
significa que la ciudad es estudiada por un elevado número de enfoques, con lo 
que una obligación de las obras de síntesis consiste en integrar estas visiones dife-
renciadas. En el tercer apartado nos fijaremos en la crisis de la ciudad con límites 
precisos, bien diferenciada de su entorno, lo que llamamos ciudad tradicional, y en 
la expansión reciente de las periferias urbanas, esto es, de las formas de urbaniza-
ción difusa en espacios relativamente grandes. El crecimiento de las áreas urbanas, 
así como las mejoras registradas en los sistemas de transporte y comunicaciones, 
no solo se traducen en un desarrollo del hábitat periurbano, sino que afectan a la 
organización espacial de la mayoría de las regiones como se demostrará en el cuar-
to apartado. De hecho, las ciudades o las redes urbanas simples comienzan a ser 
sustituidas por ejes de crecimiento, que se convierten en los espacios centrales de 
territorios más amplios. Por su parte, el quinto epígrafe se reserva al análisis de las 
múltiples imágenes (mentales, publicitarias, de promoción, etc.) que genera la ciu-
dad o un determinado espacio urbano. En una sociedad donde la información 
adquiere un papel trascendente, la construcción de representaciones urbanas tiene 
indudables consecuencias a la hora de captar inversiones en un contexto de com-
petencia acrecentada, favorecer el turismo y condicionar el mercado inmobiliario, 
entre otros. Por lo tanto, cualquier estudio riguroso que profundice en el conoci-
miento de los espacios urbanos debe preocuparse por su imagen. Finalmente, el 
sexto apartado constituirá una recapitulación general y su contenido tratará de 
sintetizar muchas de las ideas comentadas.
1.1. EL CRECIMIENTO URBANO Y SUS MANIFESTACIONES HABITUALES
Las páginas introductorias han tratado de subrayar varias ideas, que vivimos en 
espacios creados por la urbanización, que el calificativo urbano también se puede 
aplicar al modo de vida característico de las sociedades actuales, que las áreas ur-
banas se han diversificado internamente, y que los términos utilizados para estu-
diar la ciudad y la urbanización son originarios de otras épocas. Por eso, ahora 
vamos a interesarnos por conocer los resultados más significativos del proceso ur-
banizador, recurriendo al empleo de valores estadísticos y análisis cualitativos de 
situación.
1.1.1. Algunos indicadores básicos para medir la importancia de la urbanización
en la actualidad
Sin lugar a dudas, por urbanización entendemos varias dinámicas diferencia-
das. Primero, urbanización implica concentración del efectivo humano en torno a 
unos lugares concretos y no muy extensos, las grandes metrópolis, las aglomeracio-
nes urbanas, las ciudades, las urbes pequeñas o medianas, entre otras denomina-
ciones. Además, supone que los núcleos urbanos ejercen como centros económi-
16 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
cos indiscutibles de ámbitos mucho más amplios. En tercer lugar, se traduce en la 
creación de paisajes característicos, con un elevado número de edificios, nutrida 
presencia de establecimientos comerciales, parques bien cuidados, sedes de orga-
nismos públicos y viales de todo tipo donde se procura separar la circulación roda-
da de la peatonal. Finalmente, urbanización significa para muchos autores la gene-
ralización a toda la sociedad de pautas y hábitos de vida surgidos en la ciudad.
Con respecto a la primera acepción, nos ha parecido interesante fijarnos en la 
evolución del número de habitantes de las localidades más pobladas. Evidente-
mente, casi todos los estudios sobre la ciudad y la urbanización nos recuerdan 
que la población total de un núcleo constituye un registro parcial para ponderar 
su carácter urbano. No obstante, tanto la dinámica seguida por la cifra de cen-
sados en las ciudades como la denominada tasa de urbanización (proporción de 
residentes en entidades que superan un determinado umbral demográfico), ayu-
dan a comprender las causas del crecimiento los núcleos principales. Siguiendo 
una práctica que ya utilizada en diversos manuales publicados hasta el momento 
(Vilá y Capel, 1970; Valenzuela, 1989), hemos ordenado las ciudades españolas 
de más de 100.000 habitantes en siete fechas diferenciadas para estudiar los 
factores que explican, grosso modo, el crecimiento de las poblaciones más im-
portantes (véase tabla núm. 1). De hecho, la confección de esta tabla nos permi-
tirá comprender dos fenómenos: el notable incremento de la población en los 
núcleos urbanos de toda España en el último siglo y medio, y las causas que lo 
justifican.
TABLA 1.—Ciudades españolas de más de 100.000 habitantes
1857 1900 1930 1960 1981 2001 2009
Madrid 281.100 539.800 925.800 2.259.931 3.158.818 2.938.723 3.255.944
Barcelona 178.600 533.600 1.005.500 1.557.863 1.752.627 1.503.884 1.621.537
Valencia 106.400 213.500 320.100 505.066 744.748 738.441 814.208
Sevilla 122.100 148.300 228.700 442.300 645.827 684.633 703.206
Zaragoza 173.900 326.316 571.855 614.905 674.317
Málaga 130.100 188.000 301.048 503.251 524.414 568.305
Murcia 111.500 158.700 249.378 284.585 370.745 436.870
Palma de Mallorca 159.084 290.372 333.801 401.270
Las Palmas 193.862 360.098 354.863 381.847
Bilbao 161.900 297.942 433.115 349.972 354.860
Alicante/Alacant 121.527 245.953 284.580 334.757
Córdoba 198.148 279.386 308.072 328.428
Valladolid 151.807 320.297 316.580 317.864
Vigo 144.914 261.331 280.186 297.332
Gijón 124.714 256.433 266.419 277.554
L’Hospitalet 103.100 122.813 295.074 239.019 257.038
Los espacios urbanos 17
1857 1900 1930 1960 1981 2001 2009
A Coruña 177.502 231.721 236.379 246.056
Vitoria/Gasteiz 189.533 216.852 235.661
Granada 157.178 246.642 240.661 234.325
Elche/Elx 164.779 194.767 230.112
Oviedo 127.058 184.473 201.154 224.005
S.ª Cruz de Tenerife 133.100 185.899 188.477 222.417
Badalona 229.780 205.836 219.547
Cartagena 123.630 167.936 184.686 211.996
Terrassa 155.614 173.775 210.941
Jerez 130.900 175.653 183.273 207.532
Sabadell 105.152 186.123 183.788 206.493
Móstoles 150.259 196.524 206.478
Alcalá de Henares 137.169 176.434 204.574
Pamplona/Iruña 177.905 183.964 198.491
Fuenlabrada 182.705 197.836
Almería 140.745 166.328 188.810
Leganés 163.916 173.584 186.086
San Sebastián/
Donostia 118.100 135.149 172.303 178.377 185.357
Santander 118.435 179.694 180.717 182.700
Castellón/Castelló 124.487 147.667 180.005
Burgos 152.545 166.187 178.966
Albacete 116.484 148.934 169.716
Alcorcón 140.957 153.100 167.967
Getafe 126.558 151.479 167.164
Salamanca 153.981 156.358 155.619
Logroño 109.536 133.058 152.107
La Laguna 106.814 128.822 150.661
Huelva 127.522 142.284 148.806
Badajoz 111.456 133.519 148.334
Tarragona 109.112 113.129 140.323
Lleida 106.814 112.199 135.919
Marbella 100.036 134.623
León 127.095 130.916 134.305
Cádiz 117.871 156.711 133.363 126.766
TABLA 1.—Ciudades españolas de más de 100.000 habitantes (cont.)
18 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
1857 1900 1930 1960 1981 2001 2009
Dos Hermanas 101.988 122.943
Mataró 106.358 121.722
Santa Coloma
de Gramanet 140.613 112.992 119.717
Torrejón de Ardoz118.162
Jaen 112.590 116.557
Algeciras 101.468 116.209
Parla 115.611
Alcobendas 109.104
Ourense 107.510 107.742
Reus 107.118
Torrevieja 101.792
Telde 100.015
Fuente: INE, Censos y Padrones de Población.
Desde cualquier punto de vista que adoptemos, se aprecia la dinámica urbaniza-
dora expresada por estos valores. Así, el número de ciudades con más de 100.000 
habitantes pasa de 4, 5 o 6 durante la segunda mitad del siglo XIX a una cifra entre 60 
y 65 en los últimos años. Resulta curioso comprobar cómo la cifra de residentes en 
Madrid y Barcelona en 1857 es similar a la aportada por núcleos de sus respectivas 
áreas metropolitanas en el último recuento utilizado (Badalona, Terrassa, Leganés, 
Fuenlabrada, etc.). Todo esto partiendo de la constatación general de que si en 1857 
tan solo 688.200 personas vivían en urbes que superaban los cien mil moradores, esta 
cifra casi se había triplicado en 1900 (1.676.800 habitantes), multiplicado por más de 
diez en 1960 (8.482.688 hab.) y por más de veinte en 2009 (18.672.727 hab., respec-
tivamente). Se observa que la urbanización sigue un fuerte ritmo desde mediados 
del XIX hasta 1981, mientras que en los últimos tiempos las ganancias de habitantes 
de las ciudades principales se han moderado (con un repunte en el último decenio, 
producto del proceso urbanizador acelerado, o burbuja inmobiliaria, que ha afectado 
a la práctica totalidad de sus términos municipales ciudadanos, y por supuesto al 
asentamiento de un elevado número de inmigrantes en los núcleos principales).
El notable aumento de la población que habita en ciudades es el resultado de 
los cambios socioproductivos que se ha sucedido. Más en concreto la industriali-
zación y el espectacular incremento del empleo en el sector servicios. Se trata de un 
fenómeno que afecta, por un lado, a las grandes capitales que como Madrid, Bar-
celona, Valencia y Sevilla apenas superaban los 100.000 habitantes en 1857 y que 
en la actualidad rebasan los 700.000. Por otro, a núcleos de tamaño más modesto 
como Móstoles, Getafe, Santa Coloma, Mataró o Baracaldo que entran en esta 
relación cuando al principio del período considerado no dejaban de ser pequeñas 
TABLA 1.—Ciudades españolas de más de 100.000 habitantes (cont.)
Los espacios urbanos 19
entidades próximas a los centros madrileño, barcelonés o bilbaino; asimismo, sim-
ples capitales de provincia en fase de consolidación en el XIX como Vitoria, Jaén, 
Ourense o Burgos, acaban por reafirmarse como importantes centros administra-
tivos, comerciales y de localización de empresas.
En un análisis más detallado de los datos, se comprueba que el período 1857-
1930 fue determinante para que Madrid y Barcelona sobresaliesen demográficamen-
te. Un crecimiento urbano que coincidió en el tiempo con el registrado en las grandes 
capitales de toda Europa. En la segunda mitad del siglo XX, tanto Madrid como Bar-
celona han sido los núcleos millonarios por excelencia de España. En un segundo 
grupo que incluiría desde ejemplos que superan el medio millón de habitantes (Va-
lencia, Sevilla o Zaragoza) hasta otros que se sitúan en torno a los 300.000 (Vigo, 
Alicante o Gijón), nos encontramos con un conjunto de ciudades que por lo general 
han mostrado incrementos continuos, debido tanto a una fuerte presencia fabril 
como a concentrar actividades de servicios con un radio de acción regional. Por últi-
mo, entre los núcleos de tamaño menor es posible distinguir aquellos que han aumen-
tado su total de habitantes de forma relativamente suave, en general capitales de pro-
vincia con ciertas limitaciones a su expansión constructiva (los casos de San Sebastián 
o Cádiz), y otros situados en regiones metropolitanas extensas con unos porcentajes de 
incremento poblacional impresionantes (Móstoles, Fuenlabraba o L’Hospitalet).
En un siglo y medio de evolución se observa que las ciudades españolas más 
pobladas han experimentado un fuerte desarrollo, desconocido en otras épocas. A 
este respecto, debemos recordar que el proceso seguido en España no es excepcio-
nal sino que se enmarca en una corriente mundial de crecimiento. De hecho, el 
reparto de las tasas de urbanización en los cinco continentes obedece a principios 
muy claros, si bien es posible detectar dinámicas particulares de ámbito regional. 
En principio, los países desarrollados son los que poseen una tasa de urbanización 
más alta. Toda Europa occidental, América del Norte, Oceanía, Japón y Corea del 
Sur presentan niveles de más del 60 por 100, en muchos casos del 80 por 100, de 
sus poblaciones viviendo en núcleos urbanos. Además, una mayoría de países de 
Europa central y oriental están muy urbanizados (Rusia, Polonia, Ucrania, Bulga-
ria o Estonia, por encima del 70 por 100), debido a la importancia que ha mante-
nido su red de ciudades de origen medieval y a las políticas industrialistas a ultran-
za del período soviético. En función de estos valores, se deduce que si la urbaniza-
ción se desarrolla en un determinado momento histórico (pensemos en las 
tempranamente industriales Bélgica o el Reino Unido), luego es muy difícil que el 
porcentaje de residentes en las ciudades disminuya; si hay crisis aumentará la po-
breza urbana, pero no hay retorno a lo rural. Un tercer grupo significativo de na-
ciones con una notable urbanización está constituido por buena parte de América 
Latina, con Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela (tasas superiores al 80 
por 100) a la cabeza. Se trata de países donde la colonización primero y el aporte 
migratorio después se concentraron en las ciudades. Cabe apuntar también que 
todos estos territorios acusan problemas de macrocefalia urbana (crecimiento de 
una o dos ciudades principales por encima de lo razonable). Finalmente, se deben 
destacar las tasas de la península arábiga (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, 
Omán, etc.), como resultado de una dinámica de polarización económica y fuerte 
crecimiento demográfico (natalidad e inmigración) en torno a las escasas urbes 
20 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
preexistentes, muy favorecidas por los beneficios asociados a la explotación de 
hidrocarburos.
También es posible correlacionar menor incidencia de la urbanización con la 
existencia de países pobres y sociedades tradicionales. Se debe afirmar, pero intro-
duciendo matizaciones: Bolivia y Perú, en América del Sur, podrían equipararse a 
Indonesia o Tailandia por lo que se refiere a niveles de desarrollo y en cambio pre-
sentan una tasa de urbanización que puede duplicar a la de los dos países de Asia. 
La lista de naciones con un nivel de urbanización inferior al 25 por 100 incluye a 
la mayoría de las más pobres del mundo, como Nepal, Etiopía, Malawi, Ruanda y 
Timor Oriental. Los contrastes en las tasas de urbanización a escala mundial si-
guen revelando una oposición básica entre los países según su nivel de riqueza. Sin 
embargo, el crecimiento urbano actual se concentra en las naciones del Sur que 
han visto aumentar su porcentaje de habitantes no rurales del 17 por 100 en 1950 
a más del 40 por 100 en 2010 (Stutz y De Souza, 1998; Fondo de Población de las 
Naciones Unidas, 2010).
En cualquier introducción al fenómeno urbano se recurre a aportar informa-
ciones demográficas. Pero la concentración del efectivo humano en ciudades se 
debe a que estos núcleos actúan como espacios preferentes de localización de em-
presas, como generadores de empleo. Algunos autores han insistido en equiparar 
la riqueza de las principales ciudades y aglomeraciones urbanas del mundo con la 
de países enteros, ya que las grandes capitales son el lugar de radicación de las 
mayores instituciones económicas de una nación, concentran lo sustancial de las 
inversiones exteriores directas, actúan como mercados financieros de primera 
magnitud y acostumbran a servir de marco a las más importantes actividades de I 
+ D. Teniendo en cuenta estas evidencias, no debe extrañarnos que para 2008 el 
PIB de las grandes aglomeracionesurbanas del mundo se pueda confrontar con el 
de una serie de estados soberanos (Banco Mundial, 2010). El resultado es que la 
aglomeración de Tokio con 1.191 miles de millones de dólares encabeza el ranking 
a nivel mundial, seguida de Nueva York con 1.133, la aglomeración de Los Ánge-
les con 639, Chicago con 460 y París con 460. En todos los casos, cifras que se 
asemejan a las de India, 1.159 miles de millones en la misma fecha, Polonia con 528 
y Argentina con 328. Los núcleos urbanos como centros de actividad, dinamizado-
res del sistema productivo y expresión de las desigualdades de desarrollo existen-
tes a nivel mundial. De las veinte primeras aglomeraciones urbanas del mundo en 
función de su PIB, 11 se localizan en Estados Unidos, 4 en China-Japón-Corea del 
Sur, 3 en Latinoamérica (México D.F., Buenos Aires y Sao Paulo), y tan solo dos 
(Londres y París) en Europa.
Si nos fijamos en el espacio interior de las urbes, es posible corroborar el carác-
ter de estos núcleos como centros económicos indiscutibles. El geógrafo francés R. 
Guglielmo aporta una interesante descripción de la City de Londres. De este cen-
tro financiero escribe,
la City, verdadero símbolo del CBD (Central Bussines District) que, sobre ape-
nas 2,5 km2, concentra las sedes del Banco de Inglaterra, de otros numerosos 
bancos y compañías de seguros, de la Bolsa (Royal Exchange) y de decenas de 
establecimientos del comercio internacional (...). En pleno corazón del centro 
Los espacios urbanos 21
histórico de la ciudad, ofrece un paisaje particular, con altas torres ultramoder-
nas, que contrastan con inmuebles antiguos, supervivientes de los bombardeos 
de la última guerra, y que dominan un conjunto de calles estrechas, cuyo traza-
do, fijado en la Edad Media, no ha sido modificado después. Cuatro estaciones 
la sirven y juegan un papel esencial pues, si la población residente en la City ha 
caído a menos de 5.000 habitantes (...), medio millón de personas de los alrede-
dores trabajan en ella durante la jornada. La City ejerce un poder de atracción 
sobre los medios de negocios, como lo ha demostrado (...) tanto la implantación 
de decenas de miles de metros cuadrados de oficinas y comercios (...), (como la) 
importante operación realizada en los 1980 alrededor de la estación de Liver-
pool Street, situada solamente a algunos centenares de metros de la City. Los 
400.000 m2 de oficinas que han sido creados en este sector han acogido las se-
des sociales de grandes empresas y bancos (L’Union des banques suisses, por 
ejemplo) (Guglielmo, 1996).
Sin duda, el centro de las ciudades simboliza el potencial de las mismas, aun-
que expulse a los residentes atrae a un elevado número de trabajadores con domi-
cilio en toda el área urbana. El corazón de cualquier capital siempre ejerce como 
un importante centro de decisión; en cierta medida, su significación económica, 
política y financiera resume la proyección de la ciudad que lo contiene.
El tercer atributo consustancial a lo urbano es la existencia de unos paisajes y 
una morfología que expresan cómo la acción humana ha transformado por com-
pleto espacios bien acotados. De hecho, podemos aludir al hecho de urbanizar en 
el sentido que le otorga la legislación del suelo y que comprende dotar de acceso 
rodado, electrificar, abastecer centralizadamente de agua e instalar una red de al-
cantarillado en un sector cualquiera (Zoido, De la Vega, Morales, Mas y Lois, 
2000). Así, se han ido levantando ciudades mediante la construcción viviendas 
unas al lado de otras, el pavimentado de calles, la realización de edificios emblemá-
ticos y monumentos, y el trazado de vías para el tránsito rápido.
De este modo, podemos observar como las calles, los cruces y las plazas son 
elementos constitutivos del plano de las ciudades (véase figura núm. 2) (Panerai, 
Castex y Depaule, 1986). Para su estudio nos basamos en varios ejemplos de 
urbanistas contemporáneos de renombre, como Camillo Sitte o Raymond 
Unwin. Sitte trabaja sobre la idea de plaza, como lugar céntrico por excelencia 
de la ciudad, en la que se sitúan edificios monumentales, y que también es sus-
ceptible de ser ocupada para la celebración de mercados periódicos o para aco-
ger espectáculos. Su existencia implica una localización apreciada en el plano y 
permite organizar un escenario buscado por los más pudientes para instalarse o 
mostrar su poder. Las plazas y las calles se asocian a la idea de urbanización, y 
entre estos dos elementos el creador de la notable ciudad jardín de Hampstead, 
R. Unwin, emplea distintos tipos de cruce para formular sus diseños. Los cruces, 
como intersección de calles o carreteras, conllevan que la circulación rodada se 
detenga o ralentice. Nos interesa insistir en que plazas, cruces y calles son for-
mas urbanas típicas, como la necesidad de un tráfico fluído en el interior de las 
poblaciones principales, y disponer de espacios donde situar mercados al aire 
libre, comercios o monumentos, así como ámbitos de disfrute del ocio (Panerai, 
Castex y Depaule, 1986).
22 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
El espacio urbano se presenta como un producto social, resultado de la acción 
humana que pretende acotar los lugares de residencia y los más adecuados para el 
desarrollo de las actividades económicas o la demostración del poder. Por lo tanto, 
su valor ha sido siempre muy alto, lo que se manifiesta en el hecho de que los pre-
cios del mismo se calculen en miles de euros por metro cuadrado. Este es otro 
rasgo que permite diferenciar lo urbano de los restantes espacios, ya que poco 
importa la calidad del suelo en cuestión, se valora su elevada accesibilidad y consi-
deración en el planeamiento municipal vigente. Han sido numerosas las teorías y 
estudios concretos realizados sobre el precio del suelo y el problema de la vivienda 
en las ciudades (Engels, 1977; Topalov, 1984; Velasco, 1994; Cortés, 1995; Vergés, 
1998), pero ahora nos interesa recalcar su especificidad en función del coste final 
del espacio construido. Así, si consultamos los datos que suministra la Sociedad de 
Tasación comprobamos que el precio por metro cuadrado de vivienda nueva en las 
capitales de provincia españolas se sitúa en 2.537 euros a finales del primer semes-
tre de 2010 (o lo que es lo mismo, 253.700 euros para una vivienda de 100 m2). 
Esto considerando que nos hallamos en medio de una gran crisis económica, que 
ha hecho bajar este registro en un 4,5 por 100 en el último año. Como es lógico, los 
precios más elevados se obtienen en las grandes ciudades o en espacios muy valo-
rados (Barcelona, 3.907 euros; San Sebastián, 3.776 y Madrid, 3.370) frente a la 
relativa moderación de pequeñas capitales de provincia (Pontevedra, 1.385 euros; 
Badajoz, 1.438 y Lugo, 1.443) (Sociedad de Tasación, 2010).
En la introducción hemos insistido en la existencia de un modo de vida urbano, 
desarrollado por la convivencia de un elevado número de personas en un espacio 
reducido. En un artículo de R. I. Palm y A. R. Pred (Palm y Pred, 1985; García 
FIGURA 2.—El rol de la plaza en la composición urbana
Fuente: Panerai, Castex y Deapule, 1986.
a) Camillo Sitte: recopilación de pla-
zas y esquema teórico de una pla-
za urbana (Der Stadtebau...)
b) Raymond Unwin: estudio de dife-
rentes tipos de cruce y tratamien-
to de una plaza en Hampstead 
(Town Planning in Practice)
c) H. P. Berlage: Mercatorplein (Pla-
za Mercator) en Amsterdam
d) Michael De Klerk: Henriette 
Ronner Plein en Amsterdam
a
c d
b
Los espacios urbanos 23
Ramón, 1985), se intenta aplicar el enfoque cronogeográfico al conocimiento de 
los desplazamientos habituales de las mujeres urbanas en California. Resulta inte-
resante comprobar cómo se plantea que la posesión o no de un empleo remunera-
do constituye un elemento fundamental de diferenciación de los individuos en las 
colectividades urbanas. En este sentido, cabe precisar que en las ciudades existe 
una fuerte segmentación de los papelesatribuidos a las personas. El acceso o no a 
un salario, ha servido para distinguir a aquellos con capacidad de decisión y los 
clasificados como dependientes (amas de casa, menores y estudiantes), que realizan 
un considerable esfuerzo no recompensado directamente con dinero. Esta distin-
ción es característica de las sociedades urbanas, ya que en contextos rurales tradi-
cionales muy difícilmente se puede hablar de la existencia de amas de casa strictu 
senso y la importancia del trabajo pagado en moneda es menor. En segundo térmi-
no, estos autores norteamericanos otorgan una gran relevancia a la posesión o no 
de un automóvil individual, pues la movilidad, la posibilidad de desplazarse a lo 
largo de la jornada, fue originariamente un atributo del modo de vida urbano. Las 
ciudades, y en especial las aglomeraciones urbanas, son espacios complejos, exten-
sos y concebidos para facilitar la circulación rodada. En todo caso, la mayoría de 
los contactos que protagonizan los habitantes de las ciudades a diario son breves y 
superficiales. Como se ha afirmado, el anonimato es un rasgo de la vida urbana; un 
atributo que se deriva de la permanencia muchas horas en la casa o en el piso de 
un sector citadino, también periurbano, muy densificado.
1.1.2. Hacia una primera definición sintética de ciudad y urbanización
Hasta ahora hemos enumerado atributos de lo urbano, razones que explican el 
crecimiento actual de las ciudades y sus periferias. A este respecto, primero se 
debe afirmar que la urbanización es ante todo una realidad que se asocia a la época 
contemporánea, de modo particular al siglo XX. Antes de la Revolución Industrial, 
las ciudades eran minoría, constituían una excepción en ámbitos esencialmente 
rurales. En cambio en los últimos tiempos vivir en ellas, o en sus proximidades, se 
convierte en lo usual (Vinuesa y Vidal, 1991). Las ciudades se definen por unas 
elevadas densidades (de población, edificatorias, de empresas instaladas). Podría-
mos decir que la ocupación continua del espacio, el pavimentado de las calles, la 
presencia de pequeños parques o zonas verdes y de una serie de infraestructuras 
subterráneas (canalizaciones del agua, eléctricas, red de alcantarillado), expresa la 
idea de ciudad.
Siempre se ha querido ver a la ciudad como un núcleo de población grande. 
No obstante, los intentos de determinar el mínimo de habitantes de una urbe han 
resultado poco eficaces. A este respecto, los 10.000 habitantes que establece el 
INE como límite mínimo de lo urbano para España son menos adecuados que los 
5.000 de Portugal en algunas regiones del norte de la Península; por el contrario, 
en territorios muy urbanizados como Japón el umbral se establece en los 30.000 
censados (Carreras, 1983; Carter, 1987). Frente a estas discusiones, una afirmación 
incuestionable consiste en definir a las ciudades y los núcleos urbanos como aque-
llas localidades donde una abrumadora mayoría de su población activa se encua-
24 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
dra en la industria y los servicios. Esto es completamente cierto, pero los cambios 
económicos que se han sucedido y el impulso que ha adquirido la urbanización 
hacen que casi todas las entidades habitadas cumplan este requisito. Por lo tanto 
es necesario que exista una marcada división del trabajo, para afirmar con total 
precisión que nos hallamos ante un núcleo urbano.
Desde una perspectiva visual, paisajística o morfológica, no es complicado dis-
tinguir una ciudad. La existencia de calles y avenidas que se concibieron para ca-
nalizar un intenso tráfico, la proliferación de edificios, el tratamiento como jardi-
nes de las principales áreas de vegetación existentes, siempre nos remite al hecho 
urbanización. La ciudad como realidad objetiva y como imagen simbolizada por 
algún hito. Del mismo modo, los sectores periféricos se nos muestran como una 
sucesión de áreas residenciales, espacios reservados a la industria o al comercio 
mediante grandes superficies. Pero en cualquier caso se vuelve a apreciar la inten-
sa transformación de los terrenos que acogen a la ciudad, la sucesión de modelos 
constructivos y la creación de grandes ejes viarios para canalizar una circulación 
intensa. Los núcleos urbanos como expresión de los progresos técnicos de la ar-
quitectura y la ingeniería, y de unos paisajes cuidados, embellecidos por actuacio-
nes concretas que juegan con el significado de prestigio que se asocia al término 
ciudad (monumentos, edificios de vanguardia, etc.).
Por último, las ciudades y sus aglomeraciones cumplen un papel fundamental 
en la organización del espacio. Desde hace varios decenios la geografía o la econo-
mía regionales comienzan sus explicaciones a partir de un gran centro urbano, una 
metrópoli o un eje de crecimiento espacial donde se concentran los efectivos de-
mográficos, la capacidad de generar riqueza, y las actividades innovadoras. Las 
aglomeraciones urbanas presentan cada vez más una estructura interna compleja, 
derivada de la yuxtaposición de diferentes usos del suelo, también un nivel de co-
hesión funcional no desdeñable. A partir de ellas, se entienden las claves del de-
sarrollo regional o nacional. Los sectores rurales se interpretarán como periferia, 
dado que su producción agropecuaria se destina hacia el mercado urbano y el 
precio del suelo está condicionado por la cercanía a un gran centro, entre otras 
evidencias. En cierta medida estamos ante un espacio modelado según los criterios 
urbanos, utilizado por urbanitas en sus períodos de descanso.
Como coinciden en señalar numerosos autores, dos problemas se asocian di-
rectamente con el proceso de urbanización reciente: la existencia de desigualdades 
y conflictos en sociedades tan complejas como las de las grandes poblaciones; la 
diversidad de situaciones que presenta el crecimiento de las ciudades a lo largo del 
mundo. Precisamente, sobre las otras ciudades, las pertenecientes a países menos 
desarrollados, queremos realizar algunas precisiones. En primer lugar, que en su 
interior se manifiestan marcadamente los contrastes sociales, tanto en las formas 
del hábitat como en dinámicas de segregación residencial. Es cierto que en las ur-
bes europeas y de América del Norte se distinguen perfectamente barrios más ri-
cos y más pobres. A pesar de esto, bajo las denominaciones ambiguas de clase 
media o clase trabajadora podemos incluir a un elevado porcentaje de habitantes 
de las ciudades, que perciben rentas diferenciadas entre sí, pero sin que las distan-
cias sean abismales. Por el contrario, en los países del Sur es notoria la debilidad 
de las clases medias. Así, los grupos acomodados continúan viviendo en el centro, 
Los espacios urbanos 25
incluso en barrios coloniales de origen europeo, o se concentran en urbanizaciones 
lujosas de la periferia. Estas urbanizaciones aparecen cerradas al exterior, dotadas 
de fuertes medidas de seguridad y con una calidad habitacional muy elevada (San-
tos, 1989; Cabrales, 1993; Guglielmo, 1996; Almeida y Bandeira, 1999). En contra-
posición, las áreas ocupadas por chabolas, barracas y viviendas de autoconstruc-
ción se extienden cada vez más. Aquí (se llamen ranchitos, favelas, invasoes, bidon-
villes, colonias proletarias, villas miseria, etc.), se hacinan los inmigrantes llegados a 
la ciudad, los pobres y miserables que suponen un tercio, la mitad o incluso los dos 
tercios del efectivo demográfico de la urbe. Se instalan ilegal o alegalmente sobre 
terrenos públicos o de algún particular. El crecimiento de las urbes del Sur me-
diante estos sectores de infravivienda expresa la anarquía con la que se produce la 
incorporación de buena parte de los suelos rústicos a los usos urbanos (Arroyo, 
1993), utilizándose materiales constructivos de escasa calidad.
Un atributo que individualiza a las ciudades del mundo subdesarrollado, cuan-
do menos a buena parte de su espacio, es la ausencia de infraestructuras que garan-
ticen unos mínimos de calidadresidencial. La inexistencia de conexión eléctrica se 
solventa con enganches ilegales; los pozos negros proliferan ante la falta de alcan-
tarillado, el agua se obtiene en fuentes o manantiales, muchas veces contaminados. 
Unicamente, las grandes vías de alta capacidad que atraviesan la urbe (autopistas, 
amplias avenidas, etc.), permiten desplazarse con cierta rapidez. Pero entre estas 
grandes vías y las estrechas calles que siguen un entramado de antiguos caminos 
pueden no existir ejes de comunicación intermedios (Guglielmo, 1996). Esta situa-
ción se plantea como un agudo problema, ya que las grandes ciudades del Sur 
acaban sufriendo problemas crónicos de congestión del tráfico. En muchas de es-
tas urbes una mayoría de los desplazamientos se realiza en motos y bicicletas, mi-
nibuses, taxis colectivos y mediante un parque automovilístico de escasa calidad. 
Lo usual es el caos originado por un tráfico intenso, que nos recuerda cómo la 
ciudad es un lugar de concentración de gentes, de actividad.
El principio de que las urbes se individualizan por una estructura sociopro-
fesional compleja es extensible a todo el mundo. No obstante, en las grandes 
poblaciones de los países menos desarrollados destaca la importancia que ad-
quiere el denominado sector informal (Santos, 1989). Numerosas personas viven 
realizando pequeñas chapuzas, trabajando en su domicilio para manufacturar 
diversos objetos, vendiendo en la calle, removiendo basuras, y así un largo etcé-
tera. Estos oficios permiten obtener un mínimo de ingresos, explican que las 
ciudades alcancen un volumen de población elevado, aún cuando el empleo en 
empresas o en la administración sea modesto. Todo ello a pesar de que los últi-
mos decenios han visto progresar las contrataciones en el sector público. Aquí el 
problema consiste en que un exceso de puestos laborales se combina con sala-
rios bajos, que necesitan ser complementados con ingresos irregulares (sobor-
nos, mordidas, etc.). También ha avanzado la industrialización, que se manifiesta 
en una estructura dual y polarizada. El predominio de las pequeñas empresas 
impulsadas por el capital endógeno coexiste con la implantación de grandes 
plantas fabriles, pertenecientes a multinacionales instaladas en estos espacios 
por los bajos costes de la mano de obra, su productividad y la ausencia de con-
troles ambientales rigurosos (Santos, 1989; Cabrales, 1993). No obstante, en su 
26 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
conjunto las industrias todavía siguen generando un volumen de empleo escaso 
en la mayoría de estas naciones.
Como es conocido, en los países menos ricos continúa produciéndose un fuer-
te éxodo rural. Así, si en los años 1960 y 1970 crecieron ante todo las grandes ur-
bes, las capitales millonarias, desde los 1980 el incremento en los totales de pobla-
ción ya se reparte entre todas las ciudades de un país o de una región, incluso co-
mienza a detectarse un flujo migratorio que se dirige desde las urbes principales a 
otras de tamaño más modesto (Cabrales, 1993; Almeida y Bandeira, 1999). Las 
ciudades del Sur crecen por recibir inmigrantes y por la existencia de un movi-
miento natural de signo marcadamente positivo. Este aumento continuo del núme-
ro de habitantes urbanos, las deficientes condiciones de vida de buena parte de los 
mismos, explica que cada vez más estas urbes se interpreten como espacios con 
graves problemas ambientales. La polución alcanza niveles alarmantes, del mismo 
modo que las aguas contaminadas son norma, en un medio donde la capacidad 
para defenderse frente a los riesgos naturales se reduce, aumentando consiguiente-
mente la posibilidad de catástrofes.
Esta lectura pesimista de las otras urbes se elabora a partir del trabajo de investiga-
dores que conocen estas realidades. Incluso capitales surgidas completamente de nue-
vo, como Brasilia, son estudiadas mostrándonos los desajustes que se registran entre 
los modelos teóricos de planeamiento y la práctica con el surgimiento de extensas áreas 
de favelas e invasoes (Pavani, 1989). Si pasamos a un nuevo ejemplo de Latinoamérica, 
J. Camberos nos resume así la organización espacial de Guadalajara (México):
En cuanto al uso habitacional que ocupa el 70 por 100 de la mancha urbana, 
ha seguido en su localización la tendencia de conformar sectores con las distintas 
colonias o barrios de acuerdo a los ingresos del estrato social que los habite. Los 
estratos sociales con ingresos económicos elevados (el 6 por 100) radican prefe-
rentemente al poniente de la ciudad, y en urbanizaciones fuera de la misma (...), 
atendiendo a los deseos de radicar en zonas tranquilas de baja densidad y en vi-
viendas ajardinadas que ocupan el 20 por 100 del suelo para uso habitacional. La 
clase media (el 27 por 100), radica principalmente en barrios antiguos de la ciu-
dad, (...), buscando ubicarse próxima a sus lugares de trabajo, ocupando el 38 de 
superficie destinada a uso habitacional. Las clases populares (67 por 100), se ubi-
can principalmente al oriente de la ciudad e indistintamente en los barrios deca-
dentes del interior de la misma y al norte, sur y periferia urbana, sobre todo esta 
última ubicación si se trata de asentamientos espontáneos, ocupando el 42 por 
100 del suelo para fines habitacionales (Camberos, 1993).
Estamos, sin duda, ante una forma ilustrativa de contemplar una realidad ur-
bana distinta a la de los países del Norte.
1.2. LOS ESTUDIOS SOBRE EL FENÓMENO URBANO. UNA PERSPECTIVA MULTIDISCIPLINAR
Las ciudades y la urbanización han atraído a numerosos especialistas que han 
pretendido estudiar algunas de sus características recurriendo a muy variados en-
foques. Así, es posible enumerar un conjunto de disciplinas interesadas por la ciu-
Los espacios urbanos 27
dad. Entre ellas, la arquitectura, la sociología, la antropología y la geografía. Tam-
bién las poderosas historia y economía poseen líneas de investigación urbanas, 
si bien con un desarrollo inferior al que cabría esperar. La psicología social, inter-
preta los problemas de los seres humanos contemporáneos dentro de las ciudades 
y sus aglomeraciones. A este conjunto de ciencias sociales se debe añadir la litera-
tura y otras manifestaciones artísticas que han evocado la ciudad, pero al margen 
de un método académico estricto.
Aunque los análisis de sesgo disciplinar suelen ser muy útiles, en este caso he-
mos preferido ordenar aquellos grandes temas para el análisis del hecho urbano. 
Nos interesa introducir una perspectiva multidisciplinar en la aproximación a seis 
cuestiones donde se resumen otros tantos ámbitos para comprender qué son las 
ciudades en la actualidad. En primer lugar, los núcleos urbanos se interpretan 
como puntos singulares en el territorio, que han surgido gracias a una serie de 
ventajas comparativas. Un rótulo sobre estas preocupaciones científicas puede ser 
el espacio de la ciudad. En segundo término, distintos pensadores se han interesa-
do en todas las épocas por plasmar sus ideas sobre la urbe soñada, superadora de 
los problemas ya conocidos de las ciudades precedentes. Buena parte de estos 
planteamientos se centran en el diseño urbano, la búsqueda de la ciudad ideal. En 
tercer lugar, los núcleos con características urbanas generan áreas de influencia, 
forman redes y sistemas a partir de sus relaciones. Por eso, un nuevo conjunto de 
aspectos relevantes para el conocimiento son englobados por el título la ciudad en 
el territorio. El cuarto gran tema es la economía urbana, ya que desde el valor del 
suelo hasta los flujos que establecen las compañías multinacionales en el mundo 
globalizado, existen innumerables focos de interés que merecen ser enunciados. 
Lo mismo ocurre en lo concerniente a la sociedad urbana, donde describiremos 
qué investigaciones ha sugerido el conocimiento de la población urbana, las rela-
ciones individuales y de grupo, la diversidad interna y los conflictos que genera la 
concentración de un elevado número de personas.Por último, la ciudad real no 
está sola, existen infinidad de imágenes y representaciones de lo urbano que es 
necesario descodificar, comprender y que han animado un buen número de inves-
tigaciones recientes sobre los espacios que nos ocupan.
Una pregunta clásica que permite iniciar el repaso a las preocupaciones referi-
das al espacio de la ciudad es, ¿Por qué un núcleo urbano cualquiera está precisa-
mente en ese lugar? A partir de la obra de R. Blanchard, se acuñaron dos expresio-
nes que han tenido fortuna en los estudios urbanos, situación y emplazamiento 
(Bosque, 1986). El emplazamiento de una ciudad aparece referido al sitio concreto 
que la misma ocupa, en función de la topografía, la disponibilidad de agua, las 
caracteristicas climáticas, etc. (Cosinschi y Racine, 1984); es decir, considerando 
los condicionantes del marco físico que explican su ubicación ahí. El significado 
de emplazamiento nos recuerda que las urbes, en su origen, debieron buscar los 
lugares más idóneos para asegurar su éxito; es posible que estas condiciones inicia-
les perdiesen interés, pero en todos los análisis ha interesado conocer la razón de 
tal o cual localización. Por su parte, el término situación alude a una escala más 
amplia y a factores variados. Un núcleo urbano se sitúa atendiendo a los contactos 
existentes entre territorios y regiones, en un espacio accesible. Las nociones de si-
tuación y emplazamiento han sido en ocasiones duramente cuestionadas (Carter, 1987). 
28 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
En estos casos se plantean análisis locacionales, donde las ciudades son nodos o 
polos, que funcionan en red, dentro de un sistema de interacciones en el espacio 
(Haggett, 1976).
Las razones que llevaron al nacimiento y ubicación de una urbe no explican la 
fisonomía que la misma presenta en la actualidad. Por eso, se otorga gran impor-
tancia a la aproximación morfológica, centrada en analizar las formas de la ciudad. 
De hecho, los estudiosos de la morfología urbana se interesan por el estudio de tres 
elementos básicos: el plano, la edificación y los usos del suelo (Vilagrasa, 1991; 
Zoido, De la Vega, Morales, Mas y Lois, 2000). Se parte del principio de que los 
tres cambian como consecuencia de los procesos de crecimiento o remodelación 
interna que se suceden. Sin duda, las transformaciones en el plano solo se aprecian 
en lapsos de tiempo amplios, mientras que las registradas en los usos del suelo 
suelen ser intensas en períodos cortos. Se recurre al plano para explicar la evolu-
ción histórica de la ciudad y distinguir los grandes sectores urbanos que se indivi-
dualizan en su interior. La edificación, tanto sus densidades como la altura de las 
construcciones y los materiales utilizados, expresa las técnicas y gustos del mo-
mento en el que se realizó. En cuanto a los usos del suelo, interesa conocer la 
distribución entre superficie construida, reservada para viales y para espacios li-
bres o zonas verdes. Asimismo, los análisis que se realizan a escalas muy detalla-
das, permiten realizar caracterizaciones precisas de la organización y sistemas de 
aprovechamiento del suelo en las ciudades. La aproximación morfológica coin-
cide en bastantes aspectos con el estudio del paisaje o las escenas urbanas, si bien 
en estos casos la referencia visual es tomada en consideración de manera deter-
minante.
Entre los especialistas de la ciudad, el estudio de la morfología se completa con 
el de la estructura urbana. La aproximación estructural parte de la diferenciación 
existente en el interior de una ciudad, tanto paisajística como según el uso de los 
terrenos (Zárate, 1991). De hecho, la estructura urbana alude a la distribución de 
diferentes elementos en el espacio urbano y a las interrelaciones que se establecen 
entre ellos (Castells, 1974); permite cualificar como centro o periferias urbanas 
distintos espacios, del mismo modo que posibilita la singularización de barrios. 
Para numerosos autores, la estructura urbana es el resultado de la competencia 
que se establece entre los individuos por asentarse en la urbe de la manera más 
favorable a sus intereses. Así, se insiste en los procesos de segregación residencial 
que se producen en los espacios urbanizados, manifestación de la existencia de 
conflictos de clase (Castells, 1974; Harvey, 1977), o de desigualdades étnicas o de 
renta (Smith, 1980).
La conformación de aglomeraciones urbanas por todo el mundo ha obligado a 
distinguir dentro de su espacio a la ciudad central y a un conjunto de periferias 
urbanas. Como es lógico, la ciudad central del presente coincide con el núcleo 
urbano tradicional, que en buena medida creó el área metropolitana o región ur-
bana. Por lo que respecta a las periferias, y dejando al margen que existan ciudades 
medias o pequeñas en su interior, su estudio se efectúa distinguiendo varias coro-
nas en torno a la ciudad central, las más próximas muy urbanizadas y las siguientes 
con mayor presencia de espacios residenciales mezclados con restos de antiguos 
paisajes rurales (el periurbano o rururbano) (Fernández García, 1986; González 
Los espacios urbanos 29
Urruela, 1991; CESTAN, 2000). Sin duda, interesa recalcar que las disciplinas ur-
banas se preocupan cada vez menos por la ciudad entendida como un núcleo 
perfectamente delimitable y se han adentrado en el análisis de la urbanización re-
ciente y el surgimiento de extensas aglomeraciones.
Al comienzo de este apartado decíamos que el espacio físico que ocupa la ciu-
dad ha sido objeto de intervenciones destinadas a mejorar las condiciones de vida 
de sus habitantes. Estas propuestas han sido elaboradas por arquitectos, urbanis-
tas y pensadores, todos ellos interesados por el diseño urbano, de cuya calidad 
dependería la mejora general de la existencia, y por alcanzar el objetivo de la ciu-
dad ideal. Así, nos encontramos que
en todas las épocas, hombres geniales, de Platón a Le Corbusier pasando por (...) 
Leonardo da Vinci (...), Ildefonso Cerdá, Arturo Soria, Ebenezer Howard y mu-
chos otros, han planteado y descrito la ciudad ideal, estabilizada, limitada, orde-
nada, donde el hombre se sentiría feliz de vivir. La mayor parte de las ciudades 
ideales no han sido más que parcialmente realizadas o no del todo. En cualquier 
caso, estos hombres traducían ciertas aspiraciones de su tiempo, pero reflejaban 
también una necesidad permanente de la humanidad (Bastié y Dezert, 1980).
También los sociólogos belgas J. Remy y L. Voyé insisten en que «el modelado 
del espacio se convierte así en objetivo prioritario y se lleva a cabo en función de 
una imagen-guía, de una visión ideal, que con frecuencia se presenta (...) como la 
única válida (...)» (Remy y Voyé, 1976). En todos estos planteamientos se insiste en 
que un buen diseño se traduce directamente en mejor calidad de vida, algo siem-
pre muy discutible.
El análisis del diseño urbano en distintas etapas de la historia resulta muy im-
portante. Por una parte, porque permite conocer el legado del urbanismo, enten-
dido en su acepción concreta de forma que adopta el proceso de creación de ciu-
dades. Por otra, porque la historia ofrece ejemplos que seguir o repudiar, de cara a 
la corrección de los problemas que presenta el mundo urbano en la actualidad. 
Convencionalmente, se asume que los primeros ejemplos de creación de ciudades 
totalmente nuevas se encuentran en la antigüedad griega y romana; tanto la ciudad 
de Mileto como las urbes romanas que seguían la disposición interna de los cam-
pamentos militares aportaron la idea de los trazados ortogonales, con numerosas 
calles cortándose en ángulo recto. La utilización de la cuadrícula para las manzanas 
y sus virtualidades, constituyen un referente clásico del urbanismo. Una preocupa-
ción que se mantuvo en la fundación de bastidas medievales, en tanto que en el 
Renacimiento y el Barroco, la búsqueda de la ciudad ideal se combinó con la exal-
tación del poder, mediante el recurso a la perspectivay a nuevas formas urbanas 
(las radioconcéntricas junto a las ortogonales).
En los últimos siglos, las intervenciones que se han sucedido son el resultado 
de la nefasta experiencia de degradación de las condiciones de vida en las ciudades 
de la industrialización (Hall, 1996). Nos referimos tanto a la reforma de París de 
Haussmann y al Ensanche ideado para Barcelona por I. Cerdà como a la ciudad 
jardín de Howard, la ciudad lineal de A. Soria o la ville radieuse de Le Corbusier. 
En todos estos casos, los creadores de formas urbanas originales se identifican por 
30 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
su ideología progresista. De hecho, pensar la ciudad del futuro, supone una actua-
ción que pretende favorecer el surgimiento de una sociedad nueva: lo urbano 
como espacio privilegiado de transformación social. Además, la ciudad querida 
por Haussmann, Howard, Le Corbusier, Cerdà o Soria, aspira a sustituir los secto-
res urbanos que ya existían. Recurriendo a su destrucción casi completa como en 
París, convirtiéndolos en áreas de poco valor frente al Ensanche en Cerdà o la 
ciudad funcional en Le Corbusier, o marchándose a la periferia como hacen Artu-
ro Soria y E. Howard con su ciudad jardín.
Durante el siglo XX, el diseño de nuevos espacios más agradables para las per-
sonas oscila entre un modelo que defiende la ciudad compacta y otro que favorece 
el crecimiento difuso de las aglomeraciones. En la ciudad compacta se ahorran 
costes, es posible mejorar la calidad de vida introduciendo la naturaleza en el tejido 
urbano, reservando terrenos a las zonas verdes. La edificación en manzana cerrada 
supone economizar suelo, si bien han sido numerosas las propuestas tendentes 
urbanizar en altura, dejando amplios espacios libres entre las construcciones. Los 
partidarios de la aglomeración extensa, insisten en las facilidades que aporta la 
movilidad, en la necesidad de separación entre domicilio y lugar de trabajo, en las 
mayores disponibilidades de las viviendas periurbanas.
La experiencia desarrollada desde los años 1920 o 1930 también permite com-
prender que el diseño urbano, puede intentarse desde la normativa urbanística, 
desde el planeamiento. Como señalaba hace algún tiempo L. Wingo,
el plan general urbano (el cómic de la utopía) es, a la vez, el concepto básico del 
planeamiento y el andamio filosófico en el que la legislación ha suspendido el 
derecho de la sociedad a organizar su propio espacio. De esta forma, los rasgos 
utópicos se han institucionalizado en la psicología colectiva, de manera que, aun-
que no nos sea posible en absoluto organizar nuestro entorno espacial, podemos 
entusiasmarnos con un estado físico final que se materializará en un determinado 
momento específico, y que de alguna manera encarna la vertiente física de las as-
piraciones de cualquier sociedad (Wingo, 1976).
Los países desarrollados se dotan de una legislación que obliga a planificar el 
crecimiento o la reforma de los espacios urbanos. El suelo es clasificado, se deben 
aprobar planes (generales, especiales, parciales, etc.) y en esos documentos se fijan 
estrategias los plazos temporales para hacer una ciudad mejor. Es cierto que el 
planeamiento, supone renunciar a los principios totalizadores de una ciudad nue-
va. No obstante, tampoco se puede pasar por alto que los distintos modelos de 
planificación constituyen ámbitos que cada vez atraen más a los especialistas de lo 
urbano.
La ciudad en el territorio donde se sitúa constituye el tercer gran tema de in-
vestigación sobre los espacios urbanos. Esto es así porque las ciudades surgieron 
para desarrollar actividades específicas; para favorecer el comercio en sociedades 
abrumadoramente agrarias y lugar preferente de instalación del poder cuando apa-
recieron las primeras civilizaciones. Desde las urbes se han gobernado los territo-
rios más o menos inmediatos. Las ciudades mantienen siempre una relación dialéc-
tica con el espacio que las ha visto crecer y esta evidencia justifica la formulación 
Los espacios urbanos 31
de infinidad de estudios. La importancia de la ciudad en la región ha justificado la 
realización de trabajos sobre áreas de influencia y lugares centrales desde la prime-
ra mitad del siglo XX. El establecimiento de un área de influencia, o hinterland, y 
de los diversos grados de atracción, constituyen una parte sustancial del análisis 
urbano contemporáneo (Carter, 1987; Zoido, De la Vega, Morales, Mas y Lois, 
2000). Todas las urbes o las poblaciones mínimamente grandes actúan como lugar 
central de algo (comercio, servicios públicos, creación de empleo en la indus-
tria, etc.). Para aproximarse al tema de los lugares centrales, en los años 1930 se 
elaboraron varias teorías generales sobre la distribución, tamaño y localización de 
los núcleos. Las más populares fueron las de W. Christaller y A. Lösch, si bien sus 
adaptaciones posteriores son incontables. Estos pensadores se referían a la existen-
cia de una lógica en la disposición de los lugares centrales en el territorio, en su 
ordenación por volumen demográfico y nivel de atracción, y en el hábito de las 
personas, deseosas de racionalizar al máximo sus desplazamientos. Aunque las 
teorías de lugares centrales han ido perdiendo interés práctico, muchas de sus 
ideas siguen marcando la forma de concebir el estudio de los núcleos cabecera en 
el territorio. Conceptos como alcance de un servicio, la distancia máxima que un 
consumidor está dispuesto a recorrer para comprar o satisfacer una necesidad, y 
umbral de población, la cantidad mínima de personas necesarias para que funcio-
ne un establecimiento comercial o un servicio, son claves en los análisis urbanos.
El conocimiento de las redes y sistemas urbanos es fundamental para aproxi-
marse a la dinámica de cualquier territorio. Por lo que concierne al concepto de 
red, cabe señalar que los autores ponen su énfasis en las relaciones que se estable-
cen entre las localidades principales, en la intensidad de las mismas y en el grado 
cohesión alcanzado por la armadura urbana (Haggett, 1976 y 1983). De hecho, el 
término red se aplica con frecuencia a las vías de comunicación, ya que se estima 
que los flujos establecidos entre los diferentes núcleos urbanos dependen del nivel 
de conectividad existente entre ellos. En épocas recientes, la noción de red tam-
bién se ha extendido a asociaciones de ciudades unidas por un rasgo común (pa-
trimonio de la humanidad, del Camino de Santiago, etc.), que procuran mediante 
esta estrategia desarrollar una imagen promocional conjunta. Frente al significado 
más estático de red, los sistemas urbanos son estudiados partiendo de varios prin-
cipios: la complejidad de los flujos que vinculan a las ciudades; el carácter dinámi-
co de todo tipo de intercambios entre núcleos, y la íntima solidaridad que liga a las 
localidades pertenecientes a un mismo sistema regional, nacional o transnacional. 
Un sistema urbano que se caracteriza porque cualquier modificación en uno de sus 
elementos (designación de nuevas ciudades capital, crisis industrial en ciertas ur-
bes, mejora de la accesibilidad, etc.) provoca un reajuste de conjunto, como siem-
pre ha insistido la teoría general de sistemas.
En la actualidad, es lógico que en los estudios urbanos se utilice cada vez más 
la expresión de ciudad mundial, o sistema mundial de ciudades. Se parte de la 
constatación de que: el sistema productivo se interrelaciona de forma creciente 
rompiendo las barreras regionales y nacionales; las inversiones exteriores y el co-
mercio a larga distancia no dejan de crecer; las principales bolsas se conectan hasta 
un punto en el que es posible referirse a la existencia de un mercado mundial con-
tinuo; el progreso de las telecomunicaciones permite un contacto instantáneo en-
32 Rubén Camilo Lois (coord.), Jesús Manuel González y Luis Alfonso Escudero
tre las diferentes partes del mundo, y determinadas manifestaciones deportivas o 
culturales tienen repercusión

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