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El_campo_de_la_Ingenieria_industrial_en_Colombia

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El campo dE la IngEnIEría IndustrIal 
En colombIa 
Luisa Fernanda Rodríguez Valbuena
Ingeniera industrial, Candidato a Phd Universidad Distrital Francisco Jose de 
Caldas, Universidad Francisco Jose de Caldas. luisafrv@gmail.com
Recibido: 20-6-2011, aceptado: 26-06-2011, versión final: 26-06-2011
Resumen
El presente trabajo pretende presentar un posible estado del arte y marco teórico a través de los 
cuales analizar el proceso de surgimiento y cambio de la ingeniería industrial en Colombia desde 
que fue instituida como carrera profesional en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Industrial 
de Santander en 1958 hasta el año 2000.
Desde una mirada crítica se analizarán los acontecimientos que motivaron su aparición como 
disciplina de saber en las diferentes facultades de ingeniería, así como su relación con el campo 
industrial y tecnológico nacional desde la teoría de campos de Bourdieu, tratando de establecer a lo 
largo del análisis, las condiciones de posibilidad del campo de la ingeniería industrial en Colombia.
Palabras clave: Ingeniería Industrial, campo, Colombia, modernización y desarrollo. 
AbstRAct
The present work seeks to present a possible state of the art and a theoretical frame from the one 
analyze the emergence and change processes of industrial engineering in Colombia since it was 
instituted as professional career in the Engineering School at Universidad Industrial de Santander in 
1958 until 2000 year. 
The events that motivated their appearance like discipline of knowing in the different engineering 
schools will be analyzed from a critical look, as well as their relationship with the national industrial 
and technological field from the theory of fields of Bourdieu, trying to settle down along this analysis 
the possibility conditions of the industrial engineering field in Colombia. 
Key words: Industrial Engineering, field, Colombia, modernization and development. O14 - 
Industrialization; Manufacturing and Service Industries; Choice of Technology, O21 - Planning Models; 
Planning Policy, O33 - Technological Change: Choices and Consequences; Diffusion Processes, 
O44 - Environment and Growth.
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El campo de la Ingeniería industrial en Colombia
IntroduccIón
Con base en el análisis del estado del arte adelantado, la ingeniería industrial al igual que la administración de empre-
sas como disciplinas encargadas de la gestión, 
la planeación y el control de los recursos en 
una organización, que al estar fundamentadas 
en los principios de racionalización económica, 
tendrían sus orígenes en la implementación 
del capitalismo industrial en nuestro contexto 
y estarían asociadas al momento de la instala-
ción del discurso del desarrollo y de moder-
nización en la segunda mitad del siglo XX. El 
presente trabajo es una invitación a hacer una 
lectura diferente de los acontecimientos que 
trajo consigo el desarrollo y la idea de progreso 
que fue insertada de inmediato en las mentes 
de quienes se reconocieron como subdesarro-
llados en ese momento, especialmente en las 
áreas técnicas y de gestión como la ingeniería y 
la administración.
Según (Anrup, 1985) ante: “La creencia de que 
la sociedad forma un solo sistema integrado, 
coherente y funcional. (…)Es necesario recha-
zar la concepción que entiende las relaciones 
sociales como totalidades, con un todo gober-
nado por un singular principio determinativo” 
para no caer en el peligroso juego de considerar 
la sociedad como un objeto que existe con ante-
rioridad al discurso y por fuera de el, donde las 
caracterizaciones discursivas al presentarse 
como reproducciones de la realidad adecuadas 
o no, pretenden explicarla y corresponderse 
con ella, pues una correspondencia epistemo-
lógica entre la unidad del discurso y la unidad 
de la realidad necesariamente no es evidente.
“Mientras que la historia tradicional tiende 
a estudiar los grupos sociales como si fuesen 
entidades fijas, naturales y eternas, los pen-
sadores post-estructuralistas han mostrado, 
en efecto, que las categorías de identidad son 
construcciones arbitrarias e inestables, el 
producto de relaciones de poder fijadas en el 
lenguaje”.(Anrup, 2011, p. 38)
Por eso en la búsqueda por los orígenes de la 
ingeniería industrial como disciplina de saber 
y su inserción en el entorno latinoamericano, al 
encontrarse con relatos como el de Bernal Díaz 
del Castillo de México donde describe:
“(…) el imperio Azteca era vasto y pode-
roso., los españoles vieron al llegar a la Gran 
Tenochtitlán fue una gran ciudad y todas 
las que había dentro del agua. Los conquis-
tadores describieron, de manera sucinta, los 
caminos y calzadas como admirables. Dos 
acueductos unían a la ciudad con la tierra 
firme: el de Chapultepec y el de Coyoacán. 
Los aztecas tenían grandes ingenieros que 
habían resuelto los apremiantes problemas 
de toda gran ciudad, que son los caminos, el 
agua potable y el tratamiento de los desechos 
humanos todo dentro de un lago. Incluso 
construyeron un gran dique al oriente de la 
ciudad para evitar las inundaciones, ese 
dique fue demolido por los españoles y nunca 
más fue reconstruido y su destrucción ha sido 
la causa de grandes inundaciones de la capi-
tal”. (Bernal, 2010).
No se puede evitar reflexionar acerca de la 
noción de ciudad, ¿por qué los aztecas cons-
truyeron “ciudades”? ¿Era para ellos la noción 
de ciudad, la misma que la que traían los con-
quistadores?, ¿la idea de organizar ciudades 
obedeció, en el nuevo mundo, al igual que en el 
llamado “mundo desarrollado” de la época, a 
la creencia de que la sociedad debía formar un 
solo sistema integrado coherente y funcional, y por 
tanto la noción de ciudad como unidad geográ-
fica serviría para alcanzar dicho ideal?
Al plantearse estos interrogantes, se podría pen-
sar en la palabra ciudad como en esa con la que 
Estanislao Zuleta, describe: “todos añoramos 
la unidad perdida y hacemos nuestra oferta de 
idealización a una palabra que nos designe al 
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fin, el sentido del mundo y nuestra situación 
en el.” (Anrup, 1985, p.11) No se puede dar por 
sentado que para los aztecas esas edificaciones 
agrupadas significaran ciudades, y menos que 
al construirlas estuvieran buscando integración 
coherente y funcional de sus sociedades, y tam-
poco que la noción de ciudad, sí existía en ellos, 
fuese resultado de la idealización teleológica de 
organización social, tal como lo fuera para el 
primer mundo de la época.
¿Es que en la descripción misma y en el uso del 
lenguaje del relato de Bernal, se avizoran los ras-
gos de dominación y sometimiento llámense 
conquista, colonización, modernización o glo-
balización de la que fuimos y somos aún objeto? 
Ya que como lo anotaban Wittgenstein y Derrida 
el lenguaje no es un modelo de la realidad, tan 
solo depende del contexto en que es usado. De 
esta forma distinciones como: ingenieros, acue-
ducto, tratamiento de desechos, agua potable e 
inundaciones, tan comunes en el léxico ingenie-
ril actual, probablemente nada tuvo que ver con 
lo que para los aztecas significaba, es posible 
que para ellos solo correspondiera con formas 
de disponer sus templos y que lo que para el 
mundo moderno corresponde a los conocimien-
tos propios de la ingeniería en ellos fueran solo 
interpretación del movimiento de los astros 
que les indicaban cuándo, cómo y dónde dis-
poner templos para agradar y calmar la furia de 
los dioses, o sitios donde refugiar a las castas 
dominantes de la hostilidad de la naturaleza.
1. ModernIdad, ModernIzacIón y 
crecIMIento econóMIco
Intentando pensar en las tensiones o ruptu-
ras que se constituyeron en las condiciones de 
existencia de la ingeniería industrial en nues-
tro entorno, surge la idea de modernidad, que 
de la mano con la noción de racionalidad con-
lleva a pensar en múltiples acontecimientos: el 
renacimiento, la ilustración, la consolidación 
del capitalismoy la aparición de la noción de 
técnica en el campo económico, son muchos y 
diversos los teóricos que la abordaron, algunos 
como Jorge Orlando Melo (1990) presentan la 
idea de modernidad a la par con la aparición 
de la idea ilustrada de progreso en las prime-
ras etapas de modernización del siglo XVII, que 
enfrentó a los “anciens” y los “modernes” en la 
Francia de finales de siglo, y que se constituyó 
en el principal elemento de racionalidad en la 
sociedad moderna del siglo XVIII con la aplica-
ción de las ciencias de la naturaleza. Weber por 
ejemplo, resalta el valor de la técnica en la exal-
tación del espíritu capitalista de la Europa de 
finales del siglo XIX, Marx define el proceso de 
acumulación simple como la condición de exis-
tencia del capitalismo que caracterizó el mundo 
moderno. Y Touraine quien presenta la racio-
nalidad instrumental como la base del capita-
lismo característica de las sociedades industria-
les, que al estar sustentada en la técnica, acabó 
con la racionalidad objetiva de las ciencias del 
renacimiento y la ilustración.
“La crisis y la decadencia de la razón objetiva 
determinan la progresiva separación de cua-
tro universos culturales: Eros, el consumo, 
la empresa y la nación pero estos univer-
sos están también relacionados entre sí por 
la razón instrumental que para decirlo con 
mayor claridad es la técnica. Lo cual está de 
acuerdo con la visión de Weber y de Horkhei-
mer. La razón se ha hecho sólo instrumental; 
la racionalidad de los medios reemplaza la 
racionalidad orientada hacia los fines. Esto 
es lo que define a una sociedad industrial que 
asigna un lugar central a la producción y a 
la distribución masiva de bienes de consumo 
y servicios.” (Touraine,2000, p.146)
La idea de modernidad en América Latina 
adquiere un nuevo impulso con la instaura-
ción del capitalismo como modelo económico 
preponderante en nuestras sociedades, cuyas 
repercusiones más contundentes se dieron 
con la instalación del discurso del desarrollo a 
mediados del siglo pasado. Algunos autores 
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latinoamericanos como Arturo Escobar (1996) 
enfatizan en la aparición del concepto de desa-
rrollo luego de la segunda posguerra formu-
lado inicialmente en Estados Unidos y Europa 
y ansiosamente aceptado y mejorado por las 
élites y gobernantes del Tercer Mundo, a par-
tir de entonces, según el, se dio la transforma-
ción total de las culturas y formaciones sociales 
de tres continentes de acuerdo con los dictados 
de las del llamado Primer Mundo. En el con-
texto social mundial, según Philip Coombs 
(1971) la educación adquiere gran importancia. 
A comienzos de los años cincuenta, los sistemas 
educativos iniciaron un proceso expansivo sin 
precedentes en la historia humana, a mediados 
del siglo pasado, todos los países del mundo 
sufrieron cambios en su medio ambiente a una 
velocidad vertiginosa, como consecuencia de 
simultáneas revoluciones mundiales en la cien-
cia y la tecnología, la política y la economía, las 
estructuras demográficas y sociales.
En Colombia autores como Alberto Martínez 
al igual que Escobar ubica el acontecimiento de 
modernización al tiempo con la introducción 
del desarrollo y aporta un nuevo elemento de 
análisis a partir del concepto de expansión edu-
cativa como dispositivo de sometimiento y con-
trol de la totalidad de la población en tanto que 
mecanismo de inclusión:
(…) La inclusión significaba control y ges-
tión de la totalidad de la población, y no sólo 
de unos sectores, para lo cual era necesa-
rio construir a través del discurso formas de 
subjetividad, es decir, lograr que las perso-
nas se reconocieran a sí mismas como sub-
desarrolladas. (…) la expansión educativa 
se presenta precisamente como la estrate-
gia fundamental que permitía garantizar el 
ingreso, retención y calificación de la pobla-
ción por parte de la escuela. Desbloquear la 
escolarización significaba, entonces, incluir 
el mayor número de sectores sociales a las 
tareas de la modernización social.” (Martínez, 
2004, p.49)
Ambos autores coinciden en afirmar que el 
naciente orden del capitalismo y la modernidad, 
inserto en nuestras sociedades luego del dis-
curso del desarrollo, dependían de una política 
de lucha contra la pobreza más que del poder 
industrial y tecnológico, cuya intención era no 
solo crear consumidores sino transformar la 
sociedad, convirtiendo a los pobres en objetos 
de conocimiento y administración. La pobreza, 
se asociaba, con rasgos como movilidad, vagan-
cia, independencia, frugalidad, promiscuidad, 
ignorancia, y la negativa a aceptar los deberes 
sociales, a trabajar y a someterse a la lógica de 
la expansión de las “necesidades”. Por consi-
guiente, la administración de la pobreza exigía 
la intervención en educación, salud, higiene, 
moralidad, empleo, la enseñanza de buenos hábi-
tos de asociación, ahorro, crianza de los hijos, y 
así sucesivamente. El crecimiento económico pre-
suponía la reproducción en los países pobres de 
las condiciones que caracterizaban a los países 
capitalistas avanzados (incluyendo la indus-
trialización, la urbanización, la modernización 
agrícola, la infraestructura, el creciente suminis-
tro de servicios sociales y los altos niveles de 
alfabetismo).
La modernización para garantizar la efectiva 
administración de la pobreza se valió de proce-
sos como la escolarización, la industrialización 
y el urbanismo como mecanismos de discipli-
namiento y normalización, mediante el forta-
lecimiento de nuevos dispositivos de encierro 
como la fábrica y la empresa o la masificación de 
otros como la escuela, la universidad y la ciudad, 
en la nueva sociedad latinoamericana luego de 
la segunda posguerra (ver figura 1.).
Al igual que Escobar, Consuelo Corredor(1992) 
y Ricardo Díez Hochleitner(1995) afirman que 
el modelo de desarrollo económico, al privi-
legiar los fines sobre los medios, no haciendo 
partícipe a las mayorías: los habitantes del lla-
mado Tercer Mundo, en vías de desarrollo; que 
constituyen las tres cuartas partes de la huma-
nidad, y que han visto ese progreso como algo 
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que existe a expensas de sus recursos natura-
les, de sus respectivas identidades culturales 
y sin recibir los beneficios del crecimiento, de 
la investigación científica y del progreso tec-
nológico, se encuentra sumergido en una pro-
funda crisis. Escobar afirma por ejemplo: “La 
gente no asistía alegre ni por su propia voluntad a 
las fábricas.” Por el contrario, se necesitó de un 
régimen completo de disciplina y normaliza-
ción. Además de la expulsión de campesinos y 
siervos de sus tierras y de la creación de una 
clase proletaria. La economía moderna exigió 
la reestructuración profunda de los cuerpos, los 
individuos y las formas sociales. 
Normalización
Administración
de la pobreza
Dispositivo
ciudad
Urbanización
Industrialización
Escolarización
Disciplinam
iento
M
odernización
Dispositivo
empresa
Dispositivo
escuela
Dispositivo
fábrica
Figura 1. 
Modernización para la administración de la pobreza
De esta manera tanto Escobar como Martí-
nez atribuyen a la Teoría del Capital Humano 
todo el soporte teórico del discurso desarro-
llista implementado en nuestras sociedades, ya 
que el argumento central de esta teoría es que 
inversiones sistemáticas en educación y salud 
aumentarían la productividad de la mano de 
obra, lo cual se traduciría en crecimiento econó-
mico, es decir que en la teoría del crecimiento 
económico a los dos factores de producción 
tradicionales, capital y trabajo, se añade un ter-
cero, “el conocimiento”. En este momento le fue 
atribuida a la educación un papel instrumental 
en el sentido de que se le adscribió la tarea de 
adecuar la mano de obra en concordancia con 
los requisitos y necesidades del sector produc-
tivo. La educación se orientó entonces hacia la 
capacitación y el adiestramiento de los recursos 
humanosen el dominio de las técnicas específi-
cas para aportar al desarrollo de esos sectores.
El pensamiento “desarrollista” como bien lo explica 
(Vasconi, 1975), presupone que la demanda de 
formación técnica de mano de obra, es algo “obje-
tivo” dentro del desarrollo de las fuerzas produc-
tivas no depende del modo de producción 
dominante y por lo tanto no se enmarca den-
tro de la división social del trabajo. Contrario a 
lo que sucedió en nuestra educación, en la que al 
estar nuestra sociedad regida por la propiedad 
privada, esta “demanda objetiva”, dependió de 
la división social del trabajo y de la organización 
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de la producción y no de la división técnica del 
trabajo.
En el año 1925 el Tercer Congreso Científico 
Panamericano establece la “prueba de capaci-
dad mental para el ingreso a las universidades, 
desde entonces el concepto de capacidad se con-
vierte en la coartada ideológica de la selección, 
el principio de selección aparentemente obje-
tiva. Con el disfraz que se le da a la demanda 
objetiva de recursos humanos profesionales 
bajo la máscara de ser resultado de la división 
técnica del trabajo, es decir, de los requerimien-
tos de la producción y no como resultado de la 
división social del trabajo, ya que, como producto 
de la organización social de la producción, lo 
que se obtiene es una producción de mercan-
cías, relaciones sociales entre sujetos desigua-
les o mercancías de valor diferente. (Henao et 
ál, 1975). Los llamados niveles de instrucción 
permiten este tipo de relaciones (sociales). 
La cultura entonces reviste una naturaleza de 
valor de cambio por medio de la transmisión 
de saber escolar, lo cual opera gracias a la selec-
ción al sistema de diplomas. La educación es 
producida por su valor de cambio y no por su 
valor de uso. Así el sistema escolar del periodo 
capitalista, soportado en la legitimidad de una 
jerarquía de desiguales y la mercancía de la ins-
trucción, está vinculada de manera indisoluble 
al sistema y se presenta como el instrumento 
fundamental de su reproducción. En la forma-
ción profesional, el nivel del logro educativo 
esta definido por la credencial académica que 
se adquiere. (Rossanda, 1973)
Esta imagen de la escuela constituye una de las 
dimensiones capitales de la imagen que de 
la sociedad ofrece la sociología empírica. Una 
sociedad formada por un conjunto de estra-
tos superpuestos, entre los cuales median dife-
rencias de ingreso, de prestigio, de educación, 
etc. a través de los cuales es posible transitar 
(movilidad social ascendente o descendente), 
donde el canal de movilidad por excelencia 
lo constituiría la escuela. Surge la noción de 
aparato educativo como “Aparato Ideológico” 
concebido como un instrumento de selección y 
sobre todo de promoción social, (con el cual se 
facilitan los postulados de “los más capaces lle-
garán más lejos” y de que es posible el ascenso 
social por medio de la educación basada en el 
logro individual).
En los procesos de modernización con la apli-
cación de la técnica y los principios de racio-
nalidad económica en nuestras sociedades y la 
instauración de la producción en masa no solo 
de bienes de consumo sino de todos los servi-
cios asociados al urbanismo como la educación, 
salud e infraestructura que demandaban las 
ciudades recién urbanizadas, hizo necesaria 
la existencia de la ingeniería industrial como 
una de las tantas disciplinas instaladas en el 
momento y que buscaban la administración efi-
ciente de la pobreza.
2. La IngenIería IndustrIaL coMo 
caMpo de saber
“Como ha afirmado Louis Althusser, sin una 
crítica de los “conceptos inmediatos, en los 
que toda época piensa la historia que ella vive, 
se permanece en el umbral de un verdadero 
conocimiento de la historia, prisionero de 
las ilusiones que éste produce en los hom-
bres que la viven”. (…)Los conceptos, aunque 
captan contenidos políticos y sociales, no son 
sólo indicadores sino al mismo tiempo son 
factores y elementos activos de un determi-
nado contexto. Los conceptos no s6lo recogen 
la experiencia sino, por las expectativas que 
crean, contribuyen a modelarla trazando el 
horizonte y los límites de la experiencia posi-
ble. En este sentido los conceptos emergen 
para dar significado a determinados hechos 
sociales, pero al mismo tiempo funcionan 
como catalizadores” (Anrup, 2011, p. 40)
Entender la ingeniería industrial como campo 
de saber, implicaría desde luego revisar la 
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noción de campo que desde (Bourdieu, 2001) 
presupone el estudio de las múltiples y variadas 
tensiones que atraviesan y configuran una disci-
plina, en la producción de lo que Foucault ha lla-
mado “cuerpos dóciles” a través de un régimen 
completo de regulación y normalización. Para 
Foucault la principal función de la disciplina 
es entrenar individuos, hacer “individuos”, estos 
son objeto de su poder a los cuales se aplican 
modalidades coercitivas específicas. Foucault 
caracteriza el papel de la disciplina por medio 
de la normalización. El poder de la normaliza-
ción impone homogeneidad pero “individualiza 
al permitir las desviaciones, determinar los niveles, 
fijar las especialidades y hacer útiles las diferencias 
ajustándolas entre sí”. (Díaz,1993, p. 213) Tene-
mos entonces que mientras la normalización 
introduce un sistema de igualdad formal el 
cual, aparentemente, opaca las diferencias indi-
viduales, la individualización objetivamente 
separa y jerarquiza a los individuos.
Durante el mercantilismo europeo, (Foucault, 
2005) describe cómo la burguesía industrial favo-
reció el surgimiento de la prisión para proteger 
sus propiedades y dispuso sus fábricas de forma 
tal que sirviesen a la vez como mecanismo de 
control para la población plebeya y campesina 
que empleaba, estableciéndose una identidad 
morfológica del sistema de poder entre las dos 
instituciones prisión y fábrica que al igual que 
la escuela como formas de encierro se constitu-
yen en los dispositivos de control y disciplina-
miento característicos también en el momento de 
la industrialización en Latinoamérica.
De esta manera las relaciones de poder son con-
sideradas ante todo productivas, en la medida 
que movilizan acciones convenientes para los 
agentes que pone en juego y para poder pro-
piciarlas, se vale de dispositivos que favorez-
can el disciplinamiento y la normalización de 
la población que pretende afectar1. Por ello al 
1 (…) la universidad le opone tanta resistencia al cambio 
como cualquier gene a una mutación. Pero una vez que 
analizar el acontecimiento de la escolarización 
como mecanismo de disciplinamiento, el efecto 
individualizador que enmarca la normalización 
adquiere su verdadero valor, al potenciar al 
individuo como agente dinamizador de cambio 
dentro del espacio social en el que se encuen-
tra inmerso posicionándolo como diseñador de 
estrategias que aseguren su estabilidad dentro 
de la estructura del campo específico de su que-
hacer. En este proceso de transformación, es que 
reviste importancia el concepto de inculcación, 
lograda a partir de dotar términos estáticos tra-
dicionales, tales como: trabajo, capital o educa-
ción; de un contenido emocional e ideológico, 
es decir, cargarlos con una referencia teleoló-
gica que apunte hacia un futuro. Es gracias a 
este proceso que conceptos como: desarrollo, 
progreso, productividad y crecimiento se van 
cargando con expectativas y con aspiraciones 
de realización en el tiempo. 
Visto de esta manera el concepto totalizador de 
“poder” puede re-definirse de forma más apro-
piada como espacios de disposición (Anrup, 2011, 
p. 168-169); o campos de fuerzas en el lenguaje 
Bourdieuano, ambas conceptualizaciones cues-
tionan el significado del poder como un ejerci-
cio totalizador e indican más bien relaciones de 
disposición relativamente consolidadas. Más 
que “poder” y” dominio” tendríamos entonces, 
diferentesgrados de disposición, o posiciones den-
tro del campo de fuerzas. Lo que significa, que el 
“poder” no es concebido como una propiedad, 
sino como una postura y que sus efectos son 
atribuidos a estrategias o maniobras tácticas en 
el ejercicio de disposición que consiste en relacio-
nar fuerzas, recursos, espacios para la obten-
ción de objetivos o capitales. 
acepta y se asimila una idea nueva, ésta será inmediata-
mente transmitida a las generaciones siguientes junto con 
el resto, con lo pasado, con lo verificado. (…) Entonces 
habremos logrado lo que nos propusimos, sin violencia 
y dentro de un espíritu genuino de ayuda a los demás”. 
Atcon, R. (1978). El plan básico. La universidad latinoa-
mericana: clave para un enfoque conjunto del desarrollo 
coordinado social, económico y educativo en América 
Latina. Ediciones Alcaraván. Bogotá. p.21
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Al definir la universidad como el espacio de 
fuerzas2 que se establecen entre los agentes de 
los diferentes campos disciplinares, aplicando 
estrategias para adquirir o mantener los dife-
rentes tipos de capitales que les permiten man-
tener su posición en la estructura del campo 
(Bourdieu, 2008). Es fácil pensar en el proceso de 
configuración de la ingeniería industrial como 
campo de saber a partir del choque entre las 
fuerzas modernizadoras impuestas con la ins-
tauración del discurso del desarrollo y los dife-
rentes agentes responsables de la industrializa-
ción del país. Fuerzas modernizadoras como la 
del urbanismo, la industrialización y la escola-
rización que ponían a disposición de los agen-
tes e instituciones que iban creando o afectando 
a su paso, nuevas discursividades y formas de 
subjetividad que motivaron diferentes formas 
de representación de los sujetos involucrados y 
nuevas formas de circulación del saber3.
“El lenguaje, lejos de ser un registro pasivo 
de las características estructurales de la vida 
social y política, está compuesto de conceptos 
que juegan un papel activo, ya que alrededor 
de éstos se articulan relaciones de poder 
que dirigen el accionar político”. (Anrup, 
2011, p. 41)
La ingeniería industrial deviene como una de 
esas nuevas formas de disposición “que fue 
preciso que asumieran” los agentes responsa-
bles de la industrialización, al hacerse necesaria 
la aplicación de los principios de racionalidad 
económica de Taylor en las recién creadas fábri-
cas, que muy pronto se constituyeron en organi-
zaciones que producían un amplio espectro de 
bienes y servicios y entonces fueron denotadas 
con la distinción de empresas, convirtiéndose 
2 “toda: relación de fuerzas es una «relación de poder» 
(…) la relación de poder no se produce entre dos formas, 
como el saber. Deleuze, Gilles (1987). Foucault. Paidós. 
México. p.102
3 «No existe relación de poder sin la constitución corre-
lativa de un campo de saber, ni saber que no suponga 
y no constituya al mismo tiempo relaciones de poder.» 
Deleuze, Gilles (1987). Ibídem. p.65
en objeto de saber escolarizable y por tanto en 
una nueva disciplina4.
Los principios de eficiencia y productividad sobre 
los cuales se fundamenta la racionalidad econó-
mica del proceso de industrialización se convir-
tieron en el principal capital y en el elemento 
constitutivo del habitus o dominio de acción 
propios del ingeniero industrial. El aparato 
escolar como responsable de capacitar la mayor 
cantidad de mano de obra de manera eficiente 
y productiva se convierte en una empresa más. 
Las agencias internacionales determinan el 
que la universidad adquiera nuevas funcio-
nes: siendo las encargadas de acercar el conoci-
miento con el mundo del trabajo (Unesco, 1998) 
y de formar a los nuevos agentes del campo 
industrial, en este proceso son creadas tam-
bién otras instituciones como los institutos de 
desarrollo científico y tecnológico (Bustamante, 
1996) a partir de la alianza entre los gremios de 
la producción y el sector académico. El servi-
cio de la educación en ingeniería junto con sus 
productos asociados, tales como innovación y 
tecnología, pasan a ser servicios de consumo 
masivo en el paradigma de modernidad que 
caracterizará las “sociedades del conocimiento” 
actuales.
El integrar el conocimiento garantiza la produc-
tividad de la mano de obra, adscribe nuevas 
funciones a las instituciones ya existentes y crea 
otras (ver figura 2.).
A la luz de la teoría de campos de Bourdieu, con 
la introducción del modelo de modernización 
empieza a circular como forma de regulación, el 
capital escolar, académico y posteriormente infor-
macional, adicional al laboral y económico que 
4 “Una de las ideas esenciales de Vigilar y castigar es que las 
sociedades modernas pueden definirse como sociedades 
«disciplinarias»; pero la disciplina no puede identificarse 
con una institución ni con un aparato, precisamente porque 
es un tipo de poder, una tecnología, que atraviesa todo tipo 
de aparatos y de instituciones a fin de unirlos, prolongar-
los, hacer que converjan, hacer que se manifiesten de una 
nueva manera” Deleuze, Gilles (1987). Ibíd. p.52-53
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caracterizó las sociedades anteriores. Las dife-
rentes universidades compiten entre ellas por el 
dominio de los diferentes tipos de capital, al igual 
que las empresas, son creados nuevos emplaza-
mientos como los institutos de desarrollo tecnoló-
gico que también compiten con las universidades 
por el dominio del capital cognoscitivo.
El espacio social de la universidad luego de la 
posguerra en la “nueva sociedad disciplinada” 
de la época, ya desde ese momento, asume la 
responsabilidad de integrar el conocimiento 
al mundo productivo, para “garantizar el 
progreso científico y tecnológico locales” y el 
campo de la ingeniería industrial se configura al 
igual que otras disciplinas, como la administra-
ción de empresas, entre el capital, el trabajo y el 
conocimiento, representado este último, por las 
universidades y todas las instancias de saber. 
¿Como ese nuevo tipo de poder, de tecnología, 
que atraviesa todo tipo de aparatos y de insti-
tuciones a fin de unirlos, prolongarlos, hacer 
que converjan, hacer que se manifiesten de una 
nueva manera, al que se refería Foucault?
Las universidades de manera similar que las 
empresas en el paradigma del desarrollo y el 
actual de la globalización, compiten entre ellas 
por el dominio del capital científico y tecnoló-
gico. El campo de la ingeniería industrial se con-
figura entre el espacio empresarial y universita-
rio (ver figura 3.).
Las agencias internacionales (Banco Mundial, 
2000), promueven la competencia entre las 
universidades por el dominio del capital cono-
cimiento en el paradigma de la globalización. 
Igual que la universidad, la empresa5 se confi-
5 “Las empresas (…) son unidades relativamente autóno-
mas que funcionan también como campos (…) Dividida 
en organizaciones esencialmente dirigidas hacia la pro-
ducción, la investigación, el marketing, la financiación, 
etc., se compone de agentes cuyos intereses específicos 
están relacionados con cada una de esas organizaciones 
y de esas funciones (…) Sus estrategias son fruto de la 
relación entre, por un lado unos intereses y unas dispo-
siciones vinculados a unas posiciones en las relaciones 
gura como espacio de fuerzas en el que diferen-
tes agentes ponen a prueba estrategias econó-
micas que garanticen mantener su posición en 
la estructura, generando una organización efi-
ciente6 y productiva, son creadas diferentes tipos 
y variedades de empresas, algunas muy peque-
ñas, de subsistencia, con casi ningún o nulo 
contacto con el “conocimiento generado en el 
espacio universitario” y de la llamada investiga-
ción científica y tecnológica. Igualmente, surgen 
diferentes tipos de universidades con los proce-
sos de diversificación educativa, de esta manera 
son creadas universidades pequeñas sin mucho 
o nulo contacto con el mundo productivo.
Enlos procesos de subjetivación del habitus 
inculcado durante su disciplinamiento y para 
garantizar su reproducción, el ingeniero indus-
trial es adiestrado en torno a distinciones como 
eficiencia, productividad, gestión y calidad, en 
correspondencia con los enunciados propios de 
la racionalidad económica impuesta por el capi-
talismo instaurado en Latinoamérica a partir del 
discurso del desarrollo de 1949 —dichos enun-
ciados conservan una regularidad que se repite 
incesantemente en los documentos que sobre 
educación en ingeniería y desarrollo científico 
y tecnológico se siguen produciendo—. Porque 
en últimas el objeto discursivo7 del crecimiento 
y desarrollo económico esta soportado sobre los 
mismos principios de racionalidad económica 
de fuerza en el seno de la empresa (…)la estructura de la 
relación de fuerza entre los diferentes agentes que forman 
parte de ella es proporcionada a su peso individual en 
cuanto al volumen de su capital” Bourdieu, P. (2000) Las 
estructuras sociales de la economía. Editorial Anagrama. 
Barcelona, España. p.95
6 “La formación de grandes empresas mecanizadas, el 
estudio no ya solamente de las máquinas, sino de los 
talleres, conducen a la concepción de que la eficacia de 
la empresa depende en gran parte de su eficiencia como 
organización”. Touraine, Alain. (1969) La sociedad post-
industrial. Ediciones Ariel. Barcelona. p. 144-145
7 “el enunciado: éste, tiene un «objeto discursivo» que no con-
siste en modo alguno en un estado de cosas al que hace 
referencia, sino que deriva, por el contrario, del propio enun-
ciado. Es un objeto derivado que se define precisamente 
en él límite de las líneas de variación del enunciado como 
función primitiva.” Deleuze, Gilles (1987). Op.cit. p.34.
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El campo de la Ingeniería industrial en Colombia
que motivaron el surgimiento de la ingeniería 
industrial como disciplina de saber, por ello se 
constituyen en condiciones de existencia del 
campo y los procesos de subjetivación por parte 
de los agentes del campo, de dichos enunciados 
se convierten en sus condiciones de posibilidad.
Trabajo Capital
Conocimiento
Instituto de
Desarrollo 
Tecnológico
Universidad
Empresa
CII
Figura 2. 
 Teoría del crecimiento económico
U9U5
Universidad
E5
Empresa
U4
U1
U7
U2
U3
E3
E1
U6
E4
E2
CII
Figura 3. 
 Estructura social de la economía
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Luisa Fernanda Rodríguez Valbuena
Pero de otro lado si la condición de existencia 
del campo de la ingeniería industrial como dis-
ciplina de saber es la posibilidad de construir 
sujetos en el dominio enunciativo del discurso 
del desarrollo, existe también la posibilidad de 
potenciar sujetos para la resistencia de dicho 
dominio enunciativo. Y la pregunta sería enton-
ces cómo resistir8, si de otro lado ya es muy claro 
que las teorías de crecimiento económico entra-
ron en crisis al desconocer a los directos afec-
tados del desarrollo, no bastaría simplemente 
con involucrarlos ahora, sino en repensar los 
objetos mismos de enunciación: ¿por qué creci-
miento económico como condición del desarro-
llo?, ¿son realmente los principios de eficiencia 
y productividad económica, productivos?, ¿qué 
es ser productivo, y para quién, en un momento 
dado y en otro no?, ¿de qué manera los concep-
tos de desarrollo, crecimiento, productividad 
y eficiencia, incorporaron, ignoraron o exclu-
yeron de su proceso significante a los países 
del llamado “tercer mundo”?. Probablemente 
estas preguntas nos lleven a las mismas reflexio-
nes acerca de “las majestuosas ciudades” que vie-
ron los conquistadores españoles al llegar a Teno-
chtitlán, expuestas al comienzo de este texto.
Y es que la forma en la cual los conceptos son 
utilizados por los diferentes agentes de un campo 
para definir su habitus producen el efecto de 
abrir o cerrar espacios de acción y representa-
ción sociales; en este sentido su análisis tanto 
en el campo de la retórica, como en el de las 
metáforas, puede llevarnos a entender las razo-
nes por las que ciertos conceptos adquieren pri-
macía sobre otros para organizar nuestra forma 
de pensar y de actuar, anulando por ende, otras 
formas de pensamiento y acción. Por eso en esta 
búsqueda por nuevos objetos discursivos es que 
surge la necesidad de encontrar las palabras 
y los símbolos que les sirvan a los ingenieros 
8 “Deleuze hace del análisis foucaultiano de la subjetividad 
en sus últimos textos, como un tercer dominio, derivado del 
poder y el saber, pero independiente, un tercer dominio que 
es tanto condición de posibilidad del pensar como del resis-
tir.” Ibídem. p.18.
industriales colombianos, de herramientas en 
la construcción de sus propios ideales y princi-
pios. Pero, estas palabras y estos símbolos no tie-
nen necesariamente que ser nuevos, ni siquiera 
diferentes. Existe otra alternativa, con sus posi-
bilidades y evidentes riesgos. Se trata de dotar 
esas mismas palabras y símbolos de los que se 
ha valido el discurso tradicional de un conte-
nido diferente.
El intento de pensar unas nuevas relaciones 
entre capital, trabajo y educación, por ejemplo, 
a partir de las voces que nunca antes se habían 
escuchado, como las de los indígenas, las de los 
negros y las de los que piensan diferente, podría 
resultar en acontecimientos como el que dentro 
de la formación de los ingenieros, se pudiese 
incluir, a la par que conceptos como, el de celdas 
de manufactura flexible o edificios inteligentes, 
el de mingas u otros conceptos de la racionali-
dad económica de los pueblos indígenas. Faci-
litando efectos como, el que una importante 
fuente de empleo de los ingenieros industriales, a 
cambio de las anheladas ofertas de las empresas 
multinacionales, fueran las mingas y los cabildos 
indígenas, en las que aprendieran y compartie-
ran los saberes ancestrales, sin la mediación de 
ninguna contraprestación monetaria financiada 
por ninguna agencia internacional.
Ya que tras el carácter emancipatorio que se le 
quiso atribuir a la Constitución de 1991, lo que 
se ha escondido es un proyecto de exclusión 
hegemónica cuyo fin es perpetuar el esquema 
de dominación, mimetizándolo mediante diver-
sas figuras con la llamada democracia partici-
pativa y dado que Colombia sigue siendo uno 
de los países de mayor desigualdad económica 
y de concentración de la riqueza; construir el 
país que no está construido a partir de esa serie 
de pedazos, que todavía no se pegan, en el 
que existan individuos que puedan tomar deci-
siones libres y conscientes alcanzar la mayoría 
de edad, que en palabras de Kant se traduce en 
la “incapacidad para servirse del propio enten-
dimiento sin dirección ajena” (Rodríguez, 
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El campo de la Ingeniería industrial en Colombia
1989); implicaría lograr un cambio de sentido 
a las interpretaciones y a las representaciones 
que sobre sus hábitus y estrategias de acción, 
se hacen nuestros profesionales en formación.
Orígenes de la Educación en Ingeniería 
en Colombia
Se encuentra en Colombia como en Latinoamé-
rica que los antecedentes más remotos de edu-
cación en ingeniería industrial se ubican en la 
educación técnica y el adiestramiento para el 
trabajo en las primeras escuelas de artes y ofi-
cios bajo el control de congregaciones religio-
sas a finales del siglo XIX. Según Frank Safford 
(1989) en Colombia, la educación técnica en sus 
inicios fue resistida y frenada por el peso de los 
valores tradicionales, bajo los gobiernos radica-
les y las administraciones nacionales de Rafael 
Núñez así como bajo los gobiernos conservado-
res de Antioquia. “El antiguo concepto español 
del honor y del prestigio, del desprecio seño-
rial del trabajo manual cargado de connotación 
servil”, ennoblecía las carreras de derecho, 
medicina, teología y relegaba socialmente los 
estudios técnicos. En el análisis de la proyec-
ción social y alcance de los diversos programas 
en educación técnica de la época, Safford consi-
dera, las limitacionesimpuestas por las condi-
ciones geográficas, por una economía de escaso 
crecimiento y tradicional en sus estructuras 
básicas, y la continua inestabilidad política, de 
guerras civiles, destrucción y ostracismo parti-
distas; como factores que se tradujeron en una 
permanente discontinuidad en las políticas del 
sector educativo. El ejemplo de la escuela de 
ingeniería ilustra este contexto general.
“En el transcurso del resto del siglo XIX, la 
escuela de ingeniería adoleció de la debilidad 
institucional que afectó a cada uno de los sec-
tores de la vida colombiana del período. La 
constante falta de continuidad está reflejada 
en los cambios, casi anuales, de su nombre; 
y algo más importante aún, el profesorado 
continuaba disminuyendo (...) La escuela 
tampoco tenía una ubicación permanente: 
en cierto momento (1887) estuvo estable-
cida en el Instituto de Artesanos, poco des-
pués en el antiguo convento de Santa Clara, 
luego en una casa del Barrio Santa Bárbara, 
y no mucho más tarde (1891) fue trasla-
dada al edificio de la Escuela de Derecho”. 
(Safford,1989:137-139)
 
Sin embargo otros estudios como los de Jorge 
Eliécer Ruíz (1968), dan cuenta de algunos inten-
tos tecnocráticos aislados que exaltaban la idea 
ilustrada de progreso: Las palabras del Virrey 
Antonio Caballero y Góngora en 1789 refirién-
dose a la orientación que debía tener el plan de 
estudios en la Universidad Pública de Santa Fe, 
señala la importancia de “sustituir las útiles cien-
cias exactas en lugar de las meramente especula-
tivas”; la Expedición Botánica que exaltó las cien-
cias físicas y naturales como bases del progreso 
tecnológico y este a su vez como factor decisivo 
de la riqueza de las naciones; y más tarde, las 
apreciaciones de Mariano Ospina en las Memo-
rias al Congreso de 1842 que denuncia como 
uno de los “vicios cardinales del sistema actual 
de enseñanza” el de dar preferencia a los estu-
dios profesionales de jurisprudencia por sobre el 
estudio de los conocimientos industriales.
Posteriormente según (Bustamante, 1996), (Cas-
tro, 2001), (Misas, 2004), (Rivero, 1993), (Parra, 
1993), (Yarce, 2002) y (Franco et al., 1978), seña-
lan como una constante en la formación de los 
futuros profesionales, el privilegiar las áreas tec-
nológicas por sobre las humanidades, como 
resultado de la aplicación del modelo moderni-
zador en América Latina. 
En Colombia durante los procesos de moder-
nización y expansión entre 1945 y 1975 la 
economía tuvo un crecimiento acelerado y 
se configuró la estructura industrial del país, 
caracterizada principalmente por la sustitución 
de importaciones, inicialmente de bienes de 
consumo y luego de bienes intermedios y unos 
pocos de capital. Según Jaime Torres y Luz 
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Adriana Salazar (2002) de una sociedad agraria 
y rural se pasó, hacia la mitad de la década de 
los setenta a un debilitamiento del sector agro-
pecuario, un mayor desarrollo industrial y un 
acelerado proceso de desarrollo urbano. Las 
características económicas y sociales predomi-
nantes cambiaron fundamentalmente: la pobla-
ción creció de 8 millones en 1938 a 22 millones 
en 1973; la población urbana pasó de ser un 30% 
a un 65%; la clase obrera se multiplicó 10 veces 
y la educación superior se quintuplicó durante 
el mismo periodo en el sector público y privado.
Según Ricardo Lucio y Mariana Serrano (1992) 
la modernización de los aparatos estatales y 
del reordenamiento social de la “Revolución en 
marcha”, durante el gobierno de López Puma-
rejo (1934-1938), entregó a la universidad la 
responsabilidad de formar los nuevos cuadros 
directivos que necesitaba el país para su desarro-
llo, sumado al incipiente proceso de industriali-
zación en nuestro país supuso un acercamiento 
diferente al quehacer científico; las ingenierías, 
por ejemplo, “que se habían desarrollado al mar-
gen de la comunidad académica, siguiendo las 
pautas de desarrollo nacional en ese momento, 
dedicado a la explotación minera y a la construc-
ción de infraestructura vial fueron incorporadas 
a la nueva universidad estatal como programas 
de formación profesional”. En 1937 (ley 94) se 
reglamentó la ingeniería como profesión en el 
país. La orientación humanista de la educación 
que había tenido nuestra educación superior es 
cambiada intempestivamente en 1961, cuando 
el experto norteamericano Rudolph Atcon pre-
senta su informe sobre las necesidades de la 
universidad latinoamericana, mostrando fuer-
tes debilidades en las áreas técnicas, cuando las 
necesidades de desarrollo, según este estudio, 
requerían todo lo contrario, el sistema educativo 
debía ajustarse perfectamente a las situaciones 
de oferta y demanda de mano de obra calificada 
en el mercado laboral, definiéndose la relación 
casi mecánica entre inversión en educación, en 
las áreas técnicas y tecnológicas, y progreso. A 
partir de ese momento se empiezan una serie de 
proyectos de cooperación como la Alianza para 
el Progreso del BID.
Durante los años 70 según los mismos autores 
y a consecuencia del proyecto de coopera-
ción técnica Programa de las Naciones Unidas 
para el Desarrollo PNUD, que buscó dirigir la 
educación superior hacia lo ocupacional y téc-
nico como base del crecimiento económico, 
surge el aumento por la demanda de carreras 
que tenían que ver con la administración de la 
tecnología industrial (ingenierías especializa-
das), como fue el caso de la ingeniería indus-
trial, con la administración y ‘racionalización’ 
de la economía del Estado y de la empresa pri-
vada (economía y afines) y con la búsqueda de 
respuestas a la demanda social por educación 
y por solución de los problemas sociales deri-
vados de la nueva forma de crecimiento econó-
mico (educación y ciencias sociales).
El nacimiento y cambio de la ingeniería en 
Colombia estuvo íntimamente ligado al desa-
rrollo económico y tecnológico del país, las 
etapas de auge y descenso en la explotación de 
recursos determinaron avances y retrocesos 
de la ingeniería y marcaron también la creación 
y ocaso de los centros de educación superior 
destinados a la enseñanza de las carreras de 
ingeniería. Es así como el desarrollo de la mine-
ría (especialmente en Antioquia) a principios 
del siglo XX motivó la creación de la Escuela de 
Minas de Medellín, el desarrollo de las vías 
de comunicación, especialmente de ferrocarri-
les por la indemnización luego de la separación 
de Panamá, se tradujo en el florecimiento de las 
escuelas y facultades de ingeniería civil. El pro-
ceso de industrialización de la posguerra sig-
nificó una primera expansión de la educación 
superior en la década de los años setenta; sin 
embargo el modelo con el que se industrializó 
el país fue bajo el supuesto de que su produc-
ción iba a estar destinada a mercados internos, 
libre de competencia de productos extranje-
ros, lo que determinó el que se mantuviera sin 
modificaciones tecnológicas considerables.
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El campo de la Ingeniería industrial en Colombia
4. eL caMpo de La IngenIería IndustrIaL en coLoMbIa
En Colombia
• Crecimiento demográfico
• Urbanismo
• Industrialización
• Inversión extranjera
• Auge de la Ingeniería
• Frente Nacional
Posguerra
Mundial
1950
• Crecimiento demográfico
• Expansión educativa
• Producción en masa
• Auge Taylorismo
Campo de la
Igeniería
Industrial
en Colombia
Industria
Nacional
• Necesitaba directivos
• División social del trabajo
• Administración científica
• Racionalización
Desarrollo
• Teorías CH en Am.Latina
• Auge ciencia y tecnología
• Auge capitalismo
• Desarrollo Industrial
Facultades
de Ingeniería
• Profesores gerentes
• Egresados directores
• Economía Industrial -1912
• Estudios de eficiencia
• Plan Indicativo -1961
Figura 4. 
Configuración del campo de la Ingeniería Industrial en Colombia 
El acontecimiento de la modernización intro-
dujo diversos conceptos que trascendieron a lo 
económico, educativo y social. Conceptos que 
se instalaronrápidamente en las mentes de la 
gente que se reconocían como carentes de estos 
y los incorporaban con afán en su quehacer (ver 
figura 4.).
La noción de campo que desde (Bourdieu et al., 
2001) presupone el estudio de las múltiples y 
variadas tensiones que atraviesan y configuran 
una disciplina, sirve de marco para abordar el 
problema: Anita Weiss (1994), en el estudio que 
realizó acerca de los orígenes y resultados de los 
diferentes estilos de liderazgo y gestión en 18 
empresas de tres sectores industriales: alimen-
tos, minerales no metálicos y metalmecánicas de 
Bogotá, demuestra como la asimilación y apli-
cación de las tesis tayloristas y el pensamiento 
tecnocrático de los ingenieros tuvo característi-
cas diferentes desde las primeras décadas del 
siglo en Bogotá y en Antioquia. Varios autores 
citados por (Weiss, 1994) como Savage, Mayor 
y Arango, coinciden en afirmar que las relacio-
nes entre los empresarios y los trabajadores en 
Antioquia se caracterizó porque los plantea-
mientos de Taylor se adaptaron a las enseñan-
zas de la iglesia católica: los patronos tenían la 
responsabilidad de proteger a los obreros y a sus 
familias. Mientras que los ingenieros bogotanos 
basaban la relación con sus trabajadores sobre 
la supuesta superioridad intelectual y la posi-
ción social elevada del ingeniero. La formación 
de los ingenieros en la Universidad Nacional, 
en Bogotá, por su parte, se orientaba más al 
cumplimiento de roles técnicos que de direc-
ción empresarial. Estas concepciones conlleva-
ron una asimilación del pensamiento tecnocrá-
tico diferente al de los ingenieros antioqueños 
de la Escuela de Minas, que influía sin duda en 
sus estilos de dirección empresarial así como en 
los términos despectivos con que los ingenie-
ros bogotanos se referían a los capataces, obre-
ros y artesanos. Sin embargo con el tiempo los 
antioqueños terminaron por adoptar las mis-
mas prácticas de los bogotanos, al unificarse los 
programas de formación. Según Carlos Dávila 
citado por (Weiss, 1994), la influencia de las 
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prácticas y la ideología taylorista siguió determi-
nando la mentalidad y las políticas de los inge-
nieros industriales de las décadas del 60 y el 70 
y aún de los años 80, cuando ya comenzaban a 
combinarse con algunas teorías sobre la partici-
pación con iniciativas como los programas de 
“desarrollo organizacional”.
Paralelo a los cambios de concepción de la inge-
niería industrial al interior de las empresas se 
dio el crecimiento de los programas de forma-
ción profesional en las universidades. Las refor-
mas a la educación superior como el decreto 80 
de 1980 en (Hakim, 1981) con la Misión de ciencia 
y tecnología, como la Ley 30 de 1992 concretada 
en la Misión para la modernización de la uni-
versidad estatal en 1996, incluyen como factor 
preponderante para el desarrollo de la educa-
ción superior, el énfasis dado a las áreas cientí-
ficas y tecnológicas, factor este, entre otros que 
habría propiciado el que la demanda social por la 
ingeniería industrial se disparara en las últimas 
décadas de 6.793 solicitudes entre 1974-1976 a 
17.302 entre 1995-1997, datos que conllevan, 
entre otros, según (Quintero, 2004) a que la pro-
fesión del ingeniero industrial se vea afectada 
por procesos tanto de masificación como de 
diferenciación, que determinan que los cargos 
ocupados por sus profesionales en las empre-
sas, no puedan asociarse sólo con funciones de 
organización y control del trabajo —tal como 
sería en sus inicios— sino con una gran varie-
dad de actividades, que van desde la gerencia 
general hasta tareas propias de trabajadores 
con calificación técnica, cuyas consecuencias no 
se manifiestan sólo en un cambio de las cualifi-
caciones sino en la posición social del profesio-
nal en las organizaciones y en la sociedad. Tesis 
esta que coincide con los postulados de Myrian 
Henao y Aura Rivera (1975) que plantean la for-
mación profesional en función de la credencial 
académica que se adquiere, como la coartada 
ideológica de selección que define “relaciones 
sociales entre sujetos desiguales o sea mercan-
cías de valor diferente”.
Estudios como el de Hernando Durán Castro 
(1989), acerca del estado de las carreras de Inge-
niería Industrial en Colombia hasta 1989, junto 
con los estudios del (ICFES, 1996), coinciden en 
afirmar que la estructura curricular de los dis-
tintos programas de Ingeniería Industrial desde 
que fue fundada en la UIS, constan de cinco 
áreas básicas: área de ciencias básicas, área 
científico tecnológica, área económico admi-
nistrativa, área socio–humanística y área profe-
sional. Estos trabajos también advierten sobre 
la necesidad de fomentar la vinculación de las 
universidades con la industria y con las entida-
des gubernamentales, así como la necesidad de 
promover empresas de desarrollo tecnológico 
mediante incentivos tributarios e ingreso de capi-
tales de riesgo internacionales. Igualmente 
plantean la necesidad de “actualización y 
modernización de los planes de estudio, que les 
permita ser competitivos, flexibles, dinámicos 
y con niveles altos de pertinencia, en concordan-
cia con las necesidades socioeconómicas, cul-
turales, científicas y productivas del país”. En 
el año de 1989 existían solo dos programas en 
funcionamiento que ofrecían el título de Magís-
ter en Ingeniería Industrial: Magíster en Inge-
niería Industrial y Sistemas de la Universidad 
del Valle y el Magíster en Investigación de Ope-
raciones y Estadística de la Universidad Tecno-
lógica de Pereira, la Universidad de los Andes 
tenía un programa de magíster en Ingeniería 
Industrial iniciado en la década de los setenta, 
pero estuvo inactivo durante 1989. Hasta 1989 
existían 24 programas aprobados en ingeniería 
industrial en el país, 9 en Bogotá, 3 en Medellín, 
3 en Cali y los demás en otras ciudades del país. 
De estos 12 son públicas (7 en ciudades impor-
tantes, 4 regionales y 1 distrital), y 12 privadas 
(1 de las privadas es regional).
En la década del 90, según Yezid Orlando Pérez 
(2004), el auge de las nuevas tecnologías de 
información y comunicación, la biotecnología, 
las tecnologías para la obtención y transforma-
ción de nuevos materiales, los sistemas exper-
tos, la inteligencia artificial, la robótica y los 
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El campo de la Ingeniería industrial en Colombia
nuevos esquemas de manufactura flexible, para 
citar sólo algunos, que hizo modificar los mode-
los de producción basados en una demanda 
estable, en mercados grandes y homogéneos con 
largos ciclos de producción y de producción en 
masa, por modelos que por el contrario, supo-
nen demandas fragmentadas, mercados hetero-
géneos y pequeños, ciclos cortos de productos 
y esquemas de producción especializada y alta-
mente flexible; se tradujo en una nueva orienta-
ción dada a la formación en ingeniería industrial 
en Colombia, de forma que tuviera en cuenta la 
innovación, las necesidades de información y el 
conocimiento tecnológico y organizativo nece-
sario para gestionar adecuadamente los nuevos 
cambios.
El proceso de configuración de la ingeniería 
industrial como campo de saber en Colombia, 
obedeció según algunos autores a la confluen-
cia de varios acontecimientos relacionados con 
la implementación de las teorías del desarrollo, 
crecimiento económico y del capital humano a 
mediados del siglo XX. 
Según Luz Jeanneth Quintero (2004) desde 1929 
se notaba en Colombia el fortalecimiento de la 
industria, cuando las empresas monopólicas 
absorbieron las más pequeñas y empezaron a 
importar la maquinaria requerida para la pro-
ducción en masa, lo que conllevaba la raciona-
lidad en el trabajo de modo similar al de las pri-
meras revoluciones industriales en el mundo. La 
inversión extranjera en la industria colombiana 
a partir de 1940, el desarrollo de la legislación 
laboral, la aparición de los sectores bancario y 
financiero y los diferentes elementos que asen-
taronel capitalismo en Colombia, fueron aspec-
tos muy importantes en la consolidación de 
las empresas que implicaron una nueva división 
social del trabajo en el que también se crearon 
nuevas profesiones, entre ellas la ingeniería 
industrial y la administración de empresas.
Es importante resaltar en este punto cómo, con-
trario a lo que sucedió en los llamados “países 
desarrollados” donde el proceso de moder-
nización determinó una demanda objetiva 
de formación técnica de mano de obra como 
resultado de los requerimientos de las fuerzas 
productivas traducida en una división técnica 
del trabajo, en nuestra educación, en la que al 
estar nuestra sociedad regida por la propiedad 
privada, esta “demanda objetiva”, dependió de 
la división social del trabajo y de la organiza-
ción de la producción basada en la selección de 
acuerdo con las capacidades individuales de 
los aspirantes a ingresar al sistema universita-
rio obteniendo como resultado la producción 
de mercancías, es decir, relaciones sociales entre 
sujetos desiguales o sea mercancías de valor 
diferente y convirtiéndose en el disfraz dado a 
la demanda objetiva de recursos humanos pro-
fesionales (Henao et ál,1975).
Para otros como Sandra Payán (2001) la apa-
rición de la ingeniería industrial en Colombia, 
obedeció, entre otros, a la imposición que logró 
esta profesión a escala mundial en el siglo XX, 
con el desarrollo de teorías como las de Gantt, 
los principios de Taylor y en general, de las teo-
rías administrativas. Es de destacar también en 
el desarrollo de este proceso la aplicación de 
la estadística y las matemáticas por Gilbreth a 
mediados de la década de los treinta, el desa-
rrollo de la investigación de operaciones indus-
triales y de los mercados de consumo después 
de mitad de siglo, cuyo objeto fue la racionali-
zación de los factores de producción. 
El concepto de profesionalización según Arturo 
Escobar (1996) se refiere al proceso mediante 
el cual el Tercer Mundo es incorporado a la 
política del conocimiento especializado de la 
ciencia occidental, dicho proceso condicionó 
la creación o reestructuración de las universi-
dades del Tercer Mundo para adecuarse a las 
necesidades del desarrollo. De esta manera se 
establecieron los primeros programas de inge-
niería industrial en las facultades de ingeniería 
del país.
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Algunos como (Giraldo, 2004), (Pérez, 1990), 
(Poveda, 1985) y (Mayor 1989) afirman que la 
ingeniería industrial como profesión surgió 
mucho antes de que se institucionalizara como 
plan de estudios en las facultades de ingeniería 
de las universidades. Su origen estaría relacio-
nado con el crecimiento industrial experimen-
tado en Colombia a principios del siglo XX que 
demandaba ingenieros que además de domi-
nar el conocimiento y experticia propios de las 
ingenierías (cálculo, matemática, estadística, 
termodinámica, resistencia de materiales, etc.) 
debía contar con conocimientos administra-
tivos que le permitieran dirigir las empresas 
recién creadas. Alejandro López9 considerado 
por algunos como el padre de la ingeniería 
industrial en Colombia, al fundar la cátedra de 
Economía Industrial en 1912 en la Escuela Nacio-
nal de Minas de Medellín para los ingenieros 
de último año de formación, buscando, según 
relata Mayor “el estudio no solo del trabaja-
dor en sí mismo y de las condiciones de su efi-
ciencia, sino también del trabajador en cuanto 
miembro de una organización y, por tanto de las 
condiciones de la organización más eficiente de 
las empresas”. 
La página web del programa de ingeniería 
industrial de la Universidad Javeriana, presenta 
un recuento de cómo se configuró la ingeniería 
industrial como profesión en nuestro país, ubi-
cando como primer antecedente la propuesta 
entregada en 1935 por Joaquín Vallejo Arbe-
láez, estudiante de último año de la Escuela 
de Minas de Medellín para la creación de una 
Facultad de Ingeniería Industrial en la misma 
institución, fundamentándose en un “estudio 
de ese año que revelaba como el 24% de 168 
egresados de la Escuela ocupaba cargos directi-
9 Alejandro López. Ingeniero de Minas e Ingeniero Civil 
y profesor de la Escuela, ingeniero del Ferrocarril de 
Antioquia y Gerente de la Mina El Zancudo, la principal 
empresa minera de la época. Cónsul general y agente 
fiscal de compras del gobierno colombiano en Londres 
entre 1920 y 1935. a su regreso ocupó la presidencia de la 
Federación Nacional de Cafeteros.
vos en la industria y comercio, y un 26% en ofi-
cios de administración pública”. Sin embargo la 
idea no fue tenida en cuenta en ese momento. 
En 1958 con la realización del primer seminario 
de Administración Científica, se crea el Instituto 
Colombiano de Administración - INCOLDA - 
que dio como resultado la creación de la Carrera 
de Administración Industrial de la Facultad de 
Minas, ahora anexa a la Universidad Nacional, 
Seccional de Medellín. En el mismo año, se crea 
la primera facultad con el nombre de Ingenie-
ría Industrial en la Universidad Industrial de 
Santander (UIS) organizada por ingenieros 
egresados de la Escuela de Minas, en 1960 se 
crea en Medellín la Escuela de Administración, 
Finanzas y Tecnologías —EAFIT— y se establece 
la carrera de Ingeniería Industrial en la Univer-
sidad de los Andes. De esta manera, el aparato 
universitario del país se ajustaba a los requeri-
mientos de industria que venía aplicando los 
principios de racionalización del trabajo: la 
descripción de oficios, tiempos y movimien-
tos del trabajador, medida precisa del costo de 
cada operación y establecimiento de estándares 
de trabajo e incentivos de producción. Según 
ACOFI (2001) en la década de 1970 a 1980 se 
crean trece programas de Ingeniería Industrial; 
seis de ellos en centros públicos y los restantes 
en privados.
consIderacIones fInaLes
En esta educación en ingeniería tan tradicional 
y perversamente orientada hacia lo instrumen-
tal y operativo muy al margen de la reflexión 
—atribuida casi exclusivamente a las humani-
dades— según (Mejía, 2009) caracterizada por 
adoptar una “aproximación puramente estra-
tégica podría darle a la ingeniería, un sentido 
mercenario; es decir, aquél desde el cual los 
ingenieros utilizan inteligentemente –o tal vez 
astutamente– su juicio para tomar las mejores 
decisiones de diseño de sistemas y lograr un fin 
que es contratado por el mejor postor, sin pre-
guntarse por el fin en sí mismo. El fin podría 
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ser definido por otros, que tienen el poder para 
contratar sus servicios”. la educación en inge-
niería debería contemplar el estudio de las con-
cepciones ideológicas que están detrás de las 
formas de poder que motivan cualquier imple-
mentación de diseños de ingeniería, tanto en 
sus fines como en sus medios; como de los sis-
temas sociales sobre los cuales se hace interven-
ción, de los actores involucrados, de sus inte-
reses y propósitos y de las maneras en las que 
el conocimiento se ha utilizado para legitimar o 
deslegitimar esos intereses o propósitos.
Haciendo una revisión a nivel internacional de 
la educación en ingeniería industrial, se observa 
como tendencia en varios autores: (Lappalai-
nen, 2010), (Larsen, 2009), (Fernandez, 2009), 
(Hazelton, 2009), (Sharma, 2009), la de integrar 
el conocimiento científico y tecnológico con el 
humanístico. ¿Podría esto obedecer al cambio 
de concepción que ha tenido el modelo desa-
rrollista, que habiendo caído en crisis al privi-
legiar la educación científica y tecnológica por 
encima de la humanista, ahora trata de vincular 
conceptos como multiculturalidad, interdisci-
plinariedad y ecología tanto al entorno orga-
nizacional como al educativo atribuyéndole a 
esta vinculación el éxito y la pertinencia que los 
nuevos modelos educativos requieren?.
La educación en ingeniería en Colombia tuvo 
su mayor auge en el momento de la instau-
ración del modelo de desarrolloa mediados 
del siglo XX, y se caracterizó por privilegiar 
los fines sobre los medios, desconociendo a los 
directos afectados del proceso mismo de desa-
rrollo, al haber privilegiado el estudio de las 
áreas técnicas sobre las humanas, estimulando 
la devastación descarnada de nuestros recursos 
naturales y la pérdida de nuestra identidad cul-
tural hasta llegar a las profundas crisis que vivi-
mos actualmente en todos los ámbitos. Estas 
crisis han motivado el replanteamiento de los 
sistemas educativos por parte del llamado primer 
mundo en cuestiones como multiculturalidad, 
tecnologías limpias y multidisciplinaridad en 
la formación de los ingenieros, lo cual corres-
pondería con un intento por corregir los errores 
iniciales que tuvo el modelo desarrollista y que 
solo hasta la última década se empieza a notar 
en algunas de nuestras facultades, sin haber 
tenido todavía mayor incidencia en los diseños 
ni de infraestructura, ni industriales en nuestro 
país.
Si bien los ingenieros industriales que se forma-
ban en las facultades de ingeniería en sus inicios 
se caracterizaban por su orientación directiva y 
gerencial especialmente en Antioquia donde en 
su mayoría correspondían a los dueños y geren-
tes de las industrias recién creadas, luego con 
los procesos de división social del trabajo y 
de masificación pasaron pronto a desempeñar 
diversas funciones en todos los niveles organi-
zacionales de las empresas, hasta la actualidad 
cuando se espera que sean los propios egresa-
dos quienes creen sus propios microempleos, 
generen sus propios microingresos y sostengan 
su propia seguridad social.
Para el caso de nosotros países latinoamerica-
nos, convendría preguntarse cómo y por qué 
surgió la idea misma de educación en ingenie-
ría, ¿es la educación en ingeniería que hoy se 
le imparte a los estudiantes en las facultades, 
autóctona?, o es producto de los desarrollos del 
“mundo occidental avanzado” y en esa medida 
¿responde mas a las necesidades de desarrollo 
de ese mundo y no a las del nuestro?, acaso ¿los 
principios de ingeniería aplicados por nuestros 
ancestros indígenas insertos en un profundo 
conocimiento de sí mismos y del cosmos, están 
incluidas en esos desarrollos del “mundo occi-
dental avanzado”?
Pensar en una “Otra Universidad” o en la 
Universidad Alternativa propuesta ya desde 
el 2003 por las comunidades del Chocó de la 
Red de Comunidades en Resistencia formada 
también por comunidades indígenas, negras y 
campesinas, en la cual se compartan los saberes 
generados en la resistencia, cuya visión apunte 
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a la concepción de una nueva realidad, un ima-
ginario alternativo, que busque crear un nuevo 
Estado, una sociedad no de consumo ni de 
capitalismo, una sociedad basada en la soli-
daridad y en el derecho de los pueblos, podría 
ser posible.
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