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1 12° CONGRESO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL La Plata, junio a septiembre de 2021 GT 66: “Etnografía, Educación y Colaboración en la Investigación” "Me alegra que no seamos tribus". Interlocutorxs y colaboración en una etnografía sobre profesionalización de sociólogxs Cecilia Carrera, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. mcecilia.carrera@yahoo.com.ar Palabras clave: colaboración; sociólogxs; interlocutorxs expertxs; profesionalización Introducción El objetivo de esta ponencia es analizar en clave colaborativa algunos encuentros etnográficos en contexto de eventos académicos sucedidos como parte de mi trabajo de campo para una investigación sobre el proceso de profesionalización de sociólogxs en Argentina. Mi estudio explora sentidos y prácticas asociados a la "profesión" y la "ocupación", y busca comprender cómo las luchas por establecer interpretaciones de la historia y la génesis de la sociología en nuestro país, las diversas formas de valorización del trabajo y de la formación de sociólogxs, así como la construcción de categorías de clasificación de lxs sociólogxs y su trabajo (“intelectuales”, “profesionales”, “académicxs”, “técnicxs”) caracterizan el proceso de profesionalización y los conflictos que lo atraviesan. Algunxs de mis interlocutorxs son personas reconocidas en el campo de la sociología, investigadores de referencia específicamente en el tema en el que se enfoca mi etnografía. Para esta ponencia selecciono situaciones en las que algunxs de ellxs, apoyándose en su experticia y autoridad reconocida en medios académicos, pusieron en discusión qué y cómo observaba, qué y cómo me preguntaba, llegando a plantear dudas acerca del enfoque etnográfico para el problema de investigación. Durante el encuentro al que refiere el título del trabajo, el investigador con quien dialogaba me dijo que le parecía que yo "estaba desenfocada", que él "no veía el objeto" de mi investigación, pero que de todas formas "le alegraba" que yo no lxs viera "como tribus". 2 Esa expresión me hizo pensar en la necesidad de reconocer el conocimiento y la experticia de mis interlocutorxs, sin dejar de interrogar el lugar de estudiante en el que me estaban colocando, las ideas que tienen de lo que hace unx etnógrafx y, más precisamente, de lo que yo hago cuando me encuentro con ellxs. La descripción y análisis de esos encuentros me llevaron a preguntarme: ¿qué formas toma la colaboración cuando investigamos entre investigadores expertxs? ¿cómo impactan en las modalidades de colaboración los contextos, la formación, la edad de lxs investigadores y de lxs sujetos de estudio “nativxs”? Pregunta sociológica, pregunta antropológica Darío1 es un sociólogo, investigador y docente de la carrera de Sociología de la UBA y del Conicet, que se dedica hace tiempo a investigar sobre la historia de la sociología argentina, su institucionalización y la profesionalización de lxs sociólogxs. Cursé un seminario que dictó en 2011 y a partir de allí me invitó en varias oportunidades a actividades que organizan con el equipo de investigación y el grupo de estudio y docencia que coordina, llamado “Grupo HSSA (Historia Sociológica de la Sociología Argentina)”. Me invitó, por ejemplo, a que contara mi investigación en un seminario, a que asistiera charlas o paneles que estaban organizando con sus colaboradores, a jornadas de discusión entre investigadorxs, a que participara de reuniones de discusión de textos en el marco de su equipo de investigación, a que formara parte de su equipo de investigación, a que diera alguna clase de la materia que él dicta en la carrera de Sociología de la UBA sobre “historia sociológica de la sociología”. A medida que fui participando de algunas de esas actividades, me di cuenta que otras personas son también convocadas: Darío invita, presenta personas entre sí, hace de anfitrión en todos esos espacios a los que convoca. En las reuniones/mesas de jornadas/seminarios suele haber clima distendido. Quienes asistimos a esas actividades casi nunca conocemos a todxs lxs participantes, pero sí todxs conocemos a Darío, que es el artífice, el que recibe, el que reúne, el que coordina; en definitiva, un investigador referente sobre temas de historia de la sociología argentina, formación y profesionalización de sociólogxs. 1 En esta ponencia utilizo nombres ficticios. 3 En estos eventos, Darío invita a hablar y deja hablar. Es usual que haya jóvenes que fueron sus estudiantes de grado a quienes alienta a presentar sus trabajos. El grupo de investigación y de docencia que coordina es más o menos estable y siempre me dio la sensación de que, cuando se hacen esas actividades, hay cierto compromiso de participación. Darío insiste en que las personas vayan, lean cuando hay lecturas previas indicadas, participen. El día que defendí mi tesis de maestría (2014), estuvo presente Sebastián, quien ahora es becario dirigido por Darío. Él se presentó ese día, yo no lo conocía, contándome que formaba parte del “equipo de Darío”, quien no había podido asistir a la defensa y “lo había enviado” a él como “representante”, que además era estudiante a punto de recibirse de la carrera de Sociología de La Plata, en la que yo había realizado la etnografía. ¿“Lo envió” como una especie de emisario, de corresponsal? ¿Era una manera de acompañarme? No lo sé, pero es claro que él muestra interés, en este caso en lo que yo estaba haciendo, y busca que ese interés sea conocido. Quizás, por alguna razón, Darío pensaba que a él le correspondía estar allí y como no pudo estar en persona, hizo que alguien estuviera “representándolo”. Al año siguiente a la defensa, me escribió para invitarme a presentar mi tesis en el seminario interno de su equipo de investigación y del Grupo HSSA. Yo acepté sin dudarlo, como he aceptado y acepto casi todas sus invitaciones. Nos encontramos luego en varias ocasiones, en mesas de Jornadas de sociología de diferentes universidades, en algún panel o presentación de libro, todos relacionados con el tema de la profesión y formación de sociólogxs, y de la historia e institucionalización de la sociología en nuestro país. En esas ocasiones, siempre me preguntaba sobre el avance de mi tesis doctoral y se mostraba interesado en leer lo que estaba escribiendo. En octubre de 2018 nos reunimos a charlar, luego de que yo le escribiera pidiéndole una entrevista para hablar sobre mi tesis y sobre algunas cuestiones sobre las que estaba comenzando a indagar y de las que él sabe mucho por haber participado de diversos grupos de investigación y también de asociaciones profesionales de sociólogxs. Nos vimos en la biblioteca del Instituto de Investigaciones Gino Germani y charlamos por casi dos horas. También estuvo Esteban, quien había asistido de “representante” a mi defensa de tesis años antes. Ni bien comenzó la conversación Darío me preguntó cómo iba con el doctorado. Le conté que estaba elaborando el plan de tesis y le comenté algunas ideas que estaba elaborando y sobre qué estaba escribiendo. 4 Darío: yo vi el proyecto que presentaste en el doctorado Cecilia: ¡no sabía! igual cambió muchísimo Darío: Me mandaron tu proyecto [desde la dirección del doctorado] porque soy docente de taller de tesis, y me dijeron “leelo bien porque quizás terminás haciendo el dictamen vos para la comisión” 2 . Después finalmente lo evaluó otro docente. Pero bueno, entonces ese plan de tesis ¿qué va a ser? ¿querías conversar de eso? Cecilia: sí. En realidad, quería conversar un poco en qué ando pensando y después también conversar sobre algunas cosas de las que vos sabés mucho porque sos protagonista. Darío: y yo te cuento cómo voy reorientando mi agenda de investigación que un poco tieneque ver con lo que vos haces. (…) Cecilia: estoy empezando a trabajar con una idea fuerte que me resulta muy interesante que es la de herencia. Digamos, cómo otros… Darío: (habla al mismo tiempo) nosotros trabajamos con la idea de tradición. Le cuento un poco más de la herencia, de las relaciones de filiación y de los linajes, sobre cómo esos conceptos me estaban ayudando a analizar las diferentes interpretaciones de la historia de la sociología y del trabajo de lxs sociólogxs, y él me interrumpe nuevamente: Darío: bueno, me parece bárbaro, ahí lo que todavía no entiendo es si llegaste a un objetivo y por otro lado como en términos más de referentes empíricos de tiempo y espacio. Le conté un poco más, y le hablé del trabajo con las asociaciones profesionales que estaba haciendo y volvió a decirme: Darío: si me parece muy interesante, pero me parece que estás desenfocada todavía y a esta altura del doctorado. Cecilia: y, estoy… no, bueno, estoy componiendo digamos (me río nerviosamente) 2 En el doctorado que realizo, el proyecto se presenta al principio del trayecto (yo había presentado el proyecto al que refiere Darío unos dos años antes de esta charla). El plan de tesis es una síntesis ampliada de la tesis, con el índice y argumento de los capítulos, que se elabora cuando la investigación está avanzada. Ambas instancias incorporan la evaluación y dictamen de unx docente y/o investigadxr afín al tema, que se eleva a la Comisión del Doctorado. 5 Darío: ¿tenés beca? Cecilia: no Darío: estás trabajando Cecilia: si, y así voy como puedo Darío: (al mismo tiempo) yo quiero saber, ¿tu pregunta es sociológica o es antropológica? Cecilia: es antropológica. Sí, siempre lo fue, nunca pretendió ser sociológica Darío: no la veo, en serio te digo Cecilia: y bueno, es parte del proceso Darío: bueno Cecilia: es parte del proceso. Lo que sí me parece… Darío: (me interrumpe) lo que me alegra es que no seamos tribus Cecilia: ¿que no seamos tribus? (no entendía a qué se refería) Darío: no nos consideras como tribus Cecilia: ay, ¡no! Darío: tribu urbana… Cecilia: ¡ay, no! ¡no, no! Desde hacía algún tiempo, venía reflexionando sobre el lugar que estaba teniendo Darío en mi investigación. Siempre había valorado el interés que mostraba en mi trabajo y lo interpretaba como forma de dar lugar a las investigaciones afines temáticamente a las suyas. Pero algunas situaciones y particularmente el diálogo que mantuvimos durante el encuentro que describo arriba, me llevaron a pensar que nuestra relación no era la de colegas o la de investigadorxs con intereses parecidos. Darío es un investigador reconocido, un experto en estos temas, docente de posgrado y formador de investigadorxs que me estaba colocando en una posición de alumna, de tesista a la que puede orientar e incluso evaluar. Nuestra charla comenzó con su anuncio de que había estado a punto de ser el evaluador de mi proyecto de tesis doctoral, y continuó sobre cómo ese proyecto estaba avanzando y cómo estaba elaborando otro producto que debía ser evaluado, el plan de tesis. Quedaba claro que mi interlocutor, la persona con la que me interesaba dialogar por su experticia y por ser un participante activo de espacios y grupos que estaba indagando como parte de mi etnografía, era además un potencial y muy probable evaluador de esa etnografía. 6 Pero además de dejar clara esa posición, Darío se mostró preocupado: me encontró “desenfocada”, sin pregunta de investigación, a una altura avanzada del doctorado. Yo me sentí bastante incómoda y nerviosa, porque sentí que me estaba evaluando y corrigiendo, y que no estaba entendiendo lo que yo le contaba. Lo que más llamó mi atención y me desconcertó, fue que se mostrara aliviado de que yo no viera a lxs sociólogxs “como tribus”. Es decir, que en mi intento de comprender los conflictos asociados a la historia de la sociología y de lxs sociólogxs y de su profesionalización, no buscara clasificarlxs como si fueran tribus urbanas. La referencia a este concepto me tomó por sorpresa, ¿por qué habría pensado Darío que yo clasificaría a lxs sociólogxs según “tribus”? ¿Qué ideas tienen mis interlocutorxs investigadorxs sociólogxs, sobre lo que hacemos lxs etnógrafxs y sobre lo que estaba haciendo yo? Darío quiso saber si mi pregunta es antropológica o sociológica. Si es antropológica, como le respondí, entonces es una pregunta por la alteridad, por “el otro”. Si lxs hubiese entendido como tribus, ¿sí tendría una pregunta de investigación, aunque a él no le gustara? ¿Las ideas de tribu y tribu urbana sintetizan, desde su perspectiva, esa búsqueda antropológica y se diferencian del concepto de tradición, que encarnaría una pregunta sociológica? En cualquier caso, estaba claro que, si quería comprender qué había sucedido en este encuentro y cómo incorporarlo a mi investigación, tenía que explorar los lugares desde los cuales Darío (y otrxs investigadores con los que dialogué y dialogo en mi trabajo de campo) y yo nos estábamos relacionando. Se trata de interlocutorxs muy valiosos para mi etnografía, por eso lxs entrevisto, participo de sus actividades, leo sus publicaciones; y al mismo tiempo son investigadorxs y docentes que me estaban viendo como estudiante, como alguien que requiere orientación para la iniciación en un tema del que ellxs son expertxs. Para avanzar en un análisis que incorpore los interrogantes planteados es preciso tomar en cuenta mi posición social como investigadora, en formación, no socióloga, haciendo etnografía en una comunidad de investigadorxs y profesionales que se estudian mucho a sí mismxs, su historia y sus formas de hacer sociología. Desde los escritos de Gino Germani a mediados de siglo XX en los que discutía qué podía ser considerado sociología y qué no (1951; 1952), los trabajos de años posteriores de quienes habían sido sus estudiantes o colaboradores, como los de Eliseo Verón (1974) o Torcuato Di Tella (1980), las investigaciones varias sobre la creación de la carrera de Sociología de la UBA, la figura de Germani y la “inauguración” del campo 7 de la “sociología empírica” (entre otros, Marsal, 1963; Sigal, 1991; Jorrat y Sautu, 1992; Sidicaro, 1993; Rubinich, 1999; González, 2000; Noé, 2005; Pereyra, 2005; Blanco, 2006; Mera y Rebón, 2010; Izaguirre, 2010; Blois, 2018), las pesquisas sobre inserciones laborales y los procesos de profesionalización (Bialakowsky y otrxs, 1982; Fernández Berdaguer y otros, 2008; Rubinich y Beltrán, 2010; Blois, 2012; Pereyra y otros, 2015; Pereyra, 2017a, 2017b; Cardoso y Paiva, 2018; Cordero y Campos, 2018), se ha construido un cuerpo de investigaciones y discusiones que continúa creciendo. Este rasgo resulta distintivo de la sociología en nuestro país, si consideramos que otras comunidades de profesionales y científicas no vuelcan tanto su actividad y tiempo en analizar el propio campo, ni pueden contar tantxs investigadorxs dedicadxs a ello. Es preciso notar, además, que salvo contadas excepciones son lxs propixs sociólogxs quienes realizan estos análisis de la historia, la formación y la inserción profesional. En cierto punto, esto ha dado lugar a una comunidad que además de estudiarse a sí misma, regula ese estudio y ese campo. La identificación con una “historia sociológica de la sociología” da cuenta de la búsqueda de distinguir y valorar los estudios sociológicos respecto de otros estudios sobre la sociología y lxs sociólogxs. “Hay que ver si es relevante escribir sobre esto” En agosto de 2019 participé en la mesa organizada por el “Grupo HSSA”, en las XIII Jornadas de Sociología de la UBA. Estaban presentes lxs integrantes del grupo de investigación y estudio, y otrxs asistentes, y se llamaba “Historia de Cronopios y de famas. La sociología en perspectiva localy regional”. Había enviado en julio una ponencia con mi primer escrito sobre las asociaciones profesionales de sociólogxs. En ese escrito reconstruía en parte la historia de las primeras asociaciones, sobre todo desde 1975 cuando se creó el Colegio de Graduados de Sociología, retomando actas, reseñas institucionales, textos escritos por integrantes o ex integrantes del Colegio, entrevistas a actuales miembrxs. Planteaba allí que estos espacios de asociación son escasamente incorporados a las historias de la sociología conocidas, y que sus integrantes casi no son tomadxs en cuenta como actores que sostienen perspectivas específicas y despliegan acciones sobre la formación, la profesión y el conocimiento de lxs sociólogxs en Argentina. 8 Esperaba con interés lo que dirían sobre el trabajo, también porque la decisión de presentar allí este escrito estaba relacionada con la conversación que habíamos tenido el año anterior con Darío y Sebastián, en la que hablamos sobre mi tesis en proceso y también sobre las asociaciones, intercambiamos pareceres, ideas, información. En la mesa éramos unas 25 personas. Luego de mi presentación oral, varias personas hicieron comentarios. Malena, una investigadora del grupo, Darío, Abel (otro investigador de la historia de la sociología de mucha trayectoria) y Gastón, integrante del grupo, hasta que fue el momento de pasar a la ponencia siguiente. Malena, que estaba designada como la comentarista de mi ponencia, me dijo muchas cosas, pero lo que yo registré más claramente en ese momento fue que había que preguntarse si es relevante investigar sobre las asociaciones profesionales. Malena: Mis preguntas o las cuestiones que quería marcar van por dos lugares. Uno en relación más… una cuestión que uno podría decir epistemológica y otra cuestión vinculada al enfoque. La cuestión más epistemológica es: algo que no fue estudiado, ¿es necesariamente relevante porque no fue estudiado? ¿O no fue estudiado porque aquellos que investigaron encontraron que esos espacios no eran relevantes respecto a las preguntas que se hacían? Esa es la primera cuestión, digo, problematizar esta idea de que algo que no fue mirado por eso es necesariamente relevante para explicar un determinado proceso. (…) Y voy un poco más con el enfoque, que me parece que hay una mirada muy interesante y necesaria incluso de reconstruir ese espacio que vos decís bueno, ese espacio dejado… descuidado por las investigaciones, uno puede pensar un espacio más lateral, más marginal, y vos lo reconstruís muy bien, a mí las cuestiones que me hacen un poco de ruido es el tratamiento de los discursos de esos actores, que los discursos de actores que sostienen ciertas instituciones, suelen ser autocelebratorios. Que la presidenta no me acuerdo ahora el nombre del Colegio diga que fueron instituciones protagonistas en la revitalización durante la década del ’80 ¿justifica que lo sean? En los comentarios de Malena leí algo así como una advertencia: lxs sociólogxs que investigan el campo no desconocen a las asociaciones profesionales, sino que, como parte de sus investigaciones, no han encontrado que éstas sean importantes para 9 comprender las dinámicas del propio campo. ¿Estaba yo desconociendo esas investigaciones al proponerme dar relevancia a esas asociaciones? Lxs actores a quienes recuperaba en mi escrito afirmaban que las asociaciones profesionales habían sido protagonistas durante la década de 1980 de la revitalización del campo de la sociología luego de la última dictadura. Yo lxs había tomado en serio, buscando incorporar esas perspectivas a las historias de la sociología ya conocidas. Abel también realizó observaciones y recomendaciones a lo que yo había presentado: Abel: “si vos pretendés que tu… que las observaciones que hacés sobre el Colegio, los predicados que haces sobre eso, tengan alguna relación con la disciplina en su totalidad ahí yo estoy de acuerdo con Malena en que eso es una confusión (…) Entonces yo creo que si vos lográs separar una cosa de la otra tenés un objeto, ¡claro!”. Tanto Micaela como Abel pusieron en discusión qué estaba investigando y cómo lo estaba haciendo, su relevancia, los materiales que estaba utilizando y también las preguntas e interpretaciones que estaba formulando. Lo hicieron desde su posición de sociólogxs investigadorxs expertos en el tema, en un espacio adecuado para hacerlo: una mesa de jornadas académicas en las que se ponían en debate los avances de investigación de quienes presentamos nuestros escritos. Por mi parte, las dos situaciones que recuperé en esta ponencia tuvieron el efecto de descolocarme y sobre todo de enojarme. Lo que más me enojaba era tener la sensación de que no me entendían, que me corregían porque no estaban entendiendo lo que yo decía. Mis interlocutorxs me invitaban a charlar y a escribir. Querían leerme, mostraban interés en lo que hago, pero cuando empezaba a mostrar, a contar lo que estaba escribiendo y/o pensando, aparecían las correcciones, las indicaciones, las dudas sobre el enfoque, sobre el objetivo: ¿de qué va a ser tu tesis? Tendrías que ver esto, recortar acá, enfocar aquí. Como si me enseñaran el “verdadero significado” de lo que sé y de lo que voy aprendiendo. Eso me ponía nerviosa, molesta, enojada. ¿Cómo era posible que no entendieran? ¿Por qué no ven que no estoy afirmando lo que lxs actores dicen como verdad, como realidad, sino intentando reconstruir sus perspectivas? ¿Por qué tengo que tomar lo que hacen lxs sociólogxs en las asociaciones como algo separado de “la disciplina en su totalidad”? 10 Correcciones, intercambios y formas de colaboración Al advertir, con ayuda de otrxs interlocutorxs3, que era necesario elaborar y hacer productivo mi enojo, me propuse comprender qué me querían mostrar estxs investigadorxs con sus correcciones, comentarios e indicaciones. ¿Podrían ser maneras de ayudarme y darme entrada a ese campo de investigación en el que lxs sociólogxs se estudian a sí mismxs y del que ellxs son referentes? Por ejemplo, en mis primeras sensaciones y reacciones estaba pasando por alto que en la misma conversación en que Darío me dijo que estaba desenfocada y que no “veía” mi pregunta, también me contó sus líneas de investigación y las de sus tesistas y becarixs, buscando puntos en común con mi trabajo: “en algo de eso entiendo que estás vos”. Por lo que al mismo tiempo dialogaba conmigo como alguien que también forma parte del mismo espacio temático e investigativo. En este punto me interesa traer al análisis un diálogo con otrxs etnógrafos que, realizando etnografías “entre expertxs”, han entendido situaciones similares a las que describo, en términos de “sabotaje” y de “objeciones” a su trabajo (Mosse, 2006; Gil, 2009). David Mosse realizó una etnografía sobre profesionales que trabajan para organismos internacionales diseñando e implementado políticas llamadas “de desarrollo” en India (economistas, sociólogxs, antropólogxs, entre otrxs), siendo él mismo uno de esxs profesionales. Al dar a conocer el borrador de un libro en el que presentaba los resultados de su investigación, algunxs de quienes habían sido sus colegas se mostraron muy disgustadxs y realizaron lo que Mosse llamó “objeciones”. Estas objeciones se dirigían a la investigación tal como había sido llevada a cabo y también al texto. Lxs “objetores” ponían en cuestión que el etnógrafo no hubiese elaborado su argumento y producido conocimiento de la misma forma en que ellxs elaboran las evaluaciones a los proyectos y políticas que implementan en estos organismos; es decir, consensuando colectivamente el contenido del producto final. Esto reveló, afirma Mosse, diferencias epistemológicas sustantivas entre el etnógrafo y sus interlocutorxs y agrega: “[Las objeciones] revelaron una aparente divergencia epistemológica entreun etnógrafo y sus interlocutores -o al menos una parte 3 Los registros de campo y notas ampliadas en los que fui elaborando lo que presento aquí, fueron escritos, leídos, analizados, reescritos en el contexto de diálogo con mi directora de tesis, Diana Milstein, y mis compañerxs también tesistas. 11 dominante de ellos- que sugiere límites a cualquier etnografía colaborativa” (2006: 945. La traducción es propia). Gastón Gil realizó una etnografía sobre la antropología en la Universidad de Mar del Plata durante los años ’70, en la que lxs nativxs son antropólogxs que habían estudiado o enseñado en la carrera de Antropología de esa universidad antes de que la dictadura la cerrara, y que al momento de la investigación de Gil habían vuelto a desempeñarse como docentes e investigadores en esa u otras universidades. El trabajo de campo, afirma el autor, no fue fácil ya que estuvo “lleno de sabotajes. Muchos protagonistas, colegas que a veces se consideran tácitamente a sí mismos como competidores, se negaron a hablar; otros llegaron a cuestionar la pertinencia epistemológica e incluso moral de realizar una investigación con estas características. El sabotaje por parte de algunos nativos es un asunto de importancia vital para el trabajo del etnógrafo, especialmente en un mundo contemporáneo, en el que el etnógrafo puede entender a los nativos como expertos, o aspirantes a expertos” (2009: 57. La traducción es propia). Al mismo tiempo, Gil distingue a otrxs interlocutores que colaboraron con él, accediendo a dialogar, ofreciendo información y apoyando su investigación. La definición y distinción, por parte de estos etnógrafos, de las acciones de sus interlocutorxs en términos de “colaboración”, “objeciones” o “sabotaje” abre, desde mi perspectiva, una pregunta: ¿qué sucede si no ubicamos la colaboración sólo en actitudes que van en la dirección de lo que esperamos o nos gustaría como etnógrafxs enfocadxs en “recolectar datos”? ¿Es posible entender (¿o transformar?) lo que en algún momento vivimos como boicots, cuestionamientos, críticas, correcciones, como formas de colaboración? Apoyándome en los trabajos de Joanne Rappaport, recupero esta idea: “(…) la colaboración convierte el espacio del trabajo de campo entendido como de recolección de datos en co-conceptualización (…). En particular, debemos tener en cuenta las intenciones de los etnógrafos de volver a situar los pensamientos de sus consultantes como formas paralelas de análisis, en lugar de considerarlos simplemente como datos etnográficos” (Rappaport, 2007: 202). Asumiendo esta perspectiva podemos volver sobre mi etnografía y sumar otra pregunta: ¿se dio/dieron, en los encuentros que describí aquí con mis interlocutorxs 12 nativxs, alguna/s forma/s de colaboración? En principio, parece fundamental reconocer que estas interacciones en las que me muestran lo que yo estoy interpretando mal e intentan orientarme, son ricas en teoría nativa. Es decir, en análisis que ponen en juego perspectivas, conceptos, ideas, en definitiva, conocimiento sobre lo que estoy investigando. En la conversación con Darío en la que me sentí como una estudiante evaluada, también estábamos intercambiando conceptos: yo le hablé de herencia, él de tradición. Se alegró de que, como etnógrafa, no buscara entender a lxs sociólogxs “como tribus urbanas” y esto, además de mostrar en parte cómo entienden estxs nativxs la etnografía y antropología, también supone la existencia de un espacio en el que es posible pensar conjuntamente sobre cómo conceptualizar ese campo que investigamos ellxs y yo. Ese pensar conjuntamente está atravesado por diferencias “de enfoque”, como me marcó Malena en sus comentarios a mi ponencia, pero también por ciertas jerarquías, entre investigadorxs nativxs y etnógrafa extranjera, entre investigadorxs formadxs y etnógrafa en formación. La experiencia etnográfica que me propuse describir y analizar aquí me ha llevado a pensar que las formas posibles de colaboración no suponen ni requieren siempre de acuerdos, coincidencias, iguales objetivos; sino que pueden crear espacios en los que etnógrafa e interlocutorxs conceptualizan, intercambian interpretaciones, información, preguntas, sosteniendo sus “divergencias epistemológicas”. Referencias bibliográficas -Bialakowsky, A; Martin, H; Macri, MR; Filmus, D; Caracciolo, A (1982) “Espectro ocupacional del licenciado en sociología en el medio profesional argentino. Primer Informe”. Buenos Aires, Colegio de Graduados en Sociología. -Blanco, A (2006) Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. -Blois, P. (2012) Obligados a elegir “entre el sacerdocio y la prostitución”. Socialización universitaria y prácticas profesionales de los sociólogos de la UBA. Tesis Doctoral. Facultad de Ciencias Sociales. UBA. -Blois, P. (2018). 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