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Museólogo. Investigador. Especialista numismático. Antiguo comisario de la Sala Numismática del Banco Central de Venezuela - Subsede Maracaibo. Maracaibo, Venezuela. Correo electrónico: hlarrealsoto@gmail.com. COLECCIONISMO, MUSEOS Y MUSEOLOGÍA COLLECTING, MUSEUMS AND MUSEOLOGY HUSSEIN ENRIQUE LARREAL SOTO* RESUMEN El presente artículo busca determinar cómo incide el coleccionismo en la creación y actividad de los museos, y qué papel juega la museología en esta historia. Para ello, se realizó una revisión documental enfocada en la caracterización del arte de coleccionar, su desarrollo histórico junto al de los museos más reconocidos en la actualidad, y la evolución de la ciencia museológica; de igual modo, se profundizó en las diferencias entre el coleccionismo privado y el institucional, así como en las ventajas y desventajas de cada uno, a través de la descripción de dos casos recientes de creación de museos especializados en los que este investigador tomó parte. Todo lo anteriormente planteado permitió concluir que coleccionismo y museología siguen estando estrechamente vinculados en lo que respecta al funcionamiento de los museos, a pesar de las diferencias que existen entre ambas disciplinas. Palabras clave: Coleccionismo, afición, museos, exhibición, museología. ABSTRACT The following article focuses on determining how collecting affects the creation and activity of museums, and what role does museology play in this story. To achieve this, a documentary review was made, focusing on the characterization of the art of collecting, its historical development and that of today’s most recognized museums, and the evolution of museological science; likewise, the differences between private and institutional collecting were deepened, as well as the advantages and disadvantages of each one, through the description of two recent cases of specialized museums creation in which this researcher took part. Everything previously indicated allowed to conclude that collecting and museology are still closely linked in regards to the functioning of museums, despite the differences that exist between both disciplines. Keywords: Collecting, hobby, museums, exhibition, museology. INTRODUCCIÓN No se puede hablar de museos sin ineludiblemente tocar el tema patrimonial que les da base. Y es que, en efecto, todo museo gira en torno a ideas o temas que se sustentan en el patrimonio que custodian, independientemente de si éste es material o no. Así lo dice el CONSEJO INTERNACIONAL DE LOS MUSEOS -ICOM, por sus siglas en inglés- (2018) cuando define a estas instituciones: Un museo es una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo. mailto:hlarrealsoto@gmail.com Aunque actualmente se encuentra bajo revisión, la definición de museo, vigente desde 2007, deja en claro que este patrimonio, en ocasiones referido como ‘colección’, es el objeto sobre el cual se fundamentan sus actividades. Por ello, es importante hablar de este fenómeno para comprender cómo ha afectado el devenir de las instituciones museísticas desde sus inicios. Sin embargo, no se puede dejar de lado la variable humana, ya que coleccionar es una actividad característica de la especie. Depende de los gustos particulares de cada persona, y da un ejemplo de la libertad de los mismos. Después de todo, nadie se apasiona por algo que no le atrae, y el nivel de compenetración que tenga por esa afición será directamente proporcional al conocimiento que desarrolle al respecto. Eso es algo que, a juicio de este investigador, los museos deben aprovechar al máximo. Teniendo en consideración lo antes planteado, se vuelve de interés preguntarse cómo incide el coleccionismo en la creación y actividad de los museos, así como también de qué manera entra en escena la museología. Para ello, es importante definir la actividad de coleccionar, presentar su desarrollo histórico desde la prehistoria, determinar el modo en que la historia de las colecciones se fusiona con la de las instituciones museísticas, dar ejemplos de importantes museos que derivan de patrimonios particulares, y reseñar cómo se origina y evoluciona la ciencia museológica. Todo ello permitirá constatar que el coleccionismo y la museología, más que actividades rivales, son disciplinas que pueden armonizar en favor de la sociedad y su desarrollo. EL COLECCIONISMO COMO AFICIÓN HUMANA POR EXCELENCIA La REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2018) define ‘coleccionismo’ como la “práctica de coleccionar”, ‘coleccionar’ como “formar colección de algo”, y ‘colección’ como el “conjunto ordenado de cosas, por lo común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor”; de igual modo, se refiere al ‘coleccionismo’ como la “técnica para ordenar adecuadamente una colección”. De lo antes dicho se pueden extraer tres ideas claves: el conjunto de cosas, el orden que las mismas deben tener, y el valor o interés especial que poseen para alguien. Todo esto es fundamental ya que no es lo mismo ‘reunir por reunir’ y ‘reunir conscientemente’: lo primero alude a ‘recolectores’ que no saben lo que tienen -y que lo almacenan en un sitio, sin ningún criterio-, mientras que lo segundo involucra a ‘coleccionistas’ que saben lo que tienen y lo que quieren -y lo resguardan, cuidando de su conocimiento y conservación-. En el fondo de toda esta reunión de objetos yace un principio fundamental: la abstracción de los mismos de su contexto práctico original a uno simbólico particular. Ello lo expresa BAUDRILLARD (citado por PINILLOS, 2006) cuando indica que a esto “subyacen prácticas que están ligadas a una particular valoración del objeto, se lo inviste de poderes especiales y se lo convierte en un sustituto simbólico en el que se transfieren deseos que difícilmente podrían expresarse en otros planos” (p. 814). Coleccionar es un ejercicio que se centra en ese valor, en ese ‘poder especial’ asignado al artículo extraído de su contexto. Sin embargo, no es algo que sea necesariamente consciente ni propio de los mayores: desde niño, el ser humano ejecuta esta práctica cuando algo capta su atención, lo toma y convierte en un objeto de juegos; como adulto hace lo mismo, estando la única variación en el significado y tipo de uso que se le da a la pieza. Lo anterior da pie a afirmar, además, que son momentos distintos aquellos en los que la persona empieza a coleccionar, y en los que reconoce su condición como coleccionista. Puede pasar mucho tiempo entre uno u otro, así como también ocurrir un cambio o incremento de aficiones que le empuje a reunir cosas nuevas y diferentes. Todo está en cuestión de gustos -que naturalmente empujan al conocimiento de los objetos- así como también de series: una primera pieza atrae a otra, y cada una a las siguientes. En palabras de PINILLOS (2006): La búsqueda progresiva y permanente es otro aspecto característico de las prácticas de los coleccionistas, que les lleva a buscar en un ciclo recurrente de nuevos objetos. Es decir, el objeto del coleccionismo es la serie. (…) Pero no basta con uno solo, se requiere la repetición de objetos que remiten unos a otros, de forma que la organización crea una abstracción que permite la recuperación por el sujeto del objeto de posesión, que en suma, le remite a sí mismo (pp. 814-815). Cabe destacar que las series pueden ser tan diferentes como las personas que las reúnen. VARIEDAD DE LAS COLECCIONES Al ser un acto libre y privado, se cuentan tantos tipos de colecciones como tópicos que puedan interesar a la gente. Y es que no existe una norma que diga qué es coleccionable y qué no, aunque sí hay temas que resultan ser más atractivos o conocidos que otros. De acuerdo a RIVERA (2004), duranteel Renacimiento se delimitaron dos grandes tipos de colecciones, de las que parten todas las demás: ‘naturalia’, piezas procedentes del mundo natural, y ‘artificialia’, hechas por el hombre. Hoy en día, podemos hablar de una diversidad incalculable, entre las que se pueden encontrar aficiones con nombre propio tales como: Tipo de colección Descripción Biblioteca Colección de libros, agrupados según criterios determinados. Calendofilia Colección de calendarios. Cartofilia Colección de tarjetas postales. Cervecera - Cervisiafilia Colección de objetos vinculados a la industria de la cerveza: bandejas, botellas, cajas, calendarios, etiquetas, jarras, latas, posavasos, tapas, etc. Conquiliología Colección de conchas de moluscos. Deportiva Colección de objetos vinculados al deporte. Escripofilia Colección de bonos y acciones. Exonumia Colección de fichas, medallas y demás objetos vinculados a las monedas, sin ser tales. Filatelia Colección de estampillas, sobres, tarjetas y otros documentos postales. Filolumenia Colección de cajas de fósforos. Gliptoteca Colección de piedras grabadas. Glucofilia - Glucosbalaitonfilia Colección de sobres de azúcar. Hemeroteca Colección de revistas, periódicos y afines. Loterofilia Colección de billetes y otros elementos de lotería. Militaria Colección de objetos vinculados a la labor militar. Muñecofilia Colección de muñecos, figuras a escala o de acción. Notafilia Colección de billetes. Numismática Colección de monedas. Política Colección de objetos vinculados a un partido o funcionario público. Religiosa Colección de objetos vinculados a la religión. Ululofilia Colección de figuras de búhos y lechuzas. Vitolfilia Colección de vitolas y anillas de puros. Xiloteca Colección de maderas. Tabla 1: Algunos tipos de colecciones con nombre especializado De igual modo, algunas pasiones sin denominación particular involucran álbumes y sus cromos (sobre deportes, películas, series), antigüedades, armas y sus réplicas (blancas, de fuego), artesanías, autógrafos (de celebridades, deportistas, políticos), botellas (de gaseosa, leche, o miniaturas), cámaras fotográficas, cómics (por autor, personaje, serie), discos de vinilo, documentos (cartas, declaraciones, proclamas), encendedores, fotografías, heráldica (blasones citadinos, familiares, religiosos), juegos (de cartas, mesa, video), latas, llaveros, mapas y sus reproducciones (cartas náuticas, mapamundis, planos), modelos a escala (automóviles, aviones, barcos, edificios) muebles (antiguos o recientes), obras de arte (esculturas, grabados, pinturas), papeletas electorales, parches de scout, pines, posavasos, prendas de ropa, relojes, telefonía (equipos, tarjetas) y un largo etcétera. COLECCIONISMO EN TIEMPOS REMOTOS Así como el coleccionismo es una actividad netamente humana, no es de extrañar que su origen pueda ser rastreado hasta épocas remotas. A este respecto, RIVERA (2004) señala: “el hecho de coleccionar (…) es tan antiguo como la noción de propiedad individual y ha sido fomentado por todas las culturas e instituciones”, aunque no siempre con el mismo sentido. En tiempos prehistóricos, el objeto era imbuido con un significado mágico-religioso o de estatus, por lo que, en el contexto de los grupos humanos de entonces, los jefes y sacerdotes podían tener acceso a cosas a las que el resto de la aldea no; del mismo modo, el jefe no podía llevar las indumentarias del chamán, quien a su vez no tenía acceso a las cosas que conseguirían los soldados. Así, las piezas de colección, más que objetos descontextualizados, serían señales de individualidad y de reconocimiento. Los entierros prehistóricos también ponen de manifiesto un primitivo interés por el coleccionismo. Los restos arqueológicos reflejaban el estilo de vida de la población y el interés de esas personas por reunir, conservar y llevarse al mundo de los ancestros algo propio, que los identificaba y hacía individuales. Durante la Edad Antigua se puso de manifiesto una preocupación por reunir objetos. Se habla por primera vez de la grandeza de los imperios, vista desde la perspectiva de sus gobernantes. Los tesoros de una nación se convierten en piezas de colección, y el botín de guerra en el proceso coleccionista. De este modo, serían manifestaciones del coleccionismo antiguo el rey que aplastaba a sus enemigos y se apropiaba de sus posesiones, el faraón que traía a la capital los tesoros de un pueblo rival, o el emperador que le llevaba a sus dioses los botines de reinos caídos. RIVERA (2004) y CARRETERO (S/F) mencionan algunos ejemplos: el rey Nabucodonosor II de Babilonia y su palacio, conocido como ‘Gabinete de Maravillas de la Humanidad’ (colección de arte de la época), así como también los ‘Jardines Colgantes’ (colección de flora inusual para Mesopotamia); o faraones egipcios como Tutmosis III (coleccionista de botánica) y Amenofis III (coleccionista de esmaltes). El caso de los faraones es muy particular: ellos mismos podrían ser considerados como objetos de colección en sí, debido a la cantidad de obras que se hacían en su imagen. El más célebre de todos -e irónicamente, uno de los más desconocidos en su época- fue Tutankamón: un rey asesinado apenas alcanzó la mayoría de edad, pero cuya tumba llegó intacta hasta nuestros días. Tras su descubrimiento por Howard Carter en 1922, la colección de este rey -resguardada junto a su momia por más de tres mil doscientos años- pasó a integrar el patrimonio del ‘Museo Egipcio’ de El Cairo. Fueron los antiguos griegos quienes crearon el término ‘museo’ -mouseion-, el cual era un santuario dedicado a las Musas (diosas protectoras de las ciencias y las artes). En torno a ellos empezaron a construirse, durante el siglo IV a. C., pequeños templos denominados ‘tesauros’ -thēsaurós- donde se daban como ofrenda artesanías y obras de arte, que quedaban bajo la custodia de sacerdotes y guardianes -hieropoi-; estas piezas eran expuestas, inventariadas para prevenir pérdidas, y podían ser vistas por los visitantes siempre y cuando pagaran un impuesto y oraran en agradecimiento a las diosas. Esta es una primitiva manifestación de los conceptos de ‘administración de colecciones’ y ‘exhibición’. Además, de acuerdo a RIVERA (2004), esos sitios constituyen también “los primeros núcleos museológicos, que surgieron espontáneamente como consecuencia de la religiosidad popular”, y en donde se practicaron “las primeras medidas que se adoptaron para la conservación de obras de arte”. El mundo helenístico se vio influenciado por la intención que tenía Pericles de convertir Atenas en lo que hoy se consideraría una ‘ciudad-museo’, a través de su proyecto de reorganización y embellecimiento urbano. La concepción de una ‘pinacoteca’ -pinakotheke- como galería de arte deriva de este momento, el ‘Siglo de Oro’, y se trataba de una construcción ubicada en el ala norte de lo propileos que reunía y exhibía “pintura, escultura, trofeos, estandartes, bienes que donaban los fieles” (CARRETERO, S/F). Con todo, el máximo ejemplo de una institución museística en tiempos antiguos sería el ‘Museion’ de Alejandría, construido por los faraones Ptolomeo I Sóter y Ptolomeo II Filadelfo; éste sería concebido como una gran universidad, comunidad filosófica o foro de intelectuales, y estaría constituido por centros de carácter científico que comprendían “sala de reunión, observatorio, laboratorios, jardines zoológico y botánico y, sobre todo, la biblioteca que reunía más de 700.000 volúmenes manuscritos” (RIVERA, 2004). Los romanos traducirían el término ‘mouseion’ como ‘museum’, y lo utilizarían, según RIVERA (2004), para designar “una villa particular donde se llevaban a cabo reuniones de carácter filosófico”, desligándolo completamente de las colecciones de arte. No obstante, ellos serían grandes coleccionistas de obras griegas y helenísticas, la cuales reproducirían (preservando para la posteridad)u obtendrían como botín de guerra. El trabajo helénico representaba estatus, poder y riqueza, y su posesión implicaba distinción. Por ello, no es de extrañar que en Roma se iniciara el mercadeo de la obra de arte, así como también, de manera un poco más oscura, la falsificación. El constante expansionismo de la República y posterior Imperio dio pie a la conformación de colecciones en villas privadas, así como también al ornato de la ciudad producto de los tesoros que el general victorioso, tras los saqueos, ofrecía al Senado y al pueblo de Roma. Marco Vitrubio Polión y Marco Vipsanio Agripa serían los responsables de conducir la ciudad, en tiempos de César Augusto, hacia lo que sería el mejor ejemplo de un museo al aire libre en la Antigüedad. Los primeros cristianos le darían una función pedagógica a la exposición de arte: en las catacumbas originalmente, y en las iglesias tras el Edicto de Milán, las obras estaban destinadas a dar a conocer el Evangelio y los dogmas de la fe a sus creyentes. Este principio se aplicaría hasta la actualidad, pero sobre todo durante toda la Edad Media, cuando la población era mayoritariamente analfabeta y sólo podía ser instruida de esta forma. El coleccionismo medieval giró, primeramente, en torno a la actividad eclesiástica. De acuerdo a RIVERA (2004), las obras de arte, objetos antiguos, reliquias sagradas, “piezas de orfebrería litúrgica, manuscritos, vestiduras, piedras preciosas, etc.”, se reúnen y custodian en “los ábsides de las iglesias o en salas especiales de las catedrales y monasterios”, con el objeto de preservar y difundir su significado. Sin embargo, éste no fue el único foco de la actividad coleccionista en esos tiempos. El germen de futuros patrimonios nacionales estaría en la consolidación de los grandes reinos medievales entre los siglos VII y VIII, y un ejemplo de ello sería el tesoro de Carlomagno; igualmente estaría en las constantes guerras entre naciones y los saqueos consecuentes, como ocurrió durante las cruzadas: la gran colección de la basílica de San Marcos, por ejemplo, fue resultado del saqueo de Constantinopla por los venecianos, durante la cuarta cruzada. Finalmente, es importante destacar que para esta época, tanto en el Oriente Próximo como en el Lejano, ocurrió un fenómeno similar de coleccionismo en torno a sitios religiosos: ejemplos sobre ello los plantea BAZIN (citado por RIVERA, 2004) al señalar, en primer lugar, la colección reunida en torno al santuario-tumba del imán Ali Reza († 818), ubicado en Masshad, Jorasán, al noreste de Irán, y que es hoy en día un complejo que incluye, entre otras facilidades, una biblioteca y un museo. De igual modo, hace mención a los japoneses ‘jinja’ (santuarios sintoístas), donde se pueden hallar objetos de carácter religioso o profano relacionados con emperadores, sabios y poetas. EL ORIGEN DEL COLECCIONISMO MODERNO Y DE LOS PRIMEROS MUSEOS El Renacimiento trajo consigo una nueva concepción del coleccionismo, que se desvincula del clero y la nobleza, poniéndose al alcance de todo aquel que pueda hacerse con piezas de interés, principalmente la burguesía; de igual modo, los objetos dejan de ser apreciados únicamente por su valor material o simbólico, sino que también se toman en consideración por su valor estético. Y es que, de acuerdo a RIVERA (2004), el arte y las antigüedades se convierten en elementos de prestigio, y su colección en símbolo de estatus. CARRETERO (S/F) complementa esta información al indicar que de importantes colecciones privadas van surgiendo reconocidos sitios de exhibición, y pone como ejemplo a la ‘Galleria degli Uffizi’, Florencia, que parte de la colección que la familia Medici reunió desde tiempos de Cosme ‘el Viejo’, y para la cual Lorenzo ‘el Magnifico’ contrató a Bertoldo di Giovanni, un discípulo de Donatello, con la misión de cuidar y preservar las piezas. La Galleria degli Uffizi abrió oficialmente como museo en 1765, pero desde finales del siglo XVI era mostrada a quienes solicitaban una visita. Otro gran ejemplo corresponde al de los ‘Musei Vaticani’, los cuales parten de la colección privada de esculturas clásicas que el papa Julio II decidió instalar en el ‘Patio Octógono’ hacia 1506, y que fue ampliada posteriormente por sus sucesores. Hoy en día, los Museos Vaticanos comprenden, como su nombre lo indica, una sucesión de espacios expositivos temáticos dentro de la Santa Sede promovidos por diferentes pontífices a lo largo de su historia (MUSEI VATICANI, 2018). Fue durante el Renacimiento que el término ‘museo’ obtuvo su acepción moderna. Según RIVERA (2004), Paolo Giovio reunió una gran colección compuesta por retratos de sabios, poetas, artistas y políticos, tanto vivos como difuntos, en su palacio de Como. Éste, denominado ‘Museum’ por su dueño, será el primer ejemplo de un centro cultural de carácter histórico, así como también la inspiración de Giorgio Vasari para escribir su compendio de historia del arte italiano ‘Le vite de' più eccellenti pittori, scultori e architettori’. Sin embargo, no todo se trató de reunir arte y antigüedades. Otros objetos de interés hechos por el hombre -altamente tecnológicos o de naturaleza etnográfica- y por la naturaleza -minerales, especímenes zoológicos y botánicos- serían compilados en ‘cámaras de maravillas’, también conocidas como ‘gabinetes de curiosidades’. Éstas se propagarían por Europa, experimentando un auge a raíz de los viajes de exploración y conquista a las Indias y el Nuevo Mundo -de donde provendrían innumerables piezas exóticas-, y contando con el patrocinio de monarcas y burgueses del continente: unos verdaderos coleccionistas (RIVERA, 2004; CARRETERO, S/F). Poco a poco, se va forjando en palacios y residencias el patrimonio artístico de los modernos países europeos, lo que a su vez será el germen de los grandes museos contemporáneos. Las colecciones contendrán piezas muy variadas: miniaturas, artefactos pequeños, caprichos, armas, libros, “plantas, minerales, objetos artísticos y otros elementos de interés”; y serán instaladas en lugares adecuados para su clasificación, catalogación, preservación y exhibición. De igual modo, se evita por todos los medios disgregarlas (RIVERA, 2004). Enmarcado en este proceso surge el género artístico conocido como ‘pintura de gabinetes’, el cual consiste en obras basadas en los almacenes de colecciones. Según RIVERA (2004), éstas “representan pequeñas habitaciones llenas de cuadros, de esculturas, de diversos objetos y de importantes personajes”; su creación era encomendada por los dueños “para dar a conocer directamente su colección a amigos y coleccionistas”. De este modo, los cuadros podrían considerarse como una especie de catálogos de exhibición. Un importante ejemplo lo constituye el caso de David Teniers ‘el Joven’, pintor flamenco que fue contratado en 1647 como conservador de la colección del archiduque austriaco Leopoldo Guillermo de Habsburgo, aficionado a la pintura. Teniers no sólo asumió este rol, sino que también reprodujo las piezas del noble en sus cuadros e, incluso, imprimió un catálogo de obras maestras: el ‘Theatrum Pictorium’ de 1660 (RIVERA, 2004). Cabe destacar que la colección del archiduque se convirtió en núcleo del actual ‘Kunsthistorisches Museum’: el ‘Museo de Historia del Arte’ de Viena. El coleccionismo del siglo XVII se vio notablemente potenciado por el surgimiento del comercio y mercadeo de objetos coleccionables -e incluso patrimonios enteros-, los cuales se vendían libremente en ferias o subastaban “con perito tasador, catálogo de venta y voceador”, así como también agentes que intermediaban “entre comprador y vendedor”. Sin embargo, no faltaban coleccionistas que “practicaban personalmente este tipo de negocio”. Por otro lado, las obras de arte se comercializaban según ciertas reglas, establecidas por los gremios artísticos, en exposiciones individuales de los propios creadores (RIVERA, 2004). El comerciode objetos coleccionables era indetenible y hasta peligroso: las falsificaciones abundaban. Estos negocios llegaron a convertirse en una manía y causa de caos económico, tal como ocurrió en los Países Bajos con la ‘tulipomanía’: una estrambótica obsesión a coleccionar tulipanes raros que concluyó con un verdadero hundimiento económico para la República, con bancarrota para muchas familias y coleccionistas. El desmedido afán de coleccionar conllevaba a consecuencias como esta; las falsificaciones hacían estragos pues “el mercado estaba inundado de ellas” (RIVERA, 2004). Ni siquiera estas pequeñas flores se libraban de ser falsificadas. Sin embargo, el siglo XVII destaca también por ser el de la aparición de los museos públicos, siendo el primero de ellos el ‘Ashmolean Museum of Art and Archaeology’, ubicado en Oxford, Inglaterra. Éste tiene su origen en la colección de John Tradescant ‘el Viejo’, que John Tradescant ‘el Joven’ legó a Elias Ashmole; él, a su vez, la amplió y donó a la Universidad de Oxford en 1677, y ésta la puso en exhibición tras culminar su edificio contenedor en 1683 (RIVERA, 2004). Las piezas incluían monedas antiguas, libros, grabados, especímenes geológicos y zoológicos; para ellas se designó un conservador que tuvo como encargo elaborar primero un catálogo, y posteriormente un reglamento relativo a la administración del museo, la catalogación de la colección, las funciones del conservador, los horarios de visita y el precio de entrada. De acuerdo a RIVERA (2004), todo esto demuestra que “en ese momento existía un ambiente apropiado que reclamaba que las diversas colecciones privadas pudieran ser contempladas por el público”. El siglo XVIII marca una nueva etapa para museos y colecciones. El descubrimiento de Pompeya y Herculano dio pie a la proliferación de colecciones arqueológicas y al auge de instituciones dedicadas a esta ciencia, como el ‘Herculanense Museum’ de Portici, fundado por Carlos VII de Nápoles para albergar los hallazgos. Igualmente, impulsó un nuevo estilo artístico -el neoclasicismo- y el establecimiento de academias de arte cuyas exposiciones “atraían a un gran público” y cuyos fondos “serán el germen de algunos museos” (RIVERA, 2004). Las transformaciones sociales de este Siglo de las Luces no sólo influyen en el arte, sino también en el coleccionismo. Los burgueses toman control de esta afición y el mercadeo de coleccionables se intensifica. Según GARCÍA (2000), Inglaterra pasa a ocupar el centro de la vida cultural, por lo que no es de extrañar que terminen creándose en Londres “las casas de subastas Christie’s (1766) y Sotheby’s (1744)” (p. 12). Por otro lado, CARRETERO (S/F) añade que “el pensamiento ilustrado y la visión racionalista dan una nueva concepción al coleccionismo. Se exaltan los valores científico y pedagógico de las colecciones”, cuya organización se realizará de forma científica. Las piezas, valoradas como documentos, pasarán a ser exhibidas al público con intenciones educativas. En este sentido, los museos van abriendo uno tras otro: el ‘Musée du Luxembourg’ -París, 1750; colección de pinturas de Luis XV de Francia-, el ‘British Museum’ -Londres, 1759; colecciones de sir Hans Sloane-, el ‘Real Gabinete de Historia Natural’ -Madrid, 1776; colecciones del naturalista Pedro Franco Dávila-, y el ‘Musée du Louvre’ -París, 1793; colecciones monárquicas, revolucionarias, napoleónicas, entre otras-. LOS GRANDES MUSEOS CONTEMPORÁNEOS Y SUS COLECCIONES A partir del siglo XIX, la historia de las colecciones y de los museos se vuelve indivisible. La mentalidad contemporánea demanda que los objetos privados se conviertan en algo cuyos contenidos deban ser compartidos con el público. De los grandes patrimonios van surgiendo progresivamente exhibiciones -museos, galerías, entre otros- a cuyo cargo se coloca a una persona capacitada. De acuerdo a FERNÁNDEZ (1996), aquí comienza una época donde la prioridad es ordenar, conservar y exhibir todo lo que esté disponible (p. 125). En este punto, se puede hacer mención a un caso del Nuevo Mundo: de acuerdo a MAY (2005), en 1807 se inician las exhibiciones públicas de la ‘Pennsylvania Academy of the Fine Arts’ -Filadelfia, Estados Unidos-, cuya colección de arte norteamericano había sido reunida desde su fundación en 1805. Esta muestra inaugural de más de 500 obras es un ejemplo de lo anteriormente planteado, así como del coleccionismo ejercido desde las instituciones museísticas: método predominante para hacer crecer su patrimonio en tiempos recientes (p. 14). En 1819 se inauguró en Madrid, España, el ‘Museo Nacional del Prado’ -entonces llamado ‘Real Museo de Pinturas y Esculturas’-; su patrimonio comprende las denominadas ‘Colecciones Reales’, reunida por diversos monarcas, así como piezas procedentes de diferentes museos que fueron asimilados progresivamente (MUSEO NACIONAL DEL PRADO, 2018). En 1824 abrió sus puertas la ‘National Gallery’ de Londres, Inglaterra. Ésta también tiene su origen en el coleccionismo institucional ya que, desde un principio, las piezas que allí se exhiben fueron compradas con finalidad educativa y de disfrute; posteriores adquisiciones de sus directores y donaciones privadas hicieron crecer su patrimonio significativamente (THE NATIONAL GALLERY, 2018). A finales de 1838 comenzó a funcionar el ‘Museo Nacional de Historia Natural’ de Chile. Éste parte de una iniciativa del Gobierno de la República por la cual se buscaba dotar al país de una institución dedicada a las ciencias naturales, y para la cual se celebró, en 1830, un contrato con el naturalista francés Claude Gay que contemplaba realizar un estudio del patrimonio chileno, así como también… …formar un gabinete de historia natural que contenga las principales producciones vegetales y minerales del territorio y un catálogo en que se denominen por sus nombres vulgares y científicos, y en que se demuestren los usos y utilidades de dichos objetos y los lugares en donde se encuentran (FUENZALIDA, 1944, p. 6). De este modo, el primer instituto museístico del país abrió sus puertas en Santiago, partiendo de las colecciones reunidas por Claude Gay desde 1830, durante sus viajes de investigación (PHILIPPI y PHILIPPI, 1908, p. 5). Aunque en un principio abrió sus puertas en el centro de la ciudad, desde 1876 ocupa un edificio neoclásico en el parque Quinta Normal. Cabe destacar que la reconocida académica Grete Mostny Glaser fue directora del museo entre 1964 y 1982 (MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL, 2018). En febrero de 1852 se inauguró en San Petersburgo el ‘Ermitazh’, que parte de la colección que Catalina ‘la Grande’ y sus sucesores habían reunido en el ‘Palacio de Invierno’ desde 1764. Por iniciativa del zar Nicolás I de Rusia dicho acervo artístico fue abierto al público, siguiendo el ejemplo de otros países europeos (THE STATE HERMITAGE MUSEUM, 2018). Más tarde, en mayo de 1852 se fundó el londinense ‘Museum of Manufactures’, conocido desde 1899 como ‘The Victoria and Albert Museum’; éste tiene su origen en la Gran Exhibición de 1851, promovida por sir Henry Cole, tras cuyo éxito se adquirió una selección de objetos que conformaría el corazón del instituto. Cole también sería su primer director (VICTORIA AND ALBERT MUSEUM, 2018). En 1867, Isabel II de España creó el ‘Museo Arqueológico Nacional’ en Madrid, con la intención de reunir en un único sitio “las colecciones de antigüedades, dispersas en diferentes establecimientos, con el fin de representar la historia de España, desde los orígenes a los tiempos más recientes, y ofrecer un panorama de las antiguas civilizaciones del resto del mundo” (MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL, 2018). En 1869 fue establecido en Nueva York, Estados Unidos, el ‘American Museum of Natural History’. Su misión es “descubrir, interpretar, y diseminar información sobre las culturas humanas, el mundo natural, y el universo a través de un amplio programa de investigación científica,educación, y exhibición”; y sus colecciones se reunieron a través de un programa de adquisiciones propio de la entidad (AMERICAN MUSEUM OF NATURAL HISTORY, 2018). El 13 de abril de 1870, por iniciativa privada se estableció formalmente el ‘Metropolitan Museum of Art’, en Nueva York -actualmente apodado ‘The Met’-. Éste formaría su colección de manera progresiva, adquiriendo su primera pieza -un sarcófago romano del siglo III d. C.- en noviembre de ese mismo año. Tras una década de realizar exhibiciones en espacios rentados, abriría una sede propia en marzo de 1880 (THE METROPOLITAN MUSEUM OF ART, 2018). En septiembre de ese mismo año se fundó en Santiago de Chile el ‘Museo Nacional de Pinturas’, “a fin de recopilar obras que se encontraban dispersas en diversos edificios institucionales”. Tras siete años de estar albergada en el Congreso Nacional, la institución se trasladó al ‘Partenón’ del parque Quinta Normal, donde recibió el nombre de ‘Museo de Bellas Artes’. En 1910 sería reubicada al ‘Palacio de Bellas Artes’, su locación actual (MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, 2018). En 1882 fue inaugurado en París, Francia, el ‘Musée d'Ethnographie du Trocadéro’, el cual se enfocaba en objetos que estaban “desapareciendo”, bien fuera a causa de la colonización o de cambios en las sociedades que los creaban. Dichas piezas se obtenían como resultado de exploraciones por el mundo y donaciones particulares. En 1937, y bajo la gestión de su entonces director, el antropólogo Paul Rivet, se convertiría en el actual ‘Musée de l'Homme’ (MUSÉUM NATIONAL D’HISTOIRE NATURELLE, 2018). De acuerdo a CARRETERO (S/F), cerrando el siglo XIX “empiezan a surgir los denominados museos locales... Cubren diferentes áreas: arqueología, pintura, historia… Tienen un contenido más sentimental que científico”. Aquí, el autor hace mención especial a los museos religiosos, que proliferarán durante el siglo XX. El mundialmente reconocido ´Museo Egipcio’ de El Cairo fue uno de los primeros en iniciar actividades con la nueva centuria, al abrir sus puertas en 1902. Sus colecciones, en un principio conformadas por aproximadamente 20.000 objetos, se han ido enriqueciendo en la medida en que nuevas excavaciones van incorporando piezas a su acervo. La más importante de ellas fue la vinculada al descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922, que aportó los objetos más reconocidos de su patrimonio y de toda la ciencia egiptológica (EGYPTIAN MUSEUM CAIRO, 2010). En 1910 abrió en Washington, dependiente de la Smithsonian Institution, el ‘National Museum of Natural History’ de los Estados Unidos, “dedicado a inspirar curiosidad, descubrimiento, y aprendizaje acerca del mundo natural”. Sus colecciones provienen del esfuerzo investigativo de su entidad madre (SMITHSONIAN INSTITUTION - NATIONAL MUSEUM OF NATURAL HISTORY, 2018). El 2 de mayo de 1911 fue creado el ‘Museo Histórico Nacional’ en Santiago de Chile. Éste derivaría de una exhibición por los 100 años de la Independencia del país -1910-, cuyos resultados motivaron a sus organizadores a promover una muestra permanente. Ello se materializó gracias a las gestiones Joaquín Figueroa Larraín, quien es considerado como fundador de la institución. Sus colecciones provendrían de la muestra centenaria, así como también de otros museos predecesores y contemporáneos (MUSEO HISTÓRICO NACIONAL, 2018). El ‘Museum of Modern Art’ de Nueva York -mejor conocido como ‘MoMA’- fue inaugurado en 1929, bajo la iniciativa de reconocidos patrones de las artes en Estados Unidos y con la intención de “desafiar las políticas conservadoras de los museos tradicionales y establecer una institución dedicada exclusivamente al arte moderno”. Su colección parte “de una donación inicial de ocho estampas y un dibujo”, y se ha expandido a más de 200.000 piezas (THE MUSEUM OF MODERN ART, 2018). En 1939, el Banco de la República de Colombia realizó la primera adquisición de su colección arqueológica: una áurea pieza de orfebrería precolombina conocida como el ‘poporo quimbaya’, que se convertiría en la raíz del actual ‘Museo del Oro’ de Bogotá. Durante los años cuarenta, otras piezas fueron adquiridas con el propósito de conservarlas e “impedir la salida del país de este tipo de objetos arqueológicos en manos de coleccionistas particulares”. Tras varios años de exhibición restringida, el instituto finalmente abrió sus puertas al público en 1959 (BANCO DE LA REPÚBLICA, COLOMBIA, 2017). También en 1939 se inauguró, en Nueva York, el ‘Museum of Non-Objective Painting’, producto de la colección de arte de Solomon Guggenheim, así como también de la dirección y curaduría de Hilla von Rebay. Tras la muerte del coleccionista, la Fundación Solomon R. Guggenheim decidió darle su nombre al museo, que inauguró su reconocido edificio -obra del arquitecto Frank Lloyd Wright- el 21 de octubre de 1959 (THE SOLOMON R. GUGGENHEIM FOUNDATION, 2018). El 13 de julio de 1944, el actual ‘Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio’ de Chile fue creado como ‘Museo de Aviación’, con sede en Santiago y bajo Decreto Supremo del Presidente de la República. En el mismo acto se definió que sus colecciones provendrían de “donaciones y erogaciones que se hagan al Museo de Aviación para destinarlas a su formación y desarrollo” (MUSEO NACIONAL AERONÁUTICO Y DEL ESPACIO, 2018). Tres años después, también en Santiago de Chile, se inauguró el ‘Museo de Arte Contemporáneo’ en el parque Quinta Normal, un 15 de agosto. Dependiente de la Universidad de Chile, “su objetivo fundacional fue promover la obra de los artistas de la época, como una plataforma de difusión nacional e internacional”. Sus colecciones, en la actualidad compuestas por más de 2.500 piezas, parten de la exposición colectiva fundacional para la cual algunos artistas prestaron -y posteriormente donaron- sus obras (MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO, 2018). En 1964 abre sus puertas la actual sede del ‘Museo Nacional de Antropología’, en la capital mexicana. Esta institución, que se dividió del antiguo ‘Museo Nacional de México’ en 1910 -bajo el nombre de ‘Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía’-, depende del ‘Instituto Nacional de Antropología e Historia’, y basa sus colecciones en la larga tradición arqueológica nacional, la cual se remonta a 1790. Obtuvo su nombre actual en 1940 (SECRETARÍA DE CULTURA - MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA, 2018). En 1969, el presidente francés Georges Pompidou propone la iniciativa de crear en París un centro cultural inédito para su época, que se materializaría en 1977 con la inauguración del ‘Centre Pompidou’: espacio que congrega una biblioteca pública, un instituto de creación musical, y el rehabilitado ‘Musée National d'Art Moderne’, cuyas colecciones fueron recibidas de otras instituciones (CENTRE POMPIDOU, 2018). En diciembre de 1981 inició actividades el ‘Museo Chileno de Arte Precolombino’, producto de la iniciativa de Sergio Larraín García-Moreno y el apoyo de la municipalidad de Santiago. Este espacio es administrado por la Fundación Familia Larraín Echenique, y se encarga de conservar, exhibir y acrecentar la colección de arte precolombino que en su momento reunió y donó a la sociedad Sergio Larraín (MUSEO CHILENO DE ARTE PRECOLOMBINO, 2018). En diciembre de 1986 fue inaugurado el ‘Musée d'Orsay’, en el edificio de la antigua estación de ferrocarriles de Orsay, terminada de construir en el año 1900. Tras su abandono en 1939, la estación recibió varios usos -y amenazas de demolición- hasta que en 1977 se decide construir allí un museo, y en 1978 es declarada monumento histórico. Su colección proviene de otros museos parisinos (MUSÉE D’ORSAY, 2018). También en 1986 abrió sus puertas el ‘Centro de Arte Reina Sofía’, como sitio de exposiciones temporales. Convertido en museo mediante un Real Decreto de 1988, los Reyes de España lo inauguraron como Museo Nacional en septiembre de 1992, tras recibir los fondos del antiguo ‘Museo Españolde Arte Contemporáneo’ para su custodia, acrecentamiento y exhibición (MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA, 2018). En diciembre de 1991 se estableció una alianza entre el Gobierno del País Vasco y la Fundación Solomon R. Guggenheim, la cual conllevaría a la apertura, el 19 de octubre de 1997, del ‘Guggenheim Bilbao Museoa’. Su emblemático diseño fue obra del arquitecto Frank O. Gehry, y la primera piedra se colocó el 22 de octubre de 1993. Su programa expositivo incluye la presentación de obras de la Fundación y de otros museos internacionales, así como también, en paralelo, de su propia colección de arte contemporáneo (FMGB GUGGENHEIM BILBAO MUSEOA, 2018). En diciembre de 1992 el grupo Tate hace pública su decisión de crear una galería en Londres dedicada exclusivamente a su colección de arte contemporáneo. Por ello, tras elegir un lugar para la misma -la antigua central de energía de Bankside, a orillas del Támesis-, y un proyecto de adecuación -la propuesta de los arquitectos suizos Herzog & De Meuron-, la construcción de la galería dio inicio en 1996. Tras culminar los trabajos e instalar las obras, el ‘Tate Modern’ finalmente fue inaugurado en mayo de 2000 (TATE, 2018). Finalmente, en 1994 se creó en Chile la Fundación Tiempos Nuevos, “orientada al desarrollo y difusión de manifestaciones artísticas y culturales”. En su seno se gesta el ‘MIM’ -‘Museo Interactivo Mirador’-, orientado a lograr un acercamiento a la ciencia y la tecnología; éste abrió sus puertas en marzo de 2000. Radicado en Santiago, realiza anualmente muestras itinerantes en otras regiones del país. A diferencia de otros museos que exhiben colecciones físicas, el MIM fue concebido como “un laboratorio gigante de ciencias y experiencias” que se vale de la tecnología, actividades lúdicas y el principio de exploración autónoma para garantizar la transmisión del conocimiento. Todo ello lo convierte en un museo referente en América Latina (MUSEO INTERACTIVO MIRADOR, 2018). DOS CASOS RECIENTES Todo lo anteriormente planteado refleja el rol que juegan las colecciones en el establecimiento de los museos, bien sea por iniciativa privada, institucional o gubernamental. Después de todo, los centros hacen vida en torno a sus colecciones -materiales o inmateriales-, las cuales buscan preservar y proyectar al público, valiéndose de diferentes recursos técnicos y tecnológicos. No obstante, llegado a este punto, conviene hacer mención a dos casos analizados de cerca por este investigador, los cuales se corresponden a museos que tienen su origen en el coleccionismo privado e institucional respectivamente: En primer lugar, es importante destacar al ‘Museo del Béisbol Zuliano’, inaugurado en Maracaibo, Venezuela, el 18 de noviembre de 2017. Este gabinete surgió como resultado de una iniciativa particular que contó con la colaboración de las autoridades gubernamentales del estado Zulia, diferentes empresas patrocinantes e, incluso, el equipo de béisbol regional. Tras cuatro años de preparación, se logró la materialización de una muestra permanente integrada por una colección de más de 600 piezas, las cuales incluyen afiches, tarjetas, franelas, guantes, pelotas y bates firmados por importantes jugadores, trofeos de campeonatos, fotografías, pinturas, esculturas, maniquíes, entre otras. Las mismas provienen en su mayoría del promotor del museo, el coleccionista Giamberto Urdaneta, y a ellas se suman aportes de otros aficionados, jugadores, exjugadores y sus familiares. El gabinete deportivo se constituyó como una asociación civil sin fines de lucro y se instaló dentro del principal estadio de béisbol de la ciudad; entre sus metas está el dinamizar dicha estructura a través de una oferta cultural permanente que atraiga público durante todo el año, bajo la figura de visitas casuales de la población, y recorridos guiados para escuelas, universidades, clubs deportivos y otras instituciones. De igual modo, tiene como objetivo incrementar su propio acervo patrimonial. Por otra parte, también es conveniente hablar de la ‘Sala Numismática - Subsede Maracaibo’, un gabinete de monedas, medallas, fichas, billetes y otros medios de pago que se proyectó en la sucursal del Banco Central de Venezuela en la capital del estado Zulia. Éste surgió como resultado de una iniciativa institucional que deriva de la adquisición por parte del Ente, en 2004, de una colección patrimonial para la región. El gabinete numismático ha conllevado, hasta la fecha, 14 años de preparación que involucraron la remodelación de un espacio físico para la exhibición y su adecuación en materia de conservación preventiva, la investigación y preparación de un guion y recorrido de enfoque único, y el montaje de más de 600 piezas y materiales de apoyo que integran la exposición permanente. En paralelo, se llevaron a cabo diversas muestras de carácter temporal, y actividades de proyección teórica con contenidos que detallaban el valor histórico, numismático y patrimonial de la colección, tanto en sí misma como para el estado. La meta de este gabinete está en la ampliación y administración adecuada de su colección, la generación de contenido original a través de la investigación patrimonial, y la proyección del mismo y de las piezas en sí a la comunidad, con el objetivo de fomentar en ellos su valoración, así como también el forjamiento de nuevas colecciones numismáticas. Cabe destacar que, desde 2012, algunas de estas actividades se han estado llevando a cabo, quedando sólo pendiente a la fecha actual inaugurar la exhibición permanente. Ambos ejemplos demuestran lo importante que son las colecciones y sus promotores para el establecimiento de los museos hoy en día. Sin embargo, hay que mencionar un par de diferencias en lo que concierne a su funcionamiento, las cuales tienen que ver con su administración privada o institucional: 1. Mientras que el primer caso analizado -iniciativa privada- logró consolidarse en un tiempo relativamente breve, el segundo -iniciativa pública- se ha topado con una mayor cantidad de obstáculos, los cuales son resultado de la burocracia organizacional y le han impedido abrir sus puertas al público. 2. Aunque ambas instituciones han sufrido de una limitación en cuanto a sus recursos, la segunda ha tenido mayores posibilidades en esta materia que la primera, así como también oportunidades de trabajo mancomunado con otras entidades del sector público y cultural. Estas bondades le han traído como resultado una mayor proyección ante la sociedad, a pesar de no haber inaugurado hasta la fecha. Finalmente, también se debe resaltar una semejanza: ambos gabinetes contaron, durante la fase crítica de su consolidación, con personal especialista en las colecciones a su cargo. Esto fue decisivo para darle un impulso a dichas iniciativas ya que, en las dos instituciones, los trabajadores -incluso laborando en solitario- eran movidos más por su afición al tema que por reconocimiento o motivaciones de carácter económico. Como consecuencia de ello, y en el caso particular de la exhibición numismática, se pudo apreciar en determinados aspectos (particularmente conservación, investigación y, hasta cierto punto, proyección) un desempeño de mayor calidad que el de otros institutos de la misma naturaleza e, incluso, afiliados a la propia institución. CAMBIOS DE PARADIGMA EN LA ADMINISTRACIÓN DE MUSEOS Habiendo analizado toda la evolución histórica de colecciones y museos se vuelve preciso, antes de concluir, hablar un poco de la ‘museología’ como ciencia de estas instituciones, así como también de sus dos diferentes enfoques. En materia de coleccionismo, los siglos XX y XXI destacan por la formación de importantes colecciones que toman en cuenta el interés por las piezas, el placer de coleccionarlas y el rendimiento económico de la actividad. De hecho, los aficionados discuten incluso hoy en día qué significa ser un verdadero coleccionista, unrecolector o un revendedor: mientras los primeros conocen y conservan sus piezas, los segundos simplemente las tienen, y los últimos las reúnen esperando que su revalorización -y a veces, especulación- les genere rentabilidad. Por otra parte, los museos se cuestionan reiteradas veces su significado y función social. Muchas instituciones caen en el deterioro e incluso abandono debido a la falta de interés en ellas, así como de presupuestos y personal capacitado a su cargo. Dicha situación se mantiene hasta hoy en diversos casos. Esta coyuntura, así como las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, impulsaron a los especialistas a actuar. De acuerdo a SINGLETON (2017), en el seno de la Liga de las Naciones surgió la Oficina Internacional de Museos -julio de 1926; IMO, por sus siglas en inglés-, la cual era considerada como el más activo de sus órganos. “La oficina organizaba una serie de conferencias para la comunidad museística internacional y publicaba la revista Mouseion y una serie monográfica titulada Museographie” (p. 240). Las políticas promulgadas por los especialistas empezaron a surtir efecto. Según CARRETERO (S/F), “hay más sobriedad en las exposiciones, mayor selección, se intentan organizar por grados de dificultad dependiendo de los conocimientos del público, se acompañan las piezas con rotulación y con alguna información”; los objetos se relacionan mejor entre sí y se proyectan más intensamente hacia el público, que pasa a ser el principal objetivo del instituto. El trabajo empieza a realizarse tomando en cuenta la psicología, gustos y opiniones de la comunidad, con la meta de garantizar la transmisión del conocimiento. Los museos pasan a prestar un servicio público educando en función del patrimonio que conservan, primero con un enfoque histórico y, luego, multidisciplinario. Las instituciones renuevan su estilo arquitectónico, empiezan a crecer y destacar, a valerse de la tecnología y a abandonar los ánimos enciclopedistas. Se crean nuevos tipos, se aplican nuevas técnicas museográficas, se plantean nuevos temas y se ofrecen nuevos servicios. En palabras de HERNÁNDEZ (2000): “el museo debía parecerse a su época” (p. 41). El estallido de la Segunda Guerra Mundial conllevó a la desaparición de muchas colecciones y lugares patrimoniales. No obstante, tras su conclusión, la actividad museística se reanuda: esta vez, de acuerdo a HERNÁNDEZ (2000), con “una conciencia muy fuerte sobre la necesidad de rescatar y defender el patrimonio” (pp. 41-42). Todo está dado para el surgimiento de la ‘museología’ de la mano del Consejo Internacional de Museos, que en 1946 sucedió a la IMO. Según expone GARCÍA (2000): El ICOM definió la Museología como ciencia del museo que estudia su historia, su papel en la sociedad, los sistemas de organización, conservación y exhibición de las obras artísticas, las relaciones entre el medio físico y las obras. Junto a ella, la Museografía se ocupa de los aspectos técnicos, tales como instalaciones, arquitecturas, espacios ambientales, administrativos, etc… (p. 15). No obstante, esta definición sería cuestionada en poco tiempo. El foco de interés pasaría del edificio contenedor al territorio que lo rodea, de la colección material al patrimonio integral, y del público visitante a la comunidad circundante. Antecedentes al concepto de la ‘nueva museología’ se gestarían en Francia a finales de los años sesenta, y derivarían en la concreción, para principios de los setenta, de dos tipos de instituciones muy afines entre sí: los ‘ecomuseos’ y los ‘museos comunitarios’, que apostaban por la participación directa de la sociedad en favor de su desarrollo cultural (ALEMÁN, 2011, pp. 116-119). Los ‘ecomuseos’, característicos de Europa y la América Anglosajona, fueron definidos por el museólogo francés Hugues de Varine durante la IX Conferencia General del ICOM, celebrada en Grenoble, Francia, entre agosto y septiembre de 1971 (NAVAJAS, 2008); por otra parte, los ‘museos integrales comunitarios’, propios de América Latina, fueron definidos por el mismo especialista en el marco de la Mesa Redonda de Santiago de Chile, reunión celebrada por el ICOM en 1972 que reflexionó sobre el desarrollo y papel de los museos en el mundo contemporáneo, con el objetivo de “determinar las soluciones que los museos han de dar a ciertos problemas de la sociedad en vías de transformación y por el desarrollo, en el ámbito preciso de América Latina” (ICOM CHILE, 2013). De este modo, y según NAVAJAS (2008), entre 1971 y 1972 se revolucionó el panorama museológico y patrimonial internacional: se establecieron nuevos tipos de museos, se sentaron las bases de la nueva museología y, por si fuera poco, se creó el concepto de ‘Patrimonio Mundial’, cuya finalidad es fomentar la protección de sitios naturales y culturales de importancia trascendental para la humanidad. El establecimiento definitivo de la nueva museología como disciplina ocurriría con la constitución, en 1985, del Movimiento Internacional para una Nueva Museología, adscrito al ICOM. Éste se basaría en la Declaración de Quebec -Canadá, 1984-, y vería sus planteamientos afianzados por las de Oaxtepec -México, 1984- y Caracas -Venezuela, 1992-. De este modo… …la nueva museología comenzaba a tomar forma como una disciplina que promulgaba abolir la distancia entre el público y el contenido del museo, entre contenido y continente. Intentaba profesar un diálogo abierto entre ambos, devolverle y restituirle la percepción a los unos, dejar y no privar del disfrute a los otros (DESVALLÉES, citado por NAVAJAS, 2008). En la actualidad, la nueva museología y la tradicional conviven, cada una aplicada eficientemente en su contexto. Y es que, después de todo, así como determinadas instituciones no pueden ser concebidas sin la participación intensa de la comunidad que la circunscribe, hay otras cuyas características y alcance global les impiden romper el molde del museo clásico. Sin embargo, ello no descarta que puedan asimilar ideas innovadoras y ponerlas en práctica para su público, logrando por parte de éste un nuevo acercamiento al patrimonio. CONCLUSIONES Se puede concluir afirmando que, aún hoy, el coleccionismo y la museología están estrechamente vinculados en lo que se refiere al funcionamiento de los museos, a pesar de los diferentes cambios de paradigma en ambas disciplinas. El coleccionismo es la imagen material de la memoria del hombre, de su pasado, del esfuerzo por conservar las vivencias y los vestigios de la humanidad. Puede desarrollarse bajo dos modalidades: la tradicional, que se centra en la persona romántica que protege y amplía la cantidad de objetos que tiene a su alrededor, para conservarlas y compartirlas a su manera, sin salir de ellas; y la institucional, enfocada en los museos y su función social. No obstante, y en cualquier caso, se trata de una disciplina de reglas particulares que giran en torno a los criterios de cada coleccionista. El museo nace del empeño de mostrar a las generaciones presentes y futuras el patrimonio históricamente legado; y se desarrolla a partir del momento en que las personas deciden que las colecciones, manifestaciones tangibles de la cultura, deben ser vistas, provocando su exhibición. La historia ha demostrado eso en reiteradas ocasiones, ya que grandes conglomerados e importantes coleccionistas han sido el génesis de reconocidos museos, tanto en los lejanos tiempos renacentistas -Galleria degli Uffizi, Musei Vaticani- como en el recién concluido siglo XX -Solomon R. Guggenheim Museum, Museo Chileno de Arte Precolombino-. La museología surgió tras varios siglos de evolución de las instituciones museísticas, como una manera de potenciar las bondades de las mismas. No es una ciencia estática e infalible, como demuestran las discusiones sobre ella llevadas a cabo a finales del siglo XX, pero sí dispone de herramientas efectivas para cumplir su labor; y llegada lafecha de hoy se puede afirmar que, así como no se pueden concebir museos sin comunidad a la que servir, o sin patrimonio que proyectar, tampoco se pueden visualizar sin teoría museológica y práctica museográfica. Finalmente, es preciso señalar que las convenciones, foros y ponencias de coleccionistas, cada vez más frecuentes, son prueba fehaciente de que el arte de recopilar está lejos de desaparecer; así como para los museos lo son los sitios, eventos y exposiciones cada vez más abundantes y originales; y para la museología los encuentros entre especialistas capaces de generar una discusión intelectual en favor de las otras dos variables. En este sentido, no resta más que decir que colecciones, museos y museología seguirán avanzando por su propio camino: calles paralelas repletas de intersecciones para el recorrido de la cultura. FUENTES REFERENCIALES ALEMÁN, Ana (2011). Los museos comunitarios participativos. Una aproximación a la nueva museología. Cultura, XXIX (25), 113-125. Disponible en: http://www.revistacultura.com.pe/revistas/RCU_25_1_los-museos-comunitarios- participativos-una-aproximacion-a-la-nueva-museologia.pdf AMERICAN MUSEUM OF NATURAL HISTORY (2018). 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