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Descargado en: patatabrava .com HISTORIA MEDIEVAL DE ESPAÑA (UCM) HISTORIA MEDIEVAL DE ESPAÑA CANTERA MONTENEGRO, MARGARITA 16-17 1 TEMA 1. LA ESPAÑA VISIGODA (418 – 711): TRAYECTORIA POLÍTICA. CRISIS DEL IMPERIO ROMANO Y ASENTAMIENTO DE LOS GERMANOS EN LA PENÍNSULA. El Reino visigodo nace a consecuencia de la crisis política del Imperio romano y por las invasiones germánicas. La situación romana era de continua rivalidad y división entre Oriente y Occidente, que vivió durante parte del siglo IV y el siglo V una grave crisis. En la diócesis hispana la crisis se unió a numerosas guerras entre pretendientes del poder imperial y los defensores del propio poder, a la escasez y la hambruna. Los germanos empezaron a entrar en el Imperio romano en el siglo V, pero antes existieron incursiones aisladas para indicar la agitación y el movimiento que cuajará en el siglo V. La Península Ibérica no vive al margen de las incursiones, sufriendo las de Suevos, Vándalos y Alanos. En la segunda mitad del siglo III llegaron a la Península bandas de francos y alemanes que se extendieron por la Península tras asediar gran parte de la Galia romana. La penetración de estos grupos se resumió en la destrucción de ciudades como Tarragona, pues actuaron en la zona costera mediterránea y llegaron hasta Cádiz, aunque raramente atacaron el mundo rural. Cuando atacan ciudades, estás quedan prácticamente destrozadas y no recuperan su población durante muchos siglos. Estos grupos entraron también en el interior, como a Calahorra, pero su zona de actuación principal fue la costera. Estas incursiones produjeron un clima de terror manifestado en el entierro de propiedades de los romanos para evitar el saqueo. SUEVOS, VÁNDALOS, ALANOS. La llegada de estos pueblos a principios del siglo V sirvió para introducir en la Península Ibérica las invasiones germanas de forma plena y la futura llegada de los visigodos, aunque no fueron de carácter permanente. En el año 406 Suevos, Vándalos y Alanos atravesaron el río Rin y se extendieron por las Galias durante cerca de tres años, hasta que en el año 409 atravesaron los Pirineos por Roncesvalles y se entendieron por la Península, coincidiendo con uno de los Golpes de Estado de Constantino para coronarse Emperador. Esta situación llevó a muchos de los propietarios romanos a apartarse de la sociedad romana para evitar la alta presión que se ejercía sobre ellos. Suevos, Vándalos y Alanos estuvieron unidos mientras que pudieron obtener botines fáciles, pero al cabo de tres o cuatro años, comenzaron a separarse. Como otros pueblos germanos, éstos pensaban volver a su zona de origen, pero el viaje se vio dificultado por el establecimiento visigodo en el sur de la Galia romana como aliado del Imperio romano, cerrándoles el paso hacia la Germania. Por ello, decidieron asentarse en la Península, conservando, especialmente los Vándalos, un carácter seminómada que explica su posterior salida de la Península hacia el Norte de África. 2 El reparto sobre el terreno de estos tres pueblos hace que los Suevos y los Vándalos Asdingos se establecen en la Galecia romana; los Alanos se extienden por la Lusitania romana; y los Alanos desaparecen, seguramente por ser un grupo poco numeroso que se diluyó con la población hispano – romana. El grupo más numeroso de los Vándalos, los Silingos, se establece en la Bética romana. De esta forma, hay una única provincia romana, la Tarraconense, que queda al margen del asentamiento de los primeros pueblos germanos, la única provincia que sigue bajo dominio romano, y que será la zona de asentamiento inicial de los visigodos. LOS VISIGODOS EN HISPANIA Y GALIA: EL REINO VISIGODO DE TOLOSA. A estos tres pueblos se une, poco después, el pueblo visigodo, el pueblo germano más romanizado cuando se inician las Invasiones, como indica su religión cristiana, aunque desde la “herejía” arriana, utilizan el latín, tienen una estructura política más definitiva, pudiendo hablar casi de un Reino visigodo, etc. Los visigodos llevaban mucho tiempo buscando una tierra propia, desde el año 378, cuando, tras la Batalla de Andrinópolis, comienzan las incursiones en Europa, saqueando incluso Roma en el año 410. Se establecieron en el sur de las Galias y llegaron a un Foedus con el Imperio romano, que les convirtió en federados, aliados del Imperio romano, en torno al año 428. Esta categoría marca también su actuación en la Península. El Foedus supone que los visigodos puedan asentarse en el sur galo, recibiendo avituallamiento romano siempre que eliminen a los otros germanos que se habían asentado en la Península. Los visigodos establecen entonces un futuro reino al sur del río Loira, un pequeño territorio de la Tolosa francesa y su asentamiento en las Galias e Hispania se produjo siguiendo la Ley de la Hospitalidad, que se había establecido en el siglo IV para dar residencia fija a los aliados del Imperio romano. El asentamiento visigodo se da en la provincia tarraconense, desplazándose progresivamente al centro peninsular, dándose la zona de asentamiento más importante entre el rio Tajo y los afluentes del norte del río Duero, un asentamiento concentrado por estar en relación con la población romana. La cuestión de la no división como pueblo, sino la conservación de una cierta unidad para su progreso. Como federados romanos, los visigodos tuvieron una presencia muy especial en la Batalla de los Campos Cataláunicos del año 451, en la que el Imperio romano y sus federados derrotaron a Atila. Esta acción es un reflejo claro de la federación romana, aunque la fidelidad no era una constante, ya 3 que los visigodos fueron afianzando su dominio a la vez que empeoraba la situación romana, y la sumisión al Emperador fue disminuyendo. Antes de la Batalla de los Campos Cataláunicos y del asentamiento total visigodo, fueron los Suevos y los Vándalos los que dominaron la Península Ibérica. En esta primera etapa, hay una cierta primacía política a los Vándalos, una primacía que dura poco tiempo pero que los permite conseguir un cierto dominio también sobre los Suevos, sobre todo los del sur peninsular. Esta hegemonía permite realizar incursiones por toda la Península, llegando también a Cartagena, un asalto que provocó que los Vándalos se hiciesen con parte de la flota romana flanqueada en Cartagena. En el año 429, los Vándalos pasan al norte de África, un paso que pudo deberse a las luchas del mundo romano en el norte africano. Se piensa que el General que dominaba el norte de África, los llamó para que ejercieran ayuda en las luchas internas. Otro factor que pudo ser fundamental para el paso fue la obsesión de la búsqueda de provisiones de los germanos. Además, los visigodos se estaban consolidando y presionando a los pueblos de la Península. Cuando los Vándalos marchan al norte de África y hasta el predominio visigodo, encontramos un predominio Suevo, que les lleva a controlar su territorio de la Galecia, Lusitania y buena parte de la Cartaginense y la Bética. Son años de revueltas de los campesinos romanos, como la Revuelta de los Bagaudas, sobre todo en el Valle del Ebro, revueltas romanas que se quejaban de la presión fiscal que descargan los propietarios sobre ellos. Los Suevos aprovechan la situación y dominan casi toda la disposición occidental peninsular. Además, en los años centrales del siglo V, dan también un paso importante que pudo facilitar su aceptación por la población romana, convirtiéndose al cristianismo católico; además, al unirse con los Bagaudas, con quienes realizan correrías por la provincia Tarraconense. Desde el año 460, se da una mayor intervención visigoda, que ahora dirigen contra los Suevos, reduciéndolos a su territorio de la Galecia romana. Así, los Suevos quedan reducidos a su territorio original, pierden su expansión y prácticamente desaparecen de la Historia, pues casi ninguna fuente escritanos habla de ellos, exceptuando la Crónica de Hidacio. Pasa un siglo hasta que vuelven a aparecer, un momento en el que su historia es desconocida casi por completo, y tras su derrota por los visigodos, se convierten al arrianismo, como muchos de los pueblos germanos. El asentamiento de los visigodos fue tomando forma y aunque no dominaron toda la Península hasta avanzado el siglo VI, vivían de forma independiente al Emperador. El dominio se produjo cuando visigodos e hispano – romanos se fusionaron, consolidándose la capital en Tolosa. Será en los últimos años del siglo V cuando se consiga extender el Reino visigodo, de forma permanente, por la Península Ibérica, durante el reinado de Eurico. 4 Fue precisamente el rey Eurico el más trascendente del momento, pues fue en el año 476 el año en el que desapareció el Imperio romano de Occidente, convirtiéndose en un rey independiente, no federado romano, considerándole como el primer rey de España. Eurico fue un rey también significativo porque, incluso antes del año 476, consolidó el dominio del Reino visigodo en la Península, y su actuación le llevó a extender su dominio por la zona del Valle del Ebro, incorporando plenamente ciudades como Pamplona, Zaragoza y Tarragona, que reflejan el dominio de la provincia Tarraconense. Se vive entonces una progresión de intereses de los visigodos por asentarse definitivamente en la Península. En los años cercanos al 476, Eurico promulga el Código de Eurico, en el que se refleja un aspecto fundamental visigodo: su fuerte romanización, y en el que consta la participación de un importante jurista romano. Eurico coincide con el fin del Imperio romano y siguiendo una mezcla de prácticas habituales ya, le sucede en el trono su hijo, Alarico II. Teóricamente, la elección real tendría que ser electiva, pero realmente se estaban dirigiendo una sucesión dinástica hereditaria. Alarico II vive a finales del siglo V y principios del siglo VI, coincidiendo con Clodoveo y Teodorico. Es una coincidencia que tiene su trascendencia histórica, y es que el ostrogodo Teodorico estaba intentando recomponer el Imperio romano, pero en una idea de Imperio germánico, además de organizar una política matrimonial para enlazar con los distintos reinos germánicos. Así, Alarico II se casa con una hija de Teodorico, acercándose inevitablemente ambos pueblos. El reino de Alarico II llegaba hasta el río Loira, comprendía la provincia Tarraconense y parte de la Península, aunque era un dominio etéreo, nominal, hasta el siglo VI. Muy pronto, comienzan a extenderse a los territorios comprendidos entre el Duero y el Tajo, pero, con Alarico II, es únicamente la zona tarraconense la de su dominio. Frente a la alianza de ostrogodos y visigodos, encontramos a Clodoveo y su política de expansión para ocupar toda la Galia romana. En esa expansión, los visigodos eran un estorbo, ya que ocupaban todo el sur, lo que provoca el nacimiento del enfrentamiento entre Alarico II y Clodoveo, un enfrentamiento en el que intervienen diversos factores: importancia del factor religioso porque los francos eran católicos y los visigodos eran cristianos arrianos, a través de la herejía del Arrianismo. Algunos historiadores han buscado en este enfrentamiento el motivo principal del asentamiento, pero ese factor que se ve en algún momento concreto como secundario, no es el factor principal, ya que los visigodos eran arrianos tolerantes con los católicos, y con ellos colaboraron obispos católicos, no existiendo tal enfrentamiento religioso, sino la política expansionista franca que las crónicas intentaron cubrir. Además, Reino visigodo era muy extenso, aunque en la Península no fuera total el dominio; para una población tan pequeña como la visigoda. Este enfrentamiento culmina en la Batalla de Vouillé del año 507, en la que Clodoveo vence a Alarico II, y tras la que los francos consiguen dominar gran parte del territorio galo romano. Los visigodos sufren la presión franca y consiguen conservar un pequeño territorio en el sur oriental francés, en la costa mediterránea, en torno a la ciudad francesa de Narbona, conocida como la región Narbonense o Septimania, que conservan porque los ostrogodos apoyan a los visigodos. Cuando muere 5 Alarico II se muestra la alianza con los ostrogodos, y es elegido rey un hijo de Alarico II, aunque podamos hablar de una casi total unión de los ostrogodos y los visigodos, ejerciendo Teodorico una verdadera tutela sobre el rey visigodo, hablando de una posible fusión de ambos gobiernos. La tutela de Teodorico se prolonga hasta su muerte, en el año 526, momento en el que el Reino ostrogodo entra en Guerra Civil hasta su disolución y conquista por parte de Bizancio. La muerte de Teodorico lleva a que el Reino visigodo se independice y se consolide en la Península. Los primeros reyes tras la muerte de Teodorico son nobles de origen ostrogodo, aunque contraen matrimonio con mujeres de origen visigodo, intentando consolidar el nuevo Reino. La alternancia de reyes se mantiene hasta mediados del siglo VI, momento en el que surge una de las luchas por el trono que, con mayor o menor trascendencia, se sucede durante gran parte del Reino visigodo, y que destaca por unas grandes consecuencias políticas y territoriales. A finales del siglo VI, gobierna el rey Agila, mientras que Atanagildo reclama el trono. EL REINO DE TOLEDO. LA PENETRACIÓN BIZANTINA EN LA ESPAÑA VISIGODA. Los visigodos buscaron el dominio de la Península y enlazar con la población romana, empezando a ver una cierta fusión de las nobleza romana y visigoda, aunque todavía con cierta reticencia. Era aún un dominio nominal que no pasaba del Tajo, y exceptuando Mérida. La zona bética seguía con un gobierno autónomo respecto a los reyes visigodos. Los nobles hispano – romanos buscaron alianza con la facción visigoda proclive a sus intereses, para intentar contrarrestar la influencia, y que apoyaba a Atanagildo frente a Agila, metiéndose de lleno en la historia visigoda. Otro factor que interviene en este momento es la penetración del poder bizantino en la Península. Atanagildo consigue, con el apoyo bizantino, ser coronado rey en el año 551 y como pago a la alianza bizantina, cede una parte del territorio peninsular, asentándose en la franja costera de la Península que se comprende entre la desembocadura del río Guadalquivir y el Río Júcar. Un dominio que, generalmente, se limita a la costa, aunque incluye algunas ciudades como Córdoba. La población hispano – romana de la zona no estaba sometida ni a Bizancio ni a los visigodos, aunque la intervención bizantina supone que la zona pertenezca al Imperio oriental hasta el 625. EL REINADO DE LEOVIGILDO. Muerto Atanagildo llega al trono el rey Leovigildo, primero como asociado de su hermano, Liuva I, y después como rey único de la España visigoda, entre el 568 y el 586, entendiendo un verdadero concepto de España como nación, extendiendo su dominio a toda la Península Ibérica. Leovigildo traslada su Corte a la ciudad de Toledo, que se convierte en una ciudad regia, en el centro peninsular adecuado para dominar casi toda la Península. Leovigildo fue un rey con un concepto muy claro del poder real, que nos muestra el peso de la tradición romana, la colaboración con la población romana y su 6 fusión progresiva, y la importancia del contacto con el Imperio bizantino, ya que asume muchos de los elementos externos e internos del poder imperial bizantino, como por ejemplo el trono, la corona o el manto, símbolos propios del Emperador romano, además de acuñar moneda con su propia efigie, algo que los Reyes visigodos no habían hecho, ya que colocaban la efigie y el nombre del Emperador bizantino, reivindicando un auténtico poder imperial. Leovigildo fue un rey preocupado por la fusión entre los visigodos y los hispanos – romanos, por lo que le debemos la supresión de la prohibición de matrimonios mixtos, aplicandouna ley romana que se elaboró durante el fin del mismo, para evitar la barbarización de la institución imperial. Leovigildo tuvo interés en su expansión territorial, radicando en diversas campañas militares que tenían como objetivo el sur peninsular, el dominio bizantino costero mediterráneo de tiempos de Atanagildo, y para lo que Leovigildo logró limitar aún más a la costa el dominio bizantino: Dominar la Bética romana, donde los bizantinos no dominaban, pero sí los hispanos – romanos. En el norte peninsular encontró a los Cántabros, Astures y Vascones, pueblos romanizados en cuanto a organización, pero que vivían de manera independiente, tradicional, aferrados a la vida de la montaña, con una ganadería de bosques y una economía casi forestal y frágil que, durante las continuas penurias alimentarias, acabó extendiéndose hacia la zona de población hispano – romana, por lo que Leovigildo quiso hacerlas suyas, para lo que llevó a cabo una política de construcción de fortalezas del Bajo Imperio romano, con pequeñas fortificaciones en el norte Peninsular, desde Astorga a Navarra; y en segunda fila algunas ciudades para crear una segunda defensa. Con estas campañas, consigue frenar las incursiones de los pueblos del norte. El tercer ámbito en el que Leovigildo pretende establecer la unidad peninsular es en el Reino Suevo, reducido a la provincia de Galicia, que le planteaba un problema estratégico importante, ya que los Suevos se convirtieron al arrianismo, pero mantenía contactos marítimos con el Reino franco, enemigo claro de los visigodos. El problema se agrava con la rebelión del hijo de Leovigildo, al que apoyan los Suevos, pero el re visigodo acaba conquistando a los Suevos en el año 585. Leovigildo, como todo rey germánico, sabía que el poder real era electivo, y que los nobles elegirían a su sucesor, pero como muchos reyes germanos, prepara a sus hijos para la elección, utilizando una práctica frecuente hasta el siglo XI, asociando al trono a sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, al igual que hacían los Emperadores romanos, con la idea que sean designados reyes. Por todo ello, les entrega una serie de territorios para que se muestren como hombres de gobierno: a Recaredo le entrega el sur de las Galias y a Hermenegildo le envía a la Bética. Leovigildo, debido a su creencia arriana, intentó conducir a la población a la herejía, presionando a la población, aunque sus éxitos son prácticamente nulos, y la situación se agrava debido a la creencia católica de sus hijos, fruto de un primer matrimonio. Recaredo y Hermenegildo fueron educados en el arrianismo, pero su madre era católica y cuando Hermenegildo va a Sevilla se convierte al catolicismo, por la raíz materna y se casa con una princesa franca católica, Ingunda. Todo ello se agrava por un problema familiar, y es que Leovigildo, se casa en segundas nupcias con la viuda del rey Atanagildo, la reina Goswinta, no con la intención de tener descendencia, sino porque ambos tenían facciones leales que podrían ser desleales a Leovigildo de no haberse casado. Goswinta era arriana, aunque era abuela de Ingunda, princesa católica. El enfrentamiento estalló cuando la reina intentó presionar al joven matrimonio de Ingunda y Hermenegildo para que se convirtieran al arrianismo. 7 Cuando Hermenegildo llega a la Bética se convierte al catolicismo, contradiciendo la política de su padre, y momento en el que se da la colaboración de Hermenegildo con la aristocracia hispano – romana cordobesa y sevillana. Poco después de llegar al territorio sureño, se produce una revuelta de Hermenegildo contra Leovigildo, donde primó la cuestión religiosa y la presencia bizantina. Por ello, Leovigildo actúa duramente contra los rebeldes y los acaba derrotando. No fue una revuelta de visigodos contra hispano – romanos, pues en los favorables a Hermenegildo había católicos, ciudades de creencias contrarias. Fue una revuelta política que conllevó la prisión de Hermenegildo, trasladado a Tarragona, donde es ejecutado porque no quiso renunciar al catolicismo. Leovigildo aprovecha la revuelta para someter a la aristocracia romana bética y para llevar a cabo una persecución católica. RECAREDO Y LA CONVERSIÓN AL CATOLICISMO: EL III CONCILIO DE TOLEDO. Con la muerte del rey, Recaredo es elegido rey en el año 586, dando un paso importante para la fusión con la población hispano – romana, convirtiéndose al catolicismo, no al arrianismo como defendió su padre. Recaredo convoca en el año 589 el III Concilio de Toledo, en el que hace pública su conversión, declarando el catolicismo como religión oficial del Reino visigodo, logrando la fusión total. La renuncia visigoda del arrianismo fue algo propio del mundo germánico, debido al seguimiento de las acciones reales. Hubo algunos focos rebeldes arrianos, religiosos y políticos, que se encontraban en la ciudad de Mérida, donde el obispo católico ya hacía años que era visigodo, el Obispo Masona, que sufrió la persecución de Leovigildo y que fundó el Mérida una serie de hospitales y bancos para préstamos y acoger a todo aquel necesitado, independientemente de su religión. También los encontramos en la Galia narbonense, apoyada por el Reino franco; además de en la propia Corte de Toledo, que inicia un amago de revuelta contra el Rey. Los nobles fueron ejecutados o desterrados, y la reina Goswinta encerrada. Tras la muerte de Recaredo, resurgieron ciertos focos arrianos, e incluso, alguno de sus sucesores, vuelve, al menos nominalmente, al arrianismo. El heredero de Recaredo apenas reinó, debido a su corta edad y a que su madre no era de origen noble, por lo que no arrastró el apoyo de la nobleza visigoda. Todo ello, desencadenó en una etapa de reyes cortos y grandes luchas internas, con algún rey que logró dominar las revueltas, aunque de forma ocasional. DECADENCIA DEL REINO VISIGODO Y EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN AL TRONO. DON RODRIGO Y LA INTERVENCIÓN MUSULMANA: LA DESAPARICIÓN DEL REINO VISIGODO. La situación es breve y en el año 612 accede al trono el rey Sisebuto, después de años de inestabilidad, y con él, el Reino visigodo, continua una etapa de esplendor, que además coincide con el “Siglo de San Isidoro”, un periodo brillante desde el punto de vista político y cultura, no exento de luchas internas y regicidios, pero claramente floreciente, con una serie de objetivos que se consiguen. Ese desarrollo visigodo se mantiene durante el siglo VII y principios del siglo VIII, donde habrá algunos elementos de debilidad que no contrastan con la existencia de un concepto del reino y de la nación presente, y un reino cuya desaparición no puede explicarse sin tener que acudir a un elemento exterior. En este momento, no solo San Isidoro sobresalió, sino que el Reino visigodo fue el reino germánico con un nivel más elevado, con ciudades como Barcelona, Sevilla, Toledo, etc., que se erigieron como centros de cultura y poder, siguiendo la tradición romana. 8 Con Sisebuto se inicia una política que marcará buena parte del siglo VII, promulgando leyes para separar a los judíos, marcar límites a esta comunidad minoritaria, pero con un importante peso económico y comercial, con contactos muy activos en todo el mundo mediterráneo. Las medidas de Sisebuto intentaron marcar a separación para marcar el poder político y personal que los judíos tuvieran sobre los cristianos, como los matrimonios mixtos, la prohibición de ejercer cargos públicos, el proxenetismo, se le obligó a bautizar a los judíos y convertirlos al cristianismo. Fueron, realmente, un aviso e intento de limitar su actividad, porque también durante el siglo VII se vivieron movimientos mesiánicos en todo el mundo conocido, y por ello, se pusieron para intentar frenar estos movimientos. Sisebuto tuvo otra tarea importante, como seguir combatiendo a los bizantinos en el sur peninsular, cuya presencia se estableció a mediados del siglo VI. Logró reducir la presencia casi almínimo. Su sucesor, Suintila, quien, en el año 625, consiga la expulsión total de los bizantinos, completando la unidad territorial de toda la Hispania romana bajo el rey visigodo, que ya se titula como Rey de Hispania. Se continua una situación conflictiva provocada por la muerte del rey o por el intento de éste por asociar el trono a su familia, en definitiva, el problema sucesorio. Suintila fue destronado en el año 631 por Sisenando, porque se sospechaba que quería imponer una monarquía dinástica y no electiva. Con él se plantea el problema de la sucesión, y es que, Sisenando quería que se respetara la tradición germánica de que el rey debía ser elegido, pero se encuentra con que su predecesor quería ir hacia una monarquía dinástica. Sisenando convocó en el año 633 el IV Concilio de Toledo1, en el que se decreta con carácter definitivo, la forma de sucesión al trono, con la fórmula electiva germánica mediante los Principales del reino, convocando la tradición germánica de elección y la tradición romana de elección teórica del Emperador, aquí rey. Se condenaron también las actuaciones contra el poder real y se intentó fortalecer la autoridad del Rey, aunque se le impusieron límites, ya que el monarca tenía que mirar siempre por el bien de su pueblo. Esta situación no libró los conflictos, que desembocaron en la formación de dos grandes grupos de nobles que se alternaron y disputaron el poder. Durante el siglo VII, fueron 13 reyes los que ocuparon el trono, de ellos 6 reyes fueron usurpadores, 4 reyes fueron destronados, y 2 reyes fueron asesinados. Encontramos que los reyes aceptan la forma electiva, aunque mantienen una fórmula previamente romana, que es la de asociación al trono, y que utilizó Leovigildo. La elección seguiría luego los cauces, aunque con predisposición respecto al asociado. Esta es una de las causas que se aducen a la decadencia visigoda, pero que no hubiese llevado a la desaparición si no hubiera sido por el factor exterior. El problema se agravó con la aparición de una aristocracia con intereses particulares que los anteponen sobre el reino, un protofeudalismo con lazos de clientela militar que anuncian los lazos plenamente feudales, y que nos hacen ver con claridad la aparición de unos particularismos que priman sobre la visión de interés general del reino, pero no un particularismo territorial. En los años centrales del siglo VII encontramos dos monarcas fundamentales: Chindasvinto2 y Recesvinto. Chindasvinto promulgó las leyes centrales del Liber Iodiciorum (Fuero Juzgo), casi 100 leyes que fueron obra de su hijo, Recesvinto. Estas leyes no reflejaron de forma clara la función del Emperador romano de promulgar leyes. Este código se mantuvo vigente en los territorios hispanos hasta los siglos XII y XIII. 1 Asamblea eclesiástica donde se trataban asuntos plenamente religiosos. Debido a la situación y a las luchas internas, se abordaban otras cuestiones políticas. 2 Es elegido rey a la edad de 79 años. Fue un ejemplo de los nobles que había actuado en la Corte y había dirigido conjuras. 9 Recesvinto fue un ejemplo de la elección y asociación, cuando muere en el año 672, encontramos el reflejo de una serie de acontecimientos que nos hablar de la decadencia del Reino visigodo, pero que no podía hacer prever su desaparición. La lucha constante por el trono, la inestabilidad política y la constitución de dos bandos nobiliarios que se alternan en el trono, nos hacen hablar de decadencia casi total del Reino visigodo. Junto a ello, la aparición de una nobleza que defiende intereses particulares, colabora a la situación. Otro de los factores, aunque ajeno al mundo político, fueron las calamidades naturales de finales del siglo VII y principios del siglo VIII, con varios años de sequía prolongada, de cierta hambruna que se agrava con la llegada de varias plagas de langosta y epidemias de peste que produjeron una mortandad bastante importante, provocando una despoblación notable e incluso en algunas ciudades, como Recópolis, hablamos de desaparición. A ello se añade la devaluación de la moneda y la reducción del metal noble de la misma, creando un recelo hacia su utilización, volviendo al trueque. Todo ello, va unido a una desmoralización de la sociedad y a una crisis existencial de la sociedad que se refleja en un número muy elevado de suicidios, si atendemos a algunas actas de los Concilios de Toledo. Cuando muere Recesvinto en el año 672, es elegido, siguiendo las normas habituales, Wamba, en una localidad pequeña y nada más morir el anterior rey. Wamba pertenecía a la facción opuesta a Chindasvinto, por lo que marchó a Toledo, donde ratificó su elección. Lo cierto es que ante la elección de Wamba se producen algunas revueltas, ninguna novedad realmente, y la más importante se produjo en la Galia narbonense, una revuelta que se ha querido ver como una revuelta territorial contra el rey, pero realmente fue una revuelta nobiliaria que buscaba expulsar del trono a Wamba. Esta revuelta reflejó la debilidad del rey Wamba, que logró, con dificultades, convocar un ejército, pero el comandante de las tropas se unió a ella, un claro síntoma de debilidad. Finalmente, el rey sofoca la revuelta. Por todo ello, Wamba promulgó una ley de reclutamiento militar, para recoger al ejército. Esta ley obligaba a que todos los convocados por el Rey ante una guerra civil o amenaza de invasión, en un radio de 100 millas, acudan hombres libres, siervos, laicos y clérigos. En los años sucesivos logró cumplirse. Las intrigas palaciegas eran continuas y Wamba fue víctima de una conjura nobiliaria para destronarle, una conjura pacífica. El grupo opositor le dio un narcótico y se pensó que moría de manera natural, por lo que se le practicó una penitencia pública y entra en el estamento eclesiástico. Al cabo de las horas, Wamba se recupera, pero ya estaba incapacitado para ser rey, porque uno de los motivos de exclusión para ser rey era ser eclesiástico. Su sucesor fue Ervigio, perteneciente al bando de Chindasvinto, reflejando las luchas internas. Ervigio refleja otro elemento importante, al llegar al trono en el año 680, y parece que tenía relación familiar con Bizancio, poder que seguía conservando el Norte de África, donde había intercambios notables a un lado y otro del Estrecho. Un detalle importante de su reinado es que, según una crónica militar, es que hubo ya una primera expedición musulmana que no sería de conquista, sino un tanteo sobre las tierras hispanas y su resistencia militar, muy fuerte y que frustró un posible desembarco musulmán. Refleja un islam en expansión que ya pone sus vistas en la Península Ibérica. Ervigio intentó acercarse a la familia de Wamba, para evitar conflictos posteriores, y una de sus hijas se casa con el cabecilla de la familia de Wamba, Egica, pero cuando es elegido rey, se dedica a perseguir y ejecutar a miembros de la familia de Ervigio. Egica vuelve a promulgar leyes contra los judíos, insistiendo en el temor a la actuación judía mediterránea, por el ambiente mesiánico que vaya 10 acabar con el Reino visigodo. Se empiezan a sufrir ya las epidemias de peste, los años de malas cosechas, etc., antecedentes claro de la decadencia plena posterior. La crisis llegó de manera plena con Vitiza, elegido en el año 702. Debido a la falta de fuentes, no podemos abordar con exactitud la decadencia, aunque sabemos que durante su reinado se dio un problema de huida de siervos respecto a sus Señores y amparados por el resto de la sociedad, aunque fueran gravemente penalizados. Vitiza muere en torno a los 25 años, posiblemente debido a la peste, y dejando tres hijos pequeños que no pudieron ser asociados al trono, complicando la situación política. Al no haberse dado la asociación, sabemos que se dieron varias luchas, entre las que estuvo el rey Agila II, que se autoproclamó rey en la Galia narbonense,que no fue aceptado por gran parte de la nobleza. Poco después, fue elegido don Rodrigo, último rey visigodo y que parece que pertenecía a la familia de Chindasvinto. Con la elección de don Rodrigo en el año 710, se dio la decadencia clara, agravada por la llegada de los musulmanes en el año 711, llamados por los hijos de Vitiza. Con el desembarco en Tarifa, don Rodrigo estaba en el norte peninsular, bien luchando contra los vascones o bien intentando someter al “rey” de la Galia narbonense. Quizás, don Rodrigo calculó mal las fuerzas del ejército militar, y no fue capaz de derrotarlos. En julio del año 711, don Rodrigo y los musulmanes se enfrentaron en la Batalla de Guadalete, donde la victoria musulmana desembocó en el dominio posterior. La derrota se produjo por la actuación de los musulmanes como aliados del bando de los herederos de Vitiza, lo que provocó la deserción de un gran número de soldados. Don Rodrigo se cree que murió en la batalla, aunque no está totalmente claro. TEMA 2. LA ESPAÑA VISIGODA (418 – 711): ASPECTOS INSTITUCIONALES, SOCIALES, RELIGIOSOS Y CULTURALES. INSTITUCIONES DE GOBIERNO: LA MONARQUÍA Y EL APARATO ADMINISTRATIVO. En el campo de las instituciones vamos a encontrar la herencia romana casi en todas las instituciones, aunque en algunos de los campos vamos a ver también el peso de la sociedad germánica. La principal institución de la Hispania visigoda fue la monarquía, el centro de la organización política e institucional. Entorno al poder real se articulan todas las instituciones. La monarquía es un concepto germánico que llega a la Península con los germanos, por lo que la visión es de un rey que es Jefe del Ejército, un caudillo militar. El rey germánico tampoco se aleja del Emperador romano, ya que el rey visigodo une los poderes del rey germánico y los poderes del Emperador romano. Esa mezcla romana y germana se produce, especialmente, a partir del reinado de Leovigildo, un rey significativo dentro de la Historia de España, porque realiza una imperialización del poder real, él es el que ha transferido al rey visigodo la capacidad administrativa y los poderes imperiales. Ya tiene la capacidad de dictar leyes, y es que, en el mundo germano, las leyes están puestas por los dioses y el pueblo las descubre, sin embargo, en el mundo romano sí existe esa capacidad que Leovigildo rescata. Supo tomar del mundo romano los símbolos del poder real para superar la imagen del rey como simple Jefe militar y darle poderes imperiales. A partir de Leovigildo, los símbolos que asume el rey mezclan la espada germánica como símbolo del poder militar; y el cetro, la corona, el manto de púrpura y el trono, típicamente romanos. Leovigildo se encarga de asumir el monopolio de acuñación de moneda, algo que solo podía hacer el Emperador romano. Los reyes anteriores habían asumido la regalía de acuñación de moneda, desde el 11 punto de vista de que solo el rey podía acuñar moneda, pero con la efigie y el nombre del Emperador bizantino, un signo de que el Reino visigodo mantenía una cierta pertenencia al Imperio romano. Así, Leovigildo asume la capacidad de acuñación y de producción de la moneda, con su nombre y efigie. Además, asume la fundación de ciudades como Recópolis, una forma visible de asumir los poderes imperiales romanos. Establece también una capital, aunque entendida como ciudad regia en la que el rey suele residir, donde se reúne con los nobles más cercanos, y donde reposa el tesoro real, aunque se desplaza continuamente por el Reino, debido a la dificultad de comunicaciones, a la dificultad de hacerse visible ante su pueblo. El rey Leovigildo asume símbolos externos del poder real que van a mantener, en mayor o menor significado, todos los reyes medievales: Elevación al trono del Rey, junto con los nobles, en el momento de acceso al trono. Coronación física durante un tiempo, y posteriormente de manera ceremonial. Ceremonia religiosa, creada en el reinado de Recaredo, y en la que el rey es ungido con aceite consagrado. Ceremonia de herencia germánica, que se realizaba también en Navarra, y que consistía en la elevación del escudo del rey, reflejo de la jefatura militar. Los poderes del rey son absolutos, sobre todo desde el momento en el que asume los poderes de Emperador, detentando la Jefatura militar y los poderes legislativo y ejecutivo, además de una potestad de Juez por excelencia del reino, aunque delegue en sus subordinados. El poder del rey fue un poder absoluto en un principio, absoluto en el sentido medieval de la palabra, es decir, un poder que indica que se recibe de Dios, que no tiene que dar cuentas a otro poder temporal, pero sí a Dios. Es un poder que en la práctica está limitado por la obligación de cumplir las leyes del reino, leyes que tienen unas condiciones para obedecerse; por la limitación del poder de la nobleza que rodea o que se enfrenta al rey y que condiciona su capacidad de actuación; y por el límite moral del rey, que tiene que ejercer justamente su poder. También la Iglesia pudo ejercer una cierta rectoría moral con el rey, pues puede ejercer una dirección moral de la sociedad, indicando su distancia con las pautas morales. La monarquía visigoda asumió la tradición romana de concebir el ejercicio del poder real como un servicio al pueblo, como un ministerio, en el sentido antiguo de la palabra. Se da una defensa de la paz, el orden y la justicia. Uno de los problemas fundamentales planteados es la forma de sucesión al trono, que nos muestra la mezcla de tradiciones. Los germanos, cuando llegan a España, mantienen la tradición de elección del rey, porque el rey era el Jefe del Ejército, eligiendo al mejor guerrero a manos de todos los hombres libres. Cuando se asientan y se dispersan3, la elección corresponde al entorno del rey, quedando vinculada a los grandes guerreros. Este principio se combina con el principio germánico de pertenencia a la estirpe regia, y que incluso en el mundo germano – pagano tenía un cierto carácter mágico, y se elegía a los hijos del rey o a algún pariente cercano. La tradición romana se hace presente en la sucesión, pero el Emperador es elegido dentro de una sucesión dinástica, con familias elegidas aparentemente, pero no de forma real. Observamos que, cuando el Reino visigodo estaba plenamente formado, se empezó a plantear una verdadera pugna entre la elección y la sucesión germánica. Los reyes aceptan la elección, pero 3 Aunque hacemos referencia a una dispersión de la población visigoda, esta no se da como tal en términos modernos. Sí es cierto que se dispersaron, aunque los núcleos de población visigoda siempre estuvieron regidos por un patrón de concentración demográfica. 12 constituyendo una dinastía en sus hijos, mediante la asociación de uno de ellos al trono para que se vaya entrenando en las tareas de gobierno. Esta tendencia a la sucesión dinástica choca con la tradición germánica, con los intereses de las otras familias nobiliarias, y es que los grandes clanes aspiran a la elección de sus familiares, por lo que cuando los reyes intentan ir tendiendo a la sucesión, se producen reacciones y destronamientos, una situación a la que se llega a principios del siglo VII. Por esto, el rey Sisenando convocó el IV Concilio de Toledo en el año 633, para pedir que esta Asamblea eclesiástica determine y legisle cómo debe ser la elección del rey. El rey debe ser elegido con carácter permanente. Los Concilios V, VI y VII, son los encargados de perfilar todos los elementos de elección del rey, como determinar con claridad quiénes son los electores, es decir, la nobleza y los obispos; y quiénes pueden ser elegidos reyes. En el VI Concilio de Toledo del año 638 se establece que, una vez muerto el rey, solo podrá acceder al trono aquel que sea elegido por la nobleza y los obispos, y el tirano no podrá acceder, así como todo aquelque haya sido tonsurado bajo el hábito religioso, aquel de origen servil o extranjero4. ¿Cómo conocen los visigodos la tradición romana? Por la presencia bizantina en el sur peninsular y por la fuerte tradición romana en la Hispania romana, cuya cultura resurgió en este momento, con autores tan importantes como San Isidoro de Sevilla. Además, a pesar de que la imagen del mundo medieval sea de cerramiento, hay también contactos comerciales, con mercaderes que iban a Bizancio y contaban cómo se vivía en la Corte visigoda. En torno al rey se organiza toda la administración del reino, comenzando por la administración central, donde pesa la herencia germana y dentro de la que destaca la institución del Aula Regia, el consejo del Rey y una copia del Senado germánico, donde un grupo de guerreros se reunían para aconsejar al Rey. Empieza a llamarse, aunque de forma secundaria, Palatium, en el sentido de las personas que rodean al rey y cuya función es meramente consultiva. El rey no está obligado a seguir los dictados del Aula Regia, ya que su función es de asesoramiento, en aspecto como la elaboración de leyes; o una función de tribunal, que asesora al rey en los juicios importantes, y juzga en nombre del poder real en las cuestiones mayores. Cuando se determina de forma clara la forma de acceso al trono, el Aula Regia es el lugar donde se da tal proceso. En la organización municipal pesa la tradición romana, manteniéndose las grandes provincias, aunque no tienen sus límites un carácter tan de frontera, no hay una clara separación, y es que las provincias romanas más grandes eran Gallaecia, Tarraconense, Cartaginense, Bética y Lusitania, además de la Narbona gala. La provincia entendida en términos militares era, por ejemplo, Cantabria, con la función de coordinar las fortalezas que defendían los territorios de las oleadas de cántabros y astures. Las provincias estaban gobernadas por un dux, que tiene potestad militar germánica. Los dux son nombrados por el rey, y dependen de él, aunque tienen todas las potestades juzgando en su nombre. Las provincias, cuando eran demasiado grandes, se dividían en unidades menores, Territorium, gobernadas por un conde y que responden, en muchos casos, a comarcas naturales. Su conde es designado por el rey, aunque con el tiempo se observa que el cargo se hace hereditario, sobreviviendo a la invasión musulmana, y resurgiendo como unidad en los reinos hispano – cristianos. Los condes son también llamados Iudex, aunque éstos solo tengan el poder de juzgar por delegación. 4 Los godos eran únicamente visigodos y ostrogodos. Hablar de godos puros no era posible en este momento, pues la fusión con la población hispana era real. Se considera extranjeros a los bizantinos, presentes en el sur peninsular hasta el año 625 y hacia los que se tenía un gran recelo; también va contra los francos, el reino enemigo que les expulsó del sur de las Galias, y que apoya algunas revueltas en Narbona para apoderarse de ese territorio. 13 Hay grandes señoríos, en los que el propietario ejerce algunas de las funciones del poder real, generalmente usurpadas. Se pueden encargar de los tributos y recogerlos, o de convocar huestes militares. En lo territorial, existe un debate entre la pervivencia del municipio romano o su temprana desaparición, un debate difícil de solventar por la decadencia de las ciudades, pero apoyado por la reunión de las Curias, de las asambleas locales. Sabemos que conservaban las funciones plenas romanas, como la responsabilidad colectiva de los tributos municipales, pero que se asumen también algunas funciones nuevas, como una cierta jurisdicción de asuntos menores. La Asamblea municipal desapareció a lo largo del siglo VII, o al menos sus reuniones, haciendo pensar sobre la extinción del régimen municipal romano. Vemos aparecer en el mundo rural, una asamblea de los campesinos, el Conventus Publicus Vicinorum, cuyas funciones eran las de determinación de los asuntos cotidianos, como los problemas de lindes, las infracciones, etc. Una institución de carácter germánico que se sigue reuniendo en los primeros siglos de la Reconquista. Se mantiene el sistema fiscal romano, aunque destaquen elementos como la imposibilidad de los reyes visigodos de mantener la estructura fiscal romana con plenitud; y una simplificación notable del sistema fiscal romano. Los medios de ingreso del rey visigodo procedían de tres fuentes: Bienes personales del rey y que suele poner al servicio del reino. Tesoro real, tesoro del reino que no está claramente separado del tesoro personal del reino. Tributos que se cobran. Aquí es donde vemos la capacidad de los reyes de hacer efectivo el cobro. De manera extraordinaria, debemos añadir otros ingresos, como las penas o multas por ciertos delitos, las regalías de elementos del poder real, como de acuñación de moneda, dominio de las minas, posesión de los tesoros que se encuentren, etc. Si la organización hacendística tenía raíz romana, el ejército tiene una raíz germánica, aunque participe también la romana. Pesa la idea germánica de que el ejército está formado por el pueblo visigodo en armas y de que no hay un ejército permanente, salvo pequeños contingentes que forman la guardia real. Es también un reflejo de la elección germánica, por lo que se insiste en la capacidad militar del rey. La Hispania visigoda tuvo frecuentes campañas militares, aunque casi siempre son limitadas en el tiempo o a espacios geográficos concretos. Las convocatorias militares surgieron efecto muchas veces, por ejemplo, en el siglo VI. Junto a la capacidad de convocatoria de la hueste del reino, debemos recordar también la figura de Leovigildo, que asume la creación de un Lime, apoyado por una segunda línea de ciudades con carácter fronterizo. En lo referente al derecho oral, es una costumbre no promulgada por el rey, pues es el pueblo quien debe descubrirlo por los dioses. Empiezan a promulgar leyes asumiendo la tradición romana, y ya los primeros reyes de Tolosa, en el siglo V, promulgan algunos edictos como leyes menores, debido a su federación a Roma. Destacan 4 códigos: Código de Eurico (475 – 476). Recoge el derecho romano deteriorado, está redactado en latín, reflejando una romanización casi plena de los visigodos. ¿El derecho dictado es para todos los pueblos, solo para romanos, o solo para germanos? ¿Existe un derecho global, o un derecho para cada pueblo? Es un debate difícil de resolver, aunque debemos ver que, aunque cada pueblo tuviese su derecho, se tiende a una unificación en el derecho romano. Codex Revisus (575). No nos ha llegado, y es muy difícil saber su ámbito de actuación. 14 Código de Alarico, Breviario de Alarico o Lex Romana Visigothorum (506). Recopilación de derecho romano. Cuando Alarico ordena la redacción de este código, piensa en la rivalidad con el rey Clodoveo, y en sus dominios del sur de las Galias, donde pretende ser confirmado como una ley dirigida a la población galo – romana, asegurando la pervivencia de sus costumbres. Lex Visigothorum de Recesvinto (654). Recoge muchas leyes de su padre, Chindasvinto, y leyes de código de Leovigildo, la ley antigua. Este código tenía validez para todo el Reino visigodo, una fusión plena visigoda. Se mantuvo vigente hasta los siglos XII – XIII y se conoce en Castilla como Fuero juzgo. ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y ESTRUCTURA SOCIAL. La organización visigoda se puede considerar como una continuación política del Imperio romano, aunque donde pervive de manera aún más clara es desde el punto de vista económico y que nos habla de la ruralización del Imperio romano, de predominio claro de la actividad rural sobre la ciudad y todo lo que conlleva la misma, junto con una atomización cada vez mayor del espacio económico. La actividad agrícola es la fundamental, con una economía que tiende hacia el autoabastecimiento, unaeconomía rural que se basa en la agricultura, en la que vemos la típica trilogía mediterránea: el cereal, el viñedo y el olivo, que se extendía hacia el Valle del Ebro y buena parte de la Península, basándose en la creación del aceite. Destaca la rotación trienal, el arado romano y la práctica ausencia del abono. En zonas como el Levante peninsular sí se conservaron las técnicas de regadío, promulgándose incluso leyes para protegerlo, y que tuvieron como referente el Tribunal de las Aguas, institución que regula los conflictos que puede haber entre las acequias. Continuidad también en cuanto a la propiedad de las tierras, destacando las pequeñas y medianas, aunque también hay grandes propiedades y a medida que avanza la crisis, se da la encomendación. La ganadería complementa la agricultura y predomina en las zonas montañosas como la zona central. Esta ganadería se une a la explotación del bosque que los visigodos protegen con muchas leyes por miedo a perder el espacio y por temor a perder las castañas que a veces sustituyen al pan al comer. La actividad industrial sufre un declive que se concentra en el mundo rural y se vincula a cubrir las necesidades diarias: tejidos, calzado, instrumentos de labor, etc. Solo hay una industria notable en la Hispania visigoda, la metalurgia y la orfebrería, alcanzando niveles de perfección en ambas. Los orfebres tenían una gran consideración social, ya que eran los fabricantes de las armas y las espadas, además, trabajaban para la Corte, haciendo armas y joyas. El comercio también se reduce, aunque sigue habiendo actividad mercantil y se da un intercambio entre los campesinos, pero vinculado al trueque. El comercio internacional no desaparece del todo, ya que los productos de lujo y los libros siempre van a estar demandados, y destaca la madera y cereales, que se comercian con el imperio bizantino. Comercian con otros territorios, como las Islas británicas desde Galicia, o el norte de Italia también. 15 El comercio va unido a la moneda y en el campo monetario, permanecen las prácticas monetarias romanas, manteniéndose el sueldo de oro, aunque no se acuña, sino que sirve de referencia, pues la moneda que se utiliza es una tercera parte del sueldo, el Tremis. Para el comercio local, se utiliza la moneda de bronce o plata de mala calidad. Se mantienen las regalías, recuperadas por Leovigildo. La moneda lleva la efigie y el nombre del rey visigodo. Se da también la práctica del préstamo y la usura, siempre unida a la actividad mercantil. La usura está condenada por la Iglesia, pero es ejercida de forma habitual por los judíos que viven al margen de la ley cristiana. Para evitar la actuación de los usureros, vemos la aparición del primer banco, puesto en marcha por el Obispo Masona de Mérida, contemporáneo a Leovigildo, y encargado de crear esta especie de banco benéfico para los pequeños campesinos y donde no se pedían interés. Vamos a contemplar, en el ámbito social, la confluencia de dos grandes grupos de población: hispano – romanos y germanos. La fusión entre ambas poblaciones comenzó pronto, sobre todo entre el campesinado, pues en los grupos aristocráticos se dio de manera más lenta. La población hispano – romana constituía la mayoría de la población, alrededor de 4 o 5 millones, y estaban asentados en toda la Península, especialmente en las ciudades. Dentro de la población hispano – romana debemos insertar también otros grupos de carácter prerromano, parcialmente romanizados, ya que conservan muchos de sus rasgos propios. Sappos, asentados en la Meseta hispana, cerca de Zamora, y que mantuvieron una cierta independencia hasta el reinado de Leovigildo. Cántabros, Astures y Vascones, que, aunque cristianizados, conservaban rasgos propios y vivían de manera independiente al Reino visigodo. Los germanos, alrededor de unos 250.000, estaban asentados en otros ámbitos, ya que huían de las ciudades, que en su ámbito originario prácticamente no existían. A pesar de su desventaja numérica, acabaron dominando prácticamente por completo la Península Ibérica. Dentro de la población germana encontramos también varios pueblos: Vándalos y Alanos, desaparecidos. Suevos (30.000 – 50.000), que, asentados en el noroeste de la Península, compartían espacio con los visigodos (100.000 – 200.000). Tanto los suevos como los visigodos intentaron no dispersarse entre la población debido a su minoría, y se establecieron de forma concentrada en ciertas zonas, manteniendo su cohesión tribal. Para los Suevos, esta tarea no fue difícil de desempeñar, ya que su territorio de actuación era bastante reducido, y se dominaba mediante guarniciones miliares, controlando los centros de poder. Los visigodos, se concentraron, en contraposición a los Suevos, en la Meseta norte, hasta la ribera del Tajo, en los Campos Góticos. La separación entre romanos y germano fue, en un principio, absoluta, ya que se formularon diversas leyes para favorecerlo, como la de prohibición de matrimonios mixtos, posteriormente derogada, durante el reinado de Leovigildo, a finales del siglo VI, facilitando la fusión, especialmente en la aristocracia. Además, también encontramos algunos núcleos de población ajenos a los pueblos ya descritos: Bretones en la zona gallega, que huyeron de Bretaña con la llegada de Anglos, Jutos y Sajones. Algunos núcleos de población romana del norte de África que llegaron en el siglo V huyendo de los Vándalos. Francos que, aunque en un principio no fueron significativos, posteriormente alcanzaron responsabilidades en la élite mediante los matrimonios. 16 Bizantinos y otros pueblos orientales, dedicados al comercio y que tuvieron conexión con el Imperio romano, a pesar de la rivalidad política que mantenían. Judíos, en su mayoría procedentes de Oriente, y herederos de la diáspora hebrea que había creado colonias judías en todo el Mediterráneo. Este grupo comprendía también a los judíos hispanos que se habían convertido. Se asentaron en ciudades importantes, como Toledo, Mérida, Tarragona, Tortosa, Barcelona, etc., en las principales zonas de comercio. La actitud hacia el pueblo judío no era una cuestión de xenofobia, sino una cuestión de religión a partir de la que surgió un auténtico problema político, pues la unidad social medieval tenía sus raíces en la religión, y los grupos ajenos al cristianismo fragmentaban la estructura social. Fue un grupo considerado siempre como poderoso, ya que algunos de ellos se dedicaban al comercio internacional, aunque la realidad es que la mayor parte de la comunidad judía no se dedicaba al comercio, sino a la agricultura. En el siglo VII se dio en el mundo hebreo un sentimiento mesiánico tremendamente fuerte, que provocó la creencia de que un Mesías vendría para restaurar el Reino de Israel. Derivado de este hecho, se levantó un temor a los judíos, por creencia de que este pueblo arrastrase a los cristianos a su religión, y que podría venir motivado por las relaciones entre los judíos y los bizantinos, enemigos declarados del Reino visigodo. Debido a estas reacciones, se promulgaron diversas medidas para apartar a la población judía, o para introducirla dentro del cristianismo. Una de las primeras medidas fue el bautismo a los judíos, que varios miembros de la iglesia, como San Isidoro, rechazaron; más adelante, se pusieron en marcha otras medidas como la prohibición a los judíos de ocupar cargos públicos, la prohibición de tener siervos cristianos y los matrimonios mixtos, todo ello para evitar una posible judaización de los cristianos. A finales del siglo VII, dentro de las múltiples medidas contra los judíos, se impuso el pago a esta población de un tributo como permiso de residencia, ya que eran una comunidad ajena a Hispania. Tras el pago, el rey les permitiría residir en sus territorios. El tributo a pagar no era excesivamente elevado, aunque debido a la crisis demográfica sufrida a finalesdel siglo VII, la población no puede hacer frente a un impuesto que no ha mermado su importe, sino que se ha mantenido, presionando aún más a la comunidad. Por este hecho, se hace responsable a toda la comunidad judía del impago del tributo por parte de uno de sus miembros. A medida que avanza el siglo, se reiteran las medidas económicas contra los judíos, y se endurecen en algunos casos, llegando a la confiscación de bienes por el impago de los tributos. Nos han llegado evidencias de revueltas mesiánicas producidas en Oriente, y que llevaron a los Reyes a asegurarse del cumplimiento de las normas, provocando la marcha de muchos judíos haca el Norte de África, justo en el momento en el que se está forjando la fuerza islámica, y que provocó que muchos de ellos se convirtieran, rechazando en pleno la monarquía visigoda. En términos demográficos, encontramos un retroceso desde la segunda mitad del siglo VII, debido a múltiples epidemias, como la peste, o a las malas cosechas. Observamos de manera particular el abandono de algunas ciudades, llegando incluso a desaparecer. En cuanto a lo social, encontramos también una diversificación contundente, que entendemos en la relación del individuo con el Estado: Esclavos (llamados siervos a partir del siglo VI). Los esclavos, y posteriormente los siervos, no podían testificar, pagar tributos o ser reclutados, aunque, debido a la influencia tradicional germánica, en los siglos avanzados, serán llamados por el Ejército. 17 Como hemos indicado, a partir del siglo VI, los esclavos pasaron a llamarse siervos, es decir, las personas consideradas como tal, que tienen derechos y que no pueden ser castigados de manera libre, reconociéndoles un carácter personal. Son un grupo numeroso, al principio del dominio visigodo, y también en los últimos años, debido a la crisis que llevó a los campesinos a vender su libertad. En los últimos años del siglo VII, se dio un proceso de huida de los siervos de los dominios de su Señor, siendo amparados por el resto de la sociedad, a pesar de los castigos impuestos a los prófugos. En lo referente a la pertenencia al grupo servil, suele hacerse por vía de nacimiento, aunque otros aspectos como las deudas, se solían castigar con la servidumbre hacia el deudor, así como la venta de un hombre libre en un momento de problemas económicos. Población libre. Esta parte de la población estaba formada por los campesinos, sobre todo, es decir, el grupo situado por encima de los siervos, aunque haya una parte que se pueda considerar también como siervos, los denominados campesinos semi – libres, aquellos que, aunque son libres jurídicamente, no tienen libertad de movilidad. Los libertos son los antiguos siervos que han conseguido la libertad y ahora forman parte de este grupo. Son estos los considerados como semi – libres, ya que, mientras vivan, tienen una cierta vinculación con su antiguo dueño, aunque ya no sea de manera hereditaria. Es un grupo también integrado por colonos, campesino que, siendo libres, están adscritos a la tierra de un Señor y que no pueden abandonarla sin su permiso. Este grupo se vio notablemente incrementado en épocas de crisis, debido a la práctica de la encomendación, por la que los campesinos propietarios entregaron sus tierras a un terrateniente a cambio de trabajo y protección. Por encima de ellos, se sitúan los libres, los hombres que residen tanto en el campo como en la ciudad, pero de los que sabemos realmente poco. Dentro de los libres destaca la aristocracia, un pequeño, pero poderoso grupo social que durante un siglo vive separado étnicamente del resto de la población, y cuya fusión comienza en el reinado de Leovigildo, durante el que se completa la conversión de los visigodos al catolicismo. Es la propiedad de la tierra el factor que marca la riqueza y el nivel social en el mundo visigodo. La nobleza no era un grupo cerrado, sino un grupo que tenía una serie de privilegios de carácter jurídico5 y que marcan su poder social. Los miembros de la aristocracia formaban el Aula Regia, el órgano consultivo del Rey, y son también electores del monarca, junto con los Obispos. Existen dos tipos de aristocracia: Aristocracia de linaje, es decir, la que se obtiene por la vía del nacimiento. Aristocracia burocrática o de servicio, que se desarrolla alrededor del rey y de la Corte, debido al ejercicio del poder, con personas que se ennoblecen al obtener el pago por sus servicios. Esta aristocracia creció durante el siglo VII, mismo momento en el que se vio afectada por las luchas por el acceso al trono de los diferentes bandos nobiliarios. 5 Entre sus privilegios destacaba la imposibilidad de ser juzgados por un tribunal que no fuera de nobles, la imposibilidad de ser sometidos a prisión antes de ser juzgados, etc. 18 LA VIDA RELIGIOSA Y CULTURAL. CONVERSIÓN AL CATOLICISMO. La población germana, en sus primeros momentos en la Península Ibérica no practicaba la religión católica, como si hacía la población hispano – romana. El pueblo suevo, por ejemplo, a su entrada en el siglo V, era pagano, mientras que los visigodos eran cristianos arrianos. La conversión al catolicismo fue un hito fundamental en lo referente al proceso de fusión de los pueblos que habitaban la Península, y que, se consideró como tal cual se fusionó la nobleza, no cuando lo hizo el pueblo, tiempo antes. La conversión de los Suevos fue bastante turbulenta, y a mediados del siglo V, durante el reinado de Requiario, el proceso se completó, aunque con su sucesor, se apartaron del catolicismo cristiano y se unieron a la corriente católica arriana, poseídos por el deseo de diferenciación de la población hispano – romana. A mediados del siglo VI, abandonaron el arrianismo, poco antes de incorporarse al Reino visigodo, a pesar de que tal corriente religiosa no llegó a penetrar en toda la sociedad, y la conversión se realizó de forma progresiva, mientras se mantenían algunas tradiciones paganas. Siempre fue el deseo de diferenciación de los pueblos el que guio a los visigodos hacia la creencia arriana, destacando también que, durante mucho tiempo, en el Reino visigodo no se registraron enfrentamientos entre arrianos y católicos, aunque sí tenemos constancia de una tensión clara. A mediados del siglo VI, el rey Agila promovió o intentó forzar a la población hispano – romana a convertirse al arrianismo. En los últimos años del reinado de Leovigildo, se intentó fomentar también la unidad religiosa, presionando a algunos cristianos a la conversión, aunque las medidas se dirigieron a los visigodos conversos, como le ocurrió al Obispo Masona de Mérida, visigodo católico. Fue, definitivamente, con Recaredo, con el que se completó la conversión al catolicismo, mediante el III Concilio de Toledo del año 589. Existieron, en la nobleza, grupos arrianos que no aceptaron la conversión y que se sublevaron en ciudades como Mérida, aunque también en la Corte de Toledo y en la Galia Narbonense, con el apoyo del Rey franco. A pesar de todo ello, la conversión se desarrolló de manera rápida, como vemos en los registros que avalan la conversión notable de obispos visigodos al catolicismo durante el siglo VII. LOS CONCILIOS DE TOLEDO. La institución de los Concilios de Toledo se erigió como la reunión de asambleas eclesiásticas que tienen como objeto el tratamiento de temas relacionados con la Iglesia, tanto a nivel local, nacional o de carácter ecuménico. A ellos, acuden eclesiásticos de todas las jerarquías, aunque, con el tiempo, se tiñen de política de forma clara. Desde comienzos del siglo VII, debido a la convulsión política del reino, y debido al prestigio del mundo eclesiástico, se dispondrían en ellos algunas medidas políticas. Fue el IV Concilio de Toledo, en el año 633, en el que se dio esta situación por primera vez, estableciéndose la forma de sucesión al trono, elfortalecimiento del poder real y la protección al rey del regicidio. En definitiva, el principal propósito de estas medidas era la pacificación del reino. A partir de entonces, se abordaron en los Concilios otras disposiciones que acabarían regulando el sistema, celebrando una única sesión. En primer lugar, se celebraba la reunión de los asuntos puramente eclesiásticos, y en según lugar, se celebraba la reunión de los asuntos políticos, tras la entrada de algunos laicos en la zona de reunión. El Concilio era convocado por el rey, que indicaba los temas a tratar, pues únicamente sería válido cuando el monarca ratificara la reunión. Aunque se quiso establecer una reunión anual, finalmente se convocaban cuando eran necesarios. 19 EL MONACATO. El papel del monacato era el de las personas que se entregaron a la oración de penitencia y al trabajo manual. La vida monástica se había desarrollado desde Egipto y Palestina, hasta llegar a la Hispania romana, adquiriendo un nivel extraordinario en época visigoda, pues tenemos datos de su desarrollo desde el siglo IV hasta el siglo VI, con una notable influencia también en el Norte de África. Los monasterios en los que se desarrollaba la vida monástica estaban aislados económicamente, pero vinculados al Obispo en términos de autoridad eclesiástica y disciplinaria. Así, el monacato hispano tenía una gran diversidad de reglas monásticas, prácticamente una por cada monasterio, aunque destacan tres principales: Regla de San Isidoro de Sevilla. Esta regla se aplicaba en los monasterios femeninos, y supone una recopilación de normas. Reglas de San Fructuoso. Fue una de las reglas con más trascendencia del mundo visigodo, elaboradas en el norte de la Península Ibérica. Regula Communis. Es la regla que muestra la relación con el monacato celta, a la vez que habla de la aparición de una unión de monasterios desde el punto de vista disciplinar, y que compartirían una especie de biblioteca circulante. Regula Monachorum. Es la regla redactada por Fructi, cuya difusión se dio por El Bierzo, en León, en la ribera del rio Sil, en Galicia, y en La Rioja, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla; y que mostraba una serie de prácticas que proceden del monacato palestino y del monacato egipcio. Estas reglas monásticas se mantuvieron en la Península hasta los siglos X – XI, provocando que la Regla de San Benito no fuera dominante en esta zona de Europa. Así, formaron varios tipos de monacatos: Monacato Pactual, por el que la comunidad establecía un contrato entre el Abad y los monjes, en el que se fijaban las obligaciones de cada una de las partes, un contrato que se renueva cuando muere el Abad y que cada monje que entre al Monasterio debe firmar. Es la forma típica del monacato hispano – visigodo. Monacato Dúplice, que supone la existencia de una comunidad masculina y de una comunidad femenina, separadas por edificios, pero bajo el control de un mismo Abad o Abadesa. Monacato Familiar, relacionado con el Monacato Dúplice y que supone la transformación completa de una casa en un Monasterio, por parte de una familia, y que se puede convertir en dúplice con la llegada de allegados y familiares. En este caso, la situación de los niños estaba regulada, pues al llegar a los 14 – 16 años, ellos mismos podían decidir su pertenencia o desvinculación de la Orden. Hasta los 7 años, vivían junto a su progenitora, y a partir de ese momento, pasaban a vivir en el monasterio de su género. LA CULTURA Y EL “RENACIMIENTO ISIDORIANO”. Los aspectos culturales debemos insertarlos dentro de los “Renacimientos culturales” acontecidos en toda la Europa germánica, como un intento de recuperar la cultura romana e incluso la cultura pagana clásica. Los principales focos de renacimiento fueron los monasterios y las sedes episcopales, a través de las cuales se produjeron las escuelas. Fueron precisamente en las escuelas episcopales en las que se formaron algunas figuras fundamentales de este periodo, como San Isidoro de Sevilla, del que destacan las Etimologías, 20 libros en los que se recopila el saber clásico romano, la obra más leída y traducida en la Edad Media, después de La Biblia. 20 La cultura no murió con el fin del Reino visigodo, ya que a principios del siglo VIII tenemos registrada la existencia de focos culturales en las grandes ciudades, aunque fue en la Germania europea donde se dio con mayor fuerza. TEMA 3. FORMACIÓN Y ESPLENDOR DE AL – ÁNDALUS (711 – 1031). EVOLUCIÓN POLÍTICA. LA CONQUISTA DE ESPAÑA POR LOS MUSULMANES. ASENTAMIENTO Y REPARTO DE TIERRAS. La conquista musulmana marca un corte en la Historia medieval de España, proceso relacionado con la expansión musulmana que se venía dando desde principios del siglo VI por el territorio de Arabia, el territorio del Imperio bizantino y por la expansión por el Norte de África, conquistado en torno al año 640, adquiriendo el dominio norte – africano. A principios del siglo VIII, podemos decir que ya dominan todo el Norte de África, con una islamización territorial, aunque durante cierto tiempo sabemos de la existencia de comunidades cristianas y de la existencia y creencia cristiana de los pueblos bereberes. La siguiente fase de conquista fue la de la Hispania visigoda, que coincide con las luchas internas por la sucesión, que han sido continuas durante todo el gobierno visigodo, y que se centraba en las familias de don Rodrigo y de Vitiza, que se oponían al primero. En esta lucha, existieron personajes del bando de Vitiza que buscaban una alianza con los musulmanes. En este proceso destacaron Oppas, hermano de Vitiza y Obispo de Sevilla, probablemente, además de uno de los agentes que negociaron los musulmanes; y don Julián, conde visigodo que ha sido retratado históricamente, aunque con un punto de leyenda, creando la figura de un bizantino que gobernaba Ceuta en nombre del Imperio. El conde de Urbano, don Julián, se casó con una mujer que dominaba la zona de la Bahía de Algeciras, estableciendo una relación de apoyo político con el Reino visigodo, ante la expansión del islam por el Norte de África. Quizá a la altura del año 710, decidió negociar con los musulmanes para ganar status y mantener su poder. Todo ello, se dio en medio de la lucha civil entre bandos por el trono visigodo. Así, don Julián se alió con los musulmanes y se opuso a don Rodrigo. La Leyenda de La Cava cuenta que don Julián envió a una de sus hijas a la Corte de Toledo, donde sería violada por don Rodrigo, aunque las evidencias históricas apuntan a que, si se hubiera producido, habría sido Vitiza y no don Rodrigo. Así, el conde decidió romper la relación con los visigodos y establecer contacto con los musulmanes, lo que se refleja en el aporte de barcos para el paso del Estrecho, lo que nos explica que no hubiese una respuesta inmediata a los primeros escarceos musulmanes. En todo caso, fue la actitud del conde respecto al paso a la Península. 21 Ya en el año 709 hubo una primera incursión en la Península, en Algeciras, que no tuvo grandes consecuencias y que se repitió en el año 710, cuando don Julián rompió con los visigodos, y donde los musulmanes encontraron gran resistencia. Ya en mayo del año 711 se produjo el desembarco definitivo, comandado por Tarik, un cliente militar de Muza, el Gobernador o Valí de Qayrawan, una de las grandes bases del dominio musulmán norteafricano. Esta incursión estuvo acompañada de un grupo de 7.000 bereberes, que emplearon barcos de don Julián. Poco después, llegó otro grupo de 5.000 bereberes más. Cuando se produjo el paso, don Rodrigo estaba en el norte de la Península, bien luchando contra los vascones o bien luchando contra otro noble visigodo que había sido proclamado rey en Narbona. En todo caso, don Rodrigo llama al pueblo visigodo a hacer frente a esta incursión, una amenaza importante, pero que podría haber sido menospreciada. Convocó a un grupo de 10.000hombres para dirigirse hacia el sur, donde se produjo la Batalla de Guadalete, en Cádiz, cerca de la Laguna de la Janda. La derrota del ejército visigodo fue fundamental porque incluso sus propios hombres se volvieron en su contra y la alianza con los musulmanes triunfó, muriendo incluso el propio rey, según se cree. La derrota de Guadalete supuso el fin del Reino visigodo. Una de las primeras acciones que desarrollaron los musulmanes fue la visita a Toledo, donde el rey era ungido, impidiendo la acción de los partidarios de don Rodrigo. Así, se inicia la conquista musulmana, aunque no podemos saber si la expedición del año 711 tenía como objetivo la conquista peninsular, pero ya en el año 712, Muza vino a España con un ejército de 18.000 árabes, inmiscuidos en la Yihad y con clara intención de completar la conquista. Durante estos meses, y después de llegar Muza, se realizaron multitud de correrías por el sur, partiendo pronto hacia el norte. La llegada de Muza refleja una constante del dominio musulmán, y es que siempre se incrementa la población con la llegada de población árabe, siria o berebere, y que mantendrán siempre una cierta relación con las tierras de origen. Tarik y Muza se unieron para dirigir los ejércitos hacia las ciudades claves, asegurando el dominio político de la Península y donde Toledo era fundamental; además, también se dirigieron hacia el Ebro, dominando ciudades como Zaragoza, Huesca, Lérida o Tarragona; y hacia el oeste, llegando a León. Durante este proceso, ciudades como Mérida opusieron resistencia, aunque acabaron claudicando. En tres años, se consiguió el dominio pleno de la Península por los musulmanes. El éxito de la expansión se debe a la conjunción de varios factores: Aunque el rey visigodo convocó tropas, la lucha civil por la sucesión fue clave en la traición a don Rodrigo. Establecimiento de pactos con los nobles Vitizianos para asegurar el dominio político Durante tres años, sometieron a la Península, hasta que, en el año 714, Muza y Tarik son llamados a Damasco, la sede del Califato, para que rindan cuentas de su conquista. En esta llamada hay dos elementos que se mezclan, y es que se les acusa de haberse enriquecido, de haberse quedado con más 22 parte del botín, y del temor por la posible intención de Muza que crear un Reino particular en la Península, y que podría encajar con la actitud del hijo de Muza, Abd Al – Aziz, designado Valí en el Gobierno del Reino visigodo, y que se casa con la viuda de don Rodrigo, reflejando la política de los nobles visigodos de alianzas con el nuevo poder y la táctica expansionista del islam, aportando así dominios personales a la causa islámica. El matrimonio tuvo también como consecuencia la intención de la esposa de Abd Al – Aziz a que éste se convirtiese en rey, hecho por el que acabó siendo asesinado. La dependencia de Qayrawan se prolongó hasta el año 756, un periodo en el que se sucedieron los gobernadores, que dominaron también la Galia Narbonense, una zona también con grandes luchas internas. Las fuentes musulmanas no inciden sobre la resistencia y las fuentes cristianas hablan de ciudades asaltadas y quemadas, con matanza de población, sobre todo de las ciudades, en cuya conquista, la población judía también opuso resistencia. Un ejemplo de la resistencia lo tenemos en la actuación de Ibn – Marwan, un mudéjar comerciante conocido como “El gallego” y que a finales del siglo IX creó un dominio independiente en Extremadura, contra el Emir de Córdoba. A partir de este momento, los musulmanes impusieron un régimen de protección, la Dimna, sobre la población hispano – cristiana y que explica la facilidad de dominio. Este régimen de protección se basaba en la idea de que los miembros de religiones monoteístas deben ser impulsados a la conversión al islam, aunque si no quieren pueden conservar su religión, pero con límites, como el alto pago de impuestos al gobernador, se les prohíbe llevar armas, se les prohíbe construir nuevas iglesias, y las existentes pueden ser convertidas en mezquitas, es decir, no se puede mostrar externamente la religión. La humillación de los dimníes tenía como fin la muestra de la superioridad de la sociedad musulmán. Los cristianos aceptaron esta situación, bien por miedo o bien por pactos para conservar sus propiedades, como ocurrió con los nobles. Hubo muchos casos de hispano – godos que pactaron con los musulmanes, como el conde Teodomiro o Tudmir, que acompañó a las tropas en las primeras incursiones. El pacto que firmó en el año 713 evidencia el sometimiento a cambio de conservar sus ciudades y sus hombres, además de conservar la fe cristiana, aunque con las limitaciones señaladas. Una de las cláusulas del pacto era sembrar la desconfianza. Debido a este hecho, apareció el grupo de población mozárabe, es decir, los cristianos bajo dominio musulmán. Cuando los mozárabes se incorporaron a la España cristiana en el siglo XII, conservaron su peculiaridad litúrgica, formando una comunidad propia dentro de la comunidad cristiana, aportando la cultura visigoda, pero con diferenciación respecto a los cristianos. La población hispano – goda que se convirtió al islam fue llamada muladí. A pesar de las conquistas, empezaron a sufrir las primeras derrotas, como la derrota en la Batalla de Covadonga del año 722 y derrotas en Francia, como la de la Batalla de Poitiers del año 732, en la que los musulmanes fueron derrotados por Carlos Martel, abuelo de Carlomagno. En torno al año 760, abandonaron los dominios narbonenses. El dominio musulmán intentó centrarse en las ciudades, con una nobleza dividida que asegura su parcela de poder. Los pactos de visigodos y musulmanes eran perpetuos en el papel, aunque en la práctica se rompían con total autoridad. Para asegurar el dominio, se estableció Sevilla como centro del dominio, y después fue Córdoba. El dominio de las vías de comunicación fue fundamental también, para asegurar los desplazamientos de tropas o para acabar con cualquier acción enemiga. La población musulmana rondaba los 50.000 hombres, mientras que la población hispano – goda era de unos 4 millones. Dentro de la población musulmán, la unidad no era real, sino que era el más fuerte el que dominaba los grupos. Junto a ellos, unos 7.000 sirios llegaron a la Península para ayudar a sofocar las revueltas de los bereberes. 23 Muza procedió a repartir las tierras de la Corona visigoda, y junto a ellas, también repartió tierras de los nobles derrotados, observando una constante en el asentamiento musulmán, y es que los árabes fueron los más favorecidos, con propiedades mejores y más cuantiosas, además de estar situadas en zonas estratégicas, como el Valle del Guadalquivir. Por su parte, los bereberes, considerados musulmanes de segunda categoría, recibieron tierras de menor categoría, y se asentaron en las cordilleras del interior, zonas económicamente no tan ricas, y apropiadas para su economía pastoril. El enfrentamiento era constante entre ambos grupos, que se manifestaron en todo momento, aunque hubo algunos gobernantes que consiguieron sofocar con mayor facilidad las disidencias. Dentro de la población árabe, existía ya una rivalidad marcada entre los árabes del norte o Qaysíes, dedicados al comercio, y los árabes del sur o yemeníes, dedicados a la agricultura. Se unen en algunos momentos frente a los bereberes, pero cuando salvan el enfrentamiento, vuelven a sus luchas. Los bereberes, al poco de iniciarse la conquista peninsular, promulgaron una revuelta que estuvo a punto a llevar al Califa de Damasco al abandono del dominio, pero que no realizó por temor a los nobles árabes que ya tenían propiedades. Para hacer frente a la revuelta, vino un contingente extra de población siria. Se procedió a organizar el territorio peninsular dentro del Califato de Damasco, convirtiendo a Al – Ándalus en una provincia o valiato, gobernada por un Emir o Valí, aunque vinculado con
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