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ISSN: 2250-5180 Horizontes filosóficos Revista de Filosofía, Humanidades y Ciencias Sociales Centro de estudios en Filosofía de las ciencias y Hermenéutica filosófica del Comahue Facultad de Humanidades Universidad Nacional del Comahue Año 9 – N° 9 - DICIEMBRE DE 2019 Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 2 DIRECTOR Y EDITOR RESPONSABLE Carlos Emilio Gende CONSEJO DE REDACCION Elizabeth Padilla Estela Ponisio Martín Properzi CONSEJO ACADÉMICO ASESOR Alejandro Salcedo Aquino: Facultad de Estudios Superiores, Acatlán, UNAM Ambrosio Velasco Gómez: Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM Cristina Di Gregori: Universidad Nacional de La Plata Dora Elvira García González: Cátedra UNESCO de Derechos Humanos, TEC de Monterrey Elizabeth Padilla: Universidad Nacional del Comahue Giuseppe Cacciatore: Universitá degli Studi di Napoli Jean Grondin: Université de Montréal Jesús Navarro Reyes: Universidad de Sevilla Jorge Saltor: Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino Jorge Velázquez Delgado: Universidad Autónoma Metropolitana de México Leonel Toledo Marín: Universidad Autónoma de la Ciudad de México Luis Ramos Alarcón: Universidad Autónoma de la Ciudad de México María Rosa Palazón: Universidad Nacional Autónoma de México Mariflor Aguilar Rivero: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM Mauricio Beuchot: Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM Raúl Alcalá Campos: Facultad de Estudios Superiores, UNAM Susana Violante: Universidad Nacional de Mar del Plata Víctor Rodriguez: Universidad Nacional de Córdoba Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 3 PRESENTACIÓN Metáfora habitual en algunas escuelas filosóficas, la del horizonte se nos ocurre un buen orientador de los propósitos que asumimos los editores de una revista académica con estas características. El horizonte, estrictamente descripto, aparece en primer lugar como limitación. Pero si revisamos la experiencia visual a que nos remite la figura, recreando el estado de cosas mentado por ella, descubrimos que si bien es un límite más allá del cual no se puede ver, a la vez acompaña la direccionalidad de la vista en su ir avanzando. La línea imaginaria que separa cielo y tierra delimita y esclarece los dos campos, por un lado, y se constituye en condición de posibilidad para el mirar, por otro. Es un más allá del cual no se puede ver, es cierto; pero esto ocurre porque si no estuviera así dado a la mirada, no resultaría un ver el otro lado, o un ver más, u otra cosa, sino más bien la imposibilidad absoluta de ver. Es posibilidad y campo desde donde la posibilidad se experimenta, a la vez que infinitud extendida de la mirada que avanza. El horizonte no tiene lugar, no es lugar en sí mismo, pero es condición de todo lugar. Así, el mundo en su totalidad queda tematizado como horizonte absoluto; hasta donde alcancen nuestras fuerzas y nuestra capacidad para extender la mirada. Hay un matiz intencional en el plural del nombre, pues si bien estamos prevenidos de los pasteurizados intentos por disolver campos disciplinares, que todo lo homogenizan para en definitiva inhabilitarse del esfuerzo teórico, sabemos que lo filosófico no puede elaborarse en el desconocimiento de la pluralidad. De allí que nos disponemos con esta publicación a contribuir al diálogo entre las más diversas corrientes, visiones y lenguajes. Y desde esa actitud, que reconoce la especificidad de los horizontes filosóficos, disponernos también a recibir la voz de los resultados de las ciencias sociales y de los saberes humanísticos. ILUSTRACIÓN DE TAPA: “Horizonte”, óleo de José Ignacio Prieto del Pico, España Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 4 INDICE – número 9 – año 2019 ARTÍCULOS Raúl Alcalá Campos: Linealidad, progreso, ciudadanía, y otras cuestiones. Diálogo con José Luis Mora ....…………………………………………………………..pág. 5 Elizabeth Padilla: El devenir de la condición humana ante el avance tecno-científico: la cuestión de los límites ………………………….…………pág. 15 Remedios Álvarez Santos: En torno a la violencia de la negatividad y de la positividad ……..………………………………………………………………...………..pág. 27 Ernesto García: La comunidad de la nada: lugar vacío, resistencia, política ………………………………………………………………………..................pág. 37 José Carlos Rojas Reyes: Guía para leer el Cándido de Voltaire .…..pág. 47 Yolanda Isabel García Juárez: La evaluación con arte del arte……pág. 59 Maximiliano Basilio Cladakis: Merleau-Ponty y el Humanismo de Maquiavelo……………………………………………………...…………………………pág. 75 ESTUDIOS CRÍTICOS Cecilia Monteagudo: Carlos Emilio Gende, La Interpretación de las metáforas. Ensayos filosóficos del lenguaje desde el lenguaje. Buenos Aires, Prometeo libros, 2019……………………………………………………………......pág. 91 Juan Manuel Rodríguez: Mariflor Aguilar, El persistente sujeto. Interpelación/identificación de Althusser a Butler, México, Ediciones Monosílabo, 2019 ………………………………………...……………………………pág. 95 RESEÑAS Patricia Carina Dip: Leonardo Rapone, El joven Gramsci. Cinco años que parecen siglos (1914-1919), traducción Juan Jorge Barbero y Riccardo Iorio, Rosario, Prohistoria ediciones, 2019 …………..………………….. pág. 105 Ignacio Gentile, Mauricio Beuchot, Hechos e interpretaciones. Hacia una hermenéutica analógica, México, Fondo de cultura económica, 2016 ………………………………………………………………………………………………..pág. 110 INFORMACIÓN DEL CENTRO pág. 118 Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 5 Linealidad, progreso, ciudadanía, y otras cuestiones. Diálogo con José Luis Mora Raúl Alcalá Campos FES-Acatlán, UNAM Resumen El artículo propone un diálogo con el filósofoespañol José Luis Mora, para lo cual se basa en su conferencia magistral “El estudio de las filosofías nacionales: del sujeto epistémico al sujeto plural. La construcción de una nueva concepción de ciudadanía”. Palabras clave: ciudadanía – progreso – racionalidad - historia Summary The article proposes a dialogue with the Spanish philosopher José Luis Mora, for which it is based on his masterly conference “The study of national philosophies: from the epistemic subject to the plural subject. The construction of a new conception of citizenship”. Keywords: citizenship - progress - rationality - history ___________________________________ A manera de introducción Quiero iniciar mi participación con un comentario respecto a algo que muy pocas veces no me ha traído problemas, me refiero a mi comprensión sobre la noción de diálogo. En filosofía hay muchos defensores de esta noción, pero creo que son pocos los que realmente la practican, también creo que esto se debe a que tal noción implica una crítica, pero ésta debe ser constructiva. Desde hace mucho tiempo he sostenido que la mejor manera de apoyar a un colega, a un filósofo, es criticándolo, pero no con el afán de oposición sino de participación en un diálogo fructífero, dialogar, desde mi punto de vista, es pretender construir algo juntos, aunque defiendo la idea de que no lograr tal construcción no quiere decir que no haya habido diálogo, diálogo no quiere decir acuerdo obligado sino más bien escuchar al otro como tal, comprenderlo a través de su palabra bien para aceptarlo, bien para rechazarlo, de la misma manera que criticar a mis maestros lo considero un acto de reconocimiento, de continuación de su pensamiento. En mi caso pienso en Luis Villoro y León Olivé, y cuando digo maestros no es por haber tomado clase con ellos sino por la gran cantidad de enseñanza que me transmitieron con sus conferencias, escritos y actitudes ante la filosofía. Por el mismo camino va esta propuesta de diálogo con un querido amigo y respetado filósofo español, bastante preocupado por la filosofía iberoamericana, el Dr. José Luis Mora. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 6 Elcontexto. En un breve y reciente trabajo,1 el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, José Luis Mora, recuerda que por los años setenta del siglo pasado se había iniciado en España una reflexión sobre la interculturalidad, y que en los años noventa hizo una pregunta a la profesora de la Universidad de León, María Isabel Lafuente, dentro del Seminario de Historia de la Filosofía Española e Iberoamericana de Salamanca: ¿es posible construir un modelo de racionalidad que no deje a nadie fuera en un mundo mestizo donde existen realidades políticas que no sólo son plurinacionales sino pluriétnicas? Recibiendo una respuesta contundente: imposible. La anécdota es relevante y la respuesta más aún. Es, para el momento, la respuesta esperada. Por lo menos en la segunda mitad del siglo pasado, los temas de los congresos de filosofía estaban bastante bien delimitados: analítica, marxismo y los otros (estos otros eran pocos, entre ellos el movimiento feminista, los estudios del género y ya avanzada la segunda mitad dio sus primeros pasos la hermenéutica, a la que se veía con suspicacia); el reino de la filosofía se dividía en dos espacios de lo mismo, el método, nadie lo negaba prácticamente desde Descartes, se necesitaba del método si se pretendía obtener conocimiento, la cuestión transitaba así entre el método científico y el método dialéctico (y en algunos contados casos el fenomenológico), y su mejor recurso era precisamente la Racionalidad (así, con mayúscula). La realidad, que era única y no plural, sólo aceptaba una y sólo una interpretación posible, y una vez que se tuviera ésta sustentada en el método y la razón, todas las demás resultaban falsas, sin derecho a réplica. No es pues de extrañar la contundente respuesta. Una versión inimaginable del espacio y del tiempo permitió, a Albert Einstein, una nueva versión de la gravitación concebida como una curvatura del espacio-tiempo, contra todo pronóstico sustentado en el gran científico Isaac Newton; por los mismos años en el Instituto Bohr se estaba construyendo la mecánica cuántica, rompiendo con el determinismo. Dos grandes guerras, sobre todo la segunda, aceleraron la investigación científica y después de ellas la guerra fría continuó sus pasos. A fines de los años ochenta y principios de los noventa, la caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética, y el inicio de lo inesperado, aquella lucha social que tenía como protagonista al proletariado, que en su radicalización pretendía acabar con el Estado o bien en su versión más tenue que estuviera sometido al proletariado y dejara así de ser un aliado del capitalismo, tuvo un resultado mucho más dramático de lo esperado, el Estado fue reducido a su mínima expresión no por el 1 “El estudio de las filosofías nacionales: del sujeto epistémico al sujeto plural. La construcción de una nueva concepción de ciudadanía”, conferencia magistral dictada dentro del 19 Congreso Internacional de Filosofía. Aguascalientes, México, noviembre 2018. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 7 proletariado sino por el mercado y el capital, es decir, el neoliberalismo. En los años sesenta dos grandes publicaciones, con grandes afinidades, aunque provenientes de distintas tradiciones, y que tuvieron repercusiones años después, reiniciaron el ordenamiento de los saberes con un nuevo lenguaje, Verdad y Método de Georg Gadamer y La Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas Kuhn. Los movimientos gay y feminista, y posteriormente el movimiento indígena zapatista; todo ello, reduciendo exageradamente los últimos cien años de nuestra historia, entre otras cosas, contribuyó a los cambios que hemos sufrido desde fines del siglo pasado y el presente. Con esto en mente pasemos a dialogar con nuestro festejado. El tema La racionalidad y el método están asociados a dos grandes conceptos a los que se refiere el profesor Mora, linealidad y progreso, del tercero, ciudadanía, tendremos algo más amplio que decir. La linealidad es esa concepción que nos permite tener un punto de partida y visualizar un punto de llegada, lo que nos marca un camino a seguir, se puede ver con mayor claridad si pensamos en las etapas históricas por las que tiene que pasar una sociedad el esclavismo, los imperios, los latifundios, la burguesía, el proletariado, etc. y todo ello sustentado en la razón, son desde luego, razones racionales y no razonables, es decir, basadas exclusivamente en la lógica (lógica clásica o bien lógica dialéctica) haciendo, así, a un lado a la retórica, para utilizar expresiones de Luis Villoro. Es por ello que tal linealidad no permite que equivoquemos el camino, cualquier otro camino fuera de ella está vedado, está equivocado. Sin embargo, cuando volteamos la vista y vemos el camino recorrido no parece ser el esperado, el de la esperanza, dos grandes guerras, hambre en el mundo, contaminación, etc. Preguntas inmediatas: ¿habremos errado el camino? Si es así, ¿cuándo ocurrió este desvío?, ¿tendremos, como en el Renacimiento, que regresar a los griegos? Pero estas preguntas implican romper con la linealidad, ¿cuál es el problema?, la linealidad no cumplió sus promesas, rompámosla e intentemos tomar otro camino, o mejor, otros posibles caminos que se nos habían vedado. Entonces surge el temor: pero la linealidad nos garantiza el progreso, romper con ella es romper con este último, respuesta: nos hemos dado cuenta de que hay conceptos que hay que abandonar y otros que hay que renovar, tal vez el de progreso sea uno de estos últimos. La linealidad percibe al progreso como ese fin a perseguir que nunca se alcanzará, pero que sirve como guía del camino. Popper sostenía que creía en la verdad absoluta,2 aunque nadie la tenga en la 2 Cfr. Karl Popper, “La ciencia normal y sus peligros” en I. Lakatos y A. Musgrave (eds.) La crítica y el desarrollo del conocimiento, Grijalbo, Barcelona 1975. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 8 bolsa, es decir, existe, aunque sea inalcanzable por nosotros los humanos. Asimismo, puede concebirse como una inmersión de profundidad, es decir, una vez adquirido algún conocimiento podemos profundizar en aquello que lo constituye, tener un conocimiento sobre el átomo nos permite preguntarnos cuáles son sus componentes o qué reglas rigen su comportamiento. También se ha visto el progreso como la generación de riqueza, es precisamente el progreso económico del que tanto hablan los políticos y los economistas; así, el progreso humano se reduce al económico, si usted quiere a la tecnología que le permite cada vez más tener un acceso a la información de la manera más rápida posible, otra cosa es saber qué hacer con ella. Hay otras maneras de ver el progreso, la que no tiene como mirada principal el fin sino el inicio, es decir, aquella que sabe que está mejor que ayer, que tiene un proceso de mejora respecto a su ser anterior, es un progreso en el sentido darwiniano, no sabe exactamente hacia dónde va, pero sabe que cada día está mejor adaptado que el anterior. Hay otra noción de progreso que no rechaza el mundo material pero tampoco abandona el mundo espiritual, aquel que dice “soy mejor persona que hace unos días”, y esto no tiene nada que ver con la religión, ni con la economía, sino con la manera en que uno se concibe a sí mismo. El progreso humano no se reduce al progreso económico, este último sólo se manifiesta como poder político, no moral. Pasemos ahora al concepto que más le preocupa al profesor José Luis Mora, y también a mí, la ciudadanía. El profesor Mora está interesado, y quién no, en mantener una ciudadanía que no sea excluyente, con cierto matiz de universalidad, pero sin verse obligado a perder la localidad. Una ciudadanía transnacional, es decir, que va más allá de su amarre nacional, que lo supera sin perder su arraigo deciudadanía local, está dentro y fuera del Estado Nación, pero no rechaza su existencia como tal. Esto es importante, la ciudadanía local me ata al pasado comunitario, a “nuestra” historia, “nuestros” valores y tradiciones; la ciudadanía transnacional me abre hacia el futuro posible, a lo que hay por construir como humanidad, como ciudadanos globalizados, incluso se puede decir que esta ciudadanía es algo que hay que construir, como hizo la humanidad en la transición de la Edad Media a la Modernidad construyendo un nuevo humanismo para su momento, es decir, algo que nuestra historia actual globalizada nos está exigiendo. Si la primera está ligada íntimamente a la Nación, esta última nos liga como humanos, pasamos de una a la otra por medio de lo que Charles Taylor llama la dignidad humana, es ella el puente que une ambas ciudadanías. El problema es precisamente construirlo. Creo que hay tres conceptos que tienen que ser centrales para lograrlo, diálogo, tolerancia y, el principal, actitud. Los tres están íntimamente ligados. El diálogo y la tolerancia están ligados por otro concepto que en muy raras ocasiones se menciona, en cierto sentido se puede afirmar que no se práctica en el Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 9 mundo occidental, hasta donde tengo conciencia, me refiero a la escucha. El mundo occidental privilegia la palabra más que a la escucha, hablar es más importante que escuchar; hablar es poder, escuchar es sumisión; hablar es enseñar, escuchar es aprender. Pero tanto el diálogo como la tolerancia requieren de la escucha. Creo, como se ha reconocido últimamente, que si se trata de conocer al otro la mejor manera de lograrlo es escuchando lo que nos tiene que decir, pero debemos romper con la idea de que escuchar al otro es escuchar al que forma parte de mi propia cultura, del cual puedo aprender muy poco, lo que en realidad vale la pena es escuchar la voz de otra cultura, aquella que me increpa, que me pone en una situación de riesgo respecto a mi formación, que me dice que hay otras posibilidades de ser y de comprender el mundo que nos rodea. Desde luego, habría que iniciar por reconocer la paridad entre culturas y el respeto que se merecen, lo que no quiere decir que todas sean aceptables. Ciertamente es un riesgo, pero no implica aceptar esa otra cultura sin más, es más bien un reto para la propia, me obliga a la búsqueda de otras argumentaciones para sustentar la mía o rectificarla. Claro, si no estoy seguro de mi cultura, el temor de su abandono me pone en un riesgo que no quiero correr, no importa si mi cultura es mejor o peor que la otra, lo que importa es si me siento cómodo o no con ella. Si me siento cómodo, lo mejor para mi es imponérsela a los otros pues eso me permitirá relacionarme mejor con ellos, o por lo menos esta parece ser la idea a lo largo de la historia. Me viene a la mente un trabajo de Luis Villoro, “Estadios en el reconocimiento del otro”3, en este excelente ensayo analiza las relaciones de Fray Bartolomé de las Casas y Fray Bernardino de Sahagún con los indígenas, de quienes fueron sus grandes defensores, y sin embargo no pudieron superar sus propios límites. De las Casas, nos dice Villoro, reconoce al indio como su igual pero no reconoce su diferencia, Sahagún los escucha, comprende su diferencia, pero no puede concederle igual validez que a su propio mundo, es por eso que ambos pretenden asimilarlos a su propia cultura, no quieren correr el riesgo de perderla. Correr ese riesgo implica admitir la pluralidad de la razón y del sentido, necesarios para reconocer la igualdad y la diversidad de los sujetos, pero admitir esto es renunciar a toda idea de dominio. El profesor Mora nos llama la atención sobre un reciente Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (2018) cuyo primer volumen lleva por título Convivencia y cohesión social4, que al referirse a lo que 3 Luis Villoro, “Estadios en el reconocimiento del otro”, en Luis Villoro, La significación del silencio y otros ensayos, UAM, México 2008. 4 Giménez, C.; Álamo, J.M.; Pérez del Álamo, F., Juntos por la convivencia, 4 vols, Madrid, Instituto Universitario de Investigación sobre migraciones, etnicidad y desarrollo social, Universidad Autónoma de Madrid/Obra Social La Caixa, 2018 Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 10 mencionan como “Convivencia intercultural” pone el énfasis en lo común más que en las diferencias. Y, nos dice nuestro autor, es así como esta convivencia intercultural se convierte en un proyecto ético y sociopolítico utópico pero que vale la pena seguir. Aunque no he tenido la oportunidad de revisar este proyecto sí quiero mencionar dos cosas. Una es trivial, la otra no. La trivial, la más grande de las utopías que conozco es la de la pretendida unidad cultural de mi país, México, desde la Independencia hasta nuestros días buena parte de las acciones políticas han estado enfocadas en ello, incluso llegó a tener un nombre: el problema indígena, del que los indígenas no estaban enterados, durante todo ese tiempo de lucha por la hegemonía lo único que se ha conseguido es el fracaso constante, su pretensión fue y es, asimilar al otro, que deje de ser lo que es para incorporarse a un mundo diferente, pero la persistencia existió y existe. Claro que el indígena quiere progresar, quiere darle alimento, salud, educación a su familia, no depender de las dádivas del gobierno, pero creo que para ello no es necesario abandonar su cultura, no tiene porqué dejar de ser quien es. La otra no es trivial, tiene mucho que ver con la pregunta del profesor Mora con la que iniciamos este diálogo, es decir, con la cuestión del modelo de racionalidad. No tengo claro a qué nos podemos referir con las diferencias o lo que tenemos en común, pero creo que si hay algo que podemos tener en común es precisamente la necesidad de interactuar porque hay algo que nos afecta a ambos. Pero tal afectación puede no ser concebida de la misma manera y por ello las razones de una y otra parte pueden variar, pero no implica la imposibilidad de llegar a algún acuerdo. Ya el profesor Mora nos recordó que en México existen cerca de quince millones de indígenas, que han estado aquí desde mucho antes de la conquista, con sus valores, su historia y sus costumbres, que de una u otra manera han pasado a formar parte del ser del mexicano, y que prácticamente lo mismo ha ocurrido en Latinoamérica. Esto quiere decir que el mexicano tiene dos grandes raíces, que no están en igualdad de condiciones, aunque haya tales influencias, la indígena y la europea, dos culturas muy diferentes, con valores y creencias diferentes.5 Valga el siguiente ejemplo, que tiene como punto de inspiración una afirmación de mi querido amigo Ambrosio Velasco, los mexicas sacrificaban seres humanos para alimentar a sus dioses, se comían sus carnes y se tomaban su sangre; los católicos sacrificaron a su dios para alimentar a los humanos, en sus ritos aún hoy se siguen comiendo su carne y no se toman su sangre porque no se los permite el cura. Sacrificar a los humanos para mantener a sus dioses, sacrificar a sus dioses para mantener a los humanos, ¿quién es más bárbaro? 5 Creo que las diferencias que hay en el mundo europeo no es tan marcada en su historia como ha ocurrido en el mundo latinoamericano. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 11 Desde luego, surge de inmediato la réplica: esto último es simbólico, quisiera decir que lo otro también lo es, pero no me quiero meter en una discusión sobre la concepción de lo simbólico, en otra parte he discutido algo al respecto tomando como eje la preservación de la vida en ambas culturas.6 Una de las cuestiones que me interesa rescatar para el tema que nos ocupa es el de la historia. Mucho se ha dicho que formar parte de una nación, ser un ciudadano deella, es al mismo tiempo compartir una historia, precisamente compartir la historia de nuestra nación, yo tengo mis reservas al respecto. Si tomamos la historia como el registro de ciertos acontecimientos, acepto que se hayan compartido al formar parte de él, pero si damos un paso más y pensamos en la manera en que dicho acontecimiento se vive la cuestión ya no es tan clara. Además, la historia que se transmite de generación a generación, con independencia de la formación escolar, que se refiere a ese mundo vivido, varía entre los diferentes participantes y sus herederos, la narrativa al respecto puede variar dependiendo desde dónde se viva. Esto creo está bastante claro en la excelente y reconocida recopilación de Miguel León-Portilla7 La visión de los vencidos, la conquista de México narrada desde un diferente punto de vista, precisamente desde la visión de los vencidos. México está escindido por dos narraciones de su historia, la de los vencedores y la de los vencidos, y ha pretendido nutrirse de ambas. Desde hace mucho tiempo defiendo la idea de que la razón es plural, que podemos llegar a los mismos resultados sin compartir ni las razones ni algo en común. Me explico. Podemos compartir algo que nos afecta y no concebirlo de la misma manera. Doy dos ejemplos, primero, el caso del aborto. Podemos estar en contra de él desde el punto de vista de la ciencia o de la religión, la ciencia puede dar razones científicas, porque daña el cuerpo del feto y de la mujer, porque a ésta le puede dañar no sólo su cuerpo sino también su psique; la religión por su parte puede sostener que es un atentado a los designios de Dios, un atentado a la vida que el Señor nos ha otorgado; las razones son diferentes, e incluso podría ocurrir que hasta opuestas, sin embargo ambos pretenden lograr el mismo resultado, se podría decir desde luego, que tienen la misma concepción respecto al hecho que se presenta. Esto, en el siguiente 6 Raúl Alcalá Campos, “El carácter social de lo simbólico”, en mi libro Pluralismo y diversidad cultural, UNAM, México, 2015. También “Diversidad cultural, valores, principios y normas” en Carlos Oliva Mendoza (coord.) Hermenéutica, subjetividad y política, UNAM, México, 2009. Es en este último trabajo en el que hay un ejemplo de aplicación de los simbólico en la concepción de la vida en las culturas mencionadas. 7 La visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista. UNAM, México, primera edición 1969. Esta cita no la remito al querido Dr. Miguel León-Portilla, porque creo que lo que pretendía con su publicación era dar la palabra a los indígenas y por eso su nombre no aparece ni en la portada ni en la página legal, y esto lo quiero respetar. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 12 ejemplo ya no es tan claro: hace algunos años en Barcelona me vi en la necesidad de hospedarme en un hostal, la casera me recriminó por ducharme todos los días con las siguientes palabras: no sé por qué los mexicanos son tan cochinos que tienen que ducharse todos los días. Al principio no acepté tal reclamo, pero no tardé mucho en darme cuenta de que desde su punto de partida tenía razón, ambos teníamos razón. El punto de partida era diferente. Desde mi punto de vista ducharse todos los días era signo de limpieza, pero el punto de partida de ella era que el cuidado de sí mismo era el signo de limpieza, esto puede quedar más claro con una analogía urbana, una ciudad limpia no es la que más se barre sino la que menos ensuciamos. Estábamos de acuerdo con la importancia de la limpieza, pero la concebíamos de manera diferente, con razones diferentes. Considérese que en estos ejemplos se comparte la misma cultura. En el primer caso se llega a un acuerdo respecto al resultado, en el segundo no llegamos a ningún acuerdo, tuve que salir del hostal. Pero lo que quiero señalar aquí es que en ambos hay diálogo, que el diálogo no tiene que implicar acuerdo, que la falta de acuerdo no implica falta de diálogo sino reconocimiento de que hay diferencias, incluso en lo que se percibe como algo compartido, algo que creemos tenemos en común. Creo que el diálogo no tiene que partir de algo en común, tampoco lo impide, más bien defiendo la idea de que lo común es un punto de llegada más que un punto de partida, que es más fructífero llegar a algo común que partir de ello, es construir algo juntos, es el producto de una relación entre culturas, de una relación intercultural. Esto, creo, es construir una ciudadanía intercultural. Difícil, sí, pero imposible no lo creo. La historia de la humanidad está llena de casos que se creían imposibles y que resultaron fructíferos, no perfectos desde luego, como el cambio de la monarquía a la democracia, o el abandono de una razón única a una plural, o la Carta de los Derechos Humanos, y tantas otras más. No hay que tenerle miedo al cambio, de salir de su espacio de confort, es un riesgo, sí, pero es bastante probable que obtengamos buenos resultados, cambiarse de casa es salir de ese espacio en el que uno ya está habituado, pero, desde luego si no es por necesidad, es la promesa de una mejor estancia. Casarse es eso, dos personas que vienen de hábitos y costumbres diferentes que intentan construir algo juntos, pero el éxito no está garantizado, es una relación humana, y como toda ella, hay diferencias que se pueden lograr convertir en algo construido, compartido, o en la separación total. Hablemos ahora de las razones. Volviendo a Villoro, hay razones racionales y razones razonables, las primeras se sustentan en la lógica, son argumentos que me llevan paso a paso de un punto al otro gracias a reglas rígidas, válidas, que no se cuestionan, por lo menos mientras uno está razonando, la validez de tales argumentos no depende de quién los elabore, sino de las propias reglas, decimos pues que el argumento es correcto o no según las reglas. En el caso de los argumentos razonables Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 13 su sustento es la retórica, quien está en juego es precisamente quien lo elabora, él se compromete con ese argumento, pretende convencer al otro respecto a algo más que elaborarle una demostración, el compromiso es personal, quien está en juego es él, sus principios, valores y creencias. Este último corre riesgos que el otro evita, corre el riesgo incluso de perder su identidad al enfrentarse al otro. Este tipo de argumentos son los que están a la base de las relaciones interculturales, son los argumentos del otro, al que tenemos que escuchar con atención, pues en ellos se encuentran, como ya dijimos, sus principios, valores y creencias, que nos permiten comprender quién es, y, creo, es este el camino para la construcción de una ciudadanía intercultural. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 14 Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 15 El devenir de la condición humana ante el avance tecno- científico: la cuestión de los límites Elizabeth Padilla Universidad Nacional del Comahue Resumen Las distintas formas de intervención que nos propone la tecnociencia en el cuerpo y la psiquis humana movilizan en forma dramática muchos interrogantes, los cuales repercuten sobre una noción fundamental: la condición humana. En nuestra época asistimos con beneplácito a las intervenciones de la biotecnología cuando logran evitar enfermedades que en otras décadas hubiesen sido de imposible tratamiento. No obstante, aún con sus éxitos, tememos que nos conduzcan paulatinamente a la creación de sujetos con rasgos distintos a los de la especie homo sapiens. Creemos que lo que está en juego, de seguir por ese camino, es la misma naturaleza o condición humana y consideramos que como sociedad debiéramos ser más conscientes. Al respecto, se argumentao bien a favor de conservar ciertos rasgos de nuestra condición como innegociables, o bien de aceptar que no hay condición preexistente que debiera ser defendida tal cual. El objetivo del artículo es indagar acerca de esos interrogantes apelando, por un lado, a la posición teórica de Hans Jonas como defensor de la herencia por evolución y, por otro, a la de los que, a partir de sostener la inexistencia de una condición humana dada, discuten sobre la posibilidad de tomar las riendas de nuestra propia evolución a través de la tecnociencia. Palabras clave: tecnociencia – condición humana – evolución - naturaleza Summary The different forms of intervention proposed by technoscience in the body and the human psyche dramatically mobilize many questions, which have an impact on a fundamental notion: the human condition. In our time, we welcome biotechnology interventions when they manage to avoid diseases that in other decades would have been impossible to treat. However, even with their successes, we fear that they will lead us gradually to the creation of subjects with different characteristics to those of the homo sapiens species. We believe that what is at stake, of continuing along that path, is the same nature or human condition and we consider that as a society we should be more aware. In this regard, it is argued either to preserve certain features of our condition as non- negotiable, or to accept that there is no pre-existing condition that should be defended as is. The objective of the article is to inquire about these questions by appealing, on the one hand, the theoretical position of Hans Jonas as an advocate of inheritance by evolution and, on the other, Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 16 that of those who, from sustaining the absence of a condition Given human, they discuss the possibility of taking the reins of our own evolution through technoscience. Keywords: technoscience - human condition - evolution - nature ________________________________________ Introducción La posibilidad cada vez más próxima de que la tecnología en complicidad con la ciencia modifique en forma sustancial mucho de los rasgos biológicos y psicológicos que posee el hombre en su condición de homo sapiens, lleva consigo el planteo de muchos interrogantes. Sostenemos que entre los más importantes se encuentra el de si podemos a nivel sociopolítico determinar fundamentos que nos permitan establecer límites éticos a esas modificaciones. Ahora bien, consideramos que el establecimiento de límites supone haber resuelto una cuestión previa, ésta es: ¿qué es el hombre? De acuerdo a qué entendamos por naturaleza, esencia o condición humana que nos permita caracterizarla será, por consiguiente, el tipo de intervención que se habilitará como adecuada, impropia o peligrosa, ya que existe una estrecha vinculación entre las conceptualizaciones con que vamos al mundo y el tipo de acciones o técnicas que emprendemos en él. Por supuesto, con esto no queremos aseverar algo así como una cuestión de precedencia: primero conceptualizaciones y luego acciones y, en nuestro caso, técnicas, puesto que también es factible que primero poseamos las técnicas y luego emprendamos la elucidación de los conceptos involucrados y con ello la evaluación de los riesgos de sus aplicaciones. Sostenemos que los conceptos y las acciones están implicados en un complejo continuo. En otras palabras, toda acción presupone conceptos que la habilitan y, de la misma manera, toda conceptualización lleva en sí el germen de las acciones posibles. En ese sentido, aceptamos que, en principio, cada vez que intervenimos en lo humano es porque poseemos alguna noción (explícita o no) respecto a qué consistiría serlo de modo pleno. Así, la intervención procuraría la conservación de un estado de lo humano que se considera valioso en sí mismo, y por ello, la necesidad de reparar, vía modificación artificial, la carencia de ciertos factores que impiden que ese estado de plenitud8 sea alcanzado. Por otra parte, una vez iniciada la intervención, ¿cuándo deberíamos detenernos en la búsqueda de plenitud o bienestar humano? Ante los intentos de bosquejar la respuesta, vemos que la cuestión 8 Aquí entiendo por plenitud no un estado de perfección desde el punto de vista ético, sino el estado en que el individuo se desenvuelve dentro del margen de las posibilidades dadas por configuración natural original. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 17 retorna al asunto inicial: ¿qué entendemos por humano en virtud de lo que podemos hacer a partir del nivel técnico alcanzado? Sin ir más lejos, sabemos que la enfermedad es un estado a evitar gracias a la medicina, pero ¿qué pasaría si se considerara a la vejez directamente una enfermedad?, ¿dejaría de ser un rasgo esencial a nuestra condición? y ¿qué sucedería con la finitud si nuestra existencia fuera prolongada -de modo artificial- indefinidamente? Sabemos que algunas teorías filosóficas definen al hombre como el ser para la muerte, por tanto, si la mortalidad pudiera eludirse, consideraríamos que los individuos que gozaran de ese beneficio pondrían en dudas su condición humana respecto a la nuestra, seres corruptibles y mortales. Es objetivo de este artículo indagar las dificultades que conlleva la vinculación entre aquello que los avances tecno-científicos habilitan a nivel de prácticas y la falta de una evaluación adecuada de las consecuencias de dichas aplicaciones en las consideraciones acerca de qué entendemos como condición o naturaleza humana. I En la actualidad, observamos un desfasaje cada vez mayor entre lo que podemos hacer y la evaluación y/o conceptualización de sus efectos. Por un lado, contamos con las técnicas, pero por otro, no poseemos los insumos conceptuales apropiados para evaluar las consecuencias de aquellas para, de este modo, establecer límites razonables. Uno de los motivos es que mucho de los conceptos que poseemos surgieron en contextos distintos a los actuales, o más o bien, fungieron como respuesta a los problemas particulares de cada época, de ahí que no resulte apropiada su transferencia sin mediar una seria reflexión crítica. Una muestra de la distancia entre lo realizable y lo pasible de ser evaluado a los fines de prohibir tal realización, lo advertimos muy bien en el caso que se detalla a continuación. Desde el año 2012 existe una técnica de “edición” o “corrección” de genes conocida por las siglas CRISPR/Cas9.9 Se trata de una herramienta molecular, bastante accesible a cualquier laboratorio genético de complejidad intermedia. La misma surgió de investigar los mecanismos que les permitían a algunas bacterias defenderse de enfermedades originadas por virus. Ahora bien, sólo se pudo contar con ese procedimiento una vez que fueron mapeados los genomas de algunas bacterias y otros microorganismos. En efecto, 9 En el año 2012, las Dras. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna publicaron un artículo en la revista Science en el que se demostraba cómo convertir una maquinaria natural descubierta en bacterias en una herramienta de edición “programable”, que sirviera para cortar cualquier cadena de ADN in vitro. Es decir, lograban programar el sistema para que se dirigiera a una posición específica de un ADN cualquiera y lo cortaran de acuerdo a los objetivos del investigador. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 18 conocida la estructura del ADN, la técnica permitió cortar moléculas de ADN de una manera muy precisa y controlada, reproduciendo de ese modo el comportamiento de las bacterias para contrarrestar el ataque de los virus. Como es de imaginar, saber cómo opera tal mecanismo fue la llave que abrió los secretos de cómo intervenir en la curación de enfermedades genéticas hereditarias. En efecto, era cuestión deidentificar los genes que provocan la enfermedad, para luego utilizar la técnica y así reparar el daño producto de una herencia defectuosa. No obstante, y aun cuando la misma es aplicada con fines loables, no podemos desconocer los riesgos de su uso inadecuado, ya que la utilización de esta herramienta en la “edición” de humanos podría conllevar efectos impredecibles para las generaciones futuras. Y esto es así, pues si bien la comunidad científica conoce bastante sobre la estructura del ADN, lo que ignora todavía es mucho; por ejemplo: ¿es previsible el comportamiento del ADN a partir de modificaciones introducidas? En otras palabras, ¿el ADN sólo resulta alterado en lo que respecta a lo que queremos evitar o bien surgen -a partir de ello- nuevas interacciones de efectos imprevistos? Advertimos que al día de hoy los investigadores focalizan su interés en explicar por qué el ADN posee tanta información redundante cuya función se desconoce. Con esto queremos señalar que el conocimiento que se posee es demasiado escaso frente a todo lo que se ignora, de ahí la necesidad razonable de propiciar actitudes prudentes a nivel de las aplicaciones. No obstante, no pasó mucho tiempo para que se supiera que esta técnica fue usada más allá de los límites de lo prudencial. En efecto, en el año 2018, en el marco de una cumbre sobre el Genoma Humano celebrada en Hong Kong, el científico chino He Jianku anunció que engendraron, a través de la técnica CRISPR, mellizas inmunes al HIV/SIDA. Por tanto, si esto es cierto, y no se trata de una fake news, actualmente coexistirían individuos -¿también humanos? nos preguntamos con justa razón- invulnerables a un tipo de enfermedad, mientras que el resto se encontraría en abierta desventaja biológica en relación a esa diferenciación; iniciándose algo así como un tipo de “aristocracia” biológica. Esta posibilidad nos hace recordar ciertas prácticas eugenésicas aplicadas en otras épocas. Como es de suponer, la noticia generó gran conmoción en el mundo científico, ya que jurídicamente la mayoría de los países adhieren a un protocolo por el cual se prohíbe el uso de esta técnica en humanos. En el caso chino, la noticia trascendió y provocó la airada reacción de la comunidad científica contra los investigadores participantes y el repudio contra aquellos que habilitaron la violación a protocolos de seguridad internacional. A raíz de este incidente, no resultan entonces inverosímiles las fuertes sospechas de que son más comunes los ensayos en esa dirección de lo que estamos dispuestos a creer. Pareciera que la simple disponibilidad de los procedimientos, -y a pesar de las muchas advertencias en contrario- autorizara a los que cuentan con los recursos Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 19 necesarios a llevarlos adelante en forma efectiva. Y esto es debido a que en el mundo tecno-científico está bastante extendida la convicción de que “si algo se puede hacer, por qué no llevarlo adelante”. De este modo, los que utilizan este tipo de herramienta genética (como en el caso chino) parecen desentenderse o subestimar los efectos impredecibles, ya que el objetivo que manifiestan al aplicarla -¿quién se atrevería a ponerlo en duda?- es mejorar “lo dado” a partir de lo disponible. A fin de que no haya sospechas sobre en qué consiste la “mejora”, los investigadores se ocupan de afirmar que el propósito es evitar el sufrimiento causado por una combinación genética defectuosa. Como se advertirá, no se trata de manifestar buenas o malas intenciones, ya que el núcleo del peligro reside en la imprevisibilidad a largo plazo de los efectos. Y acerca de esto, ni la comunidad científica puede ofrecer certeza, ya que tal posibilidad de intervención abre la puerta a que no sólo ese tipo de herencia justifique la utilización de técnicas de edición genómicas. En efecto, podríamos pensar en otros rasgos que, si bien están muy lejos de tener la gravedad de las enfermedades mencionadas, podrían obstaculizar o poner en serias desventajas -en determinadas culturas- a los individuos que los posean. Por ejemplo, muchos considerarían que los individuos de baja estatura se encuentran en inferioridad de condición respecto a los de estatura media. Algunas de esas dificultades podrían estar relacionadas con la merma de oportunidades en la elección de parejas de procreación. En el caso de los hombres, en nuestra cultura –todavía-, la estatura es uno de los caracteres que acompañan al ideal de masculinidad, y no así al femenino. De este modo, las parejas dispuestas a procrear y ante la contingencia de que un hijo herede ese rasgo u otro que lo coloque en inferioridad respecto a las oportunidades ofrecidas por la sociedad, podrían modificarlos sustituyendo una herencia por otra, esta última, la elegida. Así, se concretaría el viejo deseo eugenésico de producir individuos diseñados desde su constitución, atendiendo a los ideales de los progenitores, de la comunidad, de la cultura o del estado. Al respecto, sostenemos que tal individuo se encontraría determinado – aun cuando fuera en su propio beneficio- y, esto desde antes de nacer, en un sentido esencial. Habría, pues, una determinación que lo pondría en situación de condicionamiento inevitable en relación a los que lo diseñaron. Veamos otro caso, quizá más polémico. Supongamos que una pareja de sordos sabe que su hijo no heredará este rasgo, entonces podrían decidir intervenir para que lo posea, pues consideran valiosa su posesión. De hecho, hay asociaciones con miembros de esas características que se auto-perciben a sí mismos como una minoría cultural igual a cualquier otra, con rasgos identitarios propios, tanto desde el punto social como cultural, y esto desde el momento en que no Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 20 consideran a la sordera como discapacidad o enfermedad.10 De acuerdo al ejemplo referido, y de concretarse la intervención, nos encontraríamos con un individuo cuyas características responden a un proyecto concebido por los progenitores e instrumentalizado por los recursos que le ofrece la tecno-ciencia. II Antes de que fueran posibles estas intromisiones, no teníamos más remedio que ponernos en manos de cierta justicia neutral administrada por la naturaleza, pues nuestra expectativa vital de bienestar o de carencia de él, resultaba de la aleatoriedad de los procesos naturales y no del control artificial. Percatarnos de que podríamos ser resultado de un plan previo que obedece a los propósitos de otros, despierta sentimientos de temor e inquietud, ya que una cosa es reconocernos producto del deseo inconsciente de nuestros padres -a la Freud, por ejemplo- y otra muy distinta, es saber que ese deseo se ha concretizado en un diseño mediatizado por la tecno-ciencia, que somos nosotros. Ahora bien, reconocer la circunstancia de que fuimos diseñados, ¿nos hace menos libres? Considero que sí, o al menos no podemos ignorar los efectos de tal conocimiento, dado que sostenemos que nuestras elecciones futuras están atravesadas por ese dato que nos constituye. Por tanto, la intervención intencional en la configuración de los rasgos y capacidades supondrá, desde el punto de vista ontológico, una disminución de nuestra libertad. Los que defienden que sea la naturaleza la que finalmente decida, consideran que lo mejor es mantener la herencia adquirida y bajo ningún motivo modificarla, pues el riesgo es grande. En coincidencia con estas conclusiones, el notable filósofo Hans Jonas afirma en su libro Principio responsabilidad que un deber ético fundamental es la defensa del “carácter sacrosanto del sujeto de la evolución”.11. Fundamenta que de lo que se trata es de conservar la herencia de una evolución precedente, “la cual no puede ser tan mala, ya que parece haber dotado a sus actuales titulares de la capacidad de juzgar sobre lo bueno y lo malo” (op. cit., p.74). En efecto, nuestra capacidad de generar conocimiento, el cualnos condujo al actual dominio tecno-científico, ha sido fruto de una previa evolución natural. 10 Oviedo, A., en La Cultura sorda. Notas para abordar un concepto emergente, afirma que: “existe en la actualidad un movimiento que pugna por imponer una definición antropológica- cultural de la sordera, que defiende la visión del sordo como una minoría cultural opuesta a las visiones médicas asistencialistas según las cuales el sordo es un individuo enfermo o discapacitado”, Berlín, 2006. Sección artículos y reseñas en www.cultura- sorda. org/lengua-de- senas-en-la-vida-de-los-sordos. 11 Jonas, H., Principio responsabilidad. Ensayo para la civilización tecnológica, Herder, España, 1995, p.73. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 21 Por tanto, esa herencia no puede arriesgarse ante los cantos de sirena que nos ofrece la misma tecno-ciencia usada en forma imprudente. Su posición ha sido evaluada como tecnófoba o pesimista respecto al progreso tecnológico, a lo que nuestro autor respondió que el mayor pesimismo es el de quienes tienen lo dado por algo malo o por algo carente de valor suficiente, hasta el punto de asumir cualquier riesgo por una posible mejora.12 Para este pensador el punto de inflexión que nos obliga a modificar nuestra opinión sobre el poder de la tecnología coincide con la invención de la bomba atómica y su utilización en el exterminio de poblaciones. Sólo a partir del carácter extraordinario que ha cobrado ese suceso, sostiene el autor, hemos tomamos conciencia, por primera vez en la historia de la humanidad del poder destructor del conocimiento científico en su alianza con la tecnología. Jonas, reconoce que antes de la hecatombe nuclear en Hiroshima y Nagasaki, no aparecía como necesidad perentoria la de precisar las consecuencias de las aplicaciones tecno-científicas, pues no comprometían el futuro de la humanidad tal como la conocemos o con su exterminio total. Hoy, en cambio, este peligro está ante nuestra puerta, es momento entonces de establecer límites éticos a tales intervenciones. Con el objetivo de hacer frente a lo novedoso y siniestro de la situación, Jonas propone crear las bases de una ética que, a diferencia de las clásicas -la aristotélica y la kantiana-, fundamente el establecimiento de límites a las acciones presentes con el propósito de asegurar que las consecuencias de las mismas no afecten o pongan en peligro la supervivencia de nuestra especie. Preocupado por el panorama que se avecinaba, el filósofo escribió hacia el final de su vida Técnica, medicina y ética en donde se propuso aplicar el principio responsabilidad en casos específicos; allí afirma: el control biológico del ser humano, especialmente el genético, plantea cuestiones éticas enteramente nuevas, para las que no nos ha preparado ni la práctica anterior, ni el pensamiento anterior. Dado que es nada menos que la naturaleza humana la que entra en el ámbito del poder de la intervención humana, la cautela será nuestro primer mandato moral y el pensamiento hipotético nuestra primera tarea.13 Por consiguiente, debemos estar en condiciones de establecer una ética del “no” atendiendo a aquello que ocurriría de persistir con nuestras actuales injerencias en el plano humano y ambiental. De acuerdo a esta ética, no sólo somos responsables, sino también garantes de la conservación de la herencia de la evolución y del medio ambiente en donde ésta pueda prosperar. 12 Cfr. op. cit., p.75. 13 Jonas, H, Técnica, medicina y ética. La práctica del principio de responsabilidad, Paidós, Madrid, 1997, p.108. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 22 Enfrentados a esta posición se encuentran los que consideran que la injerencia tecno-científica les permitirá hacer realidad el sueño utópico de dominar la evolución, y evitar así los errores de la denominada “lotería genética”. III Como vemos, el escenario que se nos presenta desde la primera mitad del siglo XX -el uso bélico de la energía nuclear, las modificaciones del genoma humano- es inédito y pone en serio riesgo todas nuestras certezas acerca de quiénes somos o en qué devendremos en el futuro como especie. Si bien el nuevo siglo ha puesto en descrédito, por un lado, los principios heredados de la modernidad occidental, tales como la noción de progreso y de bienestar producto del conocimiento y, por otro, ha reivindicado las conquistas de nuevas formas de autonomía junto a la búsqueda de un humanismo más auténtico y diverso, aun así, sostenemos que los cambios que se avecinan serán mucho más desestabilizantes de los que estamos dispuestos a aceptar. Si bien muchos sectores sociales se ocupan seriamente del asunto, ofreciendo incluso propuestas de acciones conjuntas que comprometen a distintas instituciones a nivel global, reconocemos que uno de los errores más comunes de los planteos es que tienden a colocarse o bien a favor de la tecnología o bien en su contra. En otras palabras, o son optimistas o pesimistas per se. Ahora bien, todos hemos tenido alguna vez la experiencia de comprobar que ni el optimismo ingenuo ni el pesimismo extremo son buenos consejeros en situaciones de crisis y cambio. Ambas posiciones provocan una distorsión en el diagnóstico de los datos que nos provee la situación, por tanto, las conclusiones a las que arribamos son erróneas. Sin embargo, reconocemos que ambas actitudes deparan beneficios dependiendo de la evaluación de las circunstancias de la situación a estudiar, pues movilizan diferentes estrategias; o bien fomentan creencias a favor de la resolución del problema, o bien, de prevención y prudencia frente a lo desconocido. La pregunta es, ¿con qué temple la humanidad afrontara este nuevo desafío? ¿Desde el optimismo o el pesimismo? o bien desde un sitio distante de ambos extremos. La posición optimista adjudica a la técnica un carácter antropocéntrico, pues la analiza en términos de medio o instrumento al servicio del hombre. Por tratarse de un instrumento sucedáneo al hombre es controlable. La pesimista, en cambio, no reconoce a la técnica como algo propio sino como aquello que, si bien es producto del obrar, se le rebela y se impone. Hay muchos mitos en relación a esta postura, el más conocido es el de Franskenstein. Por lo tanto, en la actitud pesimista se privilegia el poner límites el desarrollo de la técnica. Como vimos, en esta posición se encuentra Jonas, quien junto a otros pensadores se ve en la necesidad de fundamentar una ética en defensa de los cambios introducidos por evolución natural. En cambio, otras tradiciones Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 23 filosóficas, frente a los mismos datos aportados por la teoría de la evolución de Darwin, sumado a los resultados de la teoría del Inconsciente de Freud y de la teoría de Copérnico, concluyen que la humanidad ha sido destronada de su lugar central en el universo y por tanto no hay motivos suficientes para conservarla tal cual. Ahora bien, partiendo de la aceptación de esta última conclusión, ¿qué pasaría si una vez reconocida nuestra falta de excepcionalidad debiéramos aceptar que nuestra especie, tal como la conocemos -la sapiens-, está en vías de extinción, no por catástrofes, ni por evolución natural sino por una evolución dirigida? ¿Estamos dispuestos a considerarnos los últimos sobrevivientes de una especie pronto a ser reemplazada por otra, esta vez, resultado de la aplicación de medios artificiales? Ante este hecho, muchos podrán sostener que por fin nos encontramos en camino de recuperar nuestro lugar central, pero ahora por propia determinación, por “nuestras propias manos” y no por voluntad de algún Dios que nos modele a imagen y semejanza como su criatura privilegiada, o resultado de una evolución ciega. Así, el denominado “fin de la excepción humana” podría ser interpretado, tal vez, comola extinción de un tipo de humanidad, la que evolucionó hasta llegar al estadio del homo sapiens. La que la suceda tendrá como “singularidad” ser el resultado de propósitos explícitos, o bien políticos o económicos o culturales. Se trata, en fin, de tomar las riendas de nuestra propia evolución a través del dominio del azar por la intervención tecno- científica. No obstante, podríamos sospechar -la historia ya nos ha dado pruebas de ello- de que el acceso a las técnicas genéticas será para muy pocos. Por tanto, el inevitable acceso restringido contribuirá a la aparición inédita de nuevas formas de desigualdad social más determinantes que las ya existentes. IV Desde el punto de vista conceptual, la aceptación de tal desafío de rasgos prometeicos supone, pues, una concepción de lo humano que lleve en sí los gérmenes de su propio cambio y reemplazo. En otras palabras, la condición que habilitaría tal posibilidad es aquella que postulara una infinita labilidad, mientras que los problemas de desigualdad generados –así opinan los de la corriente transhumanista- serían más temprano que tarde resueltos en lo concreto. Este reconocimiento de nuestra labilidad autorizaría la realización de cambios, en principio, en nuestra biología mediante la incorporación de artificios, tanto para reemplazar partes defectuosas, como para suplir las que faltan o bien –en una instancia posterior- para mejorar la perfomance de nuestras habilidades naturales o sustituirlas por otras nuevas. Sin embargo, advertimos que lo descripto no es asunto sólo de nuestra contemporaneidad tecnológica, ya que desde los tiempos tempranos de nuestra historia se han venido realizando intromisiones artificiales en nuestro cuerpo. Valga por caso, el descubrimiento reciente Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 24 por parte de arqueólogos en el Valle del Nilo de un esqueleto que todavía conservaba una prótesis realizada en madera y que completaba la falta - que había padecido en vida- de los dedos de un pie. En esta dirección, el antropólogo Leroi Gourhan14 sostiene que toda creación humana es la respuesta a una restricción, nosotros diríamos a una falta. Por tanto, la identificación de cuáles son las restricciones que afectan a la invención tecnológica permite construir una teoría adecuada para explicar lógicamente la génesis y la transformación de las técnicas. Según este autor, la evolución marca por igual al hombre físico y a los productos de su cerebro y de sus manos. De ahí que es viable trazar un paralelismo entre la curva de la evolución humana y la de la técnica. Por otra parte, desde la biología, científicos como Dawkins15 defienden la inconveniencia de conceptualizaciones absolutas acerca del hombre. Tal pretensión, afirman, se sostiene en una arraigada idiosincrasia propia de nuestra mentalidad discontinua o discreta que considera que sólo se puede conocer a partir de la postulación de clasificaciones rígidas. Otro de los tópicos principales a indagar a los fines de esclarecer el asunto, se encuentra en la relación del hombre con la técnica, pues de acuerdo a cuál sea el vínculo serán los modos posibles de control sobre aquella. En otras palabras: ¿la técnica hace al ser del hombre, o bien es algo que se añade en forma accidental y accesoria? De acuerdo a cómo entendamos ese vínculo será nuestra concepción de lo humano, y de este modo, podremos determinar si nuestro destino queda ligado o no al de la tecnología. En ese sentido, el registro histórico nos ha provisto de evidencia de cómo los procesos humanos se encuentran emparentados con algún estadio tecnológico o técnica.16 En el ámbito de la filosofía, reconocemos también destacados pensadores que han reflexionado en esa dirección, un ejemplo es Stiegler, quien sostiene en La técnica y el tiempo. El pecado de Epimeteo17 que esa condición de falta o carencia se encuentra en estrecha vinculación con el origen de la técnica misma. En otras palabras, hombre y técnica se co-involucran. Según Stiegler, una vez clausurada la evolución cortical del hombre la evolución de lo vivo continúa por medios distintos a la vida. Otros pensadores, en cambio, tal el caso de Heidegger, orientan la reflexión sobre la técnica hacia un preguntar metafísico que consideran más originario, como es el de las relaciones 14 Leroi-Gourhan, A, El hombre y la materia, Taurus, Madrid, 1988, p. 13. 15 Dawkins, R., El capellán del diablo, Gedisa, México, 2008, p.36. 16 Por ejemplo, las concepciones de lo humanos herederos de la filosofía griega, del renacimiento humanista, la de la Modernidad y en las últimas décadas, como si se tratara del reverso de las anteriores, la del fin de la excepción humana junto a las formas de post- humanismo y transhumanismo. 17 Stiegler, B., La técnica y el tiempo, Cultura libre, País Vasco, 1994. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 25 del ser en el mundo.18 En efecto, el Dasein o ser ahí heideggeriano encuentra en la técnica otro modo del ser en el mundo, el cual se da a través de distintas estructuras existenciarias. A su vez, estas dos concepciones coinciden al contraponerse a una visión bastante extendida de la técnica como simple medio o instrumento puesta a disposición del buen entender y deseos de los hombres. En esta última posición, el hombre crea la técnica, pero no se encuentra involucrado por ella, ya que se trata de algo externo a él, producto de su capacidad creadora. Es decir, la existencia de la misma no hace más que reafirmar un rasgo de la condición esencial de lo humano. Desde tal visión antropocéntrica de la técnica, el hombre es dueño y señor de sus creaciones, mientras que aquella, por estar a su servicio, es considerada valorativamente neutral. Con estas tres breves descripciones sobre la relación entre hombre y técnica no pretendemos, de ninguna manera, haber agotado los modos de entender la relación, valen sólo como ejemplos con los que se ilustra la complejidad del asunto, pues consideramos que toda vez que se intenta conceptualizar lo humano va de suyo la conceptualización de la técnica y viceversa. No adherimos a la versión instrumentalista de la técnica, pues está muy lejos de poder explicar cómo la tecno-ciencia se ha constituido en una combinación poderosa que ha producido toda suerte de modificaciones rápidas y continuas: trastocando las costumbres, las relaciones sociales, los modos de comunicación, el acceso a la información, la espacialidad y la temporalidad; aspectos básicos sobre los que se construye nuestra psique y nuestra biología. Y esto ha sido posible, desde el momento en que lo humano y lo técnico se vinculan de modo esencial y no accidental. A modo de conclusión provisoria Tales concepciones teóricas no hacen más que apoyar la viabilidad de esta caracterización que privilegia, frente a la durabilidad de ciertos rasgos, la maleabilidad extrema de lo humano, la cual históricamente se manifiesta en un continuo re-inventarse. Ahora bien, tal disponibilidad supondría, paradójicamente, la imposibilidad misma de una caracterización conceptual de lo humano a través de alguna dotación positiva de rasgos, ya que todos los que se han venido postulando se revelaron, con el tiempo, insuficientes o limitantes. En efecto, si recorremos la tradición filosófica nos encontramos con un extenso catálogo de definiciones de lo que constituye lo humano. Están aquellas que focalizan la atención en la exclusividad de ciertas propiedades poseídas y que nos permiten diferenciarlo de los animales, como por ejemplo la racionalidad, el hombre como ser dotado de logos. Otras, en 18 Heidegger, M., La pregunta por la técnica, Del Serbal, Barcelona, 1994. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 26 cambio, lo diferencian a partir de su disposición para entrar en relaciones normativas con otros,el hombre como animal político. Están también aquellas que reconocen la peculiar conciencia que el hombre posee respecto a su finitud, ya que es el único animal que sabe que va a morir. También encontramos las que reconocen que es el único animal que modifica en forma radical su propio entorno, pues crea cultura mediante la cual se distancia en forma progresiva y continua de la naturaleza de la que ha surgido. Ahora bien, aquello que habilita la maleabilidad y que conduce desde el plano conceptual a que sólo contemos con nociones provisorias sobre su naturaleza, podría ser entendido como producto de una incompletud esencial y originaria de lo humano. En otras palabras, el hombre es aquel ser que se caracteriza por una carencia esencial, falta que nunca será subsanada y que habilita continuas modificaciones. No obstante, consideramos que aun apoyando la tesis de la incompletud esencial, no se sigue por ello que estemos dispuestos a aceptar cualquier cambio, pues la cuestión acerca de la decisión sobre los límites sigue pendiente y ahora en un sentido mucho más radical, pues – a diferencia de Jonas- no sería porque llegamos a un nivel de evolución óptimo que ya no debiera tocarse, sino precisamente al contrario, porque tenemos serias dudas acerca de si el estadio al que nos condujo la evolución debe ser conservado sin más. Lo que si consideramos imprescindible conservar es la libertad adquirida, la cual nos permitirá seguir decidiendo sobre qué queremos ser de acuerdo a lo que podemos hacer. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 27 En torno a la violencia de la negatividad y de la positividad Remedios Álvarez Santos Universidad Veracruzana Resumen El texto centra la atención en dos concepciones de violencia. La primera, la de Žižek, y la segunda, la de Byung-Chul Han. Desde el inicio del escrito se deja ver que la violencia de la negatividad se encuentra de manera explícita en el contexto mexicano con las frías cifras que dan cuenta de ello. Posteriormente, se trata de dejar ver cómo la violencia de la positividad está presente en las instituciones educativas de manera invisible propiciando la autoexploración de la comunidad. Palabras clave: violencia, autoexplotación, indiferencia, normalización. Summary The text focuses on two conceptions of violence. The first one, that of Žižek, and the second one, that of Byung-Chul Han. From the beginning of the writing it can be seen that the violence of negativity is found explicitly in the Mexican context with the cold figures that account for it . Subsequently, it is about showing how the violence of positivity is present in educational institutions in an invisible way, fostering the self- exploration of the community. Keywords: violence, self-exploitation, indifference, normalization ___________________________________ Así, todos juntos, cada uno a su manera, siguen viviendo la vida cotidiana, con o sin reflexión; todo parece seguir su curso habitual, del mismo modo que, incluso en los casos extremos en los que todo está en juego, se sigue viviendo como si no pasara nada. Peter Handke, Las afinidades electivas. Hablemos de datos: sólo por concentramos en nuestro entorno. En México, cada 18 minutos una persona es asesinada. En Latinoamérica cada día son asesinadas 12 mujeres, 7 de ellas en México,19 hay más de 45.000 desaparecidos,20 más de 250.000 mil personas asesinadas desde que Felipe Caderón declaró la guerra21 contra el narcotráfico, 19https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/article215431995.html. Consultado el 23/01/ 2019. 20 Según la más reciente declaración del Subsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas. https://heraldodemexico.com.mx/pais. Consultado el 04/02/2019. 21 Resulta importante aludir a un grave equívoco en torno a la declaración de guerra contra el narcotráfico emprendida por Felipe Calderón, dado que desde la perspectiva de Morin, la https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/article215431995.html https://heraldodemexico.com.mx/pais Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 28 plenamente relegitimada por Enrique Peña Nieto, 122 periodistas han sido asesinados en lo que va de 2000 al 201822 y aquí cabe señalar que Veracruz ha sido considerado el Estado más peligroso para ejercer dicho oficio, pues de la anterior cifra, 26 periodistas han sido ultimados en dicho Estado.23 Para Heidegger, la preocupación es un rasgo existenciario, de tal manera que una vida sin Sorge, da cuenta de la alienación inherente al Dasman,24 es decir, al ente que parece renunciar a su ser, que no tiene una postura en el mundo, que opta por ser anónimo, sin pensamiento, ni habla propia, yo agregaría… al cobarde. Es en este sentido que la Sorge nos impulsa a pensar-hablar y actuar. Considero apremiante reflexionar al interior de nuestras instituciones educativas, así como en nuestros hogares, el cruento fenómeno de la violencia. De tal manera que tendríamos que plantearnos ciertas preguntas que desencadenen la generación de propuestas para dar solución a dicho problema, esperando que ello sea posible; preguntas tales como ¿qué es la violencia? ¿qué papel juega el lenguaje y el poder en los actos de violencia? ¿qué se está haciendo en los márgenes de la filosofía25 para contribuir a la resolución o disolución en cuanto al tema de la violencia? De manera práctica, en nuestros planes de estudios, ¿dónde se hace ostensible el abordaje de ello? ¿Se ha normalizado la violencia a tal grado que más bien debemos asumir una postura indolente e indiferente ante esta problemática? Y, finalmente, ¿la auténtica cultura o educación, asentando particular énfasis en el arte, la ética y la política,26 resulta un derrotero viable para poder erradicar en guerra no puede declararse contra grupos delictivos, en este caso cárteles de las drogas, sino sólo contra países: “Hay que declarar un error de vocabulario, aquel que consiste en proclamar la “guerra contra el terrorismo”. Es que la guerra solo puede ser hecha contra un estado, y no contra una organización que no dispone de Estado como Al Qaeda”. Morin, E., La violencia del mundo, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2011, p. 43. 22 México ocupa el lugar 147, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. “Patria de los cárteles de la droga, México sigue siendo uno de los países más mortíferos del mundo para los medios de comunicación”. https://rsf.org/es/mexico. Consultado el 23 de enero de 2019. 23 https://articulo19.org/periodistasasesinados/. Consultado en 23 de enero de 2019. 24 Resulta pertinente aludir a la relación que señala Byung-Chul Han entre el “se” heideggeriano y el “último hombre” de Nietzsche, en el sentido de que este es el hombre masa, homogeneizado al grado de querer lo mismo. Aquí yace el individuo gregario y vulgar que no se distingue por su autenticidad. En suma, el “último hombre” es creación de la modernidad. Cfr. Byung-Chul Han, El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse, p. 17. 25 Cuando aludo al papel de la filosofía, lo hago porque es el campo en que me situó, sin embargo, este tema no es privativo de alguna disciplina en particular. Considero que debe abordarse desde una perspectiva transdiciplinar con lo que se arrojarían plurales luces para la comprensión y resolución del problema. 26 Considero que realizar una amalgama entre arte, ética y política, obviamente sin excluir a las Naturwissenschaften, como temas nodales en, me atrevo a sugerir, todos los planes de estudios, podría generar pensamientos y acciones abocados a la auténtica Bildung; una https://rsf.org/es/mexico https://rsf.org/es/mexicohttps://rsf.org/es/mexico https://articulo19.org/periodistasasesinados/ Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 29 lo posible esta escalada de violencia en la que nos encontramos inmersos? La violencia, desde el análisis de Žižek, se expresa de tres maneras: subjetiva o física, es decir, la violencia explícita; la simbólica, que yace en el lenguaje, en lo performativo,27 y la sistémica, como resultado del capitalismo y la globalización, ideologías tan flexibles que se adaptan a cualquier civilización, donde no hay fronteras para el libre flujo de las mercancías, mas no así para los migrantes. Por lo anterior, él asegura que el verdadero muro que hay que derribar es el socioeconómico y, de esta manera, las personas no tendrían que huir de sus mundos tras el flagelo del hambre, la inseguridad y la injusticia.28 Respecto a lo anterior, basta aludir al más reciente informe de Oxfam (22/01/2019) que lleva por título “Bienestar público y beneficio privado”, en el que se da a conocer que la riqueza del mundo está en manos de 26 personas. Sus riquezas aumentaron 900 mil millones de dólares en 2018.29 Resulta trascendente que estos datos hayan sido revelados en concomitancia con la reunión anual sobre temas económicos en Davos, Suiza. Ahora bien, como sabemos, esta desigualdad entre ricos y pobres a su vez genera inseguridad e injusticia a lo largo del orbe mundial. Este cuadro lo podemos advertir consuetudinariamente con la vida de miles de inmigrantes tratando de cruzar las fronteras, huyendo de un entorno inhóspito y con la esperanza de hallar esas oportunidades vedadas en sus lugares de origen, encontrándose, de la manera más aciaga, con la absoluta mezquindad imperante en el orden mundial, dirigido por esos pocos monopolios que son los que finalmente deciden lo que ha de acaecer en nuestras realidades. Ellos, que se consideran Demiurgos de nuestras experiencias vitales. Ahora bien, como señalé arriba, de acuerdo con Žižek, existe la violencia simbólica que emana en, con, y desde el lenguaje. Este, como asevera Heidegger, es uno de los existenciarios sin el cual sería imposible la comprensión del Dasein, también puede arrojar al ente que pretende escapar de su ser, al plano del se, es decir, a su inautenticidad. Quizá se podría decir que el lenguaje es el espejo de nuestro ser. La conjunción de pensamiento y habla como expresión de ese ser-siendo en permanente construcción de sí. Forjándose, esculpiéndose en su impropia contingencia. Con lo anterior, la afirmación de Kierkegaard respecto al lenguaje se torna pletórico de sentido: “¡qué irónico es que precisamente formación holística con la cual se podría alcanzar lo que los filósofos de la antigüedad consideraban era una de las tareas de la filosofía, el buen vivir. 27 Más adelante haré énfasis en la importancia de lo performativo como generador y transformador de nuevos pensamientos y conductas. 28 Cfr. Žižek, S., Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Paidós, Buenos Aires, 2013. 29 https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2018-01-22/el-1-mas-rico-de-la- poblacion-mundial-acaparo-el-82-de-la-riqueza. Consultado el 23/01/2019. https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2018-01-22/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-mundial-acaparo-el-82-de-la-riqueza https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2018-01-22/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-mundial-acaparo-el-82-de-la-riqueza Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 30 por medio del lenguaje pueda un hombre degradarse por debajo de lo que no tiene lenguaje!”.30 El se heideggeriano, ilustra ello. Es mejor ser eco del habla de otro que demiurgo del propio logos. Considero que el pragmatismo y la hermenéutica son enfoques que pueden orientar de manera viable no sólo en el análisis de la problemática en torno a la violencia, sino también en la creación de propuestas que puedan incidir en la disolución, en lo posible, de ello. La primera, al concebir al lenguaje como instrumento-acción y la segunda como rasgo ontológico de aquel que se cuestiona por su propio ser, colocan al lenguaje en el centro de sus preocupaciones, dejando de ser algo periférico o accesorio. Ya Deleuze y Guattari en la obra ¿Qué es la filosofía? afirman que la función de la filosofía, más que contemplar, criticar y comunicar, es crear conceptos: El filósofo es el amigo del concepto, está en poder del concepto […] La filosofía, con mayor rigor, es la disciplina que consiste en crear conceptos. […] El concepto remite al filósofo como aquel que lo tiene en potencia, o que tiene su poder o su competencia, porque tiene que ser creado […] A decir verdad, las ciencias, las artes, las filosofías son igualmente creadoras, aunque corresponda únicamente a la filosofía la creación de conceptos en sentido estricto (Deleuze y Guattari, 2013: 11). Desde el pragmatismo, es Rorty uno de los que se empeña en hacer ver que en la contingencia del lenguaje yace la riqueza del mismo, dada la infinita posibilidad de crear nuevos lenguajes que cohabiten para poder redescribir el mundo. De tal manera que se cuenta con múltiples lenguajes para describir un sólo mundo, donde ninguno ocupa una posición hegemónica, es decir, a partir de ello se anula la idea de un metaléxico del cual, por decirlo de alguna manera, emanen otros. A la manera de Kuhn en el ámbito de las ciencias naturales, Rorty señala la inconmensurabilidad entre los lenguajes, mas de ello no se sigue que uno sea “mejor” que otro para describir el mundo. Por supuesto, la creación de nuevos lenguajes no es posible sin la imaginación y un ethos heroico (como el poeta heroico de Bloom) que dé pie a la generación de discursos anormales que trastoquen y pongan en crisis a los discursos normales (Rorty, 1991). Así pues, como es evidente, hablar es una acción, a partir de ello es que solemos decir que en gran medida “Somos lo que decimos y hacemos”. Los actos del habla o actos performativos dado que, como asegura Austin, al decir algo, estoy haciendo precisamente lo que expreso, donde se conjunta el acto locutivo y el ilocutivo por parte del emisor. El receptor, en cuanto comprende el mensaje, se espera que 30 Citado por Valverde J. M., Kierkeggard: La dificultad del cristianismo, p. 5. https://studylib.es/doc/6923258/kierkegaard--la-dificultad-del-cristianismo. Horizontes filosóficos N° 9 – 2019 31 actúe conforme a lo esperado por quien articula el mensaje, es decir, el acto perlocutivo tiene como función mover al receptor a la acción. Así pues, la invitación es que nos detengamos un momento a pensar-hacer y decir: “las cosas pueden ser de otro modo”. Atrevernos a cambiar de ropaje, y con ello tejer los fracturados lazos de empatía, al grado de pensar-decir-hacer en, con, para y desde la nostredad, donde no se acepte sólo al prójimo y se violente al diferente, bajo la justificación de que es diferente. Es momento de dejar de ser tolerantes ante la corrupción, la impunidad, la exclusión, la marginación y cualquier tipo de manifestación violenta. Ahora bien, para contrastar el tipo de violencia aludida, Byung- Chul Han asegura que la violencia se ha desplazado de la negatividad a la positividad,31 por lo cual él habla de una violencia psíquica y no inmunológica, convirtiéndonos en sociedades del rendimiento donde, entre otras cosas, somos los explotadores de nosotros mismos, sin advertir que lo que se llama superación no es más que autoexplotación. Esto conlleva al Burnout, al cansancio extremo, a la depresión y, finalmente, al suicidio. Este filósofo señala que la violencia de la negatividad es inmunológica, es decir, opera desde lo externo, como fuerza enemiga ante la cual se lucha. Aquí el enemigo está al acecho y estos rasgos son propios
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