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CANARICULTURA_DE_CANTO_Y_LA_IMPORTANCIA

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CANARICULTURA DE CANTO Y LA IMPORTANCIA DEL AZAR
Atahualpa Fernandez[footnoteRef:1] [1: Membro do Ministério Público da União/MPU/MPT/Brasil (Fiscal/Public Prosecutor); Doutor (Ph.D.) Filosofía Jurídica, Moral y Política/ Universidad de Barcelona/España; Postdoctorado (Postdoctoral research) Teoría Social, Ética y Economia/ Universitat Pompeu Fabra/Barcelona/España; Mestre (LL.M.) Ciências Jurídico-civilísticas/Universidade de Coimbra/Portugal; Postdoctorado (Postdoctoral research)/Center for Evolutionary Psychology da University of California/Santa Barbara/USA; Postdoctorado (Postdoctoral research)/ Faculty of Law/CAU- Christian-Albrechts-Universität zu Kiel/Schleswig-Holstein/Deutschland; Postdoctorado (Postdoctoral research) Neurociencia Cognitiva/ Universitat de les Illes Balears-UIB/España; Especialista Direito Público/UFPa./Brasil; Profesor Honorífico (Associate Professor) e Investigador da Universitat de les Illes Balears, Cognición y Evolución Humana / Laboratório de Sistemática Humana/ Evocog. Grupo de Cognición y Evolución humana (Human Evolution and Cognition Group)/Unidad Asociada al IFISC (CSIC-UIB)/Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos/UIB/España;  Independent Investigator and Theoretician.] 
“Hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que desconocemos cosas, es decir, sabemos que hay ciertas cosas que no sabemos. Pero también hay cosas que desconocemos que desconocemos, aquellas que no sabemos que no sabemos”. D. Rumsfeld
En la edad de oro de la filosofía griega, Teofrasto, el sucesor de Aristóteles, planteó una pregunta por la que se le sigue recordando: “¿Cómo ha llegado a suceder que, a pesar de que toda Grecia posee el mismo clima y de que todos los griegos tenemos una educación parecida y padres inteligentes, en cambio, no tenemos la misma constitución de carácter [personalidad]?” La pregunta, trasladada al ámbito de la canaricultura de canto, es especialmente notable porque apela a nuestro sentido de qué determina la calidad genotípica/fenotípica finalmente observada en cada uno de nuestros canarios. 
Pero ahora sabemos lo bastante como para ofrecer una respuesta: cada canario refleja las actividades de circuitos cerebrales que se desarrollan gradualmente mediante una meticulosa e insoslayable combinación de un conjunto singular de genes y de experiencias; una amalgama en la que genes, neuronas y sinapsis por una parte, y experiencias, aprendizaje e influencias procedentes del entorno, por otra, confluyen para dar el resultado final de un pájaro inseparable del ambiente en que vive. Lo que convierte en tan profundas las implicaciones de esta respuesta es que llevan a la inevitable conclusión de que las diferencias individuales y de canto de nuestros canarios están inmensamente influidas por el azar. 
Empecemos por los dos tipos de acontecimientos azarosos que influyen la contribución genética a la individualidad de nuestros canarios. El primero y más evidente de todos son las circunstancias que llevaron a juntarse al padre y la madre de nuestro canario (cruce y selección de parejas). Cada uno de ellos tiene una colección particular de variantes genéticas – una muestra individual de las variantes que se han acumulado en el genoma colectivo - y los dos repertorios genéticos paternos ponen los límites en las posibles variantes que se pueden transmitir a sus descendientes (los estudios recientes han puesto al descubierto que la mayoría de los rasgos de comportamiento no están influenciados por unas pocas variantes genéticas sino por cientos o miles y que la influencia de cada variante genética es minúscula).
 El segundo acontecimiento azaroso es la unión impredecible del óvulo y el espermatozoide concretos que hacen a la cría, cada uno de los cuales contiene una selección aleatoria de la mitad de las variantes genéticas de cada progenitor. La interacción de la singular mezcla resultante de las variantes genéticas maternas y paternas es lo que desempeña un papel esencial en el proceso de desarrollo que tarda en desenvolverse totalmente el cerebro y el canto de nuestro canario. Así, dos accidentes de nacimiento – los padres que les conciben y la combinación de todo el ADN del núcleo del óvulo y todo el ADN del núcleo del espermatozoide que les hace – tienen una influencia decisiva en el tipo de canario que es y lo que llegará a ser, especialmente en cómo afecta los mecanismos mediante los cuales este canario en particular adquiere, aprende, procesa y emplea la información almacenada en su memoria para dar forma a su propio canto.[footnoteRef:2] [2: Parafraseando a Richard Dawkins, ¿De dónde ha salido el mito (absolutamente sesgado y carente de todo fundamento o evidencia científica) de que son los genes de la hembra los que más influencia tiene en el canto de su descendencia o, mejor dicho, de que es la madre la que mayor información genética transmite o aporta al patrón hereditario del canto de sus hijos?] 
Y por si fuera poco, la singular combinación de rasgos que identifican a este canario en concreto, las características que le confieren un bueno/malo canto o que le dota de un determinado fenotipo se produce no solo por efecto del entrecruzamiento aleatorio de atributos genéticos que tuvo lugar durante la meiosis, sino también como consecuencia de unas cuantas mutaciones sucedidas por azar y de la suerte de haber vencido en la gran carrera espermática que culminó en la fecundación.
Sin pretender entrar en disquisiciones biológicas sobre el tema, diré simplemente que estos procesos se reconocen por la mayoría de los biólogos evolucionistas como procesos estocásticos (aleatorios), al menos en el sentido de que son procesos que tienen efectos impredecibles, como la generación de nuevos genotipos por recombinación y la emergencia de alelos inéditos por replicación. Es decir, tienen lugar procesos azarosos, aleatorios y de carácter objetivo: (i) un azar intrínseco en la replicación del ADN, (ii) un azar puramente combinatorio en la recombinación genética y, por último, (iii) un azar extrínseco a los procesos de selección estabilizadora, direccional y disruptiva de los fenotipos de nuestros canarios, en virtud de que éstos están indisolublemente integrados a un complejo medio ambiente, permeado de factores contingentes, fortuitos. 
¿Qué conclusión podemos sacar aquí? Pues que no somos capaces de establecer una conexión causal debido a la variabilidad y aleatoriedad que dirigen el proceso (de influencias mutuas) genético-ambiental. Lo único de que podemos estar seguros es que los genes no actúan solos o, mejor dicho, “los genes no están hechos tan solo de ADN.” (D. Dennett). Toda la experiencia vivida por nuestros canarios desde el mismo instante del nacimiento[footnoteRef:3], una serie de ingredientes heterogéneos procedentes de la relación entre externo e interno, entre organismo y ambiente, influye de forma activa en la expresión de sus genes, en la estructura y/o función de su sistema nervioso y, por consiguiente, en el destino de su canto y de su existencia: el estado de nuestro pájaro en el momento oportuno depende de manera crucial del estado del entorno. [3: Nota bene: No hay que olvidar que la vida de nuestros pájaros no empieza cuando nacen sino en el momento de la fecundación y durante el desarrollo embrionario hay cantidad de influencias ambientales, hormonales y de todo tipo que marcarán su desarrollo posterior. Además, en lo que al ambiente se refiere, no se trata de - o navegar en - un entorno bien ordenado con algunas perturbaciones ocasionales, como se suele suponer y/o describir, sino que es fundamentalmente incierto, cambiante y se caracteriza por un grado inmanejable de complejidad.] 
Para decirlo de forma más ajustada a la realidad, aunque hay programas innatos de expresión genética que siguen desplegándose a lo largo de la vida de nuestros canarios para dirigir la construcción de esbozos de circuitos cerebrales que controlan el canto, estos programas están diseñados específicamente para incorporar información del entorno.Los mecanismos que gobiernan las variaciones de comportamiento y de canto de nuestros pájaros emergen y reflejan la interacción, un estrecho entrelazamiento, de influencias genéticas y ambientales en una coreografía enormemente compleja, que sencillamente no cabe reducir a una parte o la otra: lo que los genes hacen (y qué partes de sus ADN se expresarán y qué otras quedarán ignoradas) depende de los entornos en que funcionan. La naturaleza y la crianza son inseparables y se determinan mutuamente. Y el contenido específico de estas importantes influencias ambientales es tanto un juego de dados como el contenido específico del óvulo y el espermatozoide que les formaron. 
Un resumen apresurado de lo dicho llegaría a la conclusión de que, de la misma forma que el azar influye el conjunto particular de genes con el que nacen nuestros canarios, también lo influencia el azaroso entorno en el que nacen, se desarrollan y les inclina a adoptar determinados comportamientos en el intrincado proceso de aprendizaje vocal. 
El canto, déjenme repetirlo, es fruto de contingencias biológicas y ambientales que ocurren desde el nacimiento hasta la edad adulta y que dirigen el desarrollo cerebral de nuestros canarios, dejan residuos duraderos y, todavía más destacable, pueden pasar de una generación a la siguiente. Es absurdo separar procesos interdependientes, como se hace en los discursos simplistas, en los que se opone la biología a la experiencia o la naturaleza al entorno. De hecho, son las experiencias las que modelan la estructura del cerebro de nuestros pájaros: la experiencia es biología, y negarse a admitir esta evidencia empobrece el conocimiento científico de la realidad y hace que nos enredemos en discusiones absolutamente ridículas sobre las “causas” del canto.[footnoteRef:4] [4: No sobra recordar que uno de los aspectos más obvios (pero no el único) de estas influencias ambientales es la alimentación: los estudios realizados demuestran que las aves criadas en cautividad alimentadas de manera deficiente desarrollan estructuras cerebrales de canto atrofiadas y difieren en la capacidad de aprendizaje.] 
Así las cosas, aceptar que acontecimientos azarosos contribuyen a las diferencias individuales (y de canto) de nuestros canarios es un acto de humildad que consiste en ser consciente de nuestras barreras y limitaciones, es decir, que hay cosas que están en nuestro “posible adyacente” (cosas que podemos controlar y hacer) y cosas que no están en nuestro “posible adyacente” (cosas que, de momento, no podemos controlar y hacer). Por tanto, cuando pensamos en el canto de nuestros canarios, resulta útil – quizá incluso sensato - tener presente el potente papel que el azar ha desempeñado en su configuración final. 
Además, entender la importancia del azar en las diferencias individuales de nuestros canarios no solo elimina parte del misterio de su canto, sino que también puede tener consecuencias para el criador, puesto que nos enseña a ser más responsables de nuestros juicios, intuiciones y errores, mitiga nuestra angustia de intentar año tras año “jugar a ser Dios” (R. Dworkin), ablanda nuestros sesgos de causalidad y de control, fomenta maneras de actuar alternativas, realistas y factibles, y, lo más importante, promueve la comprensión y la compasión hacia la amplia variabilidad y adaptabilidad del cableado del cerebro de los canarios con los que compartimos nuestras vidas. 
Y mientras fluye la omnipresencia de nuestras arraigadas creencias y de nuestros pensamientos mágicos, recordemos que nuestros canarios son la suma de lo que no podemos controlar (detrás de cada canto, acción y experiencia hay una cadena de causas biológicas y ambientales que se extiende desde el instante en que surgen las neuronas hasta el momento de la muerte) y celebremos todo lo poco que sabemos sobre la constitución genética y el funcionamiento del cerebro de nuestros Harzers, el único medio a través del cual su canto llega al mundo.

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